{"id":5335,"date":"2002-04-01T00:00:02","date_gmt":"2002-03-31T22:00:02","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=5335"},"modified":"2002-04-01T00:00:02","modified_gmt":"2002-03-31T22:00:02","slug":"el-yo-de-bolsillo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/el-yo-de-bolsillo\/","title":{"rendered":"El yo de bolsillo"},"content":{"rendered":"
\nDesde los albores de la humanidad, el hombre ha necesitado llevar alg\u00fan objeto consigo. Aparte de las ropas, el calzado, los pendientes, las ajorcas o el sombrero, existe un art\u00edculo adicional que se porta en la mano o en el bolsillo; que se cuelga como un zurr\u00f3n, una faltriquera o un llavero, que se agrega al cuerpo como una porci\u00f3n significativa del mundo exterior. A ese art\u00edculo lo representa ahora, por excelencia, el m\u00f3vil.
\nEl m\u00f3vil hace las veces de un tel\u00e9fono y una agenda pero es, por encima de cada uno, el elemento que nos acompa\u00f1a como un peque\u00f1o animal. Hasta ahora se hab\u00edan podido personalizar los objetos estamp\u00e1ndoles un color, un aderezo, una forma o las iniciales. Con el m\u00f3vil se puede personalizar por fin algo tan raro como la voz. El m\u00f3vil repite para avisarnos algo m\u00e1s que una melod\u00eda seleccionada, ahora es posible hacer que nos hable en el timbre elegido precisamente para \u00e9l. La diferencia entre un m\u00f3vil y un ser vivo es que el m\u00f3vil no se mueve, pero el tel\u00e9fono escucha, olisquea al sujeto, nos alerta mediante vibraciones que denotan su vitalidad interior.
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\nEl m\u00f3vil es la culminaci\u00f3n menuda de una compa\u00f1\u00eda a voluntad. No presenta los fastidios enteros de un ser vivo y puede resultar para su propietario tan inseparable como un sentido suplementario. Gracias a \u00e9l se discurre en permanente interacci\u00f3n simb\u00f3lica con la red de conocidos y gentes por conocer. Act\u00faa con la misma potencialidad interpersonal que la presencia f\u00edsica pero la reduce o la fracciona cuando se quiere administrar discretamente la conexi\u00f3n. Es, en apariencia, un tel\u00e9fono, pero traspasa sustantivamente las cualidades conocidas del tel\u00e9fono convencional.
\nEl tel\u00e9fono de cable nos fija al espacio. Sit\u00faa al interlocutor en un lugar determinado, lo confina inequ\u00edvocamente cuando marcamos mientras el tel\u00e9fono m\u00f3vil puede captar al sujeto en cualquier punto y, como consecuencia, su punter\u00eda conlleva una facultad m\u00e1gica que siempre nos asombra en la comunicaci\u00f3n al rev\u00e9s. Ser localizado te\u00f3ricamente en cualquier parte, casi sin limitaciones, provoca una sensaci\u00f3n desconocida hasta ahora por la humanidad. Pero, a la vez, desconectar el m\u00f3vil proporciona a su amo una impresi\u00f3n de fuga o de desaparici\u00f3n extremas que s\u00f3lo hab\u00edan procurado antes las grandes decisiones de dejar el mundo.
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\nEl m\u00f3vil es una homotecia del universo personal jibarizado. Una miniaturizaci\u00f3n de la voluntad de comunicaci\u00f3n. Un dep\u00f3sito donde se han reunido innumerables voces y emociones, todas api\u00f1adas en el coraz\u00f3n del artefacto. La agenda m\u00e1s privada es menos a su lado. La agenda puede guardar la intimidad, contener apuntes de secretos, pero el m\u00f3vil es en s\u00ed mismo un ap\u00e9ndice neocarnal, un material estrat\u00e9gico aut\u00e9ntico, un cofre en cuyo interior se guardan huellas fehacientes de confesiones y estafas en directo. Ya actualmente cuando un m\u00f3vil se sustituye es preciso desalojarlo antes de mensajes, temblores, miserias, confidencias. Hay que hacer que arroje todo su interior fuera de s\u00ed para convertirlo en un \u00f3rgano desinfectado y vac\u00edo.
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\nAhora que muchos individuos dejan de fumar, el m\u00f3vil recuerda la complicada funci\u00f3n existencial que desempe\u00f1a el paquete de tabaco. No es posible, siendo fumador, salir a la calle sin la cajetilla; viajar, reunirse, enamorarse, mantener contactos o negociar sin el paquete. Su falta nos colocaba en la inquietante situaci\u00f3n de evidenciarnos desarmados, m\u00e1s d\u00e9biles y solos. Pero ocurre todo igual con el tel\u00e9fono m\u00f3vil. Cuando el tel\u00e9fono m\u00f3vil no est\u00e1, una de dos: o dejado por olvido nos recuerda desde su lejan\u00eda la enorme dependencia de su auxilio o abandonado deliberadamente nos induce a constatarnos como incompletos; seres empujados a ser extra\u00f1amente otros. El tel\u00e9fono fijo, seg\u00fan las ocasiones, nos separa o nos acerca a los dem\u00e1s pero el tel\u00e9fono m\u00f3vil, adem\u00e1s, nos acerca o nos distancia de nosotros mismos. \u00bfUn bolso? \u00bfUn peine? \u00bfUn espejito? \u00bfUna navaja? \u00bfUna droga? \u00bfUna porci\u00f3n corporal? El m\u00f3vil es todas esas cosas y ninguna: la viva tecnolog\u00eda de un complejo ego de bolsillo.
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Vicente Verd\u00fa (\u00abEl Pa\u00eds\u00bb, 3.5.01)<\/p>\n
\nPara hacer<\/p>\n
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