{"id":12781,"date":"1997-03-01T08:53:48","date_gmt":"1997-03-01T06:53:48","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=12781"},"modified":"1997-03-01T08:53:48","modified_gmt":"1997-03-01T06:53:48","slug":"llenos-de-confianza-y-ligeros-de-equipaje-camino-cuaresmal-hacia-la-pascua","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/llenos-de-confianza-y-ligeros-de-equipaje-camino-cuaresmal-hacia-la-pascua\/","title":{"rendered":"Llenos de confianza y ligeros de equipaje Camino cuaresmal hacia la Pascua"},"content":{"rendered":"

<\/p>\n

HACIA LA PASCUA<\/h2>\n

Proponemos aqu\u00ed unos \u201cmateriales para la cuaresma\u201d que, por supuesto, miran a la Pascua. La estructura de los mismos es abierta: pueden ser utilizadas separadamente las tres partes de que constan (1\/ Narraciones y oraci\u00f3n; 2\/ Celebraci\u00f3n de la reconciliaci\u00f3n;\u00a0\u00a0y 3\/ La respuesta…) o unirse en torno a la idea central de la \u201ccelebraci\u00f3n del perd\u00f3n. En cualquier caso, han de desarrollarse y adaptarse a las personas y circunstancias en donde traten de utilizarse.
\n\u00a0<\/strong><\/p>\n

AMOR SIN LIMITES<\/h3>\n

(Se recogen aqu\u00ed dos testimonios y una oraci\u00f3n. Pueden servir para introducir la \u00abcelebraci\u00f3n de la reconciliaci\u00f3n\u00bb o simplemente para organizar un encuentro de grupos junto a la narraci\u00f3n final -\u00abLa respuesta\u00bb- y las pautas de reflexi\u00f3n que all\u00ed se apuntan).
\nMis \u00faltimas palabras fueron seguidas de un tremendo silencio. Mi cuerpo se paraliz\u00f3 como si fuese de piedra. Tuve la impresi\u00f3n de caer en un pozo, cuando me volv\u00ed a sentar entre aquellos 2.000 camaradas, la mayor\u00eda de los cuales, hasta el d\u00eda anterior, hab\u00edan sido mis amigos, y, de entre ellos, m\u00e1s de uno en ese momento compart\u00eda mis opiniones, y, sin embargo, no se hab\u00edan atre\u00advido a decir ni palabra. Cuando se levant\u00f3 la sesi\u00f3n se apartaron de m\u00ed como de un leproso.
\nMe pregunt\u00e9 hacia d\u00f3nde deb\u00eda dirigirme: no quer\u00eda entrar en mi casa, llevando toda aquella tris\u00adteza a mis hijos, a mi familia. Eran casi las dos de la tarde. Maquinalmente me puse en camino, y sin saber a ciencia cierta hacia d\u00f3nde iba, me encontr\u00e9 ante la casa de mi primera esposa, con la\u00a0que me cas\u00e9 en 1937, cuando ella se dispon\u00eda a entrar en el Carmelo, y a la que yo hab\u00eda abando\u00adnado en 1945, hac\u00eda veinticinco a\u00f1os.
\nSub\u00ed las escaleras como si fuese un son\u00e1mbulo. Apenas llam\u00e9, se abri\u00f3 la puerta, cual si una ma\u00adno estuviese al pestillo. Y me encontr\u00e9 ante una mesa con dos cubiertos, lo que me hizo caer en la cuenta de lo absurdo de mi acci\u00f3n. Di, pues, un paso atr\u00e1s.
\n– Perdona, \u00bfesperabas a alguien?
\n– S\u00ed, esperaba a uno: a ti. He escuchado tu intervenci\u00f3n por la radio y aquel silencio de muerte. Entonces estuve segura de que no pod\u00edas venir sino aqu\u00ed. Entra y observa: creo que no he olvida\u00addo el vino que te gusta, el que te gustaba hace veinticinco a\u00f1os, ni el pan de centeno…
\nCuando una hora despu\u00e9s me fui, tras haber besado la frente de la mujer, todo se hab\u00eda transfi\u00adgurado: el milagro del amor de aquella espera ven\u00eda a ser el triunfo de la vida sobre la muerte. La existencia de un ser semejante, bien puede compensar el abandono de millares de seres. Todav\u00eda era posible vivir.
\nROGER GARAUDY
\n 
\nNadie sab\u00eda por qu\u00e9 llevaban ya 17 a\u00f1os sin hablarse. Entre ellos se alzaba un muro de silen\u00adcio tan pesado que ni la muerte parec\u00eda capaz de romper. El anciano padre no hab\u00eda estado aso\u00adciado al nacimiento de sus nietos. El hijo no hab\u00eda consentido que las vidas reci\u00e9n surgidas abrie\u00adsen la m\u00e1s peque\u00f1a brecha en la muralla.
\nPero un d\u00eda, un primero de enero, el anciano padre dijo simplemente: \u00ab\u00a1Que vuelva!\u00bb.\u00a0Los\u00a0dem\u00e1s hijos se miraron at\u00f3nitos. La madre s\u00ed que lo sab\u00eda; ella estaba acostumbrada a los m\u00e1s peque\u00f1os detalles. Y ella lo hab\u00eda dicho: \u00abSer\u00e1 cuando menos lo esperemos\u00bb.\u00a0Lo\u00a0sab\u00eda pero no hab\u00eda dicho nada Ella quer\u00eda que el anciano padre le diera a aquel d\u00eda primero del a\u00f1o el vigor y la alegr\u00eda de los nuevos nacimientos.
\nEl hijo no acababa de cre\u00e9rselo. Luego se puso a llorar en silencio; tambi\u00e9n \u00e9l empez\u00f3 a ceder y regres\u00f3 a casa. El anciano padre le abraz\u00f3. Le pidi\u00f3 que se sentara, y se pusieron a hablar. O me\u00adjor dicho, siguieron con la conversaci\u00f3n que hab\u00edan interrumpido hac\u00eda 17 a\u00f1os.
\nLa madre, desde su sill\u00f3n, cerraba los ojos para no perder las palabras de nacimiento que se cru\u00adzaban por encima de los vasos de vino que les hab\u00eda servido. Los ve\u00eda nacer a los dos a la gran\u00addeza del perd\u00f3n, a ese perd\u00f3n que se da sin explicaciones, sin rencores, sin c\u00e1lculos. A ese per\u00add\u00f3n que se da, sin m\u00e1s, como un regalo inesperado\u00bb.
\nCLAUDE CRESBON<\/p>\n