{"id":12253,"date":"1999-01-01T09:15:12","date_gmt":"1999-01-01T07:15:12","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=12253"},"modified":"1999-01-01T09:15:12","modified_gmt":"1999-01-01T07:15:12","slug":"deseos-de-peregrinos-deseos-de-dios","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/deseos-de-peregrinos-deseos-de-dios\/","title":{"rendered":"Deseos de peregrinos, deseos de Dios"},"content":{"rendered":"
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Xavier Quinz\u00e1<\/strong>\u00a0es profesor en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid).<\/em> <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n [vc_row][vc_column][vc_column_text] Pie Autor: Xavier Quinz\u00e1\u00a0es profesor en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid). S\u00edntesis del Art\u00edculo: Debemos aprender el \u00abalfabeto amoroso del deseo\u00bb. En concreto, \u201cla ascesis cristiana nos ense\u00f1a a no identificarnos con la din\u00e1mica ciega de nuestros deseos\u201d. El peregrinaje cristiano del deseo recorre el camino que va del eros al \u00e1gape para […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[124,346,94,63],"tags":[],"class_list":["post-12253","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-1999-mision-joven-2","category-estudios-264-265","category-mision-joven-2","category-xavier-quinza"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12253","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=12253"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12253\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=12253"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=12253"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=12253"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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\nS\u00edntesis del Art\u00edculo:
\nDebemos aprender el \u00abalfabeto amoroso del deseo\u00bb. En concreto, \u201cla ascesis cristiana nos ense\u00f1a a no identificarnos con la din\u00e1mica ciega de nuestros deseos\u201d. El peregrinaje cristiano del deseo recorre el camino que va del eros al \u00e1gape para dejarnos \u00abseducir por Dios\u00bb. Al final, nuestros deseos de peregrinos se encuentran con Jes\u00fas, que polariza los deseos de nuestro insatisfecho coraz\u00f3n humano \u201chacia \u00c9l mismo, pero no para retenerlos all\u00ed sino para devolver a cada uno \u2014desde el mismo Dios\u2014 la confianza extrema en la fuerza humana del desear\u201d.
\n <\/p>\nSomos peregrinos del deseo y, por eso, peregrinos de Dios. El deseo es lo que siempre tira de nosotros. Y se puede convertir en un tirano que nos esclaviza. Aunque desear incesantemente nos revela una grieta en lo m\u00e1s profundo de nuestro ser. Pero la ocasi\u00f3n del deseo es no abdicar de ese lugar, sino abrazarlo como propio y aceptar como grandeza lo desmesurado del deseo. Y desde la fascinaci\u00f3n, como figura del deseo, aceptar que debemos adentrarnos en la reconciliaci\u00f3n de nuestros deseos, en un cierto recorrido del coraz\u00f3n al coraz\u00f3n. El deseo siempre renace, incluso en la posesi\u00f3n de lo deseado, porque nos orienta hacia el otro. Nos hace n\u00f3madas. Por eso podemos dejarnos iniciar en una\u00a0cultura del deseo peregrino<\/em>\u00a0que deje aflorar los deseos y les d\u00e9 cauce como una forma nueva de sacarlos de la clandestinidad y de atreverse a ponerles nombre.<\/h1>\n
Afirmamos que hay una lectura cristiana de la din\u00e1mica de los deseos: la del peregrinaje de la compulsi\u00f3n de los deseos a la integraci\u00f3n en un Deseo mayor. Y que el cristianismo no es un camino de negaci\u00f3n del deseo o de competencia con la cultura que configura lo que somos, sino una verdadera oferta a la salvaci\u00f3n y rehabilitaci\u00f3n del deseo. Dios mismo nos hace desear y reorienta y acoge los deseos del coraz\u00f3n.<\/h1>\n
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El amor es la cualidad extrema del deseo, la que nos introduce en un alfabeto amoroso del deseo que debemos aprender. La ascesis cristiana nos ense\u00f1a a no identificarnos con la din\u00e1mica ciega de nuestros deseos. Porque solamente en el \u00e9xodo del deseo, del eros al \u00e1gape se puede disfrutar el verdadero dinamismo liberador del deseo. Jes\u00fas es el Seductor del coraz\u00f3n humano que nos atrae y nos hace m\u00e1s ricos de nosotros mismos y capaces de aspirar a la plenitud desde la confianza en la fuerza humana del desear.<\/h1>\n
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1. Peregrinos del deseo: en camino del eros al \u00e1gape<\/strong><\/h1>\n
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La ascesis cristiana no es sino ejercitarse en hacer este peregrinaje del deseo, y por ello es, primariamente, una alteraci\u00f3n de la cultura del deseo, o sea de las formas como se experimentan la insatisfacci\u00f3n y los proyectos existenciales dirigidos hacia lo que vale la pena desear. Se trata de salir de unas formas de desear, de dejarlas atr\u00e1s y atreverse a cruzar la frontera como verdaderos peregrinos. Y, precisamente por eso, la reestructuraci\u00f3n evang\u00e9lica del deseo es autocr\u00edtica con la lectura de los mismos que nos proporciona la cultura del deseo imperante en nuestra sociedad.<\/h1>\n
Nos sabemos seres necesitados, carenciales y limitados, pero tambi\u00e9n nos sentimos y experimentamos capaces de simbolizar aspiraciones y deseos del coraz\u00f3n que desbordan los mismos l\u00edmites que nos impone la condici\u00f3n cultural en la que nos reconocemos. Y en este \u00e9xodo en primer lugar estamos hablando de la imperiosa necesidad de favorecer la eclosi\u00f3n y el desarrollo del deseo. Dejarle salir de la esclavitud y emprender el camino hacia la tierra prometida.<\/h1>\n
Entre el deseo y la fidelidad a la ley establecida, a la norma fijada, siempre se crea esta din\u00e1mica n\u00f3mada que es la que nos hace crecer. Porque cuando cada uno luchamos contra la falta de deseo y ensayamos c\u00f3mo llenar las lagunas de nuestras aspiraciones estamos construyendo una cultura del deseo, estamos adquiriendo una experiencia, ganando una sabidur\u00eda que nadie puede ganar por nosotros. La palabra es maestra de todos nuestros deseos, cuando est\u00e1 al servicio de la fidelidad y del amor.<\/h1>\n
Cuando la esperanza cristiana se sit\u00faa hoy, dispuesta a dar cuenta de la densidad cultural de nuestros deseos, lo hace desde unos c\u00f3digos de desciframiento a partir de los cuales reconoce en nuestra vida indicios de salvaci\u00f3n, traduce las posibilidades de nuestro desear y nos introduce en un\u00a0alfabeto del deseo<\/em>\u00a0desde el que podemos leer nuestra salvaci\u00f3n como promesa de una nueva plenificaci\u00f3n. Incluso para la posmodernidad.<\/h1>\n
Cr\u00edtica con una lectura moderna e instrumentalista del deseo, la lectura cristiana es transgresora. Pero el modo evang\u00e9lico de reestructuraci\u00f3n de los deseos sigue siendo quiz\u00e1 escandaloso dentro de la marea de cultura presentista y hedonista que nos invade. Porque reestructurar los deseos supone salir del propio amor, recuperar una perspectiva diferente, una pedagog\u00eda nueva y un modo in\u00e9dito de dejarnos afectar por los otros.<\/h1>\n
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Parece evidente que la ascesis significa muy poco para nosotros cristianos de la posmodernidad. Sin embargo la aventura de Jes\u00fas nos ilustra sobre un modo nuevo de ganar la vida entreg\u00e1ndola, y de perderla queri\u00e9ndola retener como posesi\u00f3n inacabada de los deseos. El modo como las primeras comunidades decantaron las formas de desear iba unido indefectiblemente al amor como cualidad extrema del deseo, a una forma de amor oblativo que les llevaba a entregar la vida por los hermanos.<\/h1>\n
S\u00f3lo desde el Signo m\u00e1ximo del cristiano, que es la cruz como forma del amor m\u00e1s grande, amor de amistad llevado hasta el extremo, leemos los cristianos la fuerza apasionada de la realizaci\u00f3n del deseo.<\/h1>\n
El coraz\u00f3n humano, en su realidad distorsionada o m\u00e1s encajada, es la historia de un viaje permanente desde la necesidad imperiosa de los deseos a la integraci\u00f3n\u00a0graciosa<\/em>\u00a0del Deseo. El Esp\u00edritu de Jes\u00fas inspira el disfrute agradecido de todo lo creado. En lo amable se ha hecho cuerpo el esp\u00edritu, y el sentir, amar, desear, se convierten en campo de la experiencia de Dios.<\/h1>\n
En Cristo, los \u00e1mbitos del deseo y de la necesidad se expanden hacia una vivencia que fluye en el\u00a0\u00e1gape<\/em>, en la fiesta del deseo, en el intercambio y la plenitud de la fuerza de la fe que desborda los l\u00edmites impuestos por la dominaci\u00f3n de la cultura del consumo.<\/h1>\n
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Y esto puede ser as\u00ed porque el que ama, el que libera en s\u00ed mismo las fuentes inagotables del deseo, es un entusiasta de la vida. Descubre dentro de s\u00ed una fuerza desconocida que lo eleva a las m\u00e1s altas cimas de la existencia humana. Todo le asombra, todo le encandila, todas las cosas le parecen nuevas, como si cada d\u00eda pudiera estrenar de nuevo la creaci\u00f3n. Amar es envolver en afecto a la persona que despierta en nosotros ese fervor del deseo, y con ella o con \u00e9l todo el mundo queda iluminado a una luz distinta y renovadora.<\/h1>\n
Las mismas cosas vividas antes del amor como normales, se descubren ahora inusitadamente distintas, llenas de otro color, arreboladas de una intensidad tan nueva que parecen ser otras y no las mismas. Sucede a menudo que podemos conocer a una persona antes de desearla y, siendo ella la misma, la miramos despu\u00e9s a una luz nueva de tal manera que nos parece otra. Es ella, la de siempre, pero ahora la vemos a la luz del deseo de nuestro coraz\u00f3n.<\/h1>\n
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Por eso el entusiasmo no es solamente la manera exagerada de vivir la vida del que ama, sino su estado m\u00e1s propio; es una calidad nueva que envuelve al amante y le dota de una capacidad desconocida para afrontar las cosas del amor. Es una posesi\u00f3n, una visita de algo diferente, algo que no puede ser de este mundo, que s\u00f3lo puede explicarse como la asombrosa experiencia de sentirse pose\u00eddo por la divinidad.<\/h1>\n
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2. La seducci\u00f3n de Dios, seducci\u00f3n del deseo<\/strong><\/h1>\n
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Porque para amar hace falta tener mucho coraje, y Dios se muestra misericordioso con los que participan de ese modo de su misma esencia divina. Reconocer el amor en nosotros es descender a la grieta del coraz\u00f3n y sentirse al fin humanos, porque s\u00f3lo amando se conoce la esencia de uno mismo. Y eso supone reconstruir las piezas de la vida, encajarlas de nuevo desde otros cimientos, desde esa nueva experiencia vital que pide una explicaci\u00f3n, un sitio donde albergar los sentimientos, un aprendizaje nuevo y fervoroso desde la voluntad de ese due\u00f1o que se ha instalado en los \u00e1mbitos de nuestra propia casa.<\/h1>\n
Nos sentimos a veces arrebatados por un torrente extra\u00f1o que no podemos reconocer sino vivi\u00e9ndolo en nuestros dilatados corazones de carne. Pero, a la vez sabemos que no es nuestro, que no nos pertenece, que no somos la fuente de ese manantial que nos nace en las entra\u00f1as, pero que debe tener su origen en el seno mismo del misterio secreto de la Vida.<\/h1>\n
Nos sabemos deudores de Otro, capaces de acogerlo en el centro m\u00e1s \u00edntimo de nuestro ser, pero desbordados por la presencia de un Don que tiene que tener un nombre y una esencia personal. Y \u00e9se es el secreto de los amantes, que se saben habitados por la fuerza del Amor, extra\u00f1os ellos mismos a lo que viven y sienten e incapaces incluso de expresar todo el misterio y la hondura de lo que les pasa.<\/h1>\n
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El Amor se adue\u00f1a de su sirviente ingenuo. Y \u00e9sa es precisamente la se\u00f1al que nos llama a discernir el amor aut\u00e9ntico del otro: que se hace nuestro due\u00f1o, que no podemos controlarlo con nuestras pobres fuerzas, que nos sabemos siempre en sus manos, sometidos a \u00e9l, a sus caprichos, si es que hablando de Amor podemos expresarnos de ese modo. El amor es caprichoso porque rompe los moldes de nuestra d\u00e9bil lucecita de la raz\u00f3n; es m\u00e1s que l\u00f3gica, es deseo que se levanta rebelde y atrevido contra los mismos l\u00edmites de la condici\u00f3n humana.<\/h1>\n
El que ama se atreve a bailar sobre la misma tumba de la muerte y es capaz de mirarla a la cara con aire de desaf\u00edo. Por eso el Cantar de los Cantares nos recuerda que el amor es m\u00e1s fuerte que la muerte y sus flechas una llama del Se\u00f1or de los ej\u00e9rcitos.<\/h1>\n
La locura de amor de los rom\u00e1nticos no era sino una imagen alterada de esa posesi\u00f3n. El que ama parece que est\u00e1 loco, porque esa fuerza le llega a sacar de sus cabales para lanzarle a una desbordada capacidad de asimilar a la persona amada, de hacerse uno con ella, de mirar por sus ojos, sentir por sus sentidos e imaginar sus sue\u00f1os casi desesperadamente. Nos saca de tal modo de lo nuestro que ser\u00edamos capaces de abandonar lo conocido y transitado para iniciar una aventura loca de asimilaci\u00f3n de gustos y pareceres de aquel o aquella a quien amamos.<\/h1>\n
Por amor se han realizado las m\u00e1s grandes gestas en nuestra historia humana, los mayores esfuerzos de grandeza, las m\u00e1s incomprensibles y excelsas empresas. El que ama no repara en gastos, ni en medida, ni en raz\u00f3n o convenciones. Es \u00fanico e irrepetible, o al menos as\u00ed se siente y se figura ser.<\/h1>\n
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As\u00ed es como Dios seduce nuestro coraz\u00f3n, como una fuerza de atracci\u00f3n que polariza nuestro desear y que se adue\u00f1a del centro de nuestra vida. Lo atractivo, lo bello, lo sugestivo forma parte de la ingenier\u00eda del deseo. Redescubrir una cultura cristiana del deseo supone que nos alejamos de un concepto de lo divino ligado a experiencias de lo tremendo, aterrorizador, para acercarnos a lo amable, lo gracioso, lo atrayente. Supone que nuestra vivencia de Dios se vincula con m\u00e1s frecuencia a lo atrayente y armonioso, que toma un nuevo car\u00e1cter cuando es marcado por la belleza y el amor en lugar de serlo, como por desgracia es tan frecuente, por las categor\u00edas del poder.<\/h1>\n
La predicaci\u00f3n cristiana de nuestro desencantado fin de siglo ha olvidado que eros y religi\u00f3n estuvieron una vez \u00edntimamente unidos, y que gracia no significa otra cosa que infinita fuerza de atracci\u00f3n, encanto divino, prestancia. De tal manera que podemos decir que lo amable, lo atrayente, lo bello corporal tiene que ver con la gracia en su misteriosa profundidad, en su dimensi\u00f3n de captaci\u00f3n y plenificaci\u00f3n del deseo.<\/h1>\n
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De la ense\u00f1anza evang\u00e9lica se puede derivar una unidad de disfrute y renuncia que est\u00e1 a la base de la verdadera vivencia del amor. Y en el trato corporal de Jes\u00fas con los que le rodean (imponiendo sus manos, acariciando, bendiciendo…) se muestra por qu\u00e9 la vivencia del cuerpo est\u00e1 tan profundamente unida con la experiencia de los deseos humanos: porque expresa la propia capacidad de acoger la oferta de Dios que salva nuestros deseos.<\/h1>\n
Toda la estructura humana receptora de la gracia es corporal desde la din\u00e1mica del deseo y s\u00f3lo donde el \u00e1gape queda contrapuesto al eros en lugar de ser integrado, sucede la divisi\u00f3n y la evasi\u00f3n. El cuerpo, como una realidad simb\u00f3lica del deseo, posibilita la vivencia unitaria de necesidad y deseo, de disfrute y renuncia, de pecado y salvaci\u00f3n.<\/h1>\n
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3. Jes\u00fas como Seductor: dejarnos rehabilitar el deseo de Dios<\/strong><\/h1>\n
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El Evangelio subraya de forma eminente la realidad humana como existencia corporal de deseos y encierra una fuerza propia para promover un estilo de vida realmente dinamizado hacia su plenitud. Jes\u00fas nos invita a ser captados por un sentimiento de vida que resume y encierra todas las im\u00e1genes de un Dios amor. Y as\u00ed, embriagados por \u00e9l, poder ser captados por un misterio insondable, por el mismo Deseo del Coraz\u00f3n de Dios.<\/h1>\n
En los\u00a0textos de gozo,<\/em>\u00a0que llamamos evangelios, anida esta convicci\u00f3n fundamental: el Dios de la fidelidad est\u00e1 muy cerca de nosotros e irrumpe definitivamente en nuestra historia para dar cumplimiento a los deseos de nuestro coraz\u00f3n. Esta irrupci\u00f3n del Dios Amor en nuestra realidad concreta no puede dejar la historia como est\u00e1, intocada en sus encrucijadas de frustraci\u00f3n, sino que se produce por medio de unas pr\u00e1cticas liberadoras y solidarias de la din\u00e1mica de los deseos humanos.<\/h1>\n
Los signos mesi\u00e1nicos que realiza Jes\u00fas son se\u00f1ales de esa irrupci\u00f3n de Dios que sana al ser humano y le abre a una plenificaci\u00f3n sorprendente, tan concreta y corporal como sanar las miserias y enfermedades, reorientar el anhelo del coraz\u00f3n, solicitar el abandono de los deseos en la confianza del Padre. Abrir los ojos a los ciegos, hacer andar a los cojos, hacer o\u00edr a los sordos, perdonar los pecados, se convierten as\u00ed en\u00a0pr\u00e1cticas de rehabilitaci\u00f3n del deseo<\/em>\u00a0y son reivindicadas por Jes\u00fas como se\u00f1ales de lo nuevo, como cumplimiento de las aspiraciones humanas, tal y como hab\u00eda sido prometido en el pasado.<\/h1>\n
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En este clima mesi\u00e1nico de cumplimiento de las expectativas, podemos situar el criterio para discernir lo ilusorio o real de nuestros deseos, para preguntarnos, desde el coraz\u00f3n, qu\u00e9 es lo que podemos desear. Se nos anuncia una nueva situaci\u00f3n en la que los deseos se cumplir\u00e1n, porque la reconciliaci\u00f3n universal consistir\u00e1 en una purificaci\u00f3n del coraz\u00f3n.<\/h1>\n
El car\u00e1cter universalista y el tono amistoso y esperanzado de reconciliaci\u00f3n final son caracter\u00edsticos de la predicaci\u00f3n de Jes\u00fas. Podemos esperar el cumplimiento de nuestros deseos porque el mismo Dios realizar\u00e1 esa integraci\u00f3n en los mismos deseos de su coraz\u00f3n por obra del Esp\u00edritu que se nos regala sin medida.<\/h1>\n
Debemos recordar que Jes\u00fas, al ser manifestaci\u00f3n hist\u00f3rica del mismo Dios, asumi\u00f3 la interpretaci\u00f3n prof\u00e9tica del mundo vigente en su momento hist\u00f3rico: que Dios era el garante de las aspiraciones del coraz\u00f3n, de la realizaci\u00f3n plena de los deseos impedidos, enfermos, o incluso pervertidos de sus hermanos.<\/h1>\n
Jes\u00fas se hizo hombre no porque estuviera obligado a ello a causa del pecado de los hombres, sino porque le gust\u00f3 hacerlo as\u00ed, porque quiso mostrarnos un Amor incondicional y recreador. Se hizo hombre desde el eterno deseo de Dios de mirar amorosa y liberadoramente los deseos humanos. No fue la miseria humana lo que oblig\u00f3 a Dios a hacerse hombre sino su propio e insondable deseo de comuni\u00f3n.<\/h1>\n
Pero sobre todo nadie como Jes\u00fas ha sabido c\u00f3mo polarizar los deseos del coraz\u00f3n humano insatisfecho hacia \u00c9l mismo, pero no para retenerlos all\u00ed sino para devolver desde el mismo Dios a cada uno la confianza extrema en la fuerza humana del desear, que se transfigura en sus palabras en la invitaci\u00f3n a cultivar una fe persistente, confiada, que es indispensable para poder obrar milagros.<\/h1>\n
Jes\u00fas acoge a las personas con tal respeto que nunca invade la intimidad, ni otorga favores como quien practica obras de misericordia, sino que m\u00e1s bien alcanza a remover lo m\u00e1s propio de cada uno, aquel fondo dormido del coraz\u00f3n. Enriquece sin oprimir, como devolviendo a todos lo m\u00e1s propio, haciendo descubrir los deseos y ore\u00e1ndolos con su bendici\u00f3n. Pero de un modo tan hondo que atrae y seduce a las multitudes que le siguen para saciarse de su palabra amiga y sentirse en el \u00e1mbito de su intimidad, en el c\u00edrculo privilegiado de\u00a0los suyos.<\/em><\/h1>\n
Jes\u00fas, el Seductor, que puede ser visto, en unas inspiradas palabras de F. Nietzsche, como \u00abel genio del coraz\u00f3n\u00bb:<\/h1>\n
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\u00ab…que a la mano torpe y apresurada le ense\u00f1a a vacilar y coger las cosas con mayor delicadeza, que adivina el tesoro oculto y olvidado, la gota de bondad y de dulce espiritualidad escondida bajo el cielo grueso y opaco y es como una varita m\u00e1gica para todo grano de oro que yaci\u00f3 largo tiempo sepultado en la prisi\u00f3n del cieno y la arena. Aquel de cuyo contacto todo el mundo sale m\u00e1s rico, no agraciado y sorprendido, no beneficiado y oprimido como por un bien ajeno, sino m\u00e1s rico de s\u00ed mismo, m\u00e1s nuevo que antes, removido, oreado y sonsacado por un viento tibio; tal vez m\u00e1s inseguro, m\u00e1s delicado, m\u00e1s fr\u00e1gil, m\u00e1s quebradizo, pero lleno de esperas que a\u00fan no tienen nombre\u00bb<\/em>\u00a0(M\u00e1s all\u00e1 del bien y del mal, & 265)<\/em><\/h3>\n
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Por eso la nueva creaci\u00f3n es realmente nueva frente a la antigua, inaugurada por Jes\u00fas, estrenada de muchos modos, tal y como nos recuerda el evangelio de Juan: vino nuevo para las bodas definitivas, agua que brota cristalina del interior del hombre y que salta hasta una calidad insospechada, nuevo nacimiento desde el Esp\u00edritu, definitivo pan para un nuevo \u00e9xodo: el de la manifestaci\u00f3n de la Gloria de Dios.\u00a0\u00a1<\/h1>\n
\nXavier Quinz\u00e1 Lle\u00f3
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