{"id":7335,"date":"2011-06-01T00:00:26","date_gmt":"2011-05-31T22:00:26","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=7335"},"modified":"2011-06-01T00:00:26","modified_gmt":"2011-05-31T22:00:26","slug":"pastoral-juvenil-con-corazon","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/pastoral-juvenil-con-corazon\/","title":{"rendered":"PASTORAL JUVENIL CON CORAZ\u00d3N:"},"content":{"rendered":"
Jos\u00e9 Luis Moral De la Parte<\/strong> Encontr\u00e1ndose en un momento crucial para la construcci\u00f3n de la identidad personal y frente a la tarea de decidir la ruta de la propia vida, la juventud cruza un contexto sociocultural que no propicia en absoluto ambas empresas. Ante las nuevas generaciones, m\u00e1xime teniendo en cuenta la realidad actual de sus vidas, la primera condici\u00f3n para el anuncio del Evangelio pasa por \u00absentir con ellas\u00bb, es decir, por la compasi\u00f3n (patire cum) y la empat\u00eda: s\u00f3lo una \u00abraz\u00f3n compasiva\u00bb o un intellectus misericordiae (J. Sobrino) advertir\u00e1 c\u00f3mo los j\u00f3venes, por desgracia, m\u00e1s que imagen o prefiguraci\u00f3n del futuro, son un fiel reflejo de los desprop\u00f3sitos socioculturales del presente. Hoy m\u00e1s que nunca, si cabe, \u00aba la gente le gusta sentir. Sea lo que sea\u00bb (V. Woolf). El \u00ablaberinto sentimental\u00bb no s\u00f3lo es una moda; ni se trata tanto de que nos interesen nuestros sentimientos, cuanto que los sentimientos son los \u00f3rganos a trav\u00e9s de los cuales percibimos lo interesante, lo que nos afecta. Por ah\u00ed discurre una clave esencial que condiciona de un modo particular y profundo la vida de las personas (m\u00e1xime, por razones obvias, la de los adolescentes y j\u00f3venes): nuestro contacto b\u00e1sico con la realidad es sentimental y pr\u00e1ctico. En fin, sentimientos y deseos son quienes nos dicen lo primero y fundamental sobre nosotros y sobre el mundo que vivimos, as\u00ed como tambi\u00e9n constituyen el trampol\u00edn para saltar m\u00e1s all\u00e1 de ambas realidades. Jos\u00e9 Luis Moral<\/p>\n ACOGIDA INCONDICIONAL Y ALFABETIZACI\u00d3N EMOTIVA Jos\u00e9 Luis Moral De la Parte Profesor de la Universidad Pontificia Salesiana de Roma S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El autor afirma, en su estudio, que la pastoral juvenil es una respuesta con coraz\u00f3n a la identidad afectiva de los j\u00f3venes. En la primera parte del texto se propone mirar el dif\u00edcil […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1494,1495,94],"tags":[],"class_list":["post-7335","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-413","category-jose-luis-moral-de-la-parte","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7335","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7335"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7335\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7335"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7335"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7335"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nProfesor de la Universidad Pontificia Salesiana de Roma<\/strong>
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEl autor afirma, en su estudio, que la pastoral juvenil es una respuesta con coraz\u00f3n a la identidad afectiva de los j\u00f3venes. En la primera parte del texto se propone mirar el dif\u00edcil tema de la identidad afectiva de los j\u00f3venes. Como respuesta, el educador, parte de una acogida incondicional (alianza con los j\u00f3venes), de ah\u00ed nacen las propuestas pastorales.
\n
\n\u00bfUna pastoral c\u00e1lida? Doy por descontada la respuesta afirmativa a la pregunta que se formulan los estudios de Misi\u00f3n Joven. Esto dicho, mis reflexiones se concentran en un punto de vista concreto, el de la identidad-afectividad de los j\u00f3venes y la consiguiente respuesta \u00abcon coraz\u00f3n\u00bb que corresponde a la pastoral juvenil. Presupongo, por un lado, la perspectiva educativa que la identifica y, por otro, que por eso mismo debe centrarse en aquellos procesos a trav\u00e9s de los cuales encarar los problemas vitales de las nuevas generaciones.
\nLa estructura de cuanto sigue, por lo dem\u00e1s, es muy simple: una mirada a la vida de los j\u00f3venes (1) de la que brota el reto de la \u00abacogida incondicional\u00bb (2) como clave para concretar algunos elementos de una pastoral juvenil con coraz\u00f3n (3). Bien entendido que no trato de proponer cosas \u00abpara\u00bb (hacer \u00abpor\u00bb) las nuevas generaciones; intento, m\u00e1s bien, pensar desde \u2013y en la medida de lo posible\u2013 con los j\u00f3venes, en la esperanza de que todos podamos crecer y madurar juntos.
\n <\/p>\n\n
\n
\n1.1. <\/strong>Identidad y relaciones: v\u00edctimas, m\u00e1s que culpables<\/strong>
\nEn la actual \u00absituaci\u00f3n de mercado del sentido\u00bb, antes de nada y sin querer encubrir o negar la responsabilidad de las opciones de vida de cada joven, resulta natural que las nuevas generaciones propendan hacia un presentismo vitalista, esto es, al deseo de experimentar o acceder a todo directamente y de modo inmediato, buscando la felicidad \u00abaqu\u00ed y ahora\u00bb para consumarla individualmente antes que referirla a faenas colectivas.
\nVivimos con un nuevo \u00abestado de conciencia\u00bb[1]<\/a> que, entre otras cosas, fragua lentamente y al que no le faltan adversidades. La principal: la sociedad actual dificulta y vuelve m\u00e1s urgente la b\u00fasqueda de la identidad \u201cporque propugna una individualizaci\u00f3n feroz. No hay roles sociales, no hay identidades definidas, no hay modelos morales, hay un contradictorio polite\u00edsmo de valores y cada cual tiene que elegirse de arriba abajo. \u00abEl tipo occidental de sociedad individualizada nos habla de la necesidad de buscar soluciones biogr\u00e1ficas a contradicciones sist\u00e9micas\u00bb. Por ejemplo, no existe una clara idea de en qu\u00e9 consiste ser hombre y ser mujer, y la \u00fanica soluci\u00f3n es que cada cual resuelva el problema a su manera. [\u2026] Nunca se ha exigido tanto al individuo como ahora. Al poseer m\u00e1s libertad, al estar obligado a inventar su vida sin manual de instrucciones, tendr\u00e1 que estar decidiendo continuamente. Por eso resulta tan urgente que nuestros ni\u00f1os [y j\u00f3venes] aprendan a vivir esa autonom\u00eda, llena de posibilidades y de riesgos\u201d[2]<\/a>.
\nCon raz\u00f3n se puede afirmar que la sociedad moderna se ha transformado en una azarosa \u00absociedad del riesgo\u00bb, donde \u2013entre otros aspectos relativos a nuestro tema\u2013 se exalta el protagonismo simb\u00f3lico del \u00abestilo de vida joven\u00bb que \u201ccomo un tsunami gigantesco, ha inundado las calles, plazas y lugares de fiesta y diversi\u00f3n, viviendas familiares y habitaciones de j\u00f3venes y adolescentes, y un sinf\u00edn m\u00e1s de espacios sociales, sin olvidar el mismo cuerpo juvenil y su indumentaria o escasez de ella\u201d[3]<\/a>.
\nUn estilo de vida representa, de entrada, el conjunto de formas alternativas del vivir de la gente cuando est\u00e1 libre de las restricciones del trabajo y puede establecer relaciones sociales o hacer algo \u00abespont\u00e1neo y con sentido\u00bb en la propia existencia. En buena medida, aparece como el resultado global del sistema de valores y actitudes de una persona: M. Weber lo present\u00f3 como la forma privilegiada para expresar el estatus o posici\u00f3n social y Th.B. Veblen complet\u00f3 la definici\u00f3n situ\u00e1ndolo en el horizonte de un \u00abconsumo ostentoso\u00bb.
\nHoy m\u00e1s que nunca, en definitiva, hemos decidido que \u00a1la vida es joven! y, de ah\u00ed, ese permanente proceso de \u00abjuvenilizaci\u00f3n\u00bb que lo invade todo. Paralela y burlescamente, se ha producido una injusta e imp\u00fadica devaluaci\u00f3n de los j\u00f3venes: se les asigna una identidad, pero se oculta su entidad; vende por doquier lo joven, pero los j\u00f3venes no cuentan con ning\u00fan espacio social propio. Si anta\u00f1o las personas se disfrazaban para aparentar m\u00e1s viejas, ahora ocurre exactamente lo contrario: \u00ablo joven\u00bb se ha convertido en uno de los grandes referentes cuasi mitol\u00f3gicos de nuestra cultura, casi el \u00fanico modelo socialmente disponible para todos.
\nEstereotipos aparte, ni que decir tiene que la juvenilizaci\u00f3n, entre otras cosas, esconde una sociedad m\u00e1s bien envejecida y ensimismada en la glorificaci\u00f3n cultural del \u00abser joven\u00bb; una sociedad, en fin, que lleva mal su envejecimiento por la sencilla raz\u00f3n de que casi ha limitado el valor de la persona a su eficacia, rentabilidad y \u00e9xitos. No reside ah\u00ed, sin embargo, el aspecto m\u00e1s lamentable del asunto, sino en la explotaci\u00f3n de los j\u00f3venes que lleva aparejado.
\nAqu\u00ed est\u00e1 el punto: la primac\u00eda simb\u00f3lica del estilo de vida juvenil esconde una sociedad que, en la pr\u00e1ctica, les abandona a su suerte, les relega a los \u00faltimos puestos en la jerarqu\u00eda de intereses que la mueven. Bastar\u00eda una ojeada a los n\u00fameros escalofriantes del paro juvenil para confirmar un dato tan conocido que huelgan los detalles. Pero igualmente obvios resultan hechos como los siguientes: 1\/ La fragilidad de la familia y sus repercusiones sea de cara al equilibrio afectivo que comportamental de las generaciones j\u00f3venes; 2\/ Las din\u00e1micas consumistas, estrechamente ligadas al mundo de la publicidad, elevadas al rango de pauta esencial de identidad e integraci\u00f3n social; 3\/ El deseo de los j\u00f3venes, tantas veces frustrado, de sentirse necesarios, de escuchar que alguno les dice que cuenta con ellos y ellas.
\nLa relegaci\u00f3n social de las nuevas generaciones obliga a prolongar cada vez m\u00e1s la edad juvenil y, en tal situaci\u00f3n, se apodera de ellas el llamado \u00abs\u00edndrome de Peter Pan\u00bb, del ni\u00f1o que no quiere o no le dejan crecer. Dicho escenario produce un fuerte impacto sobre la formaci\u00f3n del sentido de la responsabilidad, al postergarse indefinidamente la toma de decisiones, y sit\u00faa a una buena mayor\u00eda de adolescentes y j\u00f3venes en una perspectiva de espectadores permanentes, en lugar de hacerles part\u00edcipes y responsables activos de su vida personal y del entorno social. De resultas, los estilos de vida juveniles se acoplan a sus maneras de vivir el tiempo libre y el ocio, en los que el grupo de amigos impone su ley y de los que pr\u00e1cticamente desaparece la familia: una ley (o tiran\u00eda) del placer en sus diversas formas, desde el erotismo puro y duro hasta el disfrute del cuerpo, de su belleza y de su fuerza, sin excluir la violencia que tambi\u00e9n contiene.
\nYa por los a\u00f1os sesenta del siglo pasado, T. Parsons se\u00f1alaba el desasosiego y zozobra ante las cuestiones de identidad como el rasgo m\u00e1s significativo de la vida juvenil. E. Erikson afirm\u00f3 con raz\u00f3n que la identidad (self o yo mismo) se presenta bien en forma de concepto de s\u00ed mismo, bien en forma de experiencia de s\u00ed mismo. No entiendo meterme en honduras te\u00f3ricas sobre estos argumentos, sino simplemente se\u00f1alar la determinante influencia de la situaci\u00f3n social y cultural en la b\u00fasqueda de identidad por parte de los j\u00f3venes: 1\/ No pocos, debido al desconcierto que genera la estructura social, terminan por no saber en qu\u00e9 proyecto humano embarcarse, bien por falta de motivos, ideales o modelos, bien por no entrever c\u00f3mo encontrar un trabajo s\u00f3lido y estable (puesto que \u2013en resumidas cuentas\u2013 el trabajo es la \u00fanica plataforma imprescindible para ponerse en marcha); 2\/ Por otro lado, el clima cultural postmoderno, en buena medida, priva a las nuevas generaciones de marcos de referencia y del \u00abm\u00fasculo \u00e9tico\u00bb con el que adquirir la fortaleza interior necesaria para afrontar \u2013con la abnegaci\u00f3n hoy requerida\u2013 la construcci\u00f3n de la propia personalidad.
\nLa complejidad hist\u00f3rica que caracteriza nuestro tiempo, por otra parte, conlleva cambios axiol\u00f3gicos, convivenciales y comportamentales de un calado todav\u00eda dif\u00edcil de precisar. En cualquier caso, el rumbo de todos ellos parece marcado por los vientos del subjetivismo. La aserci\u00f3n se ajusta a verdad, especialmente, en el caso de los j\u00f3venes\u2026 quienes, en efecto, reaccionan ante la complejidad social y cultural recluy\u00e9ndose en ejercicios permanentes de subjetivizaci\u00f3n: cada uno se erige en \u00e1rbitro del bien y del mal; \u00e1rbitro, adem\u00e1s, sin apenas identidad estable o, de todos modos, con una identidad fr\u00e1gil y flexible, d\u00e9bil, precaria. La actual generaci\u00f3n joven, en ese sentido, viene bautizada justamente como \u00abgeneraci\u00f3n silenciosa\u00bb, aislada o del pasotismo, \u00abdegeneraci\u00f3n puntual\u00bb o generaci\u00f3n de \u00abj\u00f3venes que se encontraron a s\u00ed mismos condenados a seguir si\u00e9ndolo\u00bb[4]<\/a>.
\nEn fin, la representaci\u00f3n o imagen que de s\u00ed mismos tienen los j\u00f3venes no es demasiado halag\u00fce\u00f1a. Am\u00e9n de su tolerancia y, hasta cierto punto, ausencia de prejuicios, el consumo y la independencia se han convertido en sus principales se\u00f1as de identidad. Por lo dem\u00e1s la independencia juvenil no se identifica con autonom\u00eda o emancipaci\u00f3n sino con la defensa de la privacidad en cuanto espacio de creaci\u00f3n del propio car\u00e1cter y de nuevas formas de vida y experimentaci\u00f3n[5]<\/a>. Y es el consumo, no sobra repetirlo, la principal se\u00f1a de identidad: consumismo y m\u00e1s consumismo, \u201csobre todo en el \u00e1mbito de la diversi\u00f3n y de las aficiones t\u00edpicamente juveniles, la m\u00fasica en primera fila\u201d[6]<\/a>.
\n
\n1.2. <\/strong>El laberinto sentimental de los j\u00f3venes<\/strong>
\nEl viejo paradigma moderno planteaba un ideal de raz\u00f3n liberada de los impulsos de la emoci\u00f3n; el nuevo, en cambio, propone armonizar la cabeza y el coraz\u00f3n. No hace mucho que llegamos a la conclusi\u00f3n de que los sentimientos son indispensables para la toma racional de decisiones. \u201cEn cierto modo \u2013como reconoce D. Goleman\u2013 tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional, y nuestro funcionamiento en la vida est\u00e1 determinado por ambos [\u2026]. De hecho, el intelecto no puede funcionar adecuadamente sin el concurso de la inteligencia emocional\u201d[7]<\/a>.
\nLa cultura actual, por otra parte, est\u00e1 basada en una exaltaci\u00f3n de lo afectivo-emocional; del deseo y su satisfacci\u00f3n, por encima de todo. Mercado, publicidad, ansiedad, depresi\u00f3n, violencia, etc., se al\u00edan con el omnipresente consumismo, \u201cese mundo social de las apetencias y ese reino moment\u00e1neo de los caprichos [\u2026]: estamos en la moda de los deseos ef\u00edmeros, intensos, urgentes y desechables que ha contagiado nuestro mundo afectivo, que se ha fragilizado, porque incita a un hedonismo inquieto y un poco esc\u00e9ptico\u201d[8]<\/a>. En consecuencia, los educadores han de tener muy en cuenta que la gran estrategia pedag\u00f3gica es enlazar con algunos de los deseos b\u00e1sicos de los j\u00f3venes; pero a\u00fan hay m\u00e1s: entra aqu\u00ed el aspecto de la \u00abeducaci\u00f3n de la voluntad\u00bb que, por desgracia, todav\u00eda no ocupa la atenci\u00f3n prestada a la \u00abeducaci\u00f3n de la inteligencia\u00bb.
\nTras estudios y m\u00e1s estudios, contamos ya con algunas piezas importantes del puzzle afectivo y emocional de los j\u00f3venes. Las recuerdo, enumer\u00e1ndolas con algo de iron\u00eda y sin m\u00e1s comentarios[9]<\/a>:1\/ Crecen, en general, sin tener asegurado un \u00abclima afectivo\u00bb adecuado de cara al equilibrio de los sentimientos, y con d\u00e9ficits significativos de modelos, de autoridad y de maestros para aprender a vivir; 2\/ Sus denuncias de la exclusi\u00f3n social que padecen o sus deseos de \u00absentirse necesarios\u00bb, con m\u00e1s frecuencia de lo deseado, se ahogan en los oc\u00e9anos de la diversi\u00f3n, del pasarlo bien; 3\/ Tanto las relaciones con la familia como, principalmente, entre ellos y ellas no dan para mucho m\u00e1s que la construcci\u00f3n de un nicho, de un refugio nocturno donde gestionar \u00absu tiempo\u00bb, redescubrir su cuerpo y sus afectos, consumir y, en definitiva, acabar sin saber muy bien lo que quieren, entre otras cosas, porque todo se va difuminando y los proyectos e ideales se desdibujan hasta que ya no saben ni lo que pueden. Ese desconocimiento se refiere a las propias potencialidades, pero supone tambi\u00e9n la ignorancia respecto a lo que cabe esperar o vale la pena en la vida.
\nVisto desde fuera es posible hablar de esa especie de puzzle; dentro, los j\u00f3venes viven en un enmara\u00f1ado laberinto afectivo-emocional.
\nNuestra primera relaci\u00f3n con el mundo es afectiva. Al respecto, si la meteorolog\u00eda familiar de las nuevas generaciones no es demasiado ben\u00e9vola, el contexto socio-cultural tampoco ayuda. Al contrario: predominan las altas presiones sofocantes, enti\u00e9ndase apoteosis de los sentidos, furia de las pulsiones y manipulaci\u00f3n de los deseos a troche y moche. Es as\u00ed como estamos construyendo una \u00absociedad de eternos adolescentes\u00bb con una peligrosa blandura emotiva que inocula en los j\u00f3venes el virus del \u00abquerer que no llega a fraguar s\u00f3lidamente\u00bb. De resultas, escasea la b\u00fasqueda del \u00abedificar sobre roca\u00bb. La plasticidad afectiva puede propiciar personas flexibles, comprensivas, dialogantes, divertidas y abiertas; sin embargo, siempre expuestas a quedarse a merced del viento, a dejar carcomer la esperanza, a reducir el di\u00e1logo a simple ruido de palabras, a no querer ni saber apechugar con las cuestas arriba[10]<\/a>.
\nHay m\u00e1s: una de las mayores paradojas de nuestra sociedad, por un lado, consiste en hacer crecer a los ni\u00f1os y ni\u00f1as demasiado r\u00e1pido, acortando la infancia para obligarlos despu\u00e9s a permanecer en una casi perenne mixtura de adolescencia y juventud; por otro \u2013lo que es peor\u2013, si de ese modo se les quiere hacer deprisa aut\u00f3nomos, la cultura y la educaci\u00f3n contempor\u00e1neas no dejan de producir seres dependientes, demasiado apegados a las cosas y a las personas. Resultado: quedan m\u00e1s o menos enredados en una cultura narcisista, o sea, la del \u00abamor l\u00edquido\u00bb (Z. Bauman) condimentado con una sexualidad, en la pr\u00e1ctica, igualada a genitalidad. Vale la pena a\u00f1adir que semejante tinglado comporta un analfabetismo afectivo que entorpece hasta el extremo la obligaci\u00f3n de llenar la propia vida psicol\u00f3gica o, mejor dicho, la necesidad de que cada joven ocupe su espacio interior.
\nEn resumidas cuentas, todo empuja a los j\u00f3venes, en cierto modo, a experimentar sin m\u00e1s preocupaci\u00f3n que disfrutar del momento presente; el ma\u00f1ana, adem\u00e1s de incierto, est\u00e1 bien lejos. As\u00ed que hoy y ahora, sentimiento, esto es, dejarse seducir y llevar por los deseos, las emociones, etc.; ma\u00f1ana, m\u00e1s adelante, tocar\u00e1 el turno a la raz\u00f3n, es decir, al plantearse de verdad la vida, a organizarla. La sociedad, la familia o los amigos confirman este dise\u00f1o juvenil, aunque \u201cse proceda en gran medida a ciegas, tanteando, experimentando, quitando y poniendo\u2026\u201d[11]<\/a>. De esta manera, nos topamos con personas carentes de ideales colectivos y altruistas, cada vez m\u00e1s homogeneizadas por una concepci\u00f3n hedonista y narcisista de la vida, a la par que apuntaladas por una cultura de la satisfacci\u00f3n de \u00abalta intensidad con lo m\u00edo y mis alrededores\u00bb y baja preocupaci\u00f3n por el otro y sus cosas[12]<\/a>.
\nTanta satisfacci\u00f3n ciega, por lo menos, a la hora de pensar en un proyecto de vida. Por lo dem\u00e1s, siendo tan incierto el futuro, \u00a1vivamos al d\u00eda! \u2013exclama visceralmente la juventud hodierna\u2013. Su presentismo es un s\u00edntoma claro de que est\u00e1n cerrados los horizontes mentales y vitales. Dicha carencia de horizontes, m\u00e1s que una se\u00f1al neta de identidad, quiz\u00e1 sea la natural reacci\u00f3n ante el miedo al futuro[13]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\nElenco simplemente unas cuantas actitudes b\u00e1sicas que deben presidir tanto la identidad de la pastoral juvenil como, sobre todo, el trabajo de los animadores con los j\u00f3venes.
\n
\n2.1. <\/strong>Nueva alianza con los j\u00f3venes<\/strong>
\nAfirmaba G.K. Chersterton que el hombre moderno se parece a un viajero que olvida el nombre de su destino y tiene que regresar al lugar del que parti\u00f3 para averiguar incluso a d\u00f3nde se dirig\u00eda. El mundo actual obliga a precipitarse en casi todo. Estamos intoxicados de prisa; no tenemos la paz suficiente para advertir lo maravillosamente misteriosa que es la vida. Y todos sentimos, en el fondo, que esto es m\u00e1s verdad que su contrario.
\nEl empe\u00f1o educativo proprio de la pastoral juvenil debiera plantearse un cambio de ritmo y, ante todo, una especie de nuevo pacto o alianza con los j\u00f3venes.
\nM\u00e1s que amor, alianza: mientras que el amor o la caridad acent\u00faan el protagonismo de quienes quieren, la palabra alianza \u2013adem\u00e1s de las resonancias b\u00edblicas\u2013 desplaza el acento a la reciprocidad de la relaci\u00f3n \u2013conjugando tanto el amor como el respeto y el derecho a la diferencia de aquellos a quienes amamos\u2013, al tiempo que subraya el v\u00ednculo y el compromiso. Antes de nada, hemos de ponernos gratuita e incondicionalmente de parte de los j\u00f3venes: lo mismo que Dios promete \u00abestar con\u00bb su pueblo, pese a la infidelidad con que Israel vive la alianza, as\u00ed hemos de estar \u00abcon y de parte\u00bb de los j\u00f3venes.
\nEsta alianza, en definitiva, requiere la \u00abacogida incondicional\u00bb como actitud educativa b\u00e1sica.
\n
\n2.2. <\/strong>La \u00abprofec\u00eda de la acogida incondicional\u00bb<\/strong>
\nEn el contexto que vivimos resulta especialmente urgente un \u00abprofetismo de denuncia\u00bb (I. Ellacur\u00eda) que trace los caminos de la utop\u00eda del Reino, arrancando de la opci\u00f3n preferencial por los pobres y al hilo de la profec\u00eda hist\u00f3rica de Jes\u00fas: \u00ab\u00a1Que tengan vida y la tengan en abundancia!\u00bb. La profec\u00eda que necesita la pastoral juvenil, sin embargo, m\u00e1s que de un \u00abprofetismo de la denuncia\u00bb, necesita primariamente el \u00abprofetismo de la acogida incondicional\u00bb.
\nDe entrada, salta a la vista la actualidad y apremio de un planteamiento as\u00ed enunciado. En una sociedad donde todo se colorea con el tinte de la utilidad, donde todo se compra y se vende, donde m\u00e1s que amistad existe intercambio, porque lo que importa es tener buenas relaciones m\u00e1s que buenos amigos, \u00bfc\u00f3mo no reconocer que, sobre todo, andamos necesitados de gratuidad, de acogida, de apertura incondicional al pr\u00f3jimo, a los j\u00f3venes?
\nHorizonte del coraz\u00f3n, pues, la utop\u00eda del Reino; m\u00e9todo educativo primordial, la acogida incondicional. Reino para comunicar esperanza; acogida para desarmar y, lo que es m\u00e1s importante, una acogida capaz de restituir vida a unos j\u00f3venes que nuestra sociedad deja a la intemperie y a merced de vientos que los arrastran de tumbo en tumbo.
\n
\n2.3. <\/strong>\u00abDescentrarse\u00bb<\/strong>
\nPensar la experiencia cristiana con y desde los j\u00f3venes, sin duda, nos \u00abdescentra\u00bb o, mejor, nos desconcierta. Resulta habitual, en nuestros ambientes, encarar los problemas recurriendo o comenzando \u2013solemos decir\u2013 \u00abpor donde siempre hay que comenzar\u00bb, esto es: orando, escuchando la Palabra de Dios, retir\u00e1ndonos a reflexionar y discernir, examinando los criterios y dem\u00e1s orientaciones de la Iglesia o de la congregaci\u00f3n religiosa correspondiente, en fin, coloc\u00e1ndonos delante del sagrario para que sea Dios quien nos oriente.
\nTodas cosas buenas y aconsejables. Pero cuando se trata de teolog\u00eda pr\u00e1ctica, en general, y de la pastoral juvenil, en particular, especialmente desaconsejadas como punto de arranque, puesto que, f\u00e1cilmente, nos empujan a mistificar los problemas: desenfoc\u00e1ndolos (en lugar de analizar la situaci\u00f3n y las personas dentro de ella, los esfuerzos se dirigen a la aplicaci\u00f3n de la \u00abdoctrina\u00bb o a trasladar \u00aborientaciones\u00bb de un sitio para otro) y espiritualiz\u00e1ndolos (las situaciones se sustituyen o suplantan progresivamente por las ayudas, por el bien que se puede y debe hacer en tales circunstancias).
\nQuienes se dedican a la reflexi\u00f3n pastoral o a la pastoral juvenil no persiguen interpretar la palabra de Dios para sugerir u organizar los contenidos de los proyectos\u2026; mas bien establecen un desarrollo a la inversa: desde los j\u00f3venes, son sus rostros, su vida\u2026 el lugar b\u00e1sico y el punto de partida para \u00abeducar a la fe\u00bb. En principio, es cuesti\u00f3n de reflexionar a fondo \u00abcon ellos\u00bb c\u00f3mo y porqu\u00e9 les resulta dif\u00edcil o imposible creer, y de reconstruir, despu\u00e9s, con una sinceridad radical y repensando cuanto nos se\u00f1ala la Escritura y la Tradici\u00f3n, lo que queremos decirles a la hora de hablar de Dios, de Cristo, del Esp\u00edritu o de la salvaci\u00f3n. Muchos j\u00f3venes cristianos no logran la maduraci\u00f3n de su fe en la situaci\u00f3n actual, entre otras razones, porque no terminan de casar su b\u00fasqueda de sentido con cuanto ofrece la comunidad eclesial.
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\n2.4. <\/strong>Tiempos, espacios y temas<\/strong>
\nEste descentrarnos, entonces, ha de conducirnos a encontrarnos y compartir con los j\u00f3venes espacios, tiempos y temas: 1\/ Los tiempos de la vida cotidiana, el tiempo libre y el \u00abtiempo interior\u00bb; 2\/ Los espacios de la casa y la escuela, la calle y la interioridad; 3\/ Los temas del sentido, de la identidad vinculada a la solidaridad, en fin, del miedo y la invocaci\u00f3n.
\nLo primero a compartir educativamente con los adolescentes y j\u00f3venes, sobre todo los padres y educadores, es el tiempo de la vida cotidiana \u2013en los espacios de la casa y la escuela\u2013 para poner encima de la mesa el tema del sentido. Justamente se considera que la educaci\u00f3n estriba en ense\u00f1ar a vivir, en guiar para que cada cual aprenda a conducir el tren de su propia vida por v\u00edas humanas.
\nCon todo y con eso, la educaci\u00f3n de los j\u00f3venes se juega m\u00e1s fuera de la escuela que dentro. El tiempo libre y el grupo de iguales marcan el territorio que consideran m\u00e1s suyo. Los espacios se reparten un poco por todas partes (su franja de hogar, la calle, las zonas de encuentro, etc.), siempre atravesados por algo que los unifica: relacionarse, estar juntos. Aqu\u00ed, en este tiempo y espacio, tienen lugar las negociaciones fundamentales en el tema de la identidad. Es, en dicha negociaci\u00f3n, donde habr\u00eda que lograr introducir la solidaridad, a trav\u00e9s de interrelaciones educativas mantenidas en torno a proyectos que ayuden a liberar ese tiempo (supuestamente) libre.
\nNos queda el tiempo y el espacio m\u00e1s espinosos, a los que en buena medida todos tenemos miedo y de los que solemos huir: el tiempo interior, que atraviesa y est\u00e1 siempre presente en cualquier otro tiempo, con un espacio igualmente omnipresente, la soledad. En el caso de los j\u00f3venes, habr\u00e1 que azuzar con prudencia los miedos \u2013recuperando y educando la interioridad\u2013 para encararse con ellos y, ojal\u00e1, descubrir aquello que est\u00e1 m\u00e1s all\u00e1 de cuanto se ve.
\n <\/p>\n\n
\n
\n3.1. <\/strong>Cultura del deseo y cultura del coraz\u00f3n<\/strong>
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\nTrato de unir cabos. En buena medida, al menos desde un punto de vista psicol\u00f3gico, el deseo aparece como madre de la fe[14]<\/a>: creer, entre otras cosas, significa poseer una confianza b\u00e1sica en la vida, esto es, estar seguros \u2013con una certeza que no es demostrable\u2013 de que la vida y el mundo poseen un sentido y una l\u00f3gica que, en \u00faltima instancia y dicho con el t\u00e9rmino que quiz\u00e1 exprese como ning\u00fan otro la esencia de la religi\u00f3n, permite \u00absentirnos salvados\u00bb. En fin, creer remite a la confianza de que al final, pase lo que pase, no nos hundiremos en un pozo sin fondo, sino que seremos acogidos y sostenidos para no terminar en la nada.
\nSomos una pluralidad de deseos y, a veces, de deseos opuestos y contradictorios incluso. El contexto actual de \u00abapoteosis de las pulsiones\u00bb y \u00abmanipulaci\u00f3n de los deseos\u00bb complica sobremanera esta nuestra identidad. As\u00ed que, para la vida en general \u2013y para la experiencia religiosa, en particular\u2013, la cuesti\u00f3n fundamental que se plantea es la de ordenar los deseos, es decir, encontrar un eje que vertebre y organice el conjunto de anhelos y aspiraciones que mueven la existencia de cada persona.
\nAqu\u00ed no puedo entrar en los detalles, pero el primer momento en la organizaci\u00f3n de los deseos pasa por reconciliarnos con su mundo, reconocerlos y asumirlos; pues somos seres de deseo y desde \u00e9l nos configuramos como personas capaces de amar y proyectarnos m\u00e1s all\u00e1 de lo que somos. La cultura del deseo no es mala por incitarnos a desear cuanto por desorientarnos y cultivar una forma ego\u00edsta de desear. El deseo es siempre triangular, esto es, necesita de un tercero que medie entre nosotros y lo que deseamos. Pues bien y por tantos motivos, actualmente, esta cultura ha transformado el deseo de medio en fin: cuanto el deseo debiera servir para ser as\u00ed, en el fondo, se ha convertido en puro est\u00edmulo del desear por desear (y siempre consumir). Para reconciliarnos y recuperar la mediaci\u00f3n del deseo, hace falta pasar a la cultura del coraz\u00f3n: s\u00f3lo ah\u00ed seremos capaces de reconocer los deseos que nos permiten amar y saber hacia d\u00f3nde caminar. Con raz\u00f3n, consideramos m\u00e1s humano dejarnos seducir por el coraz\u00f3n que por el simple deseo, entendiendo que es el primero quien nos permite entender el fin y sentido del segundo.
\nDejarnos seducir por el coraz\u00f3n comporta, pues, ir adquiriendo la capacidad de despertar a los sentidos interiores para descubrir el verdadero objeto de deseo en grado de dar sentido a la existencia.
\n
\n3.2. <\/strong>Alfabetizaci\u00f3n y educaci\u00f3n afectiva<\/strong>
\nEl laberinto emocional de las nuevas generaciones tiene una de sus ra\u00edces en el analfabetismo emotivo en el que viven. Familia y escuela, por tanto, son las primeras llamadas en causa; am\u00e9n de que en la crisis de ambas \u2013pi\u00e9nsese, por ejemplo, a los cambios radicales en la concepci\u00f3n del matrimonio y de la sexualidad\u2013 reside asimismo una de las razones fundamentales de ese ambiente laber\u00edntico. A nadie se le escapa que las dificultades de la familia y de la escuela determinan en gran medida los argumentos que vengo tocando; entrar en pormenores, sin embargo, excede las posibilidades de estas l\u00edneas[15]<\/a>.
\nLos absurdos m\u00e1s terribles de la sociedad quiz\u00e1 se hallan aqu\u00ed: hemos llegado pr\u00e1cticamente a considerar como \u00abdatos normales\u00bb aquellos que hace bien poco resultaban ser los m\u00e1s alarmantes. Me refiero, sin ser exhaustivo en el elenco: al triplicarse del n\u00famero de ni\u00f1os y ni\u00f1as que precisan de ayuda psicol\u00f3gica \u2013porque ya desde edades tempranas se manifiestan disfunciones desconocidas hasta ahora y principian las enfermedades mentales, la ansiedad y la depresi\u00f3n\u2013; al aumento de la violencia o del suicidio entre los adolescentes y j\u00f3venes; a los trastornos alimenticios, al alcoholismo y la droga.
\nJunto a los problemas de atenci\u00f3n y razonamiento, por un lado, o la delincuencia y la agresividad, por otro, el retrato de las nuevas generaciones incluye, por desgracia, los tonos oscuros de las ansiedades y las depresiones que se van adue\u00f1ando de tantas vidas j\u00f3venes. Tal es as\u00ed como para opinarse que, si el siglo XX ha estado caracterizado por ser la \u00abera de la ansiedad\u00bb, de no remediarlo, el nuevo milenio se transformar\u00e1 en la \u00abera de la melancol\u00eda\u00bb. Muchos datos, en efecto, parecen apuntar hacia una epidemia de depresi\u00f3n a escala mundial, esto es, hacia una especie de virus aparejado a la expansi\u00f3n del estilo de vida contempor\u00e1neo.
\nFamilia y escuela, por tantos motivos, est\u00e1 perdiendo terrenos que deben reconquistar con urgencia: el primero, la confianza b\u00e1sica en la vida que deben transmitir e impulsar en los ni\u00f1os y adolescentes; despu\u00e9s, una tradici\u00f3n con sentido, la fuerza de \u00e1nimo y la voluntad para que los j\u00f3venes se construyan a s\u00ed mismos; y siempre, en fin, el humus de la acogida incondicional para que no se sequen los corazones o aparezcan esos desiertos emotivos que envenenan las relaciones e impiden el crecimiento de las nuevas generaciones. Afirmado lo cual, han de tenerse tambi\u00e9n muy en cuenta otros dos asuntos: 1\/ La cuesti\u00f3n central del \u00abaprendizaje de la amistad\u00bb; 2\/ El problema de los medios de comunicaci\u00f3n y de las nuevas tecnolog\u00edas que, con demasiada frecuencia, neutralizan la diferencia entre interioridad y exterioridad (l\u00e9ase \u00abreality show\u00bb, \u00abgran hermano\u00bb\u2026 y su impresentable ostentaci\u00f3n de la intimidad confundida con la sinceridad) o, cuando se trata de internet, homologan realidad y virtualidad.
\nLa alfabetizaci\u00f3n emotiva que, en especial, corresponde tanto a la familia como a la escuela, debe organizarse en torno al paso \u00abde los deseos a los proyectos\u00bb, acci\u00f3n espec\u00edficamente humana (\u00a1que nos humaniza!) dependiente tanto de la inteligencia como de la voluntad. Habida cuenta de la situaci\u00f3n, m\u00e1s de la \u00faltima, habr\u00e1 que a\u00f1adir.
\nEsa alfabetizaci\u00f3n emotiva est\u00e1 estrechamente ligada a la educaci\u00f3n de la voluntad, sin la que nos ser\u00e1 cada vez m\u00e1s imposible aprender a vivir y convivir. En conclusi\u00f3n, m\u00e1s all\u00e1 del papel imprescindible de la familia, habr\u00e1 que \u00abescolarizar las emociones\u00bb: \u201cel aprendizaje no sucede como algo aislado de los sentimientos de los ni\u00f1os o las ni\u00f1as. De hecho, la alfabetizaci\u00f3n emocional es tan importante como el aprendizaje de las matem\u00e1ticas o la lectura\u201d[16]<\/a>.
\nYa se\u00f1al\u00e9 la importancia capital de enlazar la educaci\u00f3n con los deseos b\u00e1sicos; por otro lado, la relaci\u00f3n de los deseos con la cultura siempre es doble: la cultura es la proyecci\u00f3n o prolongaci\u00f3n humana de los deseos, al tiempo que determina esos mismos deseos proponiendo modos concretos de satisfacerlos[17]<\/a>.
\nDe entrada, los procesos alfabetizadores y educativos deben identificar la aventura de crecer con las ideas b\u00e1sicas de la personalidad, o sea, con la construcci\u00f3n de cada ser humano a trav\u00e9s de la concreta definici\u00f3n de su car\u00e1cter (h\u00e1bitos afectivos), inteligencia (h\u00e1bitos cognitivos) y \u00abpraxis\u00bb (h\u00e1bitos operativos)[18]<\/a>. Semejante empresa se refiere a la adquisici\u00f3n de una identidad consistente; por lo dem\u00e1s, la identidad ha de construirse a partir del \u00abreconocimiento del otro\u00bb, so pena de echar m\u00e1s le\u00f1a al fuego de los subjetivismos, individualismos y ego\u00edsmos.
\n
\n3.3. <\/strong>Prolongar o proyectar los deseos: ciudadan\u00eda cosmopolita y responsable<\/strong>
\nSentimientos y emociones \u2013sirva la generalizaci\u00f3n\u2013 dependen del deseo, aunque tambi\u00e9n pueden dar lugar a nuevos deseos. Aqu\u00ed reside el quid: a diferencia de los otros seres vivos, la inteligencia humana es capaz de prolongar los deseos en proyectos. El deseo, en cierto modo, surge del resquebrajamiento del circuito animal de la acci\u00f3n; de ah\u00ed que, en sentido estricto, el deseo es una exclusiva humana e implica la ruptura de la cadena \u00abestimulo\u2013respuesta\u00bb a trav\u00e9s de la introducci\u00f3n de la libertad de proyectar la respuesta, sin que \u00e9sta venga s\u00f3lo determinada autom\u00e1ticamente por el est\u00edmulo.
\nA fin de cuentas, en suma, hemos de \u00abeducar-nos\u00bb con la realidad, \u00a1aqu\u00ed y ahora!, afrontando los desaf\u00edos actuales de la vida colectiva. Al respecto y frente a otras muchas alternativas m\u00e1s o menos fallidas, parece que hoy podemos encontrar en la \u00abidea de ciudadan\u00eda\u00bb la clave educativa que nos permita ir haci\u00e9ndonos \u00ablo que somos\u00bb: ser ciudadanos y ciudadanas expresa fielmente aquello que nos hace humanos. En efecto, educarnos para proyectar nuestros deseos, para llegar a ser de verdad lo que somos (\u00a1seres humanos!) se puede resumir en el ejercicio de los valores de la ciudadan\u00eda: ser un buen ciudadano expresa fielmente eso que nos hace humanos.
\nAdela Cortina, entre otros, ha perfilado atinada y detalladamente el t\u00e9rmino, as\u00ed como las dimensiones y n\u00facleos fundamentales de valores con los que educar para ser \u00abciudadanos del mundo\u00bb desde la propia tierra, para vivir en un mundo a la vez local y global. En este sentido, habla ella de un \u00abcosmopolitismo arraigado\u00bb, es decir, consciente de las ra\u00edces de toda persona \u2013\u201cla ciudadan\u00eda es primariamente una relaci\u00f3n pol\u00edtica entre un individuo y una comunidad pol\u00edtica\u201d\u2013 y, especialmente, de su sentido (responsable y activo) \u2013\u201casumir el universalismo de quien sabe y siente que es un ser humano y nada de lo humano le puede resultar ajeno\u201d\u2013, pues \u201clo que construye comunidad no es s\u00f3lo una adscripci\u00f3n con v\u00ednculos comunes, sino sobre todo tener una causa com\u00fan\u201d[19]<\/a>.<\/p>\n
\n
\n[1]<\/a> Cf. C. Geffr\u00e9, El cristianismo ante el riesgo de la interpretaci\u00f3n, Cristiandad, Madrid 1994, 205-227 (ah\u00ed se puede encontrar un buen dibujo del \u00abestado de conciencia\u00bb al que ha llegado el hombre moderno). En definitiva, la modernidad ha provocado un cambio radical en la imagen de hombre y de mundo: mundo ahora definido m\u00e1s como historia que como naturaleza, produci\u00e9ndose la ca\u00edda de la cl\u00e1sica visi\u00f3n estable y jerarquizada \u2013que inculcaba y parec\u00eda propia del pensamiento cat\u00f3lico\u2013; hombre cual ser en perpetua creaci\u00f3n de s\u00ed mismo, con la consiguiente transformaci\u00f3n de las estructuras de credibilidad, trasladadas hacia el valor absoluto de la persona, la autonom\u00eda de la conciencia, la creatividad, libertad y pluralismo de proyectos.
\n[2]<\/a> J.A. Marina, Aprender a vivir, Ariel, Barcelona 2004, 182-183.
\n[3]<\/a> J. Gonz\u00e1lez-Anleo\u2013J.M. Gonz\u00e1lez-Anleo, La juventud actual, Verbo Divino, Estalla 2008, 44.
\n[4]<\/a> Cf. Ib\u00edd., pp. 78ss.
\n[5]<\/a> Cf. H. B\u00e9jar, El \u00e1mbito privado. Privacidad, individualismo y modernidad, Alianza, Madrid 1990, 68ss.
\n[6]<\/a> J. Gonz\u00e1lez-Anleo\u2013J.M. Gonz\u00e1lez-Anleo, La juventud actual, o.c., p. 83.
\n[7]<\/a> D. Goleman, Inteligencia emocional, Kair\u00f3s, Barcelona 1996, 58. Cf. tambi\u00e9n: C. Castilla del Pino, Teor\u00eda de los sentimientos, Tusquets, Barcelona 2000.
\n[8]<\/a> J.A. Marina, Las arquitecturas del deseo, Anagrama, Barcelona 2007, 23-24 (cf. tambi\u00e9n: Id., El laberinto sentimental, Anagrama, Barcelona 1996; Id., El misterio de la voluntad perdida, Anagrama, Barcelona 1997; J.A. Marina\u2013M. L\u00f3pez, Diccionario de los sentimientos, Anagrama, Barcelona 1999; J. Ferrero, Las experiencias del deseo, Anagrama, Barcelona 2009).
\n[9]<\/a> He estudiado el tema en otros lugares: cf., por ejemplo, J.L. Moral, \u00bfJ\u00f3venes sin fe? Manual de primeros auxilios para reconstruir con los j\u00f3venes la fe y la religi\u00f3n, Ppc, Madrid 2007, 77-151.
\n[10]<\/a> Cf. R. Bly, La societ\u00e0 degli eterni adolescenti, Red, Como 2000 ; J.L. Moral, Desideri, sentimenti e\u2026 una pastorale giovanile del cuore, \u00abNote di Pastorale Giovanile\u00bb 2(2005), 34-42.
\n[11]<\/a> J. Elzo, Los j\u00f3venes espa\u00f1oles en los \u00faltimos 25 a\u00f1os (I), \u00abVida Nueva\u00bb 2.352(2002), 24-30, aqu\u00ed p. 25.
\n[12]<\/a> Cf. R. D\u00edaz-Salazar, Redes de solidaridad internacional, Hoac, Madrid 1996, 23-81.
\n[13]<\/a> Cf. U. Galimberti, L\u2019ospite inquietante. Il nichilismo e i giovani, Feltrinelli, Milano 2007, 25-30.
\n[14]<\/a> Cf. A. Vergote, Psicolog\u00eda religiosa, Taurus, Madrid 1969.
\n[15]<\/a> Cf. A. Giddens, Un mundo desbocado, Taurus, Madrid 2000; U. Beck-E. Gersheim, El normal caos del amor. Las nuevas formas de la relaci\u00f3n amorosa, Paid\u00f3s, Barcelona 2001; J.A. Marina, El rompecabezas de la sexualidad, Anagrama, Barcelona 2000; G. Pastor Ramos, Sociolog\u00eda de la familia. Enfoque institucional y grupal, S\u00edgueme, Salamanca 1997.
\n[16]<\/a> D. Goleman, Inteligencia emocional, o.c., p. 403.
\n[17]<\/a> Cf. J.A. Marina, Las arquitecturas del deseo, o.c., pp. 83-109.
\n[18]<\/a> Al respecto, una adecuada concreci\u00f3n educativa es la desarrollada por J.A. Marina en gran cantidad de ensayos y proyectos; entre los \u00faltimos: J.A. Marina, Aprender a vivir, o.c.; Id., Aprender a convivir, Ariel, Barcelona 2006.
\n[19]<\/a> A. Cortina, Hacia un concepto de ciudadan\u00eda para el siglo XXI, \u00abMisi\u00f3n Joven\u00bb 314(2003), 17-24. Ah\u00ed ofrece un buen resumen de cuanto ha expuesto m\u00e1s ampliamente en diversos libros: cf. A. Cortina, Ciudadanos del mundo, Alianza, Madrid 1997; Id, Alianza y contrato, Trotta, Madrid 2001; Id., Por una \u00e9tica del consumo, Taurus, Madrid 2002.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"