{"id":7525,"date":"2010-07-01T00:00:13","date_gmt":"2010-06-30T22:00:13","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7525"},"modified":"2010-07-01T00:00:13","modified_gmt":"2010-06-30T22:00:13","slug":"sacerdotes-de-pelicula-algunas-notas","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/sacerdotes-de-pelicula-algunas-notas\/","title":{"rendered":"Sacerdotes de pel\u00edcula: algunas notas"},"content":{"rendered":"
Jes\u00fas Villegas<\/strong> Jes\u00fas Villegas<\/p>\n Jes\u00fas Villegas \u00bfC\u00f3mo aparece representada la figura del sacerdote en el cine? Vamos a dedicar a responder esa pregunta unas cuantas p\u00e1ginas en nuestra revista. Pero, en lugar de proponeros un texto bien armado, que se va construyendo de forma progresiva, hemos preferido, en esta ocasi\u00f3n, ordenar nuestras apreciaciones en forma de notas sueltas, […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[66,1409,94],"tags":[],"class_list":["post-7525","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-jesus-villegas","category-materiales-402_403","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7525","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7525"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7525\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7525"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7525"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7525"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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\n\u00bfC\u00f3mo aparece representada la figura del sacerdote en el cine? Vamos a dedicar a responder esa pregunta unas cuantas p\u00e1ginas en nuestra revista. Pero, en lugar de proponeros un texto bien armado, que se va construyendo de forma progresiva, hemos preferido, en esta ocasi\u00f3n, ordenar nuestras apreciaciones en forma de notas sueltas, de intuiciones y apuntes. La raz\u00f3n es simple: la escasez de espacio para un tema tan jugoso se subsana as\u00ed por esta v\u00eda de la impresi\u00f3n y el esbozo. Nos mueve, pues, el decir lo m\u00e1s posible en unas pocas l\u00edneas. No perdamos m\u00e1s tiempo.
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\nNi verdad ni mentira, sino todo lo contrario<\/strong>
\nSiempre que se aborda la cuesti\u00f3n de la representaci\u00f3n de la realidad en el cine surge el mismo problema: hasta qu\u00e9 punto una imagen ficticia revela, ilumina, reproduce, retrata de alguna manera un fragmento de vida. Tomarse por cierto el perfil psicol\u00f3gico, el comportamiento o la identidad de un personaje de pel\u00edcula resulta exagerado, pero menospreciar como mera figuraci\u00f3n o fantas\u00eda una creaci\u00f3n que ancla su verosimilitud en sucesos o modelos humanos del mundo real tampoco es del todo pertinente. Un joven, un pol\u00edtico, un terrorista o un cura de pel\u00edcula aparecen sobre la pantalla como entes ficticios, meros constructos dram\u00e1ticos que, sin embargo, remiten al espectador, lo pretendan o no sus creadores, a ciertas parcelas de la experiencia. Deber\u00edamos, pues, situarnos a una justa distancia entre la absoluta aceptaci\u00f3n de lo que la imagen propone como cierto y la tendencia a relegarlo al arc\u00f3n de la pura impostura: un cura de pel\u00edcula no se identifica con un cura de verdad ni con un cura de mentira, sino todo lo contrario.
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\nUn personaje no es una persona<\/strong>
\nHecha esta primera apreciaci\u00f3n, debemos descartar algunas maneras de leer la imagen como reflejo de la realidad que pecan de falaces. Por ejemplo, la tendencia a creer que un personaje dado en una pel\u00edcula determinada pretende retratar a todas las personas reales pertenecientes a su misma tipolog\u00eda. El error de generalizar el caso particular convierte el caso individual en personaje tipo y, por ese camino, simplificamos una de las mayores virtudes de las formas art\u00edsticas basadas en el relato: su capacidad para indagar en las innumerables formas y matices de la conciencia y del acontecer humano. Resumiendo: el cura de tal pel\u00edcula no son todos los curas ni todos los curas son como el que aparece en la pel\u00edcula tal.
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\nEnunciar y denunciar<\/strong>
\nTan arriesgado como tender a extraer conclusiones globales de las andanzas de un personaje concreto es atribuir a los discursos cinematogr\u00e1ficos voluntad siempre imperativa. En el lenguaje verbal distinguimos la funci\u00f3n enunciativa (una palabra o un mensaje refieren un hecho de la realidad: \u201cHoy est\u00e1 lloviendo\u201d) de otra funciones, entre las que incluimos la llamada funci\u00f3n apelativa (el mensaje pretende influir, repercutir en las acciones del receptor: \u201cDame eso\u201d, \u201cP\u00f3rtate bien\u201d). El cine, no obstante, controla en menor medida esta doble faceta. Es verdad que siempre ha existido cine con pretensiones propagand\u00edsticas (el cine ruso de los a\u00f1os 20, que pretend\u00eda difundir entre el pueblo las bondades de la Revoluci\u00f3n Sovi\u00e9tica; o el cine franquista, por citar solo dos tradiciones), es decir, cine con descarada funci\u00f3n apelativa, pero en el cine narrativo convencional la frontera entre la mera referencia (\u201cesto te cuento\u201d) y el intento de convicci\u00f3n (\u201cjuzga esto como yo lo juzgo y act\u00faa en consecuencia\u201d) no es tan n\u00edtido como en los usos verbales. Por tanto, me parece peligrosa la tendencia a buscar continuamente denuncia en lo que, en principio, solo enuncia. Es m\u00e1s, cuando una pel\u00edcula se construye sobre una bater\u00eda indiscutible de motivos y estrategias con voluntad de reprobaci\u00f3n o, a la inversa, de ensalzamiento (satanizaci\u00f3n o santificaci\u00f3n son, en cine, f\u00f3rmulas paralelas que usan recursos sim\u00e9tricos), suele perder fuerza dram\u00e1tica y lograr en el espectador bien formado el efecto contrario, es decir, el rechazo de las tesis postuladas con machacona demagogia. Dig\u00e1moslo claramente: cuando en una pel\u00edcula sale un \u201cmal cura\u201d no se nos quiere decir (o a veces se quiere, pero no se logra)\u00a0\u201cjuzga qu\u00e9 malos son todos los curas y repru\u00e9balos\u201d; pero es que, adem\u00e1s, cuando una pel\u00edcula funciona al rev\u00e9s y presenta sin matices ni recovecos a un cura impecable y de una pieza sucede que la \u201csuspensi\u00f3n de la incredulidad\u201d necesaria para sumergirse en un relato se quiebra y el escepticismo nos impide aceptar como veros\u00edmil lo narrado, por muy mal o bien intencionada que, seg\u00fan el caso, sea la operaci\u00f3n.
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\nNi hagiograf\u00edas ni demonizaciones<\/strong>
\nPor tanto, las mejores aproximaciones a la figura del sacerdote no se producen ni en aquellos ejemplos en los que se pinta en colorines de estampita el ministerio eclesial ni en aquellos en los que, al contrario, se acumulan sobre un presb\u00edtero todos los vicios, dobleces, maldades y pecados que la Iglesia ha podido cometer a lo largo de la historia. Porque, insistimos, las pel\u00edculas se construyen con personajes, y el alma del personaje, su riqueza, pivota sobre su complejidad. Y la complejidad exige tensi\u00f3n, agon\u00eda, lucha, dilema, conflicto, evoluci\u00f3n. Luces y sombras. El cine, pues, asentado sobre el a priori de la ortodoxia a ultranza (\u201csolo los buenos curas, los que encarnan a la perfecci\u00f3n el carisma de su funci\u00f3n y vocaci\u00f3n, son tolerables como personajes de pel\u00edcula\u201d) o sobre el anticlericalismo m\u00e1s furioso (\u201cno hay cura bueno y todos son hombres demediados\u201d) pecan de un mismo defecto fatal en t\u00e9rminos art\u00edsticos: un manique\u00edsmo de base que niega la posibilidad de construcci\u00f3n de un personaje fecundo.
\nCervantes cre\u00f3 la narraci\u00f3n moderna en el momento en que descubri\u00f3 que al h\u00e9roe idealista (el \u201csupercura\u201d, en el caso que nos ocupa; el caballero andante, en su caso) y al antih\u00e9roe canalla o burlesco (el \u201canticura\u201d; el don Quijote risible y rid\u00edculo de los primeros cap\u00edtulos de su genial novela) les superaba en val\u00eda y significaci\u00f3n el h\u00e9roe cotidiano, aquel que llega a ser grande porque doblega a su rival m\u00e1s \u00edntimo: el que se fortifica con sus propios miedos y limitaciones. En esta misma l\u00ednea se configuran las pel\u00edculas m\u00e1s sugerentes sobre sacerdotes, aquellas en las que un ser humano se vence a s\u00ed mismo y logra, con la ayuda de Dios, llevar adelante su misi\u00f3n en el mundo.
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\nUna de conflictos<\/strong>
\nTodo ser humano debe enfrentarse, al menos, a dos tipos esenciales de conflicto: los que se fraguan en su propia conciencia y aquellos que genera su papel en el entorno vital e hist\u00f3rico que le toca vivir. Dominar los deseos y pulsiones, decidir entre una serie de valores que se contraponen. Aceptar, integrar o superar carencias, optar por uno u otro camino en el itinerario vital ser\u00edan ejemplos de conflicto \u00edntimo. En el otro nivel, las diferentes formas de enfrentamiento a las estructuras establecidas, la reacci\u00f3n ante las provocaciones de la realidad, las dificultades para encajar el propio proyecto en el rumbo del mundo o el choque con otros individuos constituyen maneras de conflictividad externa. Es verdad que unas y otras formas est\u00e1n estrechamente unidas, pues el conflicto personal se aviva ante determinadas circunstancias existenciales y viceversa, pero nos parece \u00fatil distinguir estos dos tipos de proceso a t\u00edtulo did\u00e1ctico.
\nEn el caso del sacerdote, hay que sumar a estas formas profanas y universales de dial\u00e9ctica las propias de su estrecha relaci\u00f3n con lo Trascendente. No queremos decir con esto que ese encararse de la persona con lo sagrado no se produzca en otros personajes, pero es indudable, y el an\u00e1lisis de pel\u00edculas lo corrobora, que constituye una fecunda v\u00eda dram\u00e1tica, tanto en su versi\u00f3n m\u00e1s sensacionalista (el tema de los exorcismos, por ejemplo) como en otras propuestas mucho menos extremas.
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\nMotivos esenciales<\/strong>
\nDec\u00eda Roger Ebert, y lo recoge Greg Garrett en su magn\u00edfico libro \u201cEl Evangelio seg\u00fan Hollywood\u201d, que las personas religiosas solo interesan a los narradores de historias cuando fracasan, flaquean o se apartan de sus valores centrales. Ya hemos dicho que esto ocurre as\u00ed, no solo por un prop\u00f3sito de denuncia, por mala intenci\u00f3n o por ganas de \u201cponer en solfa\u201d a la Iglesia (aunque a veces s\u00ed), sino por una tendencia natural en el negocio del cine a buscar la rentabilidad dram\u00e1tica y econ\u00f3mica m\u00e1xima de un argumento. A este respecto, no es de extra\u00f1ar que, por ejemplo, en t\u00e9rminos de inter\u00e9s, un asunto como el choque entre el voto de castidad y la emergencia del amor o del deseo constituya una fuente fecunda de motivaci\u00f3n para justificar la presencia del sacerdote como protagonista de una narraci\u00f3n.
\nRepasemos a continuaci\u00f3n algunas de las l\u00edneas de conflicto que m\u00e1s interesan como motivo dram\u00e1tico en las pel\u00edculas protagonizadas por curas.
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\nEl voto de castidad<\/strong>
\nSi la tem\u00e1tica amorosa sostiene la mayor\u00eda de las narraciones desde el principio de los tiempos, no podemos imaginar fuente dram\u00e1tica m\u00e1s jugosa que aquella que brota del enfrentamiento entre una voluntad decidida de renuncia a una determinada forma de amor (el amor er\u00f3tico a otro ser humano) y la emergencia de una fuerte atracci\u00f3n hacia un semejante. Una de las obras emblem\u00e1ticas en este sentido, que sent\u00f3 c\u00e1tedra sentimental para toda una generaci\u00f3n, fue la novela El p\u00e1jaro espino<\/em><\/strong>, despu\u00e9s convertida en exitosa serie de televisi\u00f3n. Pero a\u00fan hoy productos de gran \u00e9xito popular, como la serie espa\u00f1ola La se\u00f1ora<\/em><\/strong>, insisten en depositar buena parte de su atractivo en este motivo de la \u201ctentaci\u00f3n de la carne\u201d para un hombre c\u00e9libe, tan del gusto de las masas.
\nLa lucha entre voluntad y atracci\u00f3n sensual suele decantarse, cuanto m\u00e1s nos acercamos al cine actual, por una victoria de la ley del deseo, a veces en formas aberrantes que incluyen la violencia, el abuso, incluso el delito. Cito, a vuela pluma, pel\u00edculas como El crimen del Padre Amaro, La mala educaci\u00f3n <\/em><\/strong>o Los girasoles ciegos,<\/em><\/strong> en las que, con diferentes formas, matices e intensidades, un cura debe v\u00e9rselas con sus apetencias sexuales y se ve doblegado por ellas. Como ha ocurrido con el cine en general, en todas estas obras se vive un progresivo recrudecimiento de las situaciones: lo que en principio, en las pel\u00edculas de hace a\u00f1os, era un amor sentimental y blanco que tentaba a menudo sin motivar la ca\u00edda, con el tiempo se ha ido convirtiendo en puro y duro instinto b\u00e1sico indome\u00f1able.
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\nEl choque entre individuo y estructura<\/strong>
\nLa pugna entre el ser humano y las instituciones sociales ha sido otro de los grandes motores de los relatos a lo largo de la historia de la cultura narrativa. Comprobar c\u00f3mo un sujeto se rebela o se hunde ante las imposiciones de un sistema y unas formas de organizaci\u00f3n que ahogan o al menos atemperan sus afanes personales de realizaci\u00f3n ha impresionado siempre a espectadores de toda edad y condici\u00f3n. Desde la magistral Y el mundo marcha<\/em><\/strong>, de 1927, hasta hoy, los afanes por escapar de la dictadura de la multitud o de las formas de articulaci\u00f3n de la vida social suponen una interesante fuente creativa.
\nEs en este contexto donde hemos de situar un motivo dram\u00e1tico explorado en m\u00faltiples ocasiones: el que se basa en oponer al sacerdote fiel a los principios evang\u00e9licos, coherente, honesto y legal, con una Iglesia que, por su propia y compleja naturaleza, se manifiesta como una maquinaria fr\u00eda e impersonal, decidida a contradecir las bases elementales del cristianismo. Una frase tantas veces escuchada como \u201cYo creo en Jes\u00fas, pero no en la Iglesia\u201d encuentra en esta l\u00ednea tem\u00e1tica una f\u00e1cil corroboraci\u00f3n. Am\u00e9n, La misi\u00f3n, \u00a0La buena vida <\/em><\/strong>o El padrino III<\/em><\/strong>coinciden en situar a un hombre de iglesia \u00edntegro en el contexto de una superestructura eclesial deshumanizada, a veces incluso aliada al poder mundano, a la riqueza y a la corrupci\u00f3n.
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\nEl esc\u00e1ndalo de la injusticia<\/strong>
\nEl retrato de curas que entregan su vida por asimilaci\u00f3n, identificaci\u00f3n y amor a una comunidad sufriente, adem\u00e1s de ser una fecunda v\u00eda narrativa, quiz\u00e1s constituya la forma de aproximaci\u00f3n cinematogr\u00e1fica al sacerdocio m\u00e1s acorde con la realidad de este ministerio. Dice Jos\u00e9 I. Gonz\u00e1lez Faus que \u201cel presb\u00edtero es ministro del \u00fanico culto espiritual que reconoce el Nuevo Testamento, que es la entrega de la propia vida\u201d. El martirio, pues, como consecuencia de una apuesta incondicional por los pobres constituye la perfecta alianza, por una vez y sin que sirva de precedente, \u00a0entre lo que interesa dram\u00e1ticamente hablando y lo que resulta iluminador en clave pastoral. Roma, ciudad abierta, Voces inocentes, La misi\u00f3n, Romero, Daens <\/em><\/strong>o Disparando a perros <\/em><\/strong>son algunas de las pel\u00edculas que mejor saben explorar esta l\u00ednea tem\u00e1tica.
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\nEl ejercicio sacramental<\/strong>
\nDe la doble faceta del presb\u00edtero, su consagraci\u00f3n al culto y su misi\u00f3n de propagar la Buena Nueva de Jes\u00fas, la segunda funci\u00f3n, como acabamos de comentar, proporciona innumerables argumentos dram\u00e1ticos para el cine que, adem\u00e1s, tienen la virtud, dec\u00edamos, de aunar la intensidad emocional y la fidelidad b\u00e1sica al sentido \u00faltimo del sacramento del Orden Sacerdotal. Pero, \u00bfqu\u00e9 ocurre con el papel del sacerdote como celebrante? Como advert\u00edamos al principio de esta nota, el que unos acontecimientos parezcan m\u00e1s o menos cinematogr\u00e1ficos y, por tanto, animen a crear pel\u00edculas que los contengan no depende, en el cine comercial al uso, de la fidelidad a la realidad, sino del inter\u00e9s dram\u00e1tico de esos hechos. Desde este punto de vista, la celebraci\u00f3n de la Unci\u00f3n de Enfermos o la Confirmaci\u00f3n, por ejemplo, proporcionan menos juego ficcional que la implicaci\u00f3n y el compromiso de un sacerdote por un pueblo oprimido.
\nAs\u00ed, si bien aparecen\u00a0 episodios puntuales en incontables pel\u00edculas que aluden a este mundo de lo celebrativo (por citar uno emblem\u00e1tico: el bautismo con el que concluye la primera parte de El padrino<\/em><\/strong>), es el sacramento del perd\u00f3n el que, sin duda, resulta m\u00e1s cinematogr\u00e1fico: recordemos la archiconocida Yo confieso<\/em><\/strong>, en la que Alfred Hitchcock aprovecha el secreto de confesi\u00f3n para construir una trama de suspense apasionante. Por su propia naturaleza, el sacramento de la Penitencia se ha utilizado en numerosas pel\u00edculas para dar entrada al consabidoflashback <\/em>de recapitulaci\u00f3n mediante el que un personaje reconstruye su vida. Entre las pel\u00edculas que se sirven de esta estrategia, hay una que recrea de forma perfecta el sentido \u00faltimo de este sacramento. Me refiero a la obra maestra de Lubitsch Remordimiento<\/em><\/strong>, que arranca precisamente con una confesi\u00f3n (ante el sacerdote un hombre recuerda c\u00f3mo mat\u00f3 en la guerra a otro) y se desarrolla como un ejercicio completo de penitencia, pues el protagonista, para sobrellevar la culpa, decide presentarse en busca de expiaci\u00f3n a la familia de la v\u00edctima.
\nTambi\u00e9n sobre el sentido profundo de la comuni\u00f3n se articulan obras interesantes como Hijos de un mismo Dios <\/em><\/strong>o la ya mencionada Disparando a perros<\/em><\/strong>, que, m\u00e1s all\u00e1 de poner en escena el acto de comulgar, aciertan a desplegar la significaci\u00f3n \u00faltima de este sacramento, al vincular lo ritual con lo vital y redimensionar lo celebrativo en experiencia compartida.
\nEl matrimonio tambi\u00e9n ha sido puesto con frecuencia en escena. Cuando se presta cierta atenci\u00f3n al sacerdote en este sacramento suele enfocarse de forma amable su magisterio. Pel\u00edculas como la cl\u00e1sica El padre de la novia<\/em><\/strong>sentaron c\u00e1tedra sobre este particular y obras recientes como\u00a0 Hasta que el cura nos separe<\/em><\/strong> est\u00e1n concebidas como\u00a0 comedias sentimentales, en las que el cura act\u00faa como una especie de garante del buen amor, desde una perspectiva provocadora con las convenciones en la apariencia, pero profundamente correcta y hasta t\u00f3pica en los trasfondos.
\n\u00a0<\/strong>
\nCuras que no curan<\/strong>
\nQuien se hace pasar por otro,\u00a0 el disfrazado, el que miente; el que, en realidad, aparenta ser quien no es: aqu\u00ed tenemos otro de los grandes motivos de la historia del cine. Trasladada esta figura, la del fingidor, al \u00e1mbito de los hombres de Iglesia, nos vamos a encontrar con una doble posibilidad. Por un lado est\u00e1n aquellos personajes que se visten de sacerdote o que se ordenan con un prop\u00f3sito ajeno a la verdadera naturaleza de esa funci\u00f3n. Aunque se trate de predicadores y no de curas cat\u00f3licos, dos pel\u00edculas como La noche del cazador <\/em><\/strong>o El fuego y la palabra<\/em><\/strong>acertaron a crear dos figuras memorables de la contradicci\u00f3n (una, un peligroso villano; otra, un charlat\u00e1n cautivador y falaz), que utilizaban su supuesta condici\u00f3n como mera tapadera. Asesinos, fugitivos, ladrones, p\u00edcaros y pistoleros se han vestido los h\u00e1bitos para burlar la ley o para reconducirla en su propio beneficio.
\nPor otro lado, y esta opci\u00f3n nos interesa m\u00e1s, est\u00e1n los sacerdotes que se desv\u00edan, a conciencia o por error, de las obligaciones y las encomiendas propias de su estado. Abusan de su poder; se muestran intolerantes, cerriles o b\u00e1rbaros; medran, aprovechan la posici\u00f3n alcanzada para manipular o causar traumas inaceptables en los otros\u2026 Todos esos casos de malos sacerdotes suelen escocer bastante a ciertos sectores cristianos, cuando, en el fondo, operan como casos particulares (m\u00e1s all\u00e1 de que los creadores del producto pretendan esa inducci\u00f3n, nosotros no debemos caer en la falacia que invita a tomar por general lo concreto) o se presentan\u00a0 como evidencias de que a cualquier cargo (podr\u00eda tratarse de un padre o una madre, un maestro o un pol\u00edtico) pueden alzarse sujetos que malversen, tuerzan o traicionen sus verdaderas obligaciones. En La pasi\u00f3n de Juana de Arco, Solo un beso, Los ni\u00f1os de San Judas, L\u00edbranos del mal, \u00c1ngeles y demonios <\/em><\/strong>o Las cenizas de \u00c1ngela<\/em><\/strong>, por citar algunos ejemplos, a los que habr\u00eda que a\u00f1adir buena parte del cine espa\u00f1ol contempor\u00e1neo con sacerdote incluido (Mar adentro, Los girasoles ciegos, Camino, La lengua de las mariposas\u2026<\/em><\/strong>) se insiste una y otra vez en dibujar religiosos que fracasan en el ejercicio de su ministerio porque han interpretado de forma err\u00f3nea las encomiendas que conlleva la correcta conjugaci\u00f3n de fe, esperanza y caridad.
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\nCuerpo a cuerpo con lo ultraterreno<\/strong>
\nOtra fecunda v\u00eda dram\u00e1tica es aquella que opta por situar al cura en la estela del cham\u00e1n, el mago o el iluminado. Se presupone, en estos casos, que el hombre religioso tiene abierta l\u00ednea directa con entes angelicales o diab\u00f3licos. Ya nos referimos al subg\u00e9nero de los exorcistas, quiz\u00e1s el m\u00e1s fecundo. Solo concluir que esta preferencia, de nuevo, est\u00e1 motivada por la comercialidad y supuesta eficacia ficcional del producto, nunca por motivos relacionados con la b\u00fasqueda de fidelidad a la realidad.
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\nEn el Olimpo<\/strong>
\nPuestos a seleccionar algunas pel\u00edculas significativas en el tratamiento de esta figura a lo largo de la historia del cine, yo elegir\u00eda los diez t\u00edtulos que a continuaci\u00f3n comento. He intentado conjugar una serie de variables, como son la importancia de la pel\u00edcula en su momento (premios, repercusi\u00f3n p\u00fablica), la riqueza del personaje presentado, su significaci\u00f3n hist\u00f3rica y, a ser posible, la calidad est\u00e9tica y la validez del personaje como referente. Por orden cronol\u00f3gico:
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\nSiguiendo mi camino (1944)<\/strong>
\nDurante los a\u00f1os 30 y 40 en el cine norteamericano, en virtud del C\u00f3digo Hays, se proh\u00edbe la representaci\u00f3n denigrante del sacerdote. Esta moralidad impuesta, sumada al car\u00e1cter ultraconservador y religioso de este pueblo, motivar\u00e1 que hasta bien entrada la d\u00e9cada de los cincuenta la integridad, la impermeabilidad a los conflictos profundos y una \u00e9tica indiscutible caractericen a los personajes religiosos. Tal combinaci\u00f3n de elementos, que motivan la ubicaci\u00f3n de estas criaturas en la estela de los h\u00e9roes cl\u00e1sicos de una pieza, provoca que hoy, desde nuestro relativismo posmoderno, nos parezcan creaciones de una ingenuidad poco digerible. En este marco idealista destacan con luz propia las dos pel\u00edculas que Leo McCarey consagr\u00f3 al padre O\u00b4Malley, encarnado por el actor y cantante Bing Crosby. Me refiero a Siguiendo mi camino<\/em><\/strong> y Las campanas de Santa Mar\u00eda. <\/em><\/strong>Su personaje es un sacerdote activo, sensible y moderno, que cree que la religi\u00f3n no ha de ser una experiencia solemne y f\u00fanebre, sino todo lo contrario, una vivencia caracterizada por el optimismo, la alegr\u00eda, la sencillez y la complicidad. Con estas premisas de partida, estas pel\u00edculas, sin salirse jam\u00e1s del \u00e1mbito de la correcci\u00f3n, abogan por un modelo de sacerdote implicado m\u00e1s en su misi\u00f3n que en la pr\u00e1ctica religiosa celebrativa o catequ\u00e9tica, siempre pendiente de los que le rodean, que comprende, ayuda, escucha y pone la guinda de una canci\u00f3n a todo lo que hace. Humano, conciliador, comprensivo, tendente al humor afable, ha aceptado su vocaci\u00f3n sin titubeos tras haber vivido, se insin\u00faa, una juventud laica. Como aproximaci\u00f3n a un \u201cestado ed\u00e9nico\u201d, previo a las crisis de identidad, a los atormentados debates de conciencia y al dolor que sus seguidores deber\u00e1n padecer con el avance del siglo XX, el padre O\u00b4Malley constituye un buen punto de partida para entender c\u00f3mo ha ido evolucionando este personaje a lo largo del tiempo.
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\nRoma, ciudad abierta (1945)<\/strong>
\nDe las placidez dom\u00e9stica de la anterior pel\u00edcula a las sobrecogedoras im\u00e1genes de una ciudad ocupada; del cristianismo tranquilo y cotidiano al ejercicio de esa misma religi\u00f3n en una situaci\u00f3n l\u00edmite, cuando la vida est\u00e1 en juego; de la pr\u00e1ctica de la vocaci\u00f3n sacerdotal en las calles de la gran ciudad a la misma apuesta cuando el invasor nazi y la resistencia oponen sus fuerzas desiguales. Entre la santidad silbante del padre O\u00b4Malley y la entrega sufriente a la tortura y la muerte del padre Pietro media un oc\u00e9ano y el desgarro de una Guerra Mundial. Debo advertir que la Segunda Guerra Mundial est\u00e1 presente en ambas cintas, pero mientras en la pel\u00edcula estadounidense es una tenue amenaza, un rumor con sordina que no logra enturbiar los buenos sentimientos y la sensaci\u00f3n de armon\u00eda que presiden el relato, en este soberbio y descarnado manifiesto del Neorrealismo es sangre palpitante y tragedia. Ambos sacerdotes, no obstante, desde sus diferentes posiciones, aciertan a entender que ser cura es, antes que nada, una misi\u00f3n, m\u00e1s que un privilegio, una distinci\u00f3n o un asunto que se dirima en exclusiva en los altares. Como recuerda Jos\u00e9 Mar\u00eda Castillo, parafraseando la Carta a los Hebreos, \u201ca partir de Cristo, el sacerdote no es el hombre que se separa de los dem\u00e1s, sino el que comparte, en solidaridad, la vida y el sufrimiento de aquellos con quienes convive\u201d. Y esto lo han entendido perfectamente tanto un religioso como el otro, lo cual los convierte en excepcionales ejemplos de integridad.
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\nDiario de un cura rural (1950)<\/strong>
\nTanto esta pel\u00edcula como otra que comentaremos (Bajo el sol de Sat\u00e1n<\/em><\/strong>) est\u00e1n inspiradas en sendas novelas de Bernanos. El conflicto exterior que llevaba a la muerte a don Pietro ahora se transforma en extremo combate interior. En medio del contexto filos\u00f3fico existencialista de mediados de siglo, asistimos al nacimiento de figuras sacerdotales apasionadas y febriles, que viven en continua agon\u00eda la tensi\u00f3n entre la necesidad de creer y los tormentosos claroscuros de un alma ultrasensible. El protagonista de esta pel\u00edcula impecable de Robert Bresson llega a la parroquia de Ambricourt. Pronto descubrir\u00e1 las dificultades para cumplir su misi\u00f3n: prejuicios, rechazos y desesperanza se suman a su propia enfermedad f\u00edsica, que lo ir\u00e1 corroyendo poco a poco. En medio de este tremendo y desolador yermo, nuestro protagonista padece atroces dolores de cuerpo y alma y comprende que toda\u00a0existencia es un G\u00f3lgota, que el silencio de Dios escuece, interpela y exige y, en definitiva, que, al final, todo es Gracia en este nuestro mundo para el hombre religioso.
\nDel optimismo (McCarey) al desgarro (Bresson); de la evidencia del enemigo (Rossellini) a su sutil presencia en el alma y en el mundo (Bresson); de la incuestionabilidad de una fe que impulsa y fortalece (McCarey y Rossellini) a la duda y la desaz\u00f3n, que a veces vuelve indistinguible la fe del acto de renegar en secreto de Dios (Bresson).
\nEstamos a mediados del siglo XX. La bomba at\u00f3mica, el Holocausto, la evoluci\u00f3n del pensamiento filos\u00f3fico y cient\u00edfico, la puesta en tela de juicio de los grandes sistemas de creencia no pueden dejar a nadie indiferente y el cine asume ese nuevo estado de las cosas. Ya no es posible el clasicismo como maquinaria homog\u00e9nea de creaci\u00f3n de sentido. Los nuevos cines se est\u00e1n fraguando y este cambio de est\u00e9tica conlleva tambi\u00e9n un cambio \u00e9tico y dram\u00e1tico: los personajes se complican, la transparencia de las representaciones se vuelve opacidad. Ser hombre religioso en esta \u00e9poca consiste en batallar, en estar abierto a los embates del misterio y la tentaci\u00f3n del nihilismo, en soportar la presi\u00f3n de los interrogantes. Ha pasado el tiempo de la fe incuestionable y limpia: ha llegado la hora del parto doloroso, del alma en erupci\u00f3n, del desgarro. La Edad Dorada cede el paso a la Modernidad. Cerca est\u00e1n el silencio de Dios de Bergman, la apoteosis cat\u00f3lica y anticlerical de las fantas\u00edas de Fellini, la revoluci\u00f3n transgresora de la Nouvelle Vague\u2026 En este contexto se sit\u00faan los curas en agon\u00eda que esta perturbadora y despojada pel\u00edcula anticipa.
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\nNazar\u00edn (1958)<\/strong>
\nAdvert\u00edamos en la anterior nota que la limpieza y claridad en el retrato de sus personajes religiosos que trasluc\u00edan obras como Siguiendo mi camino<\/em><\/strong> o Roma, ciudad abierta <\/em><\/strong>se difuminan hasta convertirse en esbozos de criaturas ambiguas, tensionadas y dolientes a medida que nos acercamos a los a\u00f1os 60. Pues bien: Luis Bu\u00f1uel, en esta misma l\u00ednea, se atreve a regalarnos, bajo la apariencia de un relato con visos evang\u00e9licos, una descorazonadora relectura de los principios cristianos. Nazar\u00edn, su protagonista sirve a Bu\u00f1uel, seg\u00fan Louis Seguin, para demostrar que \u201cun cura, porque cree en Dios y quiere actuar como dispensador de lo sagrado, como mediador entre los hombres y una supuesta divinidad, es tanto\u00a0 m\u00e1s perjudicial cuanto m\u00e1s desea ser honesto\u201d. As\u00ed, sobre la matriz de un personaje a medio camino entre don Quijote y Jes\u00fas, con un contrapunteado de episodios que remiten a la pasi\u00f3n de Cristo, Bu\u00f1uel, ateo confeso y anticlerical irredento, insin\u00faa paso a paso que el ejercicio de la caridad incondicional, las buenas intenciones, el amor universal o la fe est\u00e1n condenados en un mundo como el nuestro a la controversia, la frustraci\u00f3n y el sinsentido. El itinerario de Nazar\u00edn lo conduce a una crisis de conciencia absoluta al comprobar que sus buenas acciones no desembocan en nada, incluso a veces empeoran situaciones; que las gentes se mueven por deseos primarios y ancestrales; que su calvario ha carecido de sentido y que, en \u00faltima instancia, sin Dios el hombre puede apurar la aventura de ser \u00e9l y solo \u00e9l mismo. En la escena final, cuando acepta de una mujer el regalo de una pi\u00f1a, tras su empe\u00f1o constante en dar y darse incondicionalmente, las l\u00e1grimas de sus ojos certifican el paso de lo divino a lo profano, la renuncia a actuar en nombre de Dios para aceptar como \u00fanica energ\u00eda los impulsos, las pasiones y las zozobras de los hombres. Antes del Concilio y en manos de un Surrealista a ultranza a\u00fan el principio de Encarnaci\u00f3n y la necesidad de integrar lo divino y lo humano estaban todav\u00eda lejos de imponerse como perspectivas teol\u00f3gicas. Quiz\u00e1s por eso, hoy, Concilio mediante,\u00a0 Nazar\u00edn <\/em><\/strong>sea percibida como una obra mesi\u00e1nica y no como lo que una lectura atenta revela que fue y quiso ser: una de las m\u00e1s descarnadas y agresivas presuposiciones de la inutilidad de la religi\u00f3n que ha producido la Historia del Cine.
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\nEl cardenal (1963)<\/strong>
\nEn los m\u00e1rgenes de Hollywood tambi\u00e9n se detecta en esta \u00e9poca la tendencia a presentar figuras en crisis continua. Sin la acritud y la intensidad que los nuevos cines promueven, se ilustran tambi\u00e9n en el cine americano las dolorosas contradicciones humanas que supuestamente acarrea la profesi\u00f3n religiosa. Esta monumental pel\u00edcula de Otto Preminger peca de pretenciosa al arriesgarse a vincular la trayectoria de un hombre desde el sacerdocio al cardenalato con los principales episodios de la historia del siglo XX. Guerra, nazismo, segregaci\u00f3n racial, aborto, moralidad, tensi\u00f3n entre jerarqu\u00eda y carisma son otros tantos jalones en el itinerario del protagonista. En este marco sus opciones, sus titubeos, la lucha que en \u00e9l se dirime entre la ambici\u00f3n \u00a0de hacer \u201ccarrera\u201d eclesi\u00e1stica y la fidelidad a la humildad evang\u00e9lica consiguen al menos una creaci\u00f3n de m\u00faltiples perspectivas, que todav\u00eda se resuelve sin rupturas ni heterodoxias, pero que anticipa las ca\u00eddas en la tentaci\u00f3n, los renuncios y las iniquidades que, en unos a\u00f1os, el cine desplegar\u00e1 como patrimonio de algunos hombres de Iglesia.
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\nLa misi\u00f3n (1986)<\/strong>
\nMe interesa esta pel\u00edcula (la primera posterior al Concilio Vaticano II que comento) porque ilustra la preferencia de los a\u00f1os 80 por las historias que presentan en clave positiva al sacerdote, subrayando, en todos lo casos, la apuesta de este por los oprimidos, aqu\u00ed el pueblo guaran\u00ed. Escarlata y negro, Romero, Adi\u00f3s, muchachos <\/em><\/strong>y La misi\u00f3n <\/em><\/strong>coinciden en inspirarse en hechos reales para difundir esa imagen del cura militante, comprometido y fiel hasta la muerte, enfrentado incluso con la jerarqu\u00eda por el bien de sus inocentes feligreses. Hay mucho, pues, de efecto postconciliar<\/em> en estas formulaciones. En La misi\u00f3n, <\/em><\/strong>adem\u00e1s, se contraponen dos modelos de sacerdote, uno partidario del amor y la no violencia, el otro, apasionado y decidido a combatir incluso con las armas por los derechos de los ind\u00edgenas: estos dos jesuitas remiten de forma nada sutil a la Teolog\u00eda de la Liberaci\u00f3n, en pleno apogeo en aquellos a\u00f1os. La pel\u00edcula, finalmente, habla del surgimiento de la vocaci\u00f3n, del choque entre autoridad y conciencia, del poder eclesial que se al\u00eda al poder pol\u00edtico y pierde su norte, de los l\u00edmites entre misi\u00f3n, evangelizaci\u00f3n y colonialismo, de eucarist\u00eda vital\u2026 Con esta pel\u00edcula, que admite m\u00faltiples y apasionantes lecturas, se inicia una reinterpretaci\u00f3n del personaje del sacerdote en diferentes direcciones que luego se explorar\u00e1n en a\u00f1os venideros.
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\nBajo el sol de Sat\u00e1n (1987)<\/strong>
\nDe nuevo Bernanos, ahora llevado al cine por Pialat. Las tortuosas vivencias del p\u00e1rroco de Ambricourt se agudizan en el padre Dossignan hasta el exceso y la confusi\u00f3n. Mortificado, con una espiritualidad esquizoide y una fe furiosa, sobre \u00e9l se asienta la duda permanente. Angustiado por dilucidar si sobre su alma habita Dios o el Diablo, se descubre preso de visiones, dotado para los milagros y las m\u00e1s atroces renunciaciones\u2026 El despojamiento y la sequedad de Bresson evolucionan hasta el paroxismo. Nos acercamos a la posmodernidad y locura e iluminaci\u00f3n, santidad y\u00a0 posesi\u00f3n diab\u00f3lica,\u00a0 bondad extrema y\u00a0 pecado atroz, el bien y el mal se mezclan, se confunden, se despliegan ante nosotros sin repelerse. Pel\u00edcula de di\u00e1logos densos y literarios, apasionante o aborrecible seg\u00fan sensibilidades, de preguntas sin respuesta, de austeridad cortante, rota por arrebatos de violencia sorprendentes\u2026: podemos considerarla tanto culminaci\u00f3n del desgarro que arranca en los a\u00f1os 50 como un callej\u00f3n sin salida de ensimismamiento e introspecci\u00f3n. A partir de esta obra fronteriza debe nacer una nueva concepci\u00f3n de la figura del cura en el cine, tal y como demuestra el enfoque del personaje religioso en el resto de la producci\u00f3n de los ochenta a la que alud\u00edamos en el anterior comentario.
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\nEl noveno d\u00eda (2004), Disparando a perros (2005), La duda (2008)<\/strong>
\nYa sin espacio, al menos quiero citar estas tres pel\u00edculas como magn\u00edficos ejemplos de tratamiento complejo y apasionante del personaje del sacerdote en el siglo XXI, superados los l\u00edmites de tremendismo y angustia en los que Pialat situ\u00f3 a su criatura en la pel\u00edcula sobre la novela de Bernanos. La primera y la segunda son magistrales variaciones sobre el tema del religioso que asume sus opciones, aceptando que su ministerio le lleva a identificarse con los que sufren hasta sus \u00faltimas consecuencias, bien en el contexto de los campos de concentraci\u00f3n nazi, bien en una situaci\u00f3n tan brutal como el genocidio de Ruanda (de nuevo la misi\u00f3n en el mundo como verdadera y \u00faltima celebraci\u00f3n del \u00fanico sacerdocio posible despu\u00e9s de Cristo). Esta asunci\u00f3n de responsabilidades se lleva ahora tras un proceso l\u00facido de autoan\u00e1lisis, no exento de indecisiones y sufrimiento, lo que supone la perfecta integraci\u00f3n entre la v\u00eda cl\u00e1sica (McCarey, Rossellini: camino de la acci\u00f3n y el compromiso) y la v\u00eda moderna (Bresson, Bu\u00f1uel, Preminger: camino de la reflexi\u00f3n y la interiorizaci\u00f3n) de aproximaci\u00f3n cinematogr\u00e1fica al sacerdocio. La \u00faltima pel\u00edcula, de candente actualidad, se desarrolla en torno a un caso de supuestos abusos, en el que las apariencias, los prejuicios y un estado de sospecha permanente sobre un sacerdote nos advierte sobre la complejidad de la verdad y logra algo admirable: que un tema tan delicado como este pueda ser abordado con finura, fuerza dram\u00e1tica y capacidad de interpelaci\u00f3n.
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\nFinal: dos p\u00e1ginas de inter\u00e9s<\/strong>
\nEn http\/\/blogs.periodistadigital.com\/cine-espiritual.php Peio Sanchez ha dedicado un monogr\u00e1fico al tema del sacerdocio en el cine. Se trata de 14 cap\u00edtulos que constituyen un completo recorrido por la presencia de este personaje en la historia del cine. Como complemento de este amplio estudio, recomiendo visitar tambi\u00e9n la p\u00e1ginawww.cineyvocacion.org<\/a>, que dedica una secci\u00f3n al tema del sacerdocio en el cine, con propuestas para trabajar una serie de pel\u00edculas.
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\n <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"