{"id":7997,"date":"2008-01-01T00:00:29","date_gmt":"2007-12-31T22:00:29","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7997"},"modified":"2008-01-01T00:00:29","modified_gmt":"2007-12-31T22:00:29","slug":"contemplar-a-dios-en-su-palabra-oficio-de-apostoles","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/contemplar-a-dios-en-su-palabra-oficio-de-apostoles\/","title":{"rendered":"Contemplar a Dios en su Palabra, oficio de ap\u00f3stoles"},"content":{"rendered":"

Dejarse evangelizar por la Palabra de Dios,<\/h1>\n

etapa previa y prioritaria de la nueva evangelizaci\u00f3n<\/h1>\n

Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9<\/strong> es te\u00f3logo y biblista. Actualmente trabaja en Roma en la Curia General Salesiana.
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO
\nEn un momento de sentida ausencia de Dios, para el autor, la situaci\u00f3n espiritual actual se podr\u00eda describir como de escasez de oyentes y de irrelevancia de la fe. Por ello, la hora actual es hora de evangelizaci\u00f3n, que, hoy como ayer, depende de los evangelizadores e implica que est\u00e9n evangelizados. Es esta evangelizaci\u00f3n la que pide la atenci\u00f3n a la Palabra, para contemplar en ella a Dios. Escuchar a Dios, atender a su palabra, es el primer servicio requerido al creyente. Quien pretende evangelizar tendr\u00e1 que convertirse ante todo de creyente de la Palabra, en su siervo. Como en los primeros ap\u00f3stoles, para evangelizar es necesario dedicarse a la oraci\u00f3n y a la escucha de la Palabra.
\n 
\n\u201cAlimentarnos de la Palabra para ser servidores de la Palabra en el compromiso de la evangelizaci\u00f3n, es indudablemente una prioridad para la Iglesia al comienzo del nuevo milenio\u201d (NMI 40).
\n\u201cVivimos tiempos de crisis y desencanto. La sociedad moderna se ha quedado sin horizonte claro que permita una verdadera esperanza. Ha disminuido, hasta casi desaparecer, la expectativa misma de que pueda o\u00edrse realmente una buena noticia para la humanidad\u201d. En semejante situaci\u00f3n \u201cel anuncio cristiano ha de estar orientado hoy de manera preferente a despertar la fe de los que no creen o a reavivarla en aquellos para quienes ya no es principio configurador de su vida y de su compromiso real y cotidiano. Son tiempos en los que no hemos de dar por supuesta la fe, al menos como una adhesi\u00f3n viva y operante a Jesucristo. Por eso, no es el momento de dedicarse a explicaciones secundarias. No tiene tampoco mucho sentido exigir compromisos o cambios de comportamiento cuando faltan precisamente la conversi\u00f3n a Dios y la opci\u00f3n inicial por el Evangelio. Ser\u00eda pedir frutos sin renovar las ra\u00edces\u201d.[1]<\/a>
\n <\/p>\n

    \n
  1. Inmersos en un eclipse de Dios[2]<\/strong><\/a><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

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    \nEl diagn\u00f3stico, preocupante, es l\u00facido y valiente: hoy los creyentes estamos viviendo un per\u00edodo en el que lo que m\u00e1s sentimos es la ausencia de Dios y lo que mejor percibimos es su silencio.
    \nTiempo atr\u00e1s, Mart\u00edn Heidegger hab\u00eda comentado que la realidad ya no era hogar de Dios, quien no lograba fundar, visible y eficazmente, la existencia del mundo y de la humanidad; llegaba a afirmar que hab\u00eda algo peor incluso que esa falta de Dios que empobrece tanto nuestro tiempo; la extrema pobreza de nuestros d\u00edas radicar\u00eda, m\u00e1s bien, en su manifiesta incapacidad para reconocer como pobreza esa falta de Dios.
    [3]<\/a> Lo que hace m\u00e1s de medio siglo \u2013 la cita es de 1950 \u2013 se diagnostic\u00f3 como situaci\u00f3n epocal es hoy realidad eclesial cotidiana.
    \nBasten dos testimonios, tan descarnados como certeros; que sus autores sean reconocidos entre nosotros como profesionales de la \u00e9tica los hace a\u00fan m\u00e1s relevantes. \u201cSer ateo o no serlo, ser de\u00edsta o no serlo, y dar, en consecuencia, argumentos en contra o a favor de un ser que sea principio y fin de las cosas del mundo y las normas de los hombres es algo marginal en nuestra vida social, ajeno al esp\u00edritu de la \u00e9poca… Lo normal y extendido en nuestros d\u00edas es que un hombre adulto y razonablemente instruido no sea creyente ni incr\u00e9dulo, sino que se despreocupe de tales cuestiones. Y si, a nivel personal, alguien razonablemente instruido sigue siendo creyente, se da por supuesto que esa misma persona, en cuanto normal y part\u00edcipe en los c\u00e1nones te\u00f3ricos y pr\u00e1cticos vigentes, orientar\u00e1 su vida prescindiendo de tal religiosidad\u201d.
    [4]<\/a> \u201cLa religi\u00f3n es parte de nuestro pasado y se conserva como una presencia lateral, al margen del pensamiento y de la vida… Quererse a s\u00ed mismo y no privarse de nada es el fin inmediato e indiscutible de la existencia\u201d.[5]<\/a>
    \n 
    \n1.1. Escasez de oyentes de Dios<\/strong>
    \n 
    \nLa situaci\u00f3n espiritual que atravesamos no se caracteriza ya tanto por la obstinada negaci\u00f3n de la existencia de Dios, cuanto por la aparente negaci\u00f3n de hablar de s\u00ed que Dios mantiene; no es que se hable poco de Dios, que se sigue hablando, es que parece que Dios ha optado por el silencio. \u00bfCu\u00e1ntos son, si no, los creyentes que pueden decir que oyen habitualmente a Dios? \u00a1Pues ser\u00e1n siempre muchos menos, puede presumirse, los que se mantienen voluntariamente en su escucha!.
    \nEsta escasez de oyentes de Dios dentro de la comunidad eclesial es tanto m\u00e1s chocante cuanto que, como en ninguna otra \u00e9poca de su historia probablemente, la iglesia se est\u00e1 esforzando por escuchar y acoger la voz de los hombres, por dar voz a quienes no la tienen. El hecho da que pensar: una mayor sensibilidad para con los problemas actuales coincide con una menor capacidad para la escucha de Dios; es como si la mejor atenci\u00f3n que los creyentes prestan a las urgencias de su mundo les estuviera consiguiendo mayores desatenciones por parte de su Dios.
    \nCito, de nuevo, un testigo de nuestra \u00e9poca. \u201cVienen \u2013 habla de los actuales ap\u00f3stoles \u2013 de Dios y buscan el mundo secular. Tienen a Dios a su espalda; y al mundo, delante. No discuten que, para ser enviados por Cristo al mundo, han de permanecer un tiempo suficiente junto a \u00e9l; pero entienden que esto ya lo han hecho. Est\u00e1n inmersos en la acci\u00f3n y suponen de buena fe, ante s\u00ed y ante los otros, haber concluido el per\u00edodo de contemplaci\u00f3n. Y si la conciencia les recuerda ocasionalmente que la contemplaci\u00f3n no expide ning\u00fan certificado de madurez, o que a\u00fan est\u00e1n inmaduros, reaccionan pronto con el lema contemplativus in actione<\/em>, que significa pr\u00e1cticamente que la persona activa ya es lo bastante contemplativa; no existe otra madurez o mayor\u00eda de edad que la acci\u00f3n. Es el lema de muchos cristianos modernos, cl\u00e9rigos y laicos, de los que cabe sospechar que han tomado el nombre de \u2018misi\u00f3n\u2019 como tatuaje evang\u00e9lico para su huida de Dios. As\u00ed se manifiesta la gravedad de la crisis que sufre la tendencia actual de la Iglesia\u201d.
    [6]<\/a>
    \nInmersos como estamos \u201cen una situaci\u00f3n de eclipse cultural de Dios, de ocultamiento de su presencia\u201d, seguimos empe\u00f1\u00e1ndonos \u201cen intentar el encuentro con \u00e9l en los mismos t\u00e9rminos que en los momentos de visibilidad aparente y de un\u00e1nime reconocimiento social. No caemos en la cuenta de que Dios tiene muchas maneras de hacerse presente y que el silencio sobre \u00e9l es una forma de palabra suya; hay momentos en los que el encuentro se tiene que realizar bajo la forma de la pregunta, de la nostalgia y de la espera… Nuestras comunidades y nosotros personalmente necesitamos encarnar la indispensable experiencia del Se\u00f1or en una espiritualidad que corresponda a los tiempos que corren, con una sociedad secularizada, una forma vida profundamente transformada y un predominio cultural de la increencia\u201d.
    [7]<\/a>
    \nEl cambio por dar ha sido definido como paso de un cristianismo practicante<\/em> a un cristianismo confesante<\/em>, es decir, de un cristianismo de pr\u00e1cticas religiosas a otro de experiencia religiosa.
    [8]<\/a> Sin una nueva forma de experimentar aquello en lo que se cree, la fe no tiene porvenir; resulta ya t\u00f3pico repetir que \u201cel cristiano del futuro ser\u00e1 m\u00edstico o no ser\u00e1 cristiano\u201d.[9]<\/a> Y es que domina en nuestro mundo hoy una indiferencia religiosa militante que exige a cada instante decisiones personales de fe que no podr\u00e1n ya fundamentarse m\u00e1s ni en la costumbre, ni en el ambiente social, ni en las tradiciones recibidas. No hay que dar por supuesta la fe hoy, ni siquiera en quienes se consideran creyentes. No basta ya con afirmar la existencia de Dios; no es suficiente contar con Dios, si luego, en la pr\u00e1ctica, no se cuenta con \u00c9l.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. 2. Irrelevancia del creyente<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \nLa crisis religiosa actual radica, precisamente, m\u00e1s que en la negaci\u00f3n de Dios en su activo silenciamiento. Si no se le reconoce su derecho a hacerse presente como Se\u00f1or \u00fanico en el mundo, en la sociedad, en el propio coraz\u00f3n, se desconoce no ya su poder, sino la misma existencia. Sin blasfemias expl\u00edcitas, pero con no menor eficacia, se le est\u00e1 negando a Dios ocupar un lugar en la vida de los hombres. La lucha por el alma de este mundo,de la que ha habl\u00f3 Juan Pablo II
      [10]<\/a>, se est\u00e1 librando hoy en los centros de poder lo mismo que en el interior de cada coraz\u00f3n.
      \nLa consecuencia es que se cuestionan las creencias – \u00a1los creyentes! \u2013 con pasmosa facilidad o se las margina socialmente con impunidad, tan sutil como eficazmente. Que signifiquen bien poco hoy los creyentes entre sus contempor\u00e1neos, es un hecho demasiado evidente como para que ser negado; sin apenas violencia, quien vive de fe se ve ignorado, cuando no exiliado de su mundo, se vocean sus debilidades y se silencian sus proezas. Pero esto no es lo peor.
      \nLo m\u00e1s grave es que los creyentes no parecen preparados para asumir las consecuencias de esta situaci\u00f3n, si es que las perciben, lo que es ya mucho suponer. A esta p\u00e9rdida de significatividad social estamos respondiendo los creyentes de forma algo atolondrada. Si no caemos en la trampa \u2013 no siempre conscientemente \u2013 de secularizar nuestra fe, tratamos de guardarla en la propia intimidad, o buscamos vivirla en c\u00e1lidos hogares, con la inestimable ayuda de grupos muy reducidos y homog\u00e9neos. En el primer caso, el peligro es la privatizaci\u00f3n de la fe, como si esta se tratara de un sentimiento personal, algo muy \u00edntimo que no interesa m\u00e1s que a quien lo tiene, un tesoro que se defiende escondi\u00e9ndolo; se vive en el mundo, pero el verdadero hogar es el propio coraz\u00f3n. En el segundo caso, se hace presente la tendencia a la sectarizaci\u00f3n o al elitismo: se ve como buenos en exclusiva los que son buenos con uno mismo o con el propio grupo; a\u00fan viviendo en el mundo, no se vive para el mundo; fraternidad y misi\u00f3n son dones en exclusiva para los que me son pr\u00f3ximos. En ambos casos aparece un debilitamiento en la vivencia com\u00fan de la fe, un desenganche de la Iglesia; se aleja uno de la celebraci\u00f3n comunitaria de la fe y se deja de frecuentar los medios ordinarios de salvaci\u00f3n.
      \nDe ser acertado el diagn\u00f3stico, la comunidad creyente deber\u00eda reaccionar con rapidez, si es que desea mantener una aut\u00e9ntica relaci\u00f3n con un Dios cada vez menos evidente, si es que no del todo ausente, en su mundo. Seg\u00fan confiesa otro testigo de nuestros d\u00edas, \u201cno creo que sea posible pasar indemnes por ese desierto espiritual que es el mundo occidental contempor\u00e1neo, si el cristiano hoy \u2013 mucho m\u00e1s que el cristiano de hace veinte, treinta, cincuenta a\u00f1os \u2013 no se nutre del goce personal por la Palabra de Dios\u201d
      [11]<\/a>. Defender la propia fe pasa necesariamente por cultivar la Palabra.
      \n <\/p>\n

        \n
      1. La hora de la evangelizaci\u00f3n<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

         
        \nPues bien, aunque sea hoy ya bastante haza\u00f1a, no basta con salvar la propia fe, haci\u00e9ndose personalmente responsable de ella. El cristiano nace no cuando dice creer, sino siempre que testimonia su fe: \u201cevangelizar constituye la dicha y vocaci\u00f3n propia de la Iglesia, su identidad m\u00e1s profunda. Ella existe para evangelizar\u201d.
        [12]<\/a>Tambi\u00e9n para la iglesia que est\u00e1 en Espa\u00f1a la hora actual es \u201chora de evangelizaci\u00f3n. Esta misi\u00f3n tiene unas exigencias internas de fortalecimiento religioso y de purificaci\u00f3n evang\u00e9lica\u201d.[13]<\/a>
        \n 
        \n2..1. \u00bfNueva evangelizaci\u00f3n o evangelizadores nuevos?<\/strong>
        \n 
        \nAunque la urge, la nueva situaci\u00f3n espiritual de los destinatarios no impone por s\u00ed misma una evangelizaci\u00f3n nueva; que los posibles oyentes del evangelio hayan cambiado, se hayan vuelto m\u00e1s sordos o inmunes, no obliga a cambiar el mensaje. La novedad de la evangelizaci\u00f3n no radica en la renovaci\u00f3n de contenidos o convicciones; como ya Pablo escrib\u00eda a los g\u00e1latas, cuando les recordaba su primera evangelizaci\u00f3n. solo existe un evangelio; como no puede haber otro (Gal 1,6-8), el verdadero siempre es \u00fanico y nuevo. Tampoco depende la novedad de la evangelizaci\u00f3n de una nueva presentaci\u00f3n del evangelio, y muchos menos de una evangelizaci\u00f3n renovada, por repetida e invariada; refrendar lo ya sabido llevar\u00eda a fundamentalismos que, en \u00e9poca postcristiana como la que vivimos, conducen a una hu\u00edda hacia atr\u00e1s, a callejones sin salida.
        \n <\/p>\n