Y si tienes muchas ganas de reír…

1 abril 2006

Juan Manuel Rodríguez-Topito
 
Ataviado con su pantalón de cuadros, sus zapatones negros, sus calcetines de mil rayas de colores y cargando su vieja maleta llena de sorpresas: un viejo libro al que se le caen las letras; su cuento mágico para pintar; su regadera que guarda los colores del arco iris que un día, el hada Colorines perdió; la imagen de trapo de la luna; la plastelina mágica del mago Malo-Malote y su tubo de besos-pompitas de la señora Luna, aparece Topito.
Aparece en una Carpa de Circo muy especial: Esa carpa de Circo se encuentra en la primera planta del Hospital Niño Jesús en Madrid. Donde tarde tras tarde, el dolor desaparece por unas cuantas horas y las sonrisas brotan en los rostros de niños y padres, porque Topito, Cantarina, Tato, Boli, Killo, y muchos voluntarios más se convierten en  “dibujantes de sonrisas y regaladores de ilusión”.
 
…¡Eh, hola amigos! ¡Buff! Lo que pesa mi maleta. En fin, pero yo no venía a hablar de mi maleta…sino de dos letras musicales que vamos a aprender y que son: ¡Ja, ja!. Porque estas son las letras de la risa. ¡Ja, ja!. A ver, si ahora vosotros sabéis repetirlas, es muy fácil: ¡Ja, ja!
Bueno, no está mal, lo que ocurre es que ahora las tenemos que meter dentro de una canción(Porque Topito no sabe muchas cosas de los libros, lo que si sabe y le gustan mucho son los cuentos y las canciones).
Vamos a ver: …Y si tienes muchas ganas de reír ¡ja, ja! Y si tienes la ilusión y no hay oposición, no te quedes con las ganas de reír…
 
Y aparecerán las palmas y algunos se equivocarán y se reirán a carcajadas. Hasta que todos cantan felices la nueva canción aprendida, la canción de la sonrisa sincera y espontánea…
Y se abrirá la maleta… E irán apareciendo mil y una historia de todos los cachivaches que Topito guarda y que tienen su propia historia. Y Topito, se sentará con sus piernas colgando y comenzará a contar la historia del elefante “Kiú”, que pidió al hechicero de la selva que le pintase de colores:
…sus patas del color de la hierba: ¡verde!
…su lomo del color de los troncos: ¡marrón!
…sus orejas del color de su fruta preferida, ¡los plátanos!: ¡amarillo!
…su trompa del color del cielo: ¡azul!
…y su colita del color de la nariz de los payasos: ¡roja!…
…y “Kiú” se meterá en el agua y perderá todos sus colores.
Y con tantos colores, habrá que llamar al Arco Iris.  Pero antes hay que llamar a la lluvia; golpearán todos con sus dedos en la palma de su mano, y el sonido nos recordará a la lluvia y Topito buscará su pequeño y ridículo paraguas naranja. Y cuando salga el señor Sol, Topito, sacará su regadera en la que los colores se han convertido en lazos y juntos cantarán la canción del Arco de Colores: mamás, papás y niños…
Y Topito hablará de su mejor amiga, la señora Luna, a la que gasta alguna trastada (eso se cree él) y recordando a Esmeralda, soplará en su tubo de besos, llenándolo todo de pequeñas pompitas de jabón que son la delicia de pequeños y grandes. Porque Esmeralda enseñó a Topito que lo único que la hacía sonreír era cuando las pompitas de jabón caían y mojaban su cara…
Y jugarán con la hormiguita y la ardilla que se ayudan y se juntan abrazándose, y el señor Viento que es muy juguetón las mecerá…Y les dará besitos de estrellas, para despedirse… besitos de estrellas que a Edgar le encantaban. Hoy los besitos los lanza al cielo, porque Edgar es el mejor tamborilero que tiene nuestro papá Dios a su lado. …Y les dirá aquello de que mientras haya un solo niño en el mundo, habrá un payaso… Y recogerá su maleta.
Y el aplauso de niños y grandes lo guardará en su sombrero, de color rojo, como su nariz. Y cargando de nuevo con su vieja maleta, se marchará dejando tras de sí  un montón de sonrisas e ilusiones. Se sentará frente al espejo y comenzará a limpiar su cara, dejando que ahora sea Juanma, el cura quien aparezca. ¡Sí! Porque Juanma es “sacerdote-payaso”, para más señas. Sacerdote en la parroquia Virgen Madre de Leganés. Y payaso en toda la tierra.
Desde niño me atrajo el mundo del Circo. Un mundo de sueños e ilusiones, de sonrisas y del “más difícil todavía”. Un mundo itinerante que va dejando semillas en el corazón de grandes y chicos.
Y fue a raíz de mi ordenación sacerdotal cuando descubrí que había otra vocación que iba naciendo dentro de mí. Y como a mí me gusta decir: Un día, el mismísimo Papá Dios, disfrazado de titiritero y viajando en un destartalado carromato, se acercó a mi vida. Se puso delante de mí, y recogiendo las gotas de la lluvia, las fue derramando sobre mi cabeza…
– Desde ahora, tienes una misión. No sólo partirás y repartirás el pan. No sólo trazarás la señal de la cruz en la frente de los que a ti se acerquen. No sólo ofrecerás tus manos para derramar el aceite del consuelo y el vino de la alegría. No sólo abrazarás con tus brazos y limpiarás las lágrimas de los que lloran la lejanía del hogar del Padre…Hoy pienso un nombre nuevo para ti, hoy te convertirás en ese “cura-trasto-payaso de Dios” que con sus alforjas llenas de sueños e ilusiones, con su vieja maleta llena de magia y de cuentos, con sus pompitas de jabón y con su gastada barra de maquillaje, dibujarás sonrisas en el alma ajada de cualquier hombre o mujer, niño o anciano que necesite de ti. Hoy te convertirás en heraldo de la alegría, en juglar de la sonrisa, en payaso…desde hoy y hasta la eternidad ha nacido un payaso. ¡Ha nacido Topito!. Y acercando sus labios a mi frente depositó en mí el más hermoso beso de buenas noches, tan solo comparable con el beso de buenas noches de mis padres.
 
Así fue como comenzó todo, me acerqué al Hospital Niño Jesús, me presenté y comencé semana a semana a ser “payaso” delante de los niños y grandes. Sin duda es una experiencia gratificante no por lo que tu puedes aportar, sino por lo que cada niño te aporta. Poco a poco te vas introduciendo en su mundo, en su vida, en su dolor…te vas haciendo compañero de camino y se va creando una relación “casi-sagrada”. Cada niño que sonríe, cada niño con el que hablas, al que te acercas te va regalando un poquito de ellos: una palabra mágica, un gesto, una canción…¡Y eso es tan mágico y a la vez tan íntimo! Que es un secreto entre ellos y Topito. La recompensa más gratificante es conseguir una sonrisa de los niños y de sus familiares.
La Carpa del Niño Jesús ha sido mi primera escuela donde aprendí a ser payaso. Donde uno es capaz de “sonreír aunque el alma esté dolorido”. Donde el dolor desaparece por unos instantes. Donde una pompita de jabón se convierte en un beso. Donde los sueños pueden hacerse realidad…
 
Tengo mucho que agradecer al Equipo de Atención al Paciente del Hospital Niño Jesús porque me dieron la oportunidad de desarrollarme como payaso, pero también como persona y sacerdote. Porque entrar en contacto con el mundo del dolor, y especialmente con el de los niños, es toda una experiencia que no deja indiferente. Es un acercamiento que toca la fibra más sensible y donde uno muchas veces se hace esa pregunta terrible ¿cómo permites Dios este sufrimiento?. ¡Y esto si que es un misterio!.
Hoy, gracias a esas experiencias, sigo acercando los sueños y canciones de Topito, no solo al mundo del hospital, sino también al de las residencias de ancianos, colegios, parroquias…Al terminar las actuaciones siempre queda una pregunta en las personas: “Este payaso es atípico, ¿a que se dedicará en su vida corriente?” La pregunta queda en el aire pero se desvela cuando el maquillaje y el traje ha desaparecido. Cuando Juanma deja de ser Topito en escena.
Ahora tengo un nuevo cometido. Soy Delegado Diocesano de la Pastoral para Circos y Ferias. Esto suena un poco raro  hay muchos sacerdote, incluso obispos que no saben que esto existe. Nuestro cometido consiste en acompañar espiritualmente y humanamente a estos grupos itinerantes de la Feria y el Circo. Cierto es que somos muy pocos los interesados en este mundo y no podemos llegar a todas partes. Las gentes del Circo y de la Feria juegan un papel muy importante en nuestra sociedad, porque son los encargados de regalar sueños, diversión y sonrisas a todas las personas.
Cuando un circo o una feria llega a una ciudad o un pueblo, nos hacemos presentes allí, nos ponemos a su servicio.
Es una maravilla sentarse con ellos al lado de su roulotte, charlar de todo, de lo humano y lo divino, compartir sus espectáculos, visitar su casa ambulante. Pero todavía es más especial acudir a la escuela del circo y estar con los chavales, prepararles para el sacramento de la Eucaristía, y sin duda celebrar con ellos. Entonces la carpa se transforma en el más bello templo que pueda uno imaginar…
Son personas muy receptivas, con un sentido de la trascendencia muy importante. Es gente que busca a Dios y que tiene una fe sin adulterar. Una fe sencilla y hermosa. Son personas que están desistaladas, que van de lugar en lugar, y, acaso ¿no era esto lo que hacía Jesús de Nazaret?. Deberíamos aprender muchas más cosas de ellos. Así no estaríamos tan instalados en nuestras comunidades, parroquias, movimientos…en definitiva mirándonos el ombligo muchas veces.
Mi sueño es poder vivir una temporada en el Circo y experimentar esa vida de nómada. Como lo hizo Abrahám, ir de un sitio a otro, vivir con ellos sus sufrimientos, sus alegrías, sus dolores, sus penas…No sé si algún día se podrá cumplir. Mientras tanto, a seguir soñando y a seguir dibujando sonrisas. Como Juanma, como Topito…¡Como Papá Dios quiera!