{"id":9108,"date":"2004-07-01T00:00:01","date_gmt":"2004-06-30T22:00:01","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9108"},"modified":"2004-07-01T00:00:01","modified_gmt":"2004-06-30T22:00:01","slug":"modernidad-y-postmodernidad-cambio-de-valores-en-la-juventud","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/modernidad-y-postmodernidad-cambio-de-valores-en-la-juventud\/","title":{"rendered":"Modernidad y postmodernidad: cambio de valores en la juventud"},"content":{"rendered":"

Jos\u00e9 Luis Moral<\/strong>
\n 
\nUniversidad Pontificia Salesiana (Roma)
\n 
\nUna vez desmenuzados los t\u00e9rminos englobados en el t\u00edtulo, nos proponemos un r\u00e1pido viaje descriptivo a trav\u00e9s del c\u00f3mo son y qu\u00e9 valoran<\/em> las j\u00f3venes generaciones. Un recorrido eminentemente enunciativo, sobre bases sociol\u00f3gicas, pero tambi\u00e9n con ciertas claves interpretativas. Los mojones del trayecto: el tipo de sociedad y la identidad de las personas j\u00f3venes, por un lado; la cultura, la \u00e9tica y la religi\u00f3n, por otro. La orientaci\u00f3n hermen\u00e9utica, en principio, une estrechamente Modernidad y Postmodernidad, entendiendo que la segunda no existe sin la primera y tampoco puede concebirse como algo radicalmente distinto de ella; de ah\u00ed, en segundo lugar, que el cambio<\/em> no sea sino un proceso que viene de lejos, en el que m\u00e1s que transformaci\u00f3n de los valores de la juventud, asistimos a una profunda alteraci\u00f3n de la realidad social y humana que, l\u00f3gicamente, tiene unos reflejos directos en la vida de las chicas y chicos de nuestro tiempo.
\n <\/p>\n

    \n
  1. Unir conceptos problem\u00e1ticos<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \nEmpezamos proponiendo un sencillo juego combinatorio con las expresiones del t\u00edtulo. Si relacionar t\u00e9rminos diversos entre s\u00ed no es tarea simple, llevarlo a cabo con conceptos polis\u00e9micos y ambiguos, cuando no oscuros, resulta pr\u00e1cticamente imposible. De ah\u00ed que nos quedemos en una simple aproximaci\u00f3n, indirectamente relacional, al binomio \u00abmodernidad-postmodernidad\u00bb, a los valores y a los j\u00f3venes.
    \n 
    \n1.1. Modernidad y postmodernidad: un nuevo \u00abestado de conciencia\u00bb<\/strong>
    \n 
    \nEvidentemente, no es posible entender cuanto nos pasa o, en nuestro caso, entender lo que pasa a los j\u00f3venes sin remitirnos al contexto, cuya primera aproximaci\u00f3n arroja un dato claro: vivimos un particular momento hist\u00f3rico de cambio epocal.<\/em> La humanidad camina hacia unas configuraciones sociales, econ\u00f3micas, pol\u00edticas y religiosas de una novedad tan radical como para romper todos los esquemas de los que hasta ahora nos serv\u00edamos para entender la vida. Con otras palabras: est\u00e1n caducando definitivamente las im\u00e1genes del mundo que aseguraban el conocimiento y la acci\u00f3n, al tiempo que nos vemos en la obligaci\u00f3n de reconstruir la racionalidad y el sentido.
    \nEl ser humano, para su equilibrio vital, necesita convencerse de que el mundo y la historia, cuanto hace y piensa, forman parte de un todo con sentido. Por eso, aunque no siempre se sepa expresar adecuadamente o aunque sea de modo casi inconsciente, nos acogemos a una \u00abcosmovisi\u00f3n\u00bb, esto es, a una visi\u00f3n general del mundo, la vida, la historia, etc., con un sentido global (o un sinsentido total, lo que no dejar\u00eda de ser igualmente una cosmovisi\u00f3n con \u2013un\u2013 sentido). Durante mucho tiempo, bien la filosof\u00eda bien la religi\u00f3n, o las dos a la par, se encargaron de esta tarea. En Europa y pr\u00e1cticamente hasta el siglo XVIII, el cristianismo proporcion\u00f3 \u2013cuando no impuso\u2013 el sentido y el \u00abuniverso simb\u00f3lico\u00bb con el que desarrollarlo en todos los \u00e1mbitos de la existencia.
    \nSi se emplearon m\u00e1s de XVII siglos para consolidar ese refugio seguro al sentido de la vida, lo cierto es que en menos de tres salt\u00f3 por los aires. Nos encontramos apenas a distancia de dos siglos de las explosiones m\u00e1s determinantes del derrumbamiento. No debe extra\u00f1arnos, por tanto, que actualmente nos resulte todo menos obvio, m\u00e1s problem\u00e1tico, complejo y oscuro. La Modernidad nacida de la Ilustraci\u00f3n nos ha ido dejando sin la cosmovisi\u00f3n que por tanto tiempo nos protegi\u00f3 de cualquier inclemencia. En cierto modo, hemos tenido que comprar la libertad al precio de la inseguridad. Ni la naturaleza, ni Dios, ni las autoridades<\/em> nos aseguran ya una base s\u00f3lida al significado de la vida y su historia en el mundo; aunque s\u00f3lo fuere por habernos convencido de que el ser humano consiste precisamente en eso, en crear significado, en decidir por \u00e9l mismo su destino. Nada ni nadie nos puede ahorrar o resolver tal responsabilidad.
    \nAunque concepto problem\u00e1tico en exceso, justamente, la modernidad<\/em> se asocia al proceso universal de \u00abnueva racionalizaci\u00f3n\u00bb con el que, dejando a parte otras consideraciones, el hombre se abre camino como ser racional, aut\u00f3nomo y libre, notas que marcan definitivamente la identidad y acci\u00f3n humanas. Huelgan m\u00e1s consideraciones para nuestro objetivo: el paradigma explicativo moderno ya ha consagrado, irreversiblemente, la racionalidad cr\u00edtica, la autonom\u00eda y la libertad como bases de identidad del ser humano, y la secularidad como entorno fundamental donde realiza su vida.
    \nComo es bien sabido, el entusiasmo con el que la Ilustraci\u00f3n se confi\u00f3 a la raz\u00f3n humana<\/em> gener\u00f3 inmediatamente algunas desmesuras y, poco a poco, se fue agrietando esa confianza inalterable en la fuerza de la raz\u00f3n y del conocimiento. Era el tema ilustrado por excelencia y, aunque muchas iniciativas positivas y otras tantas expectativas han camino desde entonces de la mano de la raz\u00f3n y la ciencia \u2013algo que no podemos nunca olvidar si queremos ser justos con la historia\u2013, supuso tambi\u00e9n una de las cuestiones m\u00e1s controvertidas. Tanto la idea de raz\u00f3n como la comprensi\u00f3n moderna del conocimiento han ido incubando un profundo malestar en la conciencia moderna hasta el remate descalificador de la postmodernidad.
    \nNo contrapondremos ambas perspectivas, ni terciaremos en la pol\u00e9mica acerca de la realidad o menos de la postmodernidad[1]<\/a>.<\/em> La consideramos simplemente como una \u00abprolongaci\u00f3n cr\u00edtica\u00bb de la modernidad, en tanto que reelabora y reinterpreta o pretende ser una reescritura <\/em>de la sociedad y cultura modernas; sin solazarnos tampoco en la descripci\u00f3n del \u00abdesencanto\u00bb que rezuman las recomendaciones alternativas que nos aconseja.
    \nEn esta \u00f3ptica, la postmodernidad ha trastocado los dos principales procesos de reconstrucci\u00f3n que tra\u00eda entre manos la modernidad: el de la racionalidad y el del sentido. Respecto al primero,<\/em> en el siglo pasado culmin\u00f3 la revoluci\u00f3n interna quiz\u00e1 m\u00e1s importante del mismo, la epistemol\u00f3gica. A partir de entonces, la racionalidad ha de reconstruirse sobre la base de que todo ver es interpretar: nadie conoce las cosas como son, todos interpretamos.<\/em> Nadie puede ya abonarse a verdades cuya garant\u00eda no descanse en interpretaciones argumentadas. Se impone, de base, una \u00abmentalidad hermen\u00e9utica\u00bb. Pues bien \u2013y apartando desmanes de arbitrariedad y relativismo\u2013, la postmodernidad radicaliza este desarrollo en curso desconfiando de los fundamentos de la realidad y de la objetividad de la historia: mucho de raz\u00f3n lleva cuando considera que aqu\u00e9llos no son sino \u00abconstrucciones sociales\u00bb, y hasta ficciones, o que \u00e9sta se edifica y transmite desde la perspectiva de poderes salpicados con tonos oscuros.
    \nEl tema de la racionalidad aboc\u00f3 l\u00f3gicamente en el del sentido: hoy, en efecto, resultan inadmisibles los esquemas deductivos premodernos, apoyados bien en una \u00abmetaf\u00edsica desde Dios\u00bb \u2013la edificada sobre el cimiento de la \u00abley divina\u00bb\u2013 bien en la \u00abmetaf\u00edsica desde el hombre\u00bb \u2013sostenida por unos primeros principios evidentes e inmutables\u2013. Al respecto, por lo dem\u00e1s, estamos en fase de nueva b\u00fasqueda \u2013una vez que los \u00abderechos humanos\u00bb o la democracia, por ejemplo, se confirman como plataformas comunes para desplegar el sentido de la vida humana\u2013. En este segundo proceso, tambi\u00e9n la postmodernidad nos empuja certeramente a pasar \u00abdel ser como estructura al ser como acontecimiento\u00bb (M. Heidegger).
    \nEl nuevo \u00abestado de conciencia\u00bb
    [2]<\/a> de los hombres y mujeres de nuestros d\u00edas va por ah\u00ed\u2026 Pero el individuo resultante fragua lentamente, y no faltan adversidades. En relaci\u00f3n con la vida de los j\u00f3venes, la formaci\u00f3n de la identidad en la sociedad moderna se ve obstaculizada por perfiles problem\u00e1ticos como estos: 1\/ La secularizaci\u00f3n<\/em> y laicizaci\u00f3n,<\/em> en grado de confirmar la autonom\u00eda, libertad y creatividad humanas, pero rodeadas de unas condiciones sociales que frecuentemente dificultan la responsabilidad, mientras favorecen la dependencia y la manipulaci\u00f3n; 2\/ La complejidad<\/em> y fragmentaci\u00f3n, <\/em>agudizadas con la presente crisis de las instituciones, que entorpecen, cuando no entrampan, los procesos de socializaci\u00f3n; 3\/ El pluralismo, <\/em>a veces, extralimitado en la legitimaci\u00f3n de un relativismo que imposibilita la existencia de sistemas de significado y valores culturales comunes, con lo que se produce una grave desorientaci\u00f3n \u00e9tica y la desviaci\u00f3n hacia actitudes blandas y acomodaticias (pragmatismo, escepticismo) o duras en la reivindicaci\u00f3n de seguridades a cualquier precio (racismos, fundamentalismos); 4\/ La \u00abl\u00f3gica\u00bb capitalista<\/em> y consumista<\/em> que conduce a la multiplicaci\u00f3n insolidaria de las necesidades, generando m\u00e1s y m\u00e1s insatisfacciones.
    \nLa propia evoluci\u00f3n de la modernidad y las correcciones positivas introducidas por la postmodernidad tambi\u00e9n ofrecen rasgos menos conflictivos. Entre otros: la ampliaci\u00f3n de la racionalidad m\u00e1s all\u00e1 de los estrechos l\u00edmites de la ciencia emp\u00edrica y de la t\u00e9cnica, junto al (re)descubrimiento de lo simb\u00f3lico, del sentimiento, de lo est\u00e9tico, etc.; la asunci\u00f3n de nuestros l\u00edmites para reconocer que, desde luego, s\u00f3lo disponemos de un \u00abpensamiento d\u00e9bil\u00bb o para prevenirnos contra interpretaciones absolutas, apod\u00edcticas, (demasiado) globales y unitarias; en fin, la centralidad que adquieren el consenso y los acuerdos en la b\u00fasqueda de la verdad o la importancia del di\u00e1logo, la tolerancia y el respeto.
    \n 
    \n1.2. Valores para\u2026<\/em> una ciudadan\u00eda arraigada y cosmopolita<\/strong>
    \n 
    \nValor o valores y, sobre todo, \u00abeducaci\u00f3n en valores\u00bb han pasado a formar parte de las atribuciones b\u00e1sicas con las que las personas, grupos o instituciones se presentan en sociedad. Todos pretenden educar en valores, aunque luego colonicen, domen o chantajeen. Nada m\u00e1s equ\u00edvoco, por tanto.
    \nSin entrar en grandes honduras, que no hacen al caso, nos situamos en una posici\u00f3n \u00abobjetivo-subjetiva\u00bb que define el valor, parafraseando a Lalande, como car\u00e1cter o propiedad de las cosas que consiste o reside en ese \u00abser estimadas o deseadas\u00bb con el que los sujetos o grupos se relacionan con ellas. No se trata s\u00f3lo de la cosa <\/em>del valor, pues, sino que en ella se encuentra implicado de manera esencial el ser humano: a la fin y a la postre, es \u00e9l quien constituye<\/em> el valor, si bien no desaparece la realidad<\/em> de tal cosa. <\/em>Aunque en cierto sentido podamos hablar de los valores por s\u00ed mismos, en definitiva, no existen sin la valoraci\u00f3n de los hombres y mujeres, es decir, el centro axiol\u00f3gico reside en las personas.
    \nLo decisivo para nuestro tema, sin embargo, se refiere al doble problema de c\u00f3mo<\/em> conducir \u2013qu\u00e9 pedagog\u00eda, medios, procesos, etc.\u2013 a \u00abvalorar y adquirir valores\u00bb, y en qu\u00e9<\/em> valores espec\u00edficos importa educar. Dado el car\u00e1cter descriptivo de estas p\u00e1ginas, s\u00f3lo indirectamente tomamos en consideraci\u00f3n tales cuestiones, esto es, en tanto en cuanto frente a los valores no podemos ser neutrales y, en consecuencia, cualquier reflexi\u00f3n o acci\u00f3n educativas ha de atreverse siempre a proponer algunos en concreto
    [3]<\/a>.
    \nLa \u00abtransmisi\u00f3n de valores\u00bb, asunto donde concentrar sint\u00e9ticamente el c\u00f3mo<\/em> y qu\u00e9<\/em> anteriores, se ha ido resolviendo con diferentes enfoques. Hasta hace bien poco, se recurr\u00eda al sistema de la \u00abclarificaci\u00f3n de valores\u00bb (Simon, Kirschenbaum), cuyo objetivo se centraba en hacer a la persona consciente de sus propios valores, insistiendo en el proceso a trav\u00e9s del cual se hab\u00edan adquirido en la familia, con los amigos, en la escuela, etc. El enfoque educativo m\u00e1s popularizado se mueve en torno al denominado \u00abmodelo del desarrollo moral\u00bb (Kohlberg, Hersch), que pretende establecer una pauta evolutiva, racional y cognitiva del juicio moral conforme al nivel de desarrollo de la persona. Subrayando m\u00e1s la vertiente emocional y afectiva, que la cognitiva del modelo precedente, E.H. Erikson construy\u00f3 otro sistema de desarrollo a trav\u00e9s de diferentes estadios descriptivos de la vida humana, desde sus inicios hasta la ancianidad. B.P. Hall trata de integrar las vertientes cognitiva y afectiva, refiriendo los valores a los dos universos<\/em> en que vive cada persona \u2013el externo<\/em> de la familia, amigos, instituciones, etc.; el interno<\/em> de las propias im\u00e1genes, fantas\u00edas e inconsciente\u2013: precisamente ah\u00ed, los valores son la clave o \u00abefecto g\u00e9nesis\u00bb que posibilita la actuaci\u00f3n de las im\u00e1genes internas sobre la realidad externa para transformarla conforme a las prioridades y visi\u00f3n del mundo de cada persona o instituci\u00f3n
    [4]<\/a>.
    \nM\u00e1s que teor\u00edas operativas, todas terminaron pareci\u00e9ndose al \u00abprocedimentalismo\u00bb que se fue imponiendo con el triunfo de la \u00e9tica del discurso y la teor\u00eda de la justicia de J. Rawls. Ahora el quid<\/em> de la cuesti\u00f3n pasaba a los procedimientos para determinar si algo es o no justo, puesto que en la justicia est\u00e1 la clave de la vida compartida. No obstante, a nadie le mueven los procedimientos; lo determinante reside en el \u00abmundo de los valores\u00bb. As\u00ed es como ha surgido la \u00abnoci\u00f3n de ciudadan\u00eda\u00bb cual concepto aglutinante en torno al cual estructurar la educaci\u00f3n en valores. A. Cortina ha perfilado atinada y detalladamente el t\u00e9rmino, as\u00ed como las dimensiones y n\u00facleos fundamentales de valores con los que educar para ser \u00abciudadanos del mundo\u00bb desde la propia tierra, para vivir en un mundo a la vez local y global. En este sentido, habla ella de un \u00abcosmopolitismo arraigado\u00bb, es decir, consciente de las ra\u00edces de toda persona \u2013\u201cla ciudadan\u00eda es primariamente una relaci\u00f3n pol\u00edtica entre un individuo y una comunidad pol\u00edtica\u201d\u2013 y, especialmente, de su sentido<\/em> \u2013\u201casumir el universalismo de quien sabe y siente que es un ser humano y nada de lo humano le puede resultar ajeno\u201d<\/em>\u2013, pues \u201clo que construye comunidad no es s\u00f3lo tener v\u00ednculos adscriptivos comunes, sino sobre todo tener una causa com\u00fan\u201d
    [5]<\/a>.
    \nNuestra exposici\u00f3n mirar\u00e1 siempre de reojo esta direcci\u00f3n de los valores o el objetivo de una ciudadan\u00eda arraiga y cosmopolita que cada joven ha de encarnar con su propia vida. Los datos sociol\u00f3gicos que utilizamos, precisamente, confluyen en esa misma perspectiva.
    \n 
    \n1.3. J\u00f3venes y juventud: algo cada vez m\u00e1s relativo, pero \u00ablargo\u00bb<\/strong>
    \n 
    \nDos palabras, por \u00faltimo, sobre eso de \u00abhablar de los j\u00f3venes\u00bb. Aunque comentamos mucho de ellos, aunque se multiplican los estudios, aunque sentimos vivamente la necesidad de conocerlos, no es nada sencillo hablar de los j\u00f3venes. Y no es f\u00e1cil, en primer lugar, porque la mayor\u00eda de nosotros no somos j\u00f3venes y nos ponemos a disertar sobre quienes seguramente preferir\u00edan hacerlo por s\u00ed mismos, aunque no est\u00e9n muy acostumbrados, con el riesgo de utilizarlos como terreno gratuito para nuestras proyecciones y justificaciones de adultos.
    \nEn segundo lugar, nadie piense que se puede hablar de la juventud como si de algo real y uniforme se tratara. Cada d\u00eda descubrimos m\u00e1s palpablemente la inutilidad actual de la categor\u00eda sociol\u00f3gica de juventud: no hay juventud sino j\u00f3venes<\/em> \u2013si algo caracteriza a la realidad juvenil es su diversidad y pluralidad\u2013 y la necesidad de conseguir un denominador com\u00fan para todos ellos tambi\u00e9n nos empuja sin darnos cuenta al mundo de la caricatura.<\/em> Por ah\u00ed anda uno de los problemas centrales del sinf\u00edn de investigaciones sobre la juventud. Para mayor complicaci\u00f3n, ser joven hoy es bien relativo: una realidad cada vez menos en funci\u00f3n de la biolog\u00eda y m\u00e1s determinada por la cultura y la sociedad. Adem\u00e1s y como tendremos oportunidad de comprobar, si hubi\u00e9ramos que apuntar una de las novedades m\u00e1s significativas de las nuevas generaciones, quiz\u00e1 debi\u00e9ramos referirnos, por desgracia, a las pocas diferencias que las separan de las adultas. Las disparidades intergeneracionales no son muy grandes: cada vez los j\u00f3venes se parecen m\u00e1s a quienes ya no lo somos, sobre todo, en las contradicciones que los mayores no sabemos o no queremos evitar.
    \nPor otra parte, en todas las \u00e9pocas, el debate alrededor de los j\u00f3venes ha sido uno de los temas a trav\u00e9s de los cuales la sociedad ha reflexionado acerca de s\u00ed misma. Hablando propiamente, por lo tanto, no hay problemas o cuestiones juveniles, sino problemas sociales que se reflejan o condensan en los j\u00f3venes. En tal perspectiva, s\u00ed constituyen una imagen<\/em> \u2013y bien elocuente\u2013 del cambio experimentado por el ser humano a lo largo de los \u00faltimos cien a\u00f1os: iniciamos el XX asidos a una especie de \u00abmetaf\u00edsica de la juventud\u00bb que idealizaba su identidad hasta convertirla en paradigma de futuro y novedad \u2013\u00abLa juventud est\u00e1 en el centro donde nace lo nuevo\u00bb, exclamaba W. Benjamin all\u00e1 por 1914\u2013; al comienzo de esta nueva centuria, ese tipo de metaf\u00edsica suena a mentira sarc\u00e1stica.
    \nLas generaciones j\u00f3venes han sido las m\u00e1s explotadas para los caprichos de la modernidad, ayer; ahora, en los de la postmodernidad. A estas alturas, nadie se atrever\u00eda a definirlas como imagen y prefiguraci\u00f3n del futuro, sin tampoco querer reconocer que son el fiel reflejo de los disparates de nuestra sociedad y que s\u00ed anticipan el rostro de las v\u00edctimas del ma\u00f1ana que esbozamos hoy
    [6]<\/a>. De todos modos, en el indudable proceso de configuraci\u00f3n cultural de una forma in\u00e9dita de ser y vivir en el mundo o de un \u00abnuevo individuo\u00bb en que nos encontramos, ya disponemos de una anticipaci\u00f3n de resultados: el rostro y la vida de los j\u00f3venes.
    \nPor lo dem\u00e1s, juventud y sociedad forman un binomio mal avenido. Esa es la raz\u00f3n por la que siempre se ha invocado un aparente o real divorcio para explicar y hasta justificar la visi\u00f3n social de los j\u00f3venes sobre la base de una respuesta-tipo \u2013cuando no vulgar estereotipo\u2013. S\u00edrvanos de ejemplo estas palabras de Salustio, de hace un par de milenios: \u201cLos j\u00f3venes de hoy no son como los de otras \u00e9pocas; aqu\u00e9llos eran respetuosos con sus mayores, generosos y honrados, pero los contempor\u00e1neos, est\u00e1n invadidos por la disoluci\u00f3n, son de \u00e1nimo blando, resbaladizo, f\u00e1ciles de prender en los enga\u00f1os…, amancebados, jugadores y despilfarradores\u201d
    [7]<\/a>.
    \nCiertamente \u00abser joven\u00bb es algo muy relativo, pero m\u00e1s cierto a\u00fan que se es joven, siempre y cada vez m\u00e1s, para largo<\/em> (\u00a1hasta los 35!, por lo menos)
    [8]<\/a>. Nos ocuparemos m\u00e1s adelante de las causas (obvias), para cerrar ahora con los n\u00fameros b\u00e1sicos: el peso demogr\u00e1fico de los j\u00f3venes en Espa\u00f1a est\u00e1 disminuyendo, pero todav\u00eda la poblaci\u00f3n entre 15 y 29 a\u00f1os \u2013a la que nos referiremos siempre como juventud\u2013 representa el 22\u20197% del total \u2013tras Irlanda, la segunda en relieve dentro de los pa\u00edses de la Comunidad Europea\u2013, casi 9 millones, de los que 4.580.784 son varones y 4.397.542, mujeres[9]<\/a>.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. J\u00f3venes en una \u00absociedad d\u00e9bil y de riesgo\u00bb<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \nLas tradicionales \u00absociedades simples\u00bb aseguraban el sentido a trav\u00e9s de instancias que transmit\u00edan una identidad colectiva \u2013repleta de convicciones y certezas\u2013 en la que se reconoc\u00edan los individuos sin mayores problemas; en las \u00absociedades complejas\u00bb existe un ilimitado n\u00famero de propuestas que dificulta la construcci\u00f3n de la identidad personal y frecuentemente nos sume en un fondo de incertidumbre.
      \nEl ideal ilustrado y el proyecto moderno de sociedad, dicho telegr\u00e1ficamente y aludiendo s\u00f3lo a los datos m\u00e1s cr\u00edticos, qued\u00f3 a merced de la raz\u00f3n cient\u00edfico-t\u00e9cnica, con la econom\u00eda como centro productor de significados<\/em> cada vez m\u00e1s preponderante y la burocracia como clave estructuradora de las relaciones sociales. El rumbo hist\u00f3rico de tal configuraci\u00f3n nos resulta palmario: capitalismo, globalizaci\u00f3n y \u00abriesgo\u00bb. Aunque olvidan otros aspectos fundamentales \u2013las condiciones inhumanas de la vida en el \u00abtercer mundo\u00bb o la exclusi\u00f3n creciente en el primero y segundo, en particular\u2013 los postmodernos llevan su raz\u00f3n en la denuncia de las sociedades capitalistas que han alcanzado un alto nivel de vida, pero est\u00e1n corro\u00eddas por el sinsentido y el aburrimiento. Se desenmascaran a s\u00ed mismos, sin embargo, cuando se alzan como pregoneros que delatan la imposibilidad de cambiar la sociedad y acuerdan disfrutarla mientras resulte posible, invocando que tan s\u00f3lo as\u00ed \u2013como \u00absociedad d\u00e9bil\u00bb\u2013 tiene alg\u00fan sentido.
      \nEn suma, nos encontramos en plena \u00abera de la globalizaci\u00f3n\u00bb, conscientes de que todo, para bien o para mal, repercute sobre todos, sobre la naturaleza y sobre la historia. Resta por comprobar si la conciencia de globalidad superar\u00e1 la mera dimensi\u00f3n econ\u00f3mica para asumir la responsabilidad solidaria tan imprescindible porque, en particular, la sociedad moderna se ha transformado en una azarosa \u00absociedad del riesgo\u00bb
      [10]<\/a>, principalmente para los m\u00e1s pobres y d\u00e9biles, entre los que se encuentran, sin duda, los j\u00f3venes.
      \n 
      \n 2.1. Sociedad \u00abindividualista\u00bb<\/strong>
      \n 
      \nEl sujeto de la modernidad es un tipo de persona fuertemente marcado por la vivencia y valoraci\u00f3n de la autonom\u00eda individual. En todo caso, el individualismo por el que se decanta responde a otro rasgo socio-cultural m\u00e1s amplio: el giro hacia la subjetividad o el proceso de subjetivizaci\u00f3n que atraviesa toda la cultura moderna. La ambig\u00fcedad del recorrido une fen\u00f3menos tan dispares como un elevado sentido de la libertad y dignidad personales o el aprecio sin medida de la autonom\u00eda \u2013hasta el anonimato\u2013, con un hiper-individualismo condenado al vac\u00edo; as\u00ed caracteriza Lipovetsky cuanto denomina la \u00absegunda revoluci\u00f3n individualista\u00bb a la que asistimos hoy
      [11]<\/a>. En efecto, si la individualidad nunca estuvo exenta del peligro individualista, ahora ha degenerado en actitudes ego\u00edstas y cerradas. Unido a esto, los postmodernos se reconocen herederos del hallazgo nietzscheano de la contingencia radical del hombre, que le remite a s\u00ed mismo sin referencia a ning\u00fan otro fundamento posible. Al ser humano, una vez que se apagaron por s\u00ed mismas todas las convicciones firmes que la modernidad propuso como razones para vivir, no le queda m\u00e1s alternativa loable que el disfrute de lo poco o mucho que tenga…
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