{"id":7891,"date":"2008-09-01T00:00:55","date_gmt":"2008-08-31T22:00:55","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7891"},"modified":"2008-09-01T00:00:55","modified_gmt":"2008-08-31T22:00:55","slug":"como-ciudadanos-y-cristianos-responsables","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/como-ciudadanos-y-cristianos-responsables\/","title":{"rendered":"como ciudadanos y cristianos responsables"},"content":{"rendered":"
Jos\u00e9 Luis Moral, profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma<\/strong> JOS\u00c9 LUIS MORAL<\/p>\n Jos\u00e9 Luis Moral, profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Una cuesti\u00f3n fundamental aborda este art\u00edculo: qu\u00e9 cristianismo, qu\u00e9 Iglesia, qu\u00e9 comunidades y qu\u00e9 generaciones nuevas de cristianos queremos, que, en otras palabras, significa: c\u00f3mo orientar la praxis cristiana con los j\u00f3venes o, mejor, cu\u00e1l debe ser el […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1245,7,94],"tags":[],"class_list":["post-7891","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-380","category-jose-luis-moral","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7891"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7891"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7891\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7891"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7891"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7891"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nUna cuesti\u00f3n fundamental aborda este art\u00edculo: qu\u00e9 cristianismo, qu\u00e9 Iglesia, qu\u00e9 comunidades y qu\u00e9 generaciones nuevas de cristianos queremos, que, en otras palabras, significa: c\u00f3mo orientar la praxis cristiana con los j\u00f3venes o, mejor, cu\u00e1l debe ser el objetivo y el camino de la pastoral juvenil en la actual situaci\u00f3n socio-cultural. El autor defiende que no es posible imaginar una verdadera pastoral que no se funda con la vivencia de una ciudadan\u00eda activa, empe\u00f1ada en la construcci\u00f3n de una sociedad m\u00e1s humana. Por ello, la pastoral juvenil debe unir profundamente la formaci\u00f3n de ciudadanos y cristianos responsables, es decir, unir los procesos de educaci\u00f3n a la fe con la inserci\u00f3n responsable en la sociedad.
\n
\nH.-G. Gadamer repet\u00eda, con raz\u00f3n, que vivir es \u00abreconstruir construcciones\u00bb. Somos as\u00ed: interpretamos y reinterpretamos, siempre a la busca de comprender y comprendernos. De todos modos, el asunto parece ahora m\u00e1s complicado que nunca. Las profundas transformaciones acaecidas en los \u00faltimos siglos dificultan a la humanidad \u2013en general\u2013 y al cristianismo \u2013en particular\u2013 los procesos para entender el sentido de lo que pasa y nos pasa. En esta perspectiva, los cambios que se suceden desde la Ilustraci\u00f3n hasta nuestros d\u00edas han propiciado un pluralismo de cosmovisiones y culturas con las que no enlazan f\u00e1cilmente la religi\u00f3n y las Iglesias.
\nSobran disquisiciones para reconocer, en concreto, que la religi\u00f3n cat\u00f3lica no se encuentra a gusto en la situaci\u00f3n socio-cultural que vivimos. De resultas, la cuesti\u00f3n fundamental acerca de \u00abqu\u00e9 cristianismo, qu\u00e9 Iglesia, qu\u00e9 comunidades y qu\u00e9 generaciones nuevas de cristianos queremos\u00bb, no termina de encararse con decisi\u00f3n. Peor a\u00fan: el interrogante, a veces, queda reducido a una mera reorganizaci\u00f3n defensiva de la identidad frente a los \u2013reales o imaginarios\u2013 ataques de los muchos enemigos (reales o imaginarios, otra vez) de la religi\u00f3n.
\nCiertamente, formar ciudadanos y cristianos responsables constituye el objetivo fundamental de la acci\u00f3n pastoral de la Iglesia. Sin embargo, la realidad socio-cultural y eclesial no permite una f\u00e1cil definici\u00f3n del mismo.
\n <\/p>\n\n
\nInterpretar y comprender no se resuelven simplemente mirando la realidad que tenemos delante. El presente se configura come una \u00absituaci\u00f3n hermen\u00e9utica\u00bb en tanto que nos encontramos: 1\/ Con un contexto interpretado<\/em> o cuya comprensi\u00f3n depende de una \u00abhistoria de efectos\u00bb o determinaciones que provienen del pasado;<\/em> 2\/ Y con un contexto a reinterpretar, <\/em>pues debe ser entendido en funci\u00f3n de los intereses de futuro<\/em> que persigamos. Por tal motivo, \u201cquien no tiene horizontes [de pasado y de futuro] es un hombre que no ve suficiente y que en consecuencia supervalora lo que le cae m\u00e1s cerca. [\u2026] La tarea de la comprensi\u00f3n hist\u00f3rica incluye la exigencia de ganar en cada caso el horizonte hist\u00f3rico, y representarse as\u00ed lo que uno quiere comprender en sus verdaderas medidas. El que omita este desplazarse al horizonte hist\u00f3rico desde el que habla la tradici\u00f3n estar\u00e1 abocado a malentendidos respecto al significado de los contenidos de aqu\u00e9lla\u201d[1]<\/a>.
\n
\n1.1. <\/strong>\u00bf\u00abContexto interpretado\u00bb o castillos en el aire?<\/strong>
\n
\nEs el nuestro, indudablemente, un \u00abtiempo de crisis\u00bb y de \u00abcambio epocal\u00bb, pero la revoluci\u00f3n viene de lejos. De resultas, nos topamos con un nuevo modelo explicativo general: la modernidad da pie a un proceso cuyas anclas est\u00e1n fijadas en la autonomizaci\u00f3n de la realidad, la radical historicidad de lo humano y una racionalidad antropoc\u00e9ntrica que se despliega libre y creativamente (\u00a1con tantas derrotas y problemas; pero, tambi\u00e9n, con no menos soluciones y conquistas!). En suma, la evoluci\u00f3n hist\u00f3rica de la humanidad y las profundas modificaciones implantadas tanto por las ciencias emp\u00edricas como por las modernas ciencias del hombre, introducen no s\u00f3lo un universo simb\u00f3lico radicalmente distinto del que sirvi\u00f3 para formular la fe y justificar la experiencia cristiana, sino que ponen en marcha un in\u00e9dito paradigma o prototipo interpretativo para comprender la vida humana, esto es, nos hallamos frente a una completa transformaci\u00f3n de los modos de sentir, pensar, valorar y obrar.
\nEl cambio epocal puede representarse gr\u00e1ficamente con la imagen delsalto<\/em> desde una visi\u00f3n est\u00e1tica<\/em> (premoderna) a otra din\u00e1mica (moderna) de la realidad. Ofrec\u00eda la primera una concepci\u00f3n \u00abesencial y abstracta\u00bb donde todo estaba fijado previamente, por lo que cualquier novedad s\u00f3lo pod\u00eda despertar sospechas. Por el contrario, la modernidad nos introdujo en una visi\u00f3n din\u00e1mica:<\/em>la perfecci\u00f3n ya no reside en los inicios sino al final del camino evolutivo y para descubrirla no se ha de mirar tanto hacia atr\u00e1s cuanto orientar los ojos hacia adelante, proyectarse en el futuro.
\nConforme indicaba un poco m\u00e1s arriba, el descubrimiento de la autonom\u00eda y de la historicidad, la afirmaci\u00f3n de la libertad y la secularizaci\u00f3n de las relaciones humanas, etc., propician ese dinamismo que conlleva el acoso y derribo del sistema fijo anterior. Son de sobra conocidos, al respecto, los argumentos concluyentes que fueron mostrando c\u00f3mo las costumbres, las instituciones, la religi\u00f3n o la pol\u00edtica hab\u00edan acumulado un gran n\u00famero de aberraciones, supersticiones y falsos mitos que ensanchaban ciegamente su poder de sometimiento y, sin duda, requer\u00edan una buena poda cuando no una tala de ra\u00edz. Fatalmente, a algunos se les fue la mano en semejante operaci\u00f3n. Los excesos, sin embargo, no invalidan la tarea global de la modernidad propuesta por la raz\u00f3n y libertad humanas que, antes bien, constituye un activo determinante e irreversible, por m\u00e1s que precise de numerosos ajustes para que su configuraci\u00f3n sea aut\u00e9nticamente humana.
\nSimplificando \u2013hasta con una cierta desmesura, en aras de la brevedad\u2013, al final, la mejor carta de identidad de la situaci\u00f3n presente es el pluralismo; algo tan obvio que no vale la pena documentar.
\nIdentificar el actual contexto social y cultural con el pluralismo significa, antes de nada, reconocerlo como soporte o realidad de hecho en la que conviven y hasta rivalizan entre s\u00ed, con naturalidad, distintas visiones del mundo. M\u00e1s a\u00fan: el pluralismo no es fruto de los caprichos de la modernidad, sino resultado de la convergencia y divergencia de numerosos factores particulares, a trav\u00e9s de los cuales termina desvel\u00e1ndose como exigencia enraizada en la naturaleza pluralista de la realidad[2]<\/a>.
\nLo cierto es que la fe y la religi\u00f3n cristianas no se encuentran a gusto en este paisaje pluralista. Lo evidencian las relaciones poco fluidas del catolicismo con el pensamiento y cultura contempor\u00e1neos, las permanentes discusiones y conflictos entre el poder pol\u00edtico y las autoridades religiosas y, lo que a\u00fan es peor, la indiferencia de las j\u00f3venes generaciones ante la Iglesia. En tal sentido, el prop\u00f3sito del \u00faltimo Concilio de ofrecer un rostro vivo y actual de la experiencia cristiana sigue lejos, mientras apremia la urgencia de repensarla y reconstruirla con categor\u00edas y pr\u00e1cticas que recreen la vida y revitalicen la esperanza de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
\nAnte situaciones con semejante cariz, S. Freud nos ense\u00f1\u00f3 que uno de los dinamismos m\u00e1s activos de nuestra vida (ps\u00edquica) consiste en fantasear y construir \u00absue\u00f1os diurnos\u00bb o, mejor, \u00abcastillos en el aire\u00bb; de ese modo, la imaginaci\u00f3n compensa las frustraciones provocadas por la realidad cotidiana. Tras constatar la miseria del presente, esas \u00abenso\u00f1aciones ordinarias\u00bb nos sumergen en el pasado para disponer de sus materiales a gusto del consumidor; despu\u00e9s, basta maniobrar h\u00e1bilmente con ellos para inventar<\/em> la realidad y esbozar un (ilusorio) futuro gratificante. Adem\u00e1s de constituir un reconocido mecanismo individual de defensa, tiene asimismo otra funci\u00f3n, o sea, aqu\u00e9lla de aportar a las instituciones respuestas del pasado a problemas de ahora para los que no encuentran inmediatamente v\u00edas de salida[3]<\/a>.
\nBajo este aspecto, por ejemplo, cuando resulta dif\u00edcil integrar la autonom\u00eda, la historicidad, la democracia o la libertad en la experiencia cristiana, nos seduce la tentaci\u00f3n de apartar tales temas para ocuparnos del \u00abcontenido esencial\u00bb del cristianismo o concentrarnos en las cuestiones referidas a su identidad o a la confesionalidad y presencia p\u00fablica de la Iglesia; de esta manera, terminamos construyendo explicaciones defensivas o en t\u00e9rminos de \u00abp\u00e9rdida\u00bb (\u2026de poder social, de influencia, etc.) hasta plantear las consiguientes \u00abestrategias de reagrupamiento\u00bb o propuestas pastorales de \u00abneo-mantenimiento y reafirmaci\u00f3n catequ\u00edstica\u00bb.
\nCastillos en el aire acaban siendo, a veces, ciertas proclamas que, m\u00e1s que interpretar para orientar, esconden el miedo y hasta el rechazo de una de las conclusiones m\u00e1s desconcertantes, aunque incontestable, del pensamiento y cultura modernos: asumida la autonom\u00eda e historicidad y conscientes de que el mundo entero de la experiencia se configura en el lenguaje, se ha de reconocer el radical car\u00e1cter humano<\/em> del conocimiento, es decir, no contamos con un punto de partida absoluto que nos suministre la base inconmovible para edificar los sistemas de interpretaciones, fines y valores. Por ese lado, no hay relativismo que valga para ocultar o disimular las consecuencias: todo conocimiento es interpretaci\u00f3n, sin que exista fundamentaci\u00f3n infalible para ninguno de ambos; su consistencia depende, por un lado, de la confrontaci\u00f3n con la experiencia y, por otro, de los procesos argumentales y acuerdos intersubjetivos con los que alcanzamos (humanamente) las verdades (hist\u00f3ricas) accesibles en cada momento. No es relativismo, como tampoco estamos en grado de proponer \u00ababsolutos\u00bb: es relaci\u00f3n<\/em> m\u00faltiple, que asigna relatividad<\/em> a los hechos, y es obligaci\u00f3n de seguir la v\u00eda de los acuerdos, <\/em>en tanto que camino humano de acercamiento a la verdad.
\nExisten tambi\u00e9n quienes dise\u00f1an castillos<\/em> a partir del chivo expiatorio de la \u00absecularizaci\u00f3n descarrilada\u00bb que, a su entender, constituye la causa de la mayor\u00eda de los males de nuestra sociedad.
\n
\n1.2. <\/strong>Contexto a reinterpretar: nueva colocaci\u00f3n del cristianismo<\/strong>
\n
\nEn fin \u2013y por cerrar esta \u00abcuesti\u00f3n de nunca acabar\u00bb\u2013, frente a los que juzgan el pluralismo leyendo la secularizaci\u00f3n como \u00abdomesticaci\u00f3n de la autoridad eclesi\u00e1stica\u00bb o, por el contrario, como desacreditaci\u00f3n de la religi\u00f3n y \u00abapropiaci\u00f3n ilegal\u00bb de su capital, J. Habermas \u2013en di\u00e1logo con quien pocos meses despu\u00e9s ser\u00eda Benedicto XVI\u2013 ha sugerido \u201centender la secularizaci\u00f3n cultural y social como un doble proceso de aprendizaje, que fuerza tanto a las tradiciones de la Ilustraci\u00f3n como a las ense\u00f1anzas religiosas a una reflexi\u00f3n sobre sus respectivos l\u00edmites\u201d[4]<\/a>. Nos encontrar\u00edamos as\u00ed con una \u00absecularizaci\u00f3n creadora\u00bb, que confirma el sentido irreversible del proceso y no aniquila ni la identidad ni el valor de la religi\u00f3n[5]<\/a>.
\nSemejante perspectiva, mirando a cuanto m\u00e1s directamente nos interesa, por un lado, incluye el reconocimiento de una v\u00eda a-religiosa de humanizaci\u00f3n y de espiritualidad laica, situadas \u2013\u00a1claro est\u00e1!\u2013 m\u00e1s all\u00e1 de cualquier naturalismo o materialismo chatos[6]<\/a>. Por otra parte, la evoluci\u00f3n del pensamiento moderno no s\u00f3lo ha hecho posible una explicaci\u00f3n puramente mundana de la realidad, sin recurrir a Dios, sino que se ha difundido notablemente un naturalismo pr\u00e1ctico-existencial, esto es, un modo de vivir la existencia cotidiana valorando la realidad por s\u00ed misma, si referencia religiosa alguna y con una conciencia subjetiva de coherencia y autenticidad. En definitiva, junto a la autenticidad religiosa, hemos de admitir ahora una \u00abautenticidad humana a-religiosa\u00bb.
\nEstos y otros muchos datos reclaman una nueva justificaci\u00f3n y colocaci\u00f3n del cristianismo en las sociedades democr\u00e1ticas[7]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\nEl tema de la colocaci\u00f3n y justificaci\u00f3n de la presencia p\u00fablica de la religi\u00f3n cat\u00f3lica en el contexto democr\u00e1tico espa\u00f1ol constituye un problema o, mejor dicho, un obst\u00e1culo que ciertamente est\u00e1 condicionando muy negativamente la transmisi\u00f3n de la fe a las nuevas generaciones, hasta situarla en una especia de callej\u00f3n sin salida al que s\u00f3lo unos pocos tienen acceso[8]<\/a>.
\nLa democracia representa el paso definitivo de un orden social sacralizado desde una \u00fanica cosmovisi\u00f3n y normatividad a la inevitable desacralizaci\u00f3n de la vida social, con el consiguiente surgimiento y protecci\u00f3n jur\u00eddica de diversas cosmovisiones, ideolog\u00edas y sistemas de valores. Por m\u00e1s que la peculiaridad del cristianismo de los or\u00edgenes contenga una n\u00edtida cr\u00edtica y desacralizaci\u00f3n del poder y del Estado[9]<\/a>, en la historia pol\u00edtica de Occidente el absolutismo cat\u00f3lico se impuso a su ra\u00edz democr\u00e1tica. Y, por desgracia, algunos quieren retornar por sus fueros.
\n
\n2.1. <\/strong>M\u00e1s all\u00e1 de un \u00abcristianismo neoconservador\u00bb<\/strong>
\n
\nLa recolocaci\u00f3n y justificaci\u00f3n del cristianismo en las sociedades occidentales se est\u00e1 realizando con dos formas bien diversas: 1\/ Asistimos, por un lado, al rebrote de un cristianismo neointegrista y neoconservador que impulsa una l\u00ednea fundamentalista respecto a la moral y la pol\u00edtica, en cuanto pretende que el Estado legisle con la \u00abmoral objetiva de la ley natural\u00bb tal como viene definida por la jerarqu\u00eda eclesial; 2\/ Existe, por otra parte, un \u00abcristianismo laico y democr\u00e1tico\u00bb que se presenta como religi\u00f3n \u00e9tico-prof\u00e9tica, despleg\u00e1ndose en \u00abla esfera p\u00fablica de la sociedad civil\u00bb con iniciativas ciudadanas de transformaci\u00f3n social, cr\u00edticas con los marcos y acciones de la sociedad capitalista liberal[10]<\/a>.
\nSiguiendo en la l\u00ednea de s\u00edntesis clasificatorias que estoy empleando, necesariamente simplificadora, encontramos tres posiciones en el modo de entender las relaciones entre el orden religioso, el moral y el pol\u00edtico-jur\u00eddico: 1\/ Una decisiva separaci\u00f3n total entre los tres; 2\/ La afirmaci\u00f3n de la supremac\u00eda del orden moral a la hora de determinar y regular el cuadro pol\u00edtico-jur\u00eddico; 3\/ El reconocimiento de la identidad espec\u00edfica y la diferenciaci\u00f3n de cada uno de los tres \u00f3rdenes. En el segundo grupo se posicionan tanto la izquierda \u00e9tico-pol\u00edtica radical como el fundamentalismo o neointegrismo religiosos. En fin, la tercera posici\u00f3n no s\u00f3lo defiende la distinci\u00f3n de roles y finalidades, sino que tambi\u00e9n propugna una articulaci\u00f3n dial\u00e9ctica entre todos ellos[11]<\/a>.
\nResulta obligatorio, ni que decir tiene, caminar hacia un cristianismo laico y democr\u00e1tico que asuma su papel p\u00fablico reconociendo la separaci\u00f3n, interdependencia y colaboraci\u00f3n de los tres \u00f3rdenes, respetando la l\u00f3gica argumentativa de la democracia laica que sustituye a cualquier convicci\u00f3n dogm\u00e1tica y exige traducir las creencias a tal l\u00f3gica y lenguaje argumentales.
\n
\n2.2. <\/strong>Hacia un \u00abcristianismo democr\u00e1tico\u00bb<\/strong>
\n
\nAs\u00ed que ni pretensiones exclusivistas o fundamentalistas de la religi\u00f3n ni, por supuesto, \u00ablaicismo ideol\u00f3gico\u00bb o concepci\u00f3n secularista del Estado. \u201cEl reconocimiento rec\u00edproco significa que los ciudadanos creyentes y no creyentes est\u00e9n dispuestos a escucharse y aprender los unos de los otros en debates p\u00fablicos\u201d[12]<\/a>; lo cual \u2013recogiendo la propuesta concreta de Habermas\u2013 comporta lo siguiente:
\n
\n\u00a1 En la parte laica:<\/em> 1\/ El Estado no debe trasformar la l\u00f3gica separaci\u00f3n entre religi\u00f3n y pol\u00edtica en un peso mental y psicol\u00f3gico que se impone a los creyentes; 2\/ El respeto que deben los ciudadanos laicos (sin religi\u00f3n) a sus conciudadanos religiosos tiene una dimensi\u00f3n epist\u00e9mica, cuya base se apoya en la convicci\u00f3n de que las grandes religiones mundiales albergan, cuanto menos, instituciones razonables y exigencias leg\u00edtimas.
\n\u00a1 En la parte religiosa:<\/em> 1\/ La admisi\u00f3n trasparente de la laicidad democr\u00e1tica, con la cual se gobiernan las sociedades occidentales; 2\/ La conciliaci\u00f3n de la fe con la base cognoscitiva socialmente institucionalizada, as\u00ed como la recepci\u00f3n del primado del Estado secular y de la moral social universal[13]<\/a>.
\nEn el aludido \u00abdi\u00e1logo Ratzinger-Habermas\u00bb, el primero reconoc\u00eda \u2013en referencia al tema que nos ocupa\u2013 que \u201chan saltado por los aires las certezas \u00e9ticas b\u00e1sicas hasta ahora\u201d[14]<\/a> y ambos converg\u00edan en la necesidad de una nueva fundamentaci\u00f3n racional del derecho y de la moral. A\u00fan mostr\u00e1ndose conforme con las ra\u00edces religiosas del derecho racional, el segundo reitera que el Estado se legitima de manera aut\u00f3noma y suficiente con procedimientos jur\u00eddicos generados democr\u00e1ticamente[15]<\/a>. Necesitamos un Estado laico, concluye Habermas, para asegurar jur\u00eddicamente la pluralidad democr\u00e1tica. Ahora bien, enfatiza asimismo la dimensi\u00f3n p\u00fablica de la religi\u00f3n y sus aportaciones, de ah\u00ed que el Estado deba acoger \u201clas concepciones pol\u00edticas\u2026 que se formulan en lenguaje religioso y desde perspectivas cosmovisionales, pues tambi\u00e9n pueden abrir los ojos de otros ciudadanos a aspectos hasta entonces descuidados, de tal modo que mantengan su influencia sobre la formaci\u00f3n de la opini\u00f3n\u201d[16]<\/a>. En cualquier caso, no habr\u00e1 que olvidar la traducci\u00f3n de las convicciones religiosas a un lenguaje secular[17]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\nDicho lo dicho, entonces y excus\u00e1ndome de nuevo por la esquematizaci\u00f3n, existir\u00edan en nuestra sociedad dos sensibilidades o, mejor dicho, dos experiencias y explicaciones b\u00e1sicas a las que solemos aferrarnos para vivir: 1\/ La visi\u00f3n global o \u00abcosmovisi\u00f3n secular\u00bb que, asentada sobre la confianza en la raz\u00f3n y racionalidad de lo real, se adscribe a los procesos hist\u00f3ricos de humanizaci\u00f3n con grados de implicaci\u00f3n muy diversificados; 2\/ La \u00abcosmovisi\u00f3n religiosa\u00bb que, cual instancia final, env\u00eda a la \u00abfe en Dios\u00bb como garante de la confianza radical necesaria para afrontar la vida. Frecuentemente, algunos humanistas del apartado 1\/ tildan de fide\u00edstas, cuando no de pre-modernos, a los creyentes del 2\/; y estos \u00faltimos de reductores y relativistas a los segundos.
\nAmbas posiciones tienen sus propios problemas, pero tambi\u00e9n m\u00faltiples elementos positivos[18]<\/a>. Me fijo a continuaci\u00f3n en estos \u00faltimos, intentando subrayar los rasgos de autenticidad tanto de la visi\u00f3n laica como de la religiosa; estoy suponiendo, por lo mismo, la existencia de \u00abpersonas aut\u00e9nticas religiosas\u00bb y \u00abpersonas aut\u00e9nticas a-religiosas\u00bb, como caben tambi\u00e9n las inaut\u00e9nticas tanto religiosas como a-religiosas[19]<\/a>.
\n
\n3.1. <\/strong>Autenticidad laica<\/strong>
\n
\nUn \u00abhombre aut\u00e9ntico a-religioso\u00bb, antes de nada, se distancia tanto del exceso inherente a la credulidad<\/em> religiosa como del reduccionismo unido alcientificismo<\/em> moderno, asumiendo igualmente las cuestiones religiosas en un modo no religioso, o sea, interpretando con argumentos naturales y s\u00f3lo intramundanos sea el origen de nuestro universo, que el fundamento \u00e9tico de las acciones humanas y, en definitiva, afrontando con coraje la aceptaci\u00f3n de la muerte.
\nUna mujer u hombre a-religiosos, pues, se empe\u00f1an a favor de una laicidad cimentada sobre un humanismo a-religioso y asimismo, inicialmente, no-metaf\u00edsico[20]<\/a>. Por lo dem\u00e1s, semejante laicidad est\u00e1 en l\u00ednea de continuidad con los procesos modernos que desembocan en una nueva sabidur\u00eda-saber que se traslada del cosmos natural antiguo al actual cosmos humano, del \u00abmundo creado\u00bb al universo infinito, de la asunci\u00f3n de un principio trascendente a la humanizaci\u00f3n y a la secularizaci\u00f3n de las respuestas acerca del sentido de la vida, es decir, a la afirmaci\u00f3n de una existencia moralmente buena o realizada como simple vida en armon\u00eda con la condici\u00f3n humana; en suma, una aut\u00e9ntica vida realizada que asume el horizonte de la finitud como otra forma de \u00abvida eterna\u00bb.
\nUn ser humano \u00abaut\u00e9ntico y a-religioso\u00bb, adem\u00e1s, que no cierra la puerta a la trascendencia y al sentido de lo sagrado, no obstante est\u00e9 convencido de que la realizaci\u00f3n o el fracaso de la vida ya no se miden en t\u00e9rminos de trascendencia o de \u00ablo sagrado\u00bb externo a nosotros. Hoy en d\u00eda la trascendencia,<\/em>en efecto, env\u00eda no tanto al fundamento de un ser supremo cuanto al horizonte de sentido ligado a la humanidad: las personas que forman parte de ella detentan un valor comparable al que ten\u00edan los modelos antiguos \u2013cosmol\u00f3gicos o religiosos\u2013 de trascendencia. Se trata de la trascendencia en la inmanencia del propio humanismo: el nuevo modelo de trascendencia no remite a un plano superior, no est\u00e1 ya dominado por un \u00abm\u00e1s all\u00e1 radical\u00bb, sino que mora en la misma humanidad y conciencia de las personas. La originalidad reside en el hecho de que los valores de la verdad, de la bondad, de la belleza, de la justicia y del amor, pese a dejar de fundarse en la divinidad, no pierden su car\u00e1ctersagrado<\/em> (esto es, apartado de la posibilidad de manipulaci\u00f3n o de cualquier tipo de c\u00e1lculo utilitar\u00edstico): no los inventamos nosotros, ni podemos disponer caprichosamente de ellos; as\u00ed que, bajo este aspecto, lo sagrado pertenece a la misma estructura de la conciencia humana. Y si bien no podemos conocer \u00ablo sagrado\u00bb como conocemos \u00ablo natural\u00bb o profano, sin embargo, s\u00ed podemos reconocerlo: se refiere a lo m\u00e1s valioso, inviolable e \u00abincondicionado\u00bb que hay en nosotros, esto es, a la humanidad por la que cada uno puede reconocerse en los otros. Por tal motivo los \u00abderechos humanos\u00bb constituyen el nuevo texto sagrado com\u00fan y ya no la \u00abrevelaci\u00f3n divina\u00bb[21]<\/a>.
\n
\n3.2. <\/strong>Autenticidad religiosa<\/strong>
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\nNo entro a juzgar si el ser humano es constitutivamente un homo religiosus, <\/em>ni tan siquiera a trazar directamente los contornos de la autenticidad religiosa cristiana. Persigo solo poner en evidencia c\u00f3mo el cambio radical que la experiencia humana ha sufrido en los \u00faltimos siglos comporta la b\u00fasqueda de una nueva justificaci\u00f3n de la presencia social de la religi\u00f3n, para entender as\u00ed en qu\u00e9 direcci\u00f3n encontrar al \u00abhombre aut\u00e9ntico religioso\u00bb.
\nDec\u00eda E. Fromm que, en la actualidad, \u201cla cuesti\u00f3n no es religi\u00f3n o no religi\u00f3n sino qu\u00e9 clase de religi\u00f3n, si es una que contribuye al desarrollo del hombre, de sus potencias espec\u00edficamente humanas o una que las paraliza\u201d[22]<\/a>. A\u00fan m\u00e1s: si es verdad que todo sentido religioso presupone un sentido humano, no lo es menos que, cuando falla la correspondencia, el sentido religioso corre peligro de reducirse a un simple residuo supersticioso, a mitolog\u00eda barata o a pura magia. En consecuencia, cualquier religi\u00f3n con una palabra propia y espec\u00edfica tiene que ser referida al mundo y al ser humano concreto que lo habita.
\nUna t\u00edpica concepci\u00f3n paralizante de la religi\u00f3n, entonces, es aquella de concebirla como algo exterior, como \u00abvenida de fuera\u00bb o ca\u00edda del cielo (mandada por Dios) para remendar lo de la tierra, algo celestial que se superpone a lo terrenal: a la raz\u00f3n se le a\u00f1ade \u00ablo revelado\u00bb; a la vida profana, \u00ablo sagrado\u00bb. Originamos de este modo un falso conflicto de intereses entre religi\u00f3n y vida humana \u2013entre Dios y el hombre\u2013, frecuentemente rematado con la idea de que, a veces, Dios y la religi\u00f3n exigen el sacrificio de la inteligencia y voluntad humanas[23]<\/a>.
\nPara la mujer o el hombre \u00abaut\u00e9ntico-religioso\u00bb, en cambio, la religi\u00f3n nace de los anhelos, b\u00fasquedas, angustias e ilusiones de la entra\u00f1a humana y consiste en elaborar un \u00abproyecto de existencia\u00bb que sugiera pautas de conducta ante todo ello. Justamente, eso es cuanto \u2013de un modo u otro\u2013 han de hacer el resto de personas o grupos que no cuentan con la religi\u00f3n. Todos hemos de afrontar la misma realidad, por lo que \u201cla religi\u00f3n es una respuesta espec\u00edfica, pero no porque est\u00e9 interpretando una realidad particular que afectar\u00eda tan s\u00f3lo al creyente; no, su especificidad radica en que interpreta de una manera determinada la realidad com\u00fan a todos. <\/em>Por eso su respuesta, de ser v\u00e1lida, lo es tanto para el creyente como para el no creyente. Exactamente igual que pasa con la respuesta contraria\u201d[24]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\nLas reflexiones precedentes, por m\u00e1s que dificultosas y largas, nos colocan ahora en una mejor disposici\u00f3n para afrontar algunas conclusiones sobre el interrogante con el que iniciaba el art\u00edculo: \u00bfqu\u00e9 cristianismo, qu\u00e9 Iglesia, qu\u00e9 comunidades y qu\u00e9 generaciones nuevas de cristianos queremos? Con otras palabras: \u00bfc\u00f3mo orientar la praxis cristiana con los j\u00f3venes o, mejor a\u00fan, cu\u00e1l debe ser el objetivo y el camino de la pastoral juvenil en la situaci\u00f3n socio-cultural actual?<\/em>
\nAntes de nada, resulta evidente que ni la \u00abidentidad laica\u00bb puede construirse contra la religiosa, ni \u00e9sta \u00faltima en oposici\u00f3n a la primera. Se impone el respeto mutuo, el di\u00e1logo y la b\u00fasqueda de convergencias. En tal sentido, no es posible imaginar una verdadera pastoral o praxis cristiana que no se funda con la vivencia de una ciudadan\u00eda activa, empe\u00f1ada en la construcci\u00f3n de una sociedad m\u00e1s humana. La pastoral juvenil debe unir profundamente la formaci\u00f3n de ciudadanos y cristianos responsables, esto es, los procesos de educaci\u00f3n a la fe con la inserci\u00f3n responsable de las nuevas generaciones en la sociedad.
\nA fin de cuentas, por otro lado, entre todos tenemos los mismos problemas comunes: \u201cvivimos \u2013en palabras de R. D\u00edaz-Salazar\u2013 un tiempo ag\u00f3nico, en el que lo viejo muere y lo nuevo no termina de nacer. La configuraci\u00f3n del nuevo sistema mundo depende de las formas de resolver las principales crisis sociales y culturales\u201d[25]<\/a>. Tales crisis pueden compendiarse en dos contenidos medulares: \u00abidentidad-orientaci\u00f3n\u00bb y \u00abcomunicaci\u00f3n-acci\u00f3n\u00bb. En el primero se concentra el desaf\u00edo del futuro, es decir, humanidad o inhumanidad, justicia e injusticia; el segundo, a su vez, se\u00f1ala la alternativa del di\u00e1logo y de la colaboraci\u00f3n. Refiri\u00e9ndome exclusivamente a la pastoral juvenil, en tanto que empe\u00f1ada en formar ciudadanos y cristianos responsables,humanizaci\u00f3n<\/em> y educaci\u00f3n<\/em> vendr\u00edan a ser las claves correspondientes a esas dos crisis esenciales, al tiempo que componen igualmente la definici\u00f3n m\u00e1s general del objetivo y del camino de la praxis cristiana con los j\u00f3venes de hoy.
\n
\n4.1. <\/strong>Lo humano aut\u00e9ntico: objetivo com\u00fan<\/strong>
\n
\nNo hacen falta datos; el enunciado resulta evidente: si bien cada cual a su modo, todos percibimos claramente la crisis cultural y religiosa que rodea laidentidad-orientaci\u00f3n<\/em> de las personas en la sociedad contempor\u00e1nea. Tampoco ofrece dudas la r\u00e9plica: \u00abrecuperar humanidad\u00bb constituye la mejor respuesta a tantas p\u00e9rdidas con las que, entre todos, estamos desfigurando el rostro humano, en especial, de aquellos seres m\u00e1s desprotegidos o desfavorecidos.
\nEl mencionado salto,<\/em> que emple\u00e9 para representar el cambio epocal en torno a una visi\u00f3n est\u00e1tica y din\u00e1mica de la realidad, sigue comportando un progresivo olvido de la \u00abplataforma antigua\u00bb que lo hizo posible. Se ha ido inoculando as\u00ed una de las enfermedades que m\u00e1s nos est\u00e1 destruyendo: aquella que provoca una progresiva erosi\u00f3n de las referencias tradicionales, con el riesgo consiguiente de abandonar el concepto de naturaleza para reducirlo a libertad, de desmembrar la raz\u00f3n y la historia, de suplantar tanto la prudencia como la misma idea de progreso con el mero fluir o la simple defensa del cambio por el cambio. Las desmesuras que desdibujan la identidad humana empezaron con la fragmentaci\u00f3n de la raz\u00f3n y la posterior dictadura de la racionalidad cient\u00edfico-t\u00e9cnica; prosiguen con un individualismo cada vez m\u00e1s te\u00f1ido de ego\u00edsmo; y, en suma, estamos terminando revolvi\u00e9ndolo todo en una perniciosa configuraci\u00f3n liberal-capitalista que entroniza la econom\u00eda como preponderante centro productor de significado.
\nSemejante \u00abatmosfera laica\u00bb ha contaminado de escepticismo y relativismo la existencia humana: los resultados interesan m\u00e1s que los fines, a la explosi\u00f3n triunfante de la t\u00e9cnica sigue el oscurecimiento y hasta el olvido del sentido. Necesitamos repensar estos y otros aspectos claramente desmadrados.
\nNo andan mejor los \u00abaires religiosos\u00bb. En efecto, la Iglesia cat\u00f3lica da la impresi\u00f3n de querer justificarse en la sociedad y cultura actuales razonando o expres\u00e1ndose conforme a modelos y formas argumentales de un mundo premoderno inexistente; lo mismo que, por desgracia, la mutaci\u00f3n global en las maneras de ver, sentir y valorar se encuentran con una fe formulada, transmitida y celebrada con lenguajes, esquemas y ritualizaciones, cuanto menos, extra\u00f1os<\/em> a un bueno n\u00famero de personas[26]<\/a>.
\nY no acaban ah\u00ed los contratiempos, est\u00e1n tambi\u00e9n las consecuencias<\/em> de ese vetusto modo de expresar la fe que, por una parte, condena a una especie de doble vida \u2013la secular y la religiosa\u2013 y, por otra, propende a conductas religiosas de corte espiritualista, moralista e incluso de un fundamentalismo larvado. Y es que la experiencia humana<\/em> actual, con todas sus deficiencias, nos ha transformado en ciudadanos<\/em> conscientes de su igualdad, autonom\u00eda y libertad, impulsando actitudes cr\u00edticas y democr\u00e1ticas; mientras la experiencia religiosa,<\/em>por el desfase de interpretarse todav\u00eda con esquemas acr\u00edticos, fomentacristianos<\/em> en actitud de (religiosa) sumisi\u00f3n.
\nDe resultas, en fin, lo humano aut\u00e9ntico<\/em> constituye cabalmente el objetivo com\u00fan<\/em> de la b\u00fasqueda de identidad-orientaci\u00f3n que nos debe empa\u00f1ar a todos. Afirmaci\u00f3n \u00e9sta que, desde nuestra perspectiva cristiana y de cara a los j\u00f3venes, ha de poderse leer cual \u00abobjetivo \u00e9tico\u00bb \u2013para se\u00f1alar la l\u00ednea de comportamiento que rechaza de ra\u00edz cuanto pueda contradecir la humanidad\u2013 y, a la par, cual \u00abobjetivo m\u00edstico\u00bb \u2013por integrar, dentro de la autenticidad humana, la apertura a la trascendencia o al \u00abAbsoluto\u00bb\u2013[27]<\/a>.
\nEs la humanizaci\u00f3n, sin duda, el adecuado \u00abterreno com\u00fan\u00bb para redefinir la uni\u00f3n entre fe y vida, cultura y evangelio, y designa inmejorablemente el objetivo de una praxis cristiana consciente de la situaci\u00f3n de los j\u00f3venes: la ruta de la humanizaci\u00f3n para crecer y madurar de tal manera que se favorezca e implique en ello la experiencia de la fe. A fin de cuentas, creer significa amar\u2026 con tanta intensidad las personas, las cosas y el universo que resulte imposible declararlos un simple juego de azar y necesidad o un absurdo a sobrellevar como mejor podamos.
\nPor \u00faltimo, no cabe duda que para la educaci\u00f3n, en general, y para la educaci\u00f3n a la fe, en particular (y aunque se trate de \u00abmorales racionales de m\u00ednimos\u00bb cuando aspiramos a nuestra \u00abmoral cristiana de m\u00e1ximos\u00bb[28]<\/a>), elinicio<\/em> o la evidencia moral desde la que construir el ciudadano y el cristiano no es tanto la ley natural cuanto los derechos humanos, cuya fundamentaci\u00f3n puede despu\u00e9s hacerse tanto desde puntos de vista religiosos como no religiosos (no es posible una mayor concreci\u00f3n y si sigue siendo urgente \u2013en continuidad con el \u00faltimo Concilio\u2013 reformular la fe y reconstruir la experiencia cristiana; la obligaci\u00f3n de inserir ambas en el contexto contempor\u00e1neo comporta igualmente repensarlas asumiendo retos como el apuntado).
\n
\n4.2. <\/strong>\u00abEducar-nos\u00bb: nuevas relaciones en un camino compartido<\/strong>
\n
\nSi indiscutibles resultan las dificultades que rodean a la identidad-orientaci\u00f3n, no menos evidentes son las interferencias y rumores de todo tipo \u2013pi\u00e9nsese a las infinitas y, cuanto menos, contradictorias informaciones que reclaman continuamente nuestra atenci\u00f3n\u2013 que, por un lado, distorsionan lacomunicaci\u00f3n-acci\u00f3n<\/em> humanas y, por otro, han roto pr\u00e1cticamente la sinton\u00eda de los j\u00f3venes con la religi\u00f3n. En consecuencia, pues, nada mejor que afrontar el problema optando seriamente por la educaci\u00f3n.
\nConforme directa o indirectamente vengo reiterando, ya no es suficiente \u2013si alguna vez lo fue\u2013 que la acci\u00f3n pastoral se concentre en el crecimiento de cristianos responsables; hay que fortalecer, al mismo tiempo, su ciudadan\u00eda con id\u00e9ntica exigencia de responsabilidad. Al respecto de esto \u00faltimo, es cierto que laidea de<\/em> ciudadan\u00eda <\/em>dif\u00edcilmente se podr\u00eda explicar sin el \u00abfactor cristiano\u00bb, pero los cambios y desaf\u00edos actuales la convierten en algo diverso de sus or\u00edgenes o de los pasos que fueron acompa\u00f1ados por una mayoritaria concepci\u00f3n cristiana de la vida. En cualquier caso, nadie posee la exclusiva acerca de la cuesti\u00f3n \u00abqu\u00e9 es ser ciudadano y c\u00f3mo serlo\u00bb; m\u00e1s a\u00fan, en s\u00ed misma exige el empe\u00f1o y la participaci\u00f3n de todos, sin que ninguno pueda apropi\u00e1rsela o negar al otro la libertad de proponer sus propias visiones[29]<\/a>.
\nAlgo parecido ocurre con la educaci\u00f3n. Si, por fortuna, a estas alturas pocos discuten que la pastoral juvenil se especifica como una camino deeducaci\u00f3n<\/em> a la fe,<\/em> donde ambas realidades se entrelazan hasta fundirse en procesos de mutua implicaci\u00f3n,<\/em> debemos ser escrupulosos con la identidad y autonom\u00eda del \u00abhecho educativo\u00bb.
\nAntes de nada, la idea de educar jam\u00e1s puede ser sin\u00f3nimo de modelar a las nuevas generaciones e inculcarles nuestros mejores ideales. As\u00ed que, en principio y estando como est\u00e1n las cosas, hemos de revisar a fondo los conceptos de educaci\u00f3n e instrucci\u00f3n, distinguirlos y hasta separarlos cuidadosamente. Afirmando, por descontado, su complementariedad, pero desenmascarando la perniciosa confusi\u00f3n de entender la educaci\u00f3n con la misma \u00f3ptica de la instrucci\u00f3n[30]<\/a>.
\nEl verbo trasvasar y la acci\u00f3n del trasvase funciona en el aprendizaje, pero no en la educaci\u00f3n. Mientras que en la instrucci\u00f3n o \u201cen la ense\u00f1anza siempre hay algo que se traspasa desde uno que sabe a otro que ignora, desde uno que tiene a otro que carece, desde quien da a quien recibe; en la educaci\u00f3n no. Entonces \u2013se pregunta J.L. Corzo\u2013, \u00bfcon qu\u00e9 verbos nos educamos? \u00a1Con los intransitivos!: vivir, crecer, aumentar, salir, surgir, florecer, fructificar, relacionarse\u2026 Con ellos cambia completamente la acci\u00f3n educadora y se comprende mejor que nos educamos juntos y, sobre todo, que nadie educa a nadie\u201d[31]<\/a>, <\/em>porque nadie crece a nadie, ni le surge, ni le florece, ni le desarrolla\u2026, ni le educa.
\nFue P. Freire a dejarlo claro: \u201cNadie educa a nadie, as\u00ed como tampoco nadie se educa a s\u00ed mismo, los hombres se educan en comuni\u00f3n, mediatizados por el mundo\u201d[32]<\/a>. Nos educamos juntos \u00abmediatizados por el mundo\u00bb: la realidad reclama nuestra relaci\u00f3n con ella y es ah\u00ed donde nos jugamos todos el crecimiento y desarrollo personal. En el fondo, es la realidad vivida la \u00fanica que de verdad puede ser nuestra educadora. En definitiva, nos educamos juntos afrontando los desaf\u00edos de la vida colectiva; de ese modo, cada cual va construyendo, va creciendo como persona al descubrir, confirmar o reelaborar las relaciones implicadas en la realidad que envuelve nuestra existencia[33]<\/a>.
\nLa educaci\u00f3n no es algo que se da y se recibe. Nos constituimos y nos construimos como personas, por as\u00ed decirlo, en las relaciones que establecemos con los otros y con las cosas. El desarrollo vital humano depende del crecimiento ligado a las relaciones que establecemos con la realidad, al c\u00f3mo la afrontamos, al modo en qu\u00e9 nos afectan aquellas referencias visibles y conscientes con las que tejemos libremente nuestra existencia, o a las otras ocultas y hasta inconscientes. Florecemos o nos marchitamos seg\u00fan nos relacionamos m\u00e1s y mejor, con m\u00e1s o menos realidades. La educaci\u00f3n, al igual que la posibilidad de ser educador o educadora, pasa por suscitar la conciencia de todas esas relaciones, para asumirlas y responder a ellas, es decir, para ser responsables a la hora de nombrarlas y reinterpretarlas.
\nY\u2026 \u00a1nos educamos aqu\u00ed y ahora, con los desaf\u00edos actuales de la vida colectiva! Cada uno de los datos que preceden a este \u00faltimo ep\u00edgrafe intentaba evidenciar algunas de las relaciones hodiernas que, para bien o para mal, \u00abnos constituyen\u00bb y condicionan de ra\u00edz tanto el estado de conciencia de las personas como el anuncio de la fe cristiana.
\nEntonces, \u00abeducar-nos\u00bb como ciudadanos y cristianos responsables se juega en el modo de afrontar el pluralismo actual y, por cuanto toca directamente a la praxis cristiana, en c\u00f3mo la religi\u00f3n justifica su colocaci\u00f3n en el contexto de una sociedad laica y democr\u00e1tica. Casi quedar\u00eda todo resumido en este \u00faltimo p\u00e1rrafo, si a\u00f1adimos la urgencia de repensar la fe y experiencia cristianas, profundizando las intuiciones del Vaticano II y tornando a la profunda actitud de di\u00e1logo con el mundo que caracteriz\u00f3 la asamblea conciliar.<\/p>\n
\n
\n[1]<\/a> H.-G. GADAMER, Verdad y m\u00e9todo, <\/em>S\u00edgueme, Salamanca 1977, 373.
\n[2]<\/a> He abordado ampliamente tanto la tem\u00e1tica que precede como esta del pluralismo en otra publicaci\u00f3n: cf. J.L. MORAL,Ciudadanos y cristianos. Reconstrucci\u00f3n de la Teolog\u00eda Pastoral como Teolog\u00eda de la Praxis cristiana, <\/em>San Pablo, Madrid 2007 (en particular las pp. 110-244).
\n[3]<\/a> S. Freud dedic\u00f3 una breve conferencia \u2013publicada en 1908 con el t\u00edtulo de El creador literario y el fantaseo\u2013 <\/em>al tema: cf. L. FERRY, \u00bfQu\u00e9 es una vida realizada?, <\/em>Paid\u00f3s, Barcelona 2003, 15-20.
\n[4]<\/a> J. RATZINGER\u2013J. HABERMAS, Dial\u00e9ctica de la secularizaci\u00f3n. Sobre la raz\u00f3n y la religi\u00f3n, <\/em>Encuentro, Madrid 2006, 26.
\n[5]<\/a> Cf. R. D\u00cdAZ-SALAZAR, Democracia laica y religi\u00f3n p\u00fablica, <\/em>Taurus, Madrid 2007, 47-160.
\n[6]<\/a> Existe una \u00abnueva laicidad\u00bb que reconoce y valora la religi\u00f3n y est\u00e1 recuperando, lo que es m\u00e1s importante para el di\u00e1logo entre laicismo y cristianismo, el concepto de verdad como universal normativo presente en todas las lenguas y culturas. Cf. J. HABERMAS, Entre naturalismo y religi\u00f3n, <\/em>Paid\u00f3s, Barcelona 2006; L. FERRY, \u00bfQu\u00e9 es una vida realizada?, <\/em>Paid\u00f3s, Barcelona 2003; ID., Aprender a vivir. Filosof\u00eda para mentes j\u00f3venes, <\/em>Taurus, Madrid 2007; F. SAVATER, La vida eterna,<\/em>Ariel, Barcelona 2007; V. CAMPS, Virtudes p\u00fablicas, <\/em>Espasa Calpe, Madrid 1990; ID., La voluntad de vivir: las preguntas de la bio\u00e9tica, <\/em>Ariel, Barcelona 2005; J. BAUB\u00c9ROT, Vers un nouveau pacte la\u00efque?, <\/em>Seuil, Par\u00eds 1990; ID., La\u00efcit\u00e9 1905-2005, entre passion e raison, <\/em>Seuil, Par\u00eds 2006.
\n[7]<\/a> He tratado recientemente este asunto en otro art\u00edculo del que retomo los datos que siguen: cf. J.L. MORAL, Praxis cristiana con j\u00f3venes en una sociedad laica y democr\u00e1tica, <\/em>\u00abRevista de Pastoral Juvenil\u00bb 441(2008), 3-16.
\n[8]<\/a> Tanto los documentos, en general, de la Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola \u2013como el reciente \u00abOrientaciones morales ante la situaci\u00f3n actual de Espa\u00f1a\u00bb\u2013 <\/em>como las voces de la jerarqu\u00eda cat\u00f3lica espa\u00f1ola que m\u00e1s o\u00edmos nos sit\u00faan, preferentemente y en palabras de R. D\u00edaz-Salazar, \u201cante un fundamentalismo \u00e9tico basado\u2026 en concepciones que la filosof\u00eda del derecho y la \u00e9tica fundamental cat\u00f3lica posterior al Vaticano II hab\u00edan superado desde hace bastante tiempo\u201d (R. D\u00cdAZ-SALAZAR,Democracia laica y religi\u00f3n p\u00fablica, <\/em>o.c., p. 57). L. Kolakowski ha llegado a indicar que las tesis de la jerarqu\u00eda cat\u00f3lica en el tema de la relaci\u00f3n entre Iglesia cat\u00f3lica y democracia laica tienen m\u00e1s que ver con un modelo de Iglesia totalitaria que con los valores cristianos: cf. L. KOLAKOWSKI, Valori cristiani o Chiesa totalitaria?, <\/em>\u00abMicroMega 2(2000).
\n[9]<\/a> Cf. M. GAUCHET, La religi\u00f3n de la salida de la religi\u00f3n, <\/em>\u00abIglesia Viva\u00bb 228(2006), 73-84; ID., El desencantamiento del mundo. Una historia pol\u00edtica de la religi\u00f3n, <\/em>Trotta, Madrid 2005.
\n[10]<\/a> Cf. R. D\u00cdAZ-SALAZAR, Democracia laica y religi\u00f3n p\u00fablica, <\/em>o.c., pp. 13-45.
\n[11]<\/a> Cf. Ib\u00edd., pp. 47-90.
\n[12]<\/a> J. HABERMAS, Tra scienza e fede, <\/em>Laterza, Roma 2006, VII (trad. espa\u00f1ola: Entre naturalismo y religi\u00f3n).<\/em>
\n[13]<\/a> Cf. Ib\u00edd., pp. 36-42.
\n[14]<\/a> J. RATZINGER\u2013J. HABERMAS, Dial\u00e9ctica de la secularizaci\u00f3n, <\/em>o.c., p. 52.
\n[15]<\/a> Cf. Ib\u00edd., pp. 28-30.
\n[16]<\/a> J. HABERMAS, Tra scienza e fede,<\/em> o.c. p. 167.
\n[17]<\/a> Cf. J. HABERMAS, El futuro de la naturaleza humana: \u00bfhacia una eugenesia liberal?, <\/em>Paid\u00f3s, Barcelona 2002, 138.
\n[18]<\/a> No deja de ser curioso que, de por s\u00ed, el lenguaje nos obliga a calificar negativamente a quien no piensa como las personas religiosas: nos manifestamos, de hecho, identific\u00e1ndolas como mujeres y hombres sin religi\u00f3n o sin fe, indiferentes, ateos o \u00abno-creyentes\u00bb. Su raz\u00f3n tiene M. Onfray cuando denuncia que \u201cno existe ning\u00fan t\u00e9rmino para calificar positivamente\u201d a quienes no pertenecen a ninguna religi\u00f3n (cf. M. ONFRAY, Trattato di ateologia, <\/em>Fazi, Roma 2005, 31); obviamente no ser\u00eda esta una raz\u00f3n para justificar revanchas anti-religiosas, anti-clericalistas, etc.
\n[19]<\/a> La denominaci\u00f3n ha sido propuesta por A. Torres Queiruga: \u201dTendr\u00edamos entonces \u00abhombre aut\u00e9ntico a-religioso\u00bb, dondeaut\u00e9ntico <\/em>indica la realizaci\u00f3n honesta, no banalizada ni clausurada, de la emergencia humana [= hombre que \u00abemerge por encima de la materialidad o animalidad al mundo de la cultura y de la libertad\u00bb]; a-religioso, <\/em>por su parte, muestra que esa autenticidad no se realiza con referencia expresa a Dios. Cabr\u00eda contraponerle (como leg\u00edtima interpretaci\u00f3n del creyente por el no creyente) el \u00abhombre aut\u00e9ntico religioso\u00bb. Ambas denominaciones pueden expresar la alteridad del otro, con respeto, pero sin apropiaci\u00f3n\u201d (A. TORRES QUEIRUGA, La revelaci\u00f3n de Dios en la realizaci\u00f3n del hombre, <\/em>Cristiandad, Madrid 1987, 259 \u2013la reciente nueva edici\u00f3n de esta obra lleva por t\u00edtulo: Repensar la revelaci\u00f3n. La revelaci\u00f3n divina en la realizaci\u00f3n humana\u2013).<\/em>
\n[20]<\/a> \u00abNo-metaf\u00edsico\u00bb, en este caso, no equivale a rechazo total de la metaf\u00edsica, sino a conciencia de la obligaci\u00f3n de asumir, antes de nada, un punto de partida \u00abnatural\u00bb, es decir, una concepci\u00f3n naturalista de la naturaleza humana sobre la que construir, despu\u00e9s, una ontolog\u00eda y una metaf\u00edsica que no resultan una pura visi\u00f3n abstracta y esencialista <\/em>(cf. J. MOSTER\u00cdN,La naturaleza humana, <\/em>Espasa Calpe, Madrid 2006). Por otra parte, la identidad <\/em>y la prospectiva laicas permiten asumir la posici\u00f3n \u00ablaicista\u00bb como disposici\u00f3n <\/em>activa a favor de la laicidad, s\u00edmile a la nuestra de la evangelizaci\u00f3n y de la transmisi\u00f3n religiosa (cf. C.A. VIANO, Laici in ginocchio, <\/em>Laterza, Roma 2006).
\n[21]<\/a> No es posible entrar en otros detalles, tanto o m\u00e1s importantes que los indicados. El pensamiento laico, de cualquier modo, tiene raz\u00f3n al afirmar y defender que la vertebraci\u00f3n de la comunidad democr\u00e1tica no se debe a ning\u00fan principio religioso: es una creaci\u00f3n de los ciudadanos, tiene su fuerza generadora de legitimidad en la participaci\u00f3n de los mismos y en la dimensi\u00f3n epist\u00e9mica de las formas consistentes de di\u00e1logo, discusi\u00f3n y acuerdo. Por otro lado, \u201cen la sociedad laica tiene acogida las creencias religiosas en cuanto derecho <\/em>de quienes las asumen, pero no como deber <\/em>que pueda imponerse a nadie\u201d (F. SAVATER, La vida eterna, <\/em>o.c., p. 212).
\n[22]<\/a> E. FROMM, Psicoan\u00e1lisis y religi\u00f3n, <\/em>Psique, Buenos Aires 1965, 45.
\n[23]<\/a> Cf. A. TORRES QUEIRUGA, Recuperar la creaci\u00f3n. Por una religi\u00f3n humanizadora, <\/em>Sal Terrae, Santander 1997, 33-39.
\n[24]<\/a> Ib\u00edd., p. 35.
\n[25]<\/a> R. D\u00cdAZ-SALAZAR, Democracia laica y religi\u00f3n p\u00fablica, <\/em>o.c., p. 187.
\n[26]<\/a> No es posible afrontar concretamente el tema: Cf. J.L. MORAL, \u00bfJ\u00f3venes sin fe? Reconstruir con los j\u00f3venes la fe y la religi\u00f3n, <\/em>San Pablo, Madrid 2007.
\n[27]<\/a> Tomo la formulaci\u00f3n de G. Geffr\u00e9 (cf. Credere e interpretare, <\/em>Queriniana, Brescia 2002, 123 ss.), quien la usa en relaci\u00f3n directa con el \u00abpluralismo religioso\u00bb como cuesti\u00f3n que obliga a replantear el mismo modo de hacer teolog\u00eda.
\n[28]<\/a> Acerca de estas cuestiones: cf. A. CORTINA, \u00c9tica civil y religi\u00f3n, <\/em>PPC, Madrid 1995; ID., Alianza y contrato: pol\u00edtica, \u00e9tica y religi\u00f3n, <\/em>Trotta, Madrid 2001.
\n[29]<\/a> Cf. A. CORTINA, Ciudadanos del mundo, <\/em>Alianza, Madrid 1997; ID, Hacia un concepto de ciudadan\u00eda para el siglo XXI,<\/em>\u00abMisi\u00f3n Joven\u00bb 314(2003), 17-24.
\n[30]<\/a> Cf. J.L. CORZO, Educar es otra cosa. Manual alternativo, <\/em>Ed. Popular, Madrid 2007, 9-52.
\n[31]<\/a> Ib\u00edd., p. 64.
\n[32]<\/a> P. FREIRE, Pedagog\u00eda del oprimido, <\/em>Siglo XXI, Madrid 1992, 90.
\n[33]<\/a> Cf. J.L. CORZO, Educar es otra cosa, <\/em>o. c., pp. 53-119.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"