{"id":8979,"date":"2005-05-01T00:00:06","date_gmt":"2005-04-30T22:00:06","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=8979"},"modified":"2005-05-01T00:00:06","modified_gmt":"2005-04-30T22:00:06","slug":"que-espiritualidad-proponer-hoy-a-los-jovenes","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/que-espiritualidad-proponer-hoy-a-los-jovenes\/","title":{"rendered":"\u00bfQu\u00e9 espiritualidad proponer hoy a los j\u00f3venes?"},"content":{"rendered":"
Jes\u00fas Manuel Garc\u00eda Durante siglos hemos insistido unilateralmente en la negaci\u00f3n<\/em> de la vida, esto es, en la mortificaci\u00f3n, la autonegaci\u00f3n, el horror por el cuerpo, especialmente femenino, hasta considerar como un signo de santidad el no cuidarse f\u00edsicamente. Quiz\u00e1 en los \u00faltimos siglos hayamos insistido demasiado en la obediencia y poco sobre la libertad; demasiado sobre ser siervos y poco en ser hijos de Dios, amigos de Dios, \u201cseres divinos\u201d. En cambio, mientras la obediencia puede ser un medio, y no siempre lo es, la libertad creativa es el fin de la vida espiritual. Hemos hecho del medio el fin de la vida de perfecci\u00f3n. Transformar los medios en fines nos lleva normalmente muy lejos de aquello que busc\u00e1bamos obtener. Muchos j\u00f3venes no logran entrar en contacto con la dimensi\u00f3n interior de la propia vida porque est\u00e1n sumergidos en un mundo \u201cartificial\u201d, dominado por los ritmos y sonidos de la m\u00fasica omnipresente y por la euforia del fin de semana. Cuando la m\u00fasica se apaga, surgen las preguntas sobre el mundo, sobre los hombres, sobre s\u00ed mismos. Es en estos momentos cuando se echa de menos un interlocutor que acompa\u00f1e la reflexi\u00f3n personal de los j\u00f3venes. La autorrealizaci\u00f3n perseguida en un camino de espiritualidad, y la alegr\u00eda consiguiente, depende del sentido que cada joven da a su vida, de la actitud que asume delante de ella. De hecho, todos los j\u00f3venes desean estar alegres, quieren ser felices, poseer una vida plena. Bien diversa, en cambio, es la actitud y posici\u00f3n de cada uno de ellos ante la vida misma. Con raz\u00f3n dice San Pablo que la felicidad del hombre s\u00f3lo es posible en la alegr\u00eda de una vida vivida seg\u00fan el Esp\u00edritu y no seg\u00fan la carne (cf. Ga 5,16-18). Por esto el joven debe buscar con fuerza y obstinaci\u00f3n ser \u00e9l mismo, abrirse a los dem\u00e1s y dejarse llevar por el amor de Dios, uniendo en su vida creatividad, amor y adoraci\u00f3n. \u00abPermaneced en m\u00ed\u2026 para que mi alegr\u00eda sea en vosotros y vuestra alegr\u00eda sea completa\u00bb (Jn 15,9-11). Un aspecto importante en el actual contexto cultural concierne al compromiso social de los j\u00f3venes. A medida que el mundo llega a ser, cada vez m\u00e1s, un conjunto global en una red de comunicaci\u00f3n, de intercambio y de intereses tanto m\u00e1s dif\u00edcil resulta el estar juntos en el planeta. El verdadero problema puede quedar sintetizado en la siguiente pregunta: \u00bfc\u00f3mo construir una cultura, que permita vivir sobre la tierra, en relaciones de verdadera solidaridad, respetando al mismo tiempo la promoci\u00f3n de la diversidad de las culturas? Se trata de recuperar la centralidad de la persona de Cristo, de su figura, de su Palabra, de su experiencia vital, de su rostro crucificado y resucitado, de su humanidad, de su belleza. As\u00ed lo entiende la NMI,<\/em> de hecho, cuando pone en el centro la contemplaci\u00f3n del rostro de Jes\u00fas. La espiritualidad, en este caso, deber\u00e1 privilegiar el sentido del misterio que est\u00e1 emparentado con la poes\u00eda, los sue\u00f1os, el arte, la fantas\u00eda, la creatividad, la m\u00fasica\u2026 J\u00f3venes peregrinos en este mundo del \u201caqu\u00ed y ahora\u201d, pero con el coraz\u00f3n sediento de eternidad. Quien participa en la vida de los j\u00f3venes, sabe muy bien cu\u00e1nto les resulte dif\u00edcil salir del propio mundo de la satisfacci\u00f3n y asumir las coordenadas de vida que aqu\u00ed indicamos. Es necesaria la presencia de una compa\u00f1\u00eda paciente, de un gu\u00eda que, hablando el lenguaje de hoy, se atreva a hacer propuestas exigentes e indicar con genialidad el ideal de plenitud de vida que est\u00e1 delante de cada joven, \u201cmirando\u201d con pasi\u00f3n a los j\u00f3venes y escuch\u00e1ndolos, no desanim\u00e1ndolos o, menos a\u00fan, conden\u00e1ndolos. La realidad del \u201cacompa\u00f1amiento espiritual\u201d no est\u00e1 en absoluto agotada, porque a pesar de que hoy se ha recuperado en buena parte la \u201ccapacidad kerigm\u00e1tica\u201d, en la pr\u00e1ctica dejamos solos a los j\u00f3venes en este camino. No hay santidad si no existe el \u201chombre aut\u00e9ntico\u201d. En el camino de acompa\u00f1amiento de los j\u00f3venes hay que insistir siempre en el respeto de la gradualidad: el camino de santidad comienza a partir de la propia aceptaci\u00f3n y autoestima. Aceptarse como \u201cdon\u201d\u2026 para \u201cdonarse\u201d. <\/p>\n Jes\u00fas Manuel Garc\u00eda<\/p>\n
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\nJes\u00fas Manuel Garc\u00eda es Profesor de Teolog\u00eda Espiritual en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma.
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nDe manera original y sugerente propone algunos aspectos que han de estar presentes en la propuesta espiritual que se haga a los j\u00f3venes. Sugiere especialmente: una espiritualidad que celebre y transfigure la vida terrena sin condenar ninguno de sus aspectos vitales; que ayude a lo j\u00f3venes a ser personas libres, creativas, aut\u00f3nomas; que eduque a la mirada contemplativa; una espiritualidad alegre que favorezca la autorrealizaci\u00f3n y, al mismo tiempo, oriente al compromiso; una espiritualidad que recupere la centralidad de Cristo como experiencia de liberaci\u00f3n y de relacionalidad. Todo ello suscita la necesidad del acompa\u00f1amiento espiritual y un modelo de espiritualidad encarnada que encuentra en la relaci\u00f3n con el Otro\/otro el modelo para experimentar la salvaci\u00f3n.
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\nLas mayores objeciones hacia la espiritualidad, surgidas a lo largo de la modernidad, las hemos generado los mismos cristianos con nuestro modo de entender la \u201cvida en el Esp\u00edritu\u201d y, sobre todo, con la forma de vivirla. Considero acertado, por tanto, que nos preguntemos acerca de la imagen que tenemos de \u201cespiritualidad\u201d: \u00bfQu\u00e9 modelo queremos proponer hoy a los j\u00f3venes? Pudiera ocurrir que nuestros esquemas necesiten una extraordinaria revisi\u00f3n cultural y espiritual. Siempre estamos a tiempo. Como pide el Papa en la Novo Millenio Ineunte <\/em>n. 31, solo un exhaustivo trabajo de purificaci\u00f3n podr\u00e1 hacer realidad una \u201cnueva evangelizaci\u00f3n\u201d que permita \u00abreproponer a todos\u00bb una medida alta de la experiencia cristiana.
\nLa necesaria brevedad de estas l\u00edneas me impide siquiera la presentaci\u00f3n sint\u00e9tica de los principales rasgos de la espiritualidad cristiana hoy. Me limitar\u00e9 a evidenciar algunos aspectos que deber\u00edan tenerse en cuenta hoy en cualquier propuesta \u201cespiritual\u201d para los j\u00f3venes.
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\nMe pregunto: \u00bfNo puede ser, por ejemplo, una peregrinaci\u00f3n a Santiago, haciendo 20-30 kil\u00f3metros al d\u00eda una forma de ascesis? \u00bfDisciplinarse, forzosamente tiene que significar frustrar deseos y sentimientos\u2026? Al convertir una vez m\u00e1s un medio (la justa sobriedad) en el fin \u00faltimo de la vida espiritual, hemos favorecido una imagen patol\u00f3gica de la espiritualidad llena de complicaciones psicol\u00f3gicas, escr\u00fapulos, sentimientos de culpa, miedos, represiones, hipocres\u00edas y amarguras in\u00fatiles, llegando al florecimiento de infinidad de problemas psicosom\u00e1ticos y no precisamente de \u00abbeatitudines\u00bb celestiales. El hombre espiritual ha terminado por ser un triste sujeto que condena todo placer y que no se f\u00eda del Dios que ha creado todo como \u201cbueno\u201d y \u201cbello\u201d.
\n\u00bfEs que acaso Jes\u00fas no nos dona la vida en abundancia? Y nosotros, disc\u00edpulos suyos, \u00bfdebemos renegar de los bienes terrenos o no estaremos m\u00e1s bien llamados a negar su uso ego\u00edsta? \u00bfNo promete Jes\u00fas, a quien deja casa, hermanos y campos por causa suya, cien veces m\u00e1s casas, hermanos y campos en esta vida y despu\u00e9s la vida eterna? (cf. Mc 10,30). \u00bfNo hemos quiz\u00e1 malentendido el discurso desplazando el gozo al m\u00e1s all\u00e1? \u00bfQu\u00e9 sentido tiene la ascesis si no nos permite gozar lo que alcanzamos a trav\u00e9s de cuanto renunciamos? Es m\u00e1s, \u00bftiene sentido renunciar a algo si no sabemos, porque nos falta la experiencia, el porqu\u00e9?
\nCreo que deber\u00edamos abrir una reflexi\u00f3n profunda sobre el sentido de la ascesis y preguntarnos por el misterio de la cruz: \u00bfla ascesis es el fin, o m\u00e1s bien el medio para conseguir la abundancia del Reino? \u00bfDios mismo es renuncia, pobreza, penuria, ascesis o \u2013m\u00e1s bien\u2013 abundancia, multiplicaci\u00f3n de panes, riqueza infinita que llena de bienes a los hambrientos (Lc 1,53)? \u00bfLos afligidos son felices en cuanto afligidos o porque ser\u00e1n plenamente consolados? \u00bfEl pobre es feliz por pobre o porque a trav\u00e9s de su pobreza Dios le alcanza con todo su amor? \u00bfPoseemos quiz\u00e1 una visi\u00f3n \u201cmasoquista\u201d del sacrificio o de la renuncia?
\nEl educador que desee presentar una espiritualidad que atraiga a los j\u00f3venes, deber\u00e1 meditar sobre estos aspectos cruciales de nuestra fe. Ciertamente sabemos que, seg\u00fan la tradici\u00f3n m\u00edstica cristiana, para acoger la luz que ilumina nuestra vida interior tenemos que pasar, como dice San Juan de la Cruz, por la \u00abnoche oscura\u00bb, la cual supone una profunda y sufrida renovaci\u00f3n. Pero este ascetismo riguroso del santo de Fontiveros s\u00f3lo se entiende si en la misma noche se vislumbra ya la transformaci\u00f3n en llama de Amor. \u00abGustoso sufrimiento\u00bb, dir\u00e1 el santo, si lo que me permite experimentar la noche es la uni\u00f3n con Dios. Al final, cuando la creatura se acostumbra a la nueva luz, consigue una visi\u00f3n in\u00e9dita de toda la realidad transfigurada y elevada a la luz misma.
\nDejando la m\u00edstica y volviendo a nuestro argumento, quiz\u00e1 hemos insistido demasiado en la noche y no hemos sabido presentar el gozo de la nueva Luz. Se trata, pues, de formar a los j\u00f3venes para que vivan la renuncia como medio eficaz para la formaci\u00f3n de su propia personalidad. El joven no se puede quedar en el \u00abhe vendido el campo\u00bb sino que tiene que llegar a gustar el \u00abhe encontrado un tesoro\u00bb (cf. Mt 13,44-46). Si no es as\u00ed, dif\u00edcilmente vender\u00e1n<\/em> nada. De hecho, el joven que se siente fascinado por un camino de espiritualidad, no habla de aquello que ha dejado sino de cuanto ha encontrado. Delante del tesoro o de la perla preciosa todo lo dem\u00e1s pierde valor: \u00abTodo lo considero p\u00e9rdida frente a la sublimidad del conocimiento de Cristo Jes\u00fas, mi Se\u00f1or, por el cual he dejado perder todas estas cosas y las considero basura, con el fin de ganar a Cristo\u00bb (Fil 3,8).
\nEn el fondo, un camino de espiritualidad que persigue la santidad, no es el resultado matem\u00e1tico de las renuncias y sacrificios realizados en este \u201cvalle de l\u00e1grimas\u201d sino, sobre todo, es fruto de la experiencia de un encuentro personal con Jes\u00fas de Nazaret, que ensancha y llena el coraz\u00f3n.
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\nPor eso creo que es necesario realizar una cr\u00edtica hist\u00f3rica, te\u00f3rica e incluso psicol\u00f3gica de la obediencia como virtud. La obediencia de hecho es una virtud condicionada. No siempre obedecer constituye un bien; es necesario comprobar a qui\u00e9n se obedece, por qu\u00e9 se obedece, cu\u00e1l es el contenido que se obedece. Jung ha puesto de manifiesto que Jes\u00fas no fue ciertamente un modelo de persona que obedeciese a todas las tradiciones de los antepasados.
\nAcentuar y absolutizar el valor de la obediencia, de forma que cuanto m\u00e1s ciegamente obedecemos m\u00e1s santos seremos, ha generado una imagen de la espiritualidad como dependencia, infantilismo, ausencia de iniciativa aut\u00f3noma, sujeci\u00f3n malsana o \u2013incluso\u2013 masoquista, falta de virilidad y de feminidad adulta, servilismo, adulaci\u00f3n hip\u00f3crita m\u00e1s que vivencia aut\u00e9ntica y espiritual. Una imagen negativa que pesa como una roca sobre cualquier propuesta de espiritualidad que hoy se haga.
\nEn cambio, estamos llamados a testimoniar que la espiritualidad es libertad, es madurez, es fe adulta y responsable. Necesitamos j\u00f3venes que no se postren delante de ning\u00fan hombre, sino que lo hagan s\u00f3lo delante de Dios. Que se sientan siempre hijos y que comiencen tambi\u00e9n a sentirse padres y madres de la Iglesia. Necesitamos j\u00f3venes que vivan una espiritualidad aut\u00e9ntica, capaces de crear y afrontar los grandes retos del momento presente.
\nPor esto debemos idear nuevos itinerarios formativos que respeten e integren el dif\u00edcil equilibrio querido por Pablo VI entre la fe y la cultura. Itinerarios que no ignoren los logros culturales de la modernidad, dando importancia a la libre creatividad del sujeto, desarroll\u00e1ndola concretamente a nivel psicol\u00f3gico y pedag\u00f3gico.
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\nPor otra parte, los j\u00f3venes son prisioneros de la fuerza de las im\u00e1genes, presentes en todas partes, en la TV y en las calles; im\u00e1genes que desatan emociones fuertes y, a veces, contradictorias. Todo esto les empuja a encerrarse en s\u00ed mismos. No se aprende a dialogar con las emociones, porque no existe un espacio interior en el cual retirarse.
\nEsta situaci\u00f3n supone una grave amenaza para la vida espiritual, no s\u00f3lo para los j\u00f3venes, sino tambi\u00e9n para los adultos. La interioridad del hombre se construye y se nutre sobre la base de relaciones afectivas y efectivas, de experiencia de la belleza, de la amistad, del conocimiento de los misterios del hombre, del mundo y del universo. Reconstruir este mundo interior, inspirado por el Esp\u00edritu, sin duda, es la tarea prioritaria del educador en la fe. Si el joven no aprende a entrar dentro de s\u00ed y a escucharse en profundidad, no escuchar\u00e1 ni a Dios, ni a los dem\u00e1s (Bonhoeffer, La Vita Comune<\/em>, 148-149).
\nDentro de esta exigencia, creo acertada la insistencia que, desde la literatura espiritual y desde los mismos documentos de la Iglesia, se hace sobre la recuperaci\u00f3n de la dimensi\u00f3n contemplativa de la vida. No basta \u201cmirar\u201d, es necesario lograr \u201cver\u201d en profundidad.
\nEl \u201cver\u201d no es una actividad f\u00e1cil. No solo requiere ojos, sino tambi\u00e9n mente y, sobre todo, coraz\u00f3n. Aprender a mirar supone, por tanto, un itinerario espiritual para evitar visiones superficiales o utilitaristas.
\n\u00abAlza los ojos y mira\u00bb (Gn 13,14). Es la invitaci\u00f3n de las primeras p\u00e1ginas del G\u00e9nesis. Para la tradici\u00f3n b\u00edblica, el \u201calzar los ojos\u201d posee un doble significado: activo y pasivo. No basta abrir y alzar los ojos. Es necesario saber descifrar, traducir, acoger lo que se ve. Es necesario abrir los ojos del coraz\u00f3n. Cada visi\u00f3n aut\u00e9ntica no se puede limitar al acto f\u00edsico del ver. Es tambi\u00e9n una forma superior de vivencia, una posibilidad de apertura hacia el infinito.
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\n3.1. Una mirada que suscite admiraci\u00f3n, asombro, amor<\/strong>
\nLa mirada contemplativa permite acoger y admirar la belleza de la creaci\u00f3n. \u00abUna visi\u00f3n que no produce sentimientos dignos de ella, no hace otra cosa que a\u00f1adirse a la ignorancia y a la ceguera\u00bb escribe el monje cisterciense Gilberto de Hoyland (siglo XII) en sus sermones sobre el Cantar de los cantares<\/em>. \u00bfCu\u00e1les son los sentimientos que deber\u00eda despertar una mirada contemplativa? Seg\u00fan el monje, estos tres: el temor, la maravilla y el amor. \u00abVana es la visi\u00f3n e indigna de ser llamada contemplaci\u00f3n si ella no lleva con s\u00ed tal disposici\u00f3n afectiva\u00bb. Educar en los j\u00f3venes la visi\u00f3n contemplativa de la vida debe ayudarles a abrir las puertas del misterio, despertando en ellos la capacidad de admiraci\u00f3n, de asombro y de amor.
\nLejos, por tanto, de una visi\u00f3n utilitarista o instrumental de la vista. La raz\u00f3n<\/em> de la mirada contemplativa no es ni el ego\u00edsmo ni el deseo de poseer. El mirar contemplativo est\u00e1 abierto a lo \u00abnunca visto\u00bb y, por tanto, inspira el canto de alabanza. Se trata de no dar las cosas por descontadas, de evitar la indiferencia ante la sublime sorpresa del vivir diario. No hay nada m\u00e1s anti-espiritual que una mirada cansada y superficial, incapaz de maravillarse; una \u201cmirada utilitarista\u201d que, de todas las cosas, lo \u00fanico que logra captar es su aspecto \u201cmercantil\u201d, despreciando la \u00fanica actitud capaz de crear unificaci\u00f3n en la persona: la gratuidad.
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\n3.2. Una mirada que va m\u00e1s all\u00e1 de la raz\u00f3n<\/strong>
\n\u00abVer claro\u00bb no significa estar con los ojos siempre abiertos. Parafrasando el Principito <\/em>de Antoine de Saint-Exup\u00e9ry podemos afirmar que s\u00f3lo se ve bien con el coraz\u00f3n, porque \u00ablo esencial es invisible a los ojos\u00bb. La mirada contemplativa es un hecho card\u00edaco.<\/em> Con raz\u00f3n los Padres de la Iglesia hablaban del \u00abamor notitia est\u00bb (Gregorio Magno). El verdadero conocimiento se consigue a trav\u00e9s del amor.
\nNo es el conocimiento intelectual, por tanto, el que sacia y satisface la persona, sino el hecho de sentir y gustar cada cosa interiormente, de hacer de ello un descubrimiento personal, una experiencia \u00edntima. La b\u00fasqueda de Dios implica toda la persona, cuerpo y esp\u00edritu.
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\n3.3. Una mirada que exige disciplina<\/strong>
\nLa contemplaci\u00f3n de la belleza no es el resultado de un movimiento espont\u00e1neo del coraz\u00f3n. Es, en cambio, fruto de estudio, de amor, de paciencia. La belleza es un bien fr\u00e1gil, que puede ser f\u00e1cilmente marchitado o instrumentalizado y al cual nos tenemos que acercar con precauci\u00f3n y con tanto respeto. Tambi\u00e9n para la belleza existe un \u00abitinerario de la mente\u00bb (Buenaventura), un camino que desde el ojo lleva al esp\u00edritu y al coraz\u00f3n. Es importante, pues, conducir (educar) a una mirada atenta que permita captar como significativos aquellos detalles que escapan a la mirada superficial o distra\u00edda.
\nPara el cristiano el amor por la belleza no es s\u00f3lo de car\u00e1cter est\u00e9tico sino tambi\u00e9n asc\u00e9tico. Es una necesidad vital, un ejercicio del esp\u00edritu que busca la verdadera belleza, aquella que seg\u00fan la conocida frase de Dostoievskij salvar\u00e1 el mundo.
\n <\/p>\n\n
\nTres etapas, seg\u00fan el pensamiento de Teilard de Chardin, conducen al joven a la propia autorrealizaci\u00f3n personal que, para el cristiano, s\u00f3lo se encuentra en Cristo. A saber: en primer lugar, es necesario que el joven reaccione contra la tendencia al m\u00ednimo esfuerzo y la desconfianza en las propias posibilidades delante de Dios. Lo m\u00e1s importante en la vida es encontrarse a s\u00ed mismos.<\/em> Esta es la etapa de la concentraci\u00f3n<\/em> o del reencuentro con la alegr\u00eda del ser. Baste recordar que de las siete mansiones de Santa Teresa, la primera se centra en el conocimiento de uno mismo.
\nEn segundo lugar, es necesario reaccionar contra el propio ego\u00edsmo, que impide al joven abrirse a los dem\u00e1s. Es la fase del descentramiento <\/em>o de la alegr\u00eda de amar. S\u00f3lo don\u00e1ndose, con actitud de pura gratuidad, se consigue la verdadera liberaci\u00f3n. No es f\u00e1cil. La meta en realidad es el amor \u201cteologal\u201d que ve a Dios como principio y como fin de toda relaci\u00f3n. Amor recibido y, por tanto, capaz de superar cualquier fraccionamiento, divisi\u00f3n y particularismo.
\nSiguiendo \u201cin crescendo\u201d, en tercer lugar, para ser uno mismo y vivir la alegr\u00eda de amar, el joven deber\u00e1 obtener la luz, la fuerza y la energ\u00eda de Aqu\u00e9l que nos trasciende y nos acompa\u00f1a, del Crucificado resucitado, que es para siempre Dios con nosotros. Esta es la fase de la superconcentraci\u00f3n<\/em> o de la alegr\u00eda de adorar. Es aqu\u00ed, como recuerda el cardenal Martini, donde se juega la verdadera partida: \u00aben la apertura a la trascendencia, al invisible, en la experiencia con el Trascendente, en el encuentro con el Esp\u00edritu que es Se\u00f1or y da la vida y puede suscitar la novedad de Dios incluso en el coraz\u00f3n o en el ambiente m\u00e1s cerrado, oscuro y escler\u00f3tico\u00bb (Martini, Tre<\/em> racconti dello Spirito<\/em>).
\nLa alegr\u00eda es el ant\u00eddoto contra la desconfianza, el des\u00e1nimo y el cansancio. La exhortaci\u00f3n que d\u00e9 sentido a la vida cristiana de nuestros j\u00f3venes, deber\u00eda ser aquella que Pablo dirige a la comunidad de Roma: \u00abEl Dios de la esperanza os llene de la alegr\u00eda y la paz en la fe, para que abund\u00e9is en la esperanza por la virtud del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Rm 15,13).
\n <\/p>\n\n
\nLa espiritualidad cristiana no puede permanecer ajena a este problema. En este sentido conviene evidenciar la espiritualidad que cuida la memoria de la cercan\u00eda de Dios que, por una parte, se expresa en la gratuidad de alabar a Dios y, por otra, en una cierta manera de vivir conjuntamente \u201ccomo familiares de Dios\u201d (cf. Ef 2,19). Los dos aspectos se han de considerar al un\u00edsono. Se trata de una actitud de gratuidad que tiene consecuencias notables para la convivencia entre los hombres.
\nEl joven deber\u00e1 aprender a vivir la gratuidad que tiene su fundamento en la interioridad. Sin vida interior es dif\u00edcil purificar las motivaciones para ser gratuitos; en la perspectiva cristiana se trata de nutrir el deseo del encuentro con Dios, Amor siempre presente. La actitud de la gratuidad cambiar\u00e1 interiormente al joven. Le permite vivir en modo distinto, comportarse diversamente cuando trabaja o descansa, cuando se divierte o sufre, cuando se encuentra solo o en compa\u00f1\u00eda de los dem\u00e1s.
\nUna espiritualidad de la uni\u00f3n con Dios supone siempre un cuidado y una cultura de la interioridad. Pero, como nos ense\u00f1an los santos, no se entiende una vida interior si no desemboca en un compromiso social: \u00abno el mucho decir oraciones, sino el mucho amar\u00bb (S. Teresa). El interrogante, por tanto, se especifica del siguiente modo: \u00bfc\u00f3mo se puede llegar a una verdadera interioridad vivida en una vida orientada hacia el compromiso y la acci\u00f3n? Ser\u00e1 cuesti\u00f3n de fomentar una cultura de la interioridad humana y cristiana que abra el joven hacia la dimensi\u00f3n universal del Amor de Dios. El joven no debe olvidarse de su condici\u00f3n y debe anunciarla: ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, hu\u00e9sped en la tierra que es la casa de Dios, llamado a hacer m\u00e1s habitable este mundo con el amor de Dios.
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\n <\/p>\n\n
\nLa Iglesia deber\u00eda aprender a so\u00f1ar con los j\u00f3venes, igual que lo hizo Cristo; lanz\u00e1ndose a visiones ut\u00f3picas de la vida. En este sentido, entiendo el sue\u00f1o como primer paso que permite dar radicalidad a una vida comprometida. Ahora bien, la radicalidad est\u00e1 emparentada con la \u201ctrasgresi\u00f3n\u201d, es decir, con aquella actitud de libertad y de vida aut\u00e9ntica que surge en el joven, cuando siente la necesidad de salir de ese estado en el que se encuentra medio oprimido por la vida, por los adultos, por las estructuras. Se trata de una actitud que a menudo los adultos no entienden en los j\u00f3venes \u2013y bajo la cual, ciertamente, se esconden debilidades e ingenuidades\u2013, pero que, acogida en su aspecto positivo, es capaz de devolver al evangelio esa fuerza de provocaci\u00f3n desaparecida tantas veces en el vivir cotidiano.
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\n6.1. La novedad del \u201cevento Cristo\u201d<\/strong>
\nEl \u201cevento Cristo\u201d introduce, en la milenaria historia de la humanidad, un modo radicalmente diverso y nuevo de relaci\u00f3n entre los hombres, fundado no s\u00f3lo en una donaci\u00f3n unilateral de s\u00ed al otro sino tambi\u00e9n y sobre todo de una \u00abdonaci\u00f3n rec\u00edproca\u00bb
\nSi antes de Cristo las relaciones rec\u00edprocas estaban sancionadas s\u00f3lo por los v\u00ednculos de sangre o eran impuestas por la pertenencia a una misma casta social, con la llegada de Jes\u00fas, todo hombre es un \u00abvalor\u00bb en s\u00ed mismo, y el encuentro con \u00e9l se transforma en una misteriosa ocasi\u00f3n de encuentro con el mismo Dios.
\nDesde este punto de vista, por las sendas de San Pablo y de Teilhard de Chardin, podemos afirmar que Cristo constituye un salto cualitativo en la evoluci\u00f3n psicol\u00f3gica y social de la humanidad. \u00c9l, de hecho, manifiesta un modo nuevo de ser hombre, totalmente centrado en la reciprocidad, a imagen de la relaci\u00f3n din\u00e1mica intratrinitaria.
\nSe trata de un salto evolutivo cargado de profundas e innumerables implicaciones que quiz\u00e1 todav\u00eda no hemos acogido plenamente, sea en su aspecto social que en el psicol\u00f3gico y educativo. La dimensi\u00f3n intersubjetiva, original y fundante de la inspiraci\u00f3n cristiana permanece a\u00fan encerrada en las categor\u00edas del pensamiento griego y peligra de no manifestarse con toda su novedad . Y la novedad \u2013en referencia al mundo juvenil\u2013 consiste esencialmente en el hecho de que el joven, a trav\u00e9s de Cristo, puede finalmente penetrar el misterio del Otro, abri\u00e9ndose al otro y siendo para el otro. Baste recordar en este sentido la aportaci\u00f3n filos\u00f3fica de Mounier, Levinas, Buber, Gadamer, Marion y otros. El \u201cser para los dem\u00e1s\u201d constituye la base de la propia realizaci\u00f3n personal.
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\n6.2. La propuesta del paradigma relacional de la vida trinitaria<\/strong>
\nLa Trinidad es ante todo amor rec\u00edproco entre personas, inhabitaci\u00f3n rec\u00edproca. La expresi\u00f3n cl\u00e1sica con la que la teolog\u00eda denomina este \u00abrec\u00edproco ser el uno en el otro\u00bb se conoce con el nombre de pericoresis<\/em>. Como es sabido, originalmente, pericoresis<\/em> era el nombre de una danza cuya caracter\u00edstica consist\u00eda en la reciprocidad del baile: uno baila en torno al otro, el otro baila en torno a uno, en un constante y rec\u00edproco rodearse. La imagen de esta danza expresa bien la continua y rec\u00edproca tensi\u00f3n que caracteriza la din\u00e1mica intratrinitaria.
\nTal dinamismo, de hecho, est\u00e1 siempre dirigida a la edificaci\u00f3n rec\u00edproca. En la Trinidad, la diversidad se afirma no por contradicci\u00f3n o negaci\u00f3n del otro, sino convirti\u00e9ndose cada cual en don para la expresi\u00f3n completa del otro. En la \u00abedificaci\u00f3n rec\u00edproca\u00bb, la diversidad se compone en la unidad, se manifiesta y adquiere sentido en la unidad y para la unidad. Las diferencias, no aparecen para entrar en conflicto y para competir con el otro, para expresar la superioridad, sino para cooperar a su expresi\u00f3n y edificaci\u00f3n. Por otra parte, cada diferencia se manifiesta y alcanza su plenitud s\u00f3lo cuando se transforma en don, s\u00f3lo si es para el otro y si representa en ello su ser-para-el-otro.
\nA pesar del misterio insondable, la vida de la Trinidad manifiesta al hombre un paradigma relacional en el que cada uno debe su vida personal a los otros y en el cual las m\u00faltiples diferencias se explican como multiplicidad de dones rec\u00edprocamente interdependientes, en una \u00fanica vida fundada sobre el amor.
\nSe delinea de esta manera un modelo de relaci\u00f3n en el que cada identidad se expresa a si misma sin negar por ello la rec\u00edproca interconexi\u00f3n con el otro; se configura un recorrido nuevo dentro del que coexisten diversidad y pertenencia, distinci\u00f3n y unidad, desarrollo de cada una de las personas y vida de comuni\u00f3n.
\nEn la perspectiva trinitaria, la acogida del otro y de sus diferencias, no s\u00f3lo le confirma como alguien distinto de m\u00ed, sino que expande mi propio universo existencial, me hace ser en mayor medida, de modo que mi vida y mi realizaci\u00f3n personal queda indisolublemente ligadas al otro. Si, adem\u00e1s, el reconocimiento y la acogida, al igual que en la din\u00e1mica intratrinitaria, asumen el car\u00e1cter de la reciprocidad, entonces la experiencia relacional conquista un valor cualitativo capaz de expresar con plenitud a cada uno de los participantes.
\nEste paradigma relacional es proponible hoy a los j\u00f3venes: la relaci\u00f3n con el otro es el lugar privilegiado para encontrar a Dios y encontrarse a s\u00ed mismos. La posibilidad de ser contemplativos, de penetrar en el misterio de Dios, de nutrir una mirada que va m\u00e1s all\u00e1 de las apariencias, est\u00e1 vinculada al otro, a su misteriosa presencia en la vida del joven. En la medida en que la existencia cotidiana del joven se abre al otro y se pone a la escucha del misterio que en \u00e9l se esconde, Dios se autocomunica y con \u00c9l se desvela el sentido completo de la vida del joven. Es m\u00e1s, cuanto m\u00e1s el joven se abandona en el encuentro con el otro y se expone al riesgo de este acontecimiento misterioso, m\u00e1s se pertenece a si mismo.
\nEsta suerte de sacralidad del encuentro con el otro, bien conocida en la reflexi\u00f3n cristiana y que encuentra una autorizada confirmaci\u00f3n en el pensamiento contempor\u00e1neo, no puede ser ignorada por la espiritualidad cristiana. Experiencias juveniles de compartir y de rec\u00edproco reconocimiento deber\u00e1n, en su caso, ser no s\u00f3lo apoyadas por el educador sino estimuladas y provocadas.<\/p>\n\n
\nTendremos que volver a palabras como \u201ctirocinio\u201d exigente de vida, taller de la fe, compa\u00f1\u00eda de un testigo, compa\u00f1ero de m\u00edstica para poder ser ayuda en la ascesis. Quiz\u00e1 deben regresar a nuestro vocabulario habitual palabras como Eucarist\u00eda, oraci\u00f3n, vida sacramental, acompa\u00f1amiento espiritual, discernimiento espiritual, proyecto personal\u2026 Se puede decir que son las cosas de siempre. Cierto, pero es imprescindible redescubrirlas de nuevo como necesarias, posibles, bellas y \u2013de esta forma\u2013 proponerlas con formas renovadas, rescritas para los j\u00f3venes contempor\u00e1neos. Hemos estado demasiado tiempo viviendo de rentas sin responder a las necesidades de hoy. El reto que tenemos delante es la posibilidad de ofrecer a los j\u00f3venes \u201cuna vida en plenitud\u201d sin inventar cosas extra\u00f1as. O nuestras casas, nuestra parroquia, nuestros colegios y centros juveniles son \u201ccasas de espiritualidad\u201d o no ser\u00e1n la comunidad cristiana que ha querido Cristo. Casas donde viven creyentes que no buscan la exaltaci\u00f3n, lo espectacular y lo extraordinario, sino que permanecen fieles a la experiencia ordinaria y cotidiana del Esp\u00edritu de Cristo que es Esp\u00edritu de humildad, de gratuidad, de abnegaci\u00f3n, de abandono, de anonimato. No conviene olvidar que el Esp\u00edritu se nos dio en plenitud en la cruz y \u00e9sta permanece como el criterio de su autenticidad. \u201cCasas de espiritualidad\u201d que no tengan que ajustarse necesariamente a los c\u00e1nones de exigencia de la cultura y de la sociedad en que vivimos sino que propongan a los j\u00f3venes un ideal de vida alternativo, abierto a la fantas\u00eda y al sue\u00f1o.
\nNo podemos seguir encerrados en nuestras jaulas de oro. Por desgracia, la misma vida religiosa, que tendr\u00eda que ser la protesta m\u00e1s radical al injusto sistema de sociedad en que vivimos, est\u00e1 metida de lleno en semejante sistema y quiz\u00e1 no se propone como \u201calternativa\u201d a nada.
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\nEs in\u00fatil hablar de servicio o de abnegaci\u00f3n a j\u00f3venes que a\u00fan viven dominados por complejos de dependencia o con una insuficiente autoestima; a j\u00f3venes que deber\u00edan aprender a existir en primera persona, a caminar con la cabeza bien alta, a descubrir al otro el propio yo. Quiz\u00e1 hemos presentado la vida espiritual insistiendo unilateralmente sobre el deber de ser santos, favoreciendo el perfeccionismo, el rigorismo interior y provocando, de este modo, las dificultades que se derivan de tal actitud.
\nTodas estas im\u00e1genes distorsionadas de la vida espiritual cristiana han generado un cierta rebeli\u00f3n contra la fe y son un obst\u00e1culo para la plena aceptaci\u00f3n de nuestra propuesta cristiana. Toca a nosotros, educadores en la fe, la tarea de descubrir la espiritualidad de siempre, oculta bajo tantas m\u00e1scaras. La espiritualidad como vida en el Esp\u00edritu: libre, creativa, plena de amor, vida jam\u00e1s limitada o coartada, soberan\u00eda interior, jam\u00e1s servidumbre, soberan\u00eda sacerdotal y prof\u00e9tica, vida de Dios en m\u00ed, nacimiento en el tiempo de mi vocaci\u00f3n de eternidad.
\nCuando estas caracter\u00edsticas propias de la espiritualidad cristiana sean evidentes, la vida cristiana volver\u00e1 a ser, o quiz\u00e1 ser\u00e1 finalmente, atrayente para los j\u00f3venes como s\u00f3lo el eterno, ya aqu\u00ed presente, puede ser.
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\nBibliograf\u00eda de referencia<\/strong>:<\/p>\n\n