{"id":7957,"date":"2008-04-01T00:00:05","date_gmt":"2008-03-31T22:00:05","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7957"},"modified":"2008-04-01T00:00:05","modified_gmt":"2008-03-31T22:00:05","slug":"fe-y-paciencia-educativa-en-la-impaciencia-del-amor","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/fe-y-paciencia-educativa-en-la-impaciencia-del-amor\/","title":{"rendered":"Fe y paciencia educativa en la impaciencia del amor"},"content":{"rendered":"

Jos\u00e9 Luis Moral, profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, ha publicado recientemente: \u00bfJ\u00f3venes sin fe?<\/em> (PPC, Madrid 2007).<\/strong>
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nParte el art\u00edculo de la convicci\u00f3n de que la praxis cristiana con los j\u00f3venes precisa procesos educativos que requieren asumir la muerte de cuanto hay que dejar o perder, de cuanto puede oscurecer la fe, para llegar a abrir nuevos caminos que lleven realmente a acogerla hoy, a vivir de fe, a crecer en la fe. Esto puede explicar la impaciencia del amor<\/em>. Sin embargo, la praxis pastoral esta llamada especialmente a conjugar, ensamblar y entrelazar pedag\u00f3gicamente educaci\u00f3n<\/em> y fe<\/em> en procesos de mutua implicaci\u00f3n.
\n 
\nTodos vivimos de fe. Cada cual con la suya; sea \u00e9sta religiosa, simplemente racional, humanitaria o mera acomodaci\u00f3n interesada. De ah\u00ed la obligada disposici\u00f3n para aceptar la revisi\u00f3n constante y la confrontaci\u00f3n abierta de las bases sobre las que cada cual apoya su fe vital. <\/em>En esta perspectiva, ni que decir tiene \u2013lo hago con palabras de A. Fossion\u2013 que \u201cla fe cristiana se encuentra en una situaci\u00f3n de volver a empezar: estamos asistiendo, en efecto, al final de un mundo que es el final de un cierto cristianismo; sin embargo, no es el final del mundo ni del cristianismo\u201d<\/a>.
\nQuien dice \u00abvolver a empezar\u00bb evoca procesos simult\u00e1neos de muerte y vida o una especie de \u00abtiempo germinal\u00bb que comporta sentimientos ambivalentes y hasta contradictorios. En efecto, el momento hist\u00f3rico que atravesamos nos produce a la par sufrimiento y satisfacci\u00f3n frente a las cosas que mueren, incertidumbre y esperanza por las que nacen. Perdemos, mas encontramos y hasta entrevemos que sin la p\u00e9rdida no existir\u00eda ganancia alguna.
\nTal punto de vista constituye la estructura de las reflexiones que siguen; el marco de las mismas no es otro que la educaci\u00f3n a la fe de las nuevas generaciones. Precisamente porque la identidad fundamental de cualquier pastoral juvenil o, mejor, de la praxis cristiana con los j\u00f3venes se formula en procesos educativos, el art\u00edculo va de la fe (1. Tiempo germinal),<\/em> y \u2013valga la expresi\u00f3n\u2013 cuanto en ella debe morir (2. Muerte)<\/em> o hay que recuperar para abrir caminos nuevos en la educaci\u00f3n a la fe (3. Renacimiento).<\/em> En fin, quisiera regular semejante recorrido aplicando a nuestra situaci\u00f3n la norma que D.-M. Chenu suger\u00eda para el convulso tr\u00e1fico teol\u00f3gico de los a\u00f1os \u00abprey post\u00bb Vaticano II: \u00abPaciencia intelectual en la impaciencia del amor\u00bb.
\n <\/p>\n

    \n
  1. Tiempo germinal<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \nL\u00f3gicamente no interesa tanto describir el tiempo cuanto conocer el fruto que ha de germinar. En este primer punto, entonces, me detengo a definir algunos elementos esenciales de la fe cristiana. Retengo \u2013aunque no sea el caso de entrar en argumentos\u2013 que trat\u00e1ndose de una reflexi\u00f3n pastoral, m\u00e1xime en los tiempos que corren, el enfoque a privilegiar a tal efecto debe ser el de la fundamentaci\u00f3n de dichos elementos (teolog\u00eda fundamental)<\/em> y no tanto la consideraci\u00f3n de los aspectos doctrinales (teolog\u00eda dogm\u00e1tica<\/em> o sistem\u00e1tica)<\/em> con los que se suele ahora abordar el tema.
    \n 
    \n1.1. <\/em><\/strong>Misterio divino y decisi\u00f3n humana<\/em><\/strong>
    \n 
    \nLa fe, para los cristianos, es, a un tiempo, don de Dios y decisi\u00f3n humana. Cierto que el polo primero y fundamental reside en el misterio divino, pero se trata de un \u00abmisterio donado al hombre\u00bb en serio, esto es, con todas las consecuencias. La libre iniciativa de Dios siempre precede cualquier respuesta humana; sin embargo, a esta l\u00f3gica de la gracia se une la l\u00f3gica de la fe como respuesta igualmente libre a la autocomunicaci\u00f3n divina. La segunda, de alguna forma, parece ser la l\u00f3gica o la din\u00e1mica prevalente de la historia judeo-cristiana: tradici\u00f3n de encarnaci\u00f3n y de fe cual respuesta a una revelaci\u00f3n hist\u00f3rica que, precisamente por encarnar el sentido, resulta cre\u00edble.
    \nNo es cuesti\u00f3n de separar y, tanto menos, de menoscabar la centralidad de la trascendencia del misterio divino. El debate suscitado por Lutero y la consiguiente r\u00e9plica del concilio de Trento, cuanto menos, nos han dejado una clara conclusi\u00f3n: s\u00f3lo si el hombre es libre, se afirma verdaderamente a Dios, sin quitarle su libertad (a un Dios que merezca la consideraci\u00f3n del hombre);<\/em> y \u00fanicamente si el hombre es agraciado con la fe (receptor de una gracia que le salva) <\/em>se le afirma de veras como para no quedar condenado a una absurda y solitaria \u00abvida de Prometeo\u00bb. Reconocer la trascendencia del Creador y la consistencia de las creaturas reclama no s\u00f3lo una visi\u00f3n metaf\u00edsica del tema \u2013necesaria, por lo dem\u00e1s, para salvaguardar las diferencias entre ambos\u2013, sino tambi\u00e9n pensarlo en t\u00e9rminos de relaci\u00f3n y \u00abdi\u00e1logo de libertades\u00bb
    <\/a>.
    \nEl ser humano es humanizado por Dios. \u00bfC\u00f3mo? Por la fe. Aunque parezca una respuesta extra\u00f1a, analiz\u00e1ndola descubrimos su coherencia, su l\u00f3gica. Si aquello que recibi\u00e9ramos de Dios fuera una cosa, una simple verdad o teor\u00eda acerca del sentido de la vida, nos apropiar\u00edamos de ello mediante una obra o tarea determinada (recogiendo el \u00abobjeto\u00bb, haciendo esto o lo otro para \u00abmerecerlo\u00bb, etc.). Sin embargo, cuanto lo que se recibe es una persona, ya no se tratar\u00e1 de una acci\u00f3n concreta: s\u00f3lo puede acogerse a una persona con una actitud global, en nuestro caso con una respuesta o \u00abactitud de fe\u00bb. De primeras, queda as\u00ed establecida la relaci\u00f3n; a seguido, se incorporan las formas del di\u00e1logo.
    \nEl \u00faltimo Concilio lo subray\u00f3 dando, por un lado, primac\u00eda absoluta a la Palabra, a la revelaci\u00f3n oautocomunicaci\u00f3n confidencial de Dios; por otro, destacando la libertad y atenci\u00f3n con las que el hombre debe escuchar. Ahora bien, el contenido de la revelaci\u00f3n es un sujeto \u2013y no un objeto\u2013: gracias a la fe nos unimos a Dios. La fe cristiana, en cuanto encuentro de personas, es comuni\u00f3n real con el Dios manifestado en Jesucristo, a trav\u00e9s de la cual se produce un segundo o \u00abnuevo nacimiento\u00bb del ser humano en el Esp\u00edritu.
    \nAs\u00ed dicho, el asunto no entra\u00f1a demasiada dificultad si nos dirigimos a quienes lo conocen y creen en ello. Las tornas cambian si los interlocutores ignoran el tema: en ese caso, ser\u00e1 necesario adentrarse en razones que muestren la credibilidad de la palabra divina y la razonabilidad de la respuesta humana.
    \n 
    \n1.1. <\/em><\/strong>Fe, sentido y salvaci\u00f3n<\/em><\/strong>
    \n 
    \nAmbos aspectos \u2013credibilidad de la revelaci\u00f3n y razonabilidad de la fe\u2013 est\u00e1n estrechamente relacionados. M\u00e1s a\u00fan, se puede a\u00f1adir que la credibilidad de la primera explica la razonabilidad de la segunda. Razonabilidad, que no \u00abracionalidad\u00bb pura y dura, puesto que la fe cristiana si, por un lado, no es ni puede ser ciega y ajena a la raz\u00f3n (fide\u00edsmo), <\/em>por otro, tampoco es contraria a la misma (racionalismo) <\/em>o, viceversa, conclusi\u00f3n evidente de un razonamiento categ\u00f3rico (\u00abapolog\u00e9tica\u00bb). <\/em>No es posible abordar los dos argumentos \u2013credibilidad y racionalidad\u2013; as\u00ed que van sencillamente dos brochazos de pasada sobre el primero, para centrarnos despu\u00e9s en el segundo.
    \nLa experiencia cristiana est\u00e1 anclada en la fe. Pero para creer en Dios hace falta que sea y resulte<\/em> cre\u00edble, que demuestre<\/em> o d\u00e9 razones por las que valga la pena remitir a \u00c9l nuestra vida. Bien lo sabemos: el amor \u2013universal, gratuito e incondicional (aunque asim\u00e9trico, todo hay que decirlo)\u2013 es la prueba de Dios, la raz\u00f3n de su credibilidad incontrovertible. Efectivamente, \u00aba Dios nadie le ha vista jam\u00e1s\u00bb nos dice san Juan (cf. Jn 1,8 y 1Jn 4,12) y es en un hombre, en Jes\u00fas de Nazaret, donde se manifiesta, se hace comprensible y experimentable<\/em> su misterio inefable. A partir de tal acontecimiento,<\/em> sabemos que llegar<\/em> a Dios no conlleva salir<\/em> del hombre, sinoentrar<\/em> m\u00e1s hondamente dentro del propio ser humano; que alcanzar<\/em> a Dios no significa perdernos<\/em> a nosotros, sino todo lo contrario, encontrar la plenitud y realizaci\u00f3n m\u00e1s profunda del hombre. En otras palabras, as\u00ed como la divinidad de Jes\u00fas se realiza en su aut\u00e9ntica humanidad, bien podemos entender que \u00abla revelaci\u00f3n de Dios acontece en la realizaci\u00f3n del hombre\u00bb
    <\/a>. F. Rosenzweig resume inigualablemente el fondo de semejante dinamismo: \u00abla Biblia y el coraz\u00f3n dicen la misma cosa. Por esto\u2026 la Biblia es revelaci\u00f3n\u00bb<\/a>.
    \nMe concentro ya en la cuesti\u00f3n de la fe y su razonabilidad. Antes de nada, la espont\u00e1nea asociaci\u00f3n de fe y religi\u00f3n suele acarrearnos el olvido de que la fe es primordialmente un fen\u00f3meno antropol\u00f3gico. El ser humano es esencialmente un \u00abser creyente\u00bb, m\u00e1s que en sentido religioso, en un sentido y nivel meramente humanos. Gran parte de su aprendizaje e historia personales las realiza creyendo, muchas de sus m\u00e1s importantes certezas se basan en la fe: crecemos \u00abfi\u00e1ndonos\u00bb de los padres y dem\u00e1s educadores, vivimos participando de las \u00abcreencias sociales\u00bb fundamentales; en fin, nos entrelazamos con los dem\u00e1s, \u00abcreyendo\u00bb en los amigos y, sobre todo, en aquella persona particularmente amada con la que estamos dispuestos a compartir la vida.
    \nEn todos esos procesos humanos, que tambi\u00e9n contienen un algo de irracionales e insensatos y con frecuencia comportan un gran riesgo y no poca osad\u00eda, descubrimos c\u00f3mo la grandeza \u2013y el drama\u2013 de la vida se miden por las \u00abapuestas de fe\u00bb con las que cada cual orienta su propia libertad. Por lo dem\u00e1s, en dicho engarceantropol\u00f3gico radica la razonabilidad y la sensatez de la fe religiosa. En efecto, lo m\u00e1s propio de la actitud creyente del ser humano reside en su dimensi\u00f3n personal, no consistente en el simple \u00abyo creo\u2026\u00bb sino en el \u00abyo conf\u00edo en ti\u00bb que abarca la totalidad de la comunicaci\u00f3n o de la relaci\u00f3n entre las personas.
    \nAhora bien, este \u00abyo creo en ti\u00bb o \u00abyo conf\u00edo en ti\u00bb incluye tanto el car\u00e1cter personal de la relaci\u00f3n entre dos sujetos como la dimensi\u00f3n cognoscitiva que deriva del mismo: la confianza expresa, en primer lugar, encuentro y trato de afecto o de amor; en segundo lugar, acogida o aceptaci\u00f3n de cuanto es y me dice el otro como verdadero. Tal car\u00e1cter cognoscitivo no es simplemente argumental o cient\u00edfico: la fe no es la negaci\u00f3n del conocimiento, antes bien y al referirse a la relaci\u00f3n con una persona en la que puedo creer y confiar, introduce un nuevo orden y posibilidad en el mismo, es decir, una fuente de informaci\u00f3n basada, por as\u00ed decirlo, en la \u00abautoridad\u00bb derivada de la confianza.
    \nObviamente, el \u00abotro\u00bb de le fe cristiana es Dios y el sentido que, en general, aporta la \u00abfe antropol\u00f3gica\u00bb se traduce por salvaci\u00f3n en la religiosa.
    \nAs\u00ed, la fe en el Antiguo Testamento se muestra, principalmente, como respuesta a las intervenciones divinas: Dios se revela en la historia con gestos y palabras, y el pueblo responde creyendo
    <\/a>. Las historias de Abrah\u00e1n, de Mois\u00e9s o de los profetas, etc., adem\u00e1s, recalcan el car\u00e1cter esencialmente personal de la fe: se trata de una asunto entre personas, supone un encuentro personal que no elimina su dimensi\u00f3n cognoscitiva, \u201cpero s\u00ed supone un corrimiento de acentos. Ser creyente no significa s\u00f3lo aceptar unas doctrinas que han sido reveladas por Dios, para saber y conocer m\u00e1s. Ser creyente es, sobre todo, adentrarse en el conocimiento personal y en la experiencia de Dios, en la comunicaci\u00f3n personal con \u00c9l\u201d<\/a>. Para la literatura b\u00edblica, por \u00faltimo, la razonabilidad y la sensatez de la fe no constituyen tanto un problema l\u00f3gico cuanto hist\u00f3rico: la historia testifica los prop\u00f3sitossalv\u00edficos de Dios.
    \nPrecisamente por esto, en el Nuevo Testamento, la fe aparece substancialmente vinculada a la salvaci\u00f3n o a la justificaci\u00f3n, lo que explica a la par su concentraci\u00f3n cristol\u00f3gica. La salvaci\u00f3n no est\u00e1 en la Ley (la Tor\u00e1<\/em>)<\/em>, sino en Jesucristo: \u00e9l es la verdadera \u00abjusticia de Dios\u00bb, \u00abahora -con \u00e9l, por la fe e independientemente de la ley- se ha proclamado la amnist\u00eda o manifestado la justicia de Dios, es decir, su misericordia\u00bb (Rm, 3,21). Por tanto, la fe no es un asunto puramente te\u00f3rico o doctrinal (como, a veces, pudiera deducirse de una obsesiva preocupaci\u00f3n por la ortodoxia) y ni siquiera un asunto de sentido o sinsentido; la fe es un asunto de salvaci\u00f3n, de justificaci\u00f3n y de vida, frente al drama de la perdici\u00f3n, la condena o la muerte. Lo repetimos por si fuera necesario: no es cuesti\u00f3n de minusvalorar la dimensi\u00f3n cognoscitiva sino de colocar cada cosa en su sitio.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. Muerte<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \nTodo comenz\u00f3 con una experiencia, \u201ccon un encuentro. Unos hombres entraron en contacto con Jes\u00fas deNazaret y se quedaron con \u00e9l. Aquel encuentro y todo lo sucedido en la existencia y en torno a la muerte de Jes\u00fas hizo que su vida adquiriera un sentido nuevo\u2026\u201d
      <\/a>. As\u00ed compendia E. Schillebeeckx los inicios de la fe cristiana que, tras un primer per\u00edodo de dificultades, se despleg\u00f3 sin grandes problemas durante siglos y siglos. Sin embargo, lleg\u00f3 un momento -prolongado hasta nuestros d\u00edas- en el que se desataron las dudas acerca de la historia narrada por la Iglesia cat\u00f3lica y empez\u00f3 a disminuir el n\u00famero de las adhesiones a la fe cristiana.
      \nPor complejo que sea el tema, no resulta demasiado complicado explicar una de las causas principales del porqu\u00e9 de tales fen\u00f3menos: por un lado, la estructura institucional de la Iglesia no sintoniza con las formas democr\u00e1ticas de la sociedad y la fe cristiana sigue narr\u00e1ndose con lenguajes y s\u00edmbolos antiguos, literalmente incre\u00edbles para las mujeres y hombres contempor\u00e1neos; por otro, y en bueno l\u00f3gica dependiendo de lo anterior, las experiencias humanas hodiernas no engarzan con la cristiana, la fe religiosa no entronca con las ra\u00edces de la actual fe antropol\u00f3gica
      <\/a>.
      \nLo explicaba al inicio del art\u00edculo: la fe se encuentra ahora en una situaci\u00f3n de \u00abvolver a empezar\u00bb; un tiempo germinal que requiere asumir la muerte de cuanto hay que dejar o perder, por tratarse de adherencias que oscurecen la fe o de formulaciones poco razonables y hasta insensatas a la luz del estado de conciencia del ser humano.
      \n 
      \n2.1. <\/em><\/strong>Fe e interpretaci\u00f3n<\/em><\/strong>
      \n 
      \nTodos reconocemos que una cosa es la experiencia de fe y otra la interpretaci\u00f3n que hacemos de ella: lo importante es la primera; secundaria, la segunda. Verdad tambi\u00e9n que nunca son independientes, entre otras cosas, porque cualquier experiencia es siempre una experiencia interpretada y, en consecuencia, la fe vive necesariamente en una determinada teolog\u00eda o interpretaci\u00f3n. Tampoco son id\u00e9nticas: la interpretaci\u00f3n no agota jam\u00e1s la experiencia, aunque s\u00ed act\u00faa dentro de ella como instancia cr\u00edtica, en un proceso permanente donde la experiencia, por un lado, protesta contra las interpretaciones que pretendan arrollarla o anularla y, por otro, invita a progresar en el intento de comprenderla mejor.
      \nDe ah\u00ed una doble preocupaci\u00f3n: 1\/ Debemos vivir la fe en nuestro tiempo y cultura, y no podemos aceptar visiones de la misma que a la mujer y al hombre de hoy se presenten como pueriles, absurdas o sin sentido; 2\/ Al mismo tiempo, necesitamos recuperar la experiencia original que est\u00e1 en la base de la vivencia y de la confesi\u00f3n de fe.
      \nYa no sirve apelar tan s\u00f3lo a la autoridad de Dios (\u00abque no puede enga\u00f1arse ni enga\u00f1arnos\u00bb) para justificar la fe; hemos de invocar, m\u00e1s bien, la credibilidad de los contenidos revelados por lo que, en \u00faltima instancia, con la fe debemos orientarnos hacia la correlaci\u00f3n, esto es: \u00bfqu\u00e9 ajuste existe o c\u00f3mo enlazar coherentemente la realizaci\u00f3n plena del hombre y la experiencia-existencia cristianas?
      \nLa ruptura del engarce cultural y, sobre todo, antropol\u00f3gico ha conducido a un denominador com\u00fan en todas las cr\u00edticas a las religiones: la fe religiosa empuja a huir o a renunciar de la propia vocaci\u00f3n humana; en uno u otro modo, termina inventando una falsa ilusi\u00f3n que conduce a la \u00abp\u00e9rdida de realidad\u00bb.
      \nRemito de nuevo al Vaticano II que dio un viraje fundamental desde las certezas acr\u00edticas de la apolog\u00e9tica cl\u00e1sica hacia la urgente necesidad de correlacionar cr\u00edticamente la fe cristiana y la realizaci\u00f3n plena del ser humano y su historia. Al respecto, asistimos a una rotunda transformaci\u00f3n de los modos de sentir, pensar y actuar que sirvieron para expresar el contenido de la identidad y mensaje cristianos. La experiencia de fondo sigue siendo la misma, pero los profundos cambios modernos<\/em> nos han cogido con unas interpretaciones y expresionesanticuados<\/em> que dificultan sea la experiencia que el anuncio de la fe.
      \n 
      \n2.2. <\/em><\/strong>Fe, fundamentalismo y \u00abdevocionismo\u00bb<\/em><\/strong>
      \n 
      \nLos extremos igualmente nefastos para la profesi\u00f3n y comprensi\u00f3n de la fe se sit\u00faan en el fide\u00edsmo y el racionalismo: el primero por su difidencia ante la raz\u00f3n humana y su despreocupaci\u00f3n por la razonabilidad de la fe; el segundo, al contrario, por una confianza desmedida en la racionalidad que oscurece el don divino y arriesga la libertad de la fe. Especialmente presentes en los \u00faltimos siglos, ambos peligros est\u00e1n adquiriendo rostros nuevos. Me detengo en los dos ejemplos que siguen.
      \nLos riesgos actuales en la visi\u00f3n de la fe se ti\u00f1en generalmente de actitudes intransigentes (m\u00e1xime si de la otra parte se imaginan las tinieblas de la indiferencia), que se prolongan en respuestas beligerantes con una doble ra\u00edz: la orientaci\u00f3n fundamentalista de las ideas y la propensi\u00f3n al devocionismo<\/em> en las pr\u00e1cticas.
      \nEstas actitudes tienen no poco de reacci\u00f3n a los supuestos efectos delet\u00e9reos del Concilio; como si el Vaticano II representase el punto de partida de un relativismo generalizado acerca de los elementos fundamentales de la fe.
      \nPor m\u00e1s que desde Tom\u00e1s de Aquino sabemos bien que el acto de fe no termina en las f\u00f3rmulas, sino en la realidad hacia las que las f\u00f3rmulas apuntan, o por m\u00e1s que el mismo Juan XXIII aclarase desde los primeros momentos de la \u00faltima asamblea conciliar \u201cque una cosa es el dep\u00f3sito de la fe, es decir, las verdades, y otra el modo en que se formulan\u201d
      <\/a>; \u00abpor m\u00e1s que\u2026\u00bb, en suma, resultan hasta cierto punto comprensibles las preocupaciones que, ante la impresi\u00f3n angustiosa de que todo se derrumba, desembocan en la b\u00fasqueda de certezas a cualquier precio. Con agudo tino afirmaba H. de Lubac que \u201cla humanidad imagina que pierde a Dios cada vez que abandona un sistema de pensamiento\u201d<\/a>.
      \nLa \u00abnebulosa fundamentalista\u00bb \u2013llam\u00e9mosla as\u00ed, aunque solo fuere para distanciarla del fundamentalismo isl\u00e1mico\u2013 incluye tanto el integralismo, el tradicionalismo o, si se quiere, el integrismo escritur\u00edstico como el dogmatismo doctrinal. Los primeros, a partir del rechazo de la distancia que existe entre el texto y los acontecimientos que narra, mantienen un sometimiento escrupuloso a la letra de la escritura; el dogmatismo o fundamentalismo doctrinal postula un sumisi\u00f3n inflexible a las ense\u00f1anzas de la Iglesia, desde el (ilusorio) fort\u00edn del literalismo utilizado para explicar los contenidos de la fe
      <\/a>.
      \nEsta nebulosa no llegar\u00eda a mayores de no ser porque, a fin de cuentas, surge la tentaci\u00f3n de buscar el fundamento de la fe no tanto en la firmeza de la Escritura cuanto en las instrucciones del magisterio. De resultas, y en concomitancia con la imperiosa necesidad de certezas tan propia de nuestra \u00e9poca, se desencadenan todo tipo de consecuencias malsanas.
      \nVaya por delante que la fe cristiana proyecta su luz, pero no incluye ni suministra diagn\u00f3sticos prefabricados a la hora de interpretar la vida en el mundo, es decir, por creer no disponemos de ventaja interpretativa alguna frente al resto de los mortales. Por eso mismo, las formulaciones del cristianismo han de hacerse respectando los c\u00e1nones cient\u00edficos acreditados, sin huir o saltar la responsabilidad de servirse, como todos, de la cultura y sus mediaciones socio-anal\u00edticas, de confrontarse con los resultados incontrovertibles del saber humano y de exponerse a las revisiones continuas inherentes a nuestra condici\u00f3n hist\u00f3rica.
      \nAdem\u00e1s, no se puede confundir \u00ablo espec\u00edfico\u00bb con \u00abexclusivo\u00bb. En palabras de J.I. Gonz\u00e1lez Faus: \u201chay que subrayar de entrada que lo espec\u00edficamente cristiano nunca significa exclusivamente <\/em>cristiano. Quien confiesa a Jes\u00fas de Nazaret como \u00abCristo\u00bb e \u00abHijo del hombre\u00bb est\u00e1 afirmando que lo espec\u00edficamente cristiano es s\u00f3lo aquello de m\u00e1s profunda calidad humana y nunca un espacio ajeno <\/em>a lo humano. Esto significa que lo espec\u00edficamente cristiano nunca ser\u00e1 algo que no puede encontrarse en otros hombres\u2026, sino simplemente algo que se debe exigir <\/em>decididamente a aquellos que se llaman cristianos\u201d
      <\/a>.
      \nEnredar espec\u00edfico con exclusivo o, peor a\u00fan, con excluyente entrampa la fe cristiana present\u00e1ndola como enemiga del pluralismo e incapaz de reconocer sea la posibilidad de una \u00abautenticidad humana a-religiosa\u00bb que la \u00abv\u00eda a-religiosa\u00bb de humanizaci\u00f3n. Secuelas tanto o m\u00e1s peligrosas en la medida que parecen comportar, por una parte, la condena de los creyentes a una especie de doble vida \u2013la secular y la religiosa\u2013 y, por otra, la obligaci\u00f3n de conductas religiosas de corte espiritualista o moralista. La experiencia humana<\/em> actual, con todas sus deficiencias, nos ha transformado en ciudadanos<\/em> conscientes de su igualdad, autonom\u00eda y libertad, impulsando actitudes cr\u00edticas y democr\u00e1ticas; mientras la experiencia religiosa,<\/em> por el desfase de interpretarse todav\u00eda con esquemas premodernos, fomenta cristianos<\/em> en actitud de (religiosa) sumisi\u00f3n, justificada (ficticiamente, al tratarse de conceptos culturales, ahora inadmisibles, pero anta\u00f1o casi identificados con la fe) como si fuera la correspondiente o inherente a \u00ablo que tenemos que creer\u00bb.
      \nIndudablemente, las formulaciones te\u00f3ricas y los comportamientos pr\u00e1cticos caminan del brazo, estrechamente entrelazados. Siendo verdad que una deficiente f\u00f3rmula acarrea el peligro de suscitar o respaldar experiencias an\u00f3malas; tanto o m\u00e1s verdadero es que las pr\u00e1cticas acaban por quitar o dar raz\u00f3n a buena parte de las teor\u00edas. Por lo dem\u00e1s, en la relaci\u00f3n de los conceptos y enunciados de la fe con la experiencia cristiana y la pr\u00e1ctica pastoral que la sostiene, topamos con un fen\u00f3meno extra\u00f1o: inicialmente, la \u00abprudencia pastoral\u00bb (mal entendida) impide que se conozcan muchas de las innovaciones y reformulaciones teol\u00f3gicas; al final, esa misma actitud (imprudente) sirve para olvidarlas y descartarlas, dado que \u2013entremedias- se han seguido reforzando aquellas pr\u00e1cticas que tales innovaciones pon\u00edan en entredicho.
      \nLos avances exeg\u00e9ticos, por ejemplo, no llegan o llegan mal y tarde a la gente, que todav\u00eda se pregunta si ha existido o no un Para\u00edso con Ad\u00e1n y Eva, adem\u00e1s de la manzana o la serpiente; que a\u00fan se escandaliza cuando escucha que los Magos, la matanza de los inocentes o la huida a Egipto no pretenden ser una narraci\u00f3n de hechos<\/em>reales cuanto historias cargadas de \u00absentido teol\u00f3gico\u00bb\u2026 Desgraciadamente, no son episodios aislados y concentrados en las personas mayores; igual ocurre con la formaci\u00f3n de las nuevas generaciones: en la predicaci\u00f3n o en la catequesis y, con una gravedad imprevisible, hasta en las clases de teolog\u00eda o en los seminarios no se esclarecen conceptos b\u00e1sicos para comprender y vivir coherentemente la fe y experiencia cristianas, cuando se trata de cuestiones hace tiempo asimiladas por la teolog\u00eda y, la mayor\u00eda, sancionadas<\/em> por el concilio Vaticano II.
      \nSi la llamada \u00abfe del carbonero\u00bb -entro a considerar brevemente el segundo de los riesgos (el pr\u00e1ctico o la propensi\u00f3n al devocionismo<\/em>)- <\/em>ha perdido vigencia entre nuestros contempor\u00e1neos, no ha ocurrido lo mismo con el \u00abcreo lo que cree la Iglesia\u00bb que inclu\u00eda. Esta forma de confesi\u00f3n de fe a\u00fan est\u00e1 presente de forma espont\u00e1nea y sencilla en la religiosidad popular, y merece todo respeto. Por desgracia, sin embargo, algunos sectores eclesi\u00e1sticos la emplean como arma arrojadiza para resistirse a cualquier fundamentaci\u00f3n de la fe que no provenga de la autoridad, al tiempo que promueven el retorno al devocionismo<\/em> de tiempos pasados.
      \nEs de sobra conocido que creer, lo que se dice de verdad creer, se refiere a Dios; esto es, la fe es un movimiento din\u00e1mico con un \u00fanico fin, Dios. Sin embargo, de rond\u00f3n \u2013y sin que exista demasiado inter\u00e9s por distinguir, puntualizar y relacionar en su justa medida la \u00abjerarqu\u00eda de las verdades\u00bb\u2013, se van asimilando a la fe otros objetos y creencias, sobre todo, cuando esa confusi\u00f3n<\/em> sirve a las \u00abexigencias e intereses de la religi\u00f3n\u00bb, aunque queden comprometidas tanto la verdadera trascendencia divina como la libertad humana. Y si abunda un creer m\u00e1s relativo a la credulidad que a la fe, qu\u00e9 no decir de los supuestos (falsamente) dogm\u00e1ticos con los que se consienten cultos e intercesiones, veneraciones, devociones y reliquias, expiaciones, etc., con dudoso car\u00e1cter cristiano. El concilio de Trento puso un obligado orden en todo ello, pero la situaci\u00f3n hermen\u00e9utica actual es muy diversa de aqu\u00e9lla como para proseguir con su \u00abletra\u00bb. Curioso, en este sentido, c\u00f3mo cesan no pocos de los intentos de reinterpretaci\u00f3n, porque poner en entredicho ideas teol\u00f3gicas acerca de tales aspectos, se confunde con \u00abponer en cuesti\u00f3n la fe\u00bb, y de la discusi\u00f3n sobre ideas se pasa a la acusaci\u00f3n en el terreno de la fe
      <\/a>.
      \n <\/p>\n

        \n
      1. Renacimiento<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

         
        \nAl interrogarnos sobre la fe, al preguntarnos si hemos de creer en Dios o no, nos enfrentamos a la disyuntiva de admitir o rechazar una \u00abraz\u00f3n \u00faltima\u00bb, un fundamento que d\u00e9 sentido y valor a todo, incluida la propia vida. Presentimos, no obstante, que \u00abs\u00f3lo el amor es digno de fe\u00bb (H.U. von Balthasar) y es por esto que, al final, para los cristianos creer significa esencialmente amar: amar tan profundamente las personas, las cosas y el universo que resulte imposible declararlos un simple juego de azar y necesidad o un absurdo a sobrellevar como mejor podamos. Y es que Dios es mucho m\u00e1s que un postulado: creer en \u00c9l consiste en reconocer y acoger su amor, esto es, saberse acogidos en su misterio de gratuidad que, m\u00e1s que superar nuestra inteligencia, ilumina toda nuestra existencia.
        \nCreer, afirmar a Dios es testificarlo como Aqu\u00e9l que es absolutamente primero y gratuito: misterio de gratuidad y misterio de luz\u2026 que vuelve luminosa nuestra tiniebla.
        \nDespistados por tantas otras cosas, a menudo, se nos ocurre pensar que \u00abposeer la fe\u00bb, valga la expresi\u00f3n, nos distingue de cuantos no la tienen. En justa l\u00f3gica, el cristianismo se organiza para conquistar<\/em> a los otros. Las palabras del joven en la ma\u00f1ana de Pascua \u2013\u00abno est\u00e1 aqu\u00ed\u2026 ir\u00e1 delante de vosotros a Galilea; all\u00ed lo ver\u00e9is\u00bb (Mt28,6-7)\u2013 quiz\u00e1 quieran mostrarnos la necesidad de ir hacia los otros, con la esperanza de descubrir con ellos y donde se encuentran ellos, en lo m\u00e1s profundo de sus vidas, las huellas del Resucitado que siempre nos precede y ya est\u00e1 \u2013de inc\u00f3gnito\u2013 en medio de la gente. Lo mismo que ayer a las mujeres que iban a la tumba, quiz\u00e1 tambi\u00e9n hoy este mensaje \u00abnos descoloque\u00bb: nosotros no aportamos un don del que los seres humanos carezcan; el Esp\u00edritu de Cristo resucitado ya ha sido derramado sobre toda carne
        <\/a>.
        \n 
        \n3.1. <\/em><\/strong>Repensar la fe<\/em><\/strong>
        \n 
        \nAcoger el don de Dios, \u00abvivir de fe\u00bb explica la impaciencia del amor<\/em> y todos los subterfugios que equivocadamente inventa, bien en relaci\u00f3n con el misterio divino bien en la transmisi\u00f3n de esa fe a los dem\u00e1s. Resulta que casi, y s\u00f3lo en el caso del amor de Dios, el fin pudiera justificar los medios. De ah\u00ed \u00e9ste y otros errores como los evidenciados precedentemente.
        \nDe ah\u00ed tambi\u00e9n la especial atenci\u00f3n que debemos poner en el asunto, al igual que la necesidad de repensar la fe ante los profundos cambios producidos en la experiencia humana y las cambiantes circunstancias socio-culturales que vivimos.
        \nLa fe no deja de ser, y como tal ha de presentarse, un don y una gracia vividas en lo profundo de cada persona y, al mismo tiempo, en comuni\u00f3n con todo el Pueblo de Dios, pero no deja de ser igualmente una opci\u00f3n y un empe\u00f1o verdaderamente humanos. De no ser as\u00ed, se romper\u00eda toda correlaci\u00f3n entre la comunicaci\u00f3n divina y la experiencia humana, entre la revelaci\u00f3n del misterio de Dios y la revelaci\u00f3n del misterio del hombre.
        \nEl car\u00e1cter aut\u00e9nticamente humano de la fe expresa el quid,<\/em> la condici\u00f3n necesaria para vivirla y presentarla como razonable y sensata a creyentes y no creyentes. Precisamente por eso necesitamos recuperar y repensar los \u00abenganches antropol\u00f3gicos\u00bb de la fe para educar(nos) y proponerla adecuadamente a los hombres y mujeres que ya no pueden asumirla por \u00f3smosis social ni aceptar que se les imponga sin m\u00e1s.
        \nTras Jes\u00fas, las primeros comunidades narraron su experiencia <\/em>de vida y salvaci\u00f3n, traduci\u00e9ndola <\/em>poco a poco en \u00abenunciados de fe\u00bb construidos con arreglo al esquema mental, la cultura y las circunstancias de la \u00e9poca. Expresar la fe que sosten\u00eda la experiencia creaba y crea, entre otras cosas, un agudo problema de lenguaje y comunicaci\u00f3n. Si los cristianos, durante muchos siglos, fueron capaces de hacer tan cre\u00edble y significativa su experiencia como para evangelizar con la convicci\u00f3n y efectos que lo hicieron, se debe a varias condiciones que supieron cumplir admirablemente. Las enuncio sucintamente.
        \nLa primera<\/em> se refiere al engarce experiencial <\/em>de cuanto comunicaban. Todo part\u00eda y se refer\u00eda a lo vivido con Jes\u00fas de Nazaret. Hay que volver constantemente a la experiencia: a palpar<\/em> la fundante y recuperar su meollo m\u00e1s que insistir en las formas; a la experiencia presente de c\u00f3mo se vive la fe, de si sus formulaciones transmiten lo fundamental y conducen a una praxis adecuada, no a un mero adoctrinamiento.
        \nEn segundo<\/em> lugar, los contenidos de la fe se fueron organizando con una profunda ensambladura<\/em>antropol\u00f3gica:<\/em> descubr\u00edan el sentido de los dinamismos humanos, a la par que estos \u00faltimos esclarec\u00edan y contribu\u00edan a la razonabilidad de la fe. Dios ha querido limitarse <\/em>y, pese a tratar de revel\u00e1rsenos constantemente, s\u00f3lo lo consigue en la medida en que el hombre lo descubre, acepta y comprende; por lo que, cuanto m\u00e1s ahondamos en la condici\u00f3n humana, tanto mejores ser\u00e1n las disposiciones para \u00abcaer en la cuenta\u00bb de qui\u00e9n nos habla en ella y qu\u00e9 nos dice.
        \nLa tercera <\/em>condici\u00f3n: una praxis coherente <\/em>que serv\u00eda para verificar el valor y sentido del mensaje. La fe, por ejemplo, no puede desentenderse de la conflictiva recomposici\u00f3n de la identidad humana que vivimos actualmente, por lo que tiene que repensarse ella misma conforme a esa nueva identidad que est\u00e1 naciendo; por otro lado, la praxis cristiana tiene que tomarse seriamente en cuenta como \u00e1mbito tanto para verificar la manera hist\u00f3rica de expresar y comprender el mensaje cristiano como para revisar y reformular sus contenidos.
        \nEn suma, la \u00fanica relaci\u00f3n que Dios mantiene con los hombres es una relaci\u00f3n de amor. Con raz\u00f3n sostiene A. Torres Queiruga que cualquier repensar pasa por \u201cla convicci\u00f3n radical de que cuanto viene de Dios s\u00f3lo es interpretable leg\u00edtimamente cuando cobra un sentido positivo y liberador para nosotros. De suerte que toda interpretaci\u00f3n que haga aparecer la historia de Dios con la humanidad como amenaza, carga o agravamiento de su destino es, por eso mismo, falsa\u201d
        <\/a>.
        \n 
        \n3.2. <\/em><\/strong>Paciencia educativa<\/em><\/strong>
        \n 
        \nLa impaciencia de que hablaba, justo fruto del sentir vivamente el amor salvador de Dios y del c\u00f3mo la fe transforma la existencia, nos reclama espont\u00e1neamente un ritmo de \u00abencuentro directo\u00bb, de \u00abpresentaci\u00f3n expl\u00edcita e \u00edntegra\u00bb, de \u00abcatequesis directa de la fe\u00bb sin perder tiempo en otras cosas \u2013que quiz\u00e1s entretienen, pero sin duda mitigan el impacto inmediato que buscamos\u2013. Casi divina impaciencia,<\/em> que dir\u00eda J.M. Pem\u00e1n en su \u00e9poca; sin embargo, el nuestro no parece un tiempo que pueda gestionarse con la impaciencia y, tanto menos, si faltan los an\u00e1lisis pertinentes, cabr\u00eda catalogarla de divina.
        \nLa situaci\u00f3n actual, m\u00e1xime en lo que toca a la praxis cristiana con los j\u00f3venes, demanda que la impaciencia de la fe y del amor se conjuguen con la paciencia pedag\u00f3gica y sus correspondientes procesos educativos.
        \nEl Dios que crea para salvar y nos ama gratuita e incondicionalmente es, en el fondo, la mayor \u00abpro–<\/em>vocaci\u00f3n\u00bb que contiene la realidad: iniciativa previa y llamada universal capaz de animar las respuestas m\u00e1s generosas y atrevidas. El Dios que nos regala todo, don de la fe incluido, y que nos sostiene siempre, asimismo estimula y provoca<\/em> la respuesta de la fe con la tensi\u00f3n <\/em>y el arrojo con los que cada uno est\u00e9 dispuesto a darla. Anunciar el Evangelio, entonces, no consistir\u00e1 tanto en solicitar la fe, cuanto en presentar y hacer cre\u00edble la asombrosa fe que Dios tiene en todos los seres humanos.
        \nLa paciencia educativa nos ense\u00f1a que confesar a Dios, inicialmente, m\u00e1s que cuesti\u00f3n de descubrimiento y afirmaci\u00f3n de la divinidad, est\u00e1 en relaci\u00f3n directa con la respuesta a la realidad humana primordial. Aunque don,<\/em>la fe se manifiesta en tal respuesta y, en especial, Dios asume todo \u00abs\u00ed\u00bb a dicha realidad humana cual si fuera un \u00abs\u00ed\u00bb a \u00c9l mismo, pese a que el ser humano pueda ignorar a qui\u00e9n est\u00e1 entregando su \u00abs\u00ed\u00bb o considerar incluso que Dios nada tiene que ver con ello. Y es que el Dios de Jes\u00fas de Nazaret \u201cno crea para ser servido, sino en todo caso, y si queremos hablar as\u00ed, para servirnos \u00c9l a nosotros\u201d
        <\/a>, o sea, le interesa mucho m\u00e1s que los seres humanos saquen adelante su proyecto que el simple reconocimiento del autor del plan.
        \nEs por eso que, cabalmente, lo humano aut\u00e9ntico<\/em> representa el criterio com\u00fan<\/em> de cualquier acci\u00f3n, eclesial y pastoral incluidas. Criterio que, desde nuestra perspectiva cristiana y de cara a los j\u00f3venes, ha de poderse leer cual \u00abcriterio \u00e9tico\u00bb -para se\u00f1alar la l\u00ednea de comportamiento que rechaza de ra\u00edz cuanto pueda contradecir la humanidad- y, a la par, cual \u00abcriterio m\u00edstico\u00bb -por integrar, dentro de la autenticidad, la apertura a la trascendencia-
        <\/a>. Es la humanizaci\u00f3n, sin duda, el \u00abterreno com\u00fan\u00bb para redefinir la uni\u00f3n entre fe y vida, cultura y evangelio, y designa inmejorablemente el objetivo espec\u00edfico de una praxis cristiana consciente de la situaci\u00f3n de los j\u00f3venes: la ruta de la humanizaci\u00f3n para desarrollarse de tal manera que se favorezca e implique en ello la experiencia de la fe.
        \nPor fortuna, nadie discute a estas alturas que la praxis cristiana con los j\u00f3venes se especifica en procesos de educaci\u00f3n a la fe. La pastoral juvenil, pues, entrelaza educaci\u00f3n y fe,<\/em> hasta fundirlas en procesos de \u00abmutua implicaci\u00f3n\u00bb,<\/em> es decir: madurar como personas y crecer como cristianos se implican rec\u00edprocamente, por lo que el hecho educativo contiene la posibilidad de la experiencia cristiana, al igual que \u00e9sta comporta la maduraci\u00f3n que persigue la educaci\u00f3n.
        \nPor m\u00e1s que queramos escabullirnos por la puerta falsa, los j\u00f3venes m\u00e1s que un problema para la fe y las comunidades cristianas son un desaf\u00edo <\/em>y una oportunidad: <\/em>las nuevas generaciones constituyen una ocasi\u00f3n inmejorable para repensar la experiencia cristiana original, para correlacionarla creativamente con la existencia humana y, en fin, para reconstruir la \u00abpr\u00e1ctica religiosa\u00bb.
        \nEn consecuencia, junto a la competencia educativa, la pastoral pasa por ir m\u00e1s all\u00e1 de las aplicaciones deductivas o de los rastreos inductivos; con otras palabras: reclama una \u00abmentalidad hermen\u00e9utica\u00bb o interpretativa en grado, por un lado, de descifrar la experiencia humana y, por otro, de ir repensando la experiencia cristiana
        <\/a>.
        \n <\/p>\n

        JOS\u00c9 LUIS MORAL<\/p>\n

         
        \n
        <\/a> A. FOSSION, Volver a empezar,<\/em> Sal Terrae, Santander 2004, 9.
        \n
        <\/a> Cf. J.-I. GONZ\u00c1LEZ FAUS, Proyecto de hermano. Visi\u00f3n creyente del hombre, <\/em>Sal Terrae, Santander 1987, 606-620.
        \n
        <\/a> Cf. A. TORRES QUEIRUGA, Repensar la revelaci\u00f3n. La revelaci\u00f3n divina en la realizaci\u00f3n humana,<\/em> Trotta, Madrid 2008.
        \n
        <\/a> F. ROSENZWEIG, La stella della redenzione, <\/em>Piemme, Casale Monferrato 1985, XXIV (introducci\u00f3n, nota 61).
        \n
        <\/a> Cf. H. FRIES, Teolog\u00eda fundamental, <\/em>Herder, Barcelona 1987: \u201cLa fe es el correlato subjetivo de la revelaci\u00f3n. La fe equivale a la revelaci\u00f3n que ha llegado a sus destinatarios y que, por lo mismo, ha alcanzado su meta. Sin fe la revelaci\u00f3n deja de ser aquello que debe y quiere ser: una revelaci\u00f3n para el hombre\u201d (p. 23).
        \n
        <\/a> F. MART\u00cdNEZ, Teolog\u00eda fundamental. Dar raz\u00f3n de la fe cristiana, <\/em>San Esteban, Salamanca 1997, 125 s.
        \n
        <\/a> E. SCHILLEBEECKX, Jesucristo y los cristianos. Gracia y liberaci\u00f3n, <\/em>Cristiandad, Madrid 1982, 13.
        \n
        <\/a> He abordado ampliamente este tema en otra publicaci\u00f3n: cf. J.L. MORAL, Ciudadanos y cristianos. Reconstrucci\u00f3n de la Teolog\u00eda Pastoral como Teolog\u00eda de la Praxis Cristiana, <\/em>San Pablo, Madrid 2007.
        \n
        <\/a> JUAN XXIII, Alocuci\u00f3n del 11.10.1962 al inicio del Concilio, <\/em>AAS 54(1962), 792.
        \n
        <\/a> H. DE LUBAC, Sur les chemins de Dieu, <\/em>E. Montaigne, Paris 1956, 207.
        \n
        <\/a> Cf. C. GEFFR\u00c9, Credere e interpretare, <\/em>Queriniana, Brescia 2002, 60-103.
        \n
        <\/a> J.I. GONZ\u00c1LEZ FAUS, Justicia, <\/em>en: C. FLORIST\u00c1N-J.J. TAMAYO ACOSTA, Conceptos fundamentales del cristianismo, <\/em>Trotta, Madrid 1993, 665-664 (aqu\u00ed p. 661; cursivas del autor).
        \n
        <\/a> Cf. A. TORRES QUEIRUGA, Repensar la resurrecci\u00f3n, <\/em>Trotta, Madrid 2003, 15-36.
        \n
        <\/a> Cf. A. FOSSION, Volver a empezar, <\/em>o.c., pp. 127-131.
        \n
        <\/a> A. TORRES QUEIRUGA, Fin del cristianismo premoderno, <\/em>Sal Terrae, Santander 2000, 37.
        \n
        <\/a> A. TORRES QUEIRUGA, Un Dios para hoy, <\/em>Cuadernos \u00abAqu\u00ed y ahora\u00bb (33), Sal Terrae, Santander 1977, 17.
        \n
        <\/a> Tomo la formulaci\u00f3n de C. Geffr\u00e9 (Credere e interpretare, <\/em>o.c., p. 123), quien usa tal criterio en relaci\u00f3n con el pluralismo religioso.
        \n
        <\/a> He analizado monogr\u00e1ficamente en otro lugar cuanto toca a todos estos aspectos de la praxis cristiana con los j\u00f3venes: cf. J.L. MORAL, \u00bfJ\u00f3venes sin fe? Manual de primeros auxilios para reconstruir con los j\u00f3venes la fe y la religi\u00f3n, <\/em>PPC, Madrid 2007.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

        Jos\u00e9 Luis Moral, profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, ha publicado recientemente: \u00bfJ\u00f3venes sin fe? (PPC, Madrid 2007). S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Parte el art\u00edculo de la convicci\u00f3n de que la praxis cristiana con los j\u00f3venes precisa procesos educativos que requieren asumir la muerte de cuanto hay que dejar o perder, […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","inline_featured_image":false,"footnotes":""},"categories":[1220,7,94],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7957"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7957"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7957\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7957"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7957"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7957"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}