{"id":7545,"date":"2010-06-01T00:00:04","date_gmt":"2010-05-31T22:00:04","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7545"},"modified":"2010-06-01T00:00:04","modified_gmt":"2010-05-31T22:00:04","slug":"cristianos-en-una-sociedad-laica","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/cristianos-en-una-sociedad-laica\/","title":{"rendered":"Cristianos en una sociedad laica:"},"content":{"rendered":"

hacia un nuevo modo de presencia<\/h1>\n

Eugenio Alburquerque Frutos<\/strong>
\nDirector del Bolet\u00edn Salesiano<\/strong>
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEl autor afirma que desde el punto de vista cristiano la laicidad es un valor. \u201cDios se ha hecho hombre para buscar \u00e9l mismo al hombre en el mundo\u201d. Lo que en la doctrina queda claro, en ocasiones, en la pr\u00e1ctica, es problem\u00e1tico y ambiguo. El autor distingue entre laicidad y laicismo. Dos conceptos que no siempre se distinguen bien y, a veces, se superponen. El autor aboga por la construcci\u00f3n de un modelo de presencia cristiana capaz de ubicarse de una manera nueva en la laicidad, de aceptarla y reconocerla, de cooperar en su realizaci\u00f3n como laicidad positiva, abierta, unitiva y dialogante. Caminos en esta direcci\u00f3n son: superar actitudes beligerantes, asumir el dinamismo democr\u00e1tico, el reto de construir una \u00e9tica c\u00edvica, personalizaci\u00f3n de la fe.
\n 
\nRomano Guardini, en su ensayo sobre el fin de los tiempos modernos<\/em>, muestra la gran deslealtad de la modernidad. Seg\u00fan Guardini, la modernidad no se recata de hurtar sus principios de entre las nociones cristianas para volverlos luego impunemente contra el mismo cristianismo. As\u00ed, la consistencia del mundo creado, el sentido de la historia, la dignidad de la persona, de la libertad, del trabajo, de la sexualidad, la afirmaci\u00f3n misma de la laicidad\u2026, todo esto s\u00f3lo encuentra su verdadera consistencia a la luz del pensamiento cristiano<\/a>.
\nAl comenzar esta reflexi\u00f3n en torno a la laicidad, me parece importante destacar que desde la perspectiva cristiana constituye realmente un valor. A\u00fan cuando pueda parecer parad\u00f3jico, creo que se puede afirmar que la laicidad no ser\u00eda posible sin el evangelio. Con la encarnaci\u00f3n, vida, muerte y resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas quedan abolidas las diferencias entre lo sagrado y lo profano. Para quien se sit\u00faa en una actitud cristiana, todo es sagrado. En la misma experiencia religiosa alcanzan un significado nuevo tanto la reflexi\u00f3n racional como la consideraci\u00f3n de las situaciones concretas de la vida. En la Biblia, todo esto se expresa de manera admirable en el mismo desarrollo de la historia del pueblo escogido. Es el testimonio claro de una sana laicidad. Junto a la escucha fiel de la Palabra, la Biblia conoce tambi\u00e9n la escucha de las cosas, del hombre, de la historia, de la raz\u00f3n, de la experiencia
<\/a>.
\nPor ello, desde el comienzo, el cristianismo no se propuso nunca abandonar al hombre ni abandonar el mundo. El grito de Nietzsche: \u201c\u00a1Yo os conjuro, hermanos m\u00edos, permaneced fieles a la tierra y no cre\u00e1is a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales!\u201d
<\/a>, concierne, quiz\u00e1 mucho m\u00e1s de cuanto pensaba el fil\u00f3sofo alem\u00e1n, al esp\u00edritu de una visi\u00f3n evang\u00e9lica que no impulsa a los humanos a buscar a Dios fuera del mundo, porque Dios se ha hecho hombre precisamente para buscar \u00e9l mismo al hombre en el mundo. No s\u00f3lo no hay que alejarse del mundo; es en el mundo donde el Dios encarnado se hace presente, se acerca y ama a los hombres.
\nEs la direcci\u00f3n de una sana laicidad; en ella se situ\u00f3 el concilio Vaticano II. Frente a una indebida \u201csacralizaci\u00f3n\u201d, afirma la autonom\u00eda de las realidades temporales (GS 36), y frente a la \u201cconfesionalizaci\u00f3n\u201d de la vida pol\u00edtica propone la distinci\u00f3n de los dos \u00f3rdenes, el de la comunidad pol\u00edtica y el de la religi\u00f3n (GS 76).
\n <\/p>\n

    \n
  1. La irrupci\u00f3n de la sociedad laica<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

    Sin embargo, a pesar de las orientaciones conciliares, el profundo y acelerado cambio social ha generado m\u00faltiples problemas. Mientras que la Iglesia parece estancarse, la sociedad ha cambiado a un ritmo vertiginoso. Particularmente en Espa\u00f1a el cambio ha sido radical, al acabar un ciclo pol\u00edtico, econ\u00f3mico y cultural. Existe realmente un desfase muy grande entre la Iglesia cat\u00f3lica y el mundo actual, que cada vez m\u00e1s, crea fuertes dificultades en la acci\u00f3n pastoral. En medio de una sociedad secular y laica, no es infrecuente tambi\u00e9n entre los mismos agentes de pastoral, una desubicaci\u00f3n que acarrea malestar, perplejidad y desorientaci\u00f3n.
    \nLa percepci\u00f3n de la laicidad est\u00e1 marcada por la ambig\u00fcedad. Es necesario el an\u00e1lisis, la reflexi\u00f3n y el discernimiento. Esto constituye, sin duda, uno de los grandes desaf\u00edos pastorales abiertos en una sociedad pluralista, porque si hay muchos que ven en la religi\u00f3n una amenaza para la laicidad, hay tambi\u00e9n quienes contemplan la laicidad como amenaza para la religi\u00f3n.
    \n 
    \n1.1. <\/strong>La religi\u00f3n amenazada<\/strong>
    \nHasta el siglo XVI se puede hablar de cristiandad europea. Desde entonces un conjunto de diversos factores llevaron progresivamente a un nuevo tipo de sociedad. Influyen especialmente la secularizaci\u00f3n social, la racionalizaci\u00f3n de la cultura y la laicidad del Estado
    <\/a>.
    \nEn las sociedades tradicionales, la hegemon\u00eda corresponde a la religi\u00f3n. Tanto los acontecimientos personales de los ciudadanos como los sociales se relacionan directamente con Dios. No existen \u00e1mbitos de la vida que se sustraigan a la religi\u00f3n. La cultura est\u00e1 impregnada por lo religioso; y todo el contexto social apoya la fe y promueve los valores religiosos. Religi\u00f3n y cultura convergen en un proyecto social que ofrece sentido, identidad y normas de conducta.
    \nLas ventajas de este modelo son obvias: clara identidad cristiana, cohesi\u00f3n y homogeneidad, valores y normas compartidos, apoyo mutuo entre la Iglesia y el Estado. Se comprende, por ello, la nostalgia de muchos creyentes que maduraron su fe en el \u00e1mbito de este contexto. Porque en \u00e9l, la Iglesia era una instituci\u00f3n dominante y la religi\u00f3n ejerc\u00eda su influjo e inspiraci\u00f3n en la educaci\u00f3n, el derecho y las costumbres.
    \nTodo esto se quiebra y trunca en la modernidad. El progreso sustituye a la religi\u00f3n; se convierte incluso en la nueva religi\u00f3n. En Espa\u00f1a, especialmente la llegada de la democracia y la transformaci\u00f3n socio-pol\u00edtica de f\u00ednales de los a\u00f1os setenta ponen fin al nacional catolicismo. El espacio p\u00fablico se descristianiza y la religi\u00f3n se convierte en objeto de elecci\u00f3n; pierde apoyos sociales y exige mayor compromiso personal. Comienza a retroceder el cristianismo sociol\u00f3gico, a extenderse un cristianismo difuso y no practicante, a aumentar el n\u00famero de personas sin religi\u00f3n, el ate\u00edsmo y agnosticismo. Se impone una forma de vida secular y una convivencia laica, en la que los bienes y valores culturales compartidos ya no son religiosos. Las ciencias humanas favorecen una nueva concepci\u00f3n del hombre y de la sociedad e impulsan un nuevo modo de abordar la pol\u00edtica, la econom\u00eda, la familia, la educaci\u00f3n, la sexualidad. No hay ya referentes p\u00fablicos que aludan a Dios, y son cuestionados los mismos s\u00edmbolos religiosos tradicionales. La religi\u00f3n deja de configurar la vida social, los proyectos culturales y los ordenamientos legales. Pasa a ser una cosmovisi\u00f3n personal de un determinado grupo de la poblaci\u00f3n, perdiendo su puesto primordial y hegem\u00f3nico.
    \nEmerge la sociedad laica. Pierde peso la religi\u00f3n. Los antiguos medios de inculturaci\u00f3n y socializaci\u00f3n de la fe dejan de transmitirla. La nueva cultura secular es la ciencia y la t\u00e9cnica que marca cada vez m\u00e1s la distancia cr\u00edtica respecto a las instancias de car\u00e1cter sobrenatural y los elementos religiosos tradicionales.
    \nNo cabe duda que esta nueva situaci\u00f3n desestabiliza a muchos creyentes. La Iglesia espa\u00f1ola no estaba preparada para este cambio sociocultural, que genera una crisis profunda en cuantos pretenden seguir manteniendo los valores cristianos, los s\u00edmbolos religiosos, las formas de vida vigentes en la sociedad anterior. Hay muchos cristianos que viven la laicidad como amenaza, a\u00f1orando la dimensi\u00f3n p\u00fablica de la religi\u00f3n, nost\u00e1lgicos de un Estado colaborador leal de la Iglesia y protector de los valores religiosos.
    \nNo cabe duda de que la laicidad plantea nuevas exigencias y nuevos desaf\u00edos. Quiz\u00e1 el primero sea precisamente la aceptaci\u00f3n leal y respetuosa de la misma laicidad, que obliga al mismo tiempo a los creyentes a vivir de acuerdo con los valores cristianos y a intentar tambi\u00e9n configurar desde ellos las formas de vida y de convivencia, pero sin recurrir ya a Dios ni al poder pol\u00edtico para imponerlos. La aceptaci\u00f3n respetuosa de la laicidad nos conducir\u00e1 a un nuevo modo de presencia en la sociedad. Pero, ciertamente, la misma ambig\u00fcedad del t\u00e9rmino exige que antes de referirnos a este modelo de presencia, analicemos el verdadero significado de la laicidad.
    \n 
    \n1.2. <\/strong>Laicidad y laicismo<\/strong>
    \nAl intentar clarificar el concepto de laicidad, me parece oportuno tener en cuenta la advertencia que ha hecho Poulat: \u201cSi Kant volviera hoy, escribir\u00eda enseguida una Cr\u00edtica de la laicidad pura<\/em>, en oposici\u00f3n a una laicidad pr\u00e1ctica. La primera existe en el cielo de las ideas, la segunda tiene los pies en la tierra y camina a paso humano\u2026 Es un problema que arrastramos desde el nominalismo. Lo que se ha venido llamando globalmente la<\/em> laicidad, es una noci\u00f3n compleja que remite a una realidad proliferante. Decir la<\/em> laicidad, como se oye con frecuencia, es una abstracci\u00f3n y una simplificaci\u00f3n; es hablar entre iniciados que est\u00e1n de acuerdo en un cierto n\u00famero de opciones fundamentales o entre adversarios que se combaten a prop\u00f3sito de estas opciones\u201d
    <\/a>. Es decir, laicidad no es un concepto un\u00edvoco. Existen distintos rostros, modelos y paradigmas de laicidad. No es lo mismo una laicidad a la francesa, a la americana o a la espa\u00f1ola.
    \nEs necesario tener en cuenta la advertencia del soci\u00f3logo franc\u00e9s. Pero no nos es posible analizar en este art\u00edculo los rasgos caracter\u00edsticos de los diferentes tipos de laicidad. Por ello tenemos que contentarnos con indicar sus elementos esenciales.
    \nTambi\u00e9n es importante constatar que el pensamiento filos\u00f3fico y pol\u00edtico sobre la laicidad ha surgido antes incluso que su aparici\u00f3n en los diccionarios. Todav\u00eda, al d\u00eda de hoy, no figura en el Diccionario de la Real Academia Espa\u00f1ola, en que s\u00ed se encuentra, en cambio, el t\u00e9rmino laicismo. Ambas palabras tienen como ra\u00edz el t\u00e9rmino griego laos<\/em>, que significa pueblo<\/em>, y es casi sin\u00f3nimo de demos<\/em>, palabra de la que se deriva democracia<\/em>. Laos<\/em> y demos<\/em> son t\u00e9rminos casi equivalentes, aunque el primero tiene un matiz de reuni\u00f3n de individuos, mientras el segundo se refiere m\u00e1s bien a un lugar. Muy pronto laos<\/em> fue adquiriendo el sentido de profano, en contraposici\u00f3n a lo sagrado. Esta contraposici\u00f3n da lugar precisamente a la palabra castellana lego<\/em> en su doble significado: el que no pertenece al orden sagrado (sacerdote) y el que es profano o ajeno a un asunto (\u201cser lego en una materia\u201d).
    \nDecir de una persona o de un Estado que es laico significa, ante todo, afirmar que es ajeno a lo religioso. No significa, en modo alguno, que es ateo, agn\u00f3stico o indiferente, sino que no toma postura ante la religi\u00f3n, que es independiente, neutral. La laicidad evoca una realidad pol\u00edtica en la que el Estado no recibe ya su legitimidad de una Iglesia o de una confesi\u00f3n religiosa, sino de la soberan\u00eda del pueblo. Implica una manera de pensar y de vivir lo pol\u00edtico. Respecto a las religiones, respeta y trata a todas por igual, sin favorecer ni impedir ninguna religi\u00f3n ni ning\u00fan culto, respetando la separaci\u00f3n de poderes entre lo pol\u00edtico y lo religioso. Seg\u00fan C. Magris, no tiene un contenido ideol\u00f3gico; es m\u00e1s bien, una condici\u00f3n, una actitud capaz de distinguir lo que es racionalmente demostrable y lo que es objeto de fe, lo que es competencia del Estado y lo que es propio de las religiones, que, seg\u00fan el dicho evang\u00e9lico, lleva a dar a Dios lo que es de Dios y al C\u00e9sar lo que es del Cesar
    <\/a>. Es decir, la laicidad tiene que ver no s\u00f3lo con formas pol\u00edticas y jur\u00eddicas de organizar las relaciones entre religi\u00f3n y sociedad, sino, sobre todo, con formas de pensar y vivir la libertad y la fe.
    \nAnte posibles desviaciones, se insiste en distinguirla del laicismo<\/em>, que no s\u00f3lo defiende la independencia de todo influjo religioso, sino que con frecuencia manifiesta tambi\u00e9n una actitud beligerante de intransigencia y hostilidad contra la religi\u00f3n. Implica, pues, un cierto sentido militante, desplegado por el Estado o por grupos sociales, que tiende a hacer de la laicidad un combate contra las pretensiones de la Iglesias o religiones para regir la vida p\u00fablica.
    \n 
    \n1.3. <\/strong>Los pilares de la laicidad<\/strong>
    \nEsta breve descripci\u00f3n del sentido de la laicidad propone ya sus aspectos esenciales, los principios que fundamentan su realidad pol\u00edtica sea cual sea el contexto nacional en el que se proyecta y encarna. Se pueden resumir en la formulaci\u00f3n que, de manera expl\u00edcita, precisa la Relaci\u00f3n sobre la laicidad<\/em> que ha inspirado en Francia algunas leyes pertinentes, como la conocida \u201cley del velo\u201d: \u201cLa laicidad, piedra angular del pacto republicano, se fundamenta en tres valores indisociables: libertad de conciencia, igualdad ante la ley de las opciones espirituales y religiosas, neutralidad del poder pol\u00edtico\u201d
    <\/a>. Se trata, en realidad, de los tres grandes valores de la revoluci\u00f3n francesa: libertad, igualdad, fraternidad; simplemente, en vez de fraternidad, se propone la neutralidad del Estado.
    \nEstos tres grandes pilares se alzan sobre el pedestal de la separaci\u00f3n<\/em> y la hacen posible. En el fondo se trata de la independencia del Estado respecto a las Iglesias y, al mismo tiempo, de la autonom\u00eda de las organizaciones religiosas respecto al poder pol\u00edtico. El Estado no recibe su legitimidad de una Iglesia ni de una determinada religi\u00f3n. El orden pol\u00edtico es libre de elaborar normas colectivas, orientadas al bien com\u00fan, sin el control de ninguna instituci\u00f3n o confesi\u00f3n religiosa. La autonom\u00eda del Estado implica la disociaci\u00f3n entre la ley civil y las normas religiosas.
    \nSe llega as\u00ed a la verdadera comprensi\u00f3n de la neutralidad. El Estado no es el representante de una de las partes de la sociedad civil ni de las mayor\u00edas pol\u00edticas, sino del conjunto de la sociedad. Reconoce su incompetencia para imponer valores a la poblaci\u00f3n, pero no es un Estado sin valores, pues la gobernabilidad reposa sobre valores fundamentales, como la democracia, la tolerancia, el respeto a la diversidad, los derechos humanos. Desde la afirmada neutralidad, el Estado impulsa un proyecto de sociedad civil que connota la voluntad de promover la diversidad mediante el respeto y la tolerancia entre las diferentes culturas, lo cual implica necesariamente la oposici\u00f3n a cualquier tipo de exclusi\u00f3n por motivos \u00e9tnicos, raciales, sexuales o religiosos. Se trata, pues, de la aceptaci\u00f3n del verdadero pluralismo que, lejos de exigir la renuncia a la propia identidad hist\u00f3rica, cultural, religiosa por parte de los sujetos, la supone, la avala y la reconoce.
    \nEn definitiva, la separaci\u00f3n y la neutralidad han de garantizar a todos los ciudadanos el derecho al respeto de su libertad de conciencia y de religi\u00f3n, comprendida su pr\u00e1ctica privada y p\u00fablica, as\u00ed como la igualdad ante la ley de las diferentes opciones espirituales y religiosas. Igualdad y libertad pretenden asegurar que no exista discriminaci\u00f3n alguna entre ciudadanos de diferentes creencias y pertenencias religiosas. Muestran una dimensi\u00f3n antropol\u00f3gica, que la sana laicidad no debe olvidar nunca. Es decir, la laicidad tiene como referente al sujeto humano y alude al modo de garantizar la autonom\u00eda de la conciencia y la libertad de creer o no creer, de expresar y practicar la propia fe de forma libre y pac\u00edfica.
    \nEste derecho se encuentra en el coraz\u00f3n de la realidad social y jur\u00eddica de la laicidad que es, a la vez, un proceso cultural, pol\u00edtico y social. Nace culturalmente como reconocimiento de la autonom\u00eda de la persona; pol\u00edticamente, como reacci\u00f3n al monopolio del poder; y socialmente como un proceso de pluralizaci\u00f3n. Consecuentemente, la laicidad caracteriza una forma de ser humano, cualifica un modo concreto de ejercer el poder y proyecta una forma de sociedad que promueve un modo plural de vivir juntos
    <\/a>.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. Hacia un nuevo modo de presencia cristiana<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

      Esta comprensi\u00f3n de la laicidad puede ayudarnos a entender las palabras de Benedicto XVI, pronunciadas en una entrevista que se le hac\u00eda en su viaje a Par\u00eds en septiembre del 2008: \u201cMe parece evidente hoy que la laicidad no est\u00e1 en contradicci\u00f3n con la fe. Dir\u00eda incluso que es fruto de la fe, pues la fe cristiana era, desde el inicio, una religi\u00f3n universal, por tanto, no se identificaba con ning\u00fan Estado y estaba presente en todos los Estados\u201d<\/a>.
      \nEstas palabras respond\u00edan a la reivindicaci\u00f3n hecha en su discurso por el Presidente de Francia, Nicol\u00e1s Sarkozy, de \u201cuna laicidad positiva, respetuosa, unitiva, dialogante, y no una laicidad excluyente o denunciante\u201d. Seg\u00fan el Presidente Sarkozy, una laicidad positiva es \u201cuna laicidad abierta, es invitaci\u00f3n al di\u00e1logo, a la tolerancia, al respeto\u201d
      <\/a>. Si tenemos en cuenta la peculiar historia espa\u00f1ola de las relaciones Iglesia-Estado, as\u00ed como la situaci\u00f3n actual, tanto las palabras del Papa como del Presidente franc\u00e9s se\u00f1alan una exigencia y un compromiso pastoral primordial: la construcci\u00f3n de un modelo de presencia cristiana capaz de ubicarse de una manera nueva en la laicidad, de aceptarla y reconocerla, de cooperar activamente en su realizaci\u00f3n como laicidad positiva, abierta, unitiva y dialogante.
      \n 
      \n2.1. <\/strong>Superar actitudes beligerantes<\/strong>
      \nEl nuevo modelo de presencia cristiana en la sociedad laica comienza superando la din\u00e1mica beligerante tanto del clericalismo como del laicismo antirreligioso. Persisten ciertamente manifestaciones laicistas, antirreligiosas y anticlericales. Algunos grupos se escudan en la laicidad, pero son, en realidad, m\u00e1s que laicos, laicistas, Mantienen un revanchismo que les lleva a mofarse de la religi\u00f3n, de la Iglesia cat\u00f3lica y a luchar contra ella. Cualquier intervenci\u00f3n de la jerarqu\u00eda cat\u00f3lica se tacha de politizaci\u00f3n, de injerencia indebida, olvidando el derecho a la cr\u00edtica de todos los ciudadanos. Se trata, sin duda, de grupos minoritarios, pero que inducen quiz\u00e1 a otros grupos religiosos a sentirse amenazados y perseguidos por el laicismo de la sociedad actual a trav\u00e9s de las instancias pol\u00edticas y culturales.
      \nPero no est\u00e1n ausentes tampoco estas actitudes combativas en el \u00e1mbito religioso, especialmente en las cuestiones que conciernen a las leyes, la moral, las costumbres. Es importante para la Iglesia, evitar polarizaciones innecesarias, la apuesta por el di\u00e1logo y la cooperaci\u00f3n, aprender a ponerse en el lugar de los otros. La Espa\u00f1a laica no se puede ni debe construir al margen de la Espa\u00f1a cat\u00f3lica, ni \u00e9sta imaginarse sin aqu\u00e9lla
      <\/a>. En lugar de luchar por mantener las funciones del pasado, puede ser m\u00e1s conveniente renunciar a privilegios y derechos (fiscales, sociales, culturales), que hoy resultan hipotecas para la misi\u00f3n.
      \nEs necesario hacerse cargo de la nueva situaci\u00f3n, aprender a leer los signos de los tiempos y reconocer en ellos, en vez de amenazas y peligros, esperanza y oportunidad. Como escribe Poulat: \u201cNuestra laicidad p\u00fablica aparece como el resultado de una sabidur\u00eda pol\u00edtica y de un sutil equilibrio que no obliga a nadie a sacrificar sus principios, pero que propone a todos un nuevo arte de vivir juntos\u201d
      <\/a>. Esta es, cabalmente, la tarea abierta: aprender el arte de la convivencia y de la comuni\u00f3n, del di\u00e1logo con la modernidad y del compromiso con la democracia. Para ello, nos es necesario a los creyentes, audacia y prudencia para alejarnos de actitudes integristas y abrirnos a lo positivo que se encuentra en la laicidad, viendo en ella una posibilidad para que el Evangelio despliegue su riqueza profunda.
      \n 
      \n2.2. <\/strong>Asumir el dinamismo democr\u00e1tico<\/strong>
      \nUna sociedad laica es una sociedad regida por el pueblo, es decir, es una sociedad democr\u00e1tica. M\u00e1s all\u00e1 de la relaci\u00f3n sem\u00e1ntica, existen afinidades fundamentales entre el Estado democr\u00e1tico y la laicidad. Tienen su ra\u00edz tanto en los principios que determinan la democracia como en los pilares que fundamentan la laicidad. La libertad de conciencia, de religi\u00f3n y de expresi\u00f3n constituye una premisa radical de la vida democr\u00e1tica. Expl\u00edcita o impl\u00edcitamente, el Estado ha de situarse y pronunciarse respecto a los grupos religiosos presentes en la vida social, moral y pol\u00edtica.
      \nPor ello, la aceptaci\u00f3n de la laicidad lleva tambi\u00e9n a asumir el dinamismo democr\u00e1tico, al reconocimiento leal de las estructuras democr\u00e1ticas, a la participaci\u00f3n social, a la cooperaci\u00f3n junto a los dem\u00e1s grupos sociales en el bien com\u00fan y en la convivencia pac\u00edfica. La participaci\u00f3n en la vida pol\u00edtica ofrece a todos los ciudadanos, tambi\u00e9n evidentemente a los cristianos, la posibilidad de una cr\u00edtica motivada al gobierno, a los partidos pol\u00edticos, a los distintos poderes del Estado, siempre que se respete la instancia legisladora de la sociedad, que es el Parlamento y no la Iglesia. No se puede pretender que las leyes del ordenamiento c\u00edvico sean aprobadas por la Iglesia. En una sociedad no confesional resulta inevitable la promulgaci\u00f3n de leyes que no respondan a una concepci\u00f3n cristiana. S\u00f3lo cuando se tratara de leyes contrarias a la dignidad de la persona y los derechos humanos ser\u00eda v\u00e1lida la denuncia del Estado. Si esto no se da, hay que asumir el juego democr\u00e1tico e intentar cambiar las leyes que resulten insatisfactorias, logrando convencer a la mayor\u00eda de los ciudadanos
      <\/a>.
      \nPero adem\u00e1s de esta actitud cr\u00edtica, se hace necesaria la participaci\u00f3n de los cristianos en la vida p\u00fablica. Sigue siendo realmente entre nosotros una asignatura pendiente. Se ha privatizado el compromiso pol\u00edtico de los cristianos; no ha sido, generalmente, apoyado ni acompa\u00f1ado eclesialmente. Existe, lamentablemente, la tendencia en muchos cat\u00f3licos a refugiarse en los foros eclesi\u00e1sticos y a desconfiar de los seculares, a orientar predominantemente el compromiso en tareas intraeclesiales, a autoexcluirse de la vida p\u00fablica. Cobra, por ello, una significaci\u00f3n especial, un cristianismo capaz de presentarse como tal en la vida p\u00fablica. Es necesario, sin duda, el testimonio p\u00fablico de la compatibilidad entre la fe personal, el compromiso social y la aceptaci\u00f3n de las reglas del juego de la laicidad. Si el Dios de la Iglesia, dice Bruno Forte, \u201cse ha metido completamente dentro de la aventura humana, la Iglesia de Dios no podr\u00e1 quedar como espectadora de la historia\u201d
      <\/a>.
      \n 
      \n2.3. <\/strong>El reto de construir una \u00e9tica c\u00edvica<\/strong>
      \nEn un Estado confesionalmente cat\u00f3lico las leyes civiles se inspiraban en la moral de la Iglesia cat\u00f3lica. En una sociedad laica, creyentes y no creyentes hemos de reconocer que, no siendo ya el Estado confesional, la moral cristiana no puede seguir siendo la instancia \u00e9tica que inspire las decisiones de los legisladores civiles
      <\/a>. De hecho, a partir del establecimiento de la democracia en nuestro pa\u00eds, comenzaron a aprobarse leyes que contradicen la moral oficial de la Iglesia.
      \nEs necesario, por tanto, contar con referencias \u00e9ticas que orienten la legislaci\u00f3n positiva. Seg\u00fan Gonz\u00e1lez-Carvajal, existen tres posibles soluciones: el positivismo jur\u00eddico, el derecho natural y la \u00e9tica c\u00edvica. La primera afirma que las leyes civiles no precisan de ning\u00fan fundamento \u00e9tico, pues su validez deriva de su adecuada promulgaci\u00f3n de acuerdo con la legalidad vigente. Aparece a todas luces, una soluci\u00f3n falsa. La segunda propone como fundamento el derecho natural. Aunque se trata de una respuesta muy presente en la doctrina social de la Iglesia, no carece de dificultades e implica el riesgo de confundir las manifestaciones culturales con las exigencias de la naturaleza humana. Tales dificultades llevan a muchos a proponer como \u00fanica soluci\u00f3n viable al problema de la fundamentaci\u00f3n \u00e9tica de las leyes civiles en un Estado laico, la llamada \u00e9tica c\u00edvica, \u00e9tica civil<\/em> o \u00e9tica de m\u00ednimos<\/em>.
      \nLa \u00e9tica c\u00edvica parte de la actual realidad social, caracterizada por el pluralismo moral propio de un sistema democr\u00e1tico, por la no confesionalidad estatal y por el reconocimiento de la posibilidad de una \u00e9tica no religiosa. Desde este contexto se entiende como el m\u00ednimo moral com\u00fan de una sociedad pluralista. Implica la convergencia de las diversas opciones morales de la sociedad, es decir, la moral com\u00fan<\/em> dentro del leg\u00edtimo pluralismo de opciones. Abarca un conjunto de ideales, valores y normas que configuran la identidad hist\u00f3rica de un pueblo y son compartidos por sus miembros. Representa, pues, una instancia de identificaci\u00f3n, de cr\u00edtica y de exigencia individual y social de un pa\u00eds. Se funda en la racionalidad y en el consenso \u00e9tico del cuerpo social, y se formula en proposiciones racionales y en valores compartidos y aceptados por todos. En la sociedad democr\u00e1tica tiene la tarea precisa de orientar la moralidad p\u00fablica y servir de referencia para las leyes positivas
      <\/a>.
      \nTras algunos titubeos, la Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola ha expresado el acuerdo con este modelo \u00e9tico: \u201cNo pretendemos que los gobernantes se sometan a los criterios de la moral cat\u00f3lica, pero s\u00ed al conjunto de los valores morales vigentes en nuestra sociedad, vista con respeto y realismo, como resultado de la contribuci\u00f3n de los diversos agentes sociales. Cada sociedad y cada grupo que forma parte de ella tienen derecho a ser dirigidos en la vida p\u00fablica de acuerdo con un denominador com\u00fan de la moral socialmente vigente fundada en la recta raz\u00f3n y en la experiencia hist\u00f3rica de cada pueblo\u201d
      <\/a>.
      \nLa Iglesia y los cristianos pueden y deben colaborar en la construcci\u00f3n y robustecimiento de esta \u00e9tica c\u00edvica. Desde la fe no se pueden aportar razones para una oposici\u00f3n sistem\u00e1tica y acr\u00edtica. Si la fe no se hace cultura, no es fe activa; y si la moral cristiana no alienta y vigoriza la \u00e9tica civil, no es una realidad din\u00e1mica y solidaria.
      \nNo se trata de reducci\u00f3n o disoluci\u00f3n; la \u00e9tica civil es camino y mediaci\u00f3n entre las distintas morales. Si se abaten los puentes y se niegan las mediaciones, se corre el peligro de negar la encarnaci\u00f3n. La \u00e9tica c\u00edvica puede ser levadura y fermento, hendidura por la que llegar al coraz\u00f3n \u00e9tico del hombre. Ha pasado el tiempo de marcar las diferencias formales y emerge la necesidad de subrayar las convergencias pr\u00e1cticas. Una moral del seguimiento de Jes\u00fas nos estimula tambi\u00e9n a los cristianos a buscar y compartir el fundamento de las opciones y valores que sustentan el sentido de la vida y que impulsan un destino m\u00e1s humano y solidario para todos.
      \n 
      \n2.4. <\/strong>Personalizaci\u00f3n de la fe<\/strong>
      \nAlexis de Tocqueville escribi\u00f3 a prop\u00f3sito de cuanto apreciaba en la sociedad francesa despu\u00e9s del 1856: \u201clos que segu\u00edan creyendo en las doctrinas de la Iglesia ten\u00edan miedo de quedarse solos con su fidelidad y, temiendo m\u00e1s la soledad que el error, declaraban compartir las opiniones de la mayor\u00eda. De modo que lo que era s\u00f3lo la opini\u00f3n de una parte de la naci\u00f3n, lleg\u00f3 a ser considerado como la voluntad de todos y al parecer por ello irresistible\u201d
      <\/a>. \u00bfNo est\u00e1 sucediendo hoy esto mismo? Los cat\u00f3licos necesitamos recrear y reverdecer el cristianismo, cultural y significativamente, en la sociedad actual. Es necesario, para ello, actuar no s\u00f3lo como cristianos, sino en cuanto cristianos.
      \nSe trata de robustecer la fe cristiana personal, de pasar de un cristianismo sociol\u00f3gico a un cristianismo de opci\u00f3n coherente y responsable, de vivir la libertad del evangelio con audacia, sin privilegios del Estado o de los poderes pol\u00edticos, de ejercer una funci\u00f3n cr\u00edtica y prof\u00e9tica en la sociedad actual. Es el verdadero reto de la laicidad; y a tomar esta postura clara de fe vivida e integrada social, cultural y pol\u00edticamente ha de tender la acci\u00f3n pastoral. Precisamente porque se ha liberado de ataduras sociol\u00f3gicas, de los poderes pol\u00edticos, de los intereses institucionales, es posible concientizar a los cristianos laicos, especialmente a los j\u00f3venes, de los compromisos de la fe, de las responsabilidades personales, pastorales, financieras para el sostenimiento de la Iglesia y la difusi\u00f3n de los valores cristianos en la cultura.
      \nCuando el espacio p\u00fablico se descristianiza, cuando la sociedad se vuelve laica, es sin duda el momento de que la fe y la religi\u00f3n se conviertan realmente en objeto de elecci\u00f3n. M\u00e1s que el resultado o consecuencia accidental de haber nacido y crecido en una sociedad cristiana, religi\u00f3n y fe han de expresar la autenticidad de la propia opci\u00f3n personal, libre, convencida y robusta. Los apoyos sociales y culturales han de dejar paso al compromiso personal. El retroceso del cristianismo sociol\u00f3gico deber\u00eda marcar el comienzo de un cristianismo de opci\u00f3n.
      \nEl evangelio se difunde \u201cpor contagio\u201d, no por conquista
      <\/a>. El cristianismo, m\u00e1s que el apoyo de los poderes pol\u00edticos, necesita, para su supervivencia en una sociedad laica, el testimonio de fe de los creyentes y la pasi\u00f3n por el evangelio. Hoy, m\u00e1s que nunca, se necesitan testigos, es decir, \u201ccreyentes en cuya vida se pueda intuir y captar la fuerza salvadora y humanizadora que se encierra en Jesucristo cuando es acogido con fe viva y con amor\u201d<\/a>. Cuando aparece el Evangelio en toda su verdad y pureza, las resistencias humanas amainan. Mostrar, pues, el evangelio de Jes\u00fas de Nazaret, en sus fibras m\u00e1s hondas de humanidad, es la gran responsabilidad de los cristianos de la hora actual.
      \nLas dificultades para estar presentes, con una presencia verdaderamente cristiana, en la sociedad \u201cpostcristiana\u201d no provienen del Evangelio. El descr\u00e9dito de la palabra, tambi\u00e9n de la palabra religiosa, no se debe a la Palabra, sino a que quiz\u00e1 no siempre est\u00e1 habitada por el sentido, por la convicci\u00f3n, por la pasi\u00f3n de la fe y la humildad de la verdad. No se es testigo por ser catequista, evangelizador o predicador. La fuerza del testimonio no est\u00e1 en la doctrina ni en el adoctrinamiento, sino en la vida. Hoy, como ayer, se designa a Dios no simplemente con las palabras, sino sobre todo con nuestra actitud para con \u00c9l y para con la humanidad. La fuerza del testimonio est\u00e1 en la presencia personal del testigo que en su vida, humilde y sin arrogancia, pero con coraje y valent\u00eda, muestra en medio de una sociedad descre\u00edda, la verdad de la fe y del amor.
      \nSer capaces de revelar ante el mundo \u201cel paso de Dios\u201d es, en definitiva, la forma de presencia que hoy se nos pide a los cristianos. Es nuestra aportaci\u00f3n m\u00e1s valiosa a la construcci\u00f3n de una sociedad que busca caminos de justicia y de solidaridad.
      \n <\/p>\n

      Eugenio Alburquerque Frutos<\/p>\n

       
      \n
      <\/a> R. GUARDINI, El fin de los tiempos modernos<\/em>, Sur, Buenos Aires 1958.
      \n
      <\/a> Cf. B. MAGGIONI, \u201cLa fondazione della laicit\u00e0 nella Bibbia\u201d, en AA.VV., Laicit\u00e0. Problemi e prospettive<\/em>, Vita e pensiero, Mil\u00e1n 1977.
      \n
      <\/a> F. NIETZSCHE, As\u00ed habl\u00f3 Zaratustra<\/em>, Alianza Editorial, Madrid 19753<\/sup>, 34.
      \n
      <\/a> Cf. J. A. ESTRADA, El cristianismo en una sociedad laica<\/em>, Descl\u00e9e de Brower, Bilbao 2006, 103-137.
      \n
      <\/a> E. POULAT, Notre laicit\u00e9 publique<\/em>, Berg International, Paris 2003, 11.
      \n
      <\/a> Cf. C. MAGRIS, \u201cLaicit\u00e0 e religione\u201d, en G, PRETEROSSI, Le ragioni dei laici<\/em>, Laterza, Roma-Bari 2006, 109.
      \n
      <\/a> COMMISSION DE R\u00c9FLECTION SUR L\u2019APPLICATION DU PRINCIPE DE LA\u00cfCIT\u00c9 DANS LA R\u00c9PUBLIQUE, \u201cRapport au Pr\u00e9sident de la R\u00e9publique\u201d, La Documentation fran\u00e7aise<\/em>, Paris 2004, 9.
      \n
      <\/a> Cf. J. GARC\u00cdA ROCA, \u201cLa construcci\u00f3n de la laicidad en la sociedad espa\u00f1ola\u201d, en Iglesia viva<\/em> 221 (2005) 29-47.
      \n
      <\/a> \u201cLa laicidad no contradice la fe, es su fruto\u201d, Ecclesia<\/em> 3.433 (2008) 1406.
      \n
      <\/a> Cf. \u201cPor una laicidad positiva y dialogante\u201d, Ecclesia 3.434 (2008) 1469-1471.
      \n
      <\/a> Cf. J. L. MORAL, \u201d\u00bfQu\u00e9 laicidad necesita la sociedad espa\u00f1ola?\u201d, en L. MILOT, La laicidad<\/em>, CCS, Madrid 2009, 63-69.
      \n
      <\/a> E. POULAT, o. c., 13.
      \n
      <\/a> J. A. ESTRADA, o. c., 132-134.
      \n
      <\/a> B. FORTE, Laicado y laicidad<\/em>, S\u00edgueme, Salamanca 1987, 18.
      \n
      <\/a> Cf. L. GONZ\u00c1LEZ-CARVAJAL, Los cristianos en un Estado laico<\/em>, PPC, Madrid 2008, 35-60.
      \n
      <\/a> Cf. E. ALBURQUERQUE, Moral social cristiana. Camino de liberaci\u00f3n y de justicia<\/em>, San Pablo, Madrid 2006, 574-577.
      \n
      <\/a> CONFERENCIA EPISCOPAL ESPA\u00d1OLA, \u201cOrientaciones morales ante la situaci\u00f3n actual de Espa\u00f1a\u201d, en Ecclesia<\/em> 3338 (2006) 1.804.
      \n
      <\/a> A. TOCQUEVILLE, El Antiguo R\u00e9gimen y la revoluci\u00f3n<\/em>, Alianza Editorial, Madrid 1989.
      \n
      <\/a> Cf. F. MART\u00cdNEZ, Espiritualidad en la sociedad laica<\/em>, San Pablo, Madrid 2009, 291-342.
      \n
      <\/a> J. A. PAGOLA, \u201cTestigos del Dios vivo\u201d, Confer<\/em> 162 (2003) 216.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

      hacia un nuevo modo de presencia Eugenio Alburquerque Frutos Director del Bolet\u00edn Salesiano S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El autor afirma que desde el punto de vista cristiano la laicidad es un valor. \u201cDios se ha hecho hombre para buscar \u00e9l mismo al hombre en el mundo\u201d. Lo que en la doctrina queda claro, en ocasiones, en […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","inline_featured_image":false,"footnotes":""},"categories":[1397,465,94],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7545"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7545"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7545\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7545"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7545"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7545"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}