El sabio est\u00e1 sentado en paz bajo el \u00e1rbol de siempre. La gente viene y le consulta y le pregunta y le cuenta cuitas y le pide bendiciones. Y \u00e9l escucha y bendice y responde a cada uno seg\u00fan lo necesita.
\nEn esto se le acerca un joven y le pregunta sobre la felicidad. Hemos nacido para ser felices. No lo somos. \u00bfC\u00f3mo serlo? El joven pregunta y el sabio escucha. Despu\u00e9s le di\u00adce: \u00abVuelve ma\u00f1ana. Te espero aqu\u00ed\u00bb. El joven vuelve al d\u00eda siguiente, pero no hay na\u00addie bajo el \u00e1rbol. Se cerciora de que es el mismo \u00e1rbol, el mismo sitio. S\u00ed, lo es, pero no hay ni rastro del sabio. Espera, pero no viene. Sigue esperando, pero sin resultado.
\nEntonces al joven se le ocurre sentarse bajo el \u00e1rbol. El \u00e1rbol es de todos, y all\u00ed des\u00adcansar\u00e1. Lo hace con paz.
\nAl cabo de un rato alguien se acerca. La gente sabe que bajo ese \u00e1rbol se sienta el sa\u00adbio, y vienen a consultarle, y hoy se llega un hombre, toma a nuestro joven por el sa\u00adbio, pues nada hay extra\u00f1o en el mundo de la sabidur\u00eda, y se pone a hacerle pregun\u00adtas. El joven cae en la cuenta de la equivocaci\u00f3n, pero decide seguir la broma. As\u00ed por lo menos pasar\u00e1 el tiempo. Luego ya se lo dir\u00e1 y se reir\u00e1n los dos.
\nEl hombre pregunta sobre la felicidad. Hemos nacido para ser felices. No lo somos. \u00bfC\u00f3mo serlo? Y el joven se encuentra con que va respondiendo, va diciendo cosas, y el visitante asistente, entiende, se siente satisfecho.
\nEl joven sospecha y se fija en las facciones del visitante. Sonr\u00ede, el visitante es el sa\u00adbio disfrazado. Le ha ense\u00f1ado a que se responda a s\u00ed mismo. Nadie puede decirnos el camino de nuestra felicidad sino nosotros mismos.
\n <\/p>\n
CARLOS G. VALL\u00c9S \u00abVida Nueva\u00bb, 17-1-98<\/p>\n
\nPARA HACER<\/p>\n
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