{"id":2780,"date":"2009-10-01T17:52:14","date_gmt":"2009-10-01T15:52:14","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=2780"},"modified":"2009-10-01T17:52:14","modified_gmt":"2009-10-01T15:52:14","slug":"sociedad-anomica-y-juventud-anarca","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/sociedad-anomica-y-juventud-anarca\/","title":{"rendered":"Sociedad an\u00f3mica y juventud anarca"},"content":{"rendered":"<p>Seg\u00fan muchos expertos y analistas sociales, vivimos ya, plenamente en el <em>Fin de la sociedad<\/em>, lo que significa la <strong>desintegraci\u00f3n de los v\u00ednculos sociales <\/strong>y la disoluci\u00f3n de la tan buscada cohesi\u00f3n social.<br \/>\nEl paso de una sociedad industrial a una postindustrial, junto con la paralela transformaci\u00f3n cultural de la modernidad a la postmodernidad, ha ido acompa\u00f1ado por un deterioro acelerado de las condiciones sociales. Es, en la expresi\u00f3n acu\u00f1ada por <strong>Francis Fukuyama<\/strong>, la <em>gran ruptura social<\/em>. Se debilitan los lazos sociales, los valores comunitarios se deshacen y comienza a emerger un nuevo orden social basado en el<strong>individualismo salvaje <\/strong>que empapa con su l\u00f3gica gran parte del tejido social. Los protagonistas indiscutibles de esta gran ruptura son las generaciones m\u00e1s j\u00f3venes, ciudadanos privilegiados de la postmodernidad.<br \/>\nEmerge una nueva generaci\u00f3n <em>anarca.<\/em> Pero no en el sentido que ten\u00eda la palabra <em>anarquismo<\/em> en el siglo de las grandes utop\u00edas sociales, el siglo XIX. Al joven <em>anarca<\/em>, a diferencia de aquellos anarquistas decimon\u00f3nicos, <strong>no le gusta la sociedad<\/strong>, llegando a expulsarla de s\u00ed mismo. No trabaja a su favor, no est\u00e1 ni a favor ni en contra de la ley y, aunque la conoce, no la reconoce, despreciando todo tipo de prescripciones, obedeciendo la norma cuando no le queda m\u00e1s remedio o cuando le interesa. <strong><em>La generaci\u00f3n de la sospecha<\/em><\/strong>, como ha bautizado <strong>Pascal Bruckner<\/strong> a la juventud actual, ya no se f\u00eda de promesas de los pol\u00edticos de turno, pues cualquier sonrisa o gesto es tomado por calculado, cargado de segundas intenciones mercenarias.<br \/>\nLa <strong>desconfianza en las instituciones <\/strong>y la escasa participaci\u00f3n en ellas llega a niveles inimaginables hace apenas unas d\u00e9cadas. En nuestro pa\u00eds, donde todo hac\u00eda pensar que se elevar\u00edan los niveles de confianza social con el paulatino abandono de intransigencia ideol\u00f3gica, la rigidez normativa y la plena introducci\u00f3n en la vida democr\u00e1tica, los datos recogidos desde los a\u00f1os sesenta indican todo lo contrario. Ya en la d\u00e9cada de los ochenta, el porcentaje de recelosos comienza a aumentar frente al de los confiados, llegando en el 2003, quince a\u00f1os m\u00e1s tarde, a un <strong>53 por ciento<\/strong> de los j\u00f3venes que hac\u00eda propia la frase: es mejor no confiar demasiado en la gente. El dato es estremecedor, porque <strong>sin confianza no hay futuro<\/strong>, no es posible edificar nada.<br \/>\nEn el 2005 <strong>s\u00f3lo cinco de diecis\u00e9is instituciones propuestas para evaluaci\u00f3n aprueban en el grado de confianza depositada en ellas<\/strong>, quedando ocho por debajo del cuarenta por ciento. Es revelador, en este sentido, que en los \u00faltimos diez a\u00f1os, todas las instituciones, sin excepci\u00f3n, han ido perdiendo, en mayor o menor medida, la ya poca confianza depositada en ellas por los j\u00f3venes a finales de los noventa. Este<strong>proceso de descr\u00e9dito <\/strong>de las instituciones es muy grave, porque las instituciones configuran los cuerpos intermedios de la sociedad y son aut\u00e9nticos agentes de transformaci\u00f3n, cambio e innovaci\u00f3n social.<br \/>\nLa <strong>ruptura del v\u00ednculo social del joven<\/strong> le empuja a un esp\u00edritu tribal en el que priman las relaciones con el grupo y que dar\u00e1n lugar a la percepci\u00f3n de la sociedad como un c\u00famulo de grupos antag\u00f3nicos y al que se une una pronunciada desconfianza e incluso agresividad frente a los otros.<br \/>\nLa juventud de nuestro pa\u00eds, acorde con lo que est\u00e1 sucediendo en el conjunto de Europa, se ha hecho en los \u00faltimos a\u00f1os <strong>m\u00e1s permisiva <\/strong>con la mayor parte de comportamiento antisociales: tomar marihuana, aborto, no pagar el billete en el transporte p\u00fablico, mentir en inter\u00e9s propio, rayar coches o romper farolas. Todo ello da que pensar. Se exige un <strong>cambio de direcci\u00f3n en los procesos educativos<\/strong>. Se debe educar m\u00e1s y mejor.<\/p>\n<p style=\"text-align: right\"><strong>Francesc Torralba<\/strong><\/p>\n<p style=\"text-align: right\">forumlibertas.org, 6.5.09<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"<p>Seg\u00fan muchos expertos y analistas sociales, vivimos ya, plenamente en el Fin de la sociedad, lo que significa la desintegraci\u00f3n de los v\u00ednculos sociales y la disoluci\u00f3n de la tan buscada cohesi\u00f3n social. 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