{"id":9167,"date":"2004-03-01T00:00:11","date_gmt":"2004-02-29T22:00:11","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9167"},"modified":"2004-03-01T00:00:11","modified_gmt":"2004-02-29T22:00:11","slug":"el-servicio-testimonial-de-las-comunidades-de-referencia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/el-servicio-testimonial-de-las-comunidades-de-referencia\/","title":{"rendered":"El servicio testimonial de las comunidades de referencia"},"content":{"rendered":"
Secundino Movilla<\/strong> Habr\u00e1 que poner los medios adecuados para que la referencia act\u00fae y surta el efecto deseado. No siempre es la ausencia de comunidades lo que hace inoperante la referencia; a veces esas comunidades s\u00ed existen y, sin embargo, no se da entre ellas y los grupos que saben de su existencia ese fluir reflejo admirativo y estimulante. \u00bfPor qu\u00e9 raz\u00f3n? Probablemente porque no funciona entre unos y otras la conveniente relaci\u00f3n e intercomunicaci\u00f3n. Es preciso, por lo tanto, que para que la referencia resulte operativa de hecho se den unas determinadas condiciones o se cumplan unos precisos requisitos. Secundino Movilla Secundino Movilla es Profesor del Instituto de Catequ\u00e9tica San P\u00edo X (Madrid). Ha publicado recientemente el libro Pastoral con adolescentes y j\u00f3venes S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Subraya principalmente c\u00f3mo sigue siendo necesario en la Iglesia y, por tanto, en la acci\u00f3n pastoral, que existan comunidades de referencia, capaces de vivir y generar […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[868,94,549],"tags":[],"class_list":["post-9167","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-326","category-mision-joven-2","category-secundino-movilla"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9167"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=9167"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9167\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=9167"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=9167"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=9167"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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\nSecundino Movilla<\/strong> es Profesor del Instituto de Catequ\u00e9tica San P\u00edo X (Madrid). Ha publicado recientemente el libro Pastoral con adolescentes y j\u00f3venes<\/em>
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nSubraya principalmente c\u00f3mo sigue siendo necesario en la Iglesia y, por tanto, en la acci\u00f3n pastoral, que existan comunidades de referencia, capaces de vivir y generar una pertenencia eclesial gozosa; comunidades que puedan ser est\u00edmulo para otras que est\u00e1n en v\u00edas de constituirse como tales. Presenta tambi\u00e9n sus rasgos caracter\u00edsticos: fraternidad, comuni\u00f3n, celebraci\u00f3n, testimonio de la resurrecci\u00f3n, comunicaci\u00f3n solidaria de bienes. Y propone algunos medios para la referencia act\u00fae: encuentro y relaci\u00f3n, voluntad de comunicarse, estilo propositivo, testimonio.
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\nSe habla menos hoy d\u00eda de comunidad y de comunidades en la Iglesia que hace unos a\u00f1os. Y se sue\u00f1a tambi\u00e9n menos con aquel ideal de \u201ccomunidad de creyentes\u201d (LG 9), \u201ccomunidad fraterna\u201d (GS 32), \u201ccomunidad de vida, de caridad y de verdad\u201d (LG 9) con que el Concilio Vaticano II nos entusiasm\u00f3 refiri\u00e9ndose a la Iglesia. Y como se habla y se sue\u00f1a menos, se trabaja y cultiva menos lo comunitario.
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\nNo estamos ya en los tiempos de renovaci\u00f3n posconciliar que tantas y tan ilusionantes realizaciones comunitarias suscit\u00f3; nuestro trabajo pastoral no est\u00e1 para m\u00e1s cambios y m\u00e1s experimentos, y es hora de volver ya a la normalidad. Eso es lo que piensan algunos, ampar\u00e1ndose en la ley del p\u00e9ndulo que asegura que a momentos de entusiasmo y de euforia les siguen siempre momentos de apagamiento y de sosiego, que al periodo de flujo o de pleamar le sucede indefectiblemente el reflujo o la bajamar. Y es algo que sirve incluso de excusa para decir: \u201ctotal, como apenas existen comunidades de referencia, no va a ser posible que surjan otras comunidades de pertenencia\u201d.
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\nOtros, por el contrario, pensamos que para las grandes afirmaciones y propuestas del Vaticano II no cabe ning\u00fan tipo de reflujo ni de aminoraci\u00f3n. Y no cabe especialmente para esa faceta comunitaria que ha de caracterizar siempre a la Iglesia, que la lleva a entenderse a s\u00ed misma y a manifestarse como \u201ccomunidad de comunidades\u201d. \u00bfQue no existen comunidades de referencia? Pues \u201chabr\u00e1 que forzarlas para que puedan ser\u201d.
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\nPor comunidades de referencia<\/em> se entiende de ordinario comunidades ya constituidas, en las que Jes\u00fas, el Cristo, representa el verdadero polo de atracci\u00f3n, en las que el Evangelio se convierte en norma de vida, en las que se ponen en pr\u00e1ctica los valores evang\u00e9licos del amor fraterno, del servicio mutuo, de la oraci\u00f3n asidua, de la celebraci\u00f3n gozosa, del compromiso solidario con los pobres, del anuncio incontenible de la Buena Nueva, etc., como medio para ser \u201cgermen y principio del Reino\u201d (LG 5). Comunidades as\u00ed configuradas se convierten autom\u00e1ticamente en referencia<\/em> para los miembros que de ellas forman parte, es decir, en universo de significados que ilumina, inspira y da sentido al pensar, obrar y sentir de los que se reconocen a ellas vinculados; y se convierten tambi\u00e9n, seg\u00fan las oportunidades y las circunstancias, en referencia<\/em> posible para aquellos que inician, progresan y aspiran a una determinada forma o estilo de vivir comunitario, en ejemplo, est\u00edmulo y espejo[1]<\/a> de lo que ellos quisieran llegar a ser.
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\nRelacionada con la referencia est\u00e1 tambi\u00e9n la pertenencia<\/em>. Por pertenencia se suele entender la presencia real, la vinculaci\u00f3n directa, la participaci\u00f3n y la implicaci\u00f3n activas en un determinado colectivo grupal. Hablar de pertenencia comunitaria es hablar del espacio donde las personas se encuentran, se relacionan, conviven, est\u00e1n con los dem\u00e1s y toman parte activa en las actividades que la comunidad realiza tanto hacia dentro como hacia fuera. La pertenencia es condici\u00f3n imprescindible para que las personas vayan descubriendo en el grupo o en la comunidad una determinada referencia. La pertenencia es, pues, camino para la referencia.
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\nPero llega un momento en el itinerario grupal o comunitario en que la referencia prevalece sobre la pertenencia, en el sentido de que lo importante son los valores referenciales que se han gestado en el grupo, valores que los miembros asimilan y asumen, se remiten a ellos como fuente de inspiraci\u00f3n y de sentido y de ellos viven; y aunque disminuya o var\u00ede el estilo de la pertenencia, la referencia sigue ejerciendo en cada uno de ellos su influencia. Es el momento en que ciertamente puede afirmarse que la referencia genera pertenencia; en que, sobre todo proyectada al exterior, la referencia puede suscitar una cierta atracci\u00f3n y adhesi\u00f3n, puede convocar y poner a otros en la \u00f3rbita del vivir en grupo o en comunidad, puede animar e impulsar a alcanzar lo que ella refleja. Es el momento en que la referencia provoca y despierta la afici\u00f3n por nuevas pertenencias.
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\nCon estas aclaraciones por delante, voy a fijarme ahora en lo que de verdad est\u00e1 llamada a ser una comunidad cristiana de referencia<\/em>, para exponer a continuaci\u00f3n c\u00f3mo <\/em>ha de operar y ejercerse esa referencia de unas comunidades a otras, y para qu\u00e9<\/em> ha de servir en definitiva ese ejercicio de vinculaci\u00f3n referencial.
\n <\/p>\n\n
\nHablamos de esa peculiar forma y estilo de ser comunidad que despierta en los grupos cristianos y en los fieles buscadores de comunidad una cierta admiraci\u00f3n y simpat\u00eda, un cierto atractivo por llegar a parecerse a ella. Hablamos del influjo estimulante y ben\u00e9fico que pueden llegar a ejercer unas comunidades m\u00e1s consolidadas sobre otras que se consideran m\u00e1s incipientes. Un influjo que da la impresi\u00f3n a primera vista de que procede de las comunidades m\u00e1s pr\u00f3ximas, de las que son contempor\u00e1neas, de las que son m\u00e1s conocidas y tratadas -de lo que puede considerarse como referencia del presente <\/em>o referencia inmediata<\/em>-; pero un influjo que en el fondo proviene tambi\u00e9n de la ejemplaridad que a lo largo del tiempo se ha ido desprendiendo del vivir comunitario de las primeras comunidades cristianas -de lo que com\u00fanmente se tiene por referencia del pasado <\/em>o referencia originaria<\/em>-. Dos tipos de referencias que en manera alguna han de ser vistos como contrapuestos, sino m\u00e1s bien como complementarios.
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\nLa referencia inmediata <\/em>es la m\u00e1s evidente, la que mejor se percibe y se nota, la que parece que opera m\u00e1s directamente por ser la m\u00e1s actual y contempor\u00e1nea, la m\u00e1s pr\u00f3xima y cercana, la m\u00e1s actualizada. Lo que no impide que a veces esa referencia resulte dif\u00edcil de ser aceptada, por lo plural y diversa que se manifiesta en comunidades tan variadas, por la forma tan variable y cambiante que reviste en las comunidades que llevan m\u00e1s o menos tiempo de duraci\u00f3n, por la variabilidad oscilante que se advierte en las comunidades seg\u00fan que \u00e9stas est\u00e9n atravesando por un buen momento o se vean afectadas por las crisis. Siempre es de apreciar que la referencia del presente y de la proximidad tenga visos de ser la m\u00e1s aventajada, aunque a veces se vea condicionada y afectada por tanta variabilidad e intermitencia[2]<\/a>. A esto es a lo que solemos com\u00fanmente referirnos cuando pedimos e invocamos que existan comunidades de referencia, es decir, a comunidades que, aqu\u00ed y ahora, puedan ser referente y est\u00edmulo para otras que est\u00e1n en v\u00edas de constituirse como tales.
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\nNo basta, sin embargo, con la oportunidad de contar con referencias inmediatas. A los grupos que aspiran a ser comunidad les es muy conveniente remitirse e inspirarse tambi\u00e9n en la referencia originaria<\/em> que nos viene recomendada y ofrecida en las comunidades del Nuevo Testamento. Y es que en esas comunidades, guiadas y acompa\u00f1adas por la fuerza del Esp\u00edritu precisamente en el estadio de la g\u00e9nesis y de la configuraci\u00f3n inicial de su vivir comunitario, le ha sido dada a la Iglesia la referencia perenne por la que ha de orientarse y conformarse cualquier realizaci\u00f3n comunitaria posterior a lo largo del tiempo. Tambi\u00e9n para nosotros, seguidores comunitarios del Jes\u00fas en el siglo XXI, nos ha de servir de ejemplo, de modelo y de referencia el vivir y el expresarse, el actuar y el organizarse de aquellas primeras comunidades cristianas.
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\nRasgos como la fraternidad y la comuni\u00f3n entre todos, la oraci\u00f3n asidua y la celebraci\u00f3n gozosa, la ense\u00f1anza impartida por los ap\u00f3stoles acompa\u00f1ada del testimonio de la resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or y la comunicaci\u00f3n solidaria de bienes (Hch 2,42-47; 4,32-35), constituyen hoy y siempre el ideal y el referente para quienes se sienten convocados y llamados a ser comunidad. La participaci\u00f3n corresponsable y activa, diferenciada y org\u00e1nica, de todos los que han sido destinados por Dios a ser miembros del cuerpo de Cristo (1 Cor 12,12-27), habr\u00e1 de ser otro elemento que los miembros comunitarios no podr\u00e1n dejar de practicar. Como tampoco podr\u00e1n de dejar de poner al servicio de los dem\u00e1s los carismas que a unos y a otros les otorga el Esp\u00edritu para el bien y el provecho com\u00fan (1 Cor 12,4-11). As\u00ed es como se ir\u00e1 trabando el cuerpo de Cristo (Ef 4,15-16; Col 2,19), que tiene su plasmaci\u00f3n en la comunidad, y as\u00ed es como, a la manera de piedras vivas, se ir\u00e1 edificando la construcci\u00f3n comunitaria de la Iglesia (1 Ped 2,5).
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\nTambi\u00e9n para el vivir comunitario del d\u00eda a d\u00eda y para las disposiciones y actitudes que conviene cultivar y ejercitar en la comunidad ofrece el Nuevo Testamento ense\u00f1anzas e instrucciones aleccionadoras. Por ejemplo, para la actitud de servicio con la que ha de desempe\u00f1arse cualquier ministerio (Mc 10,42-45; Gal 5,13), incluido el de la evangelizaci\u00f3n (Rom 1,9); para la acogida y la estima mutua (Rom 12,10); para la ayuda y preocupaci\u00f3n de los unos por los otros (Gal 6,2; 1 Cor 12,25); para la bondad y compasi\u00f3n que los miembros de la comunidad han de mostrarse entre s\u00ed (Ef 4,32); para la capacidad de soportarse unos a otros por amor (Ef 4,2), para amonestarse mutuamente (Rom 15,7) e incluso para, llegado el momento, perdonarse si es preciso (Mt 6,12; 18,21-22; Lc 17,4; Col 3,13); para ayudarse a llevar las respectivas cargas (Gal 6,2), para sostenerse (1 Tes 5,14) y mostrarse pacientes con todos, cuidando de que nadie devuelva a otro mal por mal (1 Tes 5,14-15; Rom 12,17), etc., etc[3]<\/a>.
\nQue una referencia pueda ser m\u00e1s fundante y ejemplarizante (referencia originaria) y otra m\u00e1s estimuladora y efectiva (referencia inmediata), poco importa. Lo que cuenta es que, tanto si proviene de la actualidad como si se remonta a las fuentes, la referencia cumpla efectivamente su funci\u00f3n de servir de est\u00edmulo y de ejemplo para quienes se deciden y optan por ser comunidad.
\n\u00a0<\/strong><\/p>\n\n
\nLa primera de esas condiciones o requisitos es la de la proximidad o cercan\u00eda, siquiera sea intencional, que debe avecinar unas comunidades a otras como condici\u00f3n de posibilidad de que entre ellas exista encuentro<\/em> y relaci\u00f3n<\/em>. Es por la v\u00eda del encuentro relacional y comunicativo como la referencia puede hacerse operante. Pues, \u00bfqu\u00e9 otra cosa es la referencia m\u00e1s que un determinado modo de comunicarse, por el que de parte de una comunidad -sujeto emisor- se irradia, sin pretensi\u00f3n expresa muchas veces, un cierto halo de ejemplaridad, que es percibido y acogido con muestras de admiraci\u00f3n y de simpat\u00eda por otra u otras comunidades -sujeto receptor-, de manera que \u00e9stas llegan a tomarlo como un ideal y un ejemplo para s\u00ed mismas?
\n
\nTrat\u00e1ndose de una modalidad comunicativa, lo primero que entonces hace falta es voluntad de comunicarse y de relacionarse entre grupos y comunidades. Para ello ser\u00e1 conveniente favorecer proximidades y encuentros que lleven al conocimiento mutuo, que susciten contactos beneficiosos para las dos partes, que propicien un trato real y verdadero que desmitifique cualquier percepci\u00f3n distorsionada de lo que los grupos y las comunidades son en realidad. Sin relaci\u00f3n, sin comunicaci\u00f3n y sin encuentro a duras penas la referencia podr\u00e1 hacerse efectiva.
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\nAdem\u00e1s de servirse de ese cauce tan habitual y normal de los encuentros y las relaciones, la referencia en acto ha de saber adoptar tambi\u00e9n un modo y un estilo propositivo<\/em>, abierto a la libre elecci\u00f3n (aceptaci\u00f3n\/rechazo) de quien lo recibe como una proposici\u00f3n y como una oferta, y ha de descartar, consecuentemente, cualquier otro modo forzado o impositivo. Nada bueno se llega a conseguir de las personas por la fuerza, y menos en cosas que tienen que ver con la fe, que es la experiencia suma de libertad. Y si ha de evitar ser impositiva, la referencia ha de cuidar asimismo de no ser paternalista<\/em> ni mostrarse con aires de superioridad. La transmisi\u00f3n de la referencia conviene hacerla de manera modesta y humilde, con talante sencillo y natural. Pues si de lo que se trata es de hacer ver y de significar precisamente la fraternidad, y una fraternidad de iguales, no parece l\u00f3gico que en el modo de testimoniar esa fraternidad se llegue a considerar a los otros como desiguales e inferiores y a tratarlos como tales.
\n
\nM\u00e1s a\u00fan, si lo que se practica es una referencia en clave de igualdad, tarde o temprano surgir\u00e1 la conciencia de que, en el hecho de ofrecer y de dar, algo se reciben tambi\u00e9n, y de que entre las comunidades as\u00ed relacionadas por la referencia se establece una especie de \u201cfeed-back\u201d que a todas beneficia y enriquece.
\nSumando ahora los aspectos de relaci\u00f3n y de aproximaci\u00f3n, de proposici\u00f3n y de oferta hecha en el respeto a la libertad, lo que parece indubitable es que el camino m\u00e1s adecuado para el ejercicio de la referencia es normalmente el del testimonio<\/em>. La referencia, en efecto, ni se fuerza ni se impone; la referencia sencillamente se testimonia y se propone.
\n
\nTestimoniar es el encargo que recibieron los ap\u00f3stoles y que seguimos recibiendo todos los cristianos. Ahora, eso s\u00ed, no se piense que testimoniar es una cosa f\u00e1cil. No es algo que haya que inventarse porque s\u00ed. Se da testimonio de lo que se ha \u201cvisto y o\u00eddo\u201d (1 Jn 1,3), de lo que se ha vivido, de lo que se ha asimilado y madurado. Y lo que sucede adem\u00e1s en el hecho de testimoniar es que de \u00e9l emana y surge una especie de vinculaci\u00f3n y de implicaci\u00f3n con aquellos a quienes va orientado y dirigido el testimonio. El testimonio no se puede vivir ni con despreocupaci\u00f3n ni con indiferencia, como si todo diese igual. El testimonio vincula y compromete. Por eso, entre las comunidades interrelacionadas por la referencia se establece una especie de compromiso com\u00fan. Un compromiso y una relaci\u00f3n que hay que procurar seguir alimentando y cultivando a lo largo del tiempo.
\n
\nUna \u00faltima precisi\u00f3n quisiera hacer en este apartado a prop\u00f3sito de la referencia, poni\u00e9ndome en la piel especialmente de quienes buscan, desean o sencillamente reciben referencias comunitarias. La precisi\u00f3n va en la l\u00ednea de evitar que se confundan referencias y modelos. Las primeras comunidades cristianas nos ofrecen referencias<\/em>, es decir, aspectos esenciales e importantes del vivir comunitario que nosotros, aqu\u00ed y ahora, hemos de saber retomar y recrear, en los que debemos inspirarnos y a los que hemos de saber dar forma concreta en las circunstancias determinadas en que nos encontramos. Pero, propiamente hablando, las primeras comunidades no nos imponen modelos<\/em> comunitarios que nosotros tengamos ahora que reproducir y repetir tal cual. De hecho, entre las comunidades del comienzo exist\u00edan las mismas referencias para unas y para otras, pero no eran iguales los modelos en que las encarnaban (no era lo mismo la comunidad de Jerusal\u00e9n que la de Antioqu\u00eda, ni la de Corinto igual que la de Roma, por ejemplo).
\n
\nParece esto una cosa simple de admitir, pero tiene sus consecuencias. Repetir un modelo comunitario es algo que puede hacerse casi mim\u00e9ticamente, sin pararse a pensar en si es oportuno, viable o significativo en un contexto diferente. Mientras que inspirarse y asumir las referencias de la comunidad originaria pide de suyo un esfuerzo notable de recrear y de configurar un nuevo modelo comunitario teniendo en cuenta las propias peculiaridades, circunstancias, condiciones y limitaciones. De ah\u00ed que, todav\u00eda hoy, bajo la misma inspiraci\u00f3n comunitaria proliferen tantos y tan variados modelos y modalidades de comunidad. Y es bueno que sea as\u00ed, porque tambi\u00e9n en el principio las comunidades cristianas fueron plurales y diversas en su funcionamiento y en su organizaci\u00f3n[4]<\/a>.
\n\u00a0<\/strong><\/p>\n\n
\nPara dar fe de que las comunidades existen y de que por su medio se hace experimentable y patente el amor de Dios, un amor que es capaz de hermanar a los hombres. Pues si algo trata de reflejar una comunidad fraterna es precisamente eso, que Dios est\u00e1 con nosotros como lo estuvo en Jes\u00fas (Emmanuel) y que es reconocible y perceptible en el modo de quererse las personas que viven en fraternidad. La referencia sirve, en definitiva, para lo mismo que sirve el testimonio cristiano: para dar continuidad a la obra de Jes\u00fas que nos mostr\u00f3 el bien-decir y el bien-hacer de Dios para con todos.
\n
\nLa referencia ha de servir, en resumidas cuentas, para que las comunidades caigan en la cuenta antes que nada de lo que ellas son, de lo que en ellas acontece y de aquello de lo que son portadoras. Antes de pensar en ser est\u00edmulo y referencia para los dem\u00e1s, cada comunidad cristiana ha de reconocer y valorar lo que ella es en s\u00ed<\/em> y lo que est\u00e1 llamada a ser: espacio de fraternidad, comuni\u00f3n de fe, de vida y de amor, lugar donde se hace presente la salvaci\u00f3n de Dios. Ninguna comunidad puede pretender ser significativa para otros, si primero no es consciente ella misma de la significatividad que la habita. De ah\u00ed que el planteamiento mismo de la referencia lo que hace es reforzar la propia identidad comunitaria.
\n
\nPero la referencia ha de servir tambi\u00e9n para mantener vivo y actual el ideal<\/em> comunitario<\/em>, para que \u00e9ste no aminore ni decaiga, para que no se apague; antes al contrario, para que se multiplique y propague de unas comunidades a otras. El fen\u00f3meno que recogen los Hechos de los Ap\u00f3stoles, de que los primeros cristianos eran bien vistos en su forma comunitaria de vivir y \u201cgozaban de la simpat\u00eda del pueblo\u201d, se nos presenta justamente como el punto de enganche que hizo que otros muchos se agregasen a la comunidad (Hch 2,47).
\n
\nNo se opone el hecho de reconocer que la comunidad es don de Dios, ni mucho menos el darse cuenta de \u201cllevar ese don o tesoro en vasos de barro\u201d (2 Cor 4,7) a causa de la fragilidad humana, al hecho de que la comunidad se vea a s\u00ed misma como instrumento en las<\/em> manos de Dios,<\/em> y se alegre y se goce al comprobar que otras comunidades, impulsadas por su testimonio, caminan por la misma senda del seguimiento de Jes\u00fas, un seguimiento que \u201cse prosigue, se persigue y se consigue\u201d en la comunidad[5]<\/a>.
\n
\nPero para lo que principalmente ha de servir la referencia es para iluminar el camino<\/em> y para impulsar la andadura<\/em> de grupos y de comunidades que no tienen muy claro hacia d\u00f3nde han de orientarse o c\u00f3mo han de plasmar su realidad comunitaria. Cuando esto se hace de un modo natural y sencillo se est\u00e1 llevando a la pr\u00e1ctica la recomendaci\u00f3n de Jes\u00fas de ser \u201csal de la tierra\u201d y \u201cluz del mundo\u201d, y de \u201cno esconder la luz bajo el celem\u00edn, sino de ponerla en el candelero, para que alumbre a todos los de la casa\u201d (Mt 5,14-15).
\n
\nConclusi\u00f3n<\/strong>
\n
\nUna de las quejas que se repiten hoy d\u00eda en nuestra pastoral comunitaria es que se echan en falta comunidades de referencia, que \u00e9stas apenas si existen, y que, cuando existen, lo que sucede es que a dichas comunidades les resulta dif\u00edcil cumplir con la funci\u00f3n de estimular a otras que son m\u00e1s incipientes. Es una limitaci\u00f3n que no podemos ignorar y que nos hace a todos conscientes del gran desaf\u00edo que tenemos por delante.
\nQue sean pocas y que escaseen no deber\u00eda ser, creo yo, la cuesti\u00f3n que m\u00e1s nos haya de preocupar, dado que los n\u00fameros nunca han sido los mejores indicadores de la pastoral. Que no lleguen a hacerse significativas o que no cumplan con su funci\u00f3n de referencia, por tantos imponderables y condicionamientos como en la pr\u00e1ctica se dan, eso s\u00ed que debe constituir, a mi entender, la verdadera y cabal preocupaci\u00f3n. A esto \u00faltimo, pues, es a lo que tendremos dedicar todos -grupos, comunidades y pastores- nuestros mejores esfuerzos y contribuciones.
\n
\n
\n[1]<\/a> Lo de referencia tiene que ver con el espejo que refleja la luz y las cosas por la luz ba\u00f1adas. Tiene que ver con la luna que refleja y proyecta la luz del sol. Por eso se ha querido pensar en las comunidades de referencia como en \u201ccomunidades-Jeric\u00f3\u201d (Jeric\u00f3 significaba \u201cciudad de la luna\u201d) por el reflejo luminoso que de ellas se deriva y se proyecta.
\n[2]<\/a> En el documento Servicio pastoral a las peque\u00f1as comunidades cristianas<\/em>, que dio a conocer all\u00e1 por los a\u00f1os ochenta la Comisi\u00f3n Episcopal de Pastoral, se apuntaban una serie de aspectos positivos y de aspectos negativos de las peque\u00f1as comunidades que bien pueden coincidir con las posibilidades y dificultades que se advierten en el ejercicio de la referencia inmediata.
\n[3]<\/a> Muchas han sido las obras que han puesto de relieve esa ejemplaridad y referencia que se desprende de las primeras comunidades cristianas, entre las que quiero destacar: Legido, M., Fraternidad en el mundo<\/em> y Misericordia entra\u00f1able<\/em>, Salamanca 1982 y 1987; Pikaza, X., Hermanos de Jes\u00fas y servidores de los<\/em> m\u00e1s peque\u00f1os<\/em>, Salamanca 1984; Lohfink, G., La Iglesia que Jes\u00fas quer\u00eda<\/em>, Bilbao 1986 y Brown, R. E., Las Iglesias que los ap\u00f3stoles nos dejaron<\/em>, Bilbao 1986.
\n[4]<\/a> Hago esta observaci\u00f3n teniendo en mente el caso de comunidades (de adultos y de j\u00f3venes, pero principalmente de j\u00f3venes) que, a la hora de encontrarse y de compartir con otras comunidades a las que han tomado como referencia, lo que han hecho ha sido pedirles su \u201cproyecto comunitario\u201d para apropi\u00e1rselo de alguna manera, reproducirlo y copiarlo tal cual. Y la cuesti\u00f3n no es precisamente reproducir y copiar, sino inspirarse y recrear.
\n[5]<\/a> Boff, L., La fe en la periferia del mundo<\/em>, Santander 1981, 44.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"