{"id":7193,"date":"2011-12-01T00:00:26","date_gmt":"2011-11-30T22:00:26","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=7193"},"modified":"2011-12-01T00:00:26","modified_gmt":"2011-11-30T22:00:26","slug":"crear-espacios-de-comunion-en-la-accion-pastoral","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/crear-espacios-de-comunion-en-la-accion-pastoral\/","title":{"rendered":"CREAR ESPACIOS DE COMUNI\u00d3N EN LA ACCI\u00d3N PASTORAL"},"content":{"rendered":"
Ram\u00f3n Prat<\/strong> A la hora de la praxis diaria, nos encontramos con unos retos que desaf\u00edan la comuni\u00f3n y, tambi\u00e9n, con unos signos de esperanza que abren el horizonte de la misma. Estos retos y signos de esperanza emergen y se manifiestan en tres dimensiones: la dimensi\u00f3n socio-cultural o del entorno de la sociedad, la dimensi\u00f3n psico-afectiva o de la interioridad de cada persona y la perspectiva estrictamente evang\u00e9lica, es decir, los que emergen del proyecto de Dios sobre la historia. Merece la pena precisar brevemente el sentido de estos desaf\u00edos a la comuni\u00f3n y de los signos de esperanza, porque en su conjunto, nos muestran un camino realista para la creaci\u00f3n de espacios aut\u00e9nticos de comuni\u00f3n. Para dar respuesta a los retos y signos de esperanza descritos en el apartado anterior, necesitamos unos criterios de discernimiento personal y comunitario. Estos criterios, que pueden acompa\u00f1ar un proceso real para la creaci\u00f3n de espacios de comuni\u00f3n en la acci\u00f3n pastoral, han de ser elaborados, al mismo tiempo, a partir de la realidad vivida y de un an\u00e1lisis teol\u00f3gico pastoral de la misma. Estos criterios emergen de una triple perspectiva complementaria: la perspectiva evang\u00e9lica, la eclesial y la espiritual. Los criterios evang\u00e9licos, eclesiales y espirituales que hemos descrito brevemente, nos sit\u00faan correctamente para construir unas mediaciones pr\u00e1cticas, capaces de dar respuesta los retos vividos y de potenciar los signos de esperanza que apuntan hacia el horizonte de la comuni\u00f3n. Se trata, por tanto, de crear unas mediaciones y estructuras personales, ambientales y estructurales. Al mismo tiempo, estas mediaciones han de estar interrelacionadas entre ellas mismas. En la acci\u00f3n pastoral de la Iglesia y, por supuesto en la pastoral juvenil, es urgente vivir una verdadera vida comunitaria en el quehacer diario. Efectivamente, la vida comunitaria es el caldo de cultivo de la fe. La experiencia pone de relieve, que no es posible la apertura de las personas a la fe cristiana sin el testimonio y el acompa\u00f1amiento comunitario. Por esta raz\u00f3n, no hay que confundir el hecho de disponer de espacios comunes, que son mediaciones convenientes y necesarias, con la experiencia de la comuni\u00f3n. Ramon Prat i Pons<\/p>\n [3]<\/a> Ef. 3, 6. \u201ctodos los pueblos tienen parte en la misma herencia, forman el mismo cuerpo, comparten la misma promesa\u201d. Ram\u00f3n Prat Vicario general de la di\u00f3cesis de Lleida S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El autor describe dificultades, retos y signos de esperanza en el paso de espacios comunes a la experiencia de comuni\u00f3n. Aporta criterios teol\u00f3gicos para un discernimiento positivo de la realidad actual y propone abrirla a una vivencia comunitaria gratificante. Finalmente elabora un dec\u00e1logo […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1551,94,1552],"tags":[],"class_list":["post-7193","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-419","category-mision-joven-2","category-ramon-prat-i-pons"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7193","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7193"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7193\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7193"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7193"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7193"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nVicario general de la di\u00f3cesis de Lleida<\/strong>
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEl autor describe dificultades, retos y signos de esperanza en el paso de espacios comunes a la experiencia de comuni\u00f3n. Aporta criterios teol\u00f3gicos para un discernimiento positivo de la realidad actual y propone abrirla a una vivencia comunitaria gratificante. Finalmente elabora un dec\u00e1logo de directrices personales, ambientales y estructurales, encaminadas a avanzar en la comuni\u00f3n en la vida de la Iglesia.
\n
\nDespu\u00e9s de constatar, en la experiencia vivida a lo largo de los \u00faltimos decenios, que los espacios comunes no son siempre espacios de comuni\u00f3n y, en un segundo momento, contrastar esta realidad con la experiencia vivida por las primeras comunidades cristianas, en este art\u00edculo intentaremos reflexionar sobre la urgencia de crear espacios reales de comuni\u00f3n en la acci\u00f3n pastoral.
\nLa entra\u00f1a de la Iglesia es la comuni\u00f3n y la misi\u00f3n. La comuni\u00f3n constituye el ser de la Iglesia. La misi\u00f3n es el quehacer de la misma. El puente necesario entre la comuni\u00f3n y la misi\u00f3n, entre el ser y el hacer, es el di\u00e1logo, tal como lo puso de manifiesto la enc\u00edclica emblem\u00e1tica del pontificado de Paulo VI Ecclesiam Suam (6 de agosto de 1964). Efectivamente, esta enc\u00edclica nos ofreci\u00f3 un modelo integral para la construcci\u00f3n de espacios de comuni\u00f3n en la acci\u00f3n eclesial. Aquel an\u00e1lisis, aquellos criterios y aquellas l\u00edneas de acci\u00f3n siguen siendo v\u00e1lidas para nuestro tiempo, porque conservan una plena vigencia en la actualidad. Especialmente, conviene recordar las caracter\u00edsticas que configuran la calidad del di\u00e1logo eclesial: la claridad, la mansedumbre, la confianza y la prudencia[1]<\/a>.
\nEsta Enc\u00edclica program\u00e1tica del pontificado de Paulo VI, gui\u00f3 las tareas, la elaboraci\u00f3n de los documentos y la formulaci\u00f3n de las conclusiones del Concilio Vaticano II. Sin embargo, en el periodo posterior al Concilio, no ha sido tenida en cuenta suficientemente. Las consecuencias de esta falta de di\u00e1logo de calidad est\u00e1n en el origen de muchos de los conflictos que vivimos en la actualidad dentro de la Iglesia. Entre otras consecuencias, podemos se\u00f1alar la reducci\u00f3n de los espacios de comuni\u00f3n a la mera existencia de espacios comunes. Hay que a\u00f1adir que la renovaci\u00f3n de la comuni\u00f3n eclesial no ser\u00e1 posible hasta que retomemos un di\u00e1logo eclesial de calidad y en esta perspectiva de la Enc\u00edclica Ecclesiam Suam.
\nEn esta colaboraci\u00f3n, en un primer momento, describir\u00e9 los retos y los signos de esperanza de la coyuntura actual de la sociedad y de la Iglesia. En un segundo momento, formular\u00e9 algunos criterios teol\u00f3gicos pastorales de discernimiento evang\u00e9lico de la situaci\u00f3n, que puedan orientar la creaci\u00f3n de espacios reales de comuni\u00f3n eclesial. Finalmente, en un tercer momento, sugerir\u00e9 algunas directrices y l\u00edneas operativas m\u00e1s urgentes[2]<\/a>.
\n <\/strong><\/p>\n\n
\nEn general, el entorno socio-cultural actual no favorece la comuni\u00f3n. La crisis econ\u00f3mica, social, ideol\u00f3gica y cultural presente, en un primer momento, conduce al individualismo y a la b\u00fasqueda de soluciones particulares, inmediatas y egoc\u00e9ntricas. Este clima de la sociedad, tambi\u00e9n afecta a la comunidad cristiana porque la Iglesia es parte de la sociedad. Sin embargo, hay que reconocer, tambi\u00e9n, que esta misma crisis nos est\u00e1 ayudando a tomar conciencia de la necesidad urgente de buscar soluciones comunitarias m\u00e1s globales y abiertas.
\nEl universo interno psico-afectivo de muchas personas carece de unidad integral, de fortaleza y de silencio interior para escuchar la vida. Esta carencia mental y afectiva repercute en la identidad personal, en la falta de unas relaciones afectivas gratificantes y, como consecuencia, en la falta de una comunicaci\u00f3n interpersonal de calidad. Sin embargo, esta situaci\u00f3n, tambi\u00e9n, es percibida al mismo tiempo, como una necesidad urgente de comunicaci\u00f3n, de buscar el sentido de la vida y, adem\u00e1s, sit\u00faa a muchas personas en el camino de la b\u00fasqueda.
\nLos retos y signos de esperanza socio-culturales y psico-afectivos son el caparaz\u00f3n exterior que esconde en su interior los verdaderos retos y signos de esperanza evang\u00e9licos. De hecho, los desaf\u00edos de la divisi\u00f3n exterior e interior, tienen sus ra\u00edces en unas causas espirituales profundas y, en definitiva, en el desarraigo de nuestro \u201cmisterio interior\u201d respecto de la ternura del \u201cMisterio Dios\u201c. Este desarraigo del Misterio de Dios hace que muchas personas experimenten la existencia diaria sin \u201creligaci\u00f3n\u201d interior y exterior (religi\u00f3n) y perciban la vida personal como \u201cunas hojas que se las lleva el viento\u201d. Podemos decir, por tanto, que la creaci\u00f3n de espacios de comuni\u00f3n en la acci\u00f3n pastoral no es solamente una cuesti\u00f3n de b\u00fasqueda de unas mediaciones t\u00e9cnicas socioculturales y psico-afectivas, sino tambi\u00e9n de una verdadera conversi\u00f3n del coraz\u00f3n y de la apertura de la persona a Dios[3]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\n
\n2.1. <\/strong>Criterios evang\u00e9licos<\/strong>
\nEl Evangelio nos ofrece expl\u00edcitamente tres grandes criterios de fondo, interrelacionados entre si, para discernir si el camino de la comunidad cristiana es el correcto. El evangelio, en primer lugar, afirma como prioritario el criterio del amor (Jn 15, 12), porque afirma que solamente as\u00ed los otros nos reconocer\u00e1n como verdaderos disc\u00edpulos de Jes\u00fas. Podemos a\u00f1adir que, tambi\u00e9n, nosotros nos reconoceremos a nosotros mismos como disc\u00edpulos de Jes\u00fas en estos inicios del siglo XXI.
\nEn segundo lugar, el evangelio sugiere como fundamental el criterio de la unidad (Jn 17, 21) y anticipa que solamente si se cumple esta condici\u00f3n, el mundo creer\u00e1 que El mismo Jes\u00fas es el enviado del Padre. Cuando estamos divididos o mantenemos solamente una relaci\u00f3n fr\u00eda y formal, se bloquea la transmisi\u00f3n del mensaje y se hace inviable el camino de la evangelizaci\u00f3n de la sociedad.
\nFinalmente, el evangelio afirma que la verificaci\u00f3n de la autenticidad de la vida cristiana, el amor y la unidad, pasa por la evangelizaci\u00f3n de los pobres (Lc 7, 22-23). Este texto evang\u00e9lico sit\u00faa la transmisi\u00f3n de la buena noticia a los pobres, como el signo definitivo de la venida del Reinado de Dios. El lenguaje de Pablo de Tarso en sus cartas, en lugar de la met\u00e1fora \u201cReino de Dios\u201d utiliza la expresi\u00f3n de la \u201cNueva Humanidad\u201d[4]<\/a>.
\nCuando los espacios comunes no son aut\u00e9nticos espacios de comuni\u00f3n en la acci\u00f3n pastoral, se debe a la inmadurez humana generada por las carencias sociales y personales, pero tambi\u00e9n y principalmente por la falta de amor\/caridad, de unidad en la diversidad y por el abandono de la evangelizaci\u00f3n de los pobres.
\n
\n2.2. <\/strong>Criterios eclesiales<\/strong>
\nEl retorno al Evangelio es la clave de la renovaci\u00f3n de cada cristiano y de la Iglesia, como comunidad de fe, esperanza y caridad. La experiencia hist\u00f3rica muestra que cuando la Iglesia retorna al evangelio, en el interior de las comunidades cristianas surge con naturalidad la creaci\u00f3n de espacios de comuni\u00f3n, porque se hace real el pluralismo en la comuni\u00f3n, la unidad en la diversidad y el di\u00e1logo en la sinceridad y la veracidad.
\nLa comuni\u00f3n eclesial no se edifica en la uniformidad, sino en la diversidad complementaria, que nace de la libertad de los hijos de Dios. Tampoco se confunde con un modelo de pensamiento \u00fanico, sino que se manifiesta en un pluralismo que posibilita la expresi\u00f3n de la vitalidad del evangelio, vivido m\u00e1s como una sinfon\u00eda que como un sonido monocorde. Esta diversidad y este rico pluralismo complementario se produce cuando en la comunidad se crean las condiciones objetivas para un verdadero di\u00e1logo edificado en la sinceridad y la veracidad. La sinceridad es fruto de la libertad interior. La veracidad, o b\u00fasqueda permanente de la verdad, nace de la conciencia que nadie posee toda la verdad, sino que todos somos buscadores de la misma a lo largo de toda la vida. Por ello, es imprescindible la actitud de la humildad que renuncia a la prepotencia y lo espera todo de todos.
\n
\n2.3. <\/strong>Criterios espirituales<\/strong>
\nA la luz de los criterios del evangelio y de los criterios de la vida eclesial edificados en el evangelio, se pueden poner las bases para la creaci\u00f3n de espacios reales de comuni\u00f3n, porque solamente la vida en comunidad es el caldo de cultivo de la comunicaci\u00f3n interpersonal. Esta comunicaci\u00f3n en profundidad es la base antropol\u00f3gica para la vivencia de una espiritualidad encarnada en la vida real.
\nEl primer fruto de esta espiritualidad, encarnada en la vida real, es la conversi\u00f3n del egocentrismo y de la egolatr\u00eda, que impiden la comuni\u00f3n, hacia el respeto y el amor. El egocentrismo impide la creaci\u00f3n de espacios de comuni\u00f3n, porque pretende situar el \u201cego\u201d personal en el centro de todo y, de esta manera, bloquea la comunicaci\u00f3n sincera con los dem\u00e1s. Con el paso del tiempo, el egocentrismo deriva hacia la egolatr\u00eda, que no solamente dificulta la comunicaci\u00f3n con los dem\u00e1s, sino que acaba por bloquear la comunicaci\u00f3n con Dios.
\nLa espiritualidad encarnada, cuando ha superado la tentaci\u00f3n del egocentrismo y de la egolatr\u00eda, produce un segundo fruto que consiste en la apertura a los dem\u00e1s desde la libertad y el amor. Esta apertura a los dem\u00e1s, en definitiva, acompa\u00f1a la persona a dar el paso del narcisismo cerrado a la alteridad luminosa. Este cambio de mentalidad, justamente, es el elemento clave para pasar de compartir los espacios comunes sin comunicaci\u00f3n, a vivir el tiempo presente como una oportunidad para ir creando espacios de comuni\u00f3n.
\n <\/p>\n\n
\n
\n3.1. <\/strong>Cultivo de la espiritualidad encarnada<\/strong>
\nLa primera l\u00ednea de acci\u00f3n radica en el interior de cada cristiano y consiste en revivir la fe, que se manifiesta en la esperanza y se realiza en el amor. Se trata de cultivar una espiritualidad encarnada profunda. La espiritualidad implica la disponibilidad en manos del Esp\u00edritu para avanzar hacia el horizonte de la Bienaventuranzas (Mt 5, 1-11), por el camino de las obras de misericordia (Mt 25, 31-46. La encarnaci\u00f3n genera el respeto, o la mirada atenta a la realidad cotidiana, para observar los retos y signos de esperanza y, tambi\u00e9n, escuchar la llamada de Dios a trav\u00e9s de los signos de los tiempos (Lc 12, 54-56). La espiritualidad encarnada, adem\u00e1s, conduce a integrar en el interior de la persona el misterio de la creaci\u00f3n y el de la redenci\u00f3n. Esta integraci\u00f3n facilita la construcci\u00f3n de puentes entre las personas y los grupos.
\nAlguien puede pensar que esta propuesta es te\u00f3rica. Nada m\u00e1s lejos de la realidad. La construcci\u00f3n de la comuni\u00f3n nace en el interior de cada persona y va creciendo mediante la comunicaci\u00f3n con Dios en la oraci\u00f3n, en el di\u00e1logo con los dem\u00e1s y, en definitiva, en la unidad de la vida cotidiana personal.
\nLa condici\u00f3n de posibilidad para dejar brotar y hacer crecer esta espiritualidad encarnada es el cultivo real del silencio, la pr\u00e1ctica del amor en el d\u00eda a d\u00eda, la escucha de la Palabra de Dios, la oraci\u00f3n y la celebraci\u00f3n de la eucarist\u00eda[5]<\/a>.
\n
\n3.2. <\/strong>\u201cBarrer delante de casa\u201d<\/strong>
\nLa segunda l\u00ednea de acci\u00f3n consiste en tener un cuidado perseverante del propio compromiso y de la propia responsabilidad. Con frecuencia reivindicamos espacios reales de comuni\u00f3n por parte de los dem\u00e1s y, sin embargo no cuidamos aquellos que dependen de nosotros.
\nPor esta raz\u00f3n uso la expresi\u00f3n barrer delante de casa. En los pueblos se acostumbraba a barrer la calle, cada familia delante de casa. Cuando lo hac\u00eda todo el mundo, las calles del pueblo resplandec\u00edan. Posteriormente se contrat\u00f3 personal de limpieza, pero muchas personas no solamente dejaron de barrer delante de casa, sino que se ensuciaba la calle por falta de responsabilidad ciudadana. Ante esta contradicci\u00f3n, se busca la culpabilidad de los dem\u00e1s, sin preguntarse por la propia responsabilidad.
\nTodos podemos colaborar a construir espacios reales de comuni\u00f3n en la acci\u00f3n pastoral. Se trata de tomar iniciativas reales en los niveles m\u00e1s cercanos, para ir avanzando hacia los m\u00e1s lejanos. Si cada cristiano barriera delante de casa, toda la comunidad resplandecer\u00eda y avanzar\u00eda hacia la comuni\u00f3n.
\nBarrer delante de casa consiste en la elaboraci\u00f3n de la propia escala de valores humanistas y evang\u00e9licos. Ello supone escuchar y observar el doble de lo que hablamos. La verdad es que tenemos dos ojos y dos orejas, pero solamente una boca\u2026 Es una met\u00e1fora que expresa bellamente esta necesidad de observar y escuchar.
\nEl testimonio hist\u00f3rico de los santos acredita esta v\u00eda real de construcci\u00f3n de los espacios reales de comuni\u00f3n. Normalmente, los santos surgen en tiempos de crisis de la humanidad, es decir, de dificultad tanto en la sociedad como en la misma comunidad cristiana. La diferencia respecto de la actitud de los dem\u00e1s, radica en el hecho que, mientras otras personas se dedican a la lamentaci\u00f3n de la situaci\u00f3n y a la autocompasi\u00f3n narcisista, las mujeres y los hombres santos gastan sus energ\u00edas en el servicio humilde a las dem\u00e1s personas y en la generaci\u00f3n de unas condiciones objetivas, que permitan la comunicaci\u00f3n abierta con los otros miembros de la comunidad eclesial.
\n
\n3.3. <\/em><\/strong>Acogida y acompa\u00f1amiento de las personas<\/strong>
\nEl cultivo de la espiritualidad encarnada y el compromiso personal en las peque\u00f1as cosas de la vida de cada d\u00eda, preparan la persona para acoger y acompa\u00f1ar a otras personas. Por supuesto, esta acogida y este acompa\u00f1amiento personal son dos actitudes b\u00e1sicas e imprescindibles para generar espacios reales de comuni\u00f3n abierta.
\nLa acogida consiste en abrir la propia vida a los dem\u00e1s, sin prejuicios, sin manipulaci\u00f3n, sin prepotencia, ni intereses previos. Desde esta actitud de acogida es posible establecer unas relaciones interpersonales gratificantes, edificadas en la verdad, la libertad y el amor. En definitiva, acoger consiste en aceptar humildemente al otro desde su propia historia real, sus necesidades vitales y su proceso vital.
\nEl acompa\u00f1amiento, nace de la acogida incondicional de los dem\u00e1s y conduce a compartir el camino de la vida desde la pobreza y el amor. Efectivamente, la palabra \u201cacompa\u00f1amiento\u201d viene del t\u00e9rmino \u201cpan\u201d y significa \u201casociaci\u00f3n de personas que comparten el pan\u201d. Evidentemente, la palabra \u201cpan\u201d no tiene un sentido solamente material, sino que es una met\u00e1fora de las necesidades de la vida f\u00edsica, ps\u00edquica, social y espiritual de los seres humanos.
\nPor esta raz\u00f3n, nos acompa\u00f1amos mutuamente a \u201csaber\u201c, a \u201csaber hacer\u201c, a \u201csaber estar\u201d, en definitiva, a \u201csaber ser\u201d. Acompa\u00f1amos a saber cuando compartimos la informaci\u00f3n y los conocimientos. Acompa\u00f1amos a saber hacer cuando aprendemos a utilizar los conocimientos compartidos en la pr\u00e1ctica diaria. Acompa\u00f1amos a saber estar cuando vamos adquiriendo un sentido de proceso, que nos permite superar los bloqueos y potenciar las capacidades. Nos acompa\u00f1amos a saber ser cuando descubrimos el horizonte de la vida y caminamos hacia este horizonte, agradeciendo los dones recibidos y, tambi\u00e9n, aprendiendo a convertir las dificultades en oportunidades para crecer.
\nLa acogida y el acompa\u00f1amiento interpersonal es la primera c\u00e9lula b\u00e1sica de la comunicaci\u00f3n humana y, por tanto, de la edificaci\u00f3n de la comuni\u00f3n real. Cuando en las relaciones intracomunitarias no se dan estas dos actitudes b\u00e1sicas, construimos estructuras formales y te\u00f3ricas sobre el papel, que lo aguanta todo, pero que no solamente se convierten en estructuras in\u00fatiles, sino que incluso conducen a la inapetencia de cara a la participaci\u00f3n e, incluso, al escepticismo.
\nHay que a\u00f1adir que la acogida y el acompa\u00f1amiento interpersonal no tienen nada que ver con la reducci\u00f3n de la relaci\u00f3n humana al individualismo y al aislamiento comunitario. En realidad, suministran a la comunidad personas equilibradas, capaces de establecer unas relaciones gratificantes con los otros miembros de la misma. Solamente hace falta analizar los conflictos comunitarios que conocemos, y podremos observar f\u00e1cilmente que la mayor\u00eda de los conflictos, en gran parte, responden a problemas de inmadurez personal.
\n <\/em><\/strong>
\n3.4. <\/strong>Promoci\u00f3n de grupos de di\u00e1logo fe\/vida y no solamente grupos de actividades y servicios<\/strong>
\nLas tres l\u00edneas de acci\u00f3n anteriores son sutiles, pueden aparecer como te\u00f3ricas y, a primera vista, no se observan f\u00e1cilmente. Sin embargo, si lo miramos m\u00e1s atentamente vienen a ser como la columna vertebral interna de las l\u00edneas de acci\u00f3n m\u00e1s externas y visibles. De hecho, son las que dan consistencia a la transformaci\u00f3n de los espacios comunes a los espacios de comuni\u00f3n y comunicaci\u00f3n.
\nEntre estas l\u00edneas de acci\u00f3n operativas m\u00e1s concretas hay que destacar, como la primera de todas, la necesidad de la promoci\u00f3n de grupos de di\u00e1logo de la fe y la vida diaria concreta.
\nA menudo en las comunidades cristianas hay una tendencia a organizar los equipos de acci\u00f3n necesarios para mantener y cultivar el dinamismo de la comunidad. Ciertamente, estos equipos de trabajo pastoral son necesarios, pero cuando descuidamos las necesidades b\u00e1sicas de las personas, se convierten en estructuras formales tecnocr\u00e1ticas e, incluso, en estructuras de poder dentro de la comunidad. Por esta raz\u00f3n, a veces, al mismo tiempo que ofrecen su servicio, tienden a la absolutizaci\u00f3n del grupo de servicio, a ignorar a los dem\u00e1s y, en el peor de los casos, conducen a la fragmentaci\u00f3n de la comunidad.
\nPara que estos equipos mantengan su calidad, es preciso cuidar a las personas y disponer de espacios de di\u00e1logo que tienen como finalidad el acompa\u00f1amiento de cada persona en sus necesidades b\u00e1sicas, el an\u00e1lisis de la realidad para detectar lo retos y signos de esperanza, la contemplaci\u00f3n de la Palabra de Dios como iluminaci\u00f3n de la experiencia vivida, la celebraci\u00f3n de la fe como anticipaci\u00f3n gozosa de la Nueva Humanidad, el aprendizaje del compromiso cristiano en el mundo profesional, familiar, social, cultural y pol\u00edtico. En definitiva, los grupos de di\u00e1logo fe\/vida tienen como objetivo principal el cultivo de la espiritualidad y el di\u00e1logo con el mundo.
\nEstos equipos de fe\/vida tienen diversos modelos como, por ejemplo, los grupos de estudio de evangelio, los grupos de revisi\u00f3n de vida, los que nacen del catecumenados de adultos, las comunidades eclesiales de base, los grupos que emergen de las diversas escuelas de espiritualidad, etc. En la Iglesia tenemos una larga experiencia de estos espacios para la personalizaci\u00f3n de la fe. Lo importante es que cada mujer y cada hombre encuentren su espacio vital y que, al mismo tiempo, vivan la propia experiencia eclesial, y aprendan a respetar a los otros modelos comunitarios como convenientes y complementarios.
\n
\n3.5. <\/strong>Equilibrio entre el servicio comunitario interno y el compromiso temporal<\/strong>
\nA partir de la experiencia de los espacios comunitarios de vivencia y personalizaci\u00f3n de la fe, por supuesto, tambi\u00e9n es necesaria la creaci\u00f3n de aquellos servicios para que no le falte nada a la comunidad en su desarrollo integral. Entre estos equipos de servicio hay que destacar el servicio catequ\u00e9tico, el servicio lit\u00fargico, la acci\u00f3n social, el servicio de la acogida y de acompa\u00f1amiento de los diversos procesos de fe de las personas, el servicio de la administraci\u00f3n, el servicio de la presencia en los medios de comunicaci\u00f3n social, etc.
\nSin embargo, el m\u00e1s importante de todos los servicios es el servicio de la caridad, porque adem\u00e1s de ser transversal a todos los servicios anteriores citados, al mismo tiempo, tambi\u00e9n es la punta de lanza, o el objetivo final de todos los servicios de la Iglesia en el mundo. La acci\u00f3n caritativa y social de la Iglesia en el mundo, justamente, es la verificaci\u00f3n de la calidad espiritual de la misma.
\nPor esta raz\u00f3n, los dirigentes de la comunidad han de estar muy atentos a mantener un equilibrio entre la dedicaci\u00f3n de los laicos a las tareas internas de la comunidad y el compromiso de los laicos en el interior de la sociedad para transformarla seg\u00fan los criterios evang\u00e9licos y los criterios de la ense\u00f1anza social de la Iglesia.
\nEstos \u00faltimos decenios no se ha atendido suficientemente este equilibrio y se ha producido una concentraci\u00f3n excesiva del compromiso de los laicos en las actividades internas eclesiales, olvidando que su identidad consiste en ordenar seg\u00fan Dios los asuntos temporales. Conviene revisar la situaci\u00f3n presente, para priorizar y dinamizar la presencia de los cristianos en el universo econ\u00f3mico, cultural, social y pol\u00edtico.
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\n3.6. <\/strong>Priorizar la participaci\u00f3n y el compromiso de los grupos en los proyectos de acci\u00f3n caritativa y social<\/strong>
\nEl compromiso temporal de los cristianos en el mundo no agota todas las posibilidades del dinamismo evang\u00e9lico mediante la militancia en las estructuras y organizaciones sociales. Por esta raz\u00f3n, es importante complementar esta acci\u00f3n transformadora de la sociedad, mediante la dinamizaci\u00f3n y coordinaci\u00f3n de las entidades cristianas de acci\u00f3n caritativa y social[6]<\/a>.
\nLa acci\u00f3n social, a trav\u00e9s de la promoci\u00f3n de la justicia y la paz en el mundo es fundamental para la vivencia del evangelio, aunque podemos afirmar que la justicia surge del compromiso de la \u00e9tica civil, edificada en la raz\u00f3n, y constituye la base m\u00ednima de la caridad.
\nLa caridad complementa y lleva a la plenitud la acci\u00f3n por la justicia, porque conduce a las personas, a la comunidad, y a su acci\u00f3n racional en la transformaci\u00f3n del mundo, hacia un nuevo horizonte m\u00e1s amplio y dilatado. Dinamiza cada persona y la acompa\u00f1a a vivir como Jesucristo vivi\u00f3 y a amar como El am\u00f3[7]<\/a>. De esta manera, la caridad desarrolla la justicia y la orienta hacia una nueva plenitud.
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\n3.7. <\/strong>Asambleas comunitarias parroquiales, arciprestales y diocesanas<\/strong>
\nLas l\u00edneas de acci\u00f3n que acabamos de describir son las l\u00edneas operativas b\u00e1sicas para conseguir que los espacios comunes se vayan transformando en espacios de comuni\u00f3n. Sin embargo, son necesarias tambi\u00e9n, otras estructuras, que posibiliten la transformaci\u00f3n, ofrezcan un soporte a las anteriores y dinamicen el crecimiento de las mismas.
\nLa primera estructura dinamizadora del proceso comunitario de comuni\u00f3n es la asamblea parroquial o diocesana. La asamblea comunitaria, aunque no es una estructura primaria, es el primer espacio de oraci\u00f3n, de aprendizaje del di\u00e1logo comunitario abierto, de intercambio de experiencias, de la coordinaci\u00f3n y la dinamizaci\u00f3n de la comunidad parroquial o diocesana, para ir aprendiendo a partir de la experiencia real y poder transformar las dificultades en oportunidades para crecer.
\nPor la brevedad de este art\u00edculo, no me extiendo en analizar esta l\u00ednea de acci\u00f3n y me remito a la reflexi\u00f3n teol\u00f3gica y pastoral sobre las \u201cAsambleas parroquiales\u201d que hice hace un tiempo y que public\u00f3 la revista Vida Nueva en uno de sus \u201cPliegos\u201d de la edici\u00f3n semanal[8]<\/a>. El lector encontrar\u00e1 en aquel art\u00edculo, los desaf\u00edos y los signos de esperanza de la experiencia de las asambleas parroquiales, los criterios teol\u00f3gicos pastorales de superaci\u00f3n y, algunas pistas de acci\u00f3n para la promoci\u00f3n y dinamizaci\u00f3n de las mismas.
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\n3.8. <\/strong>Renovaci\u00f3n de los Consejos de Pastoral<\/strong>
\nLa continuidad de las asambleas parroquiales y diocesanas, como dinamizadoras de la comuni\u00f3n de la comunidad cristiana, exige la creaci\u00f3n de los Consejos de Pastoral. Efectivamente, los Consejos son necesarios para ir creando las condiciones objetivas que permitan pasar del uso material de espacios comunes a la generaci\u00f3n de espacios comunitarios, para coordinar la vida de la comunidad, elaborar los planes de acci\u00f3n, y tener una pedagog\u00eda que vaya acompa\u00f1ando la realizaci\u00f3n operativa y la revisi\u00f3n de los mismos.
\nLa clave de los Consejos de Pastoral radica en su capacidad de di\u00e1logo para poner de acuerdo con el evangelio a los hechos y la vida del Pueblo de Dios. Este di\u00e1logo se edifica sobre diversos criterios, como son el clima comunitario, el criterio de la identidad, de la comunicaci\u00f3n, de la participaci\u00f3n, de la capacidad de crear sinergias entre la homogeneidad y la heterogeneidad de los miembros, y del criterio de la relaci\u00f3n de la vida interna de la comunidad cristiana con la sociedad civil.
\nEste objetivo central de los consejos de pastoral es un arte, y est\u00e1 m\u00e1s cerca del di\u00e1logo fraternal evang\u00e9lico que de un debate de participaci\u00f3n basada en el reparto del poder, o bien de la aplicaci\u00f3n de una normativa estatuaria jur\u00eddica. Sin embargo, la capacidad del di\u00e1logo interno del Consejo de Pastoral, vivido en profundidad, genera unas nuevas relaciones de cooperaci\u00f3n que conducen a la eficacia y a la alegr\u00eda.
\nLa condici\u00f3n de posibilidad y de calidad de la din\u00e1mica de los Consejos depende en gran parte del ministerio el presb\u00edtero de la comunidad. El presb\u00edtero de la comunidad cristiana, a la luz de la praxis del Nuevo Testamento tiene m\u00e1s la funci\u00f3n de s\u00edntesis comunitaria (comuni\u00f3n), que la s\u00edntesis de todas las funciones (acci\u00f3n). El ministerio presbiteral en la comunidad, entre las funciones principales de su misi\u00f3n, ha de ser el elemento aglutinante de la comuni\u00f3n, pero tambi\u00e9n dinamizador de las capacidades de cada uno de sus miembros. Por esta raz\u00f3n, todos los bautizados estamos llamados a ser miembros activos y complementarios, porque todos servimos para algo, pero nadie sirve para todo.
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\n3.9. <\/strong>Creaci\u00f3n de estructuras internas de di\u00e1logo para solucionar los conflictos<\/strong>
\nLa condici\u00f3n humana hace que en las relaciones interpersonales se generen conflictos. Hay que contar con ello. Por esta raz\u00f3n, conviene crear espacios para resolver estas situaciones conflictivas.
\nEstos espacios han de ser personales cuando los conflictos se generan en las relaciones interpersonales. Pero, en otras ocasiones, los conflictos son de orden estructural. En este caso ha de haber espacios estructurales para dialogar. Cuando no existen estas estructuras, se produce un efecto muy destructivo de la comunidad, porque en vez de hablar con las personas, y hablando se entiende la gente, se habla de las personas. El resultado es el alejamiento entre los miembros de la comunidad e, incluso, a veces una ruptura.
\nNo hay que tener miedo a pasar por los conflictos inevitables de la vida. El miedo es paralizante y destructivo. Cuando superamos el miedo, los conflictos aparecen como un signo de vida de la comunidad y, lo que es m\u00e1s importante, son dificultades que se convierten en oportunidades para crecer y mejorar.
\nLa experiencia personal de todos nos demuestra que hemos crecido m\u00e1s cuando hemos afrontado nuestros conflictos internos con sinceridad, que en los periodos de nuestra vida que hemos ca\u00eddo en la rutina. Lo mismo podemos decir de las relaciones interpersonales, de las relaciones de peque\u00f1o grupo y de las relaciones estructurales. Lo malo no es tener conflictos, sino el no dotarnos de los medios adecuados para afrontarlos y resolverlos.
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\n3.10. <\/strong>Pr\u00e1ctica de la \u201cLectura creyente de la realidad\u201d<\/strong>
\nLas directrices y las l\u00edneas de acci\u00f3n, encaminadas a transformar los espacios comunes en espacios de comuni\u00f3n, descritas en los apartados anteriores, para mantener la profundidad evang\u00e9lica, necesitan de una reflexi\u00f3n teol\u00f3gica pastoral constante. Solamente as\u00ed, las l\u00edneas de acci\u00f3n transformadoras de la comunidad tienen una consistencia suficiente para acompa\u00f1ar el dinamismo comunitario y para reaccionar positivamente frente los desaf\u00edos y las evoluciones de la vida diaria.
\nLa metodolog\u00eda adecuada para este acompa\u00f1amiento teol\u00f3gico pastoral es la metodolog\u00eda de la Lectura Creyente de la Realidad[9]<\/a>. El dinamismo de esta metodolog\u00eda desarrolla la reflexi\u00f3n teol\u00f3gica pastoral en tres grandes momentos, \u00edntimamente relacionados entre si. El primer momento consiste en la mirada atenta a la realidad, para detectar los retos y signos de esperanza de la misma, es decir, auscultar los \u201csignos de los tiempos\u201d[10]<\/a>. En un segundo momento del proceso, realiza una tarea de discernimiento de la realidad concreta observada y analizada, a la luz de los criterios evang\u00e9licos, con la finalidad de ayudar a superar los retos y estimular el crecimiento de los signos de esperanza. Finalmente, y a la luz de este discernimiento evang\u00e9lico y human\u00edstico, elabora las directrices o l\u00edneas pr\u00e1cticas de acci\u00f3n para transformar la realidad observada y discernida. De esta manera, la lectura creyente de la realidad ayuda a transformar las dificultades en oportunidades de crecimiento personal y comunitario.
\nHay que a\u00f1adir que esta metodolog\u00eda teol\u00f3gica act\u00faa no tanto como un c\u00edrculo cerrado, sino como un espiral que va penetrando en la contemplaci\u00f3n creyente de la vida real. De esta manera, una vez verificadas en la pr\u00e1ctica las directrices operativas, este m\u00e9todo teol\u00f3gico peri\u00f3dicamente vuelve una y otra vez a observar, discernir y elaborar unas directrices para ir iluminando la experiencia comunitaria y acompa\u00f1arla hacia la madurez posible.
\nEl lector del art\u00edculo podr\u00e1 observar, f\u00e1cilmente, que en la elaboraci\u00f3n y redacci\u00f3n de este mismo art\u00edculo que est\u00e1 leyendo, he utilizado esta metodolog\u00eda de la lectura creyente de la realidad. He de a\u00f1adir que es la metodolog\u00eda teol\u00f3gica pastoral con la que he trabajado a lo largo de los \u00faltimos cuatro decenios, desde la elaboraci\u00f3n de la tesis doctoral.
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\nEn este art\u00edculo, he descrito los retos y los signos de esperanza que bloquean el paso de disponer de espacios comunes a la experiencia de los espacios de comuni\u00f3n. He aportado unos criterios teol\u00f3gicos que permiten un discernimiento positivo de la realidad actual para abrirla a una vivencia comunitaria gratificante. Finalmente, he elaborado un dec\u00e1logo de directrices personales, ambientales y estructurales, encaminadas a avanzar en la direcci\u00f3n correcta y potenciar la comuni\u00f3n en la vida de la Iglesia.
\nEn definitiva, como afirm\u00f3 el Papa Juan XXIII en muchas ocasiones y, especialmente, en la convocatoria del Concilio Ecum\u00e9nico Vaticano II, se trata de buscar lo que nos une, antes que lo que nos separa. La verdad es que en la pr\u00e1ctica reciente no hemos hecho mucho caso de esta propuesta renovadora de la Iglesia, pero siempre estamos a tiempo.<\/p>\n
\n[1]<\/a> Paulo VI, Ecclesiam Suam<\/em>, n. 75
\n[2]<\/a> Para una visi\u00f3n m\u00e1s amplia del an\u00e1lisis de este art\u00edculo, ver la trilog\u00eda de libros, a trav\u00e9s de los cuales he ido proponiendo un proyecto pastoral de renovaci\u00f3n eclesial:<\/p>\n\n
\n[4]<\/a> Ef. 2, 15.
\n[5]<\/a> Hechos de los Ap\u00f3stoles 2, 42
\n[6]<\/a> Ver las Enc\u00edclicas de Benedicto XVI, Deus Caritas est<\/em>, sobre la entra\u00f1a del \u201cser cristiano\u201d y, tambi\u00e9n, Caritas in veritate, <\/em>como el paradigma del \u201chacer cristiano\u201d.
\n[7]<\/a> Concilio Provincial Tarraconense (1995)<\/em>, 76.
\n[8]<\/sup><\/a> Ver el Pliego \u201cLas Asambleas parroquiales<\/em>\u201d, dentro de la revista Vida Nueva, 2678 (2009) 23 – 30.
\n[9]<\/a> Ramon Prat i Pons, La misi\u00f3n de la Iglesia en el mundo. Ser cristiano, hoy<\/em>, Secretariado Trinitario Ediciones, Salamanca, 2004. pp. 127 \u2013 144.
\n[10]<\/a> Lc. 12, 54 \u2013 56.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"