Lucas, evangelista de la oraci\u00f3n<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n
\nPuesto que Lucas es el evangelista que m\u00e1s sistem\u00e1ticamente ha tratado el tema de la oraci\u00f3n, en \u00e9l nos centramos. Un simple examen del vocabulario, por \u00e9l utilizado, probar\u00eda con creces el inter\u00e9s del tercer evangelista en el tema.
\nNo es casual, adem\u00e1s, que el tercer evangelio se inicie (Lc 1,9-10) y cierre (Lc 24,52-53) mencionando la oraci\u00f3n de una multitud en el templo; sus dos primeros cap\u00edtulos, el as\u00ed llamadoevangelio de la infancia<\/em> (Lc 1-2), una especie de pr\u00f3logo sobre el origen hist\u00f3rico de Jes\u00fas, est\u00e1n poblados de grandes orantes: Zacar\u00edas, Isabel, Maria, los pastores, Sime\u00f3n, Ana.
\nLucas propone la oraci\u00f3n en s\u00ed misma como algo que proponer o ilustrar, mientras que los otros sin\u00f3pticos la ven como dimensi\u00f3n de la vida de fe o condici\u00f3n de fidelidad del disc\u00edpulo. El ejemplo m\u00e1s evidente es su presentaci\u00f3n del Padre nuestro<\/em> (Mt 6,5-15\/Lc 11,1-4): a Mateo interesa m\u00e1s que la oraci\u00f3n propiamente dicha, los ejercicios de devoci\u00f3n que han de caracterizar la comunidad cristiana (Mt 6,2-4: limosna; Mt 6,5-15: oraci\u00f3n; Mt 6,16-18: ayuno); por eso contrapone la oraci\u00f3n del disc\u00edpulo con la religiosidad de los (jud\u00edos) hip\u00f3critas (Mt 6,5) y la de los (charlatanes) paganos (Mt 6,7). Lucas, en cambio, afronta la oraci\u00f3n en s\u00ed misma, sin otro inter\u00e9s que la identificaci\u00f3n del creyente con Jes\u00fas orante: viendo a Jes\u00fas rezando, un disc\u00edpulo pide que se le muestre c\u00f3mo orar y se le diga qu\u00e9 decir para distinguirse, como los del Bautista, por su oraci\u00f3n (Lc 11,1).
\nEl inter\u00e9s de Lucas queda de manifiesto, aun m\u00e1s si cabe, en la breves anotaciones redaccionalescon las que introduce sus alusiones a la oraci\u00f3n de Jes\u00fas (Lc 3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28-29; 11,1; 22,41.44-45), en su instrucci\u00f3n sobre la oraci\u00f3n de sus disc\u00edpulos (Lc 18,1): seg\u00fan \u00e9l la oraci\u00f3n del disc\u00edpulo debe seguir el modelo de Jes\u00fas orante (Lc 6,28; 11,1b-2; 22,40.46).
\n <\/p>\n\n- Jes\u00fas, orante modelo<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n
\nLucas es el evangelista que con mayor frecuencia presenta a Jes\u00fas rezando. La mayor parte de las veces, no indica los motivos de la oraci\u00f3n, s\u00f3lo el hecho y\/o los contenidos. Lo cierto es que cuando reza, Jes\u00fas deja entrever su vivencia de fe: la oraci\u00f3n es expresi\u00f3n y parte de su vida interior<\/em>; por lo mismo, orando prepara y da sentido a su actividad apost\u00f3lica: la oraci\u00f3n es parte de su misi\u00f3n personal<\/em>.<\/p>\n<\/h2>\n
2.1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n de Jes\u00fas, expresi\u00f3n de su fe personal<\/strong>
\n
\nQue Jes\u00fas haya rezado con frecuencia, y en las m\u00e1s variadas circunstancias, es para Lucas, un hecho decisivo. Jes\u00fas suele rezar en soledad (Lc 5,16), durante bastante tiempo (Lc 5,16; 6,12; 9,18; 11,12), privilegiando el monte como lugar (Lc 6,12; 9,28; 22,39), a veces hasta la agon\u00eda f\u00edsica (Lc22,44).
\nLucas ve la oraci\u00f3n de Jes\u00fas no como episodio causal, aunque frecuente, de su ministerio p\u00fablico, sino como un hecho habitual, componente esencial de su misi\u00f3n (Lc 5,16): orar es la fuente de la que surgen las palabras, precede sus decisiones importantes, prepara milagros o es su conclusi\u00f3n l\u00f3gica.
\n
\n3,21: Y sucedi\u00f3 que, cuando todo el mundo se bautizaba, Jes\u00fas tambi\u00e9n fue bautizado y, mientras oraba, se abri\u00f3 el cielo…
\n
\nEs propio del relato lucano del bautismo, el m\u00e1s breve de los sin\u00f3pticos, anotar a Jes\u00fas orando despu\u00e9s de haber sido bautizado con \u201ctodo el mundo\u201d y antes de que se abrieran los cielos; habiendo sido bautizado y mientras rezaba, le sobrevino el Esp\u00edritu. Seg\u00fan la secuencia lucana: primero es el bautismo, despu\u00e9s, la oraci\u00f3n, en tercer lugar, la teofan\u00eda (apertura del cielo, descenso del Esp\u00edritu, irrupci\u00f3n de la voz de Dios); es decir, primero, se coloca Jes\u00fas entre pecadores, despu\u00e9s, se sit\u00faa ante Dios, y finalmente, Dios se le declara Padre.
\nLa oraci\u00f3n personal \u2013todos se bautizan, s\u00f3lo Jes\u00fas reza- separa la intervenci\u00f3n humana de la divina y la precede: al bautizarse como todos, Jes\u00fas se solidariza con quienes buscan a Dios con la conversi\u00f3n de vida (Lc 3,8-18); al ser proclamado, s\u00f3lo \u00e9l, hijo amado por la voz del Padre, Jes\u00fas queda identificado por Dios. \u00bfPuede considerarse casual que Jes\u00fas pasase de estar entre pecadores a ser considerado hijo por Dios mientras oraba<\/em>?
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\n5,16 :\u00a0\u00a0\u00a0 Pero \u00e9l se apartaba a lugares desiertos y se pon\u00eda a orar.
\n\u00a0<\/em>
\nTras la vocaci\u00f3n de Pedro, Jes\u00fas entra en una ciudad y encuentra un leproso (Lc 5,12-16; Mc 1,40-45). A la petici\u00f3n, humilde y confiada, sigue la curaci\u00f3n inmediata, y a \u00e9sta la confirmaci\u00f3n p\u00fablica con la reinserci\u00f3n social del enfermo (Lc 5,14; cf. Lv 13,49). Para el cronista, el milagro es m\u00e1s que una an\u00e9cdota: una orden soberana caracteriza la actuaci\u00f3n mesi\u00e1nica de Jes\u00fas (Lc 7,22) y fomenta su renombre entre la muchedumbre (Lc 5,15).
\nEl enfermo pudo encontrarse con Jes\u00fas porque \u00e9l se le hizo encontradizo, llegando a su ciudad. Devuelto un leproso a la comunidad, la gente se agolpa en torno a Jes\u00fas para o\u00edr su voz y verse libre de enfermedades. Ante un \u00e9xito tan completo sorprende tanto m\u00e1s, por inesperada, la reacci\u00f3n de Jes\u00fas: se retira a un lugar abandonado y se abandona a la oraci\u00f3n.
\nNo se dan razones, ni los contenidos, de esta oraci\u00f3n en soledad; s\u00f3lo se anota que a la b\u00fasqueda afanosa de una multitud deseosa de ser oyente de Jes\u00fas y por \u00e9l curada, Jes\u00fas responde buscando solo a Dios: ser buscado solo como taumaturgo y benefactor lleva a Jes\u00fas a encontrarse a solas con Dios.
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\n6,12-13: Y sucedi\u00f3 en aquellos d\u00edas que fue al monte a orar, y pas\u00f3 la noche orando a Dios; cuando lleg\u00f3 el d\u00eda, llam\u00f3 a sus disc\u00edpulos y escogi\u00f3 a doce de ellos…
\n
\nLa creaci\u00f3n del grupo de los Doce fue una decisi\u00f3n estrat\u00e9gica de Jes\u00fas (Lc 6,12-16). Cuando empieza a formarse un grupo de ilustrados antagonistas (Lc 6,7.11), Jes\u00fas opta por rodearse de algunos m\u00e1s fieles. Distintos de los disc\u00edpulos, aunque de entre ellos elegidos, ap\u00f3stoles son los que acompa\u00f1an a Jes\u00fas en su encuentro con la muchedumbre (Lc 6,17), a la que dirigir\u00e1 el serm\u00f3n en la llanura (Lc 6,20-49). Por su elecci\u00f3n, personal, y la posici\u00f3n que han obtenido, de mayor cercan\u00eda a Jes\u00fas, son oyentes privilegiados del discurso program\u00e1tico (Lc 6,20).
\nLucas es el \u00fanico evangelista que anota que Jes\u00fas llam\u00f3 a los doce ap\u00f3stoles<\/em> (Lc 9,10; 11,49; 17,5; 22,14; 24,10. Cf. Mt 10,2; Mc 6,30; Jn 13,16); a diferencia de Mc 3,14-15 y Mt 11,1, no da poderes especiales a los elegidos, s\u00f3lo los identifica con su misi\u00f3n personal; los ahora llamados (Lc 6,13) ser\u00e1n, despu\u00e9s, sus enviados (Lc 9,1-2).
\nEn el relato de su elecci\u00f3n el narrador resalta el momento previo, la larga oraci\u00f3n durante la noche (Lc 6,12), y el acto mismo, narrado con marcada concisi\u00f3n y solemnidad: no dice por qu\u00e9, ni c\u00f3mo, los eligi\u00f3, narra el hecho y los beneficiados, su n\u00famero y sus nombres (Lc 6,14-16). No se nos dice el motivo de su nombramiento (Lc 22,30: \u00bfjueces de Israel?), pero sabemos que fue muy cuidada su preparaci\u00f3n, toda una vigilia de oraci\u00f3n. Es el \u00fanico evangelista que lo anota (cf. Mc 3,13).
\nQue la elecci\u00f3n haya sido precedida de una noche de oraci\u00f3n, adem\u00e1s de se\u00f1alar la importancia que el hecho tuvo que tener para Jes\u00fas (Lc 3,21; 5,16), pone en evidencia que \u00e9l puso esa decisi\u00f3n bajo el se\u00f1or\u00edo de Dios (Hch 1,2.24.26): el Jes\u00fas que selecciona a sus enviados es quien ha pasado una noche con Dios.
\n
\n9, 18: Y aconteci\u00f3 que, estando \u00e9l solo orando, estaban con \u00e9l los disc\u00edpulos; y les pregunt\u00f3 diciendo: \u201c\u00bfQui\u00e9n dicen las gentes que soy?\u201d
\nLc 9,18a introduce un episodio decisivo en el ministerio de Jes\u00fas: la confesi\u00f3n de Pedro (Lc 9,18b-21), el anuncio de la pasi\u00f3n (Lc 9,22) y las condiciones del seguimiento (Lc 9,23-26). En la narraci\u00f3n, la oraci\u00f3n de Jes\u00fas act\u00faa como pr\u00f3logo que prepara cuanto sigue.\u00a0 Antes de iniciar el episodio, en el que se definir\u00e1 la esencia del discipulado, Jes\u00fas se pone, a solas, en comunicaci\u00f3n a Dios, manteni\u00e9ndose los disc\u00edpulos a cierta distancia: \u00e9stos, para entrar en comuni\u00f3n de Jes\u00fas \u2013 y por ella en comuni\u00f3n con Dios \u2013, tendr\u00e1n que compartir la misi\u00f3n.
\nAntes de preguntarles qu\u00e9 piensa la gente y qu\u00e9 saben ellos sobre \u00e9l, Jes\u00fas reza solo: la conversaci\u00f3n con Dios precede la conversaci\u00f3n con los suyos. La oraci\u00f3n de Jes\u00fas, una oraci\u00f3n de la que no conocemos los temas, antecede la revelaci\u00f3n de identidad personal y de su misi\u00f3n.
\n
\n9,28-29: Como ocho d\u00edas despu\u00e9s de estas palabras, tomando Jes\u00fas a Pedro, a Juan y a Santiago subi\u00f3 al monte a orar y mientras oraba…
\n\u00a0<\/em>
\nCon estilo solemne, se introduce la escena de la transfiguraci\u00f3n anotando la oraci\u00f3n de Jes\u00fas, esta vez compartida con tres de sus disc\u00edpulos, en el monte (Lc 6,12); los disc\u00edpulos que lo acompa\u00f1an son los que estuvieron presentes en la resurrecci\u00f3n de la hija de Jairo (Lc 8,51).
\nLa declaraci\u00f3n de la filiaci\u00f3n divina de Jes\u00fas ocurre una semana despu\u00e9s de la confesi\u00f3n de su mesianismo (Lc 6,18-22); antes fue Pedro, ahora es Dios quien se pronuncia; antes Jes\u00fas fue confesadomes\u00edas, ahora es proclamado hijo de Dios. Ambas afirmaciones, una humana, otra divina, van precedidas por un momento de oraci\u00f3n.
\nSube Jes\u00fas al monte para rezar; la teofan\u00eda posterior ser\u00e1 una consecuencia, no la finalidad perseguida, de ese ascenso a la monta\u00f1a y de esa oraci\u00f3n mantenida. Y durante la oraci\u00f3n su rostro cambia de aspecto: la comunicaci\u00f3n con Dios precede al desvelamiento de su identidad personal (Lc9,35); Jes\u00fas intima con Dios y Dios revela su intimidad a quien le es compa\u00f1ero en oraci\u00f3n: los disc\u00edpulos, aunque rendidos por el sue\u00f1o (Lc 9,32) logran contemplan qui\u00e9n es Jes\u00fas, su gloria<\/em> (Lc 9,32), porque \u2013 y mientras \u2013 lo ven rezando. El monte como lugar, y sobre todo la oraci\u00f3n de Jes\u00fas como actividad, son las circunstancias de la revelaci\u00f3n de Dios como su Padre amante.
\n\u00a0<\/em>
\n2.2.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 <\/strong>La oraci\u00f3n de Jes\u00fas, parte integrante de su misi\u00f3n<\/strong>
\n\u00a0<\/strong>
\nJes\u00fas reza solo, pero tambi\u00e9n, a veces, comparte su experiencia orante haciendo p\u00fablica su oraci\u00f3n. Adem\u00e1s de expresar su personal vivencia de fe, la oraci\u00f3n de Jes\u00fas sirve de est\u00edmulo y motivaci\u00f3n para sus disc\u00edpulos, ante quienes reza y a los cuales as\u00ed, de forma indirecta, ense\u00f1a a rezar.
\n
\n10,21-22: En aquella misma hora Jes\u00fas se alegr\u00f3 en el Esp\u00edritu y dijo: \u201cYo te alabo, Padre, Se\u00f1or del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a sabios y entendidos y las has revelado a los peque\u00f1os. S\u00ed, Padre, porque as\u00ed te agrad\u00f3. Todo me fue dado por el Padre y nadie conoce quien es el Hijo, sino el Padre, ni quien es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiere revelar.
\n
\nIrrumpe Jes\u00fas en oraci\u00f3n de alabanza, lleno de alegr\u00eda y de Esp\u00edritu, en el momento en que recibe a sus setenta disc\u00edpulos, quienes, contentos, regresan de la primera misi\u00f3n (Lc 10,17). El j\u00fabilo de Jes\u00fas se hace himno a Dios, pues Sat\u00e1n ha sido derrotado (Lc 10,18) y los nombres de los misioneros quedan escritos en el cielo (Lc 19,20). El triunfo de sus enviados llena a Jes\u00fas de alegr\u00eda y de motivos para orar.
\nBajo el impulso del Esp\u00edritu, Jes\u00fas se dirige, entusiasmado al Padre: cinco veces repite el apelativo, que identifica como Padre al Se\u00f1or de cielo y tierra, y que, impl\u00edcitamente, hace que el orante sea identificado como hijo. La oraci\u00f3n, nacida de la alegr\u00eda por el \u00e9xito misionero y de la admiraci\u00f3n por Dios, tiene dos motivos: el primero, la benevolencia del Padre para con los peque\u00f1os, a quienes privilegia d\u00e1ndoseles a conocer y provocando su aceptaci\u00f3n; Dios no goza en ocultarse a los sabios, sino en comunicarse a los peque\u00f1os, que, por el contexto, son los disc\u00edpulos que acaban de volver de la misi\u00f3n y que se han dejado previamente instruir por Jes\u00fas. De hecho, y este es el segundo tema, la intimidad que media entre Padre e Hijo es revelada a quien el Hijo desea, porque este es el poder recibido del Padre. Los disc\u00edpulos de Jes\u00fas, sus noveles ap\u00f3stoles, son bienaventurados porque ven y oyen lo que profetas y reyes desearon y no vieron (Lc 10,23-24).
\nLa oraci\u00f3n de Jes\u00fas nace provocada por el \u00e9xito de la primera misi\u00f3n de sus disc\u00edpulos: que los demonios obedezcan a su nombre lo llena de gozo y de entusiasmo por su Dios, de quien se sabe hijo y revelador. La oraci\u00f3n le sirve a Jes\u00fas para desvelar su propia identidad y el empe\u00f1o de su Padre de darse a conocer de los insignificantes.
\n
\n22,32: Yo he rogado por ti, para que tu fe no falte; y t\u00fa, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
\n
\nDentro del discurso de adi\u00f3s (Lc 22,21-38), tras la instituci\u00f3n de la cena (Lc 22,19-20), Jes\u00fas anuncia a sus disc\u00edpulos traiciones y pruebas por venir; a Pedro, en particular, le asegura su oraci\u00f3n para que mantenga la fe (Lc 22,31-32) y le predice la traici\u00f3n, despu\u00e9s de haber Pedro jurado fidelidad (Lc22,33-34). La cruz es la prueba, no superada, del disc\u00edpulo.
\nLa oraci\u00f3n de Jes\u00fas precede a la prueba y tiene como contenido la fe, probada pero no derrotada, de Pedro para que pueda confirmar a los hermanos. Tras haber orado por Pedro Jes\u00fas est\u00e1 seguro de que la debilidad del disc\u00edpulo ser\u00e1 pasajera;\u00a0 Pedro se ha de recuperar y recuperar\u00e1 a sus hermanos. Quien se debe dedicar a confirmar la fe de otros ha pasado por la experiencia de debilitamiento de la fe personal: en la oraci\u00f3n de Jes\u00fas, antecedente a la prueba y a la confirmaci\u00f3n, se basa la nueva misi\u00f3n de Pedro; el traidor se convierte en firme apoyo de los dem\u00e1s, gracias, solo, a la oraci\u00f3n de Jes\u00fas; se tambale\u00f3 su fidelidad (Lc 22,54-65), pero no vino a menos su fe. Es lo que hab\u00eda pedido Jes\u00fas: la conversi\u00f3n pedida por Jes\u00fas es, con todo, previa a la tarea de confirmar a sus hermanos recibida por Pedro.
\nLa nueva funci\u00f3n de Pedro \u2013 confirmar a sus hermanos \u2013 no se debi\u00f3 a una prometida fidelidad que no pudo mantener, sino a la fe que no le fall\u00f3 porque hab\u00eda sido pedida en oraci\u00f3n por Jes\u00fas.
\n
\n22,39-46: Y saliendo se fue, como de costumbre, al monte de los Olivos y sus disc\u00edpulos le siguieron. Llegado a aquel lugar, les dijo: \u201cOrad, para que no entr\u00e9is en tentaci\u00f3n\u201d. Se apart\u00f3 de ellos como a un tiro de piedra, y puesto de rodillas or\u00f3 diciendo: \u201cPadre, si quieres, pasa de m\u00ed esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya\u201d. Y estando en agon\u00eda, oraba m\u00e1s intensamente; y su sudor fue como gotas de sangre que ca\u00edan sobre la tierra; levant\u00e1ndose de la oraci\u00f3n fue hacia sus disc\u00edpulos y los encontr\u00f3 durmiendo de tristeza. Y les dijo: \u201c\u00bfPor qu\u00e9 dorm\u00eds? Levantaos y orad para que no entr\u00e9is en tentaci\u00f3n\u201d.
\n
\nAl anuncio de la traici\u00f3n de Pedro (Lc 22,31-34) y de pruebas inminentes (Lc 22,35-38) sigue la escena de la agon\u00eda en el monte de los Olivos. La soledad de Jes\u00fas, ante su muerte cierta y cruenta, frente a Dios, queda resaltada con eficacia: aunque los disc\u00edpulos siguieran a Jes\u00fas hasta all\u00ed, no le acompa\u00f1aron en la oraci\u00f3n.
\nEn su relato Lucas ha silenciado la mayor cercan\u00eda con Jes\u00fas de tres de sus disc\u00edpulos (Mc 14,33), ha simplificado la oraci\u00f3n de Jes\u00fas, concentr\u00e1ndola en una petici\u00f3n (Mc 14,35.36.39) y no le hace afirmar la llegada de la hora de su pasi\u00f3n.\u00a0 Y presenta el episodio como un contraste entre la oraci\u00f3n de Jes\u00fas, que le cuesta sangre (Lc 22,44) y la falta de oraci\u00f3n de sus disc\u00edpulos, muertos de sue\u00f1o y tristeza (Lc22,44.45): de hecho abre y cierra la narraci\u00f3n la imperiosa exhortaci\u00f3n de Jes\u00fas a sus disc\u00edpulos a orar y no caer en tentaci\u00f3n (Lc 22.39-40.46). Vencidos por el sue\u00f1o, no atienden la repetida exhortaci\u00f3n, a pesar de que ya hab\u00edan sido instruidos a rezar as\u00ed (Lc 11,4). En el centro del relato est\u00e1 la oraci\u00f3n, solitaria (Lc22,41), humilde (Lc 22,41) y profundamente angustiada (Lc 22,44), de Jes\u00fas.
\nAntes de aceptar su destino cruento, Jes\u00fas, de rodillas (Lc 22,41) y en medio de la angustia ruega con intensidad tras el consuelo que le presta el \u00e1ngel: la oraci\u00f3n anterior no le ha privado del duelo angustioso, pero le ha dado conformidad con Dios. Jes\u00fas pide al Padre poder librarse de su destino; la angustia llena su oraci\u00f3n (Lc 22,44). Lo pide de rodillas (Lc 22,41), modelo de oraci\u00f3n de rendici\u00f3n: aqu\u00ed (Mc 14,36; Mt 26,39) Jes\u00fas expresa el deseo de un cambio de suerte (la copa es imagen del destino cruento establecido por Dios), pero acepta totalmente la voluntad de Dios (Lc 26,39).
\nMientras, y durante toda la lucha ag\u00f3nica en oraci\u00f3n de Jes\u00fas, sus disc\u00edpulos (no tres, todos) duermen; por ello, caer\u00e1n en la tentaci\u00f3n (Lc 22,47-48: de la traici\u00f3n; Lc 22,49-51: de la violencia; Lc22,57.58.60: de la negaci\u00f3n repetida). Quien no reza no resiste la prueba: ni ser\u00e1 capaz de hacer la voluntad de Dios ni asumir\u00e1 su proyecto. Lucas que, en su versi\u00f3n del Padre Nuestro ha omitido pedir que se haga la voluntad de Dios (Mt 6,10), no silencia que Jes\u00fas, en el momento crucial, sufri\u00f3 angustia y verti\u00f3 sangre por hacerla.
\n\u00a0<\/strong>
\n23,34: <\/em>Y Jes\u00fas dec\u00eda: \u201cPadre, perd\u00f3nalos, porque no saben lo que hacen\u201d.<\/em>
\n\u00a0<\/em>
\nPuesto que falta en manuscritos importantes, se ha dudado de la autenticidad de esta breve oraci\u00f3n de Jes\u00fas en la cruz. Con todo, la petici\u00f3n est\u00e1 en consonancia con la ense\u00f1anza previa de Jes\u00fas sobre el amor a los enemigos (Lc 6,27.35) y el orar por ellos (Lc 6,28); adem\u00e1s, es un motivo t\u00edpico de Lucas el resaltar la ignorancia de los verdugos de Jes\u00fas, quienes no pueden saber lo que \u00e9l, y su Dios, conocen (Hch 3,17; 13,27); asimismo, es propio del evangelista presentar a Jes\u00fas como modelo de m\u00e1rtir (Hch7,60). La frase, pues, parece ser aut\u00e9ntica.
\nEn su vida, y en su muerte, Jes\u00fas es uno con el Padre; unificada su voluntad con la de Dios, da el extremo ejemplo de obediencia y de martirio al rezar por sus enemigos, a los que su ignorancia disculpa. Que no sepan lo que hacen no les hace inocentes, ni a la muerte de Jes\u00fas un error lamentable. La frase de Jes\u00fas expresa su valoraci\u00f3n del hecho desde Dios: sus ejecutores no saben lo que Dios y \u00e9l saben (Hch 3,17; 13,27), su muerte es voluntad de Dios, que \u00e9l asume.
\n
\n23,46: Entonces Jes\u00fas, gritando a gran voz, dijo: \u201c\u00a1Padre, en tus manos encomiendo mi esp\u00edritu\u201d! Y habiendo dicho esto, expir\u00f3.
\n
\nRelatando la muerte de Jes\u00fas, Lucas sigue de cerca su fuente (Mc 15,33-41). En la trascripci\u00f3n de la \u00faltima palabra de Jes\u00fas ha suprimido la referencia a El\u00edas y la desgarrada pregunta a Dios, en la que formulaba su abandono (Mc 15,34-36), restando as\u00ed dramatismo a la escena y ahorrando a sus lectores el esc\u00e1ndalo: Jes\u00fas muere entreg\u00e1ndose a un Dios que sabe Padre. Inmediatamente antes de expirar (Mc15,37; Sal 31,6), grita a viva voz (Mc 15,34.37), no que Dios lo haya dejado solo (Mc 15,34; Sal 22,2), sino su plena aceptaci\u00f3n de su voluntad. Lo \u00faltimo que tiene que decir ratifica lo que siempre ha hecho en vida (Lc 2,49 4,43; 9,22; 13,33; 17,25; 19,5; 22,7.37): la muerte es final coherente de su trayectoria vital.
\nLucas ha a\u00f1adido a la cita el apelativo Padre<\/em>: el Dios a quien, sometido, se entrega es su propio Padre; la obediencia, aunque cueste la vida, es siempre ejercicio de filiaci\u00f3n. Adem\u00e1s, Lucas ha cambiado radicalmente el sentido de la oraci\u00f3n que Jes\u00fas moribundo recita: la oraci\u00f3n s\u00e1lmica ped\u00eda la curaci\u00f3n f\u00edsica y la liberaci\u00f3n de los enemigos que amenazaban la vida del orante; \u00e9ste confiaba la vida a Dios, entreg\u00e1ndosela, para que se la custodiara y preservara, permiti\u00e9ndole larga vida. Jes\u00fas no usa el futuro del original, sino el presente: ante la muerte inminente, Jes\u00fas da su vida, confiado, al Padre, antes de que se la quiten; se pone en manos de su Padre antes de terminar en manos de sus enemigos.
\nEl \u00faltimo acto de Jes\u00fas, la entrega de su vida, es una plegaria filial: no se siente abandonado de Dios, se abandona al Padre. Jes\u00fas culmina vida y misi\u00f3n en conversaci\u00f3n con su Padre Dios, y esta conversaci\u00f3n tiene como \u00fanico motivo la entrega de la propia vida.
\n <\/p>\n\n- Jes\u00fas, maestro de oraci\u00f3n<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n
\u00a0<\/strong>
\nJes\u00fas reza en momentos decisivos de su vida y ministerio personal (Lc 3,21; 5,15-16; 6,18; 10,17-21). Pero no s\u00f3lo; como orante ejemplar que es, puede convertirse en maestro de oraci\u00f3n (Lc 11,1).
\nPara Lucas orar como Jes\u00fas es parte integrante del seguimiento; de hecho, Jes\u00fas ense\u00f1a a sus disc\u00edpulos qu\u00e9 decir (Lc 11,2-4) y en par\u00e1bolas les instruye c\u00f3mo y cuantas veces decirlas. Particularmente, en las par\u00e1bolas, Jes\u00fas es audaz imagin\u00e1ndose a Dios como amigo importunado, el mejor de los padres posibles, justo m\u00e1s que el juez deshonesto e insensible, y valedor del que se reconoce pecador en su presencia.
\n
\n6,27-28: Pero a vosotros, que est\u00e1is escuchando, os digo: \u201cAmad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os maltratan…\u201d<\/em>
\n
\nAl inicio del serm\u00f3n de la llanura (Lc 6,20-49), inmediatamente despu\u00e9s de abrirlo con la serie de bienaventuranzas y maldiciones (Lc 6,20-26), Lucas ha colocado el mandato del amor al enemigo (Lc6,27), llegando as\u00ed al centro del mensaje de Jes\u00fas, su coraz\u00f3n y su cima. Tras presentarlo con claridad, con prisas casi (cf. Mt 5,43-47), el evangelista desciende a aplicaciones del precepto menos exigentes (Lc6,37-42) que apuntala con razones de sabor sapiencial (Lc 6,37-42.43-49).
\nQue el discurso se inicie propiamente con el precepto del amor al enemigo deja entrever la importancia que tiene para Jes\u00fas, quien lo dirige expl\u00edcitamente a sus disc\u00edpulos, sus oyentes (Lc 6,27a), objeto de su mirada y del discurso (Lc 6,20). El amor al enemigo no es facultativo, pues les es impuesto (Lc 6,27b); no importa a Jes\u00fas si sus oyentes est\u00e1n dispuestos a aceptarlo, ni siquiera le interesa si ser\u00e1n capaces de cumplirlo. Para facilitar su pr\u00e1ctica, pone tres ejemplos de c\u00f3mo ejecutar la orden: se ama al enemigo, cuando se hace bien a quien nos odia (Lc 6,27c), se bendice a quien nos maldice (Lc 6,28a) y se pide por quien nos tratan mal (Lc 6,28b).
\nAs\u00ed presentada, la oraci\u00f3n que pide Jes\u00fas a los suyos es realizaci\u00f3n, una entre las posibles, del preceptivo amor al enemigo, m\u00e1s a\u00fan, es ejercicio pr\u00e1ctico del buen hacer y del bien decir que el disc\u00edpulo de Jes\u00fas \u2018debe\u2019 a su enemigo. La oraci\u00f3n por \u00e9l no pide su conversi\u00f3n en amigo; no exige Jes\u00fas que se ruegue algo que haga o venga bien al que reza, sino que quien padece la enemistad se acuerde de su enemigo ante Dios y a \u00c9l lo encomiende. Que la oraci\u00f3n sea una forma concreta de amor al enemigo es la \u2018primera\u2019 ense\u00f1anza del Jes\u00fas maestro de oraci\u00f3n.
\n
\n11,1-4: Y sucedi\u00f3 que, estando Jes\u00fas orando en un lugar, cuando termin\u00f3, uno de sus disc\u00edpulos le dijo: \u201cSe\u00f1or, ens\u00e9\u00f1anos a orar, como tambi\u00e9n Juan ense\u00f1\u00f3 a sus disc\u00edpulos\u201d. \u00c9l les dijo: \u201cCuando or\u00e9is, decid: \u201cPadre, santificado sea tu nombre; venga tu reino. Nuestro pan cotidiano d\u00e1noslo cada d\u00eda; y perd\u00f3nanos nuestros pecados, porque tambi\u00e9n nosotros perdonamos a todo el que nos debe. Y no nos metas en tentaci\u00f3n\u201d.
\n
\nLa tradici\u00f3n evang\u00e9lica conoce s\u00f3lo dos versiones del Padre nuestro: la de Lucas, m\u00e1s conci\u00adsa, presenta cinco peticiones (Lc 11,2-4); la de Mateo (Mt 6,9-13, Did 8,2-3), con seis peticiones, no s\u00f3lo es m\u00e1s larga, tambi\u00e9n est\u00e1 mejor formulada: la simetr\u00eda, el ritmo y un cierto sabor lit\u00fargico en la expresi\u00f3n evidencian una composici\u00f3n muy cuidada.
\nEl esfuerzo por reconstruir el texto que preceder\u00eda a las dos versiones ha sido enorme. Hoy se piensa que la lucana reflejar\u00eda bien la ocasi\u00f3n hist\u00f3rica y habr\u00eda conservado mejor el tenor de la oraci\u00f3n original, es decir la invocaci\u00f3n y el n\u00famero de peticiones; la versi\u00f3n de Mateo, con todo, transmitir\u00eda f\u00f3rmulas y un sabor m\u00e1s pr\u00f3ximo a la primitiva. Es posible, incluso, que ambos ofrezcan ya dos recensiones diversas de la que Jes\u00fas ense\u00f1\u00f3; en cualquier caso, el Padre nuestro es la oraci\u00f3n del anunciador del reinado inminente de un Dios (Mc 1,14), del que se sab\u00eda hijo amado (Mc 1,11).
\nAl igual que Mateo, Lucas presenta su versi\u00f3n dentro de una catequesis m\u00e1s amplia sobre la oraci\u00f3n, dirigida a sus disc\u00edpulos (Mt 6,5-15; Lc 11,1-13). Ambos evangelistas coinciden, adem\u00e1s, en no ver la oraci\u00f3n como praxis impuesta por Jes\u00fas, quien no dice que deban orar, sino c\u00f3mo lo deben hacer,cuando<\/em> recen (Mt 6,6.9; Lc 11,2).
\nPero mientras en Mateo es Jes\u00fas quien, por iniciativa propia, les ense\u00f1a a rezar y les advierte antes de los riesgos de un orar ineficaz, por su hipocres\u00eda interesada (Mt 6,5) o por su excesiva palabrer\u00eda (Mt6,7), en Lucas Jes\u00fas suscita en sus disc\u00edpulos el deseo de saber orar, porque se deja ver orando: en Mateo Jes\u00fas ejerce, soberano, como maestro de oraci\u00f3n, en Lucas ejerce primero de orante modelo y, s\u00f3lo despu\u00e9s de terminar su oraci\u00f3n y a instancias de un disc\u00edpulo, de sol\u00edcito maestro. Lucas, pues, subraya que la ense\u00f1anza ha sido deseada, y el deseo del disc\u00edpulo ha surgido del testimonio personal del maestro.
\n
\nPadre <\/em>es la invocaci\u00f3n que abre la oraci\u00f3n; traducci\u00f3n exacta del enf\u00e1tico abba<\/em> aram\u00e1ico, expresaba la veneraci\u00f3n de un hijo para con su padre, el respeto de un ni\u00f1o ante personas adultas. El t\u00e9rmino no aparece en oraciones jud\u00edas contempor\u00e1\u00adneas, que s\u00ed conoc\u00edan la pa\u00adter\u00adnidad de Dios (Eclo 23,1.4;Sab 14,3; 3 Mac 5,7; 6,3.8; Tob 13,4): que Dios se comportara con Israel como un padre era convicci\u00f3n de fe jud\u00eda (Dt 8,5; 32,6; 2 Sam 7,14; 1 Cro 17,13; 22,10; 28,6; Sal 68,6; 89,27; Is 63,16;Prov 3,12; Sap 14,3-4), pero esta afirmaci\u00f3n no era utilizada como invocaci\u00f3n. En cambio, en Jes\u00fas es t\u00edpico haberse atrevido a invocar a Dios (Mc 14,36; cf. Mt 7,21; 10,32; 12,58; 15,13; 16,17; Lc22,41; Jn 11,41; 12,27; 17,1) con una inmediatez y fa\u00admi\u00adliaridad que s\u00f3lo el len\u00adguaje de la calle pod\u00eda expre\u00adsar, en un am\u00adbiente donde se evitaba dar nombre a Dios; y pudo hacer\u00adlo, porque respond\u00eda as\u00ed a su imagen de un Dios cercano y fami\u00adliar
\n
\nComo categor\u00eda relacional que es, padre <\/em>no dice propiamente lo que Dios es en s\u00ed mismo, sino lo que es para los dem\u00e1s. Padre<\/em> no es, pues, un nombre propio de Dios, es el apelativo que utilizan sus hijos: es lo primero que deben saber sobre Dios para entrar en oraci\u00f3n, y lo m\u00e1s que pueden decirle en ella. Ense\u00f1ando Jes\u00fas a decirle a Dios como primera pa\u00adlabra Padre, ense\u00f1\u00f3 a sus disc\u00edpulos a saberse hijos cuando orasen (Mt 5,45), comparti\u00f3 con ellos intimidad personal m\u00e1s que simples sentimientos. Con esa invocaci\u00f3n el orante se sit\u00faa ante el Dios \u2018de los cielos\u2019 (Mt 6, 9) como hijo, afirma su propia dignidad y asume sus costes. Jes\u00fas se afirm\u00f3 como hijo agonizando en Getseman\u00ed (Mc 14,36); la comunidad cristiana no olvid\u00f3 que el hijo tuvo que aprender a obedecer con gritos y entre l\u00e1grimas (Heb 5,7).\u00a0 S\u00f3lo por obediencia a Jes\u00fas su disc\u00edpulo se atreve a decirse hijo de Dios; pero s\u00f3lo con la obediencia a Dios lo ser\u00e1, como lo fue \u00e9l.
\n
\nQue sea santificado el nombre <\/em>del Padre es la primera petici\u00f3n del hijo orante. El nombre, en la mentalidad b\u00edblica, designa el ser, \u2018re-presenta\u2019 la persona que lo lleva. Dios se da a conocer, se \u2018hace un nombre\u2019, salvando (Ex 3,13-14; 6,2-4): el nombre de Dios es su ser en cuanto experimentado y reconocido, y lo es, siempre y solo, cuando salva (Ex 3,5b). S\u00f3lo Dios puede santificar su nombre, mostr\u00e1ndose salvador; la salvaci\u00f3n operada le ha dado un nombre (Is 59,19; Zac 14,9): saber de \u00e9l, nombrarlo, significa saberse salvado.
\nPedir a Dios la santificaci\u00f3n de su nombre nace, pues, del deseo de verse salvado. Con este deseo el orante a\u00f1ora que Dios se imponga a la capacidad de desobediencia del hombre y, mientras llega ese momento, se esfuerza por realizar en su vida lo que a\u00fan es objeto de esperanza: quien quiere la santificaci\u00f3n del Padre se somete a su voluntad.
\nAl inicio de su oraci\u00f3n el disc\u00edpulo da a conocer lo que debe ser su deseo m\u00e1s apremiante, su intenci\u00f3n m\u00e1s urgente: que su Padre Dios sea m\u00e1s conocido, experimentado mejor. Lo que primero se le ocurre al hijo, lo que suplica en primer t\u00e9rmino es algo que compete s\u00f3lo al Padre (la santidad de su nombre) pero que le alcanza como hijo (su propia salvaci\u00f3n): empezar a orar como hijo es empezar a desear a Dios y a \u00e9l solo.
\n
\nQue venga su reino<\/em> es la segunda petici\u00f3n, que complementa y clarifica la primera: Dios santificar\u00e1 su nombre cuando haga irrumpir su reino. La petici\u00f3n se concentra en lo esencial, el reino<\/em>, sin mayor definici\u00f3n; Jes\u00fas supone en el orante saber qu\u00e9 es lo que pide y le ense\u00f1a a dese\u00adarlo: que Dios se muestre como es, soberano sin par y sin m\u00e1s.
\nEl reino de Dios fue el centro del mensaje de Jes\u00fas (Mt 1,15); pedir su llegada presupone la constataci\u00f3n de su ausencia: s\u00f3lo el sometimiento al querer de Dios propiciar\u00eda la venida del Dios. Lo que se pide a Dios, tiene a Dios como beneficiario; y por m\u00e1s que ello sea contenido de su es\u00adperanza, la oraci\u00f3n es una forma de adelantarlo: al menos en quien as\u00ed reza, el reino ya se est\u00e1 haciendo presente, si no rea\u00adlidad en sus manos s\u00ed en su coraz\u00f3n de hijo. Su venida depende de Dios, que se har\u00e1 menos esperar cuanto m\u00e1s deseado y requerido sea: el reino viene all\u00ed donde un hijo hace soberano a su Padre, haciendo su voluntad.
\n
\nCon la petici\u00f3n del pan cotidiano<\/em>, alimento b\u00e1sico y necesario, la oraci\u00f3n cambia radicalmente de perspectiva. Atendido Dios en sus intereses (su nombre, su reino), pasa el orante a interesar a Dios en los propios (pan, perd\u00f3n, tentaci\u00f3n). Y es de notar que sea pan lo primero que el orante desea obtener para s\u00ed de su Dios.
\nDar pan es oficio de padre (Mt 7,9; Lc 11,11). Y es pan, enfatizada la palabra por su po\u00adsici\u00f3n inicial, lo que se quiere de Dios. El orante vive una situaci\u00f3n social donde el alimento es escaso: pide lo preciso para vivir hoy; al no verse liberado de la necesidad ma\u00f1ana, el orante alimenta hoy la dependencia de Dios Pa\u00addre y del pan que de \u00c9l ha de recibir ma\u00f1ana; as\u00ed se libera de la preocupaci\u00f3n por acumular para ma\u00f1ana y se confirma en la convicci\u00f3n de tener un Dios que es su valedor, garante de su supervivencia. Ense\u00f1ando a pedir el pan para hoy Jes\u00fas quiso educar a los suyos a no esperar de Dios el don de la autosuficiencia, mucho menos la sobreabundancia. El orante ha de desearse lo imprescindible para sobrevivir hoy, para tener que volver a confiar ma\u00f1ana la propia necesidad a Dios.
\n
\nPedido el pan<\/em>, ep\u00edtome de los bienes naturales, se pasa al perd\u00f3n, bien espiritual b\u00e1sico. De nuevo, Mateo conserva mejor el tenor original: habla de deudas, mientras Lucas menciona los pecados. Al considerar Lucas a quien nos ofende como deudor, entiende el perd\u00f3n concedido al ofensor y, por tanto, el deseado de Dios, como condonaci\u00f3n de una deuda. A la base hay una concepci\u00f3n que refleja relaciones comerciales entre acreedores: hay deuda donde ha habido don previo, falta si hubo antes gracia. De ah\u00ed que no sorprende que se haga depender el perd\u00f3n pedido a Dios del perd\u00f3n concedido al propio deudor (Lc 11,4b; Mt 6,12b); el orante se obliga a haber perdonado antes de buscar \u00e9l perd\u00f3n.
\nSiempre que rece el dis\u00adc\u00edpulo de Jes\u00fas tendr\u00e1 que haberse librado de sus deudores, \u00a1de todos!, seg\u00fan tiene a bien subrayar Lucas, pero mantendr\u00e1 sin saldar su deuda con Dios, aunque sea \u00fanica. Aunque no fuera raro encontrar vinculado el perd\u00f3n del hermano con el perd\u00f3n de Dios en las oraciones jud\u00edas (Eclo 28,2-5), es excepcional hacer depender el perd\u00f3n de Dios del perd\u00f3n humano. Hay aqu\u00ed una comprensi\u00f3n de la oraci\u00f3n cristiana que va m\u00e1s all\u00e1 del buen sentimiento: si quien busca el perd\u00f3n de Dios viene de haber perdonado al hermano, su oraci\u00f3n no es buena s\u00f3lo cuando prepara al bien obrar, sino si viene por \u00e9l precedido.
\nQuien reza el Padre Nuestro se sabe siempre en deuda con su Dios, y con todas las deudas que el pr\u00f3jimo haya podido contraer con \u00e9l saldadas. La co\u00admunidad que as\u00ed reza perdona a sus antagonistas esperando ser per\u00addonada de Dios, su Padre.
\n
\nLa \u00faltima petici\u00f3n, formulada en negativo, expresa con fuerza el deseo de verse libre de tentaci\u00f3n. El ruego nace\u00a0 de quien se sabe amenazado y teme por su fidelidad; se apoya en la presunci\u00f3n \u2013 bastante sorprendente \u2013 de que es Dios quien pone a prueba a sus fieles (Gn 22,1; Ex 15,25; Sal 26,2; 139,23-24; Eclo 4,17; Sant 1,2.12), y no s\u00f3lo quien lo permite (Job 1,6-12).
\nEl orante da por des\u00adcontado el poder omnipotente de Dios, pero ello no implica que quiera impedir la tentaci\u00f3n de los suyos; sin cuestionar la realidad de la prueba, no se afirma su origen di\u00advino, pero se le reconoce a Dios la potestad de salvar de la ame\u00adnaza: la tentaci\u00f3n es una si\u00adtuaci\u00f3n que probar y su superaci\u00f3n una oportunidad de probar la propia filiaci\u00f3n (Lc 4,3-12). Quien desea no ser llevado hasta la tentaci\u00f3n, la toma en serio: no duda de su Dios, s\u00ed de su pro\u00adpia fidelidad personal; no pu\u00addiendo poner en duda la realidad de la tentaci\u00f3n, pedir\u00e1 a Dios que se la ahorre (Mc14,38). Quien sabe que puede a\u00fan ser tentado, se sabe todav\u00eda no a salvo. La oraci\u00f3n es, seg\u00fan Jes\u00fas, el \u00fanico apoyo donde hacerse fuerte contra la tentaci\u00f3n (Lc 22,40.46).
\n
\n11,5-8: Y les dijo: \u201c\u00bfQui\u00e9n de vosotros que tenga un amigo, y venga a \u00e9l a medianoche y le diga: \u201cAmigo, pr\u00e9stame tres panes, porque un amigo m\u00edo ha venido a m\u00ed de viaje y no tengo qu\u00e9 ofrecerle\u201d; y aquel, respondiendo desde dentro, le dice: \u201cNo me molestes; la puerta ya est\u00e1 cerrada y mis ni\u00f1os est\u00e1n conmigo en cama. No puedo levantarme a d\u00e1rtelos\u201d? Os digo que, si no se levanta a d\u00e1rselos por ser su amigo, al menos por su importunidad se levantar\u00e1 y le dar\u00e1 cuanto necesite.
\n
\nTras haber ense\u00f1ado a sus disc\u00edpulos qu\u00e9 <\/em>rezar, Jes\u00fas exhorta ahora a orar con la confianza de ser escuchados. <\/em>Recurre para ello a una par\u00e1bola (Lc 11,5-8) y a una colecci\u00f3n de sentencias (Lc 11,9-13), que funciona como comentario o explicaci\u00f3n personal.
\nLa par\u00e1bola es material propio del tercer evangelista; busca estimular a una oraci\u00f3n porfiada, reiterada e inoportuna, una oraci\u00f3n que consigue lo que pide siempre que no deje de pedirlo hasta conseguirlo. Que el redactor la haya colocado inmediatamente despu\u00e9s de la oraci\u00f3n de Jes\u00fas (Lc 11,2-4), hace de \u00e9sta una petici\u00f3n que se desea continua. Como en la par\u00e1bola de juez injusto (Lc 18,2-7), el peso de la argumentaci\u00f3n pasa de lo obvio (la amistad entre los personajes) a lo improbable (la impertinencia de la hora): una inoportuna petici\u00f3n, si no cesa, puede m\u00e1s que una probada amistad.
\nLa situaci\u00f3n contemplada no es un suceso real, sino una posibilidad: un amigo puede siempre recurrir a otro en cualquier momento, incluso en el m\u00e1s inoportuno, si se le presenta una urgente necesidad, atender a otro inesperado amigo. El caso, aunque inventado, es veros\u00edmil; y no hay que pasarlo por alto, es un asunto entre amigos; media entre los personajes una relaci\u00f3n de intimidad y cari\u00f1o y los une la necesidad propia y la dependencia del otro. La presentaci\u00f3n est\u00e1 enfatizada: \u00bfes que no sucede siempre as\u00ed? El oyente ve l\u00f3gico que, al final, el amigo haga lo que le piden, no tanto por amistad sino para evitar m\u00e1s molestias: dar\u00e1 cuanto necesite<\/em> su amigo, con tal de que no le importune m\u00e1s. Aunque ninguna aplicaci\u00f3n cierra el s\u00edmil, su mensaje es claro: a quien no deja de pedir, aun a riesgo de importunar, le ser\u00e1 concedido cuando necesita. Cuando no basta la amistad para conseguir cuanto se precisa, hay que recurrir a la constancia sin obviar la molestia. Dios da al que pide sin cesar, al que ruega importunando.
\n\u00a0<\/em>
\n11,9-13: Y yo os digo: \u201cPedid y se os dar\u00e1; buscad, y hallar\u00e9is; llamad, y se os ser\u00e1 abierto. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abre. \u00bfY cu\u00e1l padre de vosotros, si su hijo le pidiere pescado, \u00bfen lugar de pescado, le dar\u00e1 una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sab\u00e9is dar cosas buenas a vuestros hijos, \u00bfcu\u00e1nto m\u00e1s el Padre celestial dar\u00e1 el Esp\u00edritu Santo a los que se lo pidan!<\/em>
\n\u00a0<\/em>
\nLucas ha tomado la breve colecci\u00f3n de sentencias de su fuente (Mt 7,7-11), que, al introducirla con la f\u00f3rmula y yo os digo<\/em>, la convierte en aplicaci\u00f3n de la par\u00e1bola precedente. Alienta as\u00ed en los disc\u00edpulos a confiar en Dios cuando recen,\u00a0 asegur\u00e1ndoles ahora que van a ser atendidos por un Padre que es bueno de verdad. La confianza de ser escuchado no se basa tanto en la necesidad del que pide, sino en la bondad del que escucha.
\nJes\u00fas exhorta con \u00e9nfasis evidente a una oraci\u00f3n repetida, por confiada. Pedir, buscar, llamar, aunque sean sin\u00f3nimos, indican algunos rasgos t\u00edpicos de la oraci\u00f3n. La raz\u00f3n aducida, en apariencia evidente, no se compadece con la experiencia diaria; mal entender\u00eda quien pensara que basta con pedir para recibir, buscar para encontrar, llamar para ser recibido. Jes\u00fas quiere decir, m\u00e1s bien, que se recibe si se pide, que encuentra quien busca y es acogido quien llama. Para ser escuchado por Dios, hay que hablarle; s\u00f3lo puede contar con ser respondido, quien previamente se ha esforzado por conversar.
\nDe forma a\u00fan m\u00e1s directa, pero cambiando de perspectiva, sigue Jes\u00fas animando a confiar en el poder de la oraci\u00f3n. Ya no insiste en la pr\u00e1ctica repetida, subraya una cualidad del Dios que escucha, su paternidad. Y sobre ella fuerza con arte su argumentaci\u00f3n: si un padre, como vosotros, que no llega a bueno de verdad es siempre bueno con el hijo que le pide alimento, mucho mejor ser\u00e1 el Padre celeste.\u00a0La paternidad de Dios es base indefectible de la confianza del orante.
\nLucas ha introducido dos significativos cambios en su fuente. Suprime la antitesis pan<\/em>–piedra<\/em> (Mt7,9), y a\u00f1ade una nueva huevo<\/em>–escorpi\u00f3n<\/em>, inspir\u00e1ndose quiz\u00e1 en cuanto Jes\u00fas hab\u00eda prometido ya a sus disc\u00edpulos misioneros (Lc 10,19); consigue as\u00ed dar mayor fuerza al contraste entre lo deseado (pescado, huevo), \u00fatil para la salud, y lo concedido (serpiente, escorpi\u00f3n), muy nocivo para la persona.
\nJes\u00fas anima a sus disc\u00edpulos a orar, anclando sus esperanzas de ser escuchados no s\u00f3lo en la bondad del Padre del cielo, que excede la mejor de las expectativas que un hijo pueda albergar, sino, sobre todo, en la bondad del don que Dios est\u00e1 dispuesto a dar: su Esp\u00edritu,\u00a0 no ya un buen don, sino el mejor de los posibles (Hch 1,8; 2,4). El Esp\u00edritu es don del Padre para quien lo desea, lo encuentra quien lo busca y se lo dan a quien lo pide.
\n
\n18,1-8: Tambi\u00e9n les refiri\u00f3 Jes\u00fas una par\u00e1bola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar, diciendo: \u201cHab\u00eda en una ciudad un juez que ni tem\u00eda a Dios ni respetaba a hombre alguno. Hab\u00eda tambi\u00e9n en aquella ciudad una viuda, la cual ven\u00eda a \u00e9l diciendo: \u201cHazme justicia de mi adversario\u201d. \u00c9l no quiso por alg\u00fan tiempo; pero despu\u00e9s dijo para s\u00ed: \u201cAunque no temo a Dios ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le har\u00e9 justicia, no sea que viniendo de continuo me agote la paciencia\u201d. Y dijo el Se\u00f1or: \u201cO\u00edd lo que dijo el juez injusto. \u00bfY acaso Dios no har\u00e1 justicia a sus escogidos, que claman a \u00e9l d\u00eda y noche? \u00bfSe tardar\u00e1 en responderles? Os digo que pronto les har\u00e1 justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, \u00bfhallar\u00e1 fe en la tierra?
\n
\nLucas insiste ahora sobre la oraci\u00f3n incesante, con una par\u00e1bola que recuerda de cerca la anterior (Lc 11,5-8) y que, como ella, pertenece a su tradici\u00f3n propia. Sigue resaltando la certeza de ser escuchado que ha de embargar a quien rece; pero aqu\u00ed la exhortaci\u00f3n se hace m\u00e1s urgente, la oraci\u00f3n m\u00e1s perentoria, dado el contexto inmediato precedente (Lc 17,22-37) y la aplicaci\u00f3n que cierra la par\u00e1bola, que mencionan la venida del hijo del hombre: cuando \u00e9l llegue, \u00bfencontrar\u00e1 esa fe\/fidelidad que se ejercita como continua oraci\u00f3n?
\nLa par\u00e1bola, f\u00e1cil de entender en s\u00ed misma, va precedida (Lc 18,1) y comentada (Lc 18,6-8) por sendas intervenciones de Jes\u00fas que ofrecen la interpretaci\u00f3n por \u00e9l pretendida. Si un injusto juez -\u00bfpuede ser mayor la contradicci\u00f3n?\u2013, un hombre indigno del poder que ejerce, piensa en ceder ante una viuda molesta, \u00a1c\u00f3mo dudar del buen Dios, que socorrer\u00e1 a los suyos,.. siempre<\/em> que clamen a \u00e9l d\u00eca y noche<\/em>! Narrando esta par\u00e1bola, Jes\u00fas no ha querido tanto arraigar en sus oyentes la certeza de ser escuchados, si rezan; les urge, m\u00e1s bien, a no dejar nunca de orar, porque acabar\u00e1n siendo escuchados, haci\u00e9ndoseles justicia. Dada la sensaci\u00f3n de abandono en que vive inmersa la comunidad de Lucas, esperando un Se\u00f1or que retrasa su venida, ha de esperarlo llam\u00e1ndole d\u00eda y noche, ha de serle fiel no dejando de orar: el Se\u00f1or no tardar\u00e1 en responder a quien siempre le ha llamado.
\nUna comunidad cansada de esperar al Se\u00f1or que no se presenta, que se siente de \u00e9l abandonada, est\u00e1 en peligro de abandonar la oraci\u00f3n y dejar de ser fiel. Afrontando el des\u00e1nimo de los suyos, Lucas pone en boca del Se\u00f1or la promesa de una pronta intervenci\u00f3n, pero le hace preguntarse, con no poca eficacia dram\u00e1tica, si hallar\u00e1, viniendo, la fe que se mantiene como oraci\u00f3n mantenida, siempre, sin dudas ni desmayos. Para quien a\u00fan anda a la espera de su Se\u00f1or, la oraci\u00f3n es la baza, si no \u00fanica, s\u00ed decisiva (Lc 18,1-8; Hch 1,14-24; 6,6; 8,15; 10,9; 13,3). Pero la cuesti\u00f3n sigue abierta: \u00bfhallar\u00e1 Jes\u00fas, cuando venga, esa fe que mantiene viva una siempre viva oraci\u00f3n?
\n
\n18,9-14: A unos que confiaban en s\u00ed mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo tambi\u00e9n esta par\u00e1bola: \u201cDos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto de pie, oraba consigo mismo de esta manera: \u201cDios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, ad\u00falteros, ni a\u00fan como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy el diezmo de todo lo que gano\u201d. El publicano, estando lejos, no quer\u00eda ni a\u00fan alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: \u201cDios, ten compasi\u00f3n de mi, pecador\u201d. Os digo que este descendi\u00f3 a su casa justificado y no el otro, porque todo el que se ensalza ser\u00e1 humillado y el que se humilla ser\u00e1 ensalzado.
\n
\nDespu\u00e9s de ser exhortados a clamar d\u00eda y noche por su justificaci\u00f3n, los disc\u00edpulos son instruidos a presentarse ante Dios sin m\u00e9ritos propios y endeudados de perd\u00f3n. Jes\u00fas reacciona ante el injustificado comportamiento que observa en algunos (Lc 18,9), contando una breve par\u00e1bola con la que condena lo visto sin paliativos ni atenuantes: quien se juzga bueno, se condena a s\u00ed mismo (Lc 18,14b). La par\u00e1bola, material exclusivamente lucano, no trata tanto de la oraci\u00f3n, aunque la utilice como ejemplo, cuanto de la actitud de superioridad frente al pr\u00f3jimo, muy com\u00fan en personas que son, y se saben, buenas.
\nEs de notar que el narrador no descalifique cuanto dice el fariseo a Dios, as\u00ed como tampoco juzgue exagerada la confesi\u00f3n del publicano. Ambos se expresan como lo que son. Las actitudes, tan divergentes, que adoptan en su oraci\u00f3n no son fingidas; cada uno refleja sus sentimientos y suspalabras.La malicia de la plegaria del buen fariseo radica no en sus palabras sobre si mismo, sino en sus sentimientos contra los dem\u00e1s: ante Dios reconoce ser mejor que muchos. La bondad de la oraci\u00f3n del publicano est\u00e1 en que sus palabras coinciden con sus sentimientos: ante Dios s\u00f3lo sabe que es pecador. Dios se complace con la oraci\u00f3n del que, ante \u00c9l, s\u00f3lo contempla a Dios y a si mismo, y acepta su deuda. Quien, en cambio, aprovecha su encuentro con Dios para apreciarse a s\u00ed mismo y menospreciar a los que no son como \u00e9l, retorna a s\u00ed mismo despreciado por Dios. El disc\u00edpulo de Jes\u00fas debe rezar siempre como pecador que se sincera ante Dios, siempre que busque su justificaci\u00f3n. Encontrarse con Dios no le puede llevar al desencuentro con los dem\u00e1s.
\nNo es casual que Jes\u00fas haya puesto como argumento para condenar la altivez fratricida del hombre bueno una narraci\u00f3n en la que se habla de dos formas, sinceras, de orar. Ante Dios, solo \u00c9l nos ha importar, no nuestra bondad m\u00e1s evidente; quien va a la oraci\u00f3n a reivindicar, incluso sin enga\u00f1o, su bondad, la pierde. Ante Dios, siempre estamos en deuda, por buenos que hayamos sido o aunque hayamos sido malos. Ante Dios, s\u00f3lo El es el juez y justifica al que sabe no merecerlo, porque reconoce su maldad. Es un rasgo caracter\u00edstico de Dios, un principio b\u00e1sico de su actuaci\u00f3n salv\u00edfica, el resistir al poderoso y enaltecer al pobre, como ya Mar\u00eda – \u00a1en oraci\u00f3n! \u2013 supo formular (Lc 1,52)
\n <\/p>\n\n- Conclusi\u00f3n<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n
\nEl Jes\u00fas orante, seg\u00fan el testimonio de Lucas, no reza porque \u2013ni\u00a0 cuando\u2013\u00a0 \u2018debe\u2019; su oraci\u00f3n no es pr\u00e1ctica impuesta, sino hecho de vida. Templo y sinagoga dejan de ser los lugares privilegiados de oraci\u00f3n para Jes\u00fas (Jn 4,21): la soledad en la que conversar con el Padre, que \u00e9l frecuenta (Mc 1,35) y anima a que busquen sus disc\u00edpulos (Mt 6,6), puede encontrarse en cualquier lugar (Lc 11,1), en la monta\u00f1a (Mc 6,46; Lc 6,12; Jn 6,15) o en un huerto (Lc 22,39-41).
\nEstrechamente vinculada a su vida y misi\u00f3n, la oraci\u00f3n de Jes\u00fas es reflejo de su experiencia personal antes que contenido de su magisterio; ella prepara o preside los aconte\u00adcimientos princi\u00adpales de su vida y ministerio (Lc 3,21; 6,12; 9,18;\u00a0 9,28;\u00a0 11,1; 22,40-44; 23,34.46). Y cuando reza, Jes\u00fas:
\n– deja entrever su vivencia de fe: la oraci\u00f3n es expresi\u00f3n y parte de su vida interior<\/em>; lugares, tiempos y gestos no es lo que caracteriza su vida de oraci\u00f3n, sino la conciencia de ser hijo del Dios al que reza; el testimonio de una especial relaci\u00f3n con el Padre es el rasgo t\u00edpico m\u00e1s notable de su oraci\u00f3n, y lo ser\u00e1 de su magisterio: lo espec\u00edfico de la oraci\u00f3n de Jes\u00fas no est\u00e1 en que llame a Dios Padre, sino en verse como hijo suyo de forma inusualmente \u00edntima. Su oraci\u00f3n es profundamente personal (Lc 10,21-22\/Mt 11,25-27, cf Jn 11,41), enteramente sumisa (Lc 22,42\/Mt 26,39\/Mc 14,34) y solitaria (Lc 5,16; 6,12; 9,28; 11,1; 22,41).
\n– prepara y da sentido a su actividad apost\u00f3lica: la oraci\u00f3n es parte de su \u00a0misi\u00f3n personal<\/em>. La singular relaci\u00f3n con el Padre la vive durante<\/em> el ministerio p\u00fablico y como<\/em> ministerio: Jes\u00fas acompa\u00f1a su actuaci\u00f3n apost\u00f3lica con su oraci\u00f3n y orando da sentido a su misi\u00f3n personal: la dimensi\u00f3n apost\u00f3lica de su orar es evidente. Orientada hacia el Padre la oraci\u00f3n de Jes\u00fas no se repliega en s\u00ed, no es intimista, se abre a la misi\u00f3n y en ella se enraiza; ella es el motivo, la raz\u00f3n de ser de la plegaria (Lc 10,21-24): solo el hijo conoce y da a conocer al Padre (Lc 10,22\/Mt 11,27). Y lo hace en la acci\u00f3n de gracias por la misi\u00f3n realizada con \u00e9xito (Lc 10,21-22), lo mismo que en medio de la agon\u00eda en Getseman\u00ed (Lc 22,42) o antes de la muerte en la cruz (Lc 23,34.46).
\n
\nPorque Jes\u00fas reza:
\n– comparte su experiencia orante y ense\u00f1a su pr\u00e1ctica: orar, adem\u00e1s de vivencia personal, sirve de est\u00edmulo y motivaci\u00f3n para sus disc\u00edpulos (Lc 5,16; 6,12; 11,1-13; 18,1-15). Jes\u00fas ense\u00f1a a rezar como \u00e9l reza (Lc 10,21; 22,42; 23,43.46), tras rezar \u00e9l: impresionado al asistir a la oraci\u00f3n de Jes\u00fas, un disc\u00edpulo pide ser iniciado en ella(Lc 11,1-13). Y ense\u00f1a no s\u00f3lo qu\u00e9 se debe decir, sino qu\u00e9 hay que sentir cuando se dice (Lc 11,2): encontrarse con el Padre y reencontrarse como hijos. Quiere que se pida por los enemigos (Lc 6,28) seg\u00fan har\u00e1 el mismo (Lc 23,24); que se pida la venida del reino (Lc 11,2) y que se le espere con paciencia (Lc 21,36).
\n– puede exhortar a orar, haciendo de la oraci\u00f3n contenido de su magisterio<\/em>. Si en Jes\u00fas el motivo de su oraci\u00f3n radicaba en su relaci\u00f3n filial con el Padre, en la aceptaci\u00f3n cordial de su plan, la oraci\u00f3n de sus disc\u00edpulos ha de tener, sobre todo, un motivo, la superaci\u00f3n de la prueba, la ratificaci\u00f3n de la fidelidad (Lc10,21-24; 21,36; 22,36; cf. 18,7-8). Como \u00e9l, habr\u00e1n de rezar por sus enemigos y en la tentaci\u00f3n (Lc 6,28,cf. 23,34; 22,40.46).
\nA diferencia de la oraci\u00f3n de Jes\u00fas, quien siempre vivi\u00f3 en la cercan\u00eda paterna de Dios (Lc 10,21; 22,42), sus disc\u00edpulos habr\u00e1n de rezar mientras esperan su venida, conscientes de los peligros y de la propia fragilidad, \u201cpara no caer en tentaci\u00f3n\u201d (Lc 11,4; 23,43.46). Esta oraci\u00f3n habr\u00e1 de ser constante, tan sin interrupciones, que caracterizar\u00e1 la vida de la primitiva comunidad cristiana (Hch 1,14.24; 12,5; 13,3; 14,2\u00ad3).<\/p>\nJuan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9<\/p>\n
estudios@misionjoven.org<\/p>\n
\u00a0<\/strong>
\n[1]<\/a> El cuarto evangelio se aparta del testimonio sin\u00f3ptico. En Jn el tema de la oraci\u00f3n es menos importante: no s\u00f3lo la imagen de Jes\u00fas en oraci\u00f3n es menos usual, sino que cuando reza, lo hace m\u00e1s como mediador que como orante individual. Su oraci\u00f3n, ligada a momentos decisivos de su misi\u00f3n, queda estrechamente vinculada a su \u2018hora\u2019, el tiempo de su muerte y de su gloria. En Jn 11,41-42, Jes\u00fas reza, tras la resurrecci\u00f3n de L\u00e1zaro, \u201cpor causa de la multitud que est\u00e1 alrededor, para que crean\u201d; en Jn12,27-28, antes del relato de la pasi\u00f3n, la oraci\u00f3n de Jes\u00fas excluye miedo o tribulaci\u00f3n ante una muerte cercana; en Jn 17,1-26, Jes\u00fas concluye el largo discurso de adi\u00f3s de modo soberano.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"El testimonio del evangelio de Lucas Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9 \u00a0\u00a0 Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9 es Profesor de Sagrada Escritura en el Instituto Superior de Teolog\u00eda Don Bosco(Madrid). S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Analizando los textos que aparecen en el evangelio de Lucas sobre la oraci\u00f3n, el art\u00edculo hace ver que la oraci\u00f3n est\u00e1 estrechamente vinculada a la […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[1042,541,94],"tags":[],"class_list":["post-8319","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-350","category-juan-jose-bartolome-lafuente","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8319","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=8319"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8319\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=8319"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=8319"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=8319"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}