{"id":7552,"date":"2010-05-01T00:00:35","date_gmt":"2010-04-30T22:00:35","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7552"},"modified":"2010-05-01T00:00:35","modified_gmt":"2010-04-30T22:00:35","slug":"reflexiones-eclesiologicas-iglesia-en-comunion","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/reflexiones-eclesiologicas-iglesia-en-comunion\/","title":{"rendered":"Reflexiones eclesiol\u00f3gicas: Iglesia en comuni\u00f3n"},"content":{"rendered":"
Antonio Botana, fsc<\/strong> En pocos a\u00f1os, y especialmente en el entorno de las congregaciones religiosas, hemos llegado a familiarizarnos con estas expresiones: primero fue \u00abmisi\u00f3n compartida<\/em>\u00ab. Pero no era suficiente. Hoy hablamos de \u00abcompartir carisma y misi\u00f3n<\/em>\u00ab, poniendo como sujeto de ese \u00abcompartir\u00bb a identidades que tradicionalmente se han considerado alejadas unas de otras en la Iglesia, como es el caso de religiosos\/as y seglares; o, si estaban en relaci\u00f3n es porque los segundos se consideraban \u00abobjeto\u00bb del apostolado de los primeros. Esa relaci\u00f3n desigual se ha transformado en una cooperaci\u00f3n mutua en la misi\u00f3n com\u00fan y desde la participaci\u00f3n en el mismo carisma. \u201cComuni\u00f3n para la misi\u00f3n<\/em>\u201d es la expresi\u00f3n, tal vez, m\u00e1s fundamental en toda la eclesiolog\u00eda postconciliar. Mejor a\u00fan: Misterio de comuni\u00f3n para la misi\u00f3n<\/em>, que define la identidad de la Iglesia y con la que se quiere expresar que en ella se revela el plan de Dios de alianza, de comuni\u00f3n con la humanidad y de la humanidad entre s\u00ed. Situ\u00e9monos ahora \u201cgeogr\u00e1ficamente\u201d en el ecosistema que nos acoge y aprendamos a movernos en \u00e9l. Necesitamos familiarizarnos con el paisaje y el terreno en el que transcurre nuestro viaje. El dise\u00f1o del nuevo mapa eclesial nos ha facilitado la recuperaci\u00f3n del \u201ctesoro com\u00fan\u201d. Las nuevas relaciones en la Iglesia-Comuni\u00f3n se establecen a partir de lo que une, no de lo que separa. No es casual que sea en este ecosistema \u00abIglesia en comuni\u00f3n\u00bb y con los puntos cardinales que lo orientan, donde se ha comenzado a desarrollar la reflexi\u00f3n eclesial en torno a los carismas fundacionales y toda la din\u00e1mica relacional que promueven en la Iglesia. Es consecuencia y aplicaci\u00f3n del protagonismo reconocido al Esp\u00edritu Santo sobre la misi\u00f3n eclesial, el Reino de Dios, y el car\u00e1cter absolutamente central del misterio de Cristo y del Bautismo como participaci\u00f3n en dicho misterio. Es una reflexi\u00f3n que est\u00e1 a\u00fan, posiblemente, en su fase inicial de desarrollo, pero nos aporta ya una base s\u00f3lida para comprender la evoluci\u00f3n que se est\u00e1 produciendo en la Iglesia en lo que se refiere a las instituciones de vida consagrada entre s\u00ed y de ellas con los dem\u00e1s cristianos. El nuevo tipo de relaciones entre seglares y religiosos est\u00e1 dando lugar a otro tipo de agrupaciones diferentes de las que se han producido en la \u00e9poca anterior. El nuevo ecosistema eclesial se caracteriza por la agrupaci\u00f3n de familias carism\u00e1ticas, es decir, los conjuntos formados por instituciones y grupos de creyentes unidos por un mismo carisma fundacional, o una misma \u201cra\u00edz carism\u00e1tica\u201d, pero con formas de vida diferentes y con diversas acentuaciones del mismo carisma. Antonio Botana<\/p>\n Antonio Botana, fsc \u00a0 S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Dentro del contexto vital (ecosistema) de la eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n hemos pasado de \u201cla misi\u00f3n compartida\u201d al \u201ccompartir carisma y misi\u00f3n\u201d. Este ecosistema se desarrolla en dos ejes: comuni\u00f3n y misi\u00f3n. \u201cLa comuni\u00f3n es misionera y la misi\u00f3n es para la comuni\u00f3n\u201d. 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\n\u00a0<\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nDentro del contexto vital (ecosistema) de la eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n hemos pasado de \u201cla misi\u00f3n compartida\u201d al \u201ccompartir carisma y misi\u00f3n\u201d. Este ecosistema se desarrolla en dos ejes: comuni\u00f3n y misi\u00f3n. \u201cLa comuni\u00f3n es misionera y la misi\u00f3n es para la comuni\u00f3n\u201d. El autor utiliza una imagen geogr\u00e1fica para desarrollar su argumento. El centro de gravedad es Cristo. Este centro se sit\u00faa en el interior de una relaci\u00f3n de amor que es el Misterio trinitario. Hay unos puntos cardinales: el Reino de Dios, El protagonismo de Esp\u00edritu Santo, la Iglesia como Pueblo de Dios, el Bautismo como la consagraci\u00f3n fundamental del cristiano. Todo esto nos invita a recuperar la dimensi\u00f3n laical, la secularidad, la misi\u00f3n \u00fanica y compartida, la comunidad construida desde los diversos ministerios y carismas A partir de este momento, el autor, presenta unas interesantes reflexiones sobre el carisma fundacional, el proyecto fundacional y las familias carism\u00e1ticas..
\n\u00a0<\/strong><\/p>\n\n
\n\u00bfA qu\u00e9 se ha debido este cambio? Para algunos, que no dudar\u00e9 en calificar de \u00abmiopes\u00bb, la explicaci\u00f3n es muy sencilla: las congregaciones religiosas han disminuido sus efectivos en personal y no tienen m\u00e1s remedio que \u00abechar mano\u00bb de los colaboradores seglares para llevar a cabo su misi\u00f3n. Miop\u00eda, digo, porque s\u00f3lo se ve lo que ciertamente ha sido un factor desencadenante y se pierde de vista el contexto vital que, no s\u00f3lo hace posible, sino que exige la nueva relaci\u00f3n. A ese \u00abcontexto vital\u00bb lo llamar\u00e9 aqu\u00ed \u00abecosistema\u00bb, por similitud con lo que este t\u00e9rmino significa en biolog\u00eda.
\nEl ecosistema \u00abIglesia-Comuni\u00f3n\u00bb es el conjunto de creyentes que componen hoy la Iglesia y desarrollan entre s\u00ed un tipo de relaciones que conocemos como \u00abcomuni\u00f3n para la misi\u00f3n\u00bb. Este ecosistema est\u00e1 representado geom\u00e9tricamente por un c\u00edrculo horizontal, y reemplaza aquel otro de la Iglesia \u00absociedad perfecta\u00bb y perfectamente jerarquizada, representada por una pir\u00e1mide. La Iglesia ha encontrado el suelo com\u00fan en el que todos los miembros de la Iglesia se re\u00fanen y sobre el que establecen sus relaciones y su estrategia para servir a la misi\u00f3n com\u00fan.
\nNo hace falta ser ingenuos: la tarea que el Concilio Vaticano II dej\u00f3 a toda la Iglesia, la de sustituir el sistema de la pir\u00e1mide por el del c\u00edrculo, est\u00e1 resultando m\u00e1s ardua de lo que en principio se pudo prever. Son muchas las resistencias; los intentos de restauraci\u00f3n del viejo modelo piramidal son evidentes incluso en no pocos miembros de la jerarqu\u00eda. Pero el cambio de \u00e9poca en que estamos inmersos es imparable. El fen\u00f3meno innegable y creciente de las \u00abfamilias carism\u00e1ticas\u00bb constituye, al mismo tiempo, un signo de la direcci\u00f3n en que el Esp\u00edritu est\u00e1 actuando en su Iglesia y un fermento prof\u00e9tico que transforma \u00e9sta internamente, haci\u00e9ndola \u00abcasa y escuela de comuni\u00f3n<\/em>\u00ab, seg\u00fan el desaf\u00edo que Juan Pablo II le planteaba al comienzo del tercer milenio (cf. Novo millennio ineunte<\/em>, 43).
\nEn este ecosistema \u201ccomuni\u00f3n\u201d se parte de las fuentes comunes, la misi\u00f3n com\u00fan, el esp\u00edritu com\u00fan, para se\u00f1alar luego la diversidad, las variadas formas de participar en lo com\u00fan; se parte de la unidad para diferenciar despu\u00e9s las formas complementarias de vivirla. Vamos a intentar comprenderlo, partiendo de los dos ejes sobre los que se desarrolla este ecosistema: comuni\u00f3n y misi\u00f3n<\/em>.
\n <\/p>\n\n
\nLa comuni\u00f3n para la misi\u00f3n<\/em> se manifiesta sociol\u00f3gicamente, entre otras formas, en el fen\u00f3meno asociativo que une a creyentes de diferentes identidades y estados de vida \u2013consagrados\/as, seglares, sacerdotes-\u00a0 en un mismo carisma y al servicio de la misma misi\u00f3n.
\nLa clave definitoria de un ecosistema no viene dada por el n\u00famero o tipo de seres vivos que lo componen, sino por las relaciones existentes entre ellos. Las nuevas relaciones en la Iglesia-Comuni\u00f3n se establecen sobre lo que une, no sobre lo que separa. La misi\u00f3n, que es com\u00fan a todos, llama a la comuni\u00f3n. El Due\u00f1o de la vi\u00f1a nos llama a todos a trabajar en ella. Desde esta perspectiva determinante marcada por la misi\u00f3n com\u00fan, ya no son motivos de separaci\u00f3n las diferencias que provienen de cada vocaci\u00f3n personal o de los dones que cada uno posee, o de los modos de servicio a la misi\u00f3n, o de la pertenencia a instituciones diversas, sino que se valoran como riqueza para el conjunto en la misi\u00f3n compartida<\/em>.
\nLa din\u00e1mica interna que mueve este ecosistema eclesial nace con la conciencia que la Iglesia ha adquirido de su propia identidad a partir del Concilio Vaticano II, revelada primeramente como \u201cPueblo de Dios<\/em>\u201d, y desarrollada a continuaci\u00f3n como \u201cmisterio de comuni\u00f3n<\/em>\u201d y \u201ccomuni\u00f3n de comunidades<\/em>\u201d.
\nEn el ecosistema<\/em> Iglesia-Comuni\u00f3n cada uno de sus miembros vive en relaci\u00f3n a los otros, sin perder su especificidad, la cual es riqueza para todo el conjunto. Podemos encontrar una estupenda \u201cinstant\u00e1nea\u201d de esa interacci\u00f3n en el siguiente texto de Christifideles laici<\/em>:
\n\u201cEn la Iglesia-Comuni\u00f3n los estados de vida est\u00e1n de tal modo relacionados entre s\u00ed que est\u00e1n ordenados el uno al otro. Ciertamente es com\u00fan \u2013mejor dicho, \u00fanico\u2013 su profundo significado: el de ser modalidad seg\u00fan la cual se vive la igual dignidad cristiana y la universal vocaci\u00f3n a la santidad en la perfecci\u00f3n del amor. Son modalidades a la vez diversas y complementarias, de modo que cada una de ellas tiene su original e inconfundible fisonom\u00eda, y al mismo tiempo cada una de ellas est\u00e1 en relaci\u00f3n con las otras y a su servicio.<\/em>\u201d (ChL 55.3).
\n
\nComuni\u00f3n y misi\u00f3n<\/em> forman conjuntamente el ambiente vital que re\u00fane a todos los fieles en la Iglesia \u201cPueblo de Dios<\/em>\u201d. Misi\u00f3n<\/em> y comuni\u00f3n<\/em> son los dos ejes de la fe cristiana; nos permiten entender, o m\u00e1s bien, introducirnos en la identidad o misterio de la Iglesia. La reflexi\u00f3n eclesial en los a\u00f1os que han seguido al Concilio Vaticano II ha sido una profundizaci\u00f3n en espiral a partir de estos dos ejes para poner de manifiesto la identidad de la Iglesia y de sus fieles: \u201cLa comuni\u00f3n y la misi\u00f3n est\u00e1n profundamente unidas entre s\u00ed, se compenetran y se implican mutuamente, hasta tal punto que<\/em> la comuni\u00f3n representa a la vez la fuente y el fruto de la misi\u00f3n: la comuni\u00f3n es misionera y la misi\u00f3n es para la comuni\u00f3n.<\/em>\u201d (ChL 32.4).
\nLa misi\u00f3n nos precede a todos, la misi\u00f3n es quien nos convoca, por ella nos reunimos en Iglesia, es ella la que ha motivado las diferentes congregaciones, y es ella la que hoy est\u00e1 motivando la formaci\u00f3n de las nuevas Familias carism\u00e1ticas o evang\u00e9licas. Si hoy hablamos de una nueva forma de comuni\u00f3n<\/em>, de nuevas relaciones entre los que formamos la Iglesia, es, en definitiva, porque se ha establecido una nueva referencia a la misi\u00f3n por parte de esos mismos componentes de la Iglesia (o, si se prefiere, porque la Iglesia ha adquirido un nuevo nivel de conciencia respecto de la misi\u00f3n).
\n <\/p>\n\n
\nNotemos, ante todo, el \u201csuelo\u201d com\u00fan<\/em>, que nos sostiene a todos los miembros de este ecosistema, y que est\u00e1 compuesto por los siguientes componentes b\u00e1sicos:
\n– una Iglesia toda ella ministe\u00adrial, donde la misi\u00f3n, la \u00fanica misi\u00f3n de la Iglesia, es compartida por todos;
\n– con la referencia a los Sacramentos de la Iniciaci\u00f3n como fuente y fundamento com\u00fan de toda vida cristiana;
\n– donde todos tienen una igual dignidad que s\u00f3lo la da el Bautismo;
\n– donde los laicos, al igual que todos los dem\u00e1s, son protagonistas, y no s\u00f3lo \u201cobjeto\u201d de la evangeli\u00adzaci\u00f3n, y ello no les viene por cesi\u00f3n de la jerarqu\u00eda sino por los Sacramentos de la Inicia\u00adci\u00f3n;
\n– donde el sacerdocio com\u00fan de los fieles y el ministerial de los presb\u00edteros se ordenan el uno al otro sin que ello suponga preeminencia de nadie;
\n– donde cada uno, desde su vocaci\u00f3n, desde su carisma, desde su ministerio, se convierte en signo para todos los dem\u00e1s;
\n– donde todos est\u00e1n llamados igualmente a la santidad, y donde la llamada a la radicalidad evang\u00e9lica se presenta como caracter\u00edstica bautismal que se puede vivir en una diversidad de vocaciones cristianas.
\n
\nEl sistema se asienta sobre un centro de gravedad<\/em>, que es Cristo. Toda la Iglesia est\u00e1 en torno a Cristo. Toda comunidad cristiana, toda instituci\u00f3n eclesial, tiene a Cristo por centro. A su vez este centro se sit\u00faa en el interior de una relaci\u00f3n de amor que es el Misterio trinitario: \u00abLa comuni\u00f3n de los cristianos con Jes\u00fas tiene como modelo, fuente y meta la misma comuni\u00f3n del Hijo con el Padre en el don del Esp\u00edritu Santo<\/em>\u00bb (ChL 18,3). Y es esta comuni\u00f3n de vida y de amor la que sirve de espejo a la Iglesia para reconocer su propia identidad: misterio de comuni\u00f3n para la misi\u00f3n<\/em>. A imagen de la Trinidad, la Iglesia est\u00e1 llamada a ser, ante todo, una comunidad de hermanos que comparten el plan de salvaci\u00f3n y alianza que Dios tiene para toda la humanidad.
\nPartiendo de este centro, cristol\u00f3gico y trinitario a la vez, se despliegan los dos ejes ya mencionados,comuni\u00f3n y <\/em>misi\u00f3n, sobre los cuales podemos identificar los cuatro puntos cardinales que nos orientan:
\n
\n1\u00ba – El norte hacia el que siempre se\u00f1ala la br\u00fajula, el que la Iglesia debe buscar por encima de todo (cf. Mt 6,33) es el Reino de Dios<\/em>. El Reino no es la Iglesia, con el que en otra \u00e9poca se identific\u00f3 abusivamente, sino que es el horizonte hacia el cual la Iglesia camina y el que orienta toda su actividad. La Iglesia est\u00e1 al servicio del Reino y tiene como misi\u00f3n anunciarlo y hacerlo presente entre todos los pueblos (Lumen gentiun<\/em> 5; Evangelii nuntiandi<\/em> 14). En su b\u00fasqueda coincide con tantos hombres y mujeres de buena voluntad, aunque sean de otras creencias.
\nEl Reino se hace presente en las realidades temporales y est\u00e1 tambi\u00e9n m\u00e1s all\u00e1 de ellas. Y sobre todo: el Reino est\u00e1 personificado en Jes\u00fas y presentado en el Evangelio como la tarea fundamental de todo seguidor de Jes\u00fas.
\n
\n2\u00ba – El Esp\u00edritu Santo<\/em> es reconocido como el gran protagonista de toda la misi\u00f3n eclesial (Redemptoris missio<\/em>21). \u00c9l es quien act\u00faa en nosotros y por medio de nosotros desarrollando la obra salvadora basada en el misterio pascual de Jes\u00fas. El Esp\u00edritu es el Don que ha sido dado a la Iglesia para su misi\u00f3n. Pero al mismo tiempo es el Ser libre por excelencia; su presencia y acci\u00f3n son universales, sin l\u00edmite alguno; no se detiene ante las fronteras de la Iglesia institucional, act\u00faa en el coraz\u00f3n del hombre mediante las \u201csemillas de la Palabra<\/em>\u201d (Ad gentes<\/em>, 3.11.15;Redemptoris missio<\/em> 28).
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\n3\u00ba – La realidad teol\u00f3gica del \u201cPueblo de Dios<\/em>\u201d define la identidad de la Iglesia y da a \u00e9sta una dimensi\u00f3n universal. Desde esta conciencia de \u201cpueblo\u201d valoramos el suelo com\u00fan de nuestras ra\u00edces: todos nacemos a la fe y entramos en la Iglesia como \u201claicos\u201d (miembros del pueblo cristiano); en ese marco com\u00fan somos llamados a ejercer determinadas funciones al servicio de la comunidad eclesial, a vivir de forma significativa o prof\u00e9tica determinadas caracter\u00edsticas que pertenecen al patrimonio com\u00fan, y a servir a la misi\u00f3n com\u00fan desde carismas y ministerios concretos.
\n
\n4\u00ba – El Bautismo<\/em>, revalorizado, deja de ser un simple rito sociol\u00f3gico de entrada en la Iglesia y condici\u00f3n de salvaci\u00f3n, para recuperar su sentido original de participaci\u00f3n en el Misterio pascual de Cristo y compromiso de participaci\u00f3n en la construcci\u00f3n del Reino de Dios en la historia; y con ello, la entrada en el nuevo Pueblo de Dios. Pero esta entrada no se parece tanto a una tarjeta que indica la pertenencia a un grupo, sino que se trata m\u00e1s bien de un dinamismo vital que introduce, cada vez m\u00e1s, en el Cuerpo de Cristo, en su Misterio.
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\nEl Bautismo es reconocido como la consagraci\u00f3n fundamental del cristiano, y toda otra consagraci\u00f3n debe referirse a ella como desarrollo de la misma.
\n <\/p>\n\n
\nSe\u00f1alemos primero la dimensi\u00f3n \u201claical\u201d, es decir, de \u201cpertenencia al pueblo\u201d, que nunca nos abandona: unos la viven de forma significativa, los cristianos \u201claicos\u201d; otros, los llamados al ministerio sacerdotal o jer\u00e1rquico y los llamados a la vida consagrada, la han de vivir como referencia constante que les recuerda para qui\u00e9n y en funci\u00f3n de qui\u00e9n ejercen su ministerio y son signos de consagraci\u00f3n, respectivamente.
\nCon la dimensi\u00f3n laical se recupera tambi\u00e9n para toda la Iglesia la secularidad<\/em>, que es un modo de estar en el mundo<\/em>. Es la inmediata consecuencia de la Encarnaci\u00f3n de Dios, que nos conduce a todos los creyentes a situarnos en el mundo reconociendo los valores que son propios de la creaci\u00f3n, de la humanidad, de la evoluci\u00f3n hist\u00f3rica, de las culturas; y que, al mismo tiempo, nos compromete en su transformaci\u00f3n, en su evangelizaci\u00f3n, desde dentro de las estructuras humanas. Es nuestro compromiso con el mundo para convertirlo en el Reino de Dios. Al igual que la laicidad, tambi\u00e9n la secularidad es vivida m\u00e1s significativamente<\/em> por los fieles seglares<\/em>.
\nLa secularidad permite superar la dicotom\u00eda entre \u00e1mbito sagrado y \u00e1mbito profano. Por lo menos, permite identificar los \u201c\u00e1mbitos sagrados\u201d simplemente como signos que recuerdan la presencia de Dios y su reino en los \u00e1mbitos profanos. Desaparece la equivalencia entre \u201csagrado\u201d y \u201cpresencia de Dios\u201d, frente a \u201cprofano\u201d y \u201causencia de Dios\u201d. Al superar esa dicotom\u00eda tambi\u00e9n queda superada la adscripci\u00f3n cl\u00e1sica entre agentes y \u00e1mbitos (sagrados y profanos). Todos los bautizados son corresponsables en el proceso de mediaci\u00f3n que acerca la salvaci\u00f3n a la historia. Y en esta proyecci\u00f3n conjunta hacia el mundo para realizar la misi\u00f3n com\u00fan no habr\u00e1 terrenos vedados sino una articulaci\u00f3n de ministerios y servicios, en consonancia con los dones y carismas de cada uno.
\nLa misi\u00f3n eclesial queda indicada en este mapa como misi\u00f3n \u00fanica y compartida<\/em> por todos los miembros de la Iglesia, a la que todos son llamados y en la que todos, por los Sacramentos de la Iniciaci\u00f3n, tienen el derecho y el deber de participar. Ante la misi\u00f3n com\u00fan ya no son motivos de separaci\u00f3n las diferencias que provienen de cada vocaci\u00f3n personal o de los dones que cada uno posee, o de los modos de servicio a la misi\u00f3n, o de la pertenencia a instituciones diversas. Todos estos elementos se valoran como riqueza para el conjunto en la misi\u00f3n compartida<\/em>.
\nLa constituci\u00f3n interna de la Iglesia ya no queda representada por el cl\u00e1sico trinomio \u201ccl\u00e9rigos \u2013 religiosos\/as \u2013 laicos\u201d, sino por la comunidad<\/em> construida desde los diferentes ministerios y carismas<\/em>. La unidad es anterior y da fundamento a la distinci\u00f3n; se subraya la condici\u00f3n cristiana com\u00fan y al mismo tiempo la iniciativa libre y variada del Esp\u00edritu, que suscita en la Iglesia la riqueza de ministerios y carismas para la utilidad com\u00fan; se reconocen y valoran las diferencias, pero de forma complementaria e integradas en la unidad.
\nLas tres dimensiones que parec\u00edan reservadas para dar forma a la \u201cvida consagrada\u201d: consagraci\u00f3n, comuni\u00f3n y misi\u00f3n<\/em>, se han recuperado tambi\u00e9n para la vida cristiana en general. Esto no significa que la vida consagrada las haya perdido. A ella se le pide que las viva de un modo \u201csignificativo\u201d como recuerdo para todos. En consecuencia, la vida consagrada ha de insertarse en la vida eclesial:
\n– como comuni\u00addad de consagrados en un Pueblo de consagrados, y cuya consagraci\u00f3n est\u00e1 \u201cal servicio de la consagraci\u00f3n de la vida de cada fiel, laico o cl\u00e9rigo<\/em>\u201d (VC 33);
\n– como un grupo ministerial en una Iglesia toda ella ministerial; participa en la misi\u00f3n de la Iglesia y la comparte, codo a codo, con los dem\u00e1s creyentes;
\n– viviendo un carisma que est\u00e1 en relaci\u00f3n y continui\u00addad con los otros carismas eclesiales;
\n– siendo signo del Reino y de los nuevos valores que entran con la Pascua de Cristo, y ofreci\u00e9ndolo de modo complementario con el signo que los creyentes seglares ofrecen del Reino vivido en las realida\u00addes humanas, el signo de la encarnaci\u00f3n de Dios entre los valores de este mundo;
\n– con la encomienda de ser expertos en comuni\u00f3n<\/em> que fomentan la espiritualidad de la comuni\u00f3n (VC 46 y 51).
\n
\nEntre las \u00faltimas adquisiciones para el tesoro com\u00fan de la Iglesia est\u00e1n los carismas fundacionales<\/em>: dejan de estar encerrados en las estructuras institucionales de la vida religiosa y se invita a ponerlos \u201cen el centro de la misma Iglesia, abiertos a la comuni\u00f3n y a la participaci\u00f3n de todos los miembros del Pueblo de Dios<\/em>\u201d (\u201cCaminar desde Cristo<\/em>\u201d, n. 31. Congregaci\u00f3n para los Institutos de Vida Consagrada, 2002). La conciencia de participar en el mismo carisma va generando una afinidad espiritual<\/em> (ChL 24) que da lugar a una familia carism\u00e1tica.
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\nHoy descubrimos los carismas fundacionales como r\u00edos que nacen de la fuente com\u00fan de todos los cristianos, los Sacramentos de la Iniciaci\u00f3n, y se despliegan por toda la faz de la Iglesia, por toda la geograf\u00eda del Pueblo de Dios. En ellos la vida se hace fecunda. Cada uno de ellos representa, ante todo, la vida cristiana, el misterio salvador de Cristo, la buena nueva del Evangelio, y permiten vivirlo en la comuni\u00f3n de la gran variedad de las identidades eclesiales. Pero cada uno de ellos lleva su sabor, la virtualidad caracter\u00edstica puesta en \u00e9l por el Esp\u00edritu que lo ha hecho nacer.
\nCada carisma fundacional se se\u00f1ala hoy como lugar de encuentro<\/em> de diversas identidades cristianas. Los laicos descubren el carisma fundacional como una identidad espiritual, no superpuesta a su identidad cristiana, sino como una forma peculiar de vivir la identidad cristiana com\u00fan a todos los fieles. Y la novedad no es s\u00f3lo para los laicos sino tambi\u00e9n para los religiosos, al menos en parte, pues esta din\u00e1mica les est\u00e1 llevando a descubrir el carisma con una visi\u00f3n m\u00e1s global de la que sol\u00eda hacerse, como su manera de ser cristianos. Esta visi\u00f3n les facilita la coincidencia con los laicos que llegan a vivir ese mismo carisma.
\nHemos de conocer y valorar este lugar de encuentro para poder darnos cita.
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\n5.1. Compartir la misi\u00f3n desde el mismo carisma.<\/strong>
\nTodo parte de esa misi\u00f3n eclesial que compartimos y del protagonista principal de la misi\u00f3n, que es quien nos convoca, el Esp\u00edritu Santo.
\nNuestra participaci\u00f3n en la Iglesia y en su misi\u00f3n evangelizadora no es de una forma an\u00f3nima ni indiscriminada, sino plenamente per\u00adsonalizada. Cada uno descubre su puesto en la misi\u00f3n com\u00fan a partir de sus propios dones y cualida\u00addes, pero tambi\u00e9n desde las llamadas que percibe de las necesidades del mundo y de la Iglesia (cf. ChL 28.2). Esto se puede afirmar tambi\u00e9n respecto de un \u201csujeto social\u201d: un grupo, una comunidad, una asociaci\u00f3n, un movimiento, una Familia carism\u00e1tica… Si tiene una identidad propia<\/em> en la Iglesia es porque tiene una misi\u00f3n espec\u00edfica<\/em>, con la que contribuye a la gran misi\u00f3n total de la Iglesia. Y si tiene una misi\u00f3n espec\u00edfica es porque la Iglesia reconoce en el grupo un carisma propio<\/em>.
\nPodemos hablar as\u00ed de \u201ccomunidad carism\u00e1tica\u201d en el sentido t\u00edpicamente paulino: el carisma es un dinamis\u00admo<\/em> que recorre e impulsa toda la vida de la comunidad, tanto en cada miembro como en el conjun\u00adto.
\nCuando hablamos de los \u201ccarismas\u201d en sentido cristiano, nos referimos a las diversas formas que adquiere ese dinamismo del Esp\u00edritu en cada uno de nosotros. Los carismas son particulares aptitudes<\/em> concedidas por el Esp\u00edritu a los creyentes, para que todos cooperen al bien de la comunidad. Las aptitudes naturales<\/em> de una persona se convier\u00adten en carismas<\/em> cuando \u00e9sta, movida por el Esp\u00edritu, las pone al servicio de la comuni\u00addad. La acci\u00f3n del Esp\u00edritu perfecciona, agudiza la capacidad natural al desprenderla de intereses ego\u00edstas, y a veces alcanza a darcapacidades totalmente nuevas<\/em>.
\nTanto el matrimonio como el celibato pueden vivirse como simples situaciones o formas de vida, pero tambi\u00e9n pueden transformarse en carismas: de modo diferente en cada una de esas dos situaciones, la persona puede tender a la perfecci\u00f3n del amor<\/em> y al servicio de la Comuni\u00addad y del Reino de Dios<\/em>. El Esp\u00edritu es quien da uno y otro don. Cada cual deber\u00e1 ser fiel al carisma recibido. La comunidad tendr\u00e1 que valorar, discernir e impulsar los carismas personales, y ayudar a descubrir aquellas cualidades, habilidades, dones espirituales,… que cada cual, con el impulso del Esp\u00edritu, puede poner al servicio de la comunidad y de su misi\u00f3n.
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\n5.2. \u00bfQu\u00e9 son l<\/strong>os carismas fundacionales?<\/strong>
\nLos carismas son los dones que ayudan a la Iglesia a ser fiel a su raz\u00f3n de ser, es decir, a servir a la misi\u00f3n, a evangelizar. Cada carisma es una respuesta a \u201c\u00bfc\u00f3mo evangelizar?\u201d. Los grandes carismas aportan una respuesta que quiere ser integral: ofrecen una perspectiva global del Evangelio, un modo global de entender la vida desde el Evangelio. Llegamos as\u00ed al concepto de \u201ccarisma fundacional<\/em>\u201d: un carisma global, que no se refiere s\u00f3lo a un particular modo de ejercer<\/em> la misi\u00f3n, sino de vivir<\/em> la misi\u00f3n, de ser<\/em> evangelizador, de experimentar la comuni\u00f3n para la misi\u00f3n<\/em>, y, en definitiva, de vivir el Misterio de Comuni\u00f3n<\/em> que es el Misterio del Dios-Trinidad en la Iglesia.
\nEn cuanto carisma \u201cglobal\u201d tiende a armonizarse con muchos otros carismas particulares que facilitan su encarnaci\u00f3n en la realidad, en las diversas formas de vida cristiana y de la cultura humana, y lo enriquecen con m\u00faltiples posibilidades para dar una respuesta m\u00e1s eficaz a las necesidades concretas de la misi\u00f3n. \u00c9sta es, justamente, una propiedad esencial al carisma fundacional: la de atraer muchos creyentes que sintonizan en ese mismo carisma. Juntos encarnan el carisma. El carisma adquiere su mejor expresi\u00f3n, no en cada uno por separado, sino en el conjunto de los que lo viven.
\nLa acci\u00f3n del Esp\u00edritu actualiza el carisma. El carisma fundacional permite descubrir la misi\u00f3n como lo hizo el fundador\/a: nos hace estar atentos a una realidad externa<\/em> de necesidad o carencia. Pero siempre desde una actitud interna<\/em>: la contempla\u00adci\u00f3n del designio salvador de Dios, que hace de nosotros sus instrumentos. La acci\u00f3n del Esp\u00edritu nos hace sentirnos impresionados<\/em> ante esa realidad y nos impulsa a descubrirla<\/em> como una llamada de Dios.
\nAs\u00ed es como la experiencia del Esp\u00edritu<\/em> vivida por los fundadores se reproduce en sus seguidores, en formas variadas y con distinta intensidad. Y esta experiencia va a dar lugar a diferentes proyectos. O tambi\u00e9n: se va a verter en diferentes recipientes que le dar\u00e1n forma y apariencia diversa.
\nHa sido frecuente, y lo es, la confusi\u00f3n entre \u201ccarisma fundacional\u201d y \u201cproyecto fundacional\u201d. En este \u00faltimo, el fundador\/a ha concretado la respuesta hist\u00f3rica que \u00e9l o ella da a aquella \u201cexperiencia del Esp\u00edritu\u201d. Lo hace desde su carisma, personal e intransferible, \u201cde fundador\u201d, a partir de las circunstancias concretas que vive: una sociedad, una Iglesia… Ese proyecto hist\u00f3rico fundacional consiste, en la mayor parte de los casos, en un instituto religioso. La confusi\u00f3n de \u201ccarisma fundacional\u201d con \u201cproyecto fundacional\u201d pone en entredicho la participaci\u00f3n de los laicos en aquella experiencia integral del Esp\u00edritu que es el carisma fundacional.
\nEl carisma fundacional sigue promoviendo la b\u00fasqueda de respuestas concretas: la instituci\u00f3n religiosa ha sido una respuesta hist\u00f3rica. Pero el carisma sigue vivo y empuja a los religiosos\/as y a otros cristianos a actualizar la respuesta en el contexto de la \u201cmisi\u00f3n compartida\u201d que corresponde a la Iglesia-Comuni\u00f3n, toda ella ministerial. Es entonces cuando aparece la Familia carism\u00e1tica, que une el conjunto de respuestas dadas a partir del mismo carisma, o m\u00e1s exactamente, el conjunto de proyectos existenciales de \u201ccomuni\u00f3n para la misi\u00f3n\u201d surgidos del mismo carisma.
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\n5.3. Caminos para vivir el Evangelio<\/strong>
\nLos carismas fundacionales son caminos para vivir el Evangelio<\/em>, y vivirlo como la Iglesia en la tensi\u00f3n de los dos polos: evangelizar y ser evangelizado<\/em> (EN 15).
\nEl carisma (o experiencia del Esp\u00edritu) une en un mismo movimiento la lectura comprometida de la realidad, que deja herido el coraz\u00f3n, y la lectura de la Palabra de Dios, que ilumina lo que sucede en el coraz\u00f3n. El carisma da una clave de lectura del Evangelio que conduce a la persona beneficiada a experimentar en s\u00ed misma, unificadamente, la consagraci\u00f3n y el env\u00edo a la misi\u00f3n; se descubre a s\u00ed misma mediadora de la salvaci\u00f3n de Dios, y se despierta en ella la conciencia de que esa experiencia carism\u00e1tica de estar pose\u00eddo por el Esp\u00edritu se est\u00e1 cumpliendo hoy en su persona <\/em>(cf. Lc 4,21).
\nDe igual manera, los carismas fundacionales podemos definirlos como caminos de configuraci\u00f3n con Cristo<\/em>. Cada carisma fundacional representa la atracci\u00f3n hacia Cristo a trav\u00e9s, especialmente, de uno de sus misterios. Dicho de otra forma: el carisma proyecta una luz nueva sobre el misterio de Cristo, desde una perspectiva particular. Tambi\u00e9n en este caso el carisma asume una tensi\u00f3n generadora de vida: se trata de representar el rostro de Cristo<\/em>para la Iglesia y la sociedad desde esa perspectiva o misterio particular, e identificarse internamente con \u00e9l, seg\u00fan la experiencia de Pablo: \u201cYa no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en m\u00ed<\/em>\u201d (G\u00e1l 2,20).
\nY la configuraci\u00f3n con Cristo va de la mano con la construcci\u00f3n del Reino de Dios: construirlo y dejarse moldear por \u00e9l, siempre desde la perspectiva o misterio que el carisma privilegia.
\nCada carisma fundacional es, pues, una visi\u00f3n global, pero al mismo tiempo parcial, del Evangelio, de Cristo, del Reino de Dios. Desde esta conciencia de limitaci\u00f3n, el carisma fundacional es tambi\u00e9n un puente de encuentro con otros carismas que, de igual forma, se refieren a Cristo, al Evangelio, al Reino de Dios. Les ofrece su luz particular y se deja iluminar por ellos.
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\nLa familia carism\u00e1tica presenta ante la Iglesia y ante la sociedad un rostro del evangelio que subraya de manera arm\u00f3nica determinadas actitudes de Jes\u00fas, determinados valores del Reino, una forma de mediaci\u00f3n de la salvaci\u00f3n de Dios\u2026 Por eso la llamamos tambi\u00e9n \u201cfamilia evang\u00e9lica<\/em>\u201d.
\nDentro de cada familia, el mismo rostro evang\u00e9lico se concreta en diversos proyectos existenciales<\/em> en las correspondientes comunidades eclesiales que componen la familia carism\u00e1tica-evang\u00e9lica. Cada proyecto existencial, con sus dimensiones eclesial y social, da cauce a los diversos carismas personales e intenta encarnar en formas de vida religiosa, laical y\/o sacerdotal el carisma fundacional.
\nLa familia evang\u00e9lica no se constituye como un aglomerado de individuos sino como una comuni\u00f3n de comunidades, a imagen de la Iglesia. Algunas comunidades est\u00e1n institucionalizadas (con reconocimiento oficial y estatuto can\u00f3nico…), y, por tanto, la pertenencia a ellas est\u00e1 regularizada y se\u00f1alada con signos externos. Este es el caso de las congregaciones religiosas, de las comunidades reconocidas como asociaciones p\u00fablicas de fieles, y otras asociaciones privadas. Pero en el interior de la familia puede haber tambi\u00e9n grupos o comunidades de constituci\u00f3n m\u00e1s libre, con pocos lazos formales, aunque siempre ha de alimentarse un fuerte sentimiento de pertenencia y la actitud de solidaridad en el interior de la comunidad y de la familia.
\nLa diferencia de unos grupos con otros viene por el proyecto eclesial y social que desarrollan. Pero la familia evang\u00e9lica comunica a todas las instituciones y grupos en su interior cierta elasticidad y permeabilidad a partir del com\u00fan rostro evang\u00e9lico y la misi\u00f3n com\u00fan de la familia, de tal forma que los miembros de las diversas agrupaciones que la integran pueden llegar a participar, no s\u00f3lo en proyectos comunes para la misi\u00f3n, sino en comunidades de vida.
\nLa diferenciaci\u00f3n, que siempre es riqueza, ya no viene por la separaci\u00f3n de lugares y funciones, pues de todos ellos se hace cargo la familia evang\u00e9lica, sino por la aportaci\u00f3n que cada uno hace desde su modo de ser disc\u00edpulo.
\nSin duda, la familia evang\u00e9lica trae consigo un cambio profundo en la manera de comprender las relaciones en la Iglesia y la distribuci\u00f3n de funciones entre los fieles. Esta experiencia de comuni\u00f3n para la misi\u00f3n<\/em> vivida en la familia evang\u00e9lica convierte a \u00e9sta en un icono de la Iglesia-Comuni\u00f3n.
\nLaicos y religiosos se unen en una familia evang\u00e9lica, ya no para participar \u201cen la misi\u00f3n del Instituto\u201d, sino para revivir juntos el carisma que ha dado origen a esta familia, encarnar juntos el rostro evang\u00e9lico que corresponde al carisma, y servir juntos a la misma misi\u00f3n eclesial. La fidelidad creativa, necesaria para mantener y continuar el carisma en la Iglesia, en adelante ya no depender\u00e1 s\u00f3lo del instituto religioso que hasta ahora lo representaba, sino de los diversos grupos que componen la familia evang\u00e9lica y de cuantos vengan a asociarse en ella. Todos juntos escriben la narraci\u00f3n que tiene su origen en el itinerario evang\u00e9lico de los fundadores, y hoy contin\u00faa con nuevos cap\u00edtulos en la Iglesia-Comuni\u00f3n.<\/p>\n
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