{"id":12549,"date":"1998-01-01T05:45:54","date_gmt":"1998-01-01T03:45:54","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=12549"},"modified":"1998-01-01T05:45:54","modified_gmt":"1998-01-01T03:45:54","slug":"recuperar-la-encarnacion-de-parte-de-los-pobres-2","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/recuperar-la-encarnacion-de-parte-de-los-pobres-2\/","title":{"rendered":"Recuperar la \u00abencarnaci\u00f3n\u00bb\u2026 \u00a1de parte de los pobres!"},"content":{"rendered":"

[vc_row][vc_column][vc_column_text]JOS\u00c9 LUIS MORAL<\/strong>\u00a0ES PROFESOR EN EL INSTITUTO SUPERIOR DE TEOLOG\u00cdA \u00abDON BOSCO\u00bb (MADRID) Y DIRECTOR DE\u00a0\u00abMISI\u00d3N JOVEN\u00bb.<\/strong>
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\nS\u00edntesis del Art\u00edculo:
\nEl art\u00edculo considera que el \u00abJubileo del 2000\u00bb puede ser una buena oportunidad para hacer balances y, sobre todo, para purificar la respuesta que hemos de dar al acontecimiento que revolucion\u00f3 la historia: la Encarnaci\u00f3n de Dios. \u00abRecuperar la encarnaci\u00f3n\u00bb implica, seg\u00fan el autor, asumir dos retos fundamentales: el di\u00e1logo en profundidad con el hombre de hoy para \u00abreformular\u00bb el cristianismo y comprometerse solidariamente con los pobres en contra de la injusticia y la desigualdad.
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\nPronto vamos a cerrar un siglo cuya cr\u00f3nica est\u00e1 repleta de noticias, sucedidas con trepidante rapidez, que retratan un mundo convulso. Como principales recuerdos del XX, el imparable tren de la historia, para algunos, porta simples reportajes; dolorosos\u00a0v\u00eda crucis<\/em>\u00a0para otros; un complejo hatajo de im\u00e1genes para casi todos. Precisamente, al revisar su carga, lo primero que nos choca es este atiborramiento de im\u00e1genes. Nuestro siglo nos acostumbr\u00f3 a concebir el universo como un \u00abmundo de im\u00e1genes\u00bb, al que hemos terminado tratando con tanta familiaridad como para dejar en segundo plano los rostros de las personas que aparecen en cada una de ellas. Este proceso, adem\u00e1s, lo identificamos como comunicaci\u00f3n, aunque ahora estamos comprobando que se trata, en realidad, de una manera superficial de fotografiar y conocer cuanto sucede. Los diversos retratos, por otra parte, siempre terminan siendo \u00abde otros\u00bb, de los dem\u00e1s y, consiguientemente, observados de forma cada vez m\u00e1s ajena y distante.
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\nEn fin, que no es que sea el nuestro un tiempo de mucho j\u00fabilo y de ah\u00ed que tampoco estemos para demasiados jubileos. Esto de los a\u00f1os jubilares, como bien sabemos, se remonta a tradiciones jud\u00edas recogidas en el Antiguo Testamento (cf. Lv 25,8-17): aunque anunciados a son de bombo y platillo, de hecho, no tenemos posteriores indicios de que se cumplieran las exigencias que comportaban (liberaci\u00f3n y recuperaci\u00f3n de la propiedad, remisi\u00f3n general de\u00a0\u00a0penas y deudas). Despu\u00e9s, el cristianismo, am\u00e9n de multiplicar las fechas jubilares, las vincul\u00f3 estrechamente a la concesi\u00f3n de indulgencias especiales.
\nA pesar de todo, el\u00a0Jubileo del 2000<\/em>\u00a0puede ser una buena oportunidad y hasta una especie de \u00abgui\u00f1o de Dios\u00bb para hacer balances y preparar el futuro. Que la fecha alcance a convertirse en un aut\u00e9ntico\u00a0kair\u00f3s<\/em>\u00a0depender\u00e1 de la respuesta que demos al acontecimiento que revolucion\u00f3 la historia, esto es, a la\u00a0Encarnaci\u00f3n\u00a0<\/em>o al\u00a0incre\u00edble<\/em>\u00a0hecho de un Dios que, en Jes\u00fas de Nazaret, quiso hacerse carne de nuestra carne y de nuestra historia.
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\nLas reflexiones que siguen se centrar\u00e1n precisamente en la\u00a0necesidad de recuperar la encarnaci\u00f3n,<\/em>\u00a0esto es, hacer que la fe cristiana se haga de verdad \u00abcarne de nuestro tiempo\u00bb. Hilvanaremos las reflexiones con el hilo de dos\u00a0fotograf\u00edas<\/em>\u00a0de ese mundo de im\u00e1genes que llena nuestro siglo: una instant\u00e1nea de la ruptura entre fe cristiana y cultura moderna\u00a0\u00a0y otra de \u00ablos ca\u00eddos\u00bb en el enfrentamiento desigual e injusto que relaciona el mundo pobre del Sur con el rico del Norte. Una \u00faltima observaci\u00f3n: este art\u00edculo pretende ser tambi\u00e9n una especie de marco te\u00f3rico del \u00abdossier pr\u00e1ctico\u00bb con el que\u00a0Misi\u00f3n Joven<\/em><\/strong>\u00a0sugiere una propuesta pastoral de cara al 2000. Esto explica una cierta ausencia aqu\u00ed de las concreciones necesarias que aparecen all\u00ed.
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1\u00a0\u00a0Ruptura y crisis interna del cristianismo<\/h2>\n

 
\n\u201cLa ruptura entre Evangelio y cultura es, sin duda, el drama de nuestro tiempo, como lo fue tambi\u00e9n en otras \u00e9pocas\u201d (EN 20). Estas palabras de Pablo VI ser\u00edan el mejor pie de foto para la primera instant\u00e1nea. En cualquier caso, han sido las m\u00e1s citadas a la hora de introducir cuestiones relativas a la relaci\u00f3n entre fe y cultura, cristianismo y mundo contempor\u00e1neo. A este respecto, resulta curioso comprobar c\u00f3mo la expresi\u00f3n original \u00abEvangelio y cultura\u00bb es traducida predominantemente por \u00abfe y cultura\u00bb y, m\u00e1s curioso a\u00fan, la habitual exclusi\u00f3n de la segunda parte de la cita (\u201ccomo lo fue en otras \u00e9pocas\u201d).
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\nCuriosidades semejantes debieran habernos alertado frente a la progresiva\u00a0inmunizaci\u00f3n<\/em>\u00a0con la que suelen desarrollarse algunos enunciados. En nuestro caso la interpretaci\u00f3n teol\u00f3gica de la ruptura, convirti\u00f3 dicha proposici\u00f3n en un enunciado escasamente asertivo e ideol\u00f3gicamente predispuesto a cualquier tipo de proyecci\u00f3n.
\nEscasamente asertivo<\/em>\u00a0y m\u00e1s bien vac\u00edo, por una parte, no s\u00f3lo con respecto a cuanto ocurr\u00eda dentro de la fe y de la cultura, sino tambi\u00e9n en referencia a la caracterizaci\u00f3n de nuestra \u00e9poca puesto que, como reconoc\u00eda Pablo VI, igualmente estuvo presente en otras muchas. Por otra, ideol\u00f3gicamente predispuesto<\/em>\u00a0a cargar sobre lomos culturales la que, para unos, ser\u00eda una pr\u00e1ctica expulsi\u00f3n de Dios y, para otros, la cultura de la indiferencia o de la increencia. Eso del \u201cdrama de la ruptura entre la fe y la cultura\u201d, pues, utilizado desde la orilla de la fe, se presta a servir de cauce a cualquiera de las actitudes defensivas ahora tan en boga, dados los evidentes errores de la cultura y lo f\u00e1cil que resulta remitir la fe a la garant\u00eda o certeza provenientes de Dios.
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\nEl cristianismo ha cre\u00eddo que bajo esta problem\u00e1tica se escond\u00eda un agravio del mundo moderno a la fe. La cr\u00edtica hist\u00f3rica, no obstante, ha aclarado que resulta injusto creer que el inter\u00e9s primordial de la cultura ilustrada iba dirigido contra ella (a lo sumo\u00a0-y no le faltaban razones-rechazaba las formas de religi\u00f3n que, como puede ocurrir con cualquier otro hecho humano, falseaban al hombre). Algo semejante se podr\u00eda afirmar de la cultura actual que, m\u00e1s que oponerse a la fe religiosa, propicia un pluralismo de cosmovisiones y culturas, a la par que un nuevo modo de relacionarse todas ellas con la religi\u00f3n y las Iglesias. No parece que, por tanto, debamos ocuparnos en \u00abdesfacer entuertos\u00bb inexistentes. Cierto es, sin embargo, cuanto Pannenberg o Moltmann apuntaban hace tiempo: \u201cEl cristianismo ya no es algo que pertenezca connatural y aproblem\u00e1ticamente a nuestro mundo. [El problema consiste ahora en saber] si el hombre moderno puede ser todav\u00eda cristiano, sin sufrir un resquebrajamiento dualista de su conciencia, y de si un cristiano puede ser un hombre moderno sin perder por ello su identidad cristiana\u201d. En efecto, \u201cla existencia cristiana de teolog\u00edas, iglesias y hombres se encuentra hoy m\u00e1s que nunca en una doble crisis: de relevancia y de identidad. Ambas crisis est\u00e1n mutuamente relacionadas. La teolog\u00eda y la Iglesia, cuanto m\u00e1s intentan incidir en los problemas de la actualidad, tanto m\u00e1s profundamente se adentran en una crisis de identidad cristiana. Cuanto m\u00e1s intentan reafirmar su identidad en dogmas, ritos e ideales morales tradicionales, tanto mayor se hace su irrelevancia y falta de credibilidad\u201d[1]<\/a>.
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\n\u00abRecuperar la Encarnaci\u00f3n\u00bb, en este sentido, pasa por encarar decididamente esta problem\u00e1tica. La Iglesia -en Europa de un modo particular- no termina de reconocer y aceptar el \u00abestado de conciencia\u00bb del hombre actual, fruto del \u00abimpulso modernizador\u00bb que viene de lejos.
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\nSin querer negar la crisis que envuelve al pensamiento y cultura contempor\u00e1neos, sugerimos a continuaci\u00f3n un enfoque interpretativo que nos cuesta asumir: en el fondo, no estamos tanto ante un problema de rupturas cuanto ante un problema de \u00abcrisis interna del cristianismo\u00bb. Esta crisis, obviamente, no se refiere al polo primero y fundamental del \u00abacontecimiento cristiano\u00bb -la autocomunicaci\u00f3n y las intervenciones salv\u00edficas de Dios en la historia-, sino al que se resume en la adhesi\u00f3n existencial del hombre a la fe y que, al realizarse dentro de la Iglesia, pasa por la formulaci\u00f3n expl\u00edcita de los contenidos objetivos de dicha fe.
\nAnte una situaci\u00f3n de tal g\u00e9nero, de nada sirve entonar lamentaciones o cerrarnos a la modernidad convirti\u00e9ndola en chivo expiatorio de todos los males que aquejan a la Iglesia. Hay que asumir la perplejidad que comporta y \u00abrecuperar encarnaci\u00f3n\u00bb a trav\u00e9s del di\u00e1logo y la acogida de los\u00a0tiempos nuevos.<\/em>
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\n1.1. Crisis y \u00abreformulaci\u00f3n\u00bb del cristianismo<\/em><\/strong>
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\nEnti\u00e9ndasenos bien, la experiencia cristiana de fondo sigue siendo la misma. Ha cambiado radicalmente el contexto y el modelo de explicaci\u00f3n con el que se expresaba. En definitiva, la ra\u00edz principal de la ruptura no es otra que una fe escasamente significativa y cre\u00edble a los ojos y conciencia del hombre de hoy: la mutaci\u00f3n global del modo de ver y sentir experimentada por el ser humano de nuestros d\u00edas se encuentra con una formulaci\u00f3n del cristianismo sostenida a base de\u00a0conceptos y modos<\/em>\u00a0viejos, casi ininteligibles. Es m\u00e1s, el propio\u00a0imaginario\u00a0<\/em>colectivo de los cristianos -ese conjunto de representaciones e interpretaciones colectivas dependiente de la religi\u00f3n- est\u00e1 repleto de frases, im\u00e1genes y definiciones que a nosotros mismos nos resultan literalmente incre\u00edbles
[2]<\/a>.
\nDe cara al futuro inmediato, dos ser\u00edan las exigencias fundamentales implicadas en esta crisis: la\u00a0retraducci\u00f3n\u00a0<\/em>o\u00a0reformulaci\u00f3n<\/em>\u00a0y la\u00a0recolocaci\u00f3n<\/em>del cristianismo en el mundo actual.
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\nLa necesidad de \u00abretraducir\u00bb el cristianismo ha sido un clamor permanente en la Iglesia a lo largo de este siglo. Las voces levantadas para denunciar que algo no marchaba entre el hombre moderno y el Dios que se le quer\u00eda presentar se multiplican hasta desembocar en el concilio Vaticano II.
\nSin duda, el concilio supuso un cambio fundamental en la orientaci\u00f3n del cristianismo. Pero, como previno Rahner refiri\u00e9ndose a la teolog\u00eda, \u201csituar la tarea principal de la teolog\u00eda actual y del futuro en el campo de la eclesiolog\u00eda, de la mariolog\u00eda y otros temas semejantes, abordados expl\u00edcitamente por el Vaticano II, ser\u00eda enga\u00f1arse tr\u00e1gicamente sobre el sentido del concilio. La teolog\u00eda de hoy y de ma\u00f1ana deber\u00e1 convertirse en \u00abteolog\u00eda del di\u00e1logo\u00bb con los hombres que piensan que les resulta imposible creer. Ser\u00e1 preciso, por tanto, reflexionar a fondo, con una sinceridad radical, sobre lo que piensa y quiere decir cuando habla de Dios y de Cristo\u2026\u201d
[3]<\/a>
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\nParafraseando el texto, tambi\u00e9n cabr\u00eda tildar de tr\u00e1gico enga\u00f1o el supuesto de que el hombre moderno padece un extra\u00f1o estrabismo frente a la religi\u00f3n, por lo que es pr\u00e1cticamente in\u00fatil el di\u00e1logo con \u00e9l y no hay tarea m\u00e1s importante que dedicarse a \u201cfortalecer internamente la doctrina\u201d y las pr\u00e1cticas que la confirmen.
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\nEs evidente que la anunciada desaparici\u00f3n natural de la religi\u00f3n no s\u00f3lo no ha llegado a producirse, sino que la religi\u00f3n est\u00e1 incluso rebrotando con una fortaleza renovada. En buena medida, sin embargo, se mantiene todav\u00eda la sospecha de que la religi\u00f3n pretende seguir con una estructura organizada en torno a dos esferas de intereses contrapuestos: la sagrada de Dios y la profana del hombre.
\nAunque resulte imposible -y hasta c\u00ednico- invocar la\u00a0crisis de lo sagrado<\/em>\u00a0a que da lugar la Ilustraci\u00f3n, ignorando la posterior\u00a0crisis de la modernidad,<\/em>\u00a0no podemos ceder a la tentaci\u00f3n de justificar el llamado \u00abretorno de lo sagrado\u00bb en el fracaso de los ideales de la modernidad. Menos a\u00fan cerrar el tema culpabilizando exclusivamente a la cultura actual de la ruptura entre cristianismo y mundo contempor\u00e1neo.
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\nLa\u00a0retraducci\u00f3n<\/em>\u00a0del cristianismo habr\u00e1 de llevarse a cabo a trav\u00e9s de un estrecho y constante di\u00e1logo con la cultura y los \u00abestados de conciencia\u00bb del hombre de hoy, al que ya no se le escapa que la religi\u00f3n es una cosa bien terrena, es decir, nacida de las necesidades y angustias, de las b\u00fasquedas y esperanzas, de las ilusiones m\u00e1s profundas del ser humano. Una vez que la autonom\u00eda y la libertad han entrado a formar parte de los elementos esenciales de la definici\u00f3n del ser humano, la religi\u00f3n resulta sospechosa si sostiene la existencia de dos esferas de intereses que, se quiera o no, provoca una disyuntiva espont\u00e1nea: o los intereses de Dios confluyen con los del hombre o, de lo contrario, ese Dios aparece como una amenaza o como un enemigo de la vida humana.
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\nEs precisamente la\u00a0encarnaci\u00f3n<\/em>\u00a0de Jes\u00fas de Nazaret -hecho fundamental del que se quiere hacer memoria en el\u00a0Jubileo del 2000-<\/em>\u00a0el acontecimiento que nos permite superar la trampa del dualismo sagrado-profano. La divinidad cristiana, cuyo genuino rostro encuentra su definici\u00f3n m\u00e1s honda y espec\u00edfica en el \u201cDios es amor\u201d de la primera carta de Juan (4,8), forma parte de la hondura humana: lo \u00absagrado original\u00bb est\u00e1 constituido por ese misterio de amor y comunicaci\u00f3n que no s\u00f3lo coincide con lo aut\u00e9nticamente humano o no excluye el car\u00e1cter profano de su existencia, sino que lo funda y exige. La retraducci\u00f3n del cristianismo, en fin, depender\u00e1 de la respuesta que demos al significado de la Encarnaci\u00f3n en este final de siglo.
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\nEl \u00abretorno de lo sagrado\u00bb, en muchas de sus manifestaciones, es m\u00e1s una \u00abrevancha de lo irracional\u00bb que un renovado hacerse cargo del sentido de la religi\u00f3n y de la vida. M\u00e1s que retorno, podr\u00edamos decir, existen desplazamientos que tienen bastante que ver con miedos o p\u00e9rdidas, nostalgias y compensaciones. El advenimiento del mundo moderno coincide con el fin de una visi\u00f3n religiosa del mundo, sin encontrarnos preparados para sustituirla coherentemente con otra.
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\nPor esos y semejantes vericuetos, es doble el peligro que sigue acechando al cristianismo en este fin de siglo o, mejor, a la voz de la Iglesia en una sociedad como la nuestra: tornar a \u00abvender certezas\u00bb y pretender escapar a la amenaza de privatizaci\u00f3n de la fe buscando y reclamando una presencia p\u00fablica institucional. Aplicada a la religi\u00f3n, la dicotom\u00eda entre lo p\u00fablico y lo privado tiene mucho de enga\u00f1osa, cuando no de falsa. El lugar de la religi\u00f3n no se sit\u00faa ni en lo primero ni en lo segundo, su puesto est\u00e1 en \u00ablo comunitario\u00bb.
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\nDebemos profundizar la nueva forma de relaci\u00f3n de la Iglesia con el mundo, inaugurada por el concilio Vaticano II, para hacer converger los esfuerzos humanizadores del cristianismo y el ideal democr\u00e1tico de la sociedad. Las comunidades cristianas han de afirmar su presencia en medio de la sociedad civil buscando no tanto el poder institucional de intervenir en ella cuanto el \u00abpoder de significar\u00bb, es decir, la fuerza derivada de ser signos que dan raz\u00f3n de la importancia de unos valores sin los que la vida se vac\u00eda de contenido.
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\n1.2. \u00abEsp\u00edritu de reforma\u00bb y di\u00e1logo<\/em><\/strong>
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\nEsta primera fotograf\u00eda, que nos acompa\u00f1ar\u00e1 en el pr\u00f3ximo siglo, nos proporciona abundante material para se\u00f1alar objetivos pastorales de cara al jubileo, todos estrechamente vinculados a seguir encarnando la salvaci\u00f3n que Dios nos manifest\u00f3 definitivamente en Cristo. Describimos sucintamente algunos de ellos: \u00abesp\u00edritu de reforma\u00bb y di\u00e1logo, aceptaci\u00f3n de interpelaciones y \u00abconversi\u00f3n\u00bb.
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\nJuan Pablo II en la\u00a0Tertio Millennio Adveniente<\/em>\u00a0(TMA) subraya la importancia de dejarse guiar por el concilio Vaticano II en los \u00faltimos pasos hacia el nuevo siglo (cf. nn. 18-20 y 36). El concilio\u00a0salt\u00f3<\/em>\u00a0\u201cdel anatema al di\u00e1logo\u201d, en tanto que a la Iglesia actual se le recrimina el olvido de aquel esp\u00edritu. Ciertamente la relaci\u00f3n del cristianismo con el pensamiento y la cultura sigue sin ser fluida.
\nEl anuncio de la salvaci\u00f3n que Dios ofrece gratuitamente al hombre obliga a un profundo di\u00e1logo, necesario tanto para reformular la propia identidad como para entender la de los interlocutores. Pero adem\u00e1s, como ya se\u00f1alaba Congar en 1950 en su famoso\u00a0Verdaderas y falsas reformas en la Iglesia,<\/em>\u00a0la tarea de reformarse es condici\u00f3n necesaria para el di\u00e1logo y pertenece a la esencia propia de la Iglesia en cuanto que es no una \u00absocietas perfecta\u00bb sino un Pueblo de Dios en marcha.
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\nEste \u00abesp\u00edritu de reforma\u00bb requiere un careo honesto, fecundo y exigente tanto con los propios or\u00edgenes como con el momento hist\u00f3rico concreto en el que vive la Iglesia. S\u00f3lo as\u00ed, lejos de vaposoros romanticismos b\u00edblicos o de f\u00e1ciles mecanismos con los que se alcanzan certezas acr\u00edticas, se entra en di\u00e1logo con \u201clos gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren\u201d (GS 1).
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\nPor lo mismo, porque \u201cesos son a la vez -como sigue indicando la\u00a0Gaudium et spes-<\/em>\u00a0los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los disc\u00edpulos de Cristo\u201d, hemos de dejarnos interpelar constantemente por las manifestaciones de la nueva sensibilidad cultural, presentes, por ejemplo, en el \u00abderecho a la diferencia\u00bb, en los valores emergentes y en los \u00abnuevos movimientos sociales\u00bb, etc. Tambi\u00e9n por eso, y con mayor raz\u00f3n, es injustificable que la Iglesia huya ante las interpelaciones provenientes de los propios conflictos internos.
\nInterpelar, seg\u00fan el diccionario, remite a \u201cpedir explicaciones con autoridad o derecho a alguien\u2026\u201d: no se trata s\u00f3lo de soportar o dejarse pedir explicaciones, \u00a1tienen derecho! En la Iglesia existe la mala costumbre de no rendir cuentas y hasta la pretensi\u00f3n de justificarlo teol\u00f3gicamente con el recurso a Dios como el \u00fanico ante quien deben presentarse.
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\n\u201cLa preparaci\u00f3n del a\u00f1o 2000 -afirma el Papa acerca del propio pontificado en la TMA- es casi una de sus claves hermen\u00e9uticas\u201d (TMA 23), que \u201cretoma la cuesti\u00f3n siempre actual de la conversi\u00f3n\u2026\u201d (TMA 32). Bueno ser\u00e1 que esa clave y esta cuesti\u00f3n conduzcan a que la Iglesia se interrogue seriamente sobre \u201csi es m\u00e1s o menos apta para anunciar el Evangelio e inserirlo en el coraz\u00f3n del hombre con convicci\u00f3n, libertad de esp\u00edritu y eficacia\u201d (EN 4).
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\nLa Iglesia fue y es consciente del \u201csemper reformanda\u201d, pero quiz\u00e1s estemos terminando el siglo XX con demasiados signos de involuci\u00f3n que han de tomarse en consideraci\u00f3n a la hora de la\u00a0metanoia<\/em>\u00a0buscada para entrar en el XXI: por ah\u00ed andan signos de no querer abandonar protagonismos innecesarios o, al menos, de querer ser \u201cprima inter pares\u201d; delante tenemos la insistencia unilateral en la dimensi\u00f3n jer\u00e1rquica y la dejadez con la que a veces se trata a la base del \u00abpueblo de Dios\u00bb, laicos y mujeres, m\u00e1s particularmente; cerca est\u00e1 tambi\u00e9n el centralismo que sofoca el desarrollo de la colegialidad, las peculiaridades de cada Iglesia particular, etc.; respiramos, en fin, un aire miedoso que seca la libertad y la creatividad, en aras de una \u00aboscura normalidad\u00bb y del fortalecimiento doctrinal (necesario -dicen- para encarar el fr\u00edo exterior). Dejamos para el ep\u00edgrafe que sigue el interrogante m\u00e1s decisivo: aquel acerca de la ubicaci\u00f3n de la Iglesia en la \u00absociedad dual\u00bb que vivimos.
\nEl \u00abprincipio encarnaci\u00f3n\u00bb marca permanentemente una direcci\u00f3n a la conversi\u00f3n cristiana: salir al encuentro de los hombres concretos de cada tiempo o, mejor dicho, \u00abhacerse cargo\u00bb y \u00abhacerse pr\u00f3jimo\u00bb de todos los\u00a0tirados<\/em>\u00a0por el camino.
\n 
\n <\/p>\n

2\u00a0\u00a0Confirmar la solidaridad: \u00a1de parte de los pobres!<\/h2>\n

 
\nLa segunda foto que proponemos, aquella con los rostros que sufren directamente las consecuencias de la injusticia y desigualdad actuales, podr\u00eda herir nuestra sensibilidad, pero estamos tan acostumbrados a mirarla que resulta innecesario prevenir. Hay en ella una frontera cruel entre Norte y Sur, centro y periferia, una especie de foso que se ahonda cada a\u00f1o. D\u00eda a d\u00eda se hace m\u00e1s verdad la \u00absociedad dual\u00bb en la que una parte de los hombres vive a costa de la otra.
\nLa TMA identifica el esp\u00edritu del jubileo, tal y como aparece en la tradici\u00f3n veterotestamentaria, con el retorno al amor al pr\u00f3jimo y a la justicia social (cf. nn. 12-13). Se\u00f1alar un a\u00f1o de gracia y de reconciliaci\u00f3n para convertirse y buscar la solidaridad fraterna, en principio, no deja de ser un modo adecuado de contemplar esta segunda instant\u00e1nea del mundo actual. Pero, \u00bfqu\u00e9 supone esta solidaridad para la Iglesia, en su conjunto, y para cada cristiano en particular?
\n 
\nLa interpelaci\u00f3n primigenia a la Iglesia -comentaba recientemente J. Sobrino- se concreta en la pregunta acerca de si \u00abes real\u00bb; y puesto que la injusta pobreza es la realidad mayor, la Iglesia debe estar activamente en ella: esta tragedia de los pobres debe configurar la totalidad de la Iglesia, su saber, esperanza y praxis. Si no se deja\u00a0afectar<\/em>\u00a0y no reacciona apasionadamente movida por ese afecto, viviendo en un mundo de mayor\u00edas pobres como si ello no dijese nada a su realidad esencial, tendr\u00edamos que hablar de \u00abirrealidad de la Iglesia\u00bb
[4]<\/a>.
\n 
\nY\u2026 sensaci\u00f3n de irrealidad producen homil\u00edas, documentos y mensajes que ni ponen palabras a la pobreza de los pobres, ni denuncian la injusticia que hay en ella, ni la corrupci\u00f3n que la acompa\u00f1a; tufillo de irrealidad despide esa espiritualidad, fomentada o tolerada, de movimientos que trasladan la religi\u00f3n a una trascendencia sin mediaci\u00f3n hist\u00f3rica; a irrealidad huelen no pocas celebraciones, ceremonias y signos. \u00a1Qu\u00e9 facilmente nos anestesiamos los cristianos con las grandes palabras, con una superabundancia doctrinal, casi indigesta!
\n 
\n2.1. Llenar la Iglesia de utop\u00eda y profetismo<\/em><\/strong>
\n 
\nLa Iglesia existe para confesar apasionadamente el amor salvador de Dios y la esperanza del Reino. Esta misi\u00f3n, sin embargo, no puede llevarse a cabo sino situ\u00e1ndose, formando parte o, m\u00e1s exactamente, estando \u00abde parte de los m\u00e1s d\u00e9biles y pobres\u00bb. Por eso, la Iglesia forma un pueblo de \u00abconjurados por la fraternidad con los pobres\u00bb y siempre a su servicio o, de lo contrario, pervierte su identidad y sacramentalidad.
\nAntes de nada, esa obligada imagen de la Iglesia tiene un horizonte (la\u00a0utop\u00eda<\/em>\u00a0del Reino) y un m\u00e9todo (el prof\u00e9tico). Utop\u00eda y profetismo -dej\u00f3 escrito I. Ellacur\u00eda- si se presentan por separado, tienden a perder su efectividad hist\u00f3rica y f\u00e1cilmente s\u00f3lo sirven para cualquier tipo de escapismo idealista; de este modo, en vez de resultar fuerzas renovadoras y liberadoras, se reducen a funcionar como consuelo subjetivo de los individuos, de las religiones o de los pueblos
[5]<\/a>.
\n 
\nEn las instituciones y en las culturas envejecidas ni tan siquiera hay lugar para el profetismo y la utop\u00eda; todos los espacios se llenan de pragmatismo y c\u00e1lculo de resultados (\u00bftendr\u00e1 algo que ver, al respecto, la actual \u00abpol\u00edtica de vocaciones\u00bb, tal como se plantea en algunas di\u00f3cesis, institutos o congregaciones religiosas?). La \u00abritualizaci\u00f3n del Esp\u00edritu\u00bb, adem\u00e1s de la institucionalizaci\u00f3n y el legalismo que normalmente son sus compa\u00f1eros de viaje, suele ser la salida m\u00e1s airosa de las confesiones o religiones donde profec\u00eda y utop\u00eda se han secado, impidiendo ese impulso propio del Esp\u00edritu que renueva todas las cosas.
\n 
\nEl Reino de Dios tiene que hacerse progresivamente historia. Para ello, es necesario que la\u00a0utop\u00eda<\/em>\u00a0-nacida de la revelaci\u00f3n, de la tradici\u00f3n\u2026, de Jes\u00fas de Nazaret, sobre todo y todos- se\u00a0instale<\/em>\u00a0en el coraz\u00f3n y en la inteligencia de los hombres. El\u00a0profetismo,<\/em>\u00a0por su parte, activar\u00e1 la contrastaci\u00f3n cr\u00edtica del anuncio de la plenitud del Reino de Dios con una situaci\u00f3n hist\u00f3rica determinada. Nada de esto es f\u00e1cil: la plenitud del Reino, sin identificarse con un proyecto personal o estructural alguno, est\u00e1 en relaci\u00f3n necesaria con ellos. Adem\u00e1s, si bien la utop\u00eda no puede ser verdaderamente cristiana sin el profetismo que la inspire, tampoco el profetismo ser\u00e1 realmente cristiano sin la animaci\u00f3n de la utop\u00eda.
\n 
\nEstamos ante un mundo regido por la insolidaridad, la falta de misericordia y de cuidado por los dem\u00e1s, de modo que aparece configurado y conformado antievang\u00e9licamente por la injusticia, con lo cual se presenta como la negaci\u00f3n del Reino de Dios anunciado por Jes\u00fas. La Iglesia, ante la profunda deshumanizaci\u00f3n a la que conduce la realidad actual, no puede limitarse a invocar la misericordia sin la justicia. Es evidente, por otra parte, que la oferta de humanidad y libertad que hacen los pa\u00edses ricos a los pa\u00edses pobres no es universalizable: hemos ido descubriendo la existencia de l\u00edmites al crecimiento, ha surgido una nueva conciencia de la globalidad y nos encontramos enfrentados cara a cara con la escasez.
\nEn pocas palabras: no existe ninguna posibilidad de que todo el planeta sea un privilegiado \u00abbarrio Norte\u00bb y, por tanto, o admitimos un nuevo modelo de justicia y solidaridad que resuelva la situaci\u00f3n de los d\u00e9biles en contra de los intereses de los fuertes -pero, a la larga, solucion\u00e1ndolos tambi\u00e9n- o seguimos desentendi\u00e9ndonos de los m\u00e1s pobres y marginados -respuesta que, por otro lado, nos aboca a una cat\u00e1strofe anunciada-.
\n 
\nS\u00f3lo puede ser aceptable para la humanidad un proyecto global de justicia que sea universalizable, y la universalizaci\u00f3n ha de hacerse desde la opci\u00f3n preferencial por los pobres. Aqu\u00ed se sit\u00faa hoy la marcha prof\u00e9tica hacia la utop\u00eda. Desde el punto de vista cristiano, los pobres han de ser no s\u00f3lo el sujeto pasivo preferencial sino el sujeto activo -\u00a1pobres \u00abcon\u00bb esp\u00edritu!, m\u00e1s que pobres \u00abde\u00bb esp\u00edritu- en el que se encuentra \u201cla mayor presencia real del Jes\u00fas hist\u00f3rico\u201d.
\n 
\nEl principio fundamental sobre el que debe basarse el orden nuevo ser\u00e1 el \u00abgrito prof\u00e9tico\u00bb que refiere el Evangelio de Juan: \u201c\u00a1Que todos tengan vida y la tengan en abundancia!\u201d (Jn 10,10); y, para alcanzarlo, el eje esencial del proceso se centrar\u00e1 en combatir la prioridad concedida a la riqueza en la configuraci\u00f3n del ser humano. As\u00ed la utop\u00eda cristiana propone la \u00abcivilizaci\u00f3n de la pobreza\u00bb para sustituir a la actual \u00abcivilizaci\u00f3n de la riqueza\u00bb. No se trata, por supuesto, de perseguir la depauperaci\u00f3n universal como ideal de vida, sino de situar el ideal de la nueva sociedad en la solidaridad compartida, en contraposici\u00f3n al individualismo cerrado y competitivo que se constituye en la din\u00e1mica fundamental de la\u00a0civilizaci\u00f3n de la riqueza.<\/em>
\n 
\n2.2. Entra\u00f1as de misericordia y \u00abtomar partido\u00bb<\/em><\/strong>
\n 
\nLa salvaci\u00f3n que la Iglesia debe anunciar y actuar -\u201ca tiempo y a destiempo o contratiempo\u201d- tiene que ver con todas las dimensiones de lo humano. Por eso, la falta de justicia supone una amenaza directa para la salvaci\u00f3n. Para darse perfecta cuenta de la magnitud de tal amenaza hay que dejar que el mucho dolor, pobreza e injusticia\u00a0penetren<\/em>\u00a0en el interior de las personas, grupos e instituciones. Entramos as\u00ed en una \u00abcuesti\u00f3n de entra\u00f1as\u00bb: nos hace falta una\u00a0solidaridad compasiva,<\/em>\u00a0aquella que brota del \u00abpatire cum\u00bb o del compadecerse ante el dolor y la explotaci\u00f3n de los m\u00e1s d\u00e9biles.
\n 
\n\u201cSed misericordiosos, como misericordioso es vuestro Padre\u201d (Lc 6,36). La misericordia es la cualidad del coraz\u00f3n que lo hace sensible a la miseria, a la desgracia de los otros. El Dios de Jes\u00fas es amor y tiene \u201centra\u00f1as de misericordia\u201d (cf. Os 2; Ez 16). Por eso, los cristianos no pueden cerrar sus entra\u00f1as, sino que deben tener siempre compasi\u00f3n en el coraz\u00f3n (cf. Ef 4,31), conservar la \u00abmemoria subversiva\u00bb de Jes\u00fas de Nazaret y recordar o, etimol\u00f3gicamente, \u201cvolver a pasar por el coraz\u00f3n\u201d los rostros de las v\u00edctimas de la historia para revolver los humores ego\u00edstas e individualistas que matan la misericordia.
\nPero la misericordia no puede quedarse en sentimientos de pena y piedad. Abarca, en una sola mirada, la dignidad y la pobreza de los hombres, comprometiendo a confirmar la primera y liberar de las servidumbres ligadas a la segunda.
\n 
\nLa cultura con la que despedimos este siglo -esa forma de pensar, sentir y actuar con la que vemos y obramos- persigue un tipo de hombre y de vida centrado en s\u00ed y en sus necesidades y gustos; por eso mismo los valores de la cultura moderna giran en torno a un ser humano egoc\u00e9ntrico, que se distingue por la b\u00fasqueda de una autorrealizaci\u00f3n escorada hacia el individualismo, narcisismo y hedonismo, incapaces de sostener el sacrificio que exige la vida en com\u00fan y la responsabilidad ciudadana, por ejemplo, ante una renuncia a los propios intereses en aras del bien com\u00fan.
\nAfortunadamente no se trata de una descripci\u00f3n exhaustiva de la realidad cultural actual, en la que, por todas partes, va extendi\u00e9ndose tambi\u00e9n el clamor de que as\u00ed no podemos seguir. Y lo m\u00e1s importante: aquellos g\u00e9rmenes y signos que remiten a una humanidad m\u00e1s solidaria, crecen por doquier en personas con nuevas formas de pensar, sentir y actuar (est\u00e1 en marcha la \u00abcultura de la solidaridad\u00bb encabezada por personas e instuciones, por tantas\u00a0ONGs y \u201cnuevos movimientos sociales\u201d -pacifistas, ecologistas o defensores de la igualdad de la mujer-, etc.).
\n 
\nPero los pobres viven tan encorvados por el peso de su existencia, tienen que arrastrarse de tal forma para poder sobrevivir, que terminan por resultar invisibles. Precisamente por eso la praxis de Jes\u00fas consist\u00eda en devolver la dignidad, poniendo en pie y haciendo caminar de nuevo con la cabeza bien alta (cf., por ejemplo, Jn 8,1-11). Los primeros seguidores de Jes\u00fas prosiguen esta praxis: \u201cPlata y oro no tengo, cuanto tengo te lo doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, lev\u00e1ntate y anda\u201d (Hch 3,5-6).
\nEsta es la direcci\u00f3n que deben seguir las comunidades cristianas: promover el compromiso liberador de los silenciados y la cr\u00edtica indomable contra todas las fuerzas de dominaci\u00f3n que tiren a las personas por los suelos.
\n 
\n\u00bfC\u00f3mo preparar un \u00abpueblo de Dios\u00bb misericordioso y activo de cara al siglo XXI? Si queremos una Iglesia capaz de anunciar y actuar significativamente el Reino de la justicia, en primer lugar, habr\u00e1 que poner el acento en una doble orientaci\u00f3n: formar un \u00abpueblo de Dios\u00bb capaz de contemplar y acoger la misericordia de Dios; y, desde esta experiencia, impulsar un decidido compromiso por la justicia. Un \u00abpueblo de Dios\u00bb o una Iglesia, entonces, que ora y celebra la misericordia de Dios para descubrir progresivamente la intervenci\u00f3n hist\u00f3rica que se le pide. Progresi\u00f3n que pasa as\u00ed por el an\u00e1lisis del momento presente, por escuchar los gritos de cuantos claman por la liberaci\u00f3n y por darse cuenta del estado de gravidez de las injusticias y opresiones, para entender que est\u00e1 naciendo \u201calgo nuevo\u201d en ellas.
\n 
\nEn segundo lugar, por tanto, habr\u00e1 que dejar claro \u201cde qu\u00e9 parte se est\u00e1\u201d: la Iglesia ha de estar en la parte y de parte de los d\u00e9biles. De este modo, los pobres prestan a la Iglesia su mirada. Y la nueva manera de ver -desde abajo, desde fuera de los l\u00edmites sociales-, este \u201cprivilegio epistemol\u00f3gico de los pobres\u201d (P. Coduras), no s\u00f3lo construye una \u00abIglesia samaritana\u00bb sino que, salvando a los m\u00e1s pobres, es como verdaderamente se salva ella como pueblo de Dios. La conclusi\u00f3n, al hilo de las palabras de Jes\u00fas, es clara: el problema no est\u00e1 en saber \u201cqui\u00e9n es mi pr\u00f3jimo\u201d, cuanto en \u00abhacerse pr\u00f3jimos\u00bb (Lc 10,36-37: \u201c\u00bfQui\u00e9n de estos tres te parece que se hizo pr\u00f3jimo\u2026? [\u2026] Pues anda, haz t\u00fa lo mismo\u201d). El samaritano salv\u00f3 al herido, quien, a su vez, trajo a aqu\u00e9l la salvaci\u00f3n: por ah\u00ed anda la \u201ccircularidad hermen\u00e9utica entre los pobres y Dios\u201d (J. Lois); en \u00faltima instancia, son los necesitados quienes nos salvan al romper nuestra indiferencia y, venciendo nuestro aislamiento ego\u00edsta, nos abren la posibilidad de convertirnos en seres aut\u00e9nticos y solidarios.
\n 
\n <\/p>\n

\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a03\u00a0\u00a0Recuperar la \u00abencarnaci\u00f3n\u00bb<\/h3>\n

 
\nUna Iglesia samaritana y habitable, que dialoga con el mundo y reconoce las historias humanas como par\u00e1bolas vivientes con las que Dios sigue hoy hablando, trata de hacer visible a los ojos del mundo el \u00absacramento del pueblo de Dios\u00bb: 1\/ Desde una Iglesia como pueblo reunido en comunidades, empe\u00f1adas decididamente en la construcci\u00f3n del Reino y entendi\u00e9ndose a partir de esa misi\u00f3n; 2\/ Desde un Pueblo de Dios que comparte alegr\u00edas y tristezas con los hombres de su tiempo y unido a ellos busca discernir y preparar el futuro; 3\/ Desde una Iglesia donde todos se sientan corresponsables y la variedad de funciones permite dar vida a los m\u00e1s diversos carismas.
\n 
\nEn esta perspectiva habr\u00eda de inserirse el camino cristiano hacia el tercer milenio. Muchos movimientos y grupos est\u00e1n ya caminando en esa direcci\u00f3n. Entre los cristianos, en los \u00faltimos decenios, han surgido comunidades que pretenden responder a la doble urgencia del testimonio y del compromiso, destac\u00e1ndose el auge del\u00a0movimiento neocatecumenal<\/em>\u00a0y de las\u00a0comunidades de renovaci\u00f3n carism\u00e1tica.<\/em>\u00a0En cambio -y no deja de ser preocupante-, las \u00abcomunidades populares\u00bb o \u00abcomunidades de base\u00bb han ido perdiendo presencia y garra. El dato es bien sintom\u00e1tico: la preocupaci\u00f3n por transformar el mundo, por realizar una concreta encarnaci\u00f3n liberadora desde los m\u00e1s pobres, ha ido perdiendo relevancia frente a respuestas proclives al \u00abespiritualismo evasivo\u00bb.
\n 
\n\u201cSiguiendo a Cristo, nos damos cuenta de que hemos sido capturados en redes de injusticia, de violencia, de despilfarro y de destrucci\u00f3n. Ah\u00ed est\u00e1n los frutos del pecado humano, y ellos determinan frecuentemente el futuro. El camino que nos permitir\u00e1 salir de estas redes comienza por la confesi\u00f3n com\u00fan del pecado. Al volvernos juntos a Dios, encontramos la libertad de nuevas iniciativas. Para las Iglesias, el proceso ecum\u00e9nico en favor de la justicia, de la paz y de la salvaguardia de la creaci\u00f3n es un movimiento de arrepentimiento y de vida nueva. [\u2026] No hemos dato testimonio del amor de Dios por todas y cada de las criaturas y no hemos adoptado un estilo de vida que demuestre que pertenecemos a la creaci\u00f3n de Dios. No\u00a0\u00a0hemos cuestionado con suficiente coherencia los sistemas pol\u00edticos y econ\u00f3micos que abusan de su poder y de su riqueza, que explotan los recursos de la tierra en su propio inter\u00e9s y que perpet\u00faan la pobreza y la marginaci\u00f3n\u201d
[6]<\/a>.
\n 
\nEsta confesi\u00f3n p\u00fablica de las Iglesias cristianas de Europa nos invita expl\u00edcitamente a \u00abrecuperar la creaci\u00f3n\u00bb. Ning\u00fan modo mejor de llevar dicho programa adelante que a trav\u00e9s de la \u00abrecuperaci\u00f3n de la encarnaci\u00f3n\u00bb. El pretexto convencional del comienzo de otro milenio, para los cristianos, encierra dentro la necesidad de responder a la cuesti\u00f3n de siempre:\u00a0\u00bfQu\u00e9 significa la Encarnaci\u00f3n para el nuevo siglo?<\/em>
\n 
\nLa Encarnaci\u00f3n es, al mismo tiempo, un acontecimiento y un modo de vivir\u00a0(m\u00e9todo,<\/em>\u00a0de cara a la praxis eclesial). En Jes\u00fas de Nazaret, Dios ha asumido un rostro humano, por lo que no s\u00f3lo no puede haber conflictividad entre la fidelidad a Dios y la fidelidad al hombre, sino que en Jesucristo la fidelidad al hombre es siempre fidelidad a Dios. La Encarnaci\u00f3n, por tanto, exorciza cualquier pretensi\u00f3n ideol\u00f3gica de sometimiento del hombre a dictados imprevisibles en nombre de un \u00abDios omnipotente e imprevisible\u00bb. En definitiva, si alguien arriesga en el encuentro entre Dios y el hombre, \u00e9se es el Dios de Jes\u00fas de Nazaret, que no cuenta con m\u00e1s \u00absigno de omnipotencia e imprevisibilidad\u00bb que su donaci\u00f3n gratuita e incondicional.
\n 
\nLa\u00a0encarnaci\u00f3n\u00a0<\/em>permite resituar el significado de la verdad de Dios ante el mundo. Ya no puede resultar una verdad abstracta y en competencia con las verdades del hombre, ya no reivindica una visi\u00f3n fija e inmutable de la identidad de los seres, incapaz de entrar en relaci\u00f3n con los procesos hist\u00f3ricos y creativos del hombre. La pregunta por la significaci\u00f3n y sentido del cristianismo, entonces, cambia de direcci\u00f3n: no se trata tanto de preservar la identidad ante una posible amenaza de las propuestas seculares del pensamiento y cultura modernos, cuanto de\u00a0encarnar<\/em>\u00a0o colocar \u201cesta nueva carne secular humana\u201d en contacto con la vida y salvaci\u00f3n ofrecidas gratuitamente por Dios en Jes\u00fas de Nazaret.\u00a0\u00be
\n 
\nJos\u00e9 Luis Moral
\n 
\n
[1]<\/a>\u00a0\u00a0E. MEN\u00c9NDEZ URE\u00d1A,\u00a0\u00c9tica y modernidad,<\/em>\u00a0UPS, Salamanca 1984, 78-79 (all\u00ed aparece citado ese primer texto de Pannenberg) y\u00a0J. MOLTMANN,\u00a0El Dios crucificado,<\/em>\u00a0S\u00edgueme, Salamanca 1975, 17, respectivamente.
\n
[2]<\/a>\u00a0\u00a0A. TORRES QUEIRUGA\u00a0ha reflexionado muy atinadamente sobre el tema (cf.\u00a0Recuperar la creaci\u00f3n. Por una religi\u00f3n humanizadora,<\/em>\u00a0Sal Terrae, Santander 1997), analizando incluso diversos ejemplos concretos.
\n
[3]<\/a>\u00a0\u00a0K. RAHNER,\u00a0La situation actuelle de la th\u00e9ologie en Allemagne,<\/em>\u00a0\u00abRecherches et D\u00e9bats\u00bb 51(1966), 224.
\n
[4]<\/a>\u00a0\u00a0Cf.\u00a0J. SOBRINO,\u00a0Tres \u00e1mbitos de lo real, tres interpelaciones a la Iglesia,<\/em>\u00a0\u00abSal Terrae\u00bb 3(1997), 243-254.
\n
[5]<\/a>\u00a0\u00a0Cf.\u00a0I. ELLACUR\u00cdA,\u00a0Utop\u00eda y profetismo,<\/em>\u00a0en:\u00a0I. ELLACUR\u00cdA-J.\u00a0SOBRINO (DIR.),\u00a0Mysterium liberationis (2 vol.),<\/em>\u00a0Trotta, Madrid 1990, 393-442 (vol. I).\u00a0Todo el ep\u00edgrafe 2.1. se inspira en este texto.
\n
[6]<\/a>\u00a0\u00a0DOCUMENTO FINAL DE LA ASAMBLEA ECUM\u00c9NICA \u00abPAZ Y JUSTICIA\u00bb,\u00a0Justicia y Paz para toda la Creaci\u00f3n,<\/em>\u00a0Basilea 1989.[\/vc_column_text][\/vc_column][\/vc_row]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

[vc_row][vc_column][vc_column_text]JOS\u00c9 LUIS MORAL\u00a0ES PROFESOR EN EL INSTITUTO SUPERIOR DE TEOLOG\u00cdA \u00abDON BOSCO\u00bb (MADRID) Y DIRECTOR DE\u00a0\u00abMISI\u00d3N JOVEN\u00bb.   S\u00edntesis del Art\u00edculo: El art\u00edculo considera que el \u00abJubileo del 2000\u00bb puede ser una buena oportunidad para hacer balances y, sobre todo, para purificar la respuesta que hemos de dar al acontecimiento que revolucion\u00f3 la historia: la […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[126,237,7,94],"tags":[],"class_list":["post-12549","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-1998-mision-joven-2","category-estudios-252-253","category-jose-luis-moral","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12549","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=12549"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12549\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=12549"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=12549"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=12549"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}