{"id":909,"date":"1997-05-01T19:17:22","date_gmt":"1997-05-01T19:17:22","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=909"},"modified":"1997-05-01T19:17:22","modified_gmt":"1997-05-01T19:17:22","slug":"vocacion-y-profesion-para-que-y-como-educamos","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/vocacion-y-profesion-para-que-y-como-educamos\/","title":{"rendered":"Vocaci\u00f3n y profesi\u00f3n: \u00bfpara qu\u00e9 y c\u00f3mo educamos?"},"content":{"rendered":"
Enrique Gervilla<\/strong> es <\/em>Catedr\u00e1tico de <\/em>Filosof\u00eda de la<\/em> Educaci\u00f3n en la Universidad de Granada.<\/em><\/p>\n La actual agon\u00eda de la \u201cpalabra vocaci\u00f3n\u201d \u2013aplicando el dato de un hecho concreto- est\u00e1 estrechamente relacionada con un nuevo modo de entender la educaci\u00f3n, ahora m\u00e1s vinculada a la \u201cpalabra profesi\u00f3n\u201d. Resulta evidente que no hay educaci\u00f3n sin un \u201csaber hacer\u201d espec\u00edfico; sin embargo queda por resolver una cuesti\u00f3n primera y fundamental: \u00bfPara qu\u00e9 educarnos? Dicho interrogante sigue invocando un \u201chacer-vocacional\u201d.<\/p>\n El vocablo \u00abvocaci\u00f3n\u00bb ha pasado, entre nosotros, de gozar de una vida fuerte y vigo\u00adrosa a una muerte r\u00e1pida, pr\u00e1cticamente sin agon\u00eda. Hasta la d\u00e9cada de los setenta la lite\u00adratura, y sobre todo los manuales de pedago\u00adg\u00eda, hac\u00edan frecuente uso, y hasta quiz\u00e1s abuso,<\/em> del t\u00e9rmino vocaci\u00f3n. Hoy, por el contrario, apenas se alude a \u00e9l, salvo en c\u00edrculos religio\u00adsos. Su lugar lo ha venido a ocupar el vocablo \u00abprofesi\u00f3n\u00bb. Esta r\u00e1pida desaparici\u00f3n no es s\u00f3lo la muerte de una palabra sin m\u00e1s, sino un nuevo modo de entender la educaci\u00f3n. La nue\u00adva nomenclatura supone todo un cambio, adem\u00e1s de terminol\u00f3gico, conceptual y valorativo que afecta a la naturaleza misma de la forma\u00adci\u00f3n humana, no exenta de razones ideol\u00f3gi\u00adcas, pol\u00edticas y sociales.<\/p>\n Hoy, para muchos, la educaci\u00f3n, al igual que la medicina o la ingenier\u00eda, es una profesi\u00f3n. Y, en consecuencia, el profesor\/educador es el profesional de la ense\u00f1anza\/educaci\u00f3n. Expre\u00adsiones tales como: \u00abprofesionales de la ense\u00ad\u00f1anza\u00bb, \u00abcentros de ense\u00f1anza\u00bb, \u00abtarea docen\u00adte\u00bb…, de uso frecuente en \u00e1mbitos sindicales y laborales, pretenden, junto al inter\u00e9s manifies\u00adto de la profesionalidad, ocultar cuanto la vo\u00adcaci\u00f3n y la misma educaci\u00f3n supuso en tiem\u00adpos pasados, aunque a\u00fan cercanos.<\/p>\n Las razones de este cambio son m\u00falti\u00adples. A nuestro entender son de especial im\u00adportancia las siguientes.<\/p>\n – \u00a0\u00a0\u00a0 La creciente tendencia de todos los sectores de la sociedad hacia la profesionalizaci\u00f3n, como preparaci\u00f3n espec\u00edfica para \u00absaber ha\u00adcer\u00bb, frente a la vocaci\u00f3n como altruismo, ideal o afici\u00f3n.<\/p>\n – \u00a0\u00a0\u00a0 Las connotaciones religiosas de la voca\u00adci\u00f3n son hoy infravaloradas, cuando no re\u00adchazadas, en nuestra sociedad seculariza\u00adda y pragmatista.<\/p>\n – \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Catolicismo, hoy considerados arcaicos en una sociedad cambiante y tecnol\u00f3gicamente avanzada. En nuestra historia inmediata, la asociaci\u00f3n edu\u00adcador-vocaci\u00f3n fue un hecho repetido, tanto en los manuales de pedagog\u00eda como en la le\u00adgislaci\u00f3n educativa. La Ley de Educaci\u00f3n Pri\u00admaria de 17 de julio de 1945, en su art\u00edculo 56, afirmaba que el maestro \u00abha de ser hom\u00adbre de vocaci\u00f3n clara y de ejemplar conduc\u00adta moral y social estimando su vocaci\u00f3n co\u00admo un servicio debido a Dios y a la Patria\u00bb.<\/p>\n – \u00a0\u00a0\u00a0 La fuerte valoraci\u00f3n del sustento o base eco\u00adn\u00f3mica de la profesi\u00f3n, frente al altruismo, entrega y desinter\u00e9s de la vocaci\u00f3n.<\/p>\n – \u00a0\u00a0\u00a0 La defensa de unos intereses laborales ante la Administraci\u00f3n demandando justos dere\u00adchos, mediante manifestaciones, huelgas, me\u00addidas de presi\u00f3n, etc., propios de cualquier profesi\u00f3n, entran en oposici\u00f3n con el sentido vocacional frecuentemente asociado a la idea de hero\u00edsmo, desinter\u00e9s econ\u00f3mico y servi\u00adcio incondicional.<\/p>\n En consecuencia, pues, parece l\u00f3gico y has\u00adta justificado, la sustituci\u00f3n del t\u00e9rmino voca\u00adci\u00f3n por el de profesi\u00f3n. Lo que nos pregunta\u00admos es si tal cambio contribuye a una mejor hu\u00admanizaci\u00f3n y, en consecuencia, es un acierto beneficioso para la educaci\u00f3n; o por el contra\u00adrio, el poder de las circunstancias sociopol\u00edti\u00adcas se ha impuesto al margen de todo criterio educativo, pues los hechos, como bien sabe\u00admos, son constataciones sin m\u00e1s, por lo que de ellos no surge el deber-ser (lo bueno, lo me\u00adjor), o al menos, no necesariamente. De aqu\u00ed que la respuesta a esta cuesti\u00f3n, necesariamente, ha de ir precedida de la clarificaci\u00f3n conceptual que encierran los vocablos vocaci\u00f3n y profesi\u00f3n, as\u00ed como la relaci\u00f3n de los mismos con los dos grandes \u00e1mbitos de la educaci\u00f3n: fines y medios<\/p>\n La respuesta a la pregunta para qu\u00e9<\/em> educar<\/em> es \u00e9l n\u00facleo esencial de toda educaci\u00f3n, por lo que no es posible realizar actividad educadora alguna sin la clarificaci\u00f3n previa de tal interro\u00adgante. Llegar a un lugar o alcanzar una meta exi\u00adge su previo conocimiento. \u00bfHacia d\u00f3nde cami\u00adno? \u00bfQu\u00e9 quiero alcanzar tras mis esfuerzos? Son preguntas que todo ser racional se formula ante cualquier quehacer o tarea. Posteriormen\u00adte buscaremos los medios m\u00e1s adecuados y efi\u00adcaces para llegar a la meta o alcanzar lo que de\u00adseamos. As\u00ed, para qu\u00e9<\/em> y c\u00f3mo <\/em>dan respuesta a las finalidades y a los medios de todo proceso educativo: teleolog\u00eda y mesolog\u00eda, meta y cami\u00adno, fines y medios. Unos y otros imprescindible y estrechamente vinculados en aras a la efica\u00adcia: medios en funci\u00f3n de los fines, pues todo divorcio entre el fin y los medios disminuye la significaci\u00f3n de la actividad[1]<\/a>.<\/p>\n La educaci\u00f3n es, as\u00ed, un quehacer predomi\u00adnantemente teleol\u00f3gico, es decir, orientado hacia una meta, en una u otra direcci\u00f3n, con or\u00adden y con sentido. Ello hace que la finalidad sea algo esencialmente constitutivo de toda educa\u00adci\u00f3n. Sin finalidad la educaci\u00f3n estar\u00eda someti\u00adda al azar, a la ceguera, o bien ser\u00eda un caos de contradicciones, impropias del ser humano ca\u00adracterizado justamente por su racionalidad. Como ya afirm\u00f3 Dewey, \u201cactuar con fin equivale a actuar inteligentemente\u201d[2]<\/a> pues s\u00f3lo act\u00faa sin fi\u00adnalidad el hombre est\u00fapido, el ciego, el falto de esp\u00edritu, o el falto de inteligencia. El fin es ne\u00adcesario para orientar, ordenar y dar sentido. \u00abEl ser racional act\u00faa siempre mirando un para qu\u00e9, que constituye el l\u00edmite\u00bb[3]<\/a>. As\u00ed pues, al hablar de educaci\u00f3n, aludimos a la orientaci\u00f3n inten\u00adcionada del hombre, a la acci\u00f3n destinada al conseguir algo bueno. Por lo que la finalidad educativa es inseparable del valor: la teleolog\u00eda se toma aqu\u00ed axiolog\u00eda.<\/p>\n A la decisi\u00f3n de les fines sigue, de cuerdo con los mismos, la elecci\u00f3n de los medios, pues la teleolog\u00eda ser\u00eda imposible sin el conocimiento de los medios. \u00c9stos, como su misma etimolog\u00eda expresa (del lat\u00edn m\u00e9dium<\/em>: lo que est\u00e1 en el centro) es aquello que se encuentra entre dos puntos, o tambi\u00e9n, aquello que posibilita el pa\u00adso de un lugar o estado a otro. En una carrera (curriculum)<\/em> el espacio a recorrer entre la salida y la meta; en la educaci\u00f3n lo que [4]<\/a>separa el ini\u00adcio del proceso (el deseo o la intenci\u00f3n) de su consecuci\u00f3n, lo que facilita el paso hacia la fi\u00adnalidad.<\/p>\n La eficacia de la educaci\u00f3n se encuentra, as\u00ed, entre dos graves problemas a resolver o dos grandes ignorancias a superar: los valores co\u00admo meta (respuesta a la pregunta \u201cpara qu\u00e9 educar\u201d) y la t\u00e9cnica como medio (respuesta a la pregunta \u201cc\u00f3mo educar\u201d. Los dos momen\u00adtos de los que ya Herbart dej\u00f3 constancia en su Pedagog\u00eda general derivada del fin de la educa\u00ad<\/em>ci\u00f3n:<\/em> \u00e9tica o fin (\u00abentusiasmo por el bien\u00bb, pro\u00adyectos de acci\u00f3n valiosos) y psicolog\u00eda (conoci\u00admiento de la realidad, desarrollo psicol\u00f3gico y sus leyes).<\/p>\n Desde tales presupuestos adquiere ple\u00adno sentido responder a las siguientes pregun\u00adtas:4<\/a> \u00bfPara qu\u00e9 educar, para la profesi\u00f3n o para la vocaci\u00f3n? \u00bfLa educaci\u00f3n es una voca\u00adci\u00f3n o es una profesi\u00f3n? \u00bfLos profesores de\u00adsempe\u00f1an una funci\u00f3n vocacional o profesio\u00adnal? Quienes se preparan para ser educado\u00adres, \u00bfhan de ser vocacionales o profesionales? Entre las m\u00faltiples met\u00e1foras5<\/a>, que la historia de la educaci\u00f3n nos ofrece sobre el educador, encontramos dos im\u00e1genes especialmente ilus\u00adtrativas al respecto, como respuesta a tales in\u00adterrogantes: el misionero y el profesional.<\/p>\n El misionero<\/em> es el educador cuya vida, de mo\u00addo altruista y desinteresado, dedica al servicio de la educaci\u00f3n. La vocaci\u00f3n se convierte en un apostolado, cuya principal recompensa reside en el ejercicio mismo de su actividad. El magis\u00adterio se ejerce a modo de ministerio que hace del educador un menesteroso, \u00abun santo laico, abnegado, desinteresado y tan identificado con su tarea que llega a olvidarse de s\u00ed mismo\u00bb6<\/a>.<\/p>\n El profesional<\/em>, por el contrario, de modo muy distinto, entiende la educaci\u00f3n como prepara\u00adci\u00f3n para saber hacer. M\u00e1s que oficio es profe\u00adsi\u00f3n7<\/a> cuya profesionalidad exige una prepara\u00adci\u00f3n cient\u00edfico-t\u00e9cnica, as\u00ed como la pertenencia a un status profesional (econ\u00f3mico, social y cul\u00adtural). La met\u00e1fora del profesor como t\u00e9cnico se vincula a la concepci\u00f3n tecnol\u00f3gica de la activi\u00addad profesional pr\u00e1ctica que pretende ser eficaz y rigurosa: es la denominada \u00abracionalidad t\u00e9c\u00adnica\u00bb. Se trata de solucionar problemas me\u00addiante la aplicaci\u00f3n de teor\u00edas y t\u00e9cnicas cient\u00ed\u00adficas. Con palabras de Nassif es un \u00abproceso pedag\u00f3gico organizado de habilitaci\u00f3n cultural, cient\u00edfica, t\u00e9cnica y pr\u00e1ctica de las personas destinado a encauzar el proceso educativo en sus diversos niveles, sectores y formas\u00bb8<\/a>.<\/p>\n Una y otra met\u00e1fora describen concepcio\u00adnes educativas diversas y, por lo mismo, fines y medios distintos. La opci\u00f3n por una u otra supone la clarificaci\u00f3n previa de los concep\u00adtos vocaci\u00f3n y profesi\u00f3n, <\/em>as\u00ed como su vincula\u00adci\u00f3n con la naturaleza de la educaci\u00f3n.<\/em><\/p>\n 4.1. La vocaci\u00f3n<\/strong><\/p>\n La vocaci\u00f3n, seg\u00fan el Diccionario de la Re\u00adal Academia Espa\u00f1ola de la Lengua (1992), es una \u00abinspiraci\u00f3n con que Dios llama a alg\u00fan es\u00adtado, especialmente al de religi\u00f3n\u00bb. Este senti\u00addo religioso, que la Real Academia de la Len\u00adgua otorga a la vocaci\u00f3n, tiene su origen en la etimolog\u00eda latina del t\u00e9rmino y en su sentido b\u00ed\u00adblico. La vocaci\u00f3n hunde, as\u00ed, sus ra\u00edces en el vocablo vocatio <\/em>cuya traducci\u00f3n equivale a la expresi\u00f3n \u00abacci\u00f3n de llamar\u00bb, esto es, el resultado de una vox (la acci\u00f3n y efecto de un voca\u00adre <\/em>o llamar). Una llamada a alguien para que de\u00adsempe\u00f1e una misi\u00f3n. \u00c9ste fue el sentido origi\u00adnario que le otorg\u00f3 el cristianismo. De aqu\u00ed su connotaci\u00f3n religiosa, que, si bien entre noso\u00adtros, no es exclusiva, s\u00ed es predominante. Al\u00adguien (Dios) llama a alguien (ser humano) para algo (tarea a desempe\u00f1ar) mediante alg\u00fan pro\u00adcedimiento o medio de comunicaci\u00f3n: oral, es\u00adcrito, directo o a trav\u00e9s de mensajeros. As\u00ed, Dios llama a Abraham para que salga de su tierra (Gen 12), a Mois\u00e9s, en la zarza ardiente, para que libere a su pueblo de la esclavitud (Ex 3), a Isa\u00edas, a Jerem\u00edas, a Samuel o a San Mateo…<\/p>\n La vocaci\u00f3n es, de este modo, una elecci\u00f3n divina, una llamada dirigida a la conciencia, que modifica radicalmente la existencia del ser hu\u00admano, haciendo de \u00e9ste un hombre nuevo. No se trata de un mandato o imposici\u00f3n, sino m\u00e1s bien de una invitaci\u00f3n, pero de una fuerza tal, que en su cumplimiento radica la felicidad del ser humano, pues la llamada de Dios incluye siempre el bien personal. Ello, en modo alguno, significa la carencia de problemas o dificulta\u00addes, pues, a veces, el seguimiento de la voca\u00adci\u00f3n entra de lleno en el \u00e1mbito de la heroici\u00addad, cual es el caso de los profetas b\u00edblicos.<\/p>\n Fuera del \u00e1mbito religioso, aunque estrecha\u00admente vinculado a \u00e9ste, la vocaci\u00f3n, como tam\u00adbi\u00e9n expresa la Real Academia de la Lengua, puede significar tambi\u00e9n \u00abadvocaci\u00f3n, convo\u00ad<\/em>caci\u00f3n, llamamiento, <\/em>inclinaci\u00f3n<\/em> a cualquier es\u00adtado, profesi\u00f3n o carrera\u00bb. <\/em>Por lo que \u00aberrar la vocaci\u00f3n\u00bb es dedicarse a cosa para la cual no se tiene disposici\u00f3n, o bien mostrar tenerla pa\u00adra otra que no se ejercita. De este modo, la vo\u00adcaci\u00f3n pierde su sentido teol\u00f3gico, pasando a ser un vocablo de uso frecuente en el lenguaje popular y en las diversas ciencias humanas: filo\u00adsof\u00eda, psicolog\u00eda, pedagog\u00eda, sociolog\u00eda…, si bien con distinto significado, seg\u00fan tiempos y auto\u00adres, pero siempre en un sentido positivo de agrado, deseo vehemente, ilusi\u00f3n, desarrollo o satisfacci\u00f3n personal por la tarea que se realiza.<\/p>\n La vocaci\u00f3n no es, pues, un asunto de es\u00adt\u00f3mago, ni de riquezas, ni siquiera de pan, si\u00adno de coraz\u00f3n, de ilusi\u00f3n, de ideales. No se trata del cumplimiento estricto de la obliga\u00adci\u00f3n, sino del entusiasmo que trasciende la re\u00adglamentaci\u00f3n del deber. Quien siente la voca\u00adci\u00f3n por la m\u00fasica, tendr\u00e1, para comer, que en\u00adse\u00f1ar historia, hacer zapatos o barrer las ca\u00adlles, pero nada de ello le ocasiona el gozo que le proporciona la m\u00fasica. Una cosa es el est\u00f3\u00admago y la tranquilidad, y otra la cabeza y el co\u00adraz\u00f3n. La profesi\u00f3n de educador si no da mu\u00adcha riqueza, s\u00ed asegura el pan sin muchos que\u00adbraderos de cabeza. Asegurar el pan es el pri\u00admer problema y el m\u00e1s necesario, pero no es el principal, ni el de mayor dignidad.<\/p>\n La educaci\u00f3n <\/em>ha sido entre nosotros, duran\u00adte muchos a\u00f1os, considerada como vocaci\u00f3n. Los textos de pedagog\u00eda, hasta tiempos muy cercanos, insist\u00edan en ello como cualidad fun\u00addamental de todo educador. \u201cPor vocaci\u00f3n -escribi\u00f3 L. A. Lemus- entendemos esa llama\u00adda interior que condiciona a un individuo hacia el ejercicio de una determinada actividad de trabajo en donde encuentra alto grado de satis\u00adfacci\u00f3n personal. La vocaci\u00f3n no tiene en cuen\u00adta otros factores como la dificultad del trabajo, la mayor o menor remuneraci\u00f3n econ\u00f3mica, o los riesgos, sinsabores o vicisitudes a que puede conducir la actividad elegida; el esp\u00edritu de servicio social y la complacencia personal del que ejerce la profesi\u00f3n o trabajo es la principal caracter\u00edstica de la vocaci\u00f3n. Es indudable que sin vocaci\u00f3n no se puede ser maestro […]. Todas las profesiones requieren un cierto gra\u00addo de vocaci\u00f3n y cuanto m\u00e1s se tiene mayor ser\u00e1 el rendimiento profesional, mejor la cali\u00addad del trabajo realizado y m\u00e1s grande la sa\u00adtisfacci\u00f3n personal\u201d9<\/a>.<\/p>\n La vocaci\u00f3n es as\u00ed, en su sentido etimol\u00f3gi\u00adco y teol\u00f3gico originario, una tarea primordial\u00admente misionera o sacerdotal. El error, a nues\u00adtro entender, radica en que el predominio vo\u00adcacional minusvalore o anule lo profesional: la preparaci\u00f3n cient\u00edfica y t\u00e9cnica. La educaci\u00f3n, adem\u00e1s de ilusi\u00f3n, es saber realizar dicha ilu\u00adsi\u00f3n; junto al placer del hacer es necesaria la eficacia del saber-hacer.<\/p>\n La sola vocaci\u00f3n, personalmente entendida, puede que proporcione satisfacci\u00f3n y gozo a quien la practica, pero la ignorancia del no sa\u00adber-hacer repercute negativamente en quienes la sufren. Las implicaciones sociales, que ge\u00adneralmente la vocaci\u00f3n conlleva, han de ser punto de referencia esencial para quien la ejer\u00adce. No basta al m\u00e9dico tener mucha vocaci\u00f3n, si ignora c\u00f3mo sanar al enfermo. Es preferible saber alcanzar la salud sin ilusi\u00f3n, a poseer gran ilusi\u00f3n revestida de ignorancia. Los males, que la sola vocaci\u00f3n ocasiona, son padecidos por los destinatarios. Si pudi\u00e9semos detectar los \u00abda\u00f1os vocacionales\u00bb de quienes con muy buena voluntad, y casi s\u00f3lo con \u00e9sta, se dedi\u00adcan a la educaci\u00f3n, posiblemente, los datos nos asombrar\u00edan. Saber-hacer no es cuesti\u00f3n de bondad, sino de ciencia, aunque mejor si \u00e9sta va acompa\u00f1ada de bondad.<\/p>\n La educaci\u00f3n, como ya indicamos, posee una finalidad valiosa, ilusionante, que deja insaciable al ser humano. Pero para llegar, o acercarse, a la meta es necesario conocer el camino. Saber para qu\u00e9<\/em> sin saber c\u00f3mo<\/em> hace ineficaz el proce\u00adso educativo. De aqu\u00ed que la verdadera voca\u00adci\u00f3n no est\u00e9 desligada de la profesi\u00f3n, o lo que es lo mismo, toda vocaci\u00f3n conlleva una dimen\u00adsi\u00f3n profesional. Sin embargo, vocaci\u00f3n y acti\u00adtud no siempre se identifican, por lo que es po\u00adsible sentir una fuerte atracci\u00f3n hacia una activi\u00addad y carecer de actitudes para su ejercicio. Cuando tal correspondencia no existe, puede encontrarse la persona en un callej\u00f3n sin salida. La expresi\u00f3n \u201cerrar uno la vocaci\u00f3n\u201d, como ya indicamos, expresa justamente esta situaci\u00f3n: dedicarse a algo para lo cual no se tiene dispo\u00adsici\u00f3n o preparaci\u00f3n, o bien mostrar tenerla pa\u00adra otra que no se ejercita.<\/p>\n 4.2. La profesi\u00f3n<\/strong><\/p>\n Los diccionarios son coincidentes en sos\u00adtener que la profesi\u00f3n es un empleo, facultad u oficio, que se ejerce p\u00fablicamente como ocupaci\u00f3n habitual y continuada en el \u00e1mbito la\u00adboral. Tal ocupaci\u00f3n puede realizarse ense\u00f1an\u00addo o haciendo algo. En cualquier caso, la actividad a realizar queda definida como: forma\u00adci\u00f3n espec\u00edfica, seguimiento de determinadas reglas, aceptaci\u00f3n de un determinado c\u00f3digo deontol\u00f3gico y objetivo beneficioso (sustento econ\u00f3mico).<\/p>\n El Diccionario de la Real Academia, bajo el vocablo profesi\u00f3n, nos ofrece un triple signifi\u00adcado. Un primer sentido etimol\u00f3gico: Profes\u00adsio\/nis<\/em> = Acci\u00f3n y efecto de profesar. Y profe\u00ad<\/em>sar (de profeso) <\/em>se dice que es ense\u00f1ar o ejer\u00adcer una doctrina, ciencia, arte u oficio con in\u00adclinaci\u00f3n voluntaria y continuada. O bien, sen\u00adtir alg\u00fan afecto, inclinaci\u00f3n o inter\u00e9s y perse\u00adverar voluntariamente en ellos: profesar cari\u00ad\u00f1o, odio…<\/p>\n Una segunda acepci\u00f3n religiosa. Ceremonia eclesi\u00e1stica en que alguien profesa en una or\u00adden religiosa. Profeso <\/em>(del lat. Professus, part. <\/em>de profiteri:<\/em> declarar) se dice del religioso que ha profesado, esto es, el acto por el cual un re\u00adligioso o religiosa emite sus votos de pobreza, castidad y obediencia, pasado el tiempo de su noviciado. Es, a la vez, un contrato temporal en\u00adtre el novicio y la comunidad y un ofrecimiento que el novicio hace de s\u00ed mismo a Dios.<\/p>\n Y un tercer sentido sociol\u00f3gico. Empleo, fa\u00adcultad u oficio que una persona tiene y ejerce con derecho a retribuci\u00f3n. Ello crea un status<\/em> diferencial entre las diversas profesiones. La profesi\u00f3n, si bien no debe identificarse con el status, s\u00ed es un \u00edndice social del mismo, muy \u00fatil para determinar la escala de estratificaci\u00f3n. De aqu\u00ed que el adjetivo, profesional, <\/em>se aplique a quien pertenece a una profesi\u00f3n; a quien practica habitualmente una actividad, incluso delictiva, de la cual vive; o tambi\u00e9n a lo hecho por profesionales y no por aficionados. As\u00ed, en el \u00e1mbito laboral, la categor\u00eda profesional es el conjunto de actividades que constituyen la es\u00adpecializaci\u00f3n del trabajador, ocupando una posici\u00f3n o categor\u00eda dentro de la clasificaci\u00f3n profesional.<\/p>\n Hoy la profesi\u00f3n, en el lenguaje educativo, ha perdido su significado religioso, conservan\u00addo parte de su sentido etimol\u00f3gico y encon\u00adtr\u00e1ndose en todo su vigor su acepci\u00f3n socio\u00adl\u00f3gica. Baste recordar, al respecto, los criterios internos que, recogiendo otros estudios sobre la profesi\u00f3n, enumera J. M. Touri\u00f1\u00e1n10<\/a>:<\/p>\n En s\u00edntesis, pues, la profesi\u00f3n es un saber-\u00adhacer socialmente reconocido, <\/em>un cuerpo es\u00adpec\u00edfico de conocimientos t\u00e9cnicos destinados a alcanzar unos fines. Al profesional, pues, se le pide responsabilidad y eficacia: soluci\u00f3n de problemas. En ello reside su prestigio, su status y hasta su posici\u00f3n econ\u00f3mica. Ello puede ge\u00adnerar diversas organizaciones profesionales con la pretensi\u00f3n de ayuda mutua y defensa de in\u00adtereses comunes.<\/p>\n La educaci\u00f3n es, sin duda alguna, un saber-\u00adhacer o no es educaci\u00f3n, al menos educaci\u00f3n real, por cuanto la acci\u00f3n educativa es para al\u00adguien o no es para nadie. Con ello en modo al\u00adguno pretendemos desestimar los conocimien\u00adtos especulativos, imprescindibles en cuanto sa\u00adberes cient\u00edficos, sino destacar su destino y vin\u00adculaci\u00f3n con la pr\u00e1xis. Lo propio del profesional de la educaci\u00f3n es la intervenci\u00f3n pedag\u00f3gica destinada al perfeccionamiento del ser humano y, por lo mismo, a la soluci\u00f3n de problemas educativos. Aqu\u00ed, en la competencia, reside su credibilidad, prestigio, reconocimiento social y hasta su posici\u00f3n econ\u00f3mica. Si a ello va unida la vocaci\u00f3n, o gusto por la tarea, el educador habr\u00e1 encontrado simult\u00e1neamente su voca\u00adci\u00f3n y su profesi\u00f3n, la autorrealizaci\u00f3n personal y el servicio eficaz a los dem\u00e1s.<\/p>\n El error actual -razonable, dados los prece\u00addentes hist\u00f3ricos inmediatos ya aludidos- consiste en considerar la educaci\u00f3n s\u00f3lo como profesi\u00f3n, desestimando, cuando no rechazando, su dimensi\u00f3n vocacional. Se olvida, con cier\u00adta frecuencia, que educar es tarea de naturaleza distinta a la de poner ladrillos o hacer muebles. Construir seres humanos es tarea distinta a la de construir pintes o casas. El alba\u00f1il o el arqui\u00adtecto, por trabajar directamente sobre materia, se diferencian esencialmente del m\u00e9dico y del educador, cuya acci\u00f3n directa son las perso\u00adnas. La ilusi\u00f3n, el altruismo y el gusto por lo que se hace, propio de la vocaci\u00f3n, es algo que tambi\u00e9n, consciente o inconscientemente, se ense\u00f1a y se aprende. Un aprendizaje imper\u00adceptible para los puentes o los edificios, pero de gran incidencia y eficacia en formaci\u00f3n de las personas. No es del todo excepcional que algunos alumnos se hayan decidido por una u otra carrera gracias al entusiasmo e ilusi\u00f3n con que sus profesores les transmitieron unos co\u00adnocimientos determinados.<\/p>\n Considerar la educaci\u00f3n s\u00f3lo como profe\u00adsi\u00f3n es empobrecer la praxis educativa, en cu\u00adyo proceso el mundo de los valores no s\u00f3lo se encuentra en la finalidad, sino en todas y cada una de las acciones del proceso, pues es im\u00adposible llevar a cabo el m\u00e1s m\u00ednimo acto edu\u00adcativo sin una referencia expresa o impl\u00edcita a los valores. El acierto de todo educador se en\u00adcuentra entre dos saberes: el saber de la axio\u00adlog\u00eda y el saber-hacer de la tecnolog\u00eda. La axio\u00adlog\u00eda sin tecnolog\u00eda nos introduce en la pura es\u00adpeculaci\u00f3n; la tecnolog\u00eda sin valores nos con\u00adduce a una educaci\u00f3n deshumanizada y desi\u00adlusionada, toda una contradicci\u00f3n con el que\u00adhacer educativo cuya esencia es humanizar.<\/p>\n De hecho, una separaci\u00f3n estricta entre voca\u00adci\u00f3n y profesi\u00f3n es de hecho dif\u00edcil, cuando no imposible, m\u00e1xime en la educaci\u00f3n. En ambos casos ser\u00eda m\u00e1s correcto hablar de predominio que de exclusi\u00f3n. Las definiciones de la Real Academia de la Lengua, a las que anteriormen\u00adte hemos aludido, as\u00ed lo manifiestan. En el vo\u00adcablo vocaci\u00f3n<\/em> existen referencias a la profesi\u00f3n <\/em>y \u00e9ste remite tambi\u00e9n a aqu\u00e9l. Se da, pues, una implicaci\u00f3n profesional en la vocaci\u00f3n y una im\u00adplicaci\u00f3n vocacional en la profesi\u00f3n.<\/p>\n El futuro es siempre pregunta y problema, de repuesta insegura y de soluci\u00f3n incierta. No obstante, el deseo de conocer m\u00e1s all\u00e1 del pre\u00adsente y el ansia de prevenir impulsa al ser hu\u00admano a reflexionar sobre el destino desde el presente. De este modo, adelantamos el futuro a tenor de los hechos y datos, positivos o ne\u00adgativos, que nos ofrece el presente. Desde es\u00adtos presupuestos, enumeramos algunos he\u00adchos actuales que constituyen un cierto moti\u00advo de preocupaci\u00f3n para el futuro de la educa\u00adci\u00f3n y, en consecuencia, para los educadores.<\/p>\n Uno de ellos es la existencia de \u00abnumerus <\/em>clausus\u00bb en casi todas las universidades y carre\u00adras. Este hecho, altamente positivo en algunos aspectos, tales como generador de orden, ra\u00adcionalizaci\u00f3n espacio-profesores-alumnos, ma\u00adyor calidad de la ense\u00f1anza, mejor selecci\u00f3n de los profesionales que necesita la sociedad, etc., se toma negativo en cuanto al tema que nos ocupa. Muchos alumnos no estudian lo que quieren (aquello acorde con sus intereses e inclinaci\u00f3n), sino lo que pueden, lo que la nota de la selectividad les permite hacer. En tales casos, la vocaci\u00f3n queda frustrada, vi\u00e9n\u00addose obligado el alumno a cursar lo que no desea y, lo que es peor a\u00fan, a desempe\u00f1ar en el futuro una profesi\u00f3n no-vocacional, un que\u00adhacer desilusionante. Las insatisfacciones per\u00adsonales y las consecuencias sociales parecen evidentes. \u00bfSer\u00e1 la sociedad del futuro una so\u00adciedad desilusionada?<\/p>\n Peor situaci\u00f3n a\u00fan tienen quienes, por en\u00adcontrarse en peores condiciones, se les niega la entrada misma en el sistema. Para estos el per\u00edodo de formaci\u00f3n ha concluido, a pesar su\u00ad yo. Ni vocaci\u00f3n, ni profesi\u00f3n. La salida laboral, en el mejor de los casos, o bien el paro, son las soluciones del sistema a los menos formados. <\/em>Las estructuras, siempre m\u00e1s poderosas que las personas, son, a veces, veh\u00edculo de deshu\u00admanizaci\u00f3n para algunos. Un sistema selectivo y competitivo, \u00bfser\u00e1 tambi\u00e9n educativo?<\/p>\n Otro problema de preocupaci\u00f3n es el actual Plan de Estudios, <\/em>destinado a formar futuros educadores: Pedagog\u00eda y Magisterio. El pre\u00addominio de materias instrumentales es, al me\u00adnos te\u00f3ricamente, una cierta garant\u00eda y acier\u00adto en el buen saber-hacer. El aspecto negativo viene dado desde la escasa presencia de ma\u00adterias m\u00e1s human\u00edsticas, cuando precisamen\u00adte la educaci\u00f3n consiste en humanizar. El \u00e9n\u00adfasis entre lo human\u00edstico y lo t\u00e9cnico es siem\u00adpre una opci\u00f3n, m\u00e1xime cuando el espacio y el tiempo son limitados. Optar es valorar, y ofi\u00adcialmente la opci\u00f3n se ha inclinado a favor de lo t\u00e9cnico o instrumental.<\/p>\n Y finalmente el desempleo.<\/em> El horizonte del paro amenaza por igual a la profesi\u00f3n y a la vocaci\u00f3n. La persona forzosamente desem\u00adpleada siente el absurdo de haberse prepara\u00addo \u00abpara\u00bb…, sin la existencia real de ese \u00abpa\u00adra\u00bb, sin la meta o lugar que le permita la llega\u00adda que acad\u00e9micamente ha conseguido. Ni vocaci\u00f3n, ni profesi\u00f3n, sino contradicci\u00f3n de una sociedad que, por una parte, prepara per\u00adsonas para desempe\u00f1ar una vocaci\u00f3n\/profe\u00adsi\u00f3n y, por otra, les niega el ejercicio de la ilu\u00adsi\u00f3n que en ellas ha generado.<\/p>\n El conflicto persona-sociedad es hoy, en este tema como en tantos otros, un dilema de dif\u00edcil soluci\u00f3n: el ideal de la conjunci\u00f3n formaci\u00f3n y ocupaci\u00f3n <\/em>frecuente y desgraciadamente se toma disyunci\u00f3n: formaci\u00f3n o empleo. Perso\u00adnalmente, y dado que una sola de las opciones sin la otra siempre es negativa11<\/a>, me inclino por la formaci\u00f3n, pues prefiero una sociedad mayo\u00adritariamente formada, y en parte desempleada, a una sociedad minoritariamente formada y em\u00adpleada. Construir personas (la formaci\u00f3n), tam\u00adbi\u00e9n a nivel superior, ya es un valor en s\u00ed mismo, prescindiendo de otras consecuencias.<\/p>\n – La sustituci\u00f3n del vocablo vocaci\u00f3n por el de profesi\u00f3n, en el lenguaje educativo ac\u00adtual, tiene su fundamento en circunstancias socio-pol\u00edticas y no en la naturaleza de la educaci\u00f3n.<\/p>\n –\u00a0 Desligado de tales hechos circunstanciales, el educador, para llevar a cabo eficazmente su tarea (la educaci\u00f3n: fines y medios), ha de ser vocacional y profesional, pues en la<\/p>\n educaci\u00f3n, no es posible, ni conveniente, una separaci\u00f3n radical entre una y otra.<\/p>\n – La vocaci\u00f3n sin profesi\u00f3n hace frecuente\u00admente in\u00fatil la acci\u00f3n educativa, al encon\u00adtrarse el educador entre el deseo de hacer y la ignorancia de no saber-hacer. La profe\u00adsi\u00f3n sin vocaci\u00f3n conduce al. educador al extremo opuesto: un saber-hacer carente de ilusi\u00f3n, cuando no de deshumanizaci\u00f3n.<\/p>\n – Propugnamos para el futuro, en aras de la autorrealizaci\u00f3n personal de los educado\u00adres y del bienestar de la sociedad, una for\u00admaci\u00f3n de vocaciones, es decir, una estre\u00adcha vinculaci\u00f3n ideal-t\u00e9cnica en la que la vocaci\u00f3n se haga profesi\u00f3n y la profesi\u00f3n se realice con la ilusi\u00f3n de la vocaci\u00f3n.<\/p>\n Enrique Gervilla<\/strong><\/p>\n \u201cComo individuos y como ciudadanos tenemos perfecto derecho a verlo todo del color caracter\u00edstico de la mayor parte de las hormigas y de gran n\u00famero de tel\u00e9fonos antiguos, es decir, muy negro. Pero en cuanto educadores no nos queda m\u00e1s remedio que ser opti\u00admistas, \u00a1ay! Y es que la ense\u00f1anza presupone el optimismo tal como la nataci\u00f3n exige un medio l\u00edquido para ejercitarse. Quien no quiera mojarse, debe abandonar la nataci\u00f3n; quien sienta repugnancia ante el optimismo, que deje la ense\u00f1anza y que no pretenda pensar en qu\u00e9 consiste la educaci\u00f3n. Porque educar es creer en la perfectibilidad humana, en la ca\u00adpacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima, en que hay cosas (s\u00edm\u00adbolos, t\u00e9cnicas, valores, memorias, hechos…) que pueden ser sabidos y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento\u201d.<\/p>\n [1]<\/a> J. DEWEY, Democracia y Educaci\u00f3n, <\/em>Losada, Bue\u00adnos Aires 1978, p. 188.<\/p>\n [2]<\/a> Ib\u00edd., p. 115.<\/p>\n [3]<\/a> ARIST\u00d3TELES, Metaf\u00edsica, <\/em>994 a,b.<\/p>\n [4]<\/a> No pretendemos decir que los fines de la educaci\u00f3n queden reducidos a estos interrogantes. La pluralidad teleol\u00f3gica es tal que nos conducir\u00eda a la problem\u00e1tica antropol\u00f3gica: tantos fines de la educaci\u00f3n como mo\u00addelos de hombre que la educaci\u00f3n trata de realizar.<\/p>\n <\/a><\/p>\n 5<\/a> La acci\u00f3n del educador se ha expresado hist\u00f3rica\u00admente a trav\u00e9s de m\u00faltiples im\u00e1genes, suficientemente ilustrativas, de su funci\u00f3n educadora, tales como: el es\u00adclavo, el soberano, el misionero, el olvidado, el culpa\u00adble, el profesional o el cient\u00edfico (R. NASSIF, Teor\u00eda de la educaci\u00f3n, <\/em>Cincel, Madrid, 1985, pp. 155-171).<\/p>\n <\/a><\/p>\n 6 Ib\u00edd., p. 158.<\/p>\n 7<\/a> Oficio y profesi\u00f3n se distinguen seg\u00fan el tipo de formaci\u00f3n requerida en extensi\u00f3n del aprendizaje y en el nivel de calificaci\u00f3n. Cuanto mayor es el tiempo y m\u00e1s amplios los conocimientos y las t\u00e9cnicas, m\u00e1s se acerca a la profesi\u00f3n.<\/p>\n 8<\/a> R. NASSIF, o. c., p. 168.<\/p>\n 9<\/a> A.L. LEMUS, Pedagog\u00eda. Temas fundamentales, Ka\u00adpelusz, Buenos Aires 1969, p. 133.<\/p>\nS\u00cdSTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/h2>\n
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Vocaci\u00f3n y religi\u00f3n<\/h2>\n
Vocaci\u00f3n y profesi\u00f3n<\/h2>\n
Vocaci\u00f3n y educaci\u00f3n<\/h2>\n
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