{"id":3265,"date":"2009-01-01T19:32:26","date_gmt":"2009-01-01T17:32:26","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=3265"},"modified":"2009-01-01T19:32:26","modified_gmt":"2009-01-01T17:32:26","slug":"compromisos-blandos","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/compromisos-blandos\/","title":{"rendered":"Compromisos blandos"},"content":{"rendered":"
La moral tradicional se centraba en el deber, en la responsabilidad y en la virtud. No s\u00f3lo es dif\u00edcil encontrar hoy quien predique tal moral, sino que ha ca\u00eddo en desuso y hasta en desprestigio. Si alguien se atreviera a ense\u00f1ar moral en estos t\u00e9rminos, podr\u00eda ser, incluso, objeto de mofa. Las propuestas morales al uso van en una direcci\u00f3n muy distinta a la de antes, contaminadas por el hedonismo, el individualismo y el relativismo.
\nEstamos, como afirma el l\u00facido Gilles Lipovetsky<\/a><\/strong>, ante una cultura en la que la felicidad predomina sobre el mandato moral, los placeres sobre la prohibici\u00f3n, la seducci\u00f3n sobre la obligaci\u00f3n<\/strong>.<\/strong>
\nA trav\u00e9s de la publicidad, el cr\u00e9dito, la inflaci\u00f3n de los objetos y de los ocios, el capitalismo de las necesidades ha renunciado a la santificaci\u00f3n de los ideales en beneficio de los placeres renovados y de los sue\u00f1os de la felicidad privada.
\nSe ha edificado, de este modo, una nueva civilizaci\u00f3n que ya no se dedica a vencer el deseo con el puro ejercicio asc\u00e9tico, sino a exacerbarlo y a desculpabilizarlo. Los goces del presente, los templos del yo, del cuerpo y de la comodidad se han convertido en la nueva Jerusal\u00e9n de los tiempos postmorales.
\nEl hedonismo, escribe Daniel Bell, la ideolog\u00eda del placer como modo de vida, se ha convertido en la justificaci\u00f3n cultural, si no moral, del capitalismo.
\nSe ha dicho que cada \u00e9poca tiende a reconocerse en una gran figura mitol\u00f3gica o legendaria que simbolice sus b\u00fasquedas y afanes. La modernidad se sinti\u00f3 especialmente identificada con Prometeo, que desafiando la ira de Zeus, trajo a la tierra el fuego del cielo, desencadenando el progreso de la humanidad.
\nSu figura tit\u00e1nica simboliza una \u00e9poca que, llena de ideales, se aplic\u00f3 con esfuerzo y coraje a transformar el mundo. Lucha, compromiso, militancia y pasi\u00f3n son conceptos que la identifican. Tambi\u00e9n S\u00edsifo encarna el esp\u00edritu moderno como tan agudamente subrayara Albert Camus. Expresa tes\u00f3n, fuerza de voluntad, luchar contra lo establecido. Pero S\u00edsifo y Prometeo <\/strong>han sido desterrados.<\/strong>
\nLa postmodernidad, por su parte, parece m\u00e1s bien identificarse con<\/strong> Narciso<\/strong>, quien, enamorado de s\u00ed mismo, carece de ojos para ver el mundo exterior, gira en torno a s\u00ed mismo buscando su satisfacci\u00f3n y, en el mejor de los casos, su realizaci\u00f3n personal.
\nNacido y crecido en la sociedad del bienestar, sin padecer las privaciones de sus antecesores ni tener grandes cosas por las que luchar, el ciudadano actual procura disfrutar del presente y evita complicarse la vida con ataduras y compromisos. Su gran sue\u00f1o del s\u00e1bado por la tarde: pasearse con un carrito por un gran centro comercial y experimentar el placer del consumo por el consumo.
\nNarciso, como dice Gilles Lipotvesky, est\u00e1 demasiado absorto en s\u00ed mismo como para darse cuenta que existen los otros, renuncia a las militancias religiosas, abandona las grandes ortodoxias, sus adhesiones siguen la moda y, por ello, son fluctuantes, sin mayor motivaci\u00f3n.
\nEste hombre no es ni el decadente pesimista ni el trabajador oprimido; se parece m\u00e1s bien al telespectador probando por curiosidad uno tras otro los programas de la noche, al consumidor llenando el maletero de su \u00faltimo modelo, al turista que est\u00e1 de vacaciones y vacila entre irse unos d\u00edas en las playas mallorquinas o de camping de C\u00f3rcega. \u00a1He aqu\u00ed el gran dilema!
\nNada se puede construir sin compromiso. Ni la familia, ni el partido, ni la naci\u00f3n, ni el futuro. Nada<\/strong>. Lo que ahora disfrutamos es el fruto del compromiso de otros. Deber\u00edamos tenerlo siempre presente, porque cada eslab\u00f3n de la historia va precedido de sangre, sudor y l\u00e1grimas. Deber, responsabilidad, fidelidad, virtud: he aqu\u00ed una constelaci\u00f3n de categor\u00edas por reinventar.
\nM\u00e1s claro imposible. Contra el compromiso blando, el compromiso serio. Nos jugamos mucho en ello. Recordarlo no est\u00e1 de m\u00e1s: El compromiso es vital para el futuro, pero el compromiso f\u00e9rreo, el que deriva del v\u00e9rtigo de la libertad, de tomarse en serio el hecho de estar vivo.<\/p>\n