{"id":7791,"date":"2009-01-01T00:00:07","date_gmt":"2008-12-31T22:00:07","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7791"},"modified":"2009-01-01T00:00:07","modified_gmt":"2008-12-31T22:00:07","slug":"volver-a-los-jovenes","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/volver-a-los-jovenes\/","title":{"rendered":"Volver a los j\u00f3venes"},"content":{"rendered":"
Jos\u00e9 Luis Moral es profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Selesiana de Roma.<\/strong> JOS\u00c9 LUIS MORAL<\/p>\n Jos\u00e9 Luis Moral es profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Selesiana de Roma. S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Quiz\u00e1s el primer desaf\u00edo que propone el documento del Cap\u00edtulo General 26 de los Salesianos sea precisamente: volver a los j\u00f3venes. El autor ofrece una reflexi\u00f3n personal partiendo de la misma significaci\u00f3n del verbo volver, que al situarlo […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1280,7,94],"tags":[],"class_list":["post-7791","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-384_385","category-jose-luis-moral","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7791","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7791"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7791\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7791"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7791"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7791"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nQuiz\u00e1s el primer desaf\u00edo que propone el documento del Cap\u00edtulo General 26 de los Salesianos sea precisamente: volver a los j\u00f3venes. El autor ofrece una reflexi\u00f3n personal partiendo de la misma significaci\u00f3n del verbo volver, que al situarlo en relaci\u00f3n con la evangelizaci\u00f3n y los j\u00f3venes, indica la necesidad de iniciar y repensar la praxis pastoral con y desde los j\u00f3venes, contemplando en ellos la historia de Dios y sellando con ellos una nueva alianza educativa.
\n
\nHay quienes piensan, con raz\u00f3n, que el ser humano de nuestros d\u00edas vendr\u00eda a ser una especie de sempiterno trotamundos que, con frecuencia, olvida el destino de sus viajes; no le quedar\u00eda entonces otro remedio que tornar al punto de partida para averiguar a d\u00f3nde se dirig\u00eda. Pero nunca resulta f\u00e1cil volver sobre los propios pasos.
\nDespu\u00e9s del concilio Vaticano II, en la Iglesia, fueron habituales los procesos de vuelta a los or\u00edgenes y a\u00fan ahora diversos grupos eclesiales siguen en el empe\u00f1o. El \u00faltimo Cap\u00edtulo General de la Congregaci\u00f3n Salesiana, celebrado en el pasado mes de abril, se coloc\u00f3 en tal direcci\u00f3n con el objetivo concreto de \u00abvolver a Don Bosco\u00bb y, evitando el peligro de un simple \u00abtirar para atr\u00e1s\u00bb, lo defini\u00f3 como \u00abvolver a los j\u00f3venes\u00bb para evangelizar con todas las consecuencias que los dos t\u00e9rminos en juego \u2013j\u00f3venes y evangelizaci\u00f3n\u2013 comportan.
\nNo es el caso de analizar el citado acontecimiento; en cambio, s\u00ed que es emblem\u00e1tica para la pastoral juvenil la cuesti\u00f3n del ir y volver a los j\u00f3venes, <\/em>sobre la que me detengo en las l\u00edneas que siguen. Y lo hago metiendo en relaci\u00f3n tres acepciones del verbo volver (tornar al lugar del que se parti\u00f3, volver en s\u00ed, salir en defensa)<\/em> con otros tantos ejes pastorales referidos a los j\u00f3venes, la evangelizaci\u00f3n y los animadores; de resultas, identifico ese ir y volver a los j\u00f3venes con: 1\/ Repensar con y desde las nuevas generaciones; 2\/ Contemplar en los j\u00f3venes la historia de Dios; 3\/ Firmar una nueva alianza educativa con ellas y ellos[1]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\nEl primer significado de volver<\/em> viene resumido en los diccionarios como \u00abir al lugar de donde se sali\u00f3\u00bb. Est\u00e1 fuera de duda que la pastoral juvenil inicia en y con los j\u00f3venes. Al respecto, si la teolog\u00eda en general se preocupa de la correlaci\u00f3n entre la experiencia cristiana y aquella de las mujeres y hombres contempor\u00e1neos, la diferencia espec\u00edfica de la pastoral<\/em> \u2013frente a la forma de proceder del resto de las reflexiones y disciplinas teol\u00f3gicas\u2013 ata\u00f1e a la vida como punto de partida: en nuestro caso, la existencia concreta de los j\u00f3venes y de la comunidad cristiana es el \u00ablugar teol\u00f3gico\u00bb por excelencia para escuchar y comprender tanto la palabra inmediata<\/em> de Dios como la respuesta eclesial m\u00e1s adecuada a la misma.
\nPor eso, con la pastoral juvenil no se trata inicialmente de pensar a la luz de la Biblia o de la Tradici\u00f3n, ni de organizar doctrinas que transmitir, etc.; casi cabr\u00eda decir que lo contrario: es desde el contacto directo con los j\u00f3venes, con el bagaje de sus esperanzas y frustraciones, anhelos y contradicciones\u2026 desde donde se ha de (re)pensar la misma Escritura \u2013junto a la Tradici\u00f3n\u2013 y c\u00f3mo anunciarles la salvaci\u00f3n, el \u00abevangelio\u00bb o las buenas noticias de parte de Dios.
\nAhora bien, ir y volver a los j\u00f3venes no tiene nada que ver con \u00abandar de visita\u00bb para despu\u00e9s volver a nuestra casa; significa residir<\/em> en su mundo, es decir, habitar a la intemperie o en los refugios de la cultura y sociedad hodiernas. No podemos inventarnos cobijos que, m\u00e1s o menos, nos a\u00edslen del particular momento hist\u00f3rico decambio epocal <\/em>que vivimos, antes al contrario, debemos asumir el actual estado de conciencia del ser humano[2]<\/a>.
\nEn este sentido, los j\u00f3venes no son un problema para las instituciones y comunidades eclesiales, por m\u00e1s que algunas quieran escabullirse por esa falsa puerta, sino un desaf\u00edo y una oportunidad: las nuevas generaciones son una ocasi\u00f3n inmejorable para repensar la experiencia cristiana, para correlacionarla creativamente con la existencia humana (adecu\u00e1ndola a los dinamismos antropol\u00f3gicos) y, en fin, para reconstruir la \u00abpr\u00e1ctica religiosa\u00bb.
\nHay que superar, pues, la l\u00f3gica del \u00abj\u00f3venes igual a problema\u00bb (si nos atuvi\u00e9ramos a ella, quiz\u00e1 terminar\u00edamos reconociendo que el problema somos nosotros; pero a poco o nada servir\u00eda argumentar con tal perspectiva). Dicha superaci\u00f3n, en primer lugar, pasa por sentir con y repensar desde los j\u00f3venes y, despu\u00e9s, por encarar los desaf\u00edos que nos plantean.
\nVolver a los j\u00f3venes,<\/em> entonces, supone ir m\u00e1s all\u00e1 del \u00abhablar de\u00bb hacia el \u00abhablar con\u00bb las chicas y los chicos; para tratar, posteriormente, de sentir con los j\u00f3venes, o sea, para ser en verdad compasivos (<\/em>patire cum<\/em>),<\/em>dej\u00e1ndonos guiar no tanto por una raz\u00f3n calculadora<\/em> cuanto por la \u00abraz\u00f3n compasiva\u00bb o ese intellectus misericordiae<\/em> (J. Sobrino) capaz de sufrir con ellos su condici\u00f3n de v\u00edctimas. M\u00e1s que culpables, en efecto, las nuevas generaciones ni tan siquiera representan la cl\u00e1sica imagen del futuro: constituyen, sobre todo, un fiel reflejo de los disparates presentes de nuestra sociedad y, siendo uno de sus grupos m\u00e1s desprotegidos, padecen las consecuencias m\u00e1s injustas de la crisis com\u00fan que vivimos.
\nAqu\u00ed est\u00e1 el quid <\/em>de la cuesti\u00f3n: la humanidad camina hacia unas configuraciones culturales, sociales, econ\u00f3micas, pol\u00edticas y religiosas de una novedad tan radical como para romper los esquemas de los que hasta ahora nos serv\u00edamos para entender la vida. Es as\u00ed como se est\u00e1 fraguando culturalmente una nueva manera humana de ser y vivir en el mundo. Y no es posible dar marcha atr\u00e1s (\u00a1son demasiados a\u00f1os de incubaci\u00f3n!). Pues bien, a poco que se piense, ya disponemos de una anticipaci\u00f3n de resultados acerca del \u00abnuevo hombre\u00bb que est\u00e1 naciendo: el rostro y la vida de los j\u00f3venes son esa imagen adelantada.
\nVivimos en un momento de transici\u00f3n entre un orden agrietado por todas partes y un nuevo orden del que por ahora s\u00f3lo conocemos la superficie; un orden sin fondo. De ah\u00ed la inseguridad y hasta la angustia: nos resulta poco menos que imposible descubrir y afirmar el \u00absentido del todo\u00bb como unidad del hombre y del mundo. Y los mayores encaramos un \u00e9xodo<\/em> as\u00ed con grandes dosis de disimulo e intentos desesperados por ocultar la inseguridad. En cambio, los j\u00f3venes se lanzan a tumba abierta en la b\u00fasqueda de sentido para ese \u00abnuevo hombre\u00bb \u2013cuyo esqueleto ya es el suyo\u2013, sufriendo como nadie los dolores que lleva consigo una transformaci\u00f3n de semejante \u00edndole.
\nSe mire por donde se mire, los j\u00f3venes<\/em> no son un problema sino un desaf\u00edo<\/em> y una oportunidad. <\/em>Hablando propiamente, no hay tanto problemas o cuestiones juveniles cuanto problemas y contradicciones sociales (religiosas o eclesiales) que se reflejan o condensan en los j\u00f3venes. En esta \u00f3ptica, la cara principal de tal reflejo o condensaci\u00f3n reside en el desaf\u00edo y hasta en la provocaci\u00f3n que estimula a encarar esos problemas de la sociedad o de la religi\u00f3n que los chicos y las chicas ponen en (particular) evidencia. Respecto a la Iglesia cat\u00f3lica y sus instituciones o congregaciones religiosas, en nuestro caso concreto \u2013y am\u00e9n de representar por excelencia elrecurso<\/em> que confirma o niega futuro a todas ellas\u2013, las nuevas generaciones constituyen una \u00f3ptima oportunidad para repensar la experiencia y vocaci\u00f3n cristianas.
\nConcretamente, encarar la situaci\u00f3n de la fe y de la religi\u00f3n para pensarlas desde<\/em> y pensarlas para<\/em> los j\u00f3venes exige tomar conciencia de que no es f\u00e1cil llegar a convencerse de que muchas de las cosas que el joven piensa o hace no las entiende el que no es joven sino despu\u00e9s de un profundo proceso de simpat\u00eda<\/em> y compasi\u00f3n,<\/em> en el que no es infrecuente quedarse a medio camino, es decir, en formas m\u00e1s o menos solapadas de paternalismo<\/em> o simpleapenamiento.<\/em>
\n <\/p>\n\n
\nExiste una acepci\u00f3n m\u00e1s particular del verbo que traemos entre manos. Me refiero al \u00abvolver en s\u00ed\u00bb que remite a recobrar el conocimiento tras cualquier momento de confusi\u00f3n. Volver a los j\u00f3venes<\/em> tambi\u00e9n puede ser interpretado en este sentido, entrelazando dicho retorno con la tarea de la evangelizaci\u00f3n.
\nPor descontado que lo afirmado respecto a la necesidad de repensar con y desde los j\u00f3venes ni pretende ni puede asociarse a claudicar o perder nuestra propia identidad. Al respecto y frente a las pretensiones de sentido (\u00bfsalvador?) de nuestra mercantil y consumista sociedad, el cristianismo es lo que es. Ni podemos edulcorarlo ni diluirlo con peque\u00f1as componendas, so pretexto de facilitar una primera digesti\u00f3n. Anunciar la fe a los j\u00f3venes no es cuesti\u00f3n de camelo o mero proselitismo, tanto menos de negar su propia responsabilidad en las opciones que toman. Ahora bien, siempre se trata de comunicar una buena noticia,<\/em> por m\u00e1s que revuelva<\/em> los humores ego\u00edstas e individualistas que destila nuestra sociedad; por eso mismo, tampoco ha de transmitirse con esquemas o lenguajes premodernos sino adquirir la carne de las mujeres y hombres \u2013de los j\u00f3venes\u2013 de hoy, esto es, resultar cre\u00edble y significativa, capaz de sintonizar con su estado de conciencia, por excesivas que sean las interferencias.
\nVolver a los j\u00f3venes<\/em> nos exige, en principio, establecer una sinton\u00eda comunicativa que requiere el esfuerzo de definir qu\u00e9 cristianismo, qu\u00e9 Iglesia, qu\u00e9 comunidades y qu\u00e9 generaciones nuevas de cristianos corresponden a nuestro tiempo.
\nEl Vaticano II reconoci\u00f3 la necesidad y obligaci\u00f3n de vivir y expresar la experiencia religiosa cat\u00f3lica con categor\u00edas propias de la cultura moderna. A estas alturas, no s\u00f3lo parece haberse estancado el acercamiento cultural al mundo moderno, sino que retornan las preocupaciones por cerrar filas<\/em> y afirmar la identidad a base de repetir las certezas<\/em> de siempre; quiz\u00e1 dejando para un segundo momento la sinton\u00eda con los anhelos de los hombres y mujeres, de los j\u00f3venes contempor\u00e1neos.
\nDe igual modo, el Concilio fue consciente de que \u201cel futuro de la humanidad estaba en manos de quienes supieran dar a las generaciones venideras razones para vivir y esperar\u201d (GS 31), por eso quiso aclarar c\u00f3mo el mensaje de la Iglesia conectaba \u201ccon los deseos m\u00e1s profundos del coraz\u00f3n humano cuando reivindica la dignidad de la vocaci\u00f3n del hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de su destino m\u00e1s alto. Su mensaje, lejos de empeque\u00f1ecer al ser humano, infunde luz, vida y libertad para su progreso\u201d (GS 21).
\nInfelizmente, por el momento, no parece que la Iglesia se encuentre en grado de infundir a los j\u00f3venes esa \u00abluz, vida y libertad\u00bb de que habla la Gaudium et spes<\/em>. Entre otras cosas, porque apenas si suscita inter\u00e9s entre muchos de ellos: a sus ojos, aparece como una instituci\u00f3n un tanto antigua. La irrelevancia de la imagen de Iglesia, al decir de no pocos analistas, va unida al exceso e ininteligibilidad de sus palabras o a los anacronismos que subsisten en su organizaci\u00f3n interna. Con tino, termina por preguntarse F.J. Carmona \u201csi la relaci\u00f3n que la Iglesia mantiene con la juventud, m\u00e1s que fruto del secularismo militante y la postmodernidad, es consecuencia de aferrarse a un proyecto concreto de Iglesia\u201d[3]<\/a> que le impide encarnarse en nuestro tiempo.
\nRestablecer la sinton\u00eda se une estrechamente a la cuesti\u00f3n precedente del repensar con y desde los j\u00f3venes. Claro est\u00e1 que imaginar y repensar desde otro punto de vista distinto del nuestro<\/em> (confundido f\u00e1cilmente como \u00abel punto\u00bb de vista \u00fanico) no es nada f\u00e1cil. Pero, sin desentendernos de las inconsistencias y contradicciones juveniles, \u00bfqu\u00e9 otro aviso nos mandan las nuevas generaciones, en primera instancia, con su despreocupaci\u00f3n, desinter\u00e9s o desconocimiento\u2026 sino el recado de que \u00abla cosa nuestra no va con ellos\u00bb? Por lo dem\u00e1s, existe una cuesti\u00f3n previa a esa de que los j\u00f3venes est\u00e9n de acuerdo o rechacen \u00ablo nuestro\u00bb, esto es, el problema de si entienden o menos lo que decimos y la experiencia que proponemos. Tantas veces s\u00f3lo se trata de esto \u00faltimo y, en consecuencia, ni que decir tiene que no se plantean la cuesti\u00f3n del rechazo.
\nEn fin, dando por descontado que el cristianismo \u2013sin querer separar o contraponer\u2013 es una experiencia<\/em> que se transforma en anuncio,<\/em> y no tanto un mensaje o unos contenidos con los que construir experiencias, todos nos preguntamos: \u00bfpor qu\u00e9 la evangelizaci\u00f3n de los j\u00f3venes atraviesa una crisis tan grave? \u00bfD\u00f3nde radican esencialmente las razones de la misma: en los evangelizadores, en los j\u00f3venes o en la propia estructura y desarrollo de la evangelizaci\u00f3n?
\nNo se trata de buscar culpables y me atrevo a decir que tampoco llevan raz\u00f3n, por m\u00e1s que las voces se multipliquen en tal direcci\u00f3n, quienes aseguran que la pastoral juvenil nacida a la luz del concilio Vaticano II ya no funciona, por lo que \u2013a\u00f1adir\u00edan \u00e9stos\u2013 se ha de volver a la aut\u00e9ntica evangelizaci\u00f3n, esto es: termin\u00f3 el tiempo de los juegos experimentales, de la simple educaci\u00f3n antropol\u00f3gica o socio-cultural; s\u00f3lo el encuentro con Cristo nos permitir\u00e1 se\u00f1alizar adecuadamente el camino de una evangelizaci\u00f3n verdadera y expl\u00edcita de los j\u00f3venes.
\nDebemos reconocer que a ninguno resulta c\u00f3modo asumir las dificultades y la complejidad derivadas del pluralismo, en particular, cuando nos exigen admitir que no siempre la praxis propuesta conducir\u00e1 a la construcci\u00f3n de la identidad cristiana que deseamos; tambi\u00e9n es cierto que, a veces, la pastoral juvenil muestra algunas carencias inquietantes como, por ejemplo, la falta de organicidad y continuidad o la multiplicaci\u00f3n de iniciativas sin aclarar su finalidad dentro de los procesos de educaci\u00f3n a la fe.
\nSin embargo, existe una cuesti\u00f3n previa y central que determina la orientaci\u00f3n que debemos dar a la pastoral juvenil. Ya la introduje en el inicio del ep\u00edgrafe la primera parte de la misma \u2013\u00bfqu\u00e9 cristianos, qu\u00e9 Iglesia, etc., queremos?\u2013;<\/em> la segunda parte del interrogante es todav\u00eda m\u00e1s obvia: \u00bfqu\u00e9 nuevas generaciones de cristianos\u2026 habida cuenta de la cultura y sociedad o del actual estado de conciencia del ser humano de nuestros d\u00edas?<\/em>
\nPablo VI se\u00f1alaba en la Evangelii nuntiandi<\/em> otras tres \u00abpreguntas inquietantes\u00bb relativas a la evangelizaci\u00f3n: \u201c[1] \u00bfQu\u00e9 eficacia tiene en nuestros d\u00edas la energ\u00eda escondida de la Buena Nueva, capaz de sacudir profundamente la conciencia del hombre? [2] \u00bfHasta d\u00f3nde y c\u00f3mo esta fuerza evang\u00e9lica puede transformar verdaderamente al hombre de hoy? [3] \u00bfCon qu\u00e9 m\u00e9todos hay que proclamar el Evangelio para que su poder sea eficaz?\u201d (EN 4).
\nPor descontado que la referencia a la persona de Jesucristo, conforme a la fe de la Iglesia, constituye la experiencia central a la hora de reorganizar la pastoral juvenil. Esto afirmado, retornan los interrogantes de Pablo VI: los dos primeros deben permitirnos entender adecuadamente la relaci\u00f3n del trinomio \u00abJes\u00fas-J\u00f3venes-Iglesia\u00bb; pero al final y por bien ordenado que tengamos el asunto, el tercer interrogante puede descolocarlo todo\u2026 de no acertar con los procesos y el m\u00e9todo.
\nTelegr\u00e1ficamente y con no poco de (obligada) simplificaci\u00f3n, existir\u00edan tres soluciones al problema de los procesos educativos y del m\u00e9todo en la pastoral juvenil, teniendo presente que la meta de los mismos est\u00e1 en la respuesta que cada joven debe dar al don de Dios, a la fe o a la salvaci\u00f3n que se nos ofrece en Jesucristo: 1\/ No hay m\u00e1s respuesta posible que la expl\u00edcitamente religiosa, organizada conforme a las exigencias de la Iglesia; 2\/ Sirven todas las respuestas honestas que tratan de dar un profundo sentido humano a la vida, puesto que tal sentido conforma impl\u00edcitamente una verdadera y propia respuesta religiosa; 3\/ Tanto las ciencias humanas \u2013en particular, los nuevos conocimientos antropol\u00f3gicos\u2013 como la situaci\u00f3n cultural, empujan hacia una respuesta que, inicialmente, debe construirse en torno a la cualidad y sentido de la vida (humanizaci\u00f3n)<\/em> hasta adquirir despu\u00e9s la m\u00e1xima densidad religiosa posible, es decir, hasta \u00absaltar\u00bb desde el sentido a la salvaci\u00f3n<\/em> vivida en una comunidad eclesial.
\nNi que decir tiene que la opci\u00f3n intermedia, la tercera, constituye no s\u00f3lo la v\u00eda de evangelizaci\u00f3n m\u00e1s ajustada a la situaci\u00f3n hist\u00f3rica sino tambi\u00e9n el mejor modo de confirmar el anhelo de volver a los j\u00f3venes<\/em> y tomar en serio la realidad de sus vidas.
\nAteni\u00e9ndonos al \u00abprincipio Encarnaci\u00f3n\u00bb y parafraseando a E. Schillebeeckx, los j\u00f3venes son la historia de Dios: si, volviendo a las palabras de la Evangelii nuntiandi,<\/em> queremos sacudir profundamente su conciencia y transformar su existencia con el Evangelio, por un lado, hemos de reformular la experiencia cristiana para que resulte cre\u00edble; por otro, hay que entretejerla con los dinamismos del crecimiento y maduraci\u00f3n de las personas.
\nAmbos aspectos confluyen en el tema de la comunicaci\u00f3n,<\/em> m\u00e1xime en el caso de las nuevas generaciones para las cuales, seg\u00fan todos los indicios a disposici\u00f3n, la cuesti\u00f3n de la fe y de la Iglesia b\u00e1sicamente consiste en que no entienden cuanto decimos con la primera (fe) y tampoco lo que hacemos en la segunda (Iglesia). Pensar la evangelizaci\u00f3n como comunicaci\u00f3n no equivale a fijar un punto de vista exclusivo ni, mucho menos, excluyente; sin embargo, proponer dicha clave interpretativa ofrece la posibilidad de concretar la \u00abvuelta a los j\u00f3venes\u00bb con tres implicaciones fundamentales: 1\/ La exigencia de entrelazar l\u00f3gica y profundamente la experiencia cristiana con la de los j\u00f3venes, en el contexto de la llamada era de la comunicaci\u00f3n; 2\/ La obligaci\u00f3n de reconocer el significado y peso decisivos de la cultura en la educaci\u00f3n a la fe; 3\/ La posibilidad de individuar una raz\u00f3n determinante para comprender y afrontar el progresivo alejamiento de la Iglesia por parte de las nuevas generaciones[4]<\/a>.
\nPor lo dem\u00e1s, si el lenguaje es esencial para la comunicaci\u00f3n y la comunidad humana, no lo es en menor medida para la relaci\u00f3n entre los hombres y Dios. Hubo un tiempo (largo, demasiado largo para que no sintamos a\u00fan el lastre que nos dej\u00f3) en que el lenguaje creyente era oscuro y m\u00e1s bien incomprensible, cuando no autoritario: el car\u00e1cter inefable del ser divino, m\u00e1s que narrarse con palabras comprensibles, se expresaba a trav\u00e9s de conceptos metaf\u00edsicos y abstractos. Ahora, sin embargo, somos ya conscientes de que la palabra de Dios no es una palabrasobrenatural <\/em>(divina) sino un lenguaje natural (humano).
\nEsa consciencia nos obliga a confrontarnos continuamente con la cultura, puesto que para comunicar el \u00abmisterio salvador de Dios\u00bb nos servimos de s\u00edmbolos, conceptos, formas y palabras que se leen y remiten a modos culturales<\/em> de sentir, pensar y actuar propios de cada tiempo. Repetir literal o pasivamente la experiencia cristiana, sin hacerla viva y comprensible en la historia y cultura del momento, ser\u00eda secarla o condenarla al ostracismo.
\nEn fin, nunca hemos de olvidar una de las ra\u00edces esenciales de la falta de entendimiento y hasta de divorcio entre la Iglesia y la sociedad (occidental) contempor\u00e1nea que, por otra parte, m\u00e1s determina el desinter\u00e9s de los j\u00f3venes respecto a la religi\u00f3n: la fe cristiana sigue vivi\u00e9ndose y narr\u00e1ndose bajo formas, lenguajes, estructuras y s\u00edmbolos antiguos, dif\u00edciles de entender y m\u00e1s dif\u00edciles a\u00fan de asumir por parte de las mujeres y hombres modernos; quienes \u2013a su vez\u2013 asientan sus vidas sobre bases innegables de historicidad, autonom\u00eda, libertad y democracia.
\n <\/p>\n\n
\nTermino considerando una acepci\u00f3n literaria del verbo volver, aqu\u00e9lla que lo refiere al \u00absalir en defensa o en ayuda de alguien\u00bb. Salta a la vista que ir a los j\u00f3venes,<\/em> a fin de cuentas, ha de equivaler a volver por ellos y ellas,<\/em> esto es, a defenderlos, a restituirles la vida y la esperanza que entre todos les estamos robando.
\nLa despreocupaci\u00f3n con la que nuestra cultura y sociedad se relaciona con las nuevas generaciones exige un cambio de direcci\u00f3n[5]<\/a>, es decir, debemos \u00abpre\u2013ocuparnos\u00bb y ocuparnos seriamente de ellas: los j\u00f3venes han dedominar<\/em> nuestro pensamiento y ser los compa\u00f1eros permanentes de nuestra acci\u00f3n. Pre\u2013ocuparnos <\/em>o tenerlos siempre previamente en cuenta, en primer lugar, para repensar todo, nuestra vida incluida, \u00abdesde\u00bb los j\u00f3venes. Y, en segundo lugar, ocuparnos <\/em>de los j\u00f3venes, sentir y actuar \u00abcon\u00bb y \u00abpara\u00bb ellos.
\nLas palabras precedentes resumen el ep\u00edgrafe inicial de estas reflexiones. Si la respuesta a las mismas pasaba, en principio, por \u00abcentrar<\/em> la experiencia cristiana\u00bb (ep\u00edgrafe 2), ahora corresponde entender que volver a los j\u00f3venes<\/em>comporta \u00abdescentrar<\/em> la vida personal y comunitaria\u00bb.
\nEn efecto, la realidad actual exige una pastoral juvenil donde repensemos la experiencia cristiana para, con y desde los j\u00f3venes. Lo cual puede desconcertarnos, pero recuperar el sosiego no nos exime del obligatoriodescentrarnos,<\/em> poni\u00e9ndonos con todas las consecuencias al servicio de los j\u00f3venes.
\nTal empe\u00f1o, realizado a trav\u00e9s de procesos educativos sin los que resultar\u00eda poco menos que imposible comunicar la Buena Noticia, pasa por una nueva alianza<\/em> con la que sellar la acogida incondicional de los j\u00f3venes. M\u00e1s que amor, alianza: mientras que el amor o la caridad acent\u00faan el protagonismo de quienes quieren, la palabra alianza \u2013adem\u00e1s de las resonancias b\u00edblicas\u2013 desplaza el acento a la reciprocidad de la relaci\u00f3n \u2013conjugando tanto el amor como el respeto y el derecho a la diferencia de aquellos a quienes amamos\u2013, al tiempo que subraya el v\u00ednculo y el compromiso. Antes de nada, hemos de ponernos gratuita e incondicionalmente de parte de los j\u00f3venes: lo mismo que Dios promete \u00abestar con\u00bb su pueblo, pese a la infidelidad con que Israel vive la alianza, as\u00ed hemos de estar \u00abcon y de parte\u00bb de los j\u00f3venes.
\nEn consecuencia, una alianza educativa<\/em> para no s\u00f3lo subrayar la fidelidad al pacto sino tambi\u00e9n para serescrupulosos con la identidad y autonom\u00eda del \u00abhecho educativo\u00bb[6]<\/a>.
\nAntes de nada, la idea de educar jam\u00e1s puede ser sin\u00f3nimo de modelar a las nuevas generaciones e inculcarles nuestros mejores ideales. As\u00ed que, en principio y estando como est\u00e1n las cosas, hemos de revisar a fondo los conceptos de educaci\u00f3n e instrucci\u00f3n, distinguirlos y hasta separarlos cuidadosamente. Afirmando, por descontado, su complementariedad, pero desenmascarando la perniciosa confusi\u00f3n de entender la educaci\u00f3n con la misma \u00f3ptica de la instrucci\u00f3n.
\nEl verbo trasvasar y la acci\u00f3n del trasvase funciona en el aprendizaje, pero no en la educaci\u00f3n. Mientras que en la instrucci\u00f3n o \u201cen la ense\u00f1anza siempre hay algo que se traspasa desde uno que sabe a otro que ignora, desde uno que tiene a otro que carece, desde quien da a quien recibe; en la educaci\u00f3n no. Entonces \u2013se pregunta J.L. Corzo\u2013, \u00bfcon qu\u00e9 verbos nos educamos? \u00a1Con los intransitivos!: vivir, crecer, aumentar, salir, surgir, florecer, fructificar, relacionarse\u2026 Con ellos cambia completamente la acci\u00f3n educadora y se comprende mejor que nos educamos juntos y, sobre todo, que nadie educa a nadie\u201d[7]<\/a>, <\/em>porque nadie crece a nadie, ni le surge, ni le florece, ni le desarrolla\u2026, ni le educa.
\nFue P. Freire a dejarlo claro: \u201cNadie educa a nadie, as\u00ed como tampoco nadie se educa a s\u00ed mismo, los hombres se educan en comuni\u00f3n, mediatizados por el mundo\u201d[8]<\/a>. Nos educamos juntos \u00abmediatizados por el mundo\u00bb: la realidad reclama nuestra relaci\u00f3n con ella y es ah\u00ed donde nos jugamos todos el crecimiento y desarrollo personal. En el fondo, es la realidad vivida la \u00fanica que de verdad puede ser nuestra educadora. Nos educamos juntos, pues, afrontando los desaf\u00edos de la vida colectiva; de ese modo, cada cual va construyendo, va creciendo como persona al descubrir, confirmar o reelaborar las relaciones implicadas en la realidad que envuelve nuestra existencia.
\nLa educaci\u00f3n no es algo que se da y se recibe. Nos constituimos y nos construimos como personas, por as\u00ed decirlo, en las relaciones que instauramos con los otros y con las cosas. El desarrollo vital humano depende del crecimiento ligado a esas relaciones que establecemos con la realidad, al c\u00f3mo la afrontamos, al modo en qu\u00e9 nos afectan aquellas referencias visibles y conscientes con las que tejemos libremente nuestra existencia, o a las otras ocultas y hasta inconscientes. Florecemos o nos marchitamos seg\u00fan nos relacionamos m\u00e1s y mejor, con m\u00e1s o menos realidades. La educaci\u00f3n, al igual que la posibilidad de ser educador o educadora, pasa por suscitar la conciencia de todas esas relaciones, para asumirlas y responder a ellas, es decir, para ser responsables a la hora de nombrarlas y reinterpretarlas.
\nY\u2026 \u00a1nos educamos aqu\u00ed y ahora, con los desaf\u00edos actuales de la vida colectiva! Por eso mismo, la educaci\u00f3n se juega en el modo de asumir el pluralismo de nuestros d\u00edas, en c\u00f3mo la religi\u00f3n justifica su colocaci\u00f3n en el contexto de una sociedad laica y democr\u00e1tica, en la tarea el de repensar la fe y experiencia cristianas, ahondando en las intuiciones del Vaticano II y tornando a la profunda actitud de di\u00e1logo con el mundo que caracteriz\u00f3 la asamblea conciliar. S\u00f3lo as\u00ed afrontaremos con seriedad la cuesti\u00f3n a la base del ir y volver a los j\u00f3venes: \u00bfqu\u00e9 cristianos, qu\u00e9 Iglesia, qu\u00e9 comunidades y qu\u00e9 nuevas generaciones de cristianos\u2026 queremos, <\/em>habida cuenta del actual estado de conciencia del ser humano?
\n\u00abLas circunstancias de la vida del hombre moderno en el aspecto social y cultural han cambiado profundamente, tanto que se puede hablar con raz\u00f3n de una nueva \u00e9poca de la historia de la humanidad\u00bb (GS 54). Si cabe, las palabras de la Gaudium et spes <\/em>se quedaron cortas. Todos sufrimos una cierta \u00abp\u00e9rdida del hogar\u00bb, pero \u2013a\u00fan con esas\u2013 hemos de conseguir que los j\u00f3venes en la Iglesia logren \u00absentirse en su casa\u00bb.
\n <\/p>\n
\n[1]<\/a> Reelaboro ideas y materiales que ya he publicado dentro de reflexiones m\u00e1s amplias: cf., en particular, J. L. MORAL, \u00bfJ\u00f3venes sin fe? Reconstruir con los j\u00f3venes la fe y la religi\u00f3n, <\/em>PPC, Madrid 2007, 77-94 y 131-150.
\n[2]<\/a> Utilizo la expresi\u00f3n \u00abestado de conciencia del ser humano\u00bb o \u00abestado de conciencia de la humanidad actual\u00bb <\/em>en el sentido que lo hace C. Geffr\u00e9 (evidenciando gr\u00e1ficamente el divorcio entre el hombre de hoy y la fe cristiana): estado<\/em> que, arrancando con la autonom\u00eda e historicidad, incluye una nueva imagen del mundo <\/em>\u2013visto ahora m\u00e1s como historia que como naturaleza y remitiendo a la libertad creativa del hombre –y de ser humano <\/em>\u2013consciente de su valor absoluto y autonom\u00eda, afirmados en un horizonte secular y laico\u2013 (cf. C. GEFFR\u00c9, El cristianismo ante el riesgo de la interpretaci\u00f3n, <\/em>Cristiandad, Madrid 1984, 206 ss.).
\n[3]<\/a> F. J. CARMONA, J\u00f3venes y religi\u00f3n: una revisi\u00f3n hist\u00f3rica de los estudios espa\u00f1oles desde 1935 al 2000, <\/em>en: J. GONZ\u00c1LEZ-ANLEO (DIR.),J\u00f3venes 2000 y religi\u00f3n, <\/em>Fundaci\u00f3n \u00abSanta Mar\u00eda\u00bb, Madrid 2004, 306. Por otro lado, no creo sea necesario reiterar datos bien conocidos acerca del distanciamiento, cada vez mayor, entre los j\u00f3venes la religi\u00f3n y la Iglesia (cf. P. GONZ\u00c1LEZ-BLASCO (DIR.), J\u00f3venes espa\u00f1oles 2005,<\/em>Fundaci\u00f3n \u00abSanta Mar\u00eda\u00bb, Madrid 2006).
\n[4]<\/a> El \u00faltimo Cap\u00edtulo General de la Congregaci\u00f3n Salesiana constata que, al respecto de cuestiones de este g\u00e9nero, para no pocos religiosos \u201cel mundo de los j\u00f3venes resulta dif\u00edcil y lejano, con el temor y la sensaci\u00f3n de no estar adecuadamente preparados para entenderlo. Por otro lado, la dificultad de entender sus lenguajes acent\u00faa la extra\u00f1eza cultural que se puede traducir en distancia f\u00edsica y afectiva\u201d (CG26, 5).
\n[5]<\/a> \u00bfUna sociedad para la que apenas cuentan y que cuenta poco con los j\u00f3venes \u2013se preguntaba recientemente U. Galimberti\u2013, no tiene precisamente ah\u00ed el signo m\u00e1s claro de su decadencia cultural? (cf. U. GALIMBERTI, L\u2019ospite inquietante. Il nichilismo e i giovani, <\/em>Feltrinelli, Milano 2007).
\n[6]<\/a> Reprendo, casi literalmente, cuanto no hace mucho escrib\u00eda aqu\u00ed mismo: cf. J. L. MORAL, \u00abEducar-nos\u00bb como ciudadanos y cristianos responsables, <\/em>\u00abMisi\u00f3n Joven\u00bb 380(2008), 5-17, que, por lo dem\u00e1s, ten\u00eda como base el planteamiento de J. L. Corzo (cf. Educar es otra cosa. Manual alternativo, <\/em>Ed. Popular, Madrid 2007, 53-119)
\n[7]<\/a> J. L. CORZO, Educar es otra cosa, <\/em>0.c., p. 64.
\n[8]<\/a> P. FREIRE, Pedagog\u00eda del oprimido, <\/em>Siglo XXI, Madrid 1992, 90.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"