{"id":6859,"date":"2012-07-01T00:00:35","date_gmt":"2012-06-30T22:00:35","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=6859"},"modified":"2012-07-01T00:00:35","modified_gmt":"2012-06-30T22:00:35","slug":"la-propuesta-de-un-concilio-pastoral","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/la-propuesta-de-un-concilio-pastoral\/","title":{"rendered":"LA PROPUESTA DE UN CONCILIO PASTORAL"},"content":{"rendered":"
Angel Mar\u00eda Unzueta<\/strong> El Vaticano II ha sido la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX<\/em>[1]<\/a>. Recibi\u00f3 desde sus inicios el calificativo de concilio pastoral<\/em>. \u00bfC\u00f3mo entenderlo? \u00bfAcaso fue un concilio \u201cmenor\u201d frente a otros considerados m\u00e1s dogm\u00e1ticos? Tales preguntas siguen formul\u00e1ndose cuando se cumplen 50 a\u00f1os de su apertura el 11 de octubre de 1962 y el debate acerca de la interpretaci\u00f3n de sus textos est\u00e1 m\u00e1s vivo que nunca. El adjetivo tiene su origen en la figura del pastor, que orienta, acompa\u00f1a y cuida al reba\u00f1o. La referencia evang\u00e9lica se concreta, naturalmente, en el Buen Pastor, que manifiesta especial predilecci\u00f3n por quienes puedan estar m\u00e1s debilitados, desvalidos, perdidos o malheridos, y empe\u00f1a su vida en ello. Lo pastoral, por tanto, evoca la solicitud por el ser humano concreto. Tal es la actitud y la actividad de Jes\u00fas en los evangelios, que, m\u00e1s que un compendio de doctrina, son relatos que tratan de manifestar y transmitir la solicitud de Dios por cada persona, sobre todo por la que pasa necesidad. Dios apacienta a la humanidad y cuida a sus miembros m\u00e1s deteriorados. Una mirada r\u00e1pida a la historia de los concilios revela que generalmente, casi sin excepci\u00f3n, han sido convocados para dirimir alguna cuesti\u00f3n b\u00e1sica planteada a la conciencia creyente o para afirmar o clarificar aspectos fundamentales de la doctrina cristiana. No fue el caso del Vaticano II, tal como afirm\u00f3 Juan XXIII en el discurso de apertura. El fin fundamental de la asamblea no iba a consistir en discutir algunos cap\u00edtulos importantes de la doctrina cristiana y repetir, ampliado, lo que han dicho los Padres y los te\u00f3logos, antiguos y modernos<\/em>, ya que<\/em> para tener \u00fanicamente ese tipo de discusiones no era necesario convocar un Concilio ecum\u00e9nico<\/em>[5]<\/a>. El Vaticano II fue, sin duda alguna, un Concilio claramente \u201cmayor\u201d, tanto en sus contenidos como en su significaci\u00f3n y alcance. Trat\u00f3 de abordar y actualizar todas las dimensiones y \u00e1mbitos de la vida cristiana y eclesial: la misi\u00f3n, la cristolog\u00eda, la fe y la espiritualidad, las diversas vocaciones, carismas y estados de vida, los sacramentos y la liturgia, la comprensi\u00f3n de la Palabra de Dios, la moral, la reforma de las estructuras eclesiales, el ecumenismo y el di\u00e1logo con las religiones no cristianas, la presencia en la sociedad, la relaci\u00f3n con la cultura. En una palabra, el Concilio abri\u00f3 nuevos caminos a la experiencia de la fe, modific\u00f3 la imagen predominante de Dios y la volvi\u00f3 liberadora para mucha gente creyente. As\u00ed lo expresaba con indudable acierto un poeta vasco, profundamente creyente: El Vaticano II aprob\u00f3 la Gaudium et spes<\/em> en su novena sesi\u00f3n p\u00fablica, la v\u00edspera de la clausura. En su \u00faltimo acto magisterial, el Concilio denomin\u00f3 el documento como Constituci\u00f3n Pastoral<\/em>, lo cual presentaba una absoluta novedad en la historia de los concilios y, en la misma medida, un reto para su m\u00e9todo e interpretaci\u00f3n. De este modo, el Concilio pastoral se cerraba con la promulgaci\u00f3n de un texto que recib\u00eda expl\u00edcitamente tal calificativo. <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n Calificar al Concilio como pastoral equivale a subrayar su apertura y tomar en serio al destinatario. Era \u00e9sta una opci\u00f3n muy clara, propuesta tanto por Juan XXIII como por Pablo VI, tratando de poner fin a la postura defensiva y al enclaustramiento de la Iglesia en la sociedad y en la cultura modernas. El primero, en su convocatoria, se\u00f1al\u00f3 la necesidad de prestar atenci\u00f3n a los signos de los tiempos[10]<\/a>. Con ello otorgaba a la historia y a la cultura gran relevancia para comprender, vivir y proponer la fe, como qued\u00f3 plasmado en el siguiente texto: Corresponde a la Iglesia el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, de manera acomodada a cada generaci\u00f3n, pueda responder a los perennes interrogantes de los hombres sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre la relaci\u00f3n mutua entre ambas<\/em>[11]<\/a>. La influencia de la enc\u00edclica Ecclesiam suam<\/em> en el desarrollo del Vaticano II ha quedado suficientemente mostrada m\u00e1s arriba. Sin embargo, es justo a\u00f1adir que la propuesta de Pablo VI miraba m\u00e1s hacia el exterior (mundo, cultura, ecumenismo, religiones) que hacia el interior de la comunidad cristiana. En efecto, la resuelta apertura y el indisimulado optimismo a la hora de proponer el di\u00e1logo con el mundo, con las religiones y con las dem\u00e1s confesiones cristianas quedaban claramente atenuados en la enc\u00edclica al llegar el momento de tratar el di\u00e1logo intraeclesial. El Papa propon\u00eda ciertamente un esp\u00edritu de di\u00e1logo a la comunidad cristiana, pero recordaba que ello no suprime el ejercicio de la funci\u00f3n propia de la autoridad por un lado, de la sumisi\u00f3n por el otro<\/em>[25]<\/a>. En este sentido, resulta llamativa la contradicci\u00f3n entre el reconocimiento de la aptitud y de la madurez del mundo moderno y de la persona para el di\u00e1logo, por un lado, y el planteamiento asim\u00e9trico del di\u00e1logo en el interior de la Iglesia, formada por mujeres y hombres adultos, encarnados plenamente en la cultura moderna. Al cumplirse medio siglo de la apertura del Vaticano II, la Iglesia, convocada por Benedicto XVI, se dispone a celebrar el A\u00f1o de la Fe, en el que se pretende impulsar la renovaci\u00f3n espiritual y pastoral de las comunidades, teniendo en cuenta el acontecimiento conciliar que va marcando esta etapa de la historia de la Iglesia. \u00c1ngel Mar\u00eda Unzueta<\/p>\n \u201cHUBO UN HOMBRE ENVIADO POR DIOS: SE LLAMABA JUAN\u201d (JN 1,6) Angel Mar\u00eda Unzueta Vicario General de la di\u00f3cesis de Bilbao S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El autor se pregunta qu\u00e9 decimos cuando hablamos del Concilio Vaticano II como un concilio pastoral. La palabra pastoral conecta con la actitud del Buen Pastor y evoca la solicitud por […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1600,1593,94],"tags":[],"class_list":["post-6859","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-angel-maria-unzueta","category-estudios-426_427","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6859","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=6859"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/6859\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=6859"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=6859"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=6859"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nVicario General de la di\u00f3cesis de Bilbao<\/strong>
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEl autor se pregunta qu\u00e9 decimos cuando hablamos del Concilio Vaticano II como un concilio pastoral. La palabra pastoral conecta con la actitud del Buen Pastor y evoca la solicitud por el ser humano concreto. En este sentido, Gaudium et Spes se define como una constituci\u00f3n pastoral y puede considerarse, a criterio del autor, buque insignia del Conclio. Unzueta destaca en su reflexi\u00f3n la categor\u00eda di\u00e1logo y la recepci\u00f3n del Concilio.
\n <\/p>\n\n
\nPara ayudar a clarificar la cuesti\u00f3n, resulta muy conveniente remontarse en el tiempo y tratar de descubrir lo que pretend\u00edan al adoptar la perspectiva pastoral Juan XXIII primero y Pablo VI despu\u00e9s. Para ello, es necesario acudir sobre todo a sus propuestas a la asamblea conciliar en los discursos de apertura de las diversas sesiones y a los documentos que, emanados del Concilio, abordan de una u otra manera las preguntas arriba planteadas.
\n <\/p>\n\n
\nEn el contexto teol\u00f3gico, la pastoral significa la dimensi\u00f3n pr\u00e1ctica de la teolog\u00eda, que tiene en cuenta primeramente al destinatario. En este sentido, viene a concordar con la afirmaci\u00f3n de que el ser humano es el camino primero y fundamental de la Iglesia<\/em>[2]<\/a>.<\/em> El Vaticano II recogido la tradici\u00f3n y la interpret\u00f3 teniendo como interlocutoras a la persona y a la sociedad del momento.
\nEl car\u00e1cter pastoral apunta al encuentro entre personas, cada una con su historia, su modo de pensar y actuar, as\u00ed como entre comunidades con sus procedimientos y estructuras. Resulta, por tanto, l\u00f3gico, que el Concilio tuviera como objetivo prioritario la renovaci\u00f3n de la Iglesia. Trataba de salir al encuentro de las personas, actualizando para ello la tradici\u00f3n viva de la Iglesia y dej\u00e1ndose interpelar por la realidad del momento.
\nLa solicitud pastoral se expresa en el amor y en el servicio. En efecto, el objetivo de la acci\u00f3n pastoral de la Iglesia se concreta en el servicio a la persona y a la sociedad. No en vano, la cita evang\u00e9lica m\u00e1s repetida en los textos conciliares es la referida al Hijo del Hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir<\/em>[3]<\/a>.
\nAhora bien, el calificativo pastoral<\/em> nunca hab\u00eda sido aplicado a un concilio. Muy probablemente, Juan XXIII deseaba un nuevo tipo de asamblea conciliar. Durante el pontificado de P\u00edo XII ya se hab\u00eda hablado de la posibilidad de un concilio, pero seguramente hubiera sido a la antigua usanza y con una postura defensiva ante el mundo. No era \u00e9sa la idea de Juan XXIII. Este no buscaba tanto reforzar la doctrina y la disciplina, cuanto volver cre\u00edble el testimonio de la Iglesia ante el mundo, en di\u00e1logo con \u00e9l. El Papa emple\u00f3 al comienzo el t\u00e9rmino aggiornamento<\/em>. Es decir, pretend\u00eda una puesta al d\u00eda y ello s\u00f3lo podr\u00eda llevarse a cabo mediante la escucha de los signos de los tiempos y el debate libre entre los padres conciliares. Pronto surgieron los debates acerca del significado del t\u00e9rmino, tomado del lenguaje comercial, en el que se entend\u00eda como actualizaci\u00f3n de los libros de cuentas y del registro. \u00bfSe tratar\u00eda de mera adecuaci\u00f3n a los tiempos? \u00bfNo se perd\u00eda con ello perfil e identidad, sobre todo cuando la Iglesia llevaba ya mucho tiempo a la defensiva y no pocas veces enfrentada a la cultura moderna?
\nEn tal contexto, Juan XXIII, muy posiblemente con intenci\u00f3n de evitar debates que consideraba est\u00e9riles, asign\u00f3 al Concilio un fin pastoral. La Iglesia se hallaba en un recodo de la historia, en un momento de cambio, y necesitaba superar f\u00f3rmulas, estructuras y cauces que se estaban quedando obsoletos y por ello resultaban dif\u00edcilmente inteligibles. No es dif\u00edcil suponer la resistencia que este planteamiento encontr\u00f3 en amplios sectores de la curia vaticana. La oposici\u00f3n no se centraba tanto en la conveniencia de un concilio, sino en la posibilidad de uno de tal car\u00e1cter abierto, pastoral y dialogal[4]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\nEn el mismo apartado, el Papa formulaba la pretensi\u00f3n principal: conocer con mayor amplitud y profundidad la tradici\u00f3n de la Iglesia, para investigarla y exponerla seg\u00fan las exigencias del tiempo actual. En definitiva, se trataba depresentar un modo de exponer las cosas que est\u00e9 m\u00e1s de acuerdo con el Magisterio, que tiene, sobre todo, un car\u00e1cter pastoral<\/em>. Dicho de otro modo, las ense\u00f1anzas de la Iglesia pretenden promover y fortalecer vida cristiana. El Vaticano II pretend\u00eda ciertamente actualizar el mensaje de la Iglesia, la teor\u00eda, por decirlo de alguna manera, pero tal esfuerzo estaba encaminado a iluminar y potenciar la praxis evang\u00e9lica de los creyentes y de las comunidades en el tiempo presente.
\nCuando Pablo VI sucedi\u00f3 a Juan XXIII, tom\u00f3 la determinaci\u00f3n de seguir con el Concilio y asumi\u00f3 totalmente la perspectiva inicial. En su primera intervenci\u00f3n como Papa ante la asamblea con motivo de la apertura de la segunda sesi\u00f3n, cit\u00f3 textualmente lo subrayado por su antecesor. M\u00e1s adelante, al abrir la cuarta y \u00faltima de las sesiones, sintetiz\u00f3 el objetivo pastoral del Concilio, fundamentando bellamente la raz\u00f3n de ser, el origen, la identidad y el quehacer de la Iglesia en el amor:
\n
\nNuestro amor se ha manifestado ya aqu\u00ed, y se manifestar\u00e1 de modo que en la historia presente y futura constituir\u00e1 la caracter\u00edstica peculiar de este Concilio. Este amor ser\u00e1 la respuesta que recibir\u00e1 el hombre que desee describir a la Iglesia en este momento culminante y cr\u00edtico de su vida: \u00bfqu\u00e9 hizo, se preguntar\u00e1, en aquel tiempo la Iglesia cat\u00f3lica? Amaba, se le responder\u00e1. Amaba con coraz\u00f3n pastoral.<\/em>
\n
\nDicho coraz\u00f3n pastoral se abr\u00eda a Dios, a la Iglesia y a la humanidad, tal como se expresaba en el mismo discurso. Se deseaba, por tanto, un concilio atento a las necesidades y preocupaciones de la gente, dispuesto a fortalecer el testimonio evang\u00e9lico de la Iglesia y a actualizar su misi\u00f3n evangelizadora.
\n <\/p>\n\n
\nOrai ez dakit Jauna, Zu edo ni aldatu ote naizen,<\/em>
\netzira egun ene gogoan lengo itxuraz agertzen;<\/em>
\ngertatzen denaz, o Nagusia, kartsuki zaitut eskertzen,<\/em>
\ngure arteko hoztasun hartaz hasia nintzan aspertzen,<\/em>
\nJainko maitea, ordu zen noizbait lagunak egin gintezen<\/em>[6]<\/a>.<\/em>
\n
\n(Ahora no s\u00e9, Se\u00f1or, si hemos cambiado t\u00fa o yo,
\npero hoy no apareces en mi esp\u00edritu con el aspecto de antes;
\npor este acontecimiento te doy gracias fervientemente,
\nhab\u00eda empezado a cansarme de aquella fr\u00eda relaci\u00f3n,
\nDios amado, ya era hora de que alguna vez fu\u00e9ramos amigos)
\n
\nEn cuanto al significado hist\u00f3rico del Vaticano II, es preciso reconocer que fue anunciado y percibido como promotor de un cambio de \u00e9poca en la Iglesia. La Iglesia tomaba conciencia de su misi\u00f3n evangelizadora, pasaba de \u201clas misiones\u201d como actividad a la misi\u00f3n como se\u00f1a de identidad, que hund\u00eda sus ra\u00edces en la Trinidad[7]<\/a>.
\nPara subrayar su significado, K. Rahner divid\u00eda la historia de la Iglesia en tres \u00e9pocas: la primera hasta la asamblea de Jerusal\u00e9n (Hch 15); la segunda, hasta el Vaticano II; la tercera, la abierta por el \u00faltimo concilio. Est\u00e1 claro que no se trata de una clasificaci\u00f3n hist\u00f3rica objetiva, sino de una intuici\u00f3n teol\u00f3gica que centra la atenci\u00f3n en el significado decisivo de la asamblea de Jerusal\u00e9n y del Vaticano II para el impulso y la percepci\u00f3n de la misi\u00f3n de la Iglesia. Ambos acontecimientos constituyen mojones que abren horizontes a la misi\u00f3n y, en esa medida, marcan un antes y un despu\u00e9s en la conciencia eclesial. Tanto Jerusal\u00e9n como el Vaticano II se\u00f1alan un punto de inflexi\u00f3n en el modo de entender la misi\u00f3n de la Iglesia en un contexto cultural diferente. Si en los comienzos de la Iglesia se debati\u00f3 el alcance universal del Evangelio, m\u00e1s all\u00e1 de la cultura y la tradici\u00f3n jud\u00edas, el \u00faltimo Concilio abri\u00f3 dimensiones in\u00e9ditas a dicha misi\u00f3n universal en los albores de un nuevo tiempo.
\nLo que ocurre es que el Vaticano II no habl\u00f3 al modo dogm\u00e1tico habitual de los concilios. Acu\u00f1\u00f3 formulaciones muy logradas, pero su preocupaci\u00f3n primera se centr\u00f3 en su aplicabilidad a la conciencia de los creyentes. As\u00ed, subray\u00f3 actitudes y orientaciones a adoptar en la comunidad cristiana para promover un mayor y mejor testimonio del Evangelio. Ello no s\u00f3lo no le rest\u00f3 fuerza vinculante a su mensaje, sino que le a\u00f1adi\u00f3 comprensi\u00f3n y credibilidad.
\n <\/strong><\/p>\n\n
\nEl documento no proven\u00eda de borradores o esquemas de la fase preparatoria, sino que fue producto de una larga y laboriosa gestaci\u00f3n durante los tres a\u00f1os de celebraci\u00f3n del Concilio. Por ello se convierte en un elemento clave a la hora de entender lo que el aula conciliar calificaba como pastoral. La asamblea era consciente del debate que se pod\u00eda suscitar al contraponer lo dogm\u00e1tico a lo pastoral. Por ello, aprob\u00f3 la nota que acompa\u00f1a al t\u00edtulo mismo del documento, en la que se afirma lo siguiente:
\n
\nSe llama constituci\u00f3n \u201cpastoral\u201d porque, apoy\u00e1ndose en principios doctrinales, pretende exponer la actitud de la Iglesia ante el mundo y los hombres contempor\u00e1neos. Por eso, ni en la primera parte <\/em>(la de los principios) falta la intenci\u00f3n pastoral, ni en la segunda <\/em>(la que aborda los problemas m\u00e1s urgentes de la sociedad) la intenci\u00f3n doctrinal. (\u2026) As\u00ed pues, esta Constituci\u00f3n debe ser interpretada seg\u00fan las normas generales de la interpretaci\u00f3n teol\u00f3gica y teniendo en cuenta, sobre todo en su segunda parte, las circunstancias variables con las que, por su propia naturaleza, est\u00e1n conexos los temas que se tratan.<\/em>
\n
\nEl debate teol\u00f3gico acerca de la hermen\u00e9utica del Vaticano II reviste gran actualidad, pero la cuesti\u00f3n no es nada nueva. El problema est\u00e1 planteado ya desde la clausura de la asamblea. Pronto se advirti\u00f3 la existencia de perspectivas eclesiol\u00f3gicas diferentes en los planteamientos del Concilio, que no llegaron a conciliarse entre s\u00ed[8]<\/a>. Sin embargo, la dial\u00e9ctica presente en los documentos previene de interpretaciones selectivas e invita a construir nuevas s\u00edntesis que vayan impulsando los procesos de recepci\u00f3n del Concilio.
\nEn tal contexto, antes y ahora no han faltado quienes, apelando al talante pastoral de la Gaudium et spes<\/em>, en concreto, y del Concilio en general, han puesto en duda el car\u00e1cter vinculante de las afirmaciones conciliares. Con ello se agranda el riesgo de interpretaciones interesadas, ya que las formulaciones que se perciben problem\u00e1ticas pueden ser consideradas como indicaci\u00f3n, consejo o recomendaci\u00f3n, y desvirtuadas, por tanto, en su alcance doctrinal.
\nLa distinci\u00f3n entre la dimensi\u00f3n dogm\u00e1tica y la pastoral es siempre dif\u00edcil y a veces imposible, ya que todo dogma tiene una vertiente pastoral y todo planteamiento o actividad pastoral encierra un significado dogm\u00e1tico. En todo caso, conviene tener en cuenta aspectos como los siguientes:
\n <\/p>\n\n
\n
\n
\n
\nPablo VI, por su parte, reforz\u00f3 esta opci\u00f3n por la apertura de la Iglesia. Ya en su primera alocuci\u00f3n a la asamblea de obispos, al iniciarse la segunda etapa conciliar, cuando propuso los dos temas mayores: la reflexi\u00f3n acerca de la Iglesia y el di\u00e1logo con el mundo. Pero fue su primera enc\u00edclica Ecclesiam suam<\/em> la que marc\u00f3 decisivamente el estilo y el devenir del Concilio. Ya en su t\u00edtulo se mencionaba la tem\u00e1tica que iba a abordar, a saber, los caminos que la Iglesia Cat\u00f3lica debe seguir en la actualidad para cumplir su misi\u00f3n<\/em>. El documento papal abordaba extensamente la cuesti\u00f3n del di\u00e1logo y se convertia en obligado texto de referencia para los padres conciliares.
\nEl documento papal propon\u00eda el di\u00e1logo como actitud y modo de relaci\u00f3n con el conjunto de la sociedad: La Iglesia debe entablar di\u00e1logo con el mundo en el que tiene que vivir. La Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio<\/em>[12]<\/a>. Se reconoc\u00eda la madurez del hombre, religioso o no, capacitado por la educaci\u00f3n civil para pensar, hablar y tratar con la dignidad del di\u00e1logo<\/em>[13]<\/a>. Consecuentemente, el Papa propon\u00eda a la Iglesia disponibilidad para,a\u00fa<\/em>n antes de hablar, escuchar la voz, m\u00e1s a\u00fan, el coraz\u00f3n del hombre, comprenderlo y respetarlo en la medida de lo posible y, donde lo merezca, secundarlo<\/em>[14]<\/a>. Ello se justifica desde el momento en que el origen del di\u00e1logo se sit\u00faa en la intenci\u00f3n misma de Dios, que ha tomado la iniciativa de entablar un coloquio con la humanidad, llegando a su m\u00e1xima expresi\u00f3n en la encarnaci\u00f3n, en la que Dios se da a conocer[15]<\/a>. Siguiendo el ejemplo de Dios en la historia de la salvaci\u00f3n, la Iglesia busca un di\u00e1logo claro, afable, confiado y prudente, sin l\u00edmites ni c\u00e1lculos, inependiente del resultado o de los m\u00e9ritos del interlocutor[16]<\/a>.
\nA partir de la propuesta de Pablo VI, el di\u00e1logo fue la perspectiva general adoptada por el Vaticano II, que se concret\u00f3 especialmente en el planteamiento de varios documentos significativos. L\u00f3gicamente fue la Constituci\u00f3n Pastoral ya citada la que asumi\u00f3 el di\u00e1logo como clave y fundamento de la postura de la Iglesia en la sociedad. Ello quedaba recogido de muchas maneras y se sintetizaba al final del texto: La Iglesia, en virtud de su misi\u00f3n de iluminar a todo el orbe con el mensaje evang\u00e9lico y de reunir en un solo Esp\u00edritu a todos los hombres de cualquier naci\u00f3n, raza o cultura, se convierte en un signo de aquella fraternidad que permite y consolida el di\u00e1logo sincero<\/em>[17]<\/a>. La intenci\u00f3n de establecer un di\u00e1logo mutuo con el mundo no era meramente ret\u00f3rica, sino que reconoc\u00eda lo mucho que la Iglesia ha recibido a lo largo de la historia y sigue recibiendo de las diversas culturas, hasta el extremo de confesar haberse aprovechado mucho y poder aprovecharse de la oposici\u00f3n misma de sus adversarios o perseguidores<\/em>[18]<\/a>.
\nLa clave del di\u00e1logo est\u00e1 tambi\u00e9n muy presente en el tratamiento de la revelaci\u00f3n, que no consiste tanto en un compendio de verdades reveladas, sino en la manifestaci\u00f3n y entrega de Dios mismo, que habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compa\u00f1\u00eda<\/em>[19]<\/a>. La Palabra de Dios es as\u00ed entendida como eco de la voz de Dios en el coraz\u00f3n humano.
\nEl di\u00e1logo es asimismo la postura que el Vaticano II propone para las relaciones de la Iglesia con las dem\u00e1s religiones y confesiones cristianas, as\u00ed como con los no creyentes. En el caso del di\u00e1logo ecum\u00e9nico, no hay reservas para que expertos de diversas confesiones puedan discutir cuestiones teol\u00f3gicas en un nivel de igualdad<\/em> (pari cum pari)<\/em>[20]<\/a>. La acci\u00f3n misionera ha de llevarse en di\u00e1logo con el modo de pensar y actuar de cada cultura, y los misioneros han de educarse en el esp\u00edritu del ecumenismo y prepararse adecuadamente para el di\u00e1logo fraterno con los no cristianos<\/em>[21]<\/a>. En esta misma l\u00ednea, la Iglesiaexhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el di\u00e1logo y la colaboraci\u00f3n con los seguidores de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, as\u00ed como los valores socio-culturales que se encuentran en ellos<\/em>, con especial menci\u00f3n del di\u00e1logo entre jud\u00edos y cristianos[22]<\/a>.
\nEn la Declaraci\u00f3n Dignitatis humanae <\/em>sobre la libertad religiosa, que refleja uno de los avances doctrinales y cambios de mentalidad m\u00e1s notables que se dieron durante la celebraci\u00f3n del Concilio, se formula una actitud fundamental para la acci\u00f3n pastoral de la Iglesia y el ofrecimiento de su propuesta de sentido: La verdad debe buscarse de un modo adecuado a la dignidad de la persona humana y a su naturaleza social, es decir, mediante la investigaci\u00f3n libre, con la ayuda del magisterio o ense\u00f1anza, de la comunicaci\u00f3n y el di\u00e1logo, en los que unos exponen a los otros la verdad que han encontrado o piensan haber encontrado, para ayudarse mutuamente en la b\u00fasqueda de la verdad<\/em>[23]<\/a>.<\/em>
\nTodos los textos aducidos sirven de muestra del talante pastoral del Concilio. La Iglesia aparec\u00eda como sirvienta de la humanidad<\/em>[24]<\/a>. Para ello hab\u00eda centrado su esfuerzo en acercarse a la sociedad, a las ilusiones, esperanzas y preocupaciones de la gente, sinti\u00e9ndose compa\u00f1era de camino en la b\u00fasqueda de la Verdad.
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\nLa Constituci\u00f3n Pastoral reconoc\u00eda como condici\u00f3n previa para el di\u00e1logo con el exterior la necesidad de promover en la misma Iglesia la estima mutua, el respeto y la concordia, reconociendo toda leg\u00edtima diversidad, para establecer un di\u00e1logo cada vez m\u00e1s fruct\u00edfero entre todos los que constituyen el \u00fanico Pueblo de Dios, tanto los pastores como los dem\u00e1s fieles cristianos<\/em>[26]<\/a>. Tal presupuesto no encontr\u00f3 en los textos conciliares concreciones similares a las formuladas en relaci\u00f3n al mundo y a las religiones. Sin embargo, ser\u00eda injusto afirmar que el Concilio ignor\u00f3 o minusvalor\u00f3 la importancia del di\u00e1logo en la propia comunidad cristiana.
\nEn efecto, la Constituci\u00f3n Lumen gentium<\/em> presenta la Iglesia como comuni\u00f3n, como pueblo de Dios formado por mujeres y hombres que comparten vocaci\u00f3n y misi\u00f3n. En ella aparecen diversos ministerios y carismas, que no recortan la radical igualdad en cuanto a la dignidad y actividad com\u00fan[27]<\/a>. De ah\u00ed que una Iglesia que en su vertiente pastoral desea promover el di\u00e1logo, se ve impelida a fomentarlo en su interior. Para ello, el Concilio propuso la creaci\u00f3n de \u00f3rganos de corresponsabilidad, que expresaran y fortalecieran la comuni\u00f3n eclesial, al mismo tiempo que impulsaran la misi\u00f3n evangelizadora. Sin embargo, es preciso reconocer que el desarrollo es a\u00fan insuficiente y que la participaci\u00f3n del pueblo de Dios en las decisiones pastorales es limitada. Con otras palabras, el Vaticano II sent\u00f3 unas bases teol\u00f3gicas y pastorales, cuyas consecuencias no han sido desarrolladas suficientemente o han sido rebajadas por disposiciones posteriores.
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\nEl alcance de un concilio o de una declaraci\u00f3n magisterial no se mide principalmente por sus intenciones o sus objetivos formulados a priori, sino por su acogida en la comunidad cristiana y por su capacidad para generar vida evang\u00e9lica[28]<\/a>. Este proceso de car\u00e1cter teol\u00f3gico recibe el nombre de recepci\u00f3n<\/em>. Trat\u00e1ndose en este caso de un concilio pastoral que quiso abordar todos los aspectos b\u00e1sicos de la vida cristiana y eclesial, la recepci\u00f3n del Vaticano II se torna especialmente laboriosa. No es momento de realizar un balance, que desborda claramente las pretensiones de esta comunicaci\u00f3n, sino de alertar sobre su complejidad y, en ocasiones, de su ambivalencia.
\nEl estilo y el contenido de las afirmaciones del Vaticano II han contribuido decisivamente al descubrimiento de la relaci\u00f3n directa entre recepci\u00f3n y concepto de Iglesia. El Concilio abr\u00eda nuevas perspectivas a la recepci\u00f3n desde el momento en que renunciaba conscientemente a la formulaci\u00f3n de nuevos dogmas y a la condena de determinados errores seg\u00fan el sentido tradicional, posibilitando as\u00ed un campo m\u00e1s amplio de maniobra para la aplicaci\u00f3n de sus decisiones. Adem\u00e1s, el paso de una concepci\u00f3n de Iglesia de corte predominantemente jur\u00eddico y centralista a la eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n contribuy\u00f3 a pasar de entender la recepci\u00f3n como acto de obediencia a verla como acto creativo de la comunidad y de sus pastores, bajo la gu\u00eda del Esp\u00edritu.
\nExisten numerosos indicios que avalan la tesis de que la Iglesia pasa hoy por una etapa de clara restauraci\u00f3n o involuci\u00f3n en la aplicaci\u00f3n del Concilio. Los inicios de esta fase suelen situarse a finales de la d\u00e9cada de los 70. Hay quien incluso afirma que al Vaticano II se le ha dado \u201ccristiana sepultura\u201d. Tal juicio resulta injusto con iniciativas, actitudes y movimientos que se han producido en este tiempo y que, a\u00fan estando a menudo escondidos o silenciados, no dejan de dar fruto. Existen ciertamente intentos muy poderosos de restauraci\u00f3n; no cuesta detectar rebrotes de clericalismo; no faltan estilos y pr\u00e1cticas que recuerdan la Iglesia anterior al Vaticano II, que se cre\u00eda superada definitivamente. Pero de ah\u00ed no se deduce que los frutos del Concilio hayan quedado en agua de borrajas.
\nHoy en d\u00eda no queda m\u00e1s remedio que hablar de la recepci\u00f3n del Vaticano II en plural. En efecto, son m\u00faltiples los procesos de acogida y aplicaci\u00f3n del Concilio en la Iglesia actual. La gran pluralidad de culturas, movimientos, espiritualidades, Iglesias locales, condiciones sociales y pol\u00edticas, conllevan modos y subrayados muy diversos a la hora de leer y aplicar hoy el esp\u00edritu y la letra del Concilio. Hace cincuenta a\u00f1os, la Iglesia dejaba de ser una instituci\u00f3n eminentemente europea exportable a otros continentes. Se pasaba as\u00ed de las misiones, entendidas como evangelizaci\u00f3n de pueblos y culturas que no conoc\u00edan el Evangelio, a la misi\u00f3n, como se\u00f1a de identidad la Iglesia de todo tiempo y lugar. Se proclamaba la inculturaci\u00f3n como ley de toda evangelizaci\u00f3n. En definitiva, se abr\u00eda una nueva etapa en la que la Iglesia tomaba nueva y plena conciencia de su universalidad, de su dimensi\u00f3n cat\u00f3lica, de su unidad en la pluralidad y viceversa. Todo ello se podr\u00e1 frenar, pero no parar.
\nEl Concilio incorpor\u00f3 la dimensi\u00f3n pastoral a todo pronunciamiento eclesial, teniendo para ello en cuenta el contexto y la identidad de sus destinatarios. Prefiri\u00f3 emplear la medicina de la misericordia y no empu\u00f1ar las armas de la severidad<\/em>[29]<\/a>.Es preciso recordarlo, es decir, traerlo al coraz\u00f3n. Su memoria empuja a actualizar su estilo, a fortalecer la apertura al mundo secular mediante un di\u00e1logo sincero y respetuoso, as\u00ed como a impulsar decididamente su aplicaci\u00f3n en un momento hist\u00f3rico que se percibe como cambio de \u00e9poca, ciertamente diferente a los a\u00f1os sesenta del pasado siglo.
\nNo ha perdido actualidad la afirmaci\u00f3n de Karl Rahner en Munich a los cuatro d\u00edas de la clausura de la asamblea conciliar: Pasar\u00e1 mucho tiempo hasta que la Iglesia, a la que Dios le regal\u00f3 un Vaticano II, realmente sea la Iglesia del Vaticano II<\/em>.
\n <\/p>\n
\n[1]<\/a> Juan Pablo II, Novo millennio ineunte<\/em> 57.
\n[2]<\/a> Juan Pablo II, Redemptor hominis<\/em> 14.
\n[3]<\/a> Mc 10,45 y Mt 20,28.
\n[4]<\/a> La oposici\u00f3n de la curia es muy conocida y no se limit\u00f3 a los preparativos del Concilio. Menos conocidas son reacciones de personas que no las ten\u00edan todas consigo al principio, aunque luego llegaron a ser art\u00edfices de la reforma. Es el caso, por ejemplo, del cardenal Lercaro, arzobispo de Bolonia, que nada m\u00e1s hacerse p\u00fablica la intenci\u00f3n de Juan XXIII, calific\u00f3 a \u00e9ste de impulsivo e inexperto por convocar un concilio a los tres meses de haber sido elegido Papa; o del cardenal Spellman, arzobispo de Nueva York, que pens\u00f3 que las palabras del Papa hab\u00edan sido mal entendidas o tergiversadas. M\u00e1s matizada fue la reacci\u00f3n primera del arzobispo de Mil\u00e1n, Juan Bautista Montini, posteriormente Pablo VI, que result\u00f3 decisivo para el desarrollo y aplicaci\u00f3n del Vaticano II. Pens\u00f3 simplemente que Juan XXIII se met\u00eda en un avispero.
\n[5]<\/a> Juan XXIII, Gaudet Mater Ecclesia<\/em> 6.
\n[6]<\/a> Xalbador, Jainkoa eta ni<\/em>, in: Odolaren mintzoa<\/em>, Tolosa 1989, 215. Con estos versos gan\u00f3 el Premio Txirristaka<\/em> de Mendaro en 1974.
\n[7]<\/a> Cf LG 1-4. La llamada \u201cnueva evangelizaci\u00f3n\u201d, desarrollada sobre todo a partir del pontificado de Juan Pablo II, se va gestando en los a\u00f1os anteriores al Concilio. \u00c9ste situ\u00f3 la misi\u00f3n en el origen y en la entra\u00f1a (en el ADN) de la Iglesia y Pablo VI, en su Exhortaci\u00f3n Apost\u00f3lica Evangelii nuntiandi<\/em>, relacion\u00f3 la evangelizaci\u00f3n con el ser mismo de la Iglesia.
\n[8]<\/a> La obra pionera en este sentido fue la de A. Acerbi, Due ecclesiologie: Ecclesiologia giuridica et ecclesiologia di communione nella <\/em>\u201cLumen gentium\u201d<\/em>,Bologna 1975. A partir de esta constataci\u00f3n, numerosos autores consideran que el Vaticano II fue un concilio de transici\u00f3n hacia s\u00edntesis m\u00e1s maduras.
\n[9]<\/a> Ap 2,7.11.17.29 y 3,6.13.22.
\n[10]<\/a> Juan XIII, Constituci\u00f3n Apost\u00f3lica Humanae salutis<\/em>. El concepto \u201csignos de los tiempos\u201d toma pie en las palabras de Jes\u00fas (cf Mt 16,3). El Papa lo emple\u00f3 poco despu\u00e9s en la enc\u00edclica Pacem in terris<\/em>, para referirse a los acontecimientos m\u00e1s significativos del momento.
\n[11]<\/a> GS 4.
\n[12]<\/a> ES 27.
\n[13]<\/a> Ibid. 30.
\n[14]<\/a> Ibid. 33.
\n[15]<\/a> Cf ibid. 28.
\n[16]<\/a> Cf ibid. 29 y 31.
\n[17]<\/a> GS 92.
\n[18]<\/a> GS 44; cf GS 40.
\n[19]<\/a> DV 2.
\n[20]<\/a> UR 9.
\n[21]<\/a> AG 16.
\n[22]<\/a> NA 2 y 4.
\n[23]<\/a> DH 3.
\n[24]<\/a> Pablo VI en la sesi\u00f3n p\u00fablica de clausura del Concilio.
\n[25]<\/a> Ibid. 44.
\n[26]<\/a> GS 92.
\n[27]<\/a> Cf LG 32.
\n[28]<\/a> La historia conoce casos de s\u00ednodos y concilios que fueron convocados con pretensiones universales y cayeron en el olvido o tuvieron una influencia muy limitada, mientras otras asambleas de \u00e1mbito local llegaron a conclusiones de alcance y valor universal.
\n[29]<\/a> Juan XXIII, Gaudet Mater Ecclesia<\/em> 7.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"