{"id":6459,"date":"1998-05-01T00:00:39","date_gmt":"1998-04-30T22:00:39","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=6459"},"modified":"1998-05-01T00:00:39","modified_gmt":"1998-04-30T22:00:39","slug":"la-buena-estrella","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/la-buena-estrella\/","title":{"rendered":"La buena estrella"},"content":{"rendered":"

Un hombre solitario libra en la calle a una men\u00addiga embarazada y tuerta de la paliza que le est\u00e1 propinando el presunto padre de la criatura, un delincuente de poca monta, que manifiesta a tor\u00adtazos su negativa a aceptar al hijo pr\u00f3ximo. El sal\u00advador (un carnicero castrado por culpa de un acci\u00addente…) acoge a la muchacha en su casa. Entre ambos germina un tibio amor y, sobre todo, una incontrolable ternura que los lleva a casarse. Al cabo de tres a\u00f1os, el delincuente, reci\u00e9n salido de la c\u00e1rcel y malherido por una paliza que acaban de propinarle, reaparece, una noche tormentosa, en la casa de tan singular familia, formada por el feliz matrimonio y la hija no deseada del turbio visitante…
\n\u00c9ste es el inquietante planteamiento argumen\u00adtal de la pel\u00edcula que hoy comentamos. A partir de aqu\u00ed, el curso de la narraci\u00f3n toma unos derrote\u00adros absolutamente at\u00edpicos, insospechados: uno puede intuir entonces la inminencia de un tri\u00e1n\u00adgulo amoroso de altos tintes er\u00f3ticos o tr\u00e1gicos; tal vez alg\u00fan espabilado deduzca que se va a encon\u00adtrar con una variante del tan tra\u00eddo y llevado cine de psic\u00f3patas; a lo mejor habr\u00e1 quien piense que el director nos quiere sorprender con un s\u00f3rdido melodrama sobre la traici\u00f3n… Pero, nada de eso: el m\u00e1s dif\u00edcil todav\u00eda. La buena estrella<\/em>hace fluir su desarrollo, de forma imprevisible, por el cauce del realismo m\u00e1s crudo para hablarnos de bondad, de amor con may\u00fasculas, de esperanza… En definiti\u00adva, de grandes valores. El encuentro entre estos personajes no supone, como viene siendo habitual en el cine de los \u00faltimos a\u00f1os, la construcci\u00f3n de un entramado donde lo m\u00e1s oscuro o lo m\u00e1s hor\u00admonal del ser humano se manifieste en forma de bilis, sangre y saliva. Al contrario, asistiremos a los denodados esfuerzos de tres seres (definidos simb\u00f3licamente como figuras arquet\u00edpicas a tra\u00adv\u00e9s de sus apodos: elManso, <\/em>la Tuerta <\/em>y el Cara Bo\u00adnita) <\/em>por conciliar sus sentimientos sin destruirse, aun cuando colisionen y resulten en apariencia irreconciliables.
\nEl Manso y <\/em>la Tuerta <\/em>acogen en su casa al Cara Bonita. <\/em>Mientras el carnicero acepta al extra\u00f1o (a pesar de que su presencia amenace la dulce placi\u00addez de su hogar) y su esposa intenta compaginar el amor sincero que profesa por los dos hombres, la convivencia entre todos ellos, siempre dif\u00edcil y tensa, produce como fruto, sin embargo, un cono\u00adcimiento progresivo que acaba por transformarse en reconocimiento y comprensi\u00f3n. Cada uno de ellos descubre paulatinamente su yo m\u00e1s \u00edntimo, a la vez que cala en la identidad profunda de los otros. En \u00faltima instancia, ese encuentro a tres bandas les permite tomar contacto con su propia indefensi\u00f3n al verla reflejada en la indefensi\u00f3n del vecino. Debajo de las heridas f\u00edsicas (recordemos que los protagonistas de la historia son, significa\u00adtivamente, una tuerta, un castrado y un apaleado que acabar\u00e1 enfermo de sida), detr\u00e1s de las contu\u00adsiones sociales (dos exp\u00f3sitos que han crecido sin cari\u00f1o ni hogar en un orfanato, un tipo atormenta\u00addo por su hombr\u00eda vulnerada) palpitan llagas m\u00e1s profundas (ante todo, la falta de afecto) que de forma dolorosa y heroica se buscar\u00e1n mutuamen\u00adte, no con la intenci\u00f3n de urgar en ellas, sino para intentar que cicatricen al calor del entendimiento y la tolerancia.
\nLa Buena estrella <\/em>apuesta decididamente por ser cine de buenos sentimientos: no encontraremos en la producci\u00f3n de los \u00faltimos a\u00f1os criaturas tan bondadosas y comprensivas como las retratadas en este relato ni ser\u00eda f\u00e1cil rescatar de las filmote\u00adcas obras donde la ternura y los grandes gestos de respeto alcancen la intensidad que en \u00e9sta. Y, sin embargo, no estamos hablando de un discurso blandengue en colorines, de la esquem\u00e1tica e id\u00edli\u00adca sensibler\u00eda de un telefilm o una producci\u00f3n pa\u00adra todos los p\u00fablicos. La excepcionalidad de la propuesta radica en c\u00f3mo Ricardo Franco, su art\u00ed\u00adfice, esquiva tanto el tumultuoso festival de instin\u00adtos b\u00e1sicos, como la opci\u00f3n de cimentar su historia en la simplificaci\u00f3n o en el conformismo m\u00e1s ran\u00adcio. La Buena estrella <\/em>constituye un alegato admira\u00adble de los valores humanos, porque reh\u00faye el tra\u00adtamiento epid\u00e9rmico de la realidad: la bondad y la tolerancia en este admirable tratado de la ternura, s\u00f3lo brotan cuando se ha ahondado en las causas profundas del desamparo y la marginalidad en una sociedad como la nuestra. Curiosamente es detr\u00e1s de la dureza del argumento, al fondo de la desprotecci\u00f3n radical de sus protagonistas, donde palpita ese asomo de blanda y c\u00e1lida esperanza que dota de sentido casi evang\u00e9lico a la aventura de estos seres en pos de su dignidad.
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\nJESUS VILLEGAS
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