{"id":8047,"date":"2007-09-01T00:00:25","date_gmt":"2007-08-31T22:00:25","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=8047"},"modified":"2007-09-01T00:00:25","modified_gmt":"2007-08-31T22:00:25","slug":"una-mision-joven-en-una-sociedad-laica","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/una-mision-joven-en-una-sociedad-laica\/","title":{"rendered":"Una misi\u00f3n joven en una sociedad laica"},"content":{"rendered":"

ROBERTO CALVO P\u00c9REZ
\nFacultad de Teolog\u00eda del Norte de Espa\u00f1a
\n <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEn nuestra sociedad occidental, marcada por el laicismo, juventud e Iglesia parecen dos magnitudes divergentes. Sin embargo, para la Iglesia, los j\u00f3venes son los destinatarios m\u00e1s genuinos de la misi\u00f3n. Si la Iglesia surge de la misi\u00f3n y para la misi\u00f3n, la evangelizaci\u00f3n de los j\u00f3venes ha de ser hoy un compromiso primordial. Dentro de esta perspectiva, el art\u00edculo subraya algunos aspectos esenciales que se deben priorizar, que empiezan por asumir la interpelaci\u00f3n de los nuevos are\u00f3pagos y reestructurar las iglesias locales desde la animaci\u00f3n misionera, para llegar a una espec\u00edfica pastoral para la misi\u00f3n, ofreciendo itinerarios m\u00faltiples que ayuden a vivir la fe como \u00e9xodo en el Esp\u00edritu y a personalizarla.
\n 
\n 
\nCuentan que hace varios siglos hubo una persona que quer\u00eda retirarse a la soledad, en un ambiente de la naturaleza casi paradis\u00edaco. Era algo que le brotaba a menudo del coraz\u00f3n. Y, tras un largo proceso con los suyos, tom\u00f3 la decisi\u00f3n. Se apart\u00f3 del mundanal ruido. Su vida transcurr\u00eda dichosa en la sencillez y en la pobreza. Se hab\u00eda construido una peque\u00f1a caba\u00f1a donde s\u00f3lo ten\u00eda lo m\u00e1s imprescindible para vivir. All\u00ed no hac\u00eda otra cosa que alabar, agradecer y pedir a Dios por la humanidad.<\/em>
\n Un d\u00eda, como otras veces, sinti\u00f3 una llamada especial y subi\u00f3 a la monta\u00f1a. Pensaba que esto le acercaba m\u00e1s a Dios. Pas\u00f3 todo el d\u00eda en la cima del monte. Y, cuando ya comenzaba a oscurecer, regres\u00f3 entre penumbra a la caba\u00f1a. Cu\u00e1l fue su sorpresa cuando, al acercarse, descubri\u00f3 que un ladronzuelo le estaba robando lo poco que ten\u00eda… El eremita se indign\u00f3 y comenz\u00f3 a vocear: \u201c\u00bfno te da verg\u00fcenza, venir a robarme a m\u00ed, que apenas tengo nada y lo \u00fanico que hago es interceder por el mundo y por la Iglesia para que Dios sea m\u00e1s conocido, vivido y compartido entre la gente?\u201d.<\/em>
\n El ladonzuelo sali\u00f3 despavorido huyendo. El anacoreta se qued\u00f3 intranquilo. Pasado el tiempo, se sent\u00f3 a la puerta de la caba\u00f1a \u2013como sol\u00eda hacer tantas noches claras de primavera y verano\u2013 y pens\u00f3 para s\u00ed: \u201c\u00a1ser\u00e9 tonto! En vez de enfadarme, pod\u00eda haberle invitado a sentarse junto a m\u00ed y mostrarle lo mejor que tengo: la contemplaci\u00f3n nocturna de la belleza y de la paz de este cielo estrellado…\u201d<\/em>
\nEsta par\u00e1bola nos ayuda a situarnos ante este momento hist\u00f3rico (dram\u00e1tico y fascinante) que nos toca vivir como creyentes llamados a evangelizar en nuestra sociedad del siglo XXI. En la presente tesitura nuestras actitudes \u2013que marcan m\u00e1s de lo que imaginamos el quehacer eclesial\u2013 no han de llevarnos hacia anhelos del pasado id\u00edlico-nost\u00e1lgico de la cristiandad, ni a generar culpabilidades, ni tampoco a provocar huidas hacia delante vac\u00edas de todo.
\nA nuestro juicio, desde la pedagog\u00eda divina, lo que se nos pide hoy es recuperar el entusiasmo (el \u00abestar en Dios\u00bb) a fin de poder compartir, proponer y comunicar lo mejor que tenemos: un Dios trinitario que no puede ser otra cosa que Amar; una experiencia de salvaci\u00f3n que, como a los primeros testigos de la Pascua y de Pentecost\u00e9s, nos colma de alegr\u00eda y de gozo porque, desde la fe, nuestras vidas adquieren un horizonte de sentido, de luz y de esperanza en medio de las alegr\u00edas y penalidades de la humanidad, particularmente entre los m\u00e1s pobres y excluidos de la historia.
\nPero, \u00bfc\u00f3mo realizar esta misi\u00f3n siendo fieles al Dios cristiano y, simult\u00e1neamente, a los hombres y mujeres de la sociedad? \u00bfC\u00f3mo cantar un c\u00e1ntico existencial de acci\u00f3n de gracias en medio de un mundo o demasiado satisfecho o profundamente necesitado de lo m\u00e1s imprescindible para vivir con dignidad? \u00bfQu\u00e9 buena nueva ofrecer a nuestros conciudadanos que reclaman (al menos aparentemente) una sociedad laica o incluso laicista? \u00bfQu\u00e9 signos y palabras comunicar a los j\u00f3venes que pasan del anuncio del Reino que nuestra Iglesia les ofrece? \u00bfC\u00f3mo edificar una Iglesia en permanente estado de misi\u00f3n, peregrina, que sale extramuros del templo para situarse en los umbrales y en las nuevas fronteras de la globalizaci\u00f3n? \u00bfQu\u00e9 dinamismo misionero hemos de activar para conseguir una Iglesia joven desde la juventud y el futuro que necesitamos?
\nEstos interrogantes y otros similares nos los hacemos los que estamos implicados vitalmente en los diversos campos de la evangelizaci\u00f3n. La presente aportaci\u00f3n no pretende \u2013pues uno tambi\u00e9n se halla en camino de b\u00fasqueda\u2013 dar recetas ni soluciones. Tan s\u00f3lo, desde diversos criterios y l\u00edneas de acci\u00f3n, quiere compartir un principio: la misi\u00f3n es la \u00fanica que puede devolver futuro y entusiasmo a nuestro empe\u00f1o de hacer de este mundo Reino de Dios, anunciando a muchos la alegr\u00eda y el amor de Dios, para que aquellos, que en libertad se sientan interpelados, puedan iniciar senderos de b\u00fasqueda hacia una Iglesia joven y significativa.
\nY m\u00e1s, cuando se comparte \u2013y nosotros lo hacemos\u2013 el diagn\u00f3stico de los obispos espa\u00f1oles:
\n\u201cAunque la actividad misionera constituye un cap\u00edtulo central en la acci\u00f3n pastoral de las di\u00f3cesis de Espa\u00f1a, parece que no se le da la importancia y el valor que merece. No suele aparecer en el n\u00facleo de los programas y tareas pastorales. Los apremios de la pastoral diaria hacen que, una vez m\u00e1s, \u00ablo que realmente es importante y vital quede sensiblemente recortado por lo urgente\u00bb. En efecto, la preocupaci\u00f3n misionera es, a menudo, intermitente. Se concentra en las grandes campa\u00f1as, para languidecer el resto del a\u00f1o. Esta percepci\u00f3n nos lleva a pensar que ni en nuestras di\u00f3cesis, ni en las parroquias haya la debida proporci\u00f3n entre la atenci\u00f3n pastoral a esta actividad y el puesto central postulado para ella por el mandato evangelizador del Se\u00f1or\u201d[1]<\/a>.
\n <\/p>\n

    \n
  1. EN LA LAICIDAD, ANTE EL LAICISMO<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \nAntes de nada, por aquello que los Padres de la Iglesia dec\u00edan constantemente, es preciso saber que \u201clo que no se asume, no se redime\u201d. Los evangelizadores estamos llamados a discernir nuestro mundo tal y como es: con sus potencialidades y carencias; con sus alegr\u00edas y penalidades; con sus grandezas y miserias. Es la llamada que Dios nos hacer para interpretar, desde los signos de los tiempos de nuestra \u00e9poca, el momento favorable (kair\u00f3s), la presencia-llamada de este Dios que quiere que todas las personas (universalidad de la propuesta) \u201ctengan viva, y vida en abundancia\u201d. Un discernimiento que implica dejarnos guiar \u2013comunitaria y sinodalmente\u2013 por el Esp\u00edritu para ver qu\u00e9 nos est\u00e1 pidiendo en este momento (cf. Ap 2).
    \nEntre otros muchos signos, hemos de asumir que el cambio de \u00e9poca en el que vivimos nos emplaza ante una nueva realidad (particularmente en Europa) de dif\u00edciles contornos y con implicaciones profundas para la misi\u00f3n de la Iglesia. Algunos hablan de laicidad, otros de laicismo
    [2]<\/a>. Pero, a nuestro juicio, hay que matizar las posturas y discernir los caminos evangelizadores.
    \nPara ello, es imprescindible adquirir una actitud novedosa que, por otra parte, ha sido una constante en la historia de la Iglesia. A lo largo de los siglos han sido precisamente los misioneros y misioneras quienes prioritariamente han estado oteando (como \u201ccentinelas del futuro\u201d) los signos de los tiempos, indagando los senderos m\u00e1s aventurados que hab\u00eda que recorrer, elaborando m\u00e9todos y proyectos en consonancia con situaciones inesperadas e imprevistas. La dimensi\u00f3n misionera desde una Iglesia extrovertida en favor de la reconciliaci\u00f3n del mundo es la que nos exige que tambi\u00e9n hoy nos situemos con expectaci\u00f3n, ilusi\u00f3n, libertad y esperanza ante lo que desaf\u00eda nuestro tiempo y el futuro que est\u00e1 irrumpiendo en nuestro presente.
    \nHay \u00e9pocas en las que los ritmos se aceleran, la movilidad se hace m\u00e1s intensa y el por-venir casi se desdibuja como experiencia porque no existe un presente estable y permanente. Si esa es nuestra experiencia actual, no puede dejar de repercutir en el estilo como vivamos el compromiso evangelizador, con la conciencia y la responsabilidad de que es precisamente el acierto en nuestro discernimiento lo que dar\u00e1 juventud, optimismo y futuro a la misma Iglesia y al evangelio que ella testimonia y ofrece como buena nueva. \u201cNadie echa vino nuevo en odres viejos; si no, el vino revienta los odres y se pierden el vino y los odres; no, a vino nuevo, odres nuevos\u201d (Mc 2,22).
    \nLa Iglesia, en virtud de la misi\u00f3n de la Trinidad desvelada como amor, est\u00e1 presente en el mundo no ya frente a \u00e9l ni contra \u00e9l, sino sumergida y arropada con \u00e9l a la espera de la parus\u00eda. La Iglesia en su actuar vive en la \u00ablaicidad\u00bb del mundo, asumi\u00e9ndola dentro de s\u00ed misma como dimensi\u00f3n de su misi\u00f3n y al mismo tiempo respetando su autonom\u00eda y consistencia. De aqu\u00ed surge una nueva relaci\u00f3n con el mundo caracterizada por el di\u00e1logo y el servicio. \u00abLaicidad\u00bb equivale aqu\u00ed al reconocimiento del valor propio del conjunto de realidades, relaciones y opciones mundanas que ponen ritmo a la existencia cotidiana de cada persona humana.
    \nEl mundo \u2013asumido como lugar del evangelio\u2013 se convierte en interlocutor del di\u00e1logo de la salvaci\u00f3n: al esfuerzo por leer la historia en el evangelio hay que a\u00f1adir el de reconocer el evangelio en la historia, con la convicci\u00f3n de que Jesucristo resucitado \u201cobra ya por virtud de su Esp\u00edritu en el coraz\u00f3n del hombre, no s\u00f3lo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo tambi\u00e9n con ese deseo aquellos generosos prop\u00f3sitos con que la familia humana intenta hacer m\u00e1s llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin\u201d (GS 38).
    \nEstos nuevos rasgos de la situaci\u00f3n socio-cultural colocan el principio de laicidad ante una encrucijada: replantear la laicidad y la neutralidad desde las nuevas sensibilidades del cuerpo social, o aferrarse a las opciones radicales como si la historia no hubiera cambiado y la religi\u00f3n tampoco. Desde nuestro punto de vista el encuentro entre Estado y religi\u00f3n podr\u00eda \u2013y deber\u00eda\u2013 realizarse por respeto a la realidad y a la sociedad en su nueva coyuntura, que no puede ser valorada desde los presupuestos pol\u00edticos que atraviesan el siglo XIX. Indicamos simplemente cuatro \u00e1reas o niveles en los que un pacto puede ser real y fecundo:
    \n–Los gestos de solidaridad \u2013y hasta de compasi\u00f3n\u2013<\/em> que necesita nuestra sociedad y muchos de sus miembros m\u00e1s d\u00e9biles dif\u00edcilmente pueden provenir solamente del \u00e1mbito del Estado.
    \n-Los vac\u00edos de solidaridad exigen unos valores de convivencia que s\u00f3lo pueden ser alcanzados y compartidos por medio del encuentro y el di\u00e1logo<\/em>.
    \n-En las actuales circunstancias no se puede negar que la irracionalidad y la barbarie son peligros reales<\/em>. Ante la falta de referencias seguras en un mundo universal y globalizado amenaza un doble fantasma: o bien el aferramiento a la localidad de la raza, de la sangre o de la tierra (de ah\u00ed la emergencia de nacionalismos excluyentes), o la sacralizaci\u00f3n de aspectos parciales de la experiencia o de la misma violencia (as\u00ed se explica al menos en parte el integrismo que conduce al terrorismo); junto a ello habr\u00eda que mencionar el refugio buscado en sectas o en minor\u00edas exaltadas.
    \n-En el proceso de integraci\u00f3n europea merecen ser tenidos en cuenta los factores religiosos y las experiencia de vida que constituyen la memoria hist\u00f3rica<\/em> para evitar que la desvinculaci\u00f3n respecto a los Estados generes obsesiones localistas o nacionalistas.
    \nEl principio de laicidad, si se abre generosamente superando las seducciones sectarias, ha de reconocer que el factor religioso se encuentra en el tejido social y que puede servir para cohesionarlo si la laicidad contribuye a crear las condiciones adecuadas. Por tanto, el espacio laico puede convertirse en lugar de encuentro y de reconciliaci\u00f3n m\u00e1s all\u00e1 de las rupturas y de las fricciones del pasado. Y a ello ha de contribuir la fe cristiana por su visi\u00f3n universalista, por su apertura al otro, por la pr\u00e1ctica de la hospitalidad al extranjero, por su ejercicio de la raz\u00f3n que mira m\u00e1s all\u00e1 de la propia particularidad. En definitiva, realizando una misi\u00f3n joven.
    \n 
    \n2. Los j\u00f3venes, nuevo are\u00f3pago para la misi\u00f3n<\/strong>
    \n 
    \nNo es bueno caer en idealismos. Juventud e Iglesia en los tiempos que nos ha tocado vivir, principalmente desde la situaci\u00f3n occidental marcada por cierto laicismo excluyente, parecen dos magnitudes llamadas a caminar por caminos divergentes. Incluso hay quien afirma que entre ambas magnitudes se da una relaci\u00f3n asim\u00e9trica. El joven postmoderno no es belicosamente antirreligioso. Pero su relaci\u00f3n con la instituci\u00f3n religiosa, por lo pronto, es notoriamente asim\u00e9trica: la Iglesia muestra inter\u00e9s por los j\u00f3venes \u2013son el futuro\u2013, pero \u00e9stos no responden a ese inter\u00e9s
    [3]<\/a>.
    \nLa Iglesia apenas suscita inter\u00e9s entre los j\u00f3venes como agente de socializaci\u00f3n. Tampoco aparece como una instituci\u00f3n que les merezca gran confianza. Adem\u00e1s, en la larga lista que se viene solicitando a los propios j\u00f3venes espa\u00f1oles manifiesten el grado de confianza que les suscitan, \u00faltimamente la Iglesia suele ocupar el \u00faltimo lugar, quedando reducida a un nivel insignificante. Los j\u00f3venes occidentales no ven, mayoritariamente, en la Iglesia una comunidad de referencia ni apenas se sienten atra\u00eddos por algunos de sus aspectos vitales.
    \nLo cierto es que, frente a un posible pesimismo fatalista, los j\u00f3venes siguen haci\u00e9ndose preguntas por el sentido de la vida. Y, ah\u00ed es donde se sit\u00faa, donde debemos situar, el entusiasmo misionero y el horizonte de la misi\u00f3n. No se trata de caer en el fatalismo ni en la angustia, pensando que la Iglesia occidental est\u00e1 en sus \u00faltimos momentos. La energ\u00eda y el desarrollo evangelizador han de recoger los retos con los que los j\u00f3venes nos interpelan.
    \nPuede que hoy estemos \u2013como se\u00f1ala D. Hervieu-L\u00e9ger\u2013 ante un cambio \u00abinstitucional\u00bb en el modo como se percibe y se viven las ofertas religiosas desde las instituciones escolares o eclesiales. Quiz\u00e1 los j\u00f3venes se autocomprendan m\u00e1s como usuarios de un \u00abservicio\u00bb que solicitan y eligen que como una \u00abidentidad\u00bb o referencia a la que se adhieren.
    \nLos j\u00f3venes aparecen (deben aparecer) para la Iglesia como los destinatarios de la misi\u00f3n en su sentido m\u00e1s genuino. Nunca podremos olvidar que estamos llamados a evangelizar este nuevo are\u00f3pago de los j\u00f3venes. Dada la situaci\u00f3n que hemos apuntado y si la misi\u00f3n es \u2013como estamos convencidos\u2013 la que devuelve futuro y juventud a la Iglesia, los j\u00f3venes aparecen para la propia Iglesia como un \u00e1mbito privilegiado y urgente para la misi\u00f3n.
    \nComo subraya Juan Pablo II, \u201chablando del futuro no se puede olvidar a los j\u00f3venes, que en numerosos pa\u00edses representan ya m\u00e1s de la mitad de la poblaci\u00f3n. \u00bfC\u00f3mo hacer llegar el mensaje de Cristo a los j\u00f3venes no cristianos que son el futuro de continentes enteros? Evidentemente, ya no bastan los medios ordinarios de la pastoral; hacen falta asociaciones e instituciones, grupos y centros apropiados, iniciativas culturales y sociales para los j\u00f3venes\u201d (RMi 37).
    \nEste aspecto, igualmente, es remarcado por los obispos espa\u00f1oles, pues solicitan que el \u00e1mbito evangelizador entre los j\u00f3venes sea una dimensi\u00f3n cuidada en la misi\u00f3n para la Iglesia en Espa\u00f1a: \u201clos grupos juveniles, con sus potencialidades y situaciones diversas, demandan de la Iglesia una atenci\u00f3n especial, tanto en los medios ordinarios de la pastoral como en la b\u00fasqueda de nuevas propuestas que ayuden a los creyentes a asumir su responsabilidad apost\u00f3lica, y a los no creyentes a encontrarse con Dios. En la atenci\u00f3n pastoral con j\u00f3venes conviene significar las experiencias de grupos juveniles en actividades culturales o de trabajo en pa\u00edses donde no ha sido anunciado el Evangelio. Esta realidad reclama una atenci\u00f3n especial de estos grupos en el campo de la animaci\u00f3n y formaci\u00f3n misionera\u201d
    [4]<\/a>.
    \nHay que descubrir la necesidad y la novedad actual de esta nueva acci\u00f3n misionera
    [5]<\/a>. Novedad, no tanto en los contenidos, aunque haya que dar paso a una presentaci\u00f3n desde la genuina \u201cjerarqu\u00eda de verdades\u201d que ha de tener la fe y su comunicaci\u00f3n. Novedad en los conceptos, formas y medios que acerquen la misi\u00f3n al joven. Al descubrimiento de la novedad, y siempre desde la creatividad juvenil, habr\u00e1 que a\u00f1adir la no menos necesaria actitud del que inventa, de quien ensaya nuevos tanteos en la acci\u00f3n misionera. Cristo y su evangelio siempre joven pueden y deben seguir colmando las ilusiones y la vida de aquellos j\u00f3venes que asuman la fe en libertad.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. LLAMADOS A EDIFICAR UNA IGLESIA EN MISI\u00d3N<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

      <\/strong>
      \nLa evangelizaci\u00f3n, cuando se autocomprende en clave trinitaria y desde la perspectiva b\u00edblica de la alianza, muestra que es la acci\u00f3n misionera la hace que surjan diversas iglesias locales; pero convirti\u00e9ndolas en responsables y protagonistas de esa misi\u00f3n universal
      [6]<\/a>. Inicialmente la Iglesia de Jesucristo exist\u00eda en un lugar determinado, Jerusal\u00e9n. Poco a poco aparece una gran variedad de iglesias fundadas gracias a que hubo evangelizadores, enviados, misioneros. Fue precisamente la persecuci\u00f3n el detonante de la salida y de la di\u00e1spora a partir de Jerusal\u00e9n (cf. Hch 8,1). Hecho que debe ser le\u00eddo prof\u00e9ticamente. Un doble dato cabe destacar: las comunidades que se van formando en torno al anuncio conllevan un car\u00e1cter personal y una vinculaci\u00f3n a un lugar (no s\u00f3lo geogr\u00e1fico sino antropol\u00f3gico y cultural). Las iglesias, as\u00ed pues, van surgiendo desde el dinamismo de la evangelizaci\u00f3n, en el seno del designio salv\u00edfico universal de Dios, y por ello deben sentirse implicadas en su futuro y desarrollo[7]<\/a>. La iglesia de Antioqu\u00eda puede ser considerada ejemplo protot\u00edpico (cf. Hch 13).
      \nAhora bien, nuestras iglesias espa\u00f1olas (y europeas) cuentan con dificultades objetivas y psicol\u00f3gicas para entender este planteamiento originario. Para la mayor\u00eda de los bautizados el cristianismo resulta algo tan evidente que no es f\u00e1cil imaginarse una situaci\u00f3n en la que no exist\u00eda la Iglesia en Espa\u00f1a. Se sabe que en nuestras tierras hubo pobladores no cristianos, pero era un dato de erudici\u00f3n, casi de arqueolog\u00eda. Junto a ello, el hecho de que Espa\u00f1a haya sido evangelizadora, particularmente en Latinoam\u00e9rica, tampoco facilita la recuperaci\u00f3n de los or\u00edgenes. La autoconciencia eclesial de Espa\u00f1a ha adquirido solidez como \u00abexportadora de misioneros\u00bb. Desde ah\u00ed no entra en el campo de lo pensable que a nuestras tierras hayan llegado misioneros venidos de fuera.
      \nLos datos de la historia, sin embargo, obligan a cambiar la perspectiva: cada una de nuestras iglesias acceder\u00e1 a la ra\u00edz de su autoconciencia evangelizadora si se dan cuenta de que han surgido sin una base humana o natural preexistente; de que existen porque un extranjero ha venido de fuera sembrando una semilla nueva. Al igual que toda ciudad ha sido fundada por un extranjero, toda iglesia (tambi\u00e9n las nuestras) ha sido fundada por un misionero. Por ello, todo lo que una iglesia ha podido regalar a lo largo de su historia debe remitirlo al don originario del que ella ha sido destinataria. Cada iglesia debe ser generosa ofreciendo gratis lo que ella misma ha recibido gratis por la generosidad de otros.
      \nSi son atendidos los criterios primigenios de la fe, entendiendo \u00e9sta desde una orientaci\u00f3n din\u00e1mica, cabe mantener que ambas magnitudes \u2013Iglesia y misi\u00f3n\u2013 apelan la una a la otra, intentando definirse entre s\u00ed, \u201chasta tal punto que no es posible pensar en la Iglesia, m\u00e1s que brotando del acto misionero y compuesta internamente de \u00e9l, ni es posible concebir la misi\u00f3n m\u00e1s que en cuanto originaria de la Iglesia y, a su vez, como originante y definidora de la Iglesia\u201d
      [8]<\/sup><\/a>. Este principio puede parecer un c\u00edrculo vicioso cuando las cosas son analizadas desde categor\u00edas funcionales; pero si se atiende al conjunto Iglesia-misi\u00f3n dentro de la din\u00e1mica de la misi\u00f3n de Dios en su \u00fanico principio como misi\u00f3n de la Trinidad (el Padre que env\u00eda al Hijo y al Esp\u00edritu), la precomprensi\u00f3n y las actuaciones eclesiales cambian totalmente de horizonte.
      \n\u00bfAcaso no es la misi\u00f3n el punto de origen de la Iglesia y al mismo tiempo su tensi\u00f3n esencial hacia el Reino? No es que la Iglesia \u00abtenga\u00bb una misi\u00f3n, sino a la inversa: porque hay una misi\u00f3n que realizar la Iglesia brota con su evangelizaci\u00f3n para llevarla adelante. Porque hay una misi\u00f3n que cumplir es por lo que es llamada la Iglesia a la existencia. M\u00e1s a\u00fan, \u201ces llamada precisamente para que cumpla esa misi\u00f3n. La Iglesia nace como misi\u00f3n, no solamente misionera. Y si Dios llama a la Iglesia en y desde la misi\u00f3n, en y desde la misi\u00f3n la seguir\u00e1 llamando a lo largo de los siglos\u201d
      [9]<\/sup><\/a>.
      \n <\/p>\n

        \n
      1. PERSPECTIVAS PARA UNA MISI\u00d3N EN GLOBALIDAD<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

         
        \nLos anteriores criterios \u2013que conllevan m\u00faltiples l\u00edneas de acci\u00f3n\u2013 apuntan al futuro pr\u00f3ximo de las iglesias locales. Ah\u00ed se halla la interpelaci\u00f3n del Esp\u00edritu que env\u00eda y llama desde la misi\u00f3n, convirtiendo la actividad pastoral en acicate como proyecto vital y din\u00e1mico, desde una pastoral nueva en misi\u00f3n generadora de esperanza
        [10]<\/a>. \u00bfQu\u00e9 priorizar para una misi\u00f3n joven desarrollada en globalidad?
        \n <\/p>\n