{"id":1473,"date":"2013-01-01T16:53:59","date_gmt":"2013-01-01T16:53:59","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=1473"},"modified":"2013-01-01T16:53:59","modified_gmt":"2013-01-01T16:53:59","slug":"adolescentes-al-descubierto","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/blog\/adolescentes-al-descubierto\/","title":{"rendered":"Adolescentes al descubierto"},"content":{"rendered":"

En ninguna etapa de su vida tiene el Hombre m\u00e1s necesidad de ser escuchado y comprendido como en su adolescencia y juventud. Es como si s\u00f3lo mediante una honda comprensi\u00f3n de su alma se le pudiera ayudar a conseguir su evoluci\u00f3n, su estabilidad, su plenitud. Y, sin embargo, \u00a1qu\u00e9 dif\u00edcil es comprender al joven-adolescente! Los pliegues m\u00e1s finos de su esp\u00edritu se ocultan recelosos. En vez de la franqueza infantil que hasta esos momentos ten\u00eda, aparece muchas veces una reserva taciturna, una insolencia esquiva, una mirada entre temerosa y desafiante que desconcierta y enternece a la vez.<\/p>\n

De la altanera autosuficiencia, a los ojos humedecidos, brillantes por cualquier emoci\u00f3n contenida, va apenas un breve camino de ida y vuelta que el adolescente recorre muchas veces. Y cuando queremos aproximarnos a \u00e9l o a ella para acompa\u00f1arlos en la senda de la b\u00fasqueda, de la inquietud, de la confusi\u00f3n o el des\u00e1nimo, en muchas ocasiones no podemos hacerlo, porque ellos no abren f\u00e1cilmente su intimidad a cualquiera, <\/em>no se f\u00edan, no esperan que les podamos comprender ni ayudar.<\/p>\n

Si este t\u00edpico y habitual desconcierto ha sido un s\u00edntoma permanente de toda adolescencia, en los tiempos de confusi\u00f3n que corren, con un decaimiento \u00e9tico galopante, con una falta generalizada de modelos de conducta, con una agresividad ambiental como tel\u00f3n de fondo de sus vidas, con unos Medios de Comunicaci\u00f3n que imponen su estilo de vida, con un relativismo desesperante en el mundo de los valores\u2026, con todos estos elementos, este desconcierto a\u00fan es mayor: los j\u00f3venes-adolescentes, en muchas ocasiones, no se f\u00edan de casi nadie, se encierren en s\u00ed mismos o en el grupo de amigos al que pertenecen y se lo piensen mucho antes de contar a cualquiera sus inquietudes y dudas.<\/p>\n

Al car\u00e1cter turbulento que siempre ha presentado esta etapa de la vida hay que a\u00f1adir en estos tiempos las dificultades que los chicos y chicas de nuestro tiempo encuentran para progresar en sus estudios o trabajos, la falta de motivaci\u00f3n y coraje moral para luchar por ideales nobles en medio de un ambiente impregnado de \u201cmiseria intelectual y espiritual\u201d. Tambi\u00e9n est\u00e1 el poco tiempo que sus padres, encadenados a un interminable horario laboral, pueden dedicar a escucharlos, y, por otro lado, la mentira, la contradicci\u00f3n, el frecuente incumplimiento de la palabra dada que observan a su alrededor.<\/p>\n

Tal vez estas razones hagan pensar al joven-adolescente que no merece la pena esforzarse para realizar un proyecto exigente de vida, abrir su mente y su coraz\u00f3n a nadie, que le va a ser dif\u00edcil encontrar a alguna persona que sea capaz de decirle una palabra de \u00e1nimo, de comprensi\u00f3n, de empuje\u2026 Y de esa forma, se refugia en s\u00ed mismo, se encierra y se desmoraliza.<\/p>\n

Sin embargo, merece la pena luchar para comunicarse, abrirse a aquellas personas que les pueden ayudar a vivir y a crecer. De hecho, muchos chicos y chicas que as\u00ed lo hacen, y hablan con sus padres, con sus maestros, con sus hermanos, con sus amigos m\u00e1s \u00edntimos, porque, han comprendido, como acertadamente escrib\u00eda Torrente Ballester, que \u201cas\u00ed como las manzanas j\u00f3venes maduran al sol, ellos tambi\u00e9n madurar\u00e1n en presencia de otras personas, en di\u00e1logo sincero con ellas\u201d.<\/p>\n

Lo que buscan nuestros j\u00f3venes-adolescentes es precisamente eso: El lenguaje del di\u00e1logo, del apoyo, del impulso, de la exigencia razonada, no de la simple dureza, de la intransigencia, de los gritos, de la descalificaci\u00f3n. Ellos est\u00e1n buscando que alguien les hable con el lenguaje de las palabras, pero, sobre todo, esperan el idioma de las obras; ellos esperan que alguien les hable de otras perspectivas, de otros compromisos, de otras metas, de otros estilos de vivir y sentir. Lo est\u00e1n deseando ardientemente, porque lo que ven a su alrededor no les gusta.<\/p>\n

Los j\u00f3venes, en el fondo de su ser, est\u00e1n cansados de escuchar que vale m\u00e1s el dinero que la amistad, el poder que la felicidad, el puro desarrollismo t\u00e9cnico que la felicidad, la productividad que la poes\u00eda\u2026 El joven-adolescente espera otras melod\u00edas, otros sonidos. Educar a un adolescente es hacer de \u00e9l alguien que a\u00fan no existe. Hay que hacerles ver que son seres \u00fanicos e irrepetibles, que su vida la deben decidir ellos mismos, que sus posibles errores no son definitivos, sino s\u00f3lo dificultades normales que hay que ir superando para que un d\u00eda puedan constituir su verdadera personalidad.<\/p>\n

Jos\u00e9 Luis Rozal\u00e9n Medina<\/strong><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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