{"id":9122,"date":"2004-07-01T00:00:32","date_gmt":"2004-06-30T22:00:32","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9122"},"modified":"2004-07-01T00:00:32","modified_gmt":"2004-06-30T22:00:32","slug":"el-cine-bajo-el-influjo-de-la-globalizacion","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/el-cine-bajo-el-influjo-de-la-globalizacion\/","title":{"rendered":"El cine bajo el influjo de la globalizaci\u00f3n"},"content":{"rendered":"
Jes\u00fas Villegas<\/strong> Jes\u00fas Villegas<\/p>\n
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\nJes\u00fas Villegas es profesor en el Colegio de \u201cMar\u00eda Auxiliadora\u201d de Vigo
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\n20 apuntes sobre cine y globalizaci\u00f3n, que el autor califica como capricho<\/em>. Se trata de pinceladas libres, sueltas, realmente brillantes y sugerentes, a trav\u00e9s de las cuales Jes\u00fas Villegas va perfilando y esbozando c\u00f3mo se est\u00e1n expresando en el cine las manifestaciones y consecuencia de la globalizaci\u00f3n (mercantilismo, americanizaci\u00f3n, cultura de masas, superficialidad y trivializaci\u00f3n, consumismo, pensamiento \u00fanico, cantidad y exceso frente a calidad, sensacionalismo frente a intimidad y humanismo, etc.).
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\nApunte introductorio<\/strong>
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\nEsto que os dispon\u00e9is a leer es un capricho, es decir, una fantas\u00eda libre, un batiburrillo de ideas an\u00e1rquicas, pero llenas de intenci\u00f3n (espero) sobre las conexiones entre el cine y la globalizaci\u00f3n. Supongo que otros art\u00edculos en este n\u00famero ahondar\u00e1n en qu\u00e9 es el pensamiento \u00fanico o en las consecuencias de la propagaci\u00f3n del sistema capitalista a los cinco continentes, por lo que yo me permitir\u00e9 el placer de divagar. Que a nadie le enga\u00f1e el t\u00edtulo: pretendo, m\u00e1s que ofrecer una reflexi\u00f3n especializada a interesados por el cine, intentar comprender mejor nuestra forma \u201cglobalizada\u201d de pensar y de sentir mediante una mirada oblicua a lo que ocurre, hoy por hoy, en las pantallas. Si la cultura en la era de la globalizaci\u00f3n se mueve por los mismos principios que el resto de estructuras del sistema (a saber: pensamiento \u00fanico, estandarizaci\u00f3n, americanizaci\u00f3n, mercantilismo a ultranza), en el cine, por tratarse de un arte construido sobre un poderos\u00edsimo aparato industrial, se manifiesta con pasmosa nitidez esa geograf\u00eda mon\u00f3tona, donde el dinero y sus monta\u00f1as se erigen en el accidente m\u00e1s llamativo, casi \u00fanico, del paisaje.
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\nAlternar\u00e9 en estas notas las planteamientos generales con algunos comentarios de pel\u00edculas concretas, con el fin de conseguir la variedad en mi discurso y, a poder ser, la libre y refrescante asociaci\u00f3n de ideas de lo caprichoso. A ver qu\u00e9 sale.
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\nApunte 1<\/strong>
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\nEl cine dominante ha renunciado a sus posibilidades art\u00edsticas. Deviene en pura atracci\u00f3n, regresando as\u00ed a sus or\u00edgenes de barraca de feria. Es, antes que nada, eso que llamamos, con un calco ling\u00fc\u00edstico del ingl\u00e9s innecesario, un \u201cparque tem\u00e1tico\u201d.Como sucede en esos para\u00edsos del entretenimiento, que encandilan y repugnan a partes iguales por su exceso de pulcritud kitch<\/em>, el escenario, el envoltorio, la parafernalia se han impuesto sobre la sustancia narrativa, sobre el engranaje de las historias. El decorado gana a la atm\u00f3sfera. La fascinaci\u00f3n, a la emoci\u00f3n.
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\nLas derivaciones de esta apuesta comercial por convertir cada pel\u00edcula en un carrusel de itinerario previsible al servicio de la adrenalina son harto conocidas: cine m\u00e1s atento al impacto que al calado; irrelevante, pues no va m\u00e1s all\u00e1 de su breve aunque retorcido circuito de monta\u00f1a rusa, lleno de giros completos y espirales tan pasmosas como formularias; divertimento vacuo y circense, en el que el \u201cm\u00e1s dif\u00edcil todav\u00eda\u201d sustituye al \u201cm\u00e1s grande que la vida\u201d. Uno ya no ve una pel\u00edcula (y menos la contempla, pero de eso ya hablaremos), sino que se monta en ella. Y cuando se baja, tras unos segundos de v\u00e9rtigo y excitaci\u00f3n, desaparece de su conciencia al instante, como el palito de un algod\u00f3n de az\u00facar o las tarjetas no premiadas de una t\u00f3mbola.
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\nApunte 2<\/strong>
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\nSe coge a Dr\u00e1cula, a Frankenstein, a Mister Hyde y al Hombre lobo, incluso se invita a Quasimodo para que participe con un cameo, se les mete a todos en una picadora poderosa de no s\u00e9 cu\u00e1ntos millones y se sirve todo ello bien fr\u00edo (sin emociones) en un recipiente magn\u00edfico (estamos hablando de la pel\u00edcula Van Helsing<\/em>). O se enfrenta a hombres lobo contra vampiros en una lucha a muerte sin cuartel (Underworld<\/em>). O se re\u00fane a Quatermain, el capit\u00e1n Nemo, Dorian Gray, el Hombre Invisible, Tom Sayer y otros personajes literarios m\u00e1s y se les pone a detener un peligro que amenaza el mundo como quien desayuna unas tostadas (La liga de los hombres extraordinarios<\/em>).
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\nLa operaci\u00f3n consiste, en fin, en apropiarse de grandes s\u00edmbolos de la fantas\u00eda humana, que son trasunto de miedos at\u00e1vicos, de deseos inconfesables o de sue\u00f1os imperecederos, extraerles toda sus v\u00edscera de lirismo, emoci\u00f3n o misterio (este \u00faltimo, como luego explicaremos, el gran ausente del cine actual) y, tras este lindo trabajo de taxidermista, facturar con los restos mortales de estas criaturas pel\u00edculas tan orondas como inservibles y productivas. Si en el cine se echan de menos seres humanos, cuando pretenden rescatarse para la pantalla seres m\u00edticos, el destrozo alcanza dimensiones \u00e9picas (todav\u00eda no he visto Troya<\/em>, pero me la figuro). La expresividad pura y esquem\u00e1tica del mito se torna simpleza y ausencia de significaci\u00f3n. \u00bfPor qu\u00e9? Por lo de siempre: entre la bolsa y la vida, la verdadera vida quintaesenciada, elevada a su m\u00e1xima forma de expresi\u00f3n en la silueta de, en este caso, unos engendros entra\u00f1ables, el cine ha elegido la bolsa.
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\nEl lenguaje, los argumentos, los personajes del c\u00f3mic han sitiado el fort\u00edn del cine y, disparo tras disparo, apropiaci\u00f3n tras apropiaci\u00f3n, han acabado por condenar a la vi\u00f1eta y al di\u00e1logo acotado por un bocadillo a esas criaturas de fuerza hipn\u00f3tica, hijas de la luz y de la sombra. La eterna tensi\u00f3n entre el yo y el ego (doctor Jekyll y Mister Hyde), el prometeico deseo de emular a Dios creando vida (Frankenstein), la tentaci\u00f3n del mal y la libertad sin fronteras \u00e9ticas, unidos a una sexualidad seductora e insaciable (Dr\u00e1cula), el miedo a la regresi\u00f3n at\u00e1vica hacia nuestra animalidad (el hombre lobo)… En fin: cualquier construcci\u00f3n humana de envergadura suficiente como para sugerir nuestros laberintos sicol\u00f3gicos o las intrincadas sendas de nuestro subconsciente es despojada de su fuerza trasgresora: domesticados, emasculados m\u00e1s bien, nuestros amados monstruos sufren el escarnio de verse desfilar en un carnaval infantil, al lado de los Barbapap\u00e1, mientras les obligan a dar su patita de ni\u00f1os buenos al respetable p\u00fablico.
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\nApunte 3<\/strong>
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\nLo global frente a lo universal. Globalizar significa imponer un modelo, una manera de entender la vida o la econom\u00eda. Universalizar consiste, al contrario, en detectar el denominador com\u00fan de todos los seres humanos, su sustrato de sue\u00f1os, esperanzas y obsesiones, para, desde ah\u00ed, tender redes que permitan una comuni\u00f3n profunda entre iguales. Globalizar es propagar una f\u00f3rmula o un estilo como se extiende una epidemia. Universalizar, permitir que afloren los v\u00ednculos que nos ligan, descubrir, m\u00e1s all\u00e1 de las formas, una hermandad de fondo. Globalizar significa hamburguesas para todos, y b\u00e9isbol, y Halloween. Lo universal parte de la constataci\u00f3n de que todos, seamos de donde seamos, somos hijos de alguien, y deseamos, y sangramos si nos pinchan, y sentimos la limitaci\u00f3n de nuestra vida como un dolor y como un mensaje. Machado hablaba de que su poes\u00eda abordaba los universales del sentimiento humano: el tiempo que pasa y nos pisa, la memoria, persistente y fugaz, las cavernas del alma. Aqu\u00ed, al buen puerto de los universales, debe arribar el arte. Sin embargo, el cine actual tiende a lo global: cualquier pel\u00edcula aspira a parecer americana, antes que humana.
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\nApunte 4<\/strong>
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\nRecuerdo Kill Bill, <\/em>la \u00faltima creaci\u00f3n de Quentin Tarantino, y el debate bronco que en su d\u00eda suscit\u00f3: se trata de una pel\u00edcula sobre la venganza que emprende una mujer. Durante dos horas se suceden enfrentamientos a muerte, en los que no se escatima ni la sangre ni las formas m\u00e1s diversas de amputaci\u00f3n o violencia que uno pueda imaginar. M\u00e1s all\u00e1 de esa org\u00eda de hemoglobina y miembros cercenados, el ejercicio de puesta en escena, lo estrictamente cinematogr\u00e1fico, resulta magistral. Estamos ante una obra plet\u00f3rica de inventiva visual y sonora (aunque buena parte de los hallazgos sean consecuencia de un juego de citas y referencias continuas a otras obras preexistentes de la cultura de masas). Contemplada como un mero juego de cinefilia y de exuberancia pl\u00e1stica, me parece un producto irreprochable. Y Quentin Tarantino ha insistido una y otra vez en la entidad exclusivamente figurativa de su ejercicio. Como los miembros de las vanguardias de las primeras d\u00e9cadas del siglo XX, el artista norteamericano defiende la rabiosa autonom\u00eda de su obra de arte respecto al mundo. Pretende establecer una radical diferencia entre el mundo real, cuya violencia resulta repugnante, y el espacio de la pantalla que \u00e9l ha concebido, en el que los chorros rojos y los cuerpos mutilados act\u00faan como elaborados recursos de estilo. Hay, postula el director, por un lado, un horror cierto y abominable, y, por otro, una apropiaci\u00f3n est\u00e9tica de ese horror, una exhibici\u00f3n de im\u00e1genes sin referente real, que remiten a cuerpos inmateriales a pesar de su apariencia humana, pues su punto de partida e inspiraci\u00f3n son la fantas\u00eda, otras pel\u00edculas o el universo de los tebeos.
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\nPero, \u00bfpueden enajenarse de forma tajante ambos territorios?\u00bfPuede, en fin, prescindirse de la \u00e9tica en un bien de consumo como el cine, destinado a un p\u00fablico masificado e indistinto? En esa turbamulta de im\u00e1genes que recubren el mundo, \u00bfes factible la operaci\u00f3n de discernimiento entre lo absolutamente imaginario y lo indiscutiblemente real, cuando la indistinci\u00f3n en el estatuto de las im\u00e1genes es uno de los signos de nuestros tiempos? Debo confesar que me encanta el cine de Tarantino, que creo distinguir a la perfecci\u00f3n sus cad\u00e1veres exquisitos del insoportable abismo de la muerte cierta… No obstante, cuando contemplo en su \u00faltima pel\u00edcula un plano en el que, sobre un suelo encharcado de sangre, se retuercen treinta o cuarenta cuerpos malheridos, justo unos d\u00edas despu\u00e9s del atentado de Madrid, un calambrazo de incomodidad, un reconcomio de \u00edndole moral enturbia mi \u00e1nimo.
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\nApunte 5<\/strong>
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\nNo es lo mismo el misterio que el secreto. Los secretos pueden desentra\u00f1arse, los misterios, no. En el fondo, el secreto es un dato escamoteado, una realidad oculta que, tarde o temprano, acabar\u00e1 por emerger. El misterio no tiene soluci\u00f3n: lo intuimos, nos aproximamos a su resplandor, lo admiramos, para, despu\u00e9s, alejarnos de su centro, sin que se haya modificado en esencia su magn\u00e9tica fuerza, que, en cambio, ha cargado de inmensidad nuestra vida. Vivimos una \u00e9poca de obsesi\u00f3n por acabar con los secretos (sean estos de estado, de alcoba o de cualquier otro tipo), mientras se da la espalda de forma absoluta a los misterios. En justa correspondencia, hoy se lleva el cine con trampa, con pirueta narrativa al final. Se trata de pel\u00edculas que nos descubren, de repente, una clave que desmonta todo lo visto y lo redimensiona. Esa informaci\u00f3n que el director o el guionista se han guardado hasta el \u00faltimo momento para descolocarnos, para sorprendernos, es el secreto: que el protagonista en realidad es un muerto; que nada de lo que hemos visto ha sucedido; que el que parece bueno durante dos horas es el malo en un minuto.
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\nPero, \u00bfd\u00f3nde queda la reverberaci\u00f3n del misterio, el aliento de lo que conmociona, el roce de lo que nos transporta? En el cine de los secretos, el prestidigitador que descubre su truco al final desbanca al verdadero mago, aquel que nos enfrenta, sin enga\u00f1o posible, a las maravillas insondables de nuestro universo s\u00edquico. Frente a las verdades reveladas (los misterios), las verdades denunciadas (los secretos), las verdades de papel cuch\u00e9, obscenas, porque lo cuentan y ense\u00f1an todo, cuando nada de lo que muestran merece de verdad la pena, pues aquello que fecunda y crea ha de permanecer siempre de alguna manera fuera de nuestro alcance, en las remotas y privadas galer\u00edas de lo mist\u00e9rico.
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\nApunte 6<\/strong>
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\n\u00bfY La Pasi\u00f3n de Cristo<\/em> de Mel Gibson? Estamos en el otro fiel de la balanza: frente a la violencia como forma de ilusionismo de Kill Bill<\/em>, la violencia que reclama no s\u00f3lo ser atendida como real, sino ensalzada a la esfera de lo sacro. El hombre torturado durante dos horas es el Hombre. Devolvemos a la Pasi\u00f3n de Cristo su estridencia naturalista, sin atender apenas a su fuerte pregnancia ceremonial. Materia vence a esp\u00edritu. Frente a la insinuaci\u00f3n, la explicitaci\u00f3n. Los que denuncian el sadismo de nuestra religi\u00f3n, al imponer como emblema m\u00e1ximo de sus im\u00e1genes fundadoras un instrumento de tortura, est\u00e1n de enhorabuena: volvemos a la carnalidad macabra, a la fisicidad insoportable de la cruz, no a su poderos\u00edsima entidad simb\u00f3lica. El Misterio, ahora, otra vez, ha sido ninguneado: veamos c\u00f3mo fue macerado el Hijo de Dios, reinventemos la religi\u00f3n de la Contrarreforma, la que busca conmover con el retorcimiento de sus im\u00e1genes para inmovilizar a sus creyentes en una fe basada en la culpa y el espanto. Puro arte barroco, al servicio del sometimiento ideol\u00f3gico. M\u00e1s sensacionalismo (luego hablaremos de este mal de nuestro tiempo), una nueva atracci\u00f3n de feria: ahora, la casa de los horrores. Leamos literalmente la historia (as\u00ed se ajusticiaba en aquella \u00e9poca), leamos literalmente los fragmentos del Evangelio pertinentes… como si la Biblia nos revelara la Palabra de Dios en el lenguaje descriptivo de un manual para ejecuciones. Otra vez, antes que nada, el Jes\u00fas del madero frente al que anduvo en la mar. La Resurrecci\u00f3n, para Mel Gibson, no es el Misterio que justifica el Calvario, sino la sorpresa final de la que antes habl\u00e1bamos: una sorpresa, en este caso, esperada por conocida, insuficiente tras ciento veinte minutos de suplicio, pero tan intrascendente frente al gran espect\u00e1culo de la tortura (cuando en juego est\u00e1 toda la Trascendencia de unos hechos, de una historia, de una religi\u00f3n) como el desenlace piruetero de una pel\u00edcula cualquiera.
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\nApunte 7<\/strong>
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\nLa cultura de masas ha sustituido a la cultura humanista. No es lo mismo el denominador com\u00fan de lo universal a que nos refer\u00edamos antes que el m\u00ednimo com\u00fan m\u00faltiplo de lo pedestre, lo obvio, lo evidente. Se propende a aquello que llegue al instante a todo el mundo, que suscite el inter\u00e9s colectivo. Y las monta\u00f1as se igualan por su base. La m\u00e1xima repercusi\u00f3n p\u00fablica: la omnipotencia publicitaria para suscitar pr\u00e1cticas y sensibilidades comunes, el televisor como m\u00e1quina modeladora de gustos homog\u00e9neos, los grandes espect\u00e1culos multitudinarios donde se anula el perfil propio. O\u00edr, ver, leer, saber todos lo mismo. Cultura de superficie, trivial (cultura de Trivial<\/em>), donde la sensaci\u00f3n de pertenecer a un colectivo se impone al gozo de construirse como individuo. Lo m\u00e1s f\u00e1cil y pegadizo como puerta de acceso a la mayor\u00eda, cortada siempre por su patr\u00f3n m\u00e1s elemental de mu\u00f1eco troquelable. La cultura humanista, aquella que se preocupa por la condici\u00f3n humana y las grandes cuestiones (el bien, la belleza, el sentido, la naturaleza) ha sido suplantada por un simulacro de calidades adocenadas. Importa m\u00e1s el efecto (especial, sensorial, mariposa) que el afecto (espacial, emotivo, humano). La necesidad de plantear preguntas y tantear respuestas ha sido usurpada por la interjecci\u00f3n y las voces que corean. Vale m\u00e1s el aplauso que el tacto, el deslumbramiento que la mirada. El individuo s\u00f3lo cuenta como consumidor acumulable en el c\u00f3mputo de las audiencias.
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\nApunte 8<\/strong>
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\nReleo para la ocasi\u00f3n el libro 2001: la odisea del cine<\/em> de Alfonso Basallo. En \u00e9l su autor analiza las causas de la decadencia del s\u00e9ptimo arte. Habla, entre otras cosas, de c\u00f3mo el cine para todos los p\u00fablicos ha degenerado en puerilidad, de que la sutileza de la sugerencia ha dado paso a la ramploner\u00eda de la mostraci\u00f3n innecesaria, de que la agilidad ha sido confundida con la agitaci\u00f3n, la imagen saturada, con la imaginaci\u00f3n, y el atractivo de los actores, con la entidad de los personajes. Predomina, dice, el fast-film: <\/em>\u201cLa historia, la trama, los personajes apenas cuentan. Lo que importa es el ketchup<\/em> y la mostaza de los efectos especiales, el estruendo que hace la ensalada estereof\u00f3nica al hincar el diente y el sabor fuerte del pepinillo\u201d. Entre el arte y la industria, el cine actual se ha doblegado descaradamente a las leyes del mercado, de modo que su condici\u00f3n de bien de consumo ha acabado por corromperlo y vulgarizarlo.
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\nEl repaso que Alfonso Basallo realiza no deja t\u00edtere con cabeza: su discurso de tintes sombr\u00edos usa como referente y modelo continuo el cine cl\u00e1sico, cuyo esplendor, vaticina, nunca volver\u00e1. Al final, plantea con tibieza la posible v\u00eda de salida a esta deprimente situaci\u00f3n: \u201cUrge recuperar lo que podr\u00edamos llamar el cine humanista. Un cine que explote la vena dram\u00e1tica que atesora la dignidad insobornable de la persona\u201d. A este respecto, os recomiendo el libro Pel\u00edculas m\u00ednimas<\/em> de Pedro Antonio Urbina, en el que este estudioso repasa las que \u00e9l considera \u201cpel\u00edculas m\u00e1s humanas\u201d de los \u00faltimos a\u00f1os.
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\nApunte 9 <\/strong>
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\nLas pel\u00edculas actuales reniegan de la experiencia en pro del acontecimiento. Cada escena ha de constituirse en eso que llaman tour de force, set pi\u00e8ce <\/em>o morceaux de bravure<\/em>, es decir, una especie de peque\u00f1a pieza maestra independiente, dotada por s\u00ed misma de intensidad, vigor y, sobre todo, fuerza sensorial. Cada momento debe alcanzar la rotundidad absoluta del redoble, la inusitada capacidad de contorsi\u00f3n de los saltos mortales. El imperio del exceso, de la cantidad sobre la calidad, trasladado a cada metro de celuloide. Sin embargo, los seres humanos nos formamos a trav\u00e9s de experiencias y los personajes de las pel\u00edculas, si aspiran a aproximarse a los mimbres de los individuos, han de fraguarse igual. La experiencia es la vida asimilada, vida metabolizada en sustancia nutriente, en alimento de la identidad. La exterioridad del acontecimiento se vuelve intimidad en la experiencia; la vistosidad del acontecimiento se convierte en vibraci\u00f3n rec\u00f3ndita en la experiencia. Un cine entregado a la aparatosidad no deja lugar al calmoso fraguarse de lo inolvidable: esos instantes en que el ser humano nota en su interior los dedos de la vida model\u00e1ndolo. Si no hay experiencias, el personaje degenera en icono, en mero trazo que se mueve por un mundo fingido como los mu\u00f1equitos carentes de alma de la pantalla de una videoconsola. La experiencia forja, marca a hierro candente, define, traza arrugas en el rostro y pliegues en el \u00e1nimo: el acontecimiento s\u00f3lo mancha y desgarra la ropa, acelera la transpiraci\u00f3n y, como mucho, genera agujetas en la corporalidad musculosa y cenicienta de alguien que es nada.
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\nApunte 10<\/strong>
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\nVeo Thirteen<\/em>, la pel\u00edcula de Catherine Hardwicke. Cuenta la historia de una preadolescente mod\u00e9lica, que vive con su madre separada y su hermano. Buena estudiante, recatada, amiga modosita de sus amigas, entabla amistad con la chica m\u00e1s deseada y rebelde del instituto. A partir de ah\u00ed, bajo la influencia de esa muchacha, cae en una espiral imparable de peque\u00f1os hurtos, drogas, sexo y desquicie absoluto. Se dejar arrastrar hacia ning\u00fan sitio por alguien desnortado, que tampoco sabe ad\u00f3nde va. El d\u00fao s\u00f3lo aspira a no engordar, a llenarse el cuerpo de perforaciones y tatuajes, a comprar la mayor cantidad posible de ropa, cuanto m\u00e1s provocadora, mejor. Y a vivir a tope, en un desfile de modelos continuo, en un atropello de sensaciones sin fin. Para completar su iniciaci\u00f3n a la vida, se hacen amigas y casi concubinas de los muchachos m\u00e1s marginales de la zona (negros y chicanos: la protagonista es rubia anglosajona preciosa, mientras la amiga que la lleva por el camino de la amargura presenta rasgos hispanos, con lo que su degradaci\u00f3n, si nos dejamos llevar por la mala leche, presenta unas connotaciones xen\u00f3fobas y racistas alarmantes y un mensaje pol\u00edtico peligroso por fascista).
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\nLa madre asiste impotente a la transformaci\u00f3n de su hija, que cambia de estilo y costumbres, la trata de forma despectiva y se aleja poco a poco de su influencia. Ante la frustraci\u00f3n, Tracy (que as\u00ed se llama la muchacha problem\u00e1tica) se automutila en el cuarto de ba\u00f1o o reacciona de forma violenta, sin atender a razones. Est\u00e1 perdida: no hay valores, ideales, horizontes, m\u00e1s all\u00e1 de una subversi\u00f3n sin objeto y una camarader\u00eda m\u00e1s ficticia que real. Tracie y Evie, su compa\u00f1era, son el fruto inmaduro de la sociedad de consumo en la que las ha tocado nacer. Viven en familias desestructuradas, sue\u00f1an con lucir una imagen apabullante, no con desarrollar una personalidad propia. Quieren ser como los \u00eddolos que adornan sus carpetas: pura forma sin fondo, inmateriales, bellas (dos veces aparece un cartel de un anuncio de cosm\u00e9tica con el lema de los rom\u00e1nticos, \u201cBelleza es verdad\u201d, aqu\u00ed degradado su sentido). S\u00f3lo imagen, sin ce\u00f1irse a las leyes de la realidad, en un mundo regido por la liviandad, la falta de compromiso, el capricho. No son conscientes de la repercusi\u00f3n, del significado, de la gravedad de sus actos. Reclaman una libertad acomodaticia e interesada (la llamar\u00edamos libertinaje, si no sonara a trillado), exhiben una rebeld\u00eda improductiva y enrabietada (embisten sin sentido contra todos los burladeros), persiguen una independencia mantenida, con habitaci\u00f3n propia y plato en la mesa.
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\nLa pel\u00edcula es una verdadera lecci\u00f3n sobre el tema que nos ocupa: c\u00f3mo la globalizaci\u00f3n y sus contradicciones cargan el peso de su mano sobre los m\u00e1s d\u00e9biles, en este caso, los hijos indefensos del sistema. Si la adolescencia es una cuerda floja y nuestra sociedad neoliberal, el filo de todas las navajas, no se puede imaginar relaci\u00f3n m\u00e1s conflictiva, temeraria, peligrosa, suicida.
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\nApunte 11<\/strong>
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\nLumi\u00e8re coloca la c\u00e1mara delante de un tren que llega a una estaci\u00f3n e inventa el realismo en el cine. M\u00e9li\u00e8s fabrica y filma una luna de cart\u00f3n piedra en cuyo ojo se ha incrustado un cohete como un misil y descubre las posibilidades para la fantas\u00eda de la c\u00e1mara. Desde entonces hasta ahora, ambas tendencias han convivido, han pasado por \u00e9pocas de esplendor o de declive y , a veces, han sido enfrentadas por los estudiosos como alternativas irreconciliables. Reflejar la realidad o reinventarla: he ah\u00ed la cuesti\u00f3n. Mostrar lo que son las cosas o lo que podr\u00edan, deber\u00edan o jam\u00e1s llegar\u00e1n a ser: regalarnos una inmersi\u00f3n o un vuelo.
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\nSea como sea, el arte verdadero nunca puede prescindir de la vida, pues, aun en la obra de ciencia ficci\u00f3n o de fantas\u00eda m\u00e1s desbocada, ha de existir, en su trasfondo, el p\u00e1lpito de cierta verdad cotidiana reconocible, anclada de alg\u00fan modo a la trama de lo real. Toda ficci\u00f3n, por muy maravilloso que sea su desarrollo, debe remitirnos a nosotros mismos, al aqu\u00ed y al ahora eterno de nuestra condici\u00f3n (ver mi comentario posterior sobre Big fish<\/em>). Por eso el cine que se estila hoy, empe\u00f1ado en la evasi\u00f3n infinita, esp\u00eddico, virtual, se abalanza sin querer hacia el vac\u00edo. Eliminar lo real, su contundencia, su peso, digitalizar el mundo, descomponer en esbozos de c\u00f3mic el espesor de los cuerpos (donde hab\u00eda captaci\u00f3n de la realidad, eliminar su presencia y su jugo): dar la espalda a la latencia de la vida equivale a mirar de frente a ning\u00fan sitio. Que en noventa minutos de im\u00e1genes no exista apenas un resquicio para la ley de la gravedad, el principio de Arqu\u00edmedes, el sufrimiento o la \u00e9tica es una forma de suicidio. Todo juego, divertimento, coqueteo: nada que no se extinga. Fuegos de artificio que, tras un segundo de luz maravillosa, regresan a la tierra bajo la forma de una carcasa de cart\u00f3n con olor a p\u00f3lvora quemada.
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\nApunte 12<\/strong>
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\nLa visi\u00f3n de Thirteen<\/em> me anima a revisar La carnaza<\/em>, la magn\u00edfica pel\u00edcula de Bertrand Tavernier sobre dos muchachos y una muchacha franceses, de clase media, que sue\u00f1an con marchar a Estados Unidos para montar una tienda de ropa. A fin de lograr su prop\u00f3sito, planean atracar a hombres utilizando a la chica como cebo sexual. Sus prop\u00f3sitos acaban como el rosario de la aurora cuando matan a una de sus v\u00edctimas, tras ejecutar de forma chapucera el delito. Thirteen <\/em>y La carnaza<\/em> componen, sin querer, el d\u00edptico m\u00e1s inquietante que se pueda imaginar sobre los efectos del consumismo a ultranza. Ambas retratan a personajes inconscientes, monstruosos a su pesar, con sue\u00f1os pedestres, a la escala de los modelos que los inspiran (el modo de vida americano, los \u00eddolos medi\u00e1ticos, los carteles publicitarios, las pel\u00edculas de g\u00e9nero…). No conocen el significado de la palabra realidad, pues viven en esa ficci\u00f3n continua que sanciona el imperio de la imagen, como si el mundo se rigiera por el c\u00f3digo deontol\u00f3gico de la telebasura. No saben de consecuencias, ni siquiera parecen entender que cualquiera, ellos tambi\u00e9n, es responsable de sus actos. Corren en pos de una felicidad endiosada, obsesiva, ego\u00edsta, y utilizan como medio maquiav\u00e9lico para lograr sus metas al resto del mundo, sin reparar en el da\u00f1o propio o ajeno que causan, sin atender al caos que esa b\u00fasqueda dislocada de una plenitud materialista genera a su alrededor. Quieren triunfar, figurar, manejar dinero. Han confundido im\u00e1genes y realidad: pero las convenciones y el lenguaje que articulan un telefilme o una pel\u00edcula no se corresponden con la inconmensurable complejidad y el peso espec\u00edfico de la vida.
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\nApunte 13<\/strong>
\nA los excesos del racionalismo les ha sucedido la tiran\u00eda de la sensaci\u00f3n, el sensacionalismo aplicado a cualquier esfera de la vida: noticias sensacionalistas, comportamientos sensacionalistas, pol\u00edtica, urbanismo, ideas, arte sensacionalista. Sentir se impone a pensar. No me refiero a sentir emociones: hablamos del sentir primario y primero, de ese sentir reflejo que los est\u00edmulos avivan en nosotros o en una rana, tanto da. El cine actual busca impresionar las diversas zonas de nuestra epidermis, por eso recurre a artima\u00f1as tan elaboradas como las cosquillas (frente a la comicidad), el fogonazo (frente a la imagen iluminadora), el estruendo (frente a la sonoridad expresiva). La v\u00edscera y el culo. La cat\u00e1strofe que aniquila el mundo como m\u00e1xima forma de expresi\u00f3n de lo que nos mantiene despiertos y atentos: destruir para excitar. Fotograf\u00eda bonita como un traje de primera comuni\u00f3n hecho con pieles de cad\u00e1ver y expuesto, sin descubrir su origen, en una vitrina. M\u00fasica evocadora, de colores pastel, con lazos, como si cualquier pel\u00edcula fuera el primer atardecer de un edulcorado viaje de novios. Sensaciones baratas, resultonas, donde la cosm\u00e9tica ocupa el lugar de la est\u00e9tica. La belleza ense\u00f1a las bragas, sin que su dignidad, su verdad o sus principios importen una higa. La sensaci\u00f3n usurpa el trono del sentido. Las pel\u00edculas, en lugar de llevarnos los ojos de la mano hacia lo rec\u00f3ndito, lo presentido o lo a\u00f1orado, nos lanzan al aire, nos mantean como a peleles, para dejarnos, despu\u00e9s, otra vez en el suelo, igual de tontos que antes, s\u00f3lo m\u00e1s mareados.
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\nApunte 14 <\/strong>
\n\u00a0<\/strong>
\nBig fish<\/em>, la \u00faltima y magn\u00edfica pel\u00edcula de Tim Burton, defiende con una candidez cautivadora la necesidad de contar historias y de fantasear para poder dotar de sentido nuestra vida. Will, el narrador de la pel\u00edcula, un joven periodista americano, ha mantenido una relaci\u00f3n tensa con su padre, Ed. Este se ha empe\u00f1ado una y otra vez en relatarle los episodios m\u00e1s significativos de su existencia como si se tratara de cap\u00edtulos memorables de un libro fant\u00e1stico. Debajo de ese tapiz de mentiras, Ed resulta para su hijo un completo desconocido, una especie de falsario compulsivo, que arrastra a quien le escucha con sus ingenuas ideaciones, pero es, a la vez, incapaz de revelar su yo m\u00e1s \u00edntimo a quien m\u00e1s le requiere. Durante la lenta agon\u00eda de este embaucador hipn\u00f3tico, Will descubre, rememorando las viejas historias de su padre mil veces repetidas, la grandeza humana y la profunda sinceridad de quien \u00e9l cre\u00eda un mero mistificador: su padre levant\u00f3, gracias a esa mezcla de episodios reales y portentosas invenciones con que ciment\u00f3 sus cuentos, todo un universo m\u00edtico personal, una historia propia m\u00e1s honda y cierta que la simple acumulaci\u00f3n de acontecimientos anodinos de cualquier biograf\u00eda al uso. Cuando Will le demanda a su padre su verdadera historia, no sabe que, precisamente, \u00e9sta se manifiesta en su m\u00e1ximo esplendor en sus ficciones, esas recreaciones simb\u00f3licas de sus sue\u00f1os, sus frustraciones, sus deseos rec\u00f3nditos, depurados, transustanciados mediante el m\u00e1gico ejercicio de la narraci\u00f3n.
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\nEn conclusi\u00f3n, la supuesta mentira de Ed no disfraza o camufla de forma escapista la realidad, sino que desnuda su n\u00facleo, su tesoro. Las sugerencias de esta radical apuesta por la fabulaci\u00f3n me parecen innumerables y quiero citar, al menos, cuatro: primero, entre el realismo y la fantas\u00eda de los que antes habl\u00e1bamos como opciones est\u00e9ticas enfrentadas, Tim Burton apuesta por lo maravilloso, pero nunca como forma de evasi\u00f3n, sino como arrolladora manifestaci\u00f3n de lo vital m\u00e1s palpitante, aquello que constituye nuestro trasfondo; segundo, frente al cine de la virtualidad gratuita, de la fantas\u00eda postiza y escapista, frente al cine de carrusel de feria, el director nos propone un cine fant\u00e1stico que se aproxima al alma humana cuando parece que se aleja de ella, un cine circense, en el mejor sentido de la expresi\u00f3n, ese que no teme conducir a su espectador hacia los trapecios y sombreros m\u00e1gicos de la infancia; tercero, si Ed es un mago del relato oral, Tim Burton, en justa correspondencia, nos regala una visualidad deslumbrante: curiosamente, ese juego complementario al que le obligan las propias caracter\u00edsticas de la forma cinematogr\u00e1fica (las palabras de un relato extenso han de traducirse en im\u00e1genes en una pel\u00edcula) acaba por constituirse en una original met\u00e1fora sobre la lectura y en una apolog\u00eda de los libros; cuarto, las conexiones entre El Quijote <\/em>y Big fish<\/em> resultan regocijantes: Ed \u2013 Don Quijote decide hacerse a s\u00ed mismo mediante su fantas\u00eda: su idealismo ingenuo de partida, como el del genial manchego, y los excesos continuos de sus propias invenciones deben entenderse, m\u00e1s que como una locura, como una admirable apuesta \u00e9tica por mejorar el mundo; por otro lado, Will \u2013 Sancho completa su proceso de ed-quijotizaci\u00f3n<\/em>, en una de las escenas m\u00e1s memorables de los \u00faltimos tiempos, esa en la que cierra el \u00fanico relato que falta por clausurar: el de la muerte del padre. Mientras Ed agoniza en su lecho, Will se inventa para \u00e9l un desenlace fatal acorde con su existencia ins\u00f3lita: ante todas las criaturas que Ed ha imaginado\/recreado (en una escena de hondas resonancias fellinianas), en virtud de las palabras de su hijo, se metamorfosea en un gran pez, el que da t\u00edtulo a la pel\u00edcula: s\u00edmbolo imperecedero del ser libre e insumiso, para el que el mundo material, estrictamente f\u00edsico, resulta una pecera demasiado estrecha, pues las aletas de la fantas\u00eda siempre a\u00f1orar\u00e1n llevarlo lejos, muy lejos, m\u00e1s lejos a\u00fan, donde no llegan ni siquiera las distancias.
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\nApunte 15<\/strong>
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\nContemplar. Mirar viendo. Sondear la imagen, recorrer con las pupilas vol\u00famenes, trazos y formas como quien se interna por vericuetos y dobla recodos. Demorarse… Si las im\u00e1genes se suceden, ametralladas, \u00bfentonces qu\u00e9? \u00bfC\u00f3mo fijar en la retina lo que no se detiene, c\u00f3mo esperar y quedarse a vivir unos instantes en lo que no se est\u00e1 quieto, en lo que no se deja habitar? \u201cEs una pel\u00edcula lenta\u201d: este latiguillo se utiliza hoy en d\u00eda como cr\u00edtica inmisericorde y descalificadora, cuando habr\u00eda de considerarse un halago. No es lo mismo falta de ritmo que lentitud, pero como hoy en d\u00eda s\u00f3lo impera un ritmo posible (el del videoclip <\/em>, el del anuncio publicitario: la bofetada visual, seca y cortante, frente a la sabia caricia que se recrea), los otros, los que no son allegro molto vivace<\/em> se vuelven insoportables. Todo debe fluir con precipitaci\u00f3n. Y, as\u00ed, es imposible la contemplaci\u00f3n: \u00b4templar con`, es decir, serenarse al ajustar el paso a aquello que nos interpela, entregarnos a la mansedumbre hasta sentir que el limite entre lo otro y nosotros se disuelve. Contemplar es confundirse gozosamente y dejarse arrastrar sin prisa por el balanceo de lo contemplado. Pero, \u00bfde qu\u00e9 hablo? Tomb Ryder, Matrix, Terminator, Piratas del Caribe, El d\u00eda de ma\u00f1ana<\/em>… Trepidaci\u00f3n es trepanaci\u00f3n. Epilepsia sensorial: anemia mental.
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\nApunte 16 <\/strong>
\n\u00a0<\/strong>
\nEn dos semanas he visto tres pel\u00edculas con un discurso de fondo similar: La flaqueza del bolchevique, Lost in traslation <\/em>y La joven de la perla<\/em>. En las tres, un hombre y una mujer se conocen y viven una intensa historia … \u201cAmorosa\u201d iba a decir, pero resultar\u00eda un adjetivo confuso, dado el pudor y la pureza con que los sentimientos de los personajes se manifiestan. Un hombre de empresa de \u00e9xito y una preadolescente (La flaqueza del bolchevique)<\/em>, un actor maduro y una jovencita reci\u00e9n casada que coinciden en un hotel de Tokio (Lost in traslation)<\/em>, un pintor de fama y su criada, que le sirve de modelo (La joven de la perla<\/em>) son las parejas cuyo proceso de aproximaci\u00f3n, conocimiento, extra\u00f1a y maravillosa intimidad espiritual (en ning\u00fan caso f\u00edsica) y separaci\u00f3n se nos relatan. En todas las ocasiones, la insatisfacci\u00f3n vital de unos y otras ante unas situaciones personales hasta cierto punto decepcionantes encuentra su v\u00eda de escape en unos desconocidos hacia los que sentir\u00e1n una atracci\u00f3n tan serena como imparable. Ese v\u00ednculo incipiente se comprende, adem\u00e1s, al menos en los dos primeros casos (tambi\u00e9n en el tercero, de forma m\u00e1s simb\u00f3lica), como manera de rechazo de un estilo de vida que nos asegura la plenitud profesional o material y, como contrapartida, nos condena a la infelicidad emotiva. La renuncia a la culminaci\u00f3n carnal (que no a un erotismo delicado y sutil) en las tres obras llama la atenci\u00f3n, pues esencializa unas relaciones como escasas veces se ha visto en los \u00faltimos tiempos en la pantalla (si salvamos, como ejemplo excelso, la por muchos motivos memorable Deseando amar<\/em>).
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\nComo ya he anticipado, en los tres casos la imposibilidad del amor termina por imponerse, lo que deja en el \u00e1nimo de cualquier espectador sensible un poso de desolaci\u00f3n y, a la vez, una extra\u00f1a sensaci\u00f3n de plenitud, ya que la conmoci\u00f3n que estos breves encuentros ha producido en sus protagonistas contagia, sin querer, su intensa belleza a sus testigos. Creo que las tres, a pesar de su desigual calidad (Lost in traslation <\/em>me parece soberbia, La flaqueza del bolchevique<\/em> me afect\u00f3 hasta las l\u00e1grimas, mientras La joven de la perla<\/em> me dej\u00f3 indiferente, quiz\u00e1s a consecuencia de su esteticismo calculado) denuncian, de modo m\u00e1s o menos expl\u00edcito, las consecuencias desastrosas del modo de vida capitalista sobre la afectividad de los individuos.
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\nLa soledad de las ciudades, la incomunicaci\u00f3n, la despersonalizaci\u00f3n, la hegemon\u00eda de lo material sobre cualquier valor…: en fin, mientras todos los efectos nocivos del capitalismo pugnan por asfixiarnos, curiosamente, brota en los m\u00e1s d\u00e9biles (los d\u00e9biles para las leyes de la selva del sistema) una necesidad acuciante de cari\u00f1o. El desencantado, el que no quiere participar en el juego, se vuelve vulnerable y reclama amor donde las voces de los tiburones piden carne. Quiz\u00e1s, por eso, un desconocido, cualquier desconocido que se acerca ofreciendo di\u00e1logo y unos retazos de intimidad, puede llegar a resultarnos entra\u00f1able. Contra la pornograf\u00eda de la l\u00f3gica materialista, el ser humano opone el anhelo de un amor virginal.
\n\u00a0<\/strong>
\nApunte 17<\/strong>
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\nHay un runr\u00fan, un discurso dominante, que proviene de los medios de comunicaci\u00f3n y entretenimiento de masas y que modela los pensamientos. Ese ruido de fondo nos hace creer que la realidad es como parece ser en las pantallas. Sus mensajes ponen banda sonora y sello a nuestra vida, lo queramos o no. Nos dicen con su soniquete que el sexo es intrascendente, que el amor es voluble y depende s\u00f3lo del sentir m\u00e1s rudimentario, que el compromiso no vale nada, que lo m\u00e1s importante es la realizaci\u00f3n materialista del individuo por encima de todos y de todo, que la frivolidad es una actitud positiva ante la realidad. Endiosa el cuerpo, legitima el odio y la acumulaci\u00f3n de dinero, equipara al triunfador con el h\u00e9roe m\u00edtico y sit\u00faa la diversi\u00f3n y el bienestar en la cima de cualquier escala de valores. Pone a todo precio, como si todo lo tuviera. Decide qui\u00e9n existe y qui\u00e9n no. Del televisor, de las pantallas, de las revistas fluye una visi\u00f3n del mundo que arrolla, hoy por hoy, a cualquier filosof\u00eda. Legitima la despersonalizaci\u00f3n y las leyes del capital.
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\nEse ins\u00f3lito zumbido ha decidido qu\u00e9 y qu\u00e9 no es noticia. Nos endosa la boda de un pr\u00edncipe y una periodista como quien se empe\u00f1a en convencer a un marino bregado en mil mares de que los atunes nacen en las latas de conserva. Pero los reyes no existen: los magos no, pero tampoco los otros. Lo terrible es que ese bisbiseo consigue lo que pretende: imponer su melod\u00eda como si fuera la m\u00fasica de los astros. Incluso hace creer que son estrellas quienes brillan sin luz propia, s\u00f3lo porque est\u00e1n recamados de sucias monedas.
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\nApunte 18<\/strong>
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\nEl principio de Arqu\u00edmedes<\/em> de Gerardo Herrero plantea un tema inhabitual en el cine: las repercusiones que en el mundo de la pareja tienen las opciones laborales, adem\u00e1s de las razones de fondo en que estas \u00faltimas se asientan. Cuenta la historia de dos matrimonios y, sobre todo, de las dos mujeres de los mismos, que sufren un proceso inverso: mientras una prefiere sacrificar un trabajo de fuerte responsabilidad y alta remuneraci\u00f3n en pro de unos principios \u00e9ticos y de una vida m\u00e1s completa, la otra opta por renunciar a su parcela personal para ascender a toda costa, a codazos si hace falta, en el escalaf\u00f3n de su empresa. Con un gui\u00f3n muy sugerente, a pesar de lo previsible de su desarrollo (que a veces se aproxima al esquematismo de la par\u00e1bola), la pel\u00edcula acierta a explorar las repercusiones, en el individuo y en su c\u00edrculo de relaciones, de las exigencias profesionales que el sistema le impone. Atar nuestro destino propio al ejercicio empecinado de un oficio (sobre todo en el \u00e1mbito de la empresa capitalista) presupone hipotecar buena parte de nuestra identidad y someterla, en el peor de los casos, al juego salvaje de la competitividad y a los vaivenes de la ley de la oferta y la demanda. Que realizaci\u00f3n personal sea sin\u00f3nimo de n\u00f3mina; que satisfacci\u00f3n s\u00f3lo rime con despacho propio; que el compa\u00f1ero sea un enemigo en potencia y el horario intensivo colonice nuestro calendario; que, en fin, queramos llegar a lo m\u00e1s alto siempre en ascensor enmoquetado, debe, al menos, obligarnos a averiguar sobre el espejo en qu\u00e9 se est\u00e1 mutando nuestro rostro. El principio de Arqu\u00edmedes<\/em> ilustra c\u00f3mo la ca\u00edda de una mujer del pedestal y la supuesta ascensi\u00f3n de otra hasta la cima son, en realidad, procesos inversos: el inicio prometedor y aleteante de un vuelo, frente al descubrimiento de que en la planta m\u00e1s alta del rascacielos los suelos suelen ser de fango.
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\nApunte 19<\/strong>
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\nEl mundo supura im\u00e1genes. En cada rinc\u00f3n, a todas horas, una erupci\u00f3n imparable. Del televisor, como de una tuber\u00eda reventada, no cesa de brotar el manantial de lo audiovisual. Vallas publicitarias, Internet, cines: borbotones incesantes de signos que inundan el mundo y saturan de mensajes ic\u00f3nicos cada esquina. C\u00e1maras y tel\u00e9fonos digitales, videoc\u00e1maras al alcance de cualquiera. Ubicuidad, multiplicaci\u00f3n cancer\u00edgena. Pero el exceso deval\u00faa el producto, redunda en insignificancia. Todas las im\u00e1genes se equiparan, unas sepultan a otras, la ganga se mezcla con la veta de mineral aut\u00e9ntico.
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\nLa pantalla es el expositor de unas rebajas sin fin, en el que, revueltos, se codean mensajes publicitario, tomas de un reportero de guerra y planos magistrales de una obra decisiva del s\u00e9ptimo arte. Y esa fusi\u00f3n no potencia la creatividad de unas con la veracidad de otras o la belleza de las \u00faltimas, sino que mutuamente se anulan, sus colores, formas e intenciones se combinan sin armon\u00eda, ninguna cumple su funci\u00f3n, pues la acidez de unas neutraliza el dulzor de las otras. Y, lo que es peor, la imagen acaba por envolver la realidad de tal modo, la ci\u00f1e en un abrazo tan asfixiante que, para esc\u00e1ndalo general, la existencia acaba por parecernos toda ella una gran representaci\u00f3n. La vida pierde autenticidad, ya no nos conmueve. Se ficcionaliza, se encoge en dos dimensiones: se transforma en pura imagen. Y entonces, a la vez que el mundo se aplana, en otro frente, las im\u00e1genes que captan la realidad y las que la fabrican se interfieren, cortocircuitan, apenas se distinguen. El espect\u00e1culo de dos aviones estrell\u00e1ndose contra dos rascacielos nos hipnotiza como la cat\u00e1strofe de una pel\u00edcula apocal\u00edptica. Trenes dinamitados, hombres degollados en directo, ni\u00f1os de vientres hinchados mientras moscas abrevan en sus lacrimales: todo es menos, todo parece irrealizarse mientras incide en nuestra mirada, todo remite cuando desaparece de nuestros ojos, como si el moment\u00e1neo cese de la visi\u00f3n horrible tambi\u00e9n atenuara la atrocidad de lo real. Y, sin embargo, s\u00f3lo se muere de verdad en las aceras y en el suelo, nunca entre las mallas magn\u00e9ticas de las seiscientas veinticinco l\u00edneas.
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\nApunte final <\/strong>
\n\u00a0<\/strong>
\nLeo en La voz de Galicia<\/em> que, con la llegada de los socialistas al poder, se ha reabierto el debate sobre la excepci\u00f3n cultural en Espa\u00f1a. Se trata de plantear iniciativas para evitar el monopolio del cine de Hollywood. No olvidemos que, al hablar de pensamiento \u00fanico, nos referimos a la imposici\u00f3n de un modelo genuinamente americano (perd\u00f3n: norteamericano; perd\u00f3n: estadounidense), con lo que eso supone de p\u00e9rdida del marco nacional, de homogeneizaci\u00f3n, de destrucci\u00f3n del particularismo. Ante la apisonadora yanqui, algunos estados proponen medidas de protecci\u00f3n sobre las obras de sus profesionales del audiovisual (cuotas de pantalla, exenciones fiscales, subvenciones, inversiones de las distintas televisiones…). Frente a los paladines del mercado libre en toda su extensi\u00f3n, que consideran una pel\u00edcula un producto m\u00e1s, est\u00e1n los partidarios de defender la condici\u00f3n art\u00edstica y creadora de estos bienes, lo que significa que debe asegurarse de alguna manera su pervivencia, para garantizar as\u00ed la diversidad cultural. El cine no es s\u00f3lo ocio, entretenimiento o mercanc\u00eda: aunque la realidad de las pantallas no sea halag\u00fce\u00f1a (el 80 por ciento del cine que se ve en Espa\u00f1a procede de Norteam\u00e9rica; la mayor parte de lo que se estrena es, en el mejor de los casos, bazofia), las posibilidades est\u00e9ticas de este medio resultan, hoy por hoy, indiscutibles.
\n
\n\u00bfC\u00f3mo competir (porque, al final, la vertiente industrial y comercial tambi\u00e9n cuenta) en el mercado contra el coloso trasatl\u00e1ntico? Sin duda, contando historias propias, reivindicando, hasta cierto punto, lo diferencial de nuestra cultura y concepci\u00f3n de la vida. Y, sobre todo, rehuyendo el complejo de inferioridad, esquivando la tentaci\u00f3n de imitar al m\u00e1s grande, abominando de la americanizaci\u00f3n de nuestro cine, para, en su lugar, ofrecer alternativas: donde ellos ponen atracciones, poner nosotros arte… y mitos (frente a monigotes), universalidad (frente a globalidad), misterio (frente a secretos), experiencias (frente a acontecimientos), sentido (frente a sensacionalismo), vida (frente a evasi\u00f3n infinita), cultura humanista (frente a cultura de masas), posibilidad para la contemplaci\u00f3n (frente al impacto visual), cine de alta cocina (frente al fast-film), <\/em>historias (frente a f\u00f3rmulas)… Y as\u00ed sucesivamente.<\/p>\n