{"id":6547,"date":"2013-07-01T00:00:52","date_gmt":"2013-06-30T22:00:52","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=6547"},"modified":"2013-07-01T00:00:52","modified_gmt":"2013-06-30T22:00:52","slug":"nuevos-evangelizadores","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/nuevos-evangelizadores\/","title":{"rendered":"NUEVOS EVANGELIZADORES"},"content":{"rendered":"

Francisco Garc\u00eda Mart\u00ednez<\/strong>
\nDoctor en Teolog\u00eda Dogm\u00e1tica y profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca.<\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO.-<\/strong>
\nEl autor mantiene que los nuevos evangelizadores no son solo los ministros o una elegida \u00e9litede cristianos, sino todo el Pueblo de Dios.\u00a0 Y, a partir de ah\u00ed, se\u00f1ala unos rasgos que deben caracterizarnos como evangelizadores. Estos rasgos tienen que ver con la relaci\u00f3n con Dios en Cristo y con el modo de vivir ad intra<\/em> y ad extra<\/em> del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.<\/p>\n

    \n
  1. Algunas cuestiones previas<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

    \u00bfPor qu\u00e9 la cuesti\u00f3n de los nuevos evangelizadores? \u00bfDe d\u00f3nde viene esta reflexi\u00f3n?, porque si bien es verdad que la Iglesia ha puesto en marcha una nueva evangelizaci\u00f3n<\/em>, lo que es claro es que no se pueden buscar nuevos evangelizadores que no sean los que ya lo son: los que somos, los cristianos que hoy por hoy formamos parte de la Iglesia. La cuesti\u00f3n apunta, por tanto, a la forma de configurarnos como cristianos que puedan llevar a cabo esta tarea.
    \nLa pregunta nos la hacemos casi todos los responsables de la acci\u00f3n pastoral de la Iglesia, porque sentimos que esta est\u00e1 desbordada por los acontecimientos, y que lo que somos parece no alcanzar a sostener un anuncio del evangelio con una significativa dosis de verdad y eficacia en nuestra sociedad<\/a>. En este sentido la pregunta nace de la impotencia de nuestros esfuerzos que no consiguen dar fruto, o eso nos parece. \u00bfA qui\u00e9n recurriremos?, y \u00bfc\u00f3mo pedirle que sea? Pero esos a los que recurrir somos nosotros mismos, y esa nueva forma de ser es la que tendr\u00e1 que definirnos. Por esto mismo, desde el principio, no deber\u00edamos hacer proyectos que superan nuestra capacidad<\/em> (Sal 130), y menos a\u00fan intentar cargarlos sobre algunos otros.
    \nEl nuevo evangelizador no es, por tanto, sino el antiguo, pero con una vocaci\u00f3n abierta a los movimientos del Se\u00f1or en estos tiempos, con una flexibilidad que es producto de la diaria ductibilidad de su vida ante el Se\u00f1or, sin esas trampas en las que la vocaci\u00f3n es toda del Se\u00f1or siempre que sea en nuestros dominios de siempre.
    \nCiertamente hay una novedad, que sonar\u00e1 antigua a los m\u00e1s j\u00f3venes entre aquellos a los que nos dirigimos, pues configur\u00f3 la din\u00e1mica del Concilio Vaticano II, y es la necesaria \u201cdesministerializaci\u00f3n\u201d de la misi\u00f3n eclesial. Es el pueblo de Dios, todos los bautizados, el sujeto de la acci\u00f3n eclesial y por tanto de la evangelizaci\u00f3n. La misi\u00f3n de anuncio del Evangelio recae sobre todos. Todos somos evangelizadores de primera l\u00ednea, m\u00e1s all\u00e1 y por encima de las acciones concretas con las que se revista la nueva evangelizaci\u00f3n, ya que estas acciones ser\u00e1n siempre secundarias respecto al testimonio de vida y las razones de fe que demos los cristianos en nuestra vida concreta. Si bien algunos habr\u00e1n de embarcarse en compromisos con nuevas acciones pastorales, la mayor\u00eda deber\u00e1 ser alentada hacia una radicalidad evang\u00e9lica en la m\u00e1s estricta cotidianidad.
    \nPor tanto no hay, ni debe haber, un perfil del nuevo evangelizador como sujeto dedicado al ministerio de la evangelizaci\u00f3n, porque este no es un ministerio entre otros, sino el propio de todos. Lo que s\u00ed creemos que debe pensarse son las tendencias de la vida cristiana que deben reforzarse para que se conviertan en una presencia sugerente del evangelio y una propuesta de conversi\u00f3n en nombre del Se\u00f1or a la altura de estos tiempos.
    \nPensamos, de igual manera, que existe un evangelizador que no sabe que lo es, que no pretende serlo, que no pregunta c\u00f3mo evangelizar\u2026 y que sin embargo es uno de los principales activos de la nueva evangelizaci\u00f3n. Se trata de los cristianos fieles pese a todo, orantes invisibles, preocupados por los que les necesitan\u2026 los peque\u00f1os de nuestra Iglesia, los grandes del Reino. Sin ellos todo lo dem\u00e1s sonar\u00e1 a exhibicionismo, a proselitismo, a prepotencia\u2026 y a veces no solo sonar\u00e1.<\/p>\n

      \n
    1. Algunas tendencias a resaltar<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

      Nos gustar\u00eda, pues, comentar algunas tendencias que ayudar\u00edan a una presencia significativa en orden a configurar una pastoral seg\u00fan el paradigma de la nueva evangelizaci\u00f3n.
      \nNos centraremos no en las formas, y por tanto en los ministerios que se deber\u00edan favorecer, sino sobre todo en la forma de ser los cristianos que habitamos la Iglesia en este tiempo de nueva evangelizaci\u00f3n, en la que todos estamos comprometidos.
      \n2.1 La complacencia en la vida cristiana<\/em>
      \nNos referimos a esa experiencia de haber sido recogidos gratuita e inmerecidamente en un espacio de fe para vivir, aprovisionados con una esperanza para resistir y armados con un amor en el que regenerarnos de continuo. De haber sido encontrados por un Dios que se ha revelado como fuente de existencia, compa\u00f1ero-gu\u00eda de camino y hogar de futuro.
      \nEsta complacencia se concreta en la memoria agradecida de lugares y personas concretas donde se forj\u00f3 la fe personal (una parroquia, un colegio, una amistad\u2026), donde nos sali\u00f3 Dios al encuentro de la mano de otros cristianos. Complacencia que se renueva, sobre todo, cuando en la Eucarist\u00eda extendemos junto a otros la mano suplicante y agradecidamente al contacto del Se\u00f1or con nuestra vida.
      \nEs urgente la meditaci\u00f3n de esta gracia, la meditaci\u00f3n de haber sido agraciados con la fe y con la comunidad de fe. Solo nacer\u00e1 una presencia evangelizadora cuando el evangelio nos haya encontrado como buena noticia, como bendici\u00f3n reconocida. Todo empieza aqu\u00ed. En la misi\u00f3n de testimoniar el evangelio somos, sobre todo, testigos agradecidos, alegres porque Dios ha pasado a nuestro lado y nos ha recogido en su estela, arrumbando para nosotros el poder del pecado y de la muerte.Proclama mi alma la grandeza del Se\u00f1or porque ha mirado la humillaci\u00f3n de su esclava\u2026<\/em>
      \nSe trata de reconocerse en esas palabras de Pedro: \u00bfA d\u00f3nde iremos si solo t\u00fa tienes palabras de vida entena?<\/em> O de poder decir con esa naturalidad de los peque\u00f1os: Qu\u00e9 bueno que viniste\u2026<\/em>
      \n2.2 La serena pertenencia eclesial<\/em>
      \nSi la nueva evangelizaci\u00f3n no es sino una renovada invitaci\u00f3n a presentar a Cristo como bendici\u00f3n definitiva de Dios hacia la humanidad, y la conminaci\u00f3n a una forma consecuente de vida con este don, se hace necesario repensar el lugar en donde esto puede reconocerse y vivirse. Hay que afirmar rotundamente que sin Iglesia concreta no hay evangelio reconocible como tal. Es verdad que, desde ella, se pueden reconocer rasgos de la vida evang\u00e9lica fuera, pero solo cuando ya se ha sido incorporado a esta nueva visi\u00f3n de la realidad dada en Cristo.
      \nLa nueva evangelizaci\u00f3n requiere por tanto, superar toda forma de espiritualidad individualista, ya sea en sus propuestas \u201cdevotas\u201d o en sus planteamientos \u201c\u00e9ticos\u201d. Estas formas pueden reconocerse en esa conciencia, latente en tantos todav\u00eda (tambi\u00e9n j\u00f3venes), como puede ser una determinada devoci\u00f3n o pr\u00e1ctica de piedad personal (mis oraciones, mi procesi\u00f3n, mi misa<\/em>) al margen de los dem\u00e1s\u2026 o una determinada forma \u00e9tica de vida, la entrega personal a los otros, igualmente al margen de los dem\u00e1s, lo que me har\u00eda cristiano. Los cristianos solo podremos ser evangelizadores si somos capaces de visibilizar el evangelio como forma relacional de vida en la que integrarse: liturgia com\u00fan y vida compartida en un mismo camino de fe. Somos testigos en el interior del cuerpo eclesial tal y como Dios mismo lo ha querido (LG 9).
      \nNo hay otro lugar donde podamos encontrarnos con este<\/em> Dios que no sea su Iglesia, es ella la que nos ha ense\u00f1ado a reconocerlo tambi\u00e9n fuera. Es en ella donde nos constituimos como cristianos y en ella donde reconocemos nuestro futuro. Si bien es verdad que esto es aceptado te\u00f3ricamente, la relaci\u00f3n personal con la Iglesia parece haberse deslizado desde el Concilio Vaticano II hacia un purismo que configura la relaci\u00f3n con ella en forma de acusaci\u00f3n
      <\/a>. Se vive en ella y a su favor, pero contra ella o simplemente soport\u00e1ndola. Todo queda determinado por un pero<\/em>, porque no todo es del todo evang\u00e9lico o porque nada es del todo evang\u00e9lico.
      \nEs necesario, si queremos presentar el cristianismo como casa habitable, aprender a acoger la Iglesia como casa imperfecta con serenidad. Es necesaria una acogida de lo que es, y como es, a pesar de los pesares<\/em> y gracias a las gracias<\/em> que sufrimos y disfrutamos en ella. Nada de esto debe interrumpir la l\u00f3gica conciliar de una Iglesia siempre necesitada de purificaci\u00f3n (LG 8), pero esta no puede envenenar el aire que Dios nos da a respirar en sus habitaciones. Esta fue la l\u00f3gica de san Francisco, que no ser\u00eda un mal referente para una nueva evangelizaci\u00f3n.
      \nHay que reconocer agradecidamente que vivimos nuestra fe en una comunidad peregrina que no sabe ser del todo lo que tiene que ser y que, no pocas veces, no quiere ser del todo lo que debe ser (vamos, puro discipulado evang\u00e9lico). Es esta experiencia, de la que todos participamos, la que nos hace reconocer la misericordia y la paciencia de Dios, y tiene poder para configurarnos como una fraternidad en la que el centro no sea la correcci\u00f3n fraterna (tantas veces convertida en despiadada cr\u00edtica a escondidas o bloggeada<\/em> p\u00fablicamente), sino la acogida incondicional del amor. Esto supone que la Iglesia no solo refleja a Dios cuando es santa como \u00e9l es santo, sino en su mismo pecado cuando este es reconocido y soportado mutuamente, pues refleja as\u00ed la verdad de la misericordia divina mostrada radicalmente en la cruz de Cristo, que siempre nos preside.
      \nEs cierto que necesitamos profetas (y ciertamente los hay) que en nombre de Dios provoquen a la Iglesia a reconocer y desligarse de sus ataduras al mundo y al pecado; pero este no es el perfil del nuevo evangelizador que hemos de ser todos.
      \n2.3 El amor al mundo y la distancia con \u00e9l<\/em>
      \nPese a que la reflexi\u00f3n cristiana no ha dejado de profundizar en los \u00faltimos decenios en la secularidad propia del cristianismo y, en este sentido, en el sacerdocio existencial de todo creyente
      <\/a>, los cristianos no terminamos de configurar la mirada eclesial sobre la realidad como el lugar de nuestro ejercicio religioso. Es la vida tal cual el espacio de la revelaci\u00f3n, y es ella el lugar de la configuraci\u00f3n con la gracia de Dios. En este sentido los sacramentos son s\u00edmbolos eficaces de lo que la misma realidad est\u00e1 llamada y posibilitada a ser por la presencia de Dios mismo en ella, y no espacios sagrados al margen, frente o contra la vida. Es necesario, pues, que los cristianos repensemos nuestras formas de comprensi\u00f3n de los ritos religiosos, desde los m\u00e1s densos teol\u00f3gicamente hasta los m\u00e1s d\u00e9biles. Esto no significar\u00e1, como veremos m\u00e1s adelante, eliminar la liturgia o reducirla a una secularidad cerrada, sino que apunta a una forma de celebrarla, externa e internamente, que posibilite la comprensi\u00f3n de la globalidad de la vida y de la historia como mundo e historia agraciada y en camino de plenificaci\u00f3n. De lo contrario la nueva evangelizaci\u00f3n no llevar\u00eda al evangelio de la encarnaci\u00f3n y la resurrecci\u00f3n, sino al de la dicotom\u00eda sagrado-profano y al de la magia, tentaciones muy presentes hoy en d\u00eda, y especialmente atrayentes para un hombre que busca una espiritualidad de emociones y seguridades sin seguimiento personal.
      \nEl cristiano debe amar al mundo tanto que no pueda olvidarlo cuando se encuentra en la eucarist\u00eda para poder ponerlo con el pan y el vino en manos de Cristo, y que \u00e9l mismo le muestre los caminos y le ofrezca la gracia de su transfiguraci\u00f3n. Nada sobrar\u00e1, pues, en la liturgia de lo que vive el hombre, nada deber\u00e1 dejarse fuera. Nada si queremos que el hombre, tal cual es, se descubra acogido por un Dios que le visita en su misma carne y le alimenta desde ella con la vida verdadera.
      \nPor otra parte, la mirada complacida de Dios sobre el mundo y sobre los hombres, incluso cuando est\u00e1n presos de su pecado, est\u00e1 distante de nuestra mirada eclesial que, salida de un tiempo social donde se encontraba a sus anchas, percibe sobre todo la lejan\u00eda del mundo, su distancia, su rechazo de Dios. \u00a1Qu\u00e9 lejos del coraz\u00f3n de Jes\u00fas que sabe ver y pone como ejemplo a los suyos la fe de una pagana y el amor de un hereje samaritano\u2026! O que incluso frente al que le rechaza por su apego a las riquezas apenas si puede contener una mirada de cari\u00f1o\u2026
      \nLa afirmaci\u00f3n cristiana de la creaci\u00f3n y de la encarnaci\u00f3n define el mundo como lugar de la complacencia divina, lugar capaz de acoger en sus mismos dinamismos a Dios. Lo religioso cristiano solo es la transfiguraci\u00f3n de estos dinamismos para que alcancen plenitud. Esto significa que el cristiano debe vivir la vida y sus riquezas como un verdadero regalo del cielo. Es as\u00ed como mostrar\u00e1 a los otros que, antes de que ellos se pongan en camino hacia Dios, este ya est\u00e1 cerca de ellos, en ellos, como fuente de una vida que quiere plenificar.
      \nAhora bien, el cristiano no es un ingenuo, sabe por experiencia que el mundo tiende a cegarle con sus posibilidades y su belleza, haci\u00e9ndole creer falsamente que si se entrega del todo a \u00e9l encontrar\u00e1 plenitud. Por eso, para anclar el mundo al verdadero manantial de vida eterna, el cristiano vive en una cierta distancia de las posibilidades que este podr\u00eda ofrecerle. Sabe ayunar, vivir en la frugalidad, con una cierta austeridad, para decirse que la vida solo alcanza su plenitud en Dios y reconocer en las peque\u00f1as cosas, y en alguna grande que la vida le regale, la hondura de la gracia. Sin ayuno, como bien describe el relato del pecado de los or\u00edgenes, Dios desaparece, porque todo queda ocupado por un hombre vuelto sobre s\u00ed mismo. Un hombre que, en ese mismo instante, descubre parad\u00f3jicamente su desnudez mortal (Gn 3,1ss). Es dif\u00edcil recuperar esta pr\u00e1ctica del ayuno y la austeridad, no solo en los hechos sino en el deseo, pero es necesario hacerlo para evangelizar el mundo comenzando por nosotros mismos. El creyente debe saber prescindir de ciertas posibilidades a su alcance, como forma de encuentro con la verdad de Dios como su \u00fanico salvador. Esto har\u00e1 de \u00e9l un hombre sereno que sabe disfrutar de las peque\u00f1as riquezas de cada d\u00eda, ofreciendo al hombre actual, consumidor compulsivo y continuamente ap\u00e1tico, una l\u00f3gica nueva y atrayente.
      \nAdem\u00e1s el cristiano percibe que esta idolatr\u00eda del hombre vuelto sobre s\u00ed mismo es causa de infinidad de sufrimientos, como ha descrito con especial dramatismo el libro del Apocalipsis (cap. 17-18). Por ello, un cristiano solo podr\u00e1 ser evangelizador si se separa de este mundo de consumo, vanidad y bienestar al margen o\/y a costa de tantos. El cristiano aparecer\u00e1 en muchos momentos como un incordio para su entorno, porque ha aprendido a ser el que trae el evangelio a los pobres y no el que justifica la vida social tranquila de los integrados en el sistema. Y dichoso el que no se escandalice\u2026<\/em> (Lc 7, 22-23). En este sentido no hay posibilidad de pronunciar las bienaventuranzas en este mundo sin la amenaza de los ayes<\/em> de Cristo sobre \u00e9l (Lc 6, 20-26). Aunque parezca parad\u00f3jico, no solo se evangeliza siendo atractivo: a veces el signo de que somos nuevos evangelizadores es que denunciamos el viejo mundo, que reaccionar\u00e1 contra nosotros.
      \nTodo esto requiere poner en el centro de la espiritualidad el misterio pascual de muerte y resurrecci\u00f3n, de lucha contra el pecado y victoria del amor. Solo la recuperaci\u00f3n de una l\u00f3gica que asuma la muerte dentro de la vida cristiana, a la luz de una presencia de Dios que la vence en nosotros con el Esp\u00edritu compartido por su Hijo y que ha condenado ya toda injusticia como ineficaz para dar vida definitiva, essalv\u00edfica. Solo la recuperaci\u00f3n de la resurrecci\u00f3n como centro de la vida cristiana, resurrecci\u00f3n que acoge la muerte para vencerla y que acoge el odio para sobrepasarlo con amor, puede hacer a los cristianos verdaderos hombres de mundo, del mundo verdadero que Dios quiere y del que hemos de ser testigos.
      \n2.4 El discipulado y la celebraci\u00f3n lit\u00fargica como centro de la vida cristiana<\/em>
      \nOtra tendencia que creemos fundamental en un cristiano con posibilidades de ser evangelizador es la configuraci\u00f3n de su vida cristiana como discipulado, es decir, como camino de configuraci\u00f3n de la propia vida a la luz de Cristo. No hablamos del seguimiento en cuanto compromiso, algo que debe tenerse obviamente en cuenta, sino de esa posici\u00f3n primigenia de apertura y receptividad continuada en la atenta meditaci\u00f3n de la vida de Jes\u00fas. Esto supone dejar atr\u00e1s esa idea de que en un momento determinado ya sabe todo lo que supone la existencia cristiana y uno se mide a s\u00ed mismo exclusivamente en relaci\u00f3n a un ideal predefinido en forma de leyes. El discipulado como forma de vida supone una identificaci\u00f3n progresiva y nunca acabada, donde el ideal de Cristo no se conoce del todo en cada momento, sino que se va conociendo en el di\u00e1logo personal con \u00e9l desde los acontecimientos propios de la vida y de la historia circundante. Es esto lo que puede configurar un cristianismo que sobrepase la alergia a las ideolog\u00edas de cualquier tipo, tambi\u00e9n religiosas, del hombre contempor\u00e1neo.
      \nEsto supone una atenci\u00f3n a Cristo que se configura como deseo de encuentro, como b\u00fasqueda de uno mismo y del mundo a trav\u00e9s de sus ojos y su coraz\u00f3n, porque en ellos se ha encontrado o se intuye el amor originario que nos constituye. Es esta actitud la que dar\u00e1 verdadero cauce a la tan necesaria formaci\u00f3n permanente de los cristianos cuyo gusto por la lectura y el conocimiento de su fe est\u00e1 en horas bajas. Situar este necesario estudio (seg\u00fan el estado de vida cristiana de cada uno) en la l\u00f3gica espiritual del conocimiento y seguimiento de Cristo podr\u00e1 posibilitar su integraci\u00f3n positiva en la vida personal.
      \nEsta configuraci\u00f3n discipular debe quedar integrada en la relaci\u00f3n salv\u00edfica que Cristo ha configurado desde su ministerio. Dicho de otra manera, no es solo ejemplar o \u00e9tica. Cristo se presenta como aquel en quien encontramos la misma vida de Dios comunicada a los hombres. Esto se actualiza en la celebraci\u00f3n de los sacramentos, especialmente en la eucarist\u00eda, fuente y culmen de toda la vida cristiana<\/em> (LG 8). La liturgia eucar\u00edstica debe ser acogida, por tanto, como el lugar propio donde la identificaci\u00f3n con Cristo, n\u00facleo de la vida cristiana, se celebra como acontecimiento real de forma que toda la existencia se va definiendo desde el misterio pascual de muerte y vida, de pecado y perd\u00f3n, de presentaci\u00f3n y transfiguraci\u00f3n que all\u00ed se actualiza. Esto supone que el cristiano debe conocer las leyes de la liturgia, sus dinamismos internos para que pueda integrarse y participar plena, consciente, activa y fructuosamente<\/em> en ella (SC 11, 14). No est\u00e1 claro, al menos en la pr\u00e1ctica, que los trabajos (a veces ciertamente mani\u00e1ticos) de los liturgistas profesionales o populares, sepan a\u00fan c\u00f3mo configurar ese arte de celebrar una liturgia de todos donde quepa la vida cotidiana pero acogida y transcendida en gracia por los misterios de la fe.
      \nVuelven a ser los peque\u00f1os, con un particular don de Dios, los que se sobreponen a las miserias lit\u00fargicas de los excesos y defectos, para hacer su vida una con el misterio celebrado. Sin este gusto por la liturgia en su mejor l\u00f3gica, el cristianismo se convierte en el cristiano en una ideolog\u00eda moral o en una rama m\u00e1s de las nuevas espiritualidades del confort y del cuidado del propio yo<\/em>, separ\u00e1ndolo del lugar donde Dios mismo le evangeliza y le convierte en evangelizador.
      \n2.5 Cristianos con palabra y de palabra<\/em>
      \nDicen que los t\u00edmidos cuando arrancan a hablar son casi siempre agresivos en sus afirmaciones. Quiz\u00e1 sea esto lo que nos est\u00e1 pasando en la Iglesia, que la timidez, llam\u00e9mosla pudor, para afirmarnos con palabras en la sociedad, se ha convertido en cierta beligerancia formal o de contenidos cuando nos soltamos a expresar nuestra posici\u00f3n de vida o la visi\u00f3n pr\u00e1ctica con la que nos situamos en el mundo.
      \nEsto no coincide en las mismas personas, podr\u00edamos decir que una parte del cuerpo eclesial ha enmudecido con un cierto complejo que le susurra interiormente que su fe no est\u00e1 a la altura de los tiempos, o que mejor callarse despu\u00e9s de los estropicios que esta fe habr\u00eda hecho en la historia, o que buena gana de discutir, que cada uno crea para s\u00ed lo que le parezca\u2026 Ciertamente esto refleja una patolog\u00eda en la vida cristiana, que proviene de no haber comprendido la misi\u00f3n p\u00fablica de la fe, la relevancia social con la que Dios busca hacerse presente a trav\u00e9s de nosotros, en esa concentraci\u00f3n individualista de la religi\u00f3n que no es sino instrumentalizarla para mi propio bienestar o salvaci\u00f3n. Adem\u00e1s supone que no se ha descubierto la ganancia de vida que supone para cualquiera, que no se ha integrado la dimensi\u00f3n pecadora de la Iglesia con la que Dios con su elecci\u00f3n nos hace humildes frente a los dem\u00e1s, pero nunca in\u00fatiles para ellos (cf. Jn 21,15-17). Es m\u00e1s, la conciencia del pecado eclesial, lo mismo que la del personal, deben ser un lugar para conocer la relevancia salv\u00edficade Dios y, por tanto, la oferta de perd\u00f3n sobre todos que puede vivirse eficazmente en la Iglesia.
      \nOtra parte de este cuerpo eclesial, quiz\u00e1 para compensar, se ha apropiado del todo esta palabra y parecen haberse convertido en los defensores absolutos de la fe y de la moralidad social a trav\u00e9s de un discurso p\u00fablico omnipresente, que sin embargo habitualmente solo es un producto de consumo interno. Desgraciadamente sucede no pocas veces lo mismo que con la mayor parte de los discursos pol\u00edticos.
      \nLos cristianos (recu\u00e9rdese que hablamos de todos, porque estas descripciones podr\u00edan aplicarse en diferentes niveles y con diferentes formas a cristianos con diferentes estados de vida) debemos re-apropiarnos de una palabra que se sit\u00fae m\u00e1s all\u00e1 de ese respeto al otro que en el fondo no es sino miedo a decirnos, a exponernos en lo que somos, aunque m\u00e1s ac\u00e1 de ese exhibicionismo que no es sino miedo a no ser nada, a una irrelevancia que parece pisarnos los talones; una palabra que se sit\u00fae m\u00e1s all\u00e1 de ese silencio que es decepci\u00f3n y amargura de la propia vida en cuanto cristiana y de la Iglesia en cuanto familia propia, pero que est\u00e1 m\u00e1s ac\u00e1 de esa otra que no tartamudea de pudor incluso conociendo la propia ambig\u00fcedad personal y eclesial; una palabra que se sit\u00fae m\u00e1s all\u00e1 de ese silencio que esconde el miedo a tener que responder de ella con hechos, pero m\u00e1s ac\u00e1 de esa otra que se dice al margen de la vida como pura y t\u00f3pica teor\u00eda.
      \nHemos de reencontrarnos los cristianos con esa palabra puesta en nuestros labios por Jes\u00fas que nos quema, que nos hace llorar, pero que a la vez nos ha salvado y puede salvar a otros, pues para eso fue pronunciada por Dios mismo. Estos cristianos que estamos llamados a ser cada uno de nosotros no solo tienen palabras, sino que esta palabra que ofrecen es una palabra que dan con su propia vida, es decir, su palabra se hace compromiso de oraci\u00f3n, compa\u00f1\u00eda y ayuda hacia aquellos a los que se dirigen. En este sentido hacen presente no solo la palabra de Dios, sino que se manifiestan como la palabra de Dios dada, su promesa de fidelidad a los hombres en Cristo.
      \nEn este sentido vuelven a ser los peque\u00f1os, a los que su humildad les permite reconocer su pecado y a la vez hablar con libertad de lo que creen que es bueno, los mejores evangelizadores.
      \n2.6 Compa\u00f1eros pacientes, orantes y comprometidos del mundo<\/em>
      \nDesarrollamos aqu\u00ed alguna de las \u00faltimas afirmaciones del apartado anterior. Cuando Dios habla, su palabra y su acci\u00f3n coinciden. As\u00ed, finalmente, la Palabra de Dios no es sino el cuerpo de su Hijo entregado por nosotros. Por eso la palabra de los cristianos a los que no lo son es, en primer lugar, una forma de estar ante ellos y con ellos, que debe nutrirse de la pedagog\u00eda del mismo actuar de Dios, que cuando el pueblo le escucha en su llamada a la Alianza ya hab\u00eda experimentado su elecci\u00f3n gratuita, su compa\u00f1\u00eda salv\u00edfica y su misericordiosa paciencia.
      \nEsta l\u00f3gica de la acci\u00f3n de Dios debe encontrar una forma de existencia en el pueblo cristiano que, llamado a ser cuerpo de Cristo para el mundo, debe acoger a todos en su palabra orante ante Dios, debe esperar pacientemente el momento de la propuesta e igualmente el tiempo de la respuesta, y debe acompa\u00f1ar todo este recorrido con la silenciosa palabra del amor entregado gratuitamente.
      \nLa palabra de fe de los cristianos para los otros es en primer lugar una palabra ante Dios, una meditaci\u00f3n ante \u00c9l, donde el coraz\u00f3n acoja el puesto que Dios les da en nuestra vida, de tal manera que poco a poco ya no se pueda vivir sin ellos. Este es el camino de Mois\u00e9s, que sabe ofrecer la palabra de Dios a los hombres porque se nutre de los sentimientos de Dios por su pueblo, hasta parecer en algunos momentos que los suyos son mejores que los de Dios mismo (Ex 32, 7-14). Y, sobre todo, es el camino de Jes\u00fas mismo, que tiene clara conciencia de que es el Padre quien le ha dado a los suyos, y suplicando por ellos les entrega su vida y su palabra, su vida como palabra (Jn 17, 6ss). La oraci\u00f3n de los fieles, tantas veces apenas apropiada, en su vertiente de oraci\u00f3n por los de fuera, es fundamental en la liturgia comunitaria y debe extenderse a la oraci\u00f3n personal.
      \nEn segundo lugar la paciencia con la palabra es fundamental para no agotarla antes de tiempo. El \u201ca tiempo y a destiempo\u201d (2 Tim 4,2) no deber\u00eda interpretarse como un hablar a todas horas (interpretaci\u00f3n bastante reductora), sino como una llamada a la perseverancia apost\u00f3lica cuando parezca que la palabra cae en terreno yermo. Es decir, creemos que es una invitaci\u00f3n a no desesperar cuando la palabra apenas encuentre eco entre los hombres, seg\u00fan parecen indicar los vers\u00edculos siguientes (vv. 3-4). A veces habr\u00e1 que hablar y otras que callar, danto tiempo al tiempo; a veces habr\u00e1 que gritar y otras habr\u00e1 que ir silenciosos y dejar que Dios nos haga luz de vida, como al siervo silencioso que hemos reconocido finalmente en Cristo. La palabra oportuna es todo un arte que hay que aprender y que adviene a nosotros a trav\u00e9s de los dones de la humildad y de la parres\u00eda<\/em> que hemos de pedir.
      \nFinalmente, la palabra del cristiano es sobre todo su vida de amor. Es en la vida que acompa\u00f1a a los hombres en sus tristezas, en sus angustias, en sus dolores, donde la presencia de Dios como evangelio de vida se revela real. Para esto he venido, me he pronunciado en la carne, para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10). Por eso, la participaci\u00f3n de los cristianos en las luchas sociales o en la vida cotidiana, para que todos encuentren la dignidad con la que Dios les quiere y la alegr\u00eda que busca comunicarles, es condici\u00f3n sine qua non<\/em> para la llamada a la conversi\u00f3n, al reconocimiento de que es en Dios donde el hombre encuentra hogar, perd\u00f3n, plenitud, m\u00e1s all\u00e1 de las frustraciones a las que el mundo nos tiene atados. Si bien el cristiano no hace nada distinto en el trabajo por los dem\u00e1s de lo que podr\u00eda hacer el no creyente, su presencia evangelizadora puede mostrarse en una esperanza firme frente a todo fracaso, una esperanza que le libera del resentimiento y la violencia que la impotencia frente a los poderes del mundo tantas veces suscita en todo hombre que busca la justicia. En esta entrega el creyente sabe morir en aparente ineficacia, porque sabe que al final las obras del amor se levantar\u00e1n victoriosas de la mano de Cristo resucitado. Es la oraci\u00f3n subyacente, la serenidad de su presencia, y la alegr\u00eda y gratitud con las que celebra los brotes de vida que nacen, aun amenazados, lo que le da una forma luminosa de presencia que anuncia la gloria del Padre.
      \n2.7 Finalmente, el calendario de evangelizaci\u00f3n del cristiano<\/em>
      \nFundamental en el cristiano como evangelizador es la conciencia de que todo est\u00e1 en manos del Padre y que es \u00c9l quien define los tiempos. Los cristianos, en especial tantos que han entregado parte de su vida para construir una Iglesia evang\u00e9lica, alentados por la llamada del Concilio, sienten la tristeza de verla pobre, impotente, venida a menos, incapaz de saber c\u00f3mo responder a los retos actuales\u2026\u00a0Esta tristeza debe evangelizarse de tal manera que se impida el paso al resentimiento y a la cr\u00edtica continua, sea hacia fuera o hacia dentro. Hemos de reconciliarnos con nuestra peque\u00f1ez y encontrar en ella la fuerza que Dios da a la debilidad. Hemos de acoger el invierno donde todo parece perderse, y resistir ahondando en la fidelidad a Dios que har\u00e1 que todo sirva para bien si nos entregamos a su amor amando confiadamente.
      \nNo hay un calendario de evangelizaci\u00f3n que podamos dise\u00f1ar con nuestras obras. Ni siquiera para evangelizar nuestra propia vida, porque el evangelio es siempre una obra de la gracia. Se nos pide perseverancia confiada, valent\u00eda testimonial y esa oraci\u00f3n eucar\u00edstica (comunitaria e individual) donde descubrimos que estamos salvados en esperanza<\/em> (Rom 8,24), y que Dios no solo en nuestras obras, sino m\u00e1s all\u00e1 de nuestras obras trabaja, en una forma misteriosa que \u00e9l conoce, para la salvaci\u00f3n de todos.
      \nPor tanto, los nuevos evangelizadores ser\u00e1n aquellos cristianos que vivan con radicalidad el evangelio en medio del mundo. Sin esto todas las obras, todos los planes, todas las palabras, todas las reformas quedar\u00e1n agotadas interiormente.
      \nSolamente una palabra para terminar: en todo esto tienen una especial importancia los responsables de la pastoral. Estos deber\u00e1n preguntarse si en sus programaciones favorecen la hondura de la vida cristiana o simplemente la inercia de la misma, adornada con la belleza de las obras mundanas, apropiada sin discernimiento por la Iglesia.<\/p>\n

      FRANCISCO GARC\u00cdA MART\u00cdNEZ<\/p>\n

       
      \n
      <\/a> \u201cEsta fidelidad a un mensaje del que somos servidores, y a las personas a las que hemos de transmitirlo intacto y vivo, es el eje central de la evangelizaci\u00f3n. Esta plantea tres preguntas acuciantes, que el S\u00ednodo de 1974 ha tenido constantemente presentes: \u00bfQu\u00e9 eficacia tiene en nuestros d\u00edas la energ\u00eda escondida de la Buena Nueva, capaz de sacudir profundamente la conciencia del hombre? \u00bfHasta d\u00f3nde y c\u00f3mo esta fuerza evang\u00e9lica puede transformar verdaderamente al hombre de hoy? \u00bfCon qu\u00e9 m\u00e9todos hay que proclamar el Evangelio para que su poder sea eficaz?\u201d (EN, 4)
      \n
      <\/a> Si se ha dicho que la Iglesia es nuestra madre y se ha a\u00f1adido que tambi\u00e9n es nuestra hija. En estos tiempos parecer\u00eda que su puesto ser\u00eda el de esposa infiel a la que tenemos la obligaci\u00f3n<\/em> divina<\/em> de exponer a p\u00fablica verg\u00fcenza. Eso s\u00ed<\/em>, con la mejor de las intenciones\u2026.
      \n
      <\/a> As\u00ed podr\u00eda interpretarse la recepci\u00f3n conciliar del sacerdocio com\u00fan de los fieles en la Lumen gentium<\/em> y en toda la Gaudium<\/em> etspes<\/em>.<\/p>\n

      Misi\u00f3n Joven. N\u00famero 438_439. Julio-Agosto 2013<\/strong><\/span><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

      Francisco Garc\u00eda Mart\u00ednez Doctor en Teolog\u00eda Dogm\u00e1tica y profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca. S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO.- El autor mantiene que los nuevos evangelizadores no son solo los ministros o una elegida \u00e9litede cristianos, sino todo el Pueblo de Dios.\u00a0 Y, a partir de ah\u00ed, se\u00f1ala unos rasgos que deben caracterizarnos como evangelizadores. Estos […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","inline_featured_image":false,"footnotes":""},"categories":[1685,1688,94],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6547"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=6547"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6547\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=6547"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=6547"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=6547"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}