{"id":8090,"date":"2007-06-01T00:00:27","date_gmt":"2007-05-31T22:00:27","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=8090"},"modified":"2007-06-01T00:00:27","modified_gmt":"2007-05-31T22:00:27","slug":"educacion-y-formacion-de-la-conciencia-moral","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/educacion-y-formacion-de-la-conciencia-moral\/","title":{"rendered":"Educaci\u00f3n y formaci\u00f3n de la conciencia moral"},"content":{"rendered":"
Jos\u00e9-Rom\u00e1n <\/strong>Flecha Andr\u00e9s<\/strong> En \u00e9l responde el ni\u00f1o a las normas y valoraciones culturales del bien y del mal, pero las interpreta en primer lugar por las consecuencias inmediatas de premio o castigo, de placer y de disgusto que conllevan. En la primera etapa de este nivel el sujeto considera valioso responder a las expectativas de la familia o del grupo social al que pertenece, con independencia de las consecuencias obvias e inmediatas. A veces se pretende conseguir o conservar la imagen de persona aceptada por el grupo, sea \u00e9ste la familia o la pandilla. Durante este nivel se desarrolla en el sujeto, ya en su etapa adolescente o juvenil, un notorio esfuerzo por definir unos valores y unos principios morales v\u00e1lidos y aplicables, con independencia de la autoridad de los grupos o personas que los apoyan. JOS\u00c9 ROM\u00c1N FLECHA<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Jos\u00e9-Rom\u00e1n Flecha Andr\u00e9s Universidad Pontificia de Salamanca S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Tras constatar el deterioro y p\u00e9rdida de la conciencia en nuestros d\u00edas, el art\u00edculo perfila su contenido y sus l\u00edmites sirvi\u00e9ndose de algunas nuevas im\u00e1genes y, especialmente, ofreciendo la riqueza de un admirable texto conciliar. A partir de aqu\u00ed desemboca enlas necesidad pedag\u00f3gica y […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1142,1146,94],"tags":[],"class_list":["post-8090","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-365","category-jose-roman-flecha-andres","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8090","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=8090"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8090\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=8090"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=8090"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=8090"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nUniversidad Pontificia de Salamanca
\n
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO
\nTras constatar el deterioro y p\u00e9rdida de la conciencia en nuestros d\u00edas, el art\u00edculo perfila su contenido y sus l\u00edmites sirvi\u00e9ndose de algunas nuevas im\u00e1genes y, especialmente, ofreciendo la riqueza de un admirable texto conciliar. A partir de aqu\u00ed desemboca enlas necesidad pedag\u00f3gica y catequ\u00edstica ineludible de educar la conciencia, que, en la vida cristiana no puede separarse de la vocaci\u00f3n al seguimiento de Jes\u00fas
\n
\n\u201cA las cuatro de la madrugada siento el juicio de mi conciencia y me digo: \u00bfQu\u00e9 error comet\u00ed ayer? Debo tratar de compensarlo\u201d. Esas palabras de Sandro Pertini (1896-1990), presidente de la Rep\u00fablica Italiana recuerdan uno de los papales que generalmente se atribuyen a la conciencia: la de juzgar las acciones o las omisiones de la personas.
\nEvidentemente ese juicio de la conciencia no pretende evaluar su ajuste con las leyes del Estado, como se piensa generalmente en las democracias occidentales. De hecho puede haber leyes cuyo cumplimiento no nos asegure la moralidad de la vida. Bien lo sabe la opini\u00f3n p\u00fablica cuando se escandaliza de algunas normas que hieren la sensibilidad humana.
\nEl juicio de conciencia tampoco ha de pretender evaluar el ajuste de la misma con las orientaciones de las opiniones de la mayor\u00eda, con las imposiciones de la moda o con los dictados de los medios de comunicaci\u00f3n social. Es verdad que puede haber personas que en medio de la fiesta\u00a0 se sientan a disgusto por no haber seguido esos criterios que le vienen impuestos por los amigos o por la opini\u00f3n \u201cpol\u00edticamente correcta\u201d. Pero \u201ca las cuatro de la madrugada\u201d, es decir, al enfrentarse en silencio consigo mismas, las personas han de evaluar sus acciones u omisiones de acuerdo con otros par\u00e1metros m\u00e1s profundos: con los que reflejan la honda verdad del ser humano y con los valores que constituyen su identidad y su dignidad.
\nLa conciencia nos avisa de los riesgos que corremos al olvidar esos valores o nos advierte de que los hemos ignorado o despreciado, malogrando as\u00ed nuestra propia felicidad.
\nPues bien, esos riesgos son especialmente llamativos en la cultura occidental. Ya es un t\u00f3pico afirmar que esta cultura aparece marcada por el relativismo que parece imponer el sistema democr\u00e1tico liberal, por el hedonismo propio del estilo consumista que la informa y por una filosof\u00eda de la postmodernidad que subraya el valor del espontaneismo y la frivolidad de lo ef\u00edmero. Todo ese caldo cultural hace m\u00e1s necesaria que nunca la formaci\u00f3n de una conciencia moral basada en una antropolog\u00eda integral, es decir en la verdad misma del ser humano como ser creatural y relacional.
\n <\/p>\n\n
\nEs cierto que estas ideas parecen rid\u00edculas para muchos de nuestros contempor\u00e1neos. Son muchos los testimonios literarios o las pel\u00edculas de cine que nos confirman en esta opini\u00f3n.\u00a0 Baste aqu\u00ed citar un ejemplo. Al leer El retrato de Dorian Gray, <\/em>nos damos cuenta de que el cinismo que Oscar Wilde atribuye a Lord Henry parece haberse extendido hoy por toda la sociedad. Piensa \u00e9l que \u201cla experiencia no tiene valor \u00e9tico\u201d y que \u201cconsiderada como causa activa, es tan poca cosa como la conciencia misma\u201d. Su epicure\u00edsmo s\u00f3lo admite la importancia del placer como criterio de comportamiento. Aquellas ideas van calando como un veneno en la mente de Dorian Gray y le llevan a valorar su juventud y su hermosura por encima de cualquier otro valor. Con tal de conservarlas, ser\u00e1 capaz de cometer todos los cr\u00edmenes hasta llegar a asesinar a su amigo Basilio, el autor del cuadro que lo refleja en toda su lozan\u00eda. Pero el cuadro mismo es la met\u00e1fora de su conciencia. Mientras \u00e9l parece conservar su lozan\u00eda juvenil, la imagen del cuadro va afe\u00e1ndose a cada villan\u00eda que comete el retratado. Nada puede detener aquel deterioro. El cuadro, como la conciencia, refleja la honda verdad del personaje. Y esa verdad es inchantajeable.
\nEn nuestros d\u00edas son muchos los que se quejan de la p\u00e9rdida de la conciencia en la sociedad, pero son pocos los que reconocen que ellos mismos han olvidado las orientaciones que ella dicta. Para muchos la conciencia se ha convertido muchas veces en una palabra vac\u00eda. Son numerosas las razones que se puede aducir para explicar su deterioro. Generalmente se mencionan en primer lugar las razones \u201cexteriores\u201d. Se culpa a la mala educaci\u00f3n recibida en otros tiempos, a los malos ejemplos actuales o a la presi\u00f3n social para justificar los propios errores morales.
\nPero no se tienen muy en cuenta las otras motivaciones: las que brotan del propio ego\u00edsmo o del deseo de justificar las propias opciones. No hace falta ser muy pesimista para dar la raz\u00f3n al escritor norteamericano HenryMiller (1891-1980) en eso de que \u201cno pasa d\u00eda en que no tratemos de abatir nuestros impulsos m\u00e1s puros\u201d.
\nLo malo es que, adem\u00e1s tratamos de justificarlos a nuestros ojos y a los de todos los dem\u00e1s. En realidad, ese intento est\u00e1 llamado al fracaso. Casi nunca logra uno convencer a los dem\u00e1s de la honradez de la propia conciencia cuando las acciones o las omisiones son francamente inmorales. Por lo que respecta a uno mismo, la verdad es que\u00a0 intentamos acomodarnos a unas exigencias morales m\u00ednimas y confortables. Aunque en materia de \u00e9tica sea m\u00e1s que discutible, tambi\u00e9n hay que dar la raz\u00f3n a Jean-Paul Sartre cuando dice que \u201clo m\u00e1s aburrido del mal es que uno se acostumbra\u201d. Sin embargo, hay que admitir que nunca logra uno enga\u00f1arse totalmente a si mismo. Nuestra conciencia nos acusa de haber hecho el mal o de no haber hecho el bien. Y suele esperar \u201ca las cuatro de la madrugada\u201d, es decir, a esos momentos en los que hay que dejar el disfraz o limpiarse el maquillaje.
\nDe todas formas, el mayor error en la comprensi\u00f3n de la conciencia nace hoy de la exaltaci\u00f3n de la libertad individual como criterio \u00fanico y absoluto de la moralidad. En el a\u00f1o 1990 los obispos espa\u00f1oles publicaron una instrucci\u00f3n que tomaba como t\u00edtulo unas c\u00e9lebres palabras de Jes\u00fas: La verdad os har\u00e1 libres<\/em> (Jn 8,32). No falt\u00f3 quien diera la vuelta a la frase para decir: La libertad os har\u00e1 verdaderos <\/em>para explicar que s\u00f3lo la libertad democr\u00e1tica es la fuente de la verdad.\u00a0 Dos a\u00f1os m\u00e1s tarde, afirmaba Juan Pablo II en la enc\u00edclica Veritatis<\/em>splendor <\/em>\u00a0que se piensa hoy que es la libertad la que garantiza la val\u00eda de los valores y, por tanto, la majestad de la conciencia, cuando en realidad es la conciencia que adopta como norma los valores aut\u00e9nticos la que logra hacer libre al ser humano. Como ya hab\u00eda dicho el Documento de Puebla <\/em>en 1979, la libertad no es s\u00f3lo una exenci\u00f3n de<\/em>coacciones y de lazos, es, sobre todo la disponibilidad para <\/em>asumir la responsabilidad de ser persona y comportarse como tal.
\nPor tanto, la conciencia no es una buena gu\u00eda moral cuando permitimos que sea manipulada por una pretendida libertad que permite a la persona hacer lo que quiere, sin prestar atenci\u00f3n a los valores \u00e9ticos que han de realizarla como tal. La conciencia es una gu\u00eda moral en cuanto nos recuerda c\u00f3mo se llega a esa soberana libertad que nos ayuda a hacer lo que debemos.
\n <\/p>\n\n
\nEsta aproximaci\u00f3n al tema exige una reflexi\u00f3n sobre su contenido y sus l\u00edmites. La conciencia es una de esas realidades que todos parecen conocer, pero muy pocos logran definir. En otros tiempos, tanto la reflexi\u00f3n \u00e9tica como la catequesis\u00a0 utilizaban im\u00e1genes tomadas del mundo judicial: se comparaba la conciencia a un polic\u00eda, a un fiscal, a un juez. Esas comparaciones ten\u00edan la ventaja de expresar la obligatoriedad de seguir el juicio de la conciencia, pero comportaban el inconveniente de hacerla depender demasiado de las normas y las leyes y de asociarla al castigo que amenaza a quienes las ignoran.
\nEl mundo t\u00e9cnico en el que hoy vivimos nos est\u00e1 ofreciendo continuamente nuevas im\u00e1genes que pueden ser entendidas por los j\u00f3venes. De sobra perciben ellos que en el campo de la electr\u00f3nica, por ejemplo, la mayor parte de los nuevos instrumentos nos avisan cuando hemos pulsado una tecla inconveniente. En esos casos, \u201clo malo\u201d no viene determinado por desobedecer a una autoridad lejana y desconocida, sino por da\u00f1ar gravemente la m\u00e1quina electr\u00f3nica o al menos el sistema operativo que nos sirve para realizar nuestro trabajo.
\nAlgo parecido ocurre con los modernos instrumentos que nos ayudan a dirigir nuestro veh\u00edculo hasta una direcci\u00f3n determinada. A nadie le molesta que desatendamos sus indicaciones. Somos nosotros mismos los que salimos perjudicados si no les prestamos atenci\u00f3n. Pues bien, la conciencia es algo as\u00ed como esa voz que nos recuerda\u00a0 la meta a la que nos dirigimos, nos muestra los accidentes del camino que vamos recorriendo y nos avisa cuando hemos transgredido los l\u00edmites justos de un itinerario razonable.
\nEn t\u00e9rminos de la moderna psicolog\u00eda humanista, se puede entender que la conciencia nos sit\u00faa en ese camino que va del \u201cyo real\u201d al \u201cyo ideal\u201d, del proyecto a la realizaci\u00f3n de nosotros mismos, de la cotidianidad de nuestra an\u00e9cdota a la categor\u00eda de la felicidad que buscamos.
\nEn t\u00e9rminos muy sencillos el \u00a0Catecismo de <\/em>la Iglesia Cat\u00f3lica<\/em> presenta la conciencia moral en los siguientes t\u00e9rminos: \u00abLa conciencia moral es un juicio de la raz\u00f3n por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, est\u00e1 haciendo o ha hecho\u00bb (n. 1778).
\nEvidentemente ese \u201cjuicio\u201d puntual ha de responder a un h\u00e1bito que hay que ir formando con cuidado a lo largo de toda la vida.
\n <\/p>\n\n
\nAl cumplirse cuarenta a\u00f1os de la clausura del Concilio Vaticano II se ha vuelto a recordar algunos de sus textos m\u00e1s importantes.\u00a0 En el marco de sus reflexiones sobre las inquietudes del ser humano y de sus preguntas sobre su propia dignidad, el Concilio Vaticano II ha insertado una p\u00e1gina espl\u00e9ndida sobre la conciencia moral, a la que es necesario volver en este tiempo.\u00a0 Es un texto breve, que est\u00e1 impregnado de un tono francamente personalista y trata de dialogar con la sensibilidad de la cultura contempor\u00e1nea, sin olvidar la concepci\u00f3n cristiana de la vida.
\nEntre otras muchas alusiones conciliares a la conciencia, que merecer\u00edan un amplio estudio, el texto expl\u00edcito m\u00e1s importante sobre el tema se encuentra en la Constituci\u00f3n Pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy (GS 16):
\n
\nEn lo m\u00e1s profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que \u00e9l no se dicta a s\u00ed mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los o\u00eddos de su coraz\u00f3n, advirti\u00e9ndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su coraz\u00f3n, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual ser\u00e1 juzgado personalmente.<\/em>
\n\u00a0 La conciencia es el n\u00facleo m\u00e1s secreto y el sagrario del hombre, en el que \u00e9ste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto m\u00e1s \u00edntimo de aqu\u00e9lla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del pr\u00f3jimo.<\/em>
\n\u00a0 La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los dem\u00e1s hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a <\/em>la sociedad. Cuanto<\/em> mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objeti\u00advas de la moralidad.<\/em>
\n\u00a0 No rara vez, sin embargo, ocurre que yerra la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la p\u00e9rdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreo\u00adcupa de buscar la verdad y el bien y la conciencia se va progresi\u00advamente entenebreciendo por el h\u00e1bito del pecado<\/em> (GS 16).
\n
\nNo hace falta decir que el texto conciliar se presta a un estudio pormenorizado tanto en el aula como en el \u00e1mbito de la catequesis cristiana.
\n <\/p>\n\n
\nEsta p\u00e1gina parece tener un empe\u00f1o especial en subrayar la dignidad del ser humano en cuanto\u00a0 ser personal.\u00a0 De ese riqu\u00edsimo texto, que conviene releer detenidamente, es necesario al menos subrayar los puntos siguientes:
\nEn primer lugar, convendr\u00eda fijarse en las im\u00e1genes que utiliza el texto. Comenzar utilizando la curiosa met\u00e1fora de \u201clos o\u00eddos del coraz\u00f3n\u201d nos sit\u00faa en una atm\u00f3sfera humanista que evoca la dimensi\u00f3n de una vida humana entendida como escucha atenta y afectuosa a la voz de Dios. La misma imagen revela la intenci\u00f3n de articular un proyecto de vida en dialogicidad con el mundo de la transcedencia. No se puede olvidar que el ser humano es el \u00fanico animal capaz de creer en el misterio y necesitado de creencias.
\nSeg\u00fan el texto conciliar, la conciencia est\u00e1 dotada de un car\u00e1cter sagrado. Es cierto que la sacralidad de la vida no parece muy importante en un mundo secular. Ni siquiera nuestros ordenadores reconocen la palabra \u201csacralidad\u201d. Se\u00f1al de que no es muy habitual en el lenguaje ordinario. Pero, de una forma o de otra, todos apelamos a la dignidad sagrada de la vida cuando se comete un atropello especialmente doloroso. Pues bien, la conciencia moral es sagrada por varias razones:
\n– por reflejar de alguna manera el proyecto de Dios sobre el mundo y sobre la persona humana, sobre la historia, sobre las claves del verdadero progreso humano y sobre la felicidad que el hombre anhela.
\n– por constituir el sagrario de la intimidad del hombre y el espacio de su relaci\u00f3n \u00edntima e intransferible con Dios.
\n– por revelar a la persona la voz de Dios y su ley, \u00abcuyo cumplimiento consiste en el amor a Dios y al pr\u00f3jimo\u00bb. Esta referencia al amor como resumen y clave de la vida moral ha encontrado su mejor eco en la primera enc\u00edclica de Benedicto XVI, Deus<\/em> caritas est.<\/em>
\nComo se ve, el texto, utiliza met\u00e1foras importantes, como la del \u00absagrario\u00bb de la intimidad con Dios o la ya mencionada de \u201cla voz de Dios\u201d. Esas met\u00e1foras son muy significativas para un creyentes \u2013y no s\u00f3lo para un cristiano-. Pero encierran un riesgo para la cultura de hoy. Pueden dar a entender a muchos que la conciencia es un fen\u00f3meno que afecta exclusivamente a los creyentes. Y no es verdad. El bien es anterior a la fe. Si un asesinato puede ser calificado como una acci\u00f3n mala, la maldad no depende de la religi\u00f3n del asesino sino del valor moral objetivo de la vida que ha sido pisoteado.
\nPor otra parte, es evidente que con frecuencia, algunos no creyentes tienen una sensibilidad mayor que algunos creyentes a la hora de valorar moralmente las acciones humanas, por ejemplo, con relaci\u00f3n a la justicia social o la ecolog\u00eda.\u00a0 Es bueno observar que el mismo texto conciliar ha querido evitar ese peligro de \u201capropiaci\u00f3n creyente\u201d de la conciencia, citando un texto de la carta de San Pablo a los Romanos\u00a0 (Rom 2,14-15), donde se dice que tambi\u00e9n los paganos, aun no conociendo la Ley de Mois\u00e9s,\u00a0 son guiados al bien por su propia conciencia.
\nPrecisamente por eso, se puede decir que la conciencia es la base para una cierta ecumenicidad del comportamiento humano. \u00bfQu\u00e9 se quiere decir con esto? Al menos tres cosas importantes:
\n– Si la \u00abvoz\u00bb de la conciencia\u00a0 puede guiar a creyentes y no creyentes a actuar con responsabilidad y justicia, eso significa que su capacidad para orientar al ser humano es anterior a las prescripciones de las diversas confesiones religiosas.
\n– Si es anterior a las religiones, la voz de la conciencia es obligante por reflejar el mismo ser del hombre y su \u00faltima verdad ontol\u00f3gica. Es algo parecido a lo que antes se dec\u00eda de los ordenadores y otros instrumentos de las modernas tecnolog\u00edas. La utilizaci\u00f3n de los mismos depende de su propio ser: es decir del modo c\u00f3mo hayan sido dise\u00f1ados, no de las creencias del que los utiliza.
\n– Por eso, apelar a la conciencia a la hora de orientar el comportamiento moral deber\u00eda ayudarnos a mantener un di\u00e1logo serio y respetuoso entre todas las religiones, as\u00ed como entre los creyentes y los no creyentes. La conciencia no puede ser un motivo m\u00e1s de crispaci\u00f3n, sino de convergencia en la b\u00fasqueda del bien y de la verdad.
\n– Por tanto, el aprecio por la seriedad de la conciencia habr\u00e1 de ayudarnos a establecer v\u00ednculos de uni\u00f3n y colaboraci\u00f3n entre los hombres y las culturas en la b\u00fasqueda de las soluciones a los problemas morales que se presentan tanto al individuo y a la sociedad.
\nEn consecuencia, la conciencia es la garant\u00eda del proceso humanizador de la peripecia humana y del progreso t\u00e9cnico de los pueblos. Y eso por dos razones fundamentales:
\n– en primer lugar, porque libera al ser humano de un riesgo que le acecha constantemente: el de actuar no por principios racionales basados en su dignidad, sino decisiones que s\u00f3lo se basan en el \u00abciego capricho\u00bb
\n– en segundo lugar, la conciencia ayuda a todos los pueblos y grupos sociales, pol\u00edticos o econ\u00f3micos a descubrir y realizar los valores objetivos que configuran el universo moral y ayudan a conseguir el bien com\u00fan.
\nSin embargo,\u00a0 la conciencia humana es fr\u00e1gil y est\u00e1 sujeta muchas veces al error, tanto por la debilidad y los intereses de la misma persona como a causa de la educaci\u00f3n que recibe o de las presiones exteriores que sufre cada d\u00eda. Tambi\u00e9n esta afirmaci\u00f3n habr\u00e1 de recibir otras dos matizaciones:
\n– la conciencia puede ciertamente entenebrecerse a causa de las opciones equivocadas de cada uno. A fin de cuentas, eso es el pecado: actuar en contra de la misma dignidad de la persona. En esos casos, la responsabilidad humana se traiciona a si misma.
\n–\u00a0 De todas formas, hay personas que han actuado indebidamente por no haber sido suficientemente formadas. Es bien sabido que la ignorancia invencible no hace perder la dignidad \u00edntima del hombre. Pero tambi\u00e9n es sabido que todos estamos llamados a superar nuestra ignorancia por lo que se refiere a los valores morales. Y que no podemos permitirnos la villan\u00eda de apoyarnos hip\u00f3critamente en una ignorancia moral para hacer el mal o para omitir el bien que deb\u00edamos hacer.
\nPues bien, a los cuarenta a\u00f1os de la clausura del Concilio Vaticano II, estas orientaciones han adquirido nueva actualidad a la vista de acciones tremendas, dictadas por el terrorismo, la violencia dom\u00e9stica, el desprecio del medio ambiente o el desentendimiento de los pueblos ricos ante la miseria de los pa\u00edses en v\u00edas de desarrollo. La conciencia moral no puede olvidar la suerte de los que sufren, de los que son marginados o discriminados.
\nM\u00e1s que en tiempos del Concilio es preciso desarrollar una cuidadosa formaci\u00f3n de la conciencia propia y la de los dem\u00e1s.
\n <\/p>\n\n
\nComo dice el Catecismo de <\/em>la Iglesia Cat\u00f3lica<\/em>, <\/em>la formaci\u00f3n de la conciencia es \u00abindispensable a seres humanos sometidos a influencias negativas y tentados por el pecado a preferir su propio juicio y a rechazar las ense\u00f1anzas autorizadas\u00bb (CEC 1783).
\nLa conciencia es un don y una tarea. Es un don de Dios, que pasa por las mediaciones educativas de la familia, la escuela y las dem\u00e1s instancias que nos van formando en la vida. Pero es tambi\u00e9n que nos compromete a todos y que no termina nunca.
\nEsa gradualidad de la conciencia moral exige un conocimiento de las etapas morales por las que atraviesa la persona humana: es decir, los pasos que va dando la persona hasta alcanzar una conciencia seria y responsable. Baste aqu\u00ed recordar el conocido esquema de la evoluci\u00f3n de la conciencia presentado por Lawrence Kohlberg. Como se sabe, el esquema est\u00e1 articulado en tres niveles divididos en dos etapas cada uno.
\n <\/p>\n\n
\nEn una segunda etapa, el ni\u00f1o entra en contacto con otros ni\u00f1os y se da cuenta que pueden responderle de una forma semejante a la que \u00e9l mismo adopta.\u00a0 As\u00ed que empieza a intuir el deber moral gracias a una especia de instinto de reciprocidad y de defensa ante el poder f\u00edsico del que impone la norma.
\nEn este primer nivel, el descubrimiento de la conciencia moral se sit\u00faa en el terreno de la anom\u00eda: no depende de una norma, sino de un resultado objetivo y casi m\u00e1gico, y de un inter\u00e9s.
\nPor tanto, educar la conciencia en este primer nivel supone ayudar al ni\u00f1o a ir abandonando lentamente esta etapa en la que el mal y el bien se colocan en el campo de lo mal\u00e9fico o lo ben\u00e9fico: de lo utilitario, al fin.
\n <\/p>\n\n
\nEn una segunda etapa el individuo trata de orientar su comportamiento en conformidad con unas normas fijas y con vistas al mantenimiento de un orden social que para \u00e9l tiene un valor en s\u00ed mismo.
\nEn estas dos etapas la conciencia moral es ahora m\u00e1s bien heter\u00f3noma o soci\u00f3noma. Busca menos la utilidad inmediata que el mantenimiento de unos estereotipos abstractos del bien.
\nEducar la conciencia requiere ahora un esfuerzo por ayudar a la persona a personalizar los valores y a reforzar el valor de la intenci\u00f3n que aqu\u00ed comienza a aparecer t\u00edmidamente. El ni\u00f1o, en efecto, es capaz de distinguir el mal objetivo que ha realizado de la intenci\u00f3n que le mov\u00eda a actuar.
\n <\/p>\n\n
\nPredomina, en principio, una etapa bastante relativista, en la que se apela al contrato social o al consenso ciudadano. El adolescente se muestra m\u00e1s preocupado por los derechos de la persona.
\nEn una segunda etapa, la formaci\u00f3n de la conciencia habr\u00e1 de ir desembocando en la asunci\u00f3n de unos principios \u00e9ticos elegidos personalmente y caracterizados por su coherencia l\u00f3gica, su universalidad y su solidez.
\nAqu\u00ed la conciencia personal reivindica la autonom\u00eda y se gu\u00eda por sus opciones fundamentales. Esa autonom\u00eda sin embargo, puede ser entendida o bien desde una matriz sociol\u00f3gica o bien desde la verdad ontol\u00f3gica del ser humano.
\nEducar la conciencia significa ahora orientar al hombre hacia esa zona de responsabilidad en la que habr\u00e1 de actuar con independencia de la ventaja o el desmedro, de la cr\u00edtica o el aplauso.
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\nA la sucinta exposici\u00f3n de este esquema popularizado por Kohlberg es preciso a\u00f1adir algunas notas explicativas.
\n– En primer lugar, es evidente que no siempre la edad cronol\u00f3gica de las personas coincide con la edad \u00e9tica de la maduraci\u00f3n de su conciencia. El camino no siempre sigue una l\u00ednea ascendente: hay ciertamente progresos morales,\u00a0 pero tambi\u00e9n existe el riesgo de emprender un regreso moral. A lo largo de ese itinerario de evoluci\u00f3n de la conciencia la persona avanza a veces como parcelada y dividida: es decir, puede ser que en unos valores morales se encuentra en una etapa bastante avanzada mientras que en otros siga actuando por motivaciones muy pragm\u00e1ticas y elementales.
\n– Por otra parte, el esquema puede sugerir que el final del proceso \u00e9tico coincide con el descubrimiento de una cierta majestad y objetividad de los valores morales. No todos lo entienden as\u00ed y califican la autonom\u00eda como un mero decisionismo voluntarista. Sin embargo, creemos que la madurez que pretende reflejar la sexta etapa se manifiesta precisamente en la superaci\u00f3n de las motivaciones inmediatistas y en el descubrimiento del significado antropol\u00f3gico de los\u00a0 valores morales. Se podr\u00eda decir que, por un camino inductivo, Kohlberg ha llegado descubrir la verdad antropol\u00f3gica de esos valores \u00e9ticos que pueden humanizar al ser humano y su actividad en la sociedad.
\n– Creemos que el esquema de la evoluci\u00f3n de la conciencia dise\u00f1ado por Kohlberg podr\u00eda ser aplicado tambi\u00e9n como clave de interpretaci\u00f3n de las diversas sociedades y culturas. Tambi\u00e9n ellas se diferencian por la etapa de la conciencia que promueven y privilegian. Hay pueblos o grupos sociales que act\u00faan movidos solamente por los efectos que pretenden conseguir con sus acciones u omisiones o bien apoy\u00e1ndose en un equilibrio de fuerzas que mantiene una paz inestable o una competencia econ\u00f3mica con frecuencia tentada por la deslealtad.
\n– Finalmente, creemos que la cuesti\u00f3n de la formaci\u00f3n de la conciencia moral podr\u00eda ayudar a un serio examen sobre la educaci\u00f3n \u00e9tica que se imparte tanto en la escuela como en la catequesis de \u00abla fe y las costumbres\u00bb. Desde una perspectiva cristiana, en la formaci\u00f3n de la conciencia, es preciso prestar atenci\u00f3n a la Palabra de Dios, a la cruz del Se\u00f1or, a los dones del Esp\u00edritu Santo, a los testimonios y consejos de los otros y a la ense\u00f1anza autorizada de la Iglesia (cf. CEC\u00a0 1785).
\nPara el cristiano la formaci\u00f3n de la conciencia moral no puede separarse de la vocaci\u00f3n al seguimiento de Jesucristo. \u00c9l es el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). \u00c9l es el modelo de la virtud. \u00c9l es el Maestro bueno por excelencia (Mc 10,17) y la revelaci\u00f3n definitiva de la bondad que el ser humano ha de tratar de realizar para ser sencillamente humano, para ser \u201cbienaventurado\u201d y dichoso (cf. Mt 5, 1-12). Y para realizar en s\u00ed mismo el don de la imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 26-27).
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