{"id":9154,"date":"2004-04-01T00:00:40","date_gmt":"2004-03-31T22:00:40","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9154"},"modified":"2004-04-01T00:00:40","modified_gmt":"2004-03-31T22:00:40","slug":"maria-de-nazaret-mujer-de-fe","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/maria-de-nazaret-mujer-de-fe\/","title":{"rendered":"Mar\u00eda de Nazaret, mujer de fe"},"content":{"rendered":"
Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9<\/strong> \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cQuiero hacer referencia, ante todo,<\/em><\/p>\n a aquella peregrinaci\u00f3n de la fe en la que la Sant\u00edsima Virgen avanz\u00f3\u201d<\/em><\/p>\n (Juan Pablo II, Madre del Redentor, 15)<\/em><\/p>\n \u00a0<\/strong><\/p>\n \u00a0<\/strong> Estaciones de su camino de fe Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9 Juan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9 es Profesor de Sagrada Escritura en el Instituto Superior de Teolog\u00eda \u201cDon Bosco\u201d S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Reconociendo la escasa atenci\u00f3n que el NT presta a Mar\u00eda, presenta la imagen que aparece en los textos lucanos y ju\u00e1nicos, subrayando c\u00f3mo, en la […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[878,541,94],"tags":[],"class_list":["post-9154","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-327","category-juan-jose-bartolome-lafuente","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9154","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=9154"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9154\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=9154"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=9154"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=9154"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\n
\nJuan Jos\u00e9 Bartolom\u00e9 <\/strong>es Profesor de Sagrada Escritura en el Instituto Superior de Teolog\u00eda \u201cDon Bosco\u201d
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nReconociendo la escasa atenci\u00f3n que el NT presta a Mar\u00eda, presenta la imagen que aparece en los textos lucanos y ju\u00e1nicos, subrayando c\u00f3mo, en la tradici\u00f3n evang\u00e9lica la presencia de Mar\u00eda est\u00e1 siempre ligada a Jes\u00fas. Esta vinculaci\u00f3n de Mar\u00eda a Jes\u00fas no permanece indiferenciada a lo largo de su vida. El art\u00edculo se detiene precisamente en se\u00f1alar el camino mariano hacia la fe, las estaciones de su peregrinaci\u00f3n, fijando la atenci\u00f3n en estos momentos: origen e infancia de Jes\u00fas, ministerio p\u00fablico, muerte y resurrecci\u00f3n. A trav\u00e9s de estas etapas, Mar\u00eda se nos manifiesta como la creyente evangelizada antes de naciera el evangelio de Dios.
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\n<\/u><\/strong><\/p>\n\n
\nAunque el dato es obvio, uno no siempre cae en la cuenta: el NT presta escasa atenci\u00f3n a Mar\u00eda, la virgen de Nazaret (Lc 1,26-27), la madre de Jes\u00fas (Jn 2,1). Resulta notorio el desequilibrio que existe entre la veneraci\u00f3n entusiasmada que la iglesia tributa a la madre de Dios y el tratamiento espor\u00e1dico que su figura hist\u00f3rica ha recibido en la tradici\u00f3n evang\u00e9lica. El hecho, si advertido, da que pensar.
\n\u00a0<\/strong>
\n1.1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lo que el Nuevo Testamento dice sobre Mar\u00eda<\/strong>
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\nMal que nos pese, la presencia de Mar\u00eda en el NT es escasa. Un simple inventario de pasajes y citas que a ella se refieren lo demuestra sobradamente.
\n <\/p>\n\n
\nFuera de los evangelios (y Hechos), s\u00f3lo se han encontrado dos textos que podr\u00edan hacer referencia a Mar\u00eda: Gal 4,4, donde Pablo confiesa que Dios ha enviado a su hijo, nacido de mujer; y Ap 12,1,-18 donde aparece la mujer vestida de sol que da a luz al mes\u00edas. Ambos pasajes son, con todo, m\u00e1s mariol\u00f3gicos que marianos, ya que no se centran en la persona concreta, la virgen de Nazaret.
\n
\nEl texto paulino afirma la condici\u00f3n humana, fr\u00e1gil (cf Jb 14,1), del hijo de Dios; nada dice sobre el modo de hacerse hombre; ni la ausencia de var\u00f3n evoca la concepci\u00f3n virginal de Jes\u00fas ni la menci\u00f3n de ‘mujer’ obliga a negarla. Pablo, en sus cartas, no habla de Mar\u00eda y guarda silencio sobre la concepci\u00f3n virginal de Jes\u00fas.
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\nPor lo que se refiera al otro texto, el del Apocalipsis, el descubrimiento de la biblioteca de Qumran ha contribuido a entenderlo mejor; la mujer es figura de un resto fiel de Israel, del que se esperaba diera a luz al mes\u00edas (cf. Is 54,60; Os 2,21-25; 1 QH 3,7-12); el autor del Apocalipsis ve cumplido ese nacimiento el d\u00eda de pascua; la mujer es s\u00edmbolo de la comunidad, m\u00e1s celeste que terrestre. Aunque as\u00ed propuesta por la ex\u00e9gesis patr\u00edstrica, celebrada en la tradici\u00f3n lit\u00fargica y popular en la iconograf\u00eda religiosa, la identificaci\u00f3n directa con la madre de Jes\u00fas s\u00f3lo es pensable en una lectura acomodaticia del texto.
\n\u00a0<\/em><\/p>\n\n
\nExcepci\u00f3n hecha de los textos de Lc (1,26-38.39-45.46-56; 2,1-10.21-40.41-52; 11,27-28; Hch 1,14) y Jn (2,1-12; 19,25-27), Mar\u00eda apenas es recordada en la tradici\u00f3n evang\u00e9lica. Y siempre que lo logra, lo es de forma tangencial.
\n
\nAs\u00ed, el relato sobre la verdadera familia de Jes\u00fas (Mc 3,31-35; Mt 12,46-50; Lc 8,19-21), un relato de cuya historicidad b\u00e1sica no cabe duda (cf Jn 7,5), se\u00f1ala un distanciamiento real entre Jes\u00fas y los suyos (cf Mc 3,20-21). En el episodio, ni Mar\u00eda ni sus hermanos son citados por su nombre, pero es evidente que para Marcos (y Mateo) la familia de Jes\u00fas no se encontraba entre quienes le escuchaban y hac\u00edan la voluntad de Dios. Lucas es el evangelista que m\u00e1s ha retocado la an\u00e9cdota; se advierte en su versi\u00f3n el esfuerzo por acercar los hechos a la imagen de Mar\u00eda que le es propia (cf Lc 11,27-28).
\n
\nOtras referencias a los padres de Jes\u00fas y\/o hermanos (Mc 6,3; Mt 13,55; Lc 4,22; Jn 1,45; 6,42) son menos concluyentes. La gente que oye a Jes\u00fas se pregunta por su familia, a la que da por conocida, siendo ello una fuerte objecci\u00f3n para creer en \u00e9l. Mientras Mt 13,55\/Lc 4,22 designan a Jes\u00fas como hijo del carpintero o hijo de Jos\u00e9, Mc 6,3 lo identifica como carpintero, hijo de Mar\u00eda; tanto Mateo como Lucas, que han mencionando expl\u00edcitamente la concepci\u00f3n virginal de Jes\u00fas (Mt 1,18.20-23; Lc 1,30-35), desean insistir en la falta de fe de sus paisanos, en tanto que Marcos parece aludir aqu\u00ed a la concepci\u00f3n virginal.
\n
\nTampoco Mateo se interesa demasiado en Mar\u00eda, la madre de Jes\u00fas (Mt 2,11); en el llamado relato de la infancia (Mt 1,18-2,23), su personaje es Jos\u00e9; \u00e9l es quien recibe el anuncio (Mt 1,18-24) y las visiones, que marcar\u00e1n el destino del ni\u00f1o (Mt 2,13-15.19-23). Al igual que Lucas, afirma la maternidad virginal de Mar\u00eda (Mt 1,18); el t\u00e9rmino virgen<\/em> ha de ser entendido en el sentido de doncella (cf. Is 7,14), que excluir\u00eda relaciones sexuales. El motivo es una variante del tema del nacimiento imposible (Gn 18,13-14; Lc 1,34): m\u00e1s que pronunciarse sobre el estado de la madre, el texto afirma la naturaleza del hijo, su origen divino; una intervenci\u00f3n divina suple la incapacidad para generar, debido a esterilidad o virginidad: el ni\u00f1o que ha de desempe\u00f1ar una misi\u00f3n salv\u00edfica en nombre de Dios es querido s\u00f3lo por \u00c9l y por \u00c9l donado a su pueblo.
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\n1.2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La imagen lucana de Mar\u00eda<\/strong>
\n
\nNadie dentro del NT, evangelista o no, ha concedido a Mar\u00eda una atenci\u00f3n comparable a la que Lucas le ha dedicado en su obra. Pero hay que reconocer que en la obra lucana Mar\u00eda nunca es tema central, ni siquiera frecuente; con todo, llama la atenci\u00f3n la estrecha vinculaci\u00f3n con el misterio de Cristo que le atribuye.
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\nEl inter\u00e9s de Lucas por Mar\u00eda cuadra bien con su tendencia a resaltar las personas (Lc 7,36-50; 10,38-42; 19,1-10; 23,39-43), mujeres inclu\u00eddas (Lc 8,2-3), que acompa\u00f1aron a Jes\u00fas durante su ministerio p\u00fablico y la vida de la primitiva comunidad (Hch 16,14-15.50; 18,26). Es pensable, adem\u00e1s, que en el entorno de Lucas la figura de Mar\u00eda gozara de cierta veneraci\u00f3n (Lc 1,48; cf 11,27). El motivo b\u00e1sico hay que buscarlo, no obstante, en la misma imagen que de Mar\u00eda ofrece el evangelista, la de creyente ejemplar, imagen que corresponde con su inter\u00e9s en exhortar a sus lectores a una fe sin fisuras (Lc 7,50; 8,12-13.48; 17,5-6.19; 18,8; 23,32).
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\nLa imagen lucana de Mar\u00eda subraya, adem\u00e1s, una dimensi\u00f3n profundamente humana: es una virgen ya desposada, que acepta una maternidad que no entraba en sus planes por simple confianza en su Dios; su pronta disponibilidad a atender a su pr\u00f3jimo, con la que estrena maternidad divina; la maternidad en Bel\u00e9n, en circunstancias penosas; la p\u00e9rdida y recuperaci\u00f3n de su hijo durante un viaje a Jerusal\u00e9n; el progresivo distanciamiento de su hijo, durante su ministerio p\u00fablico; la ausencia de la madre en el relato de la pasi\u00f3n. Una verdadera devoci\u00f3n mariana deber\u00eda saber repetir el acierto lucano, no desuniendo su ejemplar disposici\u00f3n a la obediencia a Dios con la naturalidad de una vida normal y, mayoritariamente, silenciosa.
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\nSin lugar a dudas, Lucas es el autor del NT que m\u00e1s ha influ\u00eddo en la veneraci\u00f3n eclesial de Mar\u00eda. Ello no significa que su peculiar visi\u00f3n de la figura de la madre de Jes\u00fas haya sido asumida con fidelidad. Dos son sus rasgos b\u00e1sicos: Mar\u00eda es bienaventurada por haberle cre\u00eddo a Dios y mantenerse siempre en \u00c9l creyente. Los escasos episodios que la tradici\u00f3n lucana nos recuerda son hitos de su aventura de fe; desde que escucha el plan que Dios tiene para su pueblo hasta que, en los or\u00edgenes del nuevo pueblo de Dios, comparte esperanzas y oraci\u00f3n con los ap\u00f3stoles, Mar\u00eda es presentada como la oyente de Dios y su mejor sierva: hace lo que escucha, vive de la obediencia (Lc 1,38); y como tal, es imagen prof\u00e9tica de la nueva comunidad (Lc 11,28).
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\n1.3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La imagen ju\u00e1nica de Mar\u00eda<\/strong>
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\nAunque Juan emplea el nombre de Mar\u00eda unas quince veces para hablar de tres personas diferentes (Jn 11,1-2.19-20,28.31-32.45; 12,3;19,25; 20,1.11: Mar\u00eda, la de Betania; Mar\u00eda de Magdala; Mar\u00eda, esposa de Cleof\u00e1s), jam\u00e1s lo utiliza para designar a Mar\u00eda de Nazaret; para \u00e9l es siempre, y solo, la madre de Jes\u00fas (Jn 2,1.3.5.12; 19,25.27). Parecer\u00eda que quiso identificar a Mar\u00eda por su relaci\u00f3n con Jes\u00fas m\u00e1s que por s\u00ed misma: la maternidad la definir\u00eda mejor que cualquier otro rasgo o suceso personal.
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\nLa presencia de la madre de Jes\u00fas en el cuarto evangelio, aunque escasa, es significativa. A diferencia de Lucas, Juan no parece conocer la concepci\u00f3n virginal de Jes\u00fas, quien tanto en boca de antagonistas (Jn 6,42) como de disc\u00edpulos (Jn 1,45) es llamado hijo de Jos\u00e9<\/em>; Juan no tiene necesidad de recurrir a ella para afirmar que Jes\u00fas procede de Dios (Jn 1,1-18). Los dos episodios que Juan recuerda son desconocidos en la tradici\u00f3n evang\u00e9lica; pero no es su rareza el elemento m\u00e1s caracter\u00edstico; Juan entiende ambos relatos en relaci\u00f3n con la hora de Jes\u00fas y la fe\/fidelidad del disc\u00edpulo; el primero se\u00f1ala el inicio de la hora de Jes\u00fas (Jn 2,11); el segundo, su cumplimiento (Jn 19,30). En ambos, Jes\u00fas se dirige a su madre llam\u00e1ndola, simple e ins\u00f3litamente, mujer (Jn 2,4; 19,26); pero su presencia, activa en la aceptaci\u00f3n de lo que Jes\u00fas diga, posibilitar\u00e1 una nueva relaci\u00f3n de Jes\u00fas con sus disc\u00edpulos (Jn 2,11; 19,27). No es Mar\u00eda en ninguno de los dos episodios el personaje principal (Jes\u00fas), ni siquiera secundario (los disc\u00edpulos); pero es imprescindible para que entre ambos surja o se mantenga una relaci\u00f3n de fe (Jn 2,11) y de fidelidad (Jn 19,27). \u00bfQu\u00e9 m\u00e1s se podr\u00eda decir?
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\n1.4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una primera valoraci\u00f3n<\/strong>
\n
\nNo son pocos los cristianos que quedan sorprendidos, si es que no defraudados, cuando se percatan de la escasa atenci\u00f3n que presta a Mar\u00eda la Palabra de Dios. Pasan por alto dos hechos, que – m\u00e1s que explicar tal desinter\u00e9s – ayudan a centrar la devoci\u00f3n por la madre de Jes\u00fas en el coraz\u00f3n mismo del evangelio.
\n
\nNo puede ser casual que hayan sido los evangelios los \u00fanicos libros del NT que nos recuerdan a Mar\u00eda y su aventura de fe. No pod\u00eda haber quedado la evocaci\u00f3n can\u00f3nica<\/em> de Mar\u00eda mejor colocada; all\u00ed donde los primeros testigos recogieron cuanto sab\u00edan sobre \u00abtodas las cosas que Jes\u00fas desde un principio hizo y ense\u00f1\u00f3\u00bb (Hch 1,1), no pudo faltar Mar\u00eda. La memoria apost\u00f3lica de Jes\u00fas ha rescatado – \u00a1y para siempre! – del olvido a Mar\u00eda. Por sobria que se nos antoje su presencia en la tradici\u00f3n apost\u00f3lica o poco relevante el papel que all\u00ed se le asigna, el hecho es que ello mismo obliga a mantener cercano al Cristo del evangelio a quienes deseen acercarse a la virgen de Nazaret. Lo que significa que para ser, en verdad, mariano, el creyente ha de ser m\u00e1s evang\u00e9lico.
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\nNo es fruto del azar, tampoco, el que hayan sido Lucas y Juan los dos evangelistas m\u00e1s recientes, los m\u00e1s pr\u00f3ximos a nosotros \u2013 es un decir \u2013 y m\u00e1s alejados de los hechos que narran, quienes nos han transmitido, m\u00e1s que retrato de su persona, un esbozo de su aventura de fe. Cuanto m\u00e1s d\u00e9bil se estaba haciendo la memoria apost\u00f3lica, m\u00e1s n\u00edtida aparece en ella la figura de Mar\u00eda; cuanto m\u00e1s probada la fidelidad de las comunidades cristianas, m\u00e1s mod\u00e9lica la peregrinaci\u00f3n creyente de Mar\u00eda (Lucas) y m\u00e1s eficaz su acompa\u00f1amiento en la vida de fe de los disc\u00edpulos de su Hijo (Juan). Las primeras generaciones cristianas que descubrieron a Mar\u00eda como creyente ejemplar y madre de disc\u00edpulos fieles, viv\u00edan acosadas en su fe y tentadas por el aparente abandono de su Se\u00f1or. Su devoci\u00f3n por Mar\u00eda no fue pasatiempo in\u00fatil ni juego de sentimientos; fue, y deber\u00eda seguir si\u00e9ndolo hoy, ocupaci\u00f3n para tiempos dif\u00edciles.
\n
\nLa presencia de Mar\u00eda en la tradici\u00f3n evang\u00e9lica est\u00e1 siempre ligada a Jes\u00fas; s\u00f3lo en Hch 1,14, el \u00fanico texto no evang\u00e9lico del NT \u2013 \u00a1ya es casualidad! – que la menciona, Mar\u00eda aparece sin Jes\u00fas, aunque est\u00e9, en oraci\u00f3n, junto a sus representantes y disc\u00edpulos; la excepci\u00f3n confirma la regla. Para entender, pues, a Mar\u00eda no habr\u00e1 que pasar por alto tal vinculaci\u00f3n: no es casualidad que la denominaci\u00f3n de Mar\u00eda que substituye al nombre propio sea, en Juan, la de madre de Jes\u00fas.<\/em>
\n <\/p>\n\n
\nPues bien, si es evidente que la vinculaci\u00f3n con Jes\u00fas define a Mar\u00eda dentro de la tradici\u00f3n evang\u00e9lica, no es menos obvio que esta relaci\u00f3n no permaneci\u00f3 indiferenciada a lo largo de la vida de Jes\u00fas. Fue, l\u00f3gicamente, m\u00e1s estrecha en los inicios, antes y despu\u00e9s del nacimiento, poco familiar durante la \u00e9poca del ministerio p\u00fablico, y apenas si hubo alg\u00fan contacto en los momentos finales, durante la semana de su pasi\u00f3n y resurrecci\u00f3n.
\n
\nAdvertirlo puede resultar iluminador, siempre que se quiera establecer, y mantener, una sana relaci\u00f3n con el Dios de Mar\u00eda; pues ser\u00e1 \u00c9l siempre quien tome la iniciativa, fije las metas e imponga los medios; pues no siempre resulta esa relaci\u00f3n id\u00e9ntica a s\u00ed misma, sin cambios en las exigencias que cumplir, o repetitiva de cuanto ya se experiment\u00f3 un d\u00eda. Una experiencia de Dios sin sobresaltos, que se convierta en rutina, que se viva sin vac\u00edos o silencios de Dios, no tiene la garant\u00eda de repetir el modelo mariano<\/em>.
\n
\nEl camino de fe de Mar\u00eda pas\u00f3, pues, por diversas fases que dependieron m\u00e1s de la vida de Jes\u00fas y sus urgencias que de las necesidades de Mar\u00eda o de sus expectativas; cada paso que Mar\u00eda daba en su peregrinaci\u00f3n como creyente estaba determinado por las exigencias de su Dios. Pero todos los pasos tuvieron un lugar de realizaci\u00f3n; la experiencia mariana de Dios fue siempre una experiencia situada <\/em>en un espacio de su tierra, en un momento de su vida: hacer a Dios propia carne no la oblig\u00f3 a hacerlo fuera de s\u00ed y de los suyos; hacerlo hijo de su entra\u00f1a no le impuso hacerlo ajeno a su hogar. El Dios de Mar\u00eda es siempre un Dios compatriota, porque comparte vida y patria, salvaci\u00f3n y casa. Lejos de la propia tierra y de la existencia propia, no se contacta con un Dios que lo es junto a nosotros, all\u00ed donde estemos: Emmanuel fue el nombre del hijo de Mar\u00eda, del hijo de Dios (Mt 1,23).
\n
\n2.1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Estaciones de una peregrinaci\u00f3n de fe<\/strong>
\n
\nAsociada como est\u00e1 a la vida de Jes\u00fas, la vida de fe de Mar\u00eda puede resumirse siguiendo el modelo de la predicaci\u00f3n cristiana: origen e infancia, ministerio p\u00fablico y muerte y resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas. Dios se manifiesta diverso en cada etapa de la vida de Jes\u00fas y exige de Mar\u00eda una fe diferenciada. Aunque ello distorsiona un tanto la versi\u00f3n que Lucas y Juan han presentado, reconstruye con mayor verosimilitud el esbozo biogr\u00e1fico de la virgen de Nazaret.
\n <\/p>\n\n
\nEl protagonismo de Mar\u00eda es, en esta primera etapa, de excepci\u00f3n. Aunque sea el \u00fanico evangelista, Lucas insiste lo suficiente como para dejarlo en evidencia. Para actuar su proyecto de salvaci\u00f3n Dios precisa de creyentes que concedan audiencia a su Palabra y entra\u00f1as a su Hijo. Lo que no sab\u00eda Mar\u00eda es que, una vez introducido Dios en su vida y hecho carne su hijo en la entra\u00f1a, no se librar\u00e1 de ambos; ni cuando d\u00e9 a luz al hijo de Dios ni cuando se vaya haciendo un hombre su primog\u00e9nito.
\n\u00a0<\/em>
\nNazaret<\/em><\/strong> (Lc 1,26-38)<\/em>
\n\u00a0<\/em>
\nEs un error muy com\u00fan considerar la maternidad divina como meta final de la experiencia que Mar\u00eda hizo de Dios. Nazaret no es el culmen del camino mariano de fe, sino su punto de partida (Le 1,26). La bienaventuranza de Mar\u00eda no estuvo en lograr ser madre de su Dios sino en haber cre\u00eddo en \u00c9l (Lc 1,45; 11,27\u201128); la maternidad divina fue consecuencia de su fe: quien le cree a Dios, lo crea de modo entra\u00f1able (Lc 1,38).
\n
\nCuando Dios, a trav\u00e9s de emisario personal, confi\u00f3 a Mar\u00eda su plan de salvaci\u00f3n, la virgen de Nazaret se hallaba ya comprometida con otro proyecto, y con un hombre, llamado Jos\u00e9 (Lc 1,26\u201127). Que a Dios no le importara el obst\u00e1culo de su virginidad, la priv\u00f3 de excusas en las que apoyar su resistencia: la ignorancia sobre el c\u00f3mo de la anunciada maternidad hizo ciega su obediencia en la omnipotencia divina (Lc 1,34\u201137). Mar\u00eda no pidi\u00f3 pruebas para hacerse sierva de Quien tanto le promet\u00eda; pero se le dio una pista \u2013 el nombre de un familiar necesitado (Lc 1,36) \u2013 donde empezar a servir: el Dios cre\u00eddo es un Dios bien servido, todo un Se\u00f1or (Lc 1,38).
\n
\nSi no se le presta fe, Dios no llega a ser uno m\u00e1s entre los suyos. La entrada de Dios puede que suponga la interrupci\u00f3n del proyecto querido, iniciado incluso, como en el caso de Mar\u00eda; dar\u00e1, ciertamente, una fertilidad insospechada a la vida de quienes a \u00c9l se sometan.
\n
\nUna ciudad de Juda<\/em><\/strong> (Lc 1,39-56)<\/em>
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\nReci\u00e9n inaugurada maternidad divina, Mar\u00eda se pone al servicio de una anciana parturienta (Lc 1,39). Y para ello, tiene que ponerse \u2013 apenas creyente (Lc 1,36) \u2013 r\u00e1pido en camino. Tener a Dios en la entra\u00f1a no la aleja del pr\u00f3jimo en necesidad. Si la fe abre espacio a Dios en la propia vida, la acogida de Dios abre la vida a las necesidades del pr\u00f3jimo. Por ser sierva de Dios se convirti\u00f3 en su madre y en criada de una pariente lejana (Lc 1,43). La presencia de Dios en la vida del creyente no lo aleja del pr\u00f3jimo necesitado; servir al que lo precise es, m\u00e1s bien, la garant\u00eda de estar all\u00ed donde Dios quiere ser servido.
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\nUna ciudad de Judea, no el templo de Jerusal\u00e9n, fue el lugar de la oraci\u00f3n de Mar\u00eda (Le 1,46\u201155). Pudo orar, largo y tendido, all\u00ed adonde hab\u00eda ido a servir. Mar\u00eda se puso a rezar, cuando fue descubierta como madre de Dios (Lc 1,43.46). S\u00f3lo una oraci\u00f3n que nace del servicio al pr\u00f3jimo es una magn\u00edfica oraci\u00f3n. El Magnificat <\/em>de Mar\u00eda estuvo precedido de obediencia a Dios y prontitud en el servicio al necesitado: quien sirve a Dios sin demora ni excusas no tarda en, admirado, contemplar a un Dios engrandecido.
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\nLa oraci\u00f3n del que sirve, la plegaria que sirve, es la de quien se inspira en la tradici\u00f3n orante de su pueblo. Mar\u00eda reza de forma nueva, no porque invente su oraci\u00f3n (cf 1 Sam 2,1\u201110), sino porque, desde el servicio al pr\u00f3jimo, hace plegaria diciendo su experiencia personal de Dios; le causa maravilla un Dios que se ha fijado en ella, un Dios que cumple sus promesas; tan segura estaba de ese Dios que pudo anunciar como pasado lo que a\u00fan hoy es por venir (Lc 1,51-55). La oraci\u00f3n mariana se nutre de fe y la sostiene. Por fe ahij\u00f3 a su Dios; por tener como Se\u00f1or a Dios, lo tuvo como hijo. Por serle esclava, llev\u00f3 salvaci\u00f3n a quien serv\u00eda; y por servir a quien la necesitaba, se convirti\u00f3 en orante estupenda.
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\nBel\u00e9n<\/em><\/strong> (Lc 2,1-21)<\/em>
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\nAlumbrando en Bel\u00e9n al hijo de Dios, Mar\u00eda bien pudo sentirse libre de su promesa a Dios (Lc 2,1\u201120). Nada m\u00e1s le hab\u00eda pedido el \u00e1ngel en Nazaret; y ella no se hab\u00eda declarado dispuesta a ninguna otra cosa (Lc 1,31.38). Su camino de fe podr\u00eda darse por concluido, y de forma sobresaliente. No fue as\u00ed: madre por creyente, tendr\u00e1 que seguir creyendo para seguir siendo madre.
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\nEn Bel\u00e9n nada se realiza de cuanto le fue prometido; reci\u00e9n parido, su hijo no encuentra hogar; no es acogido, no ya como el rey anunciado (Lc 1,32\u201133), ni siquiera como ni\u00f1o bien nacido (Lc 2,7). Mar\u00eda tiene que o\u00edr el evangelio<\/em> (Lc 2,17) de unos pastores que pasaban la noche de vigilia; cuando puede ufanarse de tener cumplida la misi\u00f3n, no oye voces de \u00e1ngeles, recibe informaci\u00f3n de hombres. \u00bfPuede extra\u00f1ar que tenga que guardar en el coraz\u00f3n, para all\u00ed escudri\u00f1arlo, cuanto sucede ante sus ojos (Lc 2,19)?
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\nPeregrina por fe, avanza Mar\u00eda poco a poco en el misterio: el Dios a quien dio a luz la iba hundiendo en la tiniebla. Una aventura que se ha iniciado con fe no se salda perdi\u00e9ndola; pero su continuaci\u00f3n exige mayor fianza. Un Dios bien servido impone mayores servidumbres con menores apoyos. \u00bfO es que pod\u00eda ser de otro modo?
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\n Jerusal\u00e9n<\/em><\/strong> (Lc 2,22-39.40-52)<\/em>
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\nCumplir con la ley de Mois\u00e9s lleva a Mar\u00eda a Jerusal\u00e9n, dos veces; la primera, siendo Jes\u00fas infante de d\u00edas (Lc 2,39); la segunda, poco antes de inaugurar su mayor\u00eda de edad (Lc 2,41\u201142). Esas dos subidas a Jerusal\u00e9n encuadran infancia y adolescencia de Jes\u00fas; crece el hijo de Dios (Lc 2,40), mientras su madre acata la ley de Dios. La obediencia al querer de Dios no exime a Mar\u00eda del seguimiento diario de su voluntad escrita; gu\u00eda bien hacia Dios quien mejor cumple su ley; madre obediente, Mar\u00eda educa a su hijo en la obediencia. Oficio es de obedientes servir a Dios y promover su servicio entre los suyos.
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\nA los cuarenta d\u00edas del alumbramiento, la madre deb\u00eda purificarse y el ni\u00f1o ser consagrado a Dios (Lc 2,22-24). En el templo de Jerusal\u00e9n les esperaba, de nuevo, el buen Dios y noticias no muy buenas. Un creyente justo, que ha envejecido sin perder la esperanza, es el portavoz: la salvaci\u00f3n, ahora entrevista (Lc 2,29\u201132), poco tiene que ver con la anunciada por el \u00e1ngel, en Nazaret (Lc 1,30\u201133), o por los pastores en Bel\u00e9n (Lc 2,10\u201114). Las previsiones sobre el ni\u00f1o empeoran (Lc 2,34), al igual que las que ata\u00f1en a su madre (Lc 2,35); no se libera la madre del hijo ni de su negro porvenir, ser contradicci\u00f3n y esc\u00e1ndalo para el pueblo. \u00a1Una espada en el coraz\u00f3n es el salario del servicio a Dios bien cumplido!. Mar\u00eda se pierde como mujer, por no perderse, como madre, al hijo, ni, como creyente, a Dios.
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\nA\u00f1os m\u00e1s tarde, tambi\u00e9n en Jerusal\u00e9n, perder\u00e1 \u2013 esta vez s\u00ed, aunque unos d\u00edas solamente – al hijo para toparse con el Hijo de Dios (Lc 2,41-50). Como cualquier creyente, Mar\u00eda pas\u00f3 por la an\u00e9cdota, no por com\u00fan menos dolorosa, de que se le extraviara Jes\u00fas; y despu\u00e9s de tres d\u00edas de angustiosa b\u00fasqueda, crey\u00f3 haberlo recuperado…, para tener que aceptar, a rengl\u00f3n seguido, haberlo perdido, esta vez s\u00ed, definitivamente (Lc 2,48\u201149). No fue lo peor que tuviera que ver en su hijo al Hijo de Dios, mucho peor tuvo que ser convivir durante a\u00f1os con un hijo que se <\/em>sab\u00eda, y as\u00ed se quer\u00eda, de Dios <\/em>(Lc 2,49.51). La cercan\u00eda con Dios priv\u00f3 a Mar\u00eda de las luces que da la maternidad (Lc 2,50): mayor proximidad exige siempre m\u00e1s fe.
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\nLlama la atenci\u00f3n que en el relato evang\u00e9lico del ministerio de Jes\u00fas escaseen tanto las noticias sobre Mar\u00eda. Y es que casi toda la informaci\u00f3n que la tradici\u00f3n apost\u00f3lica nos ha legado sobre Jes\u00fas de Nazaret pertenece a este per\u00edodo. El silenciamiento de la persona de Mar\u00eda no pudo ser creaci\u00f3n de los evangelistas; su pr\u00e1ctica desaparici\u00f3n en el relato refleja un hecho hist\u00f3rico: mientras Jes\u00fas se dedicaba por entero a predicar el reino de Dios, no cont\u00f3 con la compa\u00f1\u00eda, quiz\u00e1 ni siquiera con la comprensi\u00f3n, de los suyos (Mc 3,20\u201121; Jn 7,1\u20115).
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\nLa evidencia no puede ser m\u00e1s expl\u00edcita: durante el ministerio p\u00fablico de Jes\u00fas los evangelistas no recogieron m\u00e1s que tres episodios que mencionan a la madre de Jes\u00fas; en ning\u00fan caso ha sido identificada por su nombre, Mar\u00eda; lo ha sido por su funci\u00f3n de madre (Jn 2,1; Lc 8,19). Su intervenci\u00f3n en la cr\u00f3nica del hacer de Jes\u00fas se va diluyendo poco a poco; si en el primer incidente, en Can\u00e1 de Galilea, Mar\u00eda tiene un cierto protagonismo (Jn 2,33), en el \u00faltimo ni siquiera aparece en escena (Lc 11,27\u201128).
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\nEstos tres momentos en los que se habla de la madre de Jes\u00fas tienen una tem\u00e1tica com\u00fan: la fe es el camino para llegar a ser familia de Jes\u00fas. Si algo a\u00f1aden a la imagen evang\u00e9lica de la Mar\u00eda creyente es el se\u00f1alar que hubo un tiempo de separaci\u00f3n e, incluso, de incomprensiones mutuas: mientras Jes\u00fas andaba predicando el reino, sin tiempo siquiera para comer (Mc 3,20), los suyos pensaban que no estaba en sus cabales (Mc 3,21); nada extra\u00f1o que no lograsen creer en \u00e9l (Jn 7,5).
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\nLo sucedido en Can\u00e1 (Jn 2,1\u201110), en lo que al peregrinaje de fe de Mar\u00eda se refiere, delata, precisamente, esa diversidad de intereses entre madre e hijo. La madre se ocupa en ayudar a una familia novel en apuros; el hijo est\u00e1 preocupado por la hora de su manifestaci\u00f3n p\u00fablica: la ruptura, marcada por Jes\u00fas y superada por la reacci\u00f3n de confianza de Mar\u00eda (Jn 2,5), no puede ser m\u00e1s neta (Jn 2,4). Es verdad que el signo que adelant\u00f3 la hora y la fe de los disc\u00edpulos se debi\u00f3 a la intervenci\u00f3n de Jes\u00fas (Jn 2,11); pero no es menos cierto que la madre estuvo all\u00ed donde surgi\u00f3 la fe, y los disc\u00edpulos se convirtieron, de acompa\u00f1antes curiosos (Jn 1,38), en creyentes y familiares (Jn 2,11\u201112).
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\nLa distancia entre Jes\u00fas y su familia, madre y hermanos, se agranda en un p\u00fablico incidente con ellos (Lc 8,19\u201121). Jes\u00fas, quien anunciando el reino en par\u00e1bolas andaba explicando sus leyes (Lc 8,4\u201118), opta por considerar familia propia a quien tiene la escucha de Dios y la pr\u00e1ctica de su voluntad como tarea de por vida. Aunque Lucas aminore la dureza del reproche (Mc 3,20\u201122.31\u201135; Mt 12,46\u201150), no puede obviarse la sorpresa que crea el comportamiento de Jes\u00fas. Si no se acepta que Mar\u00eda no compart\u00eda proyecto de vida con su hijo, mientras \u00e9ste recorr\u00eda Galilea predicando el reino, no se encuentra explicaci\u00f3n alguna al hecho. Y ello lleva a concluir que, maduro ya Jes\u00fas y entregado a la evangelizaci\u00f3n, deb\u00eda madurar a\u00fan m\u00e1s en la fe su madre; al menos, entonces, Mar\u00eda no estuvo donde estaba su hijo, ni hac\u00eda lo que hac\u00edan los disc\u00edpulos.
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\nNo es otra la ense\u00f1anza del breve incidente, recordado \u00fanicamente por Lucas, en el que una mujer, entusiasmada de o\u00edr hablar a Jes\u00fas, bendice a su madre; Jes\u00fas corrige inmediatamente la exageraci\u00f3n, sin negar la bienaventuranza (Lc 11,27-28). Si su madre lo bienaventuada, no lo debe a su maternidad f\u00edsica sino a la escucha de la Palabra. Aunque casual, no deja de ser significativo que la \u00fanica sentencia que tenemos de Jes\u00fas adulto sobre su madre no elogie su maternidad f\u00edsica, por virginal que fuera, algo que le fue concedido como gracia (Lc 1,30-31.34\u201135), sino que la bendiga por su sometimiento a la voluntad divina (Lc 11,28; 1,36). Vivir oyendo a Dios y guardando su querer es la \u00fanica raz\u00f3n v\u00e1lida que admite Jes\u00fas para entusiasmarse con Mar\u00eda.
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\nSi durante el ministerio p\u00fablico la figura de Mar\u00eda se desvanec\u00eda lentamente, mientras ocurrieron los sucesos claves de fe cristiana, a saber, pasi\u00f3n, muerte y resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas, estuvo pr\u00e1cticamente ausente. No deja de ser llamativo.
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\nLa tradici\u00f3n evang\u00e9lica s\u00f3lo la recuerda en una breve escena al pie de la cruz (Jn 19,25\u201127); y fuera de ella, Lucas nos ha dejado noticia de su presencia en medio de la comunidad de creyentes (Hch 1,14). En ambos episodios, Mar\u00eda, que no tiene protagonismo alguno digno de menci\u00f3n durante los hechos pascuales, aparece como mero convidado de piedra: nada tiene que decir, s\u00f3lo se anota su presencia ante la cruz, compartiendo dolor y obediencia con el disc\u00edpulo, en el cen\u00e1culo, participando en la oraci\u00f3n de los ap\u00f3stoles. Su largo peregrinaje de fe ha llegado a la meta: vivir\u00e1 cuidada por un disc\u00edpulo (Jn 19,27) y entre ap\u00f3stoles que rezan a la espera del Esp\u00edritu (Hch 1,14).
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\nNo es sano m\u00e9todo inventar hoy lo que la tradici\u00f3n quiso callar, aunque haya dejado algo desdibujada la imagen b\u00edblica de Mar\u00eda. Cuanto mayor respeto nos merezca la versi\u00f3n apost\u00f3lica del peregrinaje mariano de fe, tanto mejor es su ense\u00f1anza y tanto mayor ser\u00e1 nuestra cercan\u00eda a su aventura real. De poco sirve dejar hablar al coraz\u00f3n, por piadoso y bienintencionado que est\u00e9, cuando ya ha hablado Dios.
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\nLa Mar\u00eda del NT, es decir, la virgen de Nazaret fue mujer de fe. Es la creyente que, evangelizada antes de que naciera el evangelio de Dios, lleva la salvaci\u00f3n a quien se pone a servir tras declararse sierva s\u00f3lo de Dios. En el servicio al pr\u00f3jimo encuentra la ocasi\u00f3n de su oraci\u00f3n, que publica su propia experiencia de Dios; experta en el Dios al que ha dado cobijo en su seno, se convierte, orando, en profeta. En el momento de alumbrar al hijo que fue posible por su fe, lo que de \u00e9l se dec\u00eda la sume en la incomprensi\u00f3n; cuanto m\u00e1s se le anuncia el porvenir de su hijo, menos coincide con cuanto se le hab\u00eda predicho para lograr su consentimiento primero. Tendr\u00e1 que iniciar un camino durante el cual crece Dios en su hijo y la oscuridad en su coraz\u00f3n. La p\u00e9rdida de Jes\u00fas ni\u00f1o en el templo es signo premonitorio de una v\u00eda a\u00fan m\u00e1s doloro\u00adsa: tendr\u00e1 que convivir en casa con un hijo que se sabe de Dios, pero que le est\u00e1 su\u00adjeto por un tiempo. El distanciamiento \u2013 efectivo y afectivo \u2013 se har\u00e1 palpable, cuando Jes\u00fas deje el hogar para tener el reino como tarea de por vida; Jes\u00fas elige como familia propia a los oyentes de Dios…, \u00a1en presencia de su madre y sus hermanos!. Y antes de morir, y sin pedirles su consentimiento y s\u00ed obediencia, dejar\u00e1 a la madre al cuidado del disc\u00edpulo m\u00e1s amado. En su \u00faltima aparici\u00f3n dentro del NT, Mar\u00eda se queda compartiendo esperas y oraci\u00f3n con los ap\u00f3stoles; la comunidad apost\u00f3lica en oraci\u00f3n es la meta de su peregrinar: lo que se inici\u00f3 en Nazaret, en medio de un di\u00e1logo a solas con un \u00e1ngel, termina en Jerusal\u00e9n en medio de ap\u00f3stoles orantes y expectantes.
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\nSemejante aventura personal de fe hace a la Mar\u00eda del NT la mejor pedagoga para infancias, la de Jes\u00fas, la de la fe de los disc\u00edpulos, la de la comunidad cristiana. Mar\u00eda pertenece all\u00ed donde haya de nacer el Salvador, o donde se precise cuidar sus primeros pasos vi\u00e9ndolo crecer. Habr\u00eda que recuperar, pues, a Mar\u00eda, la del NT, all\u00ed donde se quiere anunciar hoy la salvaci\u00f3n y vivir de su evangelio. Mar\u00eda pertenece all\u00ed donde haya de nacer la fe en el coraz\u00f3n de los disc\u00edpulos, aunque sea a costa de anticipar el d\u00eda del Se\u00f1or y su gloria. Quienes siguen a Jes\u00fas hoy necesitan tener a Mar\u00eda como compa\u00f1era de vida si quieren, cur\u00e1ndose de su curiosidad, convertirse en creyentes. Mar\u00eda pertenece all\u00ed donde nace la iglesia, llena de miedos y de esperanzas, en ora\u00adci\u00f3n y entre ap\u00f3stoles. Hu\u00e9rfana de Mar\u00eda, no podr\u00eda una comunidad que se sabe en\u00adviada al mundo soportar la espera del Esp\u00edritu sin perder la esperanza.
\n <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"