{"id":6862,"date":"2012-07-01T00:00:46","date_gmt":"2012-06-30T22:00:46","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=6862"},"modified":"2012-07-01T00:00:46","modified_gmt":"2012-06-30T22:00:46","slug":"lineas-pastorales-del-decreto-sobre","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/lineas-pastorales-del-decreto-sobre\/","title":{"rendered":"L\u00cdNEAS PASTORALES DEL DECRETO SOBRE"},"content":{"rendered":"

LA ACTIVIDAD MISIONERA DE LA IGLESIA: AD GENTES<\/h1>\n

Emilio Alberrich Sotomayor, sdb<\/strong>
\nPresidente de AECA<\/strong>
\n <\/strong>
\n S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEl autor reflexiona en este art\u00edculo sobre las l\u00edneas pastorales presentes en el decreto Ad Gentes<\/em>, posiblemente uno de los mejores documentos conciliares. Nos encontramos ante un documento misionero con dimensi\u00f3n pastoral cuyo n\u00facleo central es la evangelizaci\u00f3n. Interesantes son los apuntes que hace Alberich al desarrollo posterior del concepto \u201cevangelizaci\u00f3n\u201d.
\n 
\nLa celebraci\u00f3n de los 50 a\u00f1os del inicio del Concilio Vaticano II (1962-1965), brinda la ocasi\u00f3n de recordar y valorar el Concilio como acontecimiento eclesial de primer orden, al mismo tiempo que invita a una relectura atenta de sus documentos y a una evocaci\u00f3n agradecida de lo que ha significado para la vida de la Iglesia. Aqu\u00ed nos proponemos recordar el contenido y significado del decreto sobre la actividad misionera \u201cAd gentes divinitus\u201d (AG), poniendo de relieve su incidencia en el campo de la acci\u00f3n pastoral.
\n <\/p>\n

    \n
  1. El Concilio Vaticano II, nuevo Pentecost\u00e9s<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

    Celebrando las bodas de oro del comienzo del Concilio es importante recordar que el Vaticano II est\u00e1 considerado como un concilio eminentemente pastoral<\/em> y que su significado es realmente extraordinario, un verdadero hito que hace \u00e9poca en la historia de la Iglesia, un viraje profundo y el inicio de una nueva \u00e9poca. El papa Juan XXIII habl\u00f3 de \u00e9l como de un \u00abnuevo Pentecost\u00e9s<\/em>\u00bb, y Pablo VI lo consideraba como \u00abel gran catecismo de los tiempos modernos<\/em>\u00bb, un acontecimiento en el que la Iglesia – \u00absierva de la humanidad<\/em>\u00bb – se hab\u00eda mostrado en actitud de di\u00e1logo con el mundo<\/em> y con la cultura moderna.<\/em>
    \nEl significado epocal y eminentemente pastoral del Vaticano II empieza ya a aparecer en el discurso de apertura del Concilio de Juan XXIII:[1]<\/a>
    \n\u00abEn el cotidiano ejercicio de nuestro ministerio pastoral llegan, a veces, a nuestros o\u00eddos, hiri\u00e9ndolos, ciertas insinuaciones de almas que, aunque con celo ardiente, carecen del sentido de la discreci\u00f3n y de la medida. Tales son quienes en los tempos modernos no ven otra cosa que prevaricaci\u00f3n y ruina. Dicen y repiten que nuestra hora, en comparaci\u00f3n con las pasadas, ha empeorado, y as\u00ed se comportan como quienes nada tienen que aprender de la Historia, la cual sigue siendo maestra de la vida, y como si en los tiempos de los precedentes Concilios ecum\u00e9nicos todo procediese pr\u00f3spera y rectamente en torno a la doctrina y a la moral cristiana, as\u00ed como en torno a la justa libertad de la Iglesia.
    \nMas nos parece necesario decir que disentimos de esos profetas de calamidades que siempre est\u00e1n anunciando infaustos sucesos como si fuese inminente el fin de los tiempos. En el presente orden de cosas, en el cual parece apreciarse un nuevo orden de relaciones humanas, es preciso reconocer los arcanos designios de la Providencia divina que, a trav\u00e9s de los acontecimientos y de las mismas obras de los hombres, muchas veces sin que ellos lo esperen, se llevan a t\u00e9rmino, haciendo que todo, incluso las adversidades humanas, redunden en bien para la Iglesia\u00bb (n. 9).
    \nY en forma semejante se expresa el papa Pablo VI en el Breve Pontificio \u00abIn Spiritu Sancto<\/strong>\u00bb, de clausura del Concilio (8-XII-1965):
    \n\u00abEl Concilio ecum\u00e9nico Vaticano II, reunido en el Esp\u00edritu Santo y bajo la protecci\u00f3n de la Bienaventurada Virgen Mar\u00eda, que hemos declarado Madre de la Iglesia, y de San Jos\u00e9, su \u00ednclito esposo, y de los santos ap\u00f3stoles Pedro y Pablo, debe, sin duda, considerarse como uno de los mayores acontecimientos de la Iglesia. En efecto, ha sido el m\u00e1s grande por el n\u00famero de Padres venidos a la Sede de Pedro desde todas las partes del mundo, incluso de aquellas donde la Jerarqu\u00eda ha sido constituida recientemente; el m\u00e1s rico por los temas que durante cuatro sesiones han sido tratados cuidadosa y profundamente; fue, en fin, el m\u00e1s oportuno, porque, teniendo presentes las necesidades pastorales y, alimentando la llama de la caridad, se esforz\u00f3 grandemente por alcanzar no s\u00f3lo a los cristianos todav\u00eda separados de la comunidad de la Sede Apost\u00f3lica, sino tambi\u00e9n a toda la familia humana\u00bb.
    \nEstamos por lo tanto ante un Concilio realmente nuevo, abierto, con un respiro pastoral que se trasluce en sus distintos actos y documentos. Aqu\u00ed nos interesa destacar la dimensi\u00f3n pastoral que encontramos en uno de los documentos m\u00e1s importantes y ricos de la obra conciliar: el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia \u00abAd Gentes divinitus\u00bb,<\/strong>promulgado por Pablo VI, al terminar el Concilio, el 7 de diciembre de 1965.<\/p>\n

      \n
    1. El decreto \u00abAD GENTES\u00bb, uno de los mejores documentos del Concilio<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

      La historia de la preparaci\u00f3n, discusi\u00f3n y aprobaci\u00f3n, en el Concilio Vaticano II, del decreto \u00abAD GENTES\u00bb (AG) permite comprobar la libertad que tuvieron los padres conciliares para discutir abiertamente sobre los materiales que se les ofrec\u00eda y para preparar nuevos documentos. Este es el caso del decreto AG, que tuvo varias redacciones. En febrero de 1964, despu\u00e9s de numerosos retoques y modificaciones, fue repartido a los obispos un cuarto texto \u2013 de la Comisi\u00f3n central preparatoria \u2013 y en julio del mismo a\u00f1o se mandaba a todas las di\u00f3cesis del mundo una nueva redacci\u00f3n.
      \nEn la discusi\u00f3n del decreto \u2013 noviembre de 1964 \u2013 en el Aula conciliar, estuvo presente el papa Pablo VI, que en un discurso mostr\u00f3 la esperanza de que el documento quedara aprobado. Pero la sucesiva votaci\u00f3n dio resultado ampliamente negativo, por lo que el texto fue retirado y hubo que proceder a una nueva profunda revisi\u00f3n.
      \nLa \u00faltima discusi\u00f3n, en el aula conciliar, tuvo lugar en octubre de 1965. Y finalmente, la aprobaci\u00f3n definitiva del decreto pudo contar con 2.394 votos positivos y solo 5 \u201cnon placet\u201d: fue la votaci\u00f3n m\u00e1s alta de todas las realizadas en el Concilio.
      \nEl decreto \u00abAD GENTES divinitus\u00bb fue promulgado por el papa el 7 de diciembre de 1965. Se puede decir que es uno de los mejores y m\u00e1s s\u00f3lidos documentos conciliares, muy rico doctrinal y pastoralmente, tambi\u00e9n por haber podido contar con la participaci\u00f3n decisiva de grandes te\u00f3logos de la talla de Congar, Ratzinger, Neuner\u2026
      [2]<\/a><\/p>\n

        \n
      1. La distinci\u00f3n entre <\/strong>\u00ab<\/strong>acci\u00f3n misionera<\/strong>\u00bb<\/strong> y <\/strong>\u00ab<\/strong>acci\u00f3n pastoral<\/strong>\u00bb<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

        Para el tema que nos ocupa, es importante recordar la distinci\u00f3n que tradicionalmente se suele hacer entre acci\u00f3nmisionera<\/em> de la Iglesia, hacia el exterior, y acci\u00f3n pastoral<\/em>, hacia dentro, propia de la comunidad cristiana ya constituida.
        \nAhora bien, la reflexi\u00f3n teol\u00f3gica posconciliar ha tra\u00eddo consigo una clara ampliaci\u00f3n del contenido de la acci\u00f3n pastoral. Durante mucho tiempo se ha considerado la actividad pastoral como algo propio y exclusivo de los \u201cpastores\u201d de la Iglesia: obispos, sacerdotes, clero en general. Esta visi\u00f3n clerical se ha visto superada, en la reflexi\u00f3n posconciliar, por una concepci\u00f3n m\u00e1s amplia y estimulante, que considera como sujeto de la pastoral a todo el Pueblo de Dios y la acci\u00f3n pastoral como quehacer de toda la Iglesia, incluida la acci\u00f3n misionera<\/em>.
        \nHoy podemos considerar como objeto de la teolog\u00eda pastoral la \u201cautorrealizaci\u00f3n de la Iglesia<\/em>\u201d, la praxis en general de la Iglesia y de los cristianos o, dicho con otras palabras:
        \n\u00abLa implantaci\u00f3n del Reino de Dios en la sociedad, mediante la constituci\u00f3n del pueblo de Dios en estado de comunidad cristiana\u00bb<\/em>.
        [3]<\/a>
        \nEsto significa, en definitiva, que debemos considerar la acci\u00f3n misionera<\/em> como realidad perteneciente al \u00e1mbito de la acci\u00f3n pastoral<\/em> de la Iglesia.
        \nEn este orden de ideas, es importante evocar, en nuestra reflexi\u00f3n pastoral, el conjunto articulado de la acci\u00f3n evangelizadora <\/em>de la Iglesia, teniendo presente el panorama de la acci\u00f3n eclesial y evitando la polarizaci\u00f3n clerical que, durante siglos, ha concentrado la misi\u00f3n de la Iglesia en manos de los \u00abpastores\u00bb (obispos, sacerdotes, religiosos).
        \nSi partimos de la visi\u00f3n conciliar de la Iglesia como \u00absacramento universal de salvaci\u00f3n\u00bb <\/em>(cf LG 48), podemos evocar y apoyarnos en los tres momentos fundamentales de su dinamismo vital: convocaci\u00f3n \u2013 comuni\u00f3n \u2013 misi\u00f3n<\/em>. La Iglesia es ante todo convocaci\u00f3n<\/em>, \u00abekklesia\u00bb (reuni\u00f3n de convocados); y se manifiesta y configura esencialmente como comuni\u00f3n;<\/em> para ser enviada en misi\u00f3n<\/em>, como pueblo mesi\u00e1nico en medio del mundo. Convocaci\u00f3n, comuni\u00f3n y misi\u00f3n<\/em> son los hitos de un ritmo vital que, como s\u00edstole y di\u00e1stole, llevan a la Iglesia a recogerse para dispersarse, a reunirse para sentirse continuamente lanzada hacia el mundo, para anunciar y ser testigo del Reino, del que es germen y primicia.
        \nPara nuestro prop\u00f3sito, es muy importante no perder de vista esta visi\u00f3n amplia del quehacer pastoral y considerar la actividad misionera<\/em> de la Iglesia como un sector y una dimensi\u00f3n importante de su misi\u00f3n pastoral<\/em>. Y en ese sentido, debemos considerar el decreto AG como un documento claramente pastoral<\/em>, por su propio contenido y alcance.<\/p>\n

          \n
        1. El decreto <\/strong>\u00ab<\/strong>AD GENTES<\/strong>\u00bb<\/strong>: un documento misionero<\/em> con dimensi\u00f3n pastoral<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

          La lectura atenta de AG permite sacar la conclusi\u00f3n de que lo que dice de la acci\u00f3n misionera se puede considerar como indicaci\u00f3n v\u00e1lida aplicable a todo el \u00e1mbito de la actividad pastoral de la Iglesia. En ese sentido, algunas cualidades del decreto le confieren una importante dimensi\u00f3n pastoral: su sinton\u00eda con el conjunto de la labor conciliar; la visi\u00f3neclesiol\u00f3gica<\/em> inspirada en la Constituci\u00f3n \u00abLumen Gentium\u00bb; la atenta sensibilidad por la situaci\u00f3n religiosa y socio-cultural<\/em>del mundo actual; la importancia dada al testimonio<\/em> personal y comunitario; la atenci\u00f3n particular que recibe elcatecumenado<\/em> y la iniciaci\u00f3n cristiana<\/em>; la insistencia en la importancia de la formaci\u00f3n<\/em> de los misioneros, catequistas, religiosos; y la clara indicaci\u00f3n del deber misionero<\/em> de todo el Pueblo de Dios (comunidades eclesiales, obispos, sacerdotes, Institutos de perfecci\u00f3n, seglares (cf. Cap. 6). Esta simple enumeraci\u00f3n hace ver la riqu\u00edsima dimensi\u00f3n pastoral de AG.
          \nM\u00e1s concretamente, algunos puntos son dignos de destacar:
          \n4.1.1. El n\u00facleo central de la acci\u00f3n pastoral: la evangelizaci\u00f3n<\/em><\/strong>
          \nDe manera especial, el decreto \u00abAd Gentes\u00bb contribuye a dar mayor respiro a la acci\u00f3n pastoral, mayor apertura y amplitud, al mismo tiempo que la lleva a reafirmar y redescubrir el n\u00facleo esencial de su cometido: la evangelizaci\u00f3n:<\/em>
          \n\u00abEl fin propio de esta actividad misionera es la evangelizaci\u00f3n y la plantaci\u00f3n de la Iglesia en los pueblos o grupos humanos en los cuales no ha arraigado todav\u00eda\u00bb (AG 6).
          \n\u00abLa raz\u00f3n de esta actividad misionera se encuentra en la voluntad de Dios [\u2026] Es necesario, pues, que todos se conviertan a El, conocido por la predicaci\u00f3n de la Iglesia, y por el bautismo sean incorporados a El y a la Iglesia [\u2026] incumbe [\u2026] a la Iglesia la necesidad, a la vez que el derecho sagrado, de evangelizar, y, en consecuencia, la actividad misionera conserva \u00edntegra, hoy como siempre, su fuerza y su necesidad\u00bb (AG 7).
          \nEl t\u00e9rmino \u00abevangelizaci\u00f3n<\/em>\u00bb, en realidad poco presente en los documentos del Vati\u00adcano II, ha experimentado en el posconcilio una verdadera explosi\u00f3n de actualidad. Dan fe de ello incontables documentos, congresos y programas pastorales,y especialmente el S\u00ednodo de Obispos de 1974<\/em> y el documento de Pablo VI \u00abEvangelii nuntian\u00addi\u00bb <\/em>(1975). En los a\u00f1os 80 y 90 se generaliz\u00f3 la expresi\u00f3n \u00abnueva evangelizaci\u00f3n<\/em>\u00bb.
          \nHace ya m\u00e1s de treinta a\u00f1os que hemos podido asistir a un viraje muy importante: la evangelizaci\u00f3n, considerada por mucho tiempo tarea de frontera en las \u00abtierras de misi\u00f3n\u00bb, ha sido pro\u00adclamada misi\u00f3n esencial de toda la Iglesia:<\/em>
          \n\u00abCon gran gozo y consuelo hemos escuchado Nos, al final de la Asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: \u201cNosotros queremos confirmar, una vez m\u00e1s, que la tarea de la evangelizaci\u00f3n de todos los hombres con\u00adstituye la misi\u00f3n esencial de la Iglesia\u201d: una tarea y misi\u00f3n que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez m\u00e1s ur\u00adgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocaci\u00f3n propia de la Iglesia, su identidad m\u00e1s profunda\u00bb.
          [4]<\/a>
          \nAhora bien, conviene recordar que en el Concilio Vaticano II<\/em><\/strong> el t\u00e9rmino \u00abevangelizaci\u00f3n\u00bb ha pasado de un significado restringido, como anuncio del Evangelio a los no creyentes, a otros m\u00e1s amplios que la identifican con el conjunto de la actividad prof\u00e9tica y misionera de la Iglesia:
          \n\u00abPodemos concluir que el examen del t\u00e9rmino \u201cevangeliza\u00adci\u00f3n\u201d en los documentos conciliares nos permite distinguir en ellos una triple acepci\u00f3n: o la sola predicaci\u00f3n misionera (Ad Gentes 6,26), o todo el ministe\u00adrio de la palabra (Lumen Gentium 35,18; Christus Dominus 6,10; Gaudium et spes 44,13; Apostolicam Actuositatem 2,20; etc.) o toda la actividad misionera de la Iglesia (Ad Gentes 23,6; 27.15; etc.)\u00bb.
          [5]<\/a>
          \nTambi\u00e9n en el S\u00ednodo de obispos de 1974<\/em><\/strong> triunf\u00f3 la idea de no limitar la evangelizaci\u00f3n al anuncio misionero en sentido estricto, dirigido a los no creyentes, sino de entender toda la actividad misionera de la Iglesia<\/em>, en todas sus formas. Y de manera muy expl\u00edcita, el documento Evangelii nuntiandi<\/em> ha ratificado el significado amplio del t\u00e9rmino, explicitando su complejidad y la riqueza de sus dimensiones, llegando a identificarla pr\u00e1cticamente con el conjunto de la acci\u00f3n pastoral de la Iglesia:
          \n\u00abLa evangelizaci\u00f3n, hemos dicho, es un proceso complejo, con elementos variados: renovaci\u00f3n de la humanidad, testimonio, anuncio expl\u00edcito, ad\u00adhesi\u00f3n del coraz\u00f3n, entrada en la comunidad, acogida de los signos, ini\u00adciativas de apostolado\u00bb (EN 24).
          \nEsta acepci\u00f3n amplia aparece tambi\u00e9n consignada en el Directorio General para la Catequesis <\/em><\/strong>(DGC):
          [6]<\/a>
          \n\u00abAnuncio, testimonio, ense\u00f1anza, sacramentos, amor al pr\u00f3jimo, hacer disc\u00edpulos: todos estos aspectos son v\u00edas y medios para la transmisi\u00f3n del \u00fanico Evangelio y constituyen los elementos de la evangelizaci\u00f3n. […] Los agentes de la evangelizaci\u00f3n han de saber operar con una \u201cvisi\u00f3n global\u201d de la misma e identificarla con el conjunto de la misi\u00f3n de la Iglesia\u00bb (DGC 46).
          \n\u00abSeg\u00fan esto, hemos de concebir la evangelizaci\u00f3n como el proceso por el que la Iglesia, movida por el Esp\u00edritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo\u00bb (DGC 48).
          \nEn definitiva, podemos decir que, en la actual conciencia eclesial, se entiende por evangelizaci\u00f3n el anuncio y testimonio del Evangelio dados por la Iglesia en el mundo mediante todo lo que ella dice, hace y es. <\/em>Y esto permite considerar la estrecha implicaci\u00f3n existente entre la acci\u00f3n misionera – \u201cevangelizadora\u201d – de la Iglesia y el ejercicio de la actividad pastoral.
          \nCon el t\u00e9rmino evangelizaci\u00f3n<\/em> se llega a indicar en cierto sentido toda la tarea de la Iglesia, pero en cuanto finalizada a anunciar y atestiguar el Evangelio del Reino<\/em>. Esto no acontece de forma autom\u00e1tica, como si fuera suficiente la vida ordina\u00adria de la Iglesia, realizada de cualquier modo, para que se lleve a cabo la acci\u00f3n evangelizadora. No: se necesita una profunda reconversi\u00f3n de la presencia cristiana, pues la acci\u00f3n de la Iglesia no evangeliza,
          \n\u00abno tiene pleno sentido, m\u00e1s que cuando se convierte en testimonio, provoca la admira\u00adci\u00f3n y la conversi\u00f3n, se hace predicaci\u00f3n y anuncio de la Buena Nueva\u00bb (EN 15).
          \nDicho de otra manera: se puede hablar de evangelizaci\u00f3n \u2013 en toda la amplitud de su dimensi\u00f3n pastoral – cuando el Evangelio es anunciado, testimoniado y percibido como verdadera \u00abbuena Nueva\u00bb, como \u00abfuerza para vivir<\/em>\u00bb y \u00absentido de la vida<\/em>\u00bb.
          [7]<\/a> O como afirmaba un texto famoso mandado en nombre del Papa a Par\u00eds, en 1964, cuando la palabra evangelizadora de Dios es percibida por cada uno \u00abcomo una apertura a sus problemas, una respuesta a sus preguntas, una dilataci\u00f3n de los propios valores y al mismo tiempo la satisfacci\u00f3n de sus aspiraciones m\u00e1s profundas: en una palabra, como el sentido de su existencia y el significado de su vida<\/em>\u00bb.[8]<\/a>
          \nY en relaci\u00f3n con este argumento, sabemos la actualidad de que goza en nuestro tiempo el tema de la \u00abNueva Evangelizaci\u00f3n<\/strong>\u00bb.
          \nActualmente, en la conciencia de la Iglesia ha cobrado importancia primaria el tema de la nueva evangelizaci\u00f3n<\/strong>. Estamos ante el anuncio de la celebraci\u00f3n de un S\u00ednodo de obispos sobre este tema (octubre de 2012) y contamos con un documento a \u00e9l dedicado, los Lineamenta \u201cLa Nueva Evangelizaci\u00f3n para la transmisi\u00f3n de la fe cristiana<\/em>\u201d. Este documento presinodal, despu\u00e9s de ponderar la urgencia y contexto<\/em> de la Nueva Evangelizaci\u00f3n (cap. 1) y despu\u00e9s de presentar elcontenido<\/em> esencial de esta tarea (cap. 2), ofrece, en el cap. 3, una panor\u00e1mica de las formas concretas<\/em> que asume y las principales v\u00edas de su realizaci\u00f3n.
          \nPodemos observar que todo el desarrollo del tema se mueve sobre la base de dos actitudes de fondo: discernimiento<\/em>y conversi\u00f3n pastoral<\/em><\/strong>. Partiendo del presupuesto de que toda la Iglesia evangeliza (la evangelizaci\u00f3n es la misi\u00f3n esencial de la Iglesia)<\/em> y de que la misma Iglesia tiene constantemente que ser evangelizada<\/em>, el documento distingue estas formas concretas de ejercicio de la tarea evangelizadora:<\/p>\n