{"id":7546,"date":"2010-06-01T00:00:00","date_gmt":"2010-05-31T22:00:00","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7546"},"modified":"2010-06-01T00:00:00","modified_gmt":"2010-05-31T22:00:00","slug":"comentario-a-la-carta-a-diogneto-en-un-mundo-laico","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/comentario-a-la-carta-a-diogneto-en-un-mundo-laico\/","title":{"rendered":"Comentario a la Carta a Diogneto en un mundo laico"},"content":{"rendered":"
Pedro Jos\u00e9 G\u00f3mez Serrano<\/strong> La \u201cCarta a Diogneto\u201d constituye un documento \u00fanico en el panorama de los escritos cristianos de los primeros siglos por varios motivos. El primero radica en su misterioso origen. A pesar de la extraordinaria calidad del texto, que debiera haber extendido su fama en la antig\u00fcedad, lo cierto es que permaneci\u00f3 completamente ignorado hasta mediado el siglo XV. El segundo se refiere a la calidad literaria y teol\u00f3gica de su autor. Aunque se trata de una obra apolog\u00e9tica, esto es, que quiere defender el buen nombre y la bondad del cristianismo en un contexto de acoso y persecuci\u00f3n, su talante argumentativo se eleva muy por encima de la mayor\u00eda de los documentos an\u00e1logos de la \u00e9poca. Por \u00faltimo, es un texto que, pese a la distancia temporal y cultural que le separa de nosotros, conserva plena vigencia en muchos de sus planteamientos. La obra que estamos considerando constaba originalmente de diez cap\u00edtulos muy breves a los que se a\u00f1adieron otros dos finales. En ellos se abordan, de modo sistem\u00e1tico, las cuidadosas preguntas de un pagano que se muestra extra\u00f1ado por el comportamiento cultual, la doctrina religiosa y las costumbres morales de los cristianos. El autor va respondiendo a la curiosidad de su interlocutor abordando, sucesivamente, las siguientes cuestiones: Con frecuencia, se\u00f1alamos que nos encontramos en un mundo laico para subrayar que el contexto en el que hoy tenemos que vivir nuestra fe es profundamente diferente al que predominaba entre nosotros hace s\u00f3lo unas pocas d\u00e9cadas y que esta extraordinaria transformaci\u00f3n nos obliga, en palabras de Andr\u00e9s Torres Queiruga, a creer de otra manera[7]<\/a>.<\/em> El hecho de no haber sido capaces de afrontar este radical cambio sociocultural ha generado en los \u00faltimos tiempos una crisis de credibilidad del cristianismo sin precedentes[8]<\/a>. Y, ante la invitaci\u00f3n a comentar la carta a Diogneto desde un mundo laico, me veo obligado a aclarar muy brevemente, que entiendo por laicidad. Afirmar la laicidad de nuestro mundo significa, en mi opini\u00f3n, reconocer, valorar y aprender a situarse positivamente ante determinados aspectos de la realidad sociocultural contempor\u00e1nea que expongo resumidamente. Con gran acierto, y en plena sinton\u00eda con el esp\u00edritu que hemos descubierto en la Carta a Diogneto, el papa Pablo VI se\u00f1alaba poco despu\u00e9s del concilio Vaticano II que: Pedro Jos\u00e9 G\u00f3mez Serrano<\/p>\n Pedro Jos\u00e9 G\u00f3mez Serrano Profesor del Instituto Superior de Pastoral (Madrid) S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El autor quiere ilumina nuestra situaci\u00f3n actual (un mundo laico) con la Carta a Diogneto. Lo primero que hace es situar el texto en su tiempo. Un tiempo nada f\u00e1cil. Descubre, en este texto, un gran esfuerzo de inculturaci\u00f3n del evangelio. […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1397,94,540],"tags":[],"class_list":["post-7546","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-401","category-mision-joven-2","category-pedro-jose-gomez-serrano"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7546","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7546"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7546\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7546"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7546"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7546"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nProfesor del Instituto Superior de Pastoral (Madrid)<\/strong>
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEl autor quiere ilumina nuestra situaci\u00f3n actual (un mundo laico) con la Carta a Diogneto. Lo primero que hace es situar el texto en su tiempo. Un tiempo nada f\u00e1cil. Descubre, en este texto, un gran esfuerzo de inculturaci\u00f3n del evangelio. Le resulta atractiva, y actual, el estilo de una argumentaci\u00f3n positiva. Se le muestra un cristianismo vigoroso y atrayente. \u00bfQu\u00e9 respuestas creyentes al desaf\u00edo de la laicidad? Es la pregunta que se convierte en eje del art\u00edculo. El autor sugiere afrontar las dificultades con realismo y actuar desde la din\u00e1mica de la semilla.
\n
\n <\/p>\n\n
\n
\nAtenas, finales del siglo II<\/strong>
\nProfundicemos, brevemente, en estas tres cuestiones. Los especialistas, que no ponen en duda de la autenticidad del documento, sit\u00faan la redacci\u00f3n de A Diogneto en Atenas, a finales del siglo II, es decir, en los inicios del cristianismo, aunque no se ponen de acuerdo en varias cuestiones fundamentales[1]<\/a>. El autor es desconocido aunque alg\u00fan investigador ha propuesto la hip\u00f3tesis de que fuera un tal Cuadrato, obispo de Atenas y autor de una \u201cApolog\u00eda al emperador Adriano\u201d, escrita sobre el a\u00f1o 112 d. C. Esta obra, mencionada por Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesi\u00e1stica, se hab\u00eda dado hasta ahora por perdida. La hip\u00f3tesis es discutible ya que la \u00fanica referencia literal que cita Eusebio no coincide con ning\u00fan fragmento de \u201cA Diogneto\u201d tal y como ha llegado hasta nosotros y dado que esta obra suele datarse al final del siglo II y no al principio, como aquella. Por lo dem\u00e1s, llama much\u00edsimo la atenci\u00f3n que ning\u00fan Padre de la Iglesia, ni fuentes extracristianas, hagan referencia alguna a este peque\u00f1o pero elocuente tratado. En realidad, apareci\u00f3 en Constantinopla en 1436, por pura casualidad, entre los papeles usados en una pescader\u00eda para envolver el g\u00e9nero. Un joven cl\u00e9rigo, estudiante de griego, \u2013Tom\u00e1s de Arezzo- se hizo con el c\u00f3dice junto a otras 22 obras antiguas. Desgraciadamente, este original desapareci\u00f3 en el a\u00f1o 1870 al incendiarse la biblioteca de Estrasburgo en la que se encontraba, durante el conflicto franco-prusiano. Gracias a que se hab\u00edan hecho tres copias de la obra en el siglo XVI, el texto ha llegado a nuestros d\u00edas.
\n
\n\u00bfQui\u00e9n fue Diogneto?<\/strong>
\nTampoco se sabe qui\u00e9n es el Diogneto a qui\u00e9n se dirige la carta. Caben varias alternativas: que fuera el mismo emperador o una persona distinguida con suficiente influencia como para impedir el acoso a los cristianos; que fuera un particular pagano interesado en la nueva religi\u00f3n a quien se deseaba persuadir de la verdad del Evangelio (se especula con un maestro de Marco Aurelio del mismo nombre) o, incluso, que pudiera tratarse de una figura ret\u00f3rica o literaria \u2013como en los di\u00e1logos socr\u00e1ticos<\/em>– utilizada para desarrollar una defensa argumentada del mensaje cristiano. Con todo, el encabezamiento \u2013o exordio- del escrito parece apelar a alguien concreto e importante:
\nPues veo, Excelent\u00edsimo Diogneto, tu extraordinario inter\u00e9s por conocer la religi\u00f3n de los cristianos y que muy puntual y cuidadosamente has preguntado sobre ella: primero, qu\u00e9 Dios es \u00e9se en que conf\u00edan y qu\u00e9 g\u00e9nero de culto le tributan para que as\u00ed desde\u00f1en todos ellos el mundo y desprecien la muerte, sin que, por una parte, crean en los dioses que los griegos tienen por tales y, por otra, no observen tampoco la<\/em>superstici\u00f3n de los jud\u00edos; y luego qu\u00e9 amor es \u00e9se que se tienen unos a otros; y por qu\u00e9, finalmente, apareci\u00f3 justamente ahora y no antes en el mundo esta nueva raza, o nuevo g\u00e9nero de vida; no puedo menos de alabarte por este empe\u00f1o tuyo, a la par que suplico a Dios, que es quien nos concede lo mismo el hablar que el o\u00edr, que a m\u00ed me conceda hablar de manera que mi discurso redunde en provecho tuyo, y a ti el o\u00edr de modo que no tenga por qu\u00e9 entristecerse el que te dirigi\u00f3 su palabra[2]<\/a>.<\/em>
\nArgumentaci\u00f3n en positivo<\/strong>
\nEsta breve introducci\u00f3n ya muestra el tono general de la obra en la que predomina un talante basado en la persuasi\u00f3n, la argumentaci\u00f3n en positivo y la serena convicci\u00f3n del valor de la fe. Los argumentos de fondo no son originales, pero el modo de tratarlos posee una gran frescura. Se apela a la inteligencia y a la sensibilidad, a la vez que se alaba al destinatario buscando su benevolencia. Todo el escrito, aunque tenga innegables elementos cr\u00edticos o pol\u00e9micos, se caracteriza por la ausencia de acritud, tosquedad o la relativa demagogia que aparecen con frecuencia en los denominados escritores apologetas cristianos, lo que manifiesta, tanto la competencia intelectual del autor, como la finura de su espiritualidad. Lo que no quita, por otra parte, nada de fuerza a la convicci\u00f3n con la que confiesa y justifica la bondad de la fe en Jesucristo. Sin entrar todav\u00eda en el contenido del escrito, me parece que este estilo argumentativo nos es muy necesario hoy en d\u00eda. Por desgracia, solemos situarnos en la Iglesia en torno a dos polos casi opuestos: unos afirman dogm\u00e1tica e impositivamente la verdad del cristianismo, tendiendo a descalificar los planteamientos que proceden de otras tradiciones culturales o las posiciones morales distintas a las nuestras, condenando muchas veces, con demasiada ligereza, algunos pensamientos novedosos. Otros, en cambio, camuflan avergonzadamente su fe, incapaces de dar raz\u00f3n de su esperanza (1\u00aa Pe 3,15) en un contexto cultural poco favorable en el que la experiencia cristiana \u2013por muy diversos motivos- se encuentra desacreditada o fuertemente cuestionada.
\n
\nDesde la vivencia concreta de los cristianos<\/strong>
\nResulta llamativo y plenamente actual que el autor de A Diogneto<\/em> argumente sobre el valor del cristianismo no s\u00f3lo sobre la base de sublimes especulaciones teol\u00f3gicas o filos\u00f3ficas (aunque el texto tenga calidad y hondura en este terreno) sino, sobre todo, a partir de la vivencia real de los propios cristianos presentada \u2013algo idealizadamente, como era de prever en un escrito de esta naturaleza- como encarnaci\u00f3n de un estilo de vida diferente y apasionante. Nada nuevo bajo el sol por otra parte: cuando los disc\u00edpulos de Juan fueron a preguntar a Jes\u00fas: \u201c\u00bfEres t\u00fa el que hab\u00eda de venir, o tenemos que esperar a otro?\u201d<\/em>, \u00e9ste no les responde con una disquisici\u00f3n te\u00f3rica, sino con una referencia a la realidad transformada: \u201cId, y hacer saber a Juan las cosas que o\u00eds y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio\u201d<\/em> (Mt 11,2-6). Algo parecido se\u00f1alaba Tertuliano, otro famoso apologeta de la segunda mitad del siglo II, para defender al cristianismo: \u201cMirad como se aman\u201d<\/em>[3]<\/a>. Lo que nos lleva a una pregunta pastoral de primer orden: \u00bfd\u00f3nde puede verse hoy ese g\u00e9nero de vida inspirada en Jes\u00fas que sea, al mismo tiempo, actual y alternativa, servicial y feliz? Porque sin esas referencias reales \u2013aunque sean humildes y sencillas- el anuncio del Evangelio se convierte, para nuestros contempor\u00e1neos, en \u201cm\u00fasica celestial\u201d.
\n
\nUn cristianismo vigoroso y atractivo<\/strong>
\nPor \u00faltimo, deseo defender la vigencia del contenido de la carta en un doble sentido que se intentar\u00e1 mostrar en el resto del art\u00edculo: la necesidad de presentar con vigor el cristianismo en nuestra sociedad de forma atractiva, contrastante y testimonial, por una parte, y la opci\u00f3n por una forma de presencia p\u00fablica de lo cristiano que rompa radicalmente con el paradigma de la cristiandad. El creciente malestar que sentimos dentro del Pueblo de Dios -sufriendo su incapacidad para renovarse en di\u00e1logo con un mundo en permanente cambio-, as\u00ed como la indiferencia o el rechazo que percibimos entre quienes no son miembros de la Iglesia, nos obligan a adoptar una estrategia que puede encontrar en este documento una clara inspiraci\u00f3n[4]<\/a>. Y, como la obra se refiere a muchos asuntos, he optado por centrarme, precisamente, en lo que ata\u00f1e a la forma de concebir la relaci\u00f3n entre los cristianos y el resto de los miembros de la sociedad.
\n <\/p>\n\n
\n <\/p>\n\n
\nEn definitiva, pese a su escasa extensi\u00f3n, nos encontramos con una reflexi\u00f3n que aborda los aspectos nucleares de la fe cristiana, expuestos de un modo al mismo tiempo profundo y ameno, debido al uso de abundantes recursos literarios como el di\u00e1logo, las preguntas o las im\u00e1genes metaf\u00f3ricas. Ante la imposibilidad de tomar en consideraci\u00f3n toda la obra, reproduzco, a continuaci\u00f3n, uno de los fragmentos m\u00e1s conocidos y sugerentes en el que aparecen, con toda claridad, tanto las convicciones b\u00e1sicas de su autor, como ese estilo dial\u00e9ctico que, en mi modesta opini\u00f3n, tambi\u00e9n nosotros deber\u00edamos adoptar:
\n
\n\u201cLos cristianos no se distinguen de los dem\u00e1s hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres. En efecto, en lugar alguno establecen ciudades exclusivas suyas, ni usan lengua alguna extra\u00f1a, ni viven un g\u00e9nero de vida singular. La doctrina que les es propia no ha sido hallada gracias a la inteligencia y especulaci\u00f3n de hombres curiosos, ni hacen profesi\u00f3n, como algunos hacen, de seguir una determinada opini\u00f3n humana, sino que, habitando en las ciudades griegas o b\u00e1rbaras, seg\u00fan a cada uno le cupo en suerte, y siguiendo los usos de cada regi\u00f3n en lo que se refiere al vestido y a la comida y a las dem\u00e1s cosas de la vida, se muestran viviendo un tenor de vida admirable y, por confesi\u00f3n de todos, extraordinario. Habitan en sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como los ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extra\u00f1a les es patria, y toda patria les es extra\u00f1a.<\/em>
\n <\/em>
\nSe casan como todos y engendran hijos, pero no abandonan a los nacidos. Ponen mesa com\u00fan, pero no lecho. Viven en la carne, pero no viven seg\u00fan la carne. Est\u00e1n sobre la tierra, pero su ciudadan\u00eda es la del cielo. Se someten a las leyes establecidas, pero con su propia vida superan las leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los desconoce, y con todo se los condena. Son llevados a la muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos. Les falta todo, pero les sobra todo. Son deshonrados, pero se glor\u00edan en la misma deshonra. Son calumniados, y en ello son justificados. \u00abSe los insulta, y ellos bendicen\u00bb (1 Cor 4, 22). Se los injuria, y ellos dan honor. Hacen el bien, y son castigados como malvados. Ante la pena de muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los jud\u00edos les declaran guerra como a extranjeros y los griegos les persiguen, pero los mismos que les odian no pueden decir los motivos de su odio.<\/em>
\n <\/em>
\nPara decirlo con brevedad, lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo. El alma est\u00e1 esparcida por todos los miembros del cuerpo, y los cristianos lo est\u00e1n por todas las ciudades del mundo. El alma habita ciertamente en el cuerpo, pero no es del cuerpo, y los cristianos habitan tambi\u00e9n en el mundo, pero no son del mundo\u201d<\/em> [5]<\/a>.<\/em>
\n
\nInculturar el evangelio<\/strong>
\nResulta evidente que algunos aspectos de la argumentaci\u00f3n pueden parecernos algo ajenos, por estar empapados del clima cultural y filos\u00f3fico griego (particularmente neoplat\u00f3nico), pero la fuerza expresiva del texto y sus im\u00e1genes pueden ser captados y apreciados perfectamente por el lector contempor\u00e1neo. La problem\u00e1tica de fondo del escrito a\u00fan es la nuestra: la necesidad de inculturar el Evangelio en cada situaci\u00f3n hist\u00f3rica sin perder la sustancia de su mensaje. Al fin y al cabo, siguen estando plenamente vigentes las palabras de Pablo VI: \u201cla ruptura entre el Evangelio y la cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo\u201d<\/em>[6]<\/a>. Por desgracia, cabr\u00eda decir que esa ruptura se ha ampliado notablemente en los cuarenta y cinco a\u00f1os transcurridos desde el Concilio Vaticano II debido, tanto a los enormes cambios culturales que ha padecido el planeta, como al retroceso que se ha producido en el impulso eclesial de renovaci\u00f3n. Podemos encontrar similitudes y diferencias entre nuestra \u00e9poca y la postapost\u00f3lica. Hoy, como entonces, nos sentimos minor\u00eda incomprendida o cuestionada, pero nuestros mundos son muy diversos. En el siglo II, la naciente fe cristiana \u2013llena de vitalidad y autoconfianza- ten\u00eda que dialogar con una cultura para la que el Evangelio resultaba profundamente extra\u00f1o aunque, en un clima de gran inquietud religiosa. En nuestros d\u00edas, sin embargo, el cristianismo aparece como una vieja religi\u00f3n -m\u00e1s que conocida- que opera en un clima de indiferencia hacia las tradiciones espirituales cl\u00e1sicas y de predominio de la cultural del bienestar, para la que el Evangelio de Jes\u00fas no deja de resultar, eso s\u00ed, completamente exc\u00e9ntrico.
\n <\/p>\n\n
\n
\nEn el proceso de la secularizaci\u00f3n<\/strong>
\nA lo largo de los \u00faltimos siglos se ha ido produciendo \u2013especialmente en Europa- el proceso de lasecularizaci\u00f3n<\/em> que ha consistido, b\u00e1sicamente, en la confluencia de dos fen\u00f3menos. En primer lugar, se ha dado el paso de un mundo indiferenciado en el que lo sagrado proporcionaba un sentido y horizonte general a la vida social, a otro en el que se han ido delimitando espacios de realidad, relativamente aut\u00f3nomos, y que poseen una l\u00f3gica propia de funcionamiento (econom\u00eda, pol\u00edtica, ciencia, arte, religi\u00f3n, etc.). Por otra parte, esos \u00e1mbitos de la vida social se han ido emancipando de la tutela o el control eclesi\u00e1sticos, lo que se ha traducido en una perdida de relevancia de la religi\u00f3n. En el extremo, la religi\u00f3n ha sido cuestionada como ilusi\u00f3n ingenua, como factor de legitimaci\u00f3n de la injusticia o como veh\u00edculo de alienaci\u00f3n. La \u00faltima fase de este proceso \u2013que pasa del espacio de las instituciones sociales al de la interioridad- ha consistido en la p\u00e9rdida generalizada de referencias religiosas en la configuraci\u00f3n de la conciencia personal, sea en el nivel de la moral, sea en el de la b\u00fasqueda de sentido. En adelante, no cabe esperar que la fe personal se encuentre arropada por un clima religioso general.
\n
\nEl fen\u00f3meno del pluralismo<\/strong>
\n
\nUn segundo fen\u00f3meno que configura el mundo actual y nuestra forma de ser creyentes en \u00e9l, es el delpluralismo<\/em> de cosmovisiones, que rompe los contextos culturalmente homog\u00e9neos que hab\u00edan sido la t\u00f3nica dominante en la historia de la humanidad hasta los tiempos modernos. El hecho reciente de las globalizaci\u00f3n ha agudizado y agudizar\u00e1 a\u00fan m\u00e1s en el futuro pr\u00f3ximo la heterogeneidad de las ideas y concepciones de la vida que circulan en la sociedad en todas sus dimensiones (morales, est\u00e9ticas, ideol\u00f3gicas, religiosas, etc.). Habremos de acostumbrarnos a convivir con quienes piensan de otro modo y, lo que es m\u00e1s importante, a mantener o renovar nuestra identidad religiosa en di\u00e1logo permanente con quienes poseen otras convicciones. Nadie acceder\u00e1 a la fe por asimilaci\u00f3n pasiva de una herencia ambiental, ni podr\u00e1 mantenerse en ella sin hacer un ejercicio permanente de contraste cr\u00edtico con otras posiciones. S\u00f3lo permanecer\u00e1 con dinamismo la fe personal y personalizada, generalmente vivida de un modo comunitario. M\u00e1s a\u00fan, es f\u00e1cil suponer que este pluralismo de visiones del mundo y de la vida puede extender el tipo de relativismo o escepticismo generalizado que tanto preocupa a Benedicto XVI. De lo que cabe poca duda es que, por mil motivos, no volveremos a ver a corto y medio plazo una situaci\u00f3n religiosa homog\u00e9nea.
\n
\nLa indiferencia religiosa<\/strong>
\nPor ello no es de extra\u00f1ar que el tercer rasgo que parece caracterizar el clima espiritual de nuestra \u00e9poca sea el de la indiferencia<\/em> religiosa. Desde luego, las encuestas sociol\u00f3gicas de nuestro entorno europeo reflejan una permanente ca\u00edda en el n\u00famero de quienes se definen como creyentes o como ateos y un aumento continuo de los porcentajes de quienes se autodefinen como indiferentes o esc\u00e9pticos. Abundan tambi\u00e9n quienes defienden posturas ecl\u00e9cticas y mezclan convicciones y creencias contradictorias entre s\u00ed o procedentes de tradiciones diversas en una especie de collage<\/em> personal. M\u00e1s a\u00fan, entre quienes se definen creyentes, as\u00ed como entre los agn\u00f3sticos y ateos se multiplican aquellos que lo son de \u201cbaja intensidad\u201d, es decir, que \u201ccreen\u201d o \u201cdescreen\u201d d\u00e9bilmente, sin aspirar a extender sus creencias o convencer a otros. En el terreno pr\u00e1ctico, este fen\u00f3meno se traduce en que viven del mismo modo quienes manifiestan creer cosas distintas. La fe no parece conducir a un g\u00e9nero de existencia distinto en una sociedad configurada claramente por la cultura del consumo y en la que las referencias religiosas visibles se encuentran cada vez m\u00e1s difuminadas o aparecen, s\u00f3lo espor\u00e1dicamente, para dar un toque folcl\u00f3rico, est\u00e9tico o emocional a los acontecimientos m\u00e1s importantes de la biograf\u00eda personal (nacimientos, bodas y funerales).
\n
\nRevitalizaci\u00f3n religiosa<\/strong>
\nNo obstante, junto a los elementos estructurantes de la cultura actual anteriormente descritos, aparecen otros que parecen apuntar hacia una revitalizaci\u00f3n religiosa<\/em>, si bien tienen un peso mayor en otros continentes. Me refiero, claro est\u00e1, al fortalecimiento de los fundamentalismos, al crecimiento de ciertas sectas y grupos carism\u00e1ticos, al auge del movimiento new age<\/em>, a la creciente difusi\u00f3n de versiones edulcoradas de la espiritualidad oriental (meditaci\u00f3n, yoga, zen, etc.), al \u00e9xito de publicaciones exot\u00e9ricas y religiosas, al aumento de formas variadas de supersticiones, etc. El fen\u00f3meno es tan variopinto que admite muchas interpretaciones. Sin pretender agotarlas, ni mucho menos, podemos se\u00f1alar que hay quienes afirman un \u201cretorno de lo sagrado\u201d[9]<\/a> derivado de la decepci\u00f3n del fracaso de las promesas de la Modernidad y del vac\u00edo existencial generado por el progreso material, que abrir\u00eda nuevas posibilidades a una evangelizaci\u00f3n renovada. Otros sostienen, por el contrario, que estos hechos reflejan m\u00e1s bien que el consumismo tambi\u00e9n se ha apoderado del \u00e1mbito religioso que se encuentra ahora al servicio de la realizaci\u00f3n narcisista de los individuos que ahora, adem\u00e1s de acaparar bienes y servicios, reclaman \u201cequilibrio emocional y paz espiritual\u201d[10]<\/a>. Tambi\u00e9n hay quienes perciben que la experiencia religiosa no puede realizarse en las mediaciones tradicionales de las iglesias y que busca nuevos espacios y formas para su plasmaci\u00f3n. Asistir\u00edamos, pues, a una verdadera \u201cmetamorfosis de lo sagrado\u201d[11]<\/a>.
\n
\nSobre el concepto de laicidad<\/strong>
\nCon todo, cuando utilizamos el concepto de laicidad<\/em>, solemos referirnos, sobre todo, al modo en el que las convicciones religiosas de las personas se articulan en la esfera p\u00fablica[12]<\/a>. A este respecto la laicidad, un concepto y pr\u00e1ctica pol\u00edtica lentamente desarrollados en Europa a lo largo de los \u00faltimos siglos, representa un modo de facilitar la convivencia entre quienes profesan distintos credos que, por referirse a lo que los individuos tienen por m\u00e1s sagrado o absoluto, podr\u00eda conducir a la imposici\u00f3n, la persecuci\u00f3n del distinto y la violencia, como la historia, por desgracia, nos ha mostrado tantas veces. La laicidad supone, propiamente, la independencia del Estado respecto a cualquier tipo de confesi\u00f3n religiosa (o filos\u00f3fica) para garantizar la libertad de conciencia de todos los ciudadanos y la neutralidad del poder p\u00fablico en una materia que no puede imponerse en modo alguno. La laicidad puede entenderse de tres maneras: como rechazo del Estado a lo religioso (percibido como negativo o mal menor) y su reclusi\u00f3n a la esfera de la interioridad de las personas en el \u00e1mbito privado (o en los espacios particulares de las distintas confesiones: templos, locales, etc..); como neutralidad religiosa de los poderes p\u00fablicos (el Estado garantiza por igual la expresi\u00f3n y realizaci\u00f3n de la religi\u00f3n en espacios p\u00fablicos y privados siempre que se respete la ley y no se altere el orden p\u00fablico) y, por \u00faltimo, desde una perspectiva de aportaci\u00f3n positiva y colaboraci\u00f3n, el Estado reconoce la aportaci\u00f3n de las distintas tradiciones religiosas al bien com\u00fan y promueve espacios de colaboraci\u00f3n entre ambas instancias en ciertos \u00e1mbitos (por ejemplo, la educaci\u00f3n, la sanidad, la integraci\u00f3n social, la promoci\u00f3n art\u00edstica\u2026).
\nEn definitiva, aunque en numerosos ambientes eclesi\u00e1sticos se ha visto con enorme prevenci\u00f3n el ascenso de la laicidad que, de hecho, se pudo ir abriendo paso en conflicto con las posturas confesionales del cristianismo europeo, lo cierto es \u00e9sta es hoy una conquista adquirida en el \u00e1mbito sociopol\u00edtico que puede abrir un camino muy positivo para la presencia de los cristianos en el mundo actual. De hecho, esta realidad que el Concilio Vaticano II reconoce plenamente al hablar de la autonom\u00eda de las realidades terrenas[13]<\/a><\/em> puede distinguirse de sus formulaciones extremas que las autoridades eclesi\u00e1sticas tienden a denominar laicismo,<\/em> y que consistir\u00eda en una actitud de las autoridades orientada a desterrar o eliminar de la vida social cualquier manifestaci\u00f3n de la experiencia religiosa, reduci\u00e9ndola al \u00e1mbito de la privacidad.
\nSin embargo, la laicidad entendida de un modo positivo \u2013es decir, no como veto, persecuci\u00f3n o rechazo de lo religioso, sino como reconocimiento de la separaci\u00f3n entre la Iglesia y el Estado- ofrece grandes oportunidades a los cristianos para ejercer una forma de actuaci\u00f3n p\u00fablica m\u00e1s evang\u00e9lica. Se acaba para la Iglesia la posibilidad de mantener el monopolio religioso sobre la sociedad y de imponer a todos su visi\u00f3n de las cosas, as\u00ed como de disfrutar de privilegios econ\u00f3micos, legales o ideol\u00f3gicos, al tiempo que se priva a los poderes p\u00fablicos de cualquier legitimaci\u00f3n sagrada que, a veces, estos demandan y garantiza, por \u00faltimo, la igualdad de trato a los ciudadanos sea cual sea el credo que profesen. Con este proceso, la Iglesia gana en autonom\u00eda frente al Estado sin necesidad de renunciar a la proyecci\u00f3n p\u00fablica de la fe \u2013algo irrenunciable para la tradici\u00f3n judeocristiana-, los ciudadanos ven respetado su derecho a la libertad religiosa e ideol\u00f3gica y el Estado act\u00faa como \u00e1rbitro independiente y garante de la convivencia en igualdad de todas las corrientes de pensamiento, siempre que respeten el marco de actuaci\u00f3n establecido por la ley.
\n
\nTrabajar por el Reino en medio de la sociedad<\/strong>
\nVivir en un mundo laico en los t\u00e9rminos descritos en este aparatado no impide, en modo alguno, a los cristianos dar testimonio de su fe o trabajar por la extensi\u00f3n del los valores del Reino en el medio de la sociedad (y en alianza con cualquier persona de buena voluntad), pero s\u00ed que les obliga a hacerlo de otra manera: m\u00e1s libre, y sin contar con el apoyo de las instituciones p\u00fablicas, salvo cuando sea conveniente para ambas partes colaborar en la persecuci\u00f3n de alg\u00fan objetivo del bien com\u00fan. No olvidemos que la religi\u00f3n puede aportar grandes valores a la sociedad que podr\u00edan ser reconocidos incluso por quienes no comparten sus creencias: la motivaci\u00f3n para un compromiso solidario, la promoci\u00f3n y fundamentaci\u00f3n de valores morales, la acci\u00f3n caritativa y servicial hacia los m\u00e1s pobres, la creaci\u00f3n art\u00edstica, la denuncia de la injustita, etc. La acci\u00f3n de los cristianos en este nuevo contexto ganar\u00e1 entonces en transparencia, independencia y autenticidad, lo que resultar\u00e1 muy positivo para su misma misi\u00f3n evangelizadora.
\nNo obstante para que la laicidad pueda tener esta virtualidad positiva, los creyentes han de saber adaptarse a un entorno que muchos, acostumbrados a una situaci\u00f3n institucionalmente resguardada y socialmente reconocida, pueden percibir ahora como \u201cvida a la intemperie\u201d. No son pocos los cristianos que se encuentran con una mezcla de perplejidad y desaliento ante la situaci\u00f3n actual de la Iglesia y que no saben cual es la estrategia m\u00e1s adecuada para afrontar el desaf\u00edo del anuncio del Evangelio en nuestro mundo. Y es, precisamente, la nueva condici\u00f3n minoritaria del cristianismo y la p\u00e9rdida de su peso social la que convierte en sumamente sugerente el planteamiento de la carta a Diogneto.
\n <\/p>\n\n
\n4.1. La t\u00e1ctica del avestruz no es buena.<\/em>
\nPara empezar me parece oportuno se\u00f1alar que, como recomendaba el fil\u00f3sofo Spinoza, ante las situaciones que nos desconciertan: \u201cNi re\u00edr, ni llorar, ni detestar, sino comprender\u201d[14]<\/a>. Por lo tanto lo primero es analizar con realismo lo que est\u00e1 sucediendo, para buscar despu\u00e9s caminos de futuro. Y el desaf\u00edo del cambio nos sit\u00faa ante una disyuntiva que el te\u00f3logo evang\u00e9lico alem\u00e1n J\u00fcrgen Moltman formul\u00f3 hace a\u00f1os con toda claridad. El cristianismo se encuentra entre dos peligros: puede optar por mantener la identidad en unas formas culturalmente superadas y entonces dejar\u00e1 de ser relevante para nuestros contempor\u00e1neos o puede intentar renovarse para mantener la relevancia en el nuevo contexto cultural y entonces correr\u00e1 el riesgo de perder su identidad por su deseo de \u201cponerse a la moda\u201d[15]<\/a>. Si bien es cierto que la realidad ense\u00f1a la verdad del aforismo \u201crenovarse o morir\u201d, no es menos cierto que ciertas adaptaciones pueden traicionar la esencia del mensaje cristiano.
\nPor su parte el famoso soci\u00f3logo de la religi\u00f3n Peter Berger se\u00f1alaba en uno de sus trabajos que al cristianismo occidental, ante el avance de las transformaciones que hemos mencionado, se le presentaban cuatro alternativas que presento en una interpretaci\u00f3n libre[16]<\/a>:
\n <\/p>\n\n
\nResto o residuo<\/strong>
\nPorque de lo que se trata para la Iglesia europea hoy es saber si quiere optar por ser \u201cresto\u201d o si se resigna a ser \u201cresiduo\u201d[17]<\/a>. Dando por supuesto que se producir\u00e1 inevitablemente una notable reducci\u00f3n en el n\u00famero de sus miembros, en la primera alternativa (con fuerte sabor b\u00edblico) se mantendr\u00eda el Evangelio, experimentado apasionadamente a nivel personal y radicalmente modificado a nivel institucional, como una referencia alternativa para la comprensi\u00f3n de la vida humana frente a la hegemon\u00eda de la cultura de la satisfacci\u00f3n o el avance del escepticismo mientras que, en el segundo caso, asistir\u00edamos a la progresiva y l\u00e1nguida p\u00e9rdida de significaci\u00f3n de la fe cristiana, por incapacidad de la instituci\u00f3n eclesial para asumir con valent\u00eda el cambio de contexto. M\u00e1s all\u00e1 de los n\u00fameros, los cristianos tenemos que preguntarnos si tenemos algo positivo e insustituible que aportar al mundo en el que vivimos y si vamos a tener el coraje de realizarlo y ofrecerlo a todos nuestros contempor\u00e1neos, aunque sea acogido s\u00f3lo por una minor\u00eda.
\n\u201cA Diogneto\u201d plantea una toma de postura ante estas disyuntivas: articula un discurso adaptado al pensamiento helenista que mantiene clara la identidad cristiana; rechaza las estrategias confesional, sectaria y acomodaticia, subrayando, al mismo tiempo, el car\u00e1cter sorprendente y radical de la vida cristiana y la necesidad de respetar los usos y costumbres de la \u201cpolis\u201d; asume sin complejos la condici\u00f3n de minor\u00eda social de los cristianos sin renunciar a proclamar con alegr\u00eda el valor de la fe en Jesucristo y aspirando a que el g\u00e9nero de vida nacida del Evangelio genere interrogantes en los dem\u00e1s miembros de la sociedad e, incluso, el deseo de incorporarse al movimiento de Jes\u00fas.
\n
\n4.2. Un acercamiento evang\u00e9lico a esta problem\u00e1tica<\/em>
\nLas im\u00e1genes que utiliza Jes\u00fas de Nazaret para referirse tanto a la presencia del Reino de Dios como al significado de los cristianos en el mundo \u2013semilla, luz, sal y levadura<\/em>– aportan, desde mi punto de vista, numerosas pistas para aprender a ser cristianos en un mundo laico que sintonizan, al mismo tiempo, con las intuiciones del autor de la carta a Diogneto. Curiosamente, sin forzar la interpretaci\u00f3n, existen una serie de caracter\u00edsticas comunes a estas im\u00e1genes que pueden iluminar nuestra reflexi\u00f3n.
\n
\nPeque\u00f1ez<\/strong>
\nLa primera<\/em> caracter\u00edstica de todas estas im\u00e1genes es la de la peque\u00f1ez<\/em>, la humildad, la modestia, casi la insignificancia\u2026 Se trata justo de lo contrario a lo que imaginar\u00edamos respecto a la actuaci\u00f3n de Dios en el mundo o a la importancia que debe tener su Iglesia en la sociedad. Estas realidades nos recuerdan que la presencia de Dios se encuentra muchas veces en lo pobre, en lo desapercibido como nos recuerda la comunidad onubense de Pueblo de Dios. Y esa peque\u00f1ez, valorada muy positivamente por Jes\u00fas, puede abrirnos los ojos a los cristianos actuales mucho m\u00e1s preocupados normalmente por \u201ccuantos somos\u201d que por \u201ccu\u00e1nto somos\u201d (cristianos)[18]<\/a>.
\nNecesidad de mezclarse<\/strong>
\nLa segunda<\/em> caracter\u00edstica com\u00fan a la sal, la luz, la semilla y la levadura es que necesitan mezclarse<\/em> con otros elementos para poder cumplir con su finalidad. Si no se da esta mezcla, no hay fecundidad posible. La sal tiene sentido con el alimento, la luz sin objetos que iluminar permanece oscura como ocurre en el espacio, la semilla necesita introducirse en la tierra para generar una nueva planta y la levadura sin la masa de harina no puede producir el pan. La ense\u00f1anza es clara: los cristianos tienen que juntarse con todos \u2013superando toda tentaci\u00f3n elitista o sectaria- si quieren aportar sabor y color a la vida com\u00fan; si quieren ofrecer desarrollo y alimento para una sociedad mejor.
\n
\nNo implica p\u00e9rdida de su naturaleza<\/strong>
\nUna tercera<\/em> caracter\u00edstica de estas realidades es que su peque\u00f1ez no implica p\u00e9rdida su naturaleza<\/em>, energ\u00eda y fuerza expansiva. En este sentido, peque\u00f1o no quiere decir d\u00e9bil o mediocre. Al contrario, la fuerza difusora o dinamizadora de estos elementos es muy grande. Basta un poco de sal para ali\u00f1ar mucha comida y poca levadura para levantar una buena porci\u00f3n de masa. Son realmente duras las palabras de Jes\u00fas sobre la sal que se vuelve sosa o la luz que se esconde debajo del celem\u00edn (Mt 5, 13-16), por no hablar de la par\u00e1bola de los talentos (Mt 25, 14-30). Se nos anima, pues, a mantener toda la virulencia y energ\u00eda del Evangelio en activo para que produzca su fruto, sin excusas victimistas (\u201cno podemos\u201d, \u201csomos pocos\u201d, \u201cno nos entienden\u201d\u2026), sin ceder a la tentaci\u00f3n del acomodamiento o la cobard\u00eda, sin pesimismos y quejas est\u00e9riles.
\n
\nNo debe aspirar a acaparar<\/strong>
\nLa cuarta<\/em> caracter\u00edstica que me gustar\u00eda destacar inspir\u00e1ndome en estas im\u00e1genes es el hecho de que el \u201cfactor evang\u00e9lico\u201d no debe aspirar a acaparar<\/em>, dominar o monopolizar la realidad, sino a mejorarla discretamente, respetando y acogiendo la riqueza de todo lo creado. Si todo fuera sal en un guiso, ser\u00eda de todo punto indigesto; si todo fuera luz, no ver\u00edamos nada, porque se producir\u00eda nuestro total deslumbramiento; la acumulaci\u00f3n de levadura no da como resultado ning\u00fan producto comestible; las semillas, sin suelo, no pueden desarrollarse. Por eso, la \u00edntima convicci\u00f3n que tenemos los creyentes respecto a la capacidad humanizadora del Evangelio no nos obliga a despreciar o minusvalorar cualquier de realidad sobre la que \u00e9ste pueda actuar. \u00a1Cu\u00e1nto necesitamos aun superar la tentaci\u00f3n del exclusivismo!
\n
\nAbundancia, belleza y sabor de la vida transformada<\/strong>
\nUna quinta<\/em> caracter\u00edstica que se deduce de las din\u00e1micas naturales de la luz, la sal la levadura y la semilla es que, el resultado o la finalidad del proceso<\/em> de su intervenci\u00f3n en la realidad, consiste en la abundancia, belleza y sabor de la vida<\/em> transformada, no el fortalecimiento institucional. Tambi\u00e9n en este \u00e1mbito querer salvar la identidad puede significar perderla. Si la sal se reserva y no se mezcla para no desaparecer a nuestra vista, la comida no tendr\u00e1 el sabor adecuado. Una proporci\u00f3n adecuada de sal realza el sabor de los alimentos sin enmascararlos; su ausencia o su exceso no. Y lo mismo podemos decir de la luz, la levadura y la semilla. Su objeto es producir para otros, volcarse hacia fuera. En cierta manera, morir para renacer.
\n
\nLa pregunta por la experiencia de la fe<\/strong>
\nLa sexta<\/em> caracter\u00edstica com\u00fan a estas im\u00e1genes es que no remiten a voluntarismos<\/em> o a prop\u00f3sitos moralizantes sino a la pregunta por si la experiencia de fe es o no aut\u00e9ntica. Las narraciones evang\u00e9licas son concluyentes. No indican \u201cdeb\u00e9is ser\u201d la luz, la sal o la semilla sino \u201csois\u201d. La cosa est\u00e1 clara: si la sal no sala es que no es sal, si la luz no ilumina es que no es luz, si la semilla no germina es que no lo era O lo que es lo mismo, la acci\u00f3n evangelizador no es resultado de un esfuerzo o un deber sino manifestaci\u00f3n espont\u00e1nea y natural de una experiencia arrebatadora \u00a1Hay de mi si no evangelizara! Dec\u00eda San Pablo. Yo no me tengo que proponer abrazar a los que quiero o comunicar una alegr\u00eda si la experimento; brota, surge inevitablemente. Por lo que la vida cristiana remite m\u00e1s a la propia conversi\u00f3n a Jes\u00fas que a la obligaci\u00f3n \u00e9tica.
\n
\nIm\u00e1genes radicalmente teol\u00f3gicas<\/strong>
\nPor \u00faltimo y en s\u00e9ptimo<\/em> lugar habr\u00eda que destacar la caracter\u00edstica radicalmente teol\u00f3gica<\/em> de estos elementos. Es Dios mismo el que act\u00faa en el mundo, a veces contando con nuestra colaboraci\u00f3n y disponibilidad y, otras, a pesar nuestro o sin que nos demos cuenta. Por eso el agricultor puede descuidarse ya que Dios hace crecer la espiga por la noche cuando descansa (Mc 4, 26-34); por eso \u00c9l hace llover sobre justos e injusto esperando que todos se salven (Mt 5, 45); por eso siembra en todo tipo de tierras sin desconfiar por adelantado respecto al posible resultado de la actividad (Mt 13, 1-23); ilumina a los que estaban en tinieblas y sombras de muerte aunque algunos \u201cprefirieran las tinieblas a la luz\u201d (Jn 3, 16-21). Y nos recuerda que \u201cno estemos preocupados, cansado y agobiados\u201d porque \u201ccada d\u00eda tiene sus fatigas\u201d (Mt 11, 28-30).
\n
\n4.3. \u00bfC\u00f3mo asumir hoy las propuestas de la carta a Diogneto?<\/em>
\n <\/strong>
\n\u201cTenor de vida superior\u201d<\/strong>
\nMi profesor, maestro y amigo Juan Mart\u00edn Velasco se\u00f1alaba en una de sus clases que el problema actual del cristianismo no consist\u00eda en que escandaliz\u00e1ramos con nuestro comportamiento, sino en que \u201cescandaliz\u00e1bamos con lo que no tendr\u00edamos que escandalizar y con lo que tendr\u00edamos que escandalizar no escandaliz\u00e1bamos\u201d. Tiene toda la raz\u00f3n. Yo suelo formular la misma cuesti\u00f3n en otros t\u00e9rminos: el desaf\u00edo actual que tenemos planteado los cristianos consiste en no ser anacr\u00f3nicos<\/em> sino alternativos<\/em>. Porque, como aparece en la Carta a Diogneto, los seguidores de Jes\u00fas tendr\u00edamos que asumir con toda naturalidad todos los elementos de la cultura a la que pertenecemos excepto aquellos que entraran en contradicci\u00f3n con el Evangelio de una forma patente. Y, llegados a este punto, recordando a Pedro cuando en los Hechos de los Ap\u00f3stoles afirmaba que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (He 5, 29), practicar la correspondiente \u201cobjeci\u00f3n de conciencia\u201d, cargar con la cruz y afrontar las consecuencias. Al mismo tiempo, tendr\u00edamos que asumir como dice el texto un \u201ctenor de vida superior\u201d consistente no en adoptar alg\u00fan modo de elitismo espiritual, sino un profundo compromiso con la humanizaci\u00f3n del mundo alimentado en al amor de Dios. Porque con lo que realmente la Iglesia tendr\u00eda que escandalizar a la sociedad del bienestar es con su capacidad de perd\u00f3n y de acogida, con su trabajo por la justicia, con su austeridad y modo de compartir, con su confianza en Dios y su esp\u00edritu de fiesta. Y no son precisamente estas actitudes las que escandalizan de la Iglesia a nuestros conciudadanos.
\nLo que no puede aceptarse en modo alguno es que para ser cristiano haya que ser machista en materia de g\u00e9nero, medieval en la forma de organizar la comunidad, precient\u00edfico en el pensamiento, barroco en la est\u00e9tica y neoplat\u00f3nico o estoico en materia sexual. La absolutizaci\u00f3n o sacralizaci\u00f3n de las mediaciones cultuales, doctrinales, morales e institucionales que la Iglesia adopt\u00f3 en el pasado y la incapacidad de reformarlas para ponerlas en sinton\u00eda con los nuevos tiempos est\u00e1 alejando a la comunidad eclesial del com\u00fan de los mortales. Como indica el texto que estamos comentando, es la adopci\u00f3n de un estilo de vida marcado por el amor mutuo y la fe en Dios lo que \u201cdistingue\u201d a la existencia cristiana, no la adopci\u00f3n de otros \u201cusos y costumbres\u201d que alejan innecesariamente a los creyentes de la sociedad de la que forman parte.
\n
\nLa fe es un regalo<\/strong>
\nMe interesa subrayar a\u00fan otros aspectos de la carta. La fe cristiana nos viene de regalo y no como un invento humano \u2013por eso es espiritual- pero nos introduce en la vida ordinaria que se convierte, as\u00ed, en el lugar privilegiado del encuentro con Dios, que no acontece sobre todo en las practicas piadosas o alej\u00e1ndonos de lo profano, sino vivi\u00e9ndolo a fondo como lugar de presencia del Misterio que lo habita y donde se revela. La imagen del alma y el cuerpo sugiere tambi\u00e9n la misi\u00f3n fundamental de los cristianos: animar, impulsar, hacer presente el esp\u00edritu de Dios, dar vida y esperanza. Y, de paso, el ejemplo nos muestra como para formular la experiencia cristiana resulta necesario emplear el veh\u00edculo cultural propio del momento y el lugar donde se realiza el anuncio: en este caso el pensamiento griego. Una tarea que, pese a sus riesgos, tenemos que hacer nosotros en la actualidad inevitablemente y que se encuentra obstaculizada por el miedo al cambio en la Iglesia.
\nLlama la atenci\u00f3n, por otra parte, c\u00f3mo la existencia cristiana se concibe de un modo dial\u00e9ctico: \u201cSe casan como todos y engendran hijos, pero no abandonan a los nacidos. Ponen mesa com\u00fan, pero no lecho. Viven en la carne, pero no viven seg\u00fan la carne. Est\u00e1n sobre la tierra, pero su ciudadan\u00eda es la del cielo\u2026\u201d. <\/em>Esta dial\u00e9ctica, intr\u00ednseca a la existencia cristiana, recuerda al pensamiento de Pablo que lo mismo afirma \u201cno os amold\u00e9is al mundo este y mantened otra mentalidad\u201d (Rom 12, 1-2) -lo que parece subrayar la ruptura- que recomienda \u201cprobadlo todo y quedaos con lo bueno\u201d (1 Tes 5, 19-21) o \u201cyo me hago todo a todos para salvar a algunos\u201d (1 Cor 9, 22) -lo que subraya la solidaridad de los cristianos con toda la familia humana-. As\u00ed, junto al imprescindible elemento de solidaridad con el mundo, los cristianos tenemos tambi\u00e9n que afirmar que sus realizaciones siempre tendr\u00e1n que estar confrontadas con ese \u201cm\u00e1s y mejor\u201d al que estamos invitados y que s\u00f3lo Dios en \u00faltimo t\u00e9rmino puede se capaz de proporcionarnos. Es la dial\u00e9ctica del \u201cya, pero todav\u00eda no\u201d que atraviesa toda la predicaci\u00f3n de Jes\u00fas sobre el Reino de Dios.
\n
\nProfunda experiencia de fe personal y apoyo comunitario<\/strong>
\nPor otra parte, la obra que centra nuestra atenci\u00f3n no reclama para los cristianos ning\u00fan tipo de privilegio o ventaja social (por otra parte impensable en aquella coyuntura hist\u00f3rica) como las que luego las iglesias cristianas han defendido. Al contrario, muestra que, cuando la experiencia de fe es profunda y gozosa, lo seguidores de Jes\u00fas est\u00e1n dispuestos a dar la vida a favor de los dem\u00e1s y a afrontar las dificultades derivadas de anunciar la Buena Nueva (calumnias, desprecios, incomprensi\u00f3n o persecuciones) con una admirable entereza y un esp\u00edritu noviolento similar al de su Maestro. Lo que nos lleva a reconocer otra ense\u00f1anza obvia: la necesidad de tener una profunda experiencia de fe personal y el apoyo comunitario si queremos que la vida cristiana tenga el adecuado vigor en contextos minoritarios.
\n <\/strong><\/p>\n\n
\n
\n\u201cLa Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar, mediante el testimonio. Supongamos un cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comunidad humana donde viven, manifiesten su capacidad de comprensi\u00f3n y de aceptaci\u00f3n, su comunidad de vida y de destino con los dem\u00e1s, su solidaridad en los esfuerzos de todos en cuanto existe de noble y bueno. Supongamos adem\u00e1s que irradian de manera sencilla y espont\u00e1nea su fe en los valores que van m\u00e1s all\u00e1 de los valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve, ni osar\u00edan so\u00f1ar. A trav\u00e9s de este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse a quienes contemplan su vida interrogantes irresistibles. \u00bfPor qu\u00e9 son as\u00ed? \u00bfPor qu\u00e9 viven de esa manera? \u00bfQu\u00e9 es o qui\u00e9n es el que los inspira? \u00bfPor qu\u00e9 est\u00e1n con nosotros?\u201d[19]<\/a><\/em>
\n <\/strong>
\nUna conocida campa\u00f1a para la integraci\u00f3n social promovida por la administraci\u00f3n hace unos a\u00f1os se\u00f1alaba: \u201cSomos Iguales-Somos Diferentes\u201d Lo mismo cabe decir de los cristianos. La cuesti\u00f3n es: \u00bfen qu\u00e9? Y siguiendo las ense\u00f1anzas de \u201cA Diogneto\u201d podemos afirmar: somos y debemos ser iguales a todos en la condici\u00f3n humana, en las necesidades b\u00e1sicas, en dignidad personal, en la participaci\u00f3n en las costumbres y pr\u00e1cticas de nuestros pueblos que no atentan contra las personas, en el amor que Dios nos tiene. Pero, al mismo tiempo, habr\u00eda que afirmar con convicci\u00f3n que somos o deber\u00edamos ser diferentes en el hecho de asumir todos aquellos valores y actitudes que, presentes en el Evangelio de Jes\u00fas, se encuentran olvidados, cuestionados o perseguidos en cualquier sociedad y en oponernos a aquellos otros que contribuyen a perpetuar la injusticia y el sufrimiento que afecta a tantos miembros de la familia humana. A la postre, ello supone tomarnos en serio las palabras que el cuarto evangelista pone en boca de Jes\u00fas: \u201cNo te pido que los saques del mundo sino que los preserves del mal\u201d ( Jn 17, 15).
\n <\/p>\n
\n
\n
\n[1]<\/a> QUASTEN J., Patrolog\u00eda I: Hasta el concilio de Nicea, <\/em>BAC, Madrid 1968-1973; TREVIJANO
\nR., Patrolog\u00eda, <\/em>BAC, Madrid 1994; WIKIPEDIA: A Diogneto.<\/em>
\n[2]<\/a> BUENO, Daniel (ed), Padres Apost\u00f3licos <\/em>BAC, Madrid, 1950, Cap\u00edtulo 1, 1. Una versi\u00f3n completa del texto en Iglesia Viva <\/em>n\u00ba 237, enero-marzo, 2009., pp. 123-130.
\n[3]<\/a> TERTULIANO: Apolog\u00e9tico 39.<\/em>
\n[4]<\/a> MART\u00cdN VELASCO, Juan, El malestar religioso de nuestra cultura<\/em>, Paulinas, Madrid, 1993.
\n[5]<\/a> A Diogneto:<\/em> cap\u00edtulos 4 y 5.
\n[6]<\/a> PABLO VI, Evangelii Nuntiandi<\/em> n\u00ba 20.
\n[7]<\/a> TORRES QUEIRUGA, Andr\u00e9s, Creer de otra manera<\/em>, Sal Terrae, Santander, 1999.
\n[8]<\/a> GONZ\u00c1LEZ FAUS, Jos\u00e9 Ignacio, \u201cCrisis de credibilidad del cristianismo. Espa\u00f1a como s\u00edntoma\u201d. Concilium <\/em>n\u00ba 311, 2005.
\n[9]<\/a> MARDONES, Jos\u00e9 M\u00aa: S\u00edntomas de un retorno, <\/em>SalTerrae, Santander, 1999.
\n[10]<\/a> LIPOVETSKY, Gilles, La felicidad parad\u00f3jica, <\/em>Anagrama, Barcelona, 2007.
\n[11]<\/a> MART\u00cdN VELASCO, Juan, Metamorfosis de lo sagrado y futuro del cristianismo,<\/em> SalTerrea, Santander, 1998.
\n[12]<\/a> GONZ\u00c1LEZ-CARVAJAL, Luis, Los cristianos en un estado laico, <\/em>PPC, Madrid, 2008. GONZ\u00c1LEZ FAUS, Jos\u00e9 I. y VITORIA CORMENZANA Fco Javier, Presencia p\u00fablica de la Iglesia<\/em>, Cristianismo i Justicia, Barcelona 2009.
\n[13]<\/a> CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes <\/em>n\u00ba 36
\n[14]<\/a> Citado por A. TORRES QUEIRUGA en \u201cEl pluralismo como riesgo y oportunidad para la fe\u201d, Fe cristiana y opci\u00f3n personal<\/em>, PPC, Madrid, 2000, p.99.
\n[15]<\/a> MOLTMANN, J\u00fcrgen, El Dios crucificado, <\/em>S\u00edgueme, Salamanca, 1977.<\/em>
\n[16]<\/a> BERGER, Peter, Una gloria lejana, <\/em>Herder, Barcelona, 1994.
\n[17]<\/a> M. BELLET, La quatri\u00e8me hypot\u00e8se. S\u00fbr l\u2019avenir du christisme<\/em>, Descl\u00e9e de Brouwer, Paris 2001.
\n[18]<\/a> Escuch\u00e9 esta acertada observaci\u00f3n un vez a mi amigo Jos\u00e9 Ram\u00f3n Urbieta.
\n[19]<\/a> PABLO VI: Evangelii nuntiandi<\/em> n\u00ba 21. Exhortaci\u00f3n apost\u00f3lica, 1975.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"