{"id":9141,"date":"2004-05-01T00:00:04","date_gmt":"2004-04-30T22:00:04","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9141"},"modified":"2004-05-01T00:00:04","modified_gmt":"2004-04-30T22:00:04","slug":"hacia-una-etica-sexual-mas-evangelica","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/hacia-una-etica-sexual-mas-evangelica\/","title":{"rendered":"Hacia una \u00e9tica sexual m\u00e1s evang\u00e9lica"},"content":{"rendered":"
Eugenio Alburquerque<\/strong> Eugenio Alburquerque<\/p>\n estudios@misionjoven.org<\/p>\n [1]<\/a> Cf. A. GESCH\u00c9, Dios para pensar I. El mal. El hombre<\/em>, S\u00edgueme, Salamanca 1995, 299-322; A. TORRES QUEIRUGA, Recuperar la creaci\u00f3n. Por una religi\u00f3n humanizadora<\/em>, Sal terrae, Santander 1997, 71-108. Eugenio Alburquerque Eugenio Alburquerque es Director de Misi\u00f3n Joven. S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO De manera concisa, presenta el horizonte teol\u00f3gico en el que se insiere la \u00e9tica cristiana de la sexualidad y que, en cuanto tal, constituye tambi\u00e9n el fundamento de la acci\u00f3n pastoral. B\u00e1sicamente, el autor se refiere a la creaci\u00f3n, la alianza, […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[886,465,94],"tags":[],"class_list":["post-9141","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-328","category-eugenio-alburquerque-frutos","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9141"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=9141"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9141\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=9141"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=9141"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=9141"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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\nEugenio Alburquerque es Director de Misi\u00f3n Joven<\/em><\/strong>.
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nDe manera concisa, presenta el horizonte teol\u00f3gico en el que se insiere la \u00e9tica cristiana de la sexualidad y que, en cuanto tal, constituye tambi\u00e9n el fundamento de la acci\u00f3n pastoral. B\u00e1sicamente, el autor se refiere a la creaci\u00f3n, la alianza, el Reino y las actitudes de Jes\u00fas para fundamentar una \u00e9tica del seguimiento y del amor. A partir de este enfoque se ofrecen, como consecuencias, algunas orientaciones precisas con la intenci\u00f3n de presentar la \u00e9tica de la sexualidad como Buena Noticia.
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\n\u00bfEs posible conciliar la propuesta de la \u00e9tica cristiana con las normas de comportamiento que de manera progresiva se van imponiendo en nuestro tiempo? \u00bfTiene algo que decir el evangelio de Jes\u00fas sobre la conducta sexual de los creyentes? \u00bfC\u00f3mo presentar un rostro positivo de la sexualidad para que sea Buena Noticia para nuestros contempor\u00e1neos? Son \u00e9stas, cuestiones que inquietan y preocupan a muchos agentes de pastoral, al constatar la distancia que media entre las orientaciones normativas de la doctrina oficial de la Iglesia sobre moral sexual y la praxis de tantos cristianos.
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\nEs cierto la falta de enunciados expl\u00edcitos de Jes\u00fas acerca de algunas pr\u00e1cticas sexuales que hoy se hallan cuestionadas. Lo es tambi\u00e9n, que los pocos textos que, en el Nuevo Testamento, se refieren a la sexualidad, tienen un car\u00e1cter ocasional y est\u00e1n condicionados por el contexto concreto en que se plantean. No obstante, el evangelio nos transmite algunas actitudes de Jes\u00fas que pueden revestir gran importancia para una \u00e9tica cristiana de la sexualidad; con ellas, hemos de confrontarnos siempre los creyentes. Tienen detr\u00e1s un horizonte teol\u00f3gico que es necesario destacar, porque constituye la matriz generadora que dinamiza toda la \u00e9tica cristiana, tambi\u00e9n la \u00e9tica sexual.
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\nEn estas p\u00e1ginas pretendo, precisamente, relevar este horizonte teologal as\u00ed como algunas de las actitudes expresadas en la vida y mensaje de Jes\u00fas. Desde esta perspectiva se\u00f1alar\u00e9, como conclusi\u00f3n, algunas consecuencias \u00e9ticas para la acci\u00f3n pastoral.
\n <\/p>\n\n
\nEn realidad, el Nuevo Testamento no ofrece elementos esenciales originales respecto a la revelaci\u00f3n veterotestamentaria. Lo que hay de nuevo es el modo como cuestiones hasta entonces dispersas se ponen en relaci\u00f3n esclareci\u00e9ndose y reforz\u00e1ndose mutuamente. El punto central es el acontecimiento de Cristo. Amor y sexualidad reciben una luz nueva de este misterio escondido durante muchos siglos y revelado al llegar la plenitud de los tiempos (Ef 3,9). Cristo Salvador, que anuncia la llegada del Reino, corona el proceso de la creaci\u00f3n y culmina la alianza de Dios con los hombres.
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\n1.1. Creados humanos<\/strong>
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\nEn el fondo de todo horizonte teologal est\u00e1 siempre el Dios Creador que deja su huella profunda en la creaci\u00f3n. Y, en el principio, con los cielos y la tierra, con la luz, los mares, los \u00e1rboles, los seres vivientes, Dios crea al hombre y la mujer. Los crea a su imagen, y los crea \u201chumanos\u201d. Todo lo que est\u00e1 unido a la condici\u00f3n sexuada \u2013masculina o femenina- de la persona es bueno. Y todo cuanto contribuya a mejorar la vida humana<\/em>, cuanto la enriquezca y conduzca a su plenitud, cumple el plan y el proyecto de Dios. Porque Dios crea para la plenitud, para el gozo, para la felicidad[1]<\/a>. Por eso, desde la fe, resulta absurda una postura negativa ante el mundo, ante las cosas creadas, ante el hombre y la mujer, ante sus cuerpos, sus miembros, su sexo. Y solo una imagen pervertida de Dios puede llegar a percibirlo como enemigo del desarrollo, de la autorrealizaci\u00f3n, de las alegr\u00edas y placeres de la vida.
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\nDesde la primeras p\u00e1ginas del texto b\u00edblico, la sexualidad aparece como un don maravilloso que Dios conf\u00eda a los seres humanos. Es buena para el var\u00f3n y para la mujer; es un regalo espl\u00e9ndido. Si advertimos, adem\u00e1s, que el Dios Creador es un Dios-Amor (1 Jn 4,8.16), podemos tambi\u00e9n deducir que no existen lugares m\u00e1s seguros para sentir su presencia, que aquellos que anuncian y expresan alg\u00fan tipo de amor. Y esto, quiz\u00e1s, cobra mayor validez y autenticidad cuando nos referimos a ese tipo espec\u00edfico de amor que es el amor afectivo, er\u00f3tico, sexual. Los profetas no dudaron en acudir a este s\u00edmbolo para expresar las relaciones de Dios con su pueblo (Is 54, 4-8; 62,4-5; Jr 2,2; Ez 16,43-63; 23). El libro del Cantar de los cantares<\/em> representa en la tradici\u00f3n cristiana una alegor\u00eda sublime para aprender a leer en el amor humano el amor de Dios, y para aprender en el amor de Dios el verdadero rostro del amor humano.
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\nPor eso, la acci\u00f3n pastoral ha de superar esa parad\u00f3jica relaci\u00f3n que ha mostrado durante mucho tiempo la Iglesia con el amor sexual, concedi\u00e9ndole, por un lado, una enorme importancia y, por otro, grav\u00e1ndolo con una tremenda negatividad. La demonizaci\u00f3n de la sexualidad ha llevado incluso a pensar a un Dios hostil a su goce. La evangelizaci\u00f3n de la sexualidad ha de seguir caminos muy distintos. No son otros que los de la humanizaci\u00f3n; pueden hacer ver el verdadero fondo divino del que nace. Pero situar teol\u00f3gicamente la sexualidad en el \u00e1mbito de la creaci\u00f3n, implica tambi\u00e9n la comprensi\u00f3n de la creaci\u00f3n en la perspectiva de la historia de la salvaci\u00f3n. La creaci\u00f3n es el primer acto del proyecto salvador de Dios. Por eso, la sexualidad es originariamente un don para la salvaci\u00f3n.
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\n1.2. Bajo el signo de la alianza<\/strong>
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\nEl paradigma fundamental de la moral de la creaci\u00f3n es la alianza. En la alianza y en el amor que la inspira se encuentra el sentido m\u00e1s profundo de la creaci\u00f3n. Se trata de un pacto de amor que sella Yahv\u00e9 con su pueblo Israel, y que en el texto b\u00edblico se expresa bajo el s\u00edmbolo de la uni\u00f3n entre hombre y mujer. Si la uni\u00f3n de Dios con el pueblo est\u00e1 marcada por el amor y la fidelidad, \u00e9stas son tambi\u00e9n las notas caracter\u00edsticas de la uni\u00f3n entre el hombre y la mujer. Est\u00e1n llamados, pues, a sellar una alianza global de vida en la que la vivencia de sus relaciones sexuales se sit\u00fae en el horizonte de la fidelidad permanente.
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\nEsta es la referencia que deber\u00eda inspirar la convivencia sexual de los cristianos. Y esto tiene importantes consecuencias de cara a cuestiones concretas de moral sexual[2]<\/a>. Un planteamiento teologal a partir de la alianza significa la superaci\u00f3n del planteamiento cl\u00e1sico enraizado en la ley natural. El distanciamiento de la referencia a la ley natural significar\u00eda, por ejemplo, un enfoque muy diferente en la moral cristiana de la homosexualidad (que dicho enfoque considera como \u201cantinatura\u201d) o de la distinci\u00f3n entre los m\u00e9todos \u201cnaturales\u201d y \u201cartificiales\u201d para la regulaci\u00f3n de la natalidad.
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\nDel mismo modo, el paradigma de la alianza conduce a superar los enfoques legalistas, juridicistas y rigoristas, tan presentes en los Manuales de moral sexual, para privilegiar la responsabilidad de la conciencia personal, situada ante el compromiso del amor y de la fidelidad creativa. Es decir, el simbolismo de la alianza no remite a la ley o al derecho; remite a una vinculaci\u00f3n liberadora, a un di\u00e1logo rec\u00edproco, a un amor nupcial. Y, como ha subrayado Ricoeur comentando el Cantar de los cantares<\/em>, \u201ccuando lo nupcial es investido en lo er\u00f3tico, la carne es alma y el alma es carne\u201d[3]<\/a>.
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\n1.3. Al servicio del Reino<\/strong>
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\nCristo culmina la alianza en el misterio pascual. Los cristianos estamos llamados a inserirnos en el dinamismo pascual de Cristo, tal como se presenta en el actual momento hist\u00f3rico. La vida cristiana est\u00e1 \u00edntimamente vinculada al misterio pascual. La inserci\u00f3n en la pascua de Cristo es la fuente de toda la vida moral cristiana. De ella parte la opci\u00f3n por Cristo, expresada en el seguimiento, y las actitudes fundamentales (fe, esperanza, caridad). Seguir a Jes\u00fas, especialmente en cuanto a su amor desinteresado (Jn 13,34), su servicio a los dem\u00e1s (Mc 10,44-45), su generosidad en el perd\u00f3n (Lc 17,3-4), constituye el verdadero camino moral de los disc\u00edpulos. A ellos les anuncia el Reino. Y Jes\u00fas invita a poner todo el yo, tambi\u00e9n la sexualidad, al servicio del Reino.
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\nEl Reino es el absoluto; es central. Con \u00e9l hay que relacionar claramente la sexualidad, como todos los dem\u00e1s aspectos importantes de la vida humana. El sexo no es central; como tampoco lo son las distintas formas de vida \u2013matrimonio, solter\u00eda, celibato- o la profesi\u00f3n, el trabajo, la familia, el dinero, el poder, la ley, el \u00e9xito, etc. Ninguna de estas realidades es mala en s\u00ed misma o por s\u00ed misma. Se hacen malas, cuando las convertimos en fines \u00faltimos. As\u00ed, quien hace de la satisfacci\u00f3n sexual la meta suprema de su vida, pone la parte en el lugar del todo y pierde con ello la perspectiva de su valor real[4]<\/a>. Para el disc\u00edpulo de Jes\u00fas lo importante es siempre el Reino y sus exigencias, tanto en la vida matrimonial como celibataria. Y desde esta perspectiva, las relaciones interpersonales entre los hombres y las mujeres han de ser reflejo de la presencia hist\u00f3rica del reino de Dios. El mensaje de Jes\u00fas ni menosprecia ni absolutiza la sexualidad; ha de vivirse y ponerse al servicio del Reino.
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\nLa acci\u00f3n pastoral ha de ser capaz de plantear la \u00e9tica de la sexualidad en conexi\u00f3n con el Reino, si realmente quiere presentar su identidad cristiana. Y, en este sentido, quiz\u00e1s el paradigma primero est\u00e1 en el mismo testimonio de Jes\u00fas. \u00bfC\u00f3mo vivi\u00f3 Jes\u00fas su propia sexualidad? \u00bfpor qu\u00e9 la vivi\u00f3 as\u00ed? \u00bfqu\u00e9 dijo sobre ello? Seg\u00fan E. Fuchs, Mt 19 constituye lo que podr\u00edamos denominar la tradici\u00f3n evang\u00e9lica sobre la sexualidad. Jes\u00fas, de manera muy precisa, expresa en este texto la motivaci\u00f3n fundamental de su vida c\u00e9libe: el reino de Dios[5]<\/a>.
\n <\/p>\n\n
\nEl testimonio de Jes\u00fas se extiende tambi\u00e9n a las actitudes que manifiesta en su vida cotidiana, en la relaci\u00f3n con amigos y enemigos, con los disc\u00edpulos y con los fariseos, con las mujeres y los ni\u00f1os. De manera necesariamente breve y concisa subrayo algunas.
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\n2.1. Ante la corporeidad<\/strong>
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\nLa persona es corporal, y el cuerpo es personal[6]<\/a>. El cuerpo lleva al hombre a la comprensi\u00f3n de s\u00ed mismo y lo abre para el encuentro con los otros. Es una mediaci\u00f3n imprescindible para el amor y la ternura. Por eso, no es posible una vivencia aut\u00e9ntica de la sexualidad humana sin una actitud adecuada ante el cuerpo y la corporeidad. Contra algunas interpretaciones torcidas del pasado, es necesario reafirmar la dignidad del cuerpo sexuado que proclaman los escritos b\u00edblicos. Sin ninguna sombra de duda, ense\u00f1a la Biblia que el ser humano es un ser sexuado y que la sexualidad es digna y buena, forma parte del plan original de Dios sobre la creaci\u00f3n. Con la misma claridad, en el Nuevo Testamento, San Pablo atribuye al cuerpo un significado muy rico y positivo: refleja a la persona y su ser interior m\u00e1s hondo. Por eso dirige a la comunidad de Corinto la apremiante advertencia: \u201cel cuerpo no es para la fornicaci\u00f3n, sino para el Se\u00f1or, y el Se\u00f1or para el cuerpo\u201d (1 Co 6,13), subrayando que merece un respeto sagrado en cuanto es \u201ctemplo del Esp\u00edritu\u201d.
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\nEn esta perspectiva hay que entender la actitud de Jes\u00fas ante la corporeidad. Se manifiesta, especialmente, en las curaciones que realiza. La restauraci\u00f3n de la salud y de la integridad corporal son el signo de la llegada del reino de Dios. Pedag\u00f3gicamente, el evangelio de Mateo las agrupa en los cap\u00edtulos 8 y 9: curaci\u00f3n del leproso, del criado del centuri\u00f3n, de la suegra de Pedro, de los endemoniados gadarenos, de un paral\u00edtico, de una hemorro\u00edsa, de dos ciegos, de un mudo, concluyendo con estas palabras: \u201cJes\u00fas recorr\u00eda todas las ciudades y los pueblos ense\u00f1ando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia\u201d (Mt 9, 35).
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\n2.2. Ante las normas de pureza<\/strong>
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\nMuchas eran, entre los jud\u00edos, las normas vigentes de pureza en los tiempos de Jes\u00fas. Ante ellas, Jes\u00fas rubrica, ante todo, el car\u00e1cter interior de su mensaje moral. A la \u00e9tica del obrar de los escribas y fariseos, opone la moral del ser; y ense\u00f1a que no son las acciones externas las que hacen bueno al hombre, sino que el hombre bueno, precisamente porque es bueno, realiza acciones buenas: \u201cEl hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas; el hombre malo, del tesoro malo, saca cosas malas\u201d (Mt 12, 35); \u201cno es lo que entra en la boca lo que hace impuro al hombre, sino lo que sale de la boca, eso es lo que hace impuro al hombre\u201d (Mt 15,11); \u201c\u00a1ay de vosotros, escribas y fariseos hip\u00f3critas, que purific\u00e1is por fuera la copa y el plato, mientras por dentro est\u00e1is llenos de rapi\u00f1a e intemperancia\u201d (Mt 23,35). Frente a una moral que valora la observancia exterior, Jes\u00fas invita a fijarse y cuidar la actitud interior.
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\nEsta valorizaci\u00f3n de lo interior significa un desplazamiento del problema de la pureza, haci\u00e9ndola pasar del cuerpo al coraz\u00f3n<\/em> del hombre. De esta manera se desplaza tambi\u00e9n la valoraci\u00f3n moral. Lo importante no est\u00e1 ya en la eyaculaci\u00f3n o en el tocamiento de la mujer; est\u00e1 en la voluntad de da\u00f1ar, en la falta de respeto y de amor[7]<\/a>.
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\n2.3. Ante las mujeres<\/strong>
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\nTodav\u00eda hoy sigue llamando la atenci\u00f3n, la actitud igualitaria de Jes\u00fas ante las mujeres, muy alejada de los prejuicios de sus contempor\u00e1neos y, en general, de todo el mundo antiguo. Jes\u00fas no discrimina a la mujeres; se relaciona con ellas abiertamente. As\u00ed, por ejemplo, escucha la demanda de una mujer extranjera y cura a su hija (Mt 15,28), absuelve p\u00fablicamente a la ad\u00faltera, seg\u00fan la ley merecedora de la lapidaci\u00f3n (Jn 8,1-11), departe, junto al pozo de Siquem, con una mujer samaritana de dudosa reputaci\u00f3n (Jn 4,6), llama al seguimiento tambi\u00e9n a un grupo de mujeres, que le acompa\u00f1an, le sirven y le siguen hasta el momento decisivo del Calvario; y una mujer, Mar\u00eda Magdalena, ser\u00e1 el primer ap\u00f3stol de la resurrecci\u00f3n. Especialmente, el evangelio nos transmite la amistad profunda que mantiene con las hermanas de L\u00e1zaro de Betania. A pesar de no verse bien en el juda\u00edsmo que un hombre se encontrara a solas con una mujer, Jes\u00fas se hospeda frecuentemente en su casa y responde al amor que las dos hermanas le manifiestan.
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\nPero, quiz\u00e1s, el texto que m\u00e1s significativamente expresa la actitud de Jes\u00fas ante las mujeres, es el relato de la pecadora p\u00fablica (Lc 7,36-50). Rezuma amor y ternura, y no est\u00e1 exento de erotismo. Que una mujer ungiera los pies a un hombre era un gesto ins\u00f3lito, propio s\u00f3lo de la esposa para con su esposo. Seg\u00fan la narraci\u00f3n lucana, la mujer se desata los cabellos, le besa los pies, y los unge con el perfume. Y Jes\u00fas no reprocha estos gestos. Se deja \u201ctocar\u201d (v. 39) y besar (v. 45); se deja amar. Jes\u00fas se siente amado y responde a ese amor, perdonando. El amor salva a la pecadora: tras su encuentro con el Maestro es ya una mujer nueva.
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\nAlgunos explican o, al menos, encuadran la postura igualitaria de Jes\u00fas respecto a las mujeres en relaci\u00f3n con su lucha y preocupaci\u00f3n por los indefensos y por los oprimidos[8]<\/a>. Schnackenburg, estudiando la postura de Jes\u00fas ante la mujer, concluye que prest\u00f3 una atenci\u00f3n particularmente afectuosa a las mujeres en cuanto grupo postergado en el juda\u00edsmo. Y cita, en este sentido, la prohibici\u00f3n del divorcio y su compasi\u00f3n hacia las ad\u00falteras, que casi siempre eran declaradas culpables[9]<\/a>. Ciertamente, la actitud que Jes\u00fas adopta ante el divorcio es revolucionaria. La ley mosaica permit\u00eda al marido repudiar a la mujer, entreg\u00e1ndole un libelo de repudio (Dt 24,1). Jes\u00fas, al prohibir el divorcio, lo que pretende es proteger a la mujer frente a una posible explotaci\u00f3n; proh\u00edbe tratarla como una propiedad de la que el var\u00f3n podr\u00eda deshacerse arbitrariamente. En el fondo, tal prohibici\u00f3n constituye una afirmaci\u00f3n rotunda de la igualdad del var\u00f3n y la mujer en la vida matrimonial.
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\nEn resumen, igualdad y compasi\u00f3n, ausencia de prejuicios y relaci\u00f3n abierta, amistad, ternura y amor, son las actitudes que Jes\u00fas manifiesta ante las mujeres. No s\u00f3lo sorprenden a sus contempor\u00e1neos; son tambi\u00e9n motivo de esc\u00e1ndalo. As\u00ed se manifiesta, por ejemplo, en la reacci\u00f3n del fariseo que le invita a comer, ante la conducta de Jes\u00fas en relaci\u00f3n a la pecadora p\u00fablica (Lc 7,29), o incluso en la sorpresa de los disc\u00edpulos en el encuentro del Maestro con la mujer samaritana (Jn 4,27).
\n <\/p>\n\n
\nCreo que el horizonte teol\u00f3gico presentado constituye el marco m\u00e1s apropiado para el planteamiento de la \u00e9tica sexual cristiana y para el fundamento de la acci\u00f3n pastoral. A\u00fan descrito de manera muy breve y concisa, puede llevarnos a explicitar, como consecuencias, algunas orientaciones \u00e9ticas y pastorales. La propuesta \u00e9tica cristiana ha de ser proclamada y anunciada en la acci\u00f3n pastoral. Sentir la necesidad de este anuncio sigue siendo, quiz\u00e1s, la primera urgencia.
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\n3.1. Horizonte de humanizaci\u00f3n<\/strong>
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\nDesde la perspectiva de la creaci\u00f3n, el primer reto abierto a la \u00e9tica cristiana y a la acci\u00f3n pastoral entre los j\u00f3venes es la presentaci\u00f3n de la dignidad y bondad de la sexualidad. El discurso b\u00edblico sobre la sexualidad manifiesta de modo claro y profundo el proyecto de Dios. Los primeros cap\u00edtulos del libro del G\u00e9nesis, llenos de extraordinario optimismo, expresan la bondad y belleza de las cosas creadas. Dios se complace en las obras de sus manos; creadas por \u00c9l, quedan consagradas desde su nacimiento. De manera especial se recrea en el hombre, creado \u201ca imagen suya\u201d (Gn 1,27). De esta visi\u00f3n optimista no puede excluirse la sexualidad. Creada y querida por Dios, por su mismo origen, es bella, buena y santa.
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\nSin embargo, junto a esta visi\u00f3n optimista, la Sagrada Escritura narra tambi\u00e9n experiencias sombr\u00edas, que expresan lo que el hombre puede hacer con el don recibido de Dios. Desde la libertad regalada por su Creador, el hombre puede apartarse de Dios y puede romper la comuni\u00f3n con sus hermanos. En estas experiencias dolorosas de ruptura y separaci\u00f3n, la sexualidad humana ha quedado profundamente afectada. De manera que la verdad de la sexualidad aparece marcada por una radical ambivalencia: integra y desintegra. Puede ser factor admirable de realizaci\u00f3n, de comuni\u00f3n \u00edntima, de placer gozoso y plenificante, y puede convertirse tambi\u00e9n en fuerza narcisista y explotadora; puede conducir al amor y al odio, a la vida y a la muerte. No es un realidad simple y rectil\u00ednea, sino compleja y conflictiva. F\u00e1cilmente se vuelve impermeable a la reflexi\u00f3n e inaccesible al control de la voluntad, porque, como intuy\u00f3 Ricoeur, es un enigma. Participa de una red de poderes en dif\u00edcil armon\u00eda; y permanece sumergida en nosotros porque \u201cla sexualidad es la superficie visible de una Atl\u00e1ntida sumergida\u201d[10]<\/a>.
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\nPero a pesar de la ambivalencia y el enigma que la rodea, el mensaje b\u00edblico no olvida que en el comportamiento sexual del hombre \u2013sombr\u00edo o luminoso- se refleja la relaci\u00f3n de Dios con los hombres. Oseas, por ejemplo, invitado por Dios, toma como esposa a Gomer, una prostituta. Ella le abandona, uni\u00e9ndose a otros amantes; Oseas, en cambio, vuelve a acogerla y perdonarla con un amor y un cari\u00f1o impresionante. El amor y la fidelidad de Dios se cierne siempre sobre el desamor y la infidelidad del pueblo. As\u00ed es el Dios de la alianza, mostrando siempre que las sombras producidas por lo que el hombre puede hacer con el don recibido de Dios, no tienen la \u00faltima palabra. La \u00faltima palabra es suya: una palabra de amor y de fidelidad.
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\nEl anuncio cristiano sobre la sexualidad est\u00e1, pues, cimentado en la certeza de su dignidad y de su bondad. Desde este reconocimiento, promueve, ante todo, la b\u00fasqueda de las exigencias de lo que implica ser hombre<\/em> y ser mujer<\/em>. Por eso, la sexualidad no se comprende simplemente desde una visi\u00f3n biol\u00f3gica o psicol\u00f3gica. Hay que llegar a una comprensi\u00f3n integralmente humana; a ordenar todas sus fuerzas (pulsi\u00f3n, deseo, amor, decisi\u00f3n); a armonizar sus m\u00faltiples frutos (placer, ternura, encuentro, comunicaci\u00f3n, creatividad, fecundidad). La posibilidad de comprender y vivir toda esta riqueza inscrita en la sexualidad, supera el l\u00edmite de las normas morales; se sit\u00faa en el horizonte del ideal. Es el horizonte de la humanizaci\u00f3n que nos llega desde la comprensi\u00f3n de la encarnaci\u00f3n. Y es precisamente aqu\u00ed, donde ha de situarse la acci\u00f3n pastoral: en este horizonte personalista de integraci\u00f3n y humanizaci\u00f3n. Desde esta perspectiva humanizadora habr\u00e1 que anunciar el valor positivo de la sexualidad y el sentido de su crecimiento y desarrollo, los grandes criterios \u00e9ticos, la densidad del encuentro sexual, la comuni\u00f3n fecunda, la fidelidad creadora.
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\n3.2. Preocupaci\u00f3n teologal, no normativa<\/strong>
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\nDurante mucho tiempo el camino pastoral se ha preocupado por proponer normas especiales para el \u00e1mbito de la sexualidad. La consecuencia ha sido la proyecci\u00f3n de un concepto de sexualidad que, m\u00e1s que contemplar sus posibilidades de vida, queda fijado en su peligrosidad[11]<\/a>. Crece la convicci\u00f3n de que al \u00e1mbito de la sexualidad se le han de aplicar las mismas normas y valores que determinan toda la vida, comenzando por el respeto a la dignidad del ser humano y la negaci\u00f3n de la violencia. Por otra parte, la preocupaci\u00f3n pastoral no debe ser simplemente una preocupaci\u00f3n moral, sino teologal. Es decir, lo importante no es tanto el juicio y la valoraci\u00f3n de determinados comportamientos como el anuncio del proyecto de Dios sobre la sexualidad humana. Es necesario superar la tentaci\u00f3n del moralismo, la actitud legalista, la obsesi\u00f3n por el acto concreto, para llegar a una orientaci\u00f3n de la vida en el amor y la libertad, acogiendo el proyecto de la salvaci\u00f3n de Dios, la fidelidad de su amor y el dinamismo de la conversi\u00f3n continua.
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\nTodo esto puede encontrar su fundamento en el reconocimiento de la escasa presencia de las normas morales sobre la sexualidad en el Nuevo Testamento. Pero, al mismo tiempo, habr\u00eda que reconocer tambi\u00e9n, en los evangelios, la propuesta de unos principios muy exigentes. Y la acci\u00f3n pastoral ha de ser capaz de asumir hoy esta radicalidad evang\u00e9lica y de anunciar sus exigencias. No se trata de moralizar la vida, las relaciones, el comportamiento. Se trata de una verdadera mystagogia<\/em>, de una experiencia espiritual que busca la realizaci\u00f3n humana y la orientaci\u00f3n de la vida en el amor[12]<\/a>. Esta vivencia evang\u00e9lica de la sexualidad sit\u00faa al cristiano ante la necesidad de superar un doble reto: la acomodaci\u00f3n y el conformismo con el ambiente, y el moralismo rigorista. Durante mucho tiempo ha estado presente en la vida cristiana la tentaci\u00f3n moralizadora: una propuesta \u00e9tica objetiva, exigente y rigorista, obsesionada por la norma y la obligaci\u00f3n exterior, pero sin m\u00e1s motivaci\u00f3n que la culpa o el castigo. Hoy, a\u00fan estando todav\u00eda presente en algunos ambientes el moralismo sexual, la tentaci\u00f3n est\u00e1, m\u00e1s bien, en el conformismo. La cultura dominante tiende a trivializar la sexualidad, declar\u00e1ndola un territorio \u00e9ticamente neutro, o valorando su moralidad desde una visi\u00f3n psico-sociol\u00f3gica. As\u00ed es frecuente pensar que, si se viven, son \u201cnormales\u201d determinados comportamientos sexuales (masturbaci\u00f3n, homosexualidad, cohabitaci\u00f3n, etc.). La constataci\u00f3n sociol\u00f3gica deviene criterio \u00e9tico, sin intentar comprender siquiera el significado de lo que representan dichos comportamientos. Se llega as\u00ed a una comprensi\u00f3n no humana, sino trivial y superficial de la sexualidad. Y no puede ser sano un ambiente que banaliza el sexo. Porque la trivializaci\u00f3n de lo sexual es trivializaci\u00f3n de la persona misma.
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\nEl ideal evang\u00e9lico, radical y liberador, no est\u00e1 de acuerdo con aquellos comportamientos sexuales que deshumanizan, manipulan o esclavizan, a pesar de que las encuestas sociol\u00f3gicas arrojen porcentajes muy elevados. El anuncio cristiano no puede ser acomodaticio ni ambiguo; no puede conformarse con un lenguaje de medias verdades. Desde una profunda actitud m\u00edstica presenta la radicalidad de unas exigencias que radican, en definitiva, en la misma dignidad de la persona y en el valor humano de la sexualidad[13]<\/a>.
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\n3.3. Primac\u00eda del amor<\/strong>
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\nLos evangelios presentan a Jes\u00fas como un modelo \u00e9tico. La vida cristiana consiste en seguirle, especialmente en su entrega y en su amor desinteresado. En el mandamiento del amor culmina su ense\u00f1anza moral: \u201camar\u00e1s a tu pr\u00f3jimo como a ti mismo\u201d (Mt 22,39). Para Jes\u00fas, el amor es el resumen de todos los preceptos y de \u00e9l pende toda la ley: \u201cel que ama al pr\u00f3jimo ha cumplido la ley\u201d (Rm 13,8). Y, aunque directa y expl\u00edcitamente el precepto del amor no encierra ninguna alusi\u00f3n sexual, la primac\u00eda que Jes\u00fas le otorga conlleva profundas implicaciones para la \u00e9tica sexual (Lc 7,36-50). Es, sin duda, el principio inspirador y la referencia obligada de la actividad sexual, como lo es de toda relaci\u00f3n humana. El mandamiento del amor extendido a todas las gentes de cualquier raza y condici\u00f3n, incluyendo los enemigos, manifestado en el servicio, se convierte en criterio de identidad del cristiano y de toda su conducta moral (Jn 13,34-35). Desde el amor al pr\u00f3jimo est\u00e1 llamado a vivir el disc\u00edpulo de Cristo, testimoniando en todas las realidades y actividades humanas, el amor con el que es amado; un amor que procede de Dios.
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\nPero en el evangelio no hay solo una \u00e9tica del amor, hay tambi\u00e9n una teolog\u00eda de la ternura, con besos, caricias, perfumes, intimidad, comida en com\u00fan (cf. Mc 14,3-9; Lc 7,36-50; Lc 10,38-42; Jn 12,1-12). Y hay tambi\u00e9n personas sanadas por el brillo de una mirada y la seducci\u00f3n de una voz, personas que al escuchar el propio nombre pronunciado por el Rab\u00ed de Galilea sienten y acogen la gracia de la reconciliaci\u00f3n. Todo el evangelio proclama que, en definitiva, no son las leyes civiles ni las normas can\u00f3nicas las que salvan, sino el amor m\u00e1s tierno y preocupado que se cuida de los que ama, que abraza con cari\u00f1o o se dedica humildemente a lavar los pies[14]<\/a>. Todo el evangelio es un testimonio de c\u00f3mo amar, c\u00f3mo vivir la relaci\u00f3n con los dem\u00e1s abriendo espacios de intimidad, de ternura, de compasi\u00f3n, c\u00f3mo cuidar a los que amamos, c\u00f3mo escuchar sus gemidos o secundar los deseos de su coraz\u00f3n, c\u00f3mo nutrirnos de su cercan\u00eda y de su confianza, c\u00f3mo caminar en el amor hacia el Amor.
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\n3.4. Valor del cuerpo sexuado<\/strong>
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\nEl amor tiene que ser impregnado, ante todo, por la corporalidad humana. La moral cristiana tiene todav\u00eda abierta la tarea de reconocer el valor positivo del cuerpo sexuado y de su dignidad. Por una parte, esto conlleva la superaci\u00f3n de todo dualismo, en la convicci\u00f3n de que el sujeto de todas las operaciones espirituales y corporales es la persona humana. El mismo ser que piensa, comprende, ama y desea es el que siente hambre, dolor o placer. El ser humano no tiene<\/em> un cuerpo o, incluso, no tiene <\/em>sexo. Es, m\u00e1s bien, un ser corp\u00f3reo y sexuado, esp\u00edritu encarnado que se manifiesta en todas sus expresiones som\u00e1ticas. Mediante el gesto corporal se revela, entra en comuni\u00f3n con los dem\u00e1s, expresa su propia palabra. La expresi\u00f3n corporal deviene, pues, palabra y lenguaje. Es la ventana por donde la persona se asoma al exterior, el camino para el encuentro con el otro. Es, pues, epifan\u00eda del interior personal, s\u00edmbolo capaz de hacer presente lo que de otra forma no ser\u00eda posible. Y, como s\u00edmbolo y met\u00e1fora del ser humano, alcanza su grandeza no por lo que es, sino por el mensaje que expresa
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\nPero, por otra parte, el desaf\u00edo m\u00e1s fuerte que implica este reconocimiento est\u00e1 en el reconocimiento de que todo tipo de amor humano es corporal y de que en todo tipo de amor lo corporal es hermoso y bueno de por s\u00ed. Sucede que incluso muchos de los que denuncian la visi\u00f3n dualista del sexo, ven ordinariamente el valor sexual del cuerpo, no en s\u00ed mismo, sino en el hecho de que expresa otra cosa, un valor m\u00e1s profundo o m\u00e1s elevado. Es decir, para ellos, lo corporal es bueno no por s\u00ed mismo, sino porque expresa lo personal. De este modo no se acaba de entender por qu\u00e9 quienes se aman, desean y buscan la satisfacci\u00f3n corporal por s\u00ed misma y no simplemente por aquello que puede expresar y a lo que puede servir. Porque, en realidad, no se acaba de entender que el gesto corporal no solo expresa lo personal, sino que es en s\u00ed mismo peculiarmente personal, y que en s\u00ed mismo, Dios lo ve como bueno.
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\n3.5. Camino hacia Dios<\/strong>
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\nEs posible que para el hombre actual, sexualidad y Dios parezcan t\u00e9rminos antag\u00f3nicos o, al menos, sin ninguna relaci\u00f3n. Sin embargo, desde una adecuada teolog\u00eda de la creaci\u00f3n se puede mantener la tensi\u00f3n que caracteriza a toda la Sagrada Escritura: distinguir sin dejar de relacionar. Dios no es sexuado, pero est\u00e1 en el origen de la sexualidad humana. No es procreador, pero se encuentra en el origen de toda fecundidad humana. De manera que la realizaci\u00f3n de la sexualidad humana pasa por la concreci\u00f3n de los planes de Dios. No es posible, pues, contraponer realizaci\u00f3n sexual, desarrollo humano, crecimiento espiritual. Al contrario, est\u00e1n \u00edntimamente imbricados e implicados. La madurez humana, afectiva, sexual, es en realidad la base que sustenta todo el proceso de crecimiento espiritual. De manera que la sexualidad se convierte en camino hacia Dios.
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\nEl rasgo divino que se\u00f1ala m\u00e1s directamente a la sexualidad como posible camino hacia Dios es el amor[15]<\/a>. Dios, no s\u00f3lo ama; es amor. Y los seres humanos entran en la din\u00e1mica de la salvaci\u00f3n en la medida en que aman verdaderamente. El Dios del amor y de la vida, que se encuentra en el origen de todo amor y de toda vida, no puede ser nunca obst\u00e1culo o barrera para la uni\u00f3n y la comuni\u00f3n, para el cari\u00f1o y la ternura, para el amor y la vida. El proyecto de Dios pasa por la sexualidad; y, consecuentemente, la sexualidad deviene camino hacia Dios.
\n <\/p>\n
\n[2]<\/a> Cf. X. ETXEBERRIA, \u201cPropuestas cristianas de moral sexual\u201d, Frontera<\/em> 20(2001)421-448.
\n[3]<\/a> P. RICOEUR, \u201cLa m\u00e9taphore nuptiale dans le Cantique des Cantiques<\/em>\u201d, Esprit<\/em> 5(1998)118.
\n[4]<\/a> Cf. L. WILLIAM COUNTRYMAN, \u201c\u00c9tica sexual del Nuevo Testamento y mundo actual\u201d, en J. B. NELSON- S. P. LONGFELLOW, La sexualidad y lo sagrado<\/em>, Descl\u00e9e de Brouwer, Bilbao 1996, 64-101.
\n[5]<\/a> Cf. E. FUCHS, Deseo y ternura. Fuentes e historia de una \u00e9tica cristiana de la sexualidad y del matrimonio<\/em>, DDB, Bilbao 1995; J. VICO, Liberaci\u00f3n sexual y \u00e9tica cristiana<\/em>, San Pablo, Madrid 1999, 170-191.
\n[6]<\/a> Cf. J. R. FLECHA, \u201cEl cuerpo y la relaci\u00f3n\u201d, en El celibato por el reino: carisma y profec\u00eda<\/em>, Publicaciones Claretianas, Madrid 2003, 89-106.
\n[7]<\/a> Cf. R. AMMICHT QUINN, \u201cIm\u00e1genes de Dios, im\u00e1genes del hombre, moral. El paradigma de la sexualidad\u201d, Concilium<\/em> 279 (1999) 71-78.
\n[8]<\/a> Cf. A. KOSNIK (dir), La sexualidad humana. Nuevas perspectivas del pensamiento cat\u00f3lico<\/em>, Cristiandad, Madrid 1978, 38-39.
\n[9]<\/a> Cf. R. SCHNACKENBURG, El mensaje moral del Nuevo Testamento I<\/em>, Herder, Barcelona 1989, 171-175.
\n[10]<\/a> P. RICOEUR, \u201cAdmiraci\u00f3n, erotismo y enigma\u201d, en La sexualidad y lo sagrado<\/em>, 141.
\n[11]<\/a> R. AMMICHT QUINN, a.c., 75.
\n[12]<\/a> Cf. J. I. GONZALEZ FAUS, Sexo, verdades y discurso eclesi\u00e1stico<\/em>, Sal terrae, Santander 1994.
\n[13]<\/a> Cf. E. ALBURQUERQUE, Moral de la vida y de la sexualidad<\/em>, CCS, Madrid2<\/sup> 2002, 318-324.
\n[14]<\/a> Cf. X. QUINZ\u00c1, Pasi\u00f3n y radicalidad<\/em>, San pablo, Madrid 2004, 38-40 y 183-195.
\n[15]<\/a> Cf. A. MOSER, \u201cSexualidad\u201d, en Mysterium liberationis. Conceptos fundamentales de la teolog\u00eda de la liberaci\u00f3n II,<\/em> UCA, San Salvador 1993, 118-119.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"