{"id":7185,"date":"2012-01-01T00:00:13","date_gmt":"2011-12-31T22:00:13","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=7185"},"modified":"2012-01-01T00:00:13","modified_gmt":"2011-12-31T22:00:13","slug":"el-proceso-formativo-de-la-fe-en-cristo-jesus","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/el-proceso-formativo-de-la-fe-en-cristo-jesus\/","title":{"rendered":"EL PROCESO FORMATIVO DE LA FE EN CRISTO JES\u00daS"},"content":{"rendered":"
Juan J. Bartolom\u00e9, sdb<\/strong> El libro de los Hechos de los Ap\u00f3stoles nos ha dejado una imagen bastante veros\u00edmil de los primeros d\u00edas del cristianismo. Su autor pone en boca de Pedro unos discursos, en los que el ap\u00f3stol presenta la nueva fe a un p\u00fablico jud\u00edo (Hch 2,14-40; 3,11-26; 4,8-12; 5,29-32). Aunque su actual formulaci\u00f3n responda a las ideas del redactor, no hay duda de que transmiten con fidelidad el n\u00facleo b\u00e1sico de las primeras afirmaciones de la fe cristiana: \u201cOs hablo de Jes\u00fas el nazareno.., lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucit\u00f3<\/em>\u201d (Hch 2,22-24; cf. 2,31-36; 3,14-15; 4,10; 5,30-32). Afirmar la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas es la primera confesi\u00f3n que hacer para poder presentarse como cristiano y la \u00faltima a la que renunciar antes de dejar de serlo. Pero no es, ciertamente, la \u00fanica. En ambiente grecorromano, el t\u00edtulo no era del todo comprensible o resultaba pol\u00edticamente incorrecto dada su connotaci\u00f3n de un poder que lo desafiaba el del emperador. Entre los jud\u00edos, la proclamaci\u00f3n del mesianismo de Jes\u00fas precisaba aclaraciones complicadas y no siempre asumidas por todos. El mes\u00edas en el que cre\u00edan los primeros cristianos no es el mes\u00edas convencional jud\u00edo, sino el hombre crucificado y resucitado, \u2018piedra de esc\u00e1ndalo\u2019 (1 Cor 1,23), en cuya muerte y vida participan quienes creen en \u00c9l (Rom 3,21-6; 5,6-8.15-17; 1 Cor 5,3). En su uso normal, tal apelativo se reservaba a la divinidad y al emperador (1 Cor 8,5); en el vocabulario religioso de los jud\u00edos de habla griega, era el t\u00edtulo usual de Dios (Rom 4,8; 9,28-29; 10,16; 11,34; 15,11). Adem\u00e1s de cualificar al Resucitado indicando su autoridad sobre los creyentes (1 Cor 9,1; Rom 14,7-9; 1 Cor 6,12-13), Se\u00f1or es empleado tambi\u00e9n para hablar del Jes\u00fas hist\u00f3rico (1 Tes 1,6; 2,15; 1 Cor 9,5; Gal 1,19) y de Aquel que est\u00e1 por llegar para juzgar el mundo y compartir su se\u00f1or\u00edo con los creyentes (1 Tes 2,19; 3,13; 1 Cor 1,7-8; Flp 2,30; 4,5). El t\u00edtulo afirma la presencia de Dios en cuanto le ha sucedido a Jes\u00fas, durante su vida, en la muerte y en la resurrecci\u00f3n. Hijo, afirma, adem\u00e1s, que Jes\u00fas ha aceptado semejante proyecto en obediencia. El t\u00edtulo se\u00f1ala, pues, la relaci\u00f3n \u00fanica e \u00edntima de Jes\u00fas con Dios y la implicaci\u00f3n de Dios en la actuaci\u00f3n redentora de Cristo. Presenta a Jes\u00fas como realizador del designio divino (2 Cor 1,19-20), el agente de la redenci\u00f3n de los elegidos (Rom 8,3; Gal 4,4), el enviado (Rom 8,32; Gal 2,20) que, con su muerte, ha reconciliado a los hombres con Dios (Rom 5,10). Entre todos los escritos b\u00edblicos son los evange\u00adlios los que siempre han gozado de mayor veneraci\u00f3n entre las generaciones cristianas. No es sorprenden\u00adte: recogen el testimonio apost\u00f3lico sobre Jes\u00fas de Nazaret<\/em>, el Cristo, el Hijo de Dios, sobre su vida y su muerte, sus palabras y su actuaci\u00f3n. A ellos ha de acudir cualquiera que se in\u00adterese por Jesucristo, sea creyente o no. Y lo que es m\u00e1s importante, la comunidad cristiana sabe que la fidelidad a su Se\u00f1or Resucitado pasa necesariamente por la fidelidad a estos libros. Del conocimiento del proceso formativo de fe cristiana emerge un par de notas caracter\u00edsticas. Por un lado, la comunidad creyente<\/em> es, en cuanto sujeto anun\u00adciador y lugar del anuncio, el origen de la tra\u00addici\u00f3n y su destinatario principal<\/em>: la fe en Cristo Jes\u00fas, primero, y los cuatro evangelios, despu\u00e9s, nacieron porque exist\u00eda la iglesia, que guard\u00f3 memoria de Jes\u00fas, anunci\u00f3 su vida y su muerte como salvaci\u00f3n, perpetu\u00f3 su predica\u00adci\u00f3n poni\u00e9ndola por escrito y la reconoci\u00f3 como buena noticia. El papel de la comunidad en la creaci\u00f3n y conservaci\u00f3n de la tradici\u00f3n evang\u00e9lica obliga al creyente en Cristo a con\u00advertirse en miembro consciente de esa comunidad. Quien quiera ser instruido en la fe la debe recibir de la comunidad. Y si desea leer el evangelio y entenderlo tendr\u00e1 que situarse, cordialmente, dentro de ella. Juan J. Bartolom\u00e9<\/p>\n DESDE LA EXPERIENCIA PASCUAL A LA TRADICI\u00d3N EVANG\u00c9LICA Juan J. Bartolom\u00e9, sdb S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO En el t\u00edtulo, el autor, nos presenta el prop\u00f3sito de su art\u00edculo: describir el proceso formativo de la fe en Cristo Jes\u00fas, partiendo de la experiencia de la resurrecci\u00f3n y teniendo en cuenta la tradici\u00f3n evang\u00e9lica. La predicaci\u00f3n misionera parte […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1560,541,94],"tags":[],"class_list":["post-7185","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-420_421","category-juan-jose-bartolome-lafuente","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7185","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7185"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7185\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7185"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7185"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7185"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEn el t\u00edtulo, el autor, nos presenta el prop\u00f3sito de su art\u00edculo: describir el proceso formativo de la fe en Cristo Jes\u00fas, partiendo de la experiencia de la resurrecci\u00f3n y teniendo en cuenta la tradici\u00f3n evang\u00e9lica. La predicaci\u00f3n misionera parte de la experiencia de la resurrecci\u00f3n donde la comprensi\u00f3n de Dios y su confesi\u00f3n queda definida en relaci\u00f3n con Cristo Jes\u00fas. Resucitado por Dios, Jes\u00fas se ha convertido en norma \u00fanica y camino exclusivo de salvaci\u00f3n para todos los hombres. El autor concluye su art\u00edculo con estas dos afirmaciones: la comunidad creyente es el origen de la tradici\u00f3n y su destinatario; la predicaci\u00f3n oral fue y ha de seguir siendo el n\u00facleo originario y la actividad recreadora de la fe en Cristo.
\n <\/strong>
\nEl cristianismo, como hecho hist\u00f3rico, ha nacido de, y con, el testimonio p\u00fablico de que Jes\u00fas de Nazaret hab\u00eda [sido] resucitado. La convicci\u00f3n a la que llegaron unos hombres, disc\u00edpulos del Nazareno ajusticiado en Jerusal\u00e9n bajo Poncio Pilato, de que lo hab\u00edan visto vivo y la inmediata proclamaci\u00f3n de esa experien\u00adcia<\/em> inesperada constitu\u00adyen el origen hist\u00f3rico de la fe en Cristo<\/em> y la causa determinan\u00adte de su originalidad. Se sea o no consciente, se es cristiano es por saber y testimoniar que Jes\u00fas de Nazaret est\u00e1 vivo.
\n <\/strong><\/p>\n\n
\nTal afirmaci\u00f3n establece un neto contraste entre la acci\u00f3n humana de matar y la acci\u00f3n divina de resucitar, siendo Jes\u00fas de Nazaret, en ambos casos, el sujeto pasivo. Para Pedro, Dios y los hombres se han definido por su postura personal con respecto a Jes\u00fas de Nazaret. Y puesto que Dios opt\u00f3 por \u00e9l, resucit\u00e1ndolo de entre los muertos, la relaci\u00f3n de los hombres con Dios pasa necesariamente por la aceptaci\u00f3n del mismo Jes\u00fas como Se\u00f1or y Cristo (Hch 2,36; cf. 2,38; 3,17-20; 5,31): \u201cla salvaci\u00f3n no est\u00e1 en ning\u00fan otro, es decir, bajo el cielo no tenemos los hombres otro diferente de \u00e9l al que debamos invocar para salvarnos<\/em>\u201d (Hch 4,12; cf. Flp 2,9-11).
\nAs\u00ed, y desde un principio, la fe en la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas no s\u00f3lo afirmaba la nueva y definitiva vida <\/em>del crucificado en el G\u00f3lgota, tambi\u00e9n inclu\u00eda la convicci\u00f3n de que tal suceso implicaba a cuantos la proclamaban y \u2013 lo cual era menos comprensible \u2013 a cuantos les escuchaban: la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas ten\u00eda que ver con todos los hombres. La actuaci\u00f3n divina no se agot\u00f3, pues, en el profeta de Nazaret, aunque en \u00e9l se hubiera concentrado; lo que ya le hab\u00eda acontecido se consideraba prometido a todos los que en \u00e9l creyeran. Con su intervenci\u00f3n en favor de Jes\u00fas, Dios se desvelaba a favor de quienes aceptaran la vida y la obra de Jes\u00fas de Nazaret como normas de sus vidas y de sus obras.
\nFue, precisamente, la persuasi\u00f3n de que lo sucedido a Jes\u00fas de Nazaret le transcend\u00eda, implicando potencial\u00admente a todo hombre, lo que motiv\u00f3 a los testigos a lanzarse a publicar su experien\u00adcia y proclamar Salvador a Cristo Jes\u00fas. Su creencia personal se convirti\u00f3 en mensaje que predicar. Y con cuantos, acept\u00e1ndolo, se sintieron salvados naci\u00f3 la comunidad cristiana.
\n
\n1.1. Datos b\u00e1sicos de la fe en la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas<\/strong>
\nEl creyente en Cristo es, por lo tanto, hijo y heredero de la experiencia de resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas. En ella se sabe salvado. Con demasiada frecuencia, por desgracia, el cristiano pasa por alto, si es que no lo ignora por completo, el contenido real de la afirmaci\u00f3n central de su fe: \u201cDios resucit\u00f3 a este Jes\u00fas; y todos nosotros somos de ello testigos<\/em>\u201d (Hch 2,32).
\n
\nHaber [sido] resucitado significa vivir para siempre<\/em><\/strong>
\nRecurriendo de modo inconsciente a las im\u00e1genes visuales con las que la pintura religiosa ha intentado captar el misterio, el cristiano que habla, o siente hablar, sobre la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas, asocia autom\u00e1ticamente el t\u00e9rmino de resurrecci\u00f3n con la salida de Jes\u00fas, triunfante, de un sepulcro abierto. No es \u00e9sta la idea de la resurrecci\u00f3n que nos ha transmitido el Nuevo Testamento. En realidad, no sabemos siquiera si los que proclamaron a Jes\u00fas resucitado hab\u00edan presenciado su salida de la tumba. Sabemos, eso s\u00ed, que no dieron a este hecho demasiada importancia.
\nLos testigos primeros de la resurrecci\u00f3n aseguraron exclusivamente haber visto al Se\u00f1or vivo <\/em>(Mt 28,9-10.17; Mc 16,7.12-14; Lc 24,32.34-35.36-41; Jn 20,18.25-29; cf. 1 Cor 15,5-9), sin reparar demasiado en las objeciones que semejante afirmaci\u00f3n suscitar\u00eda en sus oyentes[1]<\/a>. La formulaci\u00f3n elegida, ser visto o dejarse ver<\/em>, presenta el suceso como algo sensible, aunque no siempre verlo llevase a creerle vivo (Lc 24,15-21; Jn 20,20-24.29); de ah\u00ed que la experiencia pascual no puede ser reducida a un aconteci\u00admiento puramente visual. El caso es que los testigos hablaron de ella como de un encuentro personal, que ellos consideraban real, por m\u00e1s que superara su capacidad de contarlo con propiedad.
\nY es que la extra\u00f1eza de sus oyentes no podr\u00eda compararse con la sorpresa incr\u00e9dula que tuvieron que superar ellos. Los relatos evang\u00e9licos, que nacieron a partir de sus recuerdos, concuerdan en resaltar las resistencias de los testigos a creer lo que estaban viendo y que s\u00f3lo las vencieron a instancias del Resucitado (Mc 16,11-13; Lc 24,10-12.22-25.36-40; Jn 20,15-16.24-28). Porque quienes afirmaron haber visto al Se\u00f1or (Jn 20,25; Lc 24,34), lo sab\u00edan muerto en cruz y bien enterrado (Jn 19,30-41; Lc 24,20-22); eran, pues, los \u00faltimos en imaginarse que lo encontrar\u00edan vivo al \u2018tercer d\u00eda\u2019 de su crucifixi\u00f3n. Sin embargo, superados los primeros momentos de asombro y desconfianza, no pudieron silenciar su experiencia: \u201cJes\u00fas vive. Se nos ha aparecido<\/em>\u201d (Jn 20,25; Lc 24,32).
\n
\nUn \u00fanica afirmaci\u00f3n, dos hechos dispares<\/em><\/strong>
\nQuien desee captar lo que esa afirmaci\u00f3n, obvia en apariencia, implicaba para cuantos la repet\u00edan, habr\u00e1 de tener en cuenta los elementos fundamentales, dos, que la integran.
\nPor una parte, hablan de Jes\u00fas de Nazaret, una persona de ellos bien conocida, con la que hab\u00edan convivido largo tiempo y a la que hab\u00edan abandonado s\u00f3lo unos d\u00edas antes. El Resucitado tuvo que emplearse a fondo mostr\u00e1ndo\u00adseles vivo, mientras ellos perd\u00edan el tiempo busc\u00e1ndole entre los muertos (Mc 16,9; Mt 28,9-10; Lc 24,13-15; Jn 20,11-18.24-29). Esta inmediatez de Jes\u00fas, dif\u00edcilmente apreciable por nosotros hoy, era tan real que, precisamente por ello, les creaba problemas afirmar que lo acababan de ver de nuevo. Les resultaba m\u00e1s l\u00f3gico, sobre todo para ellos, pensar en fantasmas (Mt 28,17; Lc 24,37) o atribuirlo a habladur\u00edas de mujeres (Mc 16,11; Lc 24,22-24) que aceptar la evidencia de su resurrecci\u00f3n. Pero el hecho se les impuso de forma tan \u2018palpable\u2019 (cf. Lc 24,39-40; Jn 20,20.25-27), que no les qued\u00f3, al final, m\u00e1s remedio que admitirlo como realmente acontecido.
\nPor otra parte, y una vez superada la sorpresa de unos hechos que se opon\u00edan a su experiencia anterior y a sus l\u00f3gicas expectati\u00advas, los testigos se convencieron, muy a su pesar, de la realidad de su nueva vivencia. Con todo, el convencimiento al que llegaron no les prepar\u00f3 mejor para expresar bien la nueva experiencia. De hecho, los relatos de las apariciones son confusos, contradic\u00adto\u00adrios a veces. Quienes hab\u00edan visto y conocido a Jes\u00fas de Nazaret no le reconocen cuando topan con \u00e9l. Aunque hab\u00edan convivido con \u00e9l, lo confunden con un extra\u00f1o (Jn 20,15; cf. Lc 24,18); reconocido, desaparece (Lc 24,32; cf. Jn 20,17); puede presentarse como fantasma (Lc 24,37-39), tras haber entrado en una casa, cuyas puertas estaban atrancadas (Jn 20,19.26), dejarse tocar (Lc 24,39), comer pescado asado (Lc 24,41-43; cf. Jn 20,25; 21,12-13) o caminar sobre el mar (Jn 21,1.4) ante unos disc\u00edpulos a\u00fan at\u00f3nitos, cuando no incr\u00e9dulos.
\nLas incoherencias que acumula la narraci\u00f3n est\u00e1n reflejando la veracidad del testimonio dado, tanto como la absoluta novedad de lo sucedido. Si los testigos no pudieron acallar su experiencia, no supieron c\u00f3mo decirla sin desdecirse o sin caer en incongruen\u00adcias. Eran conscientes de no tener a disposici\u00f3n categor\u00edas adecuadas para manifestar lo que hab\u00edan vivido. La vida nueva del Resucitado era tan novedosa, tan primeriza y diversa, que no exist\u00eda a\u00fan lenguaje humano que la describiera con propiedad. Inventar ese lenguaje fue tarea de creyentes. La predicaci\u00f3n cristiana, primero, y el Nuevo Testamen\u00adto, despu\u00e9s, son prueba de ese esfuerzo testimo\u00adnial, enorme y no siempre bien logrado.
\n
\n1.2. El testimonio, \u00fanico modo fehaciente de hablar de la resurrecci\u00f3n<\/strong>
\nComo cualquier experiencia humana, la experiencia del Resucitado estuvo precedida por un suceso real que la posibilit\u00f3 y, a su vez, provoc\u00f3 un lenguaje que la hizo p\u00fablica. De no haber resucitado Jes\u00fas, sus disc\u00edpulos no lo habr\u00edan encontrado vivo. De no estar vivo, no se les habr\u00eda aparecido. De no hab\u00e9rseles aparecido, no se habr\u00edan convertido en sus testigos \u201chasta el fin del mundo<\/em>\u201d (Hch 1,8).
\nLa comunicaci\u00f3n de su experiencia personal, mediante la predica\u00adci\u00f3n misionera, logr\u00f3 que la nueva vida de Jes\u00fas no pasara desapercibida en cuanto suceso concreto; e impidi\u00f3 que la experiencia se redujera al grupo de quienes hab\u00edan visto al Se\u00f1or (cf. 1 Cor 15,5-8). A quienes Jes\u00fas no se les mostr\u00f3, entonces como hoy, les\/nos queda un solo camino para llegar a la convicci\u00f3n de que realmente vive: la aceptaci\u00f3n de la experiencia de los testigos.
\nEllo significa que, por un lado, el hecho de la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas<\/em> permanece, en s\u00ed mismo, inaccesible a nuestra verificaci\u00f3n hist\u00f3rica. Pero no poder demostrar sin fisuras que se dio, no legitima negar que se diera. La \u00fanica posibilidad de aproximaci\u00f3n reside en la aceptaci\u00f3n cordial y completa de la vivencia de quienes vieron al Se\u00f1or resucitado. Por otro lado, y ello no es m\u00e1s que consecuen\u00adcia de lo dicho, afirmar la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas como hecho hist\u00f3rico es, m\u00e1s que prueba o motivo de la fe en Cristo, su tema y contenido central.
\nEn realidad, cuanto predicaron sobre el Se\u00f1or Jes\u00fas resucitado sus testigos fue descripci\u00f3n de su propia vivencia<\/em>, m\u00e1s que relato neutral de lo acontecido a Jes\u00fas de Nazaret. En el origen de las expresiones que crearon no estuvo el inter\u00e9s por narrar la salida de Jes\u00fas del reino de la muerte (cf. Hch 2,29-31), sino la necesidad de dar publicidad a sus encuentros con el Se\u00f1or ya vivo. Si la acci\u00f3n divina de resucitar a Jes\u00fas hizo posible las apariciones de \u00e9ste a sus disc\u00edpulos, fueron en definitiva las afirmaciones repetidas por ellos las que dieron a conocer el hecho de la intervenci\u00f3n de Dios en favor de Jes\u00fas.
\nSe roza aqu\u00ed un dato esencial<\/em> para la comprensi\u00f3n de la resurrec\u00adci\u00f3n de Jes\u00fas. De ella no se puede hablar sin implicarse personalmen\u00adte; cuanto sobre ella se diga tendr\u00e1 que ser dicho testimo\u00adnialmente. No se alcanza, pues, el suceso real, si no se acepta la incidencia subjetiva en las personas que lo atestiguaron. El testigo no habla de o\u00eddas, sino a sabiendas; relata su propia vivencia cuando da testimonio de lo sucedido; crey\u00e9ndose haberse encontrado con Dios, hace de su experiencia personal contendido de su predicaci\u00f3n: el testigo de Dios habla de s\u00ed<\/em>, cuando tiene que hablar sobre Dios.
\nQuien reconoce que Dios, resucitando a Jes\u00fas de entre los muertos, le ha ofrecido una salida definitiva a sus angustias y liberado de todo l\u00edmite, muerte incluida, no puede hablar fr\u00eda y desapasionadamente de Jes\u00fas resucitado. S\u00f3lo quien habla sabi\u00e9ndose comprometido con lo que dice (se sabe salvado), y lo dice queriendo comprometer a quien le oiga (quiere salvar), habla fehacientemente del Se\u00f1or resucitado.
\nTal es el lenguaje de los primeros cristianos, de cuya proclama\u00adci\u00f3n nacer\u00eda el Nuevo Testamento. No puede esperarse de \u00e9l, por tanto, un recuento notarial y fr\u00edo de lo sucedido, sino la proclamaci\u00f3n de sus consecuencias por parte de quienes se saben afectados.
\n
\n1.3. <\/strong>El lenguaje de la resurrecci\u00f3n<\/strong>
\nLa mayor parte de cuanto sabemos sobre la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas se lo debemos a disc\u00edpulos an\u00f3nimos. El lenguaje que crearon se tuvo que acomodar al auditorio concreto para el que fue pensado. No pod\u00edan hablar de Jes\u00fas vivo sin aludir a la vida de los cristianos. Y, en consecuencia, la diversidad de situaciones vitales en que se mov\u00edan, ellos y sus oyentes, diferenci\u00f3 su testimonio; no pudieron hablar de la resurrecci\u00f3n de forma id\u00e9ntica antes un auditorio pagano (cf. Hch 17,22-32) o en una asamblea de jud\u00edos (cf. Hch 2,14-41; 13,16-42), en catequesis a cristianos (cf. 1 Cor 15,1-17) o durante una celebraci\u00f3n com\u00fan de la fe (cf. Flp 2,5-11).
\nEllo implica que, sin tener que renunciar al testimonio del hecho, incluyeran en sus afirmaciones y relatos otros intereses y nuevas preocupaciones. El respeto que deb\u00edan a las necesidades de sus oyentes oblig\u00f3 a los predicadores cristianos a introducir en su testimonio motivos y temas que, de por s\u00ed, no pertenec\u00edan al n\u00facleo de su experiencia pascual, pero eran vistos como ineludible aplicaci\u00f3n a la situaci\u00f3n del auditorio.
\nEste enraizamiento del lenguaje de la resurrecci\u00f3n en situaciones comunitarias del cristianismo primitivo tuvo como consecuencia su diversificaci\u00f3n: al ser la experiencia dicha en diferentes ambientes sociales, para oyentes distintos, tuvo que encontrar diversas formas de expresi\u00f3n.
\nA veces bast\u00f3 la mera afirmaci\u00f3n del hecho (1 Tes 4,14; Rom 10,9), mientras que, otras, los destinatarios del mensaje esperaban un relato de lo sucedido (Hch 1,2-8; 10,40-42; 13,30-33). De este modo, ha llegado hasta nosotros un doble tipo de lenguaje<\/em> testimonial sobre la resurrec\u00adci\u00f3n de Jes\u00fas: la escueta declaraci\u00f3n de su nueva vida y la descrip\u00adci\u00f3n, m\u00e1s o menos detalla\u00adda, de las apariciones del Resucitado.
\n
\nLa experiencia afirmada<\/em><\/strong>
\nAfirmar la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas como hecho es el modo m\u00e1s directo y elemental de expresar la experiencia pascual, sea que se indique a Dios como actor principal (1 Tes 1,10; Rom 10,9; Col 2,12; Ef 1,10; Hch 2,23-24.32; 3,15; 4,10; 17,31), sea que se nombre a Cristo como sujeto pasivo (1 Tes 4,14; Rom 8,34; 1 Cor 15,12.13.14-16.17.20: Lc 24,34).
\nEstas afirmaciones, primeras expresiones de la fe cristiana y embri\u00f3n del Nuevo Testamento, encontraron un ambiente propicio en la misi\u00f3n<\/em>. El esfuerzo proselitista acompa\u00f1\u00f3 su nacimiento y mantuvo su necesidad. Pero la mera afirmaci\u00f3n de la resurrecci\u00f3n no agot\u00f3 la capacidad, ni la necesidad, de crear nuevo lenguaje dentro de la comunidad. Una forma a\u00fan m\u00e1s profunda, mejor reflexionada, de decir la fe surgi\u00f3 cuando \u00e9sta se celebraba en com\u00fan.
\nDe hecho, el culto cristiano fue la ocasi\u00f3n privilegiada para descubrir con m\u00e1s nitidez y expresar con mayor belleza las dimensiones reales de la interven\u00adci\u00f3n de Dios en Jes\u00fas resucita\u00addo. Al reunirse para recordar agradecidos la haza\u00f1a realizada por Dios, los creyentes se convirtieron en poetas que leyeron la experiencia pascual de forma inigualada, insuperable, en esas estupendas recreaciones del significado de la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas que son los himnos cristol\u00f3gicos (Flp 2,6-11; 1 Tim 3,16; 1 Pe 3,18-22; Jn 1,1-18).
\nLa afirmaci\u00f3n de la experiencia pascual no es, pues, un\u00edvoca. Ha inventado dos formas de expresi\u00f3n, que dependen directamente de las dos actividades caracter\u00edsticas de la comunidad<\/em> cristiana: el culto <\/em>com\u00fan, que es donde mejor se comprende el misterio, por ser el lugar donde uno se sabe comprendido por lo que celebra y agradecido por ello; la misi\u00f3n, tambi\u00e9n com\u00fan, que nace y se mantiene por la necesidad de dar a conocer a otros una salvaci\u00f3n de la que uno ya ha hecho experiencia.
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\nLa experiencia narrada<\/em><\/strong>
\nTanto las confesiones de la fe como los himnos lit\u00fargicos que la celebran dejaban sin satisfacer la l\u00f3gica curiosidad de los oyentes. Los testigos tuvieron que acudir a sus recuerdos para ofrecer un relato que, describiendo el hecho y el alcance que para ellos tuvo, lo hicieran m\u00e1s comprensible a sus oyentes. La convicci\u00f3n b\u00e1sica era la misma, pero su expresi\u00f3n literaria se hizo cr\u00f3nica biogr\u00e1fica. Afirmaciones como la de Pablo en 1 Cor 15,4-8 pudieron servir de gu\u00eda e inspiraci\u00f3n para la recreaci\u00f3n de relatos m\u00e1s circunstan\u00adciados.
\nEstas reconstrucciones narran, pues, la experiencia pascual. Si la confesi\u00f3n de fe afirma el hecho y el himno se centra en su sentido, el relato sit\u00faa hecho y sentido en un tiempo y en un espacio, donde personas conocidas comparten protagonismo con el mismo Dios. El relato concretiza la experien\u00adcia haci\u00e9ndola m\u00e1s asequible; pero se enga\u00f1ar\u00eda quien pretendiera identificar lo narrado con lo sucedido.
\nLas divergencias, contradic\u00adciones incluso, que los relatos ofrecen, impiden hacerse una imagen de lo acontecido que quede al abrigo de toda duda razona\u00adble. Y es que las mismas preocupaciones comunitarias que condicionaron la formulaci\u00f3n de la fe en la resurrecci\u00f3n, influyeron en la producci\u00f3n de estos relatos. Los testigos no pudieron narrar lo sucedido aquel primer d\u00eda de la semana (Mt 28,1; Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1), sin reflejar lo que les estaba sucediendo a ellos mientras lo narraban.
\nLos relatos sobre la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas, presentes en los cuatro evangelios, pueden agruparse en dos tipos diferentes<\/em>: aqu\u00e9llos que concentran la acci\u00f3n en torno al sepulcro vac\u00edo (Mt 28,1-10; Mc 16,1-8; Lc 24,1-2; Jn 20,1-10) y los que describen las apariciones del Resucitado a sus disc\u00edpulos (Mt 28,16-20; Lc 24,13-32.33-53; Jn 20,19-29).
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\nEn torno a la tumba vac\u00eda<\/em>
\nLos primeros recogen tradiciones marginales al n\u00facleo de la fe en la resurrecci\u00f3n; elaboran el hecho de que unos disc\u00edpulos, algunas mujeres probablemente, encontraron la tumba abierta y vac\u00eda; ratifican, adem\u00e1s, la veracidad de la muerte de Jes\u00fas y facilitan la identificaci\u00f3n del Resucitado con el ajusticiado. Sutilmente dejan entrever un dato, rigurosamente hist\u00f3rico, de notable transcendencia: el descubri\u00admiento de la tumba vac\u00eda no condujo a sus protagonistas a la fe ni, mucho menos, al testimo\u00adnio de la resurrecci\u00f3n; a lo sumo, sembr\u00f3 en ellos sorpresa y desconcierto (cf. Mc 16,8). La tumba abierta es signo para quien ya cree, para quien se siente amado (cf. Jn 20,8); en s\u00ed misma, se mantiene abierta a otras explicaciones posibles (cf. Mt 27,62-66).
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\nLas apariciones<\/em>
\nLos relatos de apariciones, historificaci\u00f3n de la experiencia de los testigos, presentan, a su vez, dos modelos diversos deencuentros con el Resucitado<\/em>: los que se interesan por un grupo restringido de disc\u00edpulos, nombrados testigos por el Resucitado en persona, sea en Galilea (Mt 28,16-20; Jn 21,11-28), sea en Jerusal\u00e9n (Lc 24,33-53; Mc 16,14-20); y los que narran el encuentro del Resucitado con creyentes individuales: Mar\u00eda Magdalena (Jn 20,11-28; Mc 16,8-11), las dos Mar\u00edas (Mt 28,1.9-10) o los disc\u00edpulos de Ema\u00fas (Lc 24,13-32; Mc 16,12-13).
\nLos primeros son, en realidad, cr\u00f3nicas de la fundaci\u00f3n de la comunidad cristiana<\/em>. Predomina en ellos la intenci\u00f3n de narrar el surgimiento de una comunidad, nacida de un mandato y con una tarea impuesta por el Resucitado. Aunque cada evangelista subraya el aspecto que m\u00e1s le interesa (p. ej., Mateo, la evangelizaci\u00f3n; Juan, el perd\u00f3n), la misi\u00f3n universal y la identificaci\u00f3n del vidente como testigo son los dos datos comunes a esos relatos. Los ap\u00f3stoles tuvieron que sentirse enviados al mundo por una encomienda del Resucitado, tras haberle encontrado vivo; vencieron su sorpresa, teniendo al mundo como destino de su vida y teni\u00e9ndolo por oyente del evangelio (Mt 28,18-20; Hch 1,18).
\nLos relatos de encuentros del Resucitado con alg\u00fan disc\u00edpulo concreto escenifican un posible acceso a la experiencia pascual<\/em> para cuantos no han sido elegidos por Cristo como sus testigos personalmente. A quienes Jes\u00fas no se les mostr\u00f3 vivo, les quedaron otros caminos para reconocerlo como Se\u00f1or y Cristo: el testimonio que se f\u00eda del anuncio de que vive (Mt 28,5-8; Mc 16,8), la fe que no precisa de pruebas (Lc 20,24-29), el reconocimiento que renuncia a mantener al Se\u00f1or a la propia disposici\u00f3n (Jn 20,11-18), la escucha de la Palabra y la participaci\u00f3n en la eucarist\u00eda com\u00fan (Lc 24,30-32). Estas v\u00edas hacia la fe pueden ser recorridos por todos los que no lo acompa\u00f1aron \u201cdesde los tiempos en que Juan bautizaba hasta el d\u00eda en que se lo llevaron al cielo\u201d (Hch 1,22). Tambi\u00e9n nosotros.
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\nApenas confesada la resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or Jes\u00fas, y precisamente por sentirse salvados en \u00c9l, los primeros cristianos iniciaron un proceso, lento y profundo, de repensamiento de su fe y de la anterior convivencia con Jes\u00fas de Nazaret. Buscaban comprender lo sucedido a \u00c9l\u2026, y a ellos. No hay que olvidar que entre quienes iniciaron este proceso estaban los que hab\u00edan acompa\u00f1ado al profeta galileo desde el inicio, lo hab\u00edan visto predicar el reino y hacer milagros, sab\u00edan que hab\u00edan muerto crucificado y d\u00f3nde hab\u00eda sido sepultado. Cuando lo supieron vivo y se supieron salvados por Dios (2 Cor 4,14; Rom 4,25; 8,11; 10,9), empezaron a ver a Dios y a Jes\u00fas de modo bien distinto; tuvieron que reformular su fe en el \u201cDios de nuestros padres\u201d (Hch 3,13) e iniciar a formular su fe en Cristo Jes\u00fas (Hch 2,36).
\nEl descubrimiento de que Jes\u00fas de Nazaret era el Se\u00f1or Resucitado (1 Tes 1,10; Rom 6,9; Flp 2,6-11) comport\u00f3 la transformaci\u00f3n de Dios, verdadero actor del acontecimiento (1 Tes 4,14; 1 Cor 6,14-15), que desde ese momento en adelante ser\u00e1 proclamado como Padre de nuestro Se\u00f1or (Ef 3,14; 1 Pe 1,3). S\u00f3lo el Dios que ha dado un futuro sin l\u00edmites a Jes\u00fas de Nazaret ha demostrado, m\u00e1s all\u00e1 de toda duda, que quiere un nuevo futuro para el hombre y est\u00e1 dispuesto a conced\u00e9rselo.
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\n2.1. <\/strong>\u201cDios y Padre de nuestro Se\u00f1or Jesucristo\u201d (Rom 15,6)<\/strong>
\nLa convicci\u00f3n de que Jes\u00fas, que hab\u00eda muerto crucificado, hab\u00eda sido resucitado por Dios (Hch 2,36; 3,15), oblig\u00f3 a los primeros creyentes a repensar las esperanzas mesi\u00e1nicas que les hab\u00edan llenado de ilusi\u00f3n mientras segu\u00edan a Jes\u00fas. Y, m\u00e1s decisivo a\u00fan, les impuso tener que aceptar un cambio radical en su concepci\u00f3n de Dios: no era ya s\u00f3lo \u201cel Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres\u201d (Hch 3,13) sino tambi\u00e9n, y sobre todo, Aquel \u201cque resucit\u00f3 a Jes\u00fas de entre los muertos\u201d (Hch 2,24.32).
\nSin ser rechazado, el monote\u00edsmo jud\u00edo tuvo que ser modificado: la comprensi\u00f3n de Dios y su confesi\u00f3n queda definida en relaci\u00f3n con Cristo Jes\u00fas. El Dios creador (Ef 1,3-6; Col 1,15-19), el \u201cDios de nuestros padres\u201d (Hch 3,13), es el \u201cDios y Padre de nuestro Se\u00f1or Jesucristo\u201d (2 Cor 1,3; 11,31). El Dios de Israel viene de ahora en adelante caracterizado \u2018desde\u2019 y \u2018por\u2019 Cristo: el Resucitado es su Hijo (1 Tes 1,10; Gal 1,16; Rom 1,4), a quien le ha conferido su Nombre (Flp 2,9-10). Es \u00c9l su icono (Flp 2,6; 2 Cor 4,4), el portador de su gloria (2 Cor 4,6; Flp 3,21); se sienta a su derecha (Rom 8,24), ejercita su poder (1 Cor 15,27; Flp 3,21), y ser\u00e1 su representante exclusivo en el \u00faltimo juicio (1 Tes 1,10; 1 Cor 16,22; 2 Cor 5,10).
\nNunca honrado como un \u2018segundo\u2019 dios, Cristo Jes\u00fas fue insertado en el culto al \u00fanico Dios verdadero: ha sido Dios quien ha hecho conocer la gloria divina que se ve en el rostro de Cristo. Hay que reconocer, pues, que el Se\u00f1or Jes\u00fas, exaltado a la gloria de Dios, no amenaza el radical monote\u00edsmo de la fe, primero jud\u00eda, luego cristiana. Ya en los a\u00f1os cincuenta, Pablo llegar\u00eda a definir a Jes\u00fas describiendo la actuaci\u00f3n de Dios en \u00e9l y por medio de \u00e9l (Col 1,15-19; Ef 1,4-10). Esta superposici\u00f3n de funciones salv\u00edficas entre Dios y Jes\u00fas se hab\u00eda dado ya antes de Pablo, y en un per\u00edodo de tiempo verdaderamente escaso.
\nDetr\u00e1s de Jes\u00fas resucitado est\u00e1 siempre, y s\u00f3lo, Dios: Dios lo ha enviado (Gal 4,4-5; Rom 8,3-4), lo ha entregado a la muerte y lo ha hecho resurgir de entre los muertos (Rom 4,25; 8,32); por medio de \u00e9l, Dios ha reconciliado el mundo consigo (2 Cor 5,18-19) y justifica a quien crea en \u00e9l (Rom 5,1-11). Despu\u00e9s de la exaltaci\u00f3n de Jes\u00fas, Dios contin\u00faa siendo confesado como \u00fanico Dios, pero Cristo Jes\u00fas est\u00e1 ya siempre junto a \u00c9l: el Dios cristiano es el Dios Padre de nuestro Se\u00f1or Jesucristo.
\nLa actuaci\u00f3n de Dios el d\u00eda de Pascua, aunque fuera en un solo hombre y de una vez por todas, tuvo consecuencias sobre todos los creyentes y en el mundo (cf. 2 Cor 5,21; 8,9). El poder de la resurrecci\u00f3n sobrepasa con mucho su experiencia personal, concreta e indivisible, de Jes\u00fas de Nazaret. El Dios que lo resucit\u00f3 es un Dios que quiere tanto la vida que la cre\u00f3 un d\u00eda y se ha comprometido con nosotros en recrearla de nuevo y para siempre; es un Dios que devuelve la vida a los suyos, porque es Viviente, vive El y hace vivir a cuantos le conf\u00edan la vida; es un Dios que rescata de la muerte, porque ama retornando a la vida a quienes quiere. En definitiva, es un Dios, en quien se puede confiar de la forma m\u00e1s incondicional, precisamen\u00adte cuando todas las seguridades nos abandonen o en punto de muerte se desmorona la posibilidad misma de supervivencia.
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\n2.2. <\/strong>\u201cDios ha hecho Se\u00f1or y Cristo a este Jes\u00fas\u201d (Hch 2,36)<\/strong>
\nLa resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas origin\u00f3, sobre todo, una lenta e inexorable b\u00fasqueda de de comprensi\u00f3n de su misterio personal. Resucitado por Dios, Jes\u00fas se ha convertido en norma \u00fanica y camino exclusivo de salvaci\u00f3n para todos los hombres: no hay otro nombre en el cielo, en la tierra, en el abismo, en las alturas, ante quien doblar la rodilla (Flp 2,10). La decisi\u00f3n divina obliga a los hombres a tomar una decisi\u00f3n tan transcendental como urgente: convertirse a Dios pasa ahora necesariamente por la aceptaci\u00f3n de Jes\u00fas, sus ideas y su predicaci\u00f3n, el motivo de su vida y la razones de su muerte (Hch 2,38; 3,26).
\nPara expresar el estado y la funci\u00f3n que el Resucitado ejerce en sus vidas, los cristianos recurrieron a t\u00edtulos que tomaron prestados de su heredada fe jud\u00eda. Confesando qui\u00e9n es, en realidad, Jes\u00fas, proclamaban lo que hab\u00eda hecho por ellos.
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\nEn un mundo que se cre\u00eda poblado de \u2018dioses\u2019 y \u2018se\u00f1ores\u2019 (1 Cor 8,5), la confesi\u00f3n del se\u00f1or\u00edo de Jes\u00fas (1 Cor 8,6) permit\u00eda al creyente identificar su existencia cristiana como servicio exclusivo, como pertenencia \u00fanica, separ\u00e1ndose as\u00ed netamente del modo de vida pagano (Rom 10,9), sin tener que comprometer con ello el monote\u00edsmo radical de la fe jud\u00eda. Quien se sabe ya de El y vive bajo su esfera de dominio, tiene razones para la esperanza, por evidentes y probadas que sean sus infidelidades. Quien se sabe siervo del Se\u00f1or Jes\u00fas, es libre de toda servidumbre en el cielo y en la tierra. Quien reconoce el amor de Dios en Cristo Jes\u00fas, puede desafiar al mundo y a toda potestad visible e invisible (Rom 8,34-35).
\nEste se\u00f1or\u00edo actual, no obstante, tiene un objetivo que a\u00fan no ha sido alcanzado: debe tener dominio sobre todo poder hostil a Dios \u2013 comprendidos el pecado y la muerte \u2013 antes de someterse \u00c9l mismo a Dios (1 Cor 15,24); lo que hace que su poder no sea ni ilimitado ni eterno. El Resucitado ejercita el dominio sometiendo todo, sin excepci\u00f3n, hasta conseguir que \u201cDios sea todo en todos\u201d (1 Cor 15,28).
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\nLa resurrecci\u00f3n es el momento de la proclamaci\u00f3n de esa filiaci\u00f3n, all\u00ed ha sido confirmada (Fil 2,6-11) o iniciada (Rom 1,3-4). Jes\u00fas es Hijo porque ha sido enviado por Dios, \u2018entregado por nosotros\u2019 (Rom 8,32). La donaci\u00f3n de su vida revela \u2018el amor que tiene por m\u00ed\u2019 (Gal 2,20). M\u00e1s a\u00fan, el env\u00edo del Hijo y la obediencia al Padre, son los datos esenciales de la filiaci\u00f3n, una relaci\u00f3n \u00fanica porque lo capacita para hacer hijos de Dios a otros (Gal 4,5). El acento recae sobre la relaci\u00f3n de obediencia de Cristo con Dios, no sobre su identidad.
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\n2.3. <\/strong>\u201cCristo muri\u00f3 por nuestros pecados\u201d (1 Cor 15,3)<\/strong>
\nApenas superado el estupor que les origin\u00f3 reencontrarse con Jes\u00fas vivo e iniciado el intento de redefinici\u00f3n de su persona, los primeros cristianos tuvieron que enfrentarse a un gran enigma, la previa muerte en cruz del Se\u00f1or Resucitado. Bien sab\u00edan que \u201cquien est\u00e1 colgado de un madero es maldito\u201d (Gal 3,13; Dt 21,23). Entonces, \u00bfpor qu\u00e9 pudo Dios \u201clibrar de los dolores de la muerte\u201d a un ajusticiado sin permitir que su cuerpo conociera la corrupci\u00f3n (cf. Hch 2,24.31)? Hoy apenas podemos imaginar lo que pudo costarles llegar a afirmar la salvaci\u00f3n universal y vincular a su Dios con un crucificado, descubriendo en tal muerte Dios cumpl\u00eda un plan establecido previamente (Hch 2,23). La mera afirmaci\u00f3n provocaba en cuantos lo oyeran l\u00f3gica incredulidad y neto rechazo; ya que, como escribir\u00e1 Pablo despu\u00e9s, proclamar a \u201cun mes\u00edas crucificado es un esc\u00e1ndalo para los jud\u00edos y una sinraz\u00f3n para los griegos\u201d (1 Cor 2,23).
\nEstando seguros de que resucitando al crucificado, Dios ha hecho saber al mundo que Jes\u00fas est\u00e1 vivo (2 Cor 13,4) y que vive para trasformar a los creyentes (Rom 6,8; 2 Cor 2,9; 5,15), no les fue dif\u00edcil entender y confesar que hab\u00eda muerto por nosotros<\/em> (1 Tes 5,10; Rom 5,8), por nuestros pecados<\/em> (1 Cor 15,3). La resurrecci\u00f3n ilumina y explica el drama de la cruz, descubriendo su sentido \u00faltimo; la cruz, su esc\u00e1ndalo (1 Cor 2,23; cf. Gal 6,12; Flp 3,18), se convierte en lugar hist\u00f3rico de la epifan\u00eda del amor del Padre y de la revelaci\u00f3n de Jes\u00fas como su Hijo (1 Jn 4,10: \u201cEn esto est\u00e1 el amor, no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que El nos am\u00f3 primero y envi\u00f3 a su Hijo como propiciaci\u00f3n por nuestros pecados\u201d), y de la oferta de perd\u00f3n universal por los pecados (Gal 1,4: \u201cse entreg\u00f3 por nuestros pecados.., cumpliendo as\u00ed la voluntad de Dios nuestro Padre\u201d).
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\n2.4. <\/strong>\u201cSeg\u00fan las Escrituras\u201d (1 Cor 15,4)<\/strong>
\nPuesto que muerte y resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas realizaban el proyecto que Dios ten\u00eda dispuesto (Hch 2, 23), los primeros cristianos se lanzaron a leer la Escritura para probar la validez y encontrar el fundamento de su nueva fe. Luego, buscaron argumentos en ella para hacer cre\u00edble su predicaci\u00f3n a los jud\u00edos. Ya que documentaban la realizaci\u00f3n hist\u00f3rica de la salvaci\u00f3n divina de Israel y conten\u00edan las promesas de una nueva y definitiva alianza, las Escrituras \u2013 en especial, Ley, Profetas y Salmos \u2013 constitu\u00edan la \u00fanica base de legitimaci\u00f3n cuya autoridad era reconocida sin reserva alguna por los cristianos y por sus primeros destinatarios. En ellas, pues, encontraron el apoyo m\u00e1s seguro y un amplio repertorio de temas para leerlas como profec\u00eda de Cristo (Mt 21,42: \u201c\u00bfo es que nunca le\u00edsteis en las Escrituras: la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular; esta es la obra del Se\u00f1or y es una maravilla para nosotros\u201d?).
\nLas Escrituras se convirtieron pronto en dep\u00f3sito de pruebas que \u2018demostraban\u2019 la realizaci\u00f3n del proyecto salv\u00edfico divino en la vida, muerte y resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or Jes\u00fas y en el fil\u00f3n del que extrajeron conceptos, temas y t\u00e9cnicas de argumentaci\u00f3n. Todo cuanto hab\u00eda sucedido \u201cten\u00eda que ser as\u00ed\u201d (Mc 8,31)[3]<\/a>. Esta convicci\u00f3n queda expresada, de forma magistral, en la narraci\u00f3n lucana del episodio de Ema\u00fas, donde aparece el mismo Resucitado \u201cinterpretando lo que de \u00e9l se dec\u00eda todas las Escrituras, comenzando por Mois\u00e9s y siguiendo por los profetas\u201d (Lc 24,27).
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\nSin embargo, los cuatro evangelios<\/em> no corresponden exactamente con lo que los primeros testigos de Jes\u00fas Resu\u00adcitado entend\u00edan bajo el t\u00e9rmino ‘evangelio’; para ellos, ‘evangelio’ m\u00e1s que un libro fue, en su origen, una activi\u00addad: lo que Jes\u00fas hizo y dijo (Hch 1,1; Jn 21,35), lo que mand\u00f3 proclamar a todo el mundo (Mt 28,19-20; Hch 1,8). Mu\u00adcho antes de que el primer evangelio fuera escrito, exist\u00eda el evangelio predicado<\/em>; es m\u00e1s, hubo un tiempo, el m\u00e1s pr\u00f3\u00adximo a los sucesos narrados en los libros evang\u00e9licos, en el que no exist\u00eda m\u00e1s que un evangelio (Gal 1,6-9), su conte\u00adnido se resum\u00eda en la afirmaci\u00f3n de la muerte y la resu\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00adrrecci\u00f3n de Jes\u00fas seg\u00fan las escrituras (1 Cor 15,3-5). El mismo Marcos, el evangelista que emple\u00f3 por t\u00e9rmino al ini\u00adcio de su obra, no pretendi\u00f3 con \u00e9l dar nombre a su libro sino presentar a Cristo Jes\u00fas como salvaci\u00f3n defini\u00adtiva (Mc 1,1).
\nSe tuvo que dar, pues, un lento cambio en la comprensi\u00f3n<\/em> del ‘evangelio’ entre los cristianos del siglo primero, cambio que permiti\u00f3 la transformaci\u00f3n de la predicaci\u00f3n oral en literatura evang\u00e9lica. Este cambio implica el reconoci\u00admien\u00adto, al menos t\u00e1cito, de la identidad b\u00e1sica en\u00adtre ambas presentaciones – la oral y la escrita – del evan\u00adgelio, sin desconocer su diferencia y la subordinaci\u00f3n de la forma es\u00adcrita a la oral: lo sustantivo en el evangelio es ser pre\u00addicaci\u00f3n. Lo fue en su origen y lo ser\u00e1 siempre.
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\n3.1. Evangelio: anuncio de salvaci\u00f3n<\/strong>
\nEn su origen, evangelio no era un t\u00e9rmino de exclusivo uso cristiano. Tanto el helenismo contempor\u00e1neo y como el mundo b\u00edblico lo utilizaban, antes de que llegase a definir la predicaci\u00f3n cristiana.
\n <\/strong>
\nSentido b\u00e1sico<\/em><\/strong>
\nEtimol\u00f3gicamente, evangelio significa buena noti\u00adcia<\/em>. El testimonio m\u00e1s antiguo de su uso es el de ‘recompensa dada al mensajero por la buena noticia’; luego, vendr\u00e1 a indicar el conte\u00adnido mismo de la buena no\u00adticia.
\nNor\u00admalmente connota la idea de una nueva alegre<\/em> para un grupo social determinado; con frecuencia se refer\u00eda a victorias milita\u00adres: su anuncio provocaba ofrendas sacrificiales a la divi\u00adnidad, idea que tambi\u00e9n lleg\u00f3 a incluir. En el mundo hele\u00adn\u00edstico, cuando las victorias militares se vi\u00aderon en rela\u00adci\u00f3n con el poder divino del emperador, ad\u00adquiri\u00f3 por vez primera un al\u00adcance pol\u00edtico: los momentos m\u00e1s re\u00adlevantes de la vida del emperador, sus decretos, son ‘evan\u00adgelios’ para el pueblo; son celebrados comunitariamente como sucesos salvadores, pues el monarca era la ra\u00edz prin\u00adcipal de la prosperidad de sus s\u00fabditos.
\n
\nUso b\u00edblico<\/em><\/strong>
\nTambi\u00e9n en Israel, besorah, el equivalente a evange\u00adlio, es inicialmente un t\u00e9rmino profano, significando ‘anuncio de victoria’ (2 Sam 18,20.25.27; 1 Re 1,42; 2 Re 7,9) y ‘recompensa debida a quien la proclama’ (2 Sam 4,10; 18,22). La connotaci\u00f3n religiosa aparece tard\u00edamente, en el exilio, para designar el anuncio de la salvaci\u00f3n definitiva de Dios, su victoria escatol\u00f3gica, que puede ya predecirse (Is 40,9; 52,7; 60,6; 61,1) y que trae consigo la realiza\u00adci\u00f3n de su reino. Ha sido esta convicci\u00f3n, con toda proba\u00adbilidad, la que ha preparado la denomina\u00adci\u00f3n del mensaje de Jes\u00fas como evangelio (Mc 1,14.15; 8,35; 10,29; 13,10; 14,9; 16,5).
\n <\/strong>
\nT\u00e9rmino cristiano<\/em><\/strong>
\nEn el lenguaje t\u00e9cnico de los primeros cristianos, evangelio <\/em>se refer\u00eda siempre al anuncio de Cristo Jes\u00fas, la pro\u00adclamaci\u00f3n de que s\u00f3lo en \u00e9l tenemos la salvaci\u00f3n (Hch 13,32; 14,15.21; 15,35; 16,10). Su contenido m\u00e1s antiguo no fue la historia de Jes\u00fas de Nazaret, sino la confesi\u00f3n de que en \u00e9l Dios ha cumplido su promesa de salvaci\u00f3n (1 Cor 15,3-5; Rom 1,1-7). Para decir el evangelio, pues, no hab\u00eda que narrar la vida de Je\u00ads\u00fas, ten\u00eda que proclamarse que Dios se hab\u00eda ligado s\u00f3lo a su persona. Por tanto, no exist\u00eda m\u00e1s que un evange\u00adlio le\u00adg\u00edtimo, el que un\u00eda indisolublemente la salvaci\u00f3n de Dios con la persona de Jes\u00fas (Gal 1,6-9).
\n
\n3.2. <\/strong>Evangelio: predicaci\u00f3n escrita<\/strong>
\nNo se sabe si Jes\u00fas utiliz\u00f3 el t\u00e9rmino para referirse a su predicaci\u00f3n del reino de Dios<\/em>. Pero al pre\u00adsentarse como portavoz y realizador de las esperanzas me\u00adsi\u00e1nicas (Lc 4,16-21; 7,22; Mt 11,2-5, cf Is 61,1-2), daba por descontado que estaba anunciando un reinado de Dios tan cercano, como para intuirlo ya presente (Mc 1,14-15; Mt 4,17; 9,35).
\nTras los sucesos de Pascua, el anuncio del reino que Jes\u00fas hab\u00eda predicado dio paso a la proclamaci\u00f3n de Jes\u00fas como el Se\u00f1or por parte de sus disc\u00edpulos. La predicaci\u00f3n de Je\u00ads\u00fas se convirti\u00f3 en predicaci\u00f3n sobre Cristo: la salvaci\u00f3n por venir, anunciada inminente por el profeta de Nazaret, Dios la ofrec\u00eda a quien le aceptara como Cristo e Hijo suyo (Hch 5,42; 8,35; 17,18; 11,20; 13,32-33; 18,25; 28,31). Este anuncio se entiende todav\u00eda como predicaci\u00f3n a viva voz; y quien la promueve es reconocido como evangelista <\/em>(Hch 21,8; Ef 4,11; 2 Tim 4,5).
\n
\nSalvaci\u00f3n proclamada<\/em><\/strong>
\nSiendo el evangelio la predicaci\u00f3n del suceso salv\u00edfico que es Jes\u00fas de Nazaret, un personaje hist\u00f3rico, los hechos de su vida, aunque sean afirmaciones parciales de ese hecho, pasan a ser afirmaciones salv\u00edficas. La predica\u00adci\u00f3n apost\u00f3lica activ\u00f3 la memoria de los testigos, puesto que los recuerdos del Mensajero eran ahora parte del Mensa\u00adje<\/em>. Esta memoria, que se sab\u00eda comprometida con quien se recordaba, no fue neutral, pero s\u00ed fiel: los recuerdos apost\u00f3licos no anularon la diferencia entre el Jes\u00fas cre\u00adyente, predicador del reino de Dios, y el Cristo cre\u00eddo y predicado como Se\u00f1or por venir. Era re\u00adcuerdos originados en una clara profesi\u00f3n de fe; <\/em>por tanto, no produjeron s\u00f3lo una simple cr\u00f3nica de \u201clo acontecido entre nosotros\u201d (Lc 1,1), sino que aportaban, sobre todo, la comprensi\u00f3n que de los hechos narrados ten\u00edan sus predicado\u00adres. Su testimonio era hist\u00f3\u00adrico porque se re\u00adfer\u00eda a un personaje hist\u00f3rico con el que hab\u00edan convivido (Lc 1,2; Hch 1,21-22), pero estaba al ser\u00advicio de su fe: la narraci\u00f3n de la vida de Jes\u00fas pretendi\u00f3 ser, desde un prin\u00adcipio y de forma intencionada, predicaci\u00f3n de la salvaci\u00f3n de Dios.
\nPablo es, sin duda, el mejor testimonio de este per\u00edodo cristiano, entre los a\u00f1os 30 a los 60, en el que evangelio<\/em>significaba, ante todo, anuncio de Jes\u00fas, hijo de Dios, y evangelizaci\u00f3n<\/em>, la actividad esencial de la comunidad cristiana. La conciencia cristiana de Pablo, su ser creyente y su deber ser ap\u00f3stol, estaban dominados por el evangelio (Gal 1,15-16; Rom 1,1; Col 1,23; Ef 3,7); toda su obra es evangelizaci\u00f3n, cuyo contenido tiene a Dios como autor (Rom 15,16; 2 Cor 11,7; 1 Tes 2,2.8.9) y a Cristo Je\u00ads\u00fas como tema \u00fanico (Rom 1,3; 15,19; 1 Cor 9,12; 2 Cor 2,2; 9,13; 10,14; Gal 1,11-12; Flp 1,17).
\nEl evangelio paulino se diferencia del evangelio del reino de Dios, que presentan los sin\u00f3pti\u00adcos como la predicaci\u00f3n de Jes\u00fas de Nazaret (Mt 4,23; 9,35; 24,14; Lc 4,43; 8,1; 16,16). En este aspecto, Pablo repre\u00adsenta una etapa m\u00e1s evolucionada que la que tes\u00adtimonian los evangelios escritos; para el ap\u00f3stol, Cristo llena exclusi\u00advamente su evangelio; todo cuanto haga palide\u00adcer o tienda a substituir esta primac\u00eda de la persona de Jes\u00fas anunciada como \u00fanica salvaci\u00f3n no cabe en su predica\u00adci\u00f3n.
\n <\/strong>
\nPredicaci\u00f3n escrita<\/em><\/strong>
\nSobre todo en ambientes de misi\u00f3n, pero no exclusivamente, pronto surgi\u00f3 la necesidad de poner por es\u00adcritos recuerdos de la vida de Jes\u00fas, para recoger la pre\u00addicaci\u00f3n de sus testigos y alimentar nuevas proclama\u00adciones de su persona: colecciones de hechos y dichos de Jes\u00fas, na\u00adrraciones de su muerte y de las apariciones, fueron engro\u00adsando la tradici\u00f3n evang\u00e9lica. As\u00ed, de forma casual y respondiendo a necesidades misioneras y catequ\u00edsticas, se pasaba del evangelio predicado al evangelio escrito.
\nQue la puesta por escrito de la tradici\u00f3n evang\u00e9\u00adlica sirviera a la predicaci\u00f3n, no explica todav\u00eda la nove\u00addad que el surgimiento de la literatura evang\u00e9lica trae consigo. Tuvieron que darse otras circunstancias muy con\u00adcretas y de\u00adcisivas para el fu\u00adturo de la misma predicaci\u00f3n cristiana.
\n
\n <\/em>La paulatina desaparici\u00f3n de los testigos presenciales<\/em> oblig\u00f3 muy pronto a la comunidad a preservar su testimonio. La comunidad, creyendo que en Jes\u00fas Resucitado Dios hab\u00eda actuado definitivamente, viv\u00eda apoyada en su recuerdo: su existencia y su persistencia depend\u00eda de su memoria; a falta de hombres vivos que actualizasen un pasado compartido con Jes\u00fas, recogieron sus recuerdos en escritos, en los que pudieran reconocer su voz y sentirse, a su vez, disc\u00edpulos y testigos. De ah\u00ed la necesidad de que tales es\u00adcritos fueran apost\u00f3licos<\/em>, es decir que condensaran el tes\u00adtimonio aut\u00e9ntico de los primeros disc\u00edpulos de Jes\u00fas y testigos de su resurrecci\u00f3n.
\n <\/em>Adem\u00e1s, y en contra de lo que hab\u00edan cre\u00eddo en un principio, el mundo no parec\u00eda estar acabado y el Se\u00f1or Je\u00ads\u00fas retrasaba indefinidamente su retorno. La comunidad tuvo que afrontar tareas nuevas para las que no encontraba solu\u00adciones directas en la tradici\u00f3n apost\u00f3lica<\/em>. Y ello, sin contar con que, perdida la esperanza de una pronta liquidaci\u00f3n de este siglo, no tuvo m\u00e1s remedio que comenzar a insertarse cons\u00adcientemente en \u00e9l. Alarg\u00e1n\u00addose indefinidamente el tiempo por venir, tuvo que mirar al pasado con mayor atenci\u00f3n: lo ocu\u00adrrido a Jes\u00fas el Cristo era la mejor fuente de inspiraci\u00f3n para imaginarse lo que les iba a suceder a ellos y el apoyo m\u00e1s fuerte frente a cuanto les estaba sucediendo. Tuvieron que leer su propia historia reactivando la historia de su Se\u00f1or<\/em>; seguramente, la obra lucana es la mejor prueba de esta situaci\u00f3n, aunque no es la \u00fanica.
\n <\/em>Por \u00faltimo, la instalaci\u00f3n de la comunidad cris\u00adtiana dentro del mundo grecorro\u00admano<\/em>, consecuencia directa del \u00e9xito misionero inicial, llev\u00f3 a la tercera generaci\u00f3n cristiana a fijar su mensaje tradicional frente a los cultos mist\u00e9ricos o sistemas gn\u00f3sticos imperantes. La comunidad guard\u00f3 fide\u00adlidad al evangelio oral poni\u00e9ndolo por escrito en unos li\u00adbros que unieron la predicaci\u00f3n con la biograf\u00eda, la afir\u00admaci\u00f3n escatol\u00f3gica con la cr\u00f3nica hist\u00f3rica, la profesi\u00f3n de fe y el relato como forma de expresi\u00f3n. As\u00ed salv\u00f3 el primer cristianismo el realismo de la salvaci\u00f3n de Dios en Jes\u00fas de Nazaret, evitando tanto el peligro de convertirse en el triunfo de la Idea (gnosis<\/em> = salvaci\u00f3n por el co\u00adnocimiento) como la tentaci\u00f3n de reducirse a historia huma\u00adna, que no dejara lugar al protagonismo divino.
\n
\nDocumento escrito<\/em><\/strong>
\nEl traspaso de la tradici\u00f3n oral a documento es\u00adcrito supuso una transforma\u00adci\u00f3n en la comprensi\u00f3n del mismo evangelio. Aunque siempre la predicaci\u00f3n de Cristo Jes\u00fas como salvaci\u00f3n de Dios hab\u00eda incluido el recuerdo de su fi\u00adgura hist\u00f3rica, ahora la historificaci\u00f3n del kerigma<\/em> se hizo de forma m\u00e1s consecuente. La cr\u00f3nica biogr\u00e1fica encontr\u00f3 un comienzo lo\u00adcalizable en la historia profana, los d\u00edas de Juan el Bau\u00adtista (cf. Lc 3,1-3; 4,21) y un final tambi\u00e9n hist\u00f3rico, ‘bajo Poncio Pilato’ (cf. Mc 15,1; Hch 10,37-40).
\nA esta historificaci\u00f3n interna de la predicaci\u00f3n cristiana acompa\u00f1\u00f3 otra, externa <\/em>quiz\u00e1 pero no menos de\u00adterminante. El inter\u00e9s de los cristianos por Jes\u00fas de Nazaret se basaba en que le cre\u00edan Se\u00f1or universal e Hijo \u00fanico de Dios. Al saberlo vivo y a su favor, les import\u00f3 su pasado. Pero siendo desde la experiencia actual cristiana desde donde rememoraban aquel pasado y lo asum\u00edan en su testimonio de fe, su recuerdo<\/em> fue selectivo; su memoriza\u00adci\u00f3n de cuanto \u201cJes\u00fas hizo y dijo entre nosotros\u201d (Hch 1,1) estaba activada por las preocupaciones que su vida actual les presentaba.
\nEn cierta manera, eran las ocupaciones del presente y los mie\u00addos ante el futuro inmediato lo que les oblig\u00f3 a mantener el recuerdo de Jes\u00fas. Y \u00e9sta es la raz\u00f3n por la que hoy sabemos tan poco de la vida de Jes\u00fas de Nazaret y de que lo sabemos a trav\u00e9s de la vida y de la predicaci\u00f3n de sus testigos. La comunidad cristiana, cuando se puso a escribir el evangelio, no supo, ni quiso probablemente, separar la memoria de su Se\u00f1or de la cr\u00f3nica de su presente<\/em>. Recuerdo de Jes\u00fas y vi\u00advencia cristiana conforman de igual modo el relato evang\u00e9\u00adlico.
\nEllo ayuda a explicar la originalidad del evange\u00adlio<\/em>, en cuanto predicaci\u00f3n escrita. Considerado como docu\u00admento literario, no encuentra aut\u00e9nticos paralelos en la literatura antigua: ni son esas Vidas de hombres c\u00e9\u00adlebres, t\u00edpicas de la historiograf\u00eda helen\u00edstica, ni son colecciones de an\u00e9cdotas o milagros atribuidas a alg\u00fan taumaturgo errante. El evangelio cristiano muestra escaso inter\u00e9s por el desarrollo externo e interno de Jes\u00fas, sus or\u00edgenes, su formaci\u00f3n, su sicolog\u00eda; falta una caracteri\u00adzaci\u00f3n de su persona, la de sus amigos o disc\u00edpulos; m\u00e1s grave a\u00fan, el marco cronol\u00f3gico, as\u00ed como la localizaci\u00f3n geogr\u00e1fica, del relato de su vida y muerte despiertan serias reservas. El evangelio se caracteriza por su sobriedad na\u00adrrativa, por su evidente desinter\u00e9s en magnificar a sus personajes, por la presencia de Dios en los hechos y dichos de Jes\u00fas de Nazaret.
\nTampoco la literatura cristiana posterior ofrece aut\u00e9nticos paralelos; y ello es a\u00fan m\u00e1s significativo. Los llamadosevangelios ap\u00f3crifos<\/em> no son, desde el punto de vista formal, verdaderos evangelios: en ellos domina la in\u00adgenuidad y la imaginaci\u00f3n, la curiosidad y la piedad popular y no el esfuerzo misionero o la preocupaci\u00f3n catequ\u00e9tica; se interesan m\u00e1s por llenar los silencios de la tradici\u00f3n apost\u00f3lica que por llamar a la conversi\u00f3n. Ello no obstante, su influencia en la piedad popular de los primeros siglos, y a trav\u00e9s de ella, en los dogmas cristol\u00f3gicos posteriores, ha sido considerable.
\n <\/strong>
\nRasgos t\u00edpicos del evangelio escrito<\/em><\/strong>
\nEs opini\u00f3n com\u00fan ver en Marcos al creador del g\u00e9nero; su evangelio, por la originalidad literaria y por su trans\u00adcen\u00addencia hist\u00f3rica, constituye una aut\u00e9ntica haza\u00f1a. Es verdad que Marcos encontr\u00f3 en la predicaci\u00f3n misionera y en la ca\u00adtequesis comunitaria indicado el camino a seguir, pues ambas explicaban las afirmaciones de la fe cristiana me\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00ad\u00addiante na\u00adrraciones de la vida de Jes\u00fas. La aportaci\u00f3n per\u00adsonal del autor consisti\u00f3 en enmarcar esa predicaci\u00f3n en un relato hist\u00f3rico; su decisi\u00f3n estaba motivada en las ne\u00adcesidades de su comunidad, que sent\u00eda urgencia por dar base hist\u00f3rica homog\u00e9nea a la predicaci\u00f3n sobre Cristo que hab\u00eda o\u00eddo de los primeros testigos y que se ocup\u00f3 en con\u00adservar.
\n
\nMaterial tradicional<\/em>
\nLa primera, y principal, caracter\u00edstica del evan\u00adgelio en cuanto g\u00e9nero literario es, pues, la presencia en \u00e9l de la tradici\u00f3n sobre Jes\u00fas el Cristo<\/em>: los evangelistas se nu\u00adtren de los elementos previos a ellos, los copilan y con\u00adservan, los transmiten creando para ellos un marco que in\u00adtencionadamente los convierte en un relato continuado de una parte significativa de la vida de Jes\u00fas. Se saben, pues, deudores de una tradici\u00f3n com\u00fan y responsables de ella ante una comunidad. Y aunque haya que aceptarse un largo per\u00edodo de puesta por escrito, desde las primeras colecciones de hechos y dichos de Jes\u00fas hasta su definitiva redacci\u00f3n, toda la obra gira en torno a ese fondo tradicional de narraciones sobre Jes\u00fas de Nazaret, cuyo verdadero productor era la co\u00admunidad cristiana; ella fue y sigue siendo el sujeto de la tradici\u00f3n sobre Jes\u00fas y, en definitiva, su mejor garant\u00eda.
\n
\nPresentaci\u00f3n historificada<\/em>
\nEl segundo rasgo t\u00edpico es el marco com\u00fan en el que las tradiciones han sido encuadradas y que va desde la predica\u00adci\u00f3n del Bautista hasta los sucesos pascuales (cf. Hch 1,1-2; 10,37-40). El encuadre, que sirve de nexo a los di\u00adversos fragmentos tradicionales, sean historias de milagros o con\u00adjuntos de sentencias, no refleja la situaci\u00f3n de lo narrado en la vida de Jes\u00fas; a pesar de su apariencia bio\u00adgr\u00e1fica, estos encuadres narrativos, por proceder de la mano de su redac\u00adtor y por pretender especialmente unir bloques de tra\u00addi\u00adciones originaria\u00admente dispersas, no suelen ser fide\u00addignos desde el punto de vista hist\u00f3rico. Aunque los dis\u00adtintos evangelios can\u00f3nicos no coincidan totalmente en este marco geogr\u00e1fico y temporal, poseen una base com\u00fan, que responde al esquema utilizado por Marcos; \u00e9l fue quien or\u00adganiz\u00f3 los materiales en torno a dos ejes: el temporal, desde los d\u00edas del Bautista hasta el d\u00eda de la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas; el espacial, desde Galilea hasta Jerusal\u00e9n.
\nEl evangelio se presenta, pues, como una cr\u00f3nica de la predicaci\u00f3n cristiana<\/em>. Lo que no quiere decir que debamos considerar los relatos evang\u00e9licos como fuentes seguras para la reconstrucci\u00f3n de la vida de Jes\u00fas; aunque, por otra parte y a falta de mejores documen\u00adtos, son ellos los \u00fanicos en que podemos apoyarnos para co\u00adnocer algo sobre pensamiento y la obra hist\u00f3rica de Jes\u00fas. Aqu\u00ed, a ni\u00advel li\u00adterario, est\u00e1 latente la conciencia de la comunidad cris\u00adtiana, que se sabe esencialmente referida a unos sucesos concretos y a personas reales: de ah\u00ed que los evangelios se presenten como predicaci\u00f3n historiada, lectura de lo que narra a la luz de la fe que se tiene, confesi\u00f3n de fe for\u00admulada como cr\u00f3nica de una vida.
\n
\nIntenci\u00f3n proselitista<\/em>
\nLa presentaci\u00f3n hist\u00f3rica del evangelio no ha de llevar a enga\u00f1os: el evangelio es, ante todo y sobre todo, anuncio de Cristo que busca motivar la conversi\u00f3n en los oyentes; ello impone a que esa predicaci\u00f3n intente ser sig\u00adnificativa en la situaci\u00f3n del oyente del evangelio, obliga, pues, a su actualiza\u00adci\u00f3n<\/em>. La tradici\u00f3n evang\u00e9lica no se re\u00adcogi\u00f3 ni se transmiti\u00f3 como un sagrado dep\u00f3sito de cosas pa\u00adsadas, sino que era considerada digna de trasmisi\u00f3n – no s\u00f3lo pero tam\u00adbi\u00e9n – en la medida en que era capaz de ilumi\u00adnar la proble\u00adm\u00e1tica que viv\u00eda la comunidad destinataria.
\nLa con\u00adcepci\u00f3n subyacente es realmente revolucio\u00adnaria: la co\u00admunidad que recuerda no lo hace mim\u00e9tica\u00admente ni est\u00e1 domi\u00adnada por una curiosidad por sus or\u00edgenes; est\u00e1 procla\u00admando cuanto su Se\u00f1or dice a su comunidad y obra en ella, cuando repite lo que Jes\u00fas hizo y dijo; as\u00ed reconoce su propia historia como la mejor cr\u00f3nica de la vida de su Se\u00ad\u00f1or. De ah\u00ed que vea leg\u00edtimo retrotraer circunstancias y problemas nuevos situ\u00e1ndolos entre los que afront\u00f3 Jes\u00fas, poner dis\u00adcursos o sentencias no pronunciados por \u00e9l, tan s\u00f3lo porque ellos, como cristianos, los est\u00e1n viviendo o necesitando.
\n <\/strong>
\n3.3. <\/strong>Evangelio: cuatro libros can\u00f3nicos<\/strong>
\nA pesar de las diferencias que median entre ellos, los cuatro evangelios que la iglesia ha aceptado como can\u00f3\u00adnicos tienen en com\u00fan haber sistematizado tradiciones orales y escritas sobre la actuaci\u00f3n y la predicaci\u00f3n de Jes\u00fas en torno a unas coordenadas espacio-temporales muy concretas, para responder a las necesidades de sus respectivas comuni\u00addades.
\nPartiendo de un esquema b\u00e1sico com\u00fan<\/em>, fundamen\u00adtalmente el utilizado por Marcos, se advierte un progresivo ensan\u00adchamiento narrativo<\/em>, que puede muy bien en\u00adtenderse si los imitadores de Marcos, que contaban con mayor in\u00adformaci\u00f3n sobre Jes\u00fas de la que \u00e9l dispuso, intentaron conservarla a\u00f1adi\u00e9ndola al relato-base: introdujeron nuevos materiales (p.e., Lc 9,51-19,27, donde Lucas ha colocado gran parte de las tradiciones que le son propias) y alarga\u00adron lo mismo el principio (p. ej., los llamados evangelios de la infancia: Mt 1,1-2,23; Lc 1,1,2-52) como el final (com\u00adparar Mc 16,1-8 con Mt 28,1-20 o Lc 24,1-35). El resultado es sorprendente: mientras Marcos inicia su relato presentando a Jes\u00fas, adulto ya, junto al Bautista, Juan pone el inicio de la vida de Jes\u00fas en el per\u00edodo antes del tiempo (Jn 1,1-18; Mc 1,1-16); si Marcos acaba su evangelio con el relato de la tumba vac\u00eda y el silencio de las mujeres (Mc 16,1-8), Lucas, en cambio, lo finaliza en la ascensi\u00f3n de Jes\u00fas Resucitado al cielo, tras cuarenta d\u00edas de convivencia con sus disc\u00ed\u00adpulos (Lc 24,50-53).
\nLos redactores tuvieron, adem\u00e1s, inter\u00e9s en dar mayor homogeneidad y profundidad teol\u00f3gica a las tradiciones que hab\u00edan llegado a ellos <\/em>(p. ej., Mt 1,9-11; Mt 3,13-17; Lc 3,21-22; Jn 1,19-34); ninguno estuvo libre de una determi\u00adnada comprensi\u00f3n de la fe que transmit\u00edan ni alejados de las necesidades de sus comunidades; por ello, su tratamiento del fondo com\u00fan y las innovaciones que introdujeron caracterizan y reflejan la versi\u00f3n personal que se hicieron del \u00fanico evangelio.
\nAs\u00ed, Lucas y Juan siguen el modelo de Mar\u00adcos; pero mientras Lucas est\u00e1 interesado en escribir una obra digna y asegurar con ello la verosimilitud hist\u00f3rica de cuanto escribe (Lc 1,1-4; Hch 1,1-2), Juan prescinde de am\u00adbas preocupaciones y sabe que su relato es parcial y somero (Jn 20,30-31; 21,25): a Lucas le interesaba narrar la ex\u00adpansi\u00f3n del evangelio y su predicaci\u00f3n hasta los confines del mundo (Lc 24,47; Hch 1,8); Juan escribi\u00f3 su obra para fortalecer la fe de los ya creyentes (Jn 20.30-31). Ambos transformaron fuertemente del modelo en el que se inspiraron y ello, con toda seguridad, de forma deliberada: su presen\u00adtaci\u00f3n de Je\u00ads\u00fas respond\u00eda a la forma de vivir la fe en Cristo y a la situaci\u00f3n de la comunidad para la que escri\u00adbieron.
\nFue la Iglesia postapost\u00f3lica la que reconoci\u00f3 el ca\u00adr\u00e1cter vinculante de los cuatro evangelios. Para ella era evidente que el testimonio de los cuatro evangelios no hac\u00eda m\u00e1s que repetir el \u00fanico evangelio de Dios. A\u00fan entrado el siglo segundo, se resist\u00eda a hablar de evangelios en plural (Did 15,3-4; 2 Clem 8,5). Justino parece haber sido el pri\u00admero en usarlo, al hablar de \u201clas memorias de los ap\u00f3stoles, que son llamadas evangelios\u201d[4]<\/a>; nada extra\u00f1o que con el tiempo el t\u00e9rmino evangelista pa\u00adsara de su sentido original de predicador errante, misio\u00adnero<\/em> (Hch 21,8: Ef 4,11) a significar al escritor de un evangelio[5]<\/a>. Ello no obstante, en la conciencia eclesial domin\u00f3 siempre la convicci\u00f3n de que el evangelio es uno solo<\/em>[6]<\/a>.
\nA partir del siglo II, el testimonio un\u00e1nime de la Iglesia conoce s\u00f3lo cuatro evangelio y nombra a sus autores: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. A pesar de que haya convergen\u00adcia constante en la atribuci\u00f3n a tales autores, hoy existen fuertes reparos en contra, por motivos de cr\u00edtica interna. Decisivo sigue siendo, en cambio, vincular los materiales que tales escritos nos han conser\u00advado con la predicaci\u00f3n de los disc\u00edpulos de Je\u00ads\u00fas y testigos de su muerte y resurrecci\u00f3n. La apostolicidad de los evangelios no queda salvada s\u00f3lo si un ap\u00f3stol ga\u00adrantiza su testimonio, cosa adem\u00e1s improbable en el caso de Marcos y Lucas y dudosa en el de Mateo y Juan. Ha sido el consenso eclesial que acept\u00f3 los escritos como evangelios el fundamento mejor de su apostolicidad: la raz\u00f3n por la que fueron aceptados por la iglesia que los vener\u00f3 siempre como Palabra de Dios no fue por qui\u00e9n los escribi\u00f3 sino qu\u00e9 es lo que anunciaban.
\n <\/strong><\/p>\n\n
\nPor otra parte, la predicaci\u00f3n oral fue y ha de seguir siendo el n\u00fa\u00adcleo originario y la actividad recreadora de la fe en Cristo y de la sucesiva tradici\u00f3n evang\u00e9lica.<\/em> Si hubo evangelio escrito es porque hab\u00eda habido previamente proclamaci\u00f3n a viva voz. El anuncio del evangelio es el me\u00adjor modo de conservarlo y de enten\u00adderlo, de trans\u00admitirlo y de recrearlo. Una lectura del evangelio que no se convierta en buena noticia, en procla\u00admaci\u00f3n actualizada de la oferta de salvaci\u00f3n que tenemos en Cristo Jes\u00fas y que espera una respuesta personal, no se au\u00adtentifica como ver\u00addadera.
\n <\/p>\n
\n[1]<\/a> No deja de ser ir\u00f3nico que los \u00fanicos que hubieran podido no perd\u00e9rselo, por estar de guardia junto a la tumba, unos soldados (cf. Mt 27,62-66), se quedaron \u2018como muertos\u2019 durante el suceso y despu\u00e9s dijeron haber estado dormidos (Mt 28,4.13-15).
\n[2]<\/a> En el helenismo el t\u00edtulo pod\u00eda ser aplicado a hombres carism\u00e1ticos, dotados de poderes extraordinarios; en tales c\u00edrculos, la adscripci\u00f3n del t\u00edtulo a Jes\u00fas no le reconoc\u00eda condici\u00f3n divina alguna.
\n[3]<\/a> Ejemplo t\u00edpico es el primer discurso \u2018cristiano\u2019 de Pedro el d\u00eda de Pentecost\u00e9s: la venida del Esp\u00edritu (Hch 2,17-21) se presenta como realizaci\u00f3n de la profec\u00eda de Jl 3,1-4; la victoria sobre la muerte en la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas (Hch 2,25-28) se apoya en el Sal 16,8-11; la entronizaci\u00f3n del Resucitado como Se\u00f1or y Mes\u00edas (Hch 2,34-35) es cumplimiento del Sal 110,1.
\n[4]<\/a> Apol<\/em> I 66 3; de paso habr\u00eda que celebrar lo acertado de esta antiqu\u00edsima definici\u00f3n de los evangelios como ‘memoria apost\u00f3lica’ de Jesucristo.
\n[5]<\/a> Hip\u00f3lito, De Antichr<\/em>. 56.
\n[6]<\/a> Ireneo de Lyon, Adv Haer<\/em> III 11, 8, habla de un \u00fanico evangelio pero cuadriforme, predicado a viva voz y, por voluntad divina, transmitido por escrito. La misma inscripci\u00f3n con que fueron introducidos en el canon y como son utilizados en la liturgia (o el intento de Taciano de publicar a finales del siglo segundo un evangelio hecho a base de los cuatro) no son m\u00e1s que s\u00edntomas de esa persua\u00adsi\u00f3n eclesial.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"