{"id":911,"date":"1997-05-01T19:36:07","date_gmt":"1997-05-01T19:36:07","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=911"},"modified":"1997-05-01T19:36:07","modified_gmt":"1997-05-01T19:36:07","slug":"dios-se-me-hace-mujer-en-estos-dias","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/dios-se-me-hace-mujer-en-estos-dias\/","title":{"rendered":"Dios se me hace mujer en estos d\u00edas"},"content":{"rendered":"
Se recoge aqu\u00ed una \u201cexperiencia de acompa\u00f1amiento de excluidos en el sur de Chile\u201d llevada a cabo por miembros de las Comunidades ADSIS<\/em>. La figura central de la exclusi\u00f3n es la mujer. Con raz\u00f3n, por tanto, \u201cDios se hizo mujer\u201d en esta experiencia.<\/p>\n Unas entra\u00f1as heridas<\/em> No se cu\u00e1l es el motivo. El caso es que las experiencias se van acumulando y van de\u00adjando un poso que en estos momentos puedo ya distinguir y pronunciar: Dios se me hace mu\u00adjer en estos d\u00edas.<\/p>\n Se vienen sucediendo encuentros que ali\u00admentan esta certeza y surge entonces la ne\u00adcesidad de expulsar esta vivencia, de sacar a la luz lo que va dentro y arde y me inquieta. Trato s\u00f3lo de descargarme un tanto de este peso amargo y dulce que conllevo con Dios. Y es que, en realidad, lo que veo, lo que voy en\u00adtendiendo, lo que sufro y experimento, son entra\u00f1as heridas en cada mujer que se va descubriendo ante mi coraz\u00f3n.<\/p>\n Ya van siendo muchas para ser casualida\u00addes: un hijo no deseado, un intento de suici\u00addio, un aborto clandestino, un marido que gol\u00adpea, un trabajo mal pagado, un abuso y un en\u00adga\u00f1o, una violaci\u00f3n de a\u00f1os, un abandono desde a\u00f1os y para siempre, una botella que interrumpe soledades, una plata por vender\u00adse, una herida que no cesa y una entra\u00f1a que no sana, un psiquiatra que adormece y que re\u00adtrasa, unos hijos que no entienden y no cre\u00adcen, una madre que visita desde la tumba re\u00adclamando y hostigando, una m\u00e1scara y un vestido prestados, una casa vac\u00eda, unas calles azules y h\u00famedas que conversan y refugian ca\u00adda noche, ni\u00f1as sin padres, hambres y fr\u00edos, so\u00adledades, menosprecios, insultos y miedos…, so\u00adbre todo, el miedo.<\/p>\n Hay otras mujeres, lo s\u00e9, sin tantas trancas, pero en \u00e9sas no se ha disfrazado Dios a\u00fan pa\u00adra visitarme, no son presencia que me inquie\u00adte. Hablar\u00e9 de aqu\u00e9llas sin sus nombres (por sus marcas le conocer\u00e1n…).<\/p>\n Y me pregunto ahora aquel porqu\u00e9 que de antemano uno presiente en su silencio, pero que persiste en sumarse a la cuenta del miste\u00adrio y cobrarme sentimiento: por qu\u00e9 tanta en\u00adtra\u00f1a herida, por qu\u00e9 esas mujeres, por qu\u00e9 esos ojos muertos y esas bocas secas y esos cuerpos. Por qu\u00e9, Dios m\u00edo, te encuentras den\u00adtro, por qu\u00e9 no sanas y liberas y abres sus so\u00adledades al aire del encuentro. Y por qu\u00e9 me cargas a m\u00ed con ellas y me haces sufrir, por qu\u00e9 no inventas otro modo de hacerme humano.<\/p>\n Cuando esas mujeres me hablan de los golpes, de esos gritos acallados en azotes, cuando detallan gestos y palabras, me traslado con la imaginaci\u00f3n hacia otros tiempos. Con sus palabras al fondo, navego y visto otras \u00e9po\u00adcas de la historia que parec\u00edan tan lejanas y que en esos momentos se presentan por la puerta de regreso y cubren el aire con inciensos y aro\u00admas ancestrales y pueblan la habitaci\u00f3n de ca\u00addenas y correas, y despierto a la conciencia entre salvajes.<\/p>\n Veo entonces rostros rudos o s\u00e1dicos o en\u00adfermos que son miserias de los siglos, que se han ido concentrando y acumulando. Son pol\u00advo de rencor y menosprecio hacia la mujer que, con su sola presencia, les niega a los verdu\u00adgos la exclusiva forma del crear, del sentir, del pensar. Contra la cual s\u00f3lo pueden volcar su fuerza oscura y cobarde para desahogar la fu\u00adria de la impotencia.<\/p>\n Cualquier medio les sirvi\u00f3 y a\u00fan les sirve pa\u00adra hacer valer su predominio: los golpes, las leyes laborales, las normas morales, las doc\u00adtrinas de iglesias y estados, las costumbres, la cultura y la complicidad del miedo. Esto que parecer\u00eda ser s\u00f3lo un mal sue\u00f1o, como especie de acto fallido de humanidad, se hace en tantas mujeres presencia cotidiana Y aunque mi cora\u00adz\u00f3n no quiere aceptarlo, las marcas en sus al\u00admas y en sus cuerpos son bien reales, como la sed y como el hambre.<\/p>\n En todos los casos que escucho y trato de acoger, hay un gusto a derrota que siempre me incomoda pero que no cuestiono, porque pien\u00adso que ya es suficiente con las imposiciones que sufren de otras manos. Su derrota es siem\u00adpre clandestina; nadie puede decir p\u00fablica\u00admente que su hombre la maltrata, que su jefe la explota o la relega, que la familia la minus\u00advalora o la desprecia. Esas cosas tan s\u00f3lo se saben, pero no se dicen. Esos infiernos s\u00f3lo los reflejan las miradas y estas solidaridades del tacto, como corrientes subterr\u00e1neas que discurren en los adentros de la vida y de la cultura de cada pueblo.<\/p>\n Me apena no poder desnudar entera la ciu\u00addad y levantar paredes y colocar altavoces en todas las poblaciones, para que todos puedan ver y o\u00edr con claridad esos rituales cotidianos de violencia, pecado e injusticia.<\/p>\n Llueve ahora con esa fuerza y persistencia de los inviernos del sur. Esta lluvia tambi\u00e9n es violenta y, de tanto desprenderse, se ha vuel\u00adto nuestra: ya no hay sur sin lluvia ni mujer sin violencia.<\/p>\n A pesar de todo, estas mismas mujeres son las que mantienen, con su vida, la vida en pie, de milagro: la casa, los hijos, las cocinas, los supermercados y las oficinas, las ferias, las iglesias, las trastiendas, los negocios y las es\u00adcuelas, todas las comidas y calores que ali\u00admentan y recrean.<\/p>\n Me cuestiona su paciencia, me subleva su silencio, pero admiro el pan que van haciendo, y ese amor que van mostrando a quienes no son dignos de merecerlo. De d\u00f3nde nace to\u00adda esa fuerza, c\u00f3mo es posible que sigan ali\u00admentando la mano que las golpea, por qu\u00e9 lim\u00adpian y construyen y amasan esos escenarios del odio. Limpian y ordenan y no pueden sacar sus fantasmas.<\/p>\n A veces, siento que las han domesticado con correas de miedo y de violencia, y me atre\u00advo por fin a rebatir su cansancio y a sublevar sus derechos. Las m\u00e1s de las veces me miran y callan, y su silencio me dice: \u00abA\u00fan no entien\u00addes de amores e infiernos, de vida y sufrimien\u00adtos. Acoge con paciencia y aprende realidades que no encubren los sue\u00f1os salvadores ni las normas \u00e9ticas ni los conceptos\u00bb. Y me ataca ese viras perverso del fatalismo y me hace en\u00adfermar la desproporci\u00f3n que encuentro entre mi peque\u00f1a isla y su oc\u00e9ano.<\/p>\n Siguen cada d\u00eda trabajando, trabajos mal pagados, trabajo tan s\u00f3lo y esfuerzo, trabajo y sufrimiento. Cuerpos que entregan sin agotar su existencia, sin quejas. A veces, pienso que es una dulce venganza esa de mantener un in\u00advisible y cierto cord\u00f3n umbilical entre toda vi\u00adda y sus vidas y sus manos y su paciencia y su trabajo.<\/p>\n Miro y dependo, amo esas manos que ama\u00adsan el pan nuestro de cada d\u00eda. Pero entre mi dependencia y mi impotencia no logro desqui\u00adtarme una pregunta: \u00ab\u00bfD\u00f3nde est\u00e1, al menos, la justicia?\u00bb La justicia se escondi\u00f3 bajo unas botas militares, la han visto huyendo por entre toneladas de papeles y formularios, se agaza\u00adpa tras los p\u00falpitos y est\u00e1 disfrazada de vieja costumbre. S\u00f3lo quedan las manos de mujer para hacer su trabajo.<\/p>\n Y llega la noche y se encienden con cla\u00adridad las ausencias. El pasado enturbiado de recuerdos, el futuro remoto y vacilante y un pre\u00adsente bien necesitado de tacto y de escucha, de esas gratuitas presencias que respiren a un tiempo con una y sepan decir sin palabras que te necesitan y que te echan de menos a\u00fan cuando no te hayas ido. Lo imaginan todo y les falta alguien que imagine con ellas.<\/p>\n Vuelvo a mirar esas manos de mujer atra\u00adpando ahora en el aire un esquivo amor con\u00adcebido en los sue\u00f1os, regresos y reencuentros que nunca se har\u00e1n realidad. Pese a todo y para todo, sue\u00f1an, ellas siempre quedan so\u00ad\u00f1ando y ellos siempre faltando.<\/p>\n Todos esos amores malogrados las visitan sus camas, y el deseo, siempre cobarde y siem\u00adpre mentira, viene a probarse en el martillo del tiempo y no aguanta el envite de la ternura y les deja la sangre y la ausencia enfermas.<\/p>\n Entonces preguntan: \u00ab\u00bfQu\u00e9 ser\u00e1 de mi tiem\u00adpo?, \u00bfd\u00f3nde guardar\u00e9 tanto amor necesitado sin que se me pudra?\u00bb Y siempre es lo mismo: el sexo secuestrado, toda la casa profanada y la puerta de aquel secreto cuarto, intacta. .Es\u00adtoy cierto que hay una alma de mujer en este Pueblo y que es una alma herida. No s\u00e9 cu\u00e1n\u00adto tiempo m\u00e1s seguir\u00e1 sangrando, pero as\u00ed cual\u00adquier alegr\u00eda no llega a ser risa y canto y felici\u00addad, nunca.<\/p>\n Quedar\u00e1n las ausencias como lo \u00fanico pre\u00adsente y palpable, quedar\u00e1n con los hijos del miedo, quedar\u00e1n, tal vez, deambulando de error en error, exponiendo su coraz\u00f3n al desamparo. Quedar\u00e1n hu\u00e9rfanas de calor y amistad hasta que el diablo de la locura o la resignaci\u00f3n las en\u00adtierre.<\/p>\n Y pienso ahora en aquellos hombres ausen\u00adtes en cada historia y no logro ver sus rostros claramente, pero presiento, s\u00ed, en cada uno el cosquilleo de la muerte.<\/p>\n Aqu\u00ed es donde ya me desprendo, me desar\u00admo y he muerto a cualquier ingenuidad bienhe\u00adchora. Soy mudo, soy ciego, soy cobarde. Tal vez, al fin quede tan s\u00f3lo un resto de complici\u00addad solidaria entre pobres; por padecer ausen\u00adcias, pobres ellas, empobrecido yo, por \u00faltimo las mismas soledades, las mismas necesida\u00addes. En la apuesta suicida y fiada encuentro la diferencia, y con eso me basta al menos.<\/p>\n Me sobra decir que el Evangelio respirado en este tiempo es buena noticia, a\u00fan con to\u00addo, misteriosa y tambi\u00e9n dolorosa por cierto. Pero es buena noticia, al fin, eso de que Dios me entregue su presencia de mujer sufriente y me ense\u00f1e a padecer por amor.<\/p>\n Y veo moverse esas manos atrapando el vac\u00edo y compruebo que el amor es la raz\u00f3n \u00fal\u00adtima de la vida. Por eso el desamor es su ma\u00adyor infierno.<\/p>\n Ponen ahora en la radio una de esas can\u00adciones de amor que est\u00e1n de moda y s\u00e9 ya que cualquier parecido con la realidad es pu\u00adra coincidencia. La radio distorsiona los ritmos y melod\u00edas de la vida real.<\/p>\n Todo aparente callej\u00f3n sin salida tiene una puerta en uno mismo. Pero no siempre se escapa hacia afuera. Hay veces en las que la huida es una carrera fren\u00e9tica hacia los abis\u00admos de uno mismo, y el callej\u00f3n es entonces pared de cementerio.<\/p>\n Aunque s\u00f3lo buscaban la paz, la armon\u00eda, la quietud comprensiva, algunas mujeres encon\u00adtraron de pronto que era demasiado el dolor que viv\u00edan como para seguir viviendo y dejaron de pensar y de sentir y de luchar, y dejaron de vivir.<\/p>\n He presenciado antesalas y me han herido preguntas y quejas \u00faltimas: \u00abTengo tanto mie\u00addo a volverme loca… S\u00f3lo as\u00ed encontrar\u00e9 la paz. S\u00e9 que el suicidio es pecado, pero mayor pecado a\u00fan es el sufrimiento injusto. Dios sa\u00adbr\u00e1 qu\u00e9 hacer conmigo\u00bb.<\/p>\n \u00bfCon qu\u00e9 puede uno negar estas verdades? \u00bfC\u00f3mo bucear en adentros de mujer sin violar sus secretos? \u00bfC\u00f3mo recuperarlas, de nuevo, para la vida? Le he gritado a Dios que me dije\u00adra c\u00f3mo, c\u00f3mo puede uno acompa\u00f1ar el ca\u00admino de un condenado a muerte y seguir son\u00adriendo. S\u00f3lo \u00e9l debe de saberlo, pero se empe\u00ad\u00f1a ahora en ser camino de estas mujeres, \u00a1sin hacer nada!<\/p>\n Me sumerjo en este dolor incomprensible y en mi incomprensi\u00f3n dolorosa y llego a des\u00adnudarme de todo. Algunas veces me viste la fe, pero otras veces m\u00e1s me queda el fr\u00edo de la duda. Y me retumban nombres y se encien\u00adden rostros y pienso en cementerios y en manicomios y me sobresaltan temores y me es\u00adtallan sentimientos que no puedo expresar.<\/p>\n Es mi guerra particular contra la desesperanza siempre agonizante. Una guerra extra\u00f1a y desi\u00adgual que nunca podr\u00e9 vencer del todo. Sigo lu\u00adch\u00e1ndola cada d\u00eda, recobrando fuerzas en el Je\u00ads\u00fas paciente, joven, pobre y mujer ahora, vi\u00adviente en los trances de la frontera de la muerte.<\/p>\n Aqu\u00ed caminamos permanentemente en los l\u00edmites de la tierra y de lo humano. Dicen los ind\u00edgenas que Chile es palabra mapuche que significa \u00abdonde la tierra termina\u00bb. Vivo ahora en la certeza de acompa\u00f1ar el camino de al\u00adgunas mujeres hasta el l\u00edmite de s\u00ed mismas y no saber c\u00f3mo ayudarlas a regresar.<\/p>\n En estos casos de mujeres fronterizas no suelo preguntar ni decir nada, me da p\u00e1nico saber m\u00e1s. Temo que me pasen ese dolor y que me aplaste. Tan s\u00f3lo escucho, tan s\u00f3lo callo y trato de acoger sus voces con mis manos y sentir su peso. Callado ante el dolor, callado an\u00adte el misterio. En sus l\u00e1grimas me lavo de deli\u00adtos y pecados, y hay momentos en los que me siento m\u00e1s humano y m\u00e1s vac\u00edo, y encuentro que, cuando se van, su carga tambi\u00e9n es m\u00e1s liviana. En la estela de, su partida se distinguen preguntas que lastiman mis \u00faltimas certezas.<\/p>\n El ambiente de la habitaci\u00f3n se ha vuelto ahora denso e irrespirable por el humo y debo abrir r\u00e1pidamente la puerta al aire nuevo para poder seguir respirando.<\/p>\n Permanezco inm\u00f3vil en m\u00ed mismo y re\u00adcuerdo el sue\u00f1o repetido de cada noche: me veo caminando por la ciudad acompa\u00f1ando gentes hasta su casa. Se acercan y me dicen su direc\u00adci\u00f3n y me piden que las lleve. As\u00ed durante todo el d\u00eda. De pronto, llega la noche y me encuentro en mitad de la calle en plena lluvia, sin ninguna compa\u00f1\u00eda, sin saber volver a mi casa. Ahora se ha hecho ya de noche y hay luna llena.<\/p>\n Siempre he cre\u00eddo que la Luna es un espec\u00adt\u00e1culo del misterio. Tal vez sea su particular luz, tal vez sus ocultamientos, sus formas cambian\u00adtes o sus secretas relaciones casi la Tierra. Se\u00adguimos sin saber qu\u00e9 tiene su cara oculta que tanta atracci\u00f3n nos despierta Lo que s\u00ed s\u00e9 es que la Luna es definitivamente mujer. Bajo la forma de una bater\u00eda inmensa de esperanza, mis hermanas pueden en ella recargar de ter\u00adnura sus heridas y sanarlas. En muchos rostros pude ver asomarse misteriosamente, por entre las l\u00e1grimas, una sonrisa reci\u00e9n estrenada. Y he recobrado el aliento de mis ojos al ver su alegr\u00eda acariciando mi alma, esta vez sin ara\u00f1azos.<\/p>\n Me siento ahora m\u00e1s amado por Dios des\u00adpu\u00e9s de luchar, y me rehace amamant\u00e1ndome de consuelo y de esperanza. Con esa gratuita paz de anocheceres, despu\u00e9s de la lenta ago\u00adn\u00eda de la tarde, la Luna se ha presentado con presagios de otra vida. Y las mujeres tiernas y doloridas, volcanes apaciguados por el llanto, me han mostrado esa trastienda de la vida, dispuesta s\u00f3lo para humanos.<\/p>\n Recuerdo que de su mano baj\u00e9 al fondo de sus miserias, tuve presentimientos sudorosos y, a veces, me quebraron los t\u00edmpanos del al\u00adma. Pero tambi\u00e9n aprend\u00ed a hacer del silencio un buen ung\u00fcento, a permanecer sintiendo hasta entra\u00f1ar el coraz\u00f3n en la mirada, en el respeto, y sospech\u00e9 a Dios mismo en cada pliegue de sus lamentos. Acog\u00ed sin m\u00e1s y has\u00adta lo impropio, y todo eso se ha hecho ya vi\u00advencia imborrable. Si no fuera por esas reno\u00advaciones misteriosas que el buen Dios de la Vida aproxima en cada Luna, tal vez mis her\u00admanas y yo mismo, hubi\u00e9ramos sucumbido ya ante aquel miedo. Hoy recibo una flor y unos choritos<\/em> enlatados, y descubro en ellos la luz de la ma\u00f1ana.<\/p>\n No me queda mucho que decir, pero tam\u00adpoco quiero callar estas palabras: s\u00f3lo una pre\u00adsencia y un silencio bastan para acercar un poco de futuro a tanto pasado amargo y a es\u00adtos presentes muertos, con tal de que no te enga\u00f1e tu propio miedo.<\/p>\n Las preguntas sin respuesta quedaron ah\u00ed sin m\u00e1s urgencia. Volver\u00e1n seguro a rebotar un d\u00eda golpeando mi conciencia, pero ya estoy m\u00e1s listo para darles la batalla, porque descu\u00adbro que la fuerza est\u00e1 en cada mujer, en cada ni\u00f1o, en cada joven, en la vida que sostienen y en su terca esperanza de Pascua.<\/p>\n Creo que mi tarea ahora se camina m\u00e1s por esta senda del ministerio de frontera, mi\u00adnisterio del silencio, la escucha y la presencia. Porque Dios me ayud\u00f3 a creer en este Pueblo y en sus mujeres. Y a creer que \u00e9l mismo se hace mujer en estos d\u00edas.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Jes\u00fas Herrero EXPERIENCIA DE ACOMPA\u00d1AMIENTO Se recoge aqu\u00ed una \u201cexperiencia de acompa\u00f1amiento de excluidos en el sur de Chile\u201d llevada a cabo por miembros de las Comunidades ADSIS. La figura central de la exclusi\u00f3n es la mujer. Con raz\u00f3n, por tanto, \u201cDios se hizo mujer\u201d en esta experiencia. 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\npor violencias de siglos que se hacen cotidianas.<\/em>
\nSus manos amasan el pan nuestro de cada d\u00eda<\/em>
\ny abrazan la ausencia nuestra de cada noche.<\/em>
\nSufren demasiado dolor,<\/em>
\npero sus ternuras son renovadas en<\/em>
\ncada Luna llena.<\/em>
\nS\u00f3lo me quedan la presencia y el silencio.<\/em><\/p>\n\n
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