{"id":8983,"date":"2005-04-01T00:00:45","date_gmt":"2005-03-31T22:00:45","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=8983"},"modified":"2005-04-01T00:00:45","modified_gmt":"2005-03-31T22:00:45","slug":"historias-que-dan-vida","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/historias-que-dan-vida\/","title":{"rendered":"HISTORIAS QUE DAN VIDA"},"content":{"rendered":"

ZAQUEO<\/h1>\n

Fernando Garc\u00eda<\/strong>
\nCuando llegaron los romanos a su pueblo, Zaqueo descubri\u00f3 la oportunidad de su vida. \u00c9l era de los pocos del poblado que sab\u00edan leer y escribir. Incluso se defend\u00eda con el griego y sab\u00eda bastante bien que los nuevos invasores necesitar\u00edan gente culta para organizar la vida, para recoger los impuestos, e incluso, qui\u00e9n sabe, para gobernar el territorio.
\nNo es que le gustasen los romanos. \u00c9l era jud\u00edo y el hecho de que unos extranjeros venidos de lejos, asumieran por la fuerza el poder, no le resultaba agradable. Pero a Zaqueo le gustaba a\u00fan menos el color rojo brillante de la sangre. Rezaba en silencio para que el grupo de fan\u00e1ticos que intentaban movilizar a la poblaci\u00f3n contra los invasores, no acabase triunfando. \u00a1Resultaba tan irracional pretender vencer a pedradas al ej\u00e9rcito m\u00e1s moderno y sofisticado del mundo! Las cosas estaban como estaban y hab\u00eda que intentar vivir de la mejor forma posible.
\nZaqueo sab\u00eda bien que los romanos no ten\u00edan el m\u00e1s m\u00ednimo aprecio por su pueblo. A\u00fan guardaba en la retina la escena de aquella ma\u00f1ana en que un centuri\u00f3n romano salpic\u00f3 su traje de gala con la sangre de un testarudo aldeano que no quiso apartarse de su camino. Pero a pesar de todo hab\u00eda que vivir. Por eso aquella ma\u00f1ana Zaqueo hab\u00eda acudido a la llamada del gobernador que buscaba jud\u00edos dispuestos a trabajar en la recaudaci\u00f3n de los impuestos. Desde aquel d\u00eda Zaqueo se hab\u00eda convertido en un funcionario al servicio de Roma.
\nPara \u00e9l la situaci\u00f3n era privilegiada. Por un lado en el poblado nadie pon\u00eda su puesto en peligro porque no hab\u00eda ninguno que supiera y quisiera hacer lo que \u00e9l hac\u00eda. Por otro, en el campamento romano, se conformaban con que entregase puntualmente las sumas de dinero estipuladas. Si quer\u00eda cobrar de m\u00e1s o de menos a la gente, era algo que a ellos les tra\u00eda sin cuidado.
\nLa ambici\u00f3n de Zaqueo hab\u00eda ido creciendo y creciendo sin l\u00edmites. Nadie sab\u00eda cuanto tiempo pod\u00eda durar la situaci\u00f3n actual. Los romanos pod\u00edan marcharse, cansados de un pueblo que no hac\u00eda m\u00e1s que planificar rebeliones… por eso, \u00e9l estaba decidido a sacar el m\u00e1ximo provecho en el menor tiempo posible. Si los romanos ped\u00edan un impuesto de tres monedas por familia, \u00e9l exig\u00eda cinco. As\u00ed, su bolsillo crec\u00eda y crec\u00eda sin parar. En pocos a\u00f1os, Zaqueo viv\u00eda en la abundancia en una bonita casa con todas las comodidades que los invasores hab\u00edan tra\u00eddo de la lejana Roma.
\nPero la opci\u00f3n de Zaqueo hab\u00eda tenido sus consecuencias. Los amigos con los que hab\u00eda crecido desde ni\u00f1o, se apartaban de su camino al encontrarlo por la calle. Nadie en el pueblo le saludaba. Nadie le hablaba, nadie le miraba. Para ellos es como si no existiera. Zaqueo hab\u00eda muerto para sus paisanos.
\nUn d\u00eda, mientras estaba sentado en el mostrador cobrando los dineros, un ni\u00f1o de unos diez a\u00f1os se le qued\u00f3 mirando con ojos vidriosos: \u00abMi mam\u00e1 dice que eres un traidor y Dios castiga a los traidores…\u00bb El ni\u00f1o no pudo seguir su lecci\u00f3n de teolog\u00eda, porque la madre se dio prisa para cogerle por el brazo y hacerle desaparecer en medio de la fila que esperaba pacientemente su turno.
\nEsa noche Zaqueo durmi\u00f3 con dificultad. No era nuevo que le llamasen traidor y no tem\u00eda demasiado a un posible castigo de Dios, pero esas palabras en boca de un ni\u00f1o, le hab\u00edan sonado de una forma diferente. Los ni\u00f1os eran distintos, hablaban de otra manera. Hab\u00eda o\u00eddo hablar de un nuevo profeta galileo que una vez hab\u00eda colocado a un chavalito en medio de una multitud en la que hab\u00eda algunos maestros de la ley y les hab\u00eda dicho: \u00abSi no os volv\u00e9is como ni\u00f1os, jam\u00e1s entender\u00e9is en qu\u00e9 consiste el amor de Dios\u00bb. A lo mejor aquel hombre ten\u00eda raz\u00f3n. Un ni\u00f1o jam\u00e1s se comportar\u00eda como \u00e9l lo hac\u00eda… Tal vez por esto, \u00e9l se sent\u00eda tan lejos del amor de Dios.
\nPor primera vez en mucho tiempo, Zaqueo pens\u00f3 que tal vez, se hab\u00eda equivocado aquel d\u00eda en que acept\u00f3 la propuesta del gobernador romano. Hab\u00eda pagado un precio muy alto por su preciosa casa y sus riquezas: la soledad, el desprecio, el rechazo… Zaqueo estaba triste. Por un lado, no quer\u00eda dejar su nivel de vida, sus riquezas, su amistad provechosa con los invasores. Por otro, vivir de espaldas a su pueblo no era plato de buen gusto.
\nUna ma\u00f1ana escuch\u00f3 un rumor entre la gente que hac\u00eda fila delante del mostrador. Jes\u00fas, el profeta galileo, iba a pasar por el poblado. No era un bulo. Uno de sus disc\u00edpulos lo hab\u00eda confirmado personalmente. Jes\u00fas estaba en un poblado cercano y llegar\u00eda al pueblo de Zaqueo despu\u00e9s del mediod\u00eda.
\nUna sensaci\u00f3n misteriosa naci\u00f3 en el interior de Zaqueo. \u00a1Quer\u00eda ver a ese profeta que dec\u00eda a los sabios que deb\u00edan ser como ni\u00f1os! Tal vez, tuviera tambi\u00e9n una palabra para \u00e9l… \u00a1Qu\u00e9 estupidez! \u00bfQu\u00e9 maestro jud\u00edo querr\u00eda hablar con un recaudador de impuestos? De todas formas, quer\u00eda ver a Jes\u00fas, necesitaba ver a Jes\u00fas.
\nRecogi\u00f3 el mostrador y se encamin\u00f3 apresuradamente hasta su casa. Dej\u00f3 las cosas m\u00e1s o menos ordenadas y dio un beso a su mujer. \u2013Voy a intentar ver a Jes\u00fas. \u2013\u00bfQu\u00e9 Jes\u00fas?, \u2013Ya te contar\u00e9… Y Zaqueo sali\u00f3 de su magn\u00edfica casa.
\nLa mayor parte del poblado se hab\u00eda congregado junto al camino. Zaqueo se acerc\u00f3 con miedo. No era muy alto y desde aquel puesto no pod\u00eda ver nada.
\n– Hombre, esta aqu\u00ed el amiguito de los romanos, escuch\u00f3 decir a sus espaldas. Un grupo de unos diez hombres se cerraron en c\u00edrculo a su alrededor.
\n– Zaqueo, el traidor, en medio de su pueblo. \u00bfQu\u00e9 ha venido a buscar aqu\u00ed?
\n– Quiero ver al profeta galileo…
\n– \u00a1Pues l\u00e1rgate y p\u00eddeles a tus amigos los romanos que te consigan una audiencia! \u00a1Ladr\u00f3n!
\nZaqueo sinti\u00f3 un fuerte empuj\u00f3n que le hizo caer sobre sus rodillas. Se levant\u00f3 con agilidad y entre las risas de aquellos hombres se escabull\u00f3 a unos metros de distancia de la gente. All\u00ed, s\u00f3lo, llor\u00f3 l\u00e1grimas de rabia. Con esfuerzo consigui\u00f3 subirse a un \u00e1rbol cercano. Unos treinta metros le separaban del bullicio de la gente, pero no estaba dispuesto a moverse de all\u00ed. Cualquier exaltado podr\u00eda tirar la primera piedra contra \u00e9l.
\nDesde su atalaya pudo ver la llegada de Jes\u00fas. Todos se arremolinaban en torno a \u00e9l, quer\u00edan tocarlo. Jes\u00fas estaba diciendo algo, pero… \u00a1maldita sea!, no pod\u00eda escucharlo.
\nLa multitud iba retrocediendo hacia el \u00e1rbol en el que \u00e9l estaba. Hab\u00edan hecho pasillo a Jes\u00fas que entraba con sus disc\u00edpulos en el poblado.
\n– Maestro, \u00bfhay que pagar tributo al C\u00e9sar?, pregunt\u00f3 con mala intenci\u00f3n un escriba a pocos metros del \u00e1rbol.
\n– La pregunta es complicada, respondi\u00f3 Jes\u00fas, pero tal vez podamos salir de dudas si me ense\u00f1as una moneda.
\nTodo el mundo esperaba en silencio mientras Jes\u00fas daba la vuelta una y otra vez a la moneda que el escriba hab\u00eda puesto entre sus manos.
\n– \u00bfDe qui\u00e9n es esta imagen y esta inscripci\u00f3n?
\n– Del C\u00e9sar, dijeron varias voces al un\u00edsono
\n– Entonces ya tenemos la respuesta. Dad al C\u00e9sar lo que es del C\u00e9sar y dad a Dios lo que es de Dios.
\nEl silencio dio paso al murmullo general. Hab\u00eda quienes estaban de acuerdo con la respuesta y quienes no. Jes\u00fas, mientras tanto, se hab\u00eda detenido a los pies del \u00e1rbol donde estaba Zaqueo. Alz\u00f3 la vista y los ojos de Jes\u00fas se encontraron con los suyos. Su mirada reflejaba cari\u00f1o y comprensi\u00f3n.
\n– Maestro, sigamos, es el recaudador de impuestos.
\n– Lo s\u00e9, contest\u00f3.
\n– Este adem\u00e1s es un ladr\u00f3n. Nos explota, cobra m\u00e1s de lo que piden los romanos, se aprovecha de la situaci\u00f3n y vive a costa nuestra.
\n– Tambi\u00e9n lo s\u00e9, contest\u00f3 con una sonrisa, pero… tal vez se haya dado cuenta de que las cosas pueden cambiar…
\nJes\u00fas, continu\u00f3 parado mirando con cari\u00f1o a Zaqueo. Por fin, haciendo caso omiso a los consejos de los que le rodeaban, dijo con voz fuerte para que todos pudieran o\u00edrle:
\n– Zaqueo, baja del \u00e1rbol, me gustar\u00eda comer en tu casa.
\n– \u00bfC\u00f3mo?, \u00bfEl maestro en casa de ese desgraciado? murmuraron los disc\u00edpulos entre ellos. No sabe lo que dice, si sigue actuando as\u00ed, pronto no habr\u00e1 nadie que le escuche.
\nJes\u00fas hizo como que no los o\u00eda y continu\u00f3.
\n– S\u00ed, Zaqueo, por muchas que hayan sido tus malas acciones, nada hace que las cosas no puedan cambiar. \u00a1Baja del \u00e1rbol! \u00bfSupongo que no habr\u00e1s olvidado los deberes de un buen anfitri\u00f3n?
\nZaqueo no sab\u00eda que decir. Ten\u00eda los ojos fijos en Jes\u00fas. Apart\u00f3 un poco la mirada y ech\u00f3 un vistazo a su alrededor. Con la voz entrecortada comenz\u00f3 a hablar:
\n– Jes\u00fas, soy un ladr\u00f3n. Me he aprovechado de los dem\u00e1s. La casa a la que t\u00fa quieres venir la he construido con el dinero injusto que he cobrado a mis paisanos. Hace ya algunos d\u00edas que algo hab\u00eda empezado a cambiar en m\u00ed, pero lo que t\u00fa has hecho invit\u00e1ndote a mi casa, no me lo esperaba en absoluto.
\nAqu\u00ed nadie me habla, y no les culpo, tienen buenas razones para ello. Pero t\u00fa, Jes\u00fas, has cre\u00eddo en m\u00ed… \u00bfSab\u00e9is lo que os digo?, dijo levantando la voz y mirando alrededor, \u00a1esto se acabo! Me da igual lo que pueda pasarme pero no quiero seguir llevando esta vida ni un minuto m\u00e1s. No soporto cruzarme contigo, Jon\u00e1s, y verte dar la vuelta para no cruzarte conmigo, cuando nuestras madres nos criaron juntos y hemos jugado con los mismo juguetes desde ni\u00f1os. \u00a1No hay dinero que compense esto!
\nGuardo en mi casa todas las listas del dinero recaudado, y me comprometo aqu\u00ed y ahora, a devolver cinco veces m\u00e1s de todo lo que he cobrado injustamente, aunque tenga que vender mi casa para poder hacerlo… Pero, por favor os pido, dame otra oportunidad…
\nA este punto, Zaqueo lloraba como un ni\u00f1o. Una l\u00e1grima escurridiza resbalaba tambi\u00e9n por la mejilla de Jes\u00fas. La gente callaba estupefacta. Jes\u00fas trag\u00f3 saliva y dijo con voz recia y fuerte:
\n– \u00a1Zaqueo, baja, hoy quiero alojarme en tu casa!<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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