{"id":6280,"date":"1998-11-01T00:00:52","date_gmt":"1998-10-31T22:00:52","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=6280"},"modified":"1998-11-01T00:00:52","modified_gmt":"1998-10-31T22:00:52","slug":"la-ultima-noche-del-mundo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/la-ultima-noche-del-mundo\/","title":{"rendered":"LA \u00daLTIMA NOCHE DEL MUNDO"},"content":{"rendered":"
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\n\u00a0<\/strong>
\n– <\/strong>\u00bfQu\u00e9 har\u00eda? \u00bfLo dices en serio? – S\u00ed, en serio.
\n– No s\u00e9. No lo he pensado.
\nEl hombre se sirvi\u00f3 un poco m\u00e1s de caf\u00e9. En la habitaci\u00f3n de al lado las ni\u00f1as jugaban sobre la alfombra con unos cubos de madera. En el aire de la tarde hab\u00eda un suave y limpio olor a caf\u00e9 tostado. – Bueno, ser\u00e1 mejor que empieces a pensarlo.
\nSo\u00f1\u00e9 que todo iba a terminar. Ocurri\u00f3 por prime\u00adra vez hace cuatro noches. Me lo dec\u00eda una voz. Y me dec\u00eda que todo iba a detenerse en la Tierra, como un libro que se cierra. Al d\u00eda siguiente fui a la oficina y sorprend\u00ed a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunt\u00e9: \u00ab\u00bfQu\u00e9 piensas, Stan?\u00bb, y \u00e9l me lo dijo: \u00abTuve un sue\u00f1o anoche\u00bb. Antes de que me lo contara yo ya sab\u00eda qu\u00e9 sue\u00f1o era \u00e9se. Pod\u00eda hab\u00e9rselo dicho. Pero dej\u00e9 que me lo contara.
\n– \u00bfEra el mismo sue\u00f1o? – Id\u00e9ntico.
\nLe dije a Stan que yo hab\u00eda so\u00f1ado lo mismo. No pareci\u00f3 sorprenderse. Al contrario, se tranquiliz\u00f3. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, y en todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios, o que se observaban las manos, o que miraban a la calle. Habl\u00e9 con algunos y todos hab\u00edan tenido el mismo sue\u00f1o, exactamente.
\n– \u00bfCrees que es cierto?
\n– S\u00ed, nunca estuve m\u00e1s seguro.
\n– \u00bfY cu\u00e1ndo terminar\u00e1? El mundo, quiero decir. – Para nosotros en cierto momento de la noche. Y a medida que la noche vaya movi\u00e9ndose alrededor del mundo llegara el fin. Tardar\u00e1 veinticuatro horas. Durante unos instantes no tocaron el caf\u00e9. Luego levantaron lentamente las tazas y bebieron mir\u00e1n\u00addose a los ojos.
\n– Yo tambi\u00e9n lo so\u00f1\u00e9 anoche, -dijo una mujer- y hoy las vecinas hablaban de eso entre ellas. Pens\u00e9 que era s\u00f3lo una coincidencia. Siempre pens\u00e9 que cuando esto ocurriera la gentes se pondr\u00eda a gritar en las calles.
\n– No, la gente no grita ante la realidad de las cosas. Sabes, te perder\u00e9 a ti y a las ni\u00f1as. Nunca me
\ngust\u00f3 la ciudad, ni mi trabajo, ni nada, excepto vosotras tres. No me faltar\u00e1 nada m\u00e1s…
\n– Me pregunto qu\u00e9 har\u00e1n los otros, esta tarde, y durante las pr\u00f3ximas horas.
\n– Ir al teatro, escuchar la radio, mirar la televi\u00adsi\u00f3n, jugar a las cartas, acostar a los ni\u00f1os, acostar\u00adse. Como siempre.
\n– En cierto modo podemos estar orgullosos de eso… como siempre.
\n– Bueno -dijo el hombre incorpor\u00e1ndose-, \u00bfqu\u00e9 hacemos ahora? \u00bfLavamos los platos?
\nLavaron los platos, y los apilaron con un cuida\u00addo especial. A las ocho y media acostaron a las ni\u00f1as y les dieron un beso de buenas noches.
\n– \u00bfLo sabr\u00e1n ellas tambi\u00e9n? – No, naturalmente que no.
\nEl hombre y la mujer se sentaron y leyeron los peri\u00f3dicos y hablaron y escucharon un poco de m\u00fasica, y luego observaron, juntos, las brasas de la chimenea mientras el reloj daba las diez y media y las once y las once y media.
\n– Bueno -dijo el hombre al fin-. Nos hemos lleva\u00addo bien, despu\u00e9s de todo.
\nRecorrieron la casa y apagaron las luces y entra\u00adron en el dormitorio.
\n– Las s\u00e1banas son tan limpias y frescas… – Estoy cansada.
\n– Todos estamos cansados. Se metieron en la cama.
\n– Un momento -dijo la mujer-.
\nEl hombre oy\u00f3 que su mujer se levantaba y entra\u00adba en la cocina. Un momento despu\u00e9s estaba de vuelta.
\n– Me hab\u00eda olvidado de cerrar los grifos.
\nHab\u00eda ah\u00ed algo tan c\u00f3mico que el hombre tuvo que re\u00edrse.
\nLa mujer tambi\u00e9n se ri\u00f3. S\u00ed, lo que hab\u00eda hecho era c\u00f3mico de veras. Al fin dejaron de re\u00edrse, y se tendieron inm\u00f3viles, tomados de la mano y con las cabezas muy juntas.
\n– Buenas noches -dijo el hombre despu\u00e9s de un rato.
\n-Buenas noches- dijo la mujer.
\n
\nPARA HACER
\nOfrecemos esta peque\u00f1a historia adaptada de un cuento del escritor de ciencia-ficci\u00f3n Ray Bracibuy (El hombre ilustra\u00ad<\/em>do, Minotauro, 1977). Por su serenidad y profundidad puede servir para ayudarnos a reflexionar sobre el tema de la muerte, tan silenciado en nuestra sociedad, y suscitar preguntas y sentimientos nuevos en el grupo y en nuestra vida.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"