Pablo, modelo de evangelizador<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n
\nLa elecci\u00f3n de Pablo como est\u00edmulo e inspiraci\u00f3n de evangelizadores est\u00e1 m\u00e1s que justificada. La comunidad cristiana, que ha contado siempre con un evangelio que proclamar, Jesucristo y \u00e9ste crucificado (1 Cor 2,2), ha considerado al evangelizador Pablo como el ap\u00f3stol por antonomasia.
\nLa primera \u2018canonizaci\u00f3n\u2019 del ap\u00f3stol es obra del autor de Hechos. Pero fue decisi\u00f3n eclesial la aceptaci\u00f3n can\u00f3nica de ese libro, como lo hab\u00eda sido, con anterioridad, la preservaci\u00f3n de la correspondencia paulina y su consideraci\u00f3n normativa para la vida cristiana. Es, pues, la misma comunidad cristiana quien ha presentado a Pablo como su mejor evangelizador, modelo y medida de ap\u00f3stoles<\/em>. Y ello, a sabiendas de que el ap\u00f3stol de Cristo no hab\u00eda sido disc\u00edpulo de Jes\u00fas \u2013 ni elegido por \u00e9l ni por \u00e9l educado \u2013 mientras predicaba el reino de Dios. Pablo, quien pudo no haber conocido personalmente a Jes\u00fas de Nazaret (2 Cor 5,16), ha sido, sin duda alguna, quien mejor lo da a conocer.
\nAqu\u00ed reside la perenne actualidad <\/strong>del ap\u00f3stol: si quien no fue evangelizado por Jes\u00fas, pudo ser su mejor evangelizador<\/em>, quienes no han llegado a\u00fan a ser buenos disc\u00edpulos no deber\u00edan desesperar de acabar un d\u00eda como excelentes testigos.
\n
\n1.1 La misi\u00f3n paulina<\/strong>
\n
\nPablo no fue el iniciador de la misi\u00f3n cristiana al mundo gentil ni cre\u00f3 sus presupuestos. Apenas convertido, eso s\u00ed, se insert\u00f3 en una comuni\u00addad misionera y, como su delegado, asumi\u00f3 la tarea evangelizadora (Hch 13,1-3). Pero, abandonando muy pronto el terreno que \u00e9l no hab\u00eda sembrado (Rom 15,20), busc\u00f3 predicar sin m\u00e1s fronteras que las que le impon\u00edan los l\u00edmites del mundo (Rom 15,24.28). Intentaba as\u00ed pagar la deuda contra\u00edda con Cristo, quien le hab\u00eda enviado a predicar el evangelio (1 Cor 1,17) a los paganos (Gal 1,15-16; Rom 1,14; 15,15-16).
\n <\/p>\n\n- Enviado a los paganos<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ul>\n
La conciencia de ser ap\u00f3stol de los gentiles motiv\u00f3 su incansable misionar \u201cllen\u00e1ndolo todo con el evangelio de Cristo\u201d\u00a0 (Rom 15,19). Viv\u00eda su vocaci\u00f3n como un acontecimiento definitivo, que le hizo com\u00adprender su vida y su misi\u00f3n de un modo radicalmente novedoso, convencido de que el \u2018d\u00eda del Se\u00f1or\u2019 era inminente (Flp 2,14-16; 1 Cor 4,3-5): el evangelio deb\u00eda ser predicado con urgencia a los paganos, pues \u201cla noche est\u00e1 avanzada y el d\u00eda ya se echa encima\u201d (Rom 13,12). De ah\u00ed que no aceptara l\u00edmites para su misi\u00f3n ni fronteras, geogr\u00e1ficas, culturales o sociales, para su evangelio (Gal 3,25-28).
\nA lo \u00fanico que se siente vincula\u00addo, sin remedio y sin soluci\u00f3n, es a Cristo (2 Cor 11,23), al evangelio (1 Cor 1,17; Gal 1,6-9.11-12), de cuyo anuncio no se averg\u00fcenza (Rom 1,16) y cuya proclamaci\u00f3n es para \u00e9l quehacer ineludible, pues \u00a1ay de \u00e9l si no evangelizara! (1 Cor 9,16). En su evangelizaci\u00f3n lo que est\u00e1ba en juego no era el \u00e9xito de su vida personal sino \u201cel poder de Dios para la salvaci\u00f3n de los que creen\u201d (Rom 1,16).
\n <\/p>\n
\n- Constructor de vida en com\u00fan<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ul>\n
Pablo se entendi\u00f3 a s\u00ed mismo m\u00e1s como fundador de comunidades que como su acompa\u00f1ante, primer predicador antes que permanente catequista (1 Cor 1,17; 3,6).
\nComo fundador, Pablo se sab\u00eda padre de comunidades (Corinto: 1 Cor 4,15; 2 Cor 6,12; 12,14. Filipos: Flp 2,22. Tesal\u00f3nica: 1 Tes 2,11) y de creyentes individuales (On\u00e9simo: Flm 10. Timoteo: 1 Cor 4,17; Flp 2,22; 1 Tim 1,2.18; Tito: Tit 1,4). Sent\u00eda por los suyos profundo amor (2 Cor 2,4; 6,11-13); su suerte le angustiaba (1 Tes 2,17; 2 Cor 11,28-29); le indignaban sus crisis (Gal 1,6-9; 4,16-20; 2 Cor 1,13-14); le causaba alegr\u00eda su fidelidad (Flp 4,1). Su oraci\u00f3n por ellos era constante, con gozo (Flp 1,4) o preocupaci\u00f3n (1 Tes 3,10). Su afecto era tan grande que pudo declararse dispuesto a gastar la vida por quienes sabe no le aman demasiado (2 Cor 12,15).
\nEl amor y la ternura, con todo, no le hac\u00edan abdicar de su autoridad (2 Cor 10,6; Flp 2,12; Flm 2), conferida por Cristo para la edificaci\u00f3n de sus iglesias (2 Cor 10,8; 13,10).\u00a0 Supo mantener con sus comu\u00adni\u00addades una rela\u00adci\u00f3n diferenciada y personal. Si no todas las comuni\u00addades por \u00e9l fundadas le fueron siempre fieles, ninguna le fue indiferente. Las cartas que nos ha dejado lo demuestran y, al mismo tiempo, prueban el inter\u00e9s del ap\u00f3stol por seguir informado de sus vicisi\u00adtudes y preocupado por su continua forma\u00adci\u00f3n. Tener que crear nuevas comunidades, no le liber\u00f3 de la responsabilidad de seguir acompa\u00f1ando el crecimiento de las ya por \u00e9l fundadas.
\n <\/p>\n
\n- La urbe, campo de misi\u00f3n y centro misionero<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ul>\n
Pablo concentr\u00f3 su esfuerzo evangelizador en unas pocas ciudades, donde no hab\u00eda llegado a\u00fan el evangelio (Rom 15,20). Las grandes urbes, situadas a lo largo de las calzadas romanas, eran m\u00e1s f\u00e1cilmente alcanzables; s\u00f3lo en ellas pod\u00eda Pablo hacerse entender siempre en griego. La metr\u00f3poli helen\u00edstica era el lugar donde se pod\u00eda tomar contacto con la nueva civilizaci\u00f3n, donde se tropezaba con las novedades, donde pod\u00edan ofrecerse cambios, \u201cdonde estaba el imperio y donde empezaba el futuro\u201d (W. Meeks).
\nAhora bien, el influjo que las comunidades reci\u00e9n creadas pudieran tener en su territorio era, en realidad, escaso, dado su exiguo n\u00famero y la escasa relevancia social de sus miembros; en Corinto, p. e., la comunidad cristiana podr\u00eda contar con un centenar de miembros, mientras que la metr\u00f3poli superaba el medio mill\u00f3n de habitantes. Ello hace m\u00e1s significativa la t\u00e1ctica evangelizadora del ap\u00f3stol; quiso sembrar el imperio de peque\u00f1as c\u00e9lulas, estrat\u00e9gicamente situadas y permanentemente ligadas a su persona, a las que encargaba proseguir su misi\u00f3n personal. Las comunidades, reci\u00e9n fundadas, deb\u00edan hacerse inmediatamente responsables de la evangelizaci\u00f3n de la entera regi\u00f3n: Filipos, de Macedonia (Flp 4,5); Tesal\u00f3nica, de Macedo\u00adnia y Acaya (1 Tes 1,7-8); Corinto, de Acaya (1 Cor 16,15; 2 Cor 1,1), \u00c9feso, de Asia Menor (Rom 16,5; 1 Cor 16,19; 2 Cor 1,8).
\n <\/p>\n
\n- Un cristianismo muy \u2018dom\u00e9stico\u2019<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ul>\n
En permanente peregrinaje, Pablo tuvo que recu\u00adrrir frecuentemente a la hospitalidad\u00a0 de los hermanos en casas privadas. Judas en Damasco (Hch 9,11), Lidia en Filipos (Hch 16,14-15.40), Jas\u00f3n en Tesal\u00f3nica (Hch 17,5-7), \u00c1quila y Priscila en \u00c9feso (1 Cor 16,19; Hch 18,18-19; Rom 16,3) lo mismo que Ticio Justo y Cayo en Corinto (Hch 18,2-3.7) fueron algunos de sus hu\u00e9spedes habitua\u00adles. Es probable que, a veces, recurriera a casas de alquiler (en \u00c9feso: Hch 19,9-10; en Roma: Hch 28,16.30).
\nLa casa particular le ofreci\u00f3 alojamiento y cobijo y, adem\u00e1s, un ambiente adecuado para la propaganda y el culto (Rom 16,5). En la residencia de \u00c1quila y Priscila se reun\u00eda la comuni\u00addad de \u00c9feso (1 Cor 16,19), alg\u00fan a\u00f1o m\u00e1s tarde la de Roma (Rom 16,3.5); en la de Filem\u00f3n, la de Colosas (Flm 1-2); en la de Ninfa, la de Laodicea (Col 4,15). Sin estos lugares de acogida, que por fuerza exig\u00edan comunidades reducidas en n\u00famero (1 Cor 1,14), hubiera sido impensable la misi\u00f3n paulina.
\n\u00danico lugar de reuni\u00f3n en grandes n\u00facleos urbanos, el ambiente familiar de la casa contribuy\u00f3 a la familiarizaci\u00f3n de la vida cristiana, de sus estructuras, de su gobierno, de sus c\u00f3digos de conducta (Col 3,18-4,1; Ef 5,21-6,9; 1 Pe 2,18-3,7). El vocabulario paulino lo refleja: los cristianos son hermanos (1 Cor 8,11.13; 15,58; Flp 2,25; 3,1; 4,1; Col 4,7; Flm 7), hermanas; el ap\u00f3stol se ve como padre (1 Tes 2,11; 1 Cor 4,14-15; Flm 10; Flp 2,22), como madre (Gal 4,19; 1 Tes 2,7). Pablo habla de construir la comunidad como si de una casa se tratara (1 Tes 5,11; 1 Cor 10,23; 14,12.26; 2 Cor 10,8;f 13,10; Rom 14,19) y se considera a s\u00ed mismo como su administrador (1 Cor 4,1-2) o arquitecto (1 Cor 3,10).
\n\u00a0<\/em><\/strong><\/p>\n\n- Una misi\u00f3n en colaboraci\u00f3n<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ul>\n
Pablo acudi\u00f3 a la ayuda de colaboradores para cuidar de los suyos en su ausencia, dada la imposibilidad de visitarlos m\u00e1s a menudo. Las fuentes conocen casi un centenar de personas que le ayudaron en su misi\u00f3n; s\u00f3lo al final de su carta a los romanos llega a citar 26 colaboradores suyos (Rom 16,3-16). Y aunque Hechos, de forma indebida, reduzca su papel al de meros compa\u00f1e\u00adros de viaje, en realidad algunos fueron aut\u00e9nticos ap\u00f3stoles, con iniciativa pro\u00adpia, como Bernab\u00e9 (Hch 11,25-30; 12,24), Apolo, jud\u00edo de Alejandr\u00eda (1 Cor 1,12; 3,4-9; 4,6; 16,12; Hch 18,24-28) o el matrimonio de \u00c1quila y Priscila (Hch 18,2-3.18-26; 1 Cor 16,19; Rom 16,3-5).
\nOtros acompa\u00f1aron perma\u00adnentemente a Pablo, como Silas (Hch 15,40-18,17; 1 Tes 1,1; 2 Cor 1,19), y llevaron a cabo misiones muy dif\u00edci\u00adles: Timoteo ser\u00e1 enviado a Tesal\u00f3nica (1 Tes 3,2), a Corinto (1 Cor 4,17; 16,10) y Filipos (Flp 2,19) a resolver situaciones muy delicadas; Tito, tras el fracaso de Timoteo en Corinto, lograr\u00e1 el \u00e9xito (2 Cor 7,6-7), y ser\u00e1 mandado de nuevo all\u00ed para organizar la colecta (2 Cor 8,6-7).
\nTanto Hechos como la correspondencia paulina afirman la presencia activa de mujeres en la misi\u00f3n paulina. Algunas eran conversas, como Lois y Eunice (2 Tim 1,5), Damaris (Hch 17,34) o Lidia (Hch 16,14); otras llegaron a ocupar puestos de responsabilidad en las comunidades locales, como Cloe (1 Cor 1,11) y Ninfa (Col 4,15); unas compartieron con Pablo misi\u00f3n apost\u00f3lica: Evodia y S\u00edntique (Flp 4,2); otras llegaron, probablemente, a ejercer funciones ministeriales, como Febe, diaconisa en Cencres y protectora del ap\u00f3stol (Rom 16,1.3; cf. 1 Cor 3,5; 2 Cor 3,6; 6,4) y Junia, ilustre entre los ap\u00f3stoles y compa\u00f1era de prisi\u00f3n de Pablo (Rom 16,7); con algunas, la querida P\u00e9rside y la madre de Rufo, que la considera como propia (Rom 16,12-13), mantuvo relaciones de afecto.
\nPablo supo movilizar alrededor de su proyecto misionero a muchas personas y programar un trabajo articulado y eficaz de propaganda. S\u00f3lo as\u00ed se explica que su actividad evangelizadora, que dur\u00f3 unos veinte a\u00f1os, se haya podido extender tanto y haya conocido \u00e9xitos tan dura\u00adderos. Bien sab\u00eda Pablo que esos colaboradores no eran suyos, sino de la misi\u00f3n (1 Tes 3,2; 1 Cor 3,5-9; 2 Cor 6,1-4). En su modo de relacionarse y educar perso\u00adnal\u00admente a sus colabo\u00adradores, a quienes concede libertad total de acci\u00f3n y de iniciativas, mientras espera de ellos que se atengan al evangelio y guarden la unidad con \u00e9l (1 Cor 1,11-12; 3,10-11) reside la grandeza de Pablo ap\u00f3stol.
\n
\n1.2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Escritor por necesidad<\/strong>
\n
\nLa correspondencia que mantuvo con sus comunidades era el modo eficaz de hacer presente su voz y su autoridad apost\u00f3lica cuando, ausente (Gal 4,20; 1 Cor 4,19-21; 2 Cor 10,11), no pod\u00eda visitar la comunidad (1 Tes 2,17-18) ni mandarle un emisario personal (1 Tes 3,1-2; 2 Cor 12,17-18). Sus cartas fueron s\u00f3lo parte de su misi\u00f3n<\/em> y, en su opini\u00f3n, probablemente, no la m\u00e1s importante.
\n
\nSurgi\u00addas como reacci\u00f3n personal a unas cir\u00adcunstancias dadas (cf. 1 Cor 1,14; 7,1; 16,23), teniendo como desti\u00adnata\u00adrios directos un reducido grupo de perso\u00adnas, las cartas de Pablo fueron escritos de ocasi\u00f3n. A excepci\u00f3n de 1 Tes, redactada mientras el ap\u00f3stol evangelizaba Corinto (Hch 18,5), las dem\u00e1s vieron la luz probablemente durante su larga estancia en \u00c9feso (Hch 19,1-20,3). No obstante su origen circunstancial, sus cartas constituyen la m\u00e1s preciosa heren\u00adcia: el motivo prin\u00adci\u00adpal de su influjo perma\u00adnente en la iglesia, el testi\u00adgo litera\u00adrio m\u00e1s antiguo y, sin duda, mejor logrado de la novedad del cristia\u00adnismo naciente.
\n <\/p>\n\n- Primera literatura cristiana<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ul>\n
Cuando aparecieron las cartas paulinas, entre los a\u00f1os 50 y 60 d.C., no se conoc\u00eda todav\u00eda el evangelio escrito y, a lo sumo, circulaban por las comunidades colecciones de sen\u00adtencias, res\u00famenes de milagros y alguna narraci\u00f3n de los \u00faltimos d\u00edas de Jes\u00fas en Jerusal\u00e9n. La correspondencia paulina, el testimonio literario m\u00e1s cercano a los hechos pascuales que ha llegado hasta nosotros, refleja las tensiones y los logros, las dificultades y los \u00e9xitos de una evangelizaci\u00f3n ya universal.
\nLas cartas de Pablo, conservadas por las co\u00admunidades destinatarias, intercambiadas entre comunidades afines y posteriormente coleccionadas para evitar su des\u00adaparici\u00f3n, fueron ocasi\u00f3n y causa de que naciera entre los primeros cristianos la conciencia de que ten\u00edan en las manos un \u00abtestamento nuevo\u00bb.
\n <\/p>\n
\n- Dos importantes consecuencias<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ul>\n
La primera es la m\u00e1s obvia. Antes de que existiera el NT, existi\u00f3 un ap\u00f3stol, cuya urgencia por estar en comunicaci\u00f3n con sus comunidades provoc\u00f3 el nacimiento de un epistolario. Pablo, seguramente, jam\u00e1s pens\u00f3 en que sus cartas valieran m\u00e1s que para lo que fueron escritas: ser le\u00eddas por la comunidad destinataria. El hecho es que con su correspondencia naci\u00f3 el NT.
\nFue el celo de un ap\u00f3stol, su voluntad de acompa\u00f1ar el proceso de conversi\u00f3n al evangelio que se desarrollaba dentro de sus comunidades, asumiendo sus problemas e indicando soluciones nuevas, la causa hist\u00f3rica de que el Dios, que ya hab\u00eda roto su silencio resucitando a Jes\u00fas de entre los muertos, empezara a dejar constancia por escrito de su plan nuevo de salvaci\u00f3n. Bast\u00f3, pues, un ap\u00f3stol que escrib\u00eda s\u00f3lo cuando no pod\u00eda estar presente, que no abandonaba a sus comunidades aunque estuviera ausente de ellas, que se ocupaba de las preocupaciones de sus cristianos, para que Dios dejase escrita su voluntad, renovada, de cercan\u00eda: un testamento nuevo. Si el NT lo inici\u00f3 un ap\u00f3stol que, precisamente por estar lejos de los suyos, quer\u00eda que lo sintieran cercano y ocupado en sus problemas, s\u00f3lo ap\u00f3stoles cercanos <\/em>a sus comunidades podr\u00e1n acercar\u00adles el evangelio.<\/em>
\nQue Dios quisiera abrir una nueva revelaci\u00f3n mediante la correspondencia de un ap\u00f3stol fue, sin duda, una decisi\u00f3n personal de ese nuevo Dios, <\/em>que escapa a la intenci\u00f3n del ap\u00f3stol escritor de cartas. Por eso mismo \u2013 y \u00e9sta es la segunda consecuencia \u2013,\u00a0 nos descubre un rasgo t\u00edpico de ese Dios nuevo. El haber elegido Dios la carta como g\u00e9nero literario pre\u00addominante en el NT (20 de los 27 libros del NT lo son), tiene como consecuencia el que ha ya querido hablarnos a trav\u00e9s de la vida de las comunidades. <\/em>Mientras el Dios del AT se revel\u00f3, de modo preferente, a trav\u00e9s de la historia de su pueblo, el Dios del NT se des\u00advela en la cr\u00f3nica diaria de sus comunidades <\/em>creyentes. Ya no es el relato de haza\u00f1as pasadas lo que identifica a nuestro Dios, ni ser\u00e1 la experiencia de los antepasados el criterio de la nueva experiencia de Dios. Bastar\u00e1 con que se nos cuente la propia vida com\u00fan, repleta de tensiones y de esfuerzos de fidelidad; bastar\u00e1 con hacer experiencia de la fe y del pecado com\u00fan, para encontrarse con el Dios del Se\u00f1or Jes\u00fas.
\n\u00a0<\/strong><\/p>\n\n- Pablo, contenido del evangelio<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n
\nPor fortuna abundan en las cartas paulinas confesiones, arrancadas casi siempre en medio de la pol\u00e9mica, con las que Pablo, legitimando su evangelio y su misi\u00f3n, traiciona el origen y la raz\u00f3n de su apostolado (Gal 1,11-12.15-16; 1 Cor 15,9; Flp 3,6-9). Si ahora nos atenemos a ese peque\u00f1o tratado de la existencia apost\u00f3lica que es 1 Cor 9,1-27, es porque en \u00e9l expone Pablo, tan breve como certeramente, sus credenciales de ap\u00f3stol y algunas de las opciones estrat\u00e9gicas que rigieron su actuaci\u00f3n evangelizadora.
\nQue estas reflexiones paulinas estuvieran destinadas a los cristianos de Corinto las hacen, si cabe, m\u00e1s significativas. En\u00a0 ninguna otra ciudad helen\u00edstica evangelizada por Pablo su misi\u00f3n encontr\u00f3 tantas resistencias ni suscit\u00f3 tanto fervor. Los cristianos en Corinto, una minor\u00eda dentro de una metr\u00f3poli populosa, c\u00e9lebre por sus juegos y sus vicios, salidos de una cultura ajena, cuando no contraria, a la tradici\u00f3n donde hab\u00eda surgido y se hab\u00eda conformado el evangelio, hab\u00edan aceptado la predicaci\u00f3n paulina con tanto entusiasmo como superficialidad.
\nLa lectura de 1 Cor nos permite repasar de cerca los esfuerzos por adaptar un movimiento religioso, surgido en un ambiente agr\u00edcola dentro del mundo oriental, a una poblaci\u00f3n urbana de la parte occidental del imperio romano; nos permite, adem\u00e1s, recordar las incomprensiones del nuevo evangelio que inevitablemente produc\u00eda la diversidad cultural en que viv\u00edan los nuevos oyentes, y que a menudo llegaban a ser perversiones del \u00fanico evangelio.
\nEllo, qu\u00e9 duda cabe, hace m\u00e1s seductora la personalidad de Pablo y menos id\u00edlico su trabajo como evangelizador. Los esfuerzos de Pablo por transmitir el evangelio a unos oyentes de diversa fe y cultura, podr\u00edan llenar de imaginaci\u00f3n y coraje a quienes hoy deben predicar ese evangelio en un mundo en el que est\u00e1 emergiendo una cultura al margen de la fe en Cristo.
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\n2.1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 <\/strong>Una fe a\u00fan no madura<\/strong>
\n
\nLa comunidad de Corinto, como cualquier otra surgida dentro del mundo grecorromano, tuvo que afrontar problemas que surg\u00edan m\u00e1s de su pasado no creyente que de la nueva fe; reci\u00e9n convertida al cristianismo, no se hab\u00eda desligado a\u00fan de las creencias y costumbres de su entorno pagano.
\nEl caso de las carnes inmoladas a los \u00eddolos es m\u00e1s que simple an\u00e9cdota; nos puede parece obsoleta incluso, pero para los nuevos cristianos la cuesti\u00f3n representaba un grave reto a la pureza de su fe nueva y un grave peligro para una vida com\u00fan apenas estrenada. Buena parte de la carne que se vend\u00eda en los mercados de las grandes ciudades helen\u00edsticas o se ofrec\u00eda en las festividades p\u00fablicas proced\u00eda de los templos: era carne sacrificada a los dioses. Este origen sagrado pon\u00eda a los nuevos cristianos en el dilema de aceptar invitaciones de amigos y familiares, no renunciando a la convivencia con ellos, o declinar una familiaridad que les marginaba socialmente.
\nLas soluciones que se iban encontrando a un nivel personal, creaban tensiones, esc\u00e1ndalo incluso, dentro de la comunidad. El reparo a comer carne sacrificada se alimentaba de un paganismo, diluido pero no superado, en algunos cristianos; otros, m\u00e1s seguros de su fe monote\u00edsta, supieron librarse f\u00e1cilmente de la repugnancia y dar testimonio concreto de esa libertad frente a los falsos \u00eddolos que la fe en el se\u00f1or\u00edo de Jes\u00fas concede a sus fieles. El miedo a ser libres, producto de una fe inmadura, atenazaba unos; en otros, la certeza de no tener m\u00e1s que un Dios les pon\u00eda en la tentaci\u00f3n de perder a sus hermanos, con tal de mantener una libertad reci\u00e9n inaugurada. La vida de fraternidad estaba siendo cuestionada en Corinto, porque no todos sacaban las mismas consecuencias de una misma confesi\u00f3n de fe.
\nPablo reacciona contundentemente, como le es habitual. Elabora en tres momentos una respuesta que formula leyes fundamentales de la existencia cristiana: afirma la absoluta libertad del creyente pero, al mismo tiempo, establece los l\u00edmites de la libertad cristiana en el hermano que no se puede perder porque por \u00e9l ha muerto Cristo (1 Cor 8,1-13); reivindica para s\u00ed la libertad apost\u00f3lica y se pone como ejemplo de renuncia a sus derechos (1 Cor 9,1-27); recuerda, apoy\u00e1ndose tanto en la memoria b\u00edblica como en la vida sacramental cristiana, los peligros de una reca\u00edda en el paganismo (1 Cor 10,1-11,1).
\n
\n2.2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La vida del evangelizador, evangelio para la comunidad<\/strong>
\n
\nPara motivar la renuncia exigida a quienes viv\u00edan su fe con mayor coherencia que Pablo el ap\u00f3stol se pone como modelo. Su vida apost\u00f3lica es argumento de su exhortaci\u00f3n y medida de la vida de su comunidad; m\u00e1s que con sus palabras, evangeliza su comunidad con su existencia apost\u00f3lica, en la que se cumple ya cuanto desea de los suyos: \u00e9l ha sabido sacrificar su libertad y algunos privilegios en beneficio ajeno. Cuanto acaba de imponerles con autoridad, puede proponerlo como por \u00e9l vivido y, por tanto, como posible para ellos; atrevi\u00e9ndose a convertir su forma de vida apost\u00f3lica en norma de vida cristiana<\/em>, se presenta ante su comunidad como evangelizador y evangelio.
\n <\/p>\n\n- Las credenciales del ap\u00f3stol de Cristo <\/em><\/strong>(1 Cor 9,1-2)<\/li>\n<\/ul>\n
Antes de afirmar la renuncia a sus derechos apost\u00f3licos (1 Cor 9,3-14), Pablo se presenta como aut\u00e9ntico ap\u00f3stol de Cristo (1 Cor 9,1-2). Se sabe libre, por saberse enviado. Y se sabe ap\u00f3stol, por haber visto al Se\u00f1or. La conciencia apost\u00f3lica radica, pues, en la experiencia pascual vivida por Pablo.
\nEl origen de su vocaci\u00f3n estuvo en el descubrimiento del Hijo que Dios tuvo a bien concederle (cf. Gal 1,15-16); la meta se consigue cuando el testimonio personal se hace eficaz y visible en una comunidad de creyentes. Ap\u00f3stol de Cristo es por presentarse ante la comunidad como testigo personal del Resucitado y por presentarse ante Dios con una comunidad concreta como santo y se\u00f1a de su apostolado.
\nAmbos t\u00edtulos, m\u00e1s que privilegios que acaparar son causa de liberaci\u00f3n: haber visto al Se\u00f1or y haber construido comunidad le liberan de sentirse obligado a exigir derechos. Un ap\u00f3stol que conoce a qui\u00e9nes se debe no pierde el tiempo pretendiendo ser reconocido; la seguridad de tener un encargo que llevar a t\u00e9rmino le capacita para pasar por alto el aprecio debido, sinti\u00e9ndose ya recompensado por cumplir el servicio al que se debe.
\nSi toparse con el Se\u00f1or Jes\u00fas constituy\u00f3 a Pablo ap\u00f3stol de Cristo, la ra\u00edz de la misi\u00f3n cristiana est\u00e1 en el encuentro con el Resucitado<\/em>: quien no tiene experiencia pascual, no tiene el mundo como tarea apost\u00f3lica. Podr\u00e1 cuestionarse, pues, una evangelizaci\u00f3n de la que no surja vida en com\u00fan<\/em>; como ha de dudarse de un cristiano, creyente en la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas, que no se sepa, por ello mismo, su enviado.
\n <\/p>\n\n- La renuncia apost\u00f3lica al reconocimiento debido <\/em><\/strong>(1 Cor 9,3-14)<\/li>\n<\/ul>\n
Pablo, que es ap\u00f3stol libre, ha renunciado a vivir a costa de su comunidad. No deben, y bien lo saben sus lectores, mantener a la mujer que, como era habitual en la primera misi\u00f3n cristiana, acompa\u00f1aba a los predicadores itinerantes. En su caso, tampoco tienen que sostenerle a \u00e9l (pero Flp 4,10-18). Lo podr\u00eda exigir, y con mayores m\u00e9ritos que otros, por ser fundador y padre. Si renuncia al salario debido, es por buenas razones: un evangelio de la libertad ha de ser presentado sin recortar libertades; el anuncio de una actuaci\u00f3n gratuita de Dios es fehaciente si se realiza gratuitamente.<\/em>
\nEl evangelio no debe cargarse con otras imposiciones que las que el mismo evangelio comporta. El evangelista no ha de convertirse en \u00f3bice o carga para el evangelio al que sirve. Una evangelizaci\u00f3n liberada de trabas personales hace m\u00e1s gratuito el evangelio de Dios; si no hay que dar satisfacci\u00f3n al portavoz, se puede uno concentrar en cumplir con la Palabra. Quien ha liberado a los suyos del servicio a otros se\u00f1ores no puede so\u00f1ar en convertirse en se\u00f1or de ellos; la libertad que consigue el destinatario de la misi\u00f3n apost\u00f3lica, sea efectiva o afectiva, pecuniaria o sentimental, no puede ser recortada por la necesidad del ap\u00f3stol. El evangelio de la libertad se hace cre\u00edble si crea comunidades libres, tambi\u00e9n de sus evangelizadores. La renuncia al derecho apost\u00f3lico hace m\u00e1s gratuita la predicaci\u00f3n y m\u00e1s fehaciente el apostolado.
\n <\/p>\n\n- Un buen motivo para una renuncia ejemplar <\/em><\/strong>(1 Cor 9,15-18)<\/li>\n<\/ul>\n
No es, pues, por inadvertencia que Pablo renuncia al salario debido. Quien sirve al evangelio de la gracia ha de hacerlo gratuitamente; en ello reside su autoridad personal. Ser ap\u00f3stol es ya su salario<\/em>; su gloria est\u00e1 en poder presentarse como enviado de Dios; cuando lo consigue, se sabe ya bien pagado. El poder del ap\u00f3stol, aqu\u00e9l que se ejercita como renuncia a ser sustentado por la propia comunidad, nace y se apoya en la conciencia apost\u00f3lica: si predicar no es electivo para el evangelizador, ha de resultar gratuito ser evangelizado<\/em>.
\nY es que Pablo se sabe obligado, irremisiblemente, a la proclamaci\u00f3n del evangelio. No hace lo que quisiera sino aquello para lo que ha sido querido: el evangelio es su tarea y su quehacer, su encargo y su destino. Vive bajo el peso de su llamada como un mandado; cuanto haga no merece paga ni recompensa, pues ser\u00e1 obediencia debida. Aceptarser siervo de Cristo le hace servidor de los cristianos<\/em>; y por serlo, es liberador y cre\u00edble como ap\u00f3stol.
\n <\/p>\n\n- El objetivo de la libertad apost\u00f3lica <\/em><\/strong>(1 Cor 9,19-23)<\/li>\n<\/ul>\n
La renuncia a los derechos que nacen de la actuaci\u00f3n apost\u00f3lica no es, pues, para Pablo simple estratagema o t\u00e1ctica \u00fatil en su esfuerzo proselitista. La libertad apost\u00f3lica est\u00e1 finalizada en el servicio a sus destinatarios. Es lo que el ap\u00f3stol explicita a continuaci\u00f3n.
\nEl texto es clave, tanto para comprender la actitud personal de Pablo como para hacerse con el concepto de ap\u00f3stol que tiene. Pues descubre el criterio b\u00e1sico <\/strong>que rige su actuaci\u00f3n apost\u00f3lica: el siervo de Dios se sabe libre de cualquier otra obediencia, pero se quiere servidor de quienes Dios le indic\u00f3 como destinatarios de su llamada.
\nTener que predicar un evangelio que no es propio no significa que el ap\u00f3stol lo debe imponer a los dem\u00e1s; estar a disposici\u00f3n del mensaje impide ponerlo a su disposici\u00f3n<\/em>. Pero no poder cambiar el contenido del evangelio no convierte a su predicador en testigo inmutable, persona insensible, frente a sus oyentes. El evangelizador debe a su audiencia el evangelio y su persona, la palabra de Dios y la vida que le presta su voz y el coraz\u00f3n. Eligi\u00e9ndolo como su enviado, Dios ha convertido al ap\u00f3stol en due\u00f1o de nada, de nadie; le hizo, m\u00e1s bien, siervo de todos y del evangelio.
\nLa libertad apost\u00f3lica no se realiza como liberaci\u00f3n de los destinatarios sino como servicio de amor real que conduce a la identificaci\u00f3n.<\/em> El ap\u00f3stol se iguala a ellos y, mientras sea enviado de Dios ante ellos y para ellos, abrazar\u00e1 su forma de vivir la vida y sus modos de enjuiciarla. Precio a pagar son la acomodaci\u00f3n a las leyes o preferencias que rigen la existencia de sus comunidades, la asunci\u00f3n de trabas de las que el ap\u00f3stol se sabe libre, la indiferencia ante costumbres que le son familiares, la contemplaci\u00f3n de escr\u00fapulos que no le son propios y la aceptaci\u00f3n de debilidades que le son ajenas. Testigo de una salvaci\u00f3n por encarnaci\u00f3n, el evangelizador no la anuncia fehacientemente sin aceptar sincera y radicalmente el mundo de los evangelizados.
\nPara que esta asimilaci\u00f3n de costumbres e ideas no termine por ser p\u00e9rdida de identidad apost\u00f3lica, Pablo menciona dos criterios<\/em>. El primero, y principal, apunta a la causa: el ap\u00f3stol no tiene m\u00e1s ley, ni norte, que Cristo<\/em> (1 Cor 9,21); si puede ser como todos es porque est\u00e1 enraizado en uno, si se da a todos es por deberse \u00fanicamente a \u00c9l. El segundo, y consecuencia, establece el objetivo: el fin de todo ese esfuerzo no est\u00e1 ni en conseguir mayor libertad para el ap\u00f3stol ni en asegurar una eficacia mejor para su actuaci\u00f3n proselitista; solo pretende la salvaci\u00f3n de unos cuantos<\/em> (1 Cor 9,22). La voluntad de servicio es universal, la capacidad de cambio y acomodaci\u00f3n no tiene m\u00e1s l\u00edmites que destinatarios encuentre su evangelizaci\u00f3n; pero los resultados, al no estar en relaci\u00f3n con el esfuerzo necesario, pueden ser escasos. Y el ap\u00f3stol lo sabe: su trabajo puede ser \u00edmprobo; y lo ser\u00e1, si pretende asemejarse a sus destinatarios; pero ello no garantiza el \u00e9xito que solo la intervenci\u00f3n de Dios asegura. Pablo sabe que de su ap\u00f3stol Dios no espera logros sino trabajos<\/em>.
\nQue la decisi\u00f3n de ser igual a sus destinatarios no sea opcional para Pablo, se colige de su confesi\u00f3n: todo lo hace por el evangelio, del que espera participar un d\u00eda (1 Cor 9,23). Al siervo no se le recompensan los trabajos ni se le tiene en cuenta las renuncias; el mandado no se salva por hacer lo que le fue mandado; el ap\u00f3stol podr\u00e1 so\u00f1ar con tener asegurado su encuentro con Cristo cuando est\u00e9 seguro de haberlo hecho posible a los suyos<\/em>. La certeza de llegar a poseer a Dios depende de su oficio apost\u00f3lico: no de los triunfos en \u00e9l logrados, s\u00ed del servicio prestado.
\n <\/p>\n\n- El atleta Pablo o la evangelizaci\u00f3n como competici\u00f3n <\/em><\/strong>(1 Cor 9,24-27)<\/li>\n<\/ul>\n
Con el s\u00edmil de la competici\u00f3n, una experiencia muy cercana a la comunidad de Corinto, cuyos juegos atl\u00e9ticos eran proverbiales en el mundo grecorromano, Pablo advierte que no basta con actuar para triunfar, que participar s\u00f3lo no lleva a verse coronado. La vida cristiana, y por ende la apost\u00f3lica, no exime del esfuerzo por ser gracia recibida; m\u00e1s bien, lo exige. Quien se encuentra entre los corredores, debe participar en la carrera; comenzarla bien no garantiza llegar a la meta; al atleta, que desea el triunfo, no le duele las renuncias que se lo faciliten; se impone una disciplina que puede llevarle a abstenerse de lo l\u00edcito, con tal de conservarse en la lucha; la meta a la que aspira convierte en perecedero a todo lo que no se la posibilite.
\n <\/p>\n
\n- Libertad apost\u00f3lica, m\u00e9todo de evangelizaci\u00f3n<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n
\nPoni\u00e9ndose como ejemplo en su reivindicaci\u00f3n de la libertad cristiana como libertad con un solo l\u00edmite, el hermano m\u00e1s cr\u00e9dulo y menos creyente por quien Cristo muri\u00f3 (1 Cor 8,12), Pablo ha tenido el valor de apelar a su forma de vivir el ministerio apost\u00f3lico<\/em>. Al presentar su vida como argumento de evangelizaci\u00f3n ha conseguido presentarse como ejemplo vivo del evangelio que predica.
\nLa libertad apost\u00f3lica se ha convertido as\u00ed en motivo y tema de su evangelizaci\u00f3n en Corinto, porque el ejercicio leg\u00edtimo de la libertad cristiana pod\u00eda poner en peligro la fraternidad entre los creyentes. Por defender una libertad que se mantiene s\u00f3lo cuando ha de sacrificarse por no sacrificar al hermano, Pablo se ha propuesto como ejemplo de libertad \u2018condicionada\u2019.
\nAunque el ap\u00f3stol se sabe enviado de Dios y libre de cualquier se\u00f1or, sabe tambi\u00e9n que su libertad est\u00e1 hipotecada hasta que su hermano no consiga igualmente verse libre. La renuncia al ejercicio de la libertad, derecho inalienable que nace de la fe, encuentra una \u00fanica justificaci\u00f3n en el mantenimiento de la fraternidad (libertad del creyente) o en la ganancia para ella de nuevos candidatos (libertad del ap\u00f3stol). El cristiano libre se hace siervo del escr\u00fapulo de su hermano, con tal de no servirle de esc\u00e1ndalo. Y para record\u00e1rselo, el ap\u00f3stol debe vivir tan libre como para poder hermanarse con todos sus destinatarios, privilegiando a los d\u00e9biles. Un ap\u00f3stol tan liberado de s\u00ed se convierte para su comunidad, m\u00e1s que en simple modelo que repetir, en evangelio que salva.
\nSi nuestras comunidades hoy, como la de Corinto ayer, dispusieran de evangelizadores que pudieran presentar su libertad apost\u00f3lica como argumento y paradigma de sus exigencias, ser\u00edan, sin duda, de nuevo evangelizadas. Si, como Pablo ayer, los ap\u00f3stoles hoy cifraran su ilusi\u00f3n en ejercitar su libertad haci\u00e9ndose solidarios con sus destinatarios, no menguar\u00eda la capacidad de salvar que tiene el evangelio al que sirven como enviados de Dios.<\/p>\nJuan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9<\/p>\n
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\n[1]<\/a> Juan Pablo II, AAS<\/em> 75 [1983] 778.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"El ap\u00f3stol, modelo de evangelizaci\u00f3n y contenido del evangelio Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9 es te\u00f3logo biblista. Actualmente trabaja en la Curia General Salesiana (Roma). S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El art\u00edculo parte de la convicci\u00f3n de que hoy la cuesti\u00f3n esencial de la evangelizaci\u00f3n est\u00e1 en los evangelizadores, y propone a Pablo como est\u00edmulo e inspiraci\u00f3n, a […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1196,541,94],"tags":[],"class_list":["post-8009","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-371","category-juan-jose-bartolome-lafuente","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8009","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=8009"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8009\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=8009"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=8009"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=8009"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}