{"id":8946,"date":"2005-07-01T00:00:57","date_gmt":"2005-06-30T22:00:57","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=8946"},"modified":"2005-07-01T00:00:57","modified_gmt":"2005-06-30T22:00:57","slug":"jovenes-y-religion-algunas-claves-y-propuestas-pastorales","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/jovenes-y-religion-algunas-claves-y-propuestas-pastorales\/","title":{"rendered":"J\u00f3venes y religi\u00f3n: algunas claves y propuestas pastorales"},"content":{"rendered":"
Jos\u00e9 Luis Moral Sin duda que, entre los hechos m\u00e1s decisivos que marcan el reciente final de siglo, se encuentra el examen y juicio<\/em> a la Modernidad. A pesar de todas las cr\u00edticas, creo que el veredicto la confirma como un proceso irreversible. En cualquier caso, la evoluci\u00f3n cultural y religiosa de Occidente est\u00e1n \u00edntimamente relacionadas y, hoy como nunca, demandan un particular desvelo para aceptarse mutuamente y poder convivir. Una prolongada historia de desencuentros ha conducido hasta la presente crisis y malestar tanto de la cultura como de la religi\u00f3n. La primera ha propiciado una alteraci\u00f3n radical de los modelos de vida; contra ciertos pron\u00f3sticos, la segunda sigue ah\u00ed: ya no se reivindica su abolici\u00f3n, pero sufre tambi\u00e9n una metamorfosis sin precedentes. Con extraordinario tiento, J. Mart\u00edn Velasco ha fundido e interpretado ambos procesos bajo la imagen del \u00abmalestar religioso de nuestra cultura\u00bb. Al momento en que nos encontramos, han salido perdiendo las dos: la religi\u00f3n se ha quedado sin estructuras de plausibilidad y la cultura ha sido privada de un \u00abplus\u00bb de sentido, de una apertura con la que dar respiro al sofoco causado por el actual achatamiento de miras. Sin pretender silenciar los desatinos de la Modernidad, el malestar m\u00e1s agudo, ese inconcreto y lacerante no sentirse a gusto, tiene un marcado signo religioso. En principio, porque es la religi\u00f3n la que no sabe c\u00f3mo estar o no encuentra un modo adecuado para acreditarse en nuestro contexto socio-cultural; consiguientemente, se incapacita para ser la instancia cr\u00edtica y revitalizadora que reclama la cultura. Despu\u00e9s, aludiendo al cristianismo, la Iglesia no termina por reconocer<\/em> la Modernidad y, con demasiada facilidad, el malestar desemboca en veredictos negativos que la rechazan como veh\u00edculo cultural de la fe. No es posible entender c\u00f3mo son y lo que pasa<\/em> a los j\u00f3venes, por supuesto, sin remitirnos al contexto, cuya primera y m\u00e1s certera aproximaci\u00f3n arroja el dato que ya sosten\u00eda la clave anterior: vivimos un particular momento hist\u00f3rico de cambio epocal <\/em>que no s\u00f3lo comporta un nuevo estado de conciencia sino que tambi\u00e9n incluye la gestaci\u00f3n de un in\u00e9dito modo de ser y vivir en el mundo; el individuo resultante fragua lentamente, y no faltan adversidades. Sin olvidar que las generaciones j\u00f3venes son las m\u00e1s explotadas en los caprichos de la Modernidad y Postmodernidad, ahora ven obstaculizada la propia construcci\u00f3n personal en contratiempos<\/em> como estos: la secularizaci\u00f3n<\/em> y laicizaci\u00f3n,<\/em> en grado de confirmar la autonom\u00eda, libertad y creatividad, pero rodeadas de unas condiciones sociales que frecuentemente dificultan la responsabilidad, mientras favorecen la dependencia y la manipulaci\u00f3n; la complejidad<\/em> y fragmentaci\u00f3n, <\/em>agudizadas con la presente crisis de las instituciones, que entorpecen, cuando no entrampan, los procesos de socializaci\u00f3n; el pluralismo, <\/em>a veces, extralimitado en la legitimaci\u00f3n de un relativismo que imposibilita la existencia de sistemas de significado y valores culturales comunes, con lo que se produce una grave desorientaci\u00f3n \u00e9tica y la desviaci\u00f3n hacia actitudes blandas y acomodaticias (pragmatismo, escepticismo) o duras en la reivindicaci\u00f3n de seguridades a cualquier precio (racismos, fundamentalismos); la \u00abl\u00f3gica\u00bb capitalista<\/em> y consumista<\/em> que conduce a la multiplicaci\u00f3n insolidaria de las necesidades, generando m\u00e1s y m\u00e1s insatisfacciones. Propuesta en y desde la primera clave<\/strong> Por causas bastante bien conocidas, el cristianismo ha sufrido un acentuado proceso de abstracci\u00f3n, un despliegue abusivo del esencialismo y una tendencia exagerada al intelectualismo y conceptualismo que comieron terreno a la experiencia originaria e hicieron prisionera a la teolog\u00eda de estructuras axiom\u00e1ticas y deductivas que hoy resultan epistemol\u00f3gicamente inadmisibles. En concreto, no se puede pretender apoyar la realidad en unos \u00abhechos metaf\u00edsicos\u00bb cuya garant\u00eda \u2013cifrada en complejas deducciones\u2013, sin m\u00e1s, se remite en ultima instancia a Dios. Un construcci\u00f3n de este g\u00e9nero se incapacita para entrar en contacto con la verdad humana y para probar que la fe cristiana no abdica del pensamiento. Propuesta en y desde la segunda clave<\/strong> Entramos en una enumeraci\u00f3n r\u00e1pida, casi telegr\u00e1fica, de algunas propuestas m\u00e1s concretas organizadas en torno a la \u00abidentidad y perspectivas de la pastoral juvenil\u00bb. Como hasta el momento, el leitmotiv<\/em> es el mismo: (re)pensar y reformular.<\/em> En esta caso, empezando por replantear la cuesti\u00f3n fundamental, es decir, pregunt\u00e1ndonos a nosotros mismos, primero y antes de interrogarnos por cuanto \u00abdebemos transmitir a los j\u00f3venes\u00bb, qu\u00e9 escuchamos, qu\u00e9 anuncio o qu\u00e9 nos anuncia hoy el Evangelio. Quiz\u00e1 por ah\u00ed atisbemos que toca recomenzar,<\/em> esto es, atisbemos a leer el estado generalizado de la fe como un \u00abmomento (seminal) de muerte\u00bb y la brega por el (re)inicio de una vida distinta, <\/em>que no ser\u00e1 posible sino haciendo brotar una fe y una religi\u00f3n \u00abal servicio\u00bb y en solidaridad efectiva con las mujeres y los hombres contempor\u00e1neos; recomenzando, pues, con una inteligencia y libertad renovadas para dar que pensar\u2026, alejados del poder y m\u00e1s all\u00e1 de la resistencia nost\u00e1lgica o del repliegue sobre la identidad. JOS\u00c9 LUIS MORAL<\/p>\n Jos\u00e9 Luis Moral Jos\u00e9 Luis Moral es Profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Partiendo de dos claves esenciales, la relaci\u00f3n Religi\u00f3n-Modernidad y el contexto hist\u00f3rico de cambio epocal en que vivimos, el art\u00edculo enlaza dos propuestas fundamentales: repensar y reformular la fe y la experiencia […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[987,7,94],"tags":[],"class_list":["post-8946","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-342_343","category-jose-luis-moral","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8946","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=8946"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8946\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=8946"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=8946"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=8946"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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\nJos\u00e9 Luis Moral es Profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nPartiendo de dos claves esenciales, la relaci\u00f3n Religi\u00f3n-Modernidad y el contexto hist\u00f3rico de cambio epocal en que vivimos, el art\u00edculo enlaza dos propuestas fundamentales: repensar y reformular la fe y la experiencia cristianas y tambi\u00e9n la praxis pastoral con los j\u00f3venes, postulando tanto la necesidad de una teolog\u00eda hermen\u00e9utica y una pastoral con \u201csensibilidad dogm\u00e1tica\u201d, como la humanizaci\u00f3n capaz de entrelazar cultura y evangelio, y la educaci\u00f3n para restablecer la comunicaci\u00f3n y encarar la vida. Desde este horizonte se\u00f1ala y apunta un conjunto de propuestas concretas organizadas en torno a la identidad y perspectivas de la pastoral juvenil.
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\nAntes de comenzar el desarrollo de las claves propiamente dichas, me parece necesario se\u00f1alar al menos dos premisas\u2026 indispensables de por s\u00ed, aunque no menos obvias.
\nLa primera:<\/em> se mire desde donde se mire, los j\u00f3venes<\/em> no son un problema sino una oportunidad<\/em> y\/o un desaf\u00edo. <\/em>Hablando propiamente, entonces, no hay tanto problemas o cuestiones juveniles cuanto problemas y contradicciones sociales (religiosas o eclesiales) que se reflejan o condensan en los j\u00f3venes. En este sentido y por cuanto ata\u00f1e a ellos, la cara principal de tal reflejo o condensaci\u00f3n reside en el desaf\u00edo y hasta en la provocaci\u00f3n que estimula a encarar esos problemas de la sociedad o de la religi\u00f3n que los j\u00f3venes ponen en particular evidencia. Respecto a la Iglesia cat\u00f3lica, en nuestro caso concreto y am\u00e9n de representar por excelencia el recurso<\/em> que confirma o niega futuro, las nuevas generaciones constituyen una ocasi\u00f3n inmejorable para (re)pensar la experiencia original cristiana, correlacion\u00e1ndola con la existencia humana hodierna, para ajustar e inserir dicha experiencia en los actuales dinamismos antropol\u00f3gicos y, en fin, para (re)construir la praxis eclesial.
\nSegunda<\/em> premisa: frente a las pretensiones de sentido (\u00bfsalvador?) de nuestra mercantil y consumista sociedad, el cristianismo es lo que es. Ni podemos edulcorarlo ni diluirlo con peque\u00f1as componendas, so pretexto de facilitar una primera digesti\u00f3n. Anunciar la fe a los j\u00f3venes no es cuesti\u00f3n de camelo o mero proselitismo. Ahora bien, siempre se trata de comunicar una buena noticia,<\/em> por m\u00e1s que revuelva<\/em> los humores ego\u00edstas e individualistas del sistema establecido; por eso mismo, tampoco ha de transmitirse con esquemas o lenguajes premodernos sino adquirir la carne de las mujeres y hombres \u2013de los j\u00f3venes\u2013 de hoy, esto es, resultar cre\u00edble y significativa, capaz de sintonizar con el estado de conciencia del ser humano contempor\u00e1neo, por excesivas que sean las interferencias.
\nSolo resta, para cerrar la introducci\u00f3n, declarar que la intenci\u00f3n de mis reflexiones es, sencillamente, sugerir algunas claves y propuestas pastorales. Aludir\u00e9, pues, a dos claves hermen\u00e9uticas b\u00e1sicas \u2013una m\u00e1s mediata y general en relaci\u00f3n con la Iglesia y los adultos; la otra, inmediatamente referida a los j\u00f3venes\u2013 y otras tantas propuestas globales, para acabar enumerando un conjunto de propuestas concretas con las que articular la pastoral juvenil o, mejor, una praxis cristiana con j\u00f3venes en grado de responder tanto a las angustias y frustraciones, a los anhelos y esperanzas de las chicas y chicos de nuestro tiempo, como al reto que nos lanzan cuando se desentienden<\/em> (\u00bfse alejan?) de la religi\u00f3n y de la Iglesia.
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\n1.1. \u00abCosmovisi\u00f3n secular\u00bb y \u00abcosmovisi\u00f3n religiosa\u00bb<\/strong>
\nEl ser humano, para su equilibrio vital, necesita convencerse de que el mundo y la historia, cuanto hace y piensa, forman parte de un todo con sentido. Por eso, aunque no siempre se sepa expresar adecuadamente o aunque sea de modo casi inconsciente, nos acogemos a una \u00abcosmovisi\u00f3n\u00bb, esto es, a una visi\u00f3n general del mundo, la vida, la historia, etc., con un sentido global (o un sinsentido<\/em> total, lo que no dejar\u00eda de ser igualmente una cosmovisi\u00f3n con \u2013un<\/em>\u2013 sentido). Durante mucho tiempo, bien la filosof\u00eda bien la religi\u00f3n, o las dos a la par, se encargaron de esta tarea. En Europa y pr\u00e1cticamente hasta el siglo XVIII, el cristianismo proporcion\u00f3 \u2013cuando no impuso\u2013 el sentido y el \u00abuniverso simb\u00f3lico\u00bb con el que desarrollarlo en todos los \u00e1mbitos de la existencia. Justo es recordar que, para esta empresa, a la religi\u00f3n cristiana le result\u00f3 imprescindible y de gran ayuda la filosof\u00eda griega.
\nPues bien, fue a trav\u00e9s de la filosof\u00eda griega como se lleg\u00f3 a la pac\u00edfica conclusi\u00f3n de que para captar el sentido, la naturaleza o esencia de las cosas y las personas, bastaba con el poder de abstracci\u00f3n de la mente humana, sin casi necesidad de observar la realidad existencial y emp\u00edrica que, incluso, constitu\u00edan un obst\u00e1culo para el verdadero saber. Era la metaf\u00edsica,<\/em> en concreto, el espacio<\/em> donde se encontraba y desarrollaba el sentido de todo. Todav\u00eda hay m\u00e1s. A esa \u00abmetaf\u00edsica desde el hombre\u00bb se le uni\u00f3 otra m\u00e1s determinante y segura, la \u00abmetaf\u00edsica desde Dios\u00bb aportada por el cristianismo, con la que el sentido se apoyaba en un sistema \u2013m\u00e1s o menos inmutable y objetivo\u2013 de fines, valores y leyes que aseguraban c\u00f3mo vivir, organizarse, comportarse, etc. Por eso, hasta la Ilustraci\u00f3n, pocos son los problemas dr\u00e1sticos que se plantean en torno al \u00abporqu\u00e9\u00bb y \u00abpara qu\u00e9\u00bb de la vida humana, y no demasiados acerca del \u00abc\u00f3mo\u00bb se debe hacer esto o lo otro.
\nSi se emplearon m\u00e1s de diecisiete siglos para consolidar este firme refugio al sentido de la vida, lo cierto es que en menos de tres salt\u00f3 por los aires. Nos encontramos apenas a distancia de dos siglos de las explosiones m\u00e1s decisivas en el derrumbamiento. Lo hago notar para evitar que vacile la imprescindible lucidez con la que se debe afrontar el asunto. No ha de extra\u00f1arnos, por tanto, que actualmente nos resulte todo menos obvio, m\u00e1s problem\u00e1tico, complejo y oscuro. La Modernidad nacida de la Ilustraci\u00f3n nos ha ido dejando sin la cosmovisi\u00f3n que por tanto tiempo nos protegi\u00f3 de cualquier inclemencia. En cierto modo, hemos tenido que comprar la libertad al precio de la inseguridad. Ni la naturaleza, ni Dios, ni las autoridades<\/em> nos aseguran ya una base s\u00f3lida al significado de la vida y su historia en el mundo; aunque s\u00f3lo fuere porque hemos descubierto que el ser humano consiste precisamente en eso, en crear significado, en decidir por \u00e9l mismo el destino. Nada ni nadie nos puede ahorrar o resolver tal responsabilidad.
\nPor aqu\u00ed andamos o, mejor, malandamos<\/em> a causa de la mutaci\u00f3n de los \u00abmodelos de vida\u00bb que arranca con la Ilustraci\u00f3n. Siempre los cambios sociales y culturales repercuten directamente en la configuraci\u00f3n de la identidad personal y colectiva, de las relaciones y evoluci\u00f3n de los grupos e instituciones. En el caso de nuestra Iglesia, si desenvuelta y \u00e1gilmente asumi\u00f3 el pensamiento griego frente a la original inculturaci\u00f3n jud\u00eda, de una manera completamente opuesta reaccion\u00f3 ante el ilustrado, neg\u00e1ndose obstinadamente a decir adi\u00f3s a la cultura que fenec\u00eda. Comenz\u00f3 entonces un per\u00edodo de creciente aislamiento y de actuaciones a la defensiva que ni el concilio Vaticano II ha permitido desterrar.
\nSimplificando mucho, lo cierto es que la Modernidad introdujo un radical cambio de paradigma (autonom\u00eda e historicidad, racionalidad y libertad, etc.), es decir, una innovadora forma de sentir, pensar, valorar y organizar la vida; mientras que el cristianismo \u2013inculturado, concebido y actuado siguiendo las pautas del paradigma premoderno\u2013 mantuvo su esquema conceptual e interpretativo, incapacit\u00e1ndose para asimilar el cambio. De resultas, a\u00fan hoy seguimos en cierto modo asoci\u00e1ndonos a una de las dos explicaciones b\u00e1sicas a las que todav\u00eda solemos aferrarnos para vivir: 1\/ La \u00abcosmovisi\u00f3n secular\u00bb <\/em>que, asentada sobre la confianza en la raz\u00f3n y racionalidad de lo real, se adscribe a los procesos hist\u00f3ricos de humanizaci\u00f3n con grados de implicaci\u00f3n muy diversificados; 2\/ La \u00abcosmovisi\u00f3n religiosa\u00bb<\/em> que, cual instancia final, env\u00eda a la \u00abfe en Dios\u00bb <\/em>como garante de la confianza<\/em> radical<\/em> necesaria para afrontar la vida. Frecuentemente, algunos humanistas<\/em> del 1\/ tildan de fide\u00edstas o cr\u00e9dulos a los creyentes del 2\/, y estos \u00faltimos de reductores o relativistas a los primeros. Al respecto, no pocos se afligen con el permanente trastorno que conlleva la asunci\u00f3n de ambas visiones a la vez: sin una particular esquizofrenia paralizante, y a la larga destructiva, nadie es capaz de compaginar el ser un hombre o mujer de su tiempo, por cuanto toca a la sensibilidad y comportamientos sociales; mientras, en su religiosidad, se le exige ser el sumiso aldeano de otras \u00e9pocas. En suma, bien podemos concluir que nos enfrentamos a un dualismo casi insalvable entre ser cristiano y, valga la expresi\u00f3n, ser una persona moderna.
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\n1.2. Un \u00abcristianismo rom\u00e1ntico\u00bb para encarar la \u00abpostmodernidad\u00bb<\/strong>
\nProsiguiendo con el tono simplificador, al que los lectores sabr\u00e1n a\u00f1adir las m\u00faltiples notas que le faltan para alcanzar la armon\u00eda interpretativa necesaria, los desarrollos modernos conocieron en el siglo pasado dos giros no menos copernicanos de cuantos usualmente reciben tal adjetivaci\u00f3n. Me refiero a la revoluci\u00f3n operada en la teor\u00eda del conocimiento<\/em> y a la consecutiva alteraci\u00f3n de la cuesti\u00f3n del sentido.<\/em>
\nEn cuanto al primero,<\/em> los descubrimientos de las ciencias emp\u00edricas, la profundizaci\u00f3n en la formalizaci\u00f3n l\u00f3gico-matem\u00e1tica y la revisi\u00f3n de la historia del pensamiento han destruido gran parte de los artificiosos resguardos inventados por esos complejos mecanismos de la abstracci\u00f3n deductiva de los que, especialmente, se serv\u00edan la filosof\u00eda y teolog\u00eda cat\u00f3licas. Ahora sabemos mejor que todo \u00abver o conocer es interpretar\u00bb y, por consiguiente, m\u00e1s que conocer las cosas como son, todos las interpretamos;<\/em> nadie puede ya abonarse a verdades cuya garant\u00eda no descanse en interpretaciones argumentadas y procedimientos dial\u00f3gicos. Se impone, de base, una \u00abmentalidad hermen\u00e9utica\u00bb.<\/em>
\nEl tema de la racionalidad, por lo dem\u00e1s, aboca en el del sentido.<\/em> Trastocada la racionalidad, se resiente el sentido. El universo simb\u00f3lico del pensamiento y cultura actuales estructura el sentido m\u00e1s elemental de los seres y las cosas en torno a una explicaci\u00f3n aut\u00f3noma e intramundana de la realidad,<\/em> introduciendo un cambio radical en la imagen de hombre y de mundo: mundo definido m\u00e1s como historia que como naturaleza, produci\u00e9ndose la ca\u00edda de la cl\u00e1sica visi\u00f3n estable y jerarquizada \u2013que inculcaba y parec\u00eda propia del pensamiento cat\u00f3lico\u2013; hombre, como ser en perpetua creaci\u00f3n de s\u00ed mismo, con la correspondiente transformaci\u00f3n de las estructuras de credibilidad, trasladadas hacia el valor absoluto de la persona, la autonom\u00eda de la conciencia, la creatividad y pluralismo de proyectos, etc.
\nAunque el concilio Vaticano II quiso comprometerse con ambos movimientos, la Iglesia y teolog\u00eda cat\u00f3licas no los han integrado con todas sus consecuencias. Incluso, si observamos la trama desde la \u00f3ptica pastoral, da la impresi\u00f3n de que la estrategia eclesial los considera inadmisibles y ha optado por \u00abhuir hacia adelante\u00bb, tras eludir peligrosamente exigencias (incuestionables) vinculadas al devenir hist\u00f3rico del pensamiento humano. A partir de los a\u00f1os 80 del siglo pasado, en efecto, las directrices pastorales se van progresivamente desentendiendo de los planteamientos modernos: la Iglesia, por un lado, eval\u00faa<\/em> la historia a trav\u00e9s de las (desmesuradas) conclusiones postmodernas y, por otro, convalida as\u00ed su rechazo a la Modernidad, al tiempo que organiza una especie de \u00abrespuesta rom\u00e1ntica\u00bb a la que concept\u00faa como una situaci\u00f3n de laicismo perverso.
\nExcede las posibilidades de esta breve reflexi\u00f3n entrar en tema tan complejo. Sirva una s\u00edntesis estructural del mismo. En principio, la Iglesia refuta un cotejo cr\u00edtico con la Modernidad, salt\u00e1ndosela con la disculpa de que basta comprobar sus resultados postmodernos (sin omitir la doble y aberrante imagen moderna, vivamente impresa en la retina de cualquier polaco: nazismo y comunismo). A partir de ah\u00ed, construye una r\u00e9plica a la Postmodernidad al estilo de la que en su momento orquest\u00f3 el Romanticismo ante la Ilustraci\u00f3n. En semejante perspectiva hablo de \u00abcristianismo rom\u00e1ntico\u00bb. El Romanticismo, ya desde finales del XVIII, incoa una sensibilidad enfrentada a la ilustrada que, entre otros rasgos: alimenta las iras contra una raz\u00f3n que quiere explicarlo todo; torna a justificar la necesidad de la fe y las verdades ocultas, considerando la realidad como la \u00abautomanifestaci\u00f3n de la raz\u00f3n infinita\u00bb; promueve un nuevo misticismo que, tambi\u00e9n entonces, pudo ser aprovechado tanto para revalorizar la conciencia y sentimiento religiosos, como para la recuperaci\u00f3n del cristianismo; y, en fin, propaga un pietismo y sentimiento religioso difusos estimulados por la nostalgia de lo infinito, del \u00abAbsoluto\u00bb. Adem\u00e1s\u2013, en su rebeli\u00f3n contra la tiran\u00eda de la epistemolog\u00eda (newtoniana) ilustrada \u2013otro dato sumamente significativo para el parang\u00f3n que traemos entre manos\u2013, la filosof\u00eda rom\u00e1ntica e idealista no s\u00f3lo rompe con el empirismo sino que hila uno de los m\u00e1s extraordinarios engranajes de la especulaci\u00f3n metaf\u00edsica.
\nLos trazos escogidos en el precedente dibujo del Romanticismo aluden por s\u00ed mismos al clima eclesial contempor\u00e1neo creado para contrarrestar los efectos nocivos del nihilismo, relativismo o hedonismo postmodernos; clima donde prospera de nuevo la reducci\u00f3n de la pastoral a una grandiosa meditaci\u00f3n sobre la Iglesia (ah\u00ed entra de lleno el papel de los medios de comunicaci\u00f3n, las concentraciones masivas, etc.) o simples sermones moralizadores donde se extraen las consecuencias de lo anterior. Bastar\u00eda un breve repaso panor\u00e1mico para descubrir una experiencia cristiana aderezada con una \u00abmentalidad intervencionista y milagrosa\u00bb, que empapa la vida y piedad de las personas y comunidades; con un imaginario religioso colectivo plagado literalmente de im\u00e1genes incre\u00edbles y ligado a \u00abm\u00e9ritos, intercesiones y sacrificios\u00bb; con un rebrote de devociones, oraciones y otras pr\u00e1cticas de piedad dif\u00edciles de casar con el estado de conciencia del hombre de nuestros d\u00edas; sin hablar de los formularios lit\u00fargicos, de ciertas orientaciones doctrinales o de la propia organizaci\u00f3n y relaciones intraeclesiales.
\nCierro el apartado con un ejemplo concreto sobre dos formas t\u00edpicas \u2013paralelas al doble giro apuntado m\u00e1s arriba\u2013 de esta respuesta rom\u00e1ntica<\/em> que se salta a la torera las exigencias del nuevo paradigma cultural introducido por la Modernidad. Frente a las conclusiones de la teor\u00eda del conocimiento<\/em> (que, por lo dem\u00e1s, conducen a la ampliaci\u00f3n y flexibilizaci\u00f3n de la racionalidad, conclusi\u00f3n que apreci\u00f3 el concilio Vaticano II motivando la consiguiente \u00abhumanizaci\u00f3n de la revelaci\u00f3n\u00bb para establecer un profundo di\u00e1logo entre la raz\u00f3n y la fe, el cristianismo y la cultura contempor\u00e1nea), tanto la sistematizaci\u00f3n te\u00f3rica de la doctrina cat\u00f3lica como las directrices pastorales se empecinan en subrayar el car\u00e1cter enfermizo de la raz\u00f3n<\/em> y su incapacidad para hallar la verdad; a rengl\u00f3n siguiente, acent\u00faan la energ\u00eda reparadora de la revelaci\u00f3n<\/em> \u00abdepositada\u00bb en la Iglesia, la \u00fanica en grado de arreglar los desmanes de una racionalidad siempre precaria. Similar recado nos llega respecto a la cuesti\u00f3n del sentido<\/em> que, por tanto, no puede encontrarse en la secularidad y laicidad sino en el \u00e1mbito de lo trascendente y sagrado<\/em> capaces de sanar o recomponer la vida profana. Es as\u00ed como no s\u00f3lo persisten dualismos inaceptables, sino que tambi\u00e9n se apuntala una concepci\u00f3n insostenible de la religi\u00f3n entendida como algo exterior, ca\u00eddo del cielo \u2013o mandado por Dios\u2013 para remendar lo de la tierra, algo celestial que se superpone a lo terrenal. Surge ah\u00ed un falso conflicto de intereses entre religi\u00f3n y vida humana, entre Dios y el hombre, que frecuentemente se remata con la idea de que la religi\u00f3n y Dios obligan a sacrificar el entendimiento y la propia voluntad.
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\n2.1. Met\u00e1fora: anticipaci\u00f3n (dolorosa) de un \u00abnuevo hombre\u00bb<\/strong>
\nNo cabe duda: a su modo, los j\u00f3venes nos anticipan m\u00faltiples facciones de ese in\u00e9dito modo de ser y vivir en el mundo, de ese \u00abnuevo individuo\u00bb fruto de las hondas transformaciones en curso; a trancas y barrancas, cuando un orden agrietado por todas partes debiera dar paso a otro que nos asusta por desconocido. Esta especie de nuevo orden sin fondo, a los adultos, nos hace recular y cargarnos con grandes dosis de disimulo e intentos desesperados por ocultar la inseguridad. En cambio, los j\u00f3venes se lanzan a tumba abierta en la b\u00fasqueda de sentido para ese nuevo hombre \u2013cuyo esqueleto ya es el suyo\u2013, sufriendo como nadie los dolores que lleva consigo un parto semejante.
\nNo obstante, tambi\u00e9n los adolescentes y los j\u00f3venes, como hace tiempo mostr\u00f3 Erikson, se defienden contra las exigencias o los miedos que les produce la sociedad aprendiendo a no comprometerse, a no implicarse en los problemas que viven y se viven dentro de ella. Es ah\u00ed, en ese descompromiso \u2013en sus numerosas y juveniles <\/em>manifestaciones\u2013, donde nos solemos incapacitar para leer la met\u00e1fora de su vida: con sus formas y comportamientos nos hacen llegar un mensaje claro, el de las quejas por el mal estado en que les queremos dejar el mundo (guerras, injusticia, sin sentido, etc.). La hoja de servicios de los adultos no est\u00e1 muy limpia. En esta perspectiva, la mayor denuncia que los j\u00f3venes hacen a nuestra civilizaci\u00f3n est\u00e1 en el desinter\u00e9s que muestran por ella. Ni tan siquiera persiguen acusar o atacar: simplemente ignoran sus instituciones, sus voces. Tiran por su lado, sin preocuparse mucho por los caminos que toman con tal de no repetir los de antes, los de los adultos, que ya saben ad\u00f3nde conducen.
\nA su aire, la juventud nos est\u00e1 diciendo que, as\u00ed como somos los mayores, no les interesamos. Que, por ejemplo, ni nuestra religi\u00f3n ni nuestra Iglesia les conciernen, pues no se sienten atra\u00eddos por el c\u00f3mo creemos, celebramos y vivimos los adultos. Cargadas de escepticismo, pluralismo y adaptabilidad, las generaciones j\u00f3venes perciben las instituciones de la sociedad adulta y sus cuadros \u00e9ticos de referencia como mantenedores de unas fachadas sin casi nada detr\u00e1s, como estructuras y principios en los que esa misma sociedad cree poco y practica menos.
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\n2.2. Profec\u00eda: demanda, denuncia y deseo<\/strong>
\nBalbuciendo\u2026, inventan signos y liturgias laicas; <\/em>sus vivencias, lo experimentado, lo intuido y lo so\u00f1ado\u2026 va m\u00e1s all\u00e1 de la simple met\u00e1fora. En los gestos, palabras y actuaciones de los chicos y chicas, sin duda, podemos alcanzar a leer una \u00abpeque\u00f1a profec\u00eda\u00bb que nos demanda acogida, que denuncia su exclusi\u00f3n y expresa, sobre todo, un profundo deseo de \u00absentirse reconocidos<\/em> y necesarios\u00bb.
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\n\u00a1 Demanda de acogida (y b\u00fasqueda de \u00abpadres\u00bb)<\/strong>
\nUna de las primeras notas con las que se suele caracterizar a los j\u00f3venes de hoy se resume en la extendida afirmaci\u00f3n de que lo tienen o han tenido todo. Puede ser verdad que hayan crecido como la generaci\u00f3n m\u00e1s protegida. Sin embargo, se les ha dado de todo, menos de lo que m\u00e1s necesitaban. Se les ha llenado la vida de cosas y vaciado de afecto, de compa\u00f1\u00eda, de modelos para aprender a vivir.
\nEl actual concepto de bienestar conduce frecuentemente a dar a los j\u00f3venes aquello que faltaba a los adultos, sin caer en la cuenta de lo que verdaderamente tienen necesidad. No creo que debamos considerarlos extraordinariamente afortunados por todas las cosas que tienen a su disposici\u00f3n, cuando darles cosas ha conducido a desentenderse de la preocupaci\u00f3n por acogerlos o de la responsabilidad de acompa\u00f1arlos con autoridad: \u00a1protegidos<\/em>\u2026 a costa de trocarse en rehenes!, prisioneros de las mismas cosas que les entregamos y hasta insatisfechos pese a tener tantas, porque muchos de sus deseos, hasta los m\u00e1s simples, les resultan inalcanzables. J\u00f3venes protegidos s\u00ed, pero pobres hasta el extremo de no saber formular ni siquiera aquello que de verdad desean. \u00a1Por supuesto que ni saben lo que quieren! Nadie ha educado sus sentimientos y su voluntad. De ah\u00ed que tampoco su inteligencia alcance a prolongar los deseos en proyectos.
\nEl denominado debilitamiento o \u00abeclipse de la familia\u00bb es una de las causas principales que explica la falta del calor y la luz que necesitan los ni\u00f1os y las ni\u00f1as para crecer. Solo el clima acogedor de la familia permite esa imprescindible educaci\u00f3n primera<\/em> que funciona por v\u00eda del ejemplo y se apoya en gestos de cari\u00f1o e imitaci\u00f3n. En definitiva, vivimos una particular carencia de padres y maestros, una crisis de compa\u00f1eros y acompa\u00f1antes, unida a lo que algunos llaman la \u00abplasticidad de los deseos\u00bb, por lo que la generaci\u00f3n actual padece un singular d\u00e9ficit del querer que no llega a fraguar s\u00f3lidamente.
\nEn fin, muchas de las formas de encarar la vida que tienen los j\u00f3venes, en este aspecto y con la ambig\u00fcedad que les caracteriza, manifiestan la humilde profec\u00eda que se concreta en la petici\u00f3n de acogida, en la b\u00fasqueda de compa\u00f1eros, de padres y maestros.
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\n\u00a1 Denuncia de la exclusi\u00f3n y deseo de \u00absentirse necesarios\u00bb<\/strong>
\nEs el nuestro un \u00abtiempo de espera\u00bb para los j\u00f3venes y tiempo tambi\u00e9n de profundas transformaciones. Esa espera, hasta descubrir en qu\u00e9 ocupar la vida \u2013para largo, como bien sabemos\u2013, y las transformaciones en curso, les obligan a reconstruir<\/em> una identidad que hasta ahora se orientaba con la preparaci\u00f3n para la vida adulta (trabajo, matrimonio, etc.). La complejidad y las nuevas perspectivas de ordenamiento de la vida social dificultan gravemente la construcci\u00f3n de la identidad personal. En la mayor\u00eda de los casos, los j\u00f3venes s\u00f3lo pueden aspirar a una identidad d\u00e9bil y fragmentaria, sometida a frecuentes cambios. No les queda otro remedio que alargar la estancia en el hogar paterno y los estudios (quienes pueden). Por supuesto que estas prolongaciones se van configurando m\u00e1s como instalaci\u00f3n<\/em> u ocupaci\u00f3n alternativa y cada vez menos como preocupaci\u00f3n y responsabilidad.
\nLas formas de vida de la gente joven han experimentado modificaciones muy dr\u00e1sticas, que afectan sobre todo a sus ocupaciones, sus relaciones, sus recursos y sus necesidades; con los consiguientes \u00abajustes axiol\u00f3gicos\u00bb \u2013en relaci\u00f3n directa con el retraso del desarrollo de una personalidad aut\u00f3noma\u2013 cuyo verdadero calado todav\u00eda desconocemos. La espera<\/em> que tienen que soportar los j\u00f3venes en nuestra sociedad, hace que se tomen la vida con la filosof\u00eda<\/em> que mejor les conviene. \u00bfQu\u00e9 hacer cuando uno se encuentra en \u00ablista de espera\u00bb, sabedor de que no le tocar\u00e1 el turno hasta transcurrido tiempo y tiempo? Pasar el rato lo mejor posible, jugar, divertirse, \u00abhacer el tonto\u00bb… para aligerar esa tediosa cola que ser\u00eda capaz de amargar la vida al m\u00e1s pintao<\/em>.<\/em> Aunque sea por huir, entonces, terminan por considerar la vida como un simple espect\u00e1culo \u2013por lo menos hasta ser acogidos en cualquier ventanilla\u2013. Es claro que, en la fila,<\/em> la vida entera pierde valor o resulta algo muy relativo.
\nPor esos vericuetos discurre su denuncia de la \u00abexclusi\u00f3n social\u00bb a la que se ven condenados. Pero la profec\u00eda<\/em> no se queda ah\u00ed. Los j\u00f3venes intentan llamar la atenci\u00f3n de todos los modos posibles. Por debajo de los par\u00e1metros de su visi\u00f3n del mundo o de una f\u00e1cil b\u00fasqueda de autorrealizaci\u00f3n \u2013m\u00e1s o menos narcisista, hedonista y carente de sentido moral\u2013…, est\u00e1 latiendo la necesidad de sentirse vivos, de sentirse necesarios, de encontrar sentido. Y no s\u00f3lo denuncian, tambi\u00e9n anuncian<\/em> o comunican el deseo, la necesidad de un sentido no tanto filos\u00f3fico cuanto concreto para alg\u00fan otro. \u00abSer necesario para otro\u00bb que tiene necesidad de ti y sentir que se cuenta para \u00e9l, bien a trav\u00e9s de la solidaridad, de la amistad o del amor: tres modalidades que los j\u00f3venes utilizan para manifestar la necesidad de servir, sinti\u00e9ndose necesarios; la necesidad de entrega a algo o a alguien.
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\nAs\u00ed formulado, est\u00e1 claro que se trata tanto de una propuesta como de una apuesta o, con otro juego de palabras, de una propuesta que no es sino respuesta a la situaci\u00f3n hermen\u00e9utica en que nos encontramos. Me limitar\u00e9, como es obvio, a trazar unas cuantas pinceladas sobre el argumento, con una doble trayectoria: la exigencia de postular una teolog\u00eda m\u00e1s hermen\u00e9utica y afirmativa,<\/em> por un lado; y, por otro, la obligaci\u00f3n de reestructurar el polo visible del misterio (sacramento) de la comuni\u00f3n eclesial.
\nNo se puede negar el aprieto de la religi\u00f3n y fe cat\u00f3licas en el momento presente. A nada sirve, bajo pretexto de que mayor desorientaci\u00f3n sufre la sociedad moderna, ocultar la crisis de la \u00abestructura sistem\u00e1tica\u00bb o estructura b\u00e1sica de las ideas con las que se formula el cristianismo. La \u00faltima asamblea conciliar fue bien consciente de ello: acert\u00f3 con el diagn\u00f3stico, pero no prescribi\u00f3 el tratamiento; lo mismo que no tuvo en cuenta que tanto las f\u00f3rmulas finales de compromiso como los tributos que exigir\u00edan las tensiones teol\u00f3gicas provisionalmente acalladas llegar\u00edan a contradecir o negar la misma diagnosis. Por lo dem\u00e1s, a la crisis ideol\u00f3gica, se ha unido la existencial.
\nTanto las formulaciones concretas de la doctrina como el imaginario del cristianismo, a quienes respiran profundamente los aires culturales de esta \u00e9poca, acarrean representaciones y experiencias poco menos que inadmisibles para la conciencia aut\u00f3noma y libre del ser humano de nuestros d\u00edas. En la experiencia de los cristianos se va aposentado una imagen dislocada de la realidad: por una parte, quieren interpretarla a trav\u00e9s de las s\u00edntesis doctrinales aprendidas y a trav\u00e9s del magisterio eclesial; por otra, asimilan espont\u00e1neamente la visi\u00f3n aut\u00f3noma y libre, cuyas explicaciones se imponen como si del m\u00e1s elemental sentido com\u00fan se tratara. \u00bfQu\u00e9 cristiano no ha experimentado en alguna circunstancia ese \u00abresquebrajamiento dualista\u00bb de su conciencia al o\u00edr hablar dentro de la Iglesia de un Dios escasamente cre\u00edble, cuyos dictados resultan incomprensibles y del todo imprevisibles; un Dios que, las m\u00e1s de las veces, remite a una verdad abstracta \u2013incapaz de entrar en relaci\u00f3n con los procesos hist\u00f3ricos y creativos del ser humano\u2013 y en permanente competencia con las verdades del hombre? \u00bfQui\u00e9n no ha percibido dolorosamente c\u00f3mo, cuando de \u00abexigencias de religi\u00f3n\u00bb se trata, quedan frecuentemente comprometidos algunos de los rasgos m\u00e1s importantes del estado de conciencia del hombre actual, esto es, la autonom\u00eda, su conciencia hist\u00f3rica, la capacidad cr\u00edtica o la libertad? \u00bfCu\u00e1ntos no han tenido la impresi\u00f3n, en ciertos momentos, de que la Iglesia est\u00e1 envejecida y sin demasiados reflejos, hasta parecer una instancia a superar, cuando no una realidad superada?
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\n3.1. Teolog\u00eda hermen\u00e9utica y \u00abafirmativa\u00bb para reformular la fe<\/strong>
\nLa teolog\u00eda ha de pensar a Dios, en definitiva, para pensar al hombre o, mejor dicho, s\u00f3lo puede descubrir el pensamiento<\/em> de Dios en el hombre. Por m\u00e1s que pretenda ser un \u00abdiscurso sobre Dios\u00bb, s\u00f3lo podr\u00e1 serlo del Dios hecho hombre y a trav\u00e9s de las reglas vigentes para cualquier decir humano. El \u00abmisterio de Dios\u00bb ni sirve ni est\u00e1 para justificar nada que se escape a la responsabilidad y obligaci\u00f3n de control racional<\/em> por parte del hombre.<\/p>\n\n
\nEn fin y con palabras de Torres Queiruga, \u201ctoda teolog\u00eda tiene que pensarse y re-pensarse desde la convicci\u00f3n radical de que cuanto viene de Dios s\u00f3lo es interpretable leg\u00edtimamente cuando cobra un sentido positivo y liberador para nosotros. De suerte que toda interpretaci\u00f3n que haga aparecer la historia de Dios con la humanidad como amenaza, carga o agravamiento de su destino es, por eso mismo, falsa\u201d[2]<\/sup><\/sup><\/a>.
\n
\n3.2. La pastoral como \u00absensibilidad dogm\u00e1tica\u00bb<\/strong>
\nAnte la doble crisis enunciada, si a la teolog\u00eda \u2013en general\u2013 compete correlacionar cr\u00edticamente la interpretaci\u00f3n del \u00abhecho cristiano\u00bb con la situaci\u00f3n contempor\u00e1nea, a la pastoral o pr\u00e1ctica incumbe adentrarse sin miedos en la vida y experiencia de los hombres y mujeres del momento. Ni la fe puede transmitirse bajo formas y esquemas culturales claramente caducados; ni la experiencia cristiana, meramente desplegarse al son de rutinas celebrativas \u2013m\u00e1s o menos fuera de la vida\u2013 y devocionales que perpet\u00faan una cierta mentalidad retr\u00f3grada, m\u00e1gica y mercantilista. Por otro lado, la organizaci\u00f3n y algunos modos de proceder de la estructura eclesial realizan un flaco favor a la credibilidad de la existencia cristiana. A las mujeres y hombres contempor\u00e1neos, en modo particular a los j\u00f3venes, la Iglesia les parece cada vez m\u00e1s anacr\u00f3nica y reaccionaria contra las posibilidades humanas de una aut\u00f3noma, libre y creativa organizaci\u00f3n de la sociedad. Su estructura interna y el ejercicio de la autoridad, el sistema de creencias y leyes que promueve, el lenguaje y razonamiento empleados, etc., no resultan comprensibles y terminan por ser contraproducentes.
\nEl Vaticano II se percat\u00f3 de estos o parecidos problemas. Respondi\u00f3, sobre todo, afirmando el \u00abcar\u00e1cter pastoral\u00bb tanto del acontecimiento conciliar como de la Iglesia. Verdad es que no nos hemos puesto todav\u00eda de acuerdo sobre el significado de la expresi\u00f3n[3]<\/sup><\/sup><\/a>, pero no lo es menos que el Concilio expresaba con ella una \u00absensibilidad dogm\u00e1tica\u00bb in\u00e9dita o, con otras palabras, subrayaba la correlaci\u00f3n imprescindible entre lo \u00abpr\u00e1ctico-pastoral\u00bb y lo \u00abdogm\u00e1tico-sacramental\u00bb. Las formas pastorales deben hacer visibles las estructuras sacramentales invisibles: as\u00ed como las \u00faltimas fundamentan las primeras, tambi\u00e9n la pastoral verifica<\/em> los enunciados de la sacramentalidad, de modo que el car\u00e1cter pastoral sin el sacramental se vac\u00eda, al igual que \u00e9ste se pervierte sin aqu\u00e9l. De ah\u00ed que, si el destino sacramental de la Iglesia est\u00e1 en la salvaci\u00f3n, no podr\u00e1 realizarse aut\u00e9nticamente sino es a trav\u00e9s de caminos pr\u00e1cticos o pastorales en grado de acercarla<\/em> (hacerla comprensible en las formulaciones, visible en sus estructuras y acciones) a los hombres y mujeres en el hoy y aqu\u00ed de cada momento de la historia.
\nVayamos al ejemplo de una de las afirmaciones m\u00e1s incontestables del Vaticano II: la \u00abeclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n\u00bb. Pues bien, pocos ser\u00edan capaces de negar que la \u00abteolog\u00eda de la communio<\/em>\u00bb va adelante en medio de pr\u00e1cticas cuanto menos conflictivas, cuando no literalmente \u00abincomunicativas\u00bb. En an\u00e1loga situaci\u00f3n, hemos de preguntarnos por la relaci\u00f3n que ha de establecerse entre el misterio<\/em> de la Iglesia como comuni\u00f3n y su estructura o dimensi\u00f3n visible e incluso emp\u00edrico-sociol\u00f3gica. La teolog\u00eda preconciliar ofrec\u00eda una respuesta exclusivamente dogm\u00e1tica, sin mayores implicaciones pastorales: para garantizar la verdad y unidad de la fe era necesaria una \u00abobediencia incondicional\u00bb a la \u00abjerarqu\u00eda\u00bb encargada de custodiar el misterio de la Iglesia, por lo tanto, exist\u00eda una \u00abidentificaci\u00f3n un\u00edvoca\u00bb entre misterio y estructura jer\u00e1rquica; lo dem\u00e1s, desobediencia o infidelidad. Pero la teolog\u00eda conciliar introduce aqu\u00ed un cambio fundamental: la relaci\u00f3n ya no consiste en esa identificaci\u00f3n un\u00edvoca sino que se orienta por la \u00abunidad sacramental\u00bb, es decir, la \u00abcompleja realidad\u00bb de la Iglesia puede y debe compararse con la encarnaci\u00f3n de Dios en Jes\u00fas (cf. LG 8). Entre otras consecuencias, la l\u00f3gica interna de semejante simbolismo sacramental nos advierte que la Iglesia debe existir en unas estructuras y estilos de relaci\u00f3n que signifiquen comprensiblemente la comuni\u00f3n-comunicaci\u00f3n. De donde se sigue, desde un punto de vista racional (al objeto de dirimir si esta o aquella estructura, tal o cual forma de relaci\u00f3n, expresan o no cuanto humanamente consideramos comuni\u00f3n y comunicaci\u00f3n), que para entender y organizar la eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n en su sentido pleno, en su sentido sacramental, no podemos servirnos tan solo de las formulaciones dogm\u00e1ticas sino que han de integrarse las socio-cient\u00edficas de las que m\u00e1s directamente se ocupa la pastoral. En \u00abrom\u00e1n paladino\u00bb: existe una profunda y mutua implicaci\u00f3n entre la identidad dogm\u00e1tico-sacramental y las realidades pr\u00e1ctico-pastorales utilizadas para expresarla, por lo que nadie puede separar el contenido dogm\u00e1tico de la praxis pastoral, pero tampoco considerar la segunda una simple aplicaci\u00f3n o deducci\u00f3n de la primera, antes bien y precisamente por esa trabaz\u00f3n, la coherencia pastoral impulsa tambi\u00e9n la revisi\u00f3n y reformulaci\u00f3n de la dogm\u00e1tica, al igual que la doctrina exige una pr\u00e1ctica adecuada a ella. Quiere todo ello decir, que no se puede mantener una identidad comunional<\/em> sin que se respeten los signos de participaci\u00f3n o los procesos comunicativos con los que la conciencia moderna comprende y delimita una comunidad humana.
\nPor una parte, las cuestiones de fe y religi\u00f3n ni son \u2013ni se trata en ellas de\u2013 cosas o procedimientos esencialmente distintos de los que normalmente discurren por la vida cotidiana de las personas, de ah\u00ed la exigencia de su correspondiente verificaci\u00f3n;<\/em> por otra, el car\u00e1cter pastoral de la Iglesia obliga a poner en acto tal contrastaci\u00f3n con una nueva sensibilidad dogm\u00e1tica: atenta a lo concreto, a la pr\u00e1ctica hist\u00f3rica; en permanente actitud de di\u00e1logo con la vida y la cultura; preocupada por buscar un lenguaje adaptado a nuestro tiempo.
\n <\/p>\n\n
\nLa complejidad problem\u00e1tica que rodea la vida de los ciudadanos y cristianos de nuestro tiempo es susceptible de agruparse en dos n\u00facleos plurales: \u00abidentidad-orientaci\u00f3n\u00bb y \u00abcomunicaci\u00f3n-acci\u00f3n\u00bb; en el primero se concentra el desaf\u00edo del futuro, esto es, humanidad o inhumanidad, justicia e injusticia; el segundo, se\u00f1ala la alternativa del di\u00e1logo educativo, los acuerdos y, en suma, la b\u00fasqueda del entendimiento posible para hacer viable un mundo m\u00e1s justo. Con lo dicho hasta ahora, en cierto modo, he pretendido recalcar que la presente \u00absituaci\u00f3n incomunicativa\u00bb entre el mundo y la Iglesia reclama un marco interpretativo que, por un lado, permita recuperar la experiencia original cristiana en sinton\u00eda con las experiencias de los hombres y mujeres contempor\u00e1neos \u2013es decir, enraiz\u00e1ndola consistentemente en sus dinamismos antropol\u00f3gicos m\u00e1s sentidos\u2013 y, por otro, reorganizar en consecuencia la praxis. Esto supuesto, menciono seguidamente la propuesta b\u00e1sica y global que se refiere a la segunda clave, disponi\u00e9ndola en un doble rumbo, paralelo a esos dos n\u00facleos problem\u00e1ticos citados: la humanizaci\u00f3n<\/em> como respuesta a la b\u00fasqueda de identidad-orientaci\u00f3n;<\/em> la educaci\u00f3n,<\/em> para salir al encuentro de la comunicaci\u00f3n-acci\u00f3n.<\/em>
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\n4.1. Humanizaci\u00f3n para entrelazar fe y vida, cultura y evangelio<\/strong>
\nHuelgan los comentarios tanto acerca de la desorientaci\u00f3n como sobre el atolladero al que se ve conducida la identidad personal. Otro tanto cabe alegar por cuanto ata\u00f1e a la humanizaci\u00f3n: \u00ablo humano aut\u00e9ntico\u00bb es lo que cabalmente representa el \u00abcriterio com\u00fan\u00bb de cualquier acci\u00f3n, eclesial y pastoral incluidas. Criterio que, desde nuestra perspectiva cristiana y de cara a los j\u00f3venes, ha de poderse leer cual \u00abcriterio \u00e9tico\u00bb \u2013para se\u00f1alar la l\u00ednea de comportamiento que rechaza de ra\u00edz cuanto pueda contradecir la humanidad\u2013 y, a la par, cual \u00abcriterio m\u00edstico\u00bb \u2013por integrar, dentro de la autenticidad, la apertura a un cierto \u00ababsoluto\u00bb o trascendente\u2013[4]<\/sup><\/sup><\/a>.
\nLa tarea de conocer a Dios y su proyecto sobre la humanidad no comienza por Dios \u00aben s\u00ed\u00bb mismo. Podemos conocerlo porque se nos ha revelado, para m\u00e1s se\u00f1as, a trav\u00e9s de un rostro concreto y personal, en un hombre, en el hombre Jes\u00fas de Nazaret. La encarnaci\u00f3n no s\u00f3lo da forma a la asombrosa fe que el Padre tiene en nosotros; nos manifiesta tambi\u00e9n que, para conocer a Dios, no hay que huir o elevarse por encima de lo humano, sino todo lo contrario: alcanzarlo<\/em> no supone una salida de ese \u00e1mbito, antes la realizaci\u00f3n m\u00e1s profunda del propio hombre. De este modo, cambia de trayectoria la pregunta por la significaci\u00f3n y sentido del cristianismo: no es tanto cuesti\u00f3n de preservar la identidad ante una posible amenaza de las propuestas seculares y laicas del pensamiento y cultura modernos, cuanto de encarnar <\/em>o fundir \u2013sin confundir\u2013 esta \u00abnueva carne humana\u00bb (secular y laica) con la vida y salvaci\u00f3n ofrecidas gratuitamente por Dios en Jes\u00fas.
\nEn este sentido y hasta el concilio Vaticano II, el cristianismo busc\u00f3 por encima de todo ser coherente con la divinizaci\u00f3n del hombre; pero quiz\u00e1 no hizo otro tanto para aceptar la humanizaci\u00f3n de Dios y el consiguiente descentramiento <\/em>hacia la vida y humanidad que tan di\u00e1fanamente proclam\u00f3 Jes\u00fas en su mensaje del Reino. En esta perspectiva \u2013acaso sea bueno recordar que el centro de las relaciones entre Dios y los hombres no es otro que la vida (a secas)\u2013, tanto la fe o la religi\u00f3n como la Iglesia tampoco existen para s\u00ed mismas sino al servicio de la vida y humanizaci\u00f3n \u00edntegra del hombre. Es la humanizaci\u00f3n, sin duda, el mejor \u00abterreno com\u00fan\u00bb para redefinir la uni\u00f3n entre fe y vida, cultura y evangelio, y designa inmejorablemente el objetivo espec\u00edfico de una praxis cristiana consciente de la situaci\u00f3n de los j\u00f3venes: la ruta de la humanizaci\u00f3n para crecer y madurar de tal manera que se favorezca e implique en ello la experiencia de la fe; a fin de cuentas, creer significa amar\u2026 con tanta intensidad las personas, las cosas y el universo que resulte imposible declararlos un simple juego de azar y necesidad o un absurdo a sobrellevar como mejor podamos.
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\n4.2. Educaci\u00f3n para restablecer la comunicaci\u00f3n y encarar la vida<\/strong>
\nTampoco aqu\u00ed me detengo a justificar la premisa, por incontrovertible: an\u00e1logamente a lo que ocurre con la formulaci\u00f3n<\/em> del cristianismo o su relaci\u00f3n con el mundo moderno, el quid<\/em> de la evangelizaci\u00f3n de los j\u00f3venes reside en la comunicaci\u00f3n o, para ser m\u00e1s exactos, en las interferencias comunicativas. Sea la revelaci\u00f3n de Dios que la respuesta humana a la misma, vistas desde la \u00f3ptica de la comunicaci\u00f3n, entra\u00f1an un profundo v\u00ednculo con la cultura y la historia. Bajo este aspecto, las dificultades del anuncio de la salvaci\u00f3n a los j\u00f3venes obedecen, por un lado, a los rumores<\/em> que interfieren la comunicaci\u00f3n o a la falta de sinton\u00eda y, por otro, a la carencia de significatividad y envejecimiento de las estructuras, formas y lenguajes con los que se les pretende transmitir una \u00abnovedad cargada de vida y sentido\u00bb que, por tales incoherencias, perciben como algo viejo y ajeno.
\nJustamente por esto, R. Tonelli piensa la pastoral juvenil en el marco de una \u00abevangelizaci\u00f3n entendida como comunicaci\u00f3n\u00bb; lig\u00e1ndola, por tanto, al an\u00e1lisis de las interferencias comunicativas y a cinco de los planos (relaci\u00f3n intersubjetiva, mensaje, intencionalidad, instrumentos expresivos y contexto) donde se ha de intervenir para afrontarlas con todas las consecuencias. Planteamiento que, entonces y a t\u00edtulo de sumario, hace depender la praxis cristiana en este \u00e1mbito de los siguientes debates: 1\/ La multilateral complicidad<\/em> entre \u00abcontenido y relaci\u00f3n\u00bb, viciada en el caso de los j\u00f3venes por una deficiente cualidad de las relaciones que los adultos de la comunidad cristiana mantienen con ellos; 2\/ La diversidad de categor\u00edas culturales y la escasa \u00abconjunci\u00f3n sem\u00e1ntica\u00bb del \u00abhabla cristiano\u00bb con la vida y lenguaje de los j\u00f3venes; 3\/ La notable diferencia entre el sentido que cada persona elabora y el que viene sugerido por la fe; 4\/ La dificultad a la hora de encontrar \u00absignos\u00bb para hablar del \u00abDios inefable\u00bb o c\u00f3mo seguir convirtiendo la experiencia en mensaje; 5\/ La carencia de comunidades que funcionen como \u00abcontexto\u00bb dentro del cual entender el mensaje cristiano[5]<\/sup><\/sup><\/a>.
\nAs\u00ed las cosas, tanto para restablecer la comunicaci\u00f3n como para afirmar la vida y esperanza de las nuevas generaciones son ineludibles, por una parte, los procesos hermen\u00e9utico apuntados para repensar la doctrina y la teolog\u00eda; por otra \u2013la que ahora interesa\u2013, la colocaci\u00f3n de la pastoral juvenil en una rotunda disposici\u00f3n educativa capaz de restaurar sinton\u00edas, sensibilidad y, sobre todo, convalidar<\/em> la \u00abBuena Noticia\u00bb. Por fortuna, nadie discute a estas alturas que la pastoral con j\u00f3venes se especifica en procesos de \u00abeducaci\u00f3n a la fe\u00bb. Te\u00f3ricamente, tampoco existen dudas acerca de la estrecha relaci\u00f3n existente entre educaci\u00f3n y fe. No obstante, en la pr\u00e1ctica, ambas afirmaciones se desdibujan. Y es que en la pr\u00e1ctica, muchas veces, la pastoral juvenil se reduce a simple \u00abcatequesis juvenil\u00bb y la educaci\u00f3n se utiliza cual mero instrumento para el adoctrinamiento.
\nLa situaci\u00f3n actual de los j\u00f3venes y el \u00abprincipio encarnaci\u00f3n\u00bb, pese a todos los pesares, empujan decididamente a entrelazar profundamente educaci\u00f3n y fe, hasta fundirlas en procesos de \u00abmutua implicaci\u00f3n\u00bb, es decir: madurar como personas y crecer como cristianos se implican rec\u00edprocamente, por lo que el hecho educativo contiene la posibilidad de la experiencia cristiana, al igual que \u00e9sta comporta la maduraci\u00f3n que persigue la educaci\u00f3n.
\n <\/p>\n\n
\nEste reiniciar incluye una clara invitaci\u00f3n a reconstruir con los j\u00f3venes la fe y la religi\u00f3n.<\/em> Quer\u00e1moslo o no, es desde la nueva conciencia con la que ellos y ellas viven \u2013y no desde nuestra seguridad de \u00abconvencidos\u00bb\u2013, desde donde hemos de (re)pensar la experiencia cristiana. El cuaderno de bit\u00e1cora para traves\u00eda similar, al menos, debiera incluir las siguientes pautas de navegaci\u00f3n.
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\n\u00a1 La vida y el rostro de los j\u00f3venes como \u00ablugar teol\u00f3gico\u00bb<\/strong>
\nLa comunidad cristiana m\u00e1s que buscar principios<\/em> para comunicar y compartir con los j\u00f3venes, ha de explorar \u2013en contacto directo con ellos\u2013 sus esperanzas y frustraciones, sus anhelos y contradicciones, etc., y desde ah\u00ed, con dicho bagaje, discurrir creativamente c\u00f3mo transmitirles el evangelio<\/em> de la salvaci\u00f3n. Inicialmente, pues, es cuesti\u00f3n de reflexionar \u00abcon ellos\u00bb a fondo c\u00f3mo y porqu\u00e9 les resulta dif\u00edcil o imposible creer, y de reconstruir, despu\u00e9s, con una sinceridad dr\u00e1stica, lo que queremos decirles a la hora de hablar de Dios, de Cristo… La pastoral juvenil ha de orientarse, no tanto por el contenido y objeto de la propuesta cristiana, cuanto por la condici\u00f3n existencial de los destinatarios.
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\n\u00a1 Encarnaci\u00f3n, fe y educaci\u00f3n<\/strong>
\nEl \u00abacontecimiento Encarnaci\u00f3n\u00bb destruye cualquier pretensi\u00f3n ideol\u00f3gica de sometimiento a dictados incomprensibles en nombre de un \u00abSer omnipotente e imprevisible\u00bb: al amor universal, gratuito e incondicional de Dios siempre est\u00e1 tratando de manifestarse,<\/em> mora en el fondo de cada persona; por eso, la revelaci\u00f3n divina no trata de introducir algo externo al sujeto sino de ayudarle a caer en la cuenta, a \u00abdar a luz\u00bb su intimidad m\u00e1s radical habitada por Dios. En tal perspectiva y aunque don,<\/em> la fe debe entenderse como respuesta a esa incre\u00edble y provocadora apuesta divina: no tanto cuesti\u00f3n de descubrimiento y afirmaci\u00f3n de la divinidad, cuanto respuesta a la realidad humana m\u00e1s \u00edntima y primordial; Dios asume todo \u00abs\u00ed\u00bb a esa realidad cual si fuera un \u00abs\u00ed\u00bb a \u00c9l mismo. Precisamente, entonces, el camino de educaci\u00f3n a la fe se configura como hecho educativo que contiene la posibilidad de la experiencia religiosa, lo mismo que la vivencia de la fe comporta la maduraci\u00f3n y crecimiento perseguidos por la educaci\u00f3n.
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\n\u00a1 Experiencia religiosa humanizadora<\/strong>
\nLa grave situaci\u00f3n comunicativa que rodea tanto a la fe como a la educaci\u00f3n exigen un cuidado particular en el engarce experiencial<\/em> de cuanto pretendemos transmitir, su ensambladura antropol\u00f3gica<\/em> y, en fin, la consiguiente praxis humanizadora.<\/em> Es tornando a la experiencia como, por una parte, accedemos a las intenciones de fondo de la Escritura y de la tradici\u00f3n y, por otra, palpamos la historia hodierna de los avatares humanos. En segundo<\/em> lugar, los contenidos de la fe necesitan una profunda ensambladura antropol\u00f3gica: la palabra divina nos llega bajo formas humanas y, del mismo modo que la divinidad de Jes\u00fas se realiza en su aut\u00e9ntica humanidad, cabe afirmar que la revelaci\u00f3n de Dios \u00abacontece\u00bb en la realizaci\u00f3n del hombre: cuanto m\u00e1s ahondamos en la condici\u00f3n humana, tanto mejores ser\u00e1n las disposiciones para \u00abcaer en la cuenta\u00bb de qui\u00e9n nos habla en ella y qu\u00e9 nos dice. Por \u00faltimo, s\u00f3lo un praxis humanizadora nos consentir\u00e1 verificar<\/em> el valor y sentido del mensaje cristiano; no en vano, las j\u00f3venes generaciones \u2013a su modo, \u00a1claro est\u00e1!\u2013 conectan con una forma nueva de cristianismo que podr\u00edamos calificar de \u00abhumanitario y aut\u00f3nomo\u00bb.
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\n\u00a1 Nueva alianza con los j\u00f3venes<\/strong>
\nLa Iglesia, en general, y las comunidades cristianas, en particular, necesitan establecer una nueva alianza con los j\u00f3venes, basada en la \u00abacogida incondicional\u00bb: lo mismo que Dios promete estar con su pueblo, pese a la infidelidad con que Israel vive la alianza, as\u00ed hemos de colocarnos \u00abcon y de parte\u00bb de los j\u00f3venes. Una \u00abpedagog\u00eda de la alianza\u00bb, en suma, que exige la actitud educativa b\u00e1sica de la acogida incondicional. En un mundo donde todo se colorea con el tinte de la utilidad, donde todo se compra y se vende, donde m\u00e1s que amistad existe intercambio \u2013pues lo que importa es tener buenas relaciones m\u00e1s que buenos amigos\u2013, la acogida incondicional viene a ser la profec\u00eda <\/em>por excelencia de la praxis cristiana. A ella se han de sumar, al menos, tres opciones cardinales: 1\/ Traducir y actuar la fe y la religi\u00f3n como \u00absentido salvador\u00bb, es decir, restituyendo vida \u2013con su dignidad y seriedad\u2013 a la existencia concreta de los j\u00f3venes; 2\/ Situar los procesos educativos en la vida colectiva y cotidiana con modelos de pedagog\u00eda social que arranquen de la persona en grupo, etc.; 3\/ Implicarse todos, j\u00f3venes y educadores, en afrontar la realidad tomando partido, con actitudes y compromisos concretos. Opciones que remiten a una pastoral juvenil del compartir con los j\u00f3venes tiempos, espacios y temas: <\/em>el tiempo de la vida cotidiana, en el espacio privilegiado de la escuela, para resucitar constantemente el tema del sentido; el tiempo libre, tiempo de calle y \u2013\u00a1ojal\u00e1!\u2013 de centro juvenil, para introducir el tema de la solidaridad en una identidad (tejida en el grupo de<\/em> iguales) <\/em>expuesta al peligro del aislamiento ego\u00edsta; el \u00abtiempo interior\u00bb, amasado en la soledad, para abrir huecos a la invocaci\u00f3n y a la trascendencia.
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\n\u00a1 De los proyectos a las estrategias<\/strong>
\nNos hemos acostumbrado ya, desde hace tiempo, a trabajar con \u00abmentalidad de proyecto\u00bb. Una gran conquista, sin duda. Ahora es necesario otro paso: unir los proyectos a la elaboraci\u00f3n de perspectivas de futuro mediante la definici\u00f3n de estrategias[6]<\/sup><\/sup><\/a>. Ha sido un poco el ejercicio de estas l\u00edneas que, le\u00eddas bajo este punto de vista estrat\u00e9gico, pretend\u00edan \u00abincitar a repensar\u00bb\u2026 la identidad de la fe y de la experiencia cristiana \u2013y, por lo mismo, a repensar en clave creativa la fidelidad a la tradici\u00f3n\u2013, la imagen de Iglesia y de \u00abjoven cristiano\u00bb que queremos, la \u00abcotidianidad educativa\u00bb y las acciones concretas a desarrollar con las chicas y los chicos, etc. Imposible entrar aqu\u00ed en ulteriores concreciones; baste una triple referencia a la educaci\u00f3n del sentimiento, a la importancia del grupo y a la parroquia como \u00ablaboratorio de la fe\u00bb.
\nLas actuales caracter\u00edsticas de las nuevas generaciones \u2013importancia capital de lo afectivo y emocional, subrayado de lo interpersonal y del \u00absentirse a gusto\u00bb, etc.\u2013 demandan una atenci\u00f3n especial a la educaci\u00f3n del sentimiento y de la voluntad, al igual que a la participaci\u00f3n y al compromiso. Ello exigir\u00eda desterrar toda manera funcionalista de entender la religi\u00f3n, al tiempo que superar el habitual d\u00e9ficit de kerigma e integraci\u00f3n vital del mismo. Adem\u00e1s, los j\u00f3venes estiman sobremanera el grupo; de ah\u00ed que los movimientos eclesiales tengan una importancia crucial para construir un entramado capaz de organizar el paso del grupo a la comunidad cristiana. Por \u00faltimo, toca a la parroquia renovarse para que sea comunidad<\/em> que ayude a comprender las preguntas vitales y a lanzarlas m\u00e1s all\u00e1 de las peque\u00f1as y c\u00f3modas respuestas de un \u00abEvangelio simplificado\u00bb, rebajado o de corte meramente ritualista. Parroquia, por consiguiente, como laboratorio de lenguajes, celebraciones, de radicalidad prof\u00e9tica, evang\u00e9lica, etc. En el caso de los j\u00f3venes, por lo dem\u00e1s, adquieren una importancia estrat\u00e9gica de primer orden, por un lado, los espacios<\/em> propios; por otro, las comunidades c\u00e1lidas, abiertas y comprometidas.<\/p>\n
\n[1]<\/a> C. Geffr\u00e9, El cristianismo ante el riesgo de la interpretaci\u00f3n,<\/em> p. 27. Cf. Id., Credere<\/em> e interpretare, La svolta ermeneutica della teologia,<\/em> Queriniana, Brescia 2002, 5-25; Id., Du savoir \u00e0 l’interpr\u00e9tation,<\/em> en Institut Catholique\/Paris, Le d\u00e9placement de la th\u00e9ologie, <\/em>Beauchesne, Paris 1977, 51-64.
\n<\/a> [2] A. Torres Queiruga, Fin del cristianismo premoderno. Retos hacia un nuevo horizonte, <\/em>Sal Terrae, Santander 2000, 37.
\n[3]<\/a> W. Kasper, entre otros, ha subrayado el hecho grave de que \u201cno hayamos llegado a un consenso sobre qu\u00e9 contenido se encierra bajo ese t\u00e9rmino [pastoral] y, menos a\u00fan, sobre la correspondiente hermen\u00e9utica\u201d (W. Kasper, Teolog\u00eda e Iglesia, <\/em>Herder, Barcelona 1989, 406.
\n[4]<\/a> Tomo la formulaci\u00f3n de C. Geffr\u00e9 (cf. Credere<\/em> e interpretare,<\/em> p. 123), quien lo usa en relaci\u00f3n directa con el \u00abpluralismo religioso\u00bb como cuesti\u00f3n teol\u00f3gica que obliga a replantear el mismo modo de hacer teolog\u00eda.
\n[5]<\/a> Cf. R. Tonelli, Per la vita e la speranza. Un progetto di pastorale giovanile, <\/em>Las, Roma 1996, 43-60.
\n[6]<\/a> Obviamente no puedo entrar en detalles: cf. Istituto di Teologia Pastorale-Universit\u00e1 Pontificia Salesiana, Pastorale giovanile. Sfide, prospettive ed esperienze, <\/em>Ldc, Leumann 2003.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"