{"id":8959,"date":"2005-06-01T00:00:37","date_gmt":"2005-05-31T22:00:37","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=8959"},"modified":"2005-06-01T00:00:37","modified_gmt":"2005-05-31T22:00:37","slug":"una-pastoral-juvenil-que-cree-en-los-jovenes","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/una-pastoral-juvenil-que-cree-en-los-jovenes\/","title":{"rendered":"UNA PASTORAL JUVENIL QUE CREE EN LOS J\u00d3VENES"},"content":{"rendered":"

Riccardo Tonelli
\n 
\nRiccardo Tonelli es Profesor de Teolog\u00eda Pastoral en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.
\n 
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\n\u00bfQu\u00e9 significa, realmente, en la acci\u00f3n pastoral, partir de los j\u00f3venes y creer en los j\u00f3venes? Es la cuesti\u00f3n que, desde una espec\u00edfica perspectiva pastoral, afronta el art\u00edculo. No se trata de una cuesti\u00f3n de m\u00e9todo, sino de fide-lidad a Dios y al hombre y de la calidad de la relaci\u00f3n entre los dos sujetos. El autor invita a situarse en la l\u00f3gica de la encarnaci\u00f3n para llegar a ver a los j\u00f3venes como sacramento del rostro de Dios. Desde esta perspectiva propone las actitudes concretas con las que la comunidad eclesial y los agentes de pastoral han de situarse ante el mundo de los j\u00f3venes.
\n 
\nAlgunos modos de pensar parecen ser un punto de referencia obligatorio en la actual situaci\u00f3n cultural. Es cierto que hemos llegado a ellos gracias a una fatigosa conquista, pero al mismo tiempo corren el riesgo de convertirse en un t\u00f3pico que est\u00e1 siempre en la boca de to-dos sin un m\u00ednimo sentido cr\u00edtico.
\nUno de estos posibles \u00abt\u00f3picos\u00bb es afirmar que en el \u00e1mbito educativo y pastoral se debe \u00abpartir de los j\u00f3venes\u00bb, concedi\u00e9ndoles un cr\u00e9dito absoluto. Esta idea se traduce en otras expresiones que escuchamos con frecuencia: los j\u00f3venes de hoy son as\u00ed\u2026 por lo que la edu-caci\u00f3n y la pastoral deben organizarse de forma coherente y consecuente.
\nNo me gusta asumir sin m\u00e1s este manera de pensar, sin antes intentar comprender y motivar lo que con esta expresi\u00f3n \u2013creer en los j\u00f3venes- se quiere decir; como tampoco me gusta contestarla y criticarla s\u00f3lo porque ponga en discusi\u00f3n un estilo interpersonal en el que durante muchos a\u00f1os hemos fundamentado nuestras intervenciones y esperanzas. Prefiero darme cuenta de su significado, de sus aspectos positivos y de sus l\u00edmites. Y es esto lo que voy a intentar realizar en este art\u00edculo.
\n <\/p>\n

    \n
  1. Repensar la cuesti\u00f3n desde la pastoral<\/strong>
    \n<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

    Estoy afrontando este tema desde la pastoral, es decir, desde el servicio que la comunidad eclesial realiza con los j\u00f3venes, para ayudarles a consolidar la vida y la esperanza en el nom-bre y por el poder del Dios de Jes\u00fas. El mismo estudio podr\u00eda realizarse desde otras perspecti-vas, pero no me compete a m\u00ed en este momento llevarlas a cabo. En este art\u00edculo, afrontare-mos el problema desde un perspectiva pastoral.
    \n 
    \n1.1.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una relaci\u00f3n entre Dios y la persona concreta<\/strong>
    \nLa acci\u00f3n pastoral se realiza siempre como un proceso que pone en relaci\u00f3n a los dos in-terlocutores fundamentales del di\u00e1logo: Dios, que en el misterio de su amor se acerca al hom-bre para consolidar su felicidad, y el hombre, que busca vida y esperanza, y se encuentra con un oferta del todo imprevisible que lo cambia desde lo m\u00e1s profundo de su ser.
    \n 
    \nTodo lo dem\u00e1s, la misma persona de Jes\u00fas de Nazaret, la comunidad eclesial, las muchas actividades que \u00e9sta realiza ordinariamente, se encuentran al servicio de este di\u00e1logo. \u00abLa re-novaci\u00f3n de la catequesis\u00bb, el documento ofrecido a los obispos italianos como referencia orientativa para todo proyecto de catequesis y de pastoral, proclama esta idea con una bella expresi\u00f3n que transforma la constataci\u00f3n en una responsabilidad: \u00abPara quien es hijo de Dios, no deber\u00eda pasar un d\u00eda, sin que de alguna manera anuncie su amor para todos los hombres en Jesucristo. Es una trama que se entreteje cotidianamente. Es la punzante y misteriosa tra-ma en la que se encuentran Dios, que se revela, y el hombre que lo va buscando por diversos senderos\u00bb<\/em> (RdC 198).
    \nQuien acent\u00faa la atenci\u00f3n sobre el proyecto y la propuesta de Dios, no puede olvidar al hombre concreto y cotidiano, en b\u00fasqueda de sentido y de esperanza, que corre hacia Dios por los senderos m\u00e1s diversos e imprevisibles.
    \nQuien acent\u00faa la atenci\u00f3n sobre el hombre, no puede olvidar que la orientaci\u00f3n de toda existencia, la b\u00fasqueda apasionada de sentido y de esperanza s\u00f3lo encuentra una acogida in-condicional inmersa en el misterio de Dios. Por esto, toda pastoral debe medirse por una doble fidelidad a Dios y al hombre. Ning\u00fan proyecto pastoral que se precie puede descuidar este da-to fundamental.
    \nLa atenci\u00f3n sobre el misterio de Dios y del hombre son dos componentes tan decisivos, que \u00abno es temerario afirmar que es necesario conocer al hombre para conocer a Dios; es ne-cesario amar al hombre para amar a Dios\u00bb (Pablo VI, Homil\u00eda en la IX sesi\u00f3n del Concilio Vaticano II, 7 diciembre 1965). Y para los creyentes, con la misma evidencia se presenta el camino opuesto: el conocimiento y el amor hacia todo hombre implica sumergirse en el miste-rio de Dios.
    \n 
    \n1.2.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Diversos modelos de relaci\u00f3n<\/strong>
    \nCuando hablamos de \u00abcreer en los j\u00f3venes\u00bb no estamos ante una cuesti\u00f3n de m\u00e9todo, es decir de selecci\u00f3n y organizaci\u00f3n de los recursos disponibles para alcanzar un objetivo esta-blecido. Para alcanzar un encuentro podemos partir de cada uno de los dos miembros en di\u00e1-logo, conscientes de que el proceso s\u00f3lo se concluir\u00e1 al llegar a una confianza total\u2026 por lo que \u00e9ste no llegar\u00e1 a t\u00e9rmino mas que al final del camino, al final de la historia personal y co-lectiva.
    \nOtro es para mi el trabajo m\u00e0s arduo. Lo expongo con algunos trazos sueltos, invitando al lector a otros estudios m\u00e1s profundos para una mejor comprensi\u00f3n.
    \nEl di\u00e1logo entre los dos interlocutores reclama la presencia de un tercer elemento que es realmente decisivo: la calidad de la relaci\u00f3n. La fidelidad debe ser al mismo tiempo, total a Dios y total al hombre. En otras palabras, no se trata de repartir una tarta, decidiendo a quien se quiere entregar la porci\u00f3n m\u00e1s grande seg\u00fan los par\u00e1metros de la simpat\u00eda, la oportunidad o los resultados. Se trata de hacer lo que se haga, totalmente fieles a Dios y a su misterio y total y plenamente fieles al hombre y a su cotidiana subjetividad.
    \nEsta doble fidelidad se refiere tanto a la comprensi\u00f3n del misterio como al proceso de su realizaci\u00f3n. Puedo pensar en Dios a partir del hombre, recorriendo el camino escarpado que proviene de cuanto la experiencia concreta me facilita para acercarme a un evento que perma-nece siempre inefable. O bien puedo comprender qu\u00e9 es realmente el ser humano y cuales son sus proyectos m\u00e1s aut\u00e9nticos, a partir de aquello que conozco, por puro don o por experiencia personal, del misterio inefable de Dios.
    \nEn este sentido estoy convencido de que el meollo de la cuesti\u00f3n, a nivel de maduraci\u00f3n teol\u00f3gica y pastoral, es actualmente la relaci\u00f3n ente los dos sujetos. Como se puede constatar, la atenci\u00f3n a los j\u00f3venes en la pastoral y las consecuencias de la fatiga que supone estar de su parte, remite a una cuesti\u00f3n m\u00e1s amplia que un an\u00e1lisis de la condici\u00f3n sociol\u00f3gica de la ju-ventud actual. La atenci\u00f3n a los j\u00f3venes responde a unos criterios de hondo calado antropol\u00f3-gico.
    \n 
    \nEl problema de los j\u00f3venes reviste especial urgencia porque los j\u00f3venes son aquellos sobre los cuales tienen un mayor influjo los profundos cambios culturales que vivimos en la actuali-dad. Puedo decir, por tanto, c\u00f3mo colocarme frente a estos retos en el \u00e1mbito de la educaci\u00f3n y de la pastoral, s\u00f3lo despu\u00e9s de haber decidido con conocimiento de causa, la modalidad re-lacional para realizar la doble irrenunciable fidelidad, a Dios y al hombre.
    \nPor esta raz\u00f3n, los diversos modelos de pastoral juvenil (es decir, las diferentes respuestas a una \u00fanica cuesti\u00f3n) no son formales, como si us\u00e1ramos sin\u00f3nimos para decir lo mismo, sino que son de sustancia teol\u00f3gica: declaran qui\u00e9n es Dios para nosotros y qui\u00e9nes somos noso-tros en su proyecto de amor.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. Desde la perspectiva de la encarnaci\u00f3n<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

      Resulta f\u00e1cil describir el problema. Mucho m\u00e1s complicado es cada intento de avanzar hacia una soluci\u00f3n, sobre todo si lo hacemos con la pretensi\u00f3n de que \u00e9sta sea la \u00fanica posi-ble, el \u00fanico criterio para valorar la realidad que condena a aquellos que no la comparten.
      \n 
      \nEl misterio de Dios y del hombre son mucho m\u00e1s grandes que cualquiera de las pobres expresiones con los que intentamos comprenderlos o describirlos. Por esta raz\u00f3n, el pluralis-mo de expresiones es un exigencia irrenunciable de la misma estructura de la verdad.
      \nNo obstante, contamos con indicadores preciosos en la profesi\u00f3n de una fe eclesial cre\u00edda y vivida. La Iglesia del Concilio se sit\u00faa en los par\u00e1metros de la l\u00f3gica de la encarnaci\u00f3n. Es decir, reconoce que el misterio santo de Dios que es preciso encontrar y anunciar en la acci\u00f3n pastoral, se ha hecho rostro y palabra en la humanidad de Jes\u00fas, y por gracia de esta santa humanidad, en cada historia personal y colectiva.
      \nDei verbum lo expresa sin medias tintas: \u00abPorque las palabras de Dios expresadas con lenguas humanas se han hecho semejantes al habla humana, como en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomada la carne de la debilidad humana, se hizo semejante a los hombres\u00bb. (DV 13). La declaraci\u00f3n conciliar, traducida a la problem\u00e1tica que estamos estudiando podr\u00eda sonar a algo como esto: el rostro y la palabra de Dios se hacen cercanos, concretos, presentes en el rostro de Jes\u00fas de Nazaret y, con una sacramentalidad m\u00e1s pobre aunque igualmente real, en el rostro de cada hombre que comparte nuestra historia.
      \nLos j\u00f3venes son para la comunidad eclesial, por raz\u00f3n de la calidad de su servicio pasto-ral, un sacramento del rostro de Dios. Salir a su encuentro, acogerlos, comprenderlos y com-partir sus alegr\u00edas y esperanzas, sus proyectos y desilusiones\u2026 no es una opci\u00f3n de astucia pedag\u00f3gica sino una exigencia de la fidelidad al misterio de Dios que queremos servir y co-municar.
      \nUna f\u00f3rmula, cl\u00e1sica en la reflexi\u00f3n teol\u00f3gica, nos recuerda que, desde la perspectiva de la Encarnaci\u00f3n, podemos alcanzar el misterio de Dios (aunque siempre permanezca incognosci-ble) tan s\u00f3lo recorriendo el camino escarpado y fatigoso del conocimiento de todo aquello que pertenece a nuestro marco experiencial, vivido con amor l\u00facido y critico.
      \nEn este momento actual de incertidumbre y nostalgia nos consuela la fuerte declaraci\u00f3n del documento ya citado, \u00abLa renovaci\u00f3n de la catequesis\u00bb: \u00abNo se trata de una simple pre-ocupaci\u00f3n did\u00e1ctica o pedag\u00f3gica. Se trata de una exigencia de encarnaci\u00f3n que es esencial al cristianismo\u00bb (RdC 96).
      \n <\/p>\n

        \n
      1. Una pastoral que \u00abcree en los j\u00f3venes\u00bb<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

        Una vez expuestas estas premisas puedo llegar finalmente al tema que me hab\u00eda sido con-fiado para mi reflexi\u00f3n. Me gusta el t\u00edtulo que la redacci\u00f3n de Misi\u00f3n Joven me ha propuesto porque expresa de forma concreta, la actitud con la que la comunidad eclesial y los agentes de pastoral juvenil est\u00e1n invitados a colocarse frente al mundo de los j\u00f3venes.
        \nLa expresi\u00f3n \u00abcreer en los j\u00f3venes\u00bb evoca en realidad tres perspectivas<\/p>\n

          \n
        • La pastoral acoge el ser joven en este tiempo como una manifestaci\u00f3n del proyecto de Dios;<\/li>\n
        • La acogida implica una actitud continua de buscar la verdad de forma cr\u00edtica, sabiendo leer y valorar la realidad a partir de la experiencia de Jes\u00fas, porque compartir y transfor-mar (Encarnaci\u00f3n y Pascua) son dos dimensiones de una \u00fanica presencia;<\/li>\n
        • La pastoral juvenil asume una serie de actitudes educativas concretas para realizar un in-tercambio educativo maduro en el trabajo con los j\u00f3venes.<\/li>\n<\/ul>\n

           <\/p>\n

            \n
          • Los j\u00f3venes como fragmento del misterio de Dios<\/strong>
            \n<\/strong><\/li>\n<\/ul>\n

            La primera indicaci\u00f3n se sit\u00faa, una vez m\u00e1s, en una perspectiva teol\u00f3gica. \u00c9sta deber\u00eda inspirar y orientar nuestros modelos de reflexi\u00f3n pastoral. Necesitamos conocer los g\u00e9rmenes de novedad y de futuro que est\u00e1n naciendo en medio de la niebla que cubre nuestra cultura ac-tual. Resultar\u00eda triste que se nos aplicase tambi\u00e9n a nosotros la reprimenda del profeta: Estoy haciendo cosas nuevas\u2026 \u00bfc\u00f3mo a\u00fan no las hab\u00e9is descubierto? (Is 43,19).
            \nLa novedad no la descubrimos mirando s\u00f3lo a aquello que ha sido experimentado y vivi-do. Es necesario lanzar nuestra sensibilidad hacia lo in\u00e9dito y lo imprevisible para encontrar al Dios de Jes\u00fas que es futuro y novedad. Sin embargo resulta dif\u00edcil adquirir esta sensibilidad. Estamos demasiado satisfechos de aquello que hemos construido y demasiado orgullosos de nuestros logros. Corremos el riesgo de imaginar la fidelidad como una reproducci\u00f3n exacta de aquel pasado glorioso que tenemos a nuestras espaldas.
            \nLa seguridad (tambi\u00e9n en el campo educativo) de nuestra condici\u00f3n de adultos y el c\u00famu-lo de indicaciones que provienen del pasado\u2026 hacen a menudo dif\u00edcil el descubrimiento de la novedad que Dios est\u00e1 continuamente sembrando en la historia.
            \nLos j\u00f3venes, en cambio, por su constituci\u00f3n existencial y por el ambiente cultural en que vivimos, tienen poco pasado. Por esto no consiguen hablarnos de metas conquistadas. Todas sus aventuras se sit\u00faan en el presente y su mirada hacia el futuro est\u00e1 constituida de sue\u00f1os y deseos. Ellos nos lanzan hacia la novedad y hacia lo in\u00e9dito con la fragilidad y la fuerza de su juventud. No en vano, el Concilio nos ha educado a pensar en la l\u00f3gica de los \u201csignos de los tiempos\u201d.
            \nA esta conclusi\u00f3n han llegado muchos educadores, bajo la presi\u00f3n de los nuevos modelos educativos y, al menos en algunos casos, por las condiciones que hacen posible en la actuali-dad el di\u00e1logo con las nuevas generaciones.
            \nTambi\u00e9n en la pastoral es necesario tener en cuenta todas estas consideraciones, aunque a\u00fan no las considero suficientes para el proyecto que nos ha sido confiado y que debemos rea-lizar con coraje y firmeza. Para m\u00ed hay mucho m\u00e1s.
            \nEl amor acogedor hacia los j\u00f3venes y su vida procede de nuestra fe y alcanza el nivel de una cuesti\u00f3n de espiritualidad. Y esto es as\u00ed tambi\u00e9n cuando, como sucede en la situaci\u00f3n ac-tual, esta vivencia cotidiana se asemeja m\u00e1s al grano de trigo que est\u00e1 muriendo bajo la tierra, que a la planta vigorosa que se alza frente al viento. Estamos en b\u00fasqueda del rostro de Dios, reconociendo su presencia en los caminos concretos de la historia y en cada persona que lo dibuja en la vida de cada d\u00eda.<\/p>\n

              \n
            • Educadores que \u00abcreen en los j\u00f3venes\u00bb<\/strong>
              \n<\/strong><\/li>\n<\/ul>\n

              Lo he recordado de pasada m\u00e1s arriba y quiero retomarlo ahora de forma expl\u00edcita para evitar equ\u00edvocos peligrosos. Escuchar y compartir la vida con los j\u00f3venes \u2013 y con todos los j\u00f3venes, como se\u00f1alar\u00e9 en la conclusi\u00f3n- se realiza en el acontecimiento de Jes\u00fas de Nazaret, el sacramento radical del rostro y de la presencia de Dios en nuestra vida.
              \nEsto traducido en el ritmo de la praxis cotidiana, significa que \u00abcreer en los j\u00f3venes\u00bb no conlleva para nada darles siempre la raz\u00f3n como punto de partida. El di\u00e1logo de la Encarna-ci\u00f3n se convierte en experiencia de novedad de vida a trav\u00e9s de la Pascua que es muerte y re-surrecci\u00f3n.
              \nLa comunidad eclesial tiene un proyecto preciso ante sus ojos. A ella le ha sido confiado y debe empe\u00f1arse en reconocerlo, servirlo y provocar que sea compartido de forma plena. S\u00f3lo en la confianza en este proyecto que supera todos nuestros sue\u00f1os podemos dar sentido a nuestra vida y a nuestra esperanza.
              \nJam\u00e1s conoceremos adecuadamente la totalidad de este proyecto. S\u00f3lo vislumbramos fragmentos que intentamos integrar y recomponer. Los j\u00f3venes, en los que creemos, nos ofre-cen nuevos fragmentos y nuevas interpretaciones respecto a aquellas que ya poseemos, y nos desvelan muchas cosas que nosotros hab\u00edamos olvidado. Pero es imposible integrar absoluta-mente todo en el dise\u00f1o de la vida y la esperanza. Muchas cosas son contestadas y refutadas. Todo precisa ser purificado y replanteado.
              \nResulta triste constatar lo f\u00e1cil que resulta asumir otros modos de actuar alternativos: o to-do o nada. Algunos se colocan de parte de los j\u00f3venes de forma indiscriminada, como si esa fuera la perspectiva que contiene la soluci\u00f3n a todos los problemas; otros no soportan su di-versidad de formas de ser y de pensar\u2026 y se consuelan con aquello de que ser joven es una enfermedad pasajera.
              \n <\/p>\n

                \n
              • Urgencias educativas especiales<\/strong>
                \n<\/strong><\/li>\n<\/ul>\n

                No estoy actuando por compromiso, hablando bien de los j\u00f3venes e invitando, al mismo tiempo, a replantear nuestra capacidad de acogida. He hecho referencia a la experiencia de Je-s\u00fas de Nazaret precisamente para subrayar la necesaria sinton\u00eda y contemporaneidad de ambas actitudes.
                \nMe gustar\u00eda resumir lo que quiero compartir, retomando la frase con la que he titulado el p\u00e1rrafo precedente: educadores que creen en los j\u00f3venes. Estamos ante muchas urgencias educativas, pero tres son las exigencias que a d\u00eda de hoy me parecen irrenunciables:
                \n <\/p>\n

                  \n
                • Descubrir el l\u00edmite<\/li>\n
                • Descubrir la historia<\/li>\n
                • Descubrir un modo de intercambiar experiencias<\/li>\n<\/ul>\n

                  Imagino estos tres descubrimientos como el fruto de un intercambio amistoso entre la his-toria personal del mundo adulto y la que poseen los j\u00f3venes de este tiempo. En este intercam-bio podemos encontrar signos de futuro: los j\u00f3venes nos ayudan a comprender un modo m\u00e1s original de ser hombres y mujeres de este tiempo y nosotros les ayudamos a ser j\u00f3venes au-t\u00e9nticos y responsables.
                  \n <\/p>\n

                    \n
                  • \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El descubrimiento del l\u00edmite<\/em><\/li>\n<\/ul>\n

                    Vivimos en una \u00e9poca de omnipotencia de la raz\u00f3n que se difunde por todas partes. Pretendemos conocer los remedios a todos los males. Y si a\u00fan no los tenemos\u2026 poco nos fal-ta: basta con esperar y experimentar.
                    \nMuchos, seducidos por una promesa de felicidad construida a partir de la posesi\u00f3n de las cosas, se afanan desesperadamente. Sin embargo no es cierto que las cosas est\u00e9n a disposi-ci\u00f3n de todos. Al contrario, da la impresi\u00f3n de que no llegan a todos porque las dividimos se-g\u00fan unos criterios de abundancia y ego\u00edsmo. Por eso el que queda fuera del reparto, con las manos vac\u00edas, llega a hundirse en una negra desesperaci\u00f3n que no pocas veces conduce al sui-cidio.
                    \nPero incluso aquellos que han acumulado en medida suficiente caen de repente en la cuenta de que el \u00abtener\u00bb no basta para resolver los problemas de la existencia. Florecen los problemas de siempre. Nos encontramos con l\u00edmites imprevistos. Y de esta forma surge una desesperaci\u00f3n mucho m\u00e1s profunda que brota de la incapacidad para convivir con la expe-riencia del l\u00edmite que las cosas no tienen la posibilidad de resolver. La desesperaci\u00f3n es una soluci\u00f3n. No es la \u00fanica y por supuesto no es la mejor. La conciencia del l\u00edmite puede resti-tuirnos el coraje de la b\u00fasqueda de la verdad en nuestra vida.
                    \nLa educaci\u00f3n cristiana ha insistido mucho sobre esta dimensi\u00f3n. Quiz\u00e1 demasiado o en t\u00e9rminos poco apropiados. Hoy corremos el riesgo opuesto. En este punto se sit\u00faa la primera de las tres aportaciones rec\u00edprocas \u2013entre j\u00f3venes y adultos- de los que estoy hablando.
                    \nCiertamente, existen muchos l\u00edmites en la vida de cada hombre. Frecuentemente de-penden de causas conocidas y controlables, aunque no f\u00e1cilmente superables. Otros, como el dolor o el sufrimiento, la muerte y sus manifestaciones cotidianas, dependen de nuestra condi-ci\u00f3n humana. Sufrimos y estamos amenazados continuamente por la muerte porque estamos vivos. Contra los l\u00edmites que dependen de la maldad del hombre aprendemos a rebelarnos, eliminando las ra\u00edces que los provocan, dentro o fuera de nosotros. Contra aquellos que de-penden de nuestra condici\u00f3n de hombres nos acostumbramos a convivir por amor a la verdad.
                    \nLlamo \u00abexperiencia de la finitud\u00bb a esta experiencia existencial. Devolver a los j\u00f3ve-nes, de forma refleja y cr\u00edtica, la experiencia de la finitud es sin lugar a dudas una exigencia a la que no podemos renunciar.
                    \n <\/p>\n

                      \n
                    • \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El descubrimiento de la historia <\/em><\/li>\n<\/ul>\n

                      La segunda exigencia que deber\u00eda definir la relaci\u00f3n de acogida entre j\u00f3venes y adul-tos, consiste en la reconstrucci\u00f3n rec\u00edproca de un maduro sentido de la historia.
                      \nLo sabemos bien: la historia \u2013el \u00fatero materno en el que madura nuestra existencia \u2013 es una interrelaci\u00f3n entre pasado, presente y futuro. La relaci\u00f3n entre estos tres momentos de la historia no es una mera suma matem\u00e1tica como si bastara a\u00f1adir un elemento al otro. Se trata de decidir ante todo, cu\u00e1l de los tres momentos funciona como punto de referencia a la hora de interpretar al resto.
                      \nNosotros procedemos de una \u00e9poca que hizo del pasado el criterio para valorar la vida; el presente tan s\u00f3lo ten\u00eda la funci\u00f3n de redescubrir la sabidur\u00eda del pasado y de campo de pruebas donde experimentar para el futuro. Los j\u00f3venes de hoy, en cambio, viven curvados sobre el presente. El pasado es ignorado y el futuro se convierte en algo en lo que conviene no pensar demasiado, para poder vivir con tranquilidad el aqu\u00ed y el ahora superando el riesgo de la inseguridad y del miedo.
                      \nTanto en nuestro caso como en el suyo\u2026 hemos perdido el sentido de la historia, que es una interrelaci\u00f3n din\u00e1mica entre pasado, presente y futuro. Acoger a los j\u00f3venes significa para m\u00ed, gozar del presentismo, que ellos llevan dentro, descubriendo el peque\u00f1o fragmento de cada d\u00eda como un gran don y una gran responsabilidad. Y al mismo tiempo, devolverles a quienes tienen s\u00f3lo presente en sus vidas, la riqueza del pasado para poder abrirse a un futuro que es oportunidad de so\u00f1ar y madurar.
                      \nDe esta forma, caminando juntos, podemos encontrar el sentido de la historia . Cierta-mente no es poco para unos adultos que vivimos llenaos de extra\u00f1as nostalgias y para unos j\u00f3venes, pobres de tradici\u00f3n y de perspectivas de futuro.
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