{"id":7736,"date":"2009-05-01T00:00:08","date_gmt":"2009-04-30T22:00:08","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7736"},"modified":"2009-05-01T00:00:08","modified_gmt":"2009-04-30T22:00:08","slug":"lectio-divina-con-maria","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/lectio-divina-con-maria\/","title":{"rendered":"Lectio divina con Mar\u00eda"},"content":{"rendered":"
Eugenio Alburquerque Frutos<\/strong> En el n\u00famero 387 de Misi\u00f3n Joven<\/strong>, correspondiente al pasado mes de abril, publicamos en esta secci\u00f3n de MATERIALES algunos ejemplos de \u201clectio divina<\/em> con Mar\u00eda\u201d. De ese material formaban parte tambi\u00e9n estas p\u00e1ginas que no pudieron tener cabida, debido a la falta de espacio. Las incluimos en este mes de mayo, esperando que puedan resultar todav\u00eda \u00fatiles.<\/p>\n Eugenio Alburquerque Frutos En el n\u00famero 387 de Misi\u00f3n Joven, correspondiente al pasado mes de abril, publicamos en esta secci\u00f3n de MATERIALES algunos ejemplos de \u201clectio divina con Mar\u00eda\u201d. De ese material formaban parte tambi\u00e9n estas p\u00e1ginas que no pudieron tener cabida, debido a la falta de espacio. Las incluimos en este mes de […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[465,1298,94],"tags":[],"class_list":["post-7736","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-eugenio-alburquerque-frutos","category-materiales-388","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7736","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7736"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7736\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7736"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7736"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7736"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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\nJunto a la cruz de Jes\u00fas<\/strong>
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\n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abJunto a la cruz de Jes\u00fas estaban su madre, la hermana de su madre, Mar\u00eda, mujer de Clop\u00e1s, y Mar\u00eda Magdalena. Jes\u00fas, viendo a su madre y junto a ella al disc\u00edpulo a quien amaba, dice a su madre: \u00abMujer, ah\u00ed tienes a tu hijo\u00bb. Luego dice al disc\u00edpulo: \u00abAh\u00ed tienes a tu madre\u00bb. Y desde aquella hora el disc\u00edpulo la acogi\u00f3 en su casa\u00bb.<\/em>
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\nEn el cuarto evangelio, la presencia de Mar\u00eda, la madre de Jes\u00fas, es escasa pero muy significativa. Aparece solamente en dos ocasiones: en la boda de Can\u00e1 de Galilea (Jn 2,11) y en la crucifixi\u00f3n en el Calvario (Jn 19,25-27). \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se trata de dos encuentros aparentemente muy distintos. El primero tiene lugar en el marco festivo de un banquete nupcial. Madre e hijo no se buscaron; casualmente se encuentran convidados en la misma fiesta. Pero el encuentro no es nada trivial o insignificante. A instancias de la madre, Jes\u00fas manifiesta su gloria, adelantando lahora<\/em> de su revelaci\u00f3n; y los disc\u00edpulos, viendo sus signos, creyeron en \u00c9l. El segundo, en cambio, acontece en el Calvario. Ha llegado la hora<\/em> de Jes\u00fas. Abandonado de todos, va a entregar su vida al Padre. Y all\u00ed, junto a la cruz, est\u00e1 la madre con un peque\u00f1o grupo de mujeres y Juan, el disc\u00edpulo a quien Jes\u00fas amaba. Desgarrada por el dolor contempla la agon\u00eda de su Hijo uni\u00e9ndose\u00a0 a su pasi\u00f3n y a su muerte. \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es un encuentro de dolor y de redenci\u00f3n. Pero no es simplemente el encuentro de la madre dolorosa y el Hijo que agonizando est\u00e1 salvando al mundo; ante la cruz de Jes\u00fas tiene lugar tambi\u00e9n el encuentro de la madre y del disc\u00edpulo.
\nLa muerte de Jes\u00fas est\u00e1 en conexi\u00f3n \u00edntima con toda su vida y con su mensaje. Vida, mensaje y muerte forman una unidad radical. Su muerte violenta est\u00e1 implicada y explicada en las exigencias de su predicaci\u00f3n. El mismo fue capaz de anunciarla a los suyos. Su muerte en la cruz es el resultado de su vida. Es la consecuencia de su amor, del conflicto que provoc\u00f3 y de la reacci\u00f3n que suscit\u00f3 el anuncio de la cercan\u00eda transformante del Reino. Es consecuencia de la encarnaci\u00f3n, del proceso de solidaridad y liberaci\u00f3n que desencadena.
\nLa cruz de Jes\u00fas tenemos que contemplarla desde el plan de Dios. Jes\u00fas muere crucificado para cumplir y realizar un proyecto de salvaci\u00f3n universal. La crucifixi\u00f3n no es simplemente una historia de sufrimiento y de injusticia; es una historia de salvaci\u00f3n. Desde la voluntad salv\u00edfica de Dios no es ya verg\u00fcenza, ignominia, desolaci\u00f3n; no es simplemente un acto criminal. Es una necesidad divina: muere por nosotros y para nosotros. No es fracaso. Es victoria; la victoria del amor y de la vida entregada sobre el pecado y la muerte. Es el s\u00edmbolo m\u00e1s poderoso de la redenci\u00f3n de Cristo y del amor del Padre.
\nJunto a la cruz de Jes\u00fas agonizante no se congrega la multitud de los que por \u00c9l han sido curados, alimentados, liberados, ni todos los que se juntaban para escuchar su palabra; hay s\u00f3lo un exiguo n\u00famero de personas. Entre ellas, en el centro, est\u00e1 Mar\u00eda. El poeta del medioevo dir\u00e1 de manera escueta y dram\u00e1tica:stabat mater<\/em>. De pie, enhiesta, vertical y paralela al tronco de la cruz, estaba<\/em> Mar\u00eda en una postura de com-pasi\u00f3n y de co-redenci\u00f3n, unida entra\u00f1ablemente a la Pascua de su Hijo.
\nA pesar del silencio de los evangelios, Mar\u00eda acompa\u00f1a a lo largo de toda su vida, el misterio de su Hijo. Por su \u00abs\u00ed\u00bb, acampa la Palabra entre los hombres y llega a nosotros la plenitud de los tiempos. Ella introduce en la historia a Jes\u00fas, el \u00abhombre nuevo\u00bb y nos abre el camino para que tambi\u00e9n nosotros podamos revestirnos \u00abdel hombre nuevo, creado seg\u00fan Dios en la justicia y santidad de la verdad\u00bb (Ef 4,24). Ella est\u00e1 \u00edntimamente ligada a la hora de Jes\u00fas<\/em>, que es, sobre todo, la hora de la Pascua, la hora de su muerte y resurrecci\u00f3n, de su glorificaci\u00f3n por la cruz. Est\u00e1 presente cuando en Can\u00e1 abre el misterio de su hora no llegada y cuando en el Calvario la vive tr\u00e1gicamente. Est\u00e1 en el centro del misterio pascual. Desde la encarnaci\u00f3n hasta la cruz vive Mar\u00eda cotidianamente la hora de Jes\u00fas<\/em>.
\nA pesar de que no puede apurar el c\u00e1liz de su hijo y tampoco ocupar su lugar por muy grande que sea su amor, Mar\u00eda junto a la cruz comparte, ofrece y espera. Y si para Cristo, en medio del abandono e incomprensi\u00f3n de los hombres, comienza la glorificaci\u00f3n, para Mar\u00eda,\u00a0 \u00e9ste no es tampoco un momento de vac\u00edo y soledad, sino de gozosa plenitud. Aparentemente, al pie de la cruz, se desvanece dolorosa y sola; en realidad, Mar\u00eda, la creyente fiel, descubre en su Hijo, al redentor del hombre y al salvador del mundo.
\nAceptando la muerte de su Hijo en el Calvario, Mar\u00eda realiza plenamente la fe de Abraham en el Moria. A ella se le ha pedido el mismo gesto que al padre de los creyentes subiendo la monta\u00f1a: desprenderse del hijo al que ama. Pero ahora no hay ning\u00fan carnero prendido en un zarzal que venga a liberar a este nuevo Isaac. En la inmolaci\u00f3n de su Hijo, el Padre culmina la fe de Mar\u00eda y comienza la fe dif\u00edcil de la Iglesia, la fe en tinieblas de los seguidores de Jes\u00fas. Recibiendo en su regazo el cuerpo yerto y fr\u00edo del Hijo muerto, Mar\u00eda lleva al l\u00edmite su fe. Ella nos ense\u00f1a que la fe es algo profundamente arraigado en los acontecimientos de la vida, a\u00fan en aquellos que parecen destruirla.
\nAl pie de la cruz, Mar\u00eda nos impulsa a vivir la aut\u00e9ntica uni\u00f3n con Cristo y nos pide que la vivamos en la fe y en la realidad dolorosa de nuestra propia vida. Nos ense\u00f1a que vale la pena decir \u00abs\u00ed\u00bb a Dios hasta el final; que una vida llena de Dios es necesariamente una vida llena de la presencia del Crucificado. Su actitud junto a la cruz es de total ofrenda al Padre: ofrece a su Hijo y se ofrece a s\u00ed misma. Si en Bel\u00e9n lo hab\u00eda entregado al mundo, ahora en el Calvario lo entrega al Padre en nombre de toda la humanidad. As\u00ed, ella nos ense\u00f1a tambi\u00e9n a amar la cruz como don del Padre, como lugar privilegiado del encuentro con Dios.
\nPero, sobre todo, junto a la cruz de Cristo, Mar\u00eda nos recuerda que la redenci\u00f3n del hombre no se realiz\u00f3 sin su cooperaci\u00f3n \u00edntima. As\u00ed es como el Padre lo pens\u00f3 y lo quiso. Nos estimula a participar \u00edntimamente en la pasi\u00f3n de Jes\u00fas, a configurarnos a su muerte (Fil 3,10), a abrazar generosamente la salvaci\u00f3n de Dios y a hacernos, como Ella, salvadores con Jes\u00fas. Si subimos con \u00c9l al Calvario, all\u00ed encontraremos y se nos entregar\u00e1 tambi\u00e9n a Mar\u00eda como madre.
\nAgonizando escribe Jes\u00fas desde el libro de la cruz su testamento: \u00abViendo a su madre y junto a ella al disc\u00edpulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ah\u00ed tienes a tu hijo<\/em>. Luego dice al disc\u00edpulo: Ah\u00ed tienes a tu madre<\/em>\u00ab. El disc\u00edpulo es confiado como hijo a su propia madre, y la madre es el regalo p\u00f3stumo que recibe el disc\u00edpulo. Desde aquella hora, la madre de Jes\u00fas pertenece al disc\u00edpulo fiel; entra a formar parte de su casa y de su mundo.
\nEs necesario el total despojo y desprendimiento del Hijo para que Mar\u00eda empiece a realizar el misterio de la maternidad universal, que es el fruto fecundo del sufrimiento de Jes\u00fas. Despojado de todo, desnudo sobre la cruz a\u00fan posee algo de valor inmenso: una madre. Junto con su vida al Padre, entrega al disc\u00edpulo y en \u00e9l a toda la humanidad, a su propia madre. En la cruz se produce el maravilloso intercambio. No se trata de una simple sustituci\u00f3n, sino de una incorporaci\u00f3n real: comenzamos a ser hijos en el Hijo.
\nJes\u00fas no dice a Mar\u00eda: \u00ab\u00e9ste es tambi\u00e9n<\/em> tu hijo\u00bb, como si la humanidad pecadora y salvada en su sangre se a\u00f1adiera ahora como un sumando m\u00e1s. Mar\u00eda, que est\u00e1 ofreciendo y entregando su hijo al Padre, renuncia a Jes\u00fas y acepta comoen su lugar<\/em> a toda la humanidad representada en Juan. Es como si Jes\u00fas le dijera: \u00abes a esta humanidad a la que en adelante debes considerar tu hijo\u00bb. Si, en Nazaret, Mar\u00eda tiene que acoger a su hijo no s\u00f3lo en su seno sino tambi\u00e9n en la fe y tiene que dejarse habitar por la Palabra de Dios, en el Calvario la prueba es a\u00fan mayor: en el disc\u00edpulo tiene que aceptar ser madre de la humanidad entera. Aceptar a Juan como hijo, es aceptar a todos los hombres con todo el peso del pecado.
\nElla no puede substraerse a esta nueva tarea. Representa el testamento y la \u00faltima voluntad de su hijo. Que Jes\u00fas en la cruz la entregue al disc\u00edpulo y le imponga ser madre de todos los hombres, no es algo de libre opci\u00f3n sino de obligado cumplimiento. Mar\u00eda ha de aceptar al disc\u00edpulo como hijo y \u00e9ste tiene que acogerla como madre en su casa. Su amor de madre ha de continuar sobre todos aquellos que \u00c9l ha amado y ama. Y Mar\u00eda pronuncia un nuevo \u00abfiat\u00bb, abandon\u00e1ndose de nuevo en la voluntad de Dios.
\nAl pie de la cruz, Mar\u00eda queda configurada con este misterio. Con el mismo amor y la misma fe que acoge a Jes\u00fas en Bel\u00e9n, acoge ahora a la comunidad de los pecadores que, por mandato de su hijo, sin pedirle ni siquiera su consentimiento, se convierten en hijos suyos. La misma bondad y misericordia que hab\u00eda manifestado \u00c9l hacia los humildes, los sencillos, los pecadores, tendr\u00e1 que seguir derramando ella. En adelante, cada uno de ellos ser\u00e1 hijo suyo, lo mismo que lo fue Jes\u00fas. Es madre de Jes\u00fas para hacerse madre de los hombres. Ante la cruz del Hijo comienza la hora de la madre.
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\nCentramos nuestra oraci\u00f3n especialmente en las palabras que Jes\u00fas dirige a su madre desde el monte del amor. Damos a gracias al Se\u00f1or por el regalo de su propia madre. Le pedimos que nos ense\u00f1e a amarla como \u00e9l la am\u00f3 y que nos ayude a tenerla siempre en nuestra casa; a tenerla como madre y maestra, que nos ense\u00f1a el camino del seguimiento y que nos gu\u00eda en medio de todas las dificultades.
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\nJunto a Mar\u00eda, contemplamos la agon\u00eda de Jes\u00fas. Intentemos mirar a Jes\u00fas en el madero de la cruz con los ojos de Mar\u00eda. Nos unimos a sus sentimientos y a su inmenso sufrimiento. Y escuchemos con sus mismos o\u00eddos las palabras del Hijo amado, Dejemos que penetren en nuestro coraz\u00f3n y sint\u00e1mosla madre, como la sinti\u00f3 Jes\u00fas. Y como el disc\u00edpulo acoj\u00e1mosla en nuestra casa.
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