{"id":9059,"date":"2004-11-01T00:00:38","date_gmt":"2004-10-31T22:00:38","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9059"},"modified":"2004-11-01T00:00:38","modified_gmt":"2004-10-31T22:00:38","slug":"mas-vida-y-menos-cuento-narrar-la-fe-a-los-jovenes","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/mas-vida-y-menos-cuento-narrar-la-fe-a-los-jovenes\/","title":{"rendered":"M\u00e1s vida y menos cuento: narrar la fe a los j\u00f3venes"},"content":{"rendered":"

Jos\u00e9 Luis Moral<\/strong>
\n\u00a0<\/strong>
\nJos\u00e9 Luis Moral es Profesor en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma
\n 
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nPartiendo de la importancia de la comunicaci\u00f3n para la configuraci\u00f3n de la persona, como agente primordial de socializaci\u00f3n y como verdadero lugar teol\u00f3gico donde se revela el rostro de Dios y su proyecto de salvaci\u00f3n para la humanidad, el autor propone como modelo para orientar la pastoral juvenil por una pista concreta: \u201cevangelizar narrando la fe a los j\u00f3venes\u201d. La narraci\u00f3n de la fe se construye entrecruzando profundamente la historia de Jes\u00fas, la historia del que narra y la de quienes han de ser receptores activos. No se puede, pues, historiar la fe si no se incluye a los j\u00f3venes.
\n 
\nNos humanizamos y personalizamos, por as\u00ed decirlo, a trav\u00e9s de la comunicaci\u00f3n;<\/em> de ah\u00ed que ella constituya uno de los pilares sobre los que se asienta el sujeto humano. Las actuales teor\u00edas sobre la comunicaci\u00f3n, adem\u00e1s, subrayan el car\u00e1cter absolutamente central del dato en la vida de las personas y sociedades contempor\u00e1neas: sin miedo a exagerar, debe reconocerse que se trata del agente m\u00e1s poderoso de socializaci\u00f3n. Tambi\u00e9n somos \u00abseres de comunicaci\u00f3n\u00bb porque nuestra naturaleza, cong\u00e9nita y originariamente, es ling\u00fc\u00edstica: antes de nada, \u00absomos un di\u00e1logo\u00bb, es decir, interrelaci\u00f3n m\u00e1s que seres aislados. Esa naturaleza ling\u00fc\u00edstica nos emplaza a perpetuidad en un contexto comunicativo y social: desde el principio, nos descubren y descubrimos, nos dicen y decimos todo a trav\u00e9s de palabras cargadas<\/em> de sentidos, de di\u00e1logos<\/em> mantenidos por tantos y tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia.
\nNo hay ser humano, pues, sino siempre en relaci\u00f3n con otros seres humanos: por un lado, entonces, nuestra raz\u00f3n<\/em> es siempre dialogal o dial\u00f3gica \u2013no es la conciencia, por tanto, sino el lenguaje quien inicialmente marca los confines del mundo\u2013; por otro, la persona presupone la comunidad, lo que \u2013por supuesto\u2013 no despoja de la propia subjetividad y conciencia individuales, pero s\u00ed cambia la din\u00e1mica y el referente m\u00e1s elemental a considerar, o sea, nos constituimos primariamente por comunicaci\u00f3n y no por reflexi\u00f3n,<\/em> resultando que la \u00faltima se configura a partir de la primera, y no al rev\u00e9s. Nos precede, afirma Apel, una \u00abcomunidad de comunicaci\u00f3n\u00bb; pensamos y experimentamos, dir\u00eda Gadamer, en y desde un lenguaje: tenemos mundo porque tenemos lenguaje y la \u00abesencia de lo hist\u00f3rico\u00bb no consiste tanto en la restituci\u00f3n del pasado, cuanto en su relaci\u00f3n con la vida presente, cuya ejecuci\u00f3n se conf\u00eda a la \u00abfusi\u00f3n de horizontes\u00bb[1]<\/a>.
\nAs\u00ed las cosas, bien podemos sostener que la evangelizaci\u00f3n de los j\u00f3venes ha de entenderse b\u00e1sicamente como un \u00abproceso de comunicaci\u00f3n\u00bb (1), que nos obliga a preguntarnos por el \u00abqu\u00e9 comunicar\u00bb (2) y \u00abc\u00f3mo comunicar\u00bb (3) o narrar<\/em> la fe a los chicos y chicas de nuestros d\u00edas. Quedan de ese modo delimitados los tres aspectos que pretendemos encarar a continuaci\u00f3n.
\n <\/p>\n

    \n
  1. Pastoral juvenil y comunicaci\u00f3n<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \nSi el lenguaje es esencial para la comunicaci\u00f3n y la comunidad humana, no lo es en menor medida para la relaci\u00f3n entre los hombres y Dios. Hubo un tiempo (largo, demasiado largo para que no sintamos a\u00fan el lastre que nos dej\u00f3) en que el lenguaje creyente era oscuro y m\u00e1s bien incomprensible, cuando no autoritario: el car\u00e1cter inefable del ser divino, m\u00e1s que narrarse con palabras comprensibles, se expresaba a trav\u00e9s de conceptos metaf\u00edsicos y abstractos. Ahora, sin embargo, somos ya conscientes de que la palabra de Dios no es una palabra sobrenatural <\/em>sino un lenguaje natural: \u201cDios habla, afirma la Dei verbum, <\/em>por medio de hombres y en lenguaje humano; por tanto, el int\u00e9rprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atenci\u00f3n lo que los autores quer\u00edan decir y Dios quer\u00eda dar a conocer con dichas palabras\u201d (DV 12). Sabemos asimismo que el objeto de la experiencia religiosa (incluidas las respuestas de fe que conlleva) no es propiamente Dios y su misterio, en s\u00ed mismos inaccesibles, cuanto lo experimentado<\/em> por el hombre acerca del misterio eterno<\/em> de un Dios que \u00abse expresa en palabras humanas y ha querido hacerse semejante a nosotros, asumiendo nuestra condici\u00f3n humana\u00bb (cf. DV 13).
    \nPrecisamente porque el lugar de Dios no puede ser otro que el de la experiencia humana (el de la antropolog\u00eda y la praxis), nos encontramos \u2013en el caso que nos ocupa\u2013 con la presente crisis de la pastoral juvenil. Por muchos motivos, no se hecho del todo realidad aquello que Pablo VI proclamaba en la clausura del Vaticano II: \u201cLa religi\u00f3n del Dios hecho hombre se ha encontrado con la religi\u00f3n <\/em>\u2013porque tal es\u2013 del hombre que se hace Dios.<\/em> \u00bfQu\u00e9 ha sucedido? [\u2026] Seguramente, nunca como en esta ocasi\u00f3n, la Iglesia ha sentido la necesidad de conocer, de acercarse, de comprender, de penetrar, de servir, de evangelizar la sociedad que le rodea; de acogerla, casi de acompa\u00f1arla en su r\u00e1pido y continuo cambio\u201d
    [2]<\/a>. En efecto, el Concilio reconoci\u00f3 la necesidad de expresar el cristianismo con categor\u00edas propias de la cultura moderna y, por consiguiente, en grado de conectar con las maneras de ver, sentir e interpretar el mundo que tienen las personas actualmente.
    \n 
    \n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 1.1. Praxis eclesial \u00abincomunicativa\u00bb<\/strong>
    \n 
    \nPor desgracia, no s\u00f3lo parece haberse estancado el acercamiento cultural al mundo moderno propiciado por el Vaticano II, sino que han tornado las preocupaciones por cerrar filas<\/em> y afirmar la identidad a base de repetir las certezas<\/em> de siempre, olvidando la comunicaci\u00f3n y el di\u00e1logo imprescindibles para traducir la experiencia cristiana y conseguir que sintonice con el estado de conciencia y los anhelos de los hombres y mujeres, de los j\u00f3venes contempor\u00e1neos. El Concilio cay\u00f3 en la cuenta de que \u201cel futuro de la humanidad est\u00e1 en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y esperar\u201d (GS 31), por eso quiso aclarar que \u201cla Iglesia sabe muy bien que su mensaje conecta con los deseos m\u00e1s profundos del coraz\u00f3n humano cuando reivindica la dignidad de la vocaci\u00f3n del hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de su destino m\u00e1s alto. Su mensaje, lejos de empeque\u00f1ecer al ser humano, infunde luz, vida y libertad para su progreso\u201d (GS 21). No obstante, en el caso de los j\u00f3venes y expresado muy esquem\u00e1ticamente, no parece encontrarse \u2013por el momento\u2013 en grado de \u00abinfundir luz, vida y libertad\u00bb en ellos. Entre otras cosas, porque la Iglesia apenas si suscita inter\u00e9s en medio de los j\u00f3venes y, a sus ojos, aparece como una instituci\u00f3n antigua y pasada <\/em>que, al decir de no pocos analistas, se ha ganado a pulso esta irrelevancia por el exceso y la ininteligibilidad de sus palabras o el anacronismo de su organizaci\u00f3n interna
    [3]<\/a>.
    \nTodo parece indicar que la Iglesia habla todav\u00eda a trav\u00e9s de formas<\/em> y lenguajes<\/em> inteligibles en una cultura premoderna, pero literalmente incre\u00edbles<\/em> para la presente (si no inadmisibles); por eso, \u201chay que preguntarse si la relaci\u00f3n que la Iglesia mantiene con la juventud, m\u00e1s que fruto del secularismo militante y la postmodernidad, es consecuencia de aferrarse a un proyecto concreto de Iglesia\u201d
    [4]<\/a> que le impide encarnarse en nuestro tiempo.
    \nLos textos de la Dei verbum<\/em> citados, justamente, entrelazan la revelaci\u00f3n y la encarnaci\u00f3n. Al respecto, la Lumen gentium<\/em> alude a la sacramentalidad de la Iglesia como ra\u00edz de unidad del misterio<\/em> (invisible) del Pueblo de Dios con los componentes (visibles)<\/em> a trav\u00e9s de los cuales se expresa (cf. LG 8). La l\u00f3gica interna del simbolismo sacramental nos advierte, por ejemplo, que el \u00abmisterio de comuni\u00f3n-comunicaci\u00f3n\u00bb de la comunidad eclesial comporta su desarrollo en unas estructuras y estilos de relaci\u00f3n que lo signifiquen comprensiblemente. Quiere esto decir, con otras palabras, que no se puede mantener una identidad comunional<\/em> sin respetar los signos de participaci\u00f3n o los procesos comunicativos con los que se comprende y delimita cualquier comunidad humana
    [5]<\/a>.
    \nNo resulta que cuestiones tan centrales como las precedentes ocupen una posici\u00f3n relevante entre los temas que hoy (pre)ocupan a la Iglesia; de ah\u00ed, tanto la incomunicabilidad interna como la incomunicaci\u00f3n con el exterior que obstaculiza sobremanera cualquier relaci\u00f3n y, en particular, el encuentro con los j\u00f3venes. En fin, los datos no dejan lugar a dudas: adem\u00e1s de un evidente \u00abagotamiento de la socializaci\u00f3n religiosa\u00bb, falta sinton\u00eda y comunicaci\u00f3n entre las nuevas generaciones y la Iglesia
    [6]<\/a> (por este lado, su raz\u00f3n llevan los j\u00f3venes cuando, refiri\u00e9ndose a diversos aspectos de la religi\u00f3n o de la Iglesia, nos espetan a la cara eso de \u00ab\u00a1lo vuestro es un cuento!\u00bb).
    \n 
    \n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 1.2. Fe cristiana y comunicaci\u00f3n<\/strong>
    \n 
    \nLa teolog\u00eda cristiana, sol\u00eda repetir Rahner, es de hecho antropolog\u00eda, pues todo discurso sobre Dios lo es tambi\u00e9n sobre el hombre. Por otro lado, \u201ctodo comenz\u00f3 \u2013se\u00f1ala, a su vez Schillebeeckx\u2013 con un encuentro. [\u2026] Aquel encuentro sorprendente e imprevisto con el hombre Jes\u00fas se convirti\u00f3 en el punto de partida de la concepci\u00f3n neotestamentaria de la salvaci\u00f3n. Esto quiere decir que la \u00abgracia\u00bb debe expresarse en t\u00e9rminos de encuentro y experiencia\u2026\u201d
    [7]<\/a> Ha sido de este modo, como la teolog\u00eda ha terminado por reconocer que hablar de Dios es, simult\u00e1neamente, una forma particular de hablar del hombre y su mundo. Por tanto, hace falta prestar mucha atenci\u00f3n no s\u00f3lo a la revelaci\u00f3n en cuanto tal, sino tambi\u00e9n al modo humano en que se expresa e interpreta. Aunque la fe cristiana est\u00e1 radicada en una palabra gratuita y previamente dada, esa palabra de Dios s\u00f3lo se hace lenguaje con palabras humanas y en una determinada situaci\u00f3n y contexto hist\u00f3rico.
    \nEn realidad, la fe es siempre una faena de reescritura, <\/em>de innovaci\u00f3n narrativa o un constante acto de interpretaci\u00f3n para entrelazar cr\u00edticamente la experiencia cristiana fundamental con la humana actual. Su objeto no es tanto un conjunto de verdades sino un \u00abmisterio de donaci\u00f3n y relaci\u00f3n\u00bb: Dios que se automanifiesta y \u00abse entrega\u00bb en Jes\u00fas de Nazaret, el testigo<\/em> por excelencia. Los primeros cristianos narraron su experiencia <\/em>de vida y salvaci\u00f3n, traduci\u00e9ndola <\/em>poco a poco en \u00abenunciados de fe\u00bb construidos con arreglo al esquema mental, la cultura y las circunstancias hist\u00f3ricas de la \u00e9poca.
    \nAhora bien, desde la Ilustraci\u00f3n hasta el presente se ha producido un cambio radical del paradigma cultural y del estado de conciencia de la humanidad, mientras que el cristianismo no s\u00f3lo experimenta grandes dificultades para reconstruir su experiencia en consonancia con dicho paradigma, sino hasta para confirmar la renovaci\u00f3n iniciada por el concilio Vaticano II. Nada extra\u00f1o, pues, el atolladero comunicativo en el que se encuentra la pastoral juvenil.
    \nSea la revelaci\u00f3n de Dios que la respuesta humana a la misma, vistas desde la \u00f3ptica de la comunicaci\u00f3n, entra\u00f1an una profunda relaci\u00f3n con la cultura y la historia. En esta perspectiva, las dificultades fundamentales para la evangelizaci\u00f3n de los j\u00f3venes obedecen, por un lado, a los rumores<\/em> modernos que interfieren dicha comunicaci\u00f3n y, por otro (lo que m\u00e1s nos debe interesar), a la carencia de significatividad y envejecimiento de las estructuras, formas y lenguajes con las que se les pretende transmitir una \u00abnovedad cargada de vida y sentido\u00bb que, por tales incoherencias, perciben como algo viejo y ajeno
    [8]<\/a>.
    \nEvidentemente, no nos interesa limitarnos a la descripci\u00f3n de las problemas que rodean la comunicaci\u00f3n con los j\u00f3venes \u2013y, menos a\u00fan, flagelarnos con ellos\u2013, sino sugerir ciertas condiciones para restablecerla y alguna que otra pista para proseguirla.
    \nDicho queda que, si bien la experiencia cristiana est\u00e1 anclada en la fe, para creer en Dios hace falta que sea y resulte cre\u00edble, esto es y valgan las expresiones: que demuestre<\/em> o d\u00e9 razones por las que valga la pena remitir a \u00c9l nuestra vida. Aunque no sepamos del todo como decirlo, \u00e9sta es la prueba: su amor salvador, a la par universal, gratuito e incondicional. La dificultad de expresarlo para que se entienda de ese modo, en principio, constituye un \u00abproblema de experiencia\u00bb; pero tambi\u00e9n una grave cuesti\u00f3n de lenguaje y comunicaci\u00f3n, respecto a la cual es posible apuntar tres requisitos sin los que la narraci\u00f3n de la fe resultar\u00eda poco menos que imposible.
    \nEl primero<\/em> se refiere al engarce experiencial <\/em>de cuanto pretendemos comunicar: es tornando a la experiencia como, por una parte, accedemos a las intenciones de fondo de la Escritura y de la tradici\u00f3n y, por otra, palpamos la historia hodierna de los avatares humanos. Hay que volver constantemente a la experiencia: a palpar<\/em> la fundante y tratar de recuperar su meollo m\u00e1s que insistir en las formas; a la experiencia de c\u00f3mo se vive la fe, de si sus formulaciones transmiten lo fundamental y conducen a una praxis adecuada, no a un mero adoctrinamiento. En segundo<\/em> lugar, los contenidos de la fe necesitan una profunda ensambladura<\/em> antropol\u00f3gica:<\/em> la palabra divina nos llega bajo formas humanas, con todas las implicaciones que esto acarrea; y del mismo modo que la divinidad de Jes\u00fas se realiza en su aut\u00e9ntica humanidad, cabe afirmar que la revelaci\u00f3n de Dios \u00abacontece\u00bb en la realizaci\u00f3n del hombre. Dicho de otra manera: Dios ha querido limitarse <\/em>y, pese a tratar de revel\u00e1rsenos constantemente, s\u00f3lo lo consigue en la medida en que el hombre lo descubre, acepta y comprende; por lo que, cuanto m\u00e1s ahondamos en la condici\u00f3n humana, tanto mejores ser\u00e1n las disposiciones para \u00abcaer en la cuenta\u00bb de qui\u00e9n nos habla en ella y qu\u00e9 nos dice
    [9]<\/a>. El tercer<\/em> requisito \u2013y huelgan los comentarios\u2013: una praxis coherente <\/em>como modo de verificar el valor y sentido del mensaje cristiano.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. Qu\u00e9 comunicar o narrar a los j\u00f3venes<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \nLa revelaci\u00f3n (y la fe) se asienta sobre experiencias hist\u00f3ricas; y toda experiencia es siempre una experiencia interpretada. Es por eso que los requisitos apuntados, m\u00e1xime en un momento de profundos cambios culturales, penden de la interpretaci\u00f3n b\u00e1sica que se d\u00e9 a la acci\u00f3n-comunicaci\u00f3n de Dios. Ci\u00f1\u00e9ndonos ejemplarmente a un solo dato, se debe notar que hasta el concilio Vaticano II, de hecho, se comprend\u00eda la revelaci\u00f3n y la Escritura (salvadas las l\u00f3gicas diferencias, algo equivalente ocurr\u00eda con la tradici\u00f3n) como un conjunto de acciones maravillosas (milagrosas) sucedidas tal y como se nos narraban en la Biblia, pese a sus evidentes contradicciones internas; unas palabras, en fin, dictadas<\/em> bajo inspiraci\u00f3n divina a quienes han dejado constancia fidedigna de todo.
      \nAunque similar visi\u00f3n perviva en el imaginario <\/em>religioso popular, no resiste la m\u00e1s m\u00ednima cr\u00edtica y la reflexi\u00f3n teol\u00f3gica la tiene bien superada.
      \n 
      \n2.1. Del testimonio a la \u00abmay\u00e9utica hist\u00f3rica\u00bb<\/strong>
      \n 
      \nSi todo cuanto Dios nos comunica no existe jam\u00e1s en estado puro, sino dentro de una interpretaci\u00f3n determinada \u2013hija del hombre y de la \u00e9poca correspondientes\u2013, inicialmente, lo decisivo est\u00e1 en los or\u00edgenes de la revelaci\u00f3n b\u00edblica, primero, y en las codificaciones<\/em> doctrinales con las que \u2013a partir de ella\u2013 se forja la tradici\u00f3n que llega hasta nosotros. \u00bfC\u00f3mo pudo suceder, cu\u00e1les fueron las experiencias<\/em> humanas a trav\u00e9s de las cuales Dios se manifest\u00f3 y se nos manifiesta en el Antiguo y Nuevo Testamento, que sostienen \u2013decimos los cristianos\u2013 una tradici\u00f3n con sentido salvador<\/em> para cualquier persona de hoy?
      \nVayamos a un ejemplo concreto y central en la Escritura: la experiencia de la liberaci\u00f3n de Egipto<\/em> narrada en el libro del \u00c9xodo
      [10]<\/a>. Quiz\u00e1 nuestra imaginaci\u00f3n siga oblig\u00e1ndonos a vincular el hecho con un marco grandioso de apariciones y milagros, pero la ex\u00e9gesis actual ya no lo permite. Bastar\u00eda con preguntarse por qu\u00e9 en la literatura egipcia de entonces no existe ni rastro de tal acontecimiento: los estudios concuerdan en afirmar que cuanto para la Biblia es una serie de acontecimientos extraordinarios, para un posible narrador egipcio remitir\u00eda, como mucho, a la peque\u00f1a revuelta de unos cuantos trabajadores extranjeros que escaparon del pa\u00eds[11]<\/a>. El origen de la revelaci\u00f3n, vistos los hechos desde el exterior, no est\u00e1 en nada portentoso o \u201ca\u00f1adido a la realidad, sino en la captaci\u00f3n de lo que Dios est\u00e1 tratando de decirnos a trav\u00e9s de ella. [\u2026] Justamente all\u00ed donde alguien, por su peculiar situaci\u00f3n, por su fidelidad, por su genialidad religiosa\u2026 \u00abcae en la cuenta\u00bb de ello, se produce la \u00abrevelaci\u00f3n\u00bb\u201d[12]<\/a>.
      \nEsto es lo que constituye el fondo original del relato del \u00c9xodo: un hombre, Mois\u00e9s, y una experiencia contagiosa cuya interpretaci\u00f3n otorga un nuevo sentido a los acontecimientos. M\u00e1s all\u00e1 del literalismo \u2013que habl\u00f3 de Mois\u00e9s como escritor\u2013 o del hipercriticismo \u2013que neg\u00f3 su existencia\u2013, se comprende mejor c\u00f3mo su vivencia religiosa le sirvi\u00f3 para descubrir<\/em> a Dios y captar <\/em>su mensaje a trav\u00e9s de las ansias de liberaci\u00f3n del pueblo. En esta perspectiva, Dios no se revel\u00f3 a Mois\u00e9s en los \u00abmilagros\u00bb, con los que la fabulaci\u00f3n<\/em> posterior quiso hacer visible su presencia salvadora, sino al caer en la cuenta<\/em> de que en la rebeld\u00eda<\/em> contra una opresi\u00f3n injusta se expresaba \u00abla voz de Yahv\u00e9\u00bb, manifestando su compasi\u00f3n frente a todo tipo de injusticia y sufrimiento. De resultas, ese rasgo divino se abri\u00f3 camino en la conciencia humana, produci\u00e9ndose un acontecimiento real<\/em> de revelaci\u00f3n: \u201ccuando Mois\u00e9s les anunci\u00f3 a sus paisanos que Yahv\u00e9 le \u00abhab\u00eda dicho\u00bb que se compadec\u00eda de su opresi\u00f3n, no reproduc\u00eda milagrosas palabras literales, pero tampoco dec\u00eda una mentira, sino que estaba proclamando una verdad <\/em>m\u00e1s profunda y definitiva\u201d
      [13]<\/a>.
      \nCiertamente, es Mois\u00e9s el iniciador, el \u00abinspirado\u00bb; pues fue \u00e9l quien en la propia rebeld\u00eda contra la injusticia reconoci\u00f3 la llamada real de Dios; sin \u00e9l esa llamada seguir\u00eda desconocida y deso\u00edda. Algo parecido encontramos en los Profetas, Salmos y libros sapienciales. El profetismo, en particular, nos ofrece la imagen viva \u2013y gr\u00e1fica\u2013 del \u201cDios que se encarna en la palabra humana desde dentro: Ezequiel tiene que comer y asimilar el rollo, Jerem\u00edas siente la palabra de Dios como una lava ardiente en su interior. [\u2026] El profeta ha de elaborar los or\u00e1culos con el sudor de su frente, como concienzudo artesano de la palabra prof\u00e9tica\u201d
      [14]<\/a>. Pero, si el pueblo de Israel sigue a Mois\u00e9s, si conf\u00eda en Ezequiel y descubre con Oseas el amor incondicional de Dios o escucha a Jerem\u00edas\u2026 \u201cno lo hace \u00abporque s\u00ed\u00bb o simplemente porque ellos se lo dicen. Si los siguen y se f\u00edan, es porque se reconocen<\/em> en lo que escuchan: no lo hab\u00edan captado antes; pero ahora que lo oyen, caen en la cuenta ellos mismos\u201d[15]<\/a><\/em> (\u00abYa no creemos por lo que t\u00fa nos has dicho: nosotros mismos lo escuchamos y sabemos\u2026\u00bb \u2013Jn 4,42\u2013).
      \nHasta no hace mucho, al predominar una interpretaci\u00f3n de la revelaci\u00f3n como \u00abdictado milagroso\u00bb, se insisti\u00f3 en la categor\u00eda del \u00abtestimonio\u00bb como una de las claves esenciales de la fe y experiencia cristianas. Ya Rahner matiz\u00f3 el asunto, aclarando la insuficiencia de dicha categor\u00eda, aunque s\u00f3lo fuere porque a la \u00abexperiencia testimoniada\u00bb ha de unirse la experiencia propia de los hombres y mujeres que la reciben
      [16]<\/a>. A\u00fan reconociendo \u00abnuestra dependencia del testimonio apost\u00f3lico\u00bb, llega incluso a decir: \u201cLa dependencia [del testimonio] se interpretar\u00eda falsamente si quisi\u00e9ramos entenderla seg\u00fan el modelo profano de la \u00abfe\u00bb cotidiana en un suceso en el que no hemos estado presentes y que, sin embargo, aceptamos porque quien afirma haberlo vivido nos parece \u00abfidedigno\u00bb. [\u2026] Si, [por ejemplo], el testimonio apost\u00f3lico de la resurrecci\u00f3n se juzgara solamente<\/em> seg\u00fan el modelo profano de las afirmaciones de testigos, tendr\u00eda que rechazarse como poco fidedigno\u201d[17]<\/a>.
      \nNada m\u00e1s lejos de nuestras intenciones que descalificar esta categor\u00eda del testimonio, pero para el tema que nos ocupa (narrar la fe a los j\u00f3venes cuando, por tantas razones, no resultada f\u00e1cil que los testimonios, de por s\u00ed, resulten significativos) no vendr\u00eda mal pasar de ella a la categor\u00eda de \u00abmay\u00e9utica hist\u00f3rica\u00bb,<\/em> propuesta por Torres Queiruga. La comunicaci\u00f3n de Dios, entiende \u00e9l, no es ning\u00fan a\u00f1adido externo o algo milagroso<\/em> \u00abca\u00eddo del cielo\u00bb, ni mucho menos un conjunto de dictados<\/em> incomprensibles en nombre de un Ser omnipotente e imprevisible, cuando no arbitrario. Dios no se impone, sino que se entrega y \u201cquiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad\u201d (1 Tim 2,4). Dios est\u00e1 con<\/em> nosotros, pues, \u201cpara \u00abdar a luz\u00bb la realidad m\u00e1s \u00edntima y profunda que somos ya por la libre iniciativa del amor que nos crea y nos salva\u201d
      [18]<\/a>. Admirablemente, la estructura de esta oferta no tiene nada que ver con un proceso ciego o sobrenaturalista<\/em> sino con la propia experiencia humana de la realidad y de la historia. En efecto, ni la revelaci\u00f3n es un simple dictado ni se deriva sin m\u00e1s de los hechos: viene de Dios (iniciativa),<\/em> al mismo tiempo que remite al hombre y su historia (apropiaci\u00f3n);<\/em> nos llega a trav\u00e9s de la palabra (realidad externa), pero nos traslada a nuestra identidad m\u00e1s profunda (realidad interna);<\/em> en definitiva, lo mismo que S\u00f3crates \u2013mediante su palabra y practicando el arte de la madre (partera: maieutik\u00ea)<\/em>\u2013 ayuda a nacer cuanto est\u00e1 ya dentro del interlocutor, as\u00ed tambi\u00e9n la palabra externa de la Biblia (o de la tradici\u00f3n a su nivel) saca a la luz, mediante el proceso de reconocimiento y apropiaci\u00f3n de la fe, lo m\u00e1s aut\u00e9ntico que habita en nuestra intimidad por gracia<\/em> de Dios (la cualificaci\u00f3n de \u00abhist\u00f3rica\u00bb, por su parte, pretende resaltar dos aspectos esenciales de esa ruta may\u00e9utica: la libertad de Dios y la novedad de la historia)[19]<\/a>.
      \n 
      \n2.2. De la \u00abmay\u00e9utica hist\u00f3rica\u00bb a la \u00abeducativa\u00bb<\/strong>
      \n 
      \nS\u00f3lo dos palabras para subrayar c\u00f3mo esta nueva categor\u00eda consiente otro salto<\/em> imprescindible para narrar la fe a los j\u00f3venes: el representado por el paso de la \u00abmay\u00e9utica hist\u00f3rica\u00bb a la \u00abmay\u00e9utica educativa\u00bb.
      \nDe entrada, ya pocos ponen en duda que la pastoral juvenil ha de entenderse como un camino de educaci\u00f3n a la fe, donde ambas realidades se implican mutuamente, es decir: crecer como personas y como cristianos se funden de tal modo que el hecho educativo contiene la posibilidad de la experiencia cristiana, al igual que \u00e9sta comporta la maduraci\u00f3n que se persigue con aquel. Pues bien, este proceso educativo, en el fondo, no consiste tanto en introducir algo externo en el interior de la vida de los j\u00f3venes cuanto en ayudarles \u00aba caer en la cuenta\u00bb, a \u00abdar a luz\u00bb su intimidad m\u00e1s radical habitada por Dios, a desarrollar las potencialidades y capacidades que albergan en lo m\u00e1s profundo de s\u00ed mismos.
      \nEn definitiva, se trata de acompa\u00f1ar la vida de los chicos y chicas y, al hilo de la narraci\u00f3n de la experiencia cristiana, con ellos y ellas seguir escuchando a Dios, intentando que las nuevas generaciones sintonicen<\/em> con su Palabra.
      \n <\/p>\n

        \n
      1. Narrar para vivir o c\u00f3mo comunicar la fe a los j\u00f3venes<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

         
        \nSi la comunicaci\u00f3n humana, seg\u00fan lo que venimos diciendo, no s\u00f3lo resulta fundamental para la configuraci\u00f3n de las personas sino que tambi\u00e9n constituye un verdadero \u00ablugar teol\u00f3gico\u00bb donde se revela el rostro de Dios y su proyecto salv\u00edfico para la humanidad, bien podemos afirmar que evangelizar narrando<\/em> la fe a los j\u00f3venes constituye uno de los mejores modelos para encaminar la pastoral juvenil por una pista concreta, muy adecuada para la situaci\u00f3n que vivimos y profundamente acorde con la identidad de la \u00abbuena noticia\u00bb que queremos transmitirles. Esto \u00faltimo, sin duda, resulta m\u00e1s claro que lo primero: J\u00fcngel lo ha expresado bellamente, indicando que \u201cla humanidad de Dios se introduce mediante la narraci\u00f3n en el mundo\u201d
        [20]<\/a>; Metz advierte que una teolog\u00eda \u201cdespose\u00edda de la categor\u00eda de narraci\u00f3n [\u2026] lo que hace es marginar experiencias \u00abpropias y originales\u00bb de la fe, desplaz\u00e1ndolas hacia el \u00e1mbito de los inobjetivo y lo inexpresable\u201d[21]<\/a>.
        \nVivimos, sin embargo, una especie de \u00ab\u00e9poca postnarrativa\u00bb. No podemos enga\u00f1arnos: se persigue informaci\u00f3n de lo que pasa, las m\u00e1s de las veces, o se rastrean documentos <\/em>y no narraciones. Con todo, hacen falta \u00abhistorias nuevas\u00bb y no es menos cierto que, en semejantes circunstancias, la narraci\u00f3n sigue siendo una aventura necesaria. Esta situaci\u00f3n ciertamente adversa tambi\u00e9n alberga la posibilidad de reconstruir la \u00abnarraci\u00f3n de la fe\u00bb, pero con una condici\u00f3n fundamental: hay que ir con ella m\u00e1s all\u00e1 de los habituales cuentos<\/em> informativos o doctrinales para entrar en las \u00abhistorias de y para la vida\u00bb, o sea, \u00abcontar con\u00bb o tener en cuenta la vida de los destinatarios y de los narradores, por un lado, y relatar \u00abla\u00bb experiencia que da vida, por otro.
        \n 
        \n3.1. Los j\u00f3venes, historia de Dios<\/strong>
        \n 
        \nLos hombres y mujeres de todos los tiempos son el \u00abrelato de Dios\u00bb, configuran la \u00abhistoria de salvaci\u00f3n\u00bb que se teje en \u00e9l. Parafraseando a Schillebeeckx, hemos de mirar a los j\u00f3venes como historia de Dios,<\/em> para descubrir c\u00f3mo resuenan en ella las historias vivificadoras de la Escritura y, sobre todo, aquellas que contienen el \u00absaber vital\u00bb de Jes\u00fas de Nazaret, que gira en torno a la buena noticia de los cielos y tierra nuevos<\/em> (Reino), el proyecto de vida para la humanidad que ilusion\u00f3 su propia existencia y provoc\u00f3 una experiencia de inmensa alegr\u00eda en la gente sencilla. Las tres par\u00e1bolas de la misericordia que recoge el cap\u00edtulo 15 de Lucas dan perfecta cuenta de la fuente de esa felicidad: pese a tantas contradicciones humanas que lo ocultan, la dimensi\u00f3n \u00faltima de la realidad es el amor infinito del Padre.
        \nTodo inicia con esas dos miradas o, mejor dicho, con esas dos experiencias:<\/em> la de la vida de los j\u00f3venes y la de Jes\u00fas, el Cristo. La narraci\u00f3n de la fe, pues, se construye con tres hilos argumentales que han de entrecruzarse profundamente: la historia de Jes\u00fas \u2013unida a la fe y a la vida de la Iglesia\u2013, la historia del que narra y la de quienes han de ser receptores activos al escuchar un relato que quiere ayudarles a vivir
        [22]<\/a>. Observemos, aunque sea con brevedad, estas hebras del relato de la fe.
        \nHubo un tiempo en que el narrador pas\u00f3 a ser narrado; a partir de entonces, la predicaci\u00f3n cristiana ten\u00eda que tener \u2013y tiene\u2013, l\u00f3gicamente, una estructura narrativa. En esta perspectiva, la narraci\u00f3n siempre contendr\u00e1 una trama humana (tan profundamente humana que, a lo largo de la historia, muchos narradores han tentando de cambiarla por estimarla impropia de un Dios) y un \u00fanico sentido: la afirmaci\u00f3n de la vida y la esperanza, en especial, de aquellos que sufren una mayor privaci\u00f3n de ambas. Por este flanco, ha de quedar claro que no existe verdadera historia sobre el Dios de Jes\u00fas si lo que se cuenta no cobra un sentido positivo y liberador para el hombre.
        \nDesde aquel tiempo, por lo dem\u00e1s, la comunidad eclesial o cualquiera de sus miembros no convencen con lo que cuentan si no transmiten una experiencia hecha vida.<\/em> Por eso, la Iglesia necesita presentar signos y pr\u00e1cticas que hagan cre\u00edble la palabra que anuncia la salvaci\u00f3n y nadie puede contar una historia cristiana que no est\u00e9 enraizada en la experiencia personal y comunitaria de esa salvaci\u00f3n: no hay narraci\u00f3n sin experiencia, como tampoco experiencia significativa sin vida nueva, sin justicia y solidaridad, sin esperanza y salvaci\u00f3n o sentido en grado de transformar la vida.
        \nFinalmente, nadie puede historiar la fe si, en este caso, no incluye a los j\u00f3venes, si no se les introduce de lleno en una narraci\u00f3n que, adem\u00e1s de autoimplicativa, debe movilizarles a la acci\u00f3n; aunque, como ha se\u00f1alado J\u00fcngel, \u201cel inter\u00e9s pr\u00e1ctico al que se orienta el narrador no va inmediatamente a la acci\u00f3n, sino que quiere hacer experimentable lo que sin la palabra narrativa no se entiende por s\u00ed mismo, pero gracias a la palabra narrativa aparece como algo evidente por s\u00ed mismo\u201d
        [23]<\/a>. En suma, por una parte, la misma experiencia cristiana nos convence de que para encontrarse con los chicos y chicas hay que \u00abeducar la mirada\u00bb y aprender a ver con los ojos de la \u00abraz\u00f3n compasiva\u00bb, acercarse a ellos colocando por delante la misericordia y la benevolencia; por otra, Jes\u00fas de Nazaret nos dej\u00f3 una gr\u00e1fica par\u00e1bola para entender el principio y final del encuentro (cf. Lc 10,25-37): \u00ab\u00bfQui\u00e9n de estos tres te parece que se hizo pr\u00f3jimo\u2026? \u2013nos siguen interrogando sus palabras\u2013. [\u2026] Pues anda, haz t\u00fa lo mismo\u00bb.
        \n 
        \n3.2. Narraci\u00f3n, encarnaci\u00f3n y humanizaci\u00f3n<\/strong>
        \n 
        \nAs\u00ed pues, quien narra no inventa; transmite experiencias. Asimismo, la forma narrativa no es ni un disfraz ni una decoraci\u00f3n; representa o imagina<\/em> con apasionada viveza un mundo y una vida distintos, m\u00e1s humanos. Adem\u00e1s y para terminar estas l\u00edneas, ya desde los primeros disc\u00edpulos se da una estrecha relaci\u00f3n entre narraci\u00f3n y encarnaci\u00f3n.
        \nLa intrincada tarea de conocer a Dios y su proyecto sobre la humanidad no puede comenzar por Dios \u00aben s\u00ed\u00bb mismo. Podemos conocerlo porque se nos ha revelado, para m\u00e1s se\u00f1as, a trav\u00e9s de un rostro concreto y personal, en un hombre, en el hombre Jes\u00fas de Nazaret. La encarnaci\u00f3n no s\u00f3lo da forma a la asombrosa fe que el Padre tiene en nosotros; nos manifiesta tambi\u00e9n que, para conocer a Dios, no hay que huir o elevarse por encima de lo humano, sino todo lo contrario: alcanzarlo<\/em> no supone una salida de ese \u00e1mbito, antes la realizaci\u00f3n m\u00e1s profunda del propio hombre. De este modo, cambia de trayectoria la pregunta por la significaci\u00f3n y sentido del cristianismo: no es tanto cuesti\u00f3n de preservar la identidad ante una posible amenaza de las propuestas seculares y laicas del pensamiento y cultura modernos, cuanto de encarnar <\/em>o fundir \u2013sin confundir\u2013 esta \u00abnueva carne humana\u00bb (secular y laica) con la vida y salvaci\u00f3n ofrecidas gratuitamente por Dios en Jes\u00fas.
        \nEn este sentido y hasta el concilio Vaticano II, el cristianismo busc\u00f3 por encima de todo ser coherente con la divinizaci\u00f3n del hombre; pero quiz\u00e1 no hizo otro tanto para aceptar la humanizaci\u00f3n de Dios y el consiguiente descentramiento <\/em>hacia la vida y humanidad que tan di\u00e1fanamente proclam\u00f3 Jes\u00fas en su mensaje del Reino (fueron tiempos \u2013\u00bflo vuelven a ser ahora?\u2013 en los que la Iglesia dio a entender que le preocupaban m\u00e1s los problemas de la doctrina y de la religi\u00f3n que los problemas simplemente humanos). Ahora, por un lado, comprendemos mejor la \u00abl\u00f3gica del Reino\u00bb, sostenida por el Dios de la vida y de la felicidad (no de la amenaza o de la prohibici\u00f3n); por otro, que la Iglesia, como servidora <\/em>del Reino, s\u00f3lo existe para confirmar esa vida y felicidad. Acaso sea bueno finalizar reiterando que el centro de la relaci\u00f3n de Dios con los seres humanos no es otro que la vida (a secas). Bajo esta perspectiva, tanto la fe o la religi\u00f3n como la Iglesia tampoco existen para s\u00ed mismas sino al servicio de la vida y humanizaci\u00f3n \u00edntegra del hombre. Es la humanizaci\u00f3n, sin duda, el mejor \u00abterreno com\u00fan\u00bb para redefinir la correlaci\u00f3n entre fe y vida, cultura y evangelio.
        \n <\/p>\n

        Jos\u00e9 Luis Moral<\/p>\n

        estudios@misionjoven.org<\/p>\n

         
        \n
        [1]<\/a>La labor humana por excelencia consiste en dialogar con la historia o, en su caso, recuperar la estructura dialogal all\u00ed donde est\u00e1 oculta (cf. H.-G. Gadamer, Verdad y m\u00e9todo, <\/em>S\u00edgueme, Salamanca 1977, 143-181, 360-377 y 439-458). Por otro lado, el sentido y su comprensi\u00f3n est\u00e1n atravesados siempre de historicidad; lo decisivo de nuestra b\u00e1sica \u00abidentidad ling\u00fc\u00edstica\u00bb en la delimitaci\u00f3n de esa historia, que nos precede y camina con nuestra reflexi\u00f3n, es que, antes de cualquier otra cosa, en nosotros acontece algo \u2013la palabra <\/em>de la tradici\u00f3n\u2013 que ni pertenece a la conciencia \u2013o a parte alguna de la que ella podr\u00eda adue\u00f1arse\u2013, ni es adecuado describir como simple conocimiento. Se trata de un \u00abacontecer\u00bb no buscado, que \u201cs\u00f3lo se hace posible en la medida en que la palabra que llega a nosotros desde la tradici\u00f3n, y a la que nosotros tenemos que prestar o\u00eddos, nos alcanza de verdad y lo hace como si nos hablase a nosotros y se refiriese a nosotros mismos\u201d (Ib\u00edd., p. 553). Ricoeur, por su lado, ha dejado claro que la verdadera tradici\u00f3n se constituye en un juego dial\u00e9ctico entre innovaci\u00f3n y sedimentaci\u00f3n (cf., por ejemplo, P. Ricoeur, Du texte<\/em> \u00e0 l\u2019action. <\/em>Essais d\u2019herm\u00e9neutique II, <\/em>Seuil, Paris 1986, 337-343\u00a0; Id., Temps et r\u00e9cit III,<\/em> Seuil, Paris 1985, 320-329). En fin, respecto tanto a la \u00abracionalidad comunicativa\u00bb, como a la \u00abcomunidad de comunicaci\u00f3n\u00bb y, en general, a la \u00abtransformaci\u00f3n de la filosof\u00eda\u00bb operada por Apel, cf.: K.-O. Apel, La transformaci\u00f3n de la filosof\u00eda (2 vols.),<\/em> Taurus, Madrid 1985 (en particular: pp. 9-71 del vol. I y 297-413 del vol. II); Id., Semi\u00f3tica trascendental y filosof\u00eda primera, <\/em>S\u00edntesis, Madrid 2002, 133-191.
        \n
        [2]<\/a>Homil\u00eda de Pablo VI en la clausura del Concilio (7.12.65), Documentos Conciliares completos,<\/em> Raz\u00f3n y Fe, Madrid 1967, 1246-1247 (cursivas nuestras).
        \n
        [3]<\/a> Cf., por ejemplo, J. Elzo (Dir,), J\u00f3venes espa\u00f1oles \u201999, <\/em>Fundaci\u00f3n \u00abSanta Mar\u00eda\u00bb, Madrid 1999, 262-267; 312-321 y 442-445. Al respecto, los an\u00e1lisis del \u00faltimo estudio (J. Gonz\u00e1lez-Anleo (Dir.), J\u00f3venes 2000 y religi\u00f3n, <\/em>Fundaci\u00f3n \u00abSanta Mar\u00eda\u00bb, Madrid 2004), por m\u00e1s dolorosos que resulten, dejan poco espacio a las dudas: \u201cLa religiosidad de los j\u00f3venes espa\u00f1oles refleja la posici\u00f3n marginal de la Iglesia en Espa\u00f1a, la pobreza de medios humanos de la estructura eclesi\u00e1stica y la situaci\u00f3n de conflicto que se vive en la Iglesia [\u2026]. Ante este panorama nada halag\u00fce\u00f1o, [\u2026] muchos creyentes y hombres de Iglesia\u2026 concluyen que la \u00fanica salida posible es guarecerse en los cuarteles de invierno y \u00abbunkerizarse\u00bb frente al mundo\u201d (p. 330).
        \n
        [4]<\/a>F.J. Carmona Fern\u00e1ndez, J\u00f3venes y religi\u00f3n: una revisi\u00f3n hist\u00f3rica de los estudios espa\u00f1oles desde 1935 al 2000, <\/em>en: J. Gonz\u00e1lez-Anleo (Dir.), J\u00f3venes 2000 y religi\u00f3n, <\/em>o.c., pp. 251-335 (aqu\u00ed, p. 335).
        \n
        [5]<\/a> Cf. M. Kehl, La Iglesia. Eclesiolog\u00eda cat\u00f3lica, <\/em>S\u00edgueme, Salamanca 1996, 119-144 y 243-372; Id., \u00bfA d\u00f3nde va la Iglesia? Un diagn\u00f3stico de nuestro tiempo, <\/em>Sal Terrae, Santander 1977 (especialmente el cap. 4: \u201cTeolog\u00eda de la \u00abcommunio\u00bb y praxis (in)comunicativa en la Iglesia\u201d, pp. 65-79).
        \n
        [6]<\/a>Los datos parecen indicar que, aunque los j\u00f3venes ciertamente se est\u00e1n distanciando de la religi\u00f3n y las iglesias, m\u00e1s que alejarse ellos se trata de \u00absentir muy lejos eso de la Iglesia\u00bb, tanto por una inadecuada o mala comunicaci\u00f3n-transmisi\u00f3n del cristianismo como por una deficiente integraci\u00f3n de los j\u00f3venes en la vida y acci\u00f3n eclesiales. Cf. M. Mart\u00edn Serrano-O. Velarde, Informe Juventud en Espa\u00f1a 2000, <\/em>Instituto de la Juventud, Madrid 2001, 615 ss.; A. de Miguel, Dos generaciones de j\u00f3venes 1960-1998, <\/em>Instituto de la Juventud, Madrid 2000, 319-377; J. Elzo (Dir,), J\u00f3venes espa\u00f1oles \u201999, <\/em>o.c., pp. 263-354; y, especialmente, J. Gonz\u00e1lez-Anleo (Dir.), J\u00f3venes 2000 y religi\u00f3n,<\/em> o.c. Esta \u00faltima obra estudia, por un lado, la religiosidad (pp. 15-117) y socializaci\u00f3n religiosa de los j\u00f3venes (pp. 119-165); propone, por otro, un tipolog\u00eda sociorreligiosa de las nuevas generaciones (pp. 193-249) y su relaci\u00f3n con la vocaci\u00f3n a la vida consagrada (pp. 251-335); por \u00faltimo, ofrece una revisi\u00f3n hist\u00f3rica de los estudios espa\u00f1oles sobre \u00abj\u00f3venes y religi\u00f3n\u00bb desde 1939 al 2000 (pp. 251-335). En esta misma revista ya publicamos diversos an\u00e1lisis del dato: Cf., entre otros, J.L. Moral, \u00bfAlejados o nos alejamos?: Reconstruir con los j\u00f3venes la fe y la religi\u00f3n, <\/em>\u00abMisi\u00f3n Joven\u00bb 281(2000), 15-25; Id., J\u00f3venes cristianos: retrato con fondo, <\/em>\u00abMisi\u00f3n Joven\u00bb 300-301(2002), 5-32\/49-59.
        \n
        [7]<\/a>E. Schillebeeckx, Cristo y los cristianos. Gracia y liberaci\u00f3n, <\/em>Cristiandad, Madrid 1982, 3.
        \n
        [8]<\/a>R. Tonelli ha explicado con particular tino los distintos planos de las interferencias comunicativas (relaci\u00f3n intersubjetiva, mensaje, intencionalidad, instrumentos expresivos y contexto), as\u00ed como la problem\u00e1tica fundamental que acompa\u00f1a a cada uno de ellos: la mutua implicaci\u00f3n entre \u00abcontenido y relaci\u00f3n\u00bb, viciada en el caso de los j\u00f3venes por una deficiente cualidad de las relaciones que los adultos de la comunidad cristiana mantienen con ellos; la diversidad de categor\u00edas culturales y la escasa \u00abconjunci\u00f3n sem\u00e1ntica\u00bb de las categor\u00edas y palabras de la fe con la vida y lenguaje de los j\u00f3venes; la notable diferencia entre el sentido que cada persona elabora y el que viene sugerido por la fe; la dificultad a la hora de encontrar \u00absignos\u00bb para hablar del \u00abDios inefable\u00bb o c\u00f3mo seguir convirtiendo la experiencia en mensaje, y no al rev\u00e9s; la carencia de comunidades que funcionen como \u00abcontexto\u00bb dentro del cual entender el mensaje cristiano (cf. R. Tonelli, Per la vita e la speranza. Un progetto di pastorale giovanile, <\/em>Las, Roma 1996, 43-60).
        \n
        [9]<\/a>Cf. A. Torres Queiruga, La revelaci\u00f3n de Dios en la realizaci\u00f3n del hombre, <\/em>Cristiandad, Madrid 1987.
        \n
        [10]<\/a> Seguimos directamente la lectura \u2013parafraseando los textos en algunas ocasiones\u2013 que hace A. Torres Queiruga en dos de sus obras: A. Torres Queiruga, La revelaci\u00f3n de Dios en la realizaci\u00f3n del hombre, <\/em>o.c., pp. 58-68 y 124-126 (cf. tambi\u00e9n, pp. 161-242); Id., Repensar la resurrecci\u00f3n. La diferencia cristiana en la continuidad de las religiones y de la cultura, <\/em>Trotta, Madrid 2003, 119-122.
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        [11]<\/a> Cf. S. Herrmann, Historia de Israel en la \u00e9poca del Antiguo Testamento, <\/em>S\u00edgueme, Salamanca 1979, 80-95; R. de Vaux, Historia antigua de Israel, <\/em>Cristiandad, Madrid 1975, 358.
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        [12]<\/a> A. Torres Queiruga, Repensar la resurrecci\u00f3n, <\/em>o.c., pp. 119-120.
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        [13]<\/a> A. Torres Queiruga, Repensar la resurrecci\u00f3n, <\/em>o.c., p. 120.
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        [14]<\/a> L. Alonso Sch\u00f6kel-J.L. Sicre, Profetas I, <\/em>Cristiandad, Madrid 1980, 20.
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        [15]<\/a> A. Torres Queiruga, Repensar la resurrecci\u00f3n, <\/em>o.c., p. 121.
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        [16]<\/a>\u201cLa literatura teol\u00f3gica acerca del concepto \u00abtestimonio\u00bb se reduce pr\u00e1cticamente [\u2026] a lo exeg\u00e9tico y b\u00edblico-teol\u00f3gico, o se ocupa de la pregunta acerca de la diferencia y de la relaci\u00f3n entre el concepto de testimonio en el NT y en la literatura cristiana primitiva, as\u00ed como del concepto eclesial de \u00abmartirio\u00bb\u201d (K. Rahner, Theologische Bemerkungen zum Begriff \u00abZeugnis\u00bb <\/em>(SzTh X), 164). Por carecer de an\u00e1lisis m\u00e1s espec\u00edficos, normalmente, el testimonio se toma como contrapuesto a la experiencia, es decir, como \u201cun conocimiento que no alcanza a la cosa misma, sino que depende del enunciado de otra realidad, sin entrar en contacto directo con la experiencia y sin que quepa la posibilidad de independizarse de los enunciados comunicados\u201d (K. Rahner, Reflexiones en torno a la evoluci\u00f3n del dogma <\/em>(SzTh IV), 25).
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        [17]<\/a>K. Rahner, Curso fundamental sobre la fe, <\/em>o.c., pp. 322-323.
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        [18]<\/a> A. Torres Queiruga, La revelaci\u00f3n de Dios en la realizaci\u00f3n del hombre, <\/em>o.c., p. 23.
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        [19]<\/a>Ib\u00edd., pp. 117-160 y 461-475.
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        [20]<\/a>E. J\u00fcngel, Dios como misterio del mundo, <\/em>S\u00edgueme, Salamanca 1984, 389.
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        [21]<\/a>J.B. Metz, Breve apolog\u00eda de la narraci\u00f3n, <\/em>\u00abConcilium\u00bb 85(1973), 223.
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        [22]<\/a>Cf. R. Tonelli, L\u2019evangelizzazione e il suo linguaggio, <\/em>en: Istituto di TP\/Universit\u00e0 Pontificia Salesiana, Pastorale giovanile. Sfide, prospettive ed esperienze, <\/em>Ldc, Leumann 2003, 201-223; R. Tonelli et Alii, Narrare per aiutare a vivere, <\/em>Ldc, Leumann 1992. No abundamos en las condiciones, objetivos, caracter\u00edsticas, etc., de estas \u00abtres historias\u00bb tan bien analizadas en ambos textos.
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        [23]<\/a> E. J\u00fcngel, Dios como misterio del mundo, o.c., p. 396.
        \n<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

        Jos\u00e9 Luis Moral \u00a0 Jos\u00e9 Luis Moral es Profesor en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma   S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Partiendo de la importancia de la comunicaci\u00f3n para la configuraci\u00f3n de la persona, como agente primordial de socializaci\u00f3n y como verdadero lugar teol\u00f3gico donde se revela el rostro de Dios y su proyecto de salvaci\u00f3n […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[935,7,94],"tags":[],"class_list":["post-9059","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-334","category-jose-luis-moral","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9059","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=9059"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9059\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=9059"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=9059"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=9059"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}