{"id":7617,"date":"2010-01-01T00:00:06","date_gmt":"2009-12-31T22:00:06","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7617"},"modified":"2010-01-01T00:00:06","modified_gmt":"2009-12-31T22:00:06","slug":"desarrollo-historico-de-la-confirmacion","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/desarrollo-historico-de-la-confirmacion\/","title":{"rendered":"Desarrollo hist\u00f3rico de la Confirmaci\u00f3n"},"content":{"rendered":"
Jos\u00e9 Antonio Go\u00f1i Be\u00e1soain de Paulorena<\/strong> <\/strong> <\/strong> Jos\u00e9 Antonio Go\u00f1i Be\u00e1soain de Paulorena<\/p>\n Jos\u00e9 Antonio Go\u00f1i Be\u00e1soain de Paulorena Profesor de Liturgia y sacramentos en Pamplona y Vitoria. S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO La confirmaci\u00f3n est\u00e1 siendo un sacramento controvertido. El autor comienza su reflexi\u00f3n con unas claves de fundamentaci\u00f3n escritur\u00edstica. A continuaci\u00f3n recoge el recorrido hist\u00f3rico de algunos temas relacionados con el sacramento: desarrollo ritual, edad, lugar que ocupa […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1357,1360,94],"tags":[],"class_list":["post-7617","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-396_397","category-jose-antonio-goni-beasoain-de-paulorena","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7617","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7617"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7617\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7617"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7617"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7617"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nProfesor de Liturgia y sacramentos en Pamplona y Vitoria.<\/strong>
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nLa confirmaci\u00f3n est\u00e1 siendo un sacramento controvertido. El autor comienza su reflexi\u00f3n con unas claves de fundamentaci\u00f3n escritur\u00edstica. A continuaci\u00f3n recoge el recorrido hist\u00f3rico de algunos temas relacionados con el sacramento: desarrollo ritual, edad, lugar que ocupa en la Iniciaci\u00f3n Cristiana, signo sacramental y ministro.
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\nLa confirmaci\u00f3n es uno de los sacramentos m\u00e1s controvertidos en nuestros d\u00edas. Seg\u00fan la analicemos desde la teolog\u00eda, desde la liturgia, desde la pastoral, desde el ecumenismo\u2026 cambia nuestro modo de plantearla m\u00e1s all\u00e1 de meros detalles. Normalmente porque se parte de una concepci\u00f3n del sacramento diferente. As\u00ed puede verse desde la \u00f3ptica divina, esto es, la confirmaci\u00f3n como el sacramento del Esp\u00edritu, o puede enfatizarse su dimensi\u00f3n antropol\u00f3gica, esto es, la confirmaci\u00f3n como el sacramento de la madurez cristiana, o puede tenerse s\u00f3lo en consideraci\u00f3n su vinculaci\u00f3n con el bautismo.
\nPara poder comprender mejor su pluralidad e iluminar las distintas caras del poliedro que representar\u00eda la confirmaci\u00f3n vamos a hacer un recorrido hist\u00f3rico por los principales temas que conforman este sacramento y que han variado con el paso del tiempo: desarrollo ritual, edad, lugar en los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana, signo sacramental y ministro. Aunque antes de nada, ofreceremos una descripci\u00f3n del fundamento escritur\u00edstico de la confirmaci\u00f3n.
\nCon todo ello esperamos que el lector pueda profundizar en el sacramento que plenifica la gracia bautismal y robustece nuestra pertenencia a la Iglesia al actualizar la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo acaecida el d\u00eda de Pentecost\u00e9s para que el cristiano, al igual que hicieron los ap\u00f3stoles entonces, manifieste su plena adhesi\u00f3n a Jesucristo siendo en el mundo testigo del resucitado.
\n <\/p>\n\n
\nAntes de retroceder a la \u00e9poca apost\u00f3lica para describir los inicios del sacramento de la confirmaci\u00f3n, nos centraremos en la relaci\u00f3n existente entre Jes\u00fas y el Esp\u00edritu ya que la confirmaci\u00f3n es, de alg\u00fan modo, el sacramento del Esp\u00edritu Santo.
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\nJes\u00fas y el Esp\u00edritu Santo<\/strong>
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\nLa presencia del Esp\u00edritu en el Mes\u00edas ya hab\u00eda sido anunciada en el Antiguo Testamento por los profetas: \u00abSaldr\u00e1 un v\u00e1stago del tronco de Jes\u00e9, y un reto\u00f1o de sus ra\u00edces brotar\u00e1. Reposar\u00e1 sobre \u00e9l el esp\u00edritu del Se\u00f1or\u2026\u00bb (Is <\/em>11, 1-2); \u00abEl esp\u00edritu del Se\u00f1or est\u00e1 sobre m\u00ed, porque el Se\u00f1or me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia\u2026\u00bb (Is <\/em>61, 1).
\nDesde su concepci\u00f3n (Lc <\/em>1, 35: \u00abEl Esp\u00edritu Santo vendr\u00e1 sobre ti y el poder del Alt\u00edsimo te cubrir\u00e1 con su sombra\u00bb) hasta su muerte (Jn <\/em>19, 30: \u00abInclinando la cabeza entreg\u00f3 el esp\u00edritu\u00bb), la presencia del Esp\u00edritu Santo se constata en la vida de Jes\u00fas tanto en las obras que realiza como en su propio mensaje. De un modo particular desciende el Esp\u00edritu sobre Jes\u00fas en su bautismo (cf. Mt<\/em> 3, 16; Mc <\/em>1, 10; Lc <\/em>3, 22; Jn <\/em>1, 32), el cual se hab\u00eda atribuido previamente la profec\u00eda de Isa\u00edas (cf. Lc <\/em>4, 18; Mt <\/em>12, 18).
\nEste Esp\u00edritu es prometido por Jes\u00fas a todos los que crean en \u00e9l (cf. Jn<\/em> 7, 3b-39; 16, 7-15; Hch <\/em>1, 8). Ezequiel y Joel hab\u00edan profetizado esta efusi\u00f3n del Esp\u00edritu sobre el pueblo mesi\u00e1nico (cf. Ez <\/em>36, 25-27; Jl<\/em> 3, 1-2). Esta promesa se cumpli\u00f3 el d\u00eda de Pascua: \u00abSopl\u00f3 sobre ellos y les dijo: \u201cRecibid el Esp\u00edritu Santo\u201d\u00bb (Jn <\/em>20, 22). Aunque de modo manifiesto los ap\u00f3stoles se llenaron del Esp\u00edritu Santo el d\u00eda de Pentecost\u00e9s (cf. Hch <\/em>2, 1-4).
\n
\nPentecost\u00e9s<\/strong>
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\nEl d\u00eda de Pentecost\u00e9s el Esp\u00edritu Santo descendi\u00f3 sobre los ap\u00f3stoles, cumpli\u00e9ndose la promesa de Jes\u00fas, y fueron transformados (cf. Hch <\/em>2, 1-41). Aquellos hombres que, tras la crucifixi\u00f3n y muerte de su maestro, viv\u00edan ocultos por miedo a los jud\u00edos y no se atrev\u00edan a expresar p\u00fablicamente su fe, cambian radicalmente saliendo a las calles para anunciar el kerigma <\/em>aun corriendo grave peligro sus vidas. Gracias al Esp\u00edritu, los ap\u00f3stoles se convierten en testigos ardientes de Cristo resucitado.
\n
\nEl don del Esp\u00edritu Santo<\/strong>
\n
\nPara seguir a Jes\u00fas, para pertenecer a la comunidad cristiana es necesario nacer de nuevo. El propio Jes\u00fas as\u00ed se lo dijo al anciano Nicodemo: \u00abEl que no nazca de agua y de Esp\u00edritu no puede entrar en el reino de Dios\u00bb (Jn<\/em> 3, 5a).
\nY as\u00ed, los ap\u00f3stoles, siguiendo el mandato de Jes\u00fas (cf. Mt <\/em>28, 19-20), bautizaban a los que abrazaban la fe para expresar ritualmente su adhesi\u00f3n a Cristo. En el libro de los Hechos de los Ap\u00f3stoles <\/em>encontramos m\u00faltiples ejemplos. El d\u00eda de Pentecost\u00e9s fueron bautizados unos tres mil nuevos creyentes (cf. Hch <\/em>2, 38-41). Felipe bautiza en Samar\u00eda a quienes abrazan la fe cristiana (cf. Hch <\/em>8, 5-17) y de modo particular se nos describe el bautismo del eunuco et\u00edope (cf. Hch <\/em>8, 26-39). Pablo, tras su conversi\u00f3n, es bautizado en Damasco (cf. Hch <\/em>9, 1-19). Pedro bautiza al centuri\u00f3n Cornelio con su familia (cf. Hch <\/em>10, 44-47). Igualmente es bautizada en Filipos Lidia con su familia (cf. Hch <\/em>16, 12-15). En la misma ciudad Pablo y Silas bautizan a su carcelero (cf. Hch <\/em>16, 30-34). Con la predicaci\u00f3n de Pablo en Corinto son bautizados los primeros creyentes del lugar (cf. Hch <\/em>18, 2-8). Tambi\u00e9n en \u00c9feso fueron bautizados los conversos (cf. Hch <\/em>19, 1-7).
\nCon el bautismo va vinculado el don del Esp\u00edritu Santo. No obstante la conexi\u00f3n del bautismo con el don del Esp\u00edritu no es siempre autom\u00e1tica e inmediata. As\u00ed, en casa de Cornelio, el Esp\u00edritu Santo desciende sobre los paganos durante la predicaci\u00f3n de Pedro, antes del bautismo. Igualmente en el episodio de la conversi\u00f3n de Pablo se habla en primer lugar de la imposici\u00f3n de manos, llevada a cabo por Anan\u00edas, para que Pablo fuera colmado del Esp\u00edritu Santo (cf. Hch <\/em>9, 17) y seguidamente es bautizado. De modo contrario ocurre en los bautizos que hizo Felipe en Samar\u00eda donde el Esp\u00edritu desciende con la imposici\u00f3n de manos de los ap\u00f3stoles Pedro y Juan que sigui\u00f3 al bautismo. Hecho que acontece del mismo modo tambi\u00e9n en \u00c9feso, donde el Esp\u00edritu desciende cuando Pablo impone las manos sobre los ya bautizados.
\nAlgunos autores han querido ver en estos dos \u00faltimos textos (Hch<\/em> 8, 14-17; 19, 1-7) el fundamento de la confirmaci\u00f3n que en los tiempos apost\u00f3licos se conferir\u00eda mediante la imposici\u00f3n de manos. Otros, en cambio, opinan lo contrario.[1]<\/a>
\nTras esta sucinta exposici\u00f3n de los datos que el Nuevo Testamento nos ofrece sobre el futuro sacramento de la confirmaci\u00f3n, debemos concluir afirmando que los textos bautismales del libro de los Hechos de los Ap\u00f3stoles<\/em> no permiten deducir que existan dos ritos independientes, uno que conllevara el bautismo con agua y otro el bautismo con el Esp\u00edritu Santo, ni tampoco que los ap\u00f3stoles se reservaran el derecho de comunicar el don del Esp\u00edritu Santo. No hay datos suficientes. El \u00fanico dato que podemos extraer de todos ellos con firmeza es la unidad de la iniciaci\u00f3n cristiana que conlleva el bautismo y el don del Esp\u00edritu Santo, pudi\u00e9ndose dar simult\u00e1neamente o en momentos distintos.[2]<\/a>
\n <\/p>\n\n
\nEl rito de la confirmaci\u00f3n se ha desarrollado a lo largo de la historia, pasando desde la fusi\u00f3n con el bautismo en sus inicios a convertirse en un sacramento aut\u00f3nomo. Recorramos este camino.
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\nEl don del Esp\u00edritu Santo en el bautismo<\/strong>
\n <\/strong>
\nLos primeros santos padres de la Iglesia (siglos I-II) no hablan de un rito espec\u00edfico para conferir el Esp\u00edritu Santo. Al contrario, se relaciona siempre con el bautismo. As\u00ed, ni la Didach\u00e9<\/em>, ni la Ep\u00edstola de Bernab\u00e9<\/em>, ni el Pastor de Hermas<\/em>, ni Ignacio de Antioqu\u00eda, ni Justino, ni Ireneo de Lyon, ni Clemente de Alejandr\u00eda\u2026 mencionan una imposici\u00f3n de manos, como ve\u00edamos en los Hechos de los Ap\u00f3stoles<\/em>, o una unci\u00f3n, como encontramos en los textos posteriores, para significar el don del Esp\u00edritu Santo. Todos ellos lo vinculan al bautismo.[3]<\/a>
\n
\nEl bautismo y el don del Esp\u00edritu Santo: unidad y distinci\u00f3n<\/strong>
\n
\nA partir del siglo III encontramos los primeros testimonios de un rito distinto al ba\u00f1o bautismal mediante el cual se confiere el Esp\u00edritu Santo.
\nEn la Tradici\u00f3n Apost\u00f3lica<\/em>, un documento lit\u00fargico-can\u00f3nico de la Iglesia de Roma de comienzos del siglo III, se describe por primera vez el desarrollo de la liturgia bautismal con sus ritos y oraciones.
\nUna vez ha ascendido [el ne\u00f3fito del agua], es ungido por el presb\u00edtero con el \u00f3leo de acci\u00f3n de gracias, diciendo: \u00abTe unjo con el \u00f3leo santo, en nombre de Jesucristo\u00bb. Y as\u00ed, cada uno se secar\u00e1 y se vestir\u00e1; y despu\u00e9s entrar\u00e1n en la iglesia. El obispo les impondr\u00e1 la mano y pronunciar\u00e1 esta invocaci\u00f3n: \u00abSe\u00f1or y Dios nuestro, que los has hecho dignos de alcanzar la remisi\u00f3n de los pecados por medio del ba\u00f1o de la regeneraci\u00f3n, hazlos dignos de ser colmados con el Esp\u00edritu Santo y env\u00eda sobre ellos tu gracia, para que te sirvan seg\u00fan tu voluntad; porque tuya es la gloria, Padre e Hijo, con el Esp\u00edritu Santo, en la santa Iglesia, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Am\u00e9n\u00bb. Despu\u00e9s, [el obispo] derramando \u00f3leo de acci\u00f3n de gracias en su mano y colocando la mano sobre la cabeza [del bautizado] dir\u00e1: \u00abYo te unjo con el \u00f3leo santo en Dios, Padre omnipotente, en Jesucristo y en el Esp\u00edritu Santo\u00bb. Despu\u00e9s le har\u00e1 la se\u00f1al de la cruz en la frente, y le dar\u00e1 el \u00f3sculo y dir\u00e1: \u00abEl Se\u00f1or est\u00e9 contigo\u00bb.[4]<\/a>
\nSeg\u00fan esta descripci\u00f3n, hay por tanto una clara distinci\u00f3n entre el bautismo, con su unci\u00f3n, y la confirmaci\u00f3n, que comprender\u00eda la imposici\u00f3n de manos y la unci\u00f3n hecha por el obispo. Las oraciones que acompa\u00f1an estos gestos nos revelan el significado teol\u00f3gico de los mismos: en la confirmaci\u00f3n el Esp\u00edritu Santo se da por s\u00ed mismo y no solamente para llevar a cabo una transformaci\u00f3n como en el bautismo[5]<\/a>. As\u00ed hay una unidad entre el Esp\u00edritu recibido en el bautismo y en la confirmaci\u00f3n, pero tambi\u00e9n se marca la distinci\u00f3n: en el bautismo realiza el perd\u00f3n de los pecados y en la confirmaci\u00f3n se trata del don mismo del Esp\u00edritu Santo.
\nEn estos primeros siglos encontramos pr\u00e1cticas semejantes en otras Iglesias. En \u00c1frica, como atestigua Tertuliano, a la inmersi\u00f3n bautismal segu\u00eda la unci\u00f3n y la imposici\u00f3n de manos del obispo. En la Iglesia de Mil\u00e1n, san Ambrosio habla de unci\u00f3n de la cabeza y de sello del Esp\u00edritu Santo con sus siete dones. En Espa\u00f1a encontramos la signaci\u00f3n en la frente del bautizado y la imposici\u00f3n de manos con la invocaci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo. La Iglesia franca conoce igualmente la unci\u00f3n y la imposici\u00f3n de la mano, a la que se atribuye el don del Esp\u00edritu.[6]<\/a> En Oriente en la praxis m\u00e1s antigua, adem\u00e1s de la unci\u00f3n con \u00f3leo perfumado, signo que ha permanecido, figura la imposici\u00f3n de las manos.[7]<\/a>
\nAs\u00ed que podemos concluir afirmando que, en los primeros siglos, bautismo y confirmaci\u00f3n eran ritos diferenciados pero que formaban una unidad lit\u00fargica. No podemos, por tanto, hablar del sacramento de la confirmaci\u00f3n como un acto distinto del bautismo. En esta \u00e9poca se tiene la convicci\u00f3n de que el bautismo no ha alcanzado su plenitud mientras el obispo no haya finalizado la celebraci\u00f3n comunicando el Esp\u00edritu Santo para recibir despu\u00e9s la eucarist\u00eda. De modo que cualquier intento de separar los dos ritos ser\u00eda un anacronismo.
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\nSeparaci\u00f3n del bautismo y la confirmaci\u00f3n<\/strong>
\n
\nLa difusi\u00f3n rural del cristianismo inicia una nueva etapa en la configuraci\u00f3n de la iniciaci\u00f3n cristiana. A partir de los siglos IV-V las comunidades se fueron haciendo m\u00e1s numerosas y diseminadas geogr\u00e1ficamente, por lo que resultaba imposible que el obispo asistiera personalmente a todos los bautizos. De modo que son los presb\u00edteros quienes empiezan a administar este sacramento. Pero, en Occidente, se le reserva al obispo la confirmaci\u00f3n, que la administrar\u00e1 cuando haga la visita de esa comunidad. As\u00ed se producir\u00e1 la separaci\u00f3n del bautismo y la confirmaci\u00f3n. En Oriente, en cambio, ser\u00e1 el presb\u00edtero quien confiera ambos sacramentos, manteniendo su unidad.
\nLos primeros testimonios de esta separaci\u00f3n provienen del siglo IV de la Galia[8]<\/a>. San Jer\u00f3nimo, en su escritoContra los luciferianos <\/em>(382), constata el uso en vigor seg\u00fan el cual el obispo impon\u00eda las manos a aquellos que hab\u00edan sido bautizados por los presb\u00edteros en los pueblos lejanos de la ciudad[9]<\/a>. Tambi\u00e9n el papa Inocencio I en su carta al obispo Decencio de Gubbio, del a\u00f1o 416, nos ofrece un testimonio al respecto: \u00abAcerca de la confirmaci\u00f3n de los ni\u00f1os es evidente que no puede hacerse por otro que por el obispo\u00bb[10]<\/a>.
\nCon la multiplicaci\u00f3n del bautismo de los ni\u00f1os reci\u00e9n nacidos, propiciada en gran parte por la doctrina del pecado original de san Agust\u00edn pues era necesario que murieran en gracia para entrar en el cielo, se generaliz\u00f3 la separaci\u00f3n del bautismo y la confirmaci\u00f3n, que hasta el momento se daba en casos excepcionales.
\nA pesar de que esta praxis se fue extendiendo, los libros lit\u00fargicos romanos mantienen la unidad de los ritos de la iniciaci\u00f3n cristiana hasta el siglo X. As\u00ed figura en el Sacramentario Gelasiano<\/em>[11]<\/a>, en el Ordo Romanus XI<\/em>[12]<\/a> y en el Sacramentario Gregoriano Hadriano<\/em>[13]<\/a>. Seg\u00fan estos documentos lit\u00fargicos el bautismo solemne se celebraba dos veces al a\u00f1o: en la vigilia de Pascua y en la vigilia de Pentecost\u00e9s. Los ritos que se suced\u00edan tras el ba\u00f1o bautismal eran dos unciones con el crisma: la primera hecha por el presb\u00edtero en la cabeza del ne\u00f3fito y la segunda realizada por el obispo con el signo de la cruz en la frente. \u00c9sta \u00faltima estaba precedida, adem\u00e1s, por una oraci\u00f3n del obispo con la imposici\u00f3n de la mano en la que se pide la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo con sus siete dones sobre el reci\u00e9n bautizado.
\n
\nDesarrollo del Ritual de la confirmaci\u00f3n<\/strong>
\n
\nAl normalizarse la administraci\u00f3n de la confirmaci\u00f3n en un momento diverso del bautismo, comenz\u00f3 a desarrollarse un ritual propio para este sacramento independiente del bautismo. El rito de la confirmaci\u00f3n aparecer\u00e1 por primera vez de forma aut\u00f3noma en los pontificales, libro lit\u00fargico que conten\u00eda las celebraciones propias del obispo.
\nEn el Pontifical Romano-Germ\u00e1nico <\/em>del siglo X permanece todav\u00eda muy viva su relaci\u00f3n con el bautismo[14]<\/a>. ElPontifical romano <\/em>del siglo XII ofrece, en ap\u00e9ndice, un breve rito de la confirmaci\u00f3n separado de la liturgia bautismal de la vigilia pascual[15]<\/a>. En el Pontifical de la curia romana <\/em>del siglo XIII este rito pasar\u00e1 del ap\u00e9ndice al cuerpo del libro, quedando totalmente independiente del bautismo[16]<\/a>. As\u00ed quedar\u00e1n las cosas en el Pontifical de Guillermo Durando<\/em>[17]<\/a>, obispo de Mende (\u20201296) que se convertir\u00e1, con escasos retoques, en el Pontifical romano<\/em>de 1595 que tras el concilio de Trento el papa Clemente VIII impuso a toda la Iglesia de rito romano[18]<\/a>.
\nLa confirmaci\u00f3n como rito aut\u00f3nomo se celebra fuera de la misa. El obispo est\u00e1 de pie delante del altar mientras los confirmandos est\u00e1n de rodillas frente a \u00e9l. Tras la lectura de unos vers\u00edculos b\u00edblicos el obispo extiende las manos sobre los confirmandos y recita una oraci\u00f3n que pide la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu septiforme. Despu\u00e9s unge a cada uno haciendo en la frente el signo de la cruz diciendo la f\u00f3rmula correspondiente. Finalmente da una palmadita a cada confirmando en la mejilla dese\u00e1ndole la paz. Concluye el rito con la bendici\u00f3n y la exhortaci\u00f3n a los padrinos sobre su responsabilidad hacia su ahijado.
\n
\nLa reforma del Ritual de la confirmaci\u00f3n tras el concilio Vaticano II<\/strong>
\n <\/strong>
\nEn la reforma lit\u00fargica promovida por el concilio Vaticano II fue renovado[19]<\/a> tambi\u00e9n el Ritual de la confirmaci\u00f3n<\/em>[20]<\/a>. Los padres conciliares hab\u00edan pedido en la constituci\u00f3n Sacrosanctum Concilium <\/em>(n. 71) que apareciera m\u00e1s clara la relaci\u00f3n de este sacramento con la iniciaci\u00f3n cristiana y que se posibilitara la celebraci\u00f3n de la confirmaci\u00f3n en la misa.
\nPara hacer realidad este deseo del concilio se incluyeron en el nuevo ritual algunos elementos que expresaran la vinculaci\u00f3n de la confirmaci\u00f3n con el bautismo y con la eucarist\u00eda, de modo que se manifieste la unidad de la iniciaci\u00f3n cristiana. En primer lugar se incluy\u00f3 la renovaci\u00f3n de las promesas bautismales. En segundo lugar se pide que, en la medida de lo posible, se conserven los mismos padrinos del bautismo. En tercer lugar se propone la misa como el lugar ordinario de administraci\u00f3n del sacramento de la confirmaci\u00f3n. En esta misma l\u00ednea se inspira la posibilidad de celebrar de modo continuo la iniciaci\u00f3n cristiana (bautismo, confirmaci\u00f3n y eucarist\u00eda) en el caso de un ni\u00f1o que no haya sido bautizado en la infancia y se inscriba como catec\u00fameno en la edad de la discreci\u00f3n (en torno a los 7 a\u00f1os).
\nLa estructura del rito renovado, que vio la luz en 1971, se desarrolla tras la liturgia de la palabra. Comienza antes de la homil\u00eda con la presentaci\u00f3n de los candidatos. Acabada la homil\u00eda tiene lugar la renovaci\u00f3n de las promesas bautismales. Seguidamente el obispo impone las manos sobre los confirmandos mientras recita una oraci\u00f3n pidiendo la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu septiforme. A continuaci\u00f3n el obispo unge con crisma la frente de cada confirmando haciendo la se\u00f1al de la cruz mientras tiene la mano sobre la cabeza. El rito concluye con el abrazo de paz del obispo al reci\u00e9n confirmado.
\n <\/p>\n\n
\nNo ha habido, ni a lo largo de la historia ni en las diferentes Iglesias cristianas, uniformidad respecto a la edad conveniente para la confirmaci\u00f3n.
\nEn el rito romano eran bautizados tanto adultos como ni\u00f1os, as\u00ed lo atestigua la Traditio apostolica<\/em> de comienzos del siglo III: \u00abSe bautizar\u00e1 en primer lugar a los ni\u00f1os. Todos los que puedan hablar por s\u00ed mismos, hablar\u00e1n. Los que no puedan hablar por s\u00ed mismos, ser\u00e1n sus padres o algunos e su familia quienes hablen por ellos. A continuaci\u00f3n, ser\u00e1n bautizados los hombres y despu\u00e9s las mujeres.\u00bb[21]<\/a> Por tanto, tambi\u00e9n los ni\u00f1os eran confirmados, incluso beb\u00e9s ya que se especifica si pueden o no hablar, pues ambos sacramentos se administraban en una misma y \u00fanica celebraci\u00f3n.
\nEsta praxis sigui\u00f3 vigente mientras la confirmaci\u00f3n se administraba juntamente con el bautismo.
\nComo vimos, al aumentar las comunidades rurales el obispo, que administraba a los catec\u00famenos los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana, no pod\u00eda estar siempre presente. De modo que la confirmaci\u00f3n ten\u00eda lugar en la primera visita del obispo al lugar, recibiendo el sacramento todos los que hab\u00edan sido bautizados, fueran ni\u00f1os o adultos, desde la \u00faltima vez que hab\u00eda estado el obispo.
\nCuando el concilio IV de Letr\u00e1n determin\u00f3 que la comuni\u00f3n se recibiera a la edad de la discreci\u00f3n (en torno a los 7 a\u00f1os)[22]<\/a> qued\u00f3 fijado, m\u00e1s o menos, el siguiente orden: bautismo a los pocos d\u00edas de nacer (quam primum<\/em>) y la confirmaci\u00f3n en la primera visita del obispo, normalmente antes de la primera comuni\u00f3n que se recib\u00eda a partir de los siete a\u00f1os. Ahora bien hubo en las diferentes Iglesias locales distintos usos y costumbres[23]<\/a>.
\nEl Catecismo <\/em>tridentino, publicado en 1566, refleja un cambio en esta pr\u00e1ctica: \u00abTodos saben que se puede administrar el sacramento de la confirmaci\u00f3n despu\u00e9s del bautismo; sin embargo, es m\u00e1s conveniente no hacerlo antes de que los ni\u00f1os tengan uso de raz\u00f3n. Por eso, aunque no hay que esperar a los doce a\u00f1os, conviene diferir este sacramento hasta los siete\u00bb[24]<\/a>. Tambi\u00e9n la primera comuni\u00f3n se difiri\u00f3 hacia los doce a\u00f1os. As\u00ed, siguiendo las disposiciones tridentinas, se administraba el bautismo cuanto antes, la confirmaci\u00f3n al iniciar la catequesis, hacia los siete a\u00f1os, y la primera comuni\u00f3n como conclusi\u00f3n del periodo catequ\u00e9tico, hacia los doce a\u00f1os.
\nA mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX en diversos pa\u00edses de Europa, como Francia, Austria, Alemania y Hungr\u00eda, se comenz\u00f3 a retardar la confirmaci\u00f3n y a posponerla a la primera comuni\u00f3n con el fin de que el bautizado recibiera una adecuada preparaci\u00f3n[25]<\/a>.
\nEn 1910 el papa san P\u00edo X, con el decreto Quam singulari<\/em>, estableci\u00f3 que la primera comuni\u00f3n se recibiese hacia los siete a\u00f1os, en lugar de a los once o doce, como era la pr\u00e1ctica habitual. Inicialmente esto propici\u00f3 que se pospusiera la confirmaci\u00f3n a la primera comuni\u00f3n. Pero el canon 788 del C\u00f3digo de Derecho Can\u00f3nico<\/em>, publicado en 1917, fij\u00f3 la edad de la confirmaci\u00f3n hacia los siete a\u00f1os. De modo que no era l\u00edcito administrar la confirmaci\u00f3n despu\u00e9s de la primera comuni\u00f3n. Pocos a\u00f1os despu\u00e9s, en 1932, la Sagrada Congregaci\u00f3n de los Sacramentos afirm\u00f3, en una respuesta dada a una consulta de las di\u00f3cesis de Espa\u00f1a y Latinoam\u00e9rica, que la confirmaci\u00f3n deb\u00eda administrarse antes de la primera comuni\u00f3n; sin embargo si alg\u00fan ni\u00f1o llegara a la edad de la discreci\u00f3n sin haber sido confirmado podr\u00eda recibir la comuni\u00f3n[26]<\/a>.
\nEl concilio Vaticano II no se posicion\u00f3 respecto a la edad del sacramento de la confirmaci\u00f3n. Fue el Ritual de la confirmaci\u00f3n <\/em>el que en el n\u00famero 11 de los Praenotanda<\/em> estableci\u00f3 la edad: \u00abPor lo que se refiere a los ni\u00f1os, en la Iglesia latina la confirmaci\u00f3n suele diferirse hasta alrededor de los siete a\u00f1os. No obstante, si existen razones pastorales, especialmente si se quiere inculcar con m\u00e1s fuerza a los fieles su plena adhesi\u00f3n a Cristo, el Se\u00f1or, y la necesidad de dar testimonio de \u00e9l, las Conferencias Episcopales pueden determinar una edad m\u00e1s id\u00f3nea, de tal modo que el sacramento se confiera cuando los ni\u00f1os son ya algo mayores y han recibido una conveniente formaci\u00f3n.\u00bb De un modo jur\u00eddico fue recogida esta idea en el canon 891 del C\u00f3digo de Derecho Can\u00f3nico<\/em>: \u00abEl sacramento de la confirmaci\u00f3n se ha de administrar a los fieles en torno a la edad de la discreci\u00f3n, a no ser que la Conferencia Episcopal determine otra edad, o exista peligro de muerte o, a juicio del ministro, una causa grave aconseje otra cosa.\u00bb
\nLa Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola determin\u00f3 \u00abcomo edad para recibir el sacramento en torno a los 14 a\u00f1os, salvo el derecho del obispo diocesano a seguir la edad de la discreci\u00f3n\u00bb[27]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\nLa edad de la confirmaci\u00f3n modifica el lugar que este sacramento ocupa en la iniciaci\u00f3n cristiana. La teor\u00eda es clara: la confirmaci\u00f3n es el segundo sacramento de la iniciaci\u00f3n cristiana y se encuentra fuertemente vinculado al bautismo ya que plenifica la gracia bautismal. Pero en la historia el orden l\u00f3gico de recepci\u00f3n de los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana (bautismo, confirmaci\u00f3n y eucarist\u00eda) no siempre se ha mantenido.
\nAl reservarse el obispo el derecho de administrar la confirmaci\u00f3n, en aquellas ocasiones que un presb\u00edtero bautizaba daba la comuni\u00f3n al ne\u00f3fito posponiendo la confirmaci\u00f3n para otro momento. La primera expresi\u00f3n ritual de esta pr\u00e1ctica la encontramos en el siglo IX en el Suplemento <\/em>a\u00f1adido en las Galias al Sacramentario Gregoriano<\/em>: \u00abSi el obispo est\u00e1 presente es conveniente que lo confirme al momento con crisma. Y si el obispo est\u00e1 ausente, el presb\u00edtero le da la comuni\u00f3n\u00bb[28]<\/a>. Hasta que el concilio IV de Letr\u00e1n fij\u00f3, como hemos visto, la edad de la comuni\u00f3n a los siete a\u00f1os, \u00e9sta era administrada habitualmente juntamente con el bautismo incluso a los ni\u00f1os. As\u00ed, en el Pontifical romano <\/em>del siglo XII se indica: \u00abSi el obispo no est\u00e1, recibir\u00e1n la comuni\u00f3n de manos del presb\u00edtero. Los ni\u00f1os que todav\u00eda no pueden comer ni beber comulgar\u00e1n por medio de una hoja o de un dedo majados en la sangre del Se\u00f1or y que se meter\u00e1n en su boca.\u00bb[29]<\/a>
\nEn los siglos posteriores al mencionado concilio se recuper\u00f3 el orden de los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana hasta que desde mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX, como dijimos al hablar de la edad de confirmaci\u00f3n, se empez\u00f3 a posponer la confirmaci\u00f3n a la primera comuni\u00f3n en Francia, Austria, Alemania y Hungr\u00eda.
\nEl resto de la historia va unida a las disposiciones magisteriales respecto a la edad de la confirmaci\u00f3n que tratamos en el apartado precedente, por lo que no es necesario repetirlas.
\n <\/p>\n\n
\nLa esencia del rito de la confirmaci\u00f3n, esto es, el elemento constitutivo del sacramento que en nomenclatura cl\u00e1sica se denominaba materia y forma es, tal y como defini\u00f3 el papa Pablo VI en la constituci\u00f3n apost\u00f3licaDivinae consortium naturae<\/em> del 15 de agosto de 1971: \u00abla unci\u00f3n del crisma en la frente, que se hace con la imposici\u00f3n de la mano, y mediante las palabras \u201cAccipe signaculum doni Spiritus Sancti\u201d (Recibe por esta se\u00f1al el don del Esp\u00edritu Santo)\u00bb.
\nAhora bien, no siempre ha sido as\u00ed.
\nEn el Nuevo Testamento hemos visto c\u00f3mo se confer\u00eda el Esp\u00edritu Santo mediante la imposici\u00f3n de manos (cf.Hch<\/em> 8, 14-17; 19, 1-7). Este gesto tiene un fuerte significado epicl\u00e9tico, manifestando la transmisi\u00f3n del Esp\u00edritu.
\nEn la descripci\u00f3n que ofrece la Traditio apostolica<\/em> del bautismo-confirmaci\u00f3n en la Iglesia de Roma encontramos una unci\u00f3n con \u00f3leo y la imposici\u00f3n de manos mientras el obispo dice: \u00abYo te unjo con el \u00f3leo santo en Dios, Padre omnipotente, en Jesucristo y en el Esp\u00edritu Santo\u00bb; despu\u00e9s hace la se\u00f1al de la cruz en la frente del ne\u00f3fito[30]<\/a>.
\nPoco tiempo despu\u00e9s, la carta del papa Inocencio I a Decencio, obispo de Gubbio, del a\u00f1o 416, manifiesta que el rito de la imposici\u00f3n de la mano era considerado como el signo que confer\u00eda el sacramento de la confirmaci\u00f3n. La unci\u00f3n estaba vista con menor consideraci\u00f3n. En aquel tiempo el papa quer\u00eda solucionar un problema disciplinar: los presb\u00edteros ung\u00edan con crisma en la frente a los ne\u00f3fitos. De tal modo que distingue entre dos unciones, que ya figuraban en la Traditio apostolica<\/em>, la que hace el presb\u00edtero en la parte superior de la cabeza y la que hace el obispo en la frente. Y subraya que el Esp\u00edritu Santo lo confiere la imposici\u00f3n de la mano, teniendo la unci\u00f3n un papel secundario.
\nEn el siglo X la imposici\u00f3n de manos pas\u00f3 de ser individual a general, seguramente para acortar el rito. De modo que \u00e9sta perdi\u00f3 fuerza en favor de la unci\u00f3n con el crisma. Y la f\u00f3rmula que acompa\u00f1aba la unci\u00f3n fue modificada considerando ese gesto la confirmaci\u00f3n: \u00abTe confirmo y te marco en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb[31]<\/a>. Mientras que antes se dec\u00eda: \u00abEl signo de Cristo para la vida eterna\u00bb[32]<\/a>.
\nEn los primeros siglos del segundo milenio algunos papas contribuyeron a recordar la importancia de la imposici\u00f3n de manos. Fue el caso de Inocencio III[33]<\/a> (1198-1216) e Inocencio IV (1243-1254)[34]<\/a>. No obstante los concilios de Florencia y de Trento se decantaron por la unci\u00f3n con el crisma como el signo caracter\u00edstico de la confirmaci\u00f3n.
\nFinalmente, como ya hemos afirmado al comienzo de este apartado, con la publicaci\u00f3n del nuevo Ritual de la confirmaci\u00f3n<\/em> el papa Pablo VI precis\u00f3 la esencia del sacramento uniendo imposici\u00f3n de manos y crismaci\u00f3n.
\n <\/p>\n\n
\nSeg\u00fan la disciplina actual de la Iglesia romana el ministro de la confirmaci\u00f3n es el obispo, aunque tambi\u00e9n puede administrarlo v\u00e1lidamente el presb\u00edtero con el permiso oportuno[35]<\/a>.
\nEn la Iglesia latina siempre ha sido el obispo el ministro ordinario del sacramento de la confirmaci\u00f3n. Cuando \u00e9ste dej\u00f3 de administrar la iniciaci\u00f3n cristiana a los catec\u00famenos se reserv\u00f3, como vimos al tratar la historia, el derecho de conferir el don del Esp\u00edritu Santo por medio de la imposici\u00f3n de manos y la unci\u00f3n que segu\u00edan el bautismo.
\nSan Jer\u00f3nimo es el primero en se\u00f1alar el motivo por el cual el ministro de la confirmaci\u00f3n es el obispo. Seg\u00fan \u00e9l esta pr\u00e1ctica se justifica \u00abm\u00e1s por el honor del sacerdocio que por la ley de la necesidad\u00bb, pues del reconocimiento de la dignidad del obispo depende la buena marcha de la vida eclesial, dado que \u00absi \u00e9l no poseyera un poder eminente habr\u00eda en la Iglesia tantos cismas como presb\u00edteros\u00bb[36]<\/a>. En esta misma l\u00ednea, el Liber pontificalis<\/em> atribuye al papa Silvestre I (314-335) la decisi\u00f3n de no ceder a los presb\u00edteros la facultad de administrar la confirmaci\u00f3n para evitar la propagaci\u00f3n de los herejes[37]<\/a>.
\nEn la carta del papa Inocencio I al obispo Decencio de Gubbio, del a\u00f1o 416, ofrece tres argumentos para que el obispo se reserve el derecho de confirmar: \u00abAcerca de la confirmaci\u00f3n de los ni\u00f1os, es evidente que no pude hacerse por otro que por el obispo. Porque los presb\u00edteros, aunque ocupan el segundo lugar en el sacerdocio, no alcanzan, sin embargo, la c\u00faspide del pontificado. Que este poder pontifical, es decir, el de confirmar y comunicar el Esp\u00edritu Par\u00e1clito, se debe a solos los obispos, no s\u00f3lo lo demuestra la costumbre eclesi\u00e1stica, sino tambi\u00e9n a aquel pasaje de los Hechos de los Ap\u00f3stoles<\/em>, que nos asegura c\u00f3mo Pedro y Juan se dirigieron para dar el Esp\u00edritu Santo a los que ya hab\u00edan sido bautizados [cf. Hch <\/em>8, 14-17].\u00bb[38]<\/a> As\u00ed, el primer motivo es teol\u00f3gico: un presb\u00edtero no puede confirmar a los ne\u00f3fitos porque carece de la plenitud del sacerdocio que pertenece \u00fanicamente al obispo. Su segundo argumento es de tipo escritur\u00edstico: en el libro de los Hechos de los Ap\u00f3stoles<\/em> se reserva la concesi\u00f3n del Esp\u00edritu tras el bautismo a los ap\u00f3stoles como se constata del pasaje Hch <\/em>8, 14-17. Finalmente remite a la tradici\u00f3n eclesial ya que esa es la costumbre de la Iglesia de Roma.
\nEn Oriente la praxis fue completamente diversa. Para mantener la unidad de los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana el presb\u00edtero administraba la confirmaci\u00f3n juntamente con el bautismo. La presencia del obispo se manifiesta en el \u00f3leo perfumado (myrron<\/em>) que se emplea en la unci\u00f3n correspondiente, pues s\u00f3lo el obispo puede consagrar este \u00f3leo.
\nDe tal manera que, para poder englobar la visi\u00f3n occidental y oriental, en la Lumen gentium <\/em>(n. 26) no se habl\u00f3 de que el obispo fuera el ministro ordinario sino originario del sacramento de la confirmaci\u00f3n, esto es, en los or\u00edgenes era \u00e9l quien lo administraba aunque despu\u00e9s se modific\u00f3 la costumbre en la Iglesia oriental.
\nAmbas pr\u00e1cticas presentan la confirmaci\u00f3n en clave diferente. As\u00ed Oriente destaca la dimensi\u00f3n sacramental de la confirmaci\u00f3n al enfatizar la unidad de la iniciaci\u00f3n cristiana. Y Occidente resalta la dimensi\u00f3n eclesi\u00f3logica del sacramento, al expresar m\u00e1s netamente la comuni\u00f3n del nuevo cristiano con su obispo, garante y servidor de la unidad de su Iglesia, de su catolicidad y su apostolicidad, y por ello, el v\u00ednculo con los or\u00edgenes apost\u00f3licos de la Iglesia de Cristo.[39]<\/a>
\n <\/p>\n
\n
\n[1]<\/a> Las diversas opiniones al respecto pueden verse en S.A. Panimolle, \u00abIl Battesimo e la Pentecoste dei samaritani (At 8, 4-25)\u00bb, en G. Farnedi (ed.), Traditio et progressio. Studi liturgici in onore del prof. Adrien Nocent, OSB<\/em> (Studia Anselmiana 95 \u2013 Analecta Liturgica 12), Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma 1988, 413-436.
\n[2]<\/a> Cf. P. Dacquino, Un dono di Spirito Profetico. La Cresima alla luce della Bibbia<\/em>, Elle Di Ci, Leumann (Torino) 1992; G. Kretschmar, \u00abNouvelles recherches sur l\u2019initiation chr\u00e9tienne\u00bb, La Maison Dieu<\/em> 132 (1977) 7-32; A. Triacca, \u00abPer una trattazione organica sulla Confermazione\u00bb, Ephemerides Liturgicae <\/em>86 (1972) 128-181.
\n[3]<\/a> Cf. J. Rico Pav\u00e9s, Los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana. Introducci\u00f3n teol\u00f3gica a los sacramentos del bautismo, confirmaci\u00f3n y eucarist\u00eda<\/em>, Instituto Teol\u00f3gico San Ildefonso, Toledo 2006, 135-156.
\n[4]<\/a> Cf. Traditio Apost\u00f3lica <\/em>21, ed. B. Botte (traducci\u00f3n castellana: La Didaj\u00e9. La Tradicion Apost\u00f3lica de san Hip\u00f3lito<\/em> (Cuadernos Phase 75), CPL, Barcelona 1996).
\n[5]<\/a> Cf. A. Nocent, \u00abI tre sacramenti dell\u2019iniziazione cristiana\u00bb, en A.J. Chupungco (dir.), I sacramenti. Teologia e storia della celebrazione<\/em> (An\u00e0mnesis 3\/1), Marietti, Genova 1986, 98.
\n[6]<\/a> Cf. P Borella (dir), la confermazione e l\u2019iniziazione cristiana<\/em> (Quaderni di Rivista Liturgia 8), Elle Di Ci, Leumann (Torino) 1970.
\n[7]<\/a> Cf. L. Ligier, La confirmation, sens et conjoncture aecum\u00e9nique hier et aujourd\u2019hui<\/em>, Beauchesne, Paris 1973.
\n[8]<\/a> Cf. P. De Clerck, \u00abLa dissociation du bapt\u00eame et de la confirmation au haut moyen \u00e2ge\u00bb, La Maison Dieu <\/em>168 (1986) 47-75.
\n[9]<\/a> Cf. Jer\u00f3nimo, Dialogus contra Luciferianos<\/em> 9: CCL 79B, 26-30.
\n[10]<\/a> DH 215.
\n[11]<\/a> Cf. Liber sacramentorum Romanae Aeclesiae ordinis anni circuli (Cod. Vat. Reg. Lat. 31 6 \/ Paris Bibibl. <\/em>Nat. 71 93, 41\/56) (Sacramentarium Gelasianum)<\/em>, eds. L.C. Mohlberg – L. Eizenhofer – P. Siffrin (Rerum Ecclesiasticarum Documenta. Series Maior. Fontes 4), Herder, Roma 1960, 449-451.
\n[12]<\/a> Cf. Les Ordines Romani du haut Moyen Age <\/em>2, ed. M. Andrieu (\u00c9tudes et documents 23), Spicilegium Sacrum Lovaniense, Louvain 1948, 96-102.
\n[13]<\/a> Cf. Le sacramentaire gr\u00e9gorien, ses principales formes d\u2019apr\u00e8s les plus anciens manuscrits <\/em>1, ed. J. Deshusses (Spicilegium Friburgense 16), Editions universitaires, Friburgo 1971, 375-376.
\n[14]<\/a> Cf. Le pontifical romano-germanique du dixi\u00e8me si\u00e8cle <\/em>2, ed. C. Vogel (Studi e Testi 227), Biblioteca Apostolica Vaticana, Citt\u00e0 del Vaticano 1963, XCIX, 382-390.
\n[15]<\/a> Cf. Le pontifical romain au moyen-\u00e2ge <\/em>1, ed. M. Andrieu (Studi e Testi 86), Biblioteca Apostolica Vaticana, Citt\u00e0 del Vaticano 1938, Appendix I.
\n[16]<\/a> Cf. Le pontifical romain au moyen-\u00e2ge <\/em>2, ed. M. Andrieu (Studi e Testi 87), Biblioteca Apostolica Vaticana, Citt\u00e0 del Vaticano 1940, 452-453.
\n[17]<\/a> Cf. Le pontifical romain au moyen-\u00e2ge <\/em>3, ed. M. Andrieu (Studi e Testi 88), Biblioteca Apostolica Vaticana, Citt\u00e0 del Vaticano 1940, Liber primus I, 1-8.
\n[18]<\/a> Cf. Pontificale Romanum. Editio princeps<\/em>, eds. M. Sodi – A.M. Triacca (Monumenta Liturgica Concilii Tridentini 1), Libreria Editrice Vaticana, Citt\u00e0 del Vaticano 1997, 8-12.
\n[19]<\/a> Cf. A. Bugnini, La reforma de la liturgia (1948-1975) <\/em>(BAC Maior 62), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1999, 533-543.
\n[20]<\/a> Cf. Ritual de la confirmaci\u00f3n reformado seg\u00fan los decretos del concilio Vaticano II, promulgado por mandato de Pablo VI, aprobado por el episcopado espa\u00f1ol y confirmado por la Sagrada Congregaci\u00f3n para los Sacramentos y el Culto Divino<\/em>, Coeditores Lit\u00fargicos, Barcelona 2<\/sup>1986.
\n[21]<\/a> Cf. Traditio Apost\u00f3lica <\/em>21, ed. B. Botte (traducci\u00f3n castellana: La Didaj\u00e9. La Tradicion Apost\u00f3lica de san Hip\u00f3lito<\/em> (Cuadernos Phase 75), CPL, Barcelona 1996).
\n[22]<\/a> Cf. DH 812.
\n[23]<\/a> Una amplia exposici\u00f3n sobre el tema se encuentra en P.A. Muroni, L\u2019ordine dei sacramenti dell\u2019iniziazione cristiana <\/em>(Bibliotheca \u201cEphemerides Liturgicae\u201d. Subsidia 141), CLV-Edizioni liturgiche, Roma 2007, 27-305.
\n[24]<\/a> Catechismus romanus ad parochos<\/em> II, 4, 15.
\n[25]<\/a> Cf. R. Levet, \u00abL\u2019\u00e2ge de la confirmation dans la l\u00e9gislation des dioc\u00e8ses de France depuis le Concile de Trente\u00bb, La Maison Dieu <\/em>54 (1958) 118-142; Muroni, L\u2019ordine dei sacramenti dell\u2019iniziazione cristiana<\/em>, 309-382.
\n[26]<\/a> Cf. Sacra Congregatio de Sacramentis, \u00abDe aetate confirmandorum (30 iunii 1932)\u00bb, Acta Apostolicae Sedis <\/em>24 (1932) 271-272.
\n[27]<\/a> Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola, \u00abDecreto general sobre las normas complementarias al nuevo \u201cC\u00f3digo de Derecho Can\u00f3nico\u201d\u00bb, Ecclesia <\/em>2183 (1984) 895.
\n[28]<\/a> Le sacramentaire gr\u00e9gorien, ses principales formes d\u2019apr\u00e8s les plus anciens manuscrits <\/em>1, ed. Deshusses, 1088-1089.
\n[29]<\/a> Cf. Le pontifical romain au moyen-\u00e2ge <\/em>1, ed. Andrieu, I, 29.
\n[30]<\/a> Cf. Traditio Apost\u00f3lica <\/em>21, ed. Botte.
\n[31]<\/a> Le pontifical romano-germanique du dixi\u00e8me si\u00e8cle <\/em>2, ed. Vogel, XCIX, 387.
\n[32]<\/a> Liber sacramentorum Romanae Aeclesiae ordinis anni circuli<\/em>, eds. Mohlberg – Eizenhofer – Siffrin, 452.
\n[33]<\/a> Cf. Inocencio III, Epistola \u00abCum venisset\u00bb<\/em>: PL 215, 285.
\n[34]<\/a> Cf. Inocencio IV, Epistola \u00abSub Catholicae professione\u00bb<\/em>: MANSI 23, 579.
\n[35]<\/a> Cf. C\u00f3digo de Derecho Can\u00f3nico <\/em>882.
\n[36]<\/a> Cf. Jer\u00f3nimo, Dialogus contra Luciferianos<\/em> 9: CCL 79B, 26-30.
\n[37]<\/a> Liber pontificalis <\/em>1, ed. Duchesne, 77. 171.
\n[38]<\/a> DH 215.
\n[39]<\/a> Cf. Catecismo de la Iglesia cat\u00f3lica <\/em>1292.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"