{"id":9108,"date":"2004-07-01T00:00:01","date_gmt":"2004-06-30T22:00:01","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9108"},"modified":"2004-07-01T00:00:01","modified_gmt":"2004-06-30T22:00:01","slug":"modernidad-y-postmodernidad-cambio-de-valores-en-la-juventud","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/modernidad-y-postmodernidad-cambio-de-valores-en-la-juventud\/","title":{"rendered":"Modernidad y postmodernidad: cambio de valores en la juventud"},"content":{"rendered":"
Jos\u00e9 Luis Moral<\/strong> Se trate o no de una segunda revoluci\u00f3n individualista, sus reflejos sociales son la muestra m\u00e1s evidente de un \u00abmundo desbocado\u00bb en ese sentido[12]<\/a>. La reciente encuesta europea sobre valores constata la omnipresencia de modelos de conducta individualistas y ego\u00edstas, tan contradictorios como para concebir la misma solidaridad dentro de tales esquemas[13]<\/a>. Pero incongruencias as\u00ed, gracias a Dios, son tambi\u00e9n el reflejo de que algo est\u00e1 cambiando; la referida encuesta sirve para comprobar tambi\u00e9n que rebrota una cierta \u00e9tica ciudadana, despertada por el incremento de la sensibilidad ante la injusticia. La \u00faltima obra de F. Fukuyama tiene como punto de mira el deterioro paulatino de las condiciones y valores sociales que acompa\u00f1a el paso de la sociedad industrial a la de informaci\u00f3n, y sostiene que, tras esa gran ruptura<\/em> de valores, existen indicios de reconstrucci\u00f3n de un nuevo orden social. En cualquier caso, la edificaci\u00f3n de la sociedad sigue dominada por una cultura individualista que ha tomado dos direcciones: la instrumentalista, que concibe el orden social y las instituciones como meros instrumentos para que el individuo consiga sus metas, y la expresivista, obsesionada con la realizaci\u00f3n personal o autorrealizaci\u00f3n. La juventud es una \u00e9poca determinante en la construcci\u00f3n de la identidad personal. El actual contexto social, con el clima complejo de la modernidad y los cambiantes aires posmodernos, no favorece para nada la empresa. Adem\u00e1s, las j\u00f3venes generaciones, faltas de maestros y poco acostumbradas a ejercitar la memoria, han cambiado el modelo de identificaci\u00f3n por el de la experimentaci\u00f3n. Vitalistas, por encima de todo, quieren experimentar para conocer; no les sirve saber \u00abde o\u00eddas\u00bb. As\u00ed es como van resolviendo su identidad, preferentemente, en las relaciones con el grupo de iguales y amigos, privilegiando tambi\u00e9n el ocio y el tiempo libre como los espacios donde decidir y diferenciarse. Asimilan y practican, en este proceso, una las l\u00f3gicas vitales que m\u00e1s les caracterizan, la del \u00abdoble v\u00ednculo\u00bb: compaginan sin escr\u00fapulos actitudes de aceptaci\u00f3n \u2013y hasta sometimiento, sin grandes dificultades\u2013 durante los d\u00edas de trabajo semanales con las de rechazo y trasgresi\u00f3n del fin de semana o de las noches festivas. Diferentes, pero \u2013en definitiva\u2013 iguales <\/em>porque no les dejamos otra salida. Curioso y grotesco que, cuando tanto se valora la condici\u00f3n juvenil \u2013todos se empe\u00f1an en parecer y mantenerse j\u00f3venes\u2013 y \u00ablo juvenil\u00bb produce sus mercados espec\u00edficos \u2013los circuitos de ocio y negocio, sus tiempos y espacios paralelos\u2013… es, precisamente, cuando se lanza el ataque m\u00e1s serio a esa condici\u00f3n juvenil con la ruptura del \u00abpacto social\u00bb que reg\u00eda hasta hace muy poco en la sociedad, esto es, el trabajo estable como plataforma para pasar de la juventud a la edad adulta. Ante la pregunta del \u00faltimo informe del Instituto de la Juventud acerca de \u00abcu\u00e1l es el problema personal que m\u00e1s les preocupa\u00bb, una de las respuestas m\u00e1s generalizada empezaba por \u00abnegar la mayor\u00bb, afirmando que \u00abnada personal constituye un problema\u00bb para las j\u00f3venes generaciones (33%). Lo que m\u00e1s les preocupa, l\u00f3gicamente, se relaciona con el trabajo y la responsabilidad profesional (35%) y casi nadie se declara afectado por los desastres colectivos que no les tocan directamente \u2013como la injusticia, la pobreza o las guerras\u2013 (1%), cuando a principios de los 90 un 15% de ellos y ellas mostraba fuertes inquietudes altruistas y hasta un 30% aseguraba sentirse infeliz ante los conflictos sociales[16]<\/a>. Desde 1995, el n\u00famero de personas j\u00f3venes que permanece en el hogar de los padres se ha estabilizado en torno al 77%; por lo tanto, s\u00f3lo un 23% consigue salir del domicilio familiar para establecerse por cuenta propia antes de los 30 a\u00f1os[17]<\/a>.
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\nUniversidad Pontificia Salesiana (Roma)
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\nUna vez desmenuzados los t\u00e9rminos englobados en el t\u00edtulo, nos proponemos un r\u00e1pido viaje descriptivo a trav\u00e9s del c\u00f3mo son y qu\u00e9 valoran<\/em> las j\u00f3venes generaciones. Un recorrido eminentemente enunciativo, sobre bases sociol\u00f3gicas, pero tambi\u00e9n con ciertas claves interpretativas. Los mojones del trayecto: el tipo de sociedad y la identidad de las personas j\u00f3venes, por un lado; la cultura, la \u00e9tica y la religi\u00f3n, por otro. La orientaci\u00f3n hermen\u00e9utica, en principio, une estrechamente Modernidad y Postmodernidad, entendiendo que la segunda no existe sin la primera y tampoco puede concebirse como algo radicalmente distinto de ella; de ah\u00ed, en segundo lugar, que el cambio<\/em> no sea sino un proceso que viene de lejos, en el que m\u00e1s que transformaci\u00f3n de los valores de la juventud, asistimos a una profunda alteraci\u00f3n de la realidad social y humana que, l\u00f3gicamente, tiene unos reflejos directos en la vida de las chicas y chicos de nuestro tiempo.
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\nEmpezamos proponiendo un sencillo juego combinatorio con las expresiones del t\u00edtulo. Si relacionar t\u00e9rminos diversos entre s\u00ed no es tarea simple, llevarlo a cabo con conceptos polis\u00e9micos y ambiguos, cuando no oscuros, resulta pr\u00e1cticamente imposible. De ah\u00ed que nos quedemos en una simple aproximaci\u00f3n, indirectamente relacional, al binomio \u00abmodernidad-postmodernidad\u00bb, a los valores y a los j\u00f3venes.
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\n1.1. Modernidad y postmodernidad: un nuevo \u00abestado de conciencia\u00bb<\/strong>
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\nEvidentemente, no es posible entender cuanto nos pasa o, en nuestro caso, entender lo que pasa a los j\u00f3venes sin remitirnos al contexto, cuya primera aproximaci\u00f3n arroja un dato claro: vivimos un particular momento hist\u00f3rico de cambio epocal.<\/em> La humanidad camina hacia unas configuraciones sociales, econ\u00f3micas, pol\u00edticas y religiosas de una novedad tan radical como para romper todos los esquemas de los que hasta ahora nos serv\u00edamos para entender la vida. Con otras palabras: est\u00e1n caducando definitivamente las im\u00e1genes del mundo que aseguraban el conocimiento y la acci\u00f3n, al tiempo que nos vemos en la obligaci\u00f3n de reconstruir la racionalidad y el sentido.
\nEl ser humano, para su equilibrio vital, necesita convencerse de que el mundo y la historia, cuanto hace y piensa, forman parte de un todo con sentido. Por eso, aunque no siempre se sepa expresar adecuadamente o aunque sea de modo casi inconsciente, nos acogemos a una \u00abcosmovisi\u00f3n\u00bb, esto es, a una visi\u00f3n general del mundo, la vida, la historia, etc., con un sentido global (o un sinsentido total, lo que no dejar\u00eda de ser igualmente una cosmovisi\u00f3n con \u2013un\u2013 sentido). Durante mucho tiempo, bien la filosof\u00eda bien la religi\u00f3n, o las dos a la par, se encargaron de esta tarea. En Europa y pr\u00e1cticamente hasta el siglo XVIII, el cristianismo proporcion\u00f3 \u2013cuando no impuso\u2013 el sentido y el \u00abuniverso simb\u00f3lico\u00bb con el que desarrollarlo en todos los \u00e1mbitos de la existencia.
\nSi se emplearon m\u00e1s de XVII siglos para consolidar ese refugio seguro al sentido de la vida, lo cierto es que en menos de tres salt\u00f3 por los aires. Nos encontramos apenas a distancia de dos siglos de las explosiones m\u00e1s determinantes del derrumbamiento. No debe extra\u00f1arnos, por tanto, que actualmente nos resulte todo menos obvio, m\u00e1s problem\u00e1tico, complejo y oscuro. La Modernidad nacida de la Ilustraci\u00f3n nos ha ido dejando sin la cosmovisi\u00f3n que por tanto tiempo nos protegi\u00f3 de cualquier inclemencia. En cierto modo, hemos tenido que comprar la libertad al precio de la inseguridad. Ni la naturaleza, ni Dios, ni las autoridades<\/em> nos aseguran ya una base s\u00f3lida al significado de la vida y su historia en el mundo; aunque s\u00f3lo fuere por habernos convencido de que el ser humano consiste precisamente en eso, en crear significado, en decidir por \u00e9l mismo su destino. Nada ni nadie nos puede ahorrar o resolver tal responsabilidad.
\nAunque concepto problem\u00e1tico en exceso, justamente, la modernidad<\/em> se asocia al proceso universal de \u00abnueva racionalizaci\u00f3n\u00bb con el que, dejando a parte otras consideraciones, el hombre se abre camino como ser racional, aut\u00f3nomo y libre, notas que marcan definitivamente la identidad y acci\u00f3n humanas. Huelgan m\u00e1s consideraciones para nuestro objetivo: el paradigma explicativo moderno ya ha consagrado, irreversiblemente, la racionalidad cr\u00edtica, la autonom\u00eda y la libertad como bases de identidad del ser humano, y la secularidad como entorno fundamental donde realiza su vida.
\nComo es bien sabido, el entusiasmo con el que la Ilustraci\u00f3n se confi\u00f3 a la raz\u00f3n humana<\/em> gener\u00f3 inmediatamente algunas desmesuras y, poco a poco, se fue agrietando esa confianza inalterable en la fuerza de la raz\u00f3n y del conocimiento. Era el tema ilustrado por excelencia y, aunque muchas iniciativas positivas y otras tantas expectativas han camino desde entonces de la mano de la raz\u00f3n y la ciencia \u2013algo que no podemos nunca olvidar si queremos ser justos con la historia\u2013, supuso tambi\u00e9n una de las cuestiones m\u00e1s controvertidas. Tanto la idea de raz\u00f3n como la comprensi\u00f3n moderna del conocimiento han ido incubando un profundo malestar en la conciencia moderna hasta el remate descalificador de la postmodernidad.
\nNo contrapondremos ambas perspectivas, ni terciaremos en la pol\u00e9mica acerca de la realidad o menos de la postmodernidad[1]<\/a>.<\/em> La consideramos simplemente como una \u00abprolongaci\u00f3n cr\u00edtica\u00bb de la modernidad, en tanto que reelabora y reinterpreta o pretende ser una reescritura <\/em>de la sociedad y cultura modernas; sin solazarnos tampoco en la descripci\u00f3n del \u00abdesencanto\u00bb que rezuman las recomendaciones alternativas que nos aconseja.
\nEn esta \u00f3ptica, la postmodernidad ha trastocado los dos principales procesos de reconstrucci\u00f3n que tra\u00eda entre manos la modernidad: el de la racionalidad y el del sentido. Respecto al primero,<\/em> en el siglo pasado culmin\u00f3 la revoluci\u00f3n interna quiz\u00e1 m\u00e1s importante del mismo, la epistemol\u00f3gica. A partir de entonces, la racionalidad ha de reconstruirse sobre la base de que todo ver es interpretar: nadie conoce las cosas como son, todos interpretamos.<\/em> Nadie puede ya abonarse a verdades cuya garant\u00eda no descanse en interpretaciones argumentadas. Se impone, de base, una \u00abmentalidad hermen\u00e9utica\u00bb. Pues bien \u2013y apartando desmanes de arbitrariedad y relativismo\u2013, la postmodernidad radicaliza este desarrollo en curso desconfiando de los fundamentos de la realidad y de la objetividad de la historia: mucho de raz\u00f3n lleva cuando considera que aqu\u00e9llos no son sino \u00abconstrucciones sociales\u00bb, y hasta ficciones, o que \u00e9sta se edifica y transmite desde la perspectiva de poderes salpicados con tonos oscuros.
\nEl tema de la racionalidad aboc\u00f3 l\u00f3gicamente en el del sentido: hoy, en efecto, resultan inadmisibles los esquemas deductivos premodernos, apoyados bien en una \u00abmetaf\u00edsica desde Dios\u00bb \u2013la edificada sobre el cimiento de la \u00abley divina\u00bb\u2013 bien en la \u00abmetaf\u00edsica desde el hombre\u00bb \u2013sostenida por unos primeros principios evidentes e inmutables\u2013. Al respecto, por lo dem\u00e1s, estamos en fase de nueva b\u00fasqueda \u2013una vez que los \u00abderechos humanos\u00bb o la democracia, por ejemplo, se confirman como plataformas comunes para desplegar el sentido de la vida humana\u2013. En este segundo proceso, tambi\u00e9n la postmodernidad nos empuja certeramente a pasar \u00abdel ser como estructura al ser como acontecimiento\u00bb (M. Heidegger).
\nEl nuevo \u00abestado de conciencia\u00bb[2]<\/a> de los hombres y mujeres de nuestros d\u00edas va por ah\u00ed\u2026 Pero el individuo resultante fragua lentamente, y no faltan adversidades. En relaci\u00f3n con la vida de los j\u00f3venes, la formaci\u00f3n de la identidad en la sociedad moderna se ve obstaculizada por perfiles problem\u00e1ticos como estos: 1\/ La secularizaci\u00f3n<\/em> y laicizaci\u00f3n,<\/em> en grado de confirmar la autonom\u00eda, libertad y creatividad humanas, pero rodeadas de unas condiciones sociales que frecuentemente dificultan la responsabilidad, mientras favorecen la dependencia y la manipulaci\u00f3n; 2\/ La complejidad<\/em> y fragmentaci\u00f3n, <\/em>agudizadas con la presente crisis de las instituciones, que entorpecen, cuando no entrampan, los procesos de socializaci\u00f3n; 3\/ El pluralismo, <\/em>a veces, extralimitado en la legitimaci\u00f3n de un relativismo que imposibilita la existencia de sistemas de significado y valores culturales comunes, con lo que se produce una grave desorientaci\u00f3n \u00e9tica y la desviaci\u00f3n hacia actitudes blandas y acomodaticias (pragmatismo, escepticismo) o duras en la reivindicaci\u00f3n de seguridades a cualquier precio (racismos, fundamentalismos); 4\/ La \u00abl\u00f3gica\u00bb capitalista<\/em> y consumista<\/em> que conduce a la multiplicaci\u00f3n insolidaria de las necesidades, generando m\u00e1s y m\u00e1s insatisfacciones.
\nLa propia evoluci\u00f3n de la modernidad y las correcciones positivas introducidas por la postmodernidad tambi\u00e9n ofrecen rasgos menos conflictivos. Entre otros: la ampliaci\u00f3n de la racionalidad m\u00e1s all\u00e1 de los estrechos l\u00edmites de la ciencia emp\u00edrica y de la t\u00e9cnica, junto al (re)descubrimiento de lo simb\u00f3lico, del sentimiento, de lo est\u00e9tico, etc.; la asunci\u00f3n de nuestros l\u00edmites para reconocer que, desde luego, s\u00f3lo disponemos de un \u00abpensamiento d\u00e9bil\u00bb o para prevenirnos contra interpretaciones absolutas, apod\u00edcticas, (demasiado) globales y unitarias; en fin, la centralidad que adquieren el consenso y los acuerdos en la b\u00fasqueda de la verdad o la importancia del di\u00e1logo, la tolerancia y el respeto.
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\n1.2. Valores para\u2026<\/em> una ciudadan\u00eda arraigada y cosmopolita<\/strong>
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\nValor o valores y, sobre todo, \u00abeducaci\u00f3n en valores\u00bb han pasado a formar parte de las atribuciones b\u00e1sicas con las que las personas, grupos o instituciones se presentan en sociedad. Todos pretenden educar en valores, aunque luego colonicen, domen o chantajeen. Nada m\u00e1s equ\u00edvoco, por tanto.
\nSin entrar en grandes honduras, que no hacen al caso, nos situamos en una posici\u00f3n \u00abobjetivo-subjetiva\u00bb que define el valor, parafraseando a Lalande, como car\u00e1cter o propiedad de las cosas que consiste o reside en ese \u00abser estimadas o deseadas\u00bb con el que los sujetos o grupos se relacionan con ellas. No se trata s\u00f3lo de la cosa <\/em>del valor, pues, sino que en ella se encuentra implicado de manera esencial el ser humano: a la fin y a la postre, es \u00e9l quien constituye<\/em> el valor, si bien no desaparece la realidad<\/em> de tal cosa. <\/em>Aunque en cierto sentido podamos hablar de los valores por s\u00ed mismos, en definitiva, no existen sin la valoraci\u00f3n de los hombres y mujeres, es decir, el centro axiol\u00f3gico reside en las personas.
\nLo decisivo para nuestro tema, sin embargo, se refiere al doble problema de c\u00f3mo<\/em> conducir \u2013qu\u00e9 pedagog\u00eda, medios, procesos, etc.\u2013 a \u00abvalorar y adquirir valores\u00bb, y en qu\u00e9<\/em> valores espec\u00edficos importa educar. Dado el car\u00e1cter descriptivo de estas p\u00e1ginas, s\u00f3lo indirectamente tomamos en consideraci\u00f3n tales cuestiones, esto es, en tanto en cuanto frente a los valores no podemos ser neutrales y, en consecuencia, cualquier reflexi\u00f3n o acci\u00f3n educativas ha de atreverse siempre a proponer algunos en concreto[3]<\/a>.
\nLa \u00abtransmisi\u00f3n de valores\u00bb, asunto donde concentrar sint\u00e9ticamente el c\u00f3mo<\/em> y qu\u00e9<\/em> anteriores, se ha ido resolviendo con diferentes enfoques. Hasta hace bien poco, se recurr\u00eda al sistema de la \u00abclarificaci\u00f3n de valores\u00bb (Simon, Kirschenbaum), cuyo objetivo se centraba en hacer a la persona consciente de sus propios valores, insistiendo en el proceso a trav\u00e9s del cual se hab\u00edan adquirido en la familia, con los amigos, en la escuela, etc. El enfoque educativo m\u00e1s popularizado se mueve en torno al denominado \u00abmodelo del desarrollo moral\u00bb (Kohlberg, Hersch), que pretende establecer una pauta evolutiva, racional y cognitiva del juicio moral conforme al nivel de desarrollo de la persona. Subrayando m\u00e1s la vertiente emocional y afectiva, que la cognitiva del modelo precedente, E.H. Erikson construy\u00f3 otro sistema de desarrollo a trav\u00e9s de diferentes estadios descriptivos de la vida humana, desde sus inicios hasta la ancianidad. B.P. Hall trata de integrar las vertientes cognitiva y afectiva, refiriendo los valores a los dos universos<\/em> en que vive cada persona \u2013el externo<\/em> de la familia, amigos, instituciones, etc.; el interno<\/em> de las propias im\u00e1genes, fantas\u00edas e inconsciente\u2013: precisamente ah\u00ed, los valores son la clave o \u00abefecto g\u00e9nesis\u00bb que posibilita la actuaci\u00f3n de las im\u00e1genes internas sobre la realidad externa para transformarla conforme a las prioridades y visi\u00f3n del mundo de cada persona o instituci\u00f3n[4]<\/a>.
\nM\u00e1s que teor\u00edas operativas, todas terminaron pareci\u00e9ndose al \u00abprocedimentalismo\u00bb que se fue imponiendo con el triunfo de la \u00e9tica del discurso y la teor\u00eda de la justicia de J. Rawls. Ahora el quid<\/em> de la cuesti\u00f3n pasaba a los procedimientos para determinar si algo es o no justo, puesto que en la justicia est\u00e1 la clave de la vida compartida. No obstante, a nadie le mueven los procedimientos; lo determinante reside en el \u00abmundo de los valores\u00bb. As\u00ed es como ha surgido la \u00abnoci\u00f3n de ciudadan\u00eda\u00bb cual concepto aglutinante en torno al cual estructurar la educaci\u00f3n en valores. A. Cortina ha perfilado atinada y detalladamente el t\u00e9rmino, as\u00ed como las dimensiones y n\u00facleos fundamentales de valores con los que educar para ser \u00abciudadanos del mundo\u00bb desde la propia tierra, para vivir en un mundo a la vez local y global. En este sentido, habla ella de un \u00abcosmopolitismo arraigado\u00bb, es decir, consciente de las ra\u00edces de toda persona \u2013\u201cla ciudadan\u00eda es primariamente una relaci\u00f3n pol\u00edtica entre un individuo y una comunidad pol\u00edtica\u201d\u2013 y, especialmente, de su sentido<\/em> \u2013\u201casumir el universalismo de quien sabe y siente que es un ser humano y nada de lo humano le puede resultar ajeno\u201d<\/em>\u2013, pues \u201clo que construye comunidad no es s\u00f3lo tener v\u00ednculos adscriptivos comunes, sino sobre todo tener una causa com\u00fan\u201d[5]<\/a>.
\nNuestra exposici\u00f3n mirar\u00e1 siempre de reojo esta direcci\u00f3n de los valores o el objetivo de una ciudadan\u00eda arraiga y cosmopolita que cada joven ha de encarnar con su propia vida. Los datos sociol\u00f3gicos que utilizamos, precisamente, confluyen en esa misma perspectiva.
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\n1.3. J\u00f3venes y juventud: algo cada vez m\u00e1s relativo, pero \u00ablargo\u00bb<\/strong>
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\nDos palabras, por \u00faltimo, sobre eso de \u00abhablar de los j\u00f3venes\u00bb. Aunque comentamos mucho de ellos, aunque se multiplican los estudios, aunque sentimos vivamente la necesidad de conocerlos, no es nada sencillo hablar de los j\u00f3venes. Y no es f\u00e1cil, en primer lugar, porque la mayor\u00eda de nosotros no somos j\u00f3venes y nos ponemos a disertar sobre quienes seguramente preferir\u00edan hacerlo por s\u00ed mismos, aunque no est\u00e9n muy acostumbrados, con el riesgo de utilizarlos como terreno gratuito para nuestras proyecciones y justificaciones de adultos.
\nEn segundo lugar, nadie piense que se puede hablar de la juventud como si de algo real y uniforme se tratara. Cada d\u00eda descubrimos m\u00e1s palpablemente la inutilidad actual de la categor\u00eda sociol\u00f3gica de juventud: no hay juventud sino j\u00f3venes<\/em> \u2013si algo caracteriza a la realidad juvenil es su diversidad y pluralidad\u2013 y la necesidad de conseguir un denominador com\u00fan para todos ellos tambi\u00e9n nos empuja sin darnos cuenta al mundo de la caricatura.<\/em> Por ah\u00ed anda uno de los problemas centrales del sinf\u00edn de investigaciones sobre la juventud. Para mayor complicaci\u00f3n, ser joven hoy es bien relativo: una realidad cada vez menos en funci\u00f3n de la biolog\u00eda y m\u00e1s determinada por la cultura y la sociedad. Adem\u00e1s y como tendremos oportunidad de comprobar, si hubi\u00e9ramos que apuntar una de las novedades m\u00e1s significativas de las nuevas generaciones, quiz\u00e1 debi\u00e9ramos referirnos, por desgracia, a las pocas diferencias que las separan de las adultas. Las disparidades intergeneracionales no son muy grandes: cada vez los j\u00f3venes se parecen m\u00e1s a quienes ya no lo somos, sobre todo, en las contradicciones que los mayores no sabemos o no queremos evitar.
\nPor otra parte, en todas las \u00e9pocas, el debate alrededor de los j\u00f3venes ha sido uno de los temas a trav\u00e9s de los cuales la sociedad ha reflexionado acerca de s\u00ed misma. Hablando propiamente, por lo tanto, no hay problemas o cuestiones juveniles, sino problemas sociales que se reflejan o condensan en los j\u00f3venes. En tal perspectiva, s\u00ed constituyen una imagen<\/em> \u2013y bien elocuente\u2013 del cambio experimentado por el ser humano a lo largo de los \u00faltimos cien a\u00f1os: iniciamos el XX asidos a una especie de \u00abmetaf\u00edsica de la juventud\u00bb que idealizaba su identidad hasta convertirla en paradigma de futuro y novedad \u2013\u00abLa juventud est\u00e1 en el centro donde nace lo nuevo\u00bb, exclamaba W. Benjamin all\u00e1 por 1914\u2013; al comienzo de esta nueva centuria, ese tipo de metaf\u00edsica suena a mentira sarc\u00e1stica.
\nLas generaciones j\u00f3venes han sido las m\u00e1s explotadas para los caprichos de la modernidad, ayer; ahora, en los de la postmodernidad. A estas alturas, nadie se atrever\u00eda a definirlas como imagen y prefiguraci\u00f3n del futuro, sin tampoco querer reconocer que son el fiel reflejo de los disparates de nuestra sociedad y que s\u00ed anticipan el rostro de las v\u00edctimas del ma\u00f1ana que esbozamos hoy[6]<\/a>. De todos modos, en el indudable proceso de configuraci\u00f3n cultural de una forma in\u00e9dita de ser y vivir en el mundo o de un \u00abnuevo individuo\u00bb en que nos encontramos, ya disponemos de una anticipaci\u00f3n de resultados: el rostro y la vida de los j\u00f3venes.
\nPor lo dem\u00e1s, juventud y sociedad forman un binomio mal avenido. Esa es la raz\u00f3n por la que siempre se ha invocado un aparente o real divorcio para explicar y hasta justificar la visi\u00f3n social de los j\u00f3venes sobre la base de una respuesta-tipo \u2013cuando no vulgar estereotipo\u2013. S\u00edrvanos de ejemplo estas palabras de Salustio, de hace un par de milenios: \u201cLos j\u00f3venes de hoy no son como los de otras \u00e9pocas; aqu\u00e9llos eran respetuosos con sus mayores, generosos y honrados, pero los contempor\u00e1neos, est\u00e1n invadidos por la disoluci\u00f3n, son de \u00e1nimo blando, resbaladizo, f\u00e1ciles de prender en los enga\u00f1os…, amancebados, jugadores y despilfarradores\u201d[7]<\/a>.
\nCiertamente \u00abser joven\u00bb es algo muy relativo, pero m\u00e1s cierto a\u00fan que se es joven, siempre y cada vez m\u00e1s, para largo<\/em> (\u00a1hasta los 35!, por lo menos)[8]<\/a>. Nos ocuparemos m\u00e1s adelante de las causas (obvias), para cerrar ahora con los n\u00fameros b\u00e1sicos: el peso demogr\u00e1fico de los j\u00f3venes en Espa\u00f1a est\u00e1 disminuyendo, pero todav\u00eda la poblaci\u00f3n entre 15 y 29 a\u00f1os \u2013a la que nos referiremos siempre como juventud\u2013 representa el 22\u20197% del total \u2013tras Irlanda, la segunda en relieve dentro de los pa\u00edses de la Comunidad Europea\u2013, casi 9 millones, de los que 4.580.784 son varones y 4.397.542, mujeres[9]<\/a>.
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\nLas tradicionales \u00absociedades simples\u00bb aseguraban el sentido a trav\u00e9s de instancias que transmit\u00edan una identidad colectiva \u2013repleta de convicciones y certezas\u2013 en la que se reconoc\u00edan los individuos sin mayores problemas; en las \u00absociedades complejas\u00bb existe un ilimitado n\u00famero de propuestas que dificulta la construcci\u00f3n de la identidad personal y frecuentemente nos sume en un fondo de incertidumbre.
\nEl ideal ilustrado y el proyecto moderno de sociedad, dicho telegr\u00e1ficamente y aludiendo s\u00f3lo a los datos m\u00e1s cr\u00edticos, qued\u00f3 a merced de la raz\u00f3n cient\u00edfico-t\u00e9cnica, con la econom\u00eda como centro productor de significados<\/em> cada vez m\u00e1s preponderante y la burocracia como clave estructuradora de las relaciones sociales. El rumbo hist\u00f3rico de tal configuraci\u00f3n nos resulta palmario: capitalismo, globalizaci\u00f3n y \u00abriesgo\u00bb. Aunque olvidan otros aspectos fundamentales \u2013las condiciones inhumanas de la vida en el \u00abtercer mundo\u00bb o la exclusi\u00f3n creciente en el primero y segundo, en particular\u2013 los postmodernos llevan su raz\u00f3n en la denuncia de las sociedades capitalistas que han alcanzado un alto nivel de vida, pero est\u00e1n corro\u00eddas por el sinsentido y el aburrimiento. Se desenmascaran a s\u00ed mismos, sin embargo, cuando se alzan como pregoneros que delatan la imposibilidad de cambiar la sociedad y acuerdan disfrutarla mientras resulte posible, invocando que tan s\u00f3lo as\u00ed \u2013como \u00absociedad d\u00e9bil\u00bb\u2013 tiene alg\u00fan sentido.
\nEn suma, nos encontramos en plena \u00abera de la globalizaci\u00f3n\u00bb, conscientes de que todo, para bien o para mal, repercute sobre todos, sobre la naturaleza y sobre la historia. Resta por comprobar si la conciencia de globalidad superar\u00e1 la mera dimensi\u00f3n econ\u00f3mica para asumir la responsabilidad solidaria tan imprescindible porque, en particular, la sociedad moderna se ha transformado en una azarosa \u00absociedad del riesgo\u00bb[10]<\/a>, principalmente para los m\u00e1s pobres y d\u00e9biles, entre los que se encuentran, sin duda, los j\u00f3venes.
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\n 2.1. Sociedad \u00abindividualista\u00bb<\/strong>
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\nEl sujeto de la modernidad es un tipo de persona fuertemente marcado por la vivencia y valoraci\u00f3n de la autonom\u00eda individual. En todo caso, el individualismo por el que se decanta responde a otro rasgo socio-cultural m\u00e1s amplio: el giro hacia la subjetividad o el proceso de subjetivizaci\u00f3n que atraviesa toda la cultura moderna. La ambig\u00fcedad del recorrido une fen\u00f3menos tan dispares como un elevado sentido de la libertad y dignidad personales o el aprecio sin medida de la autonom\u00eda \u2013hasta el anonimato\u2013, con un hiper-individualismo condenado al vac\u00edo; as\u00ed caracteriza Lipovetsky cuanto denomina la \u00absegunda revoluci\u00f3n individualista\u00bb a la que asistimos hoy[11]<\/a>. En efecto, si la individualidad nunca estuvo exenta del peligro individualista, ahora ha degenerado en actitudes ego\u00edstas y cerradas. Unido a esto, los postmodernos se reconocen herederos del hallazgo nietzscheano de la contingencia radical del hombre, que le remite a s\u00ed mismo sin referencia a ning\u00fan otro fundamento posible. Al ser humano, una vez que se apagaron por s\u00ed mismas todas las convicciones firmes que la modernidad propuso como razones para vivir, no le queda m\u00e1s alternativa loable que el disfrute de lo poco o mucho que tenga…
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\nPor s\u00edmiles derroteros, alcanzan los j\u00f3venes una identidad d\u00e9bil, abierta y acomodaticia que lo ti\u00f1e todo de esas mismas caracter\u00edsticas. Dicho con tonos postmodernos: no quieren m\u00e1s revoluci\u00f3n que la cotidiana, \u00e9sa que les permite sentirse c\u00f3modos, felices hasta donde el cuerpo aguanta. Domina en ellos la \u00abraz\u00f3n instrumental\u00bb y una despreocupada alegr\u00eda de vivir: si hay que estudiar, por ejemplo, ser\u00e1 casi exclusivamente para conseguir un t\u00edtulo y obtener un empleo; al considerarse como presos entre rejas escolares, quieren y consiguen mucho ocio y muy diverso \u2013siendo capaces de dedicar en un fin de semana m\u00e1s tiempo a la diversi\u00f3n que al estudio en toda la semana\u2013; engordan la permisividad y enflaquecen el compromiso, administrando fr\u00edvolamente rechazos y simpat\u00edas.
\nCuesta abajo semejante nos conduce a otra de las l\u00f3gicas<\/em> o rasgos m\u00e1s pronunciados de la juventud actual: la \u00abimplicaci\u00f3n distanciada\u00bb respecto a la vida y sus problemas. En los j\u00f3venes existe una falla profunda, un hiatus<\/em> entre los valores finalistas y los instrumentales: invierten en valores finalistas \u2013pacifismo, ecolog\u00eda, tolerancia, lealtad, solidaridad, etc.\u2013, no obstante se despreocupan de los instrumentales \u2013esfuerzo, autorresponsabilidad, compromiso, participaci\u00f3n, abnegaci\u00f3n, trabajo bien hecho, etc.\u2013, con lo que todo lo anterior corre el riesgo de reducirse a puro discurso bonito. \u201cApuestan fuertemente por fines nobles, pero les falta el ejercicio de la disciplina\u201d[14]<\/a>.
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\n 2.2. J\u00f3venes: iguales, pero diferentes a los adultos<\/strong>
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\nNo se trata de un gratuito juego de palabras. Aunque diferentes por j\u00f3venes, sin embargo, son cada vez m\u00e1s iguales a las generaciones adultas. Lejos quedan, y olvidados, los movimientos juveniles de los 60 y sus luchas por la emancipaci\u00f3n institucional, incluso el pasotismo desencantado de los 70; s\u00f3lo parece pervivir la invitaci\u00f3n a refugiarse en la madriguera iniciada en los 80.
\nIguales…<\/em> porque \u2013encontr\u00e1ndonos, como algunos han afirmado, ante la generaci\u00f3n joven m\u00e1s integrada de toda la historia- el problema reside en que estamos configurando un mundo donde cada vez nos parecemos m\u00e1s unos a otros. La civilizaci\u00f3n contempor\u00e1nea es una gran domadora y, poco a poco, todos vamos entrando por el aro: deseamos lo mismo, pensamos lo mismo, vestimos y comemos lo mismo.
\nAlgunos factores clave que igualan<\/em> los j\u00f3venes a los adultos: la econom\u00eda neoliberal-capitalista de mercado, el primero y por encima de cualquier otro, junto a la globalizaci\u00f3n e interdependencia que impone el comercio hodierno. A continuaci\u00f3n, la revoluci\u00f3n tecnol\u00f3gica y la reorganizaci\u00f3n tanto de roles<\/em> sociales como del tiempo en la vida de las personas; la producci\u00f3n de una informaci\u00f3n pr\u00e1cticamente inabordable, el protagonismo que adquiere la mujer o la importancia vital del tiempo libre.
\nLos aires neocapitalistas inflan la importancia del dinero y del poder, mientras deshinchan el valor de las ideas y v\u00ednculos personales. Esta atm\u00f3sfera debilita los marcos de referencia del crecimiento humano, reblandece la identidad y las relaciones, exalta hasta la apoteosis sentidos y deseos, etc. Por otro lado, acabamos de cerrar un siglo en el que todo se ha sucedido con trepidante rapidez. Y si durante la primera mitad del mismo, las personas se disfrazaban para aparentar mayores<\/em> o m\u00e1s viejas; en la segunda ocurri\u00f3 exactamente lo contrario. La \u00abjuvenilizaci\u00f3n\u00bb se ha expandido siguiendo un permanente proceso que ahora lo invade todo. Paralela y burlescamente, se ha producido una injusta e imp\u00fadica devaluaci\u00f3n de los j\u00f3venes: se les asigna una identidad, pero se oculta su entidad; \u00abvende\u00bb por doquier \u00ablo joven\u00bb, pero los j\u00f3venes no cuentan con ning\u00fan espacio social propio.
\nCon todo, siguen siendo diferentes<\/em> de los adultos. Todos, al caducar las im\u00e1genes del mundo que nos aseguraban inequ\u00edvocamente el conocimiento y la acci\u00f3n, nos sentimos un poco perdidos y sin saber por d\u00f3nde tirar. Pero, mientras los mayores encaramos un \u00e9xodo<\/em> as\u00ed con grandes dosis de disimulo e intentos desesperados por ocultar la inseguridad, los j\u00f3venes se lanzan a tumba abierta en la b\u00fasqueda del sentido para ese \u00abnuevo hombre\u00bb que est\u00e1 naciendo y cuyo esqueleto ya es el suyo; por eso les toca sufrir como a nadie los dolores que lleva consigo una transformaci\u00f3n de semejante \u00edndole.
\nDiferentes<\/em> tambi\u00e9n a la hora de manifestar un profundo desenga\u00f1o ante la historia, cargado de escepticismo frente a cualquier ideolog\u00eda o propuesta racional con grandes pretensiones; de ah\u00ed que prefieran c\u00f3cteles de deseo y seducci\u00f3n, de mucho sentimiento y algo menos de raz\u00f3n. De ah\u00ed, igualmente, que opten por una amalgama de individualismo y gregarismo al dictado del grupo de iguales, del derecho a la diferencia, de la asimilaci\u00f3n mim\u00e9tica de pautas de consumo y del polite\u00edsmo moral y religioso.
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\nJustamente, una de las ra\u00edces fundamentales del cambio de la identidad de los j\u00f3venes en la sociedad actual hay que buscarla en la ruptura de ese pacto social que determinaba la autonom\u00eda y el paso a la \u00e9poca adulta de cada persona cuando el joven se insertaba en la sociedad a trav\u00e9s de un trabajo estable, la correspondiente independencia econ\u00f3mica y el hogar propio. Este t\u00e1cito acuerdo social funcionaba como gozne regulador e integrador; ven\u00eda a ser una especie de \u00abpercha\u00bb donde se colgaba la identidad y el proyecto vital. Desde el trabajo que cada uno ejerc\u00eda, se desarrollaban los v\u00ednculos propios de la madurez con las personas, el territorio y las cosas. Se trataba entonces de una sociedad cohesionada que ofrec\u00eda a las generaciones j\u00f3venes un itinerario \u2013escolar, laboral, etc.\u2013 claramente orientado hacia una definici\u00f3n estable de la propia identidad y proyecto de futuro[15]<\/a>.
\nAm\u00e9n de fuente de identidad, el trabajo constitu\u00eda tambi\u00e9n la ra\u00edz del estatus e, incluso, conten\u00eda \u2013y contiene\u2013 algunos de los g\u00e9rmenes psicol\u00f3gicos m\u00e1s imprescindibles para una autopercepci\u00f3n positiva y equilibrada. Tanto el desarrollo de la autoestima como del autoconcepto, en nuestro modelo social actual, siguen teniendo mucho que ver con el empleo. A\u00fan hoy, por lo pronto, los otros nos reconocen y valoran en funci\u00f3n del trabajo que desempe\u00f1amos.
\nLa (i)l\u00f3gica del mercado termin\u00f3 por romper el pacto, cerrando paulatinamente la posibilidad de construir la identidad en referencia a un trabajo estable. Aunque debamos matizar cada vez mejor la catalogaci\u00f3n de \u201cj\u00f3venes desempleados\u201d- en cualquier caso, se ha quebrado el car\u00e1cter vertebrador ejercido por el empleo estable. La zozobra introducida por dicha quiebra desencadena otra serie fen\u00f3menos determinantes para la identidad y desarrollo cotidiano de la vida. Por ejemplo, la escasez o precarizaci\u00f3n del mercado laboral ha conducido a las j\u00f3venes generaciones a desentenderse del futuro, vinculando trabajos o trabajillos<\/em> al presente, al dinero y al consumo inmediato y compulsivo.
\nEs precisamente el consumo, por desgracia, la alternativa para un \u00abnuevo consenso\u00bb, y ocupa ahora el puesto que el trabajo cumpl\u00eda en el pacto anterior (\u00e9ste ha de ser, por tanto, uno de los n\u00facleos donde centrar las tareas educativas).<\/em> No en vano, nuestro sagaz y tan poco humano sistema capitalista ha descubierto inmediatamente que los j\u00f3venes, al retrasar su emancipaci\u00f3n y obligar a las familias a consumir m\u00e1s \u2013estrechando las posibilidades de ahorro e inversi\u00f3n\u2013, constituyen un mercado con alta capacidad de consumo inmediato. De este modo y exacerbando por todos los medios los sentidos y los deseos, el consumo es percibido por los j\u00f3venes como un estilo de vida normal y pauta central de integraci\u00f3n social.
\nEl trabajo cual factor b\u00e1sico para la construcci\u00f3n del proyecto vital y de la identidad se sustituye por el consumo que, en el caso de la identidad juvenil, exalta el ocio y el tiempo libre, desorbitando la importancia del \u00abaqu\u00ed-ahora-todo y ya\u00bb; un presentismo galopante que, a su vez, provoca un continuo zapping<\/em> de experiencias, sensaciones y vivencias, negando valor al esfuerzo y sacrificio necesarios para engendrar resultados a largo plazo, para construir el futuro.
\nSe ha producido, de este modo, un cambio substancial en el significado del \u00abser joven\u00bb. La sociedad les ven\u00eda ofreciendo un horizonte de integraci\u00f3n en el mundo adulto por el camino del empleo\u2013trabajo fijo, a trav\u00e9s del cual se acced\u00eda a la autonom\u00eda adulta; a cambio, exig\u00eda un largo per\u00edodo de esfuerzo y preparaci\u00f3n mediante estudios o la realizaci\u00f3n de trabajos de aprendizaje. Aunque para una minor\u00eda juvenil siga manteni\u00e9ndose dicho pacto, para la mayor\u00eda de los j\u00f3venes se ha roto ese horizonte de integraci\u00f3n, con el consiguiente descenso del inter\u00e9s por el esfuerzo.
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\n\u00bfQu\u00e9 est\u00e1 pasando? En primer lugar, los j\u00f3venes suelen responder a las distintas preguntas de un cuestionario sin \u00abl\u00f3gica de conjunto\u00bb; m\u00e1s bien estiman cada cuesti\u00f3n como cerrada en torno a cualquiera de los n\u00facleos tem\u00e1ticos que incluya. Por lo que las afirmaciones precedentes nos les impedir\u00e1n, llegado el turno de interrogarse sobre la solidaridad o el voluntariado, por ejemplo, estimar grandemente a ambos. No obstante, se entrev\u00e9 \u2013en esta muestra y en otras muchas por el estilo\u2013 que aquellos modelos de juventud, todav\u00eda vigentes, que la piensan como \u00abproyecto\u00bb \u2013proyecto de adulto, proyecto de vida, etc.\u2013 y, consiguientemente, enfatizan el esfuerzo para conseguirlo\u2026, est\u00e1n pasando a mejor vida, se han quedado obsoletos. Es demasiado larga la juventud como para contemplarla en funci\u00f3n de otra cosa: hay espacios, tiempos y actividades en los que est\u00e1<\/em> arraigando un modo de ser, muy particular, al que se le tolerar\u00eda<\/em> saltarse incluso sentimientos y comportamientos que determinan substancialmente la identidad humana por tratarse, precisamente, de un \u00abintervalo vital\u00bb o de un periodo entre par\u00e9ntesis (la posible gravedad de la afirmaci\u00f3n requerir\u00eda otros muchos desarrollos a los que no es posible atender en estas notas, por lo que la dejamos as\u00ed, un tanto difuminada).
\nPerfiles problem\u00e1ticos como el anterior se verifican con cierta claridad si atendemos a las l\u00f3gicas vitales<\/em> comentadas con anterioridad. La identidad abierta y los dobles v\u00ednculos o la implicaci\u00f3n distanciada, por un lado, reducen o concentran la \u00e9tica en el \u00abculto al yo\u00bb, entendido m\u00e1s en direcci\u00f3n de un \u00abyo\u00edsmo normativo\u00bb que de la mera egolatr\u00eda; por otro, sumen en un pr\u00e1ctico abandono de la preocupaci\u00f3n por el futuro. As\u00ed, ellas y ellos sobreestiman la autonom\u00eda posible y rechazan visceralmente toda norma que venga \u00abde fuera\u00bb. Han roto con cualquier tipo de c\u00f3digo moral donde absolutos o totalidades pretendan asociar, cual principios unificadores, las dimensiones y fen\u00f3menos de la persona. Se impone el relativismo moral, el \u00abhacer lo que me sale de dentro\u00bb y sin apenas prestar atenci\u00f3n a cuanto digan los dem\u00e1s.
\nLa juventud mantiene el optimismo a base de defenderse frente a la incertidumbre y miedo al futuro, desentendi\u00e9ndose o desinteres\u00e1ndose de \u00e9l. Y no les interesa ni obsesiona, porque, sencillamente, han dejado de guiarse por \u00e9l. Se impone el presentismo. Nada de inquietarse con proyectos y ni tan siquiera implicarse o conectarse en serio al entorno social; nada de vinculaciones que no se realicen de forma personalizada; nada de cesiones o delegaciones, adscripciones o compromisos duraderos. De ah\u00ed, como veremos, el escaso inter\u00e9s por la pol\u00edtica o la baja estima de las instituciones; de ah\u00ed tambi\u00e9n, la falta de participaci\u00f3n social, los baj\u00edsimos niveles del asociacionismo juvenil e implicaci\u00f3n en tareas solidarias.
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\n 2.3. Autonom\u00eda truncada: familia, amigos y tiempo libre<\/strong>
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\nObligados a permanecer en el nido<\/em> familiar y alargar la juventud, lejos de molestarse, se acomodan a esa \u00abautonom\u00eda truncada\u00bb y, haciendo de la necesidad virtud, tiran para adelante contentos, integrando como pueden ese su \u00abser de personas material y simb\u00f3licamente dependientes\u00bb. Pero tal situaci\u00f3n no deja de ser fuente de desajustes importantes a corto y a largo plazo.
\nLos cl\u00e1sicos modelos de socializaci\u00f3n que se asentaban sobre la familia, la escuela y la Iglesia, han dejado paso a la presencia casi exclusiva de la familia, por un lado, y a los amigos con quienes van experimentando c\u00f3mo ser y hacerse ellos mismos, por otro. Familia, amigos y diversi\u00f3n constituyen los elementos esenciales de la nueva socializaci\u00f3n <\/em>de la juventud. En la primera buscan y obtienen seguridad y estabilidad; los amigos son el otro referente socializador y la diversi\u00f3n, el ambiente de autoformaci\u00f3n por excelencia.
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\nFuente de estabilidad material, emocional y axiol\u00f3gica, la familia es muy valorada por los j\u00f3venes: sienten una verdadera \u00abquerencia por el hogar\u00bb y la mayor\u00eda vive satisfactoriamente en \u00e9l; en la familia encuentran la seguridad, los afectos y solidaridades m\u00e1s importantes; ella es tambi\u00e9n la principal donadora de sentido y fuente de ideas tanto para construir su concepci\u00f3n del mundo como para definir la existencia en \u00e9l. Una muestra gr\u00e1fica: reproducimos a continuaci\u00f3n un cuadro con la evoluci\u00f3n de las respuestas ante la pregunta sobre \u00abD\u00f3nde se dicen las cosas m\u00e1s importantes en cuanto a ideas e interpretaciones del mundo\u00bb[18]<\/a>:<\/em>
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