{"id":6663,"date":"2013-01-01T00:00:23","date_gmt":"2012-12-31T22:00:23","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=6663"},"modified":"2013-01-01T00:00:23","modified_gmt":"2012-12-31T22:00:23","slug":"porta-fidei-razones-y-propuestas-de-la-carta-apostolica","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/porta-fidei-razones-y-propuestas-de-la-carta-apostolica\/","title":{"rendered":"PORTA FIDEI: RAZONES Y PROPUESTAS DE LA CARTA APOST\u00d3LICA"},"content":{"rendered":"
Pedro Rodr\u00edguez Panizo<\/strong> El papa Benedicto XVI\u00a0 ha convocado a toda la Iglesia a un A\u00f1o de la Fe,<\/em> desde el 11 de octubre de 2012 \u2014cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y veinte de la publicaci\u00f3n del Catecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica<\/em>\u2014, hasta el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Y lo ha hecho mediante una Carta Apost\u00f3lica en forma de Motu<\/em> Proprio<\/em> que, como su nombre latino indica, ha sido escrita por su propia iniciativa y va dirigida, como es usual en este tipo de textos del magisterio papal, a toda la Iglesia, expresando en ella cuestiones de gran importancia, pero sin la forma m\u00e1s solemne de un documento legal como la Constituci\u00f3n Apost\u00f3lica, aunque el Motu<\/em> Proprio<\/em> tambi\u00e9n lo es. Lleva por t\u00edtulo La puerta de la fe <\/em>(= PF),<\/em> inspirado en Hch 14,27, pasaje que narra las visitas de Pablo y Bernab\u00e9 a las diversas comunidades cristianas de regreso a Antioqu\u00eda, anim\u00e1ndolas \u00aba permanecer firmes en la fe\u00bb (Hch 21,2) y resistir as\u00ed todo tipo de dificultades. El objetivo de la Carta Apost\u00f3lica es invitar a todo el pueblo de Dios a \u00abredescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez m\u00e1s clara la alegr\u00eda y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo\u00bb (PF 2). En este sentido, San Bernardo sol\u00eda referirse a la fe como la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n a Dios, y lo m\u00e1s dif\u00edcil de esa vuelta a quien la inicia y consuma (cf. Heb 12,2), es sin duda no reservarse ninguna dimensi\u00f3n, nivel o pliegue de nuestro centro personal, a la acci\u00f3n de su amor incondicional, poniendo confiadamente en sus manos de fiar toda nuestra vida. No hay libertad mayor, ni motor m\u00e1s potente de la existencia para sacar lo mejor de uno mismo. Como dice el Concilio Vaticano II, la fe es la respuesta del hombre entero al Dios que se revela (cf. DV 5). Si en la revelaci\u00f3n se trata nada menos que de la autocomunicaci\u00f3n amorosa y libre del Dios Trino en Jesucristo, \u00bfc\u00f3mo reservarse algo para s\u00ed y no corresponder, dentro de los l\u00edmites de nuestra condici\u00f3n de criatura, con todo lo que somos en libertad y amor? Una de las dificultades del acto de fe reside precisamente aqu\u00ed, en el hecho de que no s\u00f3lo se mantenga en el tiempo con novedad permanente, sino tambi\u00e9n que ninguna dimensi\u00f3n o nivel constitutivo de la persona se rezague en este \u00e9xodo del creyente al encuentro del adviento de Dios. Y m\u00e1s todav\u00eda, a que en la respuesta de fe, tanto el orden de la raz\u00f3n, como el de la libertad y la emoci\u00f3n, lo hagan sinf\u00f3nica y equilibradamente, sin que ninguno de ellos minusvalore a los dem\u00e1s fij\u00e1ndolos en un estadio inmaduro. Pero la Carta Apost\u00f3lica se\u00f1ala algunas propuestas y compromisos concretos para vivir en el A\u00f1o de la Fe y en todo tiempo y lugar. La primera es que \u00abel testimonio de la vida de los creyentes sea cada vez m\u00e1s cre\u00edble\u00bb (PF 9). En este n\u00famero se dice expresamente: \u00abredescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada,<\/em> y reflexionar sobre el mismo acto en el que se cree\u00bb. Los t\u00e9rminos que he puesto en cursiva apuntan a la complejidad y totalidad del compromiso que se pide a los creyentes, y evoca los pasajes de la Constituci\u00f3n Dogm\u00e1tica sobre la Divina Revelaci\u00f3n, Dei<\/em> Verbum,<\/em> del Concilio Vaticano II, cuando habla de la Tradici\u00f3n: \u00abas\u00ed la Iglesia con su ense\u00f1anza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree\u00bb (DV 8). Una Iglesia que \u00abcamina a trav\u00e9s de los siglos hacia (tendit<\/em>) la plenitud de la verdad, hasta que se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios\u00bb (ibid<\/em>.<\/em>). Una Iglesia que cree y ora en conversaci\u00f3n permanente con su Se\u00f1or, y en la que \u00abel Esp\u00edritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo (cf. Col 3, 16)\u00bb (ibid<\/em>.<\/em>). Misi\u00f3n Joven. N\u00famero 432_433. Enero-Febrero 2013<\/strong><\/span><\/p>\n Pedro Rodr\u00edguez Panizo Profesor de Teolog\u00eda dogm\u00e1tica y fundamental en la Universidad de Comillas (Madrid) S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El autor presenta la carta apost\u00f3lica Porta fidei, y desgrana las razones que el papa Benedicto XVI ha encontrado para invitar a redescubrir el valor de la fe cristiana. 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\nProfesor de Teolog\u00eda dogm\u00e1tica y fundamental en la Universidad de Comillas (Madrid)<\/strong>
\n
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEl autor presenta la carta apost\u00f3lica Porta fidei<\/em>, y desgrana las razones que el papa Benedicto XVI ha encontrado para invitar a redescubrir el valor de la fe cristiana. Pero\u00a0 no se limita a seguir el documento, sino que lo pone en di\u00e1logo con textos del Concilio Vaticano II, de algunos Padres de la Iglesia y de te\u00f3logos y fil\u00f3sofos modernos. Termina se\u00f1alando y describiendo ocho propuestas pr\u00e1cticas del texto.
\n <\/p>\n\n
\nRep\u00e1rese en las expresiones de la cita anterior: \u00abredescubrir\u00bb, pues siempre el creyente puede hacer suya la petici\u00f3n de los disc\u00edpulos: \u00abaum\u00e9ntanos la fe\u00bb (Lc 17,5).\u00a0 De igual modo que siempre estamos en deuda de amor con nuestro pr\u00f3jimo, tambi\u00e9n nuestra actitud creyente es susceptible de mayor madurez y plenitud. Como las m\u00e1s bellas palabras que en castellano llevan el prefijo \u00abre\u00bb: recordar, rememorar, repasar, etc., indica una vuelta sobre algo tan valioso que merece la pena actualizar su estimaci\u00f3n como valor, pues no es suficiente con haberlo hecho una vez, quiz\u00e1 en la ya lejana conversi\u00f3n, o en la personalizaci\u00f3n m\u00e1s comprometida de la fe, sino que tiene que estar reconoci\u00e9ndose como valioso cada d\u00eda, cada minuto de nuestra vida. La finalidad de ese nuevo descubrimiento no es otra que \u00abiluminar [\u2026] la alegr\u00eda y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo\u00bb; es decir, proyectar sobre \u00e9l un foco de luz tan potente \u2014que no es otro que el amor\u2014 que haga ver la dicha que supone el encuentro siempre posible con Cristo, consintiendo en que su vivir sea el nuestro (cf. G\u00e1l 2,20). \u00abEntusiasmo\u00bb tiene que ver con arrobamiento, \u00e9xtasis, estar inspirado por Dios. Si se entiende bien, como lo hizo Hans Urs von Balthasar, se refiere a dejarse arrebatar libremente por la belleza de la figura de la revelaci\u00f3n, que dota de unos ojos capaces de vislumbrar la perla de apreciado valor del \u00danico Necesario frente al cual todo es preliminar y pen\u00faltimo (cf. Mt13,44-46).
\nYa desde su primera Enc\u00edclica, Deus<\/em> caritas est,<\/em> Benedicto XVI nos record\u00f3 que ser cristiano es un encuentro con la persona de Jesucristo, verdadero acontecimiento que orienta la existencia de un modo nuevo, d\u00e1ndole un horizonte de sentido infinito (cf., n\u00ba 1). Por este motivo, nada m\u00e1s lejos del cristiano que la tristeza o el desaliento, por m\u00e1s que se aduzcan mil razones para la desesperanza; el escepticismo o las formas m\u00e1s sutiles de \u00abnihilismo dulce\u00bb que una sociedad cansada y de vuelta de todo tienta con presentar como la \u00fanica salida posible. En el principio era el significado y el sentido inscrito en la Palabra (cf. Jn 1,1), y por tanto el testimonio de fe del creyente es una peque\u00f1a llama encendida en la noche de esta crisis hist\u00f3rica que da la luz suficiente como para creer que lo finito no es todo. Es m\u00e1s, que Dios mismo ha abierto una brecha en lo finito para llevarlo a lo infinito.
\nAdem\u00e1s, el reciente S\u00ednodo de los Obispos celebrado en Roma, que comenz\u00f3 en el mes de octubre de 2012, se ha dedicado a La nueva evangelizaci\u00f3n para la transmisi\u00f3n de la fe cristiana.<\/em> Los Lineamenta<\/em> que le precedieron merecen una serena meditaci\u00f3n que excede los l\u00edmites de este ensayo. Con todas estas iniciativas, el papa pretende \u00abintroducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexi\u00f3n y redescubrimiento de la fe\u00bb (PF 4) \u2014de nuevo el t\u00e9rmino \u00abredescubrir\u00bb\u2014, e invita \u00aba una aut\u00e9ntica y renovada conversi\u00f3n al Se\u00f1or, \u00fanico salvador del mundo, [\u2026] en un proceso que no termina de cumplirse en esta vida\u00bb (PF 6), pues introducirse por la fe en la vida de comuni\u00f3n con Dios en la Iglesia es \u00abemprender un camino que dura toda la vida\u00bb (PF 1) y que va del bautismo, inmersi\u00f3n en la vida absoluta y el amor infinito del Dios Trino, hasta la muerte, verdadero dies<\/em> natalis<\/em>, de modo que el tiempo humano se llena de cualidad y sentido al vivirse en \u00e9l la filiaci\u00f3n que nos incorpora por gracia a la cabeza que es el Hijo y del que la Iglesia es cuerpo. Un camino que va desde la imagen hasta la semejanza con Aqu\u00e9l en cuyo \u00abmolde\u00bb hemos sido creados y redimidos (cf. Rom8,29).
\n <\/p>\n\n
\nY as\u00ed, en el primero de ellos, propiciar\u00e1 la conversi\u00f3n de la tendencia a reducir conceptual y posesivamente lo real, hacia la apertura de una raz\u00f3n m\u00faltiple, participativa, acogedora, unida a su profundidad y, por tanto, respetuosa en grado sumo con el misterio de todo cuanto existe y, con m\u00e1s motivo, con el misterio de Dios, al recurrir a conceptos transfigurados y dignos de \u00c9l, tendentes en s\u00ed mismos a modo de deictemas<\/em> que invitan a hacer personalmente el viaje hacia lo se\u00f1alado por ellos. La estimaci\u00f3n de los valores y la raz\u00f3n pr\u00e1ctica que pone en juego la libertad, seguir\u00e1 siempre la m\u00e1xima evang\u00e9lica de caminar dos millas con quien pide compa\u00f1\u00eda para una, o entregar la t\u00fanica a quien s\u00f3lo necesita el manto, en una l\u00f3gica de gratitud y exceso del don propia de quien vive agradecido a quien es a la vez, seg\u00fan la hermosa expresi\u00f3n de Karl Rahner, donador, don y posibilidad de recibirlo en libertad; gracias a lo cual se afina y dilata enormemente la sensibilidad para el dolor de nuestros pr\u00f3jimos, y se nos env\u00eda a un \u00e9xodo cordial hacia los m\u00e1s necesitados por el que se acendra la capacidad de percibir en toda su crudeza la maldad del mal, sin enga\u00f1os ni ilusiones, a cuyo combate sin descanso se invita al creyente con las solas armas del amor entregado al Bien Perfecto de Dios. Y lo mismo suceder\u00e1 con la dimensi\u00f3n emotiva y est\u00e9tica, desdivinizadas y liberadas para irradiar amor a los dem\u00e1s \u2014en la primera\u2014 y percibir el fulgor de la gloria (k\u0101bod, doxa<\/em>) de Dios en todas las criaturas (cf. Sal 19, 1), en la segunda.
\nTodas las figuras que la Sagrada Escritura nos presenta como modelos de fe, est\u00e1n siempre en camino, bien saliendo de su tierra hacia el futuro de Dios, como Abrah\u00e1n; bien atravesando un desierto hasta la tierra de promisi\u00f3n como Mois\u00e9s, o haciendo un peligroso viaje al monte Horeb como el profeta El\u00edas, o corriendo a visitar a su prima Isabel como Mar\u00eda, que no pide se\u00f1al alguna, en una disposici\u00f3n total de su persona a la acci\u00f3n de Dios (cf. PF 13). En su \u00faltimo libro sobre La infancia de Jes\u00fas,<\/em> Benedicto XVI pone de relieve este aspecto de la Virgen. En la estela de la tradici\u00f3n patr\u00edstica y de San Bernardo, se\u00f1ala la importancia de su \u00abs\u00ed\u00bb que la convierte en madre: \u00abh\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra\u00bb, en un acto de excelsa libertad, a la vez humilde y magn\u00e1nima. Como ha dicho Karl Rahner, a diferencia del nuestro, inconstante y d\u00e9bil, el \u00abs\u00ed\u00bb de Mar\u00eda fue \u00abinmaculado\u00bb, puro. No fue un \u00abdepende\u00bb, cambiante con las circunstancias, ni un s\u00ed pero luego no, como tantas veces le sucede al creyente, ni siquiera un s\u00ed a medias. Dijo s\u00ed a Dios con todas las consecuencias; un fiat<\/em> que se prolonga en fidelidad hasta el stabat<\/em> al pie de la cruz, a la vez don gratuito de Dios y ejercicio m\u00e1s alto de su libertad, pues se le regala el don de entregarse sin reservas como un acto libre. Y a trav\u00e9s de esta obediencia la Palabra ha entrado en ella haci\u00e9ndola fecunda.
\nTodo el pasaje dedicado a Mar\u00eda en PF 13 subraya sobre todo este aspecto, pero tambi\u00e9n muchos otros: la virginidad de su parto, la salvaci\u00f3n del ni\u00f1o de manos de Herodes, el seguimiento del Se\u00f1or en su predicaci\u00f3n hasta el Calvario, los frutos de la resurrecci\u00f3n, los recuerdos de su coraz\u00f3n, su presencia entre los doce reunidos para la recepci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo (cf. Hch 1,14; 2,1-4). Tambi\u00e9n los ap\u00f3stoles, los disc\u00edpulos, los m\u00e1rtires y todos los hombres y mujeres que han entregado su vida a Cristo, hacen que veamos en sus traves\u00edas una invitaci\u00f3n a salir de nuestro propio ego\u00edsmo y entregar a Dios la vida toda, en un verdadero trans(as<\/em>)cendimiento<\/em>, como gusta de decir Jean Wahl con una f\u00f3rmula llamativa pero precisa, pues todo encuentro con Dios supone una traves\u00eda y una elevaci\u00f3n por parte del hombre, posibilitada por el que viene a su encuentro. En un pasaje de su profundo y hermoso Liber<\/em> de diligendoDeo<\/em> (VII, 22), de ecos agustinianos, dice San Bernardo: \u00abnadie puede buscarte sin haberte encontrado antes. Quieres ser hallado para que te busquemos, y ser buscado para que te encontremos. Podemos buscarte y encontrarte, mas no adelantarnos a ti\u00bb (BAC 444, 333).
\nEl ap\u00f3stol Pablo dice en un conocido pasaje de sus cartas que la fe viene de la audici\u00f3n (cf. Rom 10,17). Y en el centro de los relatos del bautismo y de la transfiguraci\u00f3n del Se\u00f1or Jes\u00fas, se encuentra un apremiante: \u00abEscuchadle\u00bb. Y es que se aprende a ser creyente en la escucha del que es la Palabra \u00faltima y definitiva de Dios. Esa escucha transfigura la vida y el mundo, y es la tarea de toda una existencia, no exenta de dificultades y llena de preguntas. Por eso la invitaci\u00f3n del papa es, a la vez, a renovar el acto de fe, el \u00abdecidirse a estar con el Se\u00f1or para vivir con \u00e9l. Y este \u201cestar con \u00e9l\u201d nos lleva a comprender las razones por las que se cree\u00bb (PF 10), y a personalizar los contenidos de la fe, de modo que el creyente pueda tener una s\u00edntesis complexiva de ella, pudiendo dar raz\u00f3n a todo el que se lo pida (cf. 1Pe 3, 15-16).
\nEl papa da mucha importancia al texto de Rom 10,10, donde se habla de los labios y del coraz\u00f3n, del profesar en la confesi\u00f3n de la fe que Jes\u00fas es el Se\u00f1or (Kyrios<\/em>), y de creer lo que Dios ha hecho en \u00c9l, por \u00c9l y con \u00c9l: resucitarlo de entre los muertos. De ah\u00ed que el acto libre de fe por el que se acepta poner la vida entera en las manos de fiar de Dios (fides<\/em> qua<\/em>), y los contenidos de la fe (su aspecto objetivo o fides<\/em> quae<\/em>), vayan indisolublemente unidos. Es una llamada a mantener unidos, en coherencia de vida y testimonio, el coraz\u00f3n \u2014\u00abaut\u00e9ntico sagrario de la persona\u00bb (PF 10)\u2014, y los labios con los que se profesa la fe y, por tanto, se hace posible su expresi\u00f3n p\u00fablica en un acto de soberana libertad. La profesi\u00f3n de fe es a la vez un testimonio y un compromiso de la persona toda, y en su misma esencia es tanto un acto personal cuanto comunitario, pues \u00abel primer sujeto de la fe es la Iglesia\u00bb (PF 10), en cuyo seno se produce la incorporaci\u00f3n del yo personal (\u00abcreo\u00bb) al nosotros eclesial (\u00abcreemos\u00bb) sin que se menoscabe lo m\u00e1s m\u00ednimo la unicidad del acto personal de fe; antes bien, personaliz\u00e1ndose en grado sumo al ser sostenido y animado por el gran sujeto de la comunidad eclesial, tomando conciencia de la verdadera identidad de hijos de Dios que nos constituye en el servicio del reconocimiento mutuo. El aspecto confesante expresa el compromiso del creyente con el Dios Trino en una relaci\u00f3n filial de libertad y alianza, fruto de la conversi\u00f3n. El coraz\u00f3n, por su parte, \u00abindica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acci\u00f3n de la gracia que act\u00faa y transforma a la persona hasta en lo m\u00e1s \u00edntimo\u00bb (PF 10), y que \u2014abierto por la gracia\u2014 dota de unos ojos capaces de discernir con profundidad y \u00abcomprender que lo que se ha anunciado es Palabra de Dios\u00bb (PF 10).
\nDif\u00edcilmente se puede testimoniar con alegr\u00eda lo que no se conoce o vive desde la ra\u00edz m\u00e1s honda de uno mismo. La apropiaci\u00f3n personal del n\u00facleo esencial de la fe cristiana es una tarea que incumbe a todo el pueblo de Dios, a cada cristiano, invitado a redescubrirlo con novedad en cada \u00e9poca, en cada momento, en cada minuto de su existencia. Antes de poder dar raz\u00f3n de la fe con responsabilidad, e independientemente de los desaf\u00edos, malentendidos e incluso ataques que se puedan presentar a la fe desde el exterior, hay que bajar al terreno de los fundamentos, donde brota la savia que puede hacer que la vid, debidamente podada por el vi\u00f1ador, d\u00e9 los frutos de fe, esperanza y caridad que Cristo espera de ella. Hay que apropiarse personalmente los fundamentos de la fe, lo que tambi\u00e9n incluye la reflexi\u00f3n y el estudio reposado. Si, como dicen los expertos, el c\u00edrculo hermen\u00e9utico consiste en creer para comprender y en comprender para creer, entonces, cuanto m\u00e1s se ame la fe y sus contenidos, m\u00e1s querr\u00e1 uno conocer, porque al que ama nada de la persona amada le es indiferente, y el proceso de conocimiento llevar\u00e1 a amar m\u00e1s la fe, a asimilarla mejor en la vida cotidiana y a testimoniarla en mejores condiciones, pues no hay mejor apolog\u00eda que la correcta autopresentaci\u00f3n del cristianismo en todos los \u00f3rdenes: te\u00f3rico, pr\u00e1ctico, testimonial; de nuevo la coherencia entre el coraz\u00f3n y los labios del texto paulino.
\nCuando este esfuerzo se ha hecho con ilusi\u00f3n y constancia, es muy dif\u00edcil que un cristiano no se entusiasme con la riqueza, la novedad y la permanente juventud del Dios Trino, frente a la cual somos siempre vejez y cansancio. El n\u00famero 16 de los Lineamenta<\/em> del \u00faltimo S\u00ednodo, retomando el importante texto de 1Pe 3,15-16, invita a descubrir un nuevo estilo de proclamaci\u00f3n y testimonio, tal como pide el vers\u00edculo 16 de la cita: \u00abcon delicadeza y respeto, teniendo buena conciencia\u00bb, y anima a que sea global; es decir, que \u00abdebe abrazar el pensamiento y la acci\u00f3n, los comportamientos personales y el testimonio p\u00fablico, la vida interna de nuestras comunidades y su impulso misionero, la atenci\u00f3n educativa y la entrega cuidadosa a los pobres, la capacidad de cada cristiano para tomar la palabra en los contextos en los cuales vive y trabaja con el fin de comunicar el don cristiano de la esperanza\u00bb. Estilo es una categor\u00eda tomada del mundo de las artes. Un escritor, un dramaturgo, un cineasta, un pintor, tienen estilo cuando usan significativa y distintivamente las t\u00e9cnicas de su oficio, de manera que los hace reconocibles: esa p\u00e1gina no puede ser m\u00e1s que de Azor\u00edn, esa escena dram\u00e1tica tiene que ser necesariamente de Shakespeare, esas panor\u00e1micas no pueden ser sino de John Ford, esa pincelada suelta seguro que es deVel\u00e1zquez, etc. De esta forma, y tomado de modo anal\u00f3gico, la manera peculiar de relacionarse con el dinero y los bienes de la tierra, con el tiempo y las relaciones personales; la profesi\u00f3n, las aficiones, etc., deber\u00eda hacer reconocible a un cristiano, no porque no viva las mismas realidades que sus pr\u00f3jimos, sino porque al vivirlas ante<\/em> Dios, cobran una profundidad y una seriedad que influye en su relaci\u00f3n con ellas, al desabsolutizarlas y llenarlas de sentido. Se nos invita nada menos que a un estilo hecho fervor, confianza y libertad como el de los ap\u00f3stoles. En un tiempo de crisis de Dios, de olvido de lo profundo, de sufrimientos indecibles, se impone dejarse inspirar por el Esp\u00edritu para \u00abir al desierto\u00bb de tantos seres humanos con la humildad del que primero ha comenzado una autoevangelizaci\u00f3n muy profunda, al ponerse \u00e9l \u2014personalmente\u2014 en camino hacia Cristo con toda la Iglesia.
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\nAunque el contexto cultural haya cambiado tan profundamente, y m\u00e1s que en una \u00e9poca de ate\u00edsmo militante estemos en un tiempo de escepticismo radical, de indiferencia religiosa y relativismo cultural y metaf\u00edsico, tambi\u00e9n se podr\u00edan aplicar al nuevo contexto las palabras del final del n\u00ba 19 de Gaudium<\/em> et Spes,<\/em> seg\u00fan las cuales, en la g\u00e9nesis de todo ello \u00abpuede corresponder a los creyentes una parte no peque\u00f1a, en cuanto que, por descuido en la educaci\u00f3n para la fe, por una exposici\u00f3n falsificada de la doctrina, o tambi\u00e9n por los defectos de su vida religiosa, moral y social, puede decirse que ha velado el verdadero rostro de Dios y de la religi\u00f3n, m\u00e1s que revelarlo\u00bb. De ah\u00ed el llamamiento del papa a una confesi\u00f3n de la fe renovada sin cesar, plena, convencida y caritativa, capaz de suscitar la esperanza en una \u00e9poca hist\u00f3rica que necesita m\u00e1s que nunca de esta peque\u00f1a y gran virtud; como dice GS 21: \u00abLa Iglesia sabe muy bien que su mensaje conecta con los deseos m\u00e1s profundos del coraz\u00f3n humano cuando reivindica la dignidad de la vocaci\u00f3n humana, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de su destino m\u00e1s alto. Su mensaje, lejos de empeque\u00f1ecer al hombre, infunde luz, vida y libertad para su progreso; y fuera de \u00e9l nada puede satisfacer el coraz\u00f3n del hombre: \u201cNos hiciste, Se\u00f1or, para ti y nuestro coraz\u00f3n est\u00e1 inquieto hasta que descanse en ti\u201d (San Agust\u00edn, Confesiones,<\/em> I,1)\u00bb. Y el lugar donde el creyente adquiere la fuerza para este dif\u00edcil testimonio es la eucarist\u00eda, fuente y cumbre de la vida cristiana (cf. SC 10). La liturgia y sus tiempos ayuda a que el cristiano se configure m\u00e1s profundamente a Cristo, pues al ser la morada del tiempo, \u00e9ste revitaliza sus ra\u00edces al contacto con el agua viva, haciendo nuevas todas las cosas. En ella se proclama tambi\u00e9n el Credo y, de la mano de san Agust\u00edn (Sermo<\/em> 215,1), el papa propone rezarlo tambi\u00e9n en la vida personal, y hasta aprenderlo de memoria para no olvidar nuestro compromiso bautismal
\nLa segunda propuesta tiene que ver con \u00abel conocimiento de los contenidos de la fe\u00bb, \u00abesencial para dar el propio asentimiento, es decir, para adherirse plenamente con la inteligencia y la voluntad a lo que propone la Iglesia\u00bb (PF 10). En efecto, esos contenidos esenciales son patrimonio de todos los creyentes, y \u00abtienen necesidad de ser confirmados, comprendidos y profundizados de manera siempre nueva\u00bb (PF 4), de modo que los fieles descubran \u00abla fuerza y la belleza de la fe\u00bb (ibid<\/em>.<\/em>). De igual modo que nadie atentar\u00eda contra el patrimonio art\u00edstico de un pa\u00eds, sino que se admira, protege, cuida, restaura y estudia, de modo an\u00e1logo, el creyente est\u00e1 llamado a reconocer la profundidad, la belleza y la raz\u00f3n religiosa y estrictamente cristiana de lo que ha recibido en la fe, un paisaje enorme de realidades muy variadas que, como ha dicho Elmar Salmann, incluyen tanto una a modo de tonalidad o motivo musical que traspasa el alma, cuanto invitaciones constantes al pensamiento y a la vida intelectual, as\u00ed como incitaciones de todo tipo al compromiso \u00e9tico y pr\u00e1ctico, sin olvidar su raz\u00f3n simb\u00f3lica que anima tambi\u00e9n a la expresi\u00f3n art\u00edstica. Este segundo compromiso incluye tambi\u00e9n no olvidar a los que \u00abbuscan con sinceridad el sentido \u00faltimo y la verdad definitiva de su existencia y del mundo\u00bb (PF 10), lo que califica de \u00abaut\u00e9ntico \u201cpre\u00e1mbulo\u201d de la fe\u00bb, as\u00ed como el reconocimiento de que la raz\u00f3n humana lleva inscrita la exigencia de \u00ablo que vale y permanece siempre\u00bb, como se\u00f1al\u00f3 en su importante intervenci\u00f3n en el Coll\u00e8ge des Bernardins de Par\u00eds, el 12 de septiembre de 2008, y tiene sus ra\u00edces en San Agust\u00edn.
\nLa tercera va muy unida a la anterior, y se refiere al \u00abconocimiento sistem\u00e1tico del contenido de la fe\u00bb, al \u00abcompromiso un\u00e1nime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe\u00bb (PF 11). Para ello recuerda que el Catecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica<\/em> es un \u00abverdadero instrumento de apoyo a la fe\u00bb (PF 12), y una ayuda inestimable en la tarea del conocimiento propuesto. El Concilio Vaticano II recuerda \u00abque existe un orden o \u201cjerarqu\u00eda\u201d de las verdades de la doctrina cat\u00f3lica, puesto que es diversa su conexi\u00f3n con el fundamento de la fe cristiana\u00bb (UR 11); y el Concilio Vaticano I hablaba de un mysteriorum<\/em> nexu<\/em> (DH 3016), de una conexi\u00f3n entre los diversos misterios de la fe. Redescubrir esta l\u00f3gica interna de la fe y su capacidad de articulaci\u00f3n en una figura coherente, es imprescindible para dar raz\u00f3n de la fe a todo el que la demande, como afirma 1Pe 3,15, donde la apolog\u00eda se pide precisamente no de la esperanza sin m\u00e1s, sino de la raz\u00f3n interna (logos<\/em>) inscrita en ella. Y todav\u00eda m\u00e1s, \u00aben un momento de profundo cambio como el que la humanidad est\u00e1 viviendo\u00bb (PF 8), esta tarea es inamisible y fundamental para \u00abla formaci\u00f3n de los cristianos, tan importante en nuestro contexto cultural\u00bb (PF 12), donde la fe est\u00e1 sometida \u00aba una serie de interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad que, sobre todo hoy, reduce el \u00e1mbito de las certezas racionales al de los logros cient\u00edficos y tecnol\u00f3gicos\u00bb (PF 12).
\nEl pensamiento ha intentado muchas veces imponer a la realidad una \u00fanica manera de raz\u00f3n, desoyendo sistem\u00e1ticamente las voces que, como Edmund Husserl, han alertado contra el monopolio dictatorial de un \u00fanico modo de realidad con el tipo de raz\u00f3n que lleva anejo. Su obra fue un intento mod\u00e9lico e incansable de lucha contra el \u00abnaturalismo\u00bb, entendiendo por tal la reducci\u00f3n de todo a la evidencia de tipo matem\u00e1tico. Corrientes de pensamiento como la fenomenolog\u00eda, han supuesto una verdadera superaci\u00f3n delachatamiento del mundo que implica un reduccionismo semejante al evocado m\u00e1s arriba y que encamina a la decadencia espiritual y moral, cuando no a la barbarie, como tan l\u00facidamente ha se\u00f1alado en nuestros d\u00edas Michel Henry, implacable en su cr\u00edtica contra las expresiones de ella en lo que gusta de llamar la \u00abt\u00e9cnica negra\u00bb: la ideolog\u00eda cientifista y los medios de comunicaci\u00f3n (publicidad y televisi\u00f3n), que desalojan de la vida humana precisamente su carne afectiva; o lo que es lo mismo, la capacidad de sentir, sufrir y amar, haciendo del hombre de nuestro tiempo un ser menos libre, espont\u00e1neo y real; menos vivo, rodeado como est\u00e1 de medios, instrumentos, mercanc\u00edas y cantidades que transforman las relaciones humanas en valores de cambio.
\nLa cuarta propuesta la formula el Sucesor de Pedro como un \u00abvolver a recorrer la historia de nuestra fe\u00bb, entrelazada de santidad y pecado y, por tanto, como un llamamiento a \u00abun sincero y constante acto de conversi\u00f3n, con el fin de experimentar la mirada del Padre que sale al encuentro de todos\u00bb (PF 13). No hay conversi\u00f3n posible sin vuelta a lo esencial, sin tener los ojos fijos en Aqu\u00e9l que inicia y consuma nuestra fe, seg\u00fan la hermosa expresi\u00f3n de Heb 12,2, y en el que todo anhelo del coraz\u00f3n humano encuentra cumplimiento. Como viene a insinuar el relato de los disc\u00edpulos de Ema\u00fas (cf. Lc 24,13-35), tambi\u00e9n nosotros, que no somos testigos privilegiados de la primera hora (Kierkegaard), que creemos sin haber visto, hacemos tambi\u00e9n la experiencia del Se\u00f1or vivo en su Iglesia y en el coraz\u00f3n de \u00e9sta que es la eucarist\u00eda. En ella el Resucitado es el anfitri\u00f3n que preside, bendice y distribuye el pan como hizo en su vida terrena. Nos recuerda, adem\u00e1s, que no basta s\u00f3lo con un conocimiento exhaustivo de la historia de Jes\u00fas, de haber escuchado que nos dicen que \u00e9l vive, del signo del sepulcro vac\u00edo, etc., sino que hace falta un conocimiento existencial, personal, que mire no s\u00f3lo al pasado de la historia, sino tambi\u00e9n al presente y al futuro propios de la fe. Hace falta reconocerle en el amor confiado, en la entrega de la vida a \u00c9l y a los dem\u00e1s. \u00abNo se comienza a ser cristiano por una decisi\u00f3n \u00e9tica o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientaci\u00f3n decisiva\u00bb (Deus<\/em> caritas est,<\/em> 1). Y un acontecimiento, como ense\u00f1a la mejor filosof\u00eda actual (L\u00e8vinas, Ladri\u00e8re, Romano, Garc\u00eda-Bar\u00f3), es lo que hace advenir un nuevo estado de cosas, lo que abre el tiempo y reestructura nuestra vida como los huesos secos de Ezequiel (cf. Ez 37,1-14), rompiendo el \u00e1mbito de lo previsible. Qu\u00e9 cristiano no puede decir, al menos en lo m\u00e1s hondo de su coraz\u00f3n, si el pudor no le impide gritarlo a los cuatro vientos, que el encuentro con Dios Padre, en el Se\u00f1or Jes\u00fas y en el don del Esp\u00edritu Santo, es lo mejor que nos ha pasado en esta vida.
\nEl quinto compromiso va muy unido al anterior, y es una consecuencia del encuentro con Cristo. El papa propone \u00abintensificar el testimonio de la caridad\u00bb (PF 14), pues \u00abla fe sin la caridad no da fruto y la caridad sin fe ser\u00eda un sentimiento constantemente a merced de la duda\u00bb (ibid<\/em>.<\/em>). El texto de 1Cor 13,1-13 al que se hace referencia en este n\u00famero, es un himno al amor (\u00e1gape<\/em>) de Dios que es paciente y bondadoso, sin envidia ni orgullo ni jactancia; que no es ego\u00edsta ni grosero, ni lleva cuentas del mal, ni se alegra de la injusticia; antes bien, se alegra de la verdad; un amor que \u00abtodo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta\u00bb; y no pasa jam\u00e1s. El mismo Benedicto XVI, cuando escribi\u00f3 como profesor de teolog\u00eda su todav\u00eda actual Introducci\u00f3n al cristianismo,<\/em> resumi\u00f3 la esencia de \u00e9ste precisamente en el principio del amor. Cuando el cristiano se toma en serio esta dimensi\u00f3n esencial de su fe, y las advertencias del Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a y de Mt 25,40: \u00abCada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos m\u00e1s peque\u00f1os, conmigo lo hicisteis\u00bb, un \u00e9xodo cordial lo lleva hasta sus pr\u00f3jimos m\u00e1s necesitados. En la historia del cristianismo ha habido y siguen habiendo muchos cristianos que \u00abdedican sus vidas con amor a quien est\u00e1 solo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender y el m\u00e1s importante que socorrer, porque precisamente en \u00e9l se refleja el rostro mismo de Cristo\u00bb (PF 14).
\nLa s\u00e9ptima propuesta tiene que ver con un compromiso eclesial \u00abm\u00e1s convencido a favor de una nueva evangelizaci\u00f3n para redescubrir la alegr\u00eda de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe\u00bb (PF 7). Rep\u00e1rese, una vez m\u00e1s, en la gran cantidad de veces que aparece el t\u00e9rmino \u00abredescubrir\u00bb. Tambi\u00e9n aqu\u00ed. Si la revelaci\u00f3n es la autocomunicaci\u00f3n del Dios Trino en Jesucristo para la salvaci\u00f3n de los hombres, c\u00f3mo no comunicar a su vez lo que gratis se nos ha dado. \u00abCaritas Christi urget nos<\/em>\u00bb (2 Cor 5, 14): es el amor de Cristo el que apremia e impulsa a evangelizar por los caminos del mundo. No se trata de una cuesti\u00f3n de proselitismo, sino de irradiar el amor que llena los corazones de los creyentes en una diacon\u00eda constante del pr\u00f3jimo. De ah\u00ed que la octava propuesta de la Carta Apost\u00f3lica sea tratar de percibir \u00ablos signos de los tiempos en la historia actual\u00bb (PF 15), de manera que nos convirtamos \u00aben un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo\u00bb (ibid<\/em>.<\/em>) que haga cre\u00edble nuestro testimonio y nos capacite para \u00ababrir el coraz\u00f3n y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, esa que no tiene fin\u00bb (ibid<\/em>.<\/em>).
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