{"id":7927,"date":"2008-06-01T00:00:09","date_gmt":"2008-05-31T22:00:09","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7927"},"modified":"2008-06-01T00:00:09","modified_gmt":"2008-05-31T22:00:09","slug":"construir-la-casa-de-la-resiliencia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/construir-la-casa-de-la-resiliencia\/","title":{"rendered":"Construir la casa de la resiliencia"},"content":{"rendered":"

Materiales para educadores<\/h1>\n

Paco L\u00f3pez<\/strong>
\n 
\n Es frecuente al tratar sobre la resiliencia referirse a la imagen de la casa. Se habla precisamente de construir la \u201ccasa de la resiliencia\u201d, construcci\u00f3n que tiene sus cimientos en las necesidades b\u00e1sicas de la persona y que implica en lo m\u00e1s hondo la aceptaci\u00f3n fundamental. Recogemos en torno a esta imagen un conjunto de materiales utilizados por\u00a0 Paco L\u00f3pez en encuentros de estudio y reflexi\u00f3n sobre el tema con educadores.<\/strong>
\n 
\nLa fabula del aguilucho<\/strong>
\n\u00a0<\/strong>
\n\u00c9rase una vez un granjero que, mientras caminaba por el bosque, encontr\u00f3 un aguilucho malherido.\u00a0 Se lo llev\u00f3 a su casa, lo cur\u00f3 y lo puso en el corral, donde pronto aprendi\u00f3 a comer la misma comida que los pollos y a comportarse como \u00e9stos.
\nUn d\u00eda un naturalista que pasaba por all\u00ed le pregunt\u00f3 al granjero: \u00bfPor qu\u00e9 este \u00e1guila, el rey de todas las aves y p\u00e1jaros, permanece encerrado en el corral con los pollos?
\nEl granjero le contest\u00f3: Me lo encontr\u00e9 malherido en el bosque, y como le he dado la misma comida que a los pollos y le he ense\u00f1ado a ser como un pollo, no ha aprendido a volar.\u00a0 Se comporta como los pollos y, por tanto, ya no es un \u00e1guila.
\nEl naturalista dijo: El tuyo me parece un bello gesto, haberle recogido y haberle curado y cuidado. Adem\u00e1s, le has dado la posibilidad de sobrevivir y le has proporcionado la compa\u00f1\u00eda y el calor de los pollos de corral.\u00a0 Sin embargo, tiene coraz\u00f3n de \u00e1guila y con toda seguridad, se le puede ense\u00f1ar a volar. \u00bfQu\u00e9 te parece si le ponemos en situaci\u00f3n de hacerlo?
\n– No entiendo lo que me dices.\u00a0 Si hubiera querido volar, lo hubiese hecho.\u00a0 Yo no se lo he impedido.
\n– <\/em>Es verdad, t\u00fa no se lo has impedido, pero como t\u00fa bien dec\u00edas antes, como le ense\u00f1aste a comportarse como los pollos, por eso no vuela. \u00bfY si <\/em>le ense\u00f1amos a volar como las \u00e1guilas?
\n– \u00bfPor qu\u00e9 insistes tanto? Mira, se comporta como los pollos y ya no es un \u00e1guila, \u00bfqu\u00e9 le vamos a hacer?\u00a0 Hay cosas que no se pueden cambiar.
\n– Es verdad que en estos \u00faltimos meses se est\u00e1 comportando como los pollos.\u00a0 Pero tengo la impresi\u00f3n de que te fijas demasiado en sus dificultades para volar. \u00bfQu\u00e9 te parece si nos fijamos ahora en su coraz\u00f3n de \u00e1guila y en sus posibilidades de volar?
\n– Tengo mis dudas, porque \u00bfqu\u00e9 es lo que cambia si en lugar de pensar en las dificultades, pesamos en las posibilidades?
\n– Me parece una buena pregunta la que me haces. Si<\/em> pensamos en las dificultades, es m\u00e1s probable que nos conformemos con su comportamiento actual.\u00a0 Pero \u00bfno crees que si pensamos en las posibilidades de volar esto nos invita a darle oportunidades y a probar si esas posibilidades se hacen efectivas?
\n– Es posible.
\n– \u00bfQu\u00e9 te parece si probamos?.
\n– Probemos.
\nAnimado, el naturalista al d\u00eda siguiente sac\u00f3 al aguilucho del corral, lo cogi\u00f3 suavemente en brazos y lo llev\u00f3 hasta una loma cercana.\u00a0 Le dijo:
\n– T\u00fa perteneces al cielo, no a la tierra.\u00a0 Abre tus alas y vuela.\u00a0 Puedes hacerlo.
\nEstas palabras persuasivas no convencieron al aguilucho.\u00a0 Estaba confuso y al ver desde la loma a los pollos comiendo, se fue dando saltos a reunirse con ellos.\u00a0 Crey\u00f3 que hab\u00eda perdido su capacidad de volar y tuvo miedo.
\nSin desanimarse, al d\u00eda siguiente, el naturalista llev\u00f3 al aguilucho al tejado de la granja y le anim\u00f3 diciendo:
\n– Eres un \u00e1guila.\u00a0 Abre las alas y vuela.\u00a0 Puedes hacerlo.
\nEl aguilucho tuvo miedo de nuevo de s\u00ed mismo y de todo lo que le rodeaba.\u00a0 Nunca lo hab\u00eda contemplado desde aquella altura.\u00a0 Temblando mir\u00f3 al naturalista y salt\u00f3 una vez m\u00e1s hacia el corral.
\nMuy temprano al d\u00eda siguiente el naturalista llev\u00f3 al aguilucho a una elevada monta\u00f1a.\u00a0 Una vez all\u00ed le anim\u00f3 diciendo:
\n– Eres un \u00e1guila, abre las alas y vuela.
\nEl aguilucho mir\u00f3 fijamente los ojos del naturalista. \u00c9ste, impresionado por aquella mirada, le dijo en voz baja y suavemente:
\n– No me sorprende que tengas miedo.\u00a0 Es normal que lo tengas.\u00a0 Pero ya ver\u00e1s c\u00f3mo vale la pena intentarlo. Podr\u00e1s correr distancias enormes, jugar con el viento y conocer otros corazones de \u00e1guila. Adem\u00e1s, estos d\u00edas pasados, cuando saltabas pudiste comprobar qu\u00e9 fuerza tienen tus alas.
\nEl aguilucho mir\u00f3 alrededor, abajo hacia el corral, y arriba, hacia el cielo.\u00a0Entonces, el naturalista lo levant\u00f3 hacia el sol y lo acarici\u00f3 suavemente.\u00a0 El aguilucho abri\u00f3 las alas y, finalmente, con un grito triunfante, vol\u00f3 alej\u00e1ndose en el cielo.\u00a0 Hab\u00eda recuperado, por fin, sus posibilidades.
\n <\/p>\n