{"id":6789,"date":"2012-12-01T00:00:26","date_gmt":"2012-11-30T22:00:26","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=6789"},"modified":"2012-12-01T00:00:26","modified_gmt":"2012-11-30T22:00:26","slug":"la-fuerza-de-la-esperanza","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/la-fuerza-de-la-esperanza\/","title":{"rendered":"LA FUERZA DE LA ESPERANZA"},"content":{"rendered":"
Jos\u00e9-Rom\u00e1n Flecha Andr\u00e9s<\/strong> Jos\u00e9-Rom\u00e1n Flecha Andr\u00e9s<\/p>\n Jos\u00e9-Rom\u00e1n Flecha Andr\u00e9s Catedr\u00e1tico Em\u00e9rito de Teolog\u00eda Moral de la Universidad Pontificia de Salamanca S\u00cdNTESIS El autor nos muestra que la esperanza es una de las principales claves de lectura de la exhortaci\u00f3n apost\u00f3lica de Juan Pablo II Ecclesia in Europa (2003), deteni\u00e9ndose en los signos de desesperanza y esperanza descritos en dicho escrito, […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1634,1146,94],"tags":[],"class_list":["post-6789","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-431","category-jose-roman-flecha-andres","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6789"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=6789"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6789\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=6789"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=6789"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=6789"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nCatedr\u00e1tico Em\u00e9rito de Teolog\u00eda Moral de la Universidad Pontificia de Salamanca<\/strong>
\n
\nS\u00cdNTESIS<\/strong>
\nEl autor nos muestra que la esperanza es una de las principales claves de lectura de la exhortaci\u00f3n apost\u00f3lica de Juan Pablo II Ecclesia<\/em> in Europa<\/em> (2003), deteni\u00e9ndose en los signos de desesperanza y esperanza descritos en dicho escrito, concluyendo que Jesucristo fue, es y ser\u00e1 nuestra Esperanza. Esta esperanza no es pasiva, sino plenamente activa, pues nos lanza a realizar pr\u00e1cticas cristianas como el testimonio, el di\u00e1logo y la caridad.
\n
\nHan pasado ya trece a\u00f1os desde que en 1999 tuvo lugar una segunda asamblea del S\u00ednodo de los Obispos, dedicada a revisar la situaci\u00f3n de Europa y de la Iglesia que peregrina en este continente. La primera asamblea sobre Europa hab\u00eda tenido lugar en 1991. Generalmente, los \u00faltimos papas han publicado una exhortaci\u00f3n, en la que se recogen y se elaboran las aportaciones de los Padres sinodales.
\nPues bien, en la v\u00edspera de la fiesta de los santos Pedro y Pablo del a\u00f1o 2003, Juan Pablo II public\u00f3 la exhortaci\u00f3n postsinodalEcclesia<\/em> in Europa, <\/em>es decir La Iglesia en Europa.<\/em> En ella se recogen muchas de las inquietudes y sugerencias que afloraron en el aula sinodal con motivo de la II Asamblea especial para Europa del S\u00ednodo de los Obispos.
\nLa exhortaci\u00f3n \u00a0trata de proponer una nueva invitaci\u00f3n a la esperanza a una Europa que parece haberla perdido.
\n
\nINTRODUCCION: LAS RAICES Y LA HERENCIA
\n
\nYa en la introducci\u00f3n a esta exhortaci\u00f3n aparece la palabra \u201cherencia<\/em>\u201d (n.3). Referida a los valores cristianos de Europa, se repetir\u00e1 varias veces a lo largo del documento.
\nTambi\u00e9n aparece muy pronto la referencia a \u201clas ra\u00edces<\/em>\u201d. La\u00a0 unidad de Europa hunde sus ra\u00edces en la com\u00fan inspiraci\u00f3n cristiana. Las ra\u00edces sustentan al \u00e1rbol y aseguran la posibilidad de dar frutos. No se olvide que \u201cEnraizados en Cristo\u201d habr\u00eda de ser el lema de la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Madrid el a\u00f1o 2011.
\nOtro de los temas que aparecen reiteradamente en la exhortaci\u00f3n es el de la esperanza.<\/em> M\u00e1s de setenta veces aparece esta palabra en el documento. De ah\u00ed que, apenas abierto, se diga que \u201ctal vez, lo m\u00e1s crucial, en el Este como en el Oeste, es su creciente necesidad de esperanza que pueda dar sentido a la vida y a la historia, y permita caminar juntos\u201d (n.4).
\nEvidentemente, se impone la necesidad de preguntarnos qu\u00e9 es lo que puede afianzar las ra\u00edces cristianas de Europa, para que esa herencia recibida del pasado, pueda orientar la esperanza de un futuro mejor y m\u00e1s humano.
\n <\/p>\n\n
\nPues bien, \u00bfc\u00f3mo es la Europa de hoy? \u00bfCu\u00e1les son los rasgos caracter\u00edsticos de la cultura europea en este momento? \u00bfC\u00f3mo vivimos los cristianos nuestra fe en este continente? A estas o parecidas preguntas se trata de responder en la primera parte de este documento, en la que se analizan algunos retos y signos de esperanza para la Iglesia en Europa.
\n
\n1.1. Oscurecimiento de la esperanza
\n
\nA decir verdad, la primera impresi\u00f3n que nos ofrece el panorama europeo no es nada halag\u00fce\u00f1a. Por una parte se constata el oscurecimiento de la esperanza.<\/em>
\n\u00bfC\u00f3mo puede detectarse ese ambiente? Se podr\u00eda haber aludido a esa fijaci\u00f3n de nuestra sociedad que parece obsesionada por alcanzar solamente unas metas inmediatas. Son las metas del tener, el poder y el placer. No hay por qu\u00e9 negar esas apetencias humanas que encandilan a j\u00f3venes y adultos. Pero hay que preguntarse si no nos impiden levantar los ojos hacia unos horizontes m\u00e1s lejanos y, m\u00e1s a\u00fan, hacia el destino trascendente del ser humano.
\nEsa obsesi\u00f3n por las posesiones, por el triunfo sociopol\u00edtico y por el disfrute desenfrenado se percibe en los mensajes diarios de la publicidad. Pero hay que reconocer que se percibe tambi\u00e9n en nuestro estilo diario de vida.
\nDe todas formas, y m\u00e1s all\u00e1 de las decisiones concretas, la p\u00e9rdida de la esperanza se refleja en un sentimiento de desorientaci\u00f3n e inseguridad que se puede observar por todas partes.
\nPor cierto, esas actitudes no son exclusivas de un sector agn\u00f3stico o descre\u00eddo. Tambi\u00e9n afectan a muchos cristianos que no se atreven a mirar confiadamente al futuro de la sociedad y al futuro de la Iglesia. El an\u00e1lisis de la realidad se articula en un juego de los tiempos, que evoca sucesivamente el pasado, el futuro y el presente.
\n
\n* Con relaci\u00f3n al pasado<\/em>, se constata que se da en Europa una p\u00e9rdida de la memoria y de la herencia cristianas<\/em>. Y sin memoria no hay esperanza. Es f\u00e1cil evocar un f\u00e1cil juego de palabras al que ya alud\u00eda hace muchos a\u00f1os el profesor La\u00edn Entralgo. \u201cRecordar\u201d es pasar el tiempo pasado por el filtro del coraz\u00f3n (cor<\/em>), mientras que el futuro nos exige dialogar para \u201cacordar\u201d planes y estrategias de pensamiento y de acci\u00f3n.
\nPara poder \u201cacordar\u201d los planes para el futuro, es preciso aprender a \u201crecordar\u201d\u00a0 el camino recorrido. Pues bien, se puede decir que Europa ha perdido su memoria. Muchos europeos parecen \u201cvivir sin base espiritual y como herederos que han despilfarrado el patrimonio recibido a lo largo de la historia\u201d (n.7)
\n
\n* Con relaci\u00f3n al porvenir<\/em>, se percibe por todas partes un cierto miedo a afrontar el futuro<\/em>. J\u00f3venes y adultos hacemos gala de arrogancia. Pasamos por el mundo como esos guerreros invulnerables que nos presenta el cine de ficci\u00f3n. Pero, si hemos de ser sinceros, hemos llegado a ser v\u00edctimas del miedo.
\nEn su famosa exhortaci\u00f3n sobre el anuncio del Evangelio, ve\u00eda Pablo VI a \u201clos hombres de nuestro tiempo como exaltados por la esperanza, pero a la vez perturbados con frecuencia por el miedo y la angustia\u201d[1]<\/a>.
\nMuchos recordamos aquel hermoso estudio en el que Emmanuel Mounier analizaba lo que \u00e9l llamaba \u201cel peque\u00f1o miedo del siglo XX\u201d.
\n–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hemos tenido miedo a las m\u00e1quinas, que, concebidas para ayudar al ser humano, parecen haberse sublevado contra \u00e9l.
\n–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hemos tenido miedo a ideas filos\u00f3ficas que han envenenado la convivencia en el siglo pasado.
\n–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hemos tenido miedo a reg\u00edmenes pol\u00edticos totalitarios, nacidos de ellas, que han pretendido eliminar pueblos y etnias en aras de inconfesables ideolog\u00edas.
\n–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hemos tenido miedo de un sistema de mercado que sit\u00faa la ganancia por encima del ser humano.
\n–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y muchos han tenido miedo de Dios. Herederos de las obsesiones nietzscheanas, muchos han tenido miedo de que Dios se convirtiera en un obst\u00e1culo para la realizaci\u00f3n humana.
\nYa en su primera aparici\u00f3n en p\u00fablico, apenas elegido Papa, tambi\u00e9n Juan Pablo II nos invit\u00f3 a todos a superar el temor. En su primera enc\u00edclica, Redemptor<\/em> hominis, <\/em>\u00a0puso bien de relieve que el miedo es hoy la mayor tentaci\u00f3n de la humanidad: \u201cEl hombre actual parece estar siempre amenazado por lo que produce, es decir, por el resultado del trabajo de sus manos y m\u00e1s a\u00fan por el trabajo de su entendimiento, de las tendencias de su voluntad\u201d (RH 15). A ese tema ha vuelto muchas veces y vuelve ahora, diciendo: \u201cLa imagen del porvenir que se propone resulta a menudo vaga e incierta. Del futuro se tiene m\u00e1s temor que deseo\u201d (n.8).
\n
\n* Si el pasado ha sido negado o ignorado y el futuro es visto con recelo, \u00bfqu\u00e9 ocurre con el presente<\/em>? El presente <\/em>est\u00e1 marcado por algunos signos del vac\u00edo interior de las personas y por la p\u00e9rdida del sentido de la vida.
\nEn el momento actual disponemos de los m\u00e1s r\u00e1pidos medios de transporte, pero no sabemos ad\u00f3nde vamos. Hemos perdido la relaci\u00f3n entre los medios y los fines. Todo eso no puede m\u00e1s que generar descontento y agresividad, frutos de una frustraci\u00f3n que nos cuesta trabajo admitir. Seg\u00fan el Papa, \u201ccomo manifestaciones y frutos de esta angustia existencial pueden mencionarse, en particular, el dram\u00e1tico descenso de la natalidad, la disminuci\u00f3n de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, la resistencia, cuando no el rechazo, a tomar decisiones definitivas de vida incluso en el matrimonio\u201d (n.8).
\n
\n1.2. Causas del desaliento
\n
\nLos hechos est\u00e1n ah\u00ed, aunque cada uno es libre de verlos o ignorarlos y, sobre todo, de atribuirles un significado u otro. Todos podr\u00edamos aportar muchos datos concretos para demostrar la veracidad de este diagn\u00f3stico.
\nPero, si eso es lo que nos pasa, habremos de preguntarnos alguna vez por qu\u00e9 nos pasa eso. M\u00e1s interesante que la enumeraci\u00f3n de los fen\u00f3menos parece la indicaci\u00f3n de algunas causas fundamentales. En la exhortaci\u00f3n Ecclesia<\/em> in Europa<\/em>, las causas del desaliento que se percibe en el ambiente podr\u00edan reducirse a \u00e9stas:
\n
\n* En primer lugar, se puede constatar por todas partes una difusa fragmentaci\u00f3n de la existencia que favorece el individualismo. <\/em>\u00a0En unos versos que inspirar\u00edan a Thomas Merton el t\u00edtulo para uno de sus libros, el poeta John Donne escrib\u00eda: \u201cNing\u00fan hombre es una isla, completa en s\u00ed misma; todo hombre es una pieza del continente, una parte de lo principal\u201d[2]<\/a>.\u00a0 Hoy, sin embargo, tanto las personas como los grupos sociales parecen haber apostado por la cultura del fragmento y la estrategia de la divisi\u00f3n.\u00a0\u00a0 \u00a0<\/em>
\n\u00a0<\/em>
\n* <\/em>Este hecho ha determinado un decaimiento creciente de la solidaridad <\/em>interpersonal. Nunca como ahora se ha hablado tanto de la solidaridad como valor \u00e9tico y como programa sociopol\u00edtico. Pero todo nos hace creer que la solidaridad, aun la m\u00e1s sincera, es un fruto ef\u00edmero. Parece brotar con motivo de una desgracia puntual y se manifiesta en sentimientos violentos pero pasajeros (n. 8).
\n
\n* Una tercera causa de los hechos rese\u00f1ados, y por cierto la m\u00e1s profunda, ser\u00eda el intento de hacer prevalecer una antropolog\u00eda sin Dios y sin Cristo. <\/em>Hoy se valora y se exalta por todas partes la autonom\u00eda del hombre. Sin embargo, la autonom\u00eda es una palabra que admite m\u00faltiples significados.
\n–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La autonom\u00eda de la ciencia y de la t\u00e9cnica, de la pol\u00edtica y de la administraci\u00f3n, ha sido alabada por el Concilio Vaticano II. La autonom\u00eda f\u00edsica de la persona y la autonom\u00eda social o pol\u00edtica son ideales preciosos.
\n–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pero el hombre contempor\u00e1neo ha convertido la autonom\u00eda en una reivindicaci\u00f3n de su voluntad frente al se\u00f1or\u00edo de un Dios considerado como enemigo de la causa humana.
\n–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A la larga, esa pretensi\u00f3n no ha producido los frutos de paz y comprensi\u00f3n que se esperaban (n.9). Es m\u00e1s, los signos de la falta de esperanza se manifiestan a veces en las formas preocupantes de lo que se puede llamar una \u00abcultura de muerte\u00bb.
\n
\nSeguramente subsiste en el continente europeo una nostalgia de la esperanza. <\/em>Sin embargo, \u00e9sta queda reducida casi siempreal \u00e1mbito intramundano<\/em>, y se contenta con el para\u00edso prometido por la ciencia y la t\u00e9cnica.
\nEn otras ocasiones se satisface con una felicidad de tipo hedonista, lograda a trav\u00e9s del consumismo o aquella ilusoria y artificial de las sustancias estupefacientes. En los \u00faltimos tiempos, esa nostalgia se refugia en diversas formas de mesianismo y de milenarismo, en el atractivo de las filosof\u00edas orientales, en\u00a0 formas esot\u00e9ricas de espiritualidad o en las diferentes corrientes de laNew<\/em> Age <\/em>(n.10).
\n
\n1.3. Signos de esperanza
\n
\nA pesar de todo, en su exhortaci\u00f3n La Iglesia en Europa, <\/em>el Papa Juan Pablo II descubr\u00eda algunos signos de esperanza que subsisten en nuestra sociedad.
\n
\n* Algunos de ellos parecen interesar s\u00f3lo a los cristianos. Entre estos signos podr\u00edan mencionarse las nuevas posibilidades de actividad pastoral que se han abierto para\u00a0 la Iglesia en los pa\u00edses del Este europeo despu\u00e9s de la ca\u00edda del muro de Berl\u00edn. A pesar de las dificultades nuevas que han surgido para el ecumenismo, la apertura hacia el Oriente ha ayudado a la Iglesia a\u00a0 concentrarse en su misi\u00f3n espiritual.
\nOtro signo de esperanza es la mayor conciencia de la misi\u00f3n propia de todos los bautizados que se percibe en muchos ambientes cat\u00f3licos. Por otra parte, es altamente estimable la mayor presencia de la mujer en las estructuras y en los diversos \u00e1mbitos de la comunidad cristiana (n. 11).
\nAdem\u00e1s de estos fen\u00f3menos de tipo social, menciona el Papa como signos de esperanza la santidad de los fieles, el testimonio de los m\u00e1rtires, la vida de las parroquias, los nuevos movimientos eclesiales\u00a0 y el avance del esp\u00edritu ecum\u00e9nico (nn. 13-17).
\n
\n* Otros signos de esperanza afectan a toda la comunidad civil, como la creciente apertura <\/em>rec\u00edproca de los pueblos, lareconciliaci\u00f3n<\/em> entre naciones durante largo tiempo hostiles y enemigas, as\u00ed como la ampliaci\u00f3n<\/em> progresiva del proceso unitario a los pa\u00edses del Este europeo. En la exhortaci\u00f3n pontificia es considerado como positivo el proceso democr\u00e1tico, que de manera pac\u00edfica y con un esp\u00edritu de libertad<\/em>, respeta y valora las leg\u00edtimas diversidades, suscitando y sosteniendo el proceso de unificaci\u00f3n de Europa<\/em>. Y, por supuesto, es valorado como positivo el respeto de los derechos humanos,<\/em> que deber\u00eda abrirse a la supremac\u00eda de losvalores \u00e9ticos y espirituales<\/em> (n. 12).
\nEsta enumeraci\u00f3n de logros y valores invita a preguntarnos si de verdad encuentran buena tierra en nuestro entorno y hasta qu\u00e9 punto los cristianos y las organizaciones eclesiales est\u00e1n contribuyendo a su aceptaci\u00f3n y promoci\u00f3n.
\n <\/p>\n\n
\nAnte esta situaci\u00f3n, tan marcada por el\u00a0 desaliento, la tentaci\u00f3n m\u00e1s inmediata es la de apelar a un optimismo recalentado como el que ya vivi\u00f3 Europa a comienzos del siglo XX. El mito del progreso dinamizaba entonces muchas ilusiones y numerosos proyectos[3]<\/a>. Durante unos a\u00f1os se crey\u00f3 que el avance cient\u00edfico y t\u00e9cnico vendr\u00eda a garantizar por s\u00ed s\u00f3lo el avance social y \u00e9tico del continente. El desastre de la primera guerra mundial vino a desbaratar aquellas expectativas un tanto ingenuas.
\n
\nEs cierto que la revoluci\u00f3n marxista volvi\u00f3 a empu\u00f1ar la antorcha de la esperanza, invitando a las gentes a sacrificar el presente en aras de un futuro ut\u00f3pico. En su obra El principio esperanza, <\/em>\u00a0Ernst Bloch coloca la meta de la esperanza en la promesa de la sociedad sin clases y en una prosperidad material compartida por todos. Parodiando el esp\u00edritu del Apocalipsis b\u00edblico, el autor afirmaba que donde se instaure el marxismo leninista, all\u00ed quedar\u00e1 asentada la nueva Jerusal\u00e9n[4]<\/a>.
\nAquella traducci\u00f3n de la esperanza cristiana a un optimismo centrado en metas pen\u00faltimas e intrahist\u00f3ricas ha sido ampliamente copiada por el capitalismo rampante, por la globalizaci\u00f3n econ\u00f3mica y pol\u00edtica y por la publicidad comercial m\u00e1s degradada.
\nFrente a estas ofertas, proclamamos que s\u00f3lo Jesucristo, Se\u00f1or nuestro, es el origen, la meta y el garante de nuestra esperanza. La fuerza de la esperanza ha de partir de la escucha de Jesucristo, nuestro Redentor. Como confiesa el Apocalipsis, \u00c9l es el Se\u00f1or que es, que era y que viene.<\/em>
\n
\n2.1. El Se\u00f1or que era.
\n
\nNuestra esperanza cristiana es memoria. Se funda en la vida, en la muerte y en la resurrecci\u00f3n de Jesucristo.
\nSeg\u00fan el evangelio de Lucas, el pueblo de Israel estaba a la espera y muchos se hab\u00edan preguntado si Juan no ser\u00eda el Mes\u00edas (Lc 3,15). Las im\u00e1genes que las gentes se hac\u00edan del Mes\u00edas eran diversas. Unos miraban a los cielos para tratar de descubrir un personaje misterioso que habr\u00eda de descender en una nube. Otros aguardaban un guerrero que viniera a liberar\u00a0 a su pueblo del dominio de los Romanos.
\nJuan el Bautista anunciaba a un \u201cfuerte\u201d que vendr\u00eda con poderes de juez para clarificar las actitudes de las gentes. Armado de un bieldo, limpiar\u00eda la era de Israel, recoger\u00eda el trigo en el granero y quemar\u00eda la paja en un fuego inextinguible (cf. Mt 3, 12). Pero Jes\u00fas\u00a0 no parec\u00eda responder a tales expectativas. As\u00ed que Juan envi\u00f3 a algunos de sus disc\u00edpulos para que formularan a Jes\u00fas la pregunta sobre su identidad: \u201c\u00bfEres t\u00fa el que ha de venir o debemos esperar a otro?\u201d (Mt 11,3). El evangelio pone en boca de Jes\u00fas una respuesta en la que da cuenta de sus acciones. Sus obras actualizan\u00a0 las profec\u00edas de Isa\u00edas: \u201cLos ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Noticia\u201d (Mt 11,5). El texto concluye con una bienaventuranza que nunca deber\u00edan olvidar los seguidores del Mes\u00edas: \u201c\u00a1Dichoso aquel que no se escandalice de m\u00ed!\u201d (Mt 11,6). Jes\u00fas es el Mes\u00edas que hab\u00eda que esperar, aunque su figura y su misi\u00f3n no siempre coincida con las im\u00e1genes concebidas por quienes lo esperaban.
\nEsta dial\u00e9ctica lo ha de acompa\u00f1ar durante su vida y aun despu\u00e9s de su muerte. De ese desajuste entre las fantas\u00edas populares y la realidad de la esperanza cumplida por Jes\u00fas dan buena cuenta los disc\u00edpulos de Ema\u00fas.\u00a0 Tras el desastre del G\u00f3lgota, no les resulta ya posible seguir alimentando sus antiguas expectativas: \u201cNosotros esper\u00e1bamos que ser\u00eda \u00e9l el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres d\u00edas desde que esto pas\u00f3\u201d (Lc 24,21). S\u00f3lo la presencia de Jes\u00fas resucitado puede ayudarles a reconsiderar aquellas expectativas y reconocer al que los acompa\u00f1a por el camino y les recuerda su vida, su mensaje y su misterio.
\n
\n2.2. El que es
\n
\nJesucristo hab\u00eda sido presentado por el evangelio de Mateo como el \u201cEmmanuel\u201d. En \u00e9l se cumpl\u00eda aquel ideal de cercan\u00eda entre lo humano y lo divino, cifrada en un nombre que hab\u00eda sido ya anunciado por el profeta Isa\u00edas (Mt 1,23; Is 7,14). Jes\u00fas habr\u00eda de realizar y evidenciar esa presencia cercana de Dios entre los hombres. Si tal presencia se revelaba en sus gestos y palabras, la revelaci\u00f3n habr\u00eda de llegar a su cumbre en su muerte y su glorificaci\u00f3n. Acabada su peregrinaci\u00f3n terrena, el mismo Jes\u00fas promete a sus disc\u00edpulos que estar\u00e1 con ellos hasta el final de los tiempos (Mt 28,20). En esa promesa final se concentra la riqueza del nombre que le hab\u00eda sido otorgado.
\nLa esperanza cristiana se nutre de la fe en esa presencia, es decir, de la confianza en la asistencia del Se\u00f1or resucitado. El Mes\u00edas que era la culminaci\u00f3n de las esperanzas de su pueblo es el mismo que es la fuente y el motivo, el apoyo y la culminaci\u00f3n de las esperanzas de los cristianos. En la carta a los hermanos de Colosas se presenta\u00a0 a Cristo como \u201cesperanza de la gloria\u201d (Col 1,27).
\nLa comunidad creyente vive la certeza de esa presencia de Dios en Jesucristo: una presencia siempre cercana, aunque siempre misteriosa e indomesticable. Jesucristo resucitado est\u00e1 entre nosotros. Tambi\u00e9n hoy lo podemos encontrar, \u201cporque Jes\u00fas est\u00e1 presente, vive y act\u00faa en su Iglesia:<\/em> \u00c9l est\u00e1 en la Iglesia y la Iglesia est\u00e1 en \u00c9l (cf. Jn<\/em> 15,1ss; Ga<\/em> 3,28; Ef<\/em> 4,15-16; Hch <\/em>9,5). En ella, por el don del Esp\u00edritu Santo, contin\u00faa sin cesar su obra salvadora\u201d. Podemos encontrarlo en la Sagrada Escritura, en la Eucarist\u00eda, en los dem\u00e1s Sacramentos y \u201cespecialmente en sus disc\u00edpulos que, fieles al doble mandamiento de la caridad, adoran a Dios en esp\u00edritu y en verdad (cf. Jn <\/em>4,24), y testimonian con la vida el amor fraterno que los distingue como seguidores del Se\u00f1or (cf. Mt<\/em> 25,31-46; Jn<\/em> 13,35; 15,1-17)\u201d (EE 22).
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\n2.3. El que viene
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\nEl libro del Apocalipsis presenta a Jes\u00fas como el que viene, no el que vendr\u00e1 (cf. Ap 1,4.8). Nuestra fe nos dice que \u00e9l est\u00e1 viniendo cada d\u00eda en los acontecimientos de la historia, que, a la luz de esa fe, son descubiertos e interpretados\u00a0 como \u201csignos de los tiempos\u201d. \u00c9l est\u00e1 viniendo, sobre todo, en los hijos de Dios, especialmente en los m\u00e1s necesitados y marginados. De ah\u00ed que nuestra fe se convierta en espera y nuestra espera en acogida de los hambrientos y sedientos con los que \u00e9l ha querido identificarse (cf. Mt 25, 31-46).
\nEl primer domingo de Adviento, pedimos a Dios que avive en sus fieles \u201cel deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompa\u00f1ados por las buenas obras\u201d. Las plegarias de ese tiempo de la espera, revelan y fortalecen la esperanza cristiana hasta culminar en las preciosas ant\u00edfonas mayores que preceden a la fiesta de la Navidad. Y, d\u00eda tras d\u00eda, tras la oraci\u00f3n dominical, pedimos a Dios que nos libre del mal y nos conceda la paz para que podamos vivir libres de pecado y de toda perturbaci\u00f3n \u201cmientras esperamos la gloriosa venida de nuestro salvador Jesucristo\u201d.
\nNuestra esperanza es memoria agradecida del que era, testimonio ferviente del que es y anuncio prof\u00e9tico del que viene cada d\u00eda a nuestra historia.
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\nEvidentemente, no basta con afirmar estas verdades. La esperanza no puede convertirse en un sentimiento vac\u00edo. La esperanza es activa y comprometida. Esperar es operar. El icono de la esperanza cristiana no puede ser la imagen de una persona que aguarda pasivamente la llegada de un tren, sino la imagen de una madre \u201cen estado de esperanza\u201d, que est\u00e1 gestando al hijo de sus entra\u00f1as. No habr\u00e1 esperanza si no la gestamos cada d\u00eda.
\nEn consecuencia, la afirmaci\u00f3n de Jesucristo como esperanza nuestra ha de originar y motivar algunas formas de comportamiento, que habr\u00e1n de privilegiar unos cuantos valores, entre los cuales ser\u00eda oportuno subrayar aqu\u00ed el testimonio, el di\u00e1logo y el servicio.
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\n3.1. La vida y el testimonio
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\nLa primera tarea de la esperanza es el testimonio de una vida que va siendo renovada por esta virtud humana y teologal. Hay en la exhortaci\u00f3n pontificia unas frases que retratan nuestra falta de testimonio cristiano:
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\n\u201cEn el Continente europeo no faltan ciertamente s\u00edmbolos prestigiosos de la presencia cristiana, pero \u00e9stos, con el lento y progresivo avance del laicismo, corren el riesgo de convertirse en mero vestigio del pasado. Muchos ya no logran integrar el mensaje evang\u00e9lico en la experiencia cotidiana; aumenta la dificultad de vivir la propia fe en Jes\u00fas en un contexto social y cultural en que el proyecto de vida cristiano se ve continuamente desde\u00f1ado y amenazado; en muchos ambientes p\u00fablicos es m\u00e1s f\u00e1cil declararse agn\u00f3stico que creyente; se tiene la impresi\u00f3n de que lo obvio es no creer, mientras que creer requiere una legitimaci\u00f3n social que no es indiscutible ni puede darse por descontada\u201d (EE 7).
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\nLos cristianos de hoy no deber\u00edamos olvidar la valent\u00eda con la que los primeros cristianos hubieron de vivir su fe. Aquella fe les inspiraba una oraci\u00f3n en la que proclamaban el \u201cMaranatha\u201d, es decir, \u201cVen Se\u00f1or\u201d (1Cor 16,22; Ap 22,20). Su invocaci\u00f3n era con frecuencia continuada con un ruego inquietante: \u201cVenga la gracia y pase este mundo\u201d[5]<\/a>.
\nVivir en la esperanza es siempre fruto de una vocaci\u00f3n prof\u00e9tica. Pero el profeta, como ya advert\u00eda el Documento de Puebla,<\/em>\u00a0no ejerce de verdad su misi\u00f3n si no \u201canuncia\u201d y \u201cdenuncia\u201d[6]<\/a>. Anuncia un mundo nuevo, m\u00e1s humano y m\u00e1s divino. Y, por eso mismo, denuncia las actitudes y estructuras que tienden a deshumanizar al hombre, precisamente por someterlo a unreduccionismo violento que le niega su referencia trascendente.
\nSin embargo, el anuncio y la denuncia s\u00f3lo se hacen cre\u00edbles si el profeta ha aceptado vivir personalmente en la \u201crenuncia\u201d a la comodidad y al inter\u00e9s. Vivir en la esperanza implica por tanto estar prontos para dar testimonio en el mundo presente de nuestra fe en un mundo futuro que aguardamos como don de Dios y fruto de nuestro humilde esfuerzo.\u00a0 De ah\u00ed que la esperanza exija siempre la martir\u00eda<\/em>, es decir la ofrenda testimonial de la propia vida. \u201cEl martirio<\/em> es la encarnaci\u00f3n suprema del Evangelio de la esperanza\u201d, como escribe el Papa (EE 13).
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\n3.2. Di\u00e1logo en un mundo plural
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\nLos que esperan en Jesucristo, saben que se encuentran todav\u00eda en camino. Por eso est\u00e1n dispuestos al di\u00e1logo, a prestar atenci\u00f3n a los otros caminantes que van buscando el ideal de la humanidad.
\nEl mosaico del para\u00edso escatol\u00f3gico, que la esperanza cristiana nos promete, est\u00e1 formado por mil teselas de mil colores diferentes. La belleza es pol\u00edcroma. Las teselas de un solo color no pueden crear la maravilla del mosaico. La verdad es sinf\u00f3nica. Ning\u00fan instrumento puede interpretarla en solitario. Y la bondad se proyecta, se refleja y se consuma en la concordia. Un coraz\u00f3n solitario e individualista nunca podr\u00e1 alcanzar el horizonte de la perfecci\u00f3n moral.
\nA la luz de la fe, esta vocaci\u00f3n al di\u00e1logo se basa en el misterio de la Encarnaci\u00f3n. La Palabra de Dios ha entrado en la historia humana y ha iniciado un di\u00e1logo de salvaci\u00f3n con las humildes palabras de la humanidad. Saben los cristianos que la verdad de Dios, la verdad sobre el hombre y la verdad sobre el mundo y la historia se les ir\u00e1 manifestando paulatinamente, por obra del Esp\u00edritu, como Jes\u00fas nos anunci\u00f3 en su discurso de despedida.
\nEl di\u00e1logo no es un fin en s\u00ed mismo. Tampoco es una estrategia para conseguir otros fines ocultos. Es el mismo ejercicio de la caridad. Como nos advert\u00eda Pablo VI, el di\u00e1logo es \u201cun modo de ejercitar la misi\u00f3n apost\u00f3lica; es un arte de comunicaci\u00f3n espiritual\u201d[7]<\/a>. Sus caracter\u00edsticas son la claridad, la afabilidad, la confianza y la prudencia.
\nEl camino de la esperanza nos recuerda que es preciso abrirse a los dem\u00e1s para captar los valores \u00e9ticos, las virtudes morales y las exigencias de la fe cristiana que los dem\u00e1s han descubierto mientras a nosotros nos pasaban inadvertidas.
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\n3.3. Servicio de la caridad
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\nY, por \u00faltimo, los que viven en la esperanza, saben bien que han de estar dispuestos a compartir su tiempo, sus bienes y su capacidad de afecto con los necesitados.
\nEl individualismo caracteriza nuestro estilo de vida. Autores como Alasdair Macintyre, bien conocido por su famosa obra Tras la virtud, <\/em>han atacado duramente el pensamiento liberal que ha terminado por engendrar un individualismo que deshumaniza al mundo contempor\u00e1neo, destruyendo as\u00ed los fundamentos de toda moralidad y haciendo imposible la formaci\u00f3n de comunidades humanas que aspiren todav\u00eda al logro del bien com\u00fan[8]<\/a>.
\nPues bien, la confesi\u00f3n de Cristo como testigo, modelo y t\u00e9rmino de nuestra esperanza\u00a0 ha de tener una dimensi\u00f3n social y comunitaria. El mundo que esperamos es el mundo redimido por Jesucristo y, por tanto, un mundo en el que llegue a su cumplimiento su mandato nuevo y espec\u00edfico: el de amarnos unos a otros, precisamente \u201ccomo\u201d \u00c9l nos ha amado. Recordando a Gabriel Marcel, se puede decir que s\u00f3lo amamos a aquellas personas de las que todav\u00eda esperamos algo, porque \u201camar a un ser es decirle: t\u00fa no morir\u00e1s\u201d[9]<\/a>. Pero s\u00f3lo esperamos con aquellos y en aquellos a los que amamos de verdad, con un amor afectivo y efectivo, oblativo y definitivo.
\nNo podemos gozar del consuelo de la esperanza mientras haya a nuestro alrededor hermanos nuestros que han sido privados de razones para seguir esperando. No podremos realizar el ideal ut\u00f3pico de la esperanza si no promovemos una nueva cultura del amor y de la acogida.
\nLa esperanza exige un aprendizaje lento. Y aprender a vivir en la esperanza implica aprender a vivir en la caridad, es decir, en la compasi\u00f3n hacia los m\u00e1s d\u00e9biles, explotados y marginados de la sociedad.
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\nCONCLUSI\u00d3N. EL \u00daNICO SALVADOR
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\nEl Papa Benedicto XVI ha dicho que \u201cesta cultura est\u00e1 marcada por una profunda carencia, pero tambi\u00e9n por una gran necesidad -in\u00fatilmente escondida- de esperanza\u201d[10]<\/a>.
\nAl concluir esta reflexi\u00f3n, recordamos la oraci\u00f3n con la que Giovanni Papini cerraba su famosa Historia de Cristo: <\/em>\u201cT\u00fa ves, Jes\u00fas, nuestra pobreza. T\u00fa ves cu\u00e1n grande es nuestra pobreza; no puedes dejar de reconocer cu\u00e1n improrrogable es nuestra necesidad, cu\u00e1n dura y verdadera nuestra angustia, nuestra indigencia, nuestra desesperanza; sabes cu\u00e1nto necesitamos de una extraordinaria intervenci\u00f3n tuya, cu\u00e1n necesario nos es tu retorno\u201d[11]<\/a>.
\nEvidentemente no nos liberar\u00e1 de la angustia y la desesperanza una invocaci\u00f3n inoperante, por encendida que parezca. Nuestra situaci\u00f3n actual necesita el esfuerzo de nuestra fe, la tensi\u00f3n de nuestra esperanza y el ejercicio humilde pero tenaz que brota de la caridad.
\nA la renovaci\u00f3n de esos compromisos, que por cristianos no dejan de ser humanos, nos invita uno de los p\u00e1rrafos m\u00e1s significativos de la exhortaci\u00f3n \u00a0Ecclesia in Europa. <\/em>\u00a0En \u00e9l Juan Pablo II nos invita a revisar nuestra situaci\u00f3n hist\u00f3rica concreta. Y, sobre todo, nos pide hacer viva y operante en ella esa nuestra esperanza que se centra en Jesucristo:
\n
\n\u201cPara los creyentes, Jesucristo es la esperanza de toda persona porque da la vida eterna<\/em>. \u00c9l es \u00abla Palabra de vida \u00bb (1 Jn<\/em>1,1), venido al mundo para que los hombres \u00abtengan la vida y la tengan en abundancia\u00bb (Jn<\/em> 10,10). As\u00ed nos ense\u00f1a c\u00f3mo el verdadero sentido de la vida del hombre no queda encerrado en el horizonte mundano, sino que se abre a la eternidad. La misi\u00f3n de cada Iglesia particular en Europa es tener en cuenta la sed de verdad de toda persona y la necesidad de valores aut\u00e9nticos que animen a los pueblos del Continente. Ha de proponer con renovada energ\u00eda la novedad que la anima. Se trata de emprender una articulada acci\u00f3n cultural y misionera, ense\u00f1ando con obras y argumentos convincentes c\u00f3mo la nueva Europa necesita descubrir sus propias ra\u00edces \u00faltimas. En este contexto, los que se inspiran en los valores evang\u00e9licos tienen un papel esencial que desempe\u00f1ar, relacionado con el s\u00f3lido fundamento sobre el cual se ha de edificar una convivencia m\u00e1s humana y m\u00e1s pac\u00edfica porque es respetuosa de todos y de cada uno (EE 21).
\n
\n\u00c9sa es nuestra \u00edntima convicci\u00f3n. Este es el don que hemos recibido de Dios y la tarea que se espera de nosotros. Con fe viva y con la sinceridad de nuestra vida creemos y profesamos que Jesucristo es nuestra esperanza.
\nPor eso, a \u00e9l se dirige nuestra oraci\u00f3n m\u00e1s confiada en medio de los peligros que azotan a la barca en la que navegamos.
\nA \u00e9l confesamos con un coraz\u00f3n creyente en medio de la asamblea eclesial que nos convoca a evocar su misterio y su presencia.
\nA \u00e9l anunciamos, alegres y decididos, en las plazas del mundo, aun conscientes de nuestra debilidad.
\nSus valores han de ser los nuestros. Aquellos valores que en \u00e9l fueron se\u00f1ales de su misi\u00f3n y en nosotros virtudes que evidencian nuestra vocaci\u00f3n.
\nSu esp\u00edritu es el nuestro. Aqu\u00e9l esp\u00edritu que lo revelaba como Hijo de Dios e Hijo del Hombre y que a nosotros nos mueve a dar testimonio de su vida y su obra.
\nSu esperanza es la nuestra. Aquella esperanza que lo impulsaba a recorrer los caminos y a buscar la oveja perdida es tambi\u00e9n la fuerza de nuestra esperanza.
\n <\/p>\n
\n[1]<\/a> PABLO VI, Evangelii<\/em> nuntiandi <\/em>(8.12.1975), 1.
\n[2]<\/a> Th. MERTON, No Man is an Island, <\/em>Garden City, NY 1967, 17.
\n[3]<\/a> Cf. R. NISBET, Historia de la idea de progreso, <\/em>\u00a0Barcelona 1981.
\n[4]<\/a> Cf. M. URE\u00d1A, Ernst Bloch. <\/em>\u00bfUn futuro sin Dios?, <\/em>Madrid 1986, 566-567; J.L. RUIZ DE LA PE\u00d1A, La Pascua de la Creaci\u00f3n, <\/em>\u00a0Madrid 1996, 11-12.
\n[5]<\/a> Didaj\u00e9<\/em> \u00a010,6, donde se incluye tambi\u00e9n el \u201cMaranatha\u201d en el himno de acci\u00f3n de gracias.
\n[6]<\/a> III\u00aa CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, La evangelizaci\u00f3n en el presente y en el futuro de Am\u00e9rica Latina <\/em>(Documento de Puebla), n. 267.
\n[7]<\/a> PABLO VI, \u00a0Ecclesiam suam <\/em>\u00a0(6.8.1964), III.
\n[8]<\/a> Cf. A. MACINTYRE, Tras la virtud, <\/em>Barcelona 1987.
\n[9]<\/a> G. MARCEL, Homo viator, <\/em>\u00a0Paris 1963, 194.
\n[10]<\/a> BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la IV Asamblea Eclesial Nacional Italiana (19.10.2006), en L\u2019Osservatore Romano <\/em>(ed. esp.) 38\/43 (27.10.2006), 8-10.
\n[11]<\/a> G. PAPINI, Historia de Cristo, <\/em>Madrid 1971, 483.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"