{"id":9006,"date":"2005-03-01T00:00:56","date_gmt":"2005-02-28T22:00:56","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9006"},"modified":"2005-03-01T00:00:56","modified_gmt":"2005-02-28T22:00:56","slug":"la-educacion-ante-el-desafio-de-la-mentalidad-fundamentalista","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/la-educacion-ante-el-desafio-de-la-mentalidad-fundamentalista\/","title":{"rendered":"La educaci\u00f3n ante el desaf\u00edo de la mentalidad fundamentalista"},"content":{"rendered":"
Antonio Jim\u00e9nez Ortiz<\/strong> <\/strong> Antonio Jim\u00e9nez Ortiz Antonio Jim\u00e9nez Ortiz es profesor de Teolog\u00eda Fundamental en la Facultad de Teolog\u00eda de Granada S\u00cdNTESIS Parte el autor no del extremismo, sino de una mentalidad fundamentalista sostenida como actitud vital. Porque la verdad es que el fundamentalismo nos ata\u00f1e a todos, no es simplemente un perfil patol\u00f3gico sino que […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[674,960,94],"tags":[],"class_list":["post-9006","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-antonio-jimenez-ortiz","category-estudios-338","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9006"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=9006"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9006\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=9006"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=9006"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=9006"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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\nAntonio Jim\u00e9nez Ortiz es profesor de Teolog\u00eda Fundamental en la Facultad de Teolog\u00eda de Granada
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\nS\u00cdNTESIS<\/strong>
\nParte el autor no del extremismo, sino de una mentalidad fundamentalista sostenida como actitud vital. Porque la verdad es que el fundamentalismo nos ata\u00f1e a todos, no es simplemente un perfil patol\u00f3gico sino que est\u00e1 muy vinculado al dinamismo de la personalidad. La acci\u00f3n educativa entre adolescentes y j\u00f3venes encuentra en este campo un desaf\u00edo abierto. El autor propone la educaci\u00f3n en valores para lograr crear en ellos convicciones firmes y, al mismo tiempo una actitud tolerante y cr\u00edtica. En esta tarea se hace necesario: la clarificaci\u00f3n de los valores, la educaci\u00f3n de la conciencia moral y el acompa\u00f1amiento haga el descubrimiento del otro.
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\nEl baptista norteamericano Curtis Lee Laws, editor del The<\/em> Watchman Examiner,<\/em> acu\u00f1\u00f3 en 1920 el t\u00e9rmino \u201cfundamentalista\u201d, designando as\u00ed a una persona dispuesta a \u201clibrar una batalla grandiosa\u201d por los fundamentos de su fe. Poco tiempo antes los representantes del movimiento evang\u00e9lico conservador de Princenton hab\u00edan editado entre 1910 y 1915 una serie de 12 vol\u00famenes con el t\u00edtulo The<\/em> Fundamentals: A Testimony to the Truth<\/em>, dirigidos por A. C. Dixon[1]<\/a>. En ese entorno se llam\u00f3 fundamentalista al que se consideraba defensor de la inspiraci\u00f3n literal y de la inerrancia absoluta de la Biblia, de forma que habr\u00eda que suscribir todo, palabra por palabra, de forma incondicional. Sus ra\u00edces est\u00e1n en la ortodoxia protestante que se aferr\u00f3 a la doctrina rigurosa de la inspiraci\u00f3n verbal y de la infalibilidad de la Biblia. Y desde ah\u00ed el fundamentalismo fue ampliando su territorio conceptual: mantener de forma intocable doctrinas, normas, ideolog\u00edas, principios rechazando todo tipo de interpretaci\u00f3n y actualizaci\u00f3n, de espaldas a los procesos hist\u00f3ricos que en ning\u00fan caso podr\u00edan empa\u00f1ar el car\u00e1cter absoluto de ese peculiar punto de vista, que se impone como el exclusivo acceso a la verdad. El fundamentalista se siente poseedor de la verdad definitiva y no tolera el error que se contempla como una amenaza inminente.
\nEsta palabra tan popular hoy se ha convertido en una especie de \u201cvocablo comod\u00edn\u201d, utilizado con frecuencia en contextos dial\u00e9cticos como \u201carma arrojadiza\u201d sobre el contrario: el fundamentalista vive en un horizonte cerrado y estrecho, con una visi\u00f3n miope de la realidad, enemigo de todo pluralismo, vinculado obsesivamente al pasado, ajeno a los cambios hist\u00f3ricos y sociales, sin predisposici\u00f3n al di\u00e1logo\u2026 Desde su matriz religiosa protestante el concepto fundamentalismo ha ensanchado su campo de aplicaci\u00f3n.
\nHoy se habla tambi\u00e9n del fundamentalismo pol\u00edtico, del fundamentalismo laicista, del fundamentalismo de derechas y de izquierdas, del fundamentalismo ecol\u00f3gico o diet\u00e9tico, del fundamentalismo nacionalista, del fundamentalismo que se hermana con el integrismo y fanatismo, y que puede desembocar en agresividad intelectual y verbal, o en violencia terrorista seg\u00fan ambientes y circunstancias. Se usa con frecuencia integrismo como sin\u00f3nimo de fundamentalismo. En realidad ese vocablo expresa con claridad un aspecto decisivo de la mentalidad fundamentalista: la coherencia radical con una idea o principio, considerado fundamental, que se concreta con una claridad meridiana en una doctrina o ideolog\u00eda de validez absoluta m\u00e1s all\u00e1 de los condicionamientos del tiempo y del espacio. El integrista se puede sentir llamado a imponer ese principio incluso de forma agresiva porque su misi\u00f3n es implantar la verdad en una sociedad cobarde y desviada del camino del bien.
\nSin embargo desde el punto de vista hist\u00f3rico y desde el an\u00e1lisis fenomenol\u00f3gico se evidencia que el fundamentalismo abarca un horizonte m\u00e1s amplio de referencias significativas que el integrismo. El concepto de fundamentalismo integrista que hoy generalmente manejamos proviene de los a\u00f1os en que el ayatollah Jomeini declar\u00f3 su revoluci\u00f3n isl\u00e1mica con una fusi\u00f3n entre religi\u00f3n y pol\u00edtica, desconcertante y sorprendente para el mundo occidental de aquellos a\u00f1os setenta[2]<\/a>.
\nA modo de ejemplo sobre las acepciones que ha ido adquiriendo el t\u00e9rmino fundamentalismo podemos citar a Thomas Meyer[3]<\/a> que desde 1989 habla de fundamentalismo vital, pol\u00edtico y cultural, y a Stephan H. Pf\u00fcrtner[4]<\/a> que a los fundamentalismos religioso, pol\u00edtico y cultural, a\u00f1ade el fundamentalismo moral, el fundamentalismo en el derecho y en la burocracia. En nuestro caso concreto m\u00e1s que el an\u00e1lisis pormenorizado de car\u00e1cter hist\u00f3rico o social, nos interesa una visi\u00f3n sint\u00e9tica que nos oriente en la pregunta: \u201c\u00bfC\u00f3mo educar preventivamente frente al fundamentalismo como tendencia existencial?\u201d Y pienso que en este punto lo que nos preocupa pedag\u00f3gicamente no son los fen\u00f3menos extremistas, raros o violentos del fundamentalismo, sino m\u00e1s bien la mentalidad fundamentalista y lo que puede suponer como actitud vital[5]<\/a>.
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\nEn todos nosotros existen inclinaciones a adoptar posturas fundamentalistas, sobre todo cuando somos fascinados por ideales o imperativos de perfecci\u00f3n. El fundamentalismo nos ata\u00f1e personalmente: no es un mundo extra\u00f1o de gente con perfil patol\u00f3gico, sino que est\u00e1 vinculado estrechamente a la din\u00e1mica de nuestra interioridad cuando orientamos nuestra energ\u00eda vital por el cauce de un valor \u00fanico y absoluto que condiciona de forma injustificable y dr\u00e1stica todo el mundo de valores individuales y colectivos en el que vivimos. Pensemos en lo que encierran expresiones como fan\u00e1tico del orden o de la limpieza, de la justicia o de la raza, o el fan\u00e1tico religioso[6]<\/a>.
\nEl fundamentalismo puede crecer ante la carencia de nuevos sistemas de significado o de interpretaci\u00f3n, capaces de ofrecer luz sobre la complejidad actual con su cohorte de incertidumbre e inseguridad. Ante la falta de un sistema de referencias de valores, ante el deseo de identidad, ante el peligro de fragmentaci\u00f3n psicol\u00f3gica o social, ante la b\u00fasqueda afanosa de un suelo firme para la existencia y los propios proyectos, aparece la oferta clarividente y tranquilizadora del fundamentalismo, como reacci\u00f3n ante los desequilibrios provocados por cambios profundos, acelerados e inesperados.
\nLa actual crisis cultural puede suscitar reacciones fundamentalistas all\u00ed donde menos pensamos, porque la incertidumbre produce un profundo malestar ante la inseguridad que condiciona nuestra conducta y nuestra vida. Hay nostalgia de certezas, deseo irreprimible de conseguir un apoyo firme que sostenga e ilumine nuestro obrar. Y en la sociedad de la complejidad y de la opacidad buscamos entender lo que ocurre, comprender a los dem\u00e1s, a nosotros mismos\u2026 y son posibles las tentaciones de la simplificaci\u00f3n, o de la huida, o de la imposici\u00f3n de soluciones fundamentalistas[7]<\/a>.
\nEn las sociedades occidentales, complejas y altamente estructuradas, el individuo puede sentirse perdido en el anonimato y en un pluralismo con frecuencia inabarcable. La identidad del sujeto se ve sometida a la precariedad por la confusi\u00f3n ideol\u00f3gica, por cierto desarraigo cultural, por la desarticulaci\u00f3n de las escalas tradicionales de valores, por la fragilidad de los v\u00ednculos afectivos\u2026 Sin un marco s\u00f3lido de referencia esa d\u00e9bil identidad puede sentirse amenazada. Y se busca seguridad a cualquier precio\u2026 Se siente miedo y se quiere evitar el fracaso existencial.
\nLa mentalidad fundamentalista surgir\u00eda de la incapacidad para aceptar los desaf\u00edos de la vida personal y social, y de la imposibilidad psicol\u00f3gica de elaborarlos de una forma constructiva. La compulsi\u00f3n fundamentalista hundir\u00eda sus ra\u00edces en esa sensaci\u00f3n de incapacidad, de callej\u00f3n sin salida, en la angustia vital de verse ante un horizonte incomprensible y cerrado, bajo la sombra de cambios culturales y sociales que pueden resquebrajar los fundamentos. Es sensaci\u00f3n de impotencia, reacci\u00f3n patol\u00f3gica ante la inminencia sentida de una quiebra de la estabilidad del mundo personal y colectivo, ante la amenaza de caos, si los fundamentos ceden.
\nY por tanto la soluci\u00f3n es la huida[8]<\/a>, la regresi\u00f3n ante una necesidad imperiosa de seguridad. El fundamentalismo es una huida hacia la radicalidad, vinculada con frecuencia a una actitud agresiva, con una percepci\u00f3n muy limitada de la realidad, con rechazo de la racionalidad y del desarrollo de la libertad para el individuo y la sociedad[9]<\/a>.
\nEl presente se vive como amenaza, el futuro como incertidumbre y riesgo, y s\u00f3lo en un pasado manipulado y enaltecido encuentra el fundamentalista seguridad y luz en el refugio de algo absoluto y definitivo. De ah\u00ed la actitud antihist\u00f3rica del fundamentalismo: la historia no es comprendida como el lugar de la libertad y de la creatividad, sino s\u00f3lo como espacio para el mantenimiento r\u00edgido del pasado
\nLa actitud frente al entorno social y cultural es de sospecha, de distanciamiento hostil, de exclusi\u00f3n de lo ajeno y extra\u00f1o desde la rigidez mental, desde la intolerancia, desde el rechazo visceral a toda forma de pluralismo que se identifica sin m\u00e1s como relativismo. El dogmatismo y la cerraz\u00f3n ideol\u00f3gica se asientan en la creencia de la posesi\u00f3n absoluta de la verdad. Por tanto desde una certeza totalitaria se rechaza el di\u00e1logo y se exigen sumisi\u00f3n y obediencia ciega. Se renuncia a todo intento de interpretaci\u00f3n y comprensi\u00f3n que son consideradas como peligrosas v\u00edas de contagio.
\nNo hay espacio para la discusi\u00f3n[10]<\/a>. S\u00f3lo es posible la aceptaci\u00f3n de la definici\u00f3n clara y n\u00edtida de la \u00fanica verdad. Con el fundamentalista puede alcanzarse a lo m\u00e1s un simple intercambio de testimonios pero no un di\u00e1logo basado en un esfuerzo de comprensi\u00f3n mutua. Esto conlleva el rechazo de los criterios de la raz\u00f3n como mera coartada a la necesidad de autenticidad fundamentalista, la devaluaci\u00f3n de los derechos humanos como molesto condicionamiento a las ansias de salvaci\u00f3n del individuo o del grupo fundamentalista, y el desprecio de la democracia y del consenso como expresiones de debilidad y falta de objetivos.
\nEl fundamentalismo en cambio proporciona un marco de referencia s\u00f3lido y seguro, con pocos principios indiscutibles, en el que los individuos, sostenidos por la colectividad, se sienten aliviados de sus angustias y amenazas, de la duda y de la inseguridad, con metas definidas y claras que alientan su esperanza y aplacan sus ansias. Pero esto exige coherencia, rigor, disciplina, sacrificio, firmeza inquebrantable, y tambi\u00e9n tiene como consecuencias carencia de flexibilidad, visi\u00f3n mutilada de la realidad e insensibilidad para los matices diferenciadores, inmunizaci\u00f3n ideol\u00f3gica frente a todo lo que venga \u201cde fuera\u201d, concretada en una oposici\u00f3n tajante frente a todo lo que pueda empa\u00f1ar la propia convicci\u00f3n o desestabilizar la seguridad conquistada, actitud antihermen\u00e9utica y rechazo de la polisemia, escasa consciencia de lo que implican los condicionamientos afectivos, sociales y culturales en el sujeto, poca capacidad de empat\u00eda[11]<\/a>, miedo a los cambios personales, sociales y culturales, angustia ante la p\u00e9rdida de los referentes simb\u00f3licos del propio sistema de valores, y carencia de humor, ya que \u00e9ste supone la posibilidad de cuestionarse a si mismo de forma serena, algo impensable para el fundamentalista.
\nLas causas del fundamentalismo como mentalidad no est\u00e1n en una u otra religi\u00f3n, en las ideolog\u00edas o saberes cient\u00edficos. El fundamentalismo arraiga en la interioridad de individuos de perfil psicol\u00f3gico r\u00edgido e inflexible, asediados por el miedo y la angustia, por la incertidumbre y la inseguridad, por la complejidad y el pluralismo, por la incapacidad para la libertad y la comprensi\u00f3n del entorno humano y social.
\n\u00bfHay desde el punto de vista psicol\u00f3gico en adolescentes y j\u00f3venes alguna tendencia que pudiera inclinarlos a la mentalidad fundamentalista? \u00bfSus ansias de cambio y renovaci\u00f3n, su honda nostalgia de un mundo nuevo, sus vivencias de lo universal y su sensibilidad frente a la injusticia podr\u00edan conducirlos a posturas fundamentalistas? \u00bfEl desarraigo afectivo, la falta de inserci\u00f3n en el dif\u00edcil mundo laboral, la sensaci\u00f3n de abandono social podr\u00edan empujarlos a aceptar compromisos con grupos que les ofrezcan una identidad corporativa, unos objetivos claros y unas rigurosas reglas de comportamiento frente a una sociedad permisiva que pr\u00e1cticamente no cuenta con ellos? Preguntas inquietantes.
\n\u00bfQu\u00e9 hacer con adolescentes y j\u00f3venes para que eviten la tentaci\u00f3n del fundamentalismo y para que puedan tener recursos personales para enfrentarse al contagio de la mentalidad fundamentalista? Creemos que la educaci\u00f3n en valores es el camino para crear en ellos una personalidad de convicciones firmes y de actitud tolerante y cr\u00edtica, de forma que aprendan a apreciar la diversidad cultural y las posibilidades enriquecedoras de la interculturalidad desde la afirmaci\u00f3n serena de la propia identidad.
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\nEn la situaci\u00f3n de pluralismo ideol\u00f3gico y de complejidad inabarcable, que nos ha tocado vivir, la cuesti\u00f3n de los valores se impone como reflexi\u00f3n decisiva en el \u00e1mbito educativo para que sea posible encontrar caminos y puntos de referencia en la jungla que nos rodea.
\nYa aceptamos como una evidencia que la educaci\u00f3n no es simplemente instrucci\u00f3n o aprendizaje, o una pasiva preparaci\u00f3n para la vida. No apunta s\u00f3lo al hacer, sino que tiene como objetivo esencial el ser de la persona, por eso cabe concebirla como un camino de personalizaci\u00f3n, de maduraci\u00f3n hacia el bien, la verdad, la libertad, la trascendencia\u2026 Todo proceso educativo est\u00e1 vinculado, por tanto, de forma esencial con valores, con escalas de valores, incluidas expl\u00edcita o impl\u00edcitamente en las visiones de la realidad, del ser humano, de la sociedad que integra necesariamente todo sistema educativo. La realizaci\u00f3n personal del ser humano exigir\u00eda una educaci\u00f3n integral que tendr\u00eda que ser estructurada por un esquema b\u00e1sico de valores \u00e9ticos en el marco de nuestra tradici\u00f3n religiosa. M\u00e1s all\u00e1 de la cuesti\u00f3n metodol\u00f3gica, podemos afirmar que toda educaci\u00f3n es ya educaci\u00f3n en valores.
\nLa neutralidad axiol\u00f3gica en la educaci\u00f3n desembocar\u00eda en el vac\u00edo axiol\u00f3gico. Toda educaci\u00f3n, de forma expl\u00edcita o impl\u00edcita, se desarrolla siempre en un horizonte de valores, ya que los objetivos pedag\u00f3gicos suponen preferencias, opciones y decisiones basadas en argumentos de car\u00e1cter ideol\u00f3gico del signo que sean. Para lograr que la educaci\u00f3n tenga \u00e9xito como socializaci\u00f3n en la compleja sociedad de hoy ser\u00e1 necesario un esfuerzo de coordinaci\u00f3n entre todos los agentes formativos. La familia no puede delegar en la escuela su responsabilidad frente a los hijos y la escuela no puede pretender que el entorno familiar sea capaz de responder de forma decisiva a los desaf\u00edos del presente. Unos y otros deben tender puentes de di\u00e1logo, comprensi\u00f3n y colaboraci\u00f3n.
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\n2.1. La clarificaci\u00f3n de valores: posibilidades y l\u00edmites<\/strong>
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\nSe podr\u00eda describir la educaci\u00f3n como integraci\u00f3n cr\u00edtica en una cultura, es decir, en un universo no homog\u00e9neo de valores. Estos no son meras ideas, ideales o cualidades del ser. Como herramientas imprescindibles en la humanizaci\u00f3n del mundo han de estar encarnados en los diversos \u00e1mbitos de la realidad objetiva, personal y social. Son concepciones de lo deseable, que despiertan nuestro inter\u00e9s, que orientan y condicionan como criterios los sistemas normativos y las conductas individuales, integr\u00e1ndose en jerarqu\u00edas axiol\u00f3gicas muy diversas en el seno del pluralismo social.
\nYa sea en la educaci\u00f3n formal o no formal, o en la educaci\u00f3n inmediata o informal que tiene lugar en la complicada vida cotidiana, la confrontaci\u00f3n con los valores es inevitable. En la familia o en la escuela, en el tiempo de ocio o en el acontecer de cada d\u00eda, los diversos agentes educativos han de apoyar a ni\u00f1os, adolescentes y j\u00f3venes en la percepci\u00f3n e interiorizaci\u00f3n de los valores que posibiliten su maduraci\u00f3n en su originalidad personal. El objetivo es la adhesi\u00f3n y el compromiso del educando por el cauce de su propia experiencia, en la que el an\u00e1lisis cr\u00edtico y la vivencia afectiva, el testimonio aut\u00e9ntico de los adultos y el desarrollo de habilidades espec\u00edficas, lo guiar\u00e1n hacia el discernimiento y la coherencia existencial. La clarificaci\u00f3n de valores como estrategia hacia la autonom\u00eda axiol\u00f3gica intenta personalizar todo este proceso educativo mediante la interpretaci\u00f3n de las propias experiencias vitales y la confrontaci\u00f3n cr\u00edtica con el entorno, con la reflexi\u00f3n sobre las distintas alternativas, en un clima de aceptaci\u00f3n personal, de di\u00e1logo y contraste libre y sincero dentro del grupo.
\nEl fen\u00f3meno del multiculturalismo con su complejidad axiol\u00f3gica est\u00e1 propiciando el uso del m\u00e9todo de la clarificaci\u00f3n de valores que ya propusiera Louis Raths[12]<\/a> y su equipo en 1966. Desde entonces este m\u00e9todo se ha visto enriquecido sobre todo por H. Kirschenbaum[13]<\/a> con la aportaci\u00f3n de la psicolog\u00eda de Carl Rogers sobre las tres actitudes b\u00e1sicas (congruencia, aceptaci\u00f3n incondicional y empat\u00eda) del orientador o psicoterapeuta en la relaci\u00f3n de ayuda. Este m\u00e9todo estimula en los alumnos la capacidad de valoraci\u00f3n, su libertad, su responsabilidad y compromiso con los valores a trav\u00e9s de una reflexi\u00f3n cr\u00edtica, acompa\u00f1ada de la experiencia afectiva y de una praxis coherente, con el apoyo de las habilidades desarrolladas en el proceso.
\nLa cuesti\u00f3n no desde\u00f1able que queda pendiente es el relativismo cultural y moral que supone la clarificaci\u00f3n de valores desde su primera propuesta por L. Raths[14]<\/a>. O visto desde la \u201cno-directividad\u201d de Carl Rogers: \u00bfDesde una actitud de empat\u00eda y aceptaci\u00f3n incondicional del adolescente y del joven, con un esfuerzo de autenticidad y transparencia, con una renuncia sincera al adoctrinamiento puede el educador abstenerse sin m\u00e1s de todo juicio en el proceso de clarificaci\u00f3n de valores? \u00bfSer\u00eda esta constante abstenci\u00f3n de juicio la forma m\u00e1s adecuada para apoyar la vertebraci\u00f3n \u00e9tica de los alumnos frente a la amenaza del fundamentalismo en todas sus expresiones? \u00bfY desde el marco de la fe cristiana podr\u00edamos aceptar las consecuencias de la \u201cno-directividad\u201d en el ambiente de densa confusi\u00f3n ideol\u00f3gica y religiosa en el que vivimos?
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\n2.2. La educaci\u00f3n moral y la aportaci\u00f3n de la educaci\u00f3n en la fe<\/strong>
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\nEn la confrontaci\u00f3n entre las normas o el deber, que se proyectan como imperativos en la existencia del individuo, y la conciencia personal, que, a pesar de sus condicionamientos, busca decisiones responsables sostenidas por una voluntad libre, ha de actuar la educaci\u00f3n moral no s\u00f3lo como orientaci\u00f3n sobre el bien, sino tambi\u00e9n iluminando el dinamismo de la persona que intenta traducir en hechos ese imperativo. El objetivo primario de la educaci\u00f3n moral ha de ser la madurez \u00e9tica a trav\u00e9s del descubrimiento de la propia identidad personal, en el contexto social contempor\u00e1neo, y la conciencia de su ser libre y responsable en la b\u00fasqueda del bien, evitando el aislamiento individualista, dado que el obrar moral implica esencialmente a los otros y la complejidad institucional de la realidad social.
\nEntre los diversos modelos de formaci\u00f3n moral con sus pr\u00e1cticas educativas con frecuencia divergentes s\u00f3lo quisiera subrayar las carencias de un planteamiento meramente no directivo y los riesgos manipuladores de una directividad impositiva. Por eso en la educaci\u00f3n moral frente al fundamentalismo debemos tener muy presente, que sean cuales sean los m\u00e9todos utilizados, el sujeto es una persona cuya dignidad inviolable y cuyo valor insustituible han de ser reconocidos. No hay otro camino para la educaci\u00f3n moral que el respeto a una libertad humana que es acompa\u00f1ada, sin presiones ni autoritarismos, hacia la constituci\u00f3n de su propio proyecto de vida personal.
\nLa tarea educativa[15]<\/a> consistir\u00eda en apoyar al sujeto de forma que vaya estructur\u00e1ndose como un centro de actividad inteligente y proyectiva, que implica el desarrollo de la capacidad de elegir libremente, seg\u00fan una escala de valores \u00e9ticos, en medio de condicionamientos, est\u00edmulos y experiencias. De esta forma la persona podr\u00e1 discernir y decidir, a pesar de los posibles errores, con disciplina y control personal sobre posibles gratificaciones o inhibiciones, anticipando v\u00edas o soluciones posibles y alternativas a la concreci\u00f3n de su proyecto y de sus fines, desde una opci\u00f3n fundamental por el bien. Pero este dinamismo se haya decisivamente engarzado con el componente volitivo y afectivo, que juega un papel determinante en la b\u00fasqueda de un equilibrio creativo de la personalidad. Conflictos, malestares, frustraciones en este \u00e1mbito afectivo pueden generar, seg\u00fan su gravedad, bloqueos de car\u00e1cter intelectual y conductual, e incluso desintegraciones de elementos esenciales de la personalidad, que podr\u00edan desencadenar reacciones o generar actitudes de tipo fundamentalista e integrista.
\nLa clave de la educaci\u00f3n moral est\u00e1 en acompa\u00f1ar al adolescente y al joven a la creaci\u00f3n de verdaderas convicciones personales, que sostengan la propia identidad sobre un fundamento \u00e9tico. El camino pedag\u00f3gico hacia esa estructuraci\u00f3n interior del educando deber\u00eda estar marcado tanto por un proceso sereno de convencimiento, en el que se ofrecen razones y argumentos fundados, como por una experiencia de persuasi\u00f3n que, desde la credibilidad y transparencia del educador, intenta abarcar a toda la persona en la riqueza de sus necesidades e intereses. Si el educador, en la familia, en la escuela o en cualquier otra estructura social, no vive coherentemente de s\u00f3lidas convicciones personales la mediaci\u00f3n de valores quedar\u00eda bloqueada.
\n\u201cLa educaci\u00f3n moral, en s\u00edntesis, podr\u00eda concebirse como un proceso que llevara a lo siguiente:
\n1) Formarse una serie de conocimientos (principios morales, normas) y una capacidad de juicio y raciocinio moral: es el aspecto cognitivo<\/em> de la educaci\u00f3n moral;
\n2) formarse una jerarqu\u00eda de valores morales y unos sentimientos y actitudes morales: es el aspecto afectivo<\/em>;
\n3) llegar a \u201cser\u201d eso que se conoce y se quiere, traduci\u00e9ndolo en obras; es el aspecto activo<\/em> de la educaci\u00f3n moral.\u201d[16]<\/a>
\nLa formaci\u00f3n de la conciencia no es separable de la educaci\u00f3n de la persona, pero s\u00ed est\u00e1 condicionada por el concepto de educaci\u00f3n que se tenga y por el modelo \u00e9tico que la sustenta. Sin entrar en detalles sobre la complejidad de la conciencia y sobre las discusiones de tipo filos\u00f3fico y psicol\u00f3gico de las \u00faltimas d\u00e9cadas, s\u00ed podemos apuntar que la formaci\u00f3n de la conciencia se ha de plantear desde el reconocimiento del individuo, de su interioridad y subjetividad, y ha de orientarse hacia la adquisici\u00f3n de criterios axiol\u00f3gicos, de toma de decisiones a partir de juicios morales, sostenida la persona por las valoraciones asimiladas cr\u00edticamente, a lo largo de su biograf\u00eda, a partir de la aceptaci\u00f3n de las normas \u00e9ticas de la comunidad y de su tradici\u00f3n religiosa, con una incidencia inmediata en su conducta cotidiana. Cualquier decisi\u00f3n de conciencia, cuando se toma ante diversas alternativas, no excluye ciertamente la posibilidad del error. La obligatoriedad surge de la conciencia prudente cuando \u00e9sta discierne lo mejor, despu\u00e9s de examinar todos los datos accesibles que ofrece la realidad[17]<\/a>.
\nFormar la conciencia como norma subjetiva pr\u00f3xima de actuaci\u00f3n implica la b\u00fasqueda sincera de lo moralmente recto. Ante las acusaciones del fundamentalismo se debe clarificar que la libertad de conciencia no es ninguna apelaci\u00f3n o aceptaci\u00f3n del relativismo normativo, sino una consecuencia de la dignidad del hombre que no puede obrar nunca contra la propia conciencia. Este es el fundamento del pluralismo y de la tolerancia, y tambi\u00e9n de la objeci\u00f3n de conciencia, que no pueden ser diluidas por manipulaciones autoritarias ni por maniobras jur\u00eddicas.
\nPara nosotros como cristianos la educaci\u00f3n moral es una consecuencia ineludible de la experiencia religiosa. Pero adem\u00e1s quisiera sugerir en pocas palabras c\u00f3mo la educaci\u00f3n en la fe puede convertirse en un elemento decisivo frente a la amenaza de la mentalidad fundamentalista. En diversos ambientes se ha acusado al monote\u00edsmo de ser un factor evidente del fundamentalismo, olvidando que tambi\u00e9n existen fundamentalismos hind\u00faes, budistas y neoconfucionistas. Profundizar en la experiencia de Dios, que anuncia Jes\u00fas, supone decidirse vitalmente por la misericordia y por la compasi\u00f3n con todo ser humano, e implica respeto a la libertad religiosa y de conciencia, y la aceptaci\u00f3n cordial del pluralismo religioso desde la propia identidad cristiana.
\nAqu\u00ed debemos repetir de nuevo que tolerancia no es lo mismo que permisivismo o relativismo. Respeto a los dem\u00e1s en sus creencias desde mi convicci\u00f3n creyente. No cabe duda de que en la situaci\u00f3n actual hay que redescubrir con m\u00e1s coherencia la eclesialidad de la fe. Sin la Iglesia, como imprescindible estructura de plausibilidad para la fe, no ser\u00eda posible mantener la originalidad cristiana, que confiesa a Jes\u00fas el Cristo como el salvador del mundo. Pero hoy es m\u00e1s necesario que nunca acompa\u00f1ar a adolescentes y j\u00f3venes en procesos de personalizaci\u00f3n de la experiencia religiosa, en los que tenga lugar una mediaci\u00f3n inteligible y significativa de los contenidos de la fe.
\n
\n <\/p>\n\n
\nEn las pr\u00f3ximas d\u00e9cadas el gran reto de nuestras sociedades europeas ser\u00e1 el paso desde la inevitable multiculturalidad a la realidad compleja de la interculturalidad: c\u00f3mo podremos lograr que la yuxtaposici\u00f3n y la fragmentaci\u00f3n social que provocan los fen\u00f3menos de la multiculturalidad desemboquen en una situaci\u00f3n intercultural que m\u00e1s all\u00e1 de la simple coexistencia busca la intersubjetividad, que supera las exigencias de una tolerancia pasiva, empe\u00f1\u00e1ndose en los diversos \u00e1mbitos sociales en la promoci\u00f3n del di\u00e1logo, de la comunicaci\u00f3n social, de la solidaridad rec\u00edproca. La interculturalidad ha de plantearse como encuentro enriquecedor desde el respeto y el reconocimiento. Y en ese largo proceso estar\u00e1 el fundamentalismo desgraciadamente siempre al acecho.
\nLa educaci\u00f3n a todos los niveles ha de comprometerse seriamente en la viabilidad de ese proyecto en com\u00fan, promoviendo el sentido y la necesidad de una nueva ciudadan\u00eda, que desde el respeto asumido de los derechos humanos, est\u00e9 conformada por la interiorizaci\u00f3n y experiencia vital congruente de valores determinantes para un futuro en com\u00fan, en el seno de un pluralismo democr\u00e1tico: la libertad y la conciencia de sus l\u00edmites, la igualdad de todos como seres humanos, la justicia y la solidaridad, especialmente con los m\u00e1s desfavorecidos, la responsabilidad personal y el sentido de corresponsabilidad, desde la honestidad y la coherencia personal, la tolerancia como compromiso activo, la renuncia a la violencia y la b\u00fasqueda sincera de la paz\u2026
\nPero el rechazo de la tentaci\u00f3n del fundamentalismo en cualquiera de sus formas debe estar cimentando en el reconocimiento del otro, de su dignidad personal. Y el punto de partida es el respeto como renuncia a la voluntad de poder y de dominio sobre \u00e9l. \u00bfQu\u00e9 respuesta ofrezco a la apelaci\u00f3n que me dirige en su concreta realidad existencial?
\nAl reconocer al otro revelo su indigencia, pero tambi\u00e9n mi pobreza radical, y este reconocimiento mutuo me conduce a la aceptaci\u00f3n incondicional y a la escucha atenta que tienden a un verdadero encuentro. \u00c9ste requiere la aceptaci\u00f3n de la alteridad con su resistencia a cualquier intento de manipulaci\u00f3n, de posesi\u00f3n o deseo de fusi\u00f3n indiferenciada. La presencia de cada uno se hace oferta en la libertad, abri\u00e9ndose a la reciprocidad de voluntades que renuncian en el encuentro a absorber al otro, a imponerse, a dominarlo ahogando su propia originalidad.
\nEste dominio es el impulso ciego del fundamentalismo que es incapaz de una empat\u00eda, que abre al verdadero conocimiento de la persona, al tomar conciencia de su modo de ser y de pensar, sintonizando con su mundo interior. Y eso s\u00f3lo es posible si se crea una corriente afectiva en la experiencia rec\u00edproca de los sentimientos de cercan\u00eda y apertura generosa.
\nSin los otros no llego a ser yo. No me debo afirmar negando a los dem\u00e1s, como intenta el fundamentalismo. Mi identidad necesita su diferencia[18]<\/a>. Me hago sujeto humano con ellos, en el respeto, en la tolerancia, en el reconocimiento de su dignidad y libertad. Los \u201cotros\u201d, los extra\u00f1os que hoy ya pertenecen a mi paisaje urbano, a mi entorno cotidiano no deben ser vistos como una amenaza, sino como una posibilidad de encuentro enriquecedor. No abogamos por una actitud irenista y simplista. Existe el riesgo del conflicto. Hay l\u00edmites que han de ser respetados por todos. Pero como punto de partida la actitud existencial ha de ser de acogida y de compromiso, de apertura hermen\u00e9utica y de relaci\u00f3n significativa, porque el otro es un ser humano, m\u00e1s all\u00e1 de los condicionamientos de la raza, de la posici\u00f3n social o religiosa.
\nPero hay que evitar que se imponga la creencia de que la mejor soluci\u00f3n frente al fundamentalismo sea el relativismo. Ante la obsesi\u00f3n fundamentalista de confundir la parte con el todo, consider\u00e1ndolo como algo absoluto [19] <\/a>, por una percepci\u00f3n e interpretaci\u00f3n mutilada y estrecha de la realidad, hemos de promover una tolerancia activa sustentada en convicciones firmes y en la aceptaci\u00f3n de la complejidad y de la apertura a la alteridad. No ser\u00eda congruente con la situaci\u00f3n actual de pluralismo cultural presentar la tolerancia como una actitud pasiva que acepta los hechos diferenciales desde la conciencia de la propia superioridad.
\nLa tolerancia en el momento presente debe apuntar hacia un proyecto realista y enriquecedor de interculturalidad, renunciando a la tentaci\u00f3n de imponer mediante el poder coercitivo un modelo de convivencia. Pero esto exige al mismo tiempo definir con claridad los l\u00edmites que no pueden ser traspasados, se\u00f1alar taxativamente lo que podemos expresar como \u201chumanamente intolerable\u201d, porque tarde o temprano nos enfrentaremos a las exigencias de la \u201c\u00e9tica del rostro\u201d, que me impone el respeto a la \u201cparadoja del otro\u201d: objeto que s\u00f3lo puede ser tratado como sujeto, y que, por tanto ha de ser integrado en mi vida en una aut\u00e9ntica reciprocidad como sujeto y rostro en la alteridad insuperable
\nEn tiempos de narcisismo la alteridad se evapora con frecuencia del entorno psicol\u00f3gico y s\u00f3lo queda el YO en su sal\u00f3n de espejos. Cuando los dem\u00e1s son vistos como instrumentos para mi gratificaci\u00f3n, el individuo se hace consciente de la alteridad como negaci\u00f3n: realidad extra\u00f1a, ajena, antagonista, contemplada a lo m\u00e1s desde la indiferencia. Y si las relaciones personales se hacen opacas y dif\u00edciles, la alteridad se experimenta como frustraci\u00f3n y rechazo.
\n\u00bfC\u00f3mo educar para el reconocimiento y aceptaci\u00f3n de la alteridad? Quiz\u00e1s por los caminos abruptos de las experiencias de la soledad y del sufrimiento ajeno. El sujeto fr\u00e1gil y vulnerable de la posmodernidad es incapaz de soportar la soledad. Y \u00e9sta puede entenderse como met\u00e1fora del absurdo de la vida, cuando se olvida de que vivir es convivir, que soy yo por los otros, que sin ellos no es posible el di\u00e1logo de la existencia, que la alteridad puede ser percibida a veces como amenaza, pero que sin la alteridad no florece la vida ni el sentido ni la aceptaci\u00f3n del propio yo, ni el amor que no pueden prescindir del encuentro personal, del dar y del recibir.
\nY la otra posibilidad para reconocer la alteridad es el sufrimiento humano. Podemos intentar aislarnos, recrear un mundo a nuestra medida\u2026 pero tarde o temprano nos toparemos con la experiencia del dolor que derrumba nuestro castillo de naipes. El otro que sufre apela a mi sensibilidad, se hace palabra que perfora los muros de la distancia, de la indiferencia. Golpea mi conciencia y me exige respuesta. No es cuesti\u00f3n de simpat\u00eda. Es la sensaci\u00f3n extra\u00f1a e iluminadora de que ese rostro, a pesar de las diferencias evidentes, pertenece tambi\u00e9n a mi mundo interior, porque en su humanidad me reflejo como ser finito, fr\u00e1gil, vulnerable a la b\u00fasqueda tambi\u00e9n de un sentido y de una esperanza. Y nace en m\u00ed la compasi\u00f3n como reconocimiento, como responsabilidad, como compromiso que ofrece consuelo, pero tambi\u00e9n la superaci\u00f3n de las causas y circunstancias de todo tipo que provocan ese sufrimiento.
\nEl reconocimiento del otro en esta situaci\u00f3n compleja y plural exige un proceso pedag\u00f3gico que acompa\u00f1e al descubrimiento del hecho multicultural y sobre todo a la b\u00fasqueda consecuente de la multiculturalidad. En este punto las vinculaciones afectivas entre adolescentes y j\u00f3venes de diversa procedencia son una garant\u00eda de un futuro de concordia y tolerancia, cuando se les educa en la concepci\u00f3n de la vida como di\u00e1logo, ya sea en la amistad, en la pareja, en la familia, en las relaciones sociales.
\nLa vida en su complejidad es un continuo intercambio de palabras, gestos, silencios, vivencias, experiencias en el que los diversos interlocutores se sienten, afectados, transformados\u2026 El yo de cada uno a lo largo del proceso permanece, pero su identidad se va estructurando, consolidando en la aceptaci\u00f3n mutua, en la discrepancia, en la convergencia, en la dram\u00e1tica de la existencia\u2026 Hay un sustrato personal que mantiene la continuidad, en un cambio constante\u2026 Por eso al proceso de maduraci\u00f3n personal pertenecen tambi\u00e9n la precariedad, la b\u00fasqueda, la incertidumbre\u2026 Y exige sensibilidad para percibir la situaci\u00f3n y el apoyo para elaborar poco a poco un pensamiento complejo y bien articulado, es decir, un pensamiento que evite los simplismos, la ingenuidad axiol\u00f3gica, las evidencias enga\u00f1osas y que, al mismo tiempo, est\u00e9 estructurado con firmes fundamentos y convicciones, un pensamiento que pueda iluminar la realidad en su oscura opacidad.
\nY no basta con eso. Como educadores debemos insistir en que los adolescentes y j\u00f3venes abran los ojos a la unidad del destino humano por encima de fronteras, razas y diversidad de religiones. Esto conlleva superar el localismo posmoderno y sensibilizarlos a la universalidad de lo humano, en el respeto a la originalidad de los otros, en el aprecio a las diferencias, con experiencias concretas de compasi\u00f3n y ayuda en \u00e1mbitos de marginaci\u00f3n, que se convierten en s\u00edmbolos de universalidad por expresar la ruptura de barreras sociales y el reconocimiento del \u201cotro alejado\u201d.
\nPero en la educaci\u00f3n preventiva frente al fundamentalismo no nos olvidemos del humor. En sus diversas concepciones hay algo que parece generalmente aceptado: el humor brotar\u00eda ante la aparici\u00f3n de una incongruencia inesperada, sorprendente entre c\u00f3mo son las cosas y c\u00f3mo esper\u00e1bamos que fuesen. As\u00ed el humor abre una senda hacia el sentido y la comprensi\u00f3n de la vida, pero exige aceptaci\u00f3n de las propias limitaciones y de la irremediable contingencia. Nos provoca al romper nuestra autosuficiencia, al relativizar lo que posiblemente hab\u00edamos absolutizado de forma equivocada, nos libera de falsos \u00eddolos, nos obliga a ser flexibles y creativos, y no soporta la severidad, la rigidez, el tomarse demasiado en serio. El humor se hace vacuna imprescindible contra el contagio del fundamentalismo.
\n
\n[1]<\/a> Cf. N. T. Ammerman, North American Protestant Fundamentalism<\/em>, en Martin E. Marty \u2013 R. Scott Appleby (ed.), Fundamentalisms Observed<\/em> = The Fundamentalism Project 1, The University of Chicago Press, Chicago \u2013 London 1991, 2. 22.
\n[2]<\/a> Sobre otras posibles distinciones, cf. G. Hole, Fundamentalismo, dogmatismo, fanatismo. Perspectivas psiqui\u00e1tricas<\/em>, en \u201cConcilium\u201d n. 241 (1992) 418-419, para el cual la caracter\u00edstica del fundamentalismo es la de conservar en sentido perfeccionista un valor o una idea fundamental, mientras que el dogmatismo se distingue por la construcci\u00f3n sistem\u00e1tica y el afianzamiento argumentativo de un valor o de una actitud que en su explicitaci\u00f3n como doctrina ha de deslindarse exactamente de otros \u00e1mbitos de pensamiento, y el fanatismo lo describe como la intensidad anormal en la prosecuci\u00f3n e implantaci\u00f3n de una sola actitud o idea sobrevalorada sin ninguna posibilidad de autocr\u00edtica.
\n[3]<\/a> Cf. T. Meyer, El fundamentalismo en la Rep\u00fablica Federal Alemana<\/em>, en \u201cDebats\u201d n. 32 (1990) 80-88. Cf. igualmente las pp. 15-20 sobre los diversos contextos en que aparece la palabra \u201cfundamentalismo\u201d a lo largo del siglo XX en su obra Fundamentalismus<\/em>. Aufstand gegen die Moderne<\/em>, Rowohlt, Reinbeck 1991, donde afirma en p. 15:\u201cSin duda \u201cfundamentalismo\u201c es un concepto problem\u00e1tico. La palabra se ha usado en contextos tan diferentes, desde que apareci\u00f3 a principios de siglo en el \u00e1mbito ling\u00fc\u00edstico anglosaj\u00f3n, que parece dudoso que el an\u00e1lisis cr\u00edtico pueda encontrar un denominador com\u00fan, bajo el que se puedan colocar las posiciones y movimientos tan diversos, que desde entonces han sido descritos con esa palabra.\u201d
\n[4]<\/a> Cf. S. H. Pf\u00fcrtner, Fundamentalismus<\/em>. Die Flucht ins Radikale<\/em>, Herder, Freiburg \u2013 Basel \u2013 Wien 1991, 110-153.
\n[5]<\/a> Cf. A. Schmidt, Das Ph\u00e4nomen des Fundamentalismus in Geschichte und Gegenwart,<\/em> en K. Kienzler, Der neue Fundamentalismus. <\/em>Rettung<\/em> oder Gefahr f\u00fcr Gesellschaft und Religion?<\/em>, Patmos Verlag, D\u00fcsseldorf 1990, 9: \u201cLa palabra \u201cfundamentalismo\u201d se ha convertido en tiempo reciente en un concepto aceptado cient\u00edficamente, que sin embargo se usa todav\u00eda de una forma vaga e inespec\u00edfica. Es una determinada actitud o \u201cmentalidad\u201d, como lo llaman \u00faltimamente los historiadores, con la que se expresa la determinaci\u00f3n de \u201cestar absolutamente seguro de la propia causa\u201d, y que declara al otro de forma indiscriminada como el completamente otro, como el extra\u00f1o, como el que ha de ser excluido. Es un fen\u00f3meno que abarca desde la religi\u00f3n hasta la pol\u00edtica de cada d\u00eda.\u201d
\n[6]<\/a> Cf. G. Hole, Fundamentalismo, dogmatismo, fanatismo. Perspectivas psiqui\u00e1tricas<\/em>, en \u201cConcilium\u201d n. 241 (1992) 420-421.
\n[7]<\/a> Cf. H. Mandt, Fundamentalistische Versuchungen \u2013 Destabilisierung der politischen Kultur in der Bundesrepublik?<\/em> en K. Kienzler, Der neue Fundamentalismus. Rettung oder Gefahr f\u00fcr Gesellschaft und Religion?<\/em>, Patmos Verlag, D\u00fcsseldorf 1990, 92.
\n[8]<\/a> As\u00ed lo describe J\u00f6rg Splett como huida ideol\u00f3gica ante el riesgo de la libertad, en Flucht<\/em> vor dem Freiheitsrisiko. <\/em>Fundamentalismus aus der Sicht philosophischer Anthropologie<\/em>, en Die verdr\u00e4ngte Freiheit. Fundamentalismus in den Kirchen<\/em>, Hrsg. H. Kochanek, Herder, Freiburg \u2013 Basel \u2013 Wien 1991, 72-82.
\n[9]<\/a> Cf. S. H. Pf\u00fcrtner, Fundamentalismus. <\/em>Die Flucht ins Radikale<\/em>, 105.
\n[10]<\/a> Cf. A. Schmidt, Das Ph\u00e4nomen des Fundamentalismus in Geschichte und Gegenwart<\/em>, 15: \u201cEn lugar de una argumentaci\u00f3n objetiva se impone un esquema r\u00edgido \u201cde los que est\u00e1n dentro y de los que est\u00e1n fuera\u201d. Frente a un inflexible \u201cnosotros\u201d se sit\u00faa igualmente un inflexible \u201cvosotros\u201d: entre ambos se abre una especie de abismo maniqueo. Los primeros est\u00e1n en posesi\u00f3n de la verdad y los otros est\u00e1n excluidos de ella.\u201d
\n[11]<\/a> En este contexto habla G. Hole de personalidad ideol\u00f3gica: \u201cSe entiende por ello una persona que, en virtud de su manera de ser, vive principalmente de una idea o de metas idealistas, porque no es capaz de vivir espont\u00e1neamente de la plenitud de la vida o del valor de las vinculaciones humanas\u201d (G. Hole, Fundamentalismo, dogmatismo, fanatismo. Perspectivas psiqui\u00e1tricas<\/em>, 432).
\n[12]<\/a> Cf. L. E. Raths, El sentido de los valores y la ense\u00f1anza<\/em>, Uteha, M\u00e9xico 1976.
\n[13]<\/a> Cf. H. Kirschenbaum, On becoming Carl Rogers<\/em>, Delacorte \u2013 Delta Press, New York 1979; S. Simon, L. Howe, H. Kirschenbaum, Values Clarification: Your Action-Directed Workbook<\/em>, Warner Books, New York 1995.
\n[14]<\/a> Cf. la cr\u00edtica que realiza J. M. Quintana Cabanas, Pedagog\u00eda axiol\u00f3gica. La educaci\u00f3n ante los valores<\/em>, Dykinson, Madrid 1998, 293-306. En p. 293: \u201cEl m\u00e9todo de clarificaci\u00f3n de valores consiste en ayudar al alumno para que , por s\u00ed mismo, se percate de sus <\/em>propios valores, se acalre sobre ellos y, constituy\u00e9ndolos as\u00ed en objetivos personales, sea capaz de afirmarlos y de traducirlos en obras.
\nSe excluyen, pues, tres cosas: 1\u00aa la referencia a unos valores ideales objetivos que deban ser asumidos por todo educando; 2\u00aa la propuesta de esos valores que, con autoridad axiol\u00f3gica, habr\u00eda de hacer el educador; 3\u00aa la necesidad de una ejercitaci\u00f3n pr\u00e1ctica en los valores.\u201d
\n[15]<\/a> Cf. J. M. Quintana Cabanas, Pedagog\u00eda Moral. El Desarrollo Moral Integral<\/em>, Dykinson, Madrid 1995, 448: \u201c(\u2026) la educaci\u00f3n moral debe formar el sentido \u00e9tico del individuo, a trav\u00e9s de tareas como las siguientes: educaci\u00f3n de su conciencia, ilustraci\u00f3n de su juicio moral (que lo lleve a un exacto discernimiento \u00e9tico), formaci\u00f3n de la estimativa moral (o captaci\u00f3n y aprecio de los valores morales), conocimiento de la deontolog\u00eda, cultivo de los ideales morales, etc.\u201d
\n[16]<\/a> Ibid<\/em>.<\/em>, 458-459.
\n[17]<\/a> Cf. E. L\u00f3pez Azpitarte, Hacia una nueva visi\u00f3n de la \u00e9tica cristiana<\/em>, Sal Terrae, Santander 2003, 190-191.
\n[18]<\/a> Cf. L. S. Filippi (y otros), Identit\u00e9 et Pluralisme: une integration difficile<\/em>, en T. de Saussure (ed.), Les miroirs du fanatisme. Int\u00e9grisme, narcissisme et alt\u00e9rit\u00e9<\/em>, Labor et Fides, Gen\u00e8ve 1996, 88-90.
\n[19]<\/a> Cf. R. Armengol (y otros), La personnalit\u00e9 du fundamentaliste<\/em>, en T. de Saussure (ed.), o. c., <\/em>102.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"