{"id":8192,"date":"2006-11-01T00:00:28","date_gmt":"2006-10-31T22:00:28","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=8192"},"modified":"2006-11-01T00:00:28","modified_gmt":"2006-10-31T22:00:28","slug":"eutanasia-aspectos-eticos-juridicos-y-pastorales","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/eutanasia-aspectos-eticos-juridicos-y-pastorales\/","title":{"rendered":"Eutanasia: aspectos \u00e9ticos, jur\u00eddicos y pastorales"},"content":{"rendered":"
Eduardo L\u00f3pez Azpitarte EDUARDO L\u00d3PEZ AZPITARTE<\/p>\n estudios@misionjoven.org<\/p>\n Eduardo L\u00f3pez Azpitarte Facultad de Teolog\u00eda (Granada) S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO La eutanasia ha sido siempre un problema debatido. El art\u00edculo analiza en primer lugar algunas conductas que actualmente parecen aceptables. Despu\u00e9s se centra en el actual debate en torno a la eutanasia involuntaria y voluntaria, perfilando su verdadero significado, y valorando la argumentaci\u00f3n y razones […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1102,1100,94],"tags":[],"class_list":["post-8192","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-eduardo-lopez-azpitarte","category-estudios-358","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8192"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=8192"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8192\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=8192"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=8192"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=8192"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nFacultad de Teolog\u00eda (Granada)
\n <\/strong> <\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nLa eutanasia ha sido siempre un problema debatido. El art\u00edculo analiza en primer lugar algunas conductas que actualmente parecen aceptables. Despu\u00e9s se centra en el actual debate en torno a la eutanasia involuntaria y voluntaria, perfilando su verdadero significado, y valorando la argumentaci\u00f3n y razones tanto de la visi\u00f3n humana y secular (autonom\u00eda, calidad de vida, muerte digna), como de la visi\u00f3n creyentes y las razones teol\u00f3gicas (soberan\u00eda del Creador, sentido de la esperanza cristiana). Finalmente debate los pros<\/em> y contras<\/em> de su posible legalizaci\u00f3n.
\n
\n <\/strong>El problema de la eutanasia, aunque con otros t\u00e9rminos y pr\u00e1cticas, est\u00e1 ya planteado en \u00e9pocas muy antiguas. Aunque el famosos Juramento de Hip\u00f3crates impone la obligaci\u00f3n m\u00e9dica de no provocar ni ayudar a la muerte de ning\u00fan enfermo, otros grandes fil\u00f3sofos, como Plat\u00f3n, S\u00e9neca, Ep\u00edcteto o Marco Aurelio se muestran favorables a esta pr\u00e1ctica[1]<\/a>. El argumento de fondo ya estaba presente: la muerte es mejor que una vida sin sentido y con sufrimiento. Cuando Tom\u00e1s Moro -recientemente canonizado- dibuja la imagen de una sociedad ideal, en ella aconsejan al enfermo que es perjudicial y molesto para los dem\u00e1s y pesado para s\u00ed mismo \u201ca que se decida a no consentir m\u00e1s esa pestilente y dolorosa enfermedad Y viendo que su vida no es para \u00e9l m\u00e1s que una tortura, que no sea reacio a morir sino mejor que cobre buenos \u00e1nimos y se desembarace a s\u00ed mismo de esta dolorosa vida como de una prisi\u00f3n o de un potro de tormento, o permita de buen grado que otro lo libre de ella\u201d[2]<\/a>.
\nEn nuestra cultura moderna, el derecho a morir con dignidad se ha universalizado en todas partes. La calidad de vida que hoy se exige para que la existencia se considere digna; y la autonom\u00eda de la persona para que cada uno pueda decidir con su libertad responsable son los argumentos que se utilizan con mayor frecuencia. Que se busque la forma de vivir y morir de la mejor manera posible es un objetivo digno y aceptable, que nadie se atrever\u00e1 a negar. El problema radica en ponernos de acuerdo sobre lo que significa una muerte digna y con qu\u00e9 medios es posible conseguirla.
\nCualquiera que conozca un poco los debates actuales capta de inmediato la enorme ambig\u00fcedad del lenguaje que se emplea. Bajo un mismo t\u00e9rmino, como el de eutanasia, se encierran m\u00faltiples comportamientos que merecen una valoraci\u00f3n \u00e9tica diferente. Yo creo sinceramente que se trata de una confusi\u00f3n pretendida, pues as\u00ed, cuando con ese nombre se hace referencia a pr\u00e1cticas razonables, sensatas y \u00e9ticamente aceptables, se demuestra con extraordinaria facilidad la conveniencia y justicia de su legalizaci\u00f3n, sin explicitar tan claramenteotras conductas que pueden ser condenables[3]<\/a>. Por ello, Intentar\u00e9 exponer, en primer lugar, aquellos puntos en los que todos estamos de acuerdo, para analizar despu\u00e9s aquellos otros que est\u00e1n m\u00e1s controvertidos.
\n <\/p>\n\n
\nTodos estar\u00edamos tambi\u00e9n de acuerdo en que, cuando llega el momento final, la supresi\u00f3n de ciertas pr\u00e1cticas quedan por completo justificadas. Si los medios que se utilizan solo sirven para prolongar una situaci\u00f3n sin futuro y con un coste humano excesivo, o \u00fanicamente ayudan a mantener una vida que definitivamente ha perdido su condici\u00f3n humana, nadie pone reparos en esas omisiones. <\/strong>Diferir un poco m\u00e1s la muerte, en esas circunstancias, no tiene ninguna justificaci\u00f3n, a no ser que se conservaran las constantes cardio-respiratorias para un posible trasplante, o el mundo de los sentimientos afectivos pretendiera, sin apoyo justificable, agotar todas las esperanzas. Excluir la obstinaci\u00f3n terap\u00e9utica es una verdad que no entra en discusi\u00f3n. Si son l\u00edcitas semejantes omisiones, aunque aceleren el proceso de la muerte, es porque, precisamente en esas circunstancias, no se da ninguna obligaci\u00f3n \u00e9tica de utilizar aquellos medios que ser\u00edan obligatorios en otras ocasiones diferentes[4]<\/a>.
\nReconocer la licitud jur\u00eddica de estas pr\u00e1cticas, que no incluyen la eutanasia en su sentido m\u00e1s estricto, no suscita ninguna dificultad, ni siquiera desde el punto de vista \u00e9tico, pues alcanzan una valoraci\u00f3n positiva y un\u00e1nime. Ser\u00eda, incluso, una defensa del personal sanitario, como ya se ha pedido en ocasiones, contra posibles denuncias por delitos de acci\u00f3n u omisi\u00f3n como causantes de muerte o negligencia en el cumplimiento de sus deberes.
\nEl tema de la alimentaci\u00f3n e hidrataci\u00f3n artificial, cuando el enfermo, en estado de coma, ha perdido la capacidad de alimentarse por s\u00ed mismo, es motivo de mayor discusi\u00f3n. Hoy se insiste mucho en distinguir con claridad un estado de coma, que no puede considerarse como definitivo, de aquel otro en que la condici\u00f3n vegetativa se hace cr\u00f3nica e irreversible. Determinar cu\u00e1ndo se da el salto de una situaci\u00f3n a otra es un problema que pertenece al campo de la medicina. Es evidente que, mientras exista la posibilidad de una recuperaci\u00f3n, el tratamiento se hace obligatorio. La discusi\u00f3n surge cuando la condici\u00f3n vegetativa del enfermo, seg\u00fan criterios cient\u00edficos, se hace irrecuperable.
\nAlgunos autores, partiendo de la distinci\u00f3n entre cuidados<\/em> y tratamientos<\/em>, afirman que es l\u00edcita la interrupci\u00f3n de estos \u00faltimos, que tienen como efecto una curaci\u00f3n que se ha hecho imposibles, pero que no se debe renunciar a los primeros por tratarse de ayudas que el enfermo necesita, como son la alimentaci\u00f3n y la hidrataci\u00f3n artificial[5]<\/a>.
\nOtros, sin embargo, se preguntan por qu\u00e9, en una situaci\u00f3n como la apuntada, no se van a poder retirar estas ayudas artificiales, cuando es l\u00edcito suprimir otros recursos que tambi\u00e9n adelantan la muerte, para evitar una prolongaci\u00f3n absurda de la vida en esas condiciones. De la misma manera que a un individuo que no puede ya respirar se le desconecta de su aparato, que tambi\u00e9n lo necesita para sobrevivir, a otro, incapaz de comer, se le podr\u00eda suprimir su alimentaci\u00f3n artificial, que, como en el caso anterior, s\u00f3lo sirve para prolongar su agon\u00eda, sin ning\u00fan otro beneficio, seg\u00fan la opini\u00f3n de la medicina. Algunos documentos, incluso del mismo magisterio de la Iglesia, no dan un rechazo categ\u00f3rico[6]<\/a>, y son bastantes los moralistas actuales que aceptan esta interrupci\u00f3n, como una forma de evitar el encarnizamiento terap\u00e9utico. Solo ser\u00eda obligatorio aquello que se juzgara necesario para evitar todas las molestias que se puedan. En cualquier caso, ambas opciones ser\u00edan \u00e9ticamente aceptables.
\n <\/p>\n\n
\nLa eutanasia, en su sentido m\u00e1s estricto, es provocar la muerte a un enfermo terminal, de manera voluntaria y directa, con la intenci\u00f3n de evitarle mayores sufrimientos. Nadie, por el momento, se atreve a pedir la tolerancia civil de la eutanasia involuntaria, sin tener para nada en cuenta el querer del propio enfermo. Es un aspecto en el que, por ahora, existe tambi\u00e9n un convencimiento generalizado. Y es que aceptar que alguien tiene capacidad para dar la muerte sin ning\u00fan tipo de justificaci\u00f3n, sino por el simple hecho de aplicarla a una persona vieja, in\u00fatil, anormal o moribunda, ser\u00eda suficiente para destruir la base de aquellas relaciones humanas m\u00e1s fundamentales, como las que deber\u00edan de existir con la familia y el m\u00e9dico, las dos instancias m\u00e1s comprometidas en la defensa y protecci\u00f3n de la vida. Sobre cada anciano o enfermo grave pesar\u00eda siempre la sospecha y el miedo de que el personal sanitario o los familiares cercanos, en lugar de ayudarle a morir con dignidad, se convirtieran en ejecutores de su muerte.
\nEl acuerdo, por ahora, es suficientemente mayoritario, pero el riesgo de avanzar tambi\u00e9n por ese camino est\u00e1 presente dentro de nuestra cultura de bienestar. El simple hecho de existir no parece digno ni apetecible, si no va acompa\u00f1ado de otra serie de cualidades que lo hagan justificable. Y como la posibilidad de una vida mejor ir\u00e1 cada d\u00eda aumentando, el nivel m\u00ednimo para vivir se pondr\u00e1 tambi\u00e9n en cotas m\u00e1s altas. Lo cual llevar\u00eda a descartar de la existencia a toda persona que no supere las condiciones exigidas.
\nEs verdad que el lenguaje que se utiliza est\u00e1 lleno de otros eufemismos m\u00e1s suaves y generosos, como si lo \u00fanico que preocupara fuera la felicidad que deseamos para el otro, pero la realidad es mucho m\u00e1s dura y dram\u00e1tica: nos cuesta dejar espacio en nuestro mundo a todo aquel que, por un motivo u otro, no responda al proyecto que le hemos trazado. Y frente a este ambiente que subrepticiamente se propaga, habr\u00eda que defender con fuerza que la dignidad de la persona no radica en las cualidades de cada sujeto, sino en el hecho de su existencia. Ninguna limitaci\u00f3n o deficiencia despoja de los derechos fundamentales que dimanan de su ser[7]<\/a>. Pero \u00bfdeber\u00eda aceptarse la eutanasia voluntaria, pedida por el mismo enfermo?
\n <\/p>\n\n
\nSi, por el momento, prescindimos de la dimensi\u00f3n religiosa, la misma tradici\u00f3n jur\u00eddica occidental ha insistido siempre en que la vida es un bien social y que, por ello, nadie puede atentar contra la ajena, ni siquiera disponer de la suya propia. No solo el asesinato, sino tambi\u00e9n el suicidio aparecen como condenables. Se tratar\u00eda de una norma m\u00e1s bien paternalista que busca evitar cualquier atentado contra ella, como un bien inalienable del que nadie puede disponer, ni siquiera el propio individuo como responsable y propietario de su existencia[8]<\/a>.
\nSin negar la conveniencia o necesidad de ciertas normas paternalistas, son cada vez m\u00e1s los que propugnan el derecho a la libre disposici\u00f3n de s\u00ed mismo, como el valor prioritario en el campo de la vida. La autonom\u00eda personal, como principio b\u00e1sico de toda filosof\u00eda jur\u00eddica, quedar\u00eda enormemente limitada si se prohibiera esta decisi\u00f3n en personas conscientes y responsables. En este sentido, el suicidio l\u00facido y razonable no deber\u00eda penalizarse, en una sociedad que defiende con ah\u00ednco la autonom\u00eda de cada persona.
\nDesde este planteamiento, la \u00e9tica se siente sin recursos eficaces para probar que el ser humano no puede disponer de su vida, ni siquiera en aquellas circunstancias en las que, con serenidad y lucidez, llega a la conclusi\u00f3n de que no vale la pena vivir y, en lugar de esperar a unos procesos biol\u00f3gicos irreversibles, prefiere acelerar su muerte, como una decisi\u00f3n responsable y, en ocasiones, hasta altruista. Darse la muerte no tiene por qu\u00e9 ser siempre una reacci\u00f3n enfermiza o un gesto de cobard\u00eda. Los que trataron de vivir dignamente tambi\u00e9n quieren morir con dignidad. Aunque el amor a la vida sea una querencia natural y tampoco pueda negarse la dimensi\u00f3n social de la existencia, tales argumentos no resultan aplicables y convincentes en todas las circunstancias, ni a todas las personas.
\nPor eso, cuando la vida ha perdido esta caracter\u00edstica, el derecho a morir se convierte para muchos en una alternativa aceptable. Una opci\u00f3n que si no se debe imponer a nadie, por tratarse de un gesto muy personal y responsable, tampoco deber\u00eda prohibirse a ninguno que desee libremente tomar esta \u00faltima decisi\u00f3n. Reconocer con realismo estas dificultades me parece un camino mejor que insistir en la obligaci\u00f3n \u00e9tica de conservar la vida como un bien social. Ser\u00eda absurdo que la ley penalizase a la persona que prefiere causarse la muerte antes que vivir en condiciones indignas. Esta es la argumentaci\u00f3n b\u00e1sica que se alega para exigir el derecho a quitarse la vida.[9]<\/a>
\n <\/p>\n\n
\nLa aceptaci\u00f3n de Dios, como el \u00fanico due\u00f1o y se\u00f1or de la vida, ha sido la raz\u00f3n primera y m\u00e1s fuerte para la condena del suicidio y de todo atentado contra la vida. Por eso la mayor\u00eda de los te\u00f3logos piensan que la \u00fanica prueba hay que buscarla en una argumentaci\u00f3n espec\u00edficamente teol\u00f3gica[10]<\/a>. Una argumentaci\u00f3n que se ha venido repitiendo hasta los \u00faltimos documentos de Juan Pablo II. Provocarse la muerte ser\u00eda un atentado contra la soberan\u00eda del creador, el \u00fanico que puede determinar cu\u00e1ndo comienza y en qu\u00e9 momento termina la existencia de cada criatura.
\nSemejante argumento, sin embargo, tiene dos serias dificultades. En primer lugar, solo resultar\u00eda eficaz para aquellos que tengan fe en su existencia. Utilizar esta justificaci\u00f3n en un mundo agn\u00f3stico y cerrado a la trascendencia no tendr\u00eda ninguna eficacia. Y en segundo lugar, son cada vez m\u00e1s los moralistas cat\u00f3licos que aceptan la autonom\u00eda del ser humano, recibida como regalo de Dios, para tomar decisiones sobre su propia vida. La imagen del creador quedar\u00eda demasiado empobrecida, si el obsequio que nos hace para existir, no lo entregara por completo a nuestra disposici\u00f3n, sino que se reservara la propiedad de la que no podemos disponer.
\nNo entro ahora en la discusi\u00f3n de este argumento. Creo que semejante postura, a la que personalmente me siento m\u00e1s inclinado, no es incompatible con los datos de la revelaci\u00f3n, ya que no niega ninguno de aquellos que aparecen como fundamentales Aceptar, sin embargo, este poder no exime de la responsabilidad para descubrir lo que Dios puede querer en cada situaci\u00f3n.
\nEs verdad que, a partir de esta premisa, algunos aceptan la licitud del suicidio, incluso entre autores cat\u00f3licos, cuando la vida quedara despojada, por diferentes circunstancias, de toda significaci\u00f3n[11]<\/a>. La conclusi\u00f3n me parece, sin embargo, un poco exagerada, si el problema se analiza desde una visi\u00f3n profundamente religiosa. Es un punto en el que yo creo que la fe aporta un plus que va m\u00e1s all\u00e1 de la raz\u00f3n. No se trata de construir una imagen de Dios, demasiado infantil y gratificadora, para vincularlo de una manera directa con todos los hechos que nos afecten, tanto positivos como negativos. \u00c9l no es el responsable inmediato de todo lo que acontece, ya que su gobierno providente respeta las leyes de la naturaleza, que explican muchas cat\u00e1strofes, y la libertad humana, que determina otras muchas tragedias.
\n <\/p>\n\n
\nSu providencia es universal, pero misteriosa y, por ello, no es posible comprender todos los caminos de la historia. Ni siquiera hay que buscar la cruz como algo ben\u00e9fico y positivo. Una falsa interpretaci\u00f3n de la muerte vicaria de Cristo ha dado lugar a exponer con un cierto sadismo el valor cristiano del sufrimiento[12]<\/a> Y la imagen del Padre que Jes\u00fas nos revela tiene otras caracter\u00edsticas muy diferentes. Manifest\u00f3 su mesianidad realizando m\u00faltiples signos para liberar a las personas de toda clase de males, aunque la vida sea dura y no se consiga escapar por completo de tales amenazas. Tampoco promete ninguna felicidad humana, como si el creyente quedara inmune de cualquier sufrimiento.
\nPero s\u00ed es verdad que el Dios que acogi\u00f3 el fracaso y la muerte de Jes\u00fas, para resucitarlo del sepulcro, nos ense\u00f1a que la cruz no fue su palabra definitiva. Desde ese momento hace posible, aunque no lo comprendamos f\u00e1cilmente, que ninguna realidad, por muy negativa que sea, termina siendo est\u00e9ril e infecunda. El cristiano aut\u00e9ntico ser\u00eda, entonces, aquel a quien nada ni nadie le pueden despojar de esta enorme esperanza. No quiere el dolor, bajo cualquiera de sus m\u00faltiples rostros, pero es capaz de reconciliarse con \u00e9l y hasta convertirlo en una bienaventuranza, porque siempre le queda una salida para esperar, un est\u00edmulo para continuar adelante, sin dejarse vencer por la amargura o desesperaci\u00f3n. La fe puede llenar de contenido lo que, desde una simple perspectiva humana, resultar\u00eda absurdo e insensato[13]<\/a>.
\nPor eso sigo creyendo que, desde esta \u00f3ptica sobrenatural, no existe ninguna raz\u00f3n para que el creyente abandone voluntariamente la vida, a no ser que fuera la \u00fanica alternativa para que otra persona pudiera vivir. A\u00fan en la circunstancia m\u00e1s terrible le queda siempre una salida para esperar, un est\u00edmulo para continuar adelante, sin dejarse vencer por la amargura y la desesperaci\u00f3n. Lo dif\u00edcil, en estos casos, es alcanzar y sentir la hondura y profundidad de esta experiencia religiosa.
\nEl creyente, por tanto, puede encontrar en su fe una fuerza impresionante para afrontar el encuentro con la muerte en cualquier circunstancia o situaci\u00f3n. Sabe, adem\u00e1s, que, en esos momentos, no existe una actitud m\u00e1s evang\u00e9lica que la de entregar su propia vida al Dios que se la dio, como gesto de gratitud y ofrenda. La frase de Jes\u00fas, en la par\u00e1bola del buen pastor, deber\u00eda servir como un recuerdo duradero: \u201cPor eso me ama el Padre, porque doy mi vida… Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente\u201d (Jn 10,17-18). Y dejarse en sus manos es confiar en su amor misericordioso.
\nComprendo que, sin esta motivaci\u00f3n de fondo, sea posible aceptar, de manera l\u00facida y altruista, que existen circunstancias en las que es mejor morir, en lugar de quedar condicionado por unos procesos biol\u00f3gicos irreversibles que conducen tambi\u00e9n a una muerte inevitable. Elegir esta opci\u00f3n no es siempre una reacci\u00f3n enfermiza o un gesto de cobard\u00eda. Los que trataron de vivir dignamente tambi\u00e9n quieren morir con dignidad.
\n <\/p>\n\n
\nTodos los partidarios de la eutanasia basan su justificaci\u00f3n en el derecho a una muerte digna para evitar unos momentos finales demasiado dolorosos e inhumanos. La respuesta de los que defienden tambi\u00e9n este objetivo, junto a otras muchas instituciones sanitarias, busca la soluci\u00f3n por otros caminos diferentes a trav\u00e9s de la medicina paliativa. Una forma intermedia que impide caer tanto en el absurdo de la obstinaci\u00f3n terap\u00e9utica como en la pr\u00e1ctica de la eutanasia. Su \u00fanico objetivo es mejorar la calidad de vida en la etapa final, buscando la respuesta m\u00e1s adecuada a las m\u00faltiples necesidades f\u00edsicas, ps\u00edquicas, sociales y espirituales del paciente y de su mismo entorno familiar[14]<\/a>
\nReconozco que, si no existiera otra posibilidad que dejar al enfermo morir en medio de atroces suplicios, negar la licitud de la eutanasia ser\u00eda incomprensible y cruel. Decir, como hoy se repite, que se demanda para precaver una muerte poco menos que insoportable, es una afirmaci\u00f3n falsa. La medicina est\u00e1 capacitada para eliminar o, al menos, hacer perfectamente tolerable el dolor de estas situaciones. Incluso, sin buscarla como una soluci\u00f3n inmediata y m\u00e1s c\u00f3moda, la sedaci\u00f3n que llevara a una p\u00e9rdida de la conciencia, si no hubiera otra alternativa, ser\u00eda un tratamiento aceptable[15]<\/a>. Prestar una atenci\u00f3n mayor al enfermo desde el punto de vista m\u00e9dico, psicol\u00f3gico y afectivo, para que su muerte sea serena y tranquila, me parece una alternativa mucho m\u00e1s razonable y humanizante que responder a su demanda inmediata.
\nCuando un enfermo expresa de alguna forma su deseo de morir, no es la muerte lo que primariamente busca, sino acabar con esa serie de condicionantes -dolor, soledad, incapacidad propia, sentimientos de molestia y estorbo, miedos interiores, depresiones normales, agotamiento, y un largo etc\u00e9tera- que le hacen la vida demasiado dura e insoportable. Por debajo de su petici\u00f3n, hay otras demandas m\u00e1s profundas a las que habr\u00eda que responder con un sentido prioritario. Si el deseo no desaparece, habr\u00eda que preguntarse si se le presta la ayuda y, sobre todo, el afecto que en tales circunstancias necesita con mayor urgencia. No quiero afirmar que el que lo solicita est\u00e9 siempre privado de este clima afectivo, pero habr\u00e1 que plantearse, por lo menos, si las atenciones y cuidados no condicionan su petici\u00f3n.
\nEl dolor f\u00edsico no es siempre el m\u00e1s importante, ni el m\u00e1s dif\u00edcil de curar[16]<\/a>. La existencia entera est\u00e1 llena de m\u00faltiples heridas, que requieren por parte de los que est\u00e1n m\u00e1s cercanos la delicadeza y preocupaci\u00f3n para aliviar tantas penas y soledades. Aunque el objetivo no se consiguiera, la obligaci\u00f3n por responder a sus necesidades nunca desaparece.
\n <\/p>\n\n
\nCualquiera que haya tratado con personas que se acercan hacia el final, constata el profundo miedo interior que existe ante la posibilidad de ser un estorbo, una carga dif\u00edcil de soportar para todos aquellos que le rodean. Muchas veces, el dolor de reconocerse como un peso muerto, dependiente para todo de la buena voluntad ajena, es m\u00e1s hondo y humillante que cualquier otro sufrimiento. La imagen empobrecida de la propia dignidad les resulta demasiado hiriente para poder soportarla. He o\u00eddo en esos momentos a bastantes personas que, aunque no pidan que se les ayude a morir, est\u00e1n deseando la muerte. Creo, sin embargo, que hay una explicaci\u00f3n m\u00e1s profunda sobre la que conviene reflexionar. El manifestar sus deseos de que todo termine cuanto antes pudiera ser tambi\u00e9n una demanda, m\u00e1s o menos inconsciente, para buscar una respuesta positiva a su angustia: constatar si su vida, aun en las condiciones m\u00e1s deficitarias, sigue siendo una riqueza y un valor humano para aquellos que le rodean.
\nEs cierto que el cuidado de estas personas puede producir sentimientos de cansancio, hartura, pena, compasi\u00f3n, angustia, que el propio paciente capta a trav\u00e9s de m\u00faltiples mensajes impl\u00edcitos. Lo que perciben con esos gestos significativos reafirma y acrecienta la idea de que son completamente in\u00fatiles y que sus vidas ya no tienen sentido para nadie. El deseo de morir surge, porque sienten que ya est\u00e1n, de alguna manera, muertos y rechazados en su ambiente. Si piden la muerte real es por el dolor que experimentan al descubrir que, simb\u00f3licamente, la sociedad ha firmado ya el acta de defunci\u00f3n. Es como si la dignidad que aun resta por dentro les impidiera reaccionar contra la sentencia que le han dictado y contra la que no cabe ning\u00fan recurso. A un enfermo sostenido por este ambiente humano, rodeado de cari\u00f1o y aliviado en sus dolores con las t\u00e9cnicas apropiadas, que vivencia la alegr\u00eda con que se les atiende en sus necesidades y siente que su vida tiene a\u00fan significado para lo que le rodean, no suele pedir que le anticipen el momento final.
\nUna ley tolerante, por mucho que se diga lo contrario, ir\u00e1 creando y favoreciendo un estado de opini\u00f3n en el que todos aquellos que sospechen no alcanzar el nivel de vida, que se valora como indispensable, tendr\u00e1n la certeza fundada de que la sociedad preferir\u00eda excluirlos, como seres que no merecen compartir la existencia, aunque no se atreva a eliminarlos por su propia iniciativa. Existir\u00e1, sin embargo, una presi\u00f3n psicol\u00f3gica latente para pedir su eliminaci\u00f3n y no sentirse cargas insoportables para los dem\u00e1s.
\nNadie deber\u00eda, entonces, extra\u00f1arse de que el cristiano desee esta buena muerte, serena y tranquila, y la busque tambi\u00e9n para los dem\u00e1s, como la opci\u00f3n m\u00e1s humana, aunque no se tenga el consuelo de la fe. Pero comprendo que permanece sin resolver el problema de fondo. Si existen personas que, desde la honestidad de su conciencia e, incluso, de su fe, est\u00e1n convencidas de que poner fin a su existencia es una opci\u00f3n honrada, altruista y hasta generosa, \u00bfpor qu\u00e9 no permitir que act\u00faen en coherencia con su visi\u00f3n personal?
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\nYa he dicho antes que ser\u00eda absurdo penalizar a la persona que, de forma l\u00facida y razonable, toma la decisi\u00f3n de quitarse la vida. Es m\u00e1s, a no ser que existiera el convencimiento razonable de que semejante opci\u00f3n es consecuencia de un serio desajuste psicol\u00f3gico, o de una presi\u00f3n externa que elimina su libertad, nadie deber\u00eda impedirle la consecuci\u00f3n de su objetivo. El testigo de Jehov\u00e1, por motivaciones religiosas, o el que opta por una huelga de hambre, aunque las razones aducidas no se compartan ni parezcan razonables, merecen que se respete la resoluci\u00f3n que para \u00e9l est\u00e1 justificada. Ir contra su voluntad deliberada y honesta ser\u00eda un atentado contra su autonom\u00eda personal, como si se tratara de un ni\u00f1o sometido a la autoridad paterna.
\nComo, por otra parte, se trata de una decisi\u00f3n libre y voluntaria, a la que nadie debe sentirse obligado, no existe ning\u00fan motivo serio para que la ley no respete esta decisi\u00f3n responsable. Luchar contra su tolerancia jur\u00eddica es m\u00e1s bien, como algunos afirman, un signo de intransigencia y una falta de respeto a otras ideolog\u00edas diferentes.
\nCiertamente que la \u00e9tica civil, en una sociedad pluralista, ha de respetar, por una parte, el derecho inalienable de cada ciudadano para actuar conforme a su conciencia, siempre que su ejercicio no vaya contra el bien com\u00fan; y que la b\u00fasqueda, por otra, del mayor bien posible en cada situaci\u00f3n puede permitir y tolerar lo que no est\u00e1 de acuerdo con las exigencias de una moral concreta. Ante una persona que, con honestidad, lucidez y reflexi\u00f3n, prefiera morir antes que mantenerse al final de su vida en unas condiciones que le resultan inaceptables, no existen argumentos convincentes para negarle su petici\u00f3n[17]<\/a>. Aunque otras, en las mismas o peores circunstancias, por motivaciones humanas o religiosas, prefieran esperar tranquilamente el \u00faltimo momento.
\nEs evidente, por tanto, que ayudar a morir al que lo haya demandado con todas las garant\u00edas no puede compararse con un asesinato, aunque a veces se utilice ese t\u00e9rmino. Pero este respeto a la decisi\u00f3n democr\u00e1tica que un d\u00eda se tome no impide exponer y fundamentar las razones que justifican un planteamiento determinado. Y aquellos que se oponen a una legalizaci\u00f3n de la eutanasia, en su sentido estricto, no lo hacen s\u00f3lo por motivos religiosos o fanatismos intolerantes, sino que aportan tambi\u00e9n datos y reflexiones que no conviene olvidar en un debate p\u00fablico. Como son muchos los factores que entran en juego, la prudencia pol\u00edtica debe analizar las ventajas e inconvenientes de cada opci\u00f3n para legalizar aquella que parezca la m\u00e1s favorable. Es un tema que, antes o despu\u00e9s, se va a plantear en la sociedad espa\u00f1ola El di\u00e1logo no puede fundamentarse en motivaciones religiosas, pero tampoco en razones de simple inter\u00e9s pol\u00edtico. Los peligros y riesgos son evidentes, sobre todo, porque hay valores muy importantes que no se deber\u00edan marginar, aun reconociendo que la legislaci\u00f3n civil tampoco se atrever\u00e1 a penalizarla en todas las circunstancias y con las garant\u00edas suficientes.
\nEl argumento de la pendiente deslizante, cuando se abre la puerta a una primera excepci\u00f3n, no deja de ser ambiguo, pues trata de atemorizar m\u00e1s que de convencer con razones[18]<\/a>. Pero, sin dramatismos excesivos, el peligro de ir m\u00e1s all\u00e1 de lo que, por el momento, se pretende, no es ninguna exageraci\u00f3n. Ya hay autores que no quieren hablar de persona humana, mientras que \u00e9sta no posea la autoconciencia, la racionalidad, el sentido moral, aunque en grado m\u00ednimo, y la posibilidad de que estas cualidades puedan constatarse emp\u00edricamente[19]<\/a>. Si la vida no merece un profundo respeto y se considera una carga absurda y molesta, cuando no alcance determinadas condiciones socialmente aceptadas, eliminarla por compasi\u00f3n<\/em> para evitar sufrimientos, gastos in\u00fatiles y excluir a seres que perdieron su perfil humano, ser\u00e1 tambi\u00e9n una opci\u00f3n coherente. El paso de la eutanasia voluntaria a la impuesta, sobre todo cuando el individuo no tenga capacidad para intervenir en la decisi\u00f3n, se har\u00eda casi inevitable. De hecho, en los mismos proyectos de regulaci\u00f3n, esta pr\u00e1ctica se considera con una serie de eximentes que favorecer\u00edan su tolerancia penal.
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\nEn nuestra sociedad progresa imparablemente la mentalidad anti-vida, por la que se excluye a todos aquellos que no alcancen un nivel suficiente. No queremos dejar espacio a quienes, por cualquier motivo, no aprueben un examen de calidad. La defensa radical de la existencia humana sigue siendo el motivo para el rechazo de la eutanasia. Y si el argumento m\u00e1s fuerte para su aceptaci\u00f3n es ofrecer una muerte serena y tranquila, resulta demasiado contradictorio exigir su legalizaci\u00f3n, cuando la medicina actual ofrece ayudas y alivios eficaces para conseguir ese objetivo.
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\n[1]<\/a> Cf. D. Gracia, Historia de la eutanasia, en AA.VV., La eutanasia y el arte de morir, Comillas, Madrid 1990, 14-32. J. Drane, Eutanasia y suicidio asistido en las culturas antigua y contempor\u00e1nea, Humanitas 1 (2003) 23-32.
\n[2]<\/a> T. MORO, Utop\u00eda<\/em>, Ediciones Orbis, Barcelona 1984, 163. No hay que recordar que su canonizaci\u00f3n est\u00e1 motivada mucho m\u00e1s por su martirio, al no aceptar el divorcio de Enrique VIII, que por sus ideas filos\u00f3ficas.
\n[3]<\/a> El modelo de Testamento vital propuesto por la Asociaci\u00f3n Derecho a Morir Dignamente, podr\u00eda firmarse sin ning\u00fan inconveniente \u00e9tico, pues nunca explicitan con claridad la admisi\u00f3n jur\u00eddica de lo que nosotros hemos definido como eutanasia, aunque en la explicaci\u00f3n del texto se hable de ella, se acepte en la propia ideolog\u00eda e impl\u00edcitamente, por tanto, se suponga en la declaraci\u00f3n. Este documento puede encontrarse J. Gafo, La eutanasia. El derecho a una muerte digna, Temas de Hoy, Madrid 1990, 162-164.
\n[4]<\/a> M. Iceta, Futilidad y toma de decisiones en medicina paliativa, Caja Sur, C\u00f3rdoba 1998. J. Garc\u00eda F\u00e9rez, \u00c9tica de la salud en los procesos terminales, San Pablo, Madrid 1998. J. Vielva Asejo, La eutanasia y el debate entre matar y dejar morir, Miscel\u00e1nea Comillas 58 (2000) 397-425.
\n[5]<\/a> Ver, por ejemplo, M. Faggioni, Stato vegetativo persistente, Studia Moralia 36 (1998) 523-552 y 37 (1999) 371-411. N. Bl\u00e1zquez, Bio\u00e9tica. La nueva ciencia de la vida, BAC, Madrid 2000, 339. N. Comoretto, – A. Spagnolo, Significato della nutrizione e idratazione artificiali: Medicina e Morale 54 (2004) 179-194. J.-R. Flecha, Bio\u00e9tica. La fuente de la vida, S\u00edgueme, Salamanca 2005.
\n[6]<\/a> Pueden verse, por ejemplo, la Declaraci\u00f3n de los Obispos cat\u00f3licos de Pensilvania, o el Documento del Comit\u00e9 pro-vida de los Obispos cat\u00f3licos de EE.UU. Publicados en Medicina e Morale, 42 (1992) 739-783. Ver tambi\u00e9n J.-R. Flecha, La fuente de la vida. Manual de Bio\u00e9tica, S\u00edgueme, Salamanca 1999, 413-414. Juan Pablo II, en un discurso reciente, insiste en mantener estas ayudas, partiendo del presupuesto de que no se puede diagnosticar con certeza la imposibilidad de que de que se pueda recuperar la conciencia. Cf. G. Marchessi, Giovanni Paolo II e i malati in *stato terminali+, La Civilt\u00e0 Cattolica, 155, II (2004) 163-172..
\n[7]<\/a> Cf. E. L\u00f3pez Azpitarte, La minusval\u00eda ps\u00edquica: implicaciones \u00e9ticas, Revista de Fomento Social 55 (2000) 85-104. Sobre la dignidad ver el n\u00famero monogr\u00e1fico de Concilium n\u00ba 300 (2003). Y AA.VV., Ser humano, persona y dignidad, Descl\u00e9e de Brouwer, Bilbao 2005.
\n[8]<\/a> Como simple ejemplo de los que as\u00ed piensan: \u00abEl derecho a la vida… no comprende la facultad de libre disposici\u00f3n de la propia vida de modo que pueda consentirse la muerte\u00bb, J. M. Serrano Alberca en AA.VV., Comentarios a la Constituci\u00f3n espa\u00f1ola, Civitas, Madrid 1982, 278. Un resumen de los argumentos tradicionales para condenar el suicidio puede encontrarse en N. Bl\u00e1zquez (o. c. n.5), pp.353-366, y J.-R. Flecha (o. c. n.5) 289-206. E. Busquets,\u2013 J. Mir Tubau, Eutanasia y suicidio asistido: \u00bfpor qu\u00e9 s\u00ed por qu\u00e9 no?, Bio\u00e8tica & Debat n. 39 (2005) 8-10.
\n[9]<\/a> S. P\u00e1niker, La Eutanasia, un derecho de libertad: Iglesia Viva n. 215 (2003) 73-74. E. Rivera L\u00f3pez, Eutanasia y autonom\u00eda, Humanitas 1 (2003) 79-86. L. Pessini\u2013M. Junker-Kenny, \u201cEn nombre de la dignidad\u201d: Argumentos a favor y en contra de la eutanasia voluntaria: Concilium n. 300 (2003) 133-138.
\n[10]<\/a> As\u00ed lo hab\u00eda afirmado a\u00f1os atr\u00e1s D. Bonhoeffer: \u201cNo hay otra raz\u00f3n concluyente que convierta en censurable el suicidio fuera del hecho de que hay un Dios por encima del hombre. El suicidio niega este hecho\u201d: \u00c9tica, Estela, Barcelona 1968, 117.
\n[11]<\/a> Por citar solo algunos, Cf. H. K\u00fcng- W.Jens, Morir con dignidad. Un alegato a favor de la responsabilidad, Trotta, Madrid 1997. A.Beristain, La eutanasia ayer, hoy y ma\u00f1ana, Selecciones de Teolog\u00eda 37 (1998) 283-296. S. P\u00e1niker, (a. c. n. 9). J. Pohier, La mort opportune. Les droits des vivants sur la fin de leur vie, Paris, Du Senil 2004.
\n[12]<\/a> Recomiendo la lectura de F. Varone, El Dios s\u00e1dico. )Ama Dios el sufrimiento?, Sal Terrae, Santander 1988.
\n[13]<\/a> M\u00e1s ampliamente he abordado el tema en Envejecer: destino y misi\u00f3n, San Pablo, Madrid 1999.
\n[14]<\/a> A. Bermejo, Relaci\u00f3n pastoral de ayuda al enfermo, San Pablo, Madrid 1994. O. Mittag, Asistencia pr\u00e1ctica para enfermos terminales. Consejos para la familia y para la hospitalizaci\u00f3n. Herder, Barcelona 1996. A. Brusco, Humanizaci\u00f3n de la asistencia al enfermo, SalTerrae, Santander 1999. J. Elizari, Dignidad en el morir, Moralia (2002) 397-422. Comit\u00e9 *San Joan de Deu Serveis de Salut Mental+, Protocolo de atenci\u00f3n a pacientes en situaci\u00f3n terminal, Bio\u00e8tica & Debat n1 27 (2002) 25-45. J. C. Bermejo, Qu\u00e9 es humanizar la salud. Por una asistencia sanitaria m\u00e1s humana, San Pablo, Madrid 2003 J.-R. Flecha, Humanizaci\u00f3n del dolor en el cuidado de la salud: acogida y compasi\u00f3n,Salmanticensis 50 (2003) 201-223. N\u00famero monogr\u00e1fico sobre cuidados paliativos en: Dolentium Hominum n. 58 (2005).
\n[15]<\/a> Documento, Aspectos \u00e9ticos de la sedaci\u00f3n en Cuidados Paliativos: Sedaci\u00f3n Paliativa\/ Sedaci\u00f3n Terminal, Cuadernos de Bio\u00e9tica 14 (2003) 152-160. N. Comoretto- A. Spagnolo, La sedazione palliativa nella fase finales della malatt\u00eda, Medicina e Morale 55 (2005) 1341-1346.
\n[16]<\/a> J. Bosch Barrera, An\u00e1lisis de los motivos de petici\u00f3n de la t\u00e9cnica eutan\u00e1sica por parte de los enfermos, Cuadernos de Bio\u00e9tica 14 (2003) 61-68.
\n[17]<\/a> Editorial, Eutanasia y derecho a morir con dignidad, Raz\u00f3n y Fe 245 (2002) 403-410. E. L\u00f3pez Azpitarte, La moral cristiana en un mundo pluralista, en La \u00e9tica cristiana hoy: Horizontes de sentido. Homenaje a Marciano Vidal, Madrid, Perpetuo Socorro, 2003, 933-951.Institut Borja de Bio\u00e8tica, Hacia una posible despenalizaci\u00f3n de la eutanasia, Declaraci\u00f3n del Institut Borja de Bio\u00e8tica, Bio\u00e8tica & Debat n. 39 (2005) 1-7.
\n[18]<\/a> J. Elizari, El argumento de la pendiente resbaladiza, Moralia 24 (2001) 469-49. J. L. de Le\u00f3n Azc\u00e1rate, Los problemas \u00e9ticos y la pendiente resbaladiza de la eutanasia, Labor Hospitalaria 36 (2005) 5-14.
\n[19]<\/a> H. Engelhardt, Los fundamentos de la bio\u00e9tica, Paid\u00f3s Ib\u00e9rica, Barcelona 1995, pp. 155-156. En la misma l\u00ednea se mueve otros autores. Es evidente que, con estos criterios, a muchas personas habr\u00eda que excluirlas de nuestro mundo humano.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"