{"id":7997,"date":"2008-01-01T00:00:29","date_gmt":"2007-12-31T22:00:29","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=7997"},"modified":"2008-01-01T00:00:29","modified_gmt":"2007-12-31T22:00:29","slug":"contemplar-a-dios-en-su-palabra-oficio-de-apostoles","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/contemplar-a-dios-en-su-palabra-oficio-de-apostoles\/","title":{"rendered":"Contemplar a Dios en su Palabra, oficio de ap\u00f3stoles"},"content":{"rendered":"
Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9<\/strong> es te\u00f3logo y biblista. Actualmente trabaja en Roma en la Curia General Salesiana. <\/strong> JUAN J. BARTOLOM\u00c9<\/p>\n Dejarse evangelizar por la Palabra de Dios, etapa previa y prioritaria de la nueva evangelizaci\u00f3n Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9 es te\u00f3logo y biblista. Actualmente trabaja en Roma en la Curia General Salesiana. S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO En un momento de sentida ausencia de Dios, para el autor, la situaci\u00f3n espiritual actual se podr\u00eda describir como de escasez […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1203,541,94],"tags":[],"class_list":["post-7997","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-372_373","category-juan-jose-bartolome-lafuente","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7997","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7997"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7997\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7997"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7997"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7997"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO
\nEn un momento de sentida ausencia de Dios, para el autor, la situaci\u00f3n espiritual actual se podr\u00eda describir como de escasez de oyentes y de irrelevancia de la fe. Por ello, la hora actual es hora de evangelizaci\u00f3n, que, hoy como ayer, depende de los evangelizadores e implica que est\u00e9n evangelizados. Es esta evangelizaci\u00f3n la que pide la atenci\u00f3n a la Palabra, para contemplar en ella a Dios. Escuchar a Dios, atender a su palabra, es el primer servicio requerido al creyente. Quien pretende evangelizar tendr\u00e1 que convertirse ante todo de creyente de la Palabra, en su siervo. Como en los primeros ap\u00f3stoles, para evangelizar es necesario dedicarse a la oraci\u00f3n y a la escucha de la Palabra.
\n
\n\u201cAlimentarnos de la Palabra para ser servidores de la Palabra en el compromiso de la evangelizaci\u00f3n, es indudablemente una prioridad para la Iglesia al comienzo del nuevo milenio\u201d (NMI 40).
\n\u201cVivimos tiempos de crisis y desencanto. La sociedad moderna se ha quedado sin horizonte claro que permita una verdadera esperanza. Ha disminuido, hasta casi desaparecer, la expectativa misma de que pueda o\u00edrse realmente una buena noticia para la humanidad\u201d. En semejante situaci\u00f3n \u201cel anuncio cristiano ha de estar orientado hoy de manera preferente a despertar la fe de los que no creen o a reavivarla en aquellos para quienes ya no es principio configurador de su vida y de su compromiso real y cotidiano. Son tiempos en los que no hemos de dar por supuesta la fe, al menos como una adhesi\u00f3n viva y operante a Jesucristo. Por eso, no es el momento de dedicarse a explicaciones secundarias. No tiene tampoco mucho sentido exigir compromisos o cambios de comportamiento cuando faltan precisamente la conversi\u00f3n a Dios y la opci\u00f3n inicial por el Evangelio. Ser\u00eda pedir frutos sin renovar las ra\u00edces\u201d.[1]<\/a>
\n <\/p>\n\n
\nEl diagn\u00f3stico, preocupante, es l\u00facido y valiente: hoy los creyentes estamos viviendo un per\u00edodo en el que lo que m\u00e1s sentimos es la ausencia de Dios y lo que mejor percibimos es su silencio.
\nTiempo atr\u00e1s, Mart\u00edn Heidegger hab\u00eda comentado que la realidad ya no era hogar de Dios, quien no lograba fundar, visible y eficazmente, la existencia del mundo y de la humanidad; llegaba a afirmar que hab\u00eda algo peor incluso que esa falta de Dios que empobrece tanto nuestro tiempo; la extrema pobreza de nuestros d\u00edas radicar\u00eda, m\u00e1s bien, en su manifiesta incapacidad para reconocer como pobreza esa falta de Dios. [3]<\/a> Lo que hace m\u00e1s de medio siglo \u2013 la cita es de 1950 \u2013 se diagnostic\u00f3 como situaci\u00f3n epocal es hoy realidad eclesial cotidiana.
\nBasten dos testimonios, tan descarnados como certeros; que sus autores sean reconocidos entre nosotros como profesionales de la \u00e9tica los hace a\u00fan m\u00e1s relevantes. \u201cSer ateo o no serlo, ser de\u00edsta o no serlo, y dar, en consecuencia, argumentos en contra o a favor de un ser que sea principio y fin de las cosas del mundo y las normas de los hombres es algo marginal en nuestra vida social, ajeno al esp\u00edritu de la \u00e9poca… Lo normal y extendido en nuestros d\u00edas es que un hombre adulto y razonablemente instruido no sea creyente ni incr\u00e9dulo, sino que se despreocupe de tales cuestiones. Y si, a nivel personal, alguien razonablemente instruido sigue siendo creyente, se da por supuesto que esa misma persona, en cuanto normal y part\u00edcipe en los c\u00e1nones te\u00f3ricos y pr\u00e1cticos vigentes, orientar\u00e1 su vida prescindiendo de tal religiosidad\u201d.[4]<\/a> \u201cLa religi\u00f3n es parte de nuestro pasado y se conserva como una presencia lateral, al margen del pensamiento y de la vida… Quererse a s\u00ed mismo y no privarse de nada es el fin inmediato e indiscutible de la existencia\u201d.[5]<\/a>
\n
\n1.1. Escasez de oyentes de Dios<\/strong>
\n
\nLa situaci\u00f3n espiritual que atravesamos no se caracteriza ya tanto por la obstinada negaci\u00f3n de la existencia de Dios, cuanto por la aparente negaci\u00f3n de hablar de s\u00ed que Dios mantiene; no es que se hable poco de Dios, que se sigue hablando, es que parece que Dios ha optado por el silencio. \u00bfCu\u00e1ntos son, si no, los creyentes que pueden decir que oyen habitualmente a Dios? \u00a1Pues ser\u00e1n siempre muchos menos, puede presumirse, los que se mantienen voluntariamente en su escucha!.
\nEsta escasez de oyentes de Dios dentro de la comunidad eclesial es tanto m\u00e1s chocante cuanto que, como en ninguna otra \u00e9poca de su historia probablemente, la iglesia se est\u00e1 esforzando por escuchar y acoger la voz de los hombres, por dar voz a quienes no la tienen. El hecho da que pensar: una mayor sensibilidad para con los problemas actuales coincide con una menor capacidad para la escucha de Dios; es como si la mejor atenci\u00f3n que los creyentes prestan a las urgencias de su mundo les estuviera consiguiendo mayores desatenciones por parte de su Dios.
\nCito, de nuevo, un testigo de nuestra \u00e9poca. \u201cVienen \u2013 habla de los actuales ap\u00f3stoles \u2013 de Dios y buscan el mundo secular. Tienen a Dios a su espalda; y al mundo, delante. No discuten que, para ser enviados por Cristo al mundo, han de permanecer un tiempo suficiente junto a \u00e9l; pero entienden que esto ya lo han hecho. Est\u00e1n inmersos en la acci\u00f3n y suponen de buena fe, ante s\u00ed y ante los otros, haber concluido el per\u00edodo de contemplaci\u00f3n. Y si la conciencia les recuerda ocasionalmente que la contemplaci\u00f3n no expide ning\u00fan certificado de madurez, o que a\u00fan est\u00e1n inmaduros, reaccionan pronto con el lema contemplativus in actione<\/em>, que significa pr\u00e1cticamente que la persona activa ya es lo bastante contemplativa; no existe otra madurez o mayor\u00eda de edad que la acci\u00f3n. Es el lema de muchos cristianos modernos, cl\u00e9rigos y laicos, de los que cabe sospechar que han tomado el nombre de \u2018misi\u00f3n\u2019 como tatuaje evang\u00e9lico para su huida de Dios. As\u00ed se manifiesta la gravedad de la crisis que sufre la tendencia actual de la Iglesia\u201d.[6]<\/a>
\nInmersos como estamos \u201cen una situaci\u00f3n de eclipse cultural de Dios, de ocultamiento de su presencia\u201d, seguimos empe\u00f1\u00e1ndonos \u201cen intentar el encuentro con \u00e9l en los mismos t\u00e9rminos que en los momentos de visibilidad aparente y de un\u00e1nime reconocimiento social. No caemos en la cuenta de que Dios tiene muchas maneras de hacerse presente y que el silencio sobre \u00e9l es una forma de palabra suya; hay momentos en los que el encuentro se tiene que realizar bajo la forma de la pregunta, de la nostalgia y de la espera… Nuestras comunidades y nosotros personalmente necesitamos encarnar la indispensable experiencia del Se\u00f1or en una espiritualidad que corresponda a los tiempos que corren, con una sociedad secularizada, una forma vida profundamente transformada y un predominio cultural de la increencia\u201d.[7]<\/a>
\nEl cambio por dar ha sido definido como paso de un cristianismo practicante<\/em> a un cristianismo confesante<\/em>, es decir, de un cristianismo de pr\u00e1cticas religiosas a otro de experiencia religiosa.[8]<\/a> Sin una nueva forma de experimentar aquello en lo que se cree, la fe no tiene porvenir; resulta ya t\u00f3pico repetir que \u201cel cristiano del futuro ser\u00e1 m\u00edstico o no ser\u00e1 cristiano\u201d.[9]<\/a> Y es que domina en nuestro mundo hoy una indiferencia religiosa militante que exige a cada instante decisiones personales de fe que no podr\u00e1n ya fundamentarse m\u00e1s ni en la costumbre, ni en el ambiente social, ni en las tradiciones recibidas. No hay que dar por supuesta la fe hoy, ni siquiera en quienes se consideran creyentes. No basta ya con afirmar la existencia de Dios; no es suficiente contar con Dios, si luego, en la pr\u00e1ctica, no se cuenta con \u00c9l.
\n <\/p>\n\n
\nLa crisis religiosa actual radica, precisamente, m\u00e1s que en la negaci\u00f3n de Dios en su activo silenciamiento. Si no se le reconoce su derecho a hacerse presente como Se\u00f1or \u00fanico en el mundo, en la sociedad, en el propio coraz\u00f3n, se desconoce no ya su poder, sino la misma existencia. Sin blasfemias expl\u00edcitas, pero con no menor eficacia, se le est\u00e1 negando a Dios ocupar un lugar en la vida de los hombres. La lucha por el alma de este mundo,de la que ha habl\u00f3 Juan Pablo II[10]<\/a>, se est\u00e1 librando hoy en los centros de poder lo mismo que en el interior de cada coraz\u00f3n.
\nLa consecuencia es que se cuestionan las creencias – \u00a1los creyentes! \u2013 con pasmosa facilidad o se las margina socialmente con impunidad, tan sutil como eficazmente. Que signifiquen bien poco hoy los creyentes entre sus contempor\u00e1neos, es un hecho demasiado evidente como para que ser negado; sin apenas violencia, quien vive de fe se ve ignorado, cuando no exiliado de su mundo, se vocean sus debilidades y se silencian sus proezas. Pero esto no es lo peor.
\nLo m\u00e1s grave es que los creyentes no parecen preparados para asumir las consecuencias de esta situaci\u00f3n, si es que las perciben, lo que es ya mucho suponer. A esta p\u00e9rdida de significatividad social estamos respondiendo los creyentes de forma algo atolondrada. Si no caemos en la trampa \u2013 no siempre conscientemente \u2013 de secularizar nuestra fe, tratamos de guardarla en la propia intimidad, o buscamos vivirla en c\u00e1lidos hogares, con la inestimable ayuda de grupos muy reducidos y homog\u00e9neos. En el primer caso, el peligro es la privatizaci\u00f3n de la fe, como si esta se tratara de un sentimiento personal, algo muy \u00edntimo que no interesa m\u00e1s que a quien lo tiene, un tesoro que se defiende escondi\u00e9ndolo; se vive en el mundo, pero el verdadero hogar es el propio coraz\u00f3n. En el segundo caso, se hace presente la tendencia a la sectarizaci\u00f3n o al elitismo: se ve como buenos en exclusiva los que son buenos con uno mismo o con el propio grupo; a\u00fan viviendo en el mundo, no se vive para el mundo; fraternidad y misi\u00f3n son dones en exclusiva para los que me son pr\u00f3ximos. En ambos casos aparece un debilitamiento en la vivencia com\u00fan de la fe, un desenganche de la Iglesia; se aleja uno de la celebraci\u00f3n comunitaria de la fe y se deja de frecuentar los medios ordinarios de salvaci\u00f3n.
\nDe ser acertado el diagn\u00f3stico, la comunidad creyente deber\u00eda reaccionar con rapidez, si es que desea mantener una aut\u00e9ntica relaci\u00f3n con un Dios cada vez menos evidente, si es que no del todo ausente, en su mundo. Seg\u00fan confiesa otro testigo de nuestros d\u00edas, \u201cno creo que sea posible pasar indemnes por ese desierto espiritual que es el mundo occidental contempor\u00e1neo, si el cristiano hoy \u2013 mucho m\u00e1s que el cristiano de hace veinte, treinta, cincuenta a\u00f1os \u2013 no se nutre del goce personal por la Palabra de Dios\u201d[11]<\/a>. Defender la propia fe pasa necesariamente por cultivar la Palabra.
\n <\/p>\n\n
\nPues bien, aunque sea hoy ya bastante haza\u00f1a, no basta con salvar la propia fe, haci\u00e9ndose personalmente responsable de ella. El cristiano nace no cuando dice creer, sino siempre que testimonia su fe: \u201cevangelizar constituye la dicha y vocaci\u00f3n propia de la Iglesia, su identidad m\u00e1s profunda. Ella existe para evangelizar\u201d.[12]<\/a>Tambi\u00e9n para la iglesia que est\u00e1 en Espa\u00f1a la hora actual es \u201chora de evangelizaci\u00f3n. Esta misi\u00f3n tiene unas exigencias internas de fortalecimiento religioso y de purificaci\u00f3n evang\u00e9lica\u201d.[13]<\/a>
\n
\n2..1. \u00bfNueva evangelizaci\u00f3n o evangelizadores nuevos?<\/strong>
\n
\nAunque la urge, la nueva situaci\u00f3n espiritual de los destinatarios no impone por s\u00ed misma una evangelizaci\u00f3n nueva; que los posibles oyentes del evangelio hayan cambiado, se hayan vuelto m\u00e1s sordos o inmunes, no obliga a cambiar el mensaje. La novedad de la evangelizaci\u00f3n no radica en la renovaci\u00f3n de contenidos o convicciones; como ya Pablo escrib\u00eda a los g\u00e1latas, cuando les recordaba su primera evangelizaci\u00f3n. solo existe un evangelio; como no puede haber otro (Gal 1,6-8), el verdadero siempre es \u00fanico y nuevo. Tampoco depende la novedad de la evangelizaci\u00f3n de una nueva presentaci\u00f3n del evangelio, y muchos menos de una evangelizaci\u00f3n renovada, por repetida e invariada; refrendar lo ya sabido llevar\u00eda a fundamentalismos que, en \u00e9poca postcristiana como la que vivimos, conducen a una hu\u00edda hacia atr\u00e1s, a callejones sin salida.
\n <\/p>\n\n
\nLa evangelizaci\u00f3n, hoy como ayer, depende de los evangelizadores, mejor dicho, estriba en que los evangelizadores est\u00e9n evangelizados, pues \u201csolo una iglesia evangelizada es capaz de evangelizar\u201d.[14]<\/a> Para ser fehaciente evangelista hoy hay que ser buen creyente; y para convertirse en creyente bueno hay que ejercer de buen orante. La novedad de la predicaci\u00f3n cristiana radica en la calidad de vida que lleve el evangelizador, en su experiencia nueva del Dios vivo. Si el evangelio predicado merece nuestra vida – toda ella y s\u00f3lo \u00e9l – nuestra predicaci\u00f3n ser\u00e1 fidedigna.
\nEl ministro del evangelio \u2013 sacerdote o laico \u2013 que no haya tenido el evangelio en su coraz\u00f3n, objeto de su contemplaci\u00f3n y motivo de su plegaria, no lograr\u00e1 mantenerlo en su boca come tesoro del que hablar ni lo tendr\u00e1 entre sus manos como ineludible quehacer. \u201cSi la evangelizaci\u00f3n debe centrarse, como parece, en ayudar a la gente a conocer a Dios y creer amorosamente en \u00c9l, \u00e9ste tendr\u00eda que ser un ministerio especialmente apto para los que han querido poner su vida a la escucha de la Palabra de Dios y al servicio de su voluntad\u201d.[15]<\/a>
\nLa evangelizaci\u00f3n nueva necesita, pues, nuevos creyentes, hombres apasionados por Dios y su reino, sin m\u00e1s diversiones ni otros pasatiempos. \u201cLa llamada a la nueva evangelizaci\u00f3n es ante todo una llamada a la conversi\u00f3n\u201d[16]<\/a>, una conversi\u00f3n que pasa necesariamente por el retorno al cultivo de la Palabra. \u201cLeer y amar la Escritura\u201d, nos ha recordado Benedicto XVI, \u201ces sumergirse interiormente en la presencia de la Palabra de Dios\u201d[17]<\/a>; pues si \u201cquien ora habla con Dios, quien lee la Escritura oye hablar a Dios\u201d[18]<\/a>. En resumen, \u201cuna espiritualidad cristiana que no se base en la Palabra dif\u00edcilmente sobrevivir\u00e1 hoy en un mundo tan complejo como el nuestro\u201d.[19]<\/a>
\n <\/p>\n\n
\nA este respecto se me antoja esclarecedor lo ocurrido en la primitiva comunidad apost\u00f3lica. A consecuencia del \u00e9xito de su primera evangelizaci\u00f3n la iglesia de Jerusal\u00e9n (Hch 2,14-41; 3,12-26; 5,12-16) tuvo que afrontar la hostilidad de su entorno social, persecuciones incluidas (Hch 4,1-22; 5,17-33), y graves tensiones en su interior (Hch 6,1-7), que pusieron a prueba su supervivencia y el clima de fraternidad que la hab\u00eda animado desde un principio (Hch 2.42-47; 4,32-35).
\nEl conflicto que separaba los cristianos de origen jud\u00edo de los de procedencia helen\u00edstica no era, cierto, de naturaleza s\u00f3lo social (Hch 6,1); las tensiones estaban siendo alimentadas por diferencias culturales e, incluso, por divergencias en las convicciones de fe que ambos grupos sustentaban (cf. Hch 7,2-8,1; 15,1-3). Ante la amenaza cierta de una divisi\u00f3n, los ap\u00f3stoles optaron por crear un ministerio nuevo \u2013 la primera instituci\u00f3n eclesial -, que atendiese la mesa com\u00fan y evitase la separaci\u00f3n, asegurando un servicio diferenciado dentro de una comunidad ya plural. De acuerdo con la comunidad, los ap\u00f3stoles eligieron a siete hombres, sobre quienes rezaron e impusieron las manos y les encomendaron el \u201cservicio de las mesas\u201d (Hch 6,3) No teniendo que prestar tanta atenci\u00f3n al suministro diario (Hch 6,1), podr\u00edan ellos \u201cdedicarse a la oraci\u00f3n y al ministerio de la palabra\u201d (Hch 6,4). Atendidas las comunidades en sus necesidades m\u00e1s urgentes, los doce ap\u00f3stoles volvieron a los que no hab\u00eda estado bien haber dejado, \u201cel anuncio de la Palabra de Dios\u201d (Hch 6,2).
\nAquella actuaci\u00f3n apost\u00f3lica, adem\u00e1s de ejemplar, sigue siendo normativa. No sin raz\u00f3n se insiste a veces en el descubrimiento apost\u00f3lico del servicio fraterno, pero ello no debe hacernos olvidar el motivo de ese original hallazgo: los ap\u00f3stoles eligieron a quienes sirvieran a los pobres porque ellos deb\u00edan ser ministros de la oraci\u00f3n y de la Palabra. Quien se debe a la predicaci\u00f3n salva la unidad de la fe volviendo a las tareas b\u00e1sicas: la oraci\u00f3n personal y el servicio de la Palabra. Han de tornar, pues, a lo esencial los evangelizadores que vean peligrar los resultados de su esfuerzo evangelizador. Los ap\u00f3stoles no pueden dejar desatendida su vida de oraci\u00f3n ni la predicaci\u00f3n, s\u00f3lo porque tienen que atender la vida com\u00fan de sus fieles; cualquier otro empe\u00f1o, por urgente que parezca, ha de pasar a otras manos; recuperando la oraci\u00f3n y la Palabra de Dios, se centran los ap\u00f3stoles en su misi\u00f3n y custodian la vida com\u00fan de los suyos.
\nAunque aqu\u00ed interesa m\u00e1s resaltar la reacci\u00f3n del grupo apost\u00f3lico a problemas que, por vez primera, cuestionaron la vida com\u00fan en la iglesia, no est\u00e1 de m\u00e1s, aunque sea de paso, recordar a cuantos hoy se dedican a la evangelizaci\u00f3n el que \u00e9sta, si aut\u00e9ntica, provoca tambi\u00e9n acoso externo y tensiones internas, que el ap\u00f3stol afronta eficazmente si retorna a su quehacer b\u00e1sico, la oraci\u00f3n personal y el servicio a la Palabra.
\nQuien quiera hablar fehacientemente de Dios \u2013 sacerdote[20]<\/a>, religioso[21]<\/a> o laico[22]<\/a> \u2013 debe haber hablado frecuentemente con \u00c9l: la dimensi\u00f3n contemplativa es una urgente necesidad para la misi\u00f3n prof\u00e9tica del testigo de Dios. Hoy \u201ces necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oraci\u00f3n<\/em>\u201d[23]<\/a>, un arte que ha de ser aprendido y ejercitado; aprender a orar tiene que ser \u201cpunto determinante de toda programaci\u00f3n pastoral<\/em>\u201d[24]<\/a>en la Iglesia.
\n <\/strong>
\n2.2. La pedagog\u00eda de la escucha<\/strong>
\n
\nNo tendr\u00eda que sorprender que sean hoy tan escasos los que escuchan a Dios. Vivimos sumergidos en una cultura de la imagen, primamos la visi\u00f3n de las cosas como medio de comunicaci\u00f3n y como instrumento de conocimiento: necesitamos ver para saber y dialogar; consideramos desconocido lo no visto y lo no conocido se nos antoja imprevisible; el ver la realidad nos la torna familiar, menos fascinante, m\u00e1s manipulable. La palabra ha quedado relegado a una funci\u00f3n subordinada, no expresa ya el ser de las cosas, ni el nombre define las personas; estamos perdiendo sensibilidad ante la palabra, oral o escrita.
\n
\nAl contrario de la visi\u00f3n, que es un acontecimiento cerrado en s\u00ed mismo, la audici\u00f3n es una experiencia abierta, que tiende a la realizaci\u00f3n de lo escuchado. La visi\u00f3n es posesiva, busca el gozo del vidente y por lo general en \u00e9l descansa; la escucha es reactiva, pide al oyente atenci\u00f3n y le provoca a la acci\u00f3n.
\n <\/p>\n\n
\nEl Dios b\u00edblico ha excluido la visi\u00f3n como medio de revelaci\u00f3n: jam\u00e1s se ha manifestado a nadie dej\u00e1ndose ver, siempre se dio a conocer con su palabra. Mois\u00e9s, el hombre que se atrevi\u00f3 a pedir ver a Dios cara a cara (Ex 33,11), no alcanz\u00f3 a ver el rostro de Dios, solo su espalda (Ex 33,20.23; cf. Ex 24,10; Is 6,1). Israel, que no ha visto nunca a Dios, ni lo quiso siquiera pues prefer\u00eda vivir (Ex 19,21; Dt 4,12), tampoco podr\u00e1 imagin\u00e1rselo (Ex 20,4; Dt 5,8): le queda terminantemente prohibido representar dioses, que ser\u00edan siempre hechura de sus manos, pensados a la medida de sus necesidades (Dt 4,16-20.23-29). Y es que el Dios Creador tiene ya entre sus creaturas una, el g\u00e9nero humano, hecha a su imagen y semejanza (Gn 1, 26-27). El Dios Aliado, que siempre est\u00e1 a favor de los suyos, no precisa de figura alguna para hacerse sentir: no se impone por su presencia sino por su voz (Dt 4,12.15).
\nLa experiencia de Dios en la Biblia es un suceso sensible, pero no visual: no son los videntes, sino los obedientes quienes alcanzan a ver a Dios, y le son \u00edntimos (Lc 8,19-21; 11,27-28). El creyente, escuch\u00e1ndola, logra ver la Palabra (Dt 4,9), es decir \u201cmira las Escrituras como el rostro de Dios\u201d, \u201caprende a reconocer en sus palabras el coraz\u00f3n de Dios\u201d.[25]<\/a>
\nEs probable que nuestras dificultades para sentir a Dios, presintiendo su voz, nazcan de las resistencias, no siempre culturales, que surgen de no dejarse guiar solo por palabras, por no fiarse m\u00e1s de promesas, aunque sean las de nuestro Dios. Seguimos, como Mar\u00eda junto al sepulcro, queriendo ver y retener al Resucitado para salir de la duda de si ser\u00e1 \u00c9l quien nos habla o un extra\u00f1o (Jn 20,10-17). Se nos hace insoportable una vida de fe que implica estar siempre a la escucha de un Dios invisible y, por ende, imprevisible, amenazante. Un Dios al que no podemos alcanzar con los ojos ni tocar con las manos, no ser\u00e1 nunca hechura nuestra ni manipulable por nuestro coraz\u00f3n.
\n <\/p>\n\n
\nUn Dios al que siempre hay que o\u00edr es un Dios dif\u00edcil para convivir; pero no hay otro. Y ello tiene sus consecuencias. Me atrevo a se\u00f1alar dos a quienes deseen convivir con un Dios inimaginable, pero no silencioso, inconcebible pero hablador. Para escucharle habr\u00eda que
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\nVivir como si se viera al Invisible<\/em>
\nEl creyente ha de o\u00edr a Dios, pero no puede verlo; ha de vivir como si viera al Invisible (Heb 11,14); como Mois\u00e9s otrora, puede, y debe, inventar la presencia de Dios en su propia vida, inventariando sus huellas.
\nLa vida para el creyente es palabra de Dios: somos porque hemos sido dichos, existimos porque Dios se pronunci\u00f3 a nuestro favor. En todo lo que vivimos Dios nos est\u00e1 afirmando contra la nada, contra la ausencia de vida, contra el pecado. Escuchar a Dios exige poner la propia vida como objeto de contemplaci\u00f3n. \u201cS\u00ed, en cierto sentido Dios calla, porque ya lo ha revelado todo. Habl\u00f3 ‘en tiempos antiguos’ por medio de los profetas y, ‘\u00faltimamente’ por medio del Hijo (cf. Hb 1,1-2): en \u00c9l ha dicho todo cuanto ten\u00eda que decir… Es necesario, pues, volver a escuchar la voz de Dios que habla en la historia del hombre\u201d,[26]<\/a> en la vida de aquellos \u201chombres de Dios, que han \u2018habitado\u2019 la Palabra\u201d[27]<\/a>. M\u00e1s que preguntarse por si Dios significa algo en mi vida, hay que buscar c\u00f3mo, cu\u00e1ndo, d\u00f3nde y, sobre todo, qu\u00e9 es lo que me est\u00e1 diciendo en cuanto estoy viviendo; es, entonces, cuando nos descubrimos a nosotros mismos \u201ccomo presencia del Dios ausente, como signo de \u00c9l\u201d.[28]<\/a>
\nDios se nos revela por su palabra, manifestaci\u00f3n innegable de su voluntad de conversaci\u00f3n; comunic\u00e1ndosenos, Dios se extrovierte, abre su intimidad, se desvela. Dici\u00e9ndose, Dios salva; revel\u00e1ndose, libera de la nada. Lo que Dios dice, se hace: existe s\u00f3lo cuanto ha sido por \u00c9l pronunciado; hablando Dios nos ha creado y se recrea habl\u00e1ndonos. Para el creyente el cosmos y la historia son producto, y prueba, del talante conversador de su Dios; por ello, prestando atenci\u00f3n a la realidad y asumiendo su propia historia, el creyente logra escuchar a Dios y hacer experiencia de \u00c9l.
\nSiquiera intentarlo, nos librar\u00eda de la ansiedad y del desconcierto. Si hemos sido queridos y, por ende, somos, estamos al amparo de la casualidad, la rutina, el azar. Regresando a la ra\u00edz de nuestro ser, a Dios, su principio y fundamento, podemos despegarnos del acoso del quehacer diario, sin aislarnos ni del mundo ni de los hermanos.
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\nToparse con Dios en el coraz\u00f3n de la vida<\/em>
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\nDescubrir que existimos por haber sido queridos implica toparse con el querer de Dios en la propia vida, sin ir m\u00e1s lejos. Para el creyente la vida tiene en Dios no s\u00f3lo su origen, sino tambi\u00e9n su meta. Quien no vive porque ha querido, no puede vivir seg\u00fan quiera. La vida propia fue programada por Dios, es llamada de la nada a la existencia: antes que seguir la propia vocaci\u00f3n, hay que esforzarse por descubrir la voluntad de Dios; el proyecto de vida que podamos elegir no siempre coincide con la vocaci\u00f3n divina que es nuestra vida. Ello impone, evidentemente, \u201cver el mundo [y contemplarnos a nosotros mismos] con los ojos de Dios\u201d.[29]<\/a>
\nEl testimonio de este Dios viviente, al que se topa uno cuando se acomete la tarea de vivir en su presencia y asumir su querer como quehacer, es el centro de la nueva evangelizaci\u00f3n. El creyente hoy hace experiencia de Dios inmerso en la vida, en esa forma de existir, y en los fines que Dios ha puesto a la existencia, que fue pensada por Dios para \u00e9l. Ser hoy enviados de Cristo nos obliga a llegar a ser maestros de fe, no porque sepamos mucho, sino porque \u2013 aunque no demasiado \u2013 creemos en Dios. Y ello exige ejercer la contemplaci\u00f3n como ocupaci\u00f3n personal y, por supuesto, como servicio ministerial. Nuestra vida de creyentes, y nuestros afanes apost\u00f3licos, ser\u00edan deficientes \u201csi nosotros nos fu\u00e9ramos los primeros contempladores de su rostro\u201d.[30]<\/a>
\nTestigos seremos de Dios no por saber hablar de \u00c9l, sino por haber hablado con \u00c9l: saberse de Dios, no saberes sobre \u00c9l, convivencia y no habladur\u00edas son lo que espera de nosotros nuestro pueblo, mejor el pueblo de Dios. Es \u00e9l quien nos necesita como ‘int\u00e9rpretes’ del kair\u00f3s, lectores de la situaci\u00f3n hist\u00f3rica desde la perspectiva de Dios. Para no perderse entre tanto rumor, ni perder la esperanza ante la presencia del mal, hay que fijar la mirada en Dios, y el coraz\u00f3n, en su Palabra.
\n <\/p>\n\n
\nEscuchar a Dios, atender su Palabra, es el primer servicio requerido al creyente. Como Mar\u00eda, quien quiera llevar el evangelio a su pr\u00f3jimo (Lc 1,43), ha de convertirse de creyente en la palabra en su siervo (Lc 1,38). Y es que quien lo ha querido, quien le ha hecho a su imagen, quien le ha dado el ser, le ha impuesto tambi\u00e9n el modo de serlo.
\nEsta tarea, de la que depende su relaci\u00f3n con Dios y que se realiza en la custodia del mundo y del hermano, es una deuda permanente del hombre, que salda en la medida en que, guardando lo creado en nombre de Dios y en su lugar, se man\u00adtiene en di\u00e1logo con Dios. El hombre es la \u00fanica creatura que, a semejanza de su Creador, tiene capacidad de hablar; nacido de un coloquio, no encuentra reposo hasta encontrar a alguien, a \u00e9l semejante, con quien conversar. Puesto en el mundo como representante de su Creador, es administrador de la creaci\u00f3n y de ella ha de responder.
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\n3.1 Silencio y contemplaci\u00f3n de Dios<\/strong>
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\nEl silencio ante Dios no es tiempo in\u00fatil, vac\u00edo de ocupaciones y de sentido, siempre que proceda del estupor y del respeto que Dios nos merece y suscita; es la mejor provocaci\u00f3n a nuestro alcance para hacerle hablar.
\nEn la situaci\u00f3n actual, con todo, no es solo el creyente quien guarda silencio; es Dios quien se nos ha refugiado en \u00e9l. Hay suficientes indicios como para sospechar que Dios se haya retirado un tanto de nuestro mundo para obligarnos a salir en su b\u00fasqueda; mediante la pedagog\u00eda del silencio Dios puede estar intentando someternos a la soberan\u00eda de su palabra. Mientras echemos en falta su voz cercana, le puede a\u00fan quedar esperanzas de que no le hemos olvidado del todo; dolernos por su silencio prueba que valoramos su conversaci\u00f3n; haci\u00e9ndonos sufrir con su palabra negada, viviremos a\u00f1or\u00e1ndola, imagin\u00e1ndola, descubri\u00e9ndola entre tanto rumor y as\u00ed nos encontrar\u00e1 mejor preparados cuando se digne dirig\u00edrnosla. El Maestro, dec\u00eda Agust\u00edn, ense\u00f1a dentro de uno mismo, haciendo in\u00fatiles las voces que vienen de fuera.
\nDe ah\u00ed que podr\u00edamos muy bien convertir la soledad en que vivimos en preanuncio de su presencia renovada; guardando con respeto el silencio que Dios quiere imponernos, nos estamos disponiendo a recibir con gozo cualquier palabra suya y podemos adivinar mejor el m\u00e1s m\u00ednimo de sus gestos, como hace el siervo que vive pendiente mirando la mano de su se\u00f1or (Sal 123,2). Acudiendo al silencio, el Dios que es Palabra se propone educarnos en un respeto mayor para sus palabras y en una actitud m\u00e1s permanente de escucha: guardando silencio, Dios puede estar imponi\u00e9ndonos la contemplaci\u00f3n, una vida de oraci\u00f3n que hace oraci\u00f3n de la vida, como camino de ida hacia \u00c9l y la obediencia, como forma de encontrarlo.
\nEl hombre b\u00edblico, solo por el hecho de existir, se convierte en orante. Su vida es di\u00e1logo con ese Dios que le quiso, y que quiso poner en sus manos el mundo y la vida de los de\u00adm\u00e1s. Todo lo que la vida le depara puede ser motivo de oraci\u00f3n, porque est\u00e1 sujeto a responsabilidad: no existe situaci\u00f3n humana alguna indigna de ser comunicada, comentada, dialogada con Dios. Y es que Quien inici\u00f3 nuestra vida con su palabra espera de nosotros una respuesta viva, una palabra pronunciada con la vida que le debemos.
\nSe puede llegar a perderle todo el respe\u00adto, con tal de no perderle a \u00c9l del todo, como hizo Job (Job 3,1-42,6); se puede morir, incluso, ech\u00e1ndole en cara su abandono, como hizo su Hijo (cf. Mc 15,34.39), pero no se debe uno callar: quien debe su vida a una Palabra de Dios, no puede mante\u00adnerse en silencio en su presencia. Quien calla ante Dios, ha dejado de existir para Dios; \u00c9l nos imagin\u00f3 ha\u00ad\u00ad\u00ad\u00adblando, y somos im\u00e1genes suyas si, ante \u00c9l, no perdemos la palabra: solo los muertos no pueden recordarle ni contar sus maravi\u00adllas, solo los vivos le alaban (cf. Sal 6,6; 88,11-13; Is 38,18).
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\n3.2. La vida com\u00fan, un lugar para la escucha<\/strong>
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\nCuando habla Dios, convoca (Sal 49,1-4); re\u00fane en asamblea a su auditorio. El Dios b\u00edblico habla siempre para el pueblo, incluso cuando dialoga con un individuo. Cuando habla, la voz del Se\u00f1or escuchada congrega a sus oyentes: la audici\u00f3n de la Palabra est\u00e1 en el origen de la vida com\u00fan.
\nSeguramente es el Deuteronomio el libro b\u00edblico que con mayor insistencia ha presentado la escucha de Dios como norma y seguro de vida para su pueblo (Dt 4,1; 5,3; 6,3; 8,1; 12,1; \u00a1y de muerte!, cf. Dt 8,19-20; 30,19-20). En su redacci\u00f3n actual se presenta como un extenso discurso, con el que Mois\u00e9s se despide de Israel, antes de que \u00e9ste inicie su entrada en la tierra de la promesa (Dt 1,1-5); en realidad, el libro supone la estancia secular en esa tierra y una experiencia de infidelidad probada a Dios: los bienes que se prometen son dones perdidos y las penas que se pueden prever realidad sufrida. El redactor se ha valido de este artificio para lograr que su obra se acepte y \u2013 lo que m\u00e1s le importa \u2013 que se tome en serio su reiterado imperativo: escucha, Israel<\/em> (Dt 4,1; 5,1; 6,4; 9,1).
\n
\nY es que el pueblo que se ve continuamente llamado a recordar su deber de o\u00edr a Dios, es un pueblo que le ha olvidado y que ha pagado su falta de memoria con la divisi\u00f3n nacional, la idolatr\u00eda y la desigualdad social: ha perdido la tierra, la paz y a los hermanos; y est\u00e1 a punto de perderse a Dios y a s\u00ed mismo. La llamada a la escucha de Dios es, pues, m\u00e1s que mandato, una invitaci\u00f3n a recuperar la fidelidad y la garant\u00eda de su supervivencia: el pueblo que nace de la palabra de Dios cuenta solo con el Dios de la palabra; en su escucha est\u00e1 seguro el porvenir.
\n\u201cAsombrada e \u00edntimamente tocada\u201d, la iglesia \u201cconfiesa ser continuamente llamada y generada por la Palabra de Dios\u201d.[31]<\/a> La p\u00e9rdida de sentido de pertenencia a la comunidad creyente, los intentos de ir por libre hacia Dios o el in\u00fatil esfuerzo por dialogar con \u00c9l en privado y sobre lo particular, est\u00e1n imposibilit\u00e1ndonos el encuentro con la Palabra que es Dios. Y, no obstante, es \u00fanicamente en comunidad, que ha nacido de la escucha de Dios y en ella renace, que existe certeza de o\u00edr a Dios: solo cuando se halla en asamblea el creyente hoy confiesa que la escritura le\u00edda es Palabra proclamada de su Dios.
\n\u201cLlevar la Palabra es una misi\u00f3n fuerte, que implica un profundo y convencido sentir cum Ecclesia<\/em>. Uno de los primeros requisitos es la confianza en la potencia transformante de la Palabra en el coraz\u00f3n de quien la escucha\u2026 Un segundo requisito, hoy particularmente advertido y cre\u00edble, es anunciar y dar testimonio de la Palabra de Dios como fuente de conversi\u00f3n, de justicia, de esperanza, de fraternidad, de paz. Un tercer requisito es la franqueza, el coraje, el esp\u00edritu de pobreza, la humildad, la coherencia, la cordialidad de quien sirve a la Palabra\u201d.[32]<\/a>
\n
\n3.3 Cuidarse del hermano, la respuesta debida<\/strong>
\n
\nEs harto significativo la Biblia inicie su relato presentando la creaci\u00f3n del hombre como palabra de Dios y lo contin\u00fae con una descripci\u00f3n de la reiterada tentativa de aquel de escaparse de la presencia de Dios y as\u00ed zafarse de la obligaci\u00f3n a responderle (Gn 3,9; 4,9). No lo deber\u00edamos olvidar: quien no quiso responder ante Dios (Gn 3,8-9), al ser des\u00adcubierta su desobediencia, no pudo ga\u00adrantizar la vida y la responsabilidad en su familia (Gn 3,19; 4,8): el padre ir\u00adresponsable frente a Dios engendr\u00f3 hijos fratricidas; evit\u00f3 asumir su responsabilidad y provoc\u00f3 la muerte de los suyos.
\nEl que no encontr\u00f3 mo\u00adtivos para continuar el di\u00e1logo que todos los d\u00edas mante\u00adn\u00eda con su Dios, se encontr\u00f3 con que no pudo garantizar que sus propios hijos se mantuvieran en di\u00e1logo y se hicieran pr\u00f3jimos. La hu\u00edda de Dios engendra irres\u00adpon\u00adsabilidad, porque es, a su vez, por ella engendrada; y negarse a responder del hermano desvela a su asesino en la presencia de Dios (Gn 4,9-11): quien ha si\u00adlenciado a su pr\u00f3jimo en su vida, busca el silencio delante de Dios. Quien no se sienta llamado a ser guardi\u00e1n de su hermano<\/em> (Gn 4,9), no es digno de ser reconocido por Dios como hijo; quien no en\u00adcuentra en su pr\u00f3jimo al hermano del que cuidar, no encontrar\u00e1 palabras que dirigir a su Dios, ni sabr\u00e1 de sus cuidados.
\nEstremece, por la gravedad del an\u00e1lisis menos que por su acierto, advertir que Dios identific\u00f3 al primer homicida en el hermano que intentaba desocuparse de su hermano, al no querer dar cuenta de \u00e9l; tras la pretendida liberaci\u00f3n de toda responsabilidad sobre Abel, Dios pudo intuir su asesinato ya consumado por Ca\u00edn (Gn 4,9-10). Ca\u00edn se crey\u00f3 que su negativa a responder a Dios sobre el paradero de su hermano, le liberar\u00eda de la pregunta divina; en cambio, puso de manifiesto su crimen: negarse a saber del hermano desvel\u00f3 el fratricidio poco ha realizado.
\nAl darnos pr\u00f3jimos, Dios nos ha encomendado su custodia como tarea; huyendo de nuestra responsabilidad, no encubriremos nuestro pecado; neg\u00e1ndose a hablar de Dios, que quiere hablarnos de nuestros hermanos, no nos libraremos ni de nuestro pecado ni de Dios. Y la condena es evidente: como el primer homicida, quien no guarda a su hermano del mal se convierte en extranjero en esta tierra (Gn 4,14); desterrado \u2013 y por Dios \u2013 fue el primer homicida, porque no merece hogar ni descanso quien no se responsabiliza de la vida del hermano.
\nSolo prest\u00e1ndole nuestra atenci\u00f3n a Dios, no privaremos al pr\u00f3jimo de nuestras atenciones: es la obediencia al Padre lo que nos hace hermanos; nadie que ha contemplado a Dios, rehuye la contemplaci\u00f3n del pr\u00f3jimo como hermano: quien ha atendido a Dios, no deja sin atender al hermano.
\nHoy como siempre evangelizar\u00e1n los que est\u00e1n evangelizados. Antes de que el evangelio ocupe nuestros d\u00edas y nuestras manos, habr\u00e1 que haberse adue\u00f1ado de nuestro coraz\u00f3n. Y nadie se ocupa del evangelio fehacientemente, si antes no se ha dejado ocupar por \u00e9l. Quien est\u00e1 llamado a evangelizar, ha de dedicarse, como los ap\u00f3stoles primeros, a la oraci\u00f3n y a la escucha de la Palabra.
\n <\/p>\n
\n[1]<\/a> Evangelizar en tiempos de increencia. Carta Pastoral de los Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebasti\u00e1n y Vitoria. 1994, n\u00fameros 53. 59. La cursiva es m\u00eda.
\n[2]<\/a> M. Buber, El eclipse de Dios. Buenos Aires, 1970.
\n[3]<\/a> Cf. M. Heidegger, Sentieri interrotti. Firenze 1968, 247-249.
\n[4]<\/a> J. S\u00e1daba, Saber vivir. Madrid 1984, 78-90.
\n[5]<\/a> V. Camps, Virtudes p\u00fablicas. Madrid 1990, 9-10.
\n[6]<\/a> Hans U. von Balthasar, Qui\u00e9n es cristiano. Salamanca 2000, 30-31.
\n[7]<\/a> J. Mart\u00edn Velasco, El malestar religioso de nuestra cultura. Madrid 1994, 188.
\n[8]<\/a> Ff. J. Mart\u00edn Velasco, Increencia y evangelizaci\u00f3n. Del di\u00e1logo al testimonio. Santander 1988, 131-142.
\n[9]<\/a> K. Rahner, \u2018Elemente der Spiritualit\u00e4t in der Kirche der Zukunft\u2019, en Schriften der Theologie. Vol. 14. Einsiedeln 1980, 375
\n[10]<\/a> Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza 125.
\n[11]<\/a> C. M. Martini, Per una santit\u00e0 di popolo. Bolonia 1986, 445.
\n[12]<\/a> Pablo VI, Evangelii Nuntiandi. Exhortaci\u00f3n apost\u00f3lica (08.12.1975) 14.
\n[13]<\/a> CEE, Testigos del Dios Vivo. Reflexi\u00f3n sobre la misi\u00f3n e identidad de la Iglesia en nuestra sociedad. Madrid 1985, 45.
\n[14]<\/a> IV CELAM, Nueva Evangelizaci\u00f3n. Promoci\u00f3n humana. Cultura cristiana 23.
\n[15]<\/a> F. Sebasti\u00e1n, Nueva Evangelizaci\u00f3n. Fe, cultura y pol\u00edtica en la Espa\u00f1a de hoy. Madrid 1991, 190.
\n[16]<\/a> Juan Pablo II, Discurso de Apertura en Santo Domingo 7.
\n[17]<\/a> Benedicto XVI, Discurso a los obispos de Suiza (7 noviembre 2006): L\u2019Osservatore Romano (10 noviembre 2006) 4.
\n[18]<\/a> San Agust\u00edn, Enarrationes in Ps 85,7: CCL 39, 1177.
\n[19]<\/a> C. M\u00aa. Martini, Perch\u00e9 Ges\u00f9 parlava in parabole. Bolonia 1988, 114.
\n[20]<\/a> Vaticano II, Presbyterorum Ordinis 13
\n[21]<\/a> CIVCSVA, \u201cCaminar desde Cristo. Un renovado compromiso de la Vida Consagrada en el Tercer Milenio\u201d, Instrucci\u00f3n (19.05.02) 25.
\n[22]<\/a> Juan Pablo II, Novo Millenio Ineunte. Carta Apost\u00f3lica al concluir el Gran Jubileo del 2000 (2001) 32
\n[23]<\/a>Ibidem 32.
\n[24]<\/a> Ibidem 34. Las cursivas son m\u00edas.
\n[25]<\/a> Gregorio Magno, Moralia I 16, 43; Epist 31: PL 77, 706.
\n[26]<\/a> Juan Pablo II, Cruzando 138.
\n[27]<\/a> S\u00ednodo de los Obispos, XII Asamblea general, La Palabra de Dios en la vida y en la misi\u00f3n de la Iglesia.Lineamenta 13.
\n[28]<\/a> C. M \u00aa. Martini, En el principio, la Palabra (Bogot\u00e1 1991) 36.
\n[29]<\/a> C. M\u00aa. Martini, La Dimensi\u00f3n contemplativa de la vida (Bogot\u00e1 21990) 49.
\n[30]<\/a> Juan Pablo II, \u201cNovo Millenio Ineunte\u201d. Carta Apost\u00f3lica al concluir el Gran Jubileo del 2000 (2001) 16.
\n[31]<\/a> S\u00ednodo, Palabra 18.
\n[32]<\/a> S\u00ednodo, Palabra 26.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"