{"id":9182,"date":"2004-01-01T00:00:05","date_gmt":"2003-12-31T22:00:05","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=9182"},"modified":"2004-01-01T00:00:05","modified_gmt":"2003-12-31T22:00:05","slug":"cuando-la-vida-pierde-el-sentido","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/cuando-la-vida-pierde-el-sentido\/","title":{"rendered":"Cuando la vida pierde el sentido"},"content":{"rendered":"

Federico de Carlos Otto<\/strong>
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\nFederico de Carlos Otto es sacerdote de la Di\u00f3cesis de Madrid. Licenciado en Filosof\u00eda y Doctor en Teolog\u00eda, ha dedicado muchos a\u00f1os a la ense\u00f1anza: Bachillerato, Facultad de Teolog\u00eda \u201cSan D\u00e1maso\u201d, Universidad San Pablo-CEU.
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/strong>
\nPartiendo de la convicci\u00f3n de que no es la vida la que tiene o no tiene sentido, sino que somos las personas quienes percibimos o no algo capaz de iluminar nuestra existencia, el autor analiza y reflexiona sobre la p\u00e9rdida de sentido por la que pasan tantos adolescentes y j\u00f3venes. Juzgar este hecho desde un nuevo horizonte lleno de posibilidades es el primer reto educativo-pastoral. Desde aqu\u00ed se\u00f1ala un conjunto de claves pedag\u00f3gicas: b\u00fasqueda, relativismo, belleza, meditaci\u00f3n, oblaci\u00f3n, esperanza.
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\nTengo un gran amigo al que le sobrevino la desgracia de sufrir un episodio severo de depresi\u00f3n. Se trata de una persona de una val\u00eda humana excepcional. Como cristiano, alucinante. Nadie en su entorno esperaba que, precisamente a \u00e9l, con su equilibrio, su madurez, su llamativo don de consejo, le pudiera ocurrir algo semejante. Pues le ocurri\u00f3. Y tard\u00f3 lo suyo en superar la enfermedad.
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\nCuando ya estaba casi curado, comimos con \u00e9l unos cuantos amigos. En los postres, me atrev\u00ed a preguntarle: \u201c\u00bfQu\u00e9 se siente cuando llega eso<\/em>? Con toda naturalidad y una notable habilidad a la hora de explicarse, nos dijo: \u201cPues es algo as\u00ed como si, estando en una habitaci\u00f3n en la que sueles pasar la mayor parte de tu vida y que, por tanto, dominas a la perfecci\u00f3n hasta en sus \u00faltimos rincones, de repente se hiciera una total oscuridad: una falta de luz insidiosa y persistente que, al rato, te hace sentirte presa de una total confusi\u00f3n: empiezas a no saber d\u00f3nde est\u00e1n las cosas, sufres una desorientaci\u00f3n espacial casi absoluta, sientes la amenaza de un miedo absurdo \u2013 pero incontrolable \u2013 a lo desconocido, etc. De golpe, se acaba un mundo y empieza a impon\u00e9rsete otro que te domina con despotismo, y te amedrenta sin contemplaciones\u201d.
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\nExpertos en la materia a los que alguna vez he contado esta conversaci\u00f3n, han elogiado lo ajustado de la met\u00e1fora que us\u00f3 mi amigo para su descripci\u00f3n del fen\u00f3meno depresivo. Sin embargo, en este art\u00edculo yo no tengo que hablar de la depresi\u00f3n, sino del sentido de la vida \u2013 presente o ausente \u2013 en determinados momentos de la existencia de los individuos; m\u00e1s en concreto, de los individuos que, por imperativo biol\u00f3gico y temporal, alcanzan esa edad que se llama \u2013 a veces con cierta conmiseraci\u00f3n \u2013 adolescencia, extendi\u00e9ndose no pocas veces al per\u00edodo de la primera juventud.
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  1. La crisis de sentido en la vida de los j\u00f3venes<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \nInicialmente, mi reflexi\u00f3n querr\u00eda ir en la siguiente direcci\u00f3n: no deber\u00edamos hablar propiamente de sentido de la vida; yo mismo lo acabo de hacer, pero quiero apresurarme a rectificar. Hablando con la debida precisi\u00f3n, as\u00ed lo veo yo, la vida ni tiene ni deja de tener sentido. Somos los individuos los que percibimos \u2013 o no \u2013 algo capaz de iluminar nuestra existencia y que, precisamente por eso, porque de hecho realmente la ilumina, nos resulta gratificante y tranquilizador, generador de alegr\u00eda y equilibrio. A ese algo convenimos en denominarlo sentido.
    \n 
    \nQue lo que acabo de decir no es gratuito sino que describe correctamente la realidad de las cosas, lo demuestra palmariamente un hecho que todos hemos podido comprobar m\u00e1s de una vez: circunstancias vitales pr\u00e1cticamente id\u00e9nticas, son percibidas de forma muy distinta por diferentes sujetos. Por ejemplo, la muerte del padre, aunque siempre resulte dolorosa, es vivida por unos como una tragedia espiritual, casi un cataclismo, que puede llegar a exigir tratamiento psicol\u00f3gico especializado, mientras que otros son capaces de integrarla en su esquema vital, ciertamente con tristeza, pero sin mayores sobresaltos.
    \n 
    \nTras esta sencilla aclaraci\u00f3n, podemos seguir reflexionando, despreocupados ya de las formas concretas de expresi\u00f3n que, en adelante, nada tiene por qu\u00e9 impedir discurran por los cauces ling\u00fc\u00edsticos convencionales: los que usamos en la conversaci\u00f3n de cada d\u00eda. Mi experiencia personal, quiero decir, la de mi propia vida y, sobre todo, la que me ha procurado bastante tiempo el contacto directo con gente adolescente y joven, me ha hecho sabedor de que, s\u00fabitamente casi siempre, se presenta en la vida un momento en el que, nadie sabe por qu\u00e9, se apaga la luz. La confortable habitaci\u00f3n en la que ha transcurrido la infancia, queda est\u00fapidamente a oscuras, y todos los referentes \u2013 todos \u2013 que nos permit\u00edan vivir acompa\u00f1ados de una felicidad no cuestionada, desaparecen, resultan inaccesibles, y hasta parecen querer iniciar con nosotros un siniestro juego del escondite que nos hace estremecer espiritualmente y nos obliga a gustar por primera vez \u2013 casi siempre, sin embargo, no por \u00faltima \u2013 la desagradable p\u00f3cima de la confusi\u00f3n existencial.
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    \n1.1. La experiencia de quedarse a oscuras<\/strong>
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    \nEsta confusi\u00f3n, o p\u00e9rdida de sentido, la he calificado de existencial porque quiero subrayar que afecta a la totalidad de la persona en su cualidad de ser viviente autoconsciente, y porque lo hace de forma privilegiada interesando a los centros m\u00e1s sensibles de la persona, que son, precisamente, aquellos en los que las evidencias, por su propia naturaleza, resultan menores pero parad\u00f3jicamente m\u00e1s necesarias. Por ejemplo, la esfera religiosa; por ejemplo, el ampl\u00edsimo campo de la relaci\u00f3n amorosa, y, m\u00e1s en general, interpersonal.
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    \nNada tiene de extra\u00f1o, pues, que, producido el apag\u00f3n, los afectados empiecen a sentirse perdidos, en primer lugar en esos \u00e1mbitos en los que sus certezas eran mayores y les brindaban m\u00e1s seguridad \u2013 Dios, los padres, etc. \u2013 pasando a percibirlos ahora como \u201ctraicioneramente\u201d problem\u00e1ticos.
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    \nSi aceptamos, siguiendo la met\u00e1fora, que se han quedado a oscuras, \u00bfnos extra\u00f1aremos de que les hiera precisamente la falta de luz de aquello que era hasta entonces el foco luminario m\u00e1s sobresaliente e indiscutible? \u00bfNos escandalizar\u00e1 que empiecen a vengarse de las estrellas apagadas, sustituy\u00e9ndolas por otras, que esperan y desean no les jueguen en el futuro la misma pasada (ellos dir\u00e1n, desde luego, \u201cputada\u201d)?
    \n 
    \nNo. Nadie debe de extra\u00f1arse, nadie tiene por qu\u00e9 escandalizarse. Ni los protagonistas, ni los que asisten, a veces asustados, a veces, en el fondo, divertidos, siempre, desde luego, incomodados, al espect\u00e1culo de unos seres que, de la noche a la ma\u00f1ana, se han quedado a la intemperie: una intemperie que, para m\u00e1s inri, es como un agujero\u2026 negro.
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    \nCreo sinceramente que esto que acabo de decir es el principio fundamental desde el que habr\u00eda que abordar la crisis de sentido, o como quiera llamarse, a la que nos estamos refiriendo: un realismo integral que acepte de verdad y con todas sus consecuencias la nueva situaci\u00f3n. Ahora bien, me permito a\u00f1adir que se debe tratar de una aceptaci\u00f3n \u201cqu\u00edmicamente pura\u201d; es decir, una aceptaci\u00f3n que renuncia a la confortable compa\u00f1\u00eda del juicio, sea \u00e9ste del car\u00e1cter que sea. Enti\u00e9ndaseme: el hecho de que se colapse el sentido, que desaparezca Dios del horizonte, que los padres se conviertan en potenciales \u2013 y a veces reales \u2013 enemigos, que el mundo en general sea considerado como integrado por seres est\u00fapidos y absurdos, incompetentes y hostiles; todo esto, que es el n\u00facleo de la percepci\u00f3n adolescente en el coraz\u00f3n de su crisis, no es ni bueno ni malo. Sencillamente, es. Y adem\u00e1s, constituye una oportunidad \u2013 para muchos, la \u00fanica en la vida, o, al menos, en muchos a\u00f1os \u2013 para revisar la \u201cinstalaci\u00f3n el\u00e9ctrica\u201d y todo el sistema o el juego de luces que iluminaba la estancia hasta ese momento con apariencia \u2013 falsa \u2013 de perdurabilidad.
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    \nTal vez la claridad con que se viv\u00eda la infancia iba acompa\u00f1ada de sombras que no se ve\u00edan: tal vez aquella pl\u00e1cida luz con la que se caminaba tan a gusto, era en realidad algo mortecina en comparaci\u00f3n con otras posibilidades luminot\u00e9cnicas entonces insospechadas. S\u00ed. La p\u00e9rdida de sentido es un acontecimiento que est\u00e1 ah\u00ed. Si somos capaces de no juzgarlo desde el lamento o la a\u00f1oranza de la p\u00e9rdida, sino m\u00e1s bien desde el anuncio \u2013 en claroscuro y ambig\u00fcedad, desde luego \u2013 de un nuevo horizonte lleno de mejores posibilidades, habremos dado el primer paso fundante y fundamental para poder avanzar y crecer con solidez hacia un futuro en el que la paz de la madurez compense la nostalgia del para\u00edso perdido de la infancia, idealizaci\u00f3n narcisista y pretenciosa de una \u2013 s\u00f3lo una \u2013 fase del ciclo vital, menos problem\u00e1tica, desde luego, pero, por eso mismo tambi\u00e9n, menos humana.
    \n 
    \n1.2. La invitaci\u00f3n a ir… en paz<\/strong>
    \n 
    \nSi, como estoy insinuando, este momento de la vida no es la hora de los moralistas, tampoco creo que sea la oportunidad de los mudos o de los fr\u00edvolos. A mi juicio, es la gran ocasi\u00f3n para dar la palabra a los sabios. Jes\u00fas, por ejemplo, es casi siempre bien recibido por adolescentes y j\u00f3venes: intuyen, sin duda, que lo que \u00e9l acent\u00faa no es la norma, sino la gracia; no el juicio, sino la acogida. No suelen sospechar, sin embargo, que adem\u00e1s de ser esto cierto, \u00e9l es tambi\u00e9n un sabio que dice cosas como \u00e9stas: \u201cSi el grano de trigo no muere, no puede dar fruto\u201d; o \u201cel que pierda su vida, la ganar\u00e1\u201d. \u00bfPor qu\u00e9 no les ense\u00f1amos a los adolescentes a ponerse a la escucha de unas palabras que \u2013 \u00e9stas s\u00ed \u2013 son revolucionarias y liberadoras? \u00bfPor qu\u00e9 tenemos miedo a ayudarles para que hagan y vivan a fondo la experiencia de muerte que supone esa p\u00e9rdida total de luz por la que atraviesan? \u00bfNo ser\u00eda mejor para ellos conocer lo que han dicho tantos sabios \u2013 por ejemplo, Buda \u2013 sobre el dolor y el sufrimiento, as\u00ed como sobre la forma concreta de abordarlo, antes que abrumarlos con ofertas de compromisos \u2013 casi siempre discutibles, cuando no poco realistas, y, a veces, incluso, disparatados \u2013 con los que creemos ingenuamente que les ayudamos a afrontar ese nuevo mundo hacia el que se dirigen desorientados y muchas veces aterrorizados, porque, en el fondo, no quieren asumirlo (es decir, no quieren morir al pasado por si, como sospechan, el futuro les exige m\u00e1s)?
    \n 
    \nEs posible que el desorientado sea yo, no lo descarto, pero me temo que los adultos solemos proceder con los adolescentes de una forma bastante neur\u00f3tica. Tal vez nos horroriza perderlos. Tal vez tampoco nosotros hemos muerto, o morimos cada d\u00eda. Seguimos queriendo ser su seno materno, pero ellos no quieren regresar a ning\u00fan \u00fatero, sino romper aguas para siempre, liberarse de cualquier enclaustramiento. \u00bfLes convenceremos de su error proponi\u00e9ndoles que vengan a reflexionar a nuestros grupos o comunidades, nueva familia que perciben, sin duda, como torpe suced\u00e1neo de la de verdad, con la que, por cierto, est\u00e1n enfrentados desde que se fue la luz?
    \n 
    \nMuchas veces he pensado que, cuando llega ese momento sobre el que estoy reflexionando, la mejor palabra que puede decir la Iglesia a sus queridos adolescentes y j\u00f3venes primerizos es: \u201cpod\u00e9is ir en paz\u201d. S\u00ed, es una palabra arriesgada; s\u00f3lo pensar en este enfoque, sentimos probablemente bastante desasosiego. \u00bfC\u00f3mo? \u00bfAbandonarlos a su suerte precisamente en el momento en que m\u00e1s nos necesitan? (Respuesta: ellos no suelen sentir en absoluto esa necesidad; nuestra tutela \u2013 a veces, adem\u00e1s, impuesta con cierto autoritarismo \u2013 la perciben, casi siempre, como intolerable intromisi\u00f3n en sus vidas con \u00e1nimo de dominarlas: (\u00bfy si tuvieran raz\u00f3n?). Quiero a\u00f1adir: la propuesta que acabo de insinuar no les abandona a su suerte; les invita, m\u00e1s bien, a marchar\u2026 en paz: interesante matiz, creo yo. Porque cuando un cristiano habla de paz, desea la paz, colabora en la construcci\u00f3n de la paz, etc., no lo hace con cinismo para quitarse al pr\u00f3jimo de encima y olvidarse de \u00e9l, sino para ofrecer al destinatario de su invitaci\u00f3n un \u201cpedazo\u201d del fundamento mismo de la vida y hasta del propio cosmos, es decir, un fragmento de Dios. Por eso, permitir que el adolescente vaya en paz es, adem\u00e1s de un santo deseo, un compromiso del que env\u00eda, el cual, al despedirlo, le regalar\u00e1 un zurr\u00f3n lleno de \u201ccosas \u00fatiles\u201d.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. Algunas claves educativas<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \n2.1. La clave de la<\/strong> b\u00fasqueda <\/strong>
      \n\u00a0<\/strong>
      \nUn adolescente tiene que o\u00edr como tema b\u00e1sico \u2013 y tal vez, casi \u00fanico, por lo menos muchas veces \u2013 del serm\u00f3n de sus hermanos cristianos, que s\u00f3lo el que busca encuentra y que s\u00f3lo el que encuentra, despu\u00e9s de haber buscado con honradez, termina siendo feliz y libre.
      \n 
      \nEsta clave necesita el complemento de lo que Roger Sch\u00fctz, hermano prior de Taiz\u00e9, llam\u00f3 bell\u00edsimamente \u201cdin\u00e1mica de lo provisional\u201d. Quiere esto decir, a mi juicio, que, invit\u00e1ndole a buscar sin descanso, y ofreci\u00e9ndole la provisionalidad como un dinamismo b\u00e1sico desde el que abordar la totalidad de su proyecto vital, al adolescente se le ayuda a salir de todo totalitarismo: el suyo propio, desde luego, pero tambi\u00e9n el de su familia, el de sus amigos, el de sus maestros, el de la moda, el de sus \u00eddolos musicales o lo que sean, y \u2013 last but not least<\/em> \u2013 el de la misma Iglesia.
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      \n2.2. <\/strong> La clave del relativismo<\/strong>
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      \nPor si suena un tanto fuerte, no me importa a\u00f1adir el adjetivo \u201csano\u201d al sustantivo relativismo. Esta clave, en mi opini\u00f3n, es muy importante y muy cristiana, aunque a muchos pueda parecerles extra\u00f1o sentar una afirmaci\u00f3n semejante. La entiendo en el sentido de la frase de San Pablo (frase, por cierto, que no s\u00e9 por qu\u00e9 se suele citar poqu\u00edsimo): \u201cProbadlo todo; quedaos con lo bueno\u201d. \u00bfTendremos miedo a decirle al adolescente que su rechazo o su cuestionamiento \u201cdel todo\u201d no est\u00e1 bajo anatema, sino que, en el contexto de la clave de la b\u00fasqueda y la provisionalidad, es, m\u00e1s bien, condici\u00f3n indispensable para poder llegar un d\u00eda a la madurez humana y tambi\u00e9n a la madurez de la fe? \u00bfNos empe\u00f1aremos en transmitirles \u201ccertezas\u201d apod\u00edcticas, pensando que s\u00f3lo as\u00ed lograr\u00e1n compensar su confusi\u00f3n, en vez de apoyar a fondo \u2013 desde nuestro equilibrio \u2013 su deseo de probarlo todo, de juzgarlo todo \u2013 pero, eso s\u00ed: absolutamente todo, empezando por ellos mismos y por sus propias certezas\u2013 para desembocar en la mejor opci\u00f3n?
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      \nEsto supone, desde luego, que aceptamos, al menos metodol\u00f3gicamente, sin esc\u00e1ndalos prematuros, la trasgresi\u00f3n como elemento inevitable en el proceso de madurez. Digan lo que digan los rigoristas, la trasgresi\u00f3n es, adem\u00e1s de inevitable, saludable e imprescindible; condici\u00f3n sine qua non de cualquier proceso de crecimiento y madurez. Eso s\u00ed, hablamos de una trasgresi\u00f3n metodol\u00f3gica, es decir, que no se queda en s\u00ed misma, sino que busca alcanzar la meta de una m\u00e1s depurada verdad y de una mejor praxis. Y sobre todo, resulta indispensable que quien la practica tenga la audacia de reconocerla como tal trasgresi\u00f3n: es decir, que no la pretenda revestir con el ropaje de lo correcto, ni se empe\u00f1e en absolutizarla en modo alguno, sino que acepte de buen grado y con honestidad su radical provisionalidad al servicio de algo mejor.
      \n 
      \n2.3. <\/strong>La clave de la est\u00e9tica<\/strong>
      \n 
      \nSiempre me ha sorprendido y preocupado lo poco que los creyentes (comunidades, parroquias, colegios, curas, monjas, educadores, etc.) \u201ccreemos\u201d en la est\u00e9tica y en sus virtualidades existenciales. Por ejemplo, un catequista \u2013 o, si se prefiere, los planes catequ\u00e9ticos para ser m\u00e1s exactos \u2013 rara vez se le ocurre incluir, que yo sepa, una visita a un museo como parte importante del programa correspondiente; o la escucha de una sinfon\u00eda o de una cantata, o una sesi\u00f3n bien preparada de buena m\u00fasica contempor\u00e1nea\u2026
      \n 
      \nEstamos convencidos de que Dios es bueno y es verdadero, es decir, de que Dios es la bondad y la verdad, pero muy pocas veces explicitamos que es, tambi\u00e9n, la belleza; y obramos en consecuencia. La experiencia est\u00e9tica puede ser, si no estoy equivocado, un camino lleno de posibilidades para ayudar a los que hemos despedido para que vayan en paz. Por cierto, mal servicio hacemos a la est\u00e9tica, cuando, cediendo a lo peor que su biso\u00f1ez alcanza, damos por buena la espantosa m\u00fasica o la deplorable decoraci\u00f3n lit\u00fargica que ellos y ellas generan (eso s\u00ed, s\u00f3lo durante unos meses casi siempre, porque luego se marchan hartos de repetir, domingo tras domingo, unas canciones de \u00ednfima calidad musical y nulo empaque religioso). Hacer la experiencia de lo bello a fondo, cuestionarse su origen y su naturaleza, entregarse a su fascinaci\u00f3n: he aqu\u00ed un camino para salir del t\u00fanel, para superar frustraciones y cansancios, para relativizar desenga\u00f1os, para intuir la meta de un futuro algo m\u00e1s apetecible.
      \n 
      \n2.4. <\/strong>La clave de la meditaci\u00f3n y la oblaci\u00f3n<\/strong>
      \n 
      \nProbablemente suene algo raro, pero creo que es imprescindible que ambas realidades, meditaci\u00f3n y oblaci\u00f3n, vayan siempre unidas, y as\u00ed se presenten como oportunidad existencial en la \u00e9poca que estamos analizando. Hablar de meditaci\u00f3n significa aqu\u00ed tomar en serio toda la esfera de la interioridad y su cultivo.
      \n 
      \nDurante mucho tiempo, se ha abordado todo este mundo de una forma que, aunque no me gusta la palabra, podr\u00edamos calificar como \u201cpoco profesional\u201d. Quiero decir: no se debe esperar nada de esas invitaciones que a veces se hacen a la gente de estas edades para que se pongan a rezar o a celebrar como si en este campo funcionaran unos automatismos merced a los cuales se pudieran reproducir, sin m\u00e1s, los clich\u00e9s del pasado o los modos del presente. No. El mundo de la interioridad: meditaci\u00f3n, oraci\u00f3n, contemplaci\u00f3n, etc., requiere una proped\u00e9utica, o si se prefiere, una mistagog\u00eda que deber\u00e1 realizarse con enorme amplitud, tanto en la utilizaci\u00f3n de t\u00e9cnicas (sin miedos absurdos procedentes casi siempre de una ignorancia \u201cprovinciana\u201d), cuanto en lo que se refiere a contenidos y enfoques. No sospechan los adolescentes (ni desgraciadamente la mayor\u00eda de sus educadores) lo que puede aportar a su vida, temporalmente oscurecida, un encuentro diario con lo m\u00e1s profundo de su propio ser a trav\u00e9s de breves momentos de meditaci\u00f3n silente al ritmo de una respiraci\u00f3n autocontrolada. Tampoco imaginan que, por ejemplo, la repetici\u00f3n constante del nombre de Jes\u00fas o de cualquier otro motivo debidamente ofrecido por un consejero competente, puede, a la larga, hacerles m\u00e1s libres y m\u00e1s aut\u00e9nticamente religiosos que muchas de esas misas con inflaci\u00f3n de guitarras y bongos que enmascaran, s\u00f3lo durante cincuenta minutos, un aburrimiento mortal para el que adem\u00e1s, pronto, pront\u00edsimo, demuestran no ser la soluci\u00f3n. Meditaci\u00f3n, silencio, oraci\u00f3n, ruptura de nivel: caminos indispensables para que ellos vayan en paz\u2026 y puedan volver enriquecidos.
      \n 
      \nPero adem\u00e1s, oblaci\u00f3n. Es decir: descubrimiento, doloroso casi siempre, del otro no s\u00f3lo como objeto que puede satisfacer mis deseos y necesidades contribuyendo a paliar mi soledad, sino, sobre todo, como oportunidad para conocerme a m\u00ed mismo venciendo mi narcisismo, en una entrega a fondo perdido que as\u00ed \u2013 y s\u00f3lo as\u00ed \u2013 se convierte en recompensa. Una entrega que revestir\u00e1, l\u00f3gicamente, formas muy diferentes seg\u00fan las circunstancias y los temperamentos, pero que tendr\u00e1 en com\u00fan la inexcusable reivindicaci\u00f3n de la responsabilidad con respecto a quien est\u00e1 frente a m\u00ed, a veces tambi\u00e9n contra m\u00ed, y siempre por encima de m\u00ed porque alberga la huella del Otro. La palabra que Dios dirige sin contemplaciones en el G\u00e9nesis a un Ca\u00edn diab\u00f3licamente envalentonado: \u201c\u00bfD\u00f3nde est\u00e1 tu hermano\u201d?, podr\u00e1 ense\u00f1ar a los adolescentes la seriedad radical con que les saluda la nueva vida a la que, quieran o no, se dirigen por imperativo biol\u00f3gico. A los cristianos, la mayor\u00eda de las veces, no nos har\u00e1 falta ampliar m\u00e1s el serm\u00f3n: repetir esa pregunta ser\u00e1 suficiente para insinuar a qu\u00e9 queremos referirnos cuando nombramos a Dios.
      \n 
      \n2. 5. <\/strong>La clave de la esperanza <\/strong>
      \n\u00a0<\/strong>
      \nNo se qui\u00e9n lo escribi\u00f3, ni d\u00f3nde, pero lo cierto es que hace mucho tiempo le\u00ed o, me parece recordar, me leyeron esta frase: \u201cPor encima de las nubes, el cielo est\u00e1 siempre azul\u201d. Tuve que superar un primer movimiento de rechazo ante lo que se me antojaba m\u00e1s bien cursi, para reconocer, no obstante, lo acertado de la afirmaci\u00f3n y, sobre todo, su potencial coincidencia con lo que, me parece, ofrece la virtud de la esperanza. En efecto, mantenerse firme en la vida \u201ca pesar de\u201d, esperando una nueva y mejor realidad en el futuro, supone liberarse de muchos miedos, relativizar muchos absolutos, destronar a cualquier d\u00e9spota, comprometerse a conocer a fondo la realidad presente, y obligarse de por vida a luchar en la misma direcci\u00f3n de aquello que se espera y apetece. Dicho de otra manera: la esperanza ilumina, consuela, sana, pero tambi\u00e9n espolea. La esperanza da sosiego, pero nunca deja de inquietar; la esperanza dignifica porque impide cualquier rendici\u00f3n inconveniente.
      \n 
      \nAdvi\u00e9rtase, sin embargo, que cuando la esperanza se confunde precipitadamente con formulaciones simplistas de utop\u00edas proyectadas por mentes calenturientas, puede perder todas las virtudes que le hemos atribuido y convertirse en un enga\u00f1abobos que, antes o despu\u00e9s, producir\u00e1 el efecto contrario: desencanto y cinismo. Una cosa es la esperanza y otra la estupidez y el optimismo bobalic\u00f3n e infantil.
      \n 
      \nPara concluir<\/strong>
      \n 
      \nAl llegar al final de este art\u00edculo, tengo, curiosamente, la impresi\u00f3n contraria a la que me acompa\u00f1\u00f3 al comenzarlo. Entonces me dec\u00eda a m\u00ed mismo: realmente, sobre este tema creo que no tengo nada especial que decir. Ahora se me impone, sin embargo, esta otra consideraci\u00f3n: \u00bfno habr\u00e9 dicho demasiadas cosas? \u00bfNo hubiera sido mejor algo m\u00e1s de sobriedad? Con el agravante de que estoy convencido de que podr\u00eda prolongar la reflexi\u00f3n que ahora termino, a\u00f1adir unas cuantas \u201cclaves\u201d m\u00e1s, analizar ejemplos concretos con cierto detenimiento, etc.
      \nMi consuelo es que otros con m\u00e1s capacidad y conocimientos que yo completar\u00e1n o corregir\u00e1n, en este mismo n\u00famero y en otros, lo que yo he aportado. Tambi\u00e9n me alegra haber vuelto sobre un tema al que llevaba yo tiempo sin dedicar cierta atenci\u00f3n. Con el paso de los a\u00f1os, veo que he ganado en libertad para decir lo que pienso, sin que haya mermado mi entusiasmo por estos asuntos. Probablemente, sin embargo, mi conocimiento de la realidad concreta de los adolescentes y j\u00f3venes primerizos de hoy deba ponerse al d\u00eda. Para ello, cuento con la ayuda de revistas como \u00e9sta.
      \n <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

      Federico de Carlos Otto Federico de Carlos Otto es sacerdote de la Di\u00f3cesis de Madrid. Licenciado en Filosof\u00eda y Doctor en Teolog\u00eda, ha dedicado muchos a\u00f1os a la ense\u00f1anza: Bachillerato, Facultad de Teolog\u00eda \u201cSan D\u00e1maso\u201d, Universidad San Pablo-CEU.   S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO Partiendo de la convicci\u00f3n de que no es la vida la que tiene […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","inline_featured_image":false,"footnotes":""},"categories":[854,856,94],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9182"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=9182"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/9182\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=9182"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=9182"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=9182"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}