{"id":8209,"date":"2006-10-01T00:00:27","date_gmt":"2006-09-30T22:00:27","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=8209"},"modified":"2006-10-01T00:00:27","modified_gmt":"2006-09-30T22:00:27","slug":"jovenes-y-parroquia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/jovenes-y-parroquia\/","title":{"rendered":"J\u00d3VENES Y PARROQUIA"},"content":{"rendered":"
Pedro Jos\u00e9 G\u00f3mez<\/strong> es Profesor de la Universidad Complutense y del Instituto Superior de Pastoral (Madrid) <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n PEDRO JOS\u00c9 GOMEZ<\/p>\n estudios@misionjoven.org<\/p>\n Pedro Jos\u00e9 G\u00f3mez es Profesor de la Universidad Complutense y del Instituto Superior de Pastoral (Madrid) S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El art\u00edculo parte de la situaci\u00f3n preocupante que se advierte: los j\u00f3venes desaparecen de las parroquias, y muchos se preguntan: \u00bfqu\u00e9 hacemos o qu\u00e9 hemos hecho mal? Analiza el cambio sociocultural que se ha producido […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1084,94,540],"tags":[],"class_list":["post-8209","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-357","category-mision-joven-2","category-pedro-jose-gomez-serrano"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8209","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=8209"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8209\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=8209"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=8209"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=8209"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nEl art\u00edculo parte de la situaci\u00f3n preocupante que se advierte: los j\u00f3venes desaparecen de las parroquias, y muchos se preguntan: \u00bfqu\u00e9 hacemos o qu\u00e9 hemos hecho mal? Analiza el cambio sociocultural que se ha producido entre nosotros y en el que se encuentran las ra\u00edces del distanciamiento juvenil, y los distintos modelos de parroquia que cronol\u00f3gicamente se han sucedido. Se\u00f1ala tambi\u00e9n algunas paradojas e insuficiencias pastorales y propone algunas pistas para relanzar la potencialidad evangelizadora de la parroquia.
\n\u201cHab\u00eda una vez un p\u00e1rroco que andaba desesperado. En su parroquia hab\u00edan comenzado a pulular una serie de inc\u00f3modos ratoncillos que aparec\u00edan en cualquier lugar en los momentos m\u00e1s inoportunos… El pobre p\u00e1rroco no sab\u00eda que hacer. Hab\u00eda probado a poner peque\u00f1as cantidades de raticidas convencionales que compr\u00f3 en la droguer\u00eda del barrio. Pero todos sus esfuerzos hab\u00edan resultado in\u00fatiles. Los ratoncillos surg\u00edan en cualquier momento y a cualquier hora.
\nLas mujeres que acud\u00edan a la parroquia comenzaron a sufrir tantos sobresaltos encadenados que la asistencia parroquial descendi\u00f3 a niveles insospechados. Abatido y sin soluciones humanas, el sacerdote acudi\u00f3 al obispo para contarle la terrible desgracia que asolaba a su parroquia. El obispo, con una sonrisa paternal, le sugiri\u00f3 que acudiera a una empresa especializada en desratizaci\u00f3n. Sin duda que los profesionales tendr\u00edan soluci\u00f3n para aquel peque\u00f1o problema… Y el p\u00e1rroco march\u00f3 con la convicci\u00f3n de haber hallado la respuesta al problema que amenazaba con desertizar pastoralmente su parroquia.
\nPero al cabo de cuatro semanas volvi\u00f3 a presentarse ante su obispo con el rostro abatido y ojeras de no dormir. Con voz compungida, relat\u00f3 al se\u00f1or obispo que la mejor empresa de la ciudad hab\u00eda fracasado en el intento. Los ratoncillos segu\u00edan all\u00ed, en su parroquia, ense\u00f1ore\u00e1ndose de todo y fluyendo desde los rincones m\u00e1s insospechados. Fue entonces cuando el se\u00f1or obispo, bajando la voz como qui\u00e9n revela un secreto, sugiri\u00f3 al apesadumbrado sacerdote un remedio infalible:
\n\u201cMire, una tarde de estas ir\u00e9 personalmente a su parroquia. Pondremos peque\u00f1as raciones de queso, dejaremos que salgan los ratoncillos de sus rincones… y, cuando los tengamos frente a nosotros, los \u201cconfirmar\u00e9\u201d a todos ellos. Ya ver\u00e1 usted como no vuelven a pisar la parroquia. De esta forma, se ver\u00e1 definitivamente libre de la plaga de ratones\u201d.<\/em>
\n <\/p>\n\n
\nCon esta deliciosa narraci\u00f3n iniciaba el salesiano y miembro del consejo de redacci\u00f3n de Misi\u00f3n J\u00f3ven<\/em>, J. J. G\u00f3mez Palacios, un magnifico art\u00edculo sobre los j\u00f3venes publicado hace pocos a\u00f1os en la revista Sal Terrae[1]<\/a>. Y quienes nos dedicamos a la pastoral de juventud o simplemente participamos de la vida ordinaria de las parroquias sabemos que el cuento no es una mera obra de ficci\u00f3n humor\u00edstica, sino una desenfadada descripci\u00f3n de la realidad.
\nLos \u00faltimos datos sociol\u00f3gicos sobre la religiosidad juvenil apuntan en el mismo sentido. Seg\u00fan el conocido informe J\u00f3venes Espa\u00f1oles 2005<\/em>, el porcentaje de j\u00f3venes espa\u00f1oles que cree en Dios es del 55%, los que se consideran cat\u00f3licos el 48%, los que conf\u00edan mucho o bastante en la Iglesia como instituci\u00f3n el 42%, los que asisten a la iglesia mensualmente un 10%, los que participan frecuentemente en la Eucarist\u00eda el 5% y los que creen que en la Iglesia se dicen cosas importantes para la vida el 2,2% [2]<\/a>. Para que caigamos en la cuenta del tremendo \u201ccambio clim\u00e1tico\u201d al que hemos asistido en el \u00e1mbito religioso puede ser bueno recordar algunos datos de la vivencia religiosa de los j\u00f3venes en 1960: se autodenominaban fervientes<\/em> el 7% de los varones y el 17% de las mujeres; normales<\/em> el 69% de los varones y el 74% de las mueres; tibios<\/em> el 16% de los varones y el 6% de las mujeres; y no practicantes<\/em> el 7% de los varones y ninguna mujer. En ese mismo a\u00f1o, declaraban no faltar ning\u00fan domingo a la misa, el 71% de las j\u00f3venes y el 40% de los varones [3]<\/a>.
\nDe un modo menos literario o cient\u00edfico pero igual de contundente se expresaban un grupo de mujeres de las parroquias del arciprestazgo de Legan\u00e9s \u2013en su mayor\u00eda catequistas y animadoras de la liturgia- cuando hace tres meses me pidieron una charla con el siguiente e ins\u00f3lito t\u00edtulo: \u201c\u00bfQu\u00e9 hemos hecho mal para que se vayan todos los j\u00f3venes?\u201d. La pregunta indicaba una honda preocupaci\u00f3n que se encuentra muy extendida entre nosotros\u2013\u00bfc\u00f3mo no hemos sabido transmitir el tesoro de nuestra fe a nuestros hijos?- pero tambi\u00e9n, y esto es lo que a m\u00ed m\u00e1s me duele, un determinado sentimiento de culpa -\u00bfser\u00e1 que no nos hemos esforzado lo suficiente, que somos unos testigos tibios, que no somos suficientemente coherentes, que no sabemos formular el cristianismo de un modo atractivo…?. Es l\u00f3gico que experimentemos estos sentimientos cuando muchos de nosotros hemos empleado mucho tiempo e ilusiones en comunicar la Buena Noticia a los j\u00f3venes y, sobre todo, cuando sabemos por propia experiencia la extraordinaria suerte que significa creer en Jes\u00fas y vivir su Evangelio.
\nPero es equivocado e injusto pensar que el desentendimiento generalizado de los j\u00f3venes respecto al cristianismo se debe a \u201clo mal que lo hemos hecho\u201d. El problema se sit\u00faa, sobre todo, en otro lugar: el del enorme cambio cultural que hemos experimentado en Espa\u00f1a en las \u00faltimas d\u00e9cadas m\u00e1s profundo y acelerado que el del resto de Europa [4]<\/a>. Si algo puede criticarse a la Iglesia es no haber sabido responder al acelerado ritmo de cambios de los nuevos tiempos. Y, siendo sinceros, hay que reconocer que no resulta nada f\u00e1cil que una instituci\u00f3n tan grande y que tiende a considerarse portadora de valores eternos pueda adaptarse a mutaciones tan veloces y profundas. Pero aqu\u00ed viene a cuento la m\u00e1xima: renovarse o morir.
\n <\/p>\n\n
\nResulta imposible exagerar como se ha podido transformar la sociedad en medio siglo. En realidad, hoy nos encontramos a caballo entre tres culturas entendidas como sensibilidades ante la vida: la premoderna, la moderna y la posmoderna. Las tres coexisten en nuestro entorno, aunque con el l\u00f3gico declive de la primera y el pujante ascenso de la \u00faltima en los pa\u00edses econ\u00f3micamente desarrollados. Las tres mentalidades han producido modelos de parroquia diferentes que, en nuestro pa\u00eds se han sucedido cronol\u00f3gicamente. Hagamos un ejercicio de memoria para situar m\u00e1s adecuadamente el momento en el que nos encontramos. Conf\u00edo en que la inevitable simplificaci\u00f3n del los tres paisajes parroquiales que describo a continuaci\u00f3n, haciendo menci\u00f3n expresa de su vinculaci\u00f3n con los j\u00f3venes, no conduzca a una visi\u00f3n completamente distorsionada de su realidad.
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\n2.1. La parroquia tradicional<\/strong>
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\nUbicada t\u00edpicamente en el mundo rural \u2013lugar de su origen remoto-, la parroquia alimentaba una experiencia religiosa percibida como \u201cnormal\u201d, \u201cnatural\u201d, \u201cinmutable\u201d y \u201campliamente mayoritaria\u201d. Lo religioso lo impregnaba todo y remit\u00eda a un tiempo casi eterno ordenado por el sonido de las campanas. La iglesia parroquial, situada en el centro del pueblo, manifestaba geogr\u00e1fica y espiritualmente la importancia de la fe. La ubicaci\u00f3n de los asistentes en el interior del templo, en especial en las grandes solemnidades, expresaba con claridad el lugar de la autoridad y el orden. Incluso la separaci\u00f3n de varones y mujeres sancionaba una situaci\u00f3n social de grave discriminaci\u00f3n de g\u00e9nero. El cura, el alcalde, el maestro, el m\u00e9dico y el boticario son, como recordaba una costumbrista canci\u00f3n de Jos\u00e9 Luis Perales, el centro del poder. La parroquia ejerci\u00f3 durante buena parte del franquismo como instituci\u00f3n de control social (desde la mirada cr\u00edtica hacia los que no \u201ciban a misa\u201d a la emisi\u00f3n de certificados de comuni\u00f3n para cobrar el jornal) en lugares peque\u00f1os donde todos se conoc\u00edan y siendo los sacerdotes mayoritariamente conservadores tanto desde el punto de vista religioso como pol\u00edtico. Predominaba en Espa\u00f1a una religiosidad muy arraigada pero muy poco ilustrada y personalizada cr\u00edticamente (la mayor\u00eda de la gente pose\u00eda estudios muy elementales).
\nEn este contexto, la parroquia era una instituci\u00f3n especializada en el cultivo de lo \u201csagrado\u201d: culto, doctrina y moral. Aunque la sombra de \u201clo sagrado\u201d fuera alargada y afectara significativamente a los \u00e1mbitos social, pol\u00edtico y, especialmente, al mundo de la vida familiar y de la sexualidad. La mayor parte de los cristianos ejerc\u00eda una funci\u00f3n meramente pasiva: los feligreses asist\u00edan a las celebraciones lit\u00fargicas como espectadores individuales que alimentan su piedad aisladamente. Exist\u00edan signos externos que visibilizaban la desigualdad intraeclesial muy claramente: el altar para los cl\u00e9rigos y la nave para el pueblo, las mujeres en una zona de la iglesia y los hombres en otra, la falta de esp\u00edritu cr\u00edtico (\u201cdoctores tiene la Santa Madre Iglesia\u201d…), etc. Cuando el concilio transform\u00f3 algunos signos muy visibles como el del idioma de culto, siguieron subsistiendo muchas parroquias cuyo estilo segu\u00eda siendo muy tradicional.
\nLa parroquia preconciliar no desarrollaba una actividad muy intensa o espec\u00edfica con los j\u00f3venes. Los ni\u00f1os recib\u00edan una breve preparaci\u00f3n para la primera comuni\u00f3n a trav\u00e9s de la memorizaci\u00f3n de las preguntas y respuestas del catecismo que se consideraba formaci\u00f3n religiosa suficiente para toda la vida. Los j\u00f3venes reproduc\u00edan los patrones aprendidos de los adultos (varones o mujeres) y, todo lo m\u00e1s, se sumaban a las pr\u00e1cticas de la religiosidad popular: romer\u00edas, cofrad\u00edas, hermandades, etc. Una minor\u00eda pod\u00eda asistir a actividades m\u00e1s personalizadas como ejercicios espirituales o retiros. De hecho, la socializaci\u00f3n ambiental y familiar era suficiente para que los j\u00f3venes se hicieran adultos asimilando las convicciones religiosas de sus mayores.
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\n2.2. La parroquia postconciliar<\/strong>
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\nUn cambio social muy importante se produce a partir de los a\u00f1os 60 con el desarrollo econ\u00f3mico de nuestro pa\u00eds: los barrios de las grandes ciudades crecen a partir de la actividad industrial, llen\u00e1ndose de vecinos procedentes del mundo rural que se encuentran, al principio, un tanto desorientados. Las ciudades representan un \u00e1mbito social mucho m\u00e1s an\u00f3nimo, crecientemente plural y mucho m\u00e1s permeable al pensamiento moderno: ciencia, esp\u00edritu cr\u00edtico, emancipaci\u00f3n, igualdad, etc. El concilio Vaticano II trajo, por su parte, un cambio profundo de eclesiolog\u00eda: de concebir a la iglesia como Sociedad Perfecta jer\u00e1rquicamente articulada en estamentos desiguales, se pasa a describirla a trav\u00e9s de las im\u00e1genes de Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo o Templo del Esp\u00edritu. Pero, adem\u00e1s, propugn\u00f3 un cambio radical de mentalidad respecto al mundo que ha sido felizmente expresada como el paso \u201cDel anatema al di\u00e1logo\u201d. La aceptaci\u00f3n de la libertad religiosa (nadie puede ser forzado a creer) y de la igualdad fundamental que existe entre todos los bautizados (m\u00e1s all\u00e1 de la existencia de ministerios y estados de vida distintos), condujo a la b\u00fasqueda de estructuras m\u00e1s igualitarias y participativas para favorecer la participaci\u00f3n del laicado y la renovaci\u00f3n de la actividad catequ\u00e9tica, lit\u00fargica y caritativa.
\nA nivel de la vida de las parroquias se observan dos grandes cambios. En el terreno espec\u00edficamente religioso se inventan todo tipo de actividades para iniciar, renovar y personalizar una fe, que ya no se va a sostener en un ambiente religioso que no es homog\u00e9neo y que, incluso, puede llegar a ser hostil con el cristianismo. Se percibe la urgencia e importancia de evangelizar a los bautizados, ya que, en su mayor\u00eda, carecen de una experiencia de fe personalizada o la tienen formulada en unas claves culturales y religiosas superadas tanto por la cultura de la modernidad como por la teolog\u00eda del Vaticano II y se constata, as\u00ed mismo, la necesidad de articular comunitariamente la fe, superando el individualismo anterior. Por otra parte, en el terreno social, las parroquias van a jugar un papel decisivo en la transici\u00f3n social y pol\u00edtica de nuestro pa\u00eds. En los nuevos barrios, creados por la afluencia de personas procedentes de mundo rural, la parroquia se convierte en lugar de encuentro social y creaci\u00f3n de v\u00ednculos de amistad, en centro de servicios sociales de primera necesidad, en altavoz de cr\u00edticas al r\u00e9gimen franquista, en espacio de reinvindicaciones vecinales, en escuela popular para gentes con baja formaci\u00f3n, en foro de debates, en espacio liberado para las reuniones clandestinas de partidos sindicatos y asociaciones, etc. De este modo, la parroquia pasar\u00e1 a ser una instituci\u00f3n importante y valorada por los vecinos por su doble funci\u00f3n, religiosa y social.
\nEs entonces cuando los j\u00f3venes empiezan a tener una atenci\u00f3n espec\u00edfica \u2013la pastoral de juventud- al comprobarse que su mundo cultural se diferencia notablemente del de sus padres y que el cristianismo convencional, propio de la etapa anterior al concilio, tiene muy poco atractivo para las nuevas generaciones. A mi modo de ver, la creatividad y generosidad de miles de agentes de pastoral empe\u00f1ados en evangelizar los espacios juveniles durante las d\u00e9cadas de los setenta, los ochenta y los primeros a\u00f1os noventa, no puede minimizarse en absoluto: campamentos, convivencias, pascuas juveniles, campos de trabajo, coros, grupos de tiempo libre, equipos deportivos, clubes juveniles, voluntariados, catecumenados, etc. Dos fueron, a mi modo de ver, los pilares sobre los que se construy\u00f3 esta acci\u00f3n pastoral: el monopolio eclesial del ocio educativo y la recuperaci\u00f3n del sacramento de la confirmaci\u00f3n como ocasi\u00f3n para intentar un proceso de educaci\u00f3n en la fe. Ni que decir tiene que muchos padres que sent\u00edan cierta impotencia para comunicar su experiencia religiosa a sus hijos y que confiaban en la seguridad que emanaba de la instituci\u00f3n eclesial frente a los crecientes peligros de \u201dla calle\u201d empujaron a muchos ni\u00f1os, adolescentes y j\u00f3venes a las actividades parroquiales.
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\n2.3. La parroquia actual<\/strong>
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\nEl contexto en el que operan las parroquias en la actualidad viene marcado por el paso de la sociedad industrial a la de los servicios y el ocio, por la extensi\u00f3n de la sociedad del bienestar con sus secuelas de individualismo, consumismo e indiferencia religiosa, que aleja de los espacios eclesiales a la mayor\u00eda de nuestros conciudadanos[5]<\/a>. Podemos decir que la dimensi\u00f3n religiosa ha quedado relegada a un lugar marginal de las preocupaciones colectivas y que s\u00f3lo aparece cuando se trata de expresar simb\u00f3licamente acontecimientos vitales muy significativos como el nacimiento, el matrimonio y la muerte. El clima cultural de la posmodernidad ha debilitado las creencias, ha erigido el disfrute como criterio de orientaci\u00f3n vital y potencia un estilo de vida notablemente superficial. Las iglesias, al mismo tiempo, no est\u00e1n siendo capaces de descubrir los valores positivos de este clima cultural: la tolerancia, la pluralidad, la humildad, el valor de la corporalidad, la sensibilidad ante la naturaleza, el rechazo de todo tipo de discriminaciones, la recuperaci\u00f3n de los sentimientos y la est\u00e9tica, etc. Y, lo que es peor, mantienen posiciones en el terreno de la organizaci\u00f3n interna (clero-fieles; varones-mujeres)o en campos como la moral sexual y familiar que son percibidas por la mayor parte de los ciudadanos \u2013creyentes incluidos-como profundamente anacr\u00f3nicas y autoritarias.
\nPor otra parte, muchas de las funciones sociales que la parroquia ven\u00eda desarrollando son menos demandadas por una sociedad mucho m\u00e1s individualista que privilegia los espacios privados sobre los p\u00fablicos o son ahora realizadas por instituciones p\u00fablicas o privadas carentes de cualquier referencia religiosa. La democracia ha desplegado un conjunto muy diverso de iniciativas sociales, sindicales y pol\u00edticas. Las distintas administraciones y asociaciones varias prestan un amplio abanico de servicios sociales, culturales y recreativos que antes ten\u00edan su arraigo natural en la parroquia. Esto, como es natural, ha reducido el \u00e1mbito de actuaci\u00f3n de las misma, su importancia y significatividad p\u00fablica. Muchos de nuestros conciudadanos prefieren demandar servicios de un modo an\u00f3nimo e individual a formar parte de tejidos humanos estables.
\nLos j\u00f3venes, en general, brillan por su ausencia debido a que lo religioso se encuentra cada vez m\u00e1s alejado de sus preocupaciones cotidianas. Los motivos de esta situaci\u00f3n son m\u00faltiples. De hecho, creer se ha vuelto una opci\u00f3n minoritaria que conlleva el esfuerzo de ser justificada en los entornos juveniles; la instituci\u00f3n reguladora \u2013la Iglesia- posee una imagen muy negativa entre los j\u00f3venes que, adem\u00e1s, son al\u00e9rgicos a las grandes instituciones; sus padres son incapaces de comunicar la fe con convicci\u00f3n o encarnar un tipo de existencia creyente atractiva; al ocio educativo \u2013espacio privilegiado de la evangelizaci\u00f3n juvenil- le ha salido el fuerte competidor del ocio consumista; el valor social del sacramento de la confirmaci\u00f3n se ha reducido de un modo significativo, etc. A\u00f1adamos a estos fen\u00f3menos el agravante de que la brecha generacional tiende a realimentarse as\u00ed misma: no es muy probable que los j\u00f3venes deseen participar en espacios donde ellos son muy pocos y la tercera edad representa el 80 % de los asistentes. Se produce, as\u00ed, lo que Javier Elzo ha denominado \u201cel divorcio asim\u00e9trico\u201d porque, mientras la Iglesia desea contar con los j\u00f3venes y se dirige e ellos con toda suerte de reclamos, estos huyen de las proposiciones amorosas de la primera[6]<\/a>. Y en este desconcierto nos preguntamos: \u00bfQu\u00e9 hacer?
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\nComo hemos se\u00f1alado, las ra\u00edces profundas del distanciamiento juvenil respecto a las comunidades cristianas se encuentran en el acelerado cambio socio-cultural, en el intenso proceso de secularizaci\u00f3n y en la aguda crisis p\u00fablica de la instituci\u00f3n eclesial global. No obstante, en el terreno cercano de la vida com\u00fan de las parroquias \u2013del que la mayor\u00eda de los j\u00f3venes han tenido, hasta ahora, una impresi\u00f3n mucho m\u00e1s positiva que de la \u201cgran Iglesia\u201d- pueden encontrarse tambi\u00e9n pistas para comprender el progresivo \u00e9xodo juvenil. Voy a plantear telegr\u00e1ficamente algunas paradojas o insuficiencias pastorales, que me parecen importantes[7]<\/a>:
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\nLa parroquia no debe ser concebida como la \u00fanica instancia para la inserci\u00f3n eclesial de los j\u00f3venes, que pueden sentirse mucho m\u00e1s inclinados a participar en equipos, movimientos y comunidades mucho m\u00e1s flexibles, homog\u00e9neos y c\u00e1lidos, pero s\u00ed parece la instituci\u00f3n m\u00e1s adecuada para iniciar a las nuevas generaciones en el cristianismo com\u00fan, cat\u00f3lico, no te\u00f1ido de los acentos y carencias de un carisma o espiritualidad particular. Un espacio capaz de alimentar la fe de un colectivo humano cercano, sencillo y plural.
\nAcabada la \u00e9poca de las convocatorias masivas y estandarizadas realizadas a prop\u00f3sito de la preparaci\u00f3n para el sacramento de la confirmaci\u00f3n que se dirig\u00edan a unos j\u00f3venes bastante homog\u00e9neos en sus convicciones religiosas; acabada tambi\u00e9n la \u00e9poca en la que la pastoral estaba anclada en la diversi\u00f3n \u2013campo en el que resulta muy dif\u00edcil competir con el \u201cnegocio del ocio\u201d-, la tarea de la Iglesia en general y de cada parroquia concreta no puede ser otra que la de invitar a conocer a Jes\u00fas y lo que este puede aportar a la vida de cada ser humano: la experiencia profunda del amor fundante de Dios, una fuerza para vivir apasionadamente, una luz para orientarse, una alegr\u00eda que viene de regalo, un sentido para la existencia, una misi\u00f3n liberadora, un horizonte ut\u00f3pico, una mirada llena de misericordia, un amigo incondicional… Y lo cierto es que esta invitaci\u00f3n s\u00f3lo puede ser realizada por aquellas personas a quienes Jes\u00fas haya tocado el coraz\u00f3n y haya cambiado su vida.
\nPara aquellos j\u00f3venes en b\u00fasqueda espiritual, que no se conforman con estrujar momentos de disfrute o que no confunden el nivel de vida con la calidad de vida, ni la abundancia material con la vida abundante de la que habla el evangelio de Juan, la parroquia y sus grupos deben ser el lugar de iniciarse en un tipo de existencia realmente alternativa respecto a la que predomina entre nosotros, a trav\u00e9s de la realizaci\u00f3n de las experiencias cristianas b\u00e1sicas[8]<\/a>: la experiencia de la contemplaci\u00f3n y la oraci\u00f3n en la era del ruido y la superficialidad; la experiencia de la austeridad solidaria en la \u00e9poca del consumismo; la experiencia de compartir en la fase de la acumulaci\u00f3n; la experiencia de la comunicaci\u00f3n profunda en cultura de la apariencia y la soledad; la experiencia de cooperar en una etapa hist\u00f3rica que da la primac\u00eda a competir; la experiencia de servir en un entorno narcisista; la experiencia de comprometerse en un clima de amplia indiferencia hacia los problemas colectivos; la experiencia de celebrar cuando predomina la diversi\u00f3n sobre la fiesta, etc.
\nLas parroquias necesitan que la convocatoria a la fe sea realizada por todos sus miembros con invitaciones mucho m\u00e1s personales y expl\u00edcitas que en el pasado. Pero para que esas convocatorias puedan tener alg\u00fan \u00e9xito, tendr\u00e1n que ser tambi\u00e9n mucho m\u00e1s diferenciadas en las ofertas, los ritmos, las exigencias, etc. Tendremos que cambiar muchas cosas para que la mayor parte de los j\u00f3venes que tienen \u201csed\u201d quieran acercarse a los \u201cpozos parroquiales\u201d y modifiquen su impresi\u00f3n de que ya est\u00e1n secos. Especialmente necesitan que los cristianos seamos capaces de contar \u201clo del evangelio\u201d de un modo que sintonice con su lenguaje y preocupaciones, aunque sea para cuestionarlas.
\nMe parece tambi\u00e9n que ser\u00e1 necesario recuperar ciertos equilibrios. Sin duda los j\u00f3venes necesitan su propio espacio y actividades, pero tambi\u00e9n necesitan hacer cosas con adultos y los mayores, para aprender de ellos y de su experiencia. Los grupos seguir\u00e1n siendo importantes, pero cada vez se percibe m\u00e1s claramente la necesidad de acompa\u00f1ar personalmente a cada joven en su itinerario creyente. Habr\u00e1n de mantenerse las sesiones de catequesis, pero parece claro que debe reducirse la reunionitis y dar mayor cabida al acercamiento a realidades y experiencias provocadoras. La liturgia, la formaci\u00f3n y la acci\u00f3n social de nuestras parroquias necesitan una profunda renovaci\u00f3n, pero tambi\u00e9n hemos de reconocer que los j\u00f3venes carecen de una verdadera iniciaci\u00f3n simb\u00f3lica al misterio de la fe. No tiene sentido aprender f\u00f3rmulas doctrinales caducas pero hoy, el problema mayor es la carencia de una formaci\u00f3n teol\u00f3gica medianamente seria que asuma las aportaciones de la modernidad y la postmodernidad. Por otra parte, dialogar con las nuevas sensibilidades culturales no significa aceptarlas sin m\u00e1s; el desarrollo de un sentido m\u00e1s cr\u00edtico y prof\u00e9tico para denunciar los elementos de nuestra sociedad que deshumanizan o agreden a los m\u00e1s d\u00e9biles es algo que los j\u00f3venes deber\u00edan aprender en la parroquia.
\nFinalmente, pienso que la parroquia necesita dar mucha importancia al clima que se respira dentro de ella. Tanta o m\u00e1s que a las \u201cacciones\u201d que se llevan a cabo. Como dir\u00eda Jos\u00e9 Luis Rodr\u00edguez Zapatero si se dedicara a la pastoral en lugar de a la pol\u00edtica, es el talante<\/em> lo que evangeliza hoy m\u00e1s que otra cosa. Los j\u00f3venes son muy sensibles a las \u201cvibraciones\u201d que sienten en los lugares donde se encuentran; la imagen<\/em> y el sonido<\/em> de una instituci\u00f3n ejerce sobre ellos una acci\u00f3n de atracci\u00f3n o de rechazo. La parroquia tiene la posibilidad de generar un clima familiar de afecto mutuo, de est\u00edmulo, de acogida del que estamos hoy muy escasos y tambi\u00e9n la devisibilizar -en el entorno del barrio en el que se enclava-, a trav\u00e9s de peque\u00f1os gestos pr\u00e1cticos de ayuda, la solidaridad que emerge del Evangelio.
\nNo corren tiempos f\u00e1ciles para la pastoral juvenil parroquial. Algunos piensan que habr\u00e1 que esperar a que los j\u00f3venes lleguen a los treinta a\u00f1os para que empiecen a plantearse con alguna profundidad el sentido \u00faltimo de la vida y vuelvan a cultivar su dimensi\u00f3n religiosa. Bastantes ponen su confianza, m\u00e1s bien, en los movimientos eclesiales. Otros denuncian nuestra pasividad y falta de creatividad cuando esperamos a que vengan los j\u00f3venes mientras tantos se encuentran aburridos, solos, frustrados o conectados permanentemente a internet. Hay quienes proponen que la pastoral juvenil se realice a nivel de zonas y arciprestazgos, para que el n\u00famero de j\u00f3venes sea mayor y m\u00e1s estimulante. Confieso mi perplejidad ante esta situaci\u00f3n desde una doble convicci\u00f3n muy profunda: sigo creyendo que Jes\u00fas de Nazaret, su persona, su vida y su mensaje, siguen siendo el m\u00e1s formidable invitaci\u00f3n a la plenitud que puede esperar un ser humano y, al mismo tiempo, constato la dificultad de que los j\u00f3venes capten el valor y el desaf\u00edo extraordinarios del evangelio, seducidos como est\u00e1n por la cultural de la satisfacci\u00f3n.
\nPienso que, quienes hemos descubierto la verdad, bondad y belleza de la concepci\u00f3n cristiana de la vida no podemos dejar de anunciar lo que \u201chemos visto y o\u00eddo\u201d, pero creo que tampoco debi\u00e9ramos obsesionarnos con la evangelizaci\u00f3n como si no confi\u00e1ramos en que el Esp\u00edritu Santo habita en cada ser humano invit\u00e1ndole al amor. No podemos crear el \u201chambre de Dios\u201d, ni somos responsables de la acogida que los j\u00f3venes hagan al anuncio de la Buena Noticia. S\u00ed somos responsables, sin embargo, de difundirla con alegr\u00eda y creatividad de modo que, por lo menos, se entienda.
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\nLos j\u00f3venes se preguntan \u2013como en el conocido anuncio de una sopa- si la Iglesia \u201ccuece o enriquece\u201d. Los que solo tienen acceso a la versi\u00f3n estereotipada y conservadora que proporcionan los medios de comunicaci\u00f3n social piensan que, sobre todo, \u201ccuece\u201d, es decir, frena, encorseta, proh\u00edbe, controla… Aquellos que han participado en las numerosas actividades de ocio educativo, expresi\u00f3n religiosa y compromiso social impulsadas por tantas parroquias, saben que, muchas veces, \u201cenriquece\u201d.
\nQuienes creemos en la potencialidad evangelizadora de las parroquias tenemos que trabajar intensamente para que sean lugares que ayudan a los j\u00f3venes a crecer<\/em>, a creer<\/em> y a crear<\/em> lazos de fraternidad y de solidaridad. Y para que se encuentren a gusto en ellas y no se sientan \u201cvisitantes\u201d, \u201cinquilinos\u201d u \u201cokupas\u201d, ser\u00e1 preciso que los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad, que fueron lema de la Revoluci\u00f3n Francesa, pero que tienen unas ra\u00edces indudablemente evang\u00e9licas, configuren su clima de relaciones y su funcionamiento pr\u00e1ctico.
\nEn una sociedad convertida a la religi\u00f3n del bienestar y el consumo, que tiende a percibir la experiencia religiosa como un residuo del pasado y al creyente como un esp\u00e9cimen en peligro de extinci\u00f3n, los j\u00f3venes s\u00f3lo se acercar\u00e1n a la parroquia y se interesar\u00e1n por sus actividades, si en ella descubren un grupo humano como con el que so\u00f1aba Pablo VI en la Evangelii<\/em> nuntiandi<\/em>: \u201cLa Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar mediante el testimonio. Supongamos un cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comunidad humana donde viven, manifiestan su capacidad de comprensi\u00f3n y de aceptaci\u00f3n, su comuni\u00f3n de vida y de destino con los dem\u00e1s, su solidaridad en los esfuerzos de todos en cuanto existe de noble y bueno. Supongamos adem\u00e1s que irradian de manera sencilla y espont\u00e1nea su fe en los valores que van m\u00e1s all\u00e1 de los valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve ni osar\u00edan so\u00f1ar. A trav\u00e9s de este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse, a quienes contemplan su vida, interrogantes irresistibles: \u00bfPor qu\u00e9 son as\u00ed? \u00bfPor qu\u00e9 viven de esta manera? \u00bfQu\u00e9 es o qui\u00e9n es el que los inspira? \u00bfPor qu\u00e9 est\u00e1n con nosotros? Pues bien, este testimonio constituye ya, de por s\u00ed, una proclamaci\u00f3n silenciosa pero tambi\u00e9n muy clara de la Buena Nueva\u201d[9]<\/a>.
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\n[1]<\/a> G\u00d3MEZ PALACIOS, Jos\u00e9 Joaqu\u00edn: \u201cLos j\u00f3venes y la iniciaci\u00f3n cristiana: un proceso educativo en una \u201ccultura del espect\u00e1culo\u201d, Sal Terrae<\/em>1.056, Santander 2002, pp.389-406.
\n[2]<\/a> GONZ\u00c1LEZ-ANLEO, J. M\u00aa, en. AAVV: J\u00f3venes espa\u00f1oles 2005<\/em> Fundaci\u00f3n Santa Mar\u00eda, Madrid 2006
\n[3]<\/a> DE MIGUEL, Amando: Dos generaciones de j\u00f3venes 1960-1998<\/em>, Madrid, Instituto de la Juventud 2000
\n[4]<\/a> GONZ\u00c1LEZ FAUS, J.I.: \u201cCrisis de credibilidad en el cristianismo. Espa\u00f1a como s\u00edntoma\u201d, en Concilium<\/em> n\u00ba 311, Verbo Divino, Estella, junio 2005, pp.323-332.
\n[5]<\/a> BARBER\u00c1, Carlos F.: La parroquia, m\u00e1s o menos. Posibilidades pastorales de la comunidad parroquial.<\/em> Alandar, Madrid, 2006.
\n[6]<\/a> J. ELZO: \u00abLos j\u00f3venes ante el futuro\u00bb, Misi\u00f3n Joven<\/em> n\u00ba 286, noviembre 2000 p. 10, CCS, Madrid.
\n[7]<\/a> CEREZO, J.J. Y G\u00d3MEZ SERRANO, P.J.: J\u00f3venes e Iglesia: caminos para el reencuentro. <\/em>PPC, Madrid, 2006.
\n[8]<\/a> Un desarrollo mayor de estas sugerencias en el libro de CEREZO, J:J: y G\u00d3MEZ SERRANO, P.J., ya citado, y en G\u00d3MEZ SERRANO, P.J.: \u201c\u00bfPor d\u00f3nde van los tiros? 10 pistas para impulsar una Pastoral de Juventud Actualizada\u201d, Misi\u00f3n Joven <\/em>n\u00ba 318-319, pp. 99-106, julio-agosto 2003, Madrid.
\n[9]<\/a> PABLO VI. Exhortaci\u00f3n apost\u00f3lica Evangelii<\/em> nuntiandi n\u00ba 21.<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"